El tema de la desaparición perpetrada por el estado en tres cuentos
latinoamericanos
El pasado mes de abril, se inauguró en el MUAC la exposición Restablecer memorias del
artista chino Ai Weiwei. La instalación constó de unas pocas piezas expuestas en una sala reducida como El salón ancestral de la familia Wang, un templo antiguo en madera de la dinastía Ming, y un juego de porcelana china llamada Chicken Cup. Pero la obra que captó la mayor atención y causó gran polémica fue Retratos del ego: caso Ayotzinapa, un conjunto de retratos hechos con piezas de Lego de los cuarenta y tres normalistas desaparecidos en Iguala en el año 2014 y una serie de grabaciones en video de entrevistas hechas a los padres de los jóvenes desaparecidos. Muchas personas, la mayoría gente que no conocía la obra de Ai Weiwei, criticaron la exposición. Algunos dijeron que el artista era oportunista por usar este tema tan delicado; otros no se esperaban para nada esta confrontación con un acontecimiento tabú en la historia reciente de México. ¿Cómo ha abordado la literatura el tema de las desapariciones perpetuadas por el estado en Latinoamérica? ¿Cuáles son las diferencias de estilo en tres cuentos que abordan este tema? El cuento “Infierno grande” de Guillermo Martínez me parece el mejor trabajado de los tres cuentos. Es un clásico ejemplo del tipo de cuento en el que se tejen dos historias al mismo tiempo y al final se devela la segunda historia de manera imprevista; la aventura del muchacho con la francesa y su posterior desaparición encubren el final sorpresivo: el descubrimiento de una fosa clandestina llena de los cadáveres de posibles desaparecidos a manos del gobierno. Lejos de ser una crítica social, el relato se centra en el romance ilícito de los protagonistas de tal manera que el lector es engañado o distraído hasta el final para entonces causar el efecto estético deseado: la revelación de un hallazgo sorprendente. La francesa regresó pocos días después: su padre se había recuperado por completo. Del muchacho, en el pueblo nunca hablamos. La carpa la robaron ni bien empezó la temporada. La tensión lograda tras este hábil entramado es sostenida hasta el final de modo que se logra lo que en lingüística se llama delicia estética o la impresión máxima por medio del extrañamiento u oscurecimiento del significado. En “Fumar bajo el agua”, predomina sobre todo el tema de la vida como viaje, un viaje del alma. “Un día el psicólogo me dijo: ‘Tengo un velero, ¿querés aprender a navegar?´ ´Sí´, dije, y juntos navegamos durante casi cuatro años”. En este cuento, el protagonista trata de reconstruir su vida tras la desaparición de sus padres. El fumar se usa como metáfora de un dejarse llevar, un “drifting away”, en el que, cual lancha en el mar, el personaje principal va juntando los pedazos sueltos de ser. Finalmente, este cuento usa el llamado final con una pequeña epifanía: el encuentro consigo mismo. Así que en adelante, con las cosas al fin ordenadas, todo fue planear un futuro de felicidad. Ahora, por ejemplo, quiero acondicionar el velero -mejores equipos, velas más fuertes- para llevar a mi familia a dar una vuelta alrededor del mundo. Sí, y durante el viaje, en alguna noche de lluvia, cuando todos duerman, salir a cubierta, encender uno de esos cigarrillos que inventamos y recordar, mientras fumo, todo lo que pasó, pensar mucho en todo eso, sí; y en todo lo que los jóvenes de mi generación, durante todo este tiempo, fumamos. Al respecto, Teresa Basile en su ensayo La orfandad suspendida: la narrativa de Félix Bruzzone acuña el término “hijos mutantes” para referirse a aquellos jóvenes hijos de padres desaparecidos en la obra del autor de “Fumar bajo el agua” que intentan rehacer su vida por medio de la creación de un mundo propio.
En “Plan de evasión” (2009), escrito para la presentación de Los topos, Nicolás
Prividera también advierte en esta novela y en su tono díscolo la articulación de una de las tendencias centrales en la producción cultural de la segunda generación. Distingue entre hijos replicantes, frankensteinianos y mutantes. Los replicantes son aquellos que repiten las inflexiones fantasmáticas de la voz del padre, mientras los frankensteinianos pretenden escapar a ese mandato negándose a su destino hamletiano de reclamar simbólica venganza, asegura Prividera. A partir de la novela Los topos de Félix Bruzzone, explora al mutante, quien marca una diferencia y un desvío del legado de los padres, quien asume su origen de hijo de desaparecido sin quedar preso en él, quien busca una salida en el presente o en el futuro más que en el pasado, quien siente la necesidad de individuación y de construir un inquebrantable mundo propio para no quedar atrapado bajo el peso de las generaciones muertas. Exhibe la inadecuación de la generación de HIJOS y evita esencializar la condición de hijo. Sus obras, también bajo el principio constructivo de la mutación, serán abiertas, imperfectas y de múltiples caras (Basile 146). En el cuento “Los censores” de Luisa Valenzuela, el humor es usado para abordar un tema que por su naturaleza suele estar rodeado de gran seriedad. Juan, el protagonista, se ve envuelto en una situación inverosímil que trata de resolver de una manera jocosa: debe tratar de recuperar una carta escrita por sí mismo y para eso se mete de censor. Por último, su vida llega a su fin de una manera inesperada. En palabras de la misma escritora, el humor es usado como una suerte de catarsis para referirse a una situación totalmente opuesta a lo humorístico en su país. El humor es un respiro que permite decir muchas cosas. Es una máscara. A veces me salen textos sin humor, pero lo siento como una carencia. El humor, para el ser humano, es tan importante como el respirar. Hay que usarlo también como un arma. El humor permite agredir, es un arma de violencia y le permite a uno asomarse a ciertos temas. Yo creo que no hubiera podido tratar los temas de la tortura, de López Rega, de Isabel Perón, de los militares, si no lo hubiera tomado con humor. Mi última novela tiene mucho humor, aunque esto es atroz. Es un humor negro retinto y al lector le cuesta unir las dos cosas, pero para mí era la única forma de decirlo (Ordoñez 516). La exposición del artista plástico Ai Weiwei, al parecer, no satisfizo el burgués gusto de algunos incautos. El prestigio del autor de Restablecer memorias obnubiló en un principio a un público que no conocía su obra la cual en su mayoría cae en la categoría de la protesta política y social. Sin duda, la forma y el fondo están ligadas íntimamente en la creación de una obra de arte. El efecto producido por estos tres cuentos latinoamericanos es muy diferente. La forma de abordar un mismo tema puede producir una experiencia estética única. Sin embargo, lo que tienen en común estos tres cuentos es que la literaturidad está por encima de la crítica social o la protesta. La obra de Ai Weiwei, por el contario, usa la confrontación en un espacio reducido para atacar el peor pecado de la sociedad burguesa en este crimen perpetuado por el estado en particular: la indiferencia.
Bibliografía
Basile, Teresa. La orfandad suspendida: la narrativa de Félix Bruzzone. CELEHIS.
Revista del Centro de Letras Hispanoamericanas, 25 (32), 141-169. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.7811/pr.7811.pdf Crenzel, Emilio. "El relato canónico de las desapariciones en Argentina: El informe "Nunca Más"". CONfines de Relaciones Internacionales y Ciencia Política, vol. 4, no. 8, 2008, pp. 47-61. Editorial Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Ordoñez, Montserrat. Mascaras de espejos, un juego especular. Colombia: Universidad de los Andes.