Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ción llevada a cabo por Maryam tal como la presenta Jn, y consiguiente
mente también a clarificar la respuesta de Jesús a las críticas de Judas.
8 Keel O., Das Hohelied, Mit 168 Abbildungen (Zürich 1986) 67. Es el modo habi
tual en el Ct (2,7.17 etc.^, y también en hebreo y ugarítico. Es además la traducción suge
rida por el griego ëcoç ou; este giro no encuentra ningún paralelismo cierto a nivel lingüís
tico que favorezca el entenderlo como «mientras»; cf Bauer, Wörterbuch, 662. Lo mismo
confirma también Orígenes; cf. Baehrens W.A., Orígenes Werke (Leipzig 1925) 156,7.
Todas las citas subsiguientes de Orígenes hacen referencia a esta edición.
9 Vulg.; Pope M.W., The Song of Songs (New York 1977) 347.
10 The Song of Songs in Judeo-Persian (ed. J.P. Asmussen-H.H. Paper, Kpbenhavn
1977) 115a.
11 Así ejerce ella una actividad complementaria a la de la conducción que había senti
do sobre sí por parte del dodi (1,4), precisamente en virtud de su personalidad aromática
con fuerza para enamorar (1,3).
12 La Peshita, sustituyendo el ‘ad por el ‘am, dice: «con el rey en su diván, mi nardo
dio su aroma». El término DOft es ambiguo y puede referirse a los puestos en un banquete
(Shab 63a), a un lecho (Ez 23,17.41) o al entorno de la persona (2Re 23,5). Gramatical
mente se puede entender tanto como un sustantivo, o como una acción verbal. De hecho
LXX lo traduce aquí como év àvaicXiaei aùxoù («nel suo stare supino»; cf. Garbini G.,
Cantico dei Cantici [Brescia 1992] 38), mientras o’ lo presenta como èv àvaTtaùoei («en
quietud»). Esto aprovecha la exégesis patrística para poner de relieve que es en esa situa
ción donde se le ofrece al esposo el aroma de la esposa; cf. Lapide C. a, «Commentarium
in Canticum Canticorum» (Amberes 1657) en id., Commentaria in Scripturam Sacram
(Paris 1868) VII,522. El MLSH ve como trasfondo de toda esta escena la costumbre de
concluir el banquete llevando a la mesa un pebetero de aromas, que se queman en las bra
sas expandiendo una nube aromática; cf. Yerushalmi S., The Book of Shir HaShirim,
Me'am Lo ’ez (trad. Z. Faier), New York 1988.
EL NARDO Y LA SULAMITA EN LA UNCIÓN DE MARYAM (JN 12,1-8) 681
33 Morris, The Gospel according to John (Grand Rapids 1995) 512 dice que la libra
aquí no es medida de peso sino de capacidad; y la asimila al «pint» inglés, que correspon
de a 0,568 litros.
34 Una referencia al 31ÍDH ptín (2Ry 20,13), que desde la cabeza baja por la barba
hasta la orla de los vestidos, se encuentra en el SI 133,2; aquí es una imagen poética de
dulzura que contempla a Aarón, no precisamente reclinado, en el momento de su consa
gración con el óleo santo, que implícitamente unge también su pectoral donde están ins
critos los nombres de las tribus de Israel.
35 Para los modos del banquete en la sociedad greco-romana, cf. Foss P.W., Kitchens
and Dining Rooms at Pompei: the spatial and social relationship of cooking and eating in
the Roman household (Michigan 1994), esp. pgs. 44-56: «Age, Gender and Status Divi
sions at Meal time in a Roman House».
EL NARDO Y LA SULAMITA EN LA UNCIÓN DE MARYAM (JN 12,1-8) 685
d.C.), «no porque se encuentre en Siria, sino porque las vertientes de las
montañas donde nace miran por una parte hacia la India y por otra hacia
Siria» (MM 1,7). Este nardo es el «montañoso», siempre «de mejor aro
ma» (Diosc. MM 1,7) que el crecido cerca del Ganges (Plin. HN 12,42).
El nombre científico actual de este nardo auténtico es nardostachys
jatamansi; y de él principalmente se elaboraban los perfumes de nardo,
como lo hace notar Galeno44 (129-216 d.C.): pbpa xà 6ià vapõooxáxuoç
yevópeva. Tal nombre se deriva del lugar donde los clásicos equivocada
mente45 concibieron que estaba la fuerza de su aroma: en «la espiga del
nardo» ívdpòou oxáxuç)4'’; y se le añade el término indio jatamansi
(«mechón») por referencia al mechón de fibras nerviosas en la raíz, fa
mosa en la antigüedad (vápòoti piÇíòa: Nican. Alexiph. 402), que cuan
do se secan, dejan brotar toda la fuerza del olor del rizoma. Frotándolo47, 48
pues es duro (Diosc. MM 1,6), se obtiene el aroma del nardo; aunque
también todas sus otras partes son fuente de perfume, sobre todo las flo
res (Plin. HN 12,43f.
El valor exótico del nardo, junto con la fuerza y la duración de su
aroma (Teofrast. Frag. 4,36.56) justifican su alto valor económico49. Me
(14.3) se delata experto en la nomenclatura económica del nardo50, al
usar para el derramado por Maryam el adjetivo Jto7,uT£Àf|ç (Sb 2,7); Jn
(12.3) con el mismo sentido emplea îtoMmpoç (Mt 13,49; lPd 1,7), y
51 La Xixpa del latín «libra» representaba 327,45 gramos. Los 300 denarios equivalí
an prácticamente al salario anual de un trabajador, pues el denario representaba el sueldo
diario (Mt 20,2 cf. et. Le 10,35 Jn 6,67). El denario era una moneda romana de plata, usa
da también en Palestina, y que llevaba la imagen del emperador, en la época evangélica
Tiberio (Me 12,15).
52 El èïïàvG) puede reflejar el interés en resaltar la valoración o deberse a una adición
posterior (s. II), suprimida luego concordísticamente (pe sys Or), y que reflejaría la deva
luación de la moneda después de Nerón.
53 Para la concepción de nardo falso cf. Espasa-Calpe (eds.), «Nardo», Enciclopedia
Universal Ilustrada, Apéndice 7 (Madrid 1973) 917s.
54 Plin. HN 14,106s; Diosc. MM 1,7-10; Steier, «Nardus», 1709-12.
55 El que el nardo aparezca como calificativo de la kalá en su jardín no significa que
aquí sea planta de jardín palestino, pues en él aparecen también plantas de lugares desérti
cos y rocosos, como por ejemplo la mirra (Ct 4,6). El «jardín» es sólo expresión poética
de matiz erótico; cf. Murphy R.E., The Song of Songs (Minneapolis 1990) 160s.
56 El hecho de que la producción del perfume de nardo no fuera muy abundante, según
se puede colegir de la escasa cantidad de nardo que los comerciantes traían de la India en
comparación con otros cargamentos de aromas (cf. Schof, «Nard», 227s), refuerza su valor.
57 Stephan, Thesaurus, 1359.
58 La mezcla de perfumes era habitual (cf. Ex 30,34 SI 45,8). En el Talmud se hace
del nardo uno de los componentes aromáticos que intervienen en la confección del incien
so cúltico (bKerit 6a jYom 4,41a); y entre los árabes el nardo se mezcla con otros perfu
mes para ungir la Ka‘ba y la Roca de Jerusalén. Schoff, «Nard», 219.
688 JESÚS LUZARRAGA, S.I.
día resultar inicialmente desagradable (5ST3 TCt 1,12) por punzante para
quien no estuviera acostumbrado a tal olor. Los autores clásicos, como
Dioscórides, que distinguen entre el auténtico nardo y su paralelo (MM
2,16), diferencian además el mero eXaiov del púpov (MM 1,62) y sobre
todo del vápôivov púpov (MM 2,152). Esto ayuda a valorar el gesto de
Maryam, que unge a Jesús no con el «óleo» (eXaiov) habitual, el confec
cionado con aromas y aceite de oliva59, sino el elaborado con esencias de
«perfume» (púpov) como lo señalan todas las tradiciones (Mt 26,6 Me
14,3 Jn 12,3)60; y precisamente de nardo, que aquí está calificado como
7U0TIKÓÇ (Me 14,3 Jn 12,3).
El sentido general de este término como «bueno» se puede colegir
de su explicación siríaca en Me 14,3 (Sys: cdcldS^d^). Esta de
nominación de «bueno» (30 > xpioxóç; cf. lQHen 32,1) es la empleada
para el nardo índico cuando Henok en su visión lo presenta llenando con
su aroma los siete montes que al oriente configuran una región del paraí
so terrenal61. Es un «nardo puro» (Tibul., Eleg., 2,7), el nardo «sincero»
(Plinio, HN 12,43) o «legítimo». El término griego lo mantienen básica
mente en el evangelio algunas versiones antiguas (VLdfq, boh., fayum.),
mientras otras interpretan su sentido como «puro» (etiop.), «precioso»
(arm.), «óptimo» (VLC), «exquisito» (sah.: cidttt), «fidedigno» (Syh:
rCi^rrún; subacm.: N^gTe), el «principal» nardo (Syp: rcLx^i). Este
sería el verdadero nardo índico, que intervendría como elemento consti
tutivo en el perfume que llevó Maryam, donde no habrían intervenido
mezclas adulterantes62. El atribuir el sentido de «auténtico» a tuotikóç,
hapax en el NT y también en absoluto como calificativo de «nardo», pro
cede de una derivación: Como originalmente ïïiotikôç significa «fiel» y
se aplica a una esposa Pionieri, pero se habla además de Xóyoç tuotikóç
59 [H.L. Strack] - Billerbeck P., Kommentar um Neuen Testament aus Talmud und
Midrasch (München 1926), 1,428.
60 La diferencia intencionada entre ambos elementos se observa también en el mo
do como algunos minúsculos {a, e,ff2) presentan la unción en Le 7,46 donde el contras
te entre el fariseo y la pecadora no está también en el objeto de la unción («cabeza» -
«pies») como en la mayoría de los testigos textuales, sino sólo entre el «óleo» del fari
seo y el «perfume» de la pecadora que en ambos casos tienen como único objeto «los
pies» de Jesús.
61 Esta mención del nardo se encuentra en el Libro de Henok (s.II a.C.) arameo y
griego, pero no en la versión etiópica.
62 Zerwick M., Analysis philologica Novi Testamenti graeci (Roma 1960) 117. Teofi-
lacto denomina 7tiGTiKÍjv tanto al dôoXov vápóov, como al elôoç vápÔou e incluso al ela
borado pexà moxecoç (PG 123,645B).
EL NARDO Y LA SULAMITA EN LA UNCIÓN DE MARYAM (JN 12,1-8) 689
63 Para estas referencias cf. Bauer W., Wörterbuch zum Neuen Testament (Berlin
1971)1313.
64 Así lo emplea Eusebio (.Dem.ev. 9,8-9): xoù Kaivqç ôia0f|Kr|ç Kpápaxoç.
65 Brown, John, 449. Esta teoría la había propuesto ya Couchoud P.-L. «Notes de
critique verbale sur St Marc et St Matthieu», JThSt 34 (1933) 128) basándose en un texto
de Polibio (Hist 26.1,13.6) según el cual Antioco Epifanes vertió sobre la cabeza de uno
péyioxov Kepápiov rco^uxeteaxaTou púpou xfiç cxáKxriç Ka^ougévqç; Couchoud consi
dera que el evangelista en ese texto en vez de xfjç axáicxriç habría leído tugxiktïç, y así
luego al transferir el concepto de algún modo a su texto habría añadido vdpÔou para seña
lar el perfume. Su teoría la basa Couchoud en un paso fácil de xq a tctj; y justifica la lectu
ra evangélica porque el estacte era un perfume que no se podía derramar copiosamente si
no goteando, según Aristófanes (Plut 529). Esta es una hipótesis filológicamente muy re
buscada
66 Liddle H.G.-Scott R., A Greek-English Lexicon (Oxford 1940) 1408.
67 Bauer, Wörterbuch, 1313; Black M., An Aramaic Approach to the Gospels and
Acts Oxford 1967) 224.
68 Es la teoría de Pallis A., A Few Notes on the Gospels according to St. Mark and
St. Matthew (Liverpool 1903) 22. Se^ún él, la derivación correcta daría jiiearri, y por eso
hay que crear un inexistente ïïieoxiKq (cp. Ex 37,21 LXX), cuya primera silaba evolucio
naría posteriormente en fuerza del iotacismo; pero además Pallis no lo refiere al extracto
de nardo, sino a un líquido formado a base de tal extracto.
69 Para Nestle, «Narde», 169-171 se trata de un paso de la segunda conjugación (spi
catus) a la tercera (spicitus), igual que de probatus a probitus. Para Abbott E. (Johannine
Vocabulary [London 1905] 1736d) el moxiKÔç es un cambio intencionado de aitÍKaxov;
así Jn vendría a decir algo que reconocerían sus lectores en el juego de sonidos: no se trata
del perfume denominado «espicato», sino de uno que expresa la «fidelidad».
70 Wettstein, Testamentum, 625.
690 JESÚS LUZARRAGA, S.I.
71 Houston W., «The Pistic Nard of the Greek Testament», PSBA 10 (1987-88)
144ss.
72 Levesque, «Nard», 1479.
73 Esta es la hipótesis propuesta por Köbert R., «Nardos Pistike-Kostnarde», Bib 29
(1948) 279-181.
74 Black, Aramaic Approach, 224s.
EL NARDO Y LA SULAMITA EN LA UNCIÓN DE MARYAM (JN 12,1-8) 691
108 El asno para Mt 21,5 a partir de Zc 9,9 es símbolo de un rey «manso»; pero Jn
12,5 cambia la invitación de Zc a la alegría, que no estaría bien en un presagio de dolor,
por una exhortación a «no temer» (Is 35,4; 40,9; 44,2) ante un rey de las características de
Jesús (Jn4,6.25s; 18,36s).
109 Para las resonancias mesiánicas del banquete, cf. v.g. Jn 2,1-11; 6,26s Ap 19,9 Mt
8,11; 22,2 Le 14,16 Me 14,25; q>. Is 65, llss Pr 9,5 Si 24,21.
110 Cf. Orígenes (165,32): ipv xoñ vupóíoo óoppv p epp vápôoç èv p auxòv pteuj/a
ôéôcoKe; y también con otro matiz: p èpp vápôoç eôcoKe poi xpv xoõ vupóiou òcrpppv.
111 Cf. QoR 7,1: «un buen perfume se difunde desde el aposento interno hasta la sala
del banquete; pero el buen nombre llega hasta el confín del mundo».
EL NARDO Y LA SULAMITA EN LA UNCIÓN DE MARYAM (JN 12,1-8) 697
112 La costumbre femenina en aquella cultura era la de llevar su cabellera (fuera del
culto) descubierta (Ct 7,6), como lo atestigua el cuidado en los peinados (2Re 10,30 Jdt
10,3; lPd 3,3), y además larga (Is 3,24 Ct 4,1; ICor 11,5s) y sin trenzas (Um 2,9), pues
la corta era señal de duelo (Is 15,2 Jr 7,29). La mujer llevaba su pelo suelto dejándolo
caer por la espalda bajo los hombros e iba sin velo (Gn 12,14s; 2Sm 13,19 Jdt
10,4.7.14.19.23); cf. McKenzie J.L., Dictionary of the Bible (London 1966) 332,912.
Así se deduce también de la literatura rabinica («...darauß folgt, daß in Palästina der
Schleier der Frauen nicht in Gebrauch gewesen ist»; cf. Billerbeck, Kommentar, III
427); especialmente antes del matrimonio (mKet 2,1 bSanh 58b) por lo que respecta a la
virgen y en general a la no casada (cf. Orr W.F.-Walther J.A., I Corinthians [New
York 1976] 260); más adelante «the hair was regarded by the Rabbis as so powerful an
augmentation of beauty that married woman were recomended to hide it» (JE 6 [New
York 1907] 158) cf. mKet 7,7 TosSot 5,9 jGit 9,5. Esto en publico, no en la propia casa,
sin que aparezca lo que se podría hacer en casa de unos amigos de familia; por eso el
decir que «Mary’s unrestrained hair is good evidence for her being a sinner» (Robinson
B.P., «The Anointing by Mary of Bethany», DownR 115 [1997] 101) significa entre
otras cosas el restar también valor a la necesidad de ser profeta para reconocer tal di
mensión (Le 7,39); cf. Coakley J.F., «The Anointing at Bethany and the Priority of
John», JBL 107 (1988) 250.
113 Lagrande, Évangile, 320s dice que así se evita el que se manchara el suelo.
Prete, «Un’aporia giovannea: il testo di Giov. 12,3», RivBib 25 (1977) 369 ve que se de
rrama tal cantidad que hay que enjugarla; ambas acciones (el ungir y el enjugar) son gra
maticalmente paratácticas, pero hay que entenderlas como sintácticas. A esta modo fisicis-
ta de interpretar Coakley («Anointing» 251) lo denomina «realistic».
114 Morris, Gospel, 512 habla de «personal involvement».
115 Legault A., «Anointings in Galilee and Bethany», CBQ 16 (1954)139.
116 Así Giblin C.H., «Mary’s Anointing for Jesus’ Burial-Resurrection (John 12,1-8)»,
Bib 73 (1992)560-564.
698 JESÚS LUZARRAGA, S.I.
117 Cp. Plut. Alex. 20,13.3: còôcóôei Ôè ôeoTiéoiov oíov imaTuopaxcov Kai pópcov ó
OIKOÇ.
118 Esto se pone de relieve con la preposición èk, que raramente acompaña a Ji^ripóco;
cf. Morris, Gospel, 513 n. 17.
119 Este enjugar naturalmente es distinto también del gesto normal de Jesús secando
«con la toalla con que se había ceñido» los pies de los discípulos que él había lavado (Jn
13,5). El lavatorio es símbolo de la necesidad (Jn 13,8b) del gesto humilde del Jesús libre
mente desnudado (Jn 13,4 cf. 10,18) que limpia con su palabra (Jn 15,3 cp. 13,10) y que
purifica con su servicio (Me 10,45 Le 22,17).
120 Bultmann R., Das Evangelium des Johannes (Göttingen 1964) 317.
121 Refiriendo las expediciones de Alejandro Magno, se dice que «los fenicios recogí
an muchas raíces olorosas de nardo, pero también gran parte fue pisado por los soldados,
difundiéndose un gran perfume por la región» (Amano, AnabAlex 6,22.5); además «la mi
rra y sobre todo el nardo usó el ejército de Alejandro en sus marchas para tiendas y camas,
respirando así un aire aromático y saludable» (Estrab. Geog. 15,2.3).
122 En la literatura intertestamental Henok en sus visiones divisa el jardín de los jus
tos, donde está el árbol de la ciencia, «cuyo aroma llega lejos» (1) ôè òqiri aùxoô ôiéxpe-
%ev 7iópp(o arcò xoú Ôévôpoo; lEn 32,4 cf. 1.6).
123 Infante, «Betania», 45-47 ve aquí a base de Is 52,7 la postura del heraldo evangé
lico como servidor.
EL NARDO Y LA SULAMITA EN LA UNCIÓN DE MARYAM (JN 12,1-8) 699
tatación personal: «toda (sy-pal Diaî) la casa se llenó del aroma del per
fume» (Jn 12,3).
En la Escritura el aroma con frecuencia simboliza el placer inte
rior124. Y en el mismo Ct el olor es un dato prominente (Ct 1,3.12; 2,13;
4,10.11; 7,9), que actúa como metáfora de fuerza y bienestar y alude al
amor125; por esto se pide a la totalidad de los vientos (del norte y del sur)
que soplen sobre el jardín esponsal y hagan correr sus bálsamos (Ct
4,16a). Aquí el aroma expansivo del nardo con su invadente fuerza, que
si al principio puede echar para atrás luego atrae y fascina irresistible
mente126 (Ct 1,12 cp. Jn 12,32) deleitando (Plin. HN 16,135), con su sim
bolismo de vida une en un mismo amor alegre primero a Jesús y a Mar
yam, y luego a Jesús con toda la Casa127 y su familia128; pues el perfume
tiene la característica de envolverlo todo en su atmósfera, y así de enla
zar a las personas en ella129. Para Jn la Casa se identifica con la Iglesia130,
como lo sostendrá también Ignacio de Antioquía (Ef 17,1); y es la perso
131 La llenumbre de Jesús, simbolizada en el expandirse olfativo del perfume del nar
do, puede compararse con la llenumbre del Espíritu, simbolizada en el expandirse auditivo
del sonido del viento (He 2,2: 87iÁJ|pa>a8v oXov xóv oikov).
132 Esto lo pone también de relieve el uso de esta raíz verbal en el vocabulario juaneo:
cuando «se cumple» el tiempo de Jesús (Jn 7,8) en línea con el «cumplimiento» de la Es
critura (Jn 19,28.36) llega la alegría «total» (Jn 3,29; 15,11; 16,14; 17,13) y la liberación
de la muerte (Jn 18,9).
133 Por esto, y porque no hay datos que la confirmen, representa una ampliación de
sentido la interpretación de Manns F. («Lecture symbolique de Jean 12,1-11», LA 36
[1986] 97): «Laiss-la, car elle a conservé le nard (mis en réserve depuis la création du
monde) pour le jour de mon ensevelissement».
134 Sólo se conserva una mención de rociar al muerto en la hoguera con nardo;
Steier, «Nardus», 1713.
135 Joret C., Les Plants dans VAntiquité I (Genève 1976) 322ss. Caland W., Altin
disches Zauberritual (Amsterdam 1900) 117 n. 9 afirma que el nardo se usaba en antiguos
rituales fúnebres indios, citando Karmända Sütra 51,12, mientras estaba prohibido a los
vivos. En la antigua literatura india (Kausika Sütra 1,14) se hace del nardo alimento de la
vaca sagrada. Esto explica quizás porqué el nardo no ha quedado como perfume normal
en la cultura india, donde lo es especialmente el sándalo.
136 La unción estaba prohibida por el rabinismo en tiempo de duelo; cf. Billerbeck,
Kommentar, 1426.
137 Con este dato Jn inicia la semana pascual (cp. Jn 1,28; 2,1) y así el banquete,
cuando ya Marta podía servir, tendría lugar (quizás en el marco de una celebración con
EL NARDO Y LA SULAMITA EN LA UNCIÓN DE MARYAM (JN 12,1-8) 701
clusiva de Habdalá; cf. Barrett, John, 411) al finalizar el sábado precedente al gran sába
do, que era para Jn el de la Pascua (Jn 19,31 cf. 12,12; 13,1; 18,28; 19,14). En vez de ëÇ
p66* lee Tcévxe, reflejando a Me 14,1.12, quien coloca la cena de Betania como proemio a la
decisión de Judas de traicionar a Jesús. Una bendición de perfumes en el ritual de la cena
del sábado se menciona en mBer 8,4s.
138 Fabris R., Giovanni (Roma 1992) 673.
139 El Ô817CVOV era la comida principal de día, que podía tener lugar en cualquier mo
mento de la jomada, pero en el NT se aplica a la que tenía lugar al anochecer: la cena (cf.
Bauer, Wörterbuch, 344). Jn es el único que denomina con este substantivo tanto la cena
de Betania (Jn 12,2) como la Ultima (Jn 13,2.4; 21,20), de donde pasó al cristianismo
(ICor 11,20); y la tradición juanea lo aplica también a la escatologia (Ap 19,9).
140 Este aspecto lo recalca el Crisòstomo (PG 8362), al verlo como señal de la resu-
rreción de Jesús vivida en el banquete postpascual (Jn 21,12).
141 Aunque la presencia de este término (p66 A D lat sy h lat ac etc) puede representar
una glosa, sin embargo su supresión (N B pc it sy-pal sa) puede deberse a homoteleutón o a
una intención deliberada en fuerza de la expresión siguiente.
142 Esto en el recuerdo postpascual sólo se entiende en el contexto de su resurrección
gloriosa (Jn 12,16).
702 JESÚS LUZARRAGA, S.I.
143 Para el Crisòstomo (PG 8,362) Maryam con su perfume honra a Jesús, recono
ciendo su divinidad; así se muestra como «discipula», lo que la dispensa de servir a la me
sa; pero tampoco está reclinada en ella como un discípulo invitado, pues su discipulado
consiste precisamente en honrar a Jesús. Sin embargo a nivel literario y en fuerza de las
características del perfume aquí no hay razón para pensar que el evangelista con el aroma
esté aludiendo a la divinidad de Jesús, como sugieren Mollat D. («St Jean P évangéliste»,
DS 8 [Paris 1974] 24) y Panimolle S.A. (Lettura pastorale del Vangelo di Giovanni [Bo
logna 1986] III 81); y esto, aunque Manns («Jean», 96 n. 33) afirme que en Grecia el per
fume era señal de la presencia del dios y en Egipto simbolizaba la vida, que poseían los
dioses y que se la comunicaban a los hombres, de forma que cuando faltaba en el momen
to de la muerte se suplía con el embalsamamiento.
144 En la literatura intertestamental el árbol de la vida es fragante, y su aroma se con
cede a los justos en el día escatològico cuando entran en el templo donde ha sido trans
plantado; «sus aromas en los huesos» es el signo de una vida feliz (lEn 25,6 cf. 24,4;
25,4). Sin embargo no hay textos en el judaismo clásico que justifiquen el afirmar con
Manns («Jean» 97) que «Marie qui garde le nard a comme fonction de rappeler que ce
parfum de l’arbre de la vie qui donnait l’immortalité a été créé pour le Messie», ni consi
guientemente a partir de aquí que «c’est le Messie qui redonnera accès à cet arbre de vie»
(cf. Ap 2,7b). Parece superimposición el decir que Jn intenta presentar el cuerpo de Jesús
como fuente de vida en contraste con el árbol del Paraíso y con la Torah; cf Calduch,
«Fragancia», 265.
145 El trasfondo de Jr 25,10LXX mencionando el óapijv jiúpou en vez □*,m
(TM), como reflejo esponsal de alegría en contraste con la desgracia, puede dar pie a una
comprensión de que el aroma de Jesús es el del vivo y resucitado en contraste con el olor
del Lázaro muerto.
EL NARDO Y LA SULAMITA EN LA UNCIÓN DE MARYAM (JN 12,1-8) 703
con él (Mc 14,6 Mt 26,10); y manda dejarla en paz (Jn 12,7 Mc 14,6).
Pero este «dejar a Mary am» que en Mc (14,6) es claramente una prohi
bición a los discípulos para seguir importunándola, en Jn se presenta co
mo una oración principal seguida de una completiva/final que por su di
ficultad exige explicación en el contexto; lo cual en cierto modo puede
verse como garantía de autenticidad. Incluso es posible conjeturar en el
trasfondo alguna expresión aramea, posteriormente apañada y clarifica
da por los sinópticos147.
Las palabras de Jesús en el griego de Jn (12,7) suenan así: a<j)£ç
a\)xí)v iva 8ÎÇ tt]v fpépav tou èvTaóiacpou pou xr|pr|(Tfl amó. Esta es la
lectura mantenida por los mejores testigos (vgr. p66 S B D lat co). Los de
la Koiné (cf. et. A syM) la suavizan, al suprimir el 'iva, y en vez de Tripf|crri
leer TexripqKev; así el engorro de que no se haya derramado todo el perfu
me, quedando algo para adelante, queda soslayado por el hecho de que la
intención es de futuro respecto a Jesús. La retraducción aramea del sy*
con el participio148 (rrt^-i) refleja mejor una expresión original, que pudo
dar origen a ambas plasmaciones: la del perfecto con xerripriKev, y la del
futuro con xr|pf|(yq; el participio concierta sin conjunción alguna con el
acusativo (cn\: auTqv), de forma que puede representar tanto la acción de
futuro no completada aún (de aquí el iva)149, como la decisión cerrada ya
en el pasado (con un oti implícito150): «déjala guardándolo».
El problema que las palabras del Jesús juaneo presentan para su
comprensión151 es fundamentalmente el que a Maryam se la imagina re
servando algo de perfume para la sepultura de Jesús, cuando no se conci
be que Maryam esté pensando en guardar el nardo para embalsamar a Je-
147 El que todo el relato refleja una tradición originalmente aramea lo reconoce Pesch
(.Markusevangelium, 335); la independencia de la tradición juanea respecto a los sinópti
cos la defienden Schnackenburg R. (Das Johannesevangelium II [Freiburg i.B. 1971]
466) y Léon-Dufour X. (Lecture de VÉvangile selon Jean II [Paris 1970] 445), mientras
la prioridad de la tradición juanea la confirma Coakley («Anointing» 245-256) y Prete
(«Aporia» 373) quien considera a Jn más plausible que los sinópticos.
148 En arameo el participio puede representar el resultado del verbo principal, y se
puede traducir con un tiempo finito, no sólo presente sino también perfecto o futuro.
149 El verbo con el sentido de «dejar» se construye generalmente con acusativo e infi
nitivo. Un traductor bilingüe sería quien usa el 'iva con subjuntivo; cf. Me 11,16. Casey
P.M., «Culture and Historicity: The Cleansing of the Temple», CBQ 62 (2000) 310.
150 El on con matiz causal y con futuro lo presenta también una lectura del Diatéssa-
ron, aunque no sea seguro que pertenezca a él: «Nam in diem sepulturae meae servabit
hoc»; cf. Ortiz de Urbina I., Vetus Evangelium Syrorum. Diatessaron Tatiani (Madrid
1967) 270. Es sabido además que un 1 arameo puede covertirse sea en on o en iva; Tur
ner N., A Grammar of the New Testament Greek IV (Edinburgh 1976) 73s.
151 Cf. Zerwick, Analysis, 235: «Textus fit non est sanus».
EL NARDO Y LA SULAMITA EN LA UNCIÓN DE MARYAM (JN 12,1-8) 705
152 El detalle de que Maryam ha quebrado el frasco, recogido sólo por Me (14,3),
puede haberle sugerido la conexión con la sepultura, pues parece que era costumbre el
romper los vasos de perfume y dejarlos en la sepultura; cf. Hooker M.D., The Gospel ac
cording to St Mark (London 1991) 329.
153 Así lo hace notar expresamente Beda (PL 92,786B).
154 Para los distintos matices de Trpo^ajißava) cf. Bauer, Wörterbuch, 1404.
155 Mc (15,26.27; 16,1) y Lc (23,55.56 cf. 24,1) respecto a las mujeres hablan de
«comprar» aromas y de «ver» el sepulcro, mientras Mt (27,59.61; 28,1) menciona sólo es
ta última tradición.
156 La misma raíz evxa^iaa, normal para la sepultura, en el N.T. se usa sólo para la
sepultura de Jesús y aparece con diversa configuración en Jn (12,7; 19,40) y en los Sinóp
ticos (Mc 14,8 Mt 26,12). El término designaba propiamente la «preparación para la se
pultura», y en Egipto llegó a significar «embalsamar»; Taylor V., The Gospel according
to St Mark (London 1952) 533. Sin embargo entre los judíos no se usaba el embalsama
miento del cadáver, sino el envolverlo en sábanas aromatizadas (Jn 19,40; 20,6s cf. et.
11,44); Billerbeck, Kommentar, 1153.
157 En todo embalsamamiento por su misma naturaleza los perfumes tienen una función de
purificación ritual, preservación y vivificación, en conexión con la ultratumba, como apa
rece en Egipto con las fórmulas pronunciadas en el momento de la momificación;
706 JESUS LUZARRAGA, S.I.
cf. Cothenet E., «Parfums», DBS 6 (1960) 1298. En la literatura intertestamental Dios
manda a los ángeles derramar eXaiov (no púpov) èk éXcdov (repetición que indica la cali
dad; cf. Ex 27,20) Tfiç eòcoôíaç sobre el cuerpo muerto de Adán (VGAE 40,1); VLAE
48,4 suprime esta mención del óleo. Una tradición similar dice que los ángeles envuelven
al Abraham muerto en lienzos y lo circundan popíapacn Oeottveúcrtoiç Kaì àpcópaaiv
(TestAb 20,21).
158 Estos áloes de embalsamamiento (aloe vera) son distintos de los aromáticos (aloe
ferox o aquillaria agallocha; cf. supra n. 91: Ct 4,14).
159 En la sepultura de Herodes intervinieron «quinientos sirvientes perfumistas» (Fl.
Jos. AJ17,199.3s). Cp. Gn 50,2s.26; 2Cr 16,14 cp. et. Jr 34,5.
160 Boismard M.E.-Lamouille A., Synopse des Quatre Évangiles III (Paris 1972)
304b.
EL NARDO Y LA SULAMITA EN LA UNCIÓN DE MARYAM (JN 12,1-8) 707
pretada en sentido benévolo (Jn 13,29). Pero es sólo Judas el único que
la puede entender y captar en su verdadera significación (cf. Jn 13,30 cp.
Le 22,47s), ni siquiera los otros discípulos (Jn 13,28 cf. 22). Es que Ju
das estaba ya planeando la entrega traidora de Jesús, que según Mt
(26,14ss) y Mc (14,10s) tiene lugar alrededor de este banquete en Beta-
nia. Y Jesús, que sabe todo lo que hay en el hombre y lo que le está por
venir (Jn 2,25; 18,4 etc) y reacciona a partir de ese conocimiento (Jn
13,2ss) previendo su muerte161, espeta a Judas una frase que con la ironía
típica recogida por Jn162 le puede hacer caer en la cuenta de que Jesús lo
sabe todo y reprueba su acción163; y para hacer notar esta su presciencia
menciona la sepultura164: «déjala que lo guarde para el día de mi sepultu
ra» (Jn 12,7)165. A la ironía no se opone tampoco la forma del logion tal
como aparece en los sinópticos166. Pero en Jn, a diferencia de lo que
acontece en ellos, la referencia a una verdadera unción de cariz sepulcral
sólo se puede aplicar como inconsciente en Maryam167 (Jn 11,50), y pro-
léptica en la mente del evangelista168.
169 Para el iva + subjuntivo = imperativo, cf. Blass F.-Debrunner A., Grammatik
des neutestamentlichen Griechisch (Göttingen 1921) § 387,7. Para la comprensión de esta
frase «als indirekter Imperative» a partir del estilo juaneo, cf. Schnackenburg, Johannes
evangelium II, 462s.
170 Brown, John, 449; Leon-Dufour, Jean II, 447.
171 Por eso Boismard M.-E.-Lamouille A., UÉvangile de Jean (Paris 1977) 301-304
suprime la expresión en el documento original (C), que aludiría sólo a un gesto de amor y
honor por parte de Maryam al Jesús presente, y la admite sólo como texto adicional de Jn
II-B que «reste mystérieux» y lo traduce como imperativo.
172 Riesenfeld H.: «möge sie es (das Salben) im Hinblick auf mein Sterben beobach
ten (d.h. vollziehen)», TWNTS (1969) 144.
EL NARDO Y LA SUL AMITA EN LA UNCIÓN DE MARYAM ( JN 12,1 -8) 709
179 Diversos ejemplos de esta técnica se han visto en el AT a partir del estudio de Tal-
mon S. «The Presentation of Synchroneity and Simultaneity in Biblical Narrative» en J.
Heinemann-S. Werses (eds.), Studies in Hebrew narrative art throughout the ages (Jerusa
lem 1978) 9-26. No faltan ejemplos en el NT; cf. v.g.: En Lc el Benedictus (Lc 1,67-79),
siguiendo un orden estricto, se debería mencionar tras el verso 64 («se le abrió la boca y
alababa a Dios); y en Jn las palabras de Jesús a los comerciantes (Jn 2,16) estarían dichas
mientras tenía lugar la expulsión, antes de haber expulsado «a todos» del templo (Jn 2,15).
180 Es lo que hizo también con el fariseo, que pensaba mal mientras la pecadora lo es
taba tocando al ungirle, y entonces mismo le responde Jesús (Lc 7,39s); tras esta respues
ta, concluida posteriormente la acción de la mujer, la despide en medio todavía del ban
quete en el que siguen otras críticas a sus palabras (Lc 7,47-50).
181 Blinzler, Prozess, 408s.
EL NARDO Y LA SULAMITA EN LA UNCIÓN DE MARYAM (JN 12,1-8) 711
182 Ruperto de Deutz: «et quod nunc habet, nec enim totum in me iam effudit» (PL
169,653C).
183 Blinzler, Prozess, 407s.
184 De hecho se conoce un péyioxov Kepápiov íioAAJxeteaxáxoo púpou tpç gxókxtíç
Kcctanjpévqç (Polibio, Hist 26.1,13.6).
183 El concordismo es más fuerte en syp que sustituye «libra» (Jn) por su paralelo
«alabastro» (Me).
712 JESÚS LUZARRAGA, S.I.
194 La ironía evangélica puede llegar a hacer hablar de ÒTicóteia (Me 14,4 Mt 26,8) a
quien está reconocido como o uiòç xfjç àtcco^eíaç (Jn 17,12).
195 SCHNACKENSURG, Johanne s evangelium II, 466.
196 Jesús aparece también en contraste con Judas en la escena del Lavatorio; cf Fa
bris, Giovanni, 675.
197 C. Reynier, «Le thème du parfum et l’avènement des figures en Jn 11,55-12,11»,
ScEsp 46 (1994) 205.
198 En Mc (14,8) la presencia del ungüento (púpov) es sólo la ocasión para referirse al
«perfumar» (pupioai) del cadáver (Mc 14,8).
199 Esto es típico del estilo juaneo. Un doble sentido de la misma acción con matices
interrelacionados lo presenta el evangelista también en el Lavatorio de los pies (Jn
13,8b.l5).
200 Por eso en una lectura cristiana es posible, como lo hacen en parte también los si
nópticos, el contemplar al Jesús ungido como al muerto y recordar el aroma de su sacrifi
cio que sube hasta Dios y llena la Iglesia; cf. Mollai, «Jean», 224.
EL NARDO Y LA SULAMITA EN LA UNCIÓN DE MARYAM (JN 12,1-8) 715
SUMMARY
The cultural background of the nard and its mention in connection with the
Sulamite in the Song of Songs (1,12) helps to understand Mary’s gesture of
anointing Jesus’ feet (John 12,1-8). This was in thanksgiving for the resurrec
tion. The nard as an exotic and strong aromatic plant acts mainly as a metaphor
for life, love and value, confirmed by the symbolic values of the other plants
mentioned with it in the Song (4,13s). Special reference is made to its presenta
tion as pistikós and to its economic worth. John insists that the unction was per
formed on Jesus’ feet; and this is the right way of anointing a man reclined for a
banquet, while a previous anointing of the head remains plausible. The wiping
up of the perfume on Mary’s part hints to her participation in Jesus; both are de
fined by the significance of the nard. The nard was not used in any rite of king-
ship, nor for burial. And so Jesus’ words referring to the poor and his burial are
interpreted as an ironic reproach to Judas’ criticism, and not as an explanation of
Mary’ gesture. The difficulty of combining the mention of some oil remaining
for the future when all seems already poured out is solved by applying the narra
tive technique of presenting synchronicity and simultaneity.
License and Permissible Use Notice
These materials are provided to you by the American Theological Library Association (ATLA) in
accordance with the terms of ATLA's agreements with the copyright holder or authorized distributor of
the materials, as applicable. In some cases, ATLA may be the copyright holder of these materials.
You may download, print, and share these materials for your individual use as may be permitted by the
applicable agreements among the copyright holder, distributors, licensors, licensees, and users of these
materials (including, for example, any agreements entered into by the institution or other organization
from which you obtained these materials) and in accordance with the fair use principles of United States
and international copyright and other applicable laws. You may not, for example, copy or email these
materials to multiple web sites or publicly post, distribute for commercial purposes, modify, or create
derivative works of these materials without the copyright holder's express prior written permission.
Please contact the copyright holder if you would like to request permission to use these materials, or
any part of these materials, in any manner or for any use not permitted by the agreements described
above or the fair use provisions of United States and international copyright and other applicable laws.
For information regarding the identity of the copyright holder, refer to the copyright information in
these materials, if available, or contact ATLA at products@atla.com.