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sheôl ( 7585, ‫) לוְאש‬, «lugar de los muertos».

Sha˒al parece ser la base de un


vocablo importante en el Antiguo Testamento, sheôl. Este término, que se
encuentra 65 veces en la Biblia hebraica, se refiere al bajo mundo o la
caverna subterránea a la que van todos los muertos que se entierran.
Aunque la KJV (en inglés) lo traduce a veces mal como «infierno», el sheôl
no se consideraba un lugar de castigo, sino de destino final de descanso de
toda la humanidad (Gn 37.35). Por esta razón, se tenía como «el camino»
de donde no se vuelve (Job 16.22; 17.14–16). Se le consideraba como un
lugar temible no solo porque significaba el fin de la vida física, sino
también porque allí no podía alabarse a Dios (Sal 6.5). La liberación del
sheôl se veía como una bendición (Sal 30.3).
En algunos casos el vocablo llega a ser un símbolo de aflicción o plaga; a
menudo se usa paralelamente con «el hoyo profundo» (Dt 32.22; Sal
86.13); otro símbolo de destrucción. Mucho de lo que se dice acerca del
sheôl es negativo, por lo que no debe sorprender que el concepto de
infierno se fue desarrollando del mismo en la literatura intertestamentaria y
neotestamentaria. No obstante, sheôl es también un lugar de recompensa
para los justos (Os 13.14).
Sheôl se traduce de varias maneras en las diferentes versiones del
castellano: «tumba», «abismo profundo» (NBE; cf. BPD, SB); «sepultura»
(RV); «lugar de los muertos», «abismo de la muerte» (BLA, cf. LVP), o
simplemente transliterado (sheôl, RVR, RVA, NRV, LBA, BJ).
[Diccionario Biblico Vine]
SEOL
she˒ôl ( 7585, ‫) לוְאש‬, «Seol». Los 65 casos de este vocablo están
distribuidos en todos los períodos del hebreo bíblico.
Primero, el vocablo se refiere a un estado de muerte: «Porque en la muerte
no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?» (Sal 6.5; cf. 18.5). Es
el lugar de descanso final de todos los seres humanos: «Pasan sus días en
prosperidad, y en paz descienden al Seol» (Job 21.13). Ana confesó que es
el Dios omnipotente que traduce a las personas al she˒ôl (muerte); los mata
(1 S 2.6). «Sheol» se usa paralelamente con los términos hebreos «abismo»
o «infierno» (Job 26.6), «corrupción» o «putrefacción» (Sal 16.10) y
«destrucción» (Pr 15.11).
Segundo, «Sheol» indica un lugar de existencia consciente después de la
muerte. La primera vez que se usa el término Jacob dice: «¡Descenderé
enlutado a mi hijo hasta el Seol!» (Gn 37.35). Todos los seres humanos van
después de la muerte a un lugar «Seol» en el que estarán conscientes (Sal
16.10). Es allí donde los malvados reciben el castigo (Nm 16.30; Dt 32.22;
Sal 9.17). En el «Sheol» serán avergonzados y silenciados (Sal 31.17).
Jesús menciona un pasaje en Isaías (14.13–15) que habla de she˒ôl al
pronunciar juicio contra Capernaum (Mt 11.23); traduce a «Sheol» como
«Hades» o «Infierno», refiriéndose al lugar de existencia consciente y de
juicio. Es un lugar indeseable para los malvados (Job 24.19) y un refugio
para los justos (Job 14.13). Por tanto, «Seol» es también un lugar de
recompensa para los justos (Os 13.14; cf. 1 Co 15.55). La enseñanza de
Jesús (Lc 16.19–31) parece reflejar exactamente el concepto
veterotestamentario de she˒ôl; es un lugar en el que hay existencia
consciente después de la muerte; a un lado están los muertos injustos con
su sufrimiento y al otro lado de un abismo moran los muertos justos que
gozan de su recompensa.

tartaroo (ταρταρόω, 5020), traducido «arrojándolos al infierno» en 2 P 2.4,


significa consignar al Tártaro, que no es ni el Seol ni el Hades, ni el
infierno, sino el lugar en el que aquellos ángeles cuyo pecado especial es
mencionado en aquel pasaje se hallan en cadenas, «para ser reservados al
juicio»; la región es descrita como «prisiones de oscuridad» o, como bien
lo vierte la VM, «abismos de tinieblas».
HADES
jades (ἅδης, 86), región de los espíritus de los muertos perdidos; pero
incluyendo los de los muertos bienaventurados en los tiempos anteriores a
la ascensión de Cristo. Algunos han afirmado que este término significaba
etimológicamente lo invisible (de a, privativo, y eido, ver), pero esta
derivación es dudosa. Una derivación más probable es de jado, que
significa receptor de todo. Se corresponde con «Seol» en el AT. En la RV
del AT y del NT, ha sido desafortunadamente traducido «infierno» (p.ej.,
Sal 9.17); o «sepultura» (Gn 37.35; 42.38, etc.); o «el abismo» (Nm
16.30,33). En el NT, la RVR usa siempre la traducción «Hades», excepto
en 1 Co 15.55 (TR), donde se traduce injustificadamente el término jades
como «sepulcro». Los mss. más comúnmente aceptados tienen thanatos,
muerte, en lugar de hades, en la segunda parte del versículo. En el AT, la
RVR translitera uniformemente Sheol como «Seol». Nunca denota la
sepultura, ni es tampoco la región permanente de los perdidos; para los
tales es el estado intermed o entre la muerte y la condenación en la Gehena
(véase INFIERNO, A). Para la condición de los perdidos en el Hades,
véase Lc 16.23-31.
Este término se usa cuatro veces en los Evangelios, y siempre lo usa el
Señor mismo (Mt 11.23; 16.18; Lc 10.15; 16.23). Se usa con referencia al
alma de Cristo (Hch 2.27,31). Cristo declara que Él tiene las llaves del
Hades (Ap 1.18). En Ap 6.8 el Hades es personificado, significando el
destino temporal de los condenados; y que tendrá que entregar a los que
están en él (20.13), y será finalmente arrojado al lago de fuego (v. 14).
INFIERNO
geenna (γεέννα, 1067) representa el término hebreo Ge-Hinnom (el valle de
Tofet) y una palabra aramea correspondiente. Se encuentra doce veces en el
NT, once de ellas en los Evangelios Sinópticos, y en cada caso es
mencionado por el mismo Señor. El que le diga a su hermano, fatuo (véase
bajo INSENSATO), quedará expuesto «al infierno de fuego» (Mt 5.22); es
mejor arrancar (descripción metafórica de una ley irrevocable) un ojo que
haga caer a su poseedor, que no que «todo su cuerpo sea echado al
infierno» (v. 29); similarmente con la mano (v. 30). En Mt 18.8,9 se repiten
las amonestaciones, con una mención adicional al pie. Aquí, también la
advertencia va dirigida a la persona misma, a la que se refiere
evidentemente el término «cuerpo» en el cap. 5. En el v. 8, «el fuego
eterno» es mencionado como la condenación, dándose el carácter de la
región por la misma región, quedando ambos aspectos combinados en la
frase «el infierno de fuego» (v. 9). El pasaje de Mc 9.43-47 es paralelo al
de Mt 18. En este se añaden descripciones más extensas, como «fuego que
no puede ser apagado» y «donde el gusano de ellos no muere, y el fuego
nunca se apaga».
El hecho de que Dios «después de haber quitado la vida, tiene poder de
echar en el infierno», constituye una razón para que se le tema con el temor
que preserva del mal hacer (Lc 12.5); el pasaje paralelo a este en Mt 10.28
declara, no el arrojamiento adentro, sino la pérdida que sigue, esto es, la
destrucción (no la pérdida del ser, sino del bienestar) del «alma y el cuerpo
en el infierno».
En Mt 23 el Señor denuncia a los escribas y fariseos, que, al proselitizar a
alguien, lo hacían «dos veces más hijos del infierno» que ellos mismos (v.
15), siendo esta frase expresiva de carácter moral, y anuncia la
imposibilidad de que escapen «de la condenación del infierno» (v. 33). En
Stg 3.6 se describe el infierno como la fuente del mal hecho por el mal uso
de la lengua. Aquí la palabra significa los poderes de las tinieblas, cuyas
características y destino son los del infierno.
Para términos descriptivos del infierno, véanse, p.ej., Mt 13.42; 25.46; Flp
3.19; 2 Ts 1.9; Heb 10.39; 2 P 2.17; Jud 13; Ap 2.11; 19.20; 20.6, 10, 14;
21.8.
Hades. Término griego que se refería originalmente al dios de los lugares
inferiores. A la postre vino a ser el término que se utilizaba para ese lugar,
y por lo tanto se empleó en las antiguas traducciones griegas de las
Escrituras hebreas para referirse al lugar de los muertos.
Aunque originalmente el Hades no implicaba necesariamente un lugar de
castigo, poco a poco vino a ser el lugar en que las almas
están prisioneras esperando su redención, o el lugar de castigo eterno.
(Diccionario Teológico Justo I. Gonzales)
1067. γέεννα géenna; de orig. heb. [1516 y 2011]; valle del (hijo de)
Hinón; gehena (o Ge-hinón), valle de Jerusalén, usado (fig.) como nombre
del lugar (o estado) de castigo eterno:—infierno.
γέεννα infierno Mt 5:22,29,30; 10:28; 18:9; 23:15,33; Mc 9:43, 45,47; Lc
12:5; St 3:6
5020. ταρταρόω tartaróo; de Τάρταρος Tártaros, (el abismo más
profundo del Hades); encarcelar en el tormento eterno:—arrojar al infierno.
σαπσαπϋψ arrojar a las cavernas del infierno 2Pe 2:4
HADES = Transcripción de una palabra griega empleada en la LXX para
traducir el vocablo hebreo → SEOL, morada de los muertos, buenos y
malos sin distinción.
Al Hades se le conceptúa como debajo de la tierra (Mt 11.23; Lc 10.15); se
entra a él a través de puertas que simbolizan el poder de la muerte (Mt
16.18). Se menciona en relación con la muerte de Jesucristo (Hch 2.27, 31;
cf. Sal 16.10). Como consecuencia del desarrollo doctrinal en los últimos
libros del Antiguo Testamento, el concepto del Seol se bifurcó, y el Hades
llegó a referirse al lugar de oscuridad y sufrimiento reservado para los
impíos (→ HINOM, INFIERNO, Lc 16.23), mientras → SENO DE
ABRAHAM y → PARAÍSO indicaban el destino de los piadosos.
Relacionado íntimamente con la → MUERTE, el Hades casi se personifica
en Ap 1.18; 6.8; 20.13s (cf. 1 Co 15.55).
INFIERNO = Término de origen latino ( infernus que significa la parte de
abajo ) con que se traduce la voz hebrea Seol , y las griegas Hades ,
Gehenna y Tártaros ( → INMORTALIDAD ).
Seol aparece en el texto hebreo del Antiguo Testamento sesenta y cinco
veces. Se traduce en la RV por «sepulcro», «sepultura», «infierno»,
«profundo», «sima» y otras palabras. En la LXX se traduce por → HADES
, nombre que los griegos aplicaron primeroal rey del mundo invisible y
posteriormente al lugar de los espíritus. El uso de Hades en vez de una
transcripción de → SEOL demuestra que las dos palabras se consideraban
comosinónimos, aunque siempre había una diferencia: para los griegos, al
Hades lo gobernaba un dios independiente de los dioses del cielo y de la
tierra; los hebreos creían que el Seol era parte del reino de Jehová ( Sal
139.8 ; Pr 15.11 ). Los griegos pensaban que no existía salida del Hades ,
pero los piadosos hebreos, si bien contemplaban el Seol con cierto temor,
esperaban salir de allí pues creían en la resurrección del cuerpo ( Dn 12.2 ;
Hch 26.6–8 ). Sin embargo, las ideas hebreas acerca del estado futuro
siempre eran vagas; Pablo afirma que fue Cristo el que «sacó a luz la vida y
la inmortalidad» ( 2 Ti 1.10 ).
Hades aparece once veces en el Nuevo Testamento. Cristo librará a su
Iglesia del Hades ( Mt 16.18 ). La doctrina del Nuevo Testamento en
cuanto a la morada después de la muerte difiere mucho de la del Antiguo
Testamento. El Nuevo Testamento afirma repetidas veces que los espíritus
de los muertos redimidos se separan del cuerpo para estar con Cristo ( Jn
14.2 , 3 ; 17.24 ; 2 Co 5.8 ; Flp 1.23 ).
Para explicar esta diferencia entre los testamentos, algunos han sostenido
que Cristo al bajar al Hades ( Hch 2.27 , 31 ) o a «las partes más bajas de la
tierra» ( Ef 4.9 ), proclamó allí las buenas nuevas de la redención efectuada
en la cruz ( 1 P 3.18–20 , → DESCENSO AL INFIERNO ). Habiendo
preparado un lugar en la casa de su Padre, «llevó cautiva la cautividad» ( Ef
4.8 ), es decir, llevó al mismo cielo los santos redimidos que se hallaban en
el Hades . Estos no habían ido antes al cielo porque si bien habían sido
redimidos mediante el sacrificio de animales según la Ley del Antiguo
Testamento, lo habían sido solo por promesa porque «la sangre de los toros
y de los machos cabríos no puede quitar los pecados» ( Heb 10.4 ). No
hubo salvación completa sino hasta que Cristo
derramó su propia sangre en la cruz. Desde entonces no hay redimidos en el
Hades , sino solamente injustos en tormento.
Gehenna aparece unas doce veces en el Nuevo Testamento. Es la
transcripción griega de → HINNOM , adoptada por los judíos después de
la cautividad, y posteriormente por Jesús, para designar el lugar de
tormento donde serán arrojados las personas reprobadas y los espíritus
malignos. El Señor habla del Gehenna en términos solemnes y terribles
( Mt 5.22 , 29 , 30 ; 10.28 ; 18.9 ; 23.15 , 33 ; Mc 9.43–48 ; Lc 12.5 ; Stg
3.6 ). El Gehenna de los Evangelios y de Santiago se asemeja en mucho al
Seol del Antiguo Testamento ( Job 26.6 ), y parece ser sinónimo del «horno
de fuego» de Mt 13.42 ; del «lago de fuego» de Ap 19.20 ; 20.10 , 14 , 15 y
de la «perdición» de Ap 17.8 , 11 .
El « tártaros » que se traduce por incienso en 2 P 2.4 , era el lugar de
castigo según la mitología griega.
Bajo el gobierno de un Dios infinitamente santo, justo, sabio y amoroso,
obligado por su propia naturaleza y por el cuidado que tiene del bienestar
de su universo a expresar su aborrecimiento hacia el pecado, la existencia
del infierno es una necesidad ( Ro 6.23 ; 2 Ts 1.6–11 ; Ap 20.11–15 ). Los
que son castigados en el infierno son criaturas libres, responsables,
pecadoras e impenitentes, que han empleado mal el tiempo de prueba que
se les ha concedido y rechazado la gracia que Dios les ha ofrecido. El gran
deseo divino de librar a los hombres del infierno se manifiesta en la muerte
de Cristo y en las amonestaciones dirigidas a los pecadores en la Biblia.
Ninguna exégesis concienzuda de la Biblia puede hacer caso omiso del
infierno.
Las penas del infierno consistirán en la privación de la presencia y del amor
de Dios, la ausencia de toda felicidad, la perpetuidad del pecado, el
remordimiento de conciencia por las culpas pasadas, la convicción íntima
de ser objeto de la justa ira de Dios, y todos los demás sufrimientos del
cuerpo y el alma que son los resultados naturales del pecado o los castigos
estipulados en la Ley de Dios ( Mt 7.21 , 23 ; 22.13 ; 25.41 ; 2 Ts 1.9 ).
Parece que el grado de los tormentos se medirá según el grado de la culpa
( Mt 10.15 ; 23.14 ; Lc 12.47 , 48 ). Este castigo será eterno, como lo será
también la felicidad en el cielo. La → IRA DE DIOS nunca dejará de
existir sobre las almas perdidas ( Mt 25.46 ). Nada en todo el universo debe
temerse tanto como una eternidad en el infierno. (Nuevo Diccionario
Ilustrado de la Biblia - Wilton M. Nelson - Juan Mayo)
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¿Cuán completamente será destruido el hombre en el infierno?
"Temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el
infierno" (S. Mateo 10: 28).
Nota.Este pasaje de la Escritura prueba que el alma no es inmorral ni
indestructible.
El castigo -"destrucción"- eterno de los impíos es esta destrucción del alma
y el cuerpo en el infierno (griego: Geenna [Gehenna]).
"infierno" en el Nuevo Testamento viene de tres palabras griegas: Hades,
10 veces. S. Mareo 11: 23; 16: 18; S. Lucas 10: 15; 16: 23; Hechos 2: 27,
31; Apocalipsis 'l: 18; 6: 8; 20: 13, 14. Hades se traduce
también, una vez, como "sepulcro", en 1 Corintios 15: 5...
Geenna (Gehenna), 12 veces. S. Mareo 5: 22, 29~30; 10: 28; 18: 9; 23: 15,
33; S. Marcos 9: 43, 45, 47; S. Lucas 12: 5; Santiago 3: 6.
Tartaroo, 1 vez, la única que aparece en la Biblia. 2 S. Pedro 2: 4.
Hades (el mundo inferior, lugar de los muertos, el sepulcro) es el
equivalente de she'ol (véanse las págs. 520, 521). Tartaroo, que describe la
caída de los ángeles rebeldes de Satanás, es un verbo que significa "derribar
al Tártaro". Esra es una notable metáfora, que alude al tártaro de la
mitología griega, un abismo más profundo que el Hades, la prisión de los
titanes que luchaban contra los dioses. (Las Hermosas Enseñanzas de la
Biblia)
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La parábola del hombre rico y Lázaro. La historia del hombre rico y Lázaro
ha sido usada para enseñar acerca de los muertos (Luc. 16:19-31).
Desafortunadamente, los que la interpretan en esta forma no han
reconocido que esta historia es una parábola que, si se tomara literalmente
en cada detalle, sería absurda. Los muertos recibirían su recompensa como
seres reales con ojos, lengua, dedos, etc. Todos los justos estarían en el
seno de Abraham, y el cielo y el infierno estarían a un paso de distancia.
Ambos grupos recibirían su recompensa al morir, lo contrario de las
enseñanzas de Cristo, según las cuales la recibirán en el segundo
advenimiento (Mat. 25:31-41; Apoc. 22:12).
Este relato es una parábola, uno de los métodos de enseñanza favoritos de
Cristo. Cada parábola está registrada para enseñarnos una lección, y lo que
Cristo enseñaba no tiene nada que ver con el estado de los muertos. La
moraleja de esta parábola es la importancia de vivir de acuerdo con la
Palabra de Dios. Jesús mostró que el hombre rico se preocupaba de las
cosas materiales y rechazaba el cuidado de los pobres. El destino eterno se
decide en la vida presente y no hay una segunda oportunidad. La Escritura
es la guía para el arrepentimiento y la salvación, y si no atendemos las
advertencias de la Palabra de Dios, nada nos podrá alcanzar. Así, Cristo
terminó la parábola con las palabras: “Si no oyen a Moisés y a los profetas,
tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos” (Luc.
16:31).
Cristo simplemente empleaba elementos de algún relato común de los
judíos en el cual los muertos sostenían una conversación (el concepto de
hades y el seno de Abraham de la parábola era muy similar a la tradición
judía. Ver “Discourse to the Greeks Concerning Hades” [Discurso dirigido
a los griegos con relación al sepulcro], Josephus’ Complete Works [Obras
completas de Josefo], traducido por William Whiston [Grand Rapids:
Kregel, 1960], p. 637). Algunas parábolas similares se encuentran en la
Biblia, en las cuales los árboles hablan (Jue. 9:7-15; compárese con 2 Rey.
14:9). Ninguno usaría esta parábola para comprobar que los árboles pueden
hablar. Por esto, deberíamos evitar concederles a las parábolas de Cristo un
significado que contradiga la abundante evidencia bíblica y las enseñanzas
de Cristo acerca de que la muerte es un sueño.
El destino de los malvados. Según las Escrituras, Dios promete vida eterna
a los justos. La paga del pecado es muerte, no una vida eterna en el infierno
(Rom. 6:23).
Las Escrituras enseñan que los malos serán “destruidos” (Sal. 37:9, 34);
que perecerán (Sal. 37:20; 68:2). No vivirán en un estado de conciencia
para siempre, sino serán quemados (Mal. 4:1; Mat. 13:30, 40; 2 Ped. 3:10).
Serán destruidos (Sal. 145:20; 2 Tes. 1:9; Heb. 2:14), consumidos (Sal.
104:35).
Castigo eterno. Hablando del castigo de los malos, el Nuevo Testamento
usa los términos “para siempre" y “eterno”. Estos términos son
traducciones de la palabra griega aionios, y se aplican tanto a Dios como a
los hombres. Para evitar malentendidos, debemos recordar que aionios es
un término relativo; su significado es determinado por el objeto que lo
modifica. De modo que cuando la Escritura usa aionios (“para siempre”,
“et no”) refiriéndose a Dios, quiere decir que él posee existencia infinita,
porque Dios es inmortal. Pero cuando se usa esta palabra para referirse a
seres humanos mortales o cosas perecederas, significa mientras la persona
viva o exista. Judas 7, por ejemplo, dice que Sodoma y Gomorra sufrieron
“la venganza del fuego eterno”. Sin embargo, esas ciudades ya no están
ardiendo hoy. Pedro dijo que el fuego convirtió esas ciudades en cenizas,
condenándolas a la destrucción (2 Ped. 2:6). El fuego “eterno” ardió hasta
que no había nada más para quemar, y luego se apagó (ver también Jer.
17:27; 2 Crón. 36:19).
De igual forma, cuando Cristo asigna a los malos “el fuego eterno” (Mat.
25:41), ese fuego que destruirá a los malos será “fuego que nunca se
apagará” (Mat. 3:12). Se apagará sólo cuando ya no quede nada por
quemarse.15
Cuando Cristo habló del “castigo eterno” (Mat. 25:46) no quiso decir
castigo sin fin. Quiso decir que, así como la “vida eterna” [que los justos
disfrutarán] continuará a través de los siglos sin fin de la eternidad; el
castigo [que los malos sufrirán] también será eterno: no de duración
perpetua de sufrimiento consciente, sino el castigo que es completo y final.
El fin de los que así sufren es la segunda muerte. Esta muerte será eterna,
de la cual no habrá ni podrá haber resurrección”.16

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