Está en la página 1de 5

Psicología del Trabajo y las Organizaciones

Nidia Andrade Palacios, Sheicy Hidalgo Benítez

Facultad de Humanidades, Fundación Universitaria Claretiana

Psicología Organizacional Grupo 3, Semestre VII

Esp. Laura Johana Rodríguez

Octubre 06 de 2021
Psicología del Trabajo y las Organizaciones

Las transformaciones en el mundo del trabajo, las nuevas propuestas para atender

el desarrollo de las organizaciones y la diversidad de escenarios de investigación y práctica

para la Psicología del Trabajo y la Organizaciones invitan a expandir la mirada a este campo

de la psicología desde diversos enfoques y desde la interdisciplinariedad. En los últimos

años, la forma de pensar el trabajo y las organizaciones responden a las nuevas

configuraciones del trabajo y de los espacios de actividad que acogen la actividad laboral.

Este fenómeno hace un llamado a desarrollar nuevos y múltiple conocimientos,

competencias y acciones. A la vez, continuos retos sociales inciden de forma local e

internacional en la práctica y la investigación de la Psicología del Trabajo y la

Organizaciones. En un escenario tan diverso, la reflexión continua y la presentación de

nuevas líneas de trabajo, de investigación y de intervención son cada vez más necesarias.

La Psicología del Trabajo y las Organizaciones, por tanto, debe preocuparse por el

estudio de los procesos individuales, y de las interacciones del individuo con otras unidades

sociales (otros individuos, grupos, coaliciones, organizaciones, etc.), con el fin de explicar

y predecir la conducta laboral y organizacional, ya sea a nivel de proceso o de resultado.

Así, nos encontramos con tres elementos principales, componentes del objeto de estudio:

el individuo, el trabajo, y la organización. Parece obligado, por tanto, discutir la naturaleza

de cada uno de estos elementos.

En virtud de lo anteriormente expuesto, nos adentramos en la conceptualización de

lo que significa un ser humano. Las teorías y modelos de Ser Humano, que mantienen

teóricos, investigadores, políticos, directivos, etc., influyen directamente sobre la forma de

interpretar la conducta humana (también la laboral). Estas teorías y modelos se han

centrado en diferentes aspectos, tales como la motivación, la racionalidad, los valores, etc.,
y han influido y, de hecho, influyen sobre el desarrollo teórico y aplicado en el campo de la

Psicología del Trabajo y de las Organizaciones (Furnham, 1997).

Teniendo en cuenta la anterior postura, Porter, Lawler y Hackman (1975), los

modelos de Ser Humano que han aparecido a lo largo de la historia reciente de la Psicología

se han caracterizado por tres dimensiones principales, que enfrentan modos opuestos de

entender a nuestro actor: racional versus emocional; conductista versus fenomenológico; y

económico versus auto-actualizante o humanista.

En primer lugar, la dimensión o concepción Racional versus Emocional. En este

sentido, el ser humano racional es normalmente coherente, está siempre guiado por un

interés de carácter subjetivo, ya que el conocimiento que tienen las personas sobre la

realidad se estructura con base a esquemas y categorías que son utilizados para dar

sentido a las situaciones. Mientras que, el ser humano de tipo emocional demuestra ser

bastante incoherente en su accionar.

La conducta está principalmente controlada por emociones, muchas de las cuales

no son controladas voluntariamente, y, además, pueden no ser conscientes. Esto no quiere

decir que no haya una lógica y una estructura de jerarquía de importancia al interior de la

persona, sin embargo, debemos comprender que el ser humano a pesar de ser muy racional

en cuanto al desarrollo del sentido común, también es un ser que se ve gobernado por

sentimientos y estados de ánimo.

Por otro lado, la dimensión o concepción Conductista versus Fenomenológica. En

este apartado nos topamos con que el ser humano desarrolla su conducta a través del

tiempo, la experiencia y por lo general está determinada por los efectos del ambiente en el

que se desarrolla la persona. La personalidad de un individuo consiste en las conductas

que éste desempeña, y éstas son, precisamente las que han sido reforzadas en el pasado
de ese individuo. Así, la conducta cambiará si los reforzadores cambian. Este punto de

vista, evidentemente, apoya y justifica los sistemas de control social, externos al individuo,

para que éste se comporte según las necesidades del sistema social.

Frente a este modelo se encuentra el fenomenológico, que se basa en la importancia

de los procesos mentales del individuo, su subjetivación del mundo que le rodea, su

complejidad, su irracionalidad, su unicidad, que le hacen un objeto casi inabarcable por la

ciencia (Porter, Lawler y Hackman, 1975; Spinelli, 1989; Arnold, Cooper y Robertson, 1996).

De esta forma, podemos decir que la conducta humana es vista como un proceso de toma

de decisiones para afrontar la vida, las cuales dependen de la concepción subjetiva de la

realidad del mundo y de cómo se sienta afectado por el medio.

Por último, encontramos la dimensión o concepción Económica versus Humanista,

en la que, por un lado, el hombre orienta su funcionalidad específicamente hacia la relación

costo-beneficio. El Ser Humano (trabajador), desde este punto de vista, está gobernado

solamente por incentivos económicos, y hará lo que sea necesario para obtener beneficios

económicos (Furnham, 1997). Por otro lado, encontramos el modelo humanista o auto-

actualizante, en el que el ser humano que se encuentra principalmente enfocado a los

ideales de logro personal, crecimiento psicológico y autodisciplina.

Para concluir este escrito, se puede concluir que el ser humano es una combinación

de deseos, gustos e intereses, los cuales se ven condicionados por su interacción con el

medio en el cual se desenvuelven a diario. Esto implica un cambio constante en los niveles

de motivación, apuntados hacia la realización personal de manera directa o indirecta, la

cual se extrae del medio y de las interacciones personales y grupales. Finalmente nos

queda una reflexión muy grande … “Como seres Humanos somos un enigma”.
Referencias

Furnham, A. (1990): The Protestant Work Ethic. London: Routledge.

Furnham, A. (1997): The Psychology of Behavior at Work. The Individual in the


Organization. London: Psychology Press.

Porter, L.W. y Lawler, E.E. III (1968): Managerial Attitudes and Performance. Homewood,
IL: Irwin-Dorsey.

Porter, L.W.; Lawler, E.E. III y Hackman, J.R. (1975): Behavior in Organization. New York:
McGraw Hill Book Co.

También podría gustarte