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CARMEN BERICAT ALASTUEY

LA TRANSFORMACIÓN
DE LAS RELACIONES
e libro ofrece una panorámica general del cambio del
délo de relación laboral que se ha venido produciendo
ue, en no pocas ocasiones, se ha presentado como
LABORALES
hecho inevitable e incluso natural. Para ello, se ha
adp a cabo una selección de conceptos clave, teorías FUNDAMENTOSTEÓRICOS
utpres provenientes del campo de la Sociología y la
pologfa Social al objeto de reforzar su comprensión
gnificación. .La obra comienza analizando algunos de
DE UN PROCESO
elementos que inspiraron ese tradicional modelo ba-
o en lo colectivo para continuar examinando lo que
DE CAMBIO
rcaracteriza a este nuevo modelo flexible e individua-
do basado en la gestión de los recursos humanos y el
\vomariagerrient. .

B
I MI

PRENSAS DE LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA


La transformación
de las relaciones laborales
Fundamentos teóricos
de mi proceso de cambio
CABMEN BERICAT ALASTUEY

La transformación
de las relaciones laborales
Fundamentos teóricos
de un proceso de cambio

PRENSAS DE LA UNIVERSIDAD DE Z A R A G O Z A
BERICAT ALASTUEY, Carmen
La transformación cíe las relaciones laborales : fundamentos teóricos de un proceso de
cambio / Carmen Bericat AJastuey. — Zaragoza : Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2019
255 p.: ¡1.; 22 cm. — (Estudios)
Bibliografía: p. 239-248. - ISBN 978-84-17633-41-7
Sociología industrial
316.334.227.23

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A mis hijas, Yvonne y Leyre

El m u n d o que hemos creado es un proceso de nuestro


pensamiento. No puede ser cambiado sin cambiar nuestro
pensamiento.
Alberc EINSTEIN

Carmen Bericat Alastuey


De la presente edición, Prensas de la Universidad de Zaragoza
(Vi correcto ráelo de Cultura y Proyección Social)
1.a edición, 2019

Prensas de la Universidad de Zaragoza. Edificio de Ciencias Geológicas, c/ Pedro Cerbuna, 12


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12 Introducción Introducción 13

de la financiación de la economía como mecanismo de disciplina social El espacio que media entre uno y otro período no solo evidencia el pe-
(MartínArtiles, 2014). ríodo de pugna existente por la hegemonía entre estos dos modelos,3 sino
que además provee de ese margen de maniobra tan necesario cuando lo que
Esta cita de Van Ruysseveldt et al. (1995), recogida por Miguélez y
se pretende es ir situando, ya sea atendiendo a su origen o al momento de su
Prieto (1999)) no solo resume parte de este cambio de modelo de relación
máxima divulgación, algunas de las diferentes propuestas teóricas que se irán
laboral, sino que también ha servido de hilo conductor para este trabajo ai
desarrollando a lo largo de este amplio espacio temporal. Ahora bien, será el
poner en relación los marcos analíticos con el contexto en el que los dife-
análisis del actual modelo de relación laboral el que ocupe una mayor aten-
rentes modos de relación laboral se desarrollaron y la necesidad de echar la
ción por condensarse en él todos ios deseos e intenciones tanto de continui-
vista atrás para entender lo que hoy son y suponen estas relaciones.
dad como de ruptura con respecto al anterior modelo.
Los marcos analíticos «clásicos» son reflejo de los tiempos en que fueron
concebidos: un tiempo en que el empico en la industria representaba una
En base a estos criterios, el recorrido teórico que a continuación se
proporción sobre el total de empleo muy superior a la de hoy; cuando el movi- presenta se ha estructurado en torno a dos grandes bloques temáticos. En
miento obrero gozaba del apoyo de masas más o menos homogéneas de tra- el primer bloque temático, se abordará la descripción y fundamentación
bajadores industriales varones y de un gobierno que consideraba que el movi-
teórica del modelo fordista de relación laboral a través de conceptos que
miento obrero podía jugar un papel para apoyar los cambios macroeconómicos;
cuando la mayoría del mercado de trabajo estaba compuesta de una fuerza de resultaron ser clave para su configuración como la cooperación, el consen-
trabajo relativamente homogénea; cuando las compañías «nacionales» eran so, las normas o el conflicto. En el segundo bloque, se hará lo propio con
más estables y burocratizadas porque disponían de una oferta más o menos el modelo postfordista de relación laboral, reparando en algunos de los as-
estable, de mercados domésticos protegidos que no habían llegado aún a un
punto de saturación; y cuando los gobiernos nacionales, mucho más que hoy pectos que impulsaron este cambio como el. paso de la modernidad a la
en día, gozaban todavía de plena soberanía en el campo de la política fiscal y postmodernidad, la crisis del taylorismo y el fordismo, el papel protagoni-
socieconómica nacionnl. zado por la empresa y el nuevo management, o el giro discursivo y subjetivo
experimentado en ios estudios referidos al mundo del trabajo.
En definitiva, solo tomando en consideración ambos modelos se pue-
de llegar a ofrecer una panorámica general de la evolución que han experi- Por otro lado, más allá de las características estructurales y de conteni-
mentado. Para llevar a cabo esta tarea se ha tomado prestado de la teoría de do que han definido ambos modelos, y teniendo en cuenta que ningún
regulación2 tanto Ja denominación como la división cronológica estableci- fenómeno se presenta sin más en una sociedad que además de condición es
da en relación con los diferentes regímenes de acumulación capitalistas y sus resultado de la agenda humana, se tomará en consideración la negociación
correspondientes modos de regulación. Así, el período correspondiente al en tanto que elemento clave para la construcción de las relaciones labora-
modo de regulación fordista desarrollado bajo un régimen de acumulación les. En tal sentido, se ofrece al final de cada uno de los bloques temáticos
intensivo transcurre, según esta teoría, entre 1930 y 1975- Por su parte, el una breve revisión de las principales aportaciones que desde la psicología
inicio del modo de regulación postfordista congruente con un régimen de social se han venido llevando a cabo para dilucidar este tipo de procesos.
acumulación financiero se situará a partir de 1990. Así pues, en el primer bloque se establecerán las bases del significado mis-
mo de la interacción como principal punto de partida para abordar dicha

2 Los regulación¡stas establecerán distintos modos de regulación en función de los


modos particulares de regulación económica y social con características propias estable- 3 Dado nuestro desarrollo histórico particular marcado por la dictadura, podría
cidas durante un período de tiempo suficientemente prolongado. Esta teoría de la regu- decirse que, en el caso concreto de nuestro sistema español, el modelo fordista se desarro-
lación establece tres tipos de regímenes capitalistas: el capitalismo extensivo propio del llaría a partir de la Transición, mientras que nuestro período postfordista comenzaría a
siglo xix, el intensivo desarrollado entre Í930 y 1975, y el financiero a partir de 1990 tomar fuerza a partir de los noventa, tomando como principal punto de inflexión de
(Kohler y Martín, 2005: 221). nuestro cambio de modelo de relación laboral la huelga general de 1988.
Introducción

construcción. En el segundo, se especificarán brevemente algunos de los PRIMERA PARTE


avances producidos al respecto tras la incorporación de nuevas dimensio-
nes para un estudio y análisis más completo de los mismos. CONFIGURACIÓN TEÓRICA DEL MODELO
Independientemente de los parámetros temporales sobre los que se ha FORDISTA DE RELACIÓN LABORAL
articulado todo este desarrollo, resulta conveniente resaltar que, tal y como
señala Blanch (2003), aquellas grandes teorías generales «de» las relaciones
laborales, sustentadas principalmente por presupuestos estructuralistas y
marxistas, acabarán por ceder el paso a todo un conjunto de teorías «en» las
relaciones laborales de alcance medio en un intento por abordar y explicar
los nuevos escenarios que se vayan generando. En efecto, «[...] entre los se-
tenta y los ochenta hay una gran transformación de los paradigmas domi-
nantes en casi todo el siglo xx —el marxismo y el estructuralismo—, pero,
a la vez, la emergencia de antiguos y nuevos grandes discursos, las teorías de
elección racional, de la agencia, las hermenéuticas y la misma postmoderni-
dad» (De la Garza et al,, 2008: 25). Por ello, y desde el convencimiento de
que las teorías que han abordado directa o indirectamente las relaciones la-
bora.! es no pueden entenderse al margen de las grandes cuestiones que desde
la sociología y la psicología social se han venido debatiendo, este recorrido
teórico trata de incidir como objetivo en el sustrato teórico más general que
subyace a todas ellas (Corcuff, 2013; Bergua, 2017).
PREFACIO

El presente trabajo ofrece una selección de conceptos y teorías con el


objeto de reflexionar y profundizar en el proceso de cambio de modelo
de relación laboral que hemos experimentado pues, como bien señala
Boltanski, no solo no podemos pensar en un mundo inmutable y sin his-
toria, sino que la experiencia del cambio es la «experiencia más general y
más ineludible» (2014: 190). Este recorrido teórico no representa, sin em-
bargo, una relación exhaustiva de toda la fundam en ración teórica que, sin
duda, ha contribuido a generar y sustentar todo este proceso, pero sí una
relación de algunos de los elementos que he considerado especialmente
relevantes para una mayor y mejor comprensión del mismo.
El punto de partida que ha inspirado todo este recorrido ha sido el de
considerar que las categorías laborales derivadas del salario, la cualifica-
ción, el tiempo y modo de contratación, etc., deberían entenderse como
«verdaderas categorías sociales o, si se quiere, sodetales; son y expresan
diferentes modalidades de existencia social, diferentes modos de atitoiden-
tificarse y de ser heteroidentificado, diferentes formas de inserción (o des-
inserción) en la sociedad» (iVíiguélez y Prieto, 1999: xxv). Por ello, y tal y
como corresponde a un fenómeno de tan alta proyección no solo laboral
sino también humana y social, no es de extrañar que este cambio de mo-
delo haya suscitado, y todavía suscite, encendidos debates acerca de su
conveniencia y adecuación, unos poniendo el acento en la sucesiva pérdida
Prefacio

de derechos sociolaborales que este cambio ha generado, otros haciendo INTRODUCCIÓN


valer su carácter objetivo y necesario.
Dicho esto, a lo largo de estas páginas se irán desgranando algunos de
los pilares básicos sobre los que se fue edificando ese modelo de relación
laboral estandarizado y de regulación formal propio del período fordista
que, al amparo de las transformaciones de la sociedad capitalista, comen-
zará a dar sus primeros síntomas de debilidad a partir de Ja crisis de los
setenta. Inmersos en este contexto, se promoverá la aparición de nuevos
modos de relación laboral más flexibles e individualizados, modos en los
que la gestión de los recursos humanos y el nuevo mcmagement acabarán
por ocupar un lugar fundamental.
Conviene destacar, sin. embargo, dos consideraciones a este respecto,
En primer lugar, cuando se aborda este cambio de modelo, a menudo, se
procede describiéndolo a partir de las características que lo han ido defi-
niendo. Aspectos tales como la globalización, la terdarización de la econo-
mía, la precarización, la flexibilizacíón, etc., han contribuido sin duda a des- Las políticas neoliberales desarrolladas en la década de los ochenta
cribirlo y configurarlo, pero todas esas particularidades responden a para tratar de paliar el declive industrial iniciado en los setenta, así como la
reflexiones más profundas en las que es preciso detenerse. Estas caracterís- caída de los regímenes socialistas o la expansión del capitalismo y del co-
ticas corren el riesgo de convertirse en todo un conjunto de palabras huecas mercio internacional, contribuirán de forma decisiva al resquebrajamiento
que, de tanto usarlas y tantas veces repetirlas, nos impidan finalmente re- del pacto social keynesiano convirtiendo al mercado en el principal ele-
considerar y meditar acerca de la esencia de todo este proceso de cambio al mento regulador.1 Aquellos «gloriosos treinta años» de reconstrucción de la
haberlo convertido en un hecho incluso natural postguerra y de compromiso por el desarrollo comenzarán a formar parte
del pasado, y en medio de todo este trasiego de acontecimientos una nueva
En segundo lugar, y en tanto que fenómeno eminentemente multidi-
visión del mundo irá reemplazando a aquella que fuera predominante des-
mensional (Bericat, 2017: 206), este cambio ha sido abordado directa o
de la Revolución Industrial.
indirectamente desde múltiples perspectivas y disciplinas. Atendiendo a
esta circunstancia, se observará que algunas de las teorías a las que aquí se Se iniciará así una nueva trayectoria social en la que las relaciones
hace referencia ni siquiera pueden considerarse teorías surgidas expresa- laborales quedarán inmersas. Sin poder permanecer ajenas a esta dinámi-
mente desde y para el análisis de las relaciones laborales, pero sí que todas ca, se tenderá a configurar un nuevo modelo de relaciones laborales de
ellas incitan a una reflexión más profunda acerca del devenir que han veni- carácter neoliberal inspirado en el. modelo de capitalismo flexible anglo-
do experimentando las relaciones laborales. sajón, un capitalismo orientado hacia el corto plazo y basado en la lógica

1 El cambio radical de modelo se produce en España con el Fin del franquismo.


Como bien señalan Miguélezy Prieto en su introducción (1991), el concepto que mejor
describe este cambio es el de la autonomía de los agentes de dichas relaciones laborales.
Sin embargo, el cambio que se plantea en este trabajo no se circunscribe a ningún sistema
en particular, sino que ofrece una panorámica general del mismo.
INTRODUCCIÓN

La configuración teórica del modelo fordista de relación laboral discu-


rrirá en torno a los grandes debates teóricos de la época. Es por ello que la
noción de sistema, el modo de conceptualizar el conñicto1 y la necesidad
de atender a la conducta de los propios actores serán los que vayan confor-
mando todo un mapa conceptual capaz de situarnos en las mismas entra-
ñas de este modelo de relación laboral,2
Tal y como comprobaremos a lo largo de este primer capítulo, será la
perspectiva sistémica la que en un primer momento contribuya de forma
decidida al desarrollo de las primeras teorías de las relaciones laborales. Si
desde esta perspectiva todas las partes que conforman la sociedad contribu-
yen al mantenimiento y supervivencia del sistema como un todo, no es de
extrañar que las primeras teorías se centren en la cooperación y la participa-
ción entre las partes. Sin embargo, trascurridos los años cincuenta, la espe-
ranza en una sociedad moderna exenta de contradicciones y conflictos se
irá desvaneciendo, instaurándose una atmósfera pesimista y crítica que

1 A este respecto, Enterlman (2001) nos presenta un recorrido acerca de las teorías
del conflicto.
2 Para conocer algunas de las peculiaridades del fordismo español, véase el trabajo
realizado por Babiano (1993).
18 Configurado?! teórica, del modelo fordista de relación Laboral Introducción 19

dará lugar a la consideración del conflicto3 como elemento interno, que no gramas de acción determinados por las estructuras. Esta nueva forma de
externo, al propio sistema de relación laboral, observar la realidad nos situará en los procesos de intercambio, en el signi-
ficado de la interacción, y en la elección de estrategias por parte de los ac-
En ese contexto, y en detrimento de la importancia que se le había
tores que van configurando las relaciones laborales,
venido otorgando a las normas y valores comunes, comenzará a definirse el
conflicto en oposición al problema del orden, un orden que pasará a conce-
birse en base a la manipulación y control de unos grupos sobre otros. No
obstante, este cambio de perspectiva no logrará invalidar el consenso libe-
ral imperante en la época, por lo que habrá que esperar a los años sesenta
para que el conflicto alcance suficiente resonancia ideológica como para
generar una nueva manera de concebir las relaciones laborales.
Por otra parte, el gran desarrollo de las ciencias sociales contribuirá, en
el otro extremo del debate teórico, a abrir múltiples vías hacia la investiga-
ción de fenómenos psicosociales. Junto a la impresionante productividad
generada por la corriente experimentalista/ otra psicología social se resisti-
rá a la seducción del neopositivismo iniciándose una importante oleada
crítica. Los años setenta traerán consigo un giro cognitivistá y el resurgir
del interaccionismo simbólico,5 lo que permitirá mirar más allá de los pro-

3 Según Burawoy (1989), las teorías de la armonía no podían explicar la aparición


del conflicto y la existencia de controles punitivos o coercitivos. Estas tomaban como
datos de hecho el consenso o el control social, aunque sin explicarlos.
4 Durante el primer período 1935-1955, Sherif, Lewin y Hovland contribuirían
decisivamente a la utilización preferente del método experimental con marcadas tenden-
cias individualistas y psicologistas. Más adelante, George C. Homans (1961), influido por
las tesis de su colega B. F. Skinner, presentará sus estudios sobre el «grupo humano» sir-
viéndole de base para el establecimiento de su teoría que influirá notablemente en los
planteamientos de Peter Blau y de Thibaut y Kelly. Como señala Morales (1978), tradi-
cionalmente los fenómenos grupales de conformidad a las normas, cohesión, estatus gru-
pal o poder, se estudiaban separadamente con la consecuente fragmentación teórica. Es-
tos autores, sin embargo, elaboraron un marco teórico unitario desde donde poder
analizarlos.
5 Blumer publicará en 1969 su tratado sobre el interaccionismo simbólico, pero será
alo largo de los años setenta cuando aparezca la mayo ríade las obras de ErvingGoffman (in-
teraccionismo dramaturgia)) y de Alfred Schütz (sociología fenomenológica). En cone-
xión con el ¡nteraccionismo simbólico, surgirá también la obra de Cicourel en 1964 sobre
la sociología cognitiva, y la obra de Berger y Luckman (1966) sobre la construcción social
de la realidad abriendo la perspectiva constructivista afín al interaccionismo simbólico.
Por su parte, H. Garfinkel, crítico con el ¡nteraccionismo divulgado por Blumer, institui-
rá la corriente etnometodológica privilegiando unas dimensiones de la realidad social
propias del ¡nteraccionismo simbólico (Ibáñez García, 1990).
1. PARTICIPACIÓN Y COOPERACIÓN

Los efectos devastadores de una economía basada en ei laissez-faire y


de una filosofía utilitarista llevarán a enfatizar la importancia de valores
sociales y normas a la ñora de configurar una sociedad más saludable, lo
que derivará en un concepto de «realidad» autónoma y externamente exis-
tente. Partiendo de estas premisas, la idea fundamental sobre la que se
vincularía el estudio de las relaciones laborales girará en torno a un sistema
capaz de proporcionar unos principios directivos y reguiadores para inten-
tar hacer frente a ios peligros que representaban las aspiraciones individua-
les ilimitadas basadas en el egoísmo y la falta de disciplina.
Emiie Durkheim será la principal fuente de inspiración para las pri-
meras aproximaciones sistémicas de las teorías de las relaciones laborales,
contribuyendo con sus ideas, tal y como veremos a continuación, al proce-
so de institucionalización de la función directiva, al reconocimiento de la
negociación colectiva como principal objeto de estudio y método de regu-
lación de las relaciones laborales, y a la configuración de una visión integral
de las relaciones laborales reflejo del capitalismo planificado y organizado
sobre el que se irá edificando este modelo fordista de relación laboral.

1.1. El proceso de mstitucionaiización de la función directiva

La importancia de ofrecer aunque solo sea un breve recorrido de este


proceso de mstitucionaiización de Ja función directiva radica en la trans-
22 Configuración teórica del modelo fordista, de relación laboral Participación y cooperación 23

formación que la tradicional regulación colectiva de las relaciones laborales economía, no es menos cierto que será el taylorismo o management cientí-
ha venido experimentando a favor de la gestión de recursos humanos, una fico4 lo que impulse este cambio fundamental. La transformación tayloris-
gestión considerada resultado y causa de la creciente individualización1 de ta del taller industrial a la fábrica moderna girará en torno a una nueva
las actuales relaciones laborales (Kóhler y Martín, 2005). forma de entender la división del trabajo basada en una concepción dual
Como señalan Boltanski y Chiapello (2002), los diferentes modelos del ser humano: ios responsables de la programación y ios responsables de
directivos se irán sucediendo conforme el espíritu del capitalismo2 vaya la ejecución. En base a tales principios y a la introducción de un nuevo
dando cuenta de los distintos momentos en la evolución de los modos de sistema basado en planteamientos racionales y científicos, Taylor creyó que
organización de las empresas y de los procesos de extracción del beneficio los conflictos entre patronos y obreros acabarían desapareciendo, pero la
capitalista. Pero a pesar del inevitable desarrollo, lo cierto es que la función realidad fue bien diferente. Se incrementó la productividad, sí, pero tam-
directiva nunca dejará de abrazar en su seno parte de ese viejo discurso bién la intensidad del trabajo hasta el punto de llegar a ser investigado en
«unitarista» con el que dará comienzo su proceso de institucionalización. 1911 por la propia Cámara de los Diputados de los Estados Unidos no
Todas estas filosofías de gestión irán propagando una serie de mitologías3 como una explicación científica del comportamiento laboral, sino como
que, tratando de ocultar la relación conflictiva existente entre capital y un sistema abusivo5 de organización (Peiró, 1992).
trabajo, proporcionarán a los cuadros directivos un amplio abanico de jus- Esa concepción preestablecida del operario subyacente al operario
tificaciones ideológicas. Entre sus mitologías más recurrentes estará preci- acabará por desembocar en un enfrentamiento real entre las partes, lo que
samente la de la cooperación, basada en la presunción de que directivos y reforzará la idea de establecer otras nuevas formas de entender la organiza-
trabajadores comparten los mismos intereses en la organización. .Como ción. En este contexto, será la Escuela de Relaciones Humanas quien plan- •
veremos a continuación, con el nacimiento de la empresa industrial mo- tee la necesidad de humanizar el trabajo con objeto de corregir los abusos
derna, los mánager y directores pasarán a controlar de facto los procesos del taylorismo. Los ya conocidos experimentos de la planta de Hawthorne
productivos y organizativos, delegando los propietarios la gestión, de sus sentarán las bases para una nueva comprensión del desempeño organiza-
negocios.
cional iniciándose el proceso hacia el reconocimiento efectivo de la fun-
Entre 1901 y 1915, comenzará, no sin resistencias, la implantación de
los métodos tayloristas, y aunque no pueda negarse que la empresa moder-
na deba mucho a la producción en masa y la intervención estatal en la
4 El desarrollo del management científico cabe entenderlo como la culminación
teórica del sistema de producción en masa, siendo Henry Ford quien aplique de forma
más innovadora sus principios al sistema productivo déla época: el fordismo. El desarro-
llo de la producción en serie, destinada a esos mercados de masas representa un esfuerzo
1 Como veremos en el capítulo correspondiente a la configuración del modelo por perfeccionar el modo de producir bienes generalizándose la «racionalización». Todo
postfordista de relación laboral, será a partir de los ochenta cuando la regulación de las ello provocará importantes cambios tanto en el trabajo (taylorismo y su aplicación indus-
condiciones de trabajo y empleo comiencen a distanciarse cada vez, más de las tradiciona- trial, el fordismo) como en la propia organización de la empresa (crecimiento, departa-
les dinámicas colectivas, bien por el establecimiento de una nueva relación de fuerzas, mentalización, expansión del número de propietarios accionistas, profesionalización de la
bien porque la gestión de la fuerza de trabajo se irá convirtiendo poco a poco en «gestión gestión). En Europa todo este proceso se llevará a cabo a menor escala, al estar marcada
de recursos humanos» (Miguélezy Prieto, 1999: XXI). por la reconstrucción tras la I Guerra Mundial, el conflicto de clases y el ascenso de los
2 Según Boltanski y Chiapello (2002), el espíritu del capitalismo se concibe como totalitarismos (Fernández Rodríguez, 2007¿z.' 17-19).
un conjunto de creencias asociadas al orden capitalista que contribuye a justificar dicho 5 Serán los obreros los primeros en reaccionar a este método refiriéndose a él como
orden y a mantener, legitimándolos, los modos de acción y las disposiciones que le son esa «maldita herramienta de trabajo». En 1913 y 1914, esta oposición fue creciendo siendo
coherentes. la American Federation of Labor la que acabará realizando fuertes condenas al tayloris-
3 Según Fernández Rodríguez (2007<?), la presentación de los hechos por parte del mo. Ante tales hechos, la Cámara de Diputados creó el Comité para las Relaciones Indus-
directivo mediante el relato managerial constituye un relato mitológico impregnado de triales presidido por R. F. Hoxie, profesor de la Universidad de Chicago (Peiró, 1992:
ideología. 33-34).
Configuración teórica, del modelo fordista de relación laboral Participación y cooperación 25

ción directiva. La Escuela de Relaciones Humanas pasará así a concebir al La complicidad de este movimiento con el contexto concreto en el
trabajador como un «ser social», elaborando su. teoría en torno a conceptos que se irá desarrollando resulta especialmente significativa por el hecho de
como anemia, solidaridad e integración social en clara correspondencia responder con eficacia a las necesidades gubernamentales y económicas del
con las tendencias .bolistas y la analogía orgánica de la noción de sistema de momento. La gran Depresión de 1929 había evidenciado algunos proble-
Durkheim. mas derivados de la económica del laissez-faire así como la incapacidad de
salir de la crisis con las políticas liberales de Hoover. La sonrisa rooseveltiana
El movimiento de las relaciones humanas otorgará así un importante
que inauguró el mandato del nuevo presidente encajará a la perfección con
papel a la interdependencia entre las partes y el todo, pues solo mediante
este nuevo modelo, según el cual el empresario sonreía y comprendía los
la Integración del Individuo en esas comunidades empresariales dirigidas
problemas del empleado. Había que sacar al país de la crisis y todo el mun-
por gestores era posible mantener la integración sistémica y evitar las pato-
do tenía que cooperar. Era precisamente esa armonía la que Estados Unidos
logías potenciales de la sociedad industrial. Pero para poder evitar el con- necesitaba6 (ibíd.: 50).
flicto industrial, Elton Mayo, a diferencia de Durkheim, no depositará su
confianza en esas comunidades morales basadas en ocupaciones, sino en el Pero por más que el desarrollo económico de la postguerra permitiera
grupo de trabajo y la empresa empleadora con gestores industriales respon- una fuerte implantación del modelo de las relaciones humanas, ello no
sables del fomento creativo de sentimientos sociales y asociaciones en el impediría que poco a poco fuese perdiendo su significado inicial. El movi-
grupo (Watson, 1995). miento de las relaciones humanas acabó por convertirse en una prolonga-
ción complementaria de las técnicas tayloristas, en un sistema falaz donde el
Tal y como señaló en su día Quintaniila (1984), fruto de ese primer fin con que se fueron aplicando sus técnicas no difería en exceso de aquella
funcionalismo americano de los años veinte la Escuela de las Relaciones Organización Científica del Trabajo. Mostrando escasas diferencias con los
Humanas conceptualizará el conflicto como un elemento externo a la em- tradicionales modelos directivos-autocráticos, la participación acabaría por
presa, entendiendo la organización como una unidad cenada y armónica convertirse en un paternalismo directivo, un método al menor costo para
basada en la unicidad de intereses entre empresa y trabajador. Todo ello le' lograr cooperación y obtener el acatamiento de las decisiones directivas
conducirá inevitablemente a negar la existencia del conflicto o, en el mejor (Quintaniila, 1988). Como señalan Boltanski y Chiapello, en la gestión
de los casos, a infravalorarlo. Allí donde lo natural y cotidiano es la armo- empresarial es habitual que las nuevas orientaciones sean presentadas a
nía no cabe el conflicto ni, por supuesto, su investigación. La negociación menudo como un esfuerzo por orientar el mundo del trabajo en un senti-
colectiva o la presencia de agentes exteriores a las empresas, como los sin- do «más humano», pero no cabe duda de que estas también pueden dar pie
dicatos, resultarán del todo innecesarios. a nuevas posibilidades de explotación (2002).

En esencia, el propósito último de este modelo será la obtención de


una armonía organizacional cuyo significado básico se lograría mediante la
integración de las partes. La empresa es una «gran familia» que acoge a 6 £1 Estado pasaría finalmente a dirigir la política económica siguiendo el impulso
del New Dealj la teoría económica keynesiana, un «keynesianismo a la americana» im-
todos ios miembros que la integran, por lo que no cabe pensar en un en- pulsado por Roosevek. En este sentido hay que recordar que «la configuración (formal)
frentamiento éntrelas partes. Constituye, en definitiva, una representación de las relaciones laborales como disciplina académica, esto es, con un objeto de estudio
de la empresa en donde el hombre satisfecho es un hombre feliz y sin con- propio (las normas en sentido estrecho y la normalización en sentido amplio) tiene lugar
a partir de la New Deal en Estados Unidos tras la aprobación de la NIRA que normaliza
flictos. En el supuesto de que se presenten situaciones internas de conflic- formalmente las relaciones de empleo reconociendo el derecho de los asalariados a la or-
to, estas deberán solucionarse espontáneamente, ya que la organización ha ganización sindical y a la negociación. En España, mucho más tardíamente en sentido
puesto los medios para ello, medios como la racionalización, la participa- estricto ya que la dictadura franquista trunca los (pocos) pasos dados desde principios de
siglo por el Estado en la institucionalización del conflicto social (y laboral) reconociendo
ción, el espíritu de adhesión o la comunicación. prácticas y dejando actuar (intermitentemente) a los actores» (García Calavia, 2010: 350).
26 Configuración teórica, del modelo fordista de relación laboral Participación y cooperación 27

Podría decirse, por tanto, que aunque el método utilizado resultara ser En concreto, el modelo de los recursos humanos, en tanto que reac-
diferente por considerar a los empleados más humanamente, los roles fun- ción estadounidense al movimiento de las relaciones humanas y punto de
damentales del directivo y de sus subordinados siguieron siendo esencial- partida de la moderna teoría de la organización,8 se apartará de los concep-
mente los mismos (Quintanilla, 1984). Ese particular modelo de participa- tos tradicionales de la dirección basándose en un nuevo principio: todos
ción defendido por el movimiento de las relaciones humanas no pretendió los miembros de la organización son fuentes de recursos. Tales recursos no
ni la regulación del trabajo, ni la modificación de problemas técnico-labo- solo incluyen habilidades físicas sino también capacidades para la creación
rales, ni la mejora de las condiciones laborales, tan solo rebajar las tensio- y el desarrollo de una conducta responsable, autodirigida y autocontrola-
nes. Sin embargo, a pesar de su paternalismo y de su negativa a aceptar la da. Ante la evidencia de un incorrecto funcionamiento organizacional se
existencia del conflicto, este movimiento contribuiría decididamente a ge- propugna un cambio hacia nuevos horizontes organizativos: del funciona-
nerar un cambio en las filosofías de gestión.7 miento organizacional tradicional (teoría X) al progresista (teoría Y)
(McGregor, 1979), frente a empresas estructuradas formalmente y conflic-
En efecto, la mayoría de los nuevos modelos directivos desarrollados tivas al cambio en el trato directo (Argyris, 1979) y el solapamiento de los
durante la década de los sesenta y finales de los setenta surgirá bien de una grupos (Likert, 1967), ante la monotonía de la tarea el enriquecimiento
elaborada extensión de sus presupuestos, bien de derivaciones alternativas del trabajo (Herzberg, 1977). En suma, el concepto de participación en el
o de reacciones críticas a todos ellos. En tal sentido, el aumento del paro y modelo de recursos humanos no se preocupará tanto por el trato al perso-
la recesión en el desarrollo -de ciertos sectores de la economía americana nal y las estrategias para escuchar las opiniones de los empleados como de
acentuarán la necesidad de un cambio sustancial en las empresas propugnan- la toma de decisiones.y el desarrollo de. un trabajador.cada vez más autodi-
do el cambio, hacia nuevos horizontes organizativos. En Europa, por su.par- rigido, responsable y autocontroiado9 (Quintanilla, .1984; Peiró, .1990).
te, se adoptará una perspectiva mucho más crítica que la norteamericana.
En Suecia, sin embargo, una larga tradición democrática y una gran
Desde Inglaterra, las investigaciones de Trist y Emery en el Instituto
madurez de las relaciones empresa-empleados, unida a una preocupación
•Tavistock desarrollarán su concepto de sistema sociotécnico. En Francia, estatal constante, contribuirán decisivamente al desarrollo de uno de los
Friedman y Naville tratarán de detectar los costes del progreso industrial más relevantes modelos europeos, la democracia industrial. Como prolon-
con objeto de emprender un programa de mejora de las condiciones labo- gación de la democracia política y a invitación de los sindicatos y del Go-
rales más allá de sus aspectos ambientales o higienistas (Alonso, 1999: 181). bierno, un grupo de científicos sociales del Work Research Institute de Oslo
En definitiva, el proceso de institucionalizado!! de la función directiva iniciarán a finales de los cincuenta un estudio de la democracia industrial
iniciado por el movimiento de las relaciones humanas seguirá con paso que supondrá una notable reforma de la organización del trabajo (Emery y
firme a partir de alguno de los modelos de gestión más influyentes, entre
los que cabría destacar el modelo de los recursos humanos y el modelo de
la democracia industrial.
8 Quijano de Arana (1993) presenta dentro de los enfoques de la psicología social
de la organización dos marcos generales, el de sistema abierto como teoría de los univer-
sales, por un lado, y el de las teorías contingentes, por otro. Un tercer marco teórico se
basaría en la integración de modelos existentes.
7 En este sentido, habría que destacar las aportaciones que desde Inglaterra/ Francia 9 El modelo de recursos humanos consideró que no era el aumento de la satisfac-
promoverán la psicosociología del trabajo, la psicología social de la industria y la sociología ción de los subordinados la causa fundamental de un mejor desempeño, sino las contri-
del trabajo, en las que adquirieron gran relevancia los factores de tipo organizacional pro- buciones creativas que los subordinados proporcionan a la toma de decisiones. La satisfac-
clives a comportamientos desajustados por parte de los empleados (J. A. C. Brown, ción laboral es un subproducto del proceso, resultado de haber hecho contribuciones
G. Friedman y Naville). La psicosociología europea, las aportaciones del instituto significativas para el progreso de la organización. Todo ello contrasta claramente con las
Tavistock o los trabajos de George Friedman en Francia fueron determinantes para este tentativas anteriores, mucho más centradas en reducir las tensiones y mejorar el estado de
cambio (Quintanilla, 1984; Alonso, 1999; GüyAlcober, 2003). ánimo (Quintaniüa, 1988: 27-28).
28 Configuración teórica del modelo fordista de relación laboral Participación y cooperación 29

Thorsmd, 1969). En esencia, los objetivos de la democracia industrial valores organizacionales. Existe un acuerdo comúnmente aceptado en la
pueden «circunscribirse a la obtención de la satisfacción y el enriqueci- misión y objetivos de la organización, así como en el papel que debe cum-
miento de los empleados mediante una mayor democracia en la toma de plir la función directiva en ella. Esta no se discute, se acepta, percibiéndola
decisiones y la consideración déla producción como un resultado colectivo como responsable única de la buena marcha de la empresa en el cumpli-
y no individual» (Quintaniila, 1988: 32).
miento de sus objetivos.
Independientemente de sus diferencias, ambos modelos impulsarán
En los enfoques «no directivos», surgidos fundamentalmente a partir
los fundamentos más-importantes de las actuales técnicas directivas a partir
de los trabajos del Tavistock Institute y apoyados en los avances de las in-
del giro dado a los principios mantenidos por el movimiento de las relacio-
nes humanas, poniendo el acento en la necesidad de una mayor participa- vestigaciones so ció técnicas, la dirección no es la promotora del cambio,
ción en el trabajo, el desarrollo de la iniciativa personal y la capacidad para sino que se ve forzada al cambio. En este enfoque cabría situar el proyecto
resolver problemas (Quin canilla, 1988). Con ellos, la tarea directiva dejará de Democracia Industrial de ios países escandinavos ai que acabamos de
de entenderse únicamente desde los presupuestos de la O. C. T. y de las hacer alusión, y el movimiento de Calidad de Vida Laboral a pesar de
relaciones humanas: no se trata de establecer un rumbo y obtener la coo- mantener este último en algunos de sus aspectos una orientación directiva.
peración, sino de establecer las condiciones ambientales necesarias para
En la actualidad, sigue estando más vigente que nunca la inquietud
obtener todos los recursos humanos de la organización. De este modo, las
por la integración y los intereses compartidos en el nivel micro, en la em-
décadas de los sesenta y setenta quedarán fuertemente marcadas por la idea
de organización donde todos los procesos de cambio y desarrollo organiza- presa y en los puestos de trabajo (Blanch, 2003: 235). Podría decirse que
cional10 llevarán a nuevas formas de organización de la actividad laboral, existen ciertas huellas que ni siquiera el paso del tiempo ha podido borrar.
sean o no sean apoyados por la dirección. El conflicto social, según la filosofía directiva, seguirá siendo inexistente
dentro de la organización, y en caso de existir resultado de una mala ges-
Desde una orientación tecnocrática-participativa, Mateu (1984: 197)
nos ofrece un interesante criterio ai objeto de poder diferenciar todo este tión por parte de la dirección de la empresa o de la irresponsabilidad de los
cúmulo de orientaciones. En los enfoques «directivos», la dirección de la trabajadores. La idea que subyace al pensamiento managerial zs que el con-
empresa es el principal orientador, impulsor y responsable único de la apli- flicto social en las empresas puede resolverse mediante una adecuada polí-
cación y control a través de la línea jerárquica. Partirán del movimiento de tica de gestión: los problemas sociales serán, en definitiva, problemas de
relaciones humanas de Elton Mayo y continuarán con las experiencias de gestión (Fernández Rodríguez, 2007^.' 323).
enriquecimiento del trabajo, etc., pero en todos ellos se busca la participa-
ción del personal desde la cúspide de la organización. Lo que subyace a
1.2. Reglamentación del trabajo y negociación colectiva
estos enfoques directivos es una convergencia entre los valores sociales y los

El primer funcionalismo de corte americano sirvió de base para iniciar


ese cambio en la filosofía directiva, pero el primer funcionalismo más pro-
10 Maceu nos advierte sobre el hecho de confundir «desarrollo organizacional» con pio de la ortodoxia británica conseguirá dar un paso al frente en la concep-
«desarrollo de recursos humanos» por ser estos dos aspectos complementarios. Para que
un proceso de cambio y desarrollo de una organización venga coronado por el éxito es tualización del conflicto adoptando un tono reglamentista de las relaciones
preciso que antes, y en paralelo, se dé un proceso de desarrollo de recursos humanos. El laborales y haciendo de la negociación colectiva su principal objeto de es-
«desarrollo de recursos humanos» es una acción al servicio del desarrollo organizativo, y
como enfoque directivo se complementa parcialmente con los trabajos de investigación tudio. En opinión de García Calavia (2011: 66), pocos países reflejan
del Tavístock Insdtute (1984: 161). como Gran Bretaña el legado histórico en sus sistemas de relaciones labo-
30 Configuración teórica del modelo fordista de relación laboral Participación y cooperación 31

rales. Las prácticas asumidas a finales del xix, cuando los Webb11 acuñan el A Alian Flanders se le considera el principal arquitecto teórico de la
carmino de «negociación colectiva» construyendo una nueva lógica de ac- Escuela de Oxford tras publicar, junto a Clegg en 1954, el texto fundacio-
ción sindical, de voluntarismo, de gestión pragmática de las empresas y la nal de la misma; EL sistema de relaciones industriales en Gran Bretaña: su
centralidad de estas en el desarrollo de las relaciones laborales, todavía ca- historia, leyes e instituciones. Los mecanismos de negociación colectiva y la
racterizan hoy al sistema británico. presencia de sindicatos se conciben como elementos necesarios para una
adecuada gestión de los conflictos de interés en los que una y otra parte
En la perspectiva pluralista,12 representada fundamentalmente por
deberán ceder o aceptar ciertas condiciones,13 de ahí la importancia de la
la denominada escuela de Oxford, confluirán parte de los supuestos man-
formulación de normas en la confrontación entre sindicatos y dirección.
tenidos por Durkheim y ios Webb, Con ella se asumirá la separación de En base a estas premisas, Flanders definirá las relaciones industriales como
los intereses de empleadores y asalariados, la preferencia por los valores el estudio de las instituciones de reglamentación de trabajo. Aunque basa-
éticos y morales, el interés por la formulación de normas, y una visión de das en acuerdos y compromisos mediante la reforma voluntaria de las par-
sistema basada en la «unidad orgánica» que conducirá a poner en valor tes, solo las relaciones reglamentadas o institucionalizadas podían ser legí-
los beneficios aportados por la colaboración. Su perspectiva con respecto timamente incorporadas a su análisis.
a las relaciones sindicatos-dirección será esencialmente voiuntarista, plu-
Las normas de los convenios colectivos que establecen ios derechos y
ralista y liberal. De este modo, los intereses plurales acaban equilibrán-
obligaciones de las partes conforman un código que asegura no solo un
dose en la práctica dejando siempre abierta la posibilidad de llegar a
logro social más duradero para el sindicalismo, sino también el orden so-
compromisos. A pesar del avance que supuso para la práctica y el estudio
cial en la industria en tanto que principal beneficio para los empleadores y
de las relaciones laborales, esta perspectiva no constituirá un cuerpo teó-
sus asociaciones. Esta premisa impediría seguir manteniendo la idea de que
rico homogéneo, por lo que pasaremos a revisar de la mano de Michael
la sustitución de los mecanismos del mercado por normas fuera algo obli-
Poole (1991) las aportaciones más relevantes de sus principales represen-
gado contra ia voluntad de los empleadores. Por otro lado, solo los valores
tantes.
de libertad económica y paz industrial podían llegar a juzgar y legitimar el
funcionamiento y los resultados del sistema, lo que a ia postre permitiría
situar las relaciones laborales más allá de la legalidad legislativa, Según
11 Las contribuciones empíricas de los Webb serán de gran importancia durante ia Flanders, cuando se llega a acuerdos basados en el reconocimiento recípro-
fase más pragmática de la escuela de Oxford. Ellos se centraron en las bases estructurales co de los intereses de ambas partes y la «buena fe» no se requiere de sancio-
y éticas del surgimiento de los sindicatos, acentuaron la importancia de los procesos de
formulación de normas para la función sindical, señalaron las diferencias entre tipos de nes legales.
sindicalismo, y mostraron gran interés por la corriente democrática y el movimiento hacia
En línea con estos planteamientos, no es de extrañar que el papel
el colectivismo. Para los Webb los conflictos de poder fueron necesarios para superar las
condiciones anómicas y las exigencias de la división forzosa del trabajo, pero confiaban en otorgado al Estado fuera meramente protector, dispuesto únicamente para
que gradual mente fueran desapareciendo los problemas surgidos en el camino hasta llegar actuar en el supuesto de que el poder adquirido por una u otra parte pusie-
a una sociedad colectivista (Poole, 1991). ra en peligro el interés público. Para las instituciones tradicionales, la inci-
12 La perspectiva pluralista convendrá con Durkheim en el interés por el orden ba-
sado en la existencia de una serie de valores compartidos. La cohesión social no depende-
rá de las ideologías, sino de la penetración de valores morales generales basados en la im-
portancia de la ética y la justicia social. La integración social a largo plazo se podría lograr,
por tanto, mediante unas normas de conducta infundidas en normas éticas y en un apoyo 13 Básicamente, la dirección debería reconocer a sus trabajadores el derecho a orga-
generalizado a esos códigos normativos. Las consideraciones morales serán, por tanto, nizarse para lograr negociar ejerciendo una oposición leal. Los trabajadores, por su parte,
fundamentales para generar esa «similitud de conciencia», esencial para una efectiva vida deberían reconocer ciertos privilegios de la dirección cediendo parte de su autonomía en
colectiva, evitando así los problemas que ocasionan la anemia y la división forzosa del el trabajo sin que ello tuviera necesariamente que ser interpretado en términos de des-
trabajo en las actitudes y en la conducta sindicato-dirección (Poole, 1991). igualdad.
32 Configuración teórica del modelo fondista, de relación laboral Participación y cooperación 33

píente intervención del Estado no dejaba de verse como una amenaza por las organizaciones que representan los intereses de las partes no implica
su tendencia a la centralización y el aumento de la planificación económi- que dispongan del mismo poder, es decir, de la misma capacidad de incidir
ca, una tendencia que parecía corresponderse con las previsiones hechas políticamente en el desarrollo de las relaciones laborales (García Calavia,
por los Webb al augurar que el colectivismo14 y el método legal irían reem- 2005: 24). Reconocer esta desigualdad hubiese supuesto para Flanders ad-
plazando gradualmente a la negociación colectiva. Finalmente este dilema mitir que el orden se apoyaba en el poder de unos grupos sobre otros. En
desembocará en una lucha de métodos que anticipará los debates sobre este sentido, y sin dejar de compartir la idea de que el conflicto es inevita-
pluralismo vs. corporatívismo que se producirán a finales de la década de ble y de defender la institucionalización de la negociación colectiva y la
los setenta. integración por medio de la aplicación de convenios, Hugh Clegg favore-
cerá el avance del pluralismo británico en los años setenta negándose a
Flanders mostrará igualmente su oposición con respecto a otro de los
admitir dicha igualdad, en su libro El sindicalismo en un sistema de negocia-
elementos de análisis de los "Webb tras considerar que, aun a pesar de haber
ción colectiva (1976).
enfatizado los intereses éticos y morales del sindicalismo, habían subesti-
mado las características políticas y los logros sociales de los sindicatos. En Clegg basará sus presunciones en la ciencia política, subrayando que
su análisis destaca que el valor de un sindicato para sus trabajadores no los sindicatos funcionan más como instituciones de oposición que como
depende tanto de los logros económicos como de su capacidad de proteger instituciones de participación en la gestión de la empresa. En base a esta
su dignidad a través de la reglamentación de sus derechos. Solo así es posi- argumentación cuestionará los conceptos promovidos por la democracia
ble evitar la arbitrariedad ajena y modelar el destino mediante la participa- industrial de «responsabilidad» y de «participación» calificándolos defrau-
ción directa en la creación de estas normas. Esta crítica le llevará a estable- des secretos al considerar que el aumento de discrecionalidad a ios trabaja-
cer una neta diferencia entre negociación individual como proceso dores en su desempeño no debilita el control de la dirección. Clegg se
económico y negociación colectiva como proceso de formación de normas opondrá así a la idea de humanización del trabajo propia de los psicólogos
.y relación de poder entre las organizaciones. Flanders estimó que los térmi- sociales estimando que cooperación y armonía representan necesariamente
nos reglamentación del trabajo eran capaces de describir mucho mejor los concepciones y percepciones de la dirección. Ambas formarán parte del
objetivos de las instituciones de relaciones industriales así como los aspec- sutil aparato de control por consentimiento mediante el cual los directivos
tos políticos y sociales de los logros sindicales. Lo fundamental de los ob- tratarán de asegurar su hegemonía (Munduate, 1992: 22).
jetivos sindicales residía no tanto en la defensa de los intereses personales Desde esta perspectiva coherente con los principios marxistas, Clegg
como en la justicia y en su función de lograr el orden industrial. se mostrará crítico con los objetivos reales de una participación que logra
la armonía de las relaciones laborales eliminando todos aquellos aspectos
Dicho esto, una de las principales limitaciones de la teoría de Flan-
desagradables para la obtención de los objetivos de la dirección. Se mostrará
ders residirá en no reconocer la importancia de la desigualdad de condi-
igualmente contrario a admitir que el consenso de valores y la integración
ciones y oportunidades existentes en la sociedad. La igualdad formal de
normativa sea el elemento ético más importante, ya que los hombres debe-
rían estar obligados a respetar, además, otros valores. Igualmente, planteará
la necesidad de incorporar variables de comportamiento al estudio de las
14 Algunas diferencias establecidas por Poole (1991, 1993) en referencia a las dos relaciones industriales por considerar que tan importante como las normas
fuentes inspiradoras de la teoría pluralista son las referidas a la fuerza evolutiva más deci-
de reglamentación del trabajo es el proceso por el cual se determinaban
siva en la sociedad industrial moderna, siendo esta la división del trabajo para Durkheim
y la «corriente democrática» para los Webb. Por otro lado, la visión pesimista de Durkhe- (Poole, 1991).
im, centrado como estaba en las consecuencias «anémicas» de las relaciones entre emplea-
dor y empleado, contrastaba con la de los Webb por considerar estos que el conflicto de Finalmente, Alan Fox, el otro gran representante de la perspectiva plu-
poder inicial en la industria acabaría finalmente por superar tales consecuencias. ralista, mostrará al igual que Clegg su interés por las desigualdades básicas y
34 Configuración teórica, del modelo fordista de relación laboral Participación y cooperación 35

las diferencias de poder características de la sociedad capitalista industrial.15 1.3. Acción normativa e interiorización de valores
Fox examinará los modelos estructurales que subyacen a los conflictos la-
borales advirtiendo que el hecho de enfatizar la idea de contradicción es- El marco analítico de Talcott Parsons, desarrollado en su obtz. El sistema
tructural 16 puede llevar a desviar la atención hacia el análisis de los proble- social (1951), constituyó una importante fuente de inspiración para el pen-
mas generales que los provocan en detrimento de los conflictos específicos samiento industrial y organizacional,18 pero de forma muy decidida en la
entre diferentes actores o grupos en la vida social, En opinión de Fox, este elaboración de la teoría de John Tomas Dunlop. Compartiendo el interés
hecho podría provocar que los ya familiares aspectos de la negociación se por la formulación y la administración de normas, su teoría constituye para
entendieran como reacciones naturales y racionales de personas que viven muchos la línea divisoria entre los modelos tradicionales con dedicación res-
en un determinado tipo de sociedad más que como el resultado de la per- tringida a los patrones de negociación colectiva y ios considerados enfoques
versión y la avaricia.17 modernos. En esencia, su propuesta representa una forma diferente de inter-
pretar las relaciones industriales al analizar patrones más amplios de relación
Al igual que los pluralistas en su vertiente radical del conflicto indus-
en clara oposición con aquellas corrientes de pensamiento, como la de la
trial, Fox admitirá, en su obra Relaciones industriales: una crítica social de la
Escuela de Oxford,19 que habían optado por una visión de conflicto centrado
ideología pluralista (1973), la existencia de intereses divergentes, pero sin
en las instituciones de negociación colectiva más que en los sistemas de rela-
llegar a compartir la idea de que la organización colectiva de los asalariados
ciones industriales per se. La definición de relaciones industriales que Dunlop
pudiera restituir el equilibrio de poder entre propietarios y no propietarios.
nos ofrece evidencia de forma clara su posición al respecto: «un sistema de
Opinaba que mientras que el establecimiento de ciertos cambios económi-
relaciones industriales no es una parte subsidiaria de un sistema económico,
cos y técnicos posibilitó el tránsito de las formas unitarias a las pluralistas
sino que es más bien un subsistema de la sociedad, separado y característico,
en cuanto a las ideologías de la dirección, las presiones institucionales im-
del mismo modo que un sistema económico» (Dunlop, 1978: 28).
pedían que los afiliados pasasen de una concepción pluralista a otra más
radical capaz de inducirles a la búsqueda de la emancipación y deseos de Su noción de sistema de relaciones industriales constituye una herra-
igualdad. El propio desequilibrio de poder suponía un importante obstáculo mienta analítica20 compuesta por una serie de actores, contextos y una
para llevar a cabo todos estos cambios (Poole, 1991). ideología. Entre los actores Duniop incluye a los empresarios y sus repre-
sentantes en la supervisión, a los trabajadores y sus portavoces, y a los or-
ganismos gubernamentales especializados. En cuanto al contexto se desta-
can las características tecnológicas del lugar del trabajo, el mercado y los
15 Según Poole (1991), Fox no apreciaba ninguna contradicción entre los análisis
radicales del conflicto industrial y la presentación de las desigualdades básicas acorde con
factores presupuestarios, y la distribución de poder existente en la socie-
los propios valores pluralistas. Para su argumentación tomó la idea defendida por Colin
Crouch en referencia al papel y naturaleza de los sindicatos para distinguir los análisis
marxistas de la de los pluralistas más radicales. Crouch afirmaba que mientras los plura-
listas profundizan más para encontrar las variables explicativas en la estructura social, los 18 Corresponderá a Parsons el logro de sustituir ese modelo biológico propio del pri-
marxistas lo hacen en la relación entre el capital y el trabajo (Baglioni y Crouch, 1991). mer funcionalismo por uno más cibernético introduciendo en su análisis procesos de
16 Para el concepto de contradicción tomará como referencia la división forzosa del control^ de comunicación.
trabajo de Durkheim y la desigualdad de clases de Marx. Ello implicaría, según Watson 19 Como señala García Calavia (2005: 23), Flanders comparte con Dunlop el con-
(1995), analizar las tensiones que existen en los «sistemas» y que pueden llevar a colapsar vencimiento de que los conflictos laborales pueden ser resueltos por medio de la negocia-
o a buscar alguna forma de adaptar el sistema de quienes quieren mantenerlo, ción colectiva o mantenerse dentro de unos límites aceptables, pero se aparta en la con-
17 Este hecho se evidencia, entre otras situaciones, en los tipos de cuestiones plan- cepción integradora de la ideología al reconocer la pluralidad de intereses y la diversidad
teadas en los conflictos sindicatos-dirección, en la socialización por vía de la difusión de de puntos de vista de los actores,
valores de riqueza, en el cinismo y en la desconfianza general que abunda en la industria, 20 El concepto de sistema de relaciones industriales será fuente de inspiración para
y en una consecuente falta de compromiso moral con convenios negociados de común aquellos que buscan un instrumento útil y cómodo de trabajo para sistematizar las expli-
acuerdo (Poole, 1991). caciones a los mecanismos generales de las relaciones industriales (Carrier, 1988).
36 Configuración teórica, del modelo fordista de relación laboral Participación y cooperación 37

dad. En base a este sistema de relaciones industriales, Dunlop se apoyará tiempo, de ahí que planteara la necesidad de realizar estudios comparados
en la falta de espontaneidad y naturalidad en la convergencia de intereses que superaran el aislacionismo de los análisis norteamericanos. La tesis
sosteniendo la necesidad de llevar a cabo toda una integración de valores general de Duniop consistirá, por tanto, en delinear ios atributos y deter-
comunes mediante la formulación de normas. minantes de la acción dentro de una red de relaciones industriales más
amplia, y ello en diferentes ámbitos normativos, ya fuera el centro de tra-
Dado que las normas y ios valores son los factores instrumentales ca-
paces de producir el orden y guiar al actor social, el principal objetivo de bajo, la empresa, una rama concreta de actividad económica, etc.
los actores del sistema de relaciones industriales será el establecimiento de Aunque a todo este artificio analítico se le haya venido otorgando un
normas de trabajo en la comunidad laboral. Estas normas, que serán a su valor meramente heurístico, de lo que no cabe duda es que el marco teóri-
vez modificadas por las limitaciones externas, cabe interpretarlas como co propuesto por Dunlop abrirá nuevos caminos de análisis en el ámbito
consecuencia más directa de los patrones de distribución de poder existen- de la realidad laboral. Por un lado, su énfasis en las normas supondrá un
tes en la sociedad. Ahora bien, el poder será concebido por Dunlop como distanciamiento con respecto al foco analítico de Tayior y Mayo centrados
una variable exógena al sistema,21 como un ingrediente del sistema social como estaban en los factores capaces de aumentar el rendimiento; por
más amplio que se refleja en el sistema de relaciones industriales sin llegar otro, la toma en consideración del entorno romperá con la concepción de
a ser un determinante directo en las relaciones entre sindicatos-dirección, la empresa como unidad cerrada en sí misma (García Calavia, 2005). Fi-
no así la ideología, que será considerada parte integral del sistema mismo nalmente, el hecho de dar entrada en su sistema a las asociaciones empre-
de relaciones industriales. La ideología, en tanto que conjunto de ideas y sariales y sindicatos trascenderá la visión restrictiva de la organización eco-
creencias sostenidas comunmente por ios actores, será la que mantenga nómica como suma de individuos con intereses individuales diversos. En
cohesionado el sistema, pero, a pesar de la compatibilidad existente entre definitiva, todas estas aportaciones contribuirán esencialmente a dar un
la ideología del sistema de relaciones industriales y la de la sociedad, las sentido más sociológico, y también jurídico, al estudio de las relaciones
creencias serán interpretadas analíticamente como entidades separadas. laborales (Kóhler y Martín Artiles, 2005).
Por otra parte, la adaptación de la noción de sistema de Parsons al Fruto de todos estos avances, y al igual que lo fuera Parsons para la
campo de las relaciones laborales conducirá a Dunlop a establecer la dife- sociología en general, la teoría de Dunlop no tardaría en convertirse en
renciación funcional de sus estructuras y procesos especializados. Las cua- toda una ortodoxia académica, aunque también en referente obligado de
tro funciones establecidas por Parsons22 se interrelacionan mutuamente refutación para posteriores desarrollos teóricos. A lo largo de los años se-
contribuyendo a la unidad global del sistema de relaciones industriales senta y setenta se le criticará por su alto grado de conservadurismo deriva-
que, a su vez, se encuentra estrechamente interrelacionado con la «sociedad do de una concepción de sistema basado en un conjunto ordenado de
más amplia». Su análisis sistemático contará con la novedad de incluir una elementos capaces de asegurar su continuidad. La diferenciación empresa-
amplia gama de factores destinada a examinar un determinado sistema en rios/asalariados y las propias relaciones laborales no harían otra cosa que
su contexto histórico para estudiar los cambios ocurridos en el curso del consolidar la continuidad del sistema capitalista, un sistema donde los
conflictos laborales eran analizados como imperfecciones y amenazas en
lugar de elementos capaces de generar un orden distinto.23
21 Dunlop (1978) no concibe el poder como un factor cardinal para explicar proce-
sos de interacción entre los principales actores sociales.
22 Función aclaptativa que alude a los procesos de regulación y confección de reglas
que relacionan los actores con el entorno; el imperativo de los fines para Ja supervivencia y
estabilidad del sistema; la función de integración referida a los entendimientos comparti- 23 La equivalencia entre estructura y función daba por hecho que la función que
dos y a la ideología común; y la función de mantenimiento del modelo y control de la cumplía la diferencia entre empresarios y asalariados era la de mantener el sistema capita-
tensión desempeñada por tos profesionales de cada grupo de actores. lista, requiriendo, a su vez, el establecimiento de tal diferencia para mantenerse.
2. CONSENSO LIBERAL Y CONFLICTO

Entre los años cincuenta y sesenta, surgirán las teorías del conflicto
como principal alternativa al funcionalismo estructural que, centrado en
los elementos estáticos, se mostraba incapaz de analizar el conflicto y el
cambio social. En principio, estos teóricos compartirán con la perspecti-
va marxista su hostilidad ideológica hacia la teoría funcionalista centrada
en el equilibrio en detrimento de una visión de la sociedad sujeta a cons-
tantes cambios. Sin embargo, estos no lograrán distanciarse totalmente
de sus raíces estructural-funcionalistas acabando por formar parte de ese
consenso liberal1 propio de la época. Por ello, aun a pesar de impulsar la
unión entre el marxismo y la sociología, y de intentar integrar su interés
por la estructura y el conflicto, estas teorías no llegarían a consolidarse
como una perspectiva crítica de la sociedad, percibiéndose más bien
como una imagen invertida del funcionalismo tal y como puede apre-
ciarse en la siguiente figura 1:

1 Se consideraba que Jos logros de la clase trabajadora habían sentado las bases de
una sociedad liberal y pluralista dentro del contexto del capitalismo.
40 Configuración teórica del modelo fordista de relación laboral Consenso Liberal y conflicto 41

FIGURA 1 positivos de aquellos conflictos que siguen las reglas de juego, tal y como
DIFERENCIAS ENTRE EL ESTRUCTURAL-FUNCIONALISMO
especificará en su libro Las funciones del conflicto social (1946). Coser aca-
Y LAS TEORÍAS DEL CONFLICTO
bará definiéndolo como un fenómeno natural con consecuencias tanto
Teoría positivas como negativas, concluyendo que el conflicto beneficia a la socie-
Funcionalismo Criterios
del conflicto
dad contribuyendo a la creación y modificación de normas garantizando
Estática o en equilibrio móvil. Sociedad Sujeta siempre a procesos de
así su continuidad en condiciones alteradas.
cambio.
El orden. Objeto análisis El conflicto, presente en Según Coser, fue el deseo de preservar la disposición existente en la
cualquier parte del sistema social. organización lo que llevó a ios dirigentes, o a la coalición dominante, a
Examinar la integración Función teoría Estudiar los conflictos ocultar el conflicto impidiéndoles ver sus beneficios. Los dirigentes, por
de los valores en la sociedad. de intereses, la coerción que
mantiene la unión de la sociedad tanto, no deberían obviar que: a) el conflicto puede servir para solidificar
frente a estas tensiones. un grupo poco estructurado restaurando el núcleo integrador; b) el con-
Todo elemento societal Contribución elementos Identificación de elementos que flicto con un grupo puede crear cohesión al provocar una serie de alianzas
contribuye a la estabilidad. societales contribuyen a la desintegración y con otros grupos; c) el conflicto puede hacer que individuos, por lo común
al cambio.
aislados, adopten un papel activo; d) el conflicto cumple una función de
Se mantiene unida mediante Orden-cohesión-unidad El orden nace de la coerción
normas, valores y moralidad del sistema de quienes ocupan las posiciones
comunicación que permite identificar las posiciones del enemigo y decir
común. más altas. cuál es la línea de acción más adecuada al disponer de una idea más exacta
Se centra en la cohesión creada Papel que desempeña el poder de la relación de fuerzas existente (Ritzer, 2001: 156).
por valores societales comunes. en el mantenimiento del orden.
Mediante la cooperación La constricción forzosa, Se trataría, en definitiva, de una visión psicoiogista del conflicto y
voluntaria o el consenso general. por lo que ciertas posiciones de
la sociedad tienen poder
meramente instrumental. Una vez que los actores han logrado su objetivo,
y autoridad sobre otras. el conflicto termina por hacer desaparecer la causa o causas del mismo
FUENTE: Ritzer (2001). (Juan, 2015).
Al margen de las críticas que sobre ellas se hayan podido verter, estas
teorías contribuirán también a la configuración teórica del modelo fordista 2.2. Intereses y autoridad
de relación laboral, por lo que pasamos a revisar muy brevemente tres de
sus aportaciones más relevantes. Dahrendorf se centrará en el conflicto y la coerción más que en el
consentimiento normativo y ios beneficios de la integración. Sin embargo,
y a pesar de considerar que cualquier sociedad está sujeta tanto ai conflicto
2.1. La funcionalidad del conflicto
como al consenso,2 su obra Las clases sociales y su conflicto en la sociedad
Una de las principales contribuciones a esta línea de pensamiento industrial (1959) no dejará de ser un reflejo del funcionalismo estructural
cabe atribuírsela a Lewis Coser por sacar a la luz el conflicto tras permane-
cer oculto en las teorías de la dirección dada la arraigada tendencia a con-
siderar las organizaciones bajo el prisma del orden. Su intención inicial fue 2 En base a esta premisa, el conflicto no puede existir sin consenso, ni el consenso
la de analizar simultáneamente el conflicto y el orden tratando de reconci- sin conflicto, pero aunque ia sociología debería ser capaz, de explicar el orden y el conflic-
to, la estructura y el cambio, su teoría solo explicará una parte de la vida social, la del
liar esas visiones opuestas, pero finalmente acabará adoptando una pers-
conflicto, concluyendo que estas perspectivas alternativas debían ser utilizadas en fun-
pectiva funcionalista del mundo incidiendo en los efectos integradores y ción del objeto de estudio concreto que se abordara.
42 Configuración teórica del modelo fordista de relación laboral Consenso liberal y conflicto 43

del momento, aunque con una visión más dialéctica del conflicto. El resul- poder y el desigual reparto en los grupos sociales, el conflicto de intereses
tado de tanto devaneo intelectual será la elaboración de una teoría macro no necesita ser consciente para que se dé la acción de ios dominadores o de
del conflicto del mismo modo que los funcionalistas estructurales elabora- los subordinados. El poder no hará sino reflejar una lucha incesante por
ron una teoría macro del orden. Por otro lado, tampoco logrará enmarcar recursos que siempre son escasos en relación con las necesidades, por lo
sus reflexiones dentro de la tradición marxista, que abandonará finalmente que las ganancias para una parte siempre representarán pérdidas para la
bajo la idea de que la sociedad de la postguerra solo podía sostenerse desde otra, conduciéndonos irremediablemente a una situación denominada por
una teoría del conflicto no marxista. Dharendorf como «suma cero» (Poole, 1991: 49).
De este modo, 7 aún reconociendo la importancia de la propiedad de
los medios de producción como base de poder y riqueza en las sociedades 2.3. Las instituciones de la tregua
capitalistas, Dharendorf se opondrá a los presupuestos de Marx por consi-
derar que no todos los conflictos son reducibles a la dialéctica de clases. La John Rex, identificado con el movimiento obrero británico, mostrará
propiedad de los medios no es lo que determina «la desigualdad y la rique- en todo momento su oposición al modelo de Parsons y su interés en la es-
za y, por tanto, el conflicto social, sino quién ejerce el poder y el control tabilidad, la conformidad y las normas. En su lugar, en su obra El conflicto
efectivo sobre ellos (ejecutivos y tecnócratas)», ello no le impide reconocer, social, publicada en 1961, nos presenta una sociedad en conflicto4 donde
no obstante, los lazos existentes entre propietarios, ejecutivos, poder eco- la falta de integración indica la existencia de una sociedad dividida con
nómico y poder político (Juan, 2015: 236). intereses conflictivos bajo un modelo de dominación de clase y de lucha
por el poder en los sistemas sociales. Partiendo de la capacidad de los acto-
A partir de la noción de sistema, vinculará la «autoridad» a las posicio-
res racionales para crear un cambio social, Rex enfatiza los motivos instru-
nes que se ocupan en la sociedad.3 Este hecho siempre entraña, según
mentales y las preocupaciones materiales de la sociedad moderna en donde
Dahrendorf, relaciones de dominación y subordinación generándose dos
la mayoría de las acciones son intencionales e instrumentalmente raciona-
grupos en conflicto con intereses siempre contradictorios. Los que ocupan
les. Con una racionalidad5 que acaba por tener fuerza natural, su enfoque
una posición dominante intentarán mantener su statu quo, mientras que
acerca del orden social será eminentemente instrumentalista y racionalista.
los que ocupan una posición subordinada perseguirán el cambio. La auto-
ridad dentro de cada una de las asociaciones será también dicotómica y En su forma más simple, el modelo de Rex se inicia con dos partes que
conflictiva en función de la posición que se ocupe, y es que para Dharen- mantienen nietas e intereses conflictivos. La «clase dominante» ejerce un
dorf las posiciones con una autoridad diferenciada implican unos intereses control que intenta legitimar normativamente para lograr que sea aceptado
conflictivos y, en consecuencia, los ocupantes de las posiciones de sumisión por parte del grupo dominado. Pero será la desigual asignación de disponi-
tendrán ciertos intereses que por naturaleza resultarán ser contradictorios. bilidades, o medios de vida, la que haga imposible la dominación a largo
plazo, produciéndose el descontento y la rebelión que, por otro lado, resul-
Teniendo en cuenta las expectativas del papel ligado a la posición que
se ocupe, el conflicto de intereses entre grupos dominantes y subordinados
estará siempre latente, y solo cuando estos intereses se hagan conscientes
podremos hablar de conflictos manifiestos. Dado que el conflicto es con- 4 En opinión de Alexander (1997), la teoría de Rex representa «el modelo prototí-
secuencia de toda organización social y lo será siempre en relación con el pico» de la teoría del conflicto.
5 Para John Rex (1981), la acción racional será aplicable al sistema social propio de
la sociedad industrial, mientras que la acción normativa, en tanto que irreflexiva, será
aplicable a períodos premodernos asociándola con el ritual, Esa racionalidad se plasmará
de forma evidente en aquellas situaciones donde el precio por abandonar la posibilidad de
3 Dahrendorf dejará de vincular la autoridad a las características de las personas alcanzar plenamente las metas vendrá a compensarse por la ganancia de no tener que
incidiendo así en la crítica al reduccionismo psicológico. continuar el conflicto hasta sus extremos más drásticos.
44 Configuración teórica, del modelo fordista de relación laboral Consenso liberal y conflicto 45

tara inviable en la medida en que no sean modificadas las estructuras de sino bajo el control del Estado igualitario que desencadenará la internaü-
asignación y cambios en el equilibrio de poder. Pero, aún en el supuesto zación de los valores y las instituciones de la tregua, siendo el equilibrio de
de que se produjera un cambio en el equilibrio de poder, la revolución no poder lo que permita un paréntesis en la lucha. Como se ha podido com-
estará asegurada, pues la clase dominante siempre contará con la posibili- probar, Rex acabará finalmente rindiéndose a la internalización, pero su
dad de crear condiciones más satisfactorias para las clases sometidas. Todo intento por conciliar una teoría social y colectiva- con ese individuo autó-
ello derivaría en una situación de tregua, aunque, siendo el menor costo lo nomo propio de su postura racionalista resultará muy útil para que al final
que modula la interacción entre ambos grupos, no resulta muy factible de los sesenta comience a aceptarse definitivamente un enfoque plenamen-
esperar que se dejen de seguir buscando ventajas unilaterales o que se lle- te marxista.
gue a producir una generalización de valores.
Según este modelo de sociedad, donde la integración responde a una
fuerza externa más que a un control normativo interno, las diferencias de
poder coercitivo serán capaces de explicar tanto el orden como el cambio.6
Para Rex la revolución acontece cuando hay un cambio en la situación de
poder del grupo dominado, mientras que la ausencia de conflicto se debe
a un cálculo racional y a un pensamiento instrumental por el que un cierto
grado de aceptación se considera más provechoso que la continuación del
conflicto. De este modo, las instituciones de la tregua iniciadas por razones
instrumentales formarán eventualmente un «sistema» con un potencial
cultural capaz de controlar los motivos egoístas.
Del compromiso de clases inicial emerge un sistema de valores e ins-
tituciones sociales que no pertenecen ni a la clase trabajadora ni a la bur-
guesía, sino al «sistema social de la tregua misma». La coerción, en tanto
que fuente del orden, no está bajo el control de una ciase social dominante

6 A pesar de este planteamiento, Alexander (1997: 114-116) considera que Rex aca-
ba claudicando a la internalización como punco de apoyo de una nueva estabilidad. Aho-
ra bien, mientras que para Parsons la asignación de disponibilidades acontece dentro de
los límites establecidos por la socialización, para Rex la asignación precede a la integra-
ción, siendo la segunda un efecto de la primera. De este modo se establece una secuencia
materialista y determinista del patrón de conducta al servicio de la dominación de clase
que involucra una gran desigualdad, a saber, dinero-poder-valores-dtuai. Bajo este enfo-
que de la integración en términos de conflicto donde las normas y valores cumplen un
papel reactivo, el orden social se concibe como resultado consciente de la afirmación del
poder por parte del grupo que ejerce el control sobre la asignación. La integración, por
tanto, es una cuestión de dominación e intereses más que de una activación de mecanis-
mos independientes de control que funcionan en virtud de su posición institucional antes
que de su interés personal. Esta visión de poder permitirá a Rex adoptar una perspectiva
coercitiva, externa y antivoluntarista del orden.
3. CONFLICTO Y CAMBIO SOCIAL

El funcionalismo, con su imagen capitalista e imperialista, no podía


mantenerse plenamente en esa Europa de la postguerra donde los movi-
mientos sociales críticos y los intelectuales marxistas tenían ya gran in-
fluencia.1 Si para el funcionalismo el conflicto fue considerado como algo
negativo y la cooperación como un proceso generador del orden, para el
marxismo el conflicto representaba la fuerza capaz de modificar el sistema,
El guiño de la sociología a la teoría marxista supuso, como señala Martín
Artiles (1995), situar el análisis de las relaciones laborales en la estructura
social y las clases sociales, en la dominación, en la subordinación y en el
control sobre el trabajo.

3.1. Subjetividad y dominación ideológica

En el marxismo que se desarrolló entre los años treinta y los primeros


años setenta, poco se puede encontrar sobre las bases laborales de la pro-

1 Desde este punco de visca, la ceoría marxista puede encenderse como una reac-
ción ante la tendencia de la sociología académica a «orientarse por consenso, de no ser
crítica en el mejor de los casos y de justificar el statu quo en el peor. Gran parte de la
sociología del momento se veía también como algo estático, que tendía a ignorar la his-
toria» (Watson, 1995: 58).
48 Configuración teórica del modelo fordista de relación laboral Conflicto y cambio social 49

ducción, y sí mucho sobre las superestructuras y los procesos de domina- llegara a un nivel de dominación sobre las personas jamás conocido por
ción ideológica (Alonso, 1999). Sin embargo, y teniendo en cuenta la sig- parte de la estructura social y cultural. El control que se ejercía era tan
nificación que el componente subjetivo irá adquiriendo en algunas de las complejo y perfecto que ya no se requería de la acción deliberada de los
actuales teorías de las relaciones laborales, se subrayan a continuación algu- líderes. El actor había llegado a interiorizar hasta tal punto la dominación
nas ideas básicas de esta orientación. que esta había dejado de percibirse como perjudicial y alienadora. Ahora
Con objeto de compensar los límites impuestos por el determinismo las personas consideraban que el mundo era como debía ser perdiendo la
económico propio del marxismo más ortodoxo, la Escuela de Frankfurt2 visión de cómo tenía, que ser. En este contexto, los actores pasarán a domi-
volverá sus ojos a las raíces hegelianas de la obra de Marx propugnando un narse a sí mismos por el bien del resto de la sociedad, pasando el sistema
marxismo más voluntarista y trascendental. El orden colectivo dejará así de capitalista a concebirse como un fenómeno natural e inevitable.5
concebirse desde una perspectiva estructural o instrumental aportando Acorde con estas presunciones, Marcuse incidirá en la aceptación sub-
una visión del mismo más interpretativa y emocional. A raíz, por tanto, de jetiva de las instituciones básicas situando la cultura y la subjetividad en el
las críticas vertidas sobre el materialismo de Marx y de su insistencia en las primer plano del análisis del capitalismo contemporáneo en detrimento de
estructuras económicas, esta perspectiva concluirá que los problemas deri- su «base» material.6 Observando que la ciase trabajadora ya no era capaz
vados del mundo moderno no podían ser atribuidos exclusivamente al ca- de experimentar las contradicciones del capitalismo, Marcuse desarrollará,
pitalismo cuando la dominación se había desviado desde lo económico en su obra El hombre unidimensional (1963), el dilema entre motivación
hasta lo cultural.3 En un mundo racionalizado,4 la cultura parecía ser la subjetiva y determinación institucional en su reflexión acerca de las posibi-
nueva fuente de opresión (Alexander, 1997: 273). lidades de transformación. Siendo que las estructuras contemporáneas se
Ciertamente, el despegue económico producido a partir de la II Guerra habían aceptado voluntariamente, las posibilidades de poder trascender el
Mundial había beneficiado a todas las clases contribuyendo a la desapari- orden social eran más bien escasas.
_ ción de las contradicciones económicas internas y del conflicto de clases. Esta reinterpretación del marxismo conllevará la apreciación de nue-
Este hecho motivó, según esta perspectiva, que en el Estado moderno se vas y sutiles formas de explotación de ios trabajadores. Marcuse se cen-
trará concretamente en el poder de la tecnología, elemento capaz de de-
terminar la organización económica y las diferentes formas de la vida
2 Impulsada por Adorno y Horkheimer, allá por los años veinte, la Escuela de social. A medida que la tecnología va cambiando, también lo hace la es-
Francfort también denominada teoría crítica, presentó una visión del porvenir social in- tructura de la sociedad a través de la transformación que experimentan
mediato opuesto ai propuesto por Parsons. Finalmente, acabaría impulsando el movi-
miento de la «Nueva Izquierda» tras revisar el mecanicismo propio del marxismo orto-
las clases trabajadoras al enfrentarse a su trabajo. La nueva tecnología, al
doxo impuesto desde el comunismo ruso. Hoy en día, la teoría social crítica cuenta con requerir de un menor esfuerzo físico y reportar un mayor prestigio, ha-
una producción más variada acerca del concepto del trabajo (Noguera, 2002). bría logrado modificar tanto la posición como la actitud de los trabaja-
3 Todo ello implicaba tener que centrarse no tanto en la «base» económica com-
puesta por las fuerzas y relaciones de producción como en la «superestructura» en la que dores ante su trabajo. La tecnología ya no se concibe, tal y como señalaba
Marx situó las ideas e instituciones políticas, culturales e intelectuales.
4 La teoría crítica retomará la diferenciación entre racionalidad sustantiva, y racio-
nalidadformal establecida por Weber. La racionalidad_/0r;W representaba el pensamien-
to tecnocrático dedicado a buscar los medios más efectivos para satisfacer los fines de 5 Para ello, la teoría marxiana tuvo que dejar de reificar el mundo social como un
aquellos que están en el poder sirviendo así a las fuerzas de la dominación; la racionalidad proceso estrictamente natural y pasar a centrarse en la actividad humana y en el modo en
sustantiva o razón estaría al servicio de la emancipación al valorar dichos medios en tér- que esta influye en las estructuras.
minos de justicia, paz y felicidad. Mediante la racionalidad formal, los individuos pierden 6 Tal y como señala De la Garza (2006: 48), «la importancia actual de la subjetivi-
su capacidad de pensar de manera crítica y negativa sobre la sociedad, de ahí que la domi- dad nace de la crisis del estructuralismo a través de la recuperación de la tradición herme-
nación esté asociada más bien a elementos culturales que económicos (Ritzer, 2000), néutica y las nuevas teorías interpretativas del discurso».
50 Configuración teórica del modelo fordista de relación laboral Conflicto y cambio social 51

Marx, como la fuerza impulsora hacia la liberación; según Marcuse ser- ción implicaba para Braverman un aumento de trabajadores manuales y
virá de base para instituir nuevas formas de control y cohesión social una disminución de los intelectuales tras haber sido proletarizados en base
(Alexander, 1997: 284). a las similitudes que en muchos aspectos se establece con el trabajo ma-
nual.8 La cualificación debería, por tanto, trascender esa visión convencio-
3.2. Control y proceso de trabajo nal basada en el currículo escolar o en el escalafón formal que se ocupa en
la empresa para pasar a plantearse en términos de saber hacer, de capacidad
Como reacción al excesivo énfasis en los aspectos subjetivos, la socio- efectiva de reflexión, y de control del trabajador en su función concreta
logía económica marxista planteará la necesidad de reintegrar la preocupa- Qódar, 1996).
ción por la economía y las macrofuerzas sociales. En tal sentido, a partir de En efecto, mediante la compra-venta del trabajo, el capitalismo habría
mediados de los años setenta se revitalizará ei pensamiento marxista tratan- logrado destruir la unidad entre pensamiento y ejecución. Este hecho se
do de trasladar la huella de ese Marx de EL capital a la transformación convertirá en el primer elemento diferenciador de los centros de trabajo
contemporánea de los procesos de trabajo. Una serie de autores retomarán entre los que llevan a cabo el control de capital y la mano de obra coordi-
el análisis de las condiciones de trabajo como fuente de organización social nada que realiza las tareas especificadas por dicho control. En el proceso de
y de acumulación del capital, superando así la problemática humanista del trabajo capitalista los intereses de la clase propietaria del capital están re-
hombre en el trabajo (Alonso, 1999: 184). Fruto de este cambio de pers- presentados por los equipos directivos, cuya tarea básica es diseñar y con-
pectiva se volverá a analizar la explotación capitalista en base a la forma en trolar las actividades y las tareas de trabajo a fin de garantizar la extracción
que se organiza y dirige a los individuos en ios centros de trabajo ponién- efectiva de la plusvalía de la actividad laboral de los empleados. Con ello
dolo en relación con la economía política global de la sociedad. los directivos procederán a controlar y explotar el trabajo de sus empleados
Harry Braverman, en su obra Trabajo y capital monopolista (1974), se utilizando diferentes medios.
centrará en lo que él consideró el núcleo de la teoría marxista: el proceso de Entre estos medios, Braverman destaca el de la especialización, que
trabajo y la explotación del trabajador a través del control ejercido en este permite aumentar el control de la gerencia y la productividad pagando
proceso. Tras adaptar esta perspectiva7 a las realidades del trabajo en el siglo mucho menos; el de la técnica científica, que le dice exactamente al traba-
xx, concluirá que, en respuesta a una clara estrategia de reducción de costes jador cómo debe realizar su trabajo; o el de la maquinaria, que impondrá
y de incremento del control en el proceso de producción, la organización de
su control a los trabajadores, y no a la inversa, Manejando el proceso de
los procesos de trabajo tendían hacia la descualificación y la mecanización
trabajo para poder cumplir la función de control, los directivos seguirán la
fruto de la separación entre la concepción y la acción en el trabajo.
lógica del modo de producción capitalista según la cual la necesidad de
El estudio sobre el proceso de descualificación de la clase trabajadora acumulación del capital exige la atención constante de los empresarios para
se presenta así como eje central de la subordinación del trabajo al capital. poder extraer de él el suficiente provecho como para permitirle sobrevivir
A pesar del incremento de ocupaciones de cuello blanco, la descualifica- dentro de la economía de mercado capitalista (Alexander, 1997).
La apertura de este debate supuso, en primer lugar, la supresión de
cualquier optimismo tecnocrático y, en segundo, la vinculación de la orga-
7 Para Braverman, uno de los aspectos más originales de la teoría marxista de clases
derivaba precisamente de su arraigo en las relaciones de producción donde trabajo y pro-
ducto son propiedad del capitalista por mucho que el trabajador sea su inmediato productor.
Siguiendo con las tesis de Marx, Braverman considera que el empleo capitalista es esen- 8 Braverman convendrá con Marx en considerar que la clase trabajadora tiende a
cialmente explotador desde el momento en que intenta sacar de los trabajadores el valor ser cada vez más homogénea. Con el proceso de descualificación y degradación del traba-
creado a través de su trabajo aun siendo este de su propiedad. jo, ios empleados cada vez se encuentran en posiciones más similares.
52 Configuración teórica, del modelo fordista de relación laboral Conflicto y cambio social 53

nización del trabajo con el sistema económico general y la posibilidad de atención al papel ejercido por la dominación, la explotación y el conflicto
estudiar el proceso de trabajo más allá de ios efectos sobre las condiciones de clases en las relaciones de trabajo.
físicas o mentales de ios procesos de mecanización. Por contra, Braverman
Si desde esta perspectiva se reconoce que cada uno de ios actores res-
será criticado por tratar de forma homogénea a todos los trabajadores
ponderá a lo que el rol estructuralmente determinado le exija, Pooie (1991)
como descuaiificados, por desatender la lucha de clases y el papel de los
nos advierte de que en ella cabe diferenciar dos posibles puntos de partida.
obreros en esa lucha, por su romántica visión de la cualificación cercana al
En primer lugar, una visión estática centrada en los elementos continuos y
artesanado, y por haber reclamado una «clase obrera» que, sobre todo para
perdurables del comportamiento social defendida por autores como Lester,
los postmodernistas, no solo no ha existido sino que cada vez está más lejos
Ross o Hartman. Bajo este punto de vista las estructuras son fuerzas que
de llegar a existir (Alonso, 1999: 185-186). No obstante, su planteamiento fomentan la estabilidad y ia perdurabilidad a lo largo de los patrones socia-
de la progresiva necesidad del capital de ir descualificando el trabajo como les, por lo que los resultados que caben esperar son, entre otros, el aumen-
forma de control, de dominación y de explotación inspirará a otros mu- to de la madurez sindical, la institudonalización del conflicto, o los proce-
chos autores.9 sos tripartitos de toma de decisiones. Desde una visión dinámica, la
defendida por Hyman entre otros, las evoluciones dependerán de un equi-
3.3. Relaciones laborales y estructura social librio precario forzado por la interacción de las principales partes de las
relaciones industriales.
La rehabilitación de conceptos como el de clase, proceso de trabajo, Richard Hyman (1975), uno de los principales representantes de ia
alienación, etc., unido a ia tan esperada pero nunca llegada revolución Unidad de Relaciones Industriales de Warrick (IRRU), formulará en los
teorizada por la Nueva Izquierda, motivarán el desarrollo de otras perspec- años setenta una teoría general de las relaciones marxistas asumiendo el
tivas marxistas que favorecerán a mediados de los sesenta un alejamiento complicado desafío de convertir esta nueva perspectiva en toda una disci-
de aquellas ideas durkhianas que habían inspirado los modelos interesados plina académica. Sin embargo, solo una pequeña parte de su teoría se des-
por el orden y el consenso. En su lugar se producirá un acercamiento hacia tinará a especificar ios principales postulados marxistas, pues su objetivo
aquellas perspectivas orientadas al poder y al conflicto a partir de los su- principal será el de elaborar una teoría global, y no tanto validar las pro-
puestos planteados por Karl Marx y Max Weber. La noción general de es- puestas del marxismo. A pesar de todo, y en línea con los modernos estu-
tructura10 permitirá que el conflicto se sitúe en el contexto de las desigual- dios marxistas de las relaciones laborales, su desarrollo teórico contribuirá
dades básicas y de poder existentes en la sociedad como un todo y prestar a incrementar el interés por ia mediación del poder en las relaciones sindi-
catos-direccíón y el control de las relaciones de producción.11
Hyman comenzará cuestionándose el propio vocablo de relaciones in-
9 A pesar de las críticas, la tendencia a la degradación del trabajo dio lugar a otras dustriales aludiendo a los esfuerzos que se hicieron a partir de la II Guerra
aportaciones relevantes como las de G. Friedmann y sus denominados «estragos del
proceso». Mundial por «eximir» a la clase obrera de la acusación de ser un actor po-
10 Básicamente, el estructuralismo saca al sujeto del centro de la realidad al conside-
rar que las personas hemos sido creadas por las estructuras en Jas cuales nacemos y nos
socializamos. Las personas no producimos las estructuras, somos un producto de ellas,
siendo la diferencia entre sujeto y objeto de la acción la que crea la ilusión humam'sta de li Los sindicatos a los que se refieren se centran en la lucha por Ja explotación y ia
ser los sujetos de las acciones sociales. Debido a la ideología claramente conservadora pauperización de la clase trabajadora, pero no en la regulación de los salarios o de las
propia del estructuralismo, esta perspectiva se iría desvaneciendo a lo largo de la década condiciones de trabajo. Tampoco se hace referencia a la institucionalización de un modo
dando paso a otros desarrollos teóricos como la de la teoría crítica liderada por Jügen de regulación de los conflictos de intereses. Como recoge García Calavia (2005: 27), el
Habermas que, en su intento por preservar la democracia, sostendrá que las posibilidades entorno de los trabajos de Marx y Engels no era ni el del sindicalismo tradicional ni el de
radicales se tendrían que construir sobre los logros de la sociedad liberal. la negociación colectiva institucionalizada.
54 Configuración teórica, del modelo fordista de relación laboral Conflicto y cambio social

tencialmente revolucionario12 (García Calavia, 2007: 27). Ello le permitirá interés le llevará a pensar en las relaciones de conflicto como una caracterís-
redefmir el ámbito de estudio de las relaciones industriales incluyendo los tica básica de las relaciones de la empresa estableciendo una comparación
procesos de control sobre las relaciones de trabajo en la organización y la taxonómica entre poder «para» en tanto que recurso utilizado a favor de
acción colectiva de los trabajadores (Hyman, 1981: 22). De este modo, intereses colectivos, aunque sin implicar con ello explotación, y poder «so-
logrará superar esa visión más micro de Braverman centrada en la «política bre» que sí llevaría implícita la existencia de conflicto.
de trabajo» y la «micropolítica» de la empresa enfatizando, en su lugar, las
Hyman reconocerá igualmente la importancia de la dinámica econó-
transformaciones que tienen lugar en las relaciones sindicatos-dirección-
mica, tecnológica y política de la sociedad en general, así como de las pro-
Estado. Igualmente, logrará ampliar el estudio de las relaciones más allá
pias estructuras de poder.14 Según su postura, solo se puede comprender
del orden y la regulación13 dirigiéndolo hacia el origen y las consecuencias del
plenamente el proceso de regulación de empleo y de trabajo analizándolo
conflicto social convirtiéndolo finalmente en el principal objeto de estudio
en un contexto definido por las dinámicas de producción, de acumulación
de las relaciones laborales.
capitalista, y de concepción más general de las relaciones sociales y políti-
Sin negar la relevancia e influencia de los trabajos de Dunlop y Flanders, cas (Hyman, 1981: 423). Por otro lado, ignorar el tema de poder y las lu-
su oposición al estructural-funcionalismo les llevará a criticar esa visión res- chas de los ocupados, de profesionales y sindicatos por obtener compensa-
trictiva de las normas, aunque para algunos autores su crítica constituirá un ciones y un cierto nivel de estatus será considerado otro error de la teoría
cambio más terminológico que conceptual. Hyman incidirá en que definir funcionalista por impedir situar las relaciones industriales en el ámbito de
exclusivamente el objeto de las relaciones industriales en términos de nor- la estructura y la desigualdad social.15 Definir el poder como la capacidad
mas es tanto como aceptar que su tarea sea la de lograr el mantenimiento de de un individuo o grupo de controlar su (sus) entorno físico y social, así
la estabilidad y la normalidad en la industria al centrar la atención en cómo como la capacidad de influir en las decisiones que toman o dejan tomar los
se contiene y controla un conflicto y no en ios procesos a través de los que se demás, como parte de este proceso, hará inteligible en su opinión una am-
generan esos desacuerdos (Hyman, 1981:21), De este modo, Hyman acaba- plia gama de conductas y acciones en el lugar de trabajo.
rá otorgando una gran importancia a la naturaleza y las fuerzas que modelan Recientemente, Richard Hyman ha reflexionado acerca de la evolu-
el conflicto convirtiéndolo en objeto de análisis en las investigaciones. Este ción de las relaciones laborales en Europa planteándonos tres escenarios
posibles: la erosión continuada de las relaciones laborales institucionaliza-
das con el consiguiente deterioro de las condiciones de trabajo, un proceso
12 Aunque existieron las llamadas tradición «optimista» (Marx y Engels) y «pesimis- de reforma elitista consistente en el establecimiento de un marco de regu-
ta» (Lenin y Trotsky), según se admitiera o no el potencial radical o revolucionario de los lación transnacional efectivo para contrarrestar los efectos negativos de la
sindicatos, tanto Marx como Engels manifestaron sus dudas acerca de ese potencial del
globalización neoliberal, y un movimiento de oposición desde las bases a
sindicalismo, llegando incluso a otorgar a los sindicatos un papel de resistencia ante los
abusos del capital más que el de promotores de un nuevo sistema político y económico.
Para profundizar.en estas dos tradiciones, véase Julieta Haidar (2010).
13 Según Alexander (1997), aunque las posturas radicales pluralistas encabezadas
por Fox se habían ya enfrentado con cuestiones más amplias de propiedad y control, para 14 Weber sostenía que, al margen de la situación del mercado, la situación de clases
estos la cohesión solo era posible mediante una mejora constante y actualización de las estaba también determinada por la cantidad y tipo de poder, El poder mismo, sin embar-
instituciones existentes en función de las cambiantes circunstancias del entorno y me- go, no derivaba necesariamente de las estructuras económicas sino que podía ser conse-
diante la determinación de los actores a perseverar en los compromisos}'concesiones. Por cuencia del poder existente en otros terrenos.
otro lado, aun sin dejar de reconocer el interés que paralas relaciones industriales tienen 15 Tanto Weber como Marx vieron la «clase social» en términos de rivalidades y
las normas debido'a la gran cantidad de estas y de instituciones existentes en el ámbito del conflicto de poder y, por ello, la desigualdad social y económica tenía una dimensión
trabajo y del empleo, Hyman intentará ampliar esa visión restrictiva basada principal- dinámica como resultado de los diferentes grupos de producción en los mercados. La
mente en el control normativo propia de pluralistas y funcional-estructuralistas poniendo clase derivará, por tanto, de «la cantidad y clase de poder», o la falta de él, para disponer
ahora el énfasis en la reglamentación del trabajo. de bienes o habilidades que comportan unos ingresos en cualquier orden económico.
56 Configuración teórica del modelo fordista de relación labora.1

través del cual las víctimas del neoliberalismo se constituirían en actores 4. EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN
sociales e impulsarían un cambio del equilibrio de fuerzas actual (Hyman,
DE LAS RELACIONES LABORALES
2015: 5-6). Ante tales hipótesis, Keune (2015: 62) preconiza que el desen-
lace real de la situación actual dependerá en gran medida de una «guerra
ideológica» en la que están involucrados muchos y muy diversos actores.
Aunque el discurso de ios actores políticos y económicos está muy arraiga-
do,, «las tensiones, el descontento y las protestas crecientes ponen también
de manifiesto la necesidad de ideas y visiones alternativas de la sociedad.
Han de seguir desarrollándose y articulándose discursos alternativos en
torno al trabajo decente, la calidad del empleo, la justicia social y la demo-
cracia económica».

A pesar del interés por los programas de acción determinados por es-
tructuras organizacionales e institucionales, la psicología social contribuirá
de forma decidida, a partir de ios años sesenta, a promover el estudio e
investigación de la gestión del conflicto y ios procesos de negociación
remitiéndonos a la esencia misma de los procesos de construcción de las
relaciones laborales. Todo ello nos conduce a considerar que las acciones y
los hechos son creados por ios individuos,1 obligándonos a reparar en sus
intenciones, deseos e incluso sentimientos. Por el momento, revisaremos
las bases teóricas que suscitaron los principales modelos.

4.1. Acción y eficiencia

A finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, emergerán


los modelos de intercambio social para dar cuenta de las relaciones inter-
personales. Estos modelos resultarán ser fundamentales para centrar la
atención en el control recíproco que sobre las recompensas y los costos pue-

1 Según García Calavia (2005: 30), codas estas aportaciones acabarán centrando su
interés en la capacidad del poder de adoptar la forma de una relación de intercambio entre
actores, en el margen de maniobra que dispone cada actor representando para sus adver-
sarios una fuente de incertidumbre, o ia capacidad de los actores de desarrollar diferentes
estrategias.
58 Configuración teórica del modelo fondista de relación laboral El proceso de construcción de las relaciones laborales 59

den llegar a ejercer las partes en una interacción social (Homans, 1999), El intercambio siempre acontecerá en lo que los economistas llaman un
imprescindible, a su vez, para lograr una relación social satisfactoria «mercado perfecto», restaurándose la armonía toda vez que se alcanza una
(Munduate, 1992: 153). Por otra parte, desde esta perspectiva nos encontra- división. Homans se enfrentará así tanto a las teorías estructural-funcionalis-
mos con algunas primeras contribuciones al complejo mundo de las emocio- tas4 como a las teorías versadas sobre la motivación humana, Criticará el
nes en estos procesos, si bien su estudio no emergerá con fuerza hasta la dé- énfasis por la elaboración de categorías y esquemas conceptuales incapaces de
cada de los noventa, Así, de la mano de dos de los máximos representantes llegar a explicar algo o de señalar causa alguna, manteniendo en su lugar que
de esta teoría, George C. Homans y Peter Bku, se establecerá que los indivi- las leyes de la conducta individual, tal y como las había definido Skinner,
duos «se sienten bien» (refuerzo positivo) cuando los beneficios exceden las eran suficientes para explicar toda conducta social en tanto que intercambio
inversiones y costes, y «se sienten mal» (refuerzo negativo) cuando sucede lo de actividad tangible o intangible más o menos gratificante o costosa.
contrario2 (Bericat, 2012: 7).
Los elementos capaces de explicar la conducta social serán las recompen-
Ideológicamente hablando, George Homans adoptará una perspectiva sas y los costes. El actor, en tanto que buscador racional de ganancias, com-
conservadora, liberal y reformista del sistema social.3 Según su teoría indivi- parará la cantidad de recompensas y la probabilidad de recibirlas en función
dualista y racional los individuos economizan, realizan intercambios y ac- de las diversas alternativas de acción. La ganancia se interpretará, por tanto,
túan en nombre de la eficiencia, lo cual obligaría a la sociología a introducir en términos de recompensa menos costo. Por otro lado, y al objeto de poder
a los hombres y a describir la conducta para poder explicar los rasgos reales llegar a predecir algo de forma precisa, Homans vinculará su principio de
de sociedades reales. Dada la racionalidad con la que se concibe la acción, la racionalidad con las proposiciones más conductistas, insistiendo en la necesi-
interacción se interpretará como un intercambio de sanciones y recompensas dad de trabajar a nivel preposicional de enunciados «si/entonces», incluyendo
en la que el actor solo se interesa por extraer el máximo provecho, un inter- en ocasiones enunciados de carácter emocional (Ritzer, 2001: 345-348):
cambio en donde ninguna de las partes de la negociación es más poderosa o
más racional, que otra. La conducta, por tanto, no está determinada por Proposición A (emociones negativas)
Si una persona no recibe por su actividad la recompensa que esperaba o
factores supraindividuales o restricciones materiales, todos los hombres con- recibe un castigo que no esperaba, sentirá indignación y, al sentirse indignado, los
tarán con un poder equivalente y estarán movidos por igual por la codicia. efectos de la conducta agresiva le valdrán de recompensa (Homans, 1974: 37).
Según Homans, de entre todas nuestras muchas «aproximaciones», aquella Proposición B (emociones positivas)
que considera la conducta social como una economía es la más ignorada,'y Cuando la acción de una persona recibe la recompensa que espera, especial-
mente una recompensa mayor que la esperada, o no recibe el castigo previsto, se sen-
eso a pesar de que es la que usamos en todos y cada uno de los momentos de tirá complacido; lo más probable es que realice la conducta aprobada, y los resultados
nuestra vida —excepto cuando escribimos sociología— (1999: 312). de esa conducíase convierten en más valiosos para ella (Homans, 1974: 39).

2 La intensidad y el cipo de emociones que provoca un intercambio social depende- 4 Alexander (1997) aprecia una diferencia fundamental entre la ideología de
rá, además, de otros muchos factores: el tipo concreto de intercambio, las características Homans y la visión liberal de Parsons. Este último, más humanista, entendía que los ac-
de la estructura o red social, el poder y dependencia relativa de los actores, el cumplimien- tores podían trascender sus propios intereses por el bienestar más general, pudiendo la
to o no de las expectativas, las normas de justicia pertinentes, o la causa a la que se atribu- sociedad institucionalizar la justicia colectiva. Para Homans, sin embargo, la idea de una
yan los resultados del intercambio (Bericat, 2012: 7). comunidad fraternal es una ilusión. Su modelo estaría basado más bien en la cooperación,
3 El intercambio racional, individual concibe que el equilibrio y la armonía se consi- no la comunidad, pues la cooperación es algo que se puede alcanzar a través de individuos
guen gracias al mercado acabando por beneficiar el interés de todos. Según Alexander que actúan según el principio «yo rasco tu espalda si tú rascas la mía», A este respecto,
(1997), Homans nos sitúa de vuelta a la ideología Locke, según la cual los hombres son Homans argumentaba que si Marx había enseñado que las teorías económicas y políticas
potencialmente cooperativos y tienen en cuenta los derechos de los demás, y Adam de la burguesía eran racionalizaciones de sus intereses, el proletariado no tenía, al margen
Smith, calificando la teoría del intercambio de Homans como utópica al estilo conser- de la justificación emocional, justificación intelectual para exigir mi dinero o mi vida. De
vador laissez-faire. ser todos «racionalizadores honestos», se podría dividir el botín sin pelear.
60 Configuración teórica, del modelo fordista de relación laboral El proceso de construcción de las relaciones laborales 61

No obstante, tai y como señaia Ritzer, ia indignación o ia frustración Según Ritzer (2001), en un intento por superar esta limitación y ela-
no estarán nunca referidas a un estado interno, sino a eventos externos y borar una teoría del intercambio a nivel societal, Peter Blau optará por
observabies. La previsibiiidad que pretende aicanzar Homans con su teoría integrar esas formas elementales de conductas basadas en el intercambio
sería dei todo imposibie si se incluyeran en su planteamiento estados men- entre individuo-individuo de Homans en estructuras de mayor alcance.7 El
tales internos y subjetivos, dado que su inclusión implicaría que los cálcu- resultado de tal esfuerzo derivará en dos visiones extremas micro/macro
los del actor estaban mediatizados por datos no racionales. Homans, por contrapuestas y separadas por las siguientes premisas: a) para analizar los
tanto, acabará afirmando que los estados internos no existen o, al menos, procesos de interacción social es necesario partir de la estructura social que
no independientemente de los datos externamente observables que se in- los rodea; b) aunque la estructura social emerja de ia interacción social, esta
fieren a partir de la conducta manifiesta. Los sentimientos e inclinaciones adquiere vida propia influyendo de nuevo en los procesos de interacción;
subjetivas nunca interfieren en los cálculos objetivos pues, en realidad, es- c) a nivel societal ios procesos son fundamentalmente diferentes'de los que
tán formados por ellos.5 se producen a nivel individual, por io que el conductismo no parece ser un
paradigma válido para analizar las estructuras sociales complejas.
Homans, que será criticado por este tratamiento de los estados men-
tales, lo será también por contraponer elementos contingentes/estructura- Tras adoptar esta postura, Biau planteará, en su libro Intercambio y
les. Para él las normas y los roles estarían referidos solo al marco colectivo poder en la vida social (1964), la existencia de otros mecanismos mediado-
e institucional de la acción, no a la acción misma, ya que el cambio cons- res para ia estructuración de aquellas relaciones sociales que, más que
tante al que se ve sometida la realidad concreta de la interacción hace in- emerger de los procesos de interacción propios de los grupos pequeños, se
viable dar por sentada la conformidad con las normas a la hora de explicar establecen de modo manifiesto en las organizaciones (sociedad o grandes
la acción.6 En la medida en que la interacción requiere de un cálculo e in- colectividades). En ellas no puede producirse una interacción social direc-
genio constantes, la visión del orden social se considera dependiente de la ta, pero resulta igualmente inevitable la diferenciación entre grupos (iide-
negociación continua. Las estructuras extraindividuales, como las normas razgo y oposición). Para ello recurrirá a los conceptos de normas y valores
o las condiciones, no parecen tener un efecto vinculante, lo que le llevará a (consenso valoraüvo) existentes en la sociedad en tanto que mecanismos
enfatizar los cálculos medios/fines con respecto a la eficiencia. Por otro mediadores capaces de posibilitar la integración y diferenciación social, y
lado, el control colectivo resultará del todo innecesario para Homans, lo de sustituir el intercambio social directo por el indirecto. Biau tuvo que
que le permitirá ignorar problemas como la desigualdad, la opresión o la describir el origen de las normas «como emergentes del intercambio», con
explotación. Si las pautas colectivistas derivan de la interacción entre indi- lo cual no llegará a ofrecer muchas más explicaciones que la teoría
viduos, el problema del orden tiene que ser necesariamente individualista. individualista,8 una teoría que, por otra parte, se propuso superar (Alexander,
Los procesos de intercambio se consideran, en definitiva, idénticos tanto a 1997: 159).
nivel societal como individual.

7 Biau acabará deformando al máximo esta teoría centrando su análisis en el inter-


cambio entre las grandes estructuras, lo que supuso un regreso al estilo parsoniano ai
5 Sus actores parecen no disponer de conciencia interna diferenciada de su activi- adoptar una posición macroestructural. Las teorías de Homans y de Blau basadas respec-
dad externa produciéndose un choque entre la lógica teórica y ia realidad empírica. Sin tivamente en el intercambio entre individuo-individuo y en el intercambio entre índivi-
embargo, Alexander (1997: 149) considera que «un teórico puede ignorar partes significa- duo-colectividad, pasarán a englobarse dentro de los enfoques extremos micro/macro
tivas de esta compleja realidad, pero no puede hacerlas desaparecer».
(Ritzer, 2001).
6 La idea de contingencia permitirá a Homans señalar que los individuos se fijan 8 Alexander (1997) señala que, tal vez, fuera esta incongruencia la que le hizo a
nuevas metas en respuesta a lo que concebimos como posible en cada contingencia/no Blau abandonar la teoría del intercambio abordando posteriormente una teoría «estructu-
solo según io que es coherente con metas previas y con normas generales. ral», planteando las restricciones extraindividuales de manera totalmente individualista.
62 Configuración teórica del modelo fordista de relación laboral El proceso de construcción de las relaciones laborales 63

Por otra parte, los trabajos deThibaut y Kelly contribuirán también al ilustración de la interdependencia». Por otro lado, el poder pasará a consi-
desarrollo de la teoría del intercambio tras publicar en 1959 su importante derarse como un elemento imprescindible para comprender no solo el con-
monografía sobre la Psicología social de los grupos. Siendo notables sus in- texto sino el mismo proceso de negociación, dada la fusión implícita que
fluencias lev/imanas, su trabajo incidirá de forma decisiva no solo en las se produce entre las tácticas elegidas por los negociadores y su percepción
propias formulaciones de George Homans, sino también en los análisis de de poder en relación con la otra parte. Entre las aportaciones más relevan-
Morton Deutsch sobre la aplicación de la teoría de los juegos a las negocia- tes para el estudio de la negociación de estos autores descritas por Ritzer
ciones interpersonales en los procesos de cooperación-competición, Para (2001), destacamos dos especialmente significativas, la que hace referencia
Thibaut y Kelly el grupo cumple una función instrumental al permitir a sus al «control del des tino/control de la conducta» y el concepto de «evalua-
integrantes alcanzar ciertos objetivos que, de otra manera, resultaría imposi- ción de resultados».
ble alcanzar. Centrados en la interacción de las relaciones diádicas comparti-
rán con la teoría del intercambio y con el conductismo la importancia de las Para Thibaut y Kelly el control del destino se produce cuando el actor A
recompensas y los costes. Las consecuencias entre los miembros de una rela- puede influir en los resultados de B, independientemente de lo que haga este
ción serán mejores cuanto más recompensante y/o menor sea el coste que la último, mientras que control de la conducta se producirá cuando variando A
conducta que cada uno pueda llegar a producir en el otro, y viceversa. su conducta B desee también cambiar la suya. Por su parte, la evaluación de
los resultados será la que permita al actor determinar el grado de satisfacción
Partiendo de estas premisas, Thibaut y Kelly avanzarán en el desarro- dependiendo de cuáles sean los resultados que cree que merece de la-relación
llo de los conceptos de poder y dependencia. Para ellos, la dependencia
y de que estos se mantengan por encima o por debajo del nivel de compara-
implica que los resultados de .un actor son determinados por la interrela-
ción (NC). Este nivel se basará en la experiencia simbólica o personal de la
ción entre su conducta y la de los demás. La dependencia existe, por tanto,
totalidad de resultados conocidos por el actor, mientras que por medio del
cuando los resultados de un actor son contingentes no solo a la propia
nivel de comparación para las alternativas (NCalt) el actor decidirá si seguir
conducta, sino a lo que los otros autores hacen simultáneamente y/o en
o no manteniendo la relación en base a las mejores alternativas disponibles,
respuesta a la conducta de dicho actor (Munduate, 1992: 208-209). Esta
es decir, las más beneficiosas y las menos costosas.10
dependencia mutua 9 será la que establezca los límites con respecto a la
cantidad de poder que cada uno puede ejercer sobre el otro, un poder que Por su parte, la denominada matriz de resultados, elaborada para ana-
definirán como la cantidad de resultados positivos y/o negativos por los lizar las pautas de interdependencia visualizando todos los acontecimientos
que una persona puede ser movilizada por otra. posibles que pueden suceder en la interacción entre A y B, será amplia-
mente utilizada durante los años sesenta-setenta incidiendo en posteriores
Las contribuciones de todos estos planteamientos para el estudio déla
desarrollos del intercambio social. Como veremos en el segundo capítulo,
negociación fueron notables. En principio, las derivaciones del estableci-
Bacharach y Lawler (1981), a partir de las aportaciones de Emerson y de
miento de una relación de interdependencia conformarán un elemento
Thibaut y Kelly, enfaüzarán la importancia del poder para el carácter interac-
característico de todo proceso negociador, por lo que la negociación llegará
tivo y dinámico del proceso de negociación. La importancia del poder para
a ser interpretada por algunos autores como Rubin como «la quintaesencia
el contexto de la negociación parte del principio de que para que un conflic-
to latente pase a ser negociado es necesario que cada parte tenga algún poder

9 En base a la relación de interdependencia propuesta por estos autores, Bacharach


y Lawler propondrán que la negociación surge a partir de dos circunstancias: la escasez de
recursos que origina la competición entre aquellos que necesitan los mismos recursos y 10 Según Ritzer (2001), este planteamiento proporcionó las bases para alguna de las-
una asignación desigual de los mismos creando la necesidad de intercambiar entre las ideas de Emerson sobre las redes sociales, convirtiéndose en una figura central de la teoría
partes (Munduate, 1992). del intercambio al intentar desarrollar un enfoque integrado macro-micro.
64 Configuración teórica del modelo fordista de relación laboral El proceso de construcción de las relaciones laborales 65

sobre ei otro. Cuanto más desigual sea la distribución de poder mayor será la sociabilidad, ei ser humano asume permanentemente ei papel del otro
la probabilidad de que las decisiones sean no negociadas o que las diferen- viéndose y valorándose a sí mismo desde la perspectiva del otro, lo que
cias de interés sean ignoradas por la parte más fuerte, no pudiendo ser re- implica imaginar corno nos ve la otra persona, cómo juzga nuestra aparien-
clamadas por la más débil. cia, y una especie de auto-sentimiento, sea de orgullo o de mortificación.
A partir de ia capacidad de verse el actor a sí mismo como objeto social,
4.2. El significado de la interacción Mead14 establecerá dos fases bien diferenciadas para explicar las propiedades
que emergen de la acción: ei «yo», incluyendo en él aquellos elementos im-
El carácter antideterminista de la escuela interaccionista representa, previsibles y creativos en tanto que fuente de innovación de ia sociedad, y el
tal y como expresó Strauss (1978), una de las tradiciones más hospitalarias «mi», o conjunto organizado de actitudes de los demás asumidos por el actor
con la negociación como proceso central de las organizaciones sociales.11 representado como control social.15 Dicho esto, y en un intento por mante-
Su incidencia en la evolución del pensamiento organizativo derivará de su ner viva ia tradición de Mead, Blumer no solo establecería las bases dei inte-
concepto de negociación como un intercambio o interacción entre diver- raccionismo simbólico, sino que constituirá uno de ios primeros intentos
sos miembros que cuentan con diferentes intereses y en las que las metas en trasladar todos esos principios a las relaciones laborales. Según Ibáñez
no cabe ya interpretarlas como una imposición social de la realidad, sino (1990: 128), estas bases se sustentarán en las siguientes premisas:
como resultado del propio proceso de negociación. Ai igual que con la a) Dimensión fenómeno lógica de la realidad social. Para explicar ia
teoría del intercambio, repasaremos brevemente las principales bases teóri- conducta humana es necesario ir más allá de las características
cas que han servido de fuente de inspiración para muchos de los modelos objetivas de las situaciones sociales y entender cuál es la definición
centrados en el estudio de los procesos de negociación. subjetiva de tal situación.16
En esencia, ei interaccionismo simbólico supuso para la psicología b) El significado de los objetos emerge a partir de las interacciones sociales.
social la vuelta a lo fenomenoiógico, a lo subjetivo, al selfy a la concien- El conocimiento de lo social se adquiere a través de la propia acti-
cia.12 Serán los seres humanos los que construyan la realidad interaccio- vidad desplegada por el sujeto en el transcurso de las interaccio-
nando13 con otros seres humanos mediante el uso de símbolos, llegando nes.17 Ello apunta a dos supuestos básicos del pensamiento de
incluso a ubicar ia dinámica emocional en ei núcleo de la interacción so-
cial. Como señala Berícat (2012: 8), a través de este mecanismo básico de
14 Concibiendo los procesos mentales como formas de acción, la principal prioridad
para George Herbert Mead será la de descubrir los procesos por los cuales la mente y el
.rc/femergen en. el propio transcurso de la interacción social. Conciencia y acción se hallan
11 Munduate (1992) ofrece un interesante resumen del análisis del orden social ne- estrechamente interrelacíonadas sin posibilidad de separarlas, lo que permitirá situar los
gociado de Anselm Strauss. fenómenos mentales en la experiencia social y los procesos sociales.
12 Comenzará su andadura allá por los años veinte a raíz, de una reflexión teórica del 15 Será la identidad del yo la que constituya la dinámica subyacente a la estimulación
pragmatismo filosófico de la obra de Dewey, dei conductlsmo psicológico de Watson, de emocional. De este modo, cuando nos confirman nuestra imagen experimentamos emo-
autores procedentes de la Escuela de Chicago como Cooley y Thomas, y de otras influen- ciones positivas, y viceversa. «Los individuos tratarán así de confirmar en todo momento
cias como la de Simmel. De todas ellas surgirán los presupuestos básicos del interaccio- tanto ia propia imagen general que tengan de sí-mismos (auto-concepto), como las iden-
nismo simbólico, como la de los significados compartidos, la intersubjetividad o la pro- tidades particulares con las que actúan en cualquier episodio de interacción (identidad de
positividad de la conducta. rol)» (Bericat, 2012: 9).
13 Según Alexander (1997: 171), «en la medida en que Mead logra enlazar actitud 16 Ibáñez (1990) nos recuerda el acercamiento con el socio-gestaltismo al privilegiar
con respuesta, evita dar a la comunidad el estatus residual que tiene en obras más Indivi- Lewin y Heider el significado que tiene la situación para el individuo, si bien dejarán de
dualistas», si bien no escapa totalmente del dilema individualista al sostener que el sentido lado el hecho de que la génesis de los significados se ubica en la propia interacción social.
de un gesto no está determinado por un sistema simbólico previo sino por el gesto mismo 17 No se trata de que los demás nos enseñen cuál es el significado de las cosas (teoría
del que responde. del aprendizaje social) ni que los demás nos trasmitan ese significado.
66 Configuración teórica del modelo fordista de relación laboral El proceso de construcción de las relaciones laborales 67

Mead y la filosofía pragmatista. Por un lado, la reflexividad en- proceso de interpretación, a través del cual los actores construyen sus accio-
tendida como propiedad esencial del ser humano y condición de la nes. En este sentido, las relaciones industriales solo cabe definirlas como
interacción social por la que el individuo tiene la capacidad de si- «intrínsecamente tensas, móviles e inestables», Las relaciones industriales
tuarse en la posición de los demás y de contemplarse a sí mismo constituían para Blumer una zona fluida sin estructurar en donde los factores
como objeto para los demás; por otro, la actividad en la cons-
colectivos puede que inicien el conflicto entre obrero y empresa pero nunca
trucción del conocimiento. Esta no surge de la mera racionali-
determinarlo,18 de ahí que el orden resulte imprevisible y no se pueda expli-
dad, sino que se construye a través de la intervención concreta
car, tan solo describir a medida que este se despliega (Alexander, 1997: 18).
sobre las cosas.
Una importante limitación de la teoría de Blumer se encuentra en el
c) EL carácter activo del agente humano, En la estructuración activa de
la realidad la construcción del significado de una situación resulta hecho de no haber otorgado a las estructuras colectivas un poder causal,
de un proceso de negociación interpersonal a través del cual se va limitación que le convertiría en un pragmatista mucho más individualista19
perfilando el significado compartido de la situación, que Mead situándolo más bien en el interaccionismo psíquico que en el
conductismo social. Según Blumer es el receptor el que asigna a los símbo-
Blumer logrará así oponerse tanto a las perspectivas macrosociológicas
los los significados de acuerdo con el modo en que los interpreta, por lo
como a las reduccionistas de corte psicologista. Criticará a las teorías ma-
que estos no pueden considerarse ni universales ni objetivos.20 Por ello, aun
cro por tratar la conducta humana como si fuera un mero producto de
cuando en alguno de sus pasajes se vea obligado a reconocer la existencia
factores previos o llevados a la interacción por los actores con capacidad de
influir en los seres humanos. Para Blumer las macroestructuras de la socie- de estructuras su.praindividuaJ.es y a aceptar que, cuando las personas ac-
dad serán simplemente contextos donde poder encuadrar la acción y la
interacción, estos contextos podrán llegar a condicionar la acción de los
seres humanos pero nunca determinarla. De este modo, Blumer otorgará a 18 Blumer rechazará, por tanto, todos aquellos enfoques que adoptan una perspecti-
los actores plena soberanía y control absoluto, de lo contrario no haríamos va histórica centrándose en las tendencias de largo plazo del desarrollo social, o aquellos
que contemplan las relaciones industriales como «prácticas organizadas y rutinas consue-
sino negar la posibilidad de que la sociedad pudiera llegar a convertirse en tudinarias» o como si fueran relaciones estratificadas.
aquello que ellos desean. Igualmente censurará el hecho de concebir las 19 Tal y como señala Ritzer (2001), Mead estaría asociado más bien al «realismo filo-
acciones como si estuvieran dictadas por las actitudes, como si estas fueran sófico» que, partiendo de la premisa de que las cogniciones y conductas de los individuos
están controladas por el conjunto de la sociedad, se interesará por conocer cómo la sociedad
tendencias «preorganizadas» o determinadas por impulsos incontrolables, constituye y controla los procesos mentales de los individuos. Por el contrario, el «pragma-
pues ello nos obligaría a referir la conducta humana a meros estímulos tismo nominalista», relacionado directamente con Dewey y James, e incompatible hasta
externos. En definitiva, ninguna de estas visiones mecanicistas analiza el cierto punto con la perspectiva anterior, presentará a los actores como «existencialmente li-
bres» para aceptar, rechazar, modificar o definir las normas, los roles, las creencias, etc., de
proceso por el que los actores construyen su significado, la comunidad de acuerdo con sus intereses personales y planes del momento.
20 Alexander (1997: 178) se hará eco de esta importante cuestión al plantear que, si
En base a todos estos planteamientos, Blumer concluirá, en su artículo bien el reconocimiento de la interpretación entre el estímulo y la respuesta supone un
La teoría sociológica en las relaciones industriales, publicado en 1947, que el elemento de gran interés de la teoría de Blumer, su insistencia en la interpretación traerá
problema de las teorías existentes de las relaciones industriales residía en que consigo también ciertas desventajas o errores. En primer lugar, llegará a enfatizar la inter-
pretación a expensas del intercambio equiparando la naturaleza del objeto con el signifi-
el pensamiento sociológico no se había forjado a partir de consideraciones cado. En segundo lugar, reducirá la actitud y el estímulo a la respuesta dado que es el
empíricas. Dado que los acontecimientos se fraguan a raíz de incontables y gesto, la respuesta del individuo, lo que determina la actitud y no a la inversa, retrocedien-
variadas discusiones de evaluaciones de situaciones complejas, de cálculos do así al aspecto más individualista del pragmatismo opuesto claramente a la fuerza so-
cial. Blumer sugiere que la cultura deriva claramente de lo que hacen las personas.
acerca de la oportunidad de la acción, y de amenazas y oportunidades brin- Alexander considera a este respecto que Mead no hubiera ido tan lejos, argumentando
dadas por el juego de los acontecimientos, resultaba imprescindible captar el que lo que hacen las personas deriva en gran parte de la cultura.
68 Configuración teórica del modelo fordista, de relación laboral El proceso de construcción de las relaciones laborales 69

túan, comparten significados preestablecidos21 acerca de lo que se espera de Pero la interacción no solo se produce a raíz de la información aportada
la acción de ios otros pudiendo llegar incluso a guiar su propia conducta, mediante referencias simbólicas y signos (vehículos de signos), sino tam-
Blumer volverá finalmente a otorgar a todos estos factores un estatus resi- bién mediante inferencias realizadas a partir de esos datos. «Vivimos por
dual, volviendo a reafirmarse en la idea de que la acción conjunta se forma inferencia», de modo que los otros llegarán igualmente a hacer inferencias
en cada interacción. La existencia de un orden social y de factores estruc- acerca de nuestras intenciones e identidad.23
turales colectivos se mostrará, en definitiva, incapaz de explicar cómo se
produce el orden. Goffman adoptará así una perspectiva estratégica de la interacción
donde además los individuos pueden manipular sus sentimientos (1959).
En este sentido, será Erving Goffman quien contribuya de forma de- El actor, en busca de su propio Ínteres, utiliza la astucia mediante el engaño
cidida al esclarecimiento de esta gran polémica al tratar de dilucidar la y el fingimiento,24 así como prácticas defensivas para salvaguardar las im-
naturaleza de una dialéctica que permita conjugar la incorporación de nor- presiones. «Cuando el individuo se encuentra en la inmediata presencia de
mas e instituciones sociales capaces de guiar las actividades del individuo y otros, su actividad tendría un carácter promisorio» pues «cuando un indi-
la continua creación-recreación de esas normas e instituciones a través de viduo comparece ante otros, habrá por lo general alguna razón para que
la propia actividad de las personas (Ibáñez, 1990: 131). Con gran creativi- movilice su actividad de modo que esta transmita a los otros una impresión
dad, Goffman logrará superar esa referencia residual del colectivismo pro- que a él le interesa transmitir» (1987: 14). Ahora bien, cuando un indivi-
pia de este interaccionismo simbólico combinando su visión más indivi- duo se presenta ante otros y proyecta una definición de la situación, los
dualista basada siempre en la omnipreséñela de la manipulación con una
otros proyectarán, a su vez, una definición en virtud de su respuesta por
concepción colectivista del orden social.22 En definitiva, la importancia
muy pasivos que estos nos puedan llegar a parecer.
que Goffman otorgará ai manejo de impresiones, a la manipulación, a la
definición de la situación, así como la defensa de que las emociones que Los otros pueden resultar impresionados de manera adecuada por los
emergen en los procesos de interacción jugando un papel fundamental en esfuerzos del individuo o interpretar erróneamente la situación llegando a
el control social nos obliga a detenemos, aunque solo sea brevemente, en conclusiones que nada tendrían que ver ni con la intención del individuo
algunas de sus aportaciones más significativas. ni con los hechos. Por lo general, ambas definiciones se armonizarán sufi-
cientemente entre sí evitando que se produzca una abierta contradicción.
Partiendo de la expresividad del individuo y de su capacidad de pro-
Según Goffman, este consenso y esta armonía se deben más bien a la ex-
ducir y manejar impresiones, Goffman defenderá la idea de que cuando un
pectativa de que cada participante reprima sus sentimientos sinceros inme-
individuo aparece ante otros sus acciones influyen en la definición de la
diatos y transmita una opinión de la situación que siente que los otros
situación que ellos llegarán a tener. Por otra parte, y dado que la adquisi-
ción de información le permite al individuo saber qué es lo que «él espera puedan llegar a encontrar aceptable, ai menos temporalmente. El manteni-
de ellos y lo que ellos pueden esperar de él», resulta inevitablemente que se miento de esta apariencia de acuerdo, esta fachada de consenso, se ve faci-
genere un cierto control sobre las impresiones de los demás (1987: 18).

23 La importancia de tales procesos de inferencia se revela porque según Goffman


mediante los «vehículos de signos» se transmitirá información, pero durante la presencia
21 En Blumer los significados preestablecidos hacen referencia a lo que Parsons de- inmediata de los otros pueden tener lugar pocos acontecimientos que aporten información
nomina normas y valores. concluyente para dirigir su actividad, ya que «muchos hechos decisivos se encuentran más
22 En Goffman se advierten dos etapas claramente diferenciadas. En la primeraj allá del tiempo y del lugar de la interacción o yacen ocultos en ella» (Goffman, 1987: 14).
utiliza el teatro como metáfora de la vida cotidiana centrándose en los actores, la acción 24 El individuo transmite intencionalmente información errónea por medio de la
y la interacción; en la segunda, se producirá un acercamiento hacia un análisis de las pe- comunicación, tanto de la que se «da» como de la que «emana» del individuo. La prime-
queñas estructuras de la vida social, Por ello, algunos autores no parecen muy dispuestos ra involucrará engaño, la segunda fingimiento, ya que solo el actor puede conocerla
a incluirlo, al menos en sentido estricto, en el interaccionismo simbólico. (Goffman, 1987).
70 Configuración teórica del modelo fordista de relación laboral El proceso de construcción de las relaciones laborales 71

litado por el hecho de que cada participante encubre sus propias necesida- dúo por vigilar y dirigir las implicaciones simbólicas de los actos cuando se
des tras aseveraciones que expresan valores que todos los presentes se encuentra frente a un objeto por él valorado. Tales reglas ceremoniales (de
sienten obligados a apoyar de palabra (1987: 21). evitación y de presentación) se expresan según Goffman de dos modos:
En este sentido, el individuo de Goffman no solo está individuado, «por nuestro aspecto físico, nuestra ropa y nuestra manera de expresarnos
sino también alienado, no pudiendo nunca revelar su self verdadero. Las corpo raimen te, y por los gestos de deferencia por los que, bien evitamos al
«máscaras» a las que hace referencia constituyen un «equipo expresivo es- indeseable, bien reconocemos al celebrado. Gracias a tales reglas, los indi-
tándar» compuesto por la ambientarían, la apariencia y los modales. El ac- viduos mantienen su amor propio y confirman o degradan, el de sus inter-
tor está orientado hacia un conjunto de restricciones culturales y así las locutores. El uso concienzudo de tales rituales sirve para hacerse un hueco
máscaras subsumen la actuación individual en el control social, La másca- en los universos competitivos»... «La falta de dominio de los rituales puede
ra, por tanto, no es el producto único del individuo, sino el producto de arrostrar a los individuos a los nodulos más pobres de las redes filosóficas,
las «expectativas abstractas y estereotipadas» de una «representación colec- hundir su energía emocional y condenarles a la parálisis intelectual e inclu-
tiva». Cuando un actor adopta su papel social establecido, encuentra que so humana» (Moreno, 2007: 126).
ya se le ha fijado una máscara particular.
Tal y como veremos en la segunda parte, el camino iniciado por Er-
Goffman, en definitiva, establecerá un modus vivendi interaccional se- ving Goffman culminará, aunque de forma radical, en la obra de Randall
gún el cual los participantes contribuyen a una única definición de la situa- Collins. Como señala Moreno (2007: 119), Collins (2004) resumirá la
ción que, lejos de ser un acuerdo real, representa un acuerdo acerca de las teoría de Goffman en base a una serie de elementos. En primer lugar, la
demandas temporalmente aceptadas. Junto a este tipo de acuerdo se pro- presencia como condición de una interacción capaz de generar, focos co-
ducirá otro en referencia a la conveniencia de evitar un conflicto manifies- munes de atención. En segundo lugar, la conversación, que cuando capta
to de definiciones de la situación. Este tipo de acuerdo, al que Goffman se la atención de los participantes funciona como una especie de trance socia-
referirá bajo la denominación de «consenso de trabajo», se producirá al lizado provocando una suerte de «unión mística». En tercer lugar, un ritual
margen de cuál sea la escena en la que se concrete la interacción. Los acto-
presionando en favor de la solidaridad social y capaz de producir objetos
res tienen un fuerte deseo de conformarse con los valores oficialmente
sagrados,26 aunque en la sociedad moderna estos sean evanescentes. En
acreditados de una sociedad. La realidad es frágil, puesto que a través de la
cuarto lugar, la violación de las propiedades supuestas en la interacción
interacción se piensa en sanciones y se ofrecen recompensas, de manera
ritual conllevará la sanción del desviado,
que cada matiz de diferencia está sometido a una interpretación continua.
En consecuencia, tienden a «idealizar» sus actuaciones cargándolas a me-
nudo de un rasgo ceremonial. 4,3. Estrategias y procesos de negociación
Al contrario que Emile Durkheim,25 Goffman otorgará un valor cen-
Todas estas fuentes de inspiración despertarán la necesidad de dilucidar
tral a las reglas ceremoniales. Para él un ritual supone una actividad que,
los propios procesos de construcción de las relaciones laborales, La teoría de
por muy simple y secular que sea, siempre implica un esfuerzo del indiví-
Walton y McKersie (1965) constituye todo un clásico en el estudio de la
negociación colectiva por representar uno de los primeros intentos por deter-

25 Durkheim otorgó a las reglas sustanciales una importancia en sí mismas por los
asuntos que trataban independientemente de cuáles fueran las intenciones expresivas del
sujeto, reservando a las reglas ceremoniales la expresión del individuo de cómo se consi- 26 Goffman vincula los dos dominios de Durkheim, lo sagrado y lo profano, e intro-
dera a sí mismo y cómo considera a los demás (Moreno, 2007). duce la sacralidad en los flujos triviales de la vida profana (Moreno, 2007: 120).
72 Configuración teórica del modelo fordista, de relación laboral EL proceso de construcción de las relaciones laborales 73

minar la naturaleza de las estrategias adoptadas por los negociadores.27 Inspi- En la negociación integrativa, se tratará de realizar una mejor distribu-
rada en la teoría de los juegos, el modelo microsocial de las negociaciones ción de los beneficios entre las partes tras la búsqueda de soluciones con-
laborales que nos presentan partirá de la idea de que en todo proceso nego- juntas a sus problemas. Aquí la cuestión es encontrar alternativas que pue-
ciador se producen constantes intercambios que obligan a las partes a redefi- dan beneficiar a ambas partes, lo que nos remitirá a una situación que en
nir sus intereses y a modificar sus comportamientos y estrategias, afectando terminología de la teoría de los juegos se denominará de suma variable. En
con ello al clima de la negociación. La comprensión de los componentes este tipo de relación las partes se acercan a ia negociación con una conduc-
psicológicos de la conducta de los negociadores que se desarrollan durante ta exploratoria, desarrollando estrategias para identificar comúnmente el
los procesos de negociación formal entre grupos requiere reparar, según estos problema, buscar nuevas posibilidades y alternativas de solución, estable-
autores, en al menos cuatro «subprocesos» o «sistemas de actividad»: la inte- cer un orden de preferencias para las diversas soluciones, o alcanzar un
racción competitiva, la integrativa, la intraorganizativa y el subproceso de acuerdo conjunto sobre una solución particular que sea satisfactoria para
reestructuración de actitudes (Munduate, 1992: 162). ambas partes. La presencia de terceras partes con funciones mediadoras
La interacción competitiva será descrita como negociación de perdidas- será, por tanto, considerada como un instrumento integrativo.
ganancias o conflicto de suma cero. Lo ~que una parte gana la otra lo pierde, Aunque la interacción competitiva y la integrativa sean las que en pos-
por lo que un incremento en ios beneficios de una parte implica necesaria- teriores investigaciones alcancen un mayor protagonismo por parte de ia
mente un descenso proporcional en ios beneficios de la otra. Un aspecto comunidad científica, "Walton y McKersie incluirán en su teoría otros dos
central de este tipo de negociación será la determinación de objetivos desea- subprocesos. Con la negociación intraorganizativa harán referencia al siste-
dos como resultados de la negociación (o punto de referencia) y la determi- ma de actividad que permite consensuar ios objetivos en el seno de cada una
nación de los objetivos mínimos a lograr por debajo de los cuales los nego- de las partes. Los negociadores influyen sobre sus representados a la vez que
ciadores estarían dispuestos a-romper la negociación (punto de resistencia). son influidos por estos. Por su parte, en el subproceso de reestructuración de
En base al establecimiento de tales objetivos, se generará una zona de actitudes se incluirán aspectos de carácter socioafectivo como las relaciones de
contacto o negociación que podrá ser positiva o negativa en la medida que amistad, hostilidad, confianza o respeto. La importancia otorgada a este sub-
se produzca o no un solapamlento entre los respectivos puntos de resisten- proceso de la negociación derivará fundamentalmente de la implicación de
cia establecida por los actores. Si el punto de resistencia de la dirección es valores humanos que todo conflicto conlleva, aunque desgraciadamente esta
inferior al punto de resistencia de ios sindicatos, nos encontraremos ante dimensión no acabaría suscitando demasiado interés.
una zona de contrato negativa (rechazo de oferta inaceptable), mientras Este subproceso de reestructuración de actitudes constituye todo un
que si se produce un soiapamiento entre ambas nos hallaremos ante una verdadero proceso socioemocional e interpersonal tendente a modificar
zona de contrato positiva. Las técnicas competitivas al servicio de este tipo actitudes y estilos de relación entre las partes (Blandí, 2003). Para Walton
concreto de interacción estarán encaminadas bien a intentar desvelar el y McKersie son las actitudes de cada bando, tomadas en su conjunto, las
punto de resistencia de la otra parte, bien a que modifique su percepción que definen la relación que existe entre las partes. Esta dimensión actitudi-
sobre los objetivos planteados, bien a convencerle de la improbabilidad de
nal se traducirá, por tanto, en el establecimiento de unos determinados
conseguir sus objetivos.
módulos de relación que llegará a interaccionar con el propio proceso de
negociación, entendiendo por módulo de relación el «conjunto de actitu-
des recíprocas que corresponden a las partes en su mutua interacción»
27 Los dos cipos básicos de interacción son los que han descrito básicamente ia con- (Walton y McKersie, 1965).
ducta de las partes en conflicto definidas como distributiva e integrativa (Walton y
McKersie, 1965; Ikle, 1964; Morley yStephenson, 1977; Ware, 1980). Posteriormente, se Como podemos observar en la figura 2, en la que se resumen los dife-
incluiría un tercer tipo definido como de interacción mixta (Schelling, 1960). rentes módulos de relación, Walton y McKersie recurren a la dimensión
74 Configuración teórica del modelo fordista de relación laboral El proceso de construcción de las relaciones laborales 75

más general de las actitudes, es decir, a su orientación motivacional. Así, El planteamiento de Walton y McKersie logró, sin duda, esclarecer
desde Una orientación competitiva las partes se ven orientadas a derrotar al algunas de las diferencias existentes entre ios distintos tipos de interacción
otro en un intento por maximizar su ventaja relativa, aunque ello pueda y las actitudes y conductas requeridas en cada una de ellas por parte de los
acarrear algún sacrificio para sus propios intereses. Desde una orientación negociadores. Sin embargo, esta teoría sería posteriormente criticada y su-
individualista las dos partes van en busca de sus propios intereses, pero sin perada mediante el desarrollo de otros modelos que dejarán de concebir las
motivación para ayudar o perjudicar a la otra parte, Finalmente, la orien- dimensiones competitiva y cooperativa como alternativas separadas. Como
tación cooperativa se caracteriza por la preocupación mutua por el bienestar señala Munduate (1992), para Pruitt (1983), estas dimensiones se hallarán
del otro sin olvidar obviamente el suyo propio. entrelazadas, para (Duckman, 1977), en toda negociación se dan conjunta
y simultáneamente motivos para competir y motivos para cooperar. En
FIGURA 2 otros modelos, como los elaborados por Morley y Stephenson (1977),
REESTRUCTURACIÓN DE ACTITUDES Y MÓDULOS DE RELACIÓN Bacharach y Lawler (1981), Bazeman (1983) y Hall (1983), recurrirán al
Dimensiones de Contención- término de «motivación mixta» como modo de referirse a este conjunto de
Conflicto Acomodación Cooperación Colusión
las actitudes Agresión componentes integrativos y distributivos presentes en todo contexto de
Orientación Tendencias competitivas a Política indi- Tendencias cooperativas a negociación, una combinación en definitiva de motivos de cooperación y
mocivacional y destruir o a debilitar vidualista de ayudara mantener de competición. Dado que las partes desean llegar a un acuerdo, estas no
tendencias de la abstención
tienen solo un motivo para competir en orden a obtener una relación que
acción enere sí
sea lo más ventajosa posible para ellos, sino también un motivo para coo-
Nivel Negociación Reconoci- Aceptación Completa No
de confianza déla miento de del statu quo legitimidad aplicable perar con el objeto de llegar a un acuerdo. En el segundo capítulo, se abor-
en la dirección legitimidad ello a regaña- darán algunos de estos modelos.
o ejecución de los dientes
asuntos
Creencia Extremada Desconfianza Confianza Confianza Confianza
en la legitimidad desconfianza limitada extendida basada en
del otro el mutuo
potencial de
chantaje
Grado de Odio Antagonismo Neutralismo- Amistad Intimidad
amistad cortesía (relación de
tiempo cuasi
amoroso)
FUENTE: Walton y McKersie (1965).

Atendiendo a estas orientaciones motivacionales se establecerán cinco


posibles módulos de relación. De la orientación competitiva surgirán los
módulos de conflicto y contencióm'agresión, de la orientación individualista
el módulo de acomodación, y de la orientación cooperativa los módulos de
cooperación y de colusión. Aunque esta clasificación refleja la tendencia cen-
tral de las actitudes mantenidas por los miembros, los autores incluirán
también otras dimensiones de la actitud como las creencias en cuanto a la
legitimidad del otro o los sentimientos de amistad-hostilidad mutuos.
SEGUNDA PARTE
NUEVOS ELEMENTOS PARA EL ANÁLISIS
DE UN MODELO POSTFORDISTA
DE RELACIÓN LABORAL

i
INTRODUCCIÓN

Los enfoques teóricos que vinieron sustentando ei modelo fordista de


relación laboral se quedarán sin apenas capacidad de análisis y predicción
ante el cambio de escenario1 que se irá generando a partir de los setenta.
Por ello, el principal cometido a lo largo de esta segunda parte consistirá en
ir destacando alguno de los elementos más relevantes en base a los cuales
poder reflexionar y entender el proceso de cambio hacia este nuevo mode-
lo postfordista de relación laboral.
Al objeto de proporcionar una panorámica general, nos detendre-
mos, en primer lugar, en el debate generado en torno a si hemos o no
traspasado el umbral de la modernidad. Aceptemos o no uno u otro ex-
tremo, lo cierto es que el término postmodernidad2 nos recuerda que
existe una nueva dirección distinta a la establecida por aquella teoría de
la modernización desarrollada a lo largo de todo un siglo. El estado bu-
rocrático, la cadena de montaje de la producción en masa, el sindicato de

TEMA PARA EXPOSICIÓN 1 Los nuevos retos planteados modifican, sin duda, el papel de los actores tradicio-
nales en las relaciones laborales, implican nuevas acciones y compromisos y una visión
CAPÍTULO 9 Y 10 diferente y dinámica del mundo del trabajo (Vega, 2006).
2 La denominada postmodernidad, fruto de los valores asociados a los movimien-
tos contra-culturales y anti-modernistas de los años sesenta, logrará afianzarse a media-
dos de los setenta (Fernández Rodríguez, 2007¿.- 29).
80 Nuevos elementos para el análisis de un modelo p o stfordista... Introducción 81

viejo cuño, y la corporación jerárquica se situarán finalmente ante una La sociedad dejará así de basarse en la industrialización, en la manufactura
encrucijada (Inglehart, 1999). de bienes materiales, y en el poder de la máquina y la factoría para pasar a
Ciertamente, el pesimismo de los ochenta generado en torno a los centrarse en la producción de servicios y en el conocimiento en tanto que
debates de los años setenta logrará atemperarse con la reivindicación de un recurso indispensable (Novick, 2010).
nuevo individualismo. Este será percibido como sinónimo de libertad Una vez abordado este debate, nos detendremos, en segundo lugar, en
frente a esas estructuras capaces de aprisionar a los individuos y a concep- otro de los elementos esenciales para comprender todo este cambio de
ciones totalizantes como las del socialismo real o las del capitalismo orga- modelo de relación laboral, la denominada crisis del sistema de producción
nizado (De la Garza, 2011: 25). Sin embargo, no será hasta el inicio de la fordista. La organización tradicional del trabajo pensada y diseñada para
década de los noventa cuando definitivamente se cuestione esa sociedad producir en grandes series se mostrará rígida ante la inestabilidad e incer-
moderna sobre la que se fue configurando el modelo fordista de relación tidumbre de los mercados, la diversificación de la producción y las varia-
laboral, una sociedad basada en el predominio de la lógica, la razón y el ciones de ia demanda. Todo ello evidenciará las grietas del taylorismo4 que
orden estructurado. El término postmodernismo abogará, al menos para se concretarán en un exceso de ia capacidad productiva instalada, existen-
algunos, por «una sociedad más humana y con más espacio para la autono- cia de altos costes fijos de mantenimiento de infraestructura, exceso de
mía individual, la diversidad y la autoexpresión» (Inglehart, 1999: 14). No plantilla y, sobre todo, una organización del trabajo «rígida» con dificulta-
obstante, algunos autores como Harvey (1998), uno de los principales ex- des para adaptarse a los mercados. De este modo, comenzará a imponerse
ponentes de la corriente neomarxista del postmodernismo, alertarán sobre un nuevo sistema de producción mucho más flexible5 bajo un telón de
algunos problemas asociados a las ideas postmodernistas,3 tales como el fondo basado en la recuperación de cierta filosofía del laissez-faire y la des-
peligro de evitar el enfrentamiento con la realidad económica y política regulación de los mercados de capitales y del trabajo (Alonso y Fernández,
actual o con las circunstancias del poder mundial. 2013¿), pero también en un nuevo modelo plagado de valores pro-empre-
En este contexto, y tras el afianzamiento de las medidas neoliberales sariales que girarán en torno al compromiso con la empresa (Fernández
que traerán consigo las apuestas conservadoras de Ronald Reagan y Mar- Rodríguez, 2007¿z).
garet Thatcher para hacer frente ai declive industrial de los setenta, ios Llegados a este punto, en tercer lugar se revisarán las líneas básicas del
pactos socialdemocráticos, las garantías del proletariado, el debilitamiento modelo de gestión impuesto en las empresas. La crisis del taylorismo y
de las decisiones estatales, y la deslegitimación de las instituciones protec- fordismo suscitarán un gran numero de iniciativas patronales en pos de la
toras de los trabajadores se verán gravemente cuestionados (Mishra, 1992; flexibilidad que derivará en la creación de nuevos sistemas productivos y
Juan, 2012). Mientras todo esto sucede, ios sindicatos se irán debilitando
favoreciendo ios procesos de reestructuración y la desaparición progresi-
va en las empresas de ios canales formales de negociación (Baylos, 1997).
4 Aunque muchas investigaciones comiencen a hablar de post-taylorismo y «lean
producción», otros consideran que hay que ser prudentes a la hora de hablar de «crisis del
taylorismo». La tesis que mantiene a este respecto Martín Artiles (1999) es que las NFOT
no suponen necesariamente un cambio técnico en la concepción con respecto a los prin-
3 Tanto la modernización como la postmodernización están íntimamente relacio- cipios fundamentales del taylorismo, de la organización de la producción y del contenido
nadas con el proceso de desarrollo económico, «pero ia postmodernización representa una del trabajo.
fase posterior de desarrollo vinculada con sistemas de creencias muy diferentes de los que 5 Los nuevos conceptos de producción están asociados a las políticas de racionali-
caracterizaron a la modernización. Estos sistemas de creencias no son simples consecuen- zación de la producción y movilización de la fuerza del trabajo como prestadora de flexi-
cias de los cambios económicos o sociales: ambos configuran las condiciones socioeconó- bilidad e inteligencia necesarias para hacer posible la adaptación de los sistemas técnicos
micas, al tiempo que estas son configuradas por aquellos de una manera recíproca» a las situaciones de incertidumbre y optimizar el rendimiento de la tecnología e instala-
(Inglehart, 1999: 8-9). ciones (Miguélez y Prieto, 1999: 80).
82 Nuevos elementos pcirct- el análisis de un modelo posifordista.., Introducción 83

formas de gestión y organización del trabajo que resultarán ser hegemóni- La globalización generará un nuevo orden político y social. Las medidas
cos.6 Ciertamente, ni la presión sindical ni la conflictividad laboral serán restrictivas desarrolladas en Occidente «se han centrado en la consolida-
las que propicien todos estos cambios, siendo las propias empresas las ver- ción fiscal y en la reducción del gasto público a través de los recortes en los
daderas protagonistas de este nuevo impulso reorganizador.7 Los objetivos sistemas públicos de bienestar, lo que ha generado grandes dislocaciones
empresariales volverán a organizar el proceso productivo, a flexibilizar y sociales y la caída de la demanda y, como consecuencia de ello, la reduc-
diversificar el ciclo de producción, y a mejorar la calidad y la productivi- ción drástica de las inversiones, lo que ha puesto a algunos países europeos
dad. Todo ello derivará en la creación de nuevas formas de organización en riesgo de deflación» (Gómez Barullo, 2017: 75).
del trabajo (NFOT) y nuevas políticas de gestión que, por otro lado, no Por otro lado, los discursos triunfalistas del management, en tanto que
siempre implicarán un cambio radical al respecto, acabando en la mayo- producto de la exaltación de la gestión empresarial (Alonso y Fernández,
ría de los casos por complementar parcialmente la organización tradicional 2013¿), se verán cuestionados por una serie de nuevas escuelas de pensa-
(Marín Ardes, 1999: 79). miento crítico que mostrarán su escepticismo ante unas técnicas de gestión
de recursos humanos donde la subjetividad jugará un papel fundamental.
Pero a pesar de hallarnos ante una sociedad donde la empresa se con-
Siempre en busca de la excelencia, en esta empresa flexible se ocultarán las
cibe como una institución central, ello no impedirá que ese papel activo
transformaciones más audaces bajo la nueva cultura de empresa o el mito
protagonizado por el nuevo management se vea salpicado por las críticas.
de la calidad total, resultando ser el espejo más transparente del cambio
Por un lado, se pondrán de manifiesto los fracasos y funestas consecuencias
(Sames, 1993: 126).
que para los trabajadores acarrean todas estas nuevas formas de gestión y
organización del trabajo. AJÍ te esta nueva realidad organizacional, se de- Para finalizar este segundo capítulo, nos centraremos en aquellas
nunciarán las injusticias generadas por el resurgir del neoliberalismo y orientaciones que, desde la psicología social y más allá de los estudios clá-
una globalización implacable capaz de destruir formas de vida y culturas, sicos de los procesos de negociación a ios que ya se ha aludido, abrirán
nuevas vías de análisis para explorar el papel y las estrategias adoptadas por
acarreando la quiebra de las solidaridades en las sociedades occidentales.
los actores en esos procesos, La introducción de nuevas dimensiones, entre
ellas la de las emociones, revitalizará de nuevo el interés por estos procesos
a partir de los noventa.
6 Aunque hegemónico, se pueden apreciar algunas diferencias en el modo concreto
de gestionar a los recursos humanos. Entre las características a destacar del modelo euro-
peo, caben señalar «una cultura menos individualista, una mayor intervención estatal
(leyes y normas laborales), una mayor necesidad de legitimación social e implicación de
los sindicatos y un mayor número de empresas y organizaciones públicas». Sin embargo,
la pérdida del poder sindical, más acusada en EE. UU. que en Europa occidental, aumen-
tará el margen de maniobra de la dirección en las empresas facilitando una gestión más
individualizada del personal (Lope y Alós, 1999). «Parece evidente que las empresas dise-
ñan sus estrategias de recursos humanos a tenor de la estrategia general perseguida por la
empresa. Es decir, las estrategias de recursos humanos se analizan y formulan en las sec-
ciones como consecuencia de los cambios introducidos en las estrategias de la organiza-
ción» (Sarries, 1993: 205-206).
7 El ajuste de las empresas a ese contexto de crisis e incertidumbre de los ochenta
conllevará una racionalización organizativa del trabajo en el interior de las empresas que,
como señala Martín Artiles (1999), en España quedará limitada al cogollo de empresas
líderes en distintos sectores de actividad. Es decir, las nuevas formas de organización del
trabajo (NFOT) tienden a convertirse en una cuestión importante en la reorganización
de las grandes empresas industriales y de servicios.
1. ACERCA DEL DEBATE
MODERNIDAD/POSTMODERNIDAD

Preguntarse por si las sociedades capitalistas han traspasado o no el um-


bral de la modernidad implica, básicamente, cuestionar el imperio de la ra-
zón. En esencia, la sociedad moderna nacida de la industrialización se en-
tiende basada en la racionalización de la convivencia y en la burocratización
de las instituciones, una sociedad confiada al control humano favorecido por
la ciencia. La postmoderna, sin embargo, se irá alejando de ese sistema tradi-
cional para pasar a concebir una sociedad en constante cambio, reconocer los
límites de toda planificación, e instar al establecimiento de nuevos modos de
observar los procesos sociales (Sardes, 1993). Partiendo de estas premisas
generales, y aunque ello no implique dejar de asumir la importancia de toda
esta transformación,1 la postura común de los denominados autores «moder-
nos» será la de no asumir la existencia de un cambio de sociedad, no así de
los «postmodernos» cuya desconfianza en las ideas de razón y de progreso se
traducirá en una pérdida de la idea de futuro (Gómez y Álvarez, 2013).
Puestos en contexto, el fin de la sociedad industrial supondrá dejar de
reivindicar a la clase obrera como sujeto para la transformación del capita-

1 El reto sociológico ante tal transformación estriba en pasar desde una conciencia
de postmodernidad intuida a una conciencia que perciba con claridad la dinámica del
cambio y su probable destino final (Bericat, 2003: 10).
86 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo posífordista... Acerca del debate modernidad/postmodernidad 87

iismo (De ia Garza, 2011), iniciándose así el declive de esa imagen de horno incertidumbre. Es una nueva síntesis de miedo y esperanza, las dos emo-
faber autor de la historia y creador de valor, y el abandono de las lógicas ciones que, según Hume, se basan en la "probabilidad" de que algo bueno
explicativas basadas en conceptos como desigualdad, interés, poder, o ac- o algo malo pueda sucedemos» (ibíd.: 42). Finalmente, aquella nostalgia,
tores sociales (Alonso y Fernández, 2013¿z). La identidad del individuo se que la sociedad moderna logró reprimir destruyendo el pasado y olvidando
constituye solo a corta distancia con respecto a los demás, y es que en la el presente convirtiéndolo en ilusión de futuro, reaparecerá en la hipermo-
postmodernidad lo colectivo, objetivo o estructural ni existe en la acción dernidad.6 «Conforme el futuro deja de ser una ilusión, el sujeto postmoder-
social2 ni en sus representaciones ideológicas. «Todo son políticas de la no comienza a sentir y ser consciente de una pérdida absoluta e irreparable,
emoción, de un yo inflacionado y desajustado solo capaz de hacer compa- una pérdida de gran valor» (ibíd,: 42).
ñeros de viaje súbitos e inestables» (ibíd.: 176-178). En efecto, la incerti-
Al amparo de todo este debate, surgirán dos formas diferentes de inter-
dumbre actual constituye una poderosa fuerza de individualización que
pretar las relaciones laborales. Si desde la modernidad las relaciones laborales
hace que el peligro se cierna sobre ia vida cotidiana de los individuos, lle-
giraban en torno a la racionalización, la burocracia y la división de trabajo,
nándola de una angustiosa e incierta espera, o mejor, de una arriesgada
desde la postmodernidad las relaciones laborales se interpretarán como algo
desesperanza (Roche, 2013).
fluido y cambiante; y si el modernismo se identificó con la organización
En este sentido, una nueva estructura socioemocional surgirá de todo científica del trabajo y estructuras armónicas, cerradas y rígidas como
este debate. Según Bericat (2003), las tres emociones estructurales de la garantía del buen funcionamiento, el postmodernismo lo hará con un tipo
postmodernidad serán la alegría, la ansiedad y la nostalgia. En una socie- de organización más orgánica y menos diferenciada (Sarries, 1993: 30-31).
dad satisfecha, hedónica y derrochadora de la abundancia, se disfruta con
Dicho esto, se destacan a continuación algunas de las bases concep-
alearía de los logros alcanzados por la modernización.3 «Ahora bien, esta
tuales surgidas en torno a esta polémica y que ayudan a entender las derivas
alegría postmoderna nunca alcanza a ser goce profundo porque el sujeto
que irá adoptando este cambio de modelo de relación laboral. Desde la
postmoderno con frecuencia olvida el valor y el esfuerzo de lograr los bie-
nes de ios que disfruta» (ibíd.: 41). La ansiedad, por su parte, nos alerta de perspectiva de la modernidad se ha considerado relevante reflexionar acer-
ia necesidad que tenemos de aprender a vivir en un estado crónico de am- ca del proceso de individualización, la globalización, el informacionaiismo
bivalencia4 más allá de una más que imposible seguridad tradicional.5 «La y la sociedad de riesgo; desde las aportaciones de la postmodernidad, nos
ansiedad, producto de la ambivalencia y de la contingencia, se nutre de la centraremos en la transformación de los lazos sociales y el consumo.7

1.1. El cambio a partir de la continuidad


2 La acción social se define solo por su dimensión afectiva o tradicional. La confor-
mación de los marcos de acción dejarán de Jado la acción racional weberianay los intere- Como bien nos recuerda Giddens (2002: 49), en opinión de Bell las
ses y valores universales (Alonso y Fernández, 2013¿z.' 179). naciones se habrían vuelto «demasiado pequeñas para resolver los grandes
3 Jameson, entre otros, pondrá de manifiesto la falta de profundidad vital de esta problemas, y demasiado grandes para resolver los pequeños». Esta frase
alegría, de ahí que el sujeto postmoderno tenga que recurrir a las drogas o a sistemas
productores de intensas sensaciones y excitaciones emocionales para obtener un goce in-
tenso y sentir la emoción súbita e instantánea de la euforia. De esta alegría superficial,
nace la carencia y el deseo postmodernos de un auténtico goce (Bericat, 2003: 41).
4 Bauman (2010) y Giddens (1994) relacionan esta ambivalencia con el hecho de 6 La nostalgia resulta evidente en muchos autores, como Baudrillard, Bell o Jameson,
estar obligados a convivir con opciones contrapuestas. También Sennett (2009) se referi- y también en las demandas de muchos individuos postmodernos.
rá a ella reflexionando acerca de la contingencia y la corrosión del carácter en estos tiem- 7 Tal vez deberíamos decir sociedad de consumo, aquella que nos remite al paso de
pos postmodernos. «un capitalismo de producción donde había necesidades que cubrir a otro capitalismo
5 La ansiedad postmoderna es radicalmente diferente a la angustia moderna, así de producción de necesidades, la necesidad de comprar, de deseos de tener esos productos.
como al temor reverencial que inspiraban la Naturaleza y los Dioses premodernos. El consumo es un producto social más allá de la necesidad biológica» (Pac, 2017: 263).
88 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo p o stfordista... Acerca del debate modernidadlpostmodernidad 89

bien podría resumir la panorámica que dejará tras de sí este debate. Daniel más allá de ese diseño industrial clásico basado en el taylorismo y el webe-
Bell y Alain Touraine serán ios primeros en plantearlo acuñando el término rianismo, en la burocracia y la división de trabajo, en la organización y la
postindustrial societj. Centrado en la estructura de la fuerza del trabajo, Bell racionalización (Beck, 1992: 10). Giddens, por su parte, se opondrá igual-
considerará que el punto de inflexión hacia una sociedad postindustrial lo mente a la idea de postmodernidad apelando a un mundo «desbocado» o
marcará ei hecho de que la mayor parte de la fuerza de trabajo se encuentre «juggernaut», un mecanismo que se mueve a través del tiempo y del espacio
en ei sector terciario de la economía, generando una gran expansión de la físico sin seguir una trayectoria única, pero pese al reconocimiento de este
educación formal al necesitar fuerza de trabajo cada vez más especializada extraordinario dinamismo para él todo sigue igual11 (Giddens, 2002).
(Inglehart, 1999: 11). Touraine (2011), por su parte, nos presenta una Finalmente, Castells (2000) nos remitirá a la reestructuración experi-
sociedad postindustrial8 inmersa en el seno mismo de la sociedad indus- mentada por el sistema capitalista a lo largo de la década de los ochenta refi-
trial. En su opinión lo que va desapareciendo no es la sociedad, sino el riéndose a ella en términos de «capitalismo informacional». Si bien esta so-
Estado-nación. ciedad no podría existir sin ese nuevo paradigma tecnológico denominado
Otros autores, como Beck o Giddens, llegarán a considerar el debate informacionalismo, ei propio autor nos advierte de que esta nueva sociedad
sobre la modernidad vs. postmodernidad no solo fatigoso sino también in- no está producida por este paradigma, sino por un proceso más amplio de
fructuoso. A pesar de tal apreciación, definirán en detalle este cambio en evolución social (Castells, 2002: 124). Según Bruner y Bócker (2007: 139),
base a tres fases: de la sociedad tradicional o Gemeinschaft a la modernidad este nuevo paradigma tecnoeconómico ha provocado una aceleración de la
(simple) o Gesellschaft, y de ahí a la modernidad reflexiva.9 Beck, en concre- redistribución espacial abriendo, en términos neoclásicos, «un mundo de
competencia cuasi-perfecta y, por tanto, un mercado más eficaz, más ágil y
to, considera que continuamos viviendo en la modernidad,10 aunque sea
generador de valor, pero aJ mismo tiempo agresivo y exigente».

1.1.1. El proceso de individualización


8 El cómo.se Je denomine a este nuevo tipo de sociedad responderá, según Tourai-
ne, no tanto a las preferencias ideológicas sino al reconocimiento de los problemas y he-
chos hacia los que se orienta. En este sentido, se las denominará sociedades postindustria-
A lo largo de este proceso de cambio, las fuentes de significado colec-
les si lo que se desea es señalar la distancia que las separa de las sociedades de tivas propias de la sociedad industrial, tales como la conciencia de clase o
industrialización que las han precedido, y se las llamará sociedades programadas si se la fe en el progreso, se irán agotando haciendo recaer sobre el individuo
definen sobre todo por la naturaleza de su modo de producción y de organización econó-
mica (Touraine, 1973: 5).
todo el peso de su definición. El proceso de individualización,12 verdadero
9 El concepto y teoría de la modernización reflexiva de estos autores es diferente pero motor de cambio, nos remite a la desintegración de esas certezas propias de
se solapan. Giddens y Lash la vinculan al conocimiento y (reflexión) sobre los fundamentos, la sociedad industrial y, por ende, al deseo compulso de buscar y encontrar
consecuencias y problemas de los procesos de modernización, mientras que el propio Beck
la vincula esencialmente a las consecuencias no deseadas de la modernización. En el primer otras nuevas. Sin embargo, ei hecho de que este proceso de individualiza-
caso, se podría hablar de reflexión sobre la modernización y, en el segundo, de la reflexividad
de la modernización. Ambas se solapan, sin embargo, aunque los tres incluyan el aspecto del
conocimiento en sus análisis, Giddens y Lash excluyen la importancia de las consecuencias
no deseadas y del desconocimiento (Beck, 2002: 173-174). 11 Para Giddens, «la idea de Touraine de que todo es fluidez y apertura es errónea,
10 Contrapone el diagnóstico de Max Weber según el cual la modernidad se con- porque los sistemas basados en reglas siguen existiendo y se crean a partir de convencio-
vierte en una caja de hierro en la que los hombres deben hacer sacrificios en los altares de nes» (2002: 48).
la racionalidad, con la teoría de la sociedad de riesgo mundial que considera que se ha 12 Según Beck, «las oportunidades, amenazas, ambivalencias biográficas que ante-
abierto la jaula de la modernidad (Beck, 2001: 144). A este respecto, Rodríguez (2007) se riormente era posible superar en un grupo familiar, en la comunidad de aldea o recurrien-
planteasi ante las claras connotaciones que cabe atribuirle al postfordismo, en tanto que do a la clase o grupo social tienen progresivamente que ser percibidas, interpretadas y
liberador de la rigidez y la rutina, no estaremos ante una nueva forma de poder u opera- manejadas por los propios individuos», y a esto le denominamos proceso de individuali-
ción cosmética. zación (1994: 20-21).
90 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista,.. Acerca del debate modernidad/postmodernidad 91

ción no se haya desarrollado totalmente será lo que le permitirá a Beck conflictos significa el retorno a la paz industrial o a quienes esperan que el
eludir el concepto de «postmodernidad» para pasar a referirse a este cambio sindicalismo ataque más directamente al poder económico, pero lo cierto
en términos de segunda modernidad. es que bajo la marcha insaciable hacia el mercado y la consideración de los
Beck (1994: 141-142) argumentará su postura al respecto del siguien- individuos como buscadores racionales de sus propias ventajas, el riesgo de
te modo. Mientras que las sociedades tradicionales presuponían estructu- que el individualismo extremo entierre las instituciones y las acciones co-
ras comunales (reglas y recursos) y significados compartidos, las sociedades lectivas es muy alto. Cuando ya no se buscan normas suprasociales,14 el
simplemente modernas presuponen estructuras colectivas"y, por tanto, me- principio de individualidad se nos muestra como la principal ruptura con
ros intereses compartidos13 capaces de convertir el «nosotros» en un conjun- el pasado. La desconfianza y hostilidad con respecto a las instituciones que
to abstracto y atomizado de individuos. Dicho esto, Beck destaca que la se dejaron instrumentalizar por el ansia de beneficio ha contribuido, sin
modernidad simple solo ha recorrido la parte del camino que corresponde lugar a dudas, a que nos dirijamos al individuo y nos alejemos de aquella
a la sustitución de las estructuras tradicionales por aquellas que le son pro- filosofía del movimiento obrero basada en la justicia, la libertad y la solida-
pias como los sindicatos, la clase, el estado asistencial, la burocracia guber- ridad (Touraine, 2009: 66).
namental, o las propias reglas laborales tayloristas. Por lo tanto, si el avance Touraine (2002) convendrá con Giddens, no obstante, en considerar
de la individualización supone liberar a los individuos de las estructuras que esta sociedad del «yo primero» a la que nos remite el individualismo
colectivas (simplemente) modernas, la plena modernización solo podrá te- tenga necesariamente que identificarse con ese individuo egoísta propio de
ner lugar cuando el proceso de la individualización sea capaz de liberar a la la teoría económica neoliberal15 o representar una amenaza para la solida-
agencia de tales estructuras, ridad social. El hecho de que las generaciones más jóvenes estén sensibili-
Alain Touraine (1973: 195-196), por su parte, nos remite a través del zadas con una mayor gama de preocupaciones morales nos impide asociar
proceso de individualización a la desaparición del actor social, es decir, a la el nuevo individualismo con un proceso de decadencia moral. Este nuevo
separación entre sujeto y sistema. Para Touraine la creciente autonomía de proceso cabe más bien relacionarlo con la globalización, entendido en su
los problemas de organización y de las negociaciones institucionalizadas sentido más amplio, y la difuminación de la tradición y de la costumbre
proporcionaba a los conflictos en la empresa una significación política ge- que nos obliga a vivir nuestras vidas de una forma más abierta y reflexiva
neral y, a la vez, una cierta autonomía. En la sociedad postindustrial, sin que cualquier otra generación del pasado. Por ello, más que ver nuestro
embargo, el enfrentamiento entre la dirección de las empresas y los sindi- tiempo como una época de decadencia moral habría que contemplarla
catos dejará de estar en el centro de las luchas políticas Ni el jefe es ya el como una época de transición moral.
personaje central del sistema de poder económico ni el sindicato el princi-
pal instrumento de los movimientos de transformación social (ibid.: 171).
Touraine (2002: 56) es consciente de que tal conclusión puede no 14 Según Touraine, «nuestras sociedades modernas estaban organizadas en torno a
llegar a satisfacer a aquellos que creen que la institucionalizadon de los los principios de racionalización y de secularización, pero ahora se recuerda que el dina-
mismo de la sociedad capitalista, que le ha valido para conquistar el mundo, no era diso-
ciable de una concentración extrema de los recursos en manos de una élite dirigente, y por
consiguiente de la transformación de las demás categorías en figuras de la inferioridad»
(2009: 100).
13 El propio Marx ya consideró que Ja clase no era una cuestión de significados 15 Los autores socialdemócratas ven los orígenes de la teoría económica neoliberal
compartidos. Por su parte, Tonntes, en su obra Comunidad y sociedad, publicada en 1887, en las fuerzas del mercado, junto con el impacto ideológico del thatcherismo, con su én-
enfático que la clase social era una colectividad que ya presuponía el anonimato, la imper- fasis sobre la idea de que los individuos deben valerse por sí mismos en lugar de depender
sonalidad de las relaciones sociales, no era gemeinschaft (comunidad) sino gesellschaft (so- del Estado. Los neoliberales y otros conservadores apuntan en su lugar a la permisividad
ciedad). de los sesenta, que puso en marcha un proceso de decadencia moral (Touraine, 2003: 48),
92 Nuevos elementos para el análisis de un modelo posifordista... Acerca del debate modernidad/postmodernidad 93

Dado que la cohesión social ya no puede garantizarse ni a cravés de la universalismo en leyes capaces de hacer frente a un egoísmo económico
acción del EsCado ni de la tradición (Miguélez y Prieto, 2002), deberíamos arrollador, lo que nos propone Touraine es apelar al sujeto como única
ir encaminándonos, más bien, a buscar nuevos medios para alcanzar dicha fuerza capaz de igualar el juego. En conclusión, no habría que volver a
solidaridad (Giddens, 2003). En respuesta a este planteamiento, Touraine pensar en cómo restablecer los vínculos sociales estrechos, sino apelar a ese
nos propone apelar no tanto a un sujeto social sino a un sujeto personal, moral principio no social que es el sujeto humano, 19 «el único que puede resistir
(Touraine, 2011: 157). Cuando la separación entre el sistema y los actores las presiones de la ideología del beneficio» 20 (ibíd.: 133-134).
se vuelve total, la legitimidad de los actores proviene de sus derechos,16 que
Atendiendo a esta respuesta de futuro, Castells (2002: 52-54) propone
es lo que a la postre define al sujeto humano.17 Estos nuevos actores, que ya
añadir algo que a su modo de ver no contempla Touraine, que «la única
no son sociales, deberán poseer una fuerte conciencia de lo que les amenaza
manera de oponer resistencia a la abstracción del poder sería la reconstruc-
para poder llegar a identificarse con la defensa de los «derechos de alcance
ción ajena a la lógica inscrita en las redes del poder». Aunque se muestre de
universal» (ibíd.: 114). Ello no implica, sin embargo, que deba adopcarse
acuerdo con la tesis de que la sociedad que se está disolviendo21 es aquella que
una visión individualisca en vez de social, pues el movimienco social18 se
fue definida y construida por el Estado-nación, para Casteils «el poder del
define por los actores que lo animan, actores que son, además, los que pue-
estado se ha convertido en una función especializada, vinculada a partidos
den aportar orientaciones positivas (Touraine;, 2009: 178).
políticos y clases profesionales integrados en el sistema de gestión instrumen-
Dicho esto, una noción de conflicto omnipresente designa, según tal de flujos globales de la riqueza, el poder y la información». El poder no ha
Touraine, un estado del sistema social y no una categoría de actores. Afir- desaparecido, solo se ha vuelto más difícil de distinguir22 al convertirse en un
mar que la vida social y las relaciones sociales reposan sobre una pluralidad
de dominaciones es lo que en definitiva evita que podamos apelar a la idea
de sujeto. A su modo de ver, la más importante transformación ha consis-
19 Ante este planteamiento Touraine intenta formular un principio de análisis para
tido en sustituir «ios conflictos entre los actores sociales (que se pueden la sociología del tiempo presente que él mismo denominará sociología, ¿el sujeto. «Un so-
llamar clases) por un debate entre un sistema económico guiado por obje- ciólogo no debe situarse por encima de la sociedad si pretende considerarse un verdadero
tivos puramente financieros y los actores que se oponen al dominio del investigador, sino por debajo, en Ja piel de los que viven, piensan y formulan sus quejas o
sus proyectos en su seno» (2009: 116).
dinero en nombre de principios más morales que sociales (como el derecho 20 Touraine (2011) comenta la sorpresa que supuso comprobar la ausencia de reac-
de todos a la vida, a la seguridad y a la libertad)» (2011: 156). En base a ciones sociales y políticas tras la victoria del capital financiero sobre la economía real. Un
ello, y aunque la acción del sujeto solo pueda ser efectiva transformando su conflicto social es muy diferente de una crisis económica. Desde tales planteamientos la
salida de la crisis, para Touraine, no puede definirse en términos puramente económicos,
sino que debe hacerse mediante la construcción de un nuevo sistema de actores. La crisis
obstaculiza el futuro impidiendo la formación de actores no sociales capaces de sustituir
a los actores sociales de la sociedad industrial. «[...] Jos actores definidos en términos
16 El tema de los movimientos sociales solo manifiesta toda su fuerza cuando aparece morales todavía no pueden definirse por sus implicaciones institucionales y, en especial,
estrechamente ligado al de sujeto. «Un movimiento social no se reduce nunca a un con- jurídicas, ya que el sujeto solo puede formarse más allá de la organización social. Es una
flicto de intereses; para que el empleo de esta noción esté justificado, hay que añadir al llamada a la vida contra la muerte, a los derechos contra los intereses y a los principios
conflicto la referencia común de los adversarios a unos retos, a unos objetivos, a unos re- básicos más que a sus implicaciones» (2011: 115). «La crisis prohibe la felicidad. Desgarra
cursos o a unos valores, como ya ocurrió con el movimiento obrero y el capitalismo indus- y devora al individuo cuando busca en él al sujeto, que es la fuente de sus derechos. La
trial» (Touraine, 2009: 117). Como señala Touraine, Hannah Arendt definió a ios seres crisis lo lleva a desviarse del sujeto y a lanzarse a combates utilitarios, o incluso a la guerra
humanos por su «derecho a tener derechos». de todos contra todos» (Touraine, 2011: 116).
17 Un sujeto que se constituye distanciándose del «mí», de esa vida individual gober- 21 Castelis (2002) cree que la mayoría de las sociedades no aceptan ambivalencias.
nada por la búsqueda del interés y del placer. La gente no tolera el vacío social o cultural; necesita certidumbres.
18 Según Giddens (2002), los mercados no pueden reemplazar ai gobierno, pero 22 Castells (2002: 53) considera, sin embargo, que utilizar a Foucault para entender
tampoco pueden hacerlo los movimientos sociales u otras clases de organización no gu- el poder inscrito en las redes globales de los flujos financieros seria un desafío, porque sus
bernamental (ONG), por muy significativas que sean. teorías no resultan útiles cuando se aplican a la globalidad del poder.
94 Nuevos elementos para el análisis de un modelo posífordista... Acerca del debate modernidadlpostmodernidad 95

código simbólico y cultural, «el poder está en nuestras mentes, actuamos fenómeno de la globalización en términos casi exclusivamente económi-
obedeciendo a lo que pensamos, y de lo que pensamos depende nuestra rela- cos. Los flujos económicos están entre sus fuerzas motrices, y en especial el
ción con un mundo de símbolos y comunicación» (2002: 53-54). sistema financiero mundial, pero no ha sido la naturaleza la que ha ido
modelando estas fuerzas, sino la tecnología, la difusión cultural, y las deci-
1.1.2. Globalización e informacionalismo siones de los gobiernos de liberalizar y desregular sus economías nacionales
(Giddens, 2005: 26). Ahora bien, dicho planteamiento no le impedirá a
Las políticas neoliberales de los años ochenta y noventa arremetieron Giddens adoptar una perspectiva positiva25 ante la globalización. En esta
contra el corporativismo de clase posicionándonos ante un Estado postna-
sociedad cosmopolita industrial donde los cambios van tomando cuerpo
cional schumpeteriano capaz de situar a las economías nacionales frente a
nada es ya igual al pasado, pero el mundo globalizado es un mundo lleno
una feroz competencia global (Brunety Bócker, 2013: 20). Ello permitirá,
de posibilidades que se va descentrando cada vez más dejando sentir sus
según Beck, que la individualización y la globalización se interpreten como
efectos tanto en los países occidentales26 como en el resto.
dos caras del mismo proceso de modernización reflexiva. Si a finales de los
ochenta la palabra globalización apenas se utilizaba, hoy podemos afirmar Manuel Castells (2002) definirá igualmente la globalización como un
que la globalización ha dejado de ser algo accesorio para nuestras vidas fenómeno multidimensional dotado de características nuevas y específicas.
convirtiéndose en «la manera en la que vivimos ahora» (Giddens, 2002: Él insistirá en que ha sido el informacionalismo el paradigma que ha logra-
31). Para Touraine la globalización supone la transformación del tiempo, do absorber las formas sociales precedentes sustituyendo o subsumiendo ai
del espacio y de la forma en que nos relacionamos, pues, a medida que industrialismo, paradigma tecnológico propio de la Revolución Industrial.
vamos reestructurando nuestras identidades, reestructuramos también las El informacionalismo constituirá el modo de desarrollo dominante en las
comunidades sociales y las economías de las que formamos parte. Es por sociedades del siglo xxi en virtud del cual surgirá y se expandirá, una nueva
ello que la globalización no solo tiene que ver con lo que hay «ahí fuera», forma de estructura27 social, denominada sociedad red, basada en redes de
es también un fenómeno de «aquí dentro» que presiona lateralmente y hacia información (Castells, 2006). En tal sentido, la tecnología se nos ofrece
abajo23 afectando a los aspectos más íntimos y personales del individuo
como una dimensión fundamental del cambio social, una tecnología en-
(Touraine, 2002:24-25). tendida como el uso del conocimiento científico «para establecer procedi-
Beck (2001) resalta lo habitual que resulta observar cómo se ha res- mientos de actuación de forma reproducible» (Castells, 2002: 122). En su
tringido toda esta nueva complejidad a un solo aspecto, el económico,
provocando que concibamos la sociedad mundial en términos de sociedad
mundial de mercado?-** Igualmente, Giddens considera un error entender el
25 Para algunos la globalización es una ideología propagada por los que quieren
desmantelar los sistemas de bienestar y recortar los gastos estatales asemejándolo con lo
ocurrido a finales del siglo xrx en el que ya había un mercado mundial; para otros el
mercado global está mucho más desarrollado que en los sesenta y setenta y es ajeno a las
23 A ello se debe el resurgimiento de identidades culturales locales, porque a medida fronteras nacionales. Los Estados han perdido gran parte de su soberanía, la era estado-
que el peso de los Estados-nación más antiguos disminuye, los nacionalismos locales bro- nación ha terminado (2005: 21). Giddens se encuentra más cómodo con esta última pos-
tan corno respuesta a estas tendencias globalizadoras. tura más radical basando su principal diferencia en el nivel de flujos financieros y de ca-
24 En respuesta a este hecho, Beck acabará diferenciando vnite.globalidad, globaliza- pitales alcanzado en la economía mundial de hoy donde el dinero solo existe como dígitos
ción y globalismo. El término globalidad nos recuerda que nada que ocurra en nuestro en ordenadores.
planeta puede ser considerado un hecho aislado; la globalización nos remite a aquellos 26 Existe una colonización a la inversa en base a la cual los países no occidentales
procesos en virtud de los cuales los Estados nacionales se entremezclan mediante actores influyen en pautas de Occidente (Giddens, 2005: 29).
transnacionales y sus respectivas probabilidades de poder, orientaciones, e identidades; el 27 Por estructura social Castells entiende «los dispositivos organizativos de seres hu-
término globalismo, por su parte, quedará referido al desalojo del quehacer político por manos en las relaciones de producción, consumo, experiencia y poder, tal y como se ex-
parte del mercado mundial (Beck 2001: 27-29). presa en la interacción significativa enmarcada por la cultura» (Castells, 2002: 132),
96 Nuevos elementos para, el análisis de'un modelo postfordístd... Acerca, del debate modernidad/postmodernidad 97

opinión, lo que justifica que el informacionalismo sea el paradigma domi- Dicho planteamiento permitirá a Castelis cuestionar la idea misma de
nante28 es «su superior rendimiento en la acumulación de riqueza y poder», que la mayor parte del trabajo esté globalizado. A pesar del incremento de
por ello, más que en el comercio,29 la clave de la globalización residirá en la la migración y de los desplazamientos internacionales, Castelis (2000:
globalización del capital, de la producción y de la distribución de bienes y 167-168) se niega a aceptar la existencia de un proceso de globalización del
servicios (ibíd.: 96). Veamos cómo se contempla alguno de estos procesos trabajo paralelo a los procesos de producción y distribución sobre una base
sobre los que Castell ha hecho descansar el fenómeno de la globalización. global. Ciertamente existe un proceso de globalización del trabajo especiali-
zado altamente cualificado y demandado, pero para quienes carecen de cua-
Con respecto a ios mercados financieros globales, Castelis discrepa
lificaciones excepcionales o están movidos por la desesperación y la búsqueda
con la interpretación que Giddens parece atribuirle al describirlos como de mejores condiciones de vida las cosas son ambivalentes (Bagnasco, 2007).
algo que se autoproduce. Castelis aclara que ios mercados no se mueven Las transiciones históricas están determinadas por el mundo de los vencedo-
solo por leyes económicas de la oferta y la demanda,30 los mercados se res, por lo que el grado de bondad, maldad o indiferencia de un nuevo para-
mueven también por turbulencias informativas que los ordenadores no digma dependerá de quién adopte la perspectiva, de quién asuma los valores,
pueden calcular ni predecir. Cuando ios califica de «autómatas», Castelis de quién dicte, en definitiva, las normas (Casteils, 2002: 124). Por otra parte,
no se refiere a la ausencia de intervención humana, sino al hecho de que los organismos ademocráticos, «aquellos que son independientes de los pode-
con tanta intervención humana nadie pueda controlarlos. Se puede ajustar res políticos e irresponsables ante ellos en sentido jurídico del término» co-
dentro de ciertos parámetros, pero finalmente siempre se acaba perdiendo menzarán a multiplicarse de forma sospechosa (Estefanía, 2002).
el control de la política económica (ibíd.: 94-95).
Todo este tipo de procesos31 irán socavando, según Touraine (2011),
Con respecto a la internacionalización de la producción, Beck (2001: las pautas colectivas de vida. Tras un incesante proceso de globalización, el
164-167) situará a los sectores de producción intensivos en trabajo y a las capitalismo incontrolado abrirá definitivamente sus puertas estableciéndo-
fuerzas de trabajo de baja cualificación frente a la presión de la competen- se un abismo entre una economía globalizada y unas instituciones o formas
cia económica mundial, por lo que cabe esperar que este hecho termine de organización social debilitadas e incapaces de controlar el actual sistema
afectando ai modo en cómo vaya desarrollándose la demanda de trabajo. económico. La empresa,32 en tanto que actor social central, dará paso al
Ello no implica, sin embargo, que, conforme los países en vía de desarro- mercado, y el movimiento obrero contribuirá a acelerar la subordinación
llo y los de Europa central y del este se vayan recuperando de su retraso de los actores sociales a la lógica de este «implacable sistema de domina-
económico, no se intensifique también la presión competitiva en el ám- ción» (Touraine, 2009). Mientras que el capitalismo organizado a nivel
bito de la producción intensiva en conocimiento y de las fuerzas de tra- mundial lo rija todo, la pirámide33 propia de la sociedad industrial se irá
bajo más cualificadas.

31 Todos estos procesos son las consecuencias imprevistas de la victoria de la prime-


ra modernización, simple, lineal e industrial.
28 El poder para Castelis es la acción de unos seres humanos sobre otros seres huma- 32 Para Touraine, «la separación entre discurso interpretativo dominante e ideología
nos para imponer su voluntad a otros, mediante el uso potencial o real, de la violencia dominante es perceptible por el mero hecho de que el primero está más sólidamente ins-
simbólica o física. Las instituciones de la sociedad se construyen para hacer respetar las talado en el sector público, mientras que la segunda dispone de mayor influencia en el
relaciones de poder de cada momento histórico y, a su vez,, expresa los controles, luchas y sector privado» (2009: 71).
vigilancias sociales alcanzadas en las luchas de poder (2002: 119). 33 Esta pirámide nos la describe Touraine del siguiente modo: «Considerada desde
29 Castelis admitirá, no obstante, que los países en desarrollo consideran que el co- el lado de los asalariados, la sociedad industrial es aquella donde las relaciones sociales
mercio sea importante para ellos convirtiéndose en su salvavidas. más decisivas son las que oponen a patrones y asalariados en el lugar de trabajo, en. el ta-
30 El tamaño, la velocidad y la complejidad que proporcionan la interconexión global ller, en la fábrica o en el sector profesional; en el nivel más organizado y más integrado se
de la información y las tecnologías de la comunicación han modificado todo. sitúan, las relaciones entre empleadores, asalariados, gobierno y otros actores políticos; por
98 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista... Acerca del debate modernidad/postmodernidad 99

desintegrando, y donde antes era posible ver una clase obrera ahora vemos 1.1.3. La percepción de los riesgos contemporáneos
parados, trabajadores en precario y excluidos.
Cuando la mayoría de las cosas se conciben como predeterminadas en
Esta es, según Touraine, la principal transformación, la que ha logrado respuesta a esa lógica de control, cabe esperar que el riesgo35 sea percibido
sustraer a las relaciones sociales de producción y a la subjetividad, de los como una consecuencia no deseada. Sin embargo, en la «modernización
trabajadores ese papel central que ejercieron durante tanto tiempo. Ya no reflexiva» se irán quebrando esas ideas de control, certidumbre y seguridad
cabe hablar de asalariados en términos de clase, sino más bien en términos tan esenciales en la primera modernidad,30 tanto es así que en esta moder-
de riesgo de desempleo.3"1 Y mientras todo esto sucede, el discurso ideoló- nización radicalizada el concepto contemporáneo de riesgo se desarrollará
gico dominante seguirá extrayendo su fuerza de este declive consiguiendo en medio de toda una serie de incertidumbres fabricadas37 derivadas de
presentar como algo natural y objetivo lo que no es más que el resultado de una peculiar síntesis de conocimiento y desconocimiento (Beck, 2002: 223).
una construcción de la realidad social. De este modo, el globalismo neoli- Por otra parte, aunque la naturaleza del riesgo y las fuentes de incertidum-
beral podría definirse como una forma fenoménica del pensamiento y de bre hayan cambiado, no puede decirse que ahora el mundo sea más arries-
la acción unidimensional, un tipo de cosmovisión mono causal &s\. economi- gado o incierto que antes, más bien han sido la ciencia y la tecnología las
cismo (Touraine, 2009: 31-32). que han favorecido que hoy el riesgo tenga un impacto más rápido y pro-
fundo (Giddens, 2002: 80). La idea de riesgo, por tanto, siempre ha estado
En línea con todo lo expuesto, Beck (2001) nos recuerda que no serán
relacionada con la modernidad,38 pero actualmente ha asumido una nueva
los hechos o el desalojo del quehacer político por parte del mercado mun-
y peculiar importancia bajo unas características definitorias propias que se
dial los que otorguen poder al globalismo, sino la «escenificación de la
resumen a continuación.
amenaza» regida por el «podría», el «debería» y el «si entonces». Son las
amenazas y los discursos públicos los que suscitan angustia y obligan a Una de las primeras particularidades que cabe destacar de ios riesgos
políticos y sindicatos a ponerse de acuerdo para evitar aquello que todavía contemporáneos es la de haber logrado invertir la relación entre pasado,
podría ser peor. La hegemonía semántica y la ideología del globalismo de-
fendida públicamente constituyen un poder en el que la parte empresarial
basará su fuerza estratégica (ibíd.: 169). Este planteamiento no solo nos 35 Tal y como señala Casas (2014: 32), gran parte de los teóricos de la modernidad
introduce en un elemento esencial a propósito del debate que nos ocupa, son deudores del enfoque de sociedad propuesto por Luhman al incorporar en sus análisis
el concepto de riesgo, elemento central en la concepción de este pensador acerca de los
sino que será uno de los que con más fuerza se ha llegado a instalar en el sistemas sociales. Igualmente, estos enfoques teóricos del riesgo son también deudores de
ámbito del trabajo. los análisis del capitalismo histórico de Wallerstein, al que elogian por una percepción
de mayor alcance en su preocupación por Jas relaciones internacionales más allá de las
sociedades con estados.
36 Entendido como un proyecto de control social y tecnológico por parte del estado-
nación.
último, el nivel más elevado es el de la colectividad local, regional, nacional o internacio- 37 Lo que Giddens y Beck denominan «incertidumbre fabricada» hace referencia a
nal; ahí el punto de vista predominante es el que se interesa ante todo por la organización un mayor y mejor conocimiento, pero los riesgos también «provienen de y consisten en
de la visa económica, por el interés nacional, por la-conciencia de amenazas como la desconocimiento (no conocimiento)», es decir, un conocimiento potencial.
competencia o la agresividad que cuestionan a una sociedad en su conjunto. De un nivel 38 Modernidad de los primeros momentos de la sociedad industrial cuando, volcada
a otro, la solidaridad, valor de base, se amplifica en derechos sociales que son defendidos al cambio, desea determinar su futuro en lugar de dejarlo a la religión, [a tradición o los
de manera colectiva, luego en conciencia "progresista" que proclama la alianza de los in- caprichos de la naturaleza. El capitalismo moderno difiere en sus actitudes hacia el futuro
tereses de los trabajadores con el aumento de la producción, el aumento del grado de con respecto a las formas anteriores de sistema económico calculando el beneficio y la
educación, la conciencia de defender en el mundo y en el país las causas justas. Sin embar- pérdida, y por lo tanto el riesgo, como un proceso continuo. En este sentido, el Estado de
go, esta pirámide ya no existe» (2009: 67). bienestar es esencialmente un sistema de gestión del riesgo, diseñado para proteger contra
34 A este respecto, Serrano (2005) reflexiona acerca de la responsabilidad de las peligros que antes eran considerados disposiciones de los dioses: enfermedad, incapaci-
instituciones europeas. dad, pérdida de empleo y vejez (Giddens, 2005: 35-37).
100 Nuevos elementos para el análisis de un modelo posífordista... Acerca del debate modernidad/postmodernidad 101

presente y futuro. El pasado deja de ser determinante para dar paso a un manufacturado directamente vinculado a la globalización y referido a si-
futuro construido y ficticio haciendo de los riesgos un tipo de realidad tuaciones sobre las que tenemos poca experiencia en afrontar (Giddens,
virtual (Beck, 2002: 215). En el momento actual, las amenazas se proyec- 2005: 39). Si el surgimiento de la idea de riesgo estuvo estrechamente li-
tan desde un futuro acechante y terrible, por lo que hablar de riesgos39 gado a la posibilidad de cálculo, en las actuales situaciones de riesgo manu-
implica discutir sobre algo que no está a la vista (Beck, 2001: 143). Si no facturado se desconoce exactamente cuál es el nivel de riesgo, y en muchos
se toman cartas en el asunto, el riesgo hace su aparición, siendo fundamen- casos seguimos sin saberlo hasta que es demasiado tarde. Tal vez por ello, y
tal en la modernidad reflexiva preguntarse sobre cómo poder evitarlo, mi- aunque no siempre sirva, se ha llegado a considerar que la manera más
nimizarlo o canalizarlo. No obstante, cuando todo cae bajo el imperativo eficaz de «manejar el aumento del riesgo manufacturado es limitar la res-
de la evitación, los riesgos nos sugieren qué no debería hacerse y no qué ponsabilidad adoptando el llamado principio precautorio-» (ibíd.: 44).
debería hacerse, todo «un híbrido de evaluaciones» entre la virtualidad real
y un futuro no existente capaz de activar la acción presente. En la medida Al Igual que con la globalización, Giddens (2003: 79) nos propone
en que el riesgo se concibe como omniabarcante, la alarma que provoca adoptar una actitud positiva ante el riesgo. En su condición de excitación
creará una atmósfera de impotencia y parálisis capaz de determinar el pen- y aventura, el riesgo es considerado fuente de energía capaz de crear rique-
samiento y la acción40 (ibíd.: 224). za en la economía moderna. El riesgo que se analiza activamente en rela-
ción con las posibilidades futuras no debería implicar ni amenaza ni peli-
Junto a sus aspectos fácticos y valorativos, las proposiciones de los
gro, sino oportunidad e innovación. Aunque el riesgo tenga que ser siempre
riesgos contemporáneos también cabe entenderlos como una «moralidad
dominado, este constituye un componente necesario de la movilización
matematizada» unida a la idea de probabilidad e incertidumbre. El discur-
social, y un elemento esencial de una economía dinámica y de una socie-
so de los riesgos comienza cuando acaba nuestra confianza en nuestra se-
dad innovadora. Siendo así, algunos riesgos, como los derivados de deci-
guridad y termina cuando ocurre una catástrofe potencial, por lo que las
siones inversoras, caben concebirse como una parte positiva41 e inevitable
definiciones de riesgo que se imponen operarán como una varita mágica
del buen funcionamiento de la economía de mercado. En línea con esta
(Beck, 2001: 143). Podría decirse, por tanto, que los riesgos son al mismo
percepción del riesgo, la adopción activa de riesgos económicos y empresa-
tiempo «reales» y constituidos por la percepción, pero solo cuando se toma
riales llegará a ser considerada como fuerza motriz de la economía globali-
conciencia clara de ellos puede afirmarse que constituyen una amenaza real
zada. Nadie puede escapar al riesgo, pero hay una diferencia básica entre la
(Beck, 2002:227).
experiencia pasiva del riesgo y la exploración activa de los entornos del
Otra de las características que interesa destacar de los riesgos contem- riesgo.
poráneos nos advierte de que los peligros creados por nosotros mismos
pueden llegar a ser tan amenazadores, o más, que los que proceden del Giddens concluye a este respecto que a pesar de que muchos de los
exterior. En este sentido cabe destacar la transición que se ha venido pro- nuevos riesgos e incertidumbres estén ligados a la globalización y nos afec-
duciendo desde nuestra preocupación por el riesgo extemo, derivado de la ten independientemente de donde vivamos o de lo privilegiados que sea-
naturaleza o de las sujeciones de la tradición, hasta el predominio del riesgo mos, estos simplemente constituyen una de las características básicas del
mundo en que nos ha tocado vivir. En contraste con esta actitud, Beck
llegará a considerar que aunque el riesgo sea un elemento fundamental de

39 Los riesgos creídos son la fusca que se utiliza para mantener el momento actual
avanzando al galope (Beck, 2001: 143).
40 Beck no advierte ninguna diferencia relevante entre su concepto de sociedad de 41 Vivir en una economía global significa manejar una variedad de nuevas situacio-
riesgo y el de la «cultura del riesgo» de Scocc Lash (1999). Según él ambos conceptos son nes de esta índole. Puede que muchas veces tengamos que ser más audaces que cautelosos
totalmente asimilables.
«en apoyarla innovación científica u otras formas de cambio» (Giddens, 2005: 48).
102 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista... Acerca, del debate modernidad/postmodernidad 103

la sociedad actual, este no hará sino reforzar una de las características de la dúos o de la política (Agulló y Ovejero, 2001). «La flexibilidad no significa
sociedad industrial, la de la sociedad de clases. La pobreza atrae el riesgo, otra cosa que redistribución de riesgos» (Beck, 2002: 18). Para Castells
mientras que la riqueza lo despeja. En tal sentido, cabe concluir que mien- (2002: 96), vivimos en un mundo más incierto en lo que a estructuras
tras los agentes se liberan cada vez más de constricciones estructurales sociales y ciclos vitales se refiere. Los puestos de trabajo son más inestables,
como las de clase, el riesgo no hace sino reforzarlas. El riesgo, al igual que el empleo a tiempo completo más difícil de encontrar, y las ofertas de tra-
la riqueza, sigue una pauta clasista, solo que en sentido inverso. La riqueza, bajo disminuyen. Todo ello traerá consigo que junto a la identidad colec-
ya sea en renta, poder o educación, es la que nos permite comprar seguri- tiva o nacional se empiece a hablar de una identidad individual basada en
dad (Beck, 1992: 35). proyectos personales. En definitiva, el trabajo asalariado obligará a los in-
dividuos a seducir a los compradores del mercado laboral a adquirir su
En este contexto, la sociedad del trabajo acabará por convertirse en una
fuerza de trabajo haciendo brillar al máximo sus capacidades mientras se
sociedad de riesgo (Beriain, 1993), una sociedad que deviene reflexiva, con-
hacen indiferentes al uso y los efectos de su fuerza de trabajo (Beck, 2002).
virtiendo en objeto de controversia su actividad y objetivos.42 Según Beck
(2002), en la economía política de la incertidumbre y el riesgo se establece Vemos, por tanto, cómo todo acuerdo laboral lleva implícito el con-
un nuevo juego de poder43 entre actores políticos y los sindicatos de un lado, sentimiento a un determinado modelo,45 un acuerdo de poder en la medi-
y los actores económicos, o representantes del capital, de las finanzas y el da en que la conversión de la fuerza de trabajo se cede al comprador y or-
comercio, de otro. Mientras esto sucede, el trabajo frágil aumenta44 convir- ganizador del trabajo. Puede que el consentimiento a este intercambio
tiendo en regla lo que antes era una excepción. A medida que el empleo se venga impuesto por el desempleo y la penuria financiera que de él se deri-
hace más precario, las bases del estado de bienestar se deterioran y las biogra- va, pero el poder que realmente funciona es aquel que no se percibe. En
fías «normales» se desvertebran; se exige «flexibilidad» transfiriendo los ries- otras palabras, «la forma cultural de la indiferencia a partir de-la que se
gos al Estado o al individuo, y ante trabajos a corto plazo y renovables se le constituyen los sistemas autorreferenciales se produce en el interior de esos
«pide a la gente que sonría y lo acepte», aunque sean las amenazas globales sistemas y se inculca una y otra vez» (Beck, 2002: 151).46 Solo en la medi-
las que realmente motiven a la gente a actuar (Alonso, 2000: 117). da en que la indiferencia de los trabajadores a los efectos y consecuencias
no visibles de su trabajo se anule o se sustituya por demandas sustantivas
Ante tal escenario, cuanto más se «desregulan» y «fiexibilizan» las rela-
sobre el trabajo, el poder podría empezar a cuestionarse impidiendo así un
ciones laborales más rápidamente se convierte la sociedad del trabajo en
consentimiento automático. Ese «no poder reclutar un cheque en blanco
una sociedad del riesgo no susceptible de cálculo por parte de los indivi-
de consentimiento» denota que el poder empieza a deteriorarse, siendo
entonces objeto de «toda clase de actividades de exorcismo: ética empresa-
rial, cultura corporativa o identidad corporativa» (ibíd.: 152).
42 Según Alonso (2002¿z; 31), «la vida laboral ya no presenta ese perfil de estructu-
ración y socialización homogénea de los individuos, como se daba en la llamada ahora Como tendremos ocasión de comprobar en su momento, todas estas
sociedad del trabajo (Offe, 1992); las edades se mezclan, la competitividad aumenta, el actividades gravitarán en torno a un estilo moderno de dirección, el de-
individualismo se hace santo y seña moral del ambiente, las carreras se acortan y/o se di- nominado nuevo management, cuyo discurso quedará asociado a la post-
versifican, las identidades se multiplican y así nuevas figuras, incluso retóricas, se buscan
para sustituir la misma denominación de la sociedad actual».
43 El riesgo de la globalización brillantemente escenificado ya se ha convertido en
un instrumento para reabrir el debate sobre el poder en la sociedad, El capital es global y
el trabajo es local. Dada esta situación, la elección se reduce a dos modelos, el europeo 45 «Yo, empresario, te pago a ti y me desentiendo de lo que haces con tu dinero en tu
(protección social a costa de desempleo) o el anglosajón (más pobreza y menos desempleo) tiempo libre, en tanto que tú te desentiendes de lo que yo hago y produzco con tu fuerza
(Beck, 2002: 218). de trabajo durante las horas laborales por las que te pago» (Beck, 2002).
44 Beck (2002) profetizará que dentro de diez o quince años prácticamente la mitad 46 Los sistemas autorreferenciales dependen del consentimiento adquirido conforme a
de la población activa de Occidente trabajará en condiciones de incertidumbre. las leyes que regulan la oferta y la demanda, o la contratación y el despido, por ejemplo,
104 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista... Acerca del debate modernidad/postmodernidad 105

modernidad (Fernández Rodríguez, 2007¿z). Tal como señala Budd (2014: miento postmoderno/8 a saber, la crisis de las metanarrativas racionalistas
305), «ver el trabajo como identidad postmoderna es ver a las personas de Lyotard (1987¿z) y la oposición entre lo frío y lo cálido establecida
como trabajadores enmarcados en organizaciones llenas de discurso», en por Maffesoli en referencia a la rigidez y a la burocracia (1977, 1982), por
tai sentido, «una de las principales tareas de la dirección de recursos huma- un lado, y el universal del consumo de Baudrillard (2010), por otro.
nos es gestionar estos sentimientos de forma que se promueva el compro-
miso con la organización, la lealtad y la identidad con la organización». 1.2.1. La transformación de los lazos sociales
Vistos algunos de ios elementos clave sobre ios que se ha estructurado
Para Lyotard la modernidad «no es una época, es un modo en el
la idea de la modernidad, veamos a continuación otros de los presupuestos
pensamiento, en la enunciación, en la sensibilidad», y la ciencia natural
más básicos sobre los que la postmodernidad logrará oponerse a ella.
un saber que se ha disuelto en el relativismo (1987¿v 35). La tecnociencia
capitalista ha contribuido a destruir, más que a olvidar, el proyecto mo-
1.2. La quiebra del paradigma racional derno, y con él metarreiatos49 como la emancipación progresiva de la
razón y la libertad. Para Lyotard, a diferencia de lo que ocurre con los
Las posiciones postmodernas destacarán la ambigüedad y la increduli- mitos que relatan un acto originario fundacional, estos metarrelatos se
dad de todas esas metanarrativas generales del mundo moderno/7 provocan- refieren al futuro, a una «idea a realizar» tal como la «luz» o el socialismo,
do también un gran impacto en la orientación de muchas de las propuestas que se legitiman por su universalidad legitimando, a su vez, «las institu-
empresariales coincidiendo con la reconversión en los años ochenta de mu- ciones y las prácticas sociales y políticas, las legislaciones, las éticas, las
chos de los Departamentos de personal en Departamentos de Recursos maneras de pensar» (Lyotard, 1987¿.- 29-30).
Humanos. Sin embargo, para comprender y abordar debidamente el al-
cance de este debate en el ámbito que nos ocupa resulta imprescindible La modernidad nos ha enseñado a desear la extensión de las libertades
destacar, en primer lugar, las principales críticas que con respecto ai propio políticas, de las ciencias, de las artes y de las técnicas. Nos ha enseñado a
concepto de modernidad se irán gestando desde posiciones más cercanas a
la postmodernidad, dejando para más adelante las conexiones existentes
entre postmodernidad y nuevo management. 48 Habría que preguntarse hasta qué punto todas estas visiones de la postmoderni-
dad priman en exceso la dimensión microrrelacional, cultural y simbólica, pero desatien-
Como comprobaremos a continuación, las concepciones postmodernas den los componentes esenciales de la economía política, de las formas sociales institucio-
serán críticas con ese concepto de modernidad donde la razón, vinculada a nales y del orden productivo que encuadran ese mundo de lo imaginario. Igualmente se
bloquea el estudio concreto de las relaciones entre la sociedad y la cultura material, mag-
las ciencias naturales, permitía acuñar un sistema de conocimiento universal, nificando las posiciones expresivas o los comportamientos discursivos «sin entrar en las
deductivo y verificabie para descubrir las leyes que rigen el comportamiento dialécticas concretas que articulan lo local y lo global, así como lo económico, lo político
y lo simbólico» (Alonso y Fernández, 2013¿z/ 178). Baudrillard, por su parte, aunque fi-
humano y el dominio del mundo (De la Garza, 2011: 24). Para conocer nalmente llegara incluso a negar la realidad objetiva, fue capaz de desentrañar todas las
las bases teóricas de tales críticas, tomaremos como referencia algunas de las consecuencias que suponía para una sociedad moderna la primacía casi ontológica del
aportaciones que más han ayudado a la definición y difusión del pensa- consumo sobre la producción (2012: LVIII).
49 Lyotard se acerca como método a los juegos del lenguaje sin pretender que toda
relación social sea de este orden, pero sí como «mínimo de relación exigible para que haya
sociedad» (Lyotard, 1987a: 37). La filosofía de Hegel totaliza todos estos relatos y, en este
sentido, «concentra en sí misma la modernidad especulativa» (Lyotard, 1987¿v 29). «La
47 Inglehart (1999: 28) divide el pensamiento postmoderno en tres grandes escuelas: idea misma de modernidad está estrechamente atada al principio de que es posible y ne-
rechazo a la modernidad o rechazo a la racionalidad, la autoridad, la tecnología y la ciencia, cesario romper con la tradición e instaurar una manera de vivir y de pensar absolutamen-
como revalorización de la tradición, o como nacimiento de nuevos valores y estilos de vida. te nueva» (Lyotard, 1987¿: 90).
106 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista.., Acerca, del debate modernidad!postmodernidad 107

legitimar este deseo porque, según se nos decía, lograría emancipar a la de la existencia y el retorno a la pasión por vivir, llegando a definir la post-
humanidad del despotismo, la ignorancia, la barbarie y la miseria. En torno modernidad como una época de reencantamiento del mundo. A continua-
a esa idea de emancipación,50 propia del pensamiento y la acción de los ción, extraemos algunas de sus ideas más básicas al respecto a través del
siglos xrx y xx, se han ido generando relatos como el «marxista de la eman- análisis realizado por Alonso y Fernández (2013¿z: 161 y ss.).
cipación de la explotación y de la alienación por la socialización del traba-
jo», o «el relato capitalista de la emancipación de la pobreza por el desarro- Maffesoli discriminará entre modernidad/postmodernidad a través de
llo tecnoindustrial», relatos con los que hemos intentado ordenar los la oposición continua entre lo frió y lo cálido. En su discurso, la moderni-
acontecimientos (Lyotard, 19876:36). dad se lee a través de la fría racionalidad,52 elemento central del imaginario
moderno asociada ai mito del progreso y al «triunfalismo occidental». De
Pero para la postmodernidad estos grandes relatos han perdido su este modo, Maffesoii nos dibuja una sociedad moderna controlada me-
credibilidad. La clase política51 continúa discurriendo de acuerdo con la diante la funcionalización de sus individuos donde cada uno de ellos debe
retórica de la emancipación sin conseguir curar las heridas infringidas al ajustarse y cumplir con un papel por ella definido logrando de este modo
ideal «moderno» durante casi dos siglos (Lyotard, 19876; 97). Por su el control de sí mismos. Nace así la lógica de la dominación y su función
parte la tecnociencia, a pesar de convertir al hombre en amo y señor de
de reducir la diferencia, pues no hay que olvidar que la racionalidad se
la naturaleza, tampoco ha contribuido finalmente a estabilizar el proyec-
fundamenta sobre la exclusión de todos aquellos elementos que no pueden
to moderno (Lyotard, 19876; 32), pues la dominación que ejerce el suje-
ajustarse a sus principios.
to sobre los objetos no ha venido acompañada ni de mayor libertad ni de
una mayor y mejor distribución de la riqueza. Aunque el éxito constituya En íntima conexión con este planteamiento nos encontramos de fren-
el principal criterio de juicio, los descubrimientos científicos o técnicos te con el productivismo, el taylorismo, y ese homofaber de la modernidad
no han respondido a las necesidades humanas, a aquello que ios hombres que se desmorona ante la tecnoestructura y la burocracia. Como si estuvie-
consideran deseable, beneficioso o confortable, ya que el deseo de «saber- ran fabricados en serie, el trabajo racionalizado ha reducido a los trabaja-
hacer» y de «saber» es inconmensurable con respecto a la demanda de dores a una homogeneidad abstracta procurando la aceptación de todas
beneficio (Lyotard, 19876:30). estas filosofías53 productivas (ibíd.: 162). En respuesta a esta homogenei-
dad, Maffesoli acabará apelando a la resistencia frente a la cómoda acepta-
En clave más vitalista, Maffesoli se alejará de esa visión apocalíptica
ción de ios hechos presentados por quienes están en el poder, Si la organi-
propia de la desconfianza que generan los mitos del progreso y la razón.
zación racional y mecánica se fue apropiando de lo imaginario, el deseo, el
Para él, este mundo contingente y finito en el que vivimos permite que
placer, el Dejar Ser logrará finalmente enfrentarse ai Deber Ser de la razón.
aceptemos la vida tal y como es ayudándonos así a querer-vivir. Maffesoli
En base a esta premisa fundamental, Maffesoli reflexionará acerca de tres
logrará de este modo establecer una relación entre esa concepción trágica
elementos con los que enfrentarse a la idea misma de modernidad: el tiem-
po, la identidad'y la solidaridad.

50 En la tradición de la modernidad, el movimiento de la emancipación consiste en


que el tercero (ellos) que es exteriora nosotros acabará por incorporarse al «nosotros», ante
lo cual Lyotard defiende una actitud antimitologizante para «elaborar» la pérdida del 52 El racionalismo pretende poner todo bajo control, lo que significa saberlo todo y,
nosotros moderno (Lyotard, 1987¿v 37-41). a la vez, dominarlo todo. Es así como se acerca a Foucault y su descripción al mundo pa-
51 En clara alusión a Jürgen Habermas, Lyotard arremete contra aquellos que, de- nóptico: esa sed de saber y de poder lleva al desarrollo de técnicas de vigilancia y de do-
fendiendo la modernidad, tildan de neoconservadores a los postmodernos por querer minación, En la modernidad se confina al individuo (Alonso y Fernández, 2013¿).
desembarazarse a su entender del proyecto de las Luces, de ese proyecto moderno que ha 53 Según señalan Alonso y Fernández, «el endurecimiento tanto organizacional
quedado inacabado. Pero para Lyotard, el postmodernismo «no es el fin del modernismo como ideológico del movimiento obrero y la consolidación del Estado burgués llevaron a
sino su estado naciente, y este estado es constante» (Lyotard, 1987¿: 23). la adaptación de la clase obrera a esas filosofías productivistas» (2013/z: 163).
108 Nuevos elementos para el análisis de un modelo p o stfordista... Acerca del debate modernidad/postmodernidad 109

En primer lugar, Maffesoli nos sugiere un tiempo y progreso no lineal El autor nos propone así que nos interroguemos más sobre la socia-
en contraposición al tiempo normalizado5'5 convertido durante la moder- lidad (empatia comunalizada, afectos, emociones) y menos sobre la so-
nidad en valor y factor de producción. «Los nuevos ciclos temporales en- ciedad58 (ibíd.: 173). En tal sentido, Maffesoli defenderá la experiencia
vuelven a la sociedad postmoderna en una especie de constante retorno, en ética en la postmodernidad como empática o proxémica remitiendo a la
el que no se avanza hacia ningún futuro sustantivo ni se supera ningún fundación de una sucesión de «nosotros» en tanto que sustancia misma
pasado: se podría hablar de tiempo atemporal compuesto por un presente de toda socialidad. No obstante, aunque la empatia con el mundo nos
eterno, pero discontinuo» (ibíd.: 170). La nueva clave temporal de la post- lleve a descubrir lo positivo, la socialidad59 al igual que el tribalismo tam-
modernidad es el episodismo de la «intensidad al instante», el encamina- bién puede llegar a ser trágica en función de otros elementos como son
miento o sucesión de instantes intensos. las apariencias con las que nos mostramos a ios demás en un juego de
Por otra parte, frente a esa idea propiamente moderna de identidad máscaras o lo afectivo que nos une a otros seres humanos con una exis-
forjada de hierro, Maffesoli nos presenta a un yo diverso55 y múltiple, mu- tencia tan frágil como la nuestra. En cualquier caso, todos estos elemen-
cho más adaptable a esa dialéctica de construcción y deconstrucción de las tos nos ayudan a aceptar la vida tal y como es preparándonos para la fi-
cosas y a una sociedad en permanente movimiento. Ese antisujeto se mues- nitud y la precariedad.
tra reacio a dejarse dominar por una sola identidad, deseando más bien Maffesoii concluirá que ios impulsos hacia lo tribal, lo imaginario,
protagonizar diversos relatos a través de múltiples identificaciones. lo orgiástico o lo nómada no son hechos nuevos, más bien corresponde-
En cuanto a la solidaridad social, Maffesoli considerará que ha sido la rían a una corriente vital que estuvo reprimida durante la modernidad.
insistencia sistemática en la deshumanización, el desencanto y la soledad lo Desde esta perspectiva, la pulsión de la vida errante se presenta como una
que ha logrado ocultar la solidaridad y el compañerismo. Según él existen «forma primitiva de construcción que se enfrenta al poder establecido
formas específicas de socialidad en nuestros días, pequeños grupos56 donde durante la modernidad» (ibíd.: 172). La vida errante supone superar ba-
se restaura una eficacia simbólica a través de los afectos, no de las funcio- rreras y saltar fronteras, algo que, por otra parte y de manera mercantiiis-
nes, pues lo que ahora importa es experimentar juntos emociones comunes ta, ha conseguido gestionar la globaiización. Será mediante la metáfora
(ibíd.: 174). El hecho de que las sociedades postmodernas estén fragmen- del homo viator cómo Maffesoli ilustrará esa ambivalencia entre la nece-
tadas no significa que hayan desaparecido los vínculos sociales ni la deno- sidad de arraigo y la necesidad de experimentar el devenir de lo social.
minada pulsión a la grupalidad, es más, Maffesoli considera a la postmo- Vemos, por tanto, cómo frente a una sociedad perfecta donde la razón
dernidad como una época caracterizada por la solidaridad social en la que todo lo codifica y explica resurgen impulsos sociales cálidos. Ya que el
cobra una gran importancia la función icónica del imaginario social57 so- vitalismo no puede ser reducido a la unidad de la razón, Maffesoli trata-
bre la conciencia colectiva (ibíd.: 160). rá de hacer resurgir el tribalismo, lo emocional y el nomadismo. Todo
ello permitirá a la postmodernidad proceder a la asociación de lo racional
con un viejo modelo de gestión que deja de lado a los seres humanos y
sus emociones.
54 El tiempo normalizado se consideraba un hecho progresivo, una línea medible,
homogénea, divisible que siempre avanza.
55 Esta idea de diversidad del yo que se manifiesta en la sociedad actual aparece di-
rectamente conectada con el espíritu nómada, neotrágico y tribal de Maffesoli.
56 En forma de grupos religiosos, pluriculturalismo, redes afectivas, microgrupos 58 Influido por Simmel, Maffesoii esboza una sociología cotidiana,
que Maffesoli llamará «tribus». El nuevo neotribalismo está caracterizado por la fluidez, 59 «Frente a la angustia heideggeriana, de lo que se trata es de reivindicar el tono vital
las convocatorias puntuales y la dispersión, de Durkheim (1982), ese divino social que. Maffesoli denomina socialidad, esa fuerza mate-
57 «El mundo imaginal es esa "cosa mental" que refuerza el vínculo social» (Alonso rial que se inserta en el desarrollo de la vida corriente y que es tan cercana a lo trágico y a
y Fernández, 2013«: 160). la afirmación, a la violencia y a la fiesta en Maffesoli» (Alonso y Fernández, 2013a: 171).
110 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista... Acerca del debate modernidad/postmodernidad

1.2.2. Consumo y nuevos siervos (Baudrillard, 2010: 51). Los objetos, en suma, son portadores de significa-
ciones sociales, portadores de una jerarquía cultural y social, siendo a través
Con Baudrillard los ideales universales humanistas de libertad y de
de ellos como encontramos nuestro lugar en un orden (ibíd.: 12). El aná-
igualdad propios de la modernidad serán igualmente cuestionados.
lisis sociológico debería articularse, por ello, en base a la estrategia de clase,
Como señala Luis Enrique Alonso, en el prólogo de la obra de Baudrillard,
definiendo los valores del consumo como el criterio mismo de una discri-
La sociedad de consumo, en la producción teórica de este autor se obser-
minación nueva. La junción distintiva de los objetos se inscribiría, funda-
van dos etapas bien diferenciadas, una más estructuralista60 y otra más
mentalmente, en una función discriminante (ibíd.: 32).
postmoderna. En sus primeras obras Baudrillard acaba convirtiendo
cuaiquier actor económico, político y social en consumidor de signifi- Sin embargo, esta lógica cultural de clase nunca es manifestada, más
cantes, pero una vez alcanzado este primer límite teórico practicará mu- bien toma la apariencia de función empírica universal de necesidades con
cho más ei género del ensayo «aumentando el tono apocalíptico de sus capacidad de corregir las desigualdades sociales de una sociedad estratifica-
mensajes» y terminando por acabar con el concepto mismo de realidad da. Partiendo de esta base, Baudrillard considera absurdo hablar de «socie-
(Baudrillard, 2012: LV-D/I). Dado que en esa su segunda fase extrapolará dad de consumo», pues ello supondría tratar el consumo como si realmen-
todos sus primeros fundamentos y repertorios analíticos, repararemos, en te fuera un sistema de valores universal. Ei consumo es, más bien, una
primer lugar, en lo que para él debía ser una teoría del consumo,61 a saber, institución y una moral y, por tal concepto, «un elemento de la estrategia
«una teoría de la presentación social y de la significación» (Baudrillard, del poder» en toda sociedad constituida o por venir (ibíd.: 45). Frente a la
2010: 2). Este planteamiento nos situará ante un análisis crítico de la ideolo-
jerarquía del poder y del orden social, estaría la democracia del consumo,
gía del consumo más allá del valor de uso de ios objetos y de la mera sa-
lo que nos llevaría una vez más a comprobar cómo la coartada democrática
tisfacción de necesidades.
de los universales siempre ha sido útil a la lógica cultural de clase en la so-
Para Baudrillard, solo cuando los objetos62 se automatizan como sig- ciedad burguesa.63
nos diferenciales se puede hablar de consumo y de objetos de consumo
En tal sentido, Baudrillard nos propone una teoría del concepto ideo-
lógico de necesidad desestimando aquellas fundamentadas sobre un míni-
mo vital antropológico6"5 de las necesidades primarias. Según él, jamás han
60 En su etapa estructuralista estará muy influido por un modelo lingüístico radica- existido sociedades de penurias o sociedades de abundancia, pues sea cual
lizado y por la semiología (Baudrillard, 2012: xvi).
61 Como señala Alonso, Baudrillard profetizó como nadie que el paso de una socie- fuere ei volumen objetivo de los recursos los gastos de una sociedad se ar-
dad en su conjunto iba a desarrollarse hacia una sociedad de consumo como una amalga- ticulan en función de un excedente estructural y de un déficit no menos
ma de signos, «consumo donde la utilidad y funcionalidad de los productos como la ra-
cionalidad de las necesidades iba a quedar subordinada, en el seno de un universo de
estructural. Un cierto excedente siempre coexiste con una cierta miseria,
intercambios, a la lógica significante del valor signo y déla multiplicación jerarquizada
de apariencias y espejismos» (en Baudrillard, 2012: LVIII). Este planteamiento acabaría
conduciendo inexorablemente a Baudrillard a la negación de lo real en beneficio de un
seductor orden simbólico que se despliega por todas partes desde los objetos a los cuerpos, 63 Para Baudrillard la sociología es, al mismo tiempo, víctima y cómplice al tomar
desde la política al trabajo. la ideología del consumo por el consumo mismo, lo que le lleva a creer que los objetos y
62 Baudrillard (2010) nos presenta cuatro posibles estatus de los objetos con sus lógicas el consumo tienen el mismo sentido arriba y abajo de la escala social.
correspondientes. Así, el objeto puede tomar estatus de herramienta según se ordene con 64 Baudrillard redunda en esta ¡dea del siguiente modo: «Jamás ha habido socieda-
una lógica funcional del valor de uso, de las operaciones prácticas y de la utilidad; de mer- des de penuria ni sociedades de abundancia, puesto que los gastos de una sociedad se ar-
cancía de acuerdo con una lógica económica de valor de cambio, de la lógica de la equiva- ticulan, cualquiera que sea el volumen objetivo de los recursos, en función de un excedente
lencia y del mercado; de símbolo siguiendo la lógica del cambio simbólico, de la ambivalencia estructural, y de un déficit igualmente estructural». En todo caso, el sobrante coexiste
y de la lógica del don; y de signo siguiendo la lógica del valor/signo, de la diferencia y del con la miseria, siendo la producción de ese sobrante lo que rige el conjunto (Baudrillard,
2010: 70).
112 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordísta... Acerca del debate modernidad!postmodernidad 113

pero un excedente enorme puede coexistir también con la peor miseria el «avatar embrujado» del productor asalariado. La coacción de necesidades
(Baudrillard, 1976: 65). Más allá del umbral de la supervivencia, «el y de consumo resultante se coloca bajo el signo de la elección y de la «liber-
hombre no sabe ya lo que quiere», siendo allí donde deviene «alienable, tad», al igual que ocurre con la libertad de trabajar o con la emancipación
manipulable, susceptible de ser engañado» (Baudrillard, 2010: 69). Para formal de la fuerza de trabajo y la posibilidad de vender su fuerza de traba-
Baudrillard, el mínimo vital hoy es el mínimo de consumo impuesto. Por jo, no así con su autonomía en el trabajo. 66
debajo de este mínimo se es un asocial, lo que nos llevaría a cuestionar-
nos qué es más grave, si el hambre o la pérdida de estatus y la inexistencia Necesidad y trabajo se nos muestran, por tanto, como dos modalidades
social (ibíd.: 71). de una misma explotación, lo que permitirá establecer a Baudrillard una
analogía entre necesidades y fuerzas productivas. Durante la fase de indus-
Al presentar las aspiraciones consumidoras una mayor elasticidad que
trialización, cuando era posible extorsionar la fuerza de trabajo al menor
las profesionales, la compulsión del consumo vendría a compensar la im-
costo y sin miramiento, no fue necesario hacer resurgir las necesidades para
posibilidad de ascender en la escala social vertical y las graves debilidades
la extracción de la plusvalía. Solo absolutamente coaccionado, el sistema ca-
de ciertas clases en sus posibilidades de movilidad social. La aspiración
pitalista descubrió ios grandes principios humanitarios y democráticos. Pero
«sáper consumista» sería al mismo tiempo expresión de una exigencia de
hoy el capital ya no suscita únicamente al esclavo en tanto que fuerza de
estatus y la manifestación de la incapacidad real de cumplir con esa exi-
trabajo, sino al individuo en tanto que consumidor. El individuo como fuer-
gencia (Baudrillard, 2010: 60). Por mucho que escape a toda lógica so-
za de consumo67 se convierte así en un nuevo siervo, lo que nos permite
cial, el discurso de las necesidades es la forma espontánea de interpretar
la relación de ios sujetos con los objetos y con el mundo, y a base de re- «definir el consumo no solo estructuralmente como sistema de intercambio
petir este discurso es como se llegan a naturalizar ios procesos de inter- y de signos, sino estratégicamente como mecanismo de poder» (Baudrillard,
cambio y de significación. La especulación sobre las necesidades consti- 2010: 75-76). La ideología del consumo quiere hacernos creer que hemos
tuye «un pensamiento mítico que se refleja en el espejo de la racionalidad entrado en una nueva era,68 pero no es verdad. «La producción y el consumo
económica» (ibíd.: 59). Todo el discurso sobre las necesidades se basa en constituyen un único y gran proceso lógico de reproducción ampliada de las
una antropología ingenua: la de la propensión natural del ser humano a fuerzas productivas y de su control» (Baudrillard, 2012: 85).
la felicidad (Baudrillard, 2012: 39).

Una vez presentada su visión acerca de los objetos y las necesidades,


Baudrillard llegará a la conclusión de que «el capitai-necesidades invertido 66 Según Baudrillard, «trabajo y producción se desprenden de todas las connotacio-
nes rituales, religiosas, subjetivas, etc., para entrar en un proceso histórico de racionaliza-
por cada consumidor privado es hoy tan esencial al orden de producción ción» (2010: 73).
como los capitales invertidos por el empresario capitalista, tan esencial 67 El sistema industrial mismo, que supone el crecimiento de las necesidades, supo-
ne también un excedente perpetuo de las necesidades en relación con la oferta de bienes (del
corno el capital-fuerza de trabajo invertido por el trabajador asalariado» mismo modo que especula con un índice de desempleo para maximizar la ganancia que
(Baudriliard, 2010: 72). Todo ello derivará en una exaltación del consumo obtiene de la fuerza de trabajo). Así que constituye el «ejército de reserva» de las necesida-
como inversión,65 no como gasto. El consumidor, saturado, aparece como des (Baudrillard, 2010: 60).
68 Baudrillard consideraba que «[...] el adiestramiento actual para el consumo siste-
mático y organizado es el equivalente y la prolongación en el siglo XX del gran adiestramien-
to a que fueron sometidas las poblaciones rurales a lo largo de todo el siglo XIX para adaptarse
al trabajo industrial. El mismo proceso de racionalización de las fuerzas productivas que
65 Así como el trabajo concreto va poco a poco abstrayéndose en fuerza de trabajo para tuvo lugar en el siglo xix en el sector de la producción se consuma en el siglo xx en el
hacerlo homogéneo a los medios de producción (máquinas, fuerzas energéticas, etc.), alcan- sector del consumo». El sistema industrial, una vez que hubo socializado a las masas como
zando una productividad creciente, también se va abstrayendo el deseo en necesidades para fuerza de trabajo, «debía avanzar aún más para consumarse y socializarlas (es decir, con-
hacerlo homogéneo a los medios de satisfacción (productos, imágenes, objetos-signos, etc.). trolarlas) como fuerzas de consumo» (Baudrillard, 2012: 85).
114 Nuevos elementos para el análisis de un modelo posifordista... Acerca del debate modernidad/postmodernidad 115

Solo «cuando es preciso, se suscitan las necesidades como medio de crédito cumple una función determinante en tanto que adiestramiento
represión» (Baudrillard, 2010: 75). La única certidumbre que tiene el socioeconómico sistemático.
esclavo de comer es que el sistema necesita esclavos para trabajar. La úni-
'Podría concluirse, por tanto, que el eje de lo social ha pasado de la
ca posibilidad de un ciudadano moderno de ver satisfechas sus necesida-
producción al consumo. Como bien nos recuerda Alonso en su prólogo,
des culturales es que el sistema las necesite cuando el individuo ya no se
al capitalismo de hoy en día le resulta mucho más fácil producir las mer-
limita a comer. Es decir, si hubiese habido para el orden de producción
cancías que venderlas, por lo que es preciso producir el «sentido» igual
un medio cualquiera de asegurar su supervivencia sobre ese modo ante-
que se hizo en su día con la mercancía. «En el capitalismo clásico, al ca-
rior basado en la explotación brutal, no habría habido jamás necesidades.
pital le fue suficiente con producir unas mercancías, pues el consumo fun-
Partiendo de esta premisa, el crédito se concibe como un «proceso disci-
cionaba solo. Hoy en día, en la sociedad de consumo, hay que producir a
plinario de extorsión del ahorro y de regulación de la demanda, de la
los mismos consumidores, hay que producir la demanda misma y esa pro-
misma manera que el trabajo asalariado fue un proceso racional de extor-
ducción es infinitamente más costosa que las mercancías» (Baudrillard,
sión de la fuerza de trabajo y de multiplicación de la productividad» 2012:xxxvn).
(Baudrillard, 2012: 85). Al igual que con la fuerza de trabajo, hoy las
necesidades constituyen fuerzas productivas, obligatorias y racionaliza- A partir de los años ochenta y noventa, Baudrillard girará hacia ese
das, porque el sistema necesita de los individuos no solo en su condición postmodernismo que él había rechazado. En un intento por acabar con
de trabajadores asalariados o de ahorristas, sino cada vez más en su con- cualquier atisbo materialista y marxista de la sociedad y de la cultura,70
dición de consumidores. «El aspecto en el cual el individuo es hoy necesa- eliminará toda intención crítica y la sustituirá por la ironía: «Dios ha muer-
rio y prácticamente irreemplazable es su condición de consumidor» to, Marx ha muerto, el hombre ha muerto, la economía ha muerto, solo
(ibíd.; 87-88). prevalece el caos de las apariencias» (Baudrillard, 2012: L). La producción
material se convierte en hiperreal, en una metáfora, aunque manteniendo
Todo ello hace factible predecir un futuro apogeo del sistema de valo- los rasgos y discursos de la producción tradicional. En suma, todo lo pre-
res individualistas. El centro de gravedad, ocupado en el capitalismo com- sentado como objetivo, tal como el trabajo o la producción, es según Bau-
petitivo69 por el empresario y el ahorrista individual, se ha desplazado hacia drillard (2012) una fantasía que trata de imponer un orden y disciplina
el consumidor individual provocando que el consumo sea un poderoso donde todo es irracionalidad y simulación. El consumo ha sustituido a la
elemento de control social capaz de atomizar a los individuos consumido- producción y el trabajo, pero es un consumo de apariencias.71
res (Baudrillard, 2012: 88). Pero aunque el consumo no esté gobernado
Son los objetos los que nos seducen, nos manipulan y nos dominan sin
por reglas formales y parezca librado a la contingencia individual, Baudri-
ni siquiera acabar de consumirlos, por lo que solo cabe esperar que la socie-
llard nos recuerda que el consumo es «una conducta activa y colectiva, es
dad termine fatalmente consumiéndonos sin ni siquiera poder hacernos la
una obligación, es una moral, es una institución» que se constituye en todo
ilusión de que todo se acaba. La realidad ha muerto y estamos ante «un bucle
un sistema de valores ejerciendo una función de integración del grupo y de
control (ibíd.: 84), un nuevo y específico modo de socialización donde el

70 Se alejaría de Foucault por su excesivo apego a categorías realistas como el poder


(Picó, 1988).
69 En el estadio competitivo del capitalismo, «la ficción de una moral social altruis- 71 Las fronteras entre los mundos se han disuelto, la diferencia sexual se ha confun-
ta (heredera de toda espiritualidad tradicional) servía para "absorber" el antagonismo de dido, las catástrofes son espectáculos programados, las copias dominan a los originales; ya
las relaciones sociales. La ley "moral" resultaba de los antagonismos individuales, como la no estamos en el crecimiento, estamos en la excrecencia, Baudrillard lleva así al limite la
ley del mercado surgía de los procesos competitivos: preservaba la ficción de un equili- idea postmoderna del fin de la historia por lo que se niega cualquier acceso a lo real o a la
brio». Hoy esto es imposible (Baudrillard, 2012: 88). naturaleza mediante algún tipo de racionalidad evolutiva (Baudrillard, 2012: LIV).
116 Nuevos elementospa.ro. el análisis de un modelo p o stfordista...

interminable de acontecimientos caóticos eternamente reciclables, reperto- 2. REACCIONES ANTE UN SISTEMA


rios simbólicos de la sociedad de los simulacros» (Baudrillard, 2012: LIY).
Para Baudriliard fuimos consumidores de símbolos, pero esos signos deja-
DE PRODUCCIÓN EN CRISIS
rán de referirse a una realidad exterior para pasar a regirse por la lógica de
la auto-referencia. Desde esta perspectiva, ia comunicación es un puro «si-
mulacro» sin referente real.72 La simulación se impone, «ios significantes
refieren otros significantes, y el significado por fin desaparece en esta marea
de comunicaciones electrónicas masificadas. El sentido se disuelve. Queda
el desierto y ia nada [...]. La cultura simbólica, constituida en realidad
virtual y simulacro, domina nuestras existencias en un vacío de sentido»
(Bericat, 2003: 20).
Tal y como señala Alonso, Baudriliard se irá alejando de referentes
empíricos concretos y de análisis sistemáticos de prácticas sociales derivan-
do hacia el nihilismo y la fascinación por los objetos como depositarios del El fordismo, propio de la producción en masa y ia cadena de montaje,
poder de los deseos, hacia una sociedad sin sujetos «viviendo en un mundo comenzará su declive coincidiendo con una serie de acontecimientos como
infinito de apariencias, sin unidad ni razón, totalmente fragmentada y que la crisis del petróleo de 1973, la decadencia de la industria estadounidense
se reproduce por una especie de metástasis permanente» (Baudriliard, del automóvil, y el surgimiento de los competidores japoneses. Mientras
2012: LUÍ). En ia desesperanza de vivir en el consumo, no hallamos más todo esto sucede, los mercados laborales se irán desregulando, se apostará
esperanza. «Es difícil encontrar referencias cuando se declara que el signo claramente por valores pro-empresariales, y comenzará el debilitamiento de
ya no designa nada en absoluto. El intercambio es ya imposible, toda la los canales de negociación formal con los sindicatos. A pesar de la existencia
realidad se convierte entonces no ya en un espacio semiológico, sino en un
de voces críticas que cuestionan la existencia real de esta tan divulgada crisis,
(no) lugar de la manipulación semiúrgica, de una simulación integral»
no cabe duda que el paso del fordismo al postfordismo nos permitirá ir avan-
(ibíd.: LUÍ) . La metáfora del cáncer sería la más próxima para describir la
zando en la comprensión de este cambio de modelo de relación laboral. Tal
sociedad de consumo.
y como puede apreciarse en la siguiente figura, esta crisis simbolizará, en
esencia, el tránsito de la homogeneidad a la heterogeneidad.

FIGURAS
DIFERENCIAS ENTRE EL SISTEMA DE PRODUCCIÓN FORDISTA Y POSTFORDISTA

Fordismo Postfordismo
Desarrollo de un mercado para la producción Productos más especializados, especialmente
masiva de productos homogéneos generados de alca calidad y diseño.
por la producción masiva de industrias y la Procesos de producción más coreos
consecuente homogeneización de las pautas de y, por lo canto, sistemas de producción más
consumo. pequeños y productivos.
Aumento de la productividad derivado
de la adopción de la economía de escala,
72 Según Baudrillard, «la realidad social escá no solo estructurada, sino literalmente la descalificación de los trabajadores,
creada por una pluralidad de lenguajes, de formaciones simbólicas sometidas a una extraor- y de la intensificación y la homogeneización
dinaria dispersión cuya lógica no encuentra ninguna raxón unificadora» (2012: LVII). del trabajo.
118 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista,.. Reacciones ante un sistema de producción en crisis 119

Fordismo Postfordlsmo Aunque para muchos el fenómeno de gestión nació con el taylorismo,
Tecnologías inflexibles (cadena de montaje). Nuevas tecnologías más flexibles que requieren la década de los ochenta será la época de los grandes cambios en la organi-
Ruanas de trabajo estandarizado (taylorismo). de trabajadores con capacidades más diversas,
más formados, más responsables y autónomos.
zación del trabajo.2 En la nueva empresa, la motivación, la implicación y
Las enormes burocracias rígidas cambian la participación directa constituyen elementos clave de las políticas de ges-
drásticamente para operar con mayor tión de la fuerza de trabajo a fin de mejorar la calidad y la diversidad de la
flexibilidad.
La productividad precisa de un control
producción, por lo que no es de extrañar el creciente interés por la litera-
más flexible. tura académica referida a las políticas de Recursos Humanos y el creci-
Instituciones educativas masivas que Los trabajadores empiezan a diferenciarse como miento de este tipo de departamentos en las grandes empresas, lo que con-
proporcionan la masa de trabajadores requerida personas y requieren mercancías, modos de vida vertirá a la empresa en el principal motor del cambio.
por la industria. y productos culturales más diferenciados.
Nacimiento de los sindicatos de trabajadores Los sindicatos y partidos políticos El contexto en el que se irán gestando todas estas transformaciones gi-
burocratizados. burocratizadosya no representan
rará en torno al dominio político y económico del neo conservadurismo de la
Negociación de los sindicatos en pro de adecuadamente los intereses de la muy variada
salarios uniformes vinculada al aumento de la y nueva fuerza de trabajo. época, que bajo la pretensión de obtener una reacción de las economías nor-
productividad y los beneficios. La negociación colectiva descentralizada teamericana y europea traerán consigo toda una retórica estrechamente rela-
Aumento de salarios, obra de la sindicación, que sustituye a la centralizada.
conduce a una demanda creciente de la cada vez.
cionada con los valores más propios de las clases empresariales. Mientras las
mayor oferta de bienes producida en masa. políticas keynesianas se abandonan, se apostará por el monetarismo, por un
Un mercado para los productos que se rige El estado de bienestar centralizado es incapaz Estado mínimo y por la desregulación de los mercados de trabajo (Alonso,
por políticas macroeconómicas keynesianas de satisfacer las necesidades (educación, salud, 1999). Los inversores privados dispondrán de poder y capacidad suficientes
y un mercado de trabajo que se rige por la asistencia social) de una población diversa,
negociación colectiva supervisada, por el diferenciada y se requiere la creación de como para ir definiendo una realidad que acabará siendo asumida por todos,
Estado. instituciones más flexibles. determinando lo que debe considerarse una carga intolerable (Fernández,
FUENTE: Ritzer (2001: 196-197). 2007^.' 29). De este modo, ios estados buscarán integrarse en unidades su-
pranacionales, los rasgos éticos y morales de las organizaciones se debilitarán
Como tendremos ocasión de comprobar, la crisis del fordismo no nos
entrando en un momento de fuerte «desorganización», las empresas se dis-
aleja del debate que hemos venido manteniendo acerca de la modernidad
pondrán a abandonar el taylorismo y el fordismo refugiándose en la flexibi-
vs. postmodernidad. En efecto, una vez traspasado el umbral de la moder-
lidad, y los sindicatos irán perdiendo cohesión y solidaridad.
nidad, esta nueva sociedad dejará de basarse en la industrialización; en la
manufactura de bienes materiales y en el poder de la máquina. El proceso A tenor de lo expuesto nos aproximaremos, en primer lugar, a ese
rígido de acumulación,1 propio del período fordistay de la economía key- nuevo sistema industrial y al desarrollo de nuevos modelos de organización
nesiana, se verá paulatinamente sustituido por otro basado en la flexibili- del trabajo derivados de la reorganización productiva y del nuevo paradig-
dad en torno al proceso laboral, al mercado de trabajo, a los productos y a ma de especialización flexible. En segundo lugar, nuestro interés se focali-
las pautas de consumo, Se impondrá así una nueva empresa flexible que, zará en las reacciones adoptadas por el nuevo mcmagement ante todos estos
ocultando toda una serie de audaces transformaciones como la cultura de cambios y en la explosión que la literatura gerencial experimentará en rela-
empresa, la excelencia o la calidad total, acabará por convertirse en el espe- ción con estos diseños gerenciaies más flexibles.
jo más transparente de todo este cambio (Sarries, 1993; 126).

2 El rasgo distintivo de estas transformaciones será el de una mayor acentuación del


1 El concrol de los mercados y del proceso laboral son los dos aspectos que implican papel del «factor humano» y la motivación en el trabajo, aunque la gran novedad resida en
la acumulación en el capitalismo. que este objetivo sea perseguido con mayor ahínco que en los sesenta.
120 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordísta... Reacciones ante un sistema de producción en crisis 121

A pesar de los cambios que vamos a tratar de abordar, para algunos no que implicará ei retorno de ios principios de la tradición artesanal.6 En
cabría hablar tanto de discontinuidad3 entre los dos períodos como de cuanto a la organización de las empresas, la invasión de productos japone-
reflejos de una misma dinámica capitalista fundamental. Modernismo y ses en el mercado generará toda una serie de iniciativas organizativas en las
postmodernismo, fordismo y postfordismo, conviven en el mundo actual empresas para lograr responder a un mercado diverso y extremadamente
variando en ei tiempo y el espacio en función de las ventajas que sean ca- competitivo. Entre estas nuevas alternativas, la lean production ocupará un
paces de aportar. lugar central por ei impulso dado por la empresa automovilística cataloga-
da por Womack, Jones y Ross (1995) como la industria de las industrias por
2.1. El declive del sistema de producción fordista su capacidad de cambiar por dos veces en un mismo siglo la forma de hacer
las cosas. En definitiva, se producirá toda una nueva organización entre y
El rechazo que provocará la Organización Científica del Trabajo, uni- dentro de las empresas capaz de facilitar las relaciones entre ellas y de redu-
do a la publicación de la obra de Henry Braverman, Trabajo y capital mo- cir costes, jerarquías y rigideces del anterior sistema de producción.
nopolista, en 1974, suscitarán el interés por las leyes de regulación del Finalmente, y atendiendo a las opciones estratégicas7 de los actores,
modo de producción capitalista y el análisis del proceso del trabajo. De repararemos en uno de ios estudios más específicamente centrados en el
este modo, y bajo ei convencimiento de que es en la fábrica donde las rela- cambio de este modelo de relación laboral. Partiendo de una revisión criti-
ciones de clase se evidencian más claramente,4 la crisis y la posterior susti- ca de los presupuestos de Dunlop, los resultados de este estudio pondrán
tución del sistema de producción fordista se convertirán en el punto de en evidencia cómo las presiones contextúales del entorno en interacción
partida desde donde poder elaborar la teoría de la Regulación en su inten- con las estrategias adoptadas por sus actores favorecerán definitivamente el
to por explicar, casi a tiempo real, la crisis del capitalismo occidental. tránsito hacia un modelo postfordista de relación laboral.
Ya entrados en los años ochenta, y a lo largo de los noventa, otras al-
ternativas5 cuestionarán el modelo productivo vigente y su organización 2.1.1. Relación salarial y neofordismo
de trabajo. Ante esta nueva situación se erigirá como paradigma a imitar un
nuevo principio de organización industrial, el de la especialización flexible, Los regulacionalistas llevarán a cabo la división cronológica del capita-
lismo8 atendiendo a las relaciones existentes entre el modelo de crecimiento
económico, la estructura institucional y política, las pautas culturales co-
munes y la relación salarial dominante (Kóhler y Martín, 2005: 220). Te-
3 En opinión de Harvey, este cambio ha sido más bien superficial, pues la lógica
fundamental de la acumulación capitalista y sus tendencias a las crisis no ha cambiado niendo en cuenta estos elementos, concluirán que todo régimen de acumu-
(Harvey, 1998).
4 Según la teoría de la Regulación, cuando la lucha de clases es intensa resulta difí-
cil circunscribirla al contrato salarial. Por el contarlo, se tiende a poner en tela de juicio
las relaciones internas de la producción centrándose sobre las condiciones de trabajo, las 6 Principios tales como maquinaria polivalente, ritmos y horarios de trabajo flexi-
clasificaciones de puestos, y las normas de organización del trabajo; es decir, crea nuevas bles, fuerza de trabajo flexible, etc.
relaciones sociales (Boyer, 1992). 7 La teoría de las acciones estratégicas vinculada al Massachusetts Institute of
5 Alternativas como las de Kern y Schumann (1988) o las de Piore y Sabel (1991). Tecnology (MIT) y diseminada en la contribución de autores como Piore y Sabel (1990),
Quizás la huella más relevante de estas nuevas formas de organización del trabajo haya Kochan, Katz y McKersie (1993) o R. Locke (1997), entre otros, podría tener cabida en
sido la de crear nuevas posibilidades técnicas y organizativas para lograr una fragmenta- ese campo más amplio de las teorías institucionalistas, sin embargo, las instituciones
ción de los procesos productivos, todo un complejo espectro de transformaciones basadas aparecen aquí como estructuras que condicionan y limitan la acción, aunque no la deter-
en innovaciones organizativas de trabajo en grupo, en el papel atribuido al diseño de minan (Blanch, 2003: 228-230).
productos, bienes y servicios, en una vinculación casi directa entre producción, distribu- 8 Aglietta, tomando como referente la teoría del capitalismo fundada por Marx,
ción y consumo y en la voluntad de desplazar el peso político-organizativo que tenía ei intentará elaborar conceptos de las relaciones sociales históricamente determinadas con
obrero-masa en la fábrica (Castillo, 1991). las cuales pueden pensarse esas transformaciones (1979: 337).
122 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista... Reacciones ante un sistema de producción en crisis 123

lación, o forma dominante de obtención de plusvalía, debe materializarse del trabajo colectivizado sigue dependiendo de la acumulación del capital.
en un modo de regulación capaz de mantenerlo compuesto por un conjunto Bajo este planteamiento, el capitalismo es una estructura social producida
de reglas y procedimientos sociales incorporados al comportamiento indi- por el trabajo, pero sometido a su vez a la lógica de su reproducción. Visto
vidual.9 Para Aglietta, máximo representante de esta perspectiva, hablar de así, la producción constituye una estructura en movimiento cuya evolución
un modo de producción implicará expresar mediante leyes generales cómo es condición de continuidad de la relación salarial. Aglietta logrará así distin-
se produce la estructura determinante de una sociedad.10 guir diferentes formas de relación salarial12 producidas a lo largo de la historia
Tomando como referencia estas premisas, se establecerán las diferen- del capitalismo como la competitiva, la taylorista y la fordista.
cias entre el régimen de producción extensivo, propio de la fase prefordista, Entre las novedades que introducirá con respecto a la relación salarial
y el régimen intensivo de la fase fordista en auge desde la II Guerra Mundial fordista se destacan la intensificación de las mejoras técnico-organizativas y el
y basado en fórmulas de producción en serie y el consumo de masas. El incremento de la productividad, de los beneficios y de ios salarios. Estas
objetivo a alcanzar será «poner al descubierto cuáles son las relaciones de- mejoras salariales, aunque protegidas por la negociación colectiva, no serán
terminantes que se producen en y por las transformaciones sociales, así ajenas a los volúmenes de crecimiento de la producción. Todo ello permitirá
como las formas bajo las que lo hacen» (Aglietta, 1979: 4). Para ello, consolidar un sistema de relaciones laborales basado en pactos entre los tres
Aglietta se opondrá a la dictadura ejercida por la teoría general del equili- grandes actores13 del capitalismo (patronal, sindicatos y Estado) e impulsar
brio sobre el pensamiento económico, una dictadura basada en la seduc-
un consumo capaz de absorber los aumentos de producción, En base a ello,
ción que se le supone a la armonía colectiva fundada en la autonomía de
las relaciones de producción capitalistas se habrían generalizado gracias a la
los sujetos y la exclusión de todo conflicto. En su opinión, para poder pasar
interacción de dos elementos determinantes de la transformación de las con-
de esa idea de equilibrio a la de la regulación es imprescindible abandonar
diciones del trabajo asalariado: a) la profundización del principio mecánico14
las referencias a conceptos como los de sujeto y Estado para pasar a enfati-
en la organización social del trabajo, b) y la constitución de un modo de
zar otros como los de relaciones y procesos.
Según Aglietta, «la producción siempre es producción de relaciones so-
ciales, a la vez que de objetos materiales» (1979: 19). Aunque la extensión de
12 La relación salarial competitiva se basa en el modo de regulación en la que predo-
la relación salarial," en tanto que apropiación de la fuerza de trabajo como mina la competencia en el mercado de productos y de trabajo. No existe articulación es-
mercancía y relación de producción fundamental, haya logrado homogenei- trecha entre el nivel de producción y el consumo de los trabajadores. La función de la
zar la sociedad, podría decirse que el crecimiento de las fuerzas productivas fuerza es meramente productiva y el objetivo de los capitalistas es pagar lo más barato
posible sin preocuparse por la relación entre masa salarial y consumo, Los ritmos de pro-
ducción no son lo suficientemente elevados, pero mediante cambios organizativos se trata
de acelerarlos y mejorar el proceso de valoración, La relación salarial taylorista, por su
parte, propicia los cambios organizativos basados en mejoras productivas a raíz del ahorro
9 El modo de acumulación supone un conjunto de rasgos que aseguran una progre- de materiales y de mejora del estudio y del tiempo del trabajo. La profundización de la
sión general y relativamente coherente de la acumulación del capitalismo. El modo de división del. trabajo y la parcelación de las tareas son consecuencia de la OCT guiada por
regulación son las estructuras que guían las acciones de los sujetos y sostienen así el régi- el taylorismo.
men de acumulación vigente. Cada régimen de acumulación necesita un sustrato institu- 13 El Estado no se limitará a desempeñar su papel de mediador, sino que garantiza-
cional, de hábitos y procedimientos que orienta a los actores sociales a aceptar las condi- rá también a los obreros bienes colectivos y salarios indirectos provenientes de la oferta
ciones de este. Una de estas formas la. constituye la relación salarial, relación de gran pública como la educación y la sanidad.
interés porque a través de ella se podrían analizar el conjunto de condiciones económicas 14 En base al principio mecánico, el trabajo obrero se despoja de todo contenido
y jurídicas que rigen el uso y la reproducción de la fuerza de trabajo. propio de un oficio por el proceso de mecanización; la fuerza de trabajo, convertida en
10 Amplía al conjunto de la organización económica la visión «productivista» mar- mercancía, se incorpora a un sistema productivo cuya razón de ser es la producción de
xista (relaciones de producción y fuerzas productivas). plusvalor; la transformación de las relaciones de producción crea la producción en masa
1.1 El modo capitalista, en tanto que relación de intercambio y de producción, funda de mercancías generando un único espacio de circulación de mercancías acorde con las
la relación capital-trabajo o relación salarial. relaciones de equivalencia en el intercambio.
124 Nuevos elementos para el análisis de un modelo posifordista... Reacciones ante un sistema de producción en crisis 125

consumo típicamente capitalista en base a la producción en masa. Vemos, consumo16 y la imposibilidad del Estado de seguir soportando los gastos
por tanto, cómo los lazos que se establecen entre producción y consumo en derivados del salario indirecto a los trabajadores, entre otras causas. Siendo
el ciclo de mantenimiento de la fuerza de trabajo social son múltiples. esto así, la adaptación del fordismo a las nuevas circunstancias y condiciones
En definitiva, «el principio de una articulación del proceso de produc- se producirá con vistas a recuperar los factores que posibilitan una acumula-
ción y del modo de consumo que instaura la producción en masas resultará ción intensiva del capital y una revitalización de la tasa de beneficios.
ser clave para la universalización del trabajo asalariado» (Aglietta, 1979: 94). La renovación tecnológica asociada a la incorporación de una nueva
Por un lado, el fordismo caracterizará un nuevo estadio de la regulación forma de gestión de información y a la reorganización del proceso de tra-
del capitalismo, pero también un conjunto importante de transforma- bajo mediante la recomposición de tareas serán los aspectos que caracteri-
ciones del proceso de trabajo ligadas a las condiciones del trabajo asalariado zarán la organización del trabajo en esta ulterior fase neofordista. l7 Sin
convirtiendo la norma de rendimiento de la fuerza de trabajo social en el eje
embargo, para Aglietta existe una tarea esencial con respecto a las transfor-
del análisis del proceso de trabajo y el fordismo. Por otro, los trabajadores se
maciones del proceso de trabajo, mostrar que la transformación del proce-
verán «forzosamente atados al capitalismo por el consumo individual de
so de trabajo crea relaciones internas en la producción que adaptan la coo-
mercancías resultantes de la producción en masa. Ese modo de consumo
peración de las fuerzas de trabajo a la dominación de la relación salarial.18
uniforme de productos trivializados es un consumo de masas» (ibíd.: 131).
Si se concibe el trabajo como una actividad humana en base a la cual los
Sin embargo, al tiempo que son homogeneizados también son simultánea-
hombres establecen relaciones transformando las condiciones materiales
mente aislados por el contrato salarial en cuanto que fuerzas de trabajo indi-
vidual que compiten entre sí. En conclusión, el objetivo de la modificación de la vida social, ello nos debería llevar a plantear la necesidad de incluir el
de las condiciones de existencia del trabajo asalariado, o reproducción de la significado del trabajo en sus aspectos más fundamentales.
fuerza de trabajo social, no será el comportamiento individual en el consu-
mo, sino la creación y transformación de las condiciones de existencia de la 2.1.2. Un modelo alternativo al sistema de producción fordista
clase obrera. «Se trata del fundamento mismo de la acumulación de capital,
del contenido de la generalización de la relación salarial» (ibíd.: 129). A partir de los ochenta, se impondrá la necesidad de una mayor flexibi-
lidad en el uso de ios recursos al objeto de alcanzar una mayor especialización
Dicho esto, Aglietta concluye que el neofordismo, al igual que el fordis- en la producción. Flexibilidad e innovación permanente constituirán los dos
mo, se basa en un principio de organización de las fuerzas productivas sujetas pilares básicos sobre los que se asentará este nuevo modelo productivo (Carpí
a las exigencias de la dirección capitalista. El neofordismo representa así «las
relaciones de producción capitalistas todavía en gestación, con objeto de
responder a la crisis de la reproducción de la relación salarial a fin de salva-
guardar el capitalismo» (ibíd.: 99). La crisis del modelo fordista y su sustitu- délas condiciones de trabajo como objeto de estudio. Sin embargo, Sayery Walker (1994)
cuestionan que la resistencia y oposición de los trabajadores fuera una respuesta directa al
ción por una ulterior fase en el desarrollo capitalista vendrá determinada, en fordismo; cabe pensar estos conflictos como una coyuntura económico-política general.
opinión de los regulacionistas, por el declinar del potencial productivo unido 16 Logrará poner en cuestión la producción de grandes series de mercancías en que
al descontento de los trabajadores,15 la saturación de la demanda de bienes de se basa el fordismo, aquejado además por una rígida estructura tecnológica y por una es-
casa diversificación en la gama de productos.
17 Coriat (1981) evidencia la continuidad de las nuevas formas de organización del
trabajo con el fordismo, estas son nuevos intentos de ampliar y renovar el control capita-
lista del trabajo y la explotación clásica. El paso del fordismo al neofordismo representa
15 La resistencia obrera al trabajo taylorizado está ampliamente en el origen de su una continuidad con el control patronal (los círculos de calidad incrementan no tanto el
puesta en cuestión; se repiensan las formas de organización del trabajo allí donde ya no control obrero sino la coerción patronal).
son socialmente viables. Desde luego, es la resistencia de los trabajadores la explicación 18 En este sentido, se concentrará en el doble carácter de las relaciones de produc-
última más argumentada cuando se analiza, contextualizay explica el auge, en esos años, ción capitalistas el antagonismo y la cooperación.
126 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista.,. Reacciones ante un sistema de producción en crisis 127

yTorrejón, 2000-2001; 101). Piorey Sabel (1990), movidos por el éxito de sensación de bienestar general basado en la prosperidad y estabilidad social
algunas experiencias de producción flexible puestas en marcha a partir de los muy diferente al descontento y malestar social de los setenta. Esta situa-
setenta, serán quienes se ocupen de configurar este modelo, un modelo ba- ción acabaría por configurar un nuevo escenario22 y un cambio en el com-
sado en las tecnologías programables de la información para dar respuesta a portamiento de instituciones como el Estado, los sindicatos y las grandes
un mercado cada vez más diversificado. Para ello, intentarán reducir el tama- empresas.
ño de las series y minimizar los stocks integrando las diferentes fases de pro-
ducción con las funciones productivas y de comercialización. En opinión de Piore y Sabel (1990; 278), las respuestas provocadas
ante esta crisis fueron: a) la adopción de un enfoque global por parte de las
En su obra La segunda ruptura industrial, publicada en 1984, Piore y autoridades para poder hacer frente al desempleo y al estancamiento con
Sabel definirán la especializadon flexible como una estrategia consistente no instrumentos de control económico interno; b) una respuesta individual,
tanto en controlar los cambios como en adaptarse a ellos.19 Esta estrategia se aunque fracasara por la falta de reformas estructurales, donde las grandes
basaría en un equipo flexible (polivalente), en unos trabajadores cualificados empresas de producción en serie lucharon con sus propios medios y en sus
y en la creación por medio de la política de una comunidad industrial que propios mercados; c) y una tercera respuesta, fructífera a la crisis, que fue
solo permita aquel tipo de competencia que favorezca la innovación. De este la adoptada por las empresas más pequeñas.
modo, la difusión de la especialización flexible equivaldría al surgimiento de
las formas artesanales de producción que quedaron marginadas en la pri- Los principios organizativos de estas pequeñas empresas23 ofrecieron
mera ruptura industrial, ruptura que se situará en el siglo XDC cuando las respuestas ante la creciente incertidumbre constituyendo una alternativa a
tecnologías de producción en serie lograron poner freno a la expansión de las estrategias de supervivencia de los productores en serie. Cabe señalar,
tecnologías menos rígidas propias de los sistemas artesanales.20 sin embargo, que aunque la producción artesanal retara a la producción en
serie, para Piore y Sabel no hubo deliberación a la hora de aplicar los prin-
Aunque ambos desarrollos tecnológicos entraran en colisión, para es- cipios de la producción artesanal como parte de una conversión nacional a
tos autores no puede concluirse que la victoria de la producción en serie,
métodos de producción más flexibles,'más bien estos se abrieron a tientas
acabara siendo absoluta.21 Algunas empresas continuaron aplicando los prin-
ante la incertidumbre de los años setenta. «Los residuos de la producción
cipios de producción artesanal, lo que nos induciría a pensar que los éxitos
artesanal influyeron en la tendencia industrial hacia la fabricación de pro-
de la producción en serie no se debieron tanto a la mecanización como a la
ductos especiales» (ibíd.: 317-318), lo que hizo vislumbrar las posibilida-
interrelación de las fuerzas sociales y políticas (1990: 33), Ciertamente,
des de una forma distinta de organización,
después de la II Guerra Mundial las estructuras económicas generaron una

22 Bienestar generado por un rápido crecimiento, inflación moderada y bajo desem-


19 Según Hyman (1993), ha sabido venderse dando señales de una moralidad mayor pleo en contraposición a los setenta, que se caracterizará por la escasez de materias primas,
que el fordismo, al dar un lugar de significativo realce a los trabajadores en cuanto a la el aumento de la inflación, un creciente desempleo y el estancamiento económico.
toma de decisiones y al control sobre el trabajo. 23 Entre las estrategias que contribuyeron a sortear esta incertidumbre se destacan
20 Con las formas artesanales el éxito económico dependía tanto de la cooperación los conglomerados, por medio de los cuales se trataron de aunar los riesgos de su mercado
como de la competencia. La producción en serie «significa la creación de bienes generales primario diversificándose bien mediante filiales, bien mediante fusiones con otras empre-
mediante recursos especializados» (Piorey Sabel, 1990: 42). sas (Martín Artiles, 1995). Ciertas economías regionales crearon nuevos productos y pro-
21 El intento de explicar la persistencia de pequeñas empresas dio origen a la teoría cesos para construir determinados mercados, algunos de ellos de lujo. Contrariamente a
del dualismo industrial, una abstracción de la práctica existente o explicación délos prin- lo que podría pensarse, la tendencia hacia una mayor flexibilidad irá aumentando la com-
cipios que estaban aplicándose a la organización de la producción que consideraba que la plejidad de la tecnología en lugar de provocar la vuelta a técnicas sencillas. El dinamismo
producción artesanal moderna era un «complemento necesario de la producción en serie» tecnológico permitirá así pasar de una estrategia reactiva a una estrategia expansiva ame-
a u n q u e el progreso tecnológico en la sociedad industrial siga estando dominado por la nazando por socavar la producción en serie. Para algunos autores esta respuesta es consi-
producción en serie (Piore y Sabel, 1990: 43). derada una de las principales causas del declive del capitalismo americano.
128 Nuevos elementos para el análisis de un modelo posifordista... Reacciones ante un sistema de producción en crisis 129

En lo que respecta a la actuación de las multinacionales, estas tratarán nefaria y la petrolera. Tras la etapa artesanai y la de ia produción en masa,
de conseguir economías de escala produciendo un bien capaz de venderse la historia del automóvil entrará en una nueva fase, la denominada lean
simultáneamente en muchos mercados nacionales. Ello obligará a las gran- production, que demostrará una mayor capacidad adaptativa a una nueva
des empresas a trasladar sus operaciones a algunos países en vías de desarrollo demanda más diversificada y a un mercado mucho más competitivo e in-
en los que ya se habían impuesto normas al objeto de fomentar la produc- ternacionalizado (Boyer y Freyssenet, 2000-2001: 7). Como veremos a
ción nacional y reducir la importación. Esta nueva estrategia beneficiaría a continuación, la publicación del libro La máquina que cambió el mundo de
ambos, el país anfitrión obtenía divisas y las compañías producían a menor
Womack, Jones y Ross en 1990 marcará los debates alrededor de las trans-
coste. Pero los sistemas industriales construidos por las grandes empresas
formaciones en el mundo empresarial, permitiéndonos asistir al cuestiona-
tenían enormes costes ocultos que se hicieron patentes en el caso del auto-
miento de ese modelo de gran empresa característico de ia producción en
móvil mundial, ejemplo paradigmático de esta estrategia.
serie.
Entre estos costes, Piore y Sabel (1990) destacan, en primer lugar, el
descontento y exigencia de aquellos trabajadores aparentemente dóciles y Como bien señala Kóhler (2000-2001), la misma repercusión que
el reclamo de los Estados a los ingresos de las filiales. En segundo lugar, los cabe atribuirles aTayior y Ford a principios del siglo xx, en tanto que cata-
altos costes desde el punto de vista de las existencias y del control de la lizadores de la comunidad empresarial, cabe otorgarles posteriormente a
calidad24 en comparación con el sistema kanban japonés («just in time»). Taiichi Olmo y a los hombres del MIT (Massachusetts Institute of
En tercer lugar, las fluctuaciones de la demanda en torno a un diseño es- Technology). Estos se presentarán como misioneros de un mismo camino
tándar y transnacionai de automóvil debido a la incapacidad por parte del a seguir (one bestway) al objeto de evitar perder la batalla de los mercados
régimen macrorregulador de mantener las condiciones necesarias para lo- ante un futuro lleno de incertidumbres y de cambios. Sin embargo, será el
grar una estabilidad en el precio de la gasolina o en los tipos de interés. En estudio comparativo de la industria del automóvil26 realizado por Womack,
cuarto lugar, las fluctuaciones del tipo de cambio y de ia inestabilidad in- Jones y Ross el que a partir de los noventa logre centrar el debate en el
ternacional general que hacían difícil predecir las repercusiones de la com-
cambio de ia organización del trabajo. La producción ligera,27 o lean
petencia extranjera y el nivel de la demanda mundial.
production, se convertirá así en el término y paradigma de toda una nueva
generación de empresarios y ejecutivos en su intención por adaptarse a una
2.1.3. Hacia un nuevo sistema de organización del trabajo:
lean production
El modelo sloaniano,25 considerado el one bestway de la segunda mi- 26 Womack, Jones y Ross llegarán a calificar a la industria del automóvil como «la
tad de siglo, tuvo que enfrentarse a toda esta crisis y a otras, como la mo- industria de las industrias» al ser, por dos veces en el siglo xx, la que en su opinión había
sido capaz, de cambiar las ideas acerca del modo de hacer las cosas. General Motors, ia
mejor en la producción en masa, será el ejemplo más notable y, en tal sentido, su obra
tratará de facilitar esa necesaria transición. Si, después de la I Guerra Mundial, Henry
Ford y Alfred Sloan de ia General Motors nos introdujeron en ia producción en masa
24 En el sistema kanban japonés («jusc in time»), los proveedores estaban agrupados desplazando la producción artesana liderada por las firmas europeas, después de la
estrechamente alrededor de la planta donde se realizaba el montaje final, lo que supuso un II Guerra Mundial, serán Eíji Toyoda y Taiichi Ohno de la Toyota Motor Company de
ahorro de costes de las existencias y localizacíón inmediata de las piezas defectuosas. Las Japón los pioneros en introducir el concepto de producción ajustada, llevando a Japón a
empresas americanas no adoptaron este sistema hasta los años ochenta. ocupar un lugar preeminente en la economía mundial.
25 Los dos modelos de la industria del automóvil japoneses, el toyotista y el hondis- 27 Como señala Kohier, el término «producción ligera» es la traducción más corrien-
ta, no pudieron hacer desaparecer el modelo sloaniano adoptado por Wolkswagen a partir te aunque también se emplea el término «producción ajustada», «esbelta», «delgada». En
de 1974. A pesar de contraponerse, estos dos modelos se han mezclado de manera abusiva cualquier caso, el origen de este término se sitúa en los años setenta cuando los productos
en el concepto lean production. Toyota priorizó la reducción permanente de costes y Hon- japoneses invadieron los mercados occidentales mostrando una superioridad incuestiona-
da se basó en la innovación y la flexibilidad (Boyery Freyssenet, 2000-2001: 8-9). ble en precios, costes, calidad y organización (Kohier, 2000-2001: 76).
130 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista... Reacciones ante un sistema de producción en crisis 131

economía global, lo que facilitará según estos autores el tránsito28 «de la un modo totalmente nuevo de hacer las cosas» (ibíd.: 32-33). Tras el as-
producción en masa a la ajustada». censo económico experimentado por Japón, los fabricantes de todo el
Womack, Jones y Ross atribuyeron a Henry Ford y a Alfred Sloan de mundo tratarán de adoptar esta estrategia productiva30 atribuyendo aEiji
General Motors29 el haber dirigido al mundo en la transición a partir de Toyoda y Taiichi Ohno, de la Toyota Motor Company, la introducción
la I Guerra Mundial de la producción artesaría! a la producción en masa del concepto de «producción ajustada». Pero no sería la tecnología ni la
favoreciendo que Estados Unidos dominara la economía en detrimento sobreexplotación de los trabajadores lo que marcaría la diferencia, sino su
de las empresas europeas. Así es como describen estos autores la produc- organización en términos de ahorro de co'stes, de tiempos, el incremento
ción en masa: «tomemos las prácticas de fabricación de Ford, añadámos- de la calidad y orientación al cliente. El secreto japonés residía, en defi-
les las técnicas de marketingj de gestión de Sloan., mezclémosles la nueva nitiva, en la «ductilidad de la interconexión de las secuencias del proceso
organización del trabajo con el control de la asignación, y control de productivo» (Kohler, 2000-2001: 77).
puestos y tareas, y tendremos la producción en masa en su forma madu- Llegados a este punto, y al objeto de describir la producción ajusta-
ra final» (1995:28). da, Womack, Jones y Ross procederán a establecer sus diferencias con la
producción artesanal, por un lado, y con la producción en masa, por
La producción en masa acabaría convirtiéndose en lugar común
otro. En el método de producción artesanal los trabajadores son cualifi-
para todos los países, por lo que las plantas de automóviles europeas ex-
cados, sus herramientas sencillas y flexibles, pero sus productos muy cos-
perimentarán en los años cincuenta lo que las americanas en los treinta.
tosos. En la producción en masa, sin embargo, se precisan profesionales
Sin embargo, en los setenta estos sistemas se verán afectados por el creci-
poco cualificados para diseñar los productos no cualificados o semicuali-
miento de los salarios y la reducción constante de las lloras de trabajo,
ficados para producirlos. Además, los métodos de trabajo utilizados son
por un lado, y las serias condiciones económicas posteriores a 1973, por
aburridos y desalentadores, aunque sus productos estandarizados resul-
otro. La producción en masa se acabará estancando tanto en Estados
tan mucho más accesibles para una mayoría. Pues bien, la producción
Unidos como en Europa, mientras que los trabajadores, por su parte,
ajustada combinará las ventajas de ambos métodos, evitando los costes
verán cómo decaen sus alternativas de empleo.
del primer método y la rigidez del segundo.
Para los autores, esta situación hubiera continuado de no haber sur-
La producción ajustada se centra en la perfección mediante la «re-
gido en Japón una nueva industria del motor. Esta industria nada tenía
ducción continua de costes, cero defectos, existencias cero e infinita va-
que ver con el enfoque americano, «los japoneses estaban desarrollando
riedad de productos» ("Womack, Jones y Ross, 1995: 3). Se considera
ajustada porque utiliza menos de todo en comparación con la produc-
ción en masa: menos esfuerzo humano, menos espacio, menos inversión
28 Aunque para algunos había comenzado la «tercera Revolución Industrial», años en herramientas, etc., pero este sistema no solo representa una nueva
más tarde esta convicción irá perdiendo fuerza.
29 Ford implantó en 1913 la producción en masa. «La clave de la producción en
manera de trabajar,31 sino también de pensar (lean thinking), por lo que
masa no fue la cadena de montaje móvil o continua, como creía y cree mucha gente, sino
la total y coherente intercambiabilidad de las partes y la sencillez, de su ensamblaje», lo que
permitió la reducción de las necesidades de capital y la cantidad de esfuerzo humano.
Ford únicamente producía un solo producto, el modelo T, por lo que no tenía problemas 30 Los autores reconocen las dificultades de imponer a la fuerza los métodos de la
de solape, pero sí toda serie de problemas organizativos que Alfred Sloan solucionó crean- producción ajustada sobre sistemas existentes de producción en masa. General Motors, la
do pequeñas divisiones descentralizadas gestionadas desde pequeñas sedes. A su vez, se mejor compañía en la producción en masa, les servirá de ejemplo (Womack, Jones, Ross,
crearon puestos profesionales de directivos financieros y especialistas en marketing para 1995:2).
que cada área funcional tuviera sus propios expertos. «La división del trabajo profesional 31 Los instrumentos y técnicas más básicos de la producción ligera son los siguien-
era completa», de Womack, Jones y Ross (1995). tes: heijunka o sincronización total al objeto de poder eliminar todo tipo de despilfarras
132 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista... Reacciones ante un sistema, de producción en crisis 133

se insistirá en la necesidad, de interiorizar su filosofía. La producción ajus- ducción en masa serán básicamente cuatro,35 las referidas al liderazgo, al
tada ofrece trabajo más sugerente y de mayor responsabilidad,32 pero tam- trabajo en equipo, a la comunicación y al desarrollo simultáneo. Una vez
bién mayores niveles de ansiedad y un cambio en el significado de las ca- descrito este nuevo sistema, Womack, Jones y Ross concluirán en su estudio
rreras profesionales ai tener que adquirir las cualificaciones profesionales que, independientemente de dónde se instalara el sistema de producción
dentro del marco del trabajo en equipo.33 Se trataría, en definitiva, de un japonés, este sería netamente más productivo por el hecho de responder a
las exigencias de un mercado más variable y competitivo. Finalmente, la
sistema de obligaciones recíprocas.
expansión de los constructores japoneses a comienzos de los noventa llevará
Dada la rigidez organizativa y el rechazo social generado34 por el siste- a proveedores y asalariados a admitir estas nuevas formas de producción
ma «tayiorista-fordista», este nuevo modelo productivo se describirá en japonesas bajo el riesgo de precipitar la ruina de empleadores y/o accionistas
clara oposición a este. Un sistema de producción ajustada elimina todo (Boyer y Freyssenet, 2000-2001: 5).
exceso y «proporciona a los trabajadores las cualificaciones que necesitan A pesar de la aceptación de este método, Kohler (2000-2001) consi-
para controlar su entorno de trabajo y el reto continuo de hacer que el dera que los sindicatos sí que fueron capaces de analizar con acierto y an-
trabajo sea fluido» (WomackJones y Ross, 1995: 83), ofreciendo una ten- telación los efectos negativos de la Lean Production (LP). Entre esas críticas
sión creadora a la que los directivos deben dar su apoyo. A este respecto, las cabe destacar la denominada management by stress, o gestión basada en la
diferencias que estos autores establecerán con respecto al diseño a la pro- tensión. Planteada por Mike Parker y Jane Slaughter en 1993, se denuncia-
rá la presión constante a la que se ven sometidos los trabajadores. En este
sentido, se resalta que la LP cabría interpretarse como una profundización
del taylorismo y un instrumento de debilitamiento de la representación
como los tiempos muertos; just-in-time, o sistema JIT justo a tiempo, un sistema de sumi-
nistro que permite producir solo los productos ya vendidos provocando la desaparición de ecléctica de los trabajadores. En cualquier caso, la implantación de «nuevas
los almacenes en las fábricas; kaizen o mejora continua, que supone la implicación de to-
dos los empleados en el control de calidad y mejora de los procesos. La organización de
actividades al objeto de recoger sugerencias tanto a nivel individual como colectivo y
sistemas de comunicación interna son esenciales en este sentido; outsourcingo externali- 35 En referencia al liderazgo, retoman la idea del sistema shusa pionera en Toyota, un
zación que permitirá reducir el tamaño de las plantas y externalizar aquellas actividades líder cuya tarea es diseñar y construir un producto nuevo, y no tanto convencer a los miem-
no pertenecientes al negocio nuclear; profit center creación de unidades de negocio autorres- bros del equipo para conseguir su cooperación. El líder se convierte así en un súper artesano
ponsables de sus resultados como complemento intraorganizarivo a la externaüzación; .que dirige un proyecto. En cuanto al trabajo en equipo, el shusa lo conforma mediante em-
trabajo en equipo en función del cual es el grupo, y no el individuo, la unidad básica del pleados pertenecientes a diferentes departamentos funcionales. En este diseño los emplea-
proceso posibilitando así generar jerarquías planas (Kohler, 2000-2001: 78-80). dos permanecerán ligados a ellos durante la vida del programa y el éxito de sus carreras de-
32 La producción ajustada «transfiere el máximo número de tareas y responsabili- penderá en todo momento del ascenso en sus especialidades funcionales. «Buena parte del
dades a los trabajadores que realmente añaden valor al coche en la cadena y ponen en conocimiento esencial de un equipo de desarrollo de proyectos reside en los puntos de vista
marcha un sistema para detectar defectos por el que se busca rápidamente la causa última y experiencias compartidos de los miembros del equipo durante un extenso período de tiem-
de cualquier problema, una vez descubierto» (Womack, Jones, Ross, 1995: 81). po» (Womack, Jones, Ross, 1995: 97). Con respecto a la comunicación, «los miembros de los
33 En las antiguas plantas de producción ajustada, los directivos se reservaban la equipos firman compromisos formales de hacer lo acordado dentro del grupo». De esta
información por considerar que constituían una base de su poder. En una planta de pro- manera, los conflictos en torno a los recursos y prioridades se producen ai comienzo, en vez
ducción ajustada, toda la información, como objetivos de producción, coches producidos, de al final del proceso. El desarrollo simultáneo, por su parte, pondrá de manifiesto que el
averías, insuficiencia de personal, etc., se exponen mediante los tableros andón (pequeñas tiempo requerido para la producción de una serie completa de matrices para fabricar un
pantallas electrónicas) visibles desde todos los lugares de trabajo con objeto de que cual- coche nuevo cuesta la mitad de tiempo que la que utiliza la producción en masa. Todos estos
quier empleado pueda echar una mano. elementos trasmitían un mensaje esencial, el denominado «change or die», según el cual se
34 La producción en masa, mal llamada taylorista-fordista, mezcla el fordista basado evidenciaba que los japonenes llegaban al mismo resultado en menos tiempo y con menores
en una estrategia de volumen y el sloaniano basado en una estrategia de volumen y diver- recursos materiales y humanos (Kohler, 2000-2001: 76). Finalmente, el cliente y los provee-
sidad. Si el primero mantuvo una estrategia transitoria y geográficamente limitada, el dores conforman otras dos características relevantes de la producción ajustada, devolviendo
segundo fue desde los años cincuenta el modelo que debía ser adoptado universalmente. a los proveedores parte de la responsabilidad de la ingeniería y la fabricación de piezas.
134 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista... Reacciones ante un sistema de producción en crisis 135

planeas en zonas no-sindicalizadas (greenJT.eldpla.nts), la amenaza de trans- De todas las críticas vertidas sobre él, los adeptos de la LP tan solo
ferir la producción a otras plantas (whip-sawing), la externalización o sub- aceptarían dos: la relativa a la estabilidad del empleo barrida por la flexibi-
contratación de la producción (oursourcing), la organización de competen- lidad y la polivalencia, y la referida al sistema de categorías profesionales al
cias internas (benchmarking, profit centers, coercive competition) y el dejar de pertencer al indiviudo y pasar a ser propiedad de la organización,
contexto general político-económico-ideológico conducirán a sindicatos y lo que acabará acarreando serias consecuencias para la negociación. En
comités de empresa hacia una negociación de concesiones (pattern and cualquier caso, no dejará de interpretarse como «el precio indispensable a
concession bargaining)» (Kohler, 2000-2001: 81-82). pagar por no perder el tren del futuro» (Kóhler, 2000-2001: 80),
La crisis a la que finalmente deberá enfrentarse Japón hará replantear
la superioridad de este modelo productivo. Se cuestionará la posibilidad de 2.1.4. La empresa como motor de cambio
reencontrar la unidad perdida entre concepción y ejecución del trabajo, así
Desde el convencimiento de estar atravesando por uno de los períodos
como la existencia de un one best way universal sin necesidad de llevar a cabo
críticos de la transformación de las relaciones laborales en Estados Unidos,
adaptaciones locales.36 Pero ai igual que lo hicieraTaylor y Ford a comienzos
Kochan, Katz y McKersie (1993) abordarán el estudio del cambio de ese
del siglo xx, los hombres del MIT yTaiichi Ohno lo presentaron como «el
modelo tradicional sindicado de corte «paternalista» y «burocrático» a otro
único camino hacia el éxito» (Kohler, 2000-2001: 78), si bien los miem- no sindicado de relaciones laborales basado en esas elaboradas políticas de
bros de GERPISA,37 en calidad de responsables científicos, concluirán que gestión de recursos humanos que permitirá a los empresarios acceder a
no se podía seguir manteniendo la idea de modelo ante la diversidad con- toda una serie de sustanciosas ventajas.40 De este modo, y con el deseo de
textúa!, estratégica y socioproductiva existente.38 Para Boyer y Freyssenet poder explicar el porqué y cómo evolucionó ese modelo tradicional desa-
estos supuestos sistemas39 no eran más que el resultado de amalgamas rrollado al amparo de la legislación laboral del New Deal y del sistema de
históricas y confusiones conceptuales al objeto de poder dar respuesta a las la negociación colectiva, estos autores tratarán de identificar las opciones
nuevas exigencias del mercado y a la mundialización de la competencia en. alternativas a las que se enfrentaron sus protagonistas en los noventa. A
los noventa (Boyer y Freyssenet, 2000-2001: 4-7). razón de tal objetivo, Kochan, Katz y McKersie elaborarán un marco de
análisis general para poder describir la dinámica de cambio y actual situa-
ción de las relaciones laborales en Estados Unidos.
36 Según Da Costa (2001), la falta de homogeneización de las relaciones laborales En su investigación, llevada a cabo en el Massachusetts Institute of
derivadas de las elecciones estratégicas de los ochenta y noventa evidenciaron patrones
divergentes de adaptación a procesos como la globalización. Technology (MIT), la argumentación central girará en torno a la siguiente
37 Los colaboradores de GERPISA (Grupo de estudios de investigación permanente idea: «las prácticas y resultados de las relaciones laborales están configuradas
en la industria de los trabajadores del automóvil, compuesto por grupos de investigadores, por las interacciones de las fuerzas ambientales, así como por las decisiones
directivos y sindicalistas que analizan y realizan trabajos comparativos sobre la evolución
del sector del automóvil) intentaron demostrar la existencia en 1992 de otros modelos
estratégicas y la escala de valores de los empresarios, dirigentes sindicales,
exitosos como el de la Wolkswagen, Toyota y Honda,
38 A partir de aquí se desarrollaría el concepto de «estrategia de beneficio» resul-
tante de la combinación de ocho fuentes de beneficio potenciales (Boyer y Freyssenet,
2000-2001). 40 Entre las ventajas señaladas por estos autores, se destacan una mayor flexibilidad
39 Se cuestionaría así la reiterativa representación de la historia de la industria del tanto en la gestión como en la asignación de recursos humanos; costes laborales más bajos
automóvil según tres fases: la artesanal, la producción en masa y, finalmente, la lean capaces de convertir comparativamente a las fábricas sindicadas en menos rentables; la
production, en tanto que modelo capaz de dar respuesta a una demanda diversificada y posibilidad de alcanzar efectos significativos sobre los resultados económicos de la empre-
variable, y a un mercado internalizado y competitivo. A pesar de su origen común ja- sa atendiendo al grado de conflictividad, a la confianza en la relación entre trabajadores y
ponés, «desde el punto de vista conceptual la LP es un híbrido de dos modelos reales empresarios, y la complejidad del entramado de normas de los sistemas de relaciones la-
(Honda y Toyota)» (Kóhler, 2000-2001: 83). borales en el centro de trabajo (Kochan, Katz y McKersie, 1993: 157).
136 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista... Reacciones ante un sistema de producción en crisis 137

trabajadores y autoridades públicas» (Kochan, Katz y McKersie, 1993: 25). seguida con el tradicional modelo dominante del New Deal no se debió
Desde esta perspectiva renovada de la noción de sistema de relaciones labo- tanto a la acomodación de los empresarios al proceso de negociación colecti-
rales, algunos de los supuestos básicos mantenidos por Dunlop se mostrarán va y la aceptación de los sindicatos en tanto que parte legítima y duradera de
a todas luces incapaces de abordar debidamente el análisis de los cambios las relaciones de empleo como a lo fundamental que resultaba esta mentali-
producidos, dejando así en evidencia toda una serie de limitaciones. dad y comportamiento para las estrategias de los empleadores de unas em-
Entre las limitaciones que presenta la noción tradicional de sistema, de presas y sectores en crecimiento. Si ello contribuyó de forma efectiva a que
relaciones industriales cabe destacar la idea de que sus principales actores dicho modelo estuviera definitivamente institucionalizado ya en los años
(trabajadores, empresarios y gobierno) compartan una ideología común y sesenta, de igual modo cabe pensar que ante las turbulencias producidas en
consenso básico capaz de legitimar y definir sus respectivas funciones otor- los setenta fueran los cambios en el comportamiento y mentalidad empresa-
gando, además, estabilidad ai sistema; para este nuevo marco de análisis rial los que finalmente acabaran poniendo freno a la expansión de la negocia-
será ese énfasis en la estabilidad y el consenso lo que impida precisamente ción colectiva y a la afiliación sindical (Alós, Jódar, Beneyto y Vidal, 2013;
dar una respuesta adecuada a los aspectos dinámicos de las relaciones labo- Kóhler, 1995; Waddington, 2005). Este freno se llevará a cabo mediante la
rales, siendo estos los que, en definitiva, pueden permitir interpretar todas reformulación de las estrategias y estructuras empresariales en base a la im-
estas transformaciones. El otro supuesto tradicional objeto de crítica será plantación de un sistema innovador de gestión de los Recursos Humanos.
aquel que considera que las fuerzas derivadas de los diferentes contextos Ante tal planteamiento, los autores defenderán la tesis de que los cam-
circundantes (contexto económico, tecnológico, político, jurídico y social bios acaecidos a principios de los ochenta, más que representar un ajuste
en general) determinan el poder de los trabajadores y de los empresarios temporal a la recesión que se produjo entre los años 1981-1983, se debie-
dentro de la sociedad. Desde esta perspectiva renovada, se mantendrá que ron a un conjunto de presiones ambientales profundas y a una serie de es-
las presiones ambientales, aun siendo importantes, no han podido deter- trategias organizativas que se habían ido acumulando e introduciendo gra-
minar por sí solas las estructuras y el curso seguido por los sistemas de las dual y discretamente. Será, por tanto, el capitalismo gerencial el que defina
relaciones laborales. la empresa moderna, y la alta gerencia la que propugne el cambio en las
En respuesta a estas restricciones, se procederá a contemplar las opcio- relaciones laborales mediante la introducción de la gestión de recursos hu-
nes estratégicas y decisiones adoptadas por los trabajadores, empresarios y manos. Todos esos cambios pondrán de manifiesto, como veremos a con-
gobierno. Más que las características de ios actores y de sus interacciones, tinuación, tanto la relevancia de los valores y estrategias de empresarios,
se considera que es la interacción entre las presiones externas y las respues- sindicatos y gobiernos, como la importancia otorgada a la empresa en tan-
tas dadas por las partes las que determinan los procesos y resultados de las to que elemento dinámico de cambio a la hora de explicar los resultados de
relaciones laborales, permitiendo además explicar las normas que las rigen. las relaciones laborales.
Dicho esto, y al igual que lo hiciera la teoría tradicional, el modelo comen-
En referencia a la importancia de ios valores y estrategias adoptados
zará tomando en consideración las fuerzas del entorno exterior aunque, tal
por los actores, ios resultados del estudio indicaban que, mientras los
y como se ha venido comentando, sin llegar a determinar estrictamente los
sindicatos y las políticas gubernamentales adoptaron estrategias más in-
resultados de las relaciones laborales. Los actores elegirán la forma de res-
movilistas y tradicionales ante ios cambios del mercado de trabajo y de
ponder a ese entorno entre toda una serie de opciones viables en virtud de
producción que se iban sucediendo, los empresarios se fueron adaptando
las estructuras institucionales & históricas (ibíd.: 34).
a ellos evitando limitarse simplemente a reaccionar a las reivindicaciones
Sobre la base de este marco general, se procederá a analizar la evolución e iniciativas sindicales. Los autores describen así el dilema estratégico al
de las prácticas en las relaciones laborales destacando, entre otras, las siguien- que el empresariado americano tuvo que enfrentarse: o adoptar estrategias
tes conclusiones. La estabilidad que llegó a alcanzarse en las relaciones con- empresariales basadas en una bajada de precios que les permitiera competir,
138 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo posifordista,., Reacciones ante un sistema de producción en crisis 139

o estrategias centradas en la búsqueda de capacidades de innovación, perso- Finalmente, y teniendo en cuenta el papel fundamental ejercido des-
nal altamente cualificado, e interés por el desarrollo de los recursos humanos. pués del New Dealpor la negociación colectiva, no es de extrañar que sea ese
Las empresas acabarían inclinándose mayoritariamente por la primera nivel intermedio el que represente el ámbito de estudio más tradicional. No
opción, adoptando medidas radicales de reducción de plantilla y políticas obstante, si tenemos en cuenta las presiones y la acción de fuerzas que la
de subcontratación acompañadas de duras y acaloradas negociaciones. Por negociación colectiva tiene que soportar derivadas tanto por el nivel superior
otra parte, los sindicatos de los sectores más fuertemente organizados, que como inferior de su estructura tradicional, esta perspectiva no deja de ser una
resistieron la crisis de los costes de la mano de obra declarada ai final de los visión «demasiado estrecha de las fuerzas y estructuras institucionales que
años setenta y principios de los ochenta, acabarían sucumbiendo a este influyen en la actividad de las relaciones laborales» (ibíd.: 40).
nuevo modelo no sindicado. Según Kochan, Katz y McKersie, las estrate-
gias de la empresa influyeron en la naturaleza de las opciones disponibles FIGURA 4
NIVELES DE ACTIVIDAD DÉLAS RELACIONES LABORALES
para las relaciones laborales logrando modificar las preferencias sindicales
y obreras hacia tales opciones (ibíd.: 204). En relación con el papel jugado Nivel Empresarios Sindicatos Gobierno
por el Estado, la investigación concluye que la participación activa del Go- Formulación de Estrategias Estrategias políticas, Políticas sociales
bierno contribuiría sin ninguna duda a institucionalizar y difundir este políticas y estrategias de las empresas. Estrategias y macroeconómicas.
nuevo sistema de relación laboral. a largo plazo. Estrategias de representación.
de inversión. Estrategias
Con respecto a la importancia otorgada a la empresa como motor de Estrategias de organización.
cambio, los autores proponen, según se indica en la figura 4, ampliar el con- de recursos humanos.

cepto de estructura institucional dentro del cual se producen las relaciones Negociación colectiva Políticas de personal. Estrategias Administración
y política de personal. Estrategias de negociación y Derecho laboral.
laborales para pasar a entenderla «como un campo articulado en tres niveles:
de negociación. colectiva,
un nivel superior (de la política), un nivel medio (de la negociación colecti-
Relaciones Estilo de supervisión. Administración Normas laborales.
va) y un nivel micro (de empresa y centro de trabajo)» (ibíd.: 229). Lo que en el centro de trabajo Participación de los contratos. Participación
tratan de trasmitir con ello es que, a pesar de la escasa investigación y formu- y entre individuo y de los trabajadores. Participación de los trabajadores.
laciones teóricas elaboradas en relación con las opciones y decisiones estraté- organización. Diseño de puestos de los trabajadores. Derechos
de trabajo Diseño de puestos individuales.
gicas contenidas tanto en el nivel superior como inferior, se produce toda
y organización de trabajo
«una serie de decisiones estratégicas que, si bien repercuten en ios intereses laboral. y organización
básicos de los trabajadores en relación con la seguridad en el empleo, se to- laboral.
man en niveles que quedan muy por encima del alcance de los trabajadores,
FUENTE: Kochan, Katz y McKersie (1993: 41).
de sus representantes o del proceso de negociación colectiva tradicional»
(ibíd.: 33). Vemos cómo, a pesar de tomar a la empresa como nivel básico y espa-
Por otro lado, y con respecto a las decisiones relativas al nivel inferior, cio fundamental de las relaciones laborales, este modelo no incurre en el
habría igualmente que considerar que si bien figuran en el contexto de los olvido de la importancia de ios otros niveles ni el papel de las instituciones
procesos de negociación colectiva, de las políticas de personal, o las estrate- sociales (Blandí et al., 2003). Para ellos, el estudio de las interrelaciones
gias empresariales, no suelen estar controladas directamente por estas, por lo que se producen en esos tres niveles entre las organizaciones de empresa-
que sus decisiones deberían considerarse como explicaciones del comporta- rios, de trabajadores y gubernamentales parece tener derivaciones tanto
miento y resultados de este nivel, máxime cuando se observa «un cambio teóricas como profesionales a la hora de explicar el porqué de las novedades
apreciable en la distribución del poder decisorio y la autoridad sobre los que se están produciendo. En este sentido, concluyen que los cambios pro-
problemas del empleo dentro de la empresa» (ibíd.: 32). ducidos en el nivel intermedio de la negociación colectiva entremezclándose
140 Nuevos elementos para d análisis de im modelo postfordista... Reacciones ante im sistema, de producción en crisis 141

con el nivel inferior y superior de los sistemas sindicados de relaciones la- sentido diferente al incluirse en ella las ideas de fondo incorporadas a las
borales dieron lugar a cambios en la organización del trabajo, en las nor- nuevas formas de gestión y de organización del trabajo. La jungla de concep-
mas laborales y en otros aspectos previstos en los convenios. tos que emergerán de la gestión empresarial, tales como círculos de calidad,
Aunque los propios autores reconozcan que la suya no constituye total qualityma.na.gement, grupos semi-autónomos, células flexibles, leanpro-
una teoría plenamente desarrollada, estos no dejarán de insistir en las duction, etc., coincidirán, al menos, en una cuestión, en que la fuerza de
trabajo tiene que ser implicada en el trabajo y en la empresa. En respuesta a
ventajas de tomar en consideración estos tres niveles y el papel desempe-
esta premisa, la literatura sobre gestión de empresas reflexionará acerca del
ñado por las presiones ambientales y las opciones estratégicas. Tras su
trabajo en relación con la subjetividad de los trabajadores, ocupando esta un
proyecto de investigación, se mostrarán convencidos de que los cambios,
lugar cada vez más central (Gorroño, 2008).
motivados por las presiones competitivas externas e introducidos por ios
trabajadores y empresarios a través de las prácticas tradicionales de la A partir de los años ochenta todas estas transformaciones del mundo
negociación colectiva, hacen difícil pensar en un regreso al tradicional empresarial se verán amparadas por la proliferación de cierto tipo de obras de
sistema del New Deal. Ante una extensión y generalización de estas estra- gestión que influirán de forma decidida no solo en el desarrollo de unas
tegias, cabría hablar definitivamente de una ruptura con el tradicional nuevas relaciones laborales sino también en el propio discurso de la innova-
modelo de negociación colectiva. ción social, de manera que ios desafíos a los que se enfrentan las empresas
acabarán convirtiéndose en los desafíos de todos que acabarán consolidando
todo un nuevo imaginario simbólico en el que la innovación social ha dejado
2.2. El discurso del nuevo mcinctgement de estar vinculada a la adquisición de derechos sociales y a una mayor exten-
sión de la democracia. «El argumento implícito es que todos estamos en el
La crisis del modelo de la gran corporación fordista unido a la sensación
mismo barco y que desde todos los sectores sociales se debe hacer un esfuer-
de inestabilidad y el declive de la economía norteamericana derivarán en la
zo para mejorar los márgenes de rentabilidad de las empresas» (Alonso y
búsqueda de respuestas en otras culturas de empresa como la japonesa41 que,
Fernández, 2001: 141). En el vigente discurso sobre la innovación social,
en ese momento, destacaba por su hegemonía en ios mercados más compe-
donde el futuro se proyecta en base al desafío del mercado mundial, es fácil-
titivos. La participación, aun no siendo un concepto nuevo,42 adoptará un
mente idenüficable la influencia de los sociólogos que han teorizado sobre la
sociedad post-industrial, así como el ideario del economista austríaco
Schumpeter.43
41 Los directivos dirigirán pronto su atención a esa excepcionalidad japonesa conso-
lidando nuevas líneas de investigación como la de los creadores del sistema de calidad
total Deming y Juran, el modelo jttst-in-time (JIT) de TaÜchi Ohno, o el sistema de
producción flexible instrumentalizado a través de las fichas Kanban; otros autores, como vador cuyo objetivo es armonizar conjuntamente la tecnología con los factores sociales del
Ouchi, Pascal y Athos intentarán combinar las técnicas empresariales japonesas con la entorno, con las tendencias a la humanización del trabajo que emergieron en la década de
cultura norteamericana (Fernández Rodríguez, 20Q7a: 28). los sesenta, y con la participación directa o indirecta impulsada por los sindicatos. Los
42 Tal y como señala Martín Artiles (1999: 86), las propuestas empresariales de grupos tienen una mayor autonomía, responsabilidad y capacidad de decisión en el traba-
participación siguen manteniendo dos significados distintos. En los países occidentales, jo. Asimismo, la participación es también indirecta, en los órganos de decisión y adminis-
en donde se registró desde la década de los ochenta una creciente influencia del modelo tración de la empresa. Este significado de la participación está asociado, en definitiva, a
japonés, la participación no significa necesariamente cuestionar o erradicar la organiza- la idea de democracia social y económica.
ción taylorista—como advierten Coñac (1993) y Bonazzi (1993)—. En todo caso la par- 43 La recuperación del «empresario schumpeteriano» constituye, según García
ticipación es compatible con ciertas modificaciones del taylorismo o mediante la combi- Echevarría (2013), la clave para mantener una economía socialmente responsable bajo el
nación entre viejas y nuevas formas de organización del trabajo. Los sindicatos, además, principio económico de la competitividad. Este espíritu se muestra como una exigencia al
tienen un papel subordinado y las relaciones laborales tienen un carácter paternalista, por directivo ante una economía globallzada. Este tipo de discursos están presentes, aún hoy
lo que su grado de democracia económica y social es muy débil. Por el contrario, el mo- y con gran fuerza, entre nuestros empresarios tal y como se evidencia en la obra de Cuervo
delo escandinavo de democracia industrial está asociado en su origen a un enfoque reno- (2012), La razón de ser del empresario.
142 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista... Reacciones ante un sistema de producción en crisis 143

En respuesta a todas estas transformaciones, nos detendremos a con- libro El discurso del management: tiempo y narración (2007), tomaremos
tinuación en dos trabajos al objeto de esclarecer las esencias del discurso de como referencia dos de los períodos que de forma más decidida han in-
este nuevo management. Por un lado, el trabajo de Fernández Rodríguez fluido en ese nuevo modelo de relación laboral, el discurso de la década
(2007¿z), donde se nos ofrece un interesante análisis de la literatura de los de los ochenta correspondiente ai período de máxima explosión, y el de
management gurús44 surgida en respuesta a un sistema fordista en crisis y el los años noventa donde todo este discurso obtendrá su mayor fortaleza.46
tránsito hacia la postmodernidad; seguidamente nos acercaremos a la obra
A diferencia de la literatura managerial de finales de los setenta,
de Boltanski y Chiapello (2002) quienes, al objeto de explorar el nuevo
marcadamente pesimista en respuesta a la incertidumbre surgida a raíz
espíritu del capitalismo, analizarán los textos dirigidos a directivos y man- de la crisis fordista y del declive americano en la economía mundial, la de
dos medios de las empresas capitalistas.45 los ochenta adoptará un tono más positivo.47 En esta década, caracteriza-
da por el individualismo y el riesgo, el discurso del management se torna
2.2.1. Literatura y nueva gestión optimista y eufórico. La reacción que se producirá en el mundo anglosa-
jón bajo el amparo de los gobiernos de Reagan y Thatcher contribuirá a
Fernández Rodríguez parte de la hipótesis de que «la literatura del fomentar toda una serie de valores pro-empresariales que girarán en tor-
management y los textos de exposición de técnicas de gestión forman no a las virtudes de nuevos emprendedores y trabajadores comprometi-
parte de un discurso concreto, el de los directivos de las corporaciones dos (Alonso y Fernández, 2013c). Es, en definitiva, la década déla popu-
privadas» (2007¿z.' 55). Son muchos los mecanismos de trasmisión de la larización de la literatura gerencial y de los denominados gurús. 48 A
ideología gerencial pro-empresa, pero una de sus manifestaciones más continuación, se ofrece un breve resumen del análisis del discurso de esta
particulares es la denominada literatura de empresa o del management. época a partir de los textos de Ouchi, Pascal y Athos, y Peters y Waterman
Esta puede ser definida como una vulgata de ideas presentes en el pensa- llevado a cabo por Fernández Rodríguez (2007¿z: 141 y ss.).
miento económico adaptada a un contexto concreto: «la adecuación
La teoría Z de Ouchi representa mejor que ninguna otra esa tendencia
práctica del discurso de la organización empresarial moderna» (Alonso y
a fundir las técnicas de gestión japonesas con norteamericanas. Según estas
Fernández, 2013¿v 46). Del análisis desarrollado por Fernández, en su

46 Como bien señala este autor, su interés no es solo sociológico, sino también se-
44 Según señala Fernández (2007^; 47), la obra pionera en el análisis del fenómeno miológico, lingüístico e ideológico.
del gurú desde una perspectiva crítica es la de Andrezj Huczynski, sobre Management 47 El propio Peter Drucker ya advirtió de la llegada de una nueva era plagada de
gurús: Whcit makes thejn and who to become one (1993). Se puede afirmar que él creó el riesgos aunque también de oportunidades (Drucker, 1969). La solución parecía pasar por
término «teoría del gurú» para referirse a la expansión de este tipo de obras. En su libro el abandono de propuestas de democracia industrial y la adopción del paradigma japonés.
clasifica estos gurús en varias categorías: los académicos como Mintzberg, Porter, Kotler En este contexto, representantes como Deming y Juran crearán el sistema de calidad total
o William Ouchi; los consultores, como Peter y Waterman, Deming o Edward de Bono; y Taiichi Orino su modelo just-in-time (JIT). Presionados los mercados laborales por una
y los directivos «héroes», como Lee lacocca, Donald Trump; Alex Harvey-Jones o Harold mayor flexibilidad y un modelo basado en empresas más pequeñas, se iniciará todo un
Geneen. El autor también nos ofrece la sucesión de las diferentes escuelas del manage- proceso de experimentación (Fernández 20Q7a: 133).
ment: a) la económica-racional basada en las teorías de Taylor y Fayol (1890-1930); b) la 48 Fernández Rodríguez (2007a) nos refiere a algunas de las obras clave pertenecien-
social marcada por las investigaciones de Elton Mayo (1920-1950); c) la psicológica de tes a estos gurús. En 1981, William Ouchi publica Teoría Z con objeto de poder hacer
McGregor y Bennis (1940-1970); d) desde 1980 hasta la publicación de su obra en 1993. frente al desafío japonés; Pascal y Athos publican Los secretos de la técnica empresarial
45 Para Kohler y Martín Artiles (2005: 292), «la base empírica de textos normativos japonesa donde el sistema de producción flexible de Ohno se concibe como la alternativa
de negocios en Francia no es solo algo limitado, sino también algo sesgado. Erigir sobre a un fordismo en crisis ante la fragmentación de los mercados apoyándose el caso de
esta base rodo un mundo del nuevo capitalismo, como realidad y como espíritu, tiene Matsushtta como paradigmático, Tom Peters y Robert Waterman publican, en 1982, En
algo de aventura intelectual. De todas formas, la amplitud de debates y las coincidencias busca de la excelencia: lecciones de las empresas mejor gestionadas, llegando a convertirse en
con los resultados de otros enfoques respaldan el valor de esta aventura». todo un best-seller de la literatura organizacional.
144 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista... Reacciones ante un sistema de producción en crisis 145

técnicas, el directivo no puede permanecer ajeno a los problemas que sur- dores, la esperanza persiste. El directivo será quien, en definitiva, debe estar
gen en la empresa, estando obligado a implicarse en ellos. Es la imagen del en primera línea, activo. Por otra parte, y sin llegar a negar la racionalidad,
hombre en acción. La colaboración del trabajador se antoja imprescindible los autores nos advierten de que esta no puede dejar de lado ciertos aspec-
y, por ello, el énfasis en las relaciones humanas. Al igual que lo hiciera tos emocionales propios del ser humano. Se exalta así el compromiso entu-
McGregor, Ouchi concibe al trabajador como una persona. Los dispositi- siasta donde el concepto Apersona resulta ser fundamental. Para ellos el
vos de control y vigilancia serán muy inferiores a los utilizados en el perío- racionalismo «estrecho» ha sido lo que ha llevado a la parálisis de las em-
do fordista exigiendo por ello la participación de los trabajadores. La buro- presas. La planificación puede contribuir a eliminar riesgos, pero también
cracia genera anomia y falta de integración, y frente a su carácter a limitar la acción.
impersonal las empresas Z estarán obligadas a ofrecer un empleo estable
Para Peter y Waterman, el éxito descansa más en los valores que en
para favorecer la construcción de identidades y de trayectorias vitales a sus
el cálculo numérico, unos valores que en las empresas excelentes confor-
empleados. El éxito de la organización se situará, de este modo, tanto en el
man una cultura amplia y compartida basada en la unidad de los intere-
terreno económico como en el social.
ses de los trabajadores y de la empresa. Aunque las culturas vigorosas
Para Pascal y Athos, el estilo directivo será el mayor problema de las surjan tanto en las empresas excelentes49 como en las no excelentes, solo
empresas americanas. Existe una forma de gestionar mejor, y ese modelo en las primeras se consigue involucrar a toda la organización. En tal sen-
más efectivo quedará representado por Matsushita, un mítico directivo ja- tido, y partiendo de que la libertad del trabajador favorece el compromi-
ponés. Aunque el ejecutivo japonés conserve el poder, este lo ejerce de so, resulta imprescindible modificar el comportamiento de los trabajado-
forma más sutil evitando manifestaciones abusivas del mismo. La partici- res a través de los valores de la empresa. Competitividad y armonía son
pación, por tanto, no debería entenderse como una limitación de la auto- posibles si se lleva a cabo un adoctrinamiento por medio de un liderazgo
ridad, sino como una extensión de la misma. El directivo debe actuar, basado no tanto en un modelo de dominación de carácter legai-racional
implicarse y transformar. El grado de compromiso del empleado se verá sino en otras formas más carismáticas. Se propone así un líder transfor-
afectado por la decisión de trabajar mejor o peor, pero se rechaza el control mador, formuiador de valores y creador de significados. La emoción y la
externo característico del sistema fordista apostando por el self-control excitación son referentes en este modelo donde la gente puede llegar a
como alternativa más rentable y segura. Todo ello les llevará a calificar el desarrollar sus capacidades, prosperar, y ser partícipes entusiastas. Todo
estilo de dirección americano como autoritario y problemático, mientras su vocabulario, por tanto, llamará a la movilización.
que el japonés pasará a concebirse como participativo y exitoso.
Con respecto a la literatura desarrollada en la década de los noventa, los
Peter y Waterman serán los máximos representantes de la literatura de gurús de la gestión continuarán ofreciendo recetas aunque en un marco
esta década de ios ochenta. Una vez demostrada la falta de eficacia de la económico y político mundial diferente afectado, entre otros factores, por
administración científica, se instará, a través de su obra En busca de la exce- la desregulación de los mercados y la globalización competitiva (Miguélez,
lencia: lecciones mejor gestionadas de los Estados Unidos, publicada en 1982, 1996; Mellad, 2004). Ello no impedirá, sin embargo, que continúe en
a reemplazar ese modelo «pesado» de la producción en masa fordista por auge ese directivo con libertad de acción y capacidad de liderar el cambio
un modelo «ligero y flexible» más propio de la producción flexible just-ín- organizativo en las empresas para hacer frente al caos del mercado «prescri-
time. Se critican las estructuras burocráticas y las grandes corporaciones en
pos de ese modelo más ligero que ofrecen las empresas medianas flexibles.
El modelo de gestión taylorista quedará asociado irremediablemente •A fra-
49 Se traca, en opinión de Fernández (2007¿z), de un paradigma de gestión postmo-
caso y la nueva gestión al éxito, un éxito gestionado en base a un discurso
derno que anticipa, ya en los años noventa, el New Age Training, una mezcla entre el en-
entusiasta y movilizador donde, haciendo referencia a campeones y gana- foque de neorrelaciones humanas y una fuerte orientación a resultados.
146 Nuevos elementos parel el análisis de un modelo posífordista,,.. Reacciones ante un sistema de producción en crisis 147

hiendo la delegación, el trabajo en equipo y organizaciones sin jerar- más bien revolucionario en su pretensión de romper con todos los paradig-
quías» (Fernández, 2007a: 223). Aunque entre las diferentes visiones50 mas anteriores, tono que quedará reflejado en su libro, Reingeniería de la
empresariales y de gestión se observen más coincidencias que divergen- empresa, Olvide lo que usted sabe sobre cómo debe funcionar una empresa.
cias, lo más significativo de este período residirá en la fortaleza que irá Casi todo está equivocado (1993), A tal efecto, se recurrirá a un nuevo con-
adquiriendo el discurso empresarial, un discurso convertido ya en pensa- cepto, el de la reingeniería, definida en un primer momento como starting
miento único donde el mercado acabará por consolidarse como la única over o empezar de nuevo para tratar de reunir todos los fragmentos del
alternativa posible, Entre los textos51 más defmitorios del discurso de los proceso productivo al objeto de fijar una meta común. De este modo, y a
noventa destacan los deTom Peters y los de Hammer y Champy (Fernández, pesar de no percibirse ya la amenaza japonesa, estos autores plantearán la
2007a: 226 y ss.). necesidad de proceder ai cambio de ese paradigma industrial propio de la
división del trabajo, la economía de escala y ei control jerárquico por otro
ParaTom Peters el entorno incierto ofrece enormes riesgos, pero tam-
basado en la reingeniería de procesos sustentado en los nuevos modelos de
bién enormes oportunidades. Peters propone un modelo de organización
organización del trabajo.
como un todo, y con un tono prescriptivo se posiciona frente a la fragmen-
tación y la estructura departamental burocrática. La desaparición de los Como medio para superar la organización del trabajo fordista, Ham-
departamentos obliga a abandonar la idea del ascenso vertical a favor de un mer y Champy propondrán la eliminación de ios elementos burocráticos y
ascenso «horizontal». Se trataría de elegir entre ascender o hacer un trabajo la adopción de las fórmulas de producción flexible diseñadas por Taiichi
mejor y más interesante. Desde un posicionamiento a favor de las organi- Ohno. La alienación del trabajador, propia del sistema fordista, se verá
zaciones planas, Peters incide en la necesidad de pensar en «la totalidad», superada mediante el enriquecimiento del trabajo, por lo que el desarrollo
manteniéndose en la idea de la necesidad de estar muy cerca del cliente y personal se concebiría más bien como un modo de ampliar horizontes, y
del trabajo en equipo, así como de fomentar las competencias de los traba- no tanto de escalar en la jerarquía. Desde la reingeniería, el trabajador se
jadores. La confianza se presenta como ei elemento fundamental para pro- asocia con el emprendedor enfocándose al cliente con la finalidad de satis-
curar la delegación desde la dirección a los trabajadores, es decir, confianza facerle. Es el trabajador el que debe crear sus propias reglas previa entrega
a cambio de compromiso. Con un tono imperativo, llama a la acción y de la suficiente responsabilidad y autoridad para tomar decisiones, logran-
propone una organización empresarial adaptada a la postmodernidad. do así situar al trabajador y al gobierno de sus competencias en ei centro
mismo de la gestión a partir del concepto de empowerment o delegación
Por su parte, más que proponer la transformación de las estructuras
vinculándolo ai compromiso con la empresa. Se espera con ello que las
existentes dentro de la empresa, Hammer y Champy adoptarán un tono
reivindicaciones desaparezcan de la organización contratando solo a aque-
llos que demuestren tal compromiso.
Los empleados ya no trabajan para sus jefes, sino para sus clientes.
50 Entre escás visiones empresariales, Fernández (2QQ7a: 223-224) destaca la reinge-
niería de Michael Hammer y James Champy (1993), el cuadro de mando integral de Esto supone un cambio de cultura radical con una autoridad que se rami-
Robert Kaplan y Davis Norton (2000), o la ingeniería emocional de Daniel Goleman fica hacia el exterior y un consumidor que pasará a ser considerado una
(1997). Por su parte, los representantes más populares de la filosofía de gestión son Gary pieza fundamental. Desde esta perspectiva, los jefes dejan de ser jefes para
Hamel y C. K. Prahalad (1994), Peter Senge (1999), o Stephen Covey (1990), además de
autores de décadas anteriores que se adaptarán a los nuevos tiempos como Rosabeth Moss comportarse como coaches, una guía más que una autoridad. Los directivos
Kanter, Tom Peters o el gurú de la dirección por objetivos Peter Drucker. de las empresas de éxito compiten por el futuro, por lo que deben situarse
51 Para el análisis de estos discursos, Fernández, Rodríguez (2QQ7a) selecciona algu-
en primera línea rediseñando los procesos de trabajo para lograr adaptarse
nos capítulos de la obra de Peters, Rehwentando la. excelencia: el management liberador,
editada en español en 1992 y la de Michel Hammer y James Champy, Reingeniería, de la a la incertidumbre. En una empresa sometida a una reingeniería, los direc-
empresa., publicada en España en 1997. tivos son facilitadores y capacitado res. Las organizaciones se remodelan
148 Nuevos dementos-pa.ro. el análisis de un modelo p o stfordista.... Reacciones ante un sistema, de producción en crisis 149

por completo hacia organizaciones planas tendentes a la adhocracia?1 bajo discurso de la gestión empresarial, un discurso «que constituye hoy la for-
la premisa de que si el control lo llevan a cabo los trabajadores la supervi- ma por excelencia en la que el espíritu del capitalismo se materializa y se
sión deja de ser necesaria. comparte» (2002: 53), uno de los principales lugares de inscripción del
espíritu del capitalismo.
Según Fernández Rodríguez, los discursos generados más allá de los
noventa no cambiarán sustancialmente, aunque sí se producirá una adap- Boltanski y Chiapello sitúan en el centro de sus análisis las ideologías
tación a nuevos contextos manteniendo el interés por la calidad y otros sobre las cuales descansa el capitalismo siguiendo la tradición weberiana.
muchos de los conceptos comentados anteriormente como el trabajo en Como señalan estos autores, en Weber la noción de espíritu del capitalis-
equipo, la delegación, la necesidad de adaptarse a los clientes, o de organi- mo se inserta dentro del análisis de los «tipos de conductas racionales» y de
zarse de modo horizontal (2007¿z.' 32). Por otra parte, el interés por ios las «incitaciones prácticas a la acción» que, en tanto que constitutivos de un
nuevo ethos, hicieron posible la ruptura con las prácticas tradicionales, la
métodos de producción japoneses se irá dlfuminando a medida que el gi-
generalización de la disposición al cálculo, la supresión de las condenas
gante asiático entre en crisis y las empresas norteamericanas vuelvan a tomar
morales que pesaban sobre la obtención de beneficios, y el desarrollo del
la iniciativa, sobre todo en algunos sectores como el tecnológico.
proceso de acumulación ilimitada (2002: 47). Desde este planteamiento
inicial, llamarán la atención acerca de la importancia que reviste para el
2.2.2. Discurso y nuevo espíritu del capitalismo capitalismo la posibilidad de apoyarse en un aparato justificativo y ajusta-
do a las formas concretas adoptadas por la acumulación del capital en una
Boltanskiy Chiapello tratarán de describir, en su o^o^ EL nuevo espíritu
época determinada (ibíd.: 60).
del capitalismo, la formación y la transformación de las justificaciones53 del
capitalismo a partir de un conjunto de creencias asociadas al orden capita- Boltanski y Chiapello se cuestionarán cómo es posible suscitar el com-
lista utilizadas para legitimar los modos de acción y estilos de vida que le promiso54 cuando ni la hostilidad ni la coacción son suficientes, llegando a
resultan coherentes. Es en este marco donde estos autores inscribirán el la conclusión de que toda esta constricción debe ser «interiorizada y justi-
ficada» (ibíd.: 45). Lejos de hundirse, el capitalismo55 no dejará de exten-
derse apoyándose en toda una serie de representaciones y de justificaciones
compartidas que harán de él un orden aceptable y deseable, o el único y
52 Junto a la estructura simple, la burocrática mecánica, la burocrática profesional o mejor de los posibles, tanto para aquellos que les oprime como para quie-
la divisional, Mintzberg introduce la adhocracia, única configuración que permite una
innovación sofisticada. En este sentido, innovar significa romper con esquemas estableci- nes tienen la tarea de mantenerlo.56 Sin ideología, por tanto, la persistencia
dos, por lo que la organización innovadora debe evitar todas las trampas de la estructura
burocrática, debe permanecer flexible. Mintzberg resume así los principales parámetros
del diseño de la adhocracia: «estructura altamente orgánica, con poca formalización de
comportamiento; alta especialización horizontal de tarea basada en capacitación formal; 54 La amenaza del hambre y del paro no les parece una hipótesis muy realista para
una tendencia en agrupar a los especialistas en unidades funcionales para propósitos in- poder alcanzar tal compromiso. El salario representa, como mucho, una razón para per-
ternos pero a distribuirlos en pequeños grupos de proyecto basados en mercado para hacer manecer en el empleo, pero no para implicarse en él.
su trabajo; una confianza en los dispositivos de enlace para alentar el ajuste mutuo, el 55 En principio, el capitalismo será considerado por Boltanski y Chiapello (2002: 40)
mecanismo coordinador clave y entre estos equipos; y descentralización selectiva hacia y como un sistema absurdo en muchos de sus aspectos. Por un lado, los asalariados pierden
en estos equipos, que están ubicados en varios lugares en la organización e incluyen mez- la propiedad sobre el resultado de su trabajo, por otro, ios capitalistas quedan encadena-
clas de gerentes de línea y expertos operativos y staff» (1991: 210). dos a un proceso que parece insaciable.
53 El término justificación se entiende desde una doble dimensión para permitir 56 Boltanski y Chiapello (2002: 600 y ss.) nos presentan una serie de premisas que
compaginar las justificaciones individuales, por las que uno se adhiere a la empresa capi- subyacen al modelo de cambio con objeto de construir una interpretación de los aconte-
talista, y las de carácter general en base a las cuales el compromiso sirve de bien común cimientos que han afectado a la sociedad en sus relaciones con el capitalismo a lo largo de
(Boltanski y Chiapello, 2002: 45), dimensiones que serán tomadas del espíritu del capita- los últimos treinta años: a) el capitalismo necesita de un espíritu para comprometer a las
lismo de Weber y de la postura de Albert Hirschman (1980). personas; b) el espíritu del capitalismo debe incorporar una dimensión moral para ser
150 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista... Reacciones ante un sistema de producción en crisis 151

del capitalismo como modo de coordinación de las acciones 7 modo de FIGURAS


vida no podría ser comprendida. LOS TRES ESPÍRITUS DEL CAPITALISMO

El espíritu del capitalismo será para Boitanskiy Chiapello esa «ideolo- Primer espíritu Segundo espíritu Tercer espíritu
(finales siglo xix) (1940-1970) (desde la década
gía que justifica el compromiso con el capitalismo» (ibíd.: 41). Sin embargo, de los ochenta)
esta ideología dominante no cabe interpretarla como un mero subterfugio
Formas Pequeñas empresas Grandes compañías Empresas en red.
de los dominantes para asegurarse el consentimiento de los dominados, del proceso familiares. industriales. Internet y
más bien la ideología dominante se baya enraizada en la realidad de las de acumulación Capitalismo burgués. Producción de masas. biotecnología.
cosas, lo que bace que tanto fuertes como débiles se encuentren inmersos del capital. Política económica Finanzas globales.
estatal. Producción variada.
en el mismo sistema y se apoyen en los mismos esquemas.57 «En tanto que
Estímulo Libertad dentro Oportunidades de No más jefes
ideología dominante, el espíritu del capitalismo tiene, al menos teórica- de las comunidades carrera. autoritarios.
mente, la capacidad de penetrar en el conjunto de representaciones menta- locales. Posiciones de poder. Innovación y
les propias de una época determinada, de infiltrarse en los discursos políti- Progreso. Efectividad posible en creatividad.
los países «libres». Cambio permanente.
cos y sindicales, de proporcionar representaciones legítimas y esquemas de
Justicia Una mezcla entre Meritocracia Nuevas formas
pensamiento» (ibíd.: 98). de meritocracia:
justicia familiar y evaluando la
Bajo tales presupuestos, Boltansici y Chiapelio procederán a establecer justicia del mercado. eficiencia. movilidad, habilidad
Managenent por para tejer redes.
la sucesión y evolución58 de los tres espíritus del capitalismo, pues tal y objetivos, Proyecto; oportunidad
como señala Gorroño, en relación con este trabajo, a pesar de las transfor- para mejorar la
maciones y de que el escenario económico actual se caracterice por el «con- empleabilidad.
sumo de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, la glo- Seguridad Propiedad personal. Planificación a largo Para los que se mueven
Relaciones personales. plazo. y se adaptan, los que
balización e internacionalización de capitales, la terciarización de la
Caridad. Desarrollo de carreras. saben gestionarse a sí
economía, la reorganización internacional del trabajo, la incorporación Paternalismo. Estado de bienestar. mismos, las compañías
generalizada de las mujeres al mercado laboral, entre otros», lo cierto es que les proporcionarán
una de las constantes es la propia permanencia del sistema capitalista recursos.

(2008: 141). FUENTE: Fernández Rodríguez (2007a; 53).

Independientemente de cuál sea el espíritu del capitalismo que corres-


ponda a cada época, este debe poder responder a toda una serie de inquie-
movilizador; c) para perpetuarse necesita, al mismo tiempo, estimular/frenar lainsacia-
bilidad; d) el espíritu del. capitalismo no puede ser reducido a una ideología entendida
tudes, entre ellas, la manera en que el compromiso puede llegar a ser fuen-
como una ilusión sin influencia sobre los acontecimientos del mundo; e) el capitaiismo te de entusiasmo, el grado en que se garantiza una mínima seguridad, o el
tiende perpetuamente a transformarse; f) el operador principal de creación y de transfor-
cómo justificar en términos de bien común la participación en la empresa
mación del espíritu del capitalismo es la crítica «volee»; g) en determinadas condiciones,
la crítica puede convertirse, a su vez, en uno de los factores de transformación del capita- capitalista y la forma en que es animada y gestionada frente a las acusacio-
lismo (y no solo de su espíritu); h) la crítica extrae su energía de las fuentes de indignación. nes de injusticia. De este modo, en el período comprendido entre 1940 y
57 El propósito de Boltanski y Chiapello (2002) no será, sin embargo, la descripción
exhaustiva de todos los componentes del espíritu del capitalismo ni juzgar si las justifica- 1970, correspondiente al segundo espíritu del capitalismo, la colaboración
ciones del capitalismo son verdaderas o falsas, sino el estudio de las variaciones observa- de los asalariados se alcanzó gracias al movimiento obrero mediante la in-
das en ellos.
58 Un primer espíritu que emergerá a finales del xix, un segundo espíritu que iría de
tegración colectiva y política de los trabajadores en el orden social y a esa
1940 a 1970 y un tercer espíritu que surgirá a partir de la década de los ochenta. forma que asumió el espíritu del capitalismo vinculando el progreso eco-
152 Niievos elementos para el análisis de un modelo posifordista,.. Reacciones ante un sistema de producción en crisis 153

nómico y tecnológico a un objetivo de justicia social.59 En la actualidad, capaz de romper las solidaridades comunitarias, en particular la solidaridad
sin embargo, todo ello puede alcanzarse mediante el desarrollo de un pro- entre pobres y ricos.
yecto de realización del sujeto individual vinculado al culto del rendimien-
La nueva gestión empresarial tratará de responder a las demandas de
to personal (Boltanski y Chiapello, 2002: 300).
libertad propias de crítica artística, dejando de lado otras fuentes de indig-
La noción de espíritu del capitalismo permite igualmente observar su nación como las referidas al egoísmo y las desigualdades que, como hemos
evolución a través de las críticas a las que en cada momento se enfrenta. Al visto, constituyen fuentes de indignación más cercanas a la crítica social.
no poder prescindir de una orientación hacia el bien común de la que po- De este modo, el cuestionamiento de las formas hasta entonces dominan-
der extraer razones para adherirse a él, las críticas j ugarán un papel central tes de control jerárquico se presentará por parte de la literatura empresarial
en los cambios del espíritu del capitalismo. «El capitalismo necesita la ayu- como una respuesta a las demandas de autonomía emanadas de ios asala-
da de sus enemigos, de aquellos a quienes indigna y se oponen a él, para riados más cualificados.60 El rechazo a la jerarquía se erige así en objeto
encontrar los puntos de apoyo morales que le faltan e incorporar dispositi- predilecto de la crítica con razones, a menudo, de carácter moral: «las per-
vos de justicia» (ibíd.: 71). Siendo así, las críticas serán para Boltanski y sonas no desean seguir siendo mandadas, ni siquiera desean mandar»
Chiapello uno de los motores más potentes a la hora de obligar al capita- (ibíd.: 115). Otras críticas se dirigirán hacia esa rígida planificación inca-
lismo a justificarse, pudiendo llegar a impactar fundamentalmente de tres paz de dar cuenta de la verdadera realidad, así como hacia todas las instan-
maneras: deslegitimando los espíritus anteriores privándoles de su eficacia, cias ligadas a la autoridad bajo la promesa de alcanzar la igualdad formal y
obligando a quienes actúan como sus portavoces a j ustificarlo en términos el respeto de las libertades individuales. Una vez derrotados todos esos
de bien común, y/o escapando a la exigencia de dispositivos de justicia principios, las organizaciones se vuelven flexibles, innovadoras y altamente
social mediante la transformación de los modos de producción y de obten- competitivas. Todos estos discursos expresarán, por tanto, una preocupa-
ción de beneficios (ibíd.: 73-74). ción obsesiva por la adaptación, por el cambio y por la flexibilidad reíntro-
ducida sobre una competencia exacerbada (ibíd.: 116).
Boltanski y Chiapello llegarán a la conclusión de que la «naturaleza»
de la crítica desde la formación del capitalismo no se ha trasformado radi- En lo que respecta a las otras fuentes de indignación de la crítica artís-
calmente, remitiéndonos por ello a dos posibles tipos de crítica, la crítica tica, es decir, el desencanto y la inautenticidad de la vida cotidiana en el
artística y la crítica social, ambas con fuentes de indignación diferentes. La orden de la organización de la producción, la nueva gestión empresarial
crítica artística recurrirá como fuente de indignación preferente al desen- pondrá el acento en las relaciones humanas auténticas para contrarrestar
canto e inautenticidad del tipo de vida asociada al capitalismo, al capitalis- aquellas críticas tendentes a acentuar la alienación en el trabajo y la meca-
mo como fuente de opresión y de oposición a la libertad, a la autonomía y nización de las relaciones humanas. La retirada de la burocracia debería
a la creatividad de los seres humanos unido a la dominación del mercado permitir la vuelta a «funcionamientos más humanos donde las personas
de trabajo y las formas de subordinación de la condición salarial tal como
la disciplina de empresa. Por su parte, la crítica social recurrirá a otras fuen-
tes de indignación, como la del capitalismo en tanto que fuente de miseria 60 No es difícil reconocer aquí el eco de las denuncias antijerárquicas y de las aspi-
y de desigualdad o el capitalismo como fuente de oportunismo y de egoísmo raciones de autonomía que se expresaron con fuerza a finales de la década de los sesenta y
xdurante los setenta (Boltanski y Chiapello, 2002: 149). Las razones invocadas para justi-
ficar esta carga antijerárquica son a menudo de orden moral y participan de un rechazo
más general de la relación dominantes-dominados (designan a quienes pueden y deben
gestionar, frente a los que no saben y no pueden). También la evolución de la sociedad
59 La capacidad de movilización del segundo espíricu del capitalismo (1940-1970) permite justificar esta carga: las personas no desean seguir siendo mandadas. La elevación
comenzará a ponerse en cuestión cuando las formas de acumulación y sus dispositivos se del nivel de educación explica, entre otros factores, que la jerarquía se haya convertido en
vean profundamente transformados, suprimidos o reemplazados por otros. un modo de organización caduco (Boltanski y Chiapello, 2002: 115).
154 Nuevos elementos para el análisis de un modelo p o stfordista.,. Reacciones ante un sistema de producción en crisis 155

pudiesen dejar aflorar sus emociones, su intuición y su creatividad» (ibíd.: (entreprises maigres). Estas empresas trabajan en red con multitud de parti-
151). La nueva gestión empresarial no solo incidirá en la polivalencia, en cipantes, bajo una organización del trabajo en equipo —o por proyectos—
la flexibilidad del empleo, o en la aptitud para aprender y adaptarse a nue- orientada a la satisfacción del cliente y bajo una movilización general de los
vas funciones, sino también en la capacidad de compromiso, de comunica- trabajadores gracias a las visiones de sus líderes (2002: 118).
ción y en las cualidades relaciónales. Todo ello la situará más próxima ai
La gestión empresarial de los noventa imagina, en definitiva, una gran
saber estar que al saber y al saber hacer.
cantidad de nuevas formas de organización64 alejándose lo máximo posible
En todos estos dispositivos el líder será considerado un punto clave, de los principios jerárquicos bajo la promesa de la igualdad formal y el
«aquel que se muestra capaz de tener una visión, de trasmitirla y de lograr respeto a las libertades individuales. La recuperación del control de las
que otros se adhieran a ella» (ibíd.: 122). En este sentido, aquella figura del empresas se verá favorecida por la cooperación de ios propios asalariados
cuadro de uso frecuente en los sesenta entrará igualmente en claro retroce- tratados como si fueran individuos independientes que, gracias a una mez-
so quedando relegada únicamente para designar al personal intermedio y colanza de ventajas diferenciales y de miedo al paro, acabarán por implicar-
subalterno. Este término, ya caduco, será reemplazado por el de managers, se libre y plenamente en las tareas que les sean prescritas. La mayor parte
al que se le asignará la función y caracterizará de «animadores de equipo», de todos estos dispositivos ha contribuido en opinión de estos autores a
«catalizadores», «visionarios», «inspiradores» o «coach»61 (ibíd.: 124). devolver la iniciativa al capital y a la dirección de las empresas. Se trata
Como señalan estos autores, el compromiso total penetra profundamente como siempre de obtener colaboración de los asalariados en la realización
en el interior de las personas de las que se espera que se «entreguen» a su del beneficio capitalista (ibíd.: 300).
trabajo haciendo posible una instrumentalización de los seres humanos
precisamente en aquello que les hace propiamente humanos (ibíd.: 151). Sobre la base de todas estas consideraciones, para Boltanski.y-Chiapello
la literatura de gestión empresarial estará destinada a informar a los cua-
Todo este carácter participativo servirá de guía a ios nuevos paradig- dros de las innovaciones en materia de gestión de empresas y de dirección
mas productivos derivados del éxito del modelo japonés en la década de ios
de personal. Este discurso, que mezcla preceptos generales y ejemplos pa-
ochenta promoviendo nuevos sistemas organizacionales que proporciona-
radigmáticos, pretende ser a la vez formal e histórico, global y situado, «se
rán un. impulso definitivo a los procedimientos para gestionarlos Recursos
dirige ante todo a los cuadros, cuya adhesión al capitalismo es particular-
Humanos (Doian, Schuler y Valle, 1999).62 Del igual modo, los dispositi-
vos propuestos por los autores de la década de los noventa para hacer fren-
te a los nuevos envites conformarán una nebulosa en la gestión que
Boltanski y ChiapelJo articulan en torno al concepto de empresas esbeltas63 de alianzas y de «joint-ventures», de forma que la imagen tipo de la empresa moderna en
la actualidad es la de un centro esbelto rodeado de una nebulosa de proveedores, de sub-
contratas, de prestadores deservicios, de personal interino que permite variar los efectivos
según la actividad, de empresas amigas (Boltanski y Chiapello, 2002: 118-119).
64 Para Boltanski y Chiapello (2001: 114), las preguntas que se plantean los autores
61 La organización de las competencias también será un punto fundamental para la de la década de los noventa nos pueden parecer en algunos momentos idénticas, a la vez
creación de nuevas profesiones como la de coach. que diferentes, de las planteadas en la década de los sesenta. Son idénticas en la medida
62 Los círculos de calidad en Japón, las técnicas para la humanización del trabajo y el en que se retoma el principio de la crítica a la burocracia de la década de los sesenta, aun-
desarrollo de la calidad de vida laboral en Europa, o la implantación de la Teoría Z en los que llevándola hasta sus últimas consecuencias prescribiendo su destierro. Pero también
EE. UU., constituyen ejemplos relevantes de esta tendencia. son diferentes en la medida en que nuevos elementos, como la presión de la competencia
63 Boltanski y Chiapello copian el término de empresa esbelta del de «producción y la demanda de los clientes, volverán a ser centrales. Es más, al ya clásico argurrxento de
esbelta» o «de máxima precisión» (leanproduction) que se inventó a comienzos de la déca- la libertad que sigue siendo movilizado en la década de los noventa, se suma otro rio me-
da de los noventa para reunir el conjunto de métodos de producción deducidos en parte nos tradicional consistente en propugnar que la empresa se encuentra al servicio de los
de la observación de las empresas japonesas y en particular de Toyota (Womack et al., consumidores, pues a todas luces resulta más legítimo decir que la empresa sirve a sus
1992). Realiza sus inversiones cada vez más en colaboración con otras empresas a través clientes que afirmar que enriquece a sus propietarios.
156 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista...

mente indispensable para la buena marcha de las empresas y para la forma-


ción de beneficios» (2002: 53). Constituye, en definitiva, uno de los
3. CONSECUENCIAS DE UN MODELO
vehículos de difusión de ios modeios normativos en la empresa orientado HEGEMÓNICO DE GESTIÓN
no solo a la obtención de beneficios, sino a justificar el modo en que estos
son obtenidos ofreciendo a los cuadros los argumentos necesarios para pre-
sentarlos como deseables, interesantes e innovadores. Lo que pretende la
literatura empresarial no es tanto constatar como prescribir.
Las nuevas orientaciones se justificarán todas en base a la intención de
romper con el taylorismo, pero no en torno a la disminución de costes sa-
lariales y al aumento de beneficios. Se presentan, como veremos a conti-
nuación, como un esfuerzo por orientar el mundo del trabajo en un senti-
do más humano,65 aunque todo ello pueda dar pie a nuevas posibilidades
de explotación (ibíd.: 151).

Tal y como venimos comentando, las fallas del fordismo, la expansión


de las empresas japonesas y del toyotismo, así como la transición hacia la
acumulación flexible posibilitarán que la teoría de gestión se presente
como fórmula para la recuperación económica y moral. Conforme a esta
visión, la literatura gerencia! procederá dando recetas y consejos, pero ob-
viando sistemáticamente sus posibles efectos negativos. Ello no impedirá,
sin embargo, que esta teoría haya sido igualmente cuestionada y calificada
como una disciplina poco respetable y carente de rigor en sus propuestas
(Fernández, 2007a).

Dicho esto, nos detendremos, en primer lugar, en algunas de las


aportaciones que han puesto en evidencia los fracasos de estas modas de
gestión, en concreto las de autores para-postmodernos 1 como Sennett y
Bauman. Partiendo de las teorías del fin del trabajo, 2 estos autores nos

1 Aunque algunos de estos autores no reconozcan ser postmodernos, De la Garza


los considera como tales. El planteamiento postmoderno es más general, es decir, enfoca
65 La voluntad de utilizar nuevos yacimientos de competencias de los trabajadores sus baterías contra las concepciones modernas, mientras que los denominados para-post-
sometidos hasta entonces a un trabajo parcelario ha conducido igualmente a incrementar modernos las enfocan en contra del trabajo. En esta perspectiva también cabría incluir
el nivel de explotación. En efecto, la explotación se ha reforzado porque ha utilizado para otros autores como Beck, Negri (1980) y Holloway (2002 y 2005)) si bien estos dos últi-
sí capacidades humanas (de relación de disponibilidad, de flexibilidad, de implantación mos con importantes matices como el hecho de no renunciar a la idea de cambio social y
afectiva, de compromiso, etc.) que el taylorismo, por tratar a los seres humanos como el papel de las luchas sociales (2011: 27).
máquinas, no podía ni pretendía alcanzar (Boltanskiy Chiapello, 2002: 253). 2 Offe será uno de los primeros en intentar articular las posiciones postmodernas
con las del fin del trabajo en los ochenta aun cuando todavía no se contemplaba la flexí-
Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 159
158

Según ellos, la inseguridad que genera la ocupación flexible actúa deses-


muestran otra forma de entender la flexibilidad3 del trabajo, preferentemen-
tructurando las relaciones de trabajo, personales y familiares. En tal senti-
te desde la fragmentación de carreras ocupacionales y biográficas. En segun-
do, el trabajo llega a concebirse como un collage de fragmentos de expe-
do lugar, y ya desde una perspectiva eminentemente crítica y decididamente
riencias sin arraigo a un grupo social determinado, bajo la desestructuración
postmoderna, nos centraremos en aquellas perspectivas que han cuestionado
del sentido del tiempo y el espacio, así como de la superficialidad de las
en profundidad las relaciones organizado nales, la ideología, o la dominación
relaciones sociales.
y explotación resultante de la teoría de gestión. Para ello, revisaremos los
presupuestos de los denominados Estudios Críticos del Management (CMS), En respuesta a esta perspectiva, los males de la flexibilidad y la infeli-
no sin antes abordar algunos de los conceptos más relevantes desarrollados cidad de los hombres flexibles propios de esta economía4 serán denuncia-
por tres de sus principales fuentes de inspiración, Jürgen Habermas, Michael dos por autores como Richard Sennett (2006, 2009, 2013) y Zygmunt
Burawoy y Michel Foucault. Estos autores no solo contribuirán a ese giro Bauman (2000, 2009, 2011). En sus textos se hace uso de un lenguaje
comunicativo, lingüístico y subjetivo tan necesario de incorporar en los aná- cotidiano plagado de conceptos-metáforas que, sin ser definidos con
lisis referidos al trabajo y las relaciones laborales, sino que caracterizará deci- exactitud,5 cautivarán e impresionarán emotivamente al lector. Sin embar-
didamente a esta nueva línea de pensamiento. Con todos estos antecedentes go, e incluso a pesar de denunciar la flexibilidad, De la Garza nos advierte
se llegará a la conclusión de que el management no puede ser definido como de que estos autores no pueden considerarse del todo críticos6 por dedi-
una simple función técnica o neutral, también constituye visiones del mun- carse más bien a proponer reformas que a tratar de cambiar su esencia.
do que ayudan a reproducir el orden establecido en el trabajo, las empresas y Veamos, a continuación, algunos de los supuestos básicos de este modo de
la sociedad capitalista en su conjunto (Fernández, 2007¿). entender la flexibilidad.

3.1. El desafío de la ñexibilidad


4 Se afirma que la situación actual es mejor que la jaula de hierro burocrática ante-
En opinión de De la Garza (2011), los para-postmodernos entienden rior, al tener la potencialidad de la libertad a condición de que se opere un cambio cultu-
ral tendente a aceptar la flexibilidad, desprenderse de la idea de trabajo seguro propio del
la flexibilidad como una limitación para disponer de un empleo fijo, a modelo fordista, y adquirir rápidamente habilidades para ocupaciones fluctuantes (De la
tiempo completo, y protegido por la negociación colectiva y los sindicatos. Garza, 2011).
5 Algunas de esas metáforas, como la identidad líquida, categorías zombi o la co-
rrosión de carácter, serán ampliamente utilizadas, pero los textos para-postmodernos no
pueden presumir de derivar de una sistemática y rigurosa investigación cuantitativa o
cualitativa.
bilidad como fuente de fragmentación de las trayectorias laborales. Para Offe el trabajo 6 Según De la Garza, «la para-postmodernidad es una versión neoliberal de la post-
dejará de ser «el eje articulador de las relaciones sociales y fuente de identidad». Sin em- modernidad, que no asume, al menos explícitamente la negación de la razón científica»
bargo, sobre la identidad influyen otras estructuras dentro y fuera del trabajo, las interac- (2011: 30). Se erigen en reformadores del neoliberalismo, es decir, no se trata de cambiar
ciones entre los sujetos y las formas de construcción subjetiva, dentro de las que se en- su esencia sino de diseñar «instituciones parche» que mitiguen los efectos de la flexibili-
cuentra la identidad. Las tesis de Offe (1984) resultan muy estructuralistas (De la Garza, dad entre los menos aptos. Algunas de las actuaciones que proponen son que los sindica-
2011: 26-27), Por otra parte, para este autor la polémica del fin del trabajo está mal tos se conviertan en una especie de agencia de colocación, asegurar un salario básico mí-
planteada, «en todo caso sería la reducción del trabajo formal, estable y su sustitución por nimo a toda la población o la flexiseguridad en la que se proveen de fondos estatales para
otras formas de trabajo consideradas anómalas en los países desarrollados» (2000: 767). aquellos que queden desempleados por la flexibilización. El neoliberalismo es, ante todo,
3 Para De la Garza (2011), existen muchas formas de ver la flexibilidad. La flexibi- una teoría de prácticas político-económicas que afirma que la mejor manera de promover
lidad dentro del proceso de trabajo asociada a conceptos de movilidad interna o poliva- el bienestar del ser humano consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades
lencia aunque no necesariamente a la expulsión de trabajadores; la flexibilidad en el en- y de las libertades empresariales del individuo dentro de un marco institucional caracte-
cuentro entre oferta y demanda de trabajo que implica restricciones en el flujo de rizado por derechos de propiedad privada, fuertes mercados libres y libertad de comercio.
trabajadores o la libre decisión de los empleadores; o la flexibilidad relacionada con el El papel del Estado es crear y preservar el marco institucional apropiado para el desarrollo
sistema de relaciones industriales referida a leyes laborales, contratación colectiva, y
de estas prácticas (Harvey, 2007: 7).
acuerdos entre estado, sindicatos y empleadores.
160 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista.... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 161

3.1.1. Predominio del «nada a largo plazo» desgasear nuestra sensación de carácter cuando uno está siempre «vol-
viendo a empezar».
En su libro, La corrosión del carácter (2009), Richard Sennett se pre-
gunta por el impacro de la flexibilidad en el carácter/ es decir, en el as- Sennett retomará de Adam Smith11 su preocupación por la organiza-
pecto más duradero de nuestra experiencia emocional. En su plantea- ción rutinaria del tiempo conocida posteriormente con el término de for-
miento inicial, se preguntará cómo poder sostener la lealtad, el dismo.12 En opinión de Sennett, contra los temores con respecto al tiem-
compromiso mutuo, los valores duraderos y las metas a largo plazo en po rutinario cabe desarrollar otra interpretación alternativa, la de poder
unas instituciones en constante reorganización. Para él, «la consigna construir narraciones positivas en base a una programación del tiempo. Es
"nada a largo plazo" desorienta la acción planificada, disuelve los víncu- decir, «la rutina puede degradar, pero también puede proteger; puede des-
los de confianza y compromiso, y separa la voluntad del comportamiento» componer el trabajo, pero también componer una vida» (ibíd.: 44). Di-
(Sennett, 2009: 30-31). Si aceptamos que el carácter está basado en toda cho esto, el autor nos enfrenta a dos posibles opciones, o bien creer que
una serie de vínculos sólidos y «a largo plazo», es de esperar, en consecuen- ese trabajo no tiene por qué ser intrísecamente degradante, o bien atacar
cia, que todas estas organizaciones modernas impidan el desarrollo de la naturaleza misma del proceso de trabajo repudiando definitivamente la
rutina.
experiencias profundas.
Poner el acento en la flexibilidad cambiará el significado mismo del Ante tal disyuntiva, Sennett arremete contra esa idea defendida por
trabajo generando ansiedad ante lo desconocido. La inestabilidad propia John Stuart Mili de que es la libertad humana lo que genera el comporta-
de las organizaciones flexibles8 de esa nueva economía desarrollada a miento flexible. «Nos imaginamos que estar abiertos al cambio, ser adap-
partir de los ochenta impondrá a los trabajadores la necesidad de asumir tables, son cualidades del carácter que se necesitan para una acción libre
riesgos,9 y aunque asumirlos pueda ser en ocasiones una prueba de ca- —el ser humano es libre porque es capaz de cambiar—» (ibíd.: 48), pero
lo cierto es que esta nueva economía no hace sino traicionar ese deseo de
rácter, los riesgos pueden generar también estrés, angustia, frustración y
libertad. El rechazo a la rutina burocrática y la búsqueda de la flexibilidad
sentimientos de inutilidad, sobre todo cuando la incertidumbre se ha in-
tegrado en las prácticas cotidianas hasta el punto de convertir la inestabi- no han creado condiciones de liberación, sino nuevas estructuras de poder
lidad en algo normal.10 Estar continuamente expuesto al riesgo puede y control, todo un nuevo sistema por el que las organizaciones lograrán
reconvertir, tal y como veremos a continuación, algunos elementos en tér-
minos de beneficio otorgado a los trabajadores13 mediante expresiones

7 El propio Sennett califica su libro La corrosión del carácter como una especie de
«ensayo-razonamiento». De la confusión de sentimientos en que todos vivimos en un mo-
mento dado intentamos salvar y sostener algunos; estos sentimientos sostenibles serán los promoción o el aumento de sueldos. «En General Motors, la escala salarial y la definición
que sirvan a nuestro carácter. El carácter se relaciona, en definitiva, con los rasgos persona- de puestos de trabajo son hoy infinitamente más complicadas que a mediados de siglo,
les que valoramos en nosotros mismos y por los que queremos ser valorados (Sennett, cuando Daniel Bell encontró un rígido régimen colectivo», Sennett (2009: 90).
2009: 10). Para desarrollar el carácter es necesario romper la rutina, pero la rutina se vuelve 11 Desarrollada en su libro La riqueza de las naciones (1776), Smith creía que la libre
autodestructiva cuando las personas pierden el control sobre sus propios esfuerzos. circulación de dinero, bienes y trabajo exigiría que la gente hiciera trabajos cada vez más
8 Se gestionan desde instituciones más flexibles que las jaulas burocráticas del pasa- especializados. Pero consciente del lado oscuro del mercado, Smith creyó que el capitalismo
do, esa jaula inmensa, según Daniel Bell, operaba basándose en tres principios: «la lógica del estaba cruzando una gran línea roja al afirmar que los que trabajaban más ganaban menos.
tamaño, la lógica del tiempo métrico y la lógica de la jerarquía» (Sennett, 2009: 42). 12 Ford favoreció el empleo de los llamados obreros especializados en detrimento de
9 No en vano, los riesgos siempre han estado asociados a los capitalistas de riesgo y los artesanos cualificados. Las preocupaciones por la calidad de vida laboral eran para él
a los individuos temerarios. «puras pamplinas», cinco dólares al día eran una retribución bastante atractiva por abu-
10 Para Schumpeter, la destrucción creativa, el pensamiento empresarial, requiere de rrirse (Sennett, 2009: 40).
gente que no sepa qué ocurrirá a continuación. De igual modo, los grandes «elefantes» 13 El denominado «horario flexible» constituye un buen ejemplo de esta nueva for-
burocráticos han aprendido a elaborar caminos más fluidos e individualizados para la ma de organización.
162 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 163

como la reinvención discontinua de las instituciones, la concentración sin un modelo de actividad humana que valora el trabajo bien hecho. Sennett,
centralización del poder, o la especialización flexible de la producción. sin embargo, pondrá de manifiesto cómo la ética artesana, o el amor al tra-
La reinvención discontinua de las instituciones nos remite a la asocia- bajo bien hecho, no recibe reconocimiento alguno en la nueva economía.
ción existente entre el comportamiento flexible y el deseo de cambio. Las En definitiva, todo dependerá de la manera en cómo se defina el bien
modernas prácticas de gestión parten de la idea de que las redes14 son más común,16 pues «el mal que escojamos depende del bien que persigamos»
flexibles que las jerarquías piramidales del fordismo, premisa de la que (ibíd.: 56). En base a esta idea, Sennett nos ofrece ejemplos de cómo la
Sennett se ocupará referenciando la idea de reingeniería de Hammer y rebelión contra la rutina y esa tan jaleada nueva libertad es engañosa. En
Champy. Aunque estos autores defiendan que la reingeniería es una rees- principio, y partiendo de la idea de que cuando hablamos de esta nueva
tructuración organizativa en pos de una mayor eficiencia, el resultado bá- economía nos estamos refiriendo también a «la mano de obra que interesa
sico de esta reinvención no ha supuesto más que la reducción de puestos de primordialmente al capital» (ibíd.: 24), procederá a analizar los cambios
trabajo y la posibilidad de hacer más con menos.15 Lo que se ha pretendido producidos en relación con toda una serie de elementos como la carrera
cuestionando las jerarquías piramidales es «eliminar los males de la rutina profesional, el trabajo en equipo, la participación, la dedicación a la em-
en nombre de una mayor productividad», pero no hay que olvidar que lo presa, la antigüedad, o la cualificación y la formación.
que para la ideología empresarial representa una cuestión de eficiencia,
Con respecto a la carrera laboral, Sennett considera que se ha conver-
para otros no son más que «experimentos con un final abierto» (ibíd.: 51).
tido en un «laberinto de puestos de trabajo fragmentarios» (2013: 27).
De igual modo, las organizaciones modernas defenderán con gran ahín- Dicha concepción quedaría ya muy lejos de aquella estructura narrativa
co la concentración sin centralización alegando que descentralizar el poder es propia de las grandes compañías del siglo xx con capacidad de perdurar a
lo que permite a los escalones inferiores tornar el control de las actividades. lo largo del tiempo. Sin embargo, cuando el destino importa menos que el
Este es un elemento fundamental con el que se intenta desmontar las viejas acto de partir, no moverse se convierte en sinónimo de fracaso, y la estabili-
estructuras burocráticas, pero en opinión de Sennett lo cierto es que con los dad en una muerte en vida. Recogiendo la voz de una de sus entrevistadas,
nuevos sistemas de información las posibilidades de dominación son mucho la cultura empresarial actual trata a la gente de edad como reacia al riesgo
más altas, hecho que le permitirá también cuestionar esta máxima. estableciendo una equivalencia entre flexibilidad/juventud, rigidez/vejez.
Con respecto a las razones para justificar la necesidad de la especializa- Que se otorgue poco valor a la experiencia acumulada,17 unido a la incer-
ción flexible, la teoría de gestión aludirá fundamentalmente a la inestabilidad tidumbre, puede llegar a destrozar los nervios. De este modo, el empleado
de la demanda. En esta línea, las propuestas de Piore y Sabel (1990), en irá perdiendo utilidad para la empresa conforme vaya acumulando expe-
tanto que antítesis del fordismo, lograrán que se conciba la artesanía como riencia, lo que volverá del revés el valor que en su día tuvo la cualificación
dejando así de proteger al trabajador.

14 Al menos en teoría, en la red la unión entre módulos es más flexible; ello permite
separar una parte sin destruir a las demás (Sennett, 2009: 49). 16 Como señala Sennett, el modelo angloamericano tiene pocas restricciones a la
15 Tras hacerse eco de algunos estudios, Sennett (2009) intenta mostrarnos cómo desigualdad de ingresos, pero mantiene altas tasas de empleo. Los estados de bienestar,
los continuos procesos de reducción de plantilla no han traído ni mayores beneficios ni sin embargo, son más sensibles a los problemas de los trabajadores aunque ello impida
mayor productividad, más bien una disminución de la moral y motivación de los traba- tasas menores de creación de empleo.
jadores. Los trabajadores que sobrevivieron se quedaron, más que exultantes por una 17 La dedicación a la empresa se aleja de este modo de esas recompensas que se insti-
victoria competitiva frente a los despedidos, esperando su propio despido. La organi- tucionalizaban en los complementos por antigüedad. En la nueva economía, las empresas,
zación debe mostrarle al mercado que es capaz de cambiar, y bajo la creencia de que centradas en el corto plazo, prefieren contratar a trabajadores jóvenes que a personas más
cualquier cambio es mejor que seguir igual muchas empresas, aun siendo viables, han experimentadas pero también más caras. En el capitalismo actual esa relación entre salario
desaparecido y muchos empleados capaces se han quedado a la deriva. bajo y juventud que ya se dio en el siglo xix aún existe.
164 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 165

En el actual mercado global, un trabajador cualificado de nivel medio trabajo se vuelve superficial, pues nos falta la comprensión de lo que es-
puede perder su puesto de trabajo en cualquier momento si la empresa tamos haciendo» (ibíd.: 77).
decide contratar a un colega que, contando con su misma cualificación,
Con respecto al trabajo en equipo y la participación, Sennett se posi-
cobre un sueldo más bajo. Además, las empresas prefieren contratar direc-
cíona igualmente calificándola de farsa. Según los datos extraídos de sus
tamente a personas que ya cuenten con una determinada cualificación en
entrevistas, las personas que trabajan en equipos no siempre consideraban
lugar de gastar dinero en la formación de sus empleados. La nueva econo-
mía pagará por capacidades ya existentes, pero preferiblemente por aque- a sus compañeros como amigos, y aunque a algunos les resultase estimu-
llas que poseen «trabajadores jóvenes, que son más baratos y constituyen lante esta competencia individualista, otros llegarían a considerarla des-
un grupo social más pasivo» (ibíd.: 30). En términos de riesgo y de sumi- alentadora. Dada su «fingida idea de comunidad», los lazos sociales que
sión, la flexibilidad de los jóvenes les hace más maleables en contraposición están integrados en el trabajo en equipo son débiiesj pues solo los vínculos
a los trabajadores de mayor experiencia y edad que, aun sintiendo que sus sociales sólidos como la lealtad son capaces de establecer compromisos con
conocimientos se están erosionando,18 cuentan con una mayor capacidad los demás. En definitiva, la ética que conviene hoy a la economía política
crítica. flexible se centra en el trabajo en equipo y en su capacidad de adaptarse a
las circunstancias, pero esta nada tiene que ver con aquella ética clásica22
En el pasado la cualificación recaía sobre los trabajadores y no sobre
del trabajo basada en la responsabilidad personal, la gratificación posterga-
las máquinas, lo que les procuraba salarios más altos. Sin embargo, aun
da y la puesta a prueba de uno mismo por medio del trabajo duro.
cuando ahora todos tengan cuaiificaciones técnicas altas y certificadas,
esta relación también se ha visto deteriorada, y es que para este régimen19 Esta falta de apego duradero se haya igualmente relacionada con el
flexible que nos proponen Plore y Sabel la dificultad es contraproducen- segundo rasgo del carácter de la flexibilidad, a saber, la tolerancia a la frag-
te. En comparación con los artefactos mecánicos del pasado, el capitalis- mentación (ibíd.: 64). Según hemos visto, hay poco espacio para compren-
mo contemporáneo utiliza máquinas complejas y reconfigurables mucho der el derrumbe de una carrera si creemos que la historia de una vida es
más inteligentes.20 Cuando se reduce «la dificultad y la resistencia, creamos solo una colección de fragmentos. Tampoco hay espacio para analizar la
las condiciones para una actividad acrítica e indiferente por parte de los gravedad y el dolor del fracaso si no es concebido más que como otro inci-
usuarios» (2009: 75). Siendo esto así, la comprensión del trabajo se torna dente. Las condiciones psicológicas apropiadas para enfrentarse a una ex-
superficial21 y la identidad en tanto que trabajador frágil. «Cuando las cosas periencia de trabajo a corto plazo, a las instituciones flexibles y ai riesgo
nos parecen fáciles, [...] nos tomamos débiles; nuestro compromiso con el constante son las de un yo maleable, un collage de fragmentos que no cesa
de devenir, siempre abierto a nuevas experiencias.
En conclusión, después de definir el nuevo capitalismo como un «ré-
18 Un escritor del New York Times utilizó acertadamente, según Sennett, el término
gimen de poder ilegible», Sennett llega a la conclusión de que «el término
de «aprensión» al trabajo. «Una aprensión es una ansiedad por lo que puede ocurrir; la
aprensión la crea un clima en el que se hace hincapié en el riesgo constante, y aumenta flexibilidad se usa para suavizar la presión que ejerce el capitalismo»
cuando la experiencia pasada no parece una guía para el presente» (2009: 101). (Sennett, 2009: 10), toda vez que «la pérdida del empleo ha dejado de ser
19 Él propone utilizar a este respecto la palabra régimen porque sugiere los términos
de poder sobre los cuales se permite operar a la producción y ios mercados. un problema exclusivo de la clase obrera» (Sennett, 2013: 29).
20 Las máquinas son más sencillas en su uso convirtiéndose en el único criterio real
de orden.
21 En la fábrica de clavos de Adam Smith, nada se le ocultaba al obrero, en cambio,
ahora hay cosas que los trabajadores no ven. Un trabajo claro y, sin embargo, tan oscuro. 22 La ética del trabajo en las organizaciones estables consistía en trabajar duro y es-
La flexibilidad crea distinciones entre superficie y profundidad, y lo sujetos menos pode- perar, pero hoy resulta difícil mantenerla ante un empleador que solo piensa en liquidar
rosos de la flexibilidad están forzados a permanecer en la superficie (Sennett, 2009: 77). su negocio.
166 Nuevos elementos para el análisis de un modelo p o stfordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 167

3.1.2. De la ética del trabajo a la estética del consumo las del consumo.24 En esta «segunda modernidad», ser consumidor no solo
es la primera obligación, sino también lo que en definitiva nos permite
Batimán nos remite a través de sus escritos (2009, 2010) a la descom- aseverar si una sociedad funciona sin necesidad de reparar en cuál es su
posición de las formas sociales propias de ia modernidad «sólida» en su fuerza productiva. Por otra parte, ser pobre en una sociedad de consumo
camino hacia la fase «líquida». Este nuevo escenario, caracterizado por la significa estar excluido de esa «vida normal», es decir, de la «vida de los
ausencia de marcos de referencia para las acciones humanas y las estrategias consumidores». La imposibilidad de llevar una «vida feliz» plena de opor-
a largo plazo, traerá consigo toda una serie de consecuencias: la separación tunidades25 reduce nuestro nivel de autoestima generando sentimientos de
entre política y poder unidas desde el surgimiento dei estado moderno, el vergüenza, de culpa o de resentimiento y malestar que pueden acabar deri-
establecimiento de una sociedad en red en contraposición con una estruc- vando en actos agresivos y/o autodestructivos (ibíd.: 64).
tura sólida, Ja exposición de los individuos a los caprichos del mercado la- Todo ello procurará que el elemento integrador en esta nueva comu-
boral y de bienes promoviendo la división entre ellos, la idea de que los nidad de consumidores26 sea la estética y no la ética. «La estética dei con-
éxitos pasados ya no incrementarán la probabilidad de futuras victorias, o sumo gobierna hoy, allí donde antes lo hacía la ética del trabajo» (ibíd.:
el hacer descansar la virtud en la flexibilidad y no en la conformidad a las 56). Bajo la ética, el deber cumplido era la satisfacción más decisiva, ade-
normas (Bauman, 2010: 11). más de conferirle sentido a nociones como la acumulación gradual o la
demora de las satisfacciones a través de su lógica interna del tiempo. La
En su libro Trabajo, consumo y nuevos pobres (2000), Bauman mantie- estética, sin embargo, premia las más intensas experiencias, impidiendo
ne que el trabajo irá perdiendo su función de principio regulador cediendo encontrar razones que hagan postergar la búsqueda de nuevas experiencias
su lugar a la iniciativa del consumidor. Tal y como nos relata, la sociedad dada la demora y pérdida de oportunidades que de ello se derivaría.
dejó de ser aquella comunidad de productores en la que el trabajo ocupaba
Desde aquella perspectiva ética ningún trabajo carecía de valor, y aun-
una posición central23 actuando como nexo entre los niveles individual,
que eso no impedía que ciertas tareas se consideraran más gratificantes re-
social y de producción para pasar a situarnos ante una sociedad de consu-
curriendo a las vocaciones como fuente de orgullo y autoestima, todo tra-
midores capaz de cambiar las motivaciones auténticamente humanas por bajo en sí «humanizaba». Desde ia estética, sin embargo, se les niega el
valor a aquellas ocupaciones remuneradas que solo aseguran la subsisten-
cia. Por ello, para que las personas convertidas al consumismo acepten es-
23 Para Bauman la ética del trabajo, iniciada a comienzos del siglo xix, cumplió un
papel decisivo en la creación de la sociedad moderna, instando a abrazar voluntariamente,
con alegría y entusiasmo, el necesario compromiso entre el capital y el trabajo indispen-
sable para el funcionamiento, cotidiano y la conservación de la sociedad. El fin que se 24 La comunidad de productores fue esencialmente platónica, nuestra sociedad de
perseguía era la aceptación del régimen fabril con el objeto de vencer la resistencia de los consumidores es, por el contrario, aristotélica (Bauman, 2000: 56).
nuevos obreros. Pero poco a poco hubo que buscar otras formas para asegurar el esfuerzo 25 Entre los efectos psicosociales del desempleo en una sociedad de consumo, Bau-
de los trabajadores. Más allá del compromiso moral y de ensalzar las virtudes del trabajo man incide en la imposibilidad de aprovechar un tiempo libre que parece no tener fin.
mismo, se recurrió a los «incentivos materiales al trabajo». El esfuerzo dejó así de consti- Esto es especialmente doloroso porque en la vida del consumidor no hay lugar para el
tuir un camino hacia una vida moralmente superior para pasar a convertirse en un medio aburrimiento, Pero quienes están en la pobreza no tienen acceso a los remedios comunes
de ganar más dinero y una forma de restaurar la dignidad humana de los artesanos cuan- contra el aburrimiento (ibíd., 2000: 65).
do pasaron a formar parte de la mano de obra industrial. Las diferencias salariales eran 26 En principio, el consumo no es un hecho diferenciador, pero en la moderna socie-
ahora las que proporcionaban prestigio y posición social, por lo que en la sociedad moder- dad que vio nacer a la industria, la denominada sociedad de productores, la norma im-
na se acabó mezclando coerción y estímulos materiales como forma de imponer la ética puesta a sus miembros era la «de adquirir la capacidad y la voluntad de producir». En la
del trabajo. La ética del trabajo parece ser un invento básicamente europeo, pues el espí- modernidad tardía, segunda modernidad o postmodernidad, la norma que rige es la de
ritu de empresa y la movilidad social ascendente fueron el lubricante que engrasaron los «tener capacidad y voluntad de consumir», En realidad, todos somos consumidores, pero
engranajes de la industria norteamericana (Bauman, 2000: 38), «la diferencia reside en el énfasis que se ponga en cada sociedad» (Bauman, 2000: 44).
168 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 169

tos trabajos, se le debe presentar una situación sin elección,27 como la de útiles, tanto que cuando la sociedad prescinde de ellos esta sale ganando.
defender su supervivencia básica. Los trabajos «aburridos» solo serán elegi- El «ejército de reserva» de trabajadores que en su día brindara el Estado
dos voluntariamente por aquellos que todavía no se han incorporado a la benefactor29 a la industria ya no dispone de las ventajas que ofrecía,30
comunidad de consumidores. ahora ese ejército es mundial y los empresarios hacen uso de su nueva li-
bertad para llevarse a otros países sus empresas (Bauman, 2000: 86). En
La élite de nuestros días, en definitiva, considera que toda forma de
trabajo es una cuestión de satisfacción estética. Esto permite creer que la efecto, la economía actual no necesita de una fuerza laboral masiva, y en
flexibilidad voluntaria de las condiciones de trabajo de los que están arriba un mundo poblado de consumidores no hay lugar para el Estado benefac-
resulta igualmente provechosa para los otros, es decir, para los que la flexi- tor. La lógica de la reproducción capitalista se las arregló para utilizar los
bilidad no significa libertad de acción, autonomía o realización personal, deseos del consumidor como principal fuerza movilizadora e integradora,
sino «falta de seguridad, desarraigo forzoso y un futuro incierto» (ibíd.; como un camino para resolver conflictos y mantener el orden. La obe-
62). De este modo, el concepto de crecimiento económico acabará aso- diencia y la disciplina social quedarán aseguradas por la seducción de los
ciándose a la mano de obra flexible, a contratos renovables, a empleos bienes de consumo y no tanto por la coerción del Estado y las institucio-
temporales o a reducciones de personal, pues en un planeta globalizado nes panópticas31 (ibíd.: 139).
negativamente el mercado sin fronteras es una receta perfecta para la injus-
ticia28 (ibíd.: 69).
Por otro lado, en la ética del trabajo, no trabajar era algo «anormal», y 29 A finales del xix, el trabajo era la única fuente de riqueza para las naciones y po-
día acabar con la pobreza de los individuos. Los empresarios estaban deseosos de produ-
la sola noción de «pobres que trabajaban» se antojaba como una contradic- cir, por Jo que la ética parecía unir a ambos grupos (Bauman, 2000: 99). La apología al
ción en sí misma. En una sociedad de consumo, sin embargo, «estar sin trabajo como el más elevado de los deberes coincidía con las necesidades de la industria
que buscaba incrementar su producción mediante el aumento de la mano de obra. El
trabajo implica ser prescindible, quizás incluso ser prescindible para siempre» Estado benefactor vino a cumplir, entre otros, el papel de actualización de la mano de obra
(Bauman, 2010: 101). Los desempleados de hoy están a un paso de caer en como mercancía, brindando a la industria capitalista un suministro constante de obra cua-
la «subclase», una subclase compuesta por personas carentes de funciones lificada, formando un «ejército de reserva» dispuesto para ser llamado a la fábrica. Hoy,
sin embargo, se considera que la mano de obra limita la productividad.
30 Según Black, «un salario sin trabajo es una limosna más o menos parca dispen-
sada por el Estado y sus servicios sociales, cuando no por instituciones caritativas. Desti-
nada a comprar la paz social a un precio ruin, la difusión de prestaciones de subsistencia
27 Al contrario de lo que sucede con el trabajo, tanto el consumo como la elección solo sirve para exacerbar la docilidad y la sumisión del "ejército de reserva del capitalis-
son actos individuales. Una situación sin elección es el antivalor de una sociedad de con- mo", ahora que los excluidos de la producción, expulsados del seno del paraíso mercantil
sumo y, bajo esta premisa, la ordenada institución del Estado benefactor con independen- por la deslocalízación de la producción y la automatización de las tareas, proliferan como
cia de las prestaciones que ofrezca, entrará en contradicción con la sociedad de consumo. consecuencia de la implacable y sacrosanta carrera en pos del beneficio» (2013: 16).
En ella, la libertad de elección es lo que nos permite medir los diferentes estratos de esta 31 Las instituciones panópticas que moldeaban individuos caerán en desuso. En
sociedad, pues la importancia de la riqueza y los ingresos reside en su capacidad para abrir principio, la rápida disminución de los empleos, entre otros acontecimientos, dificultará
el mayor número de elecciones disponibles. «La capacidad de elegir que tiene el consumi- la influencia que venían ejerciendo estas instituciones, por lo que el entrenamiento pa-
dor es el reflejo de la competencia, que a su vez es el alma del mercado» (Bauman, 2000: nóptico resultará ser inútil para la formación de nuevos consumidores. «Aquellas moldea-
91). Lo que importa, en definitiva, es el culto a la diferencia y la elección. ban a la gente para un comportamiento rutinario y monótono, y lo lograban limitando o
28 Los pobres están obligados a vivir en el mismo mundo ideado para beneficio de eliminado toda posibilidad de elección; la ausencia de rutina y un estado de elección
los ricos y, como bien señala Bauman, su pobreza se agrava tanto con el crecimiento como permanente, sin embargo, constituyen las virtudes esenciales y los requisitos indispensa-
con el estancamiento económico. Por otra parte, a medida que los pobres se hacen más bles para convertirse en auténtico consumidor» (ibíd., 2000: 45). En una sociedad orga-
pobres, los ricos se vuelven más ricos convirtiendo sus modelos en objeto de adoración e nizada sobre el deseo y la elección, los antiguos métodos panópticos para el control social
imitación. La caída del estándar de vida unido al aumento de la carencia relativa genera «perturbarían las funciones del consumidor)' resultarían desastrosos». En este sentido, la
un «sentimiento subjetivo de insuficiencia» con todo el dolor, el estigma y la humillación regulación normativa resultaría «disfuncional» impidiendo la confluencia de los intereses
que ello acarrea (2000: 67). de los consumidores con los de los operadores del mercado (ibíd., 2000: 52).
Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 171
Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista...
170

bajadores, sindicatos y profesionales más propia de ese entorno modera-


Vivimos en una sociedad abierta al destino evocando «la experiencia
damente estable de la fábrica fordista, «encarnación perfecta del escenario
aterradora de una población heterónoma, desventurada y vulnerable,
de la modernidad sólida, donde estaban instalados casi todos aquellos
abrumada por [,..] fuerzas que ni controla ni entiende del todo»
que carecían de otro capital» (Bauman, 2010: 67). En la «fábrica fordista»,
(Bauman, 2010: 16). El miedo «se tía instalado dentro y satura nuestros
el compromiso en las relaciones capital-trabajo era mutuo y duradero,33
hábitos diarios» incitándonos a emprender acciones defensivas (ibíd.:
un refugio seguro para confiar en el futuro, en la negociación y la bús-
19). Todo hoy es inestable, incluidos nuestros empleos y las empresas
queda de una forma de convivencia consensuada. Ahora, sin embargo,
que los ofrecen. Ante tal indefensión, el destino adquiere un poder ame-
drentador, y aquella idea de progreso, que en su día fuera manifestación «los sistemas de defensa colectiva (como los sindicatos y otros instrumen-
de felicidad y optimismo compartido y duradero, hoy representa una tos de negociación colectiva) se ven deslegitimados y sometidos a la pre-
amenaza. Incapaces de aminorar el ritmo del cambio, tratamos de calcu- sión de un mercado competitivo que erosiona la solidaridad de los más
lar y minimizar el riesgo ante un futuro incierto. «Los más horrendos débiles, dejando en manos de los individuos la búsqueda, la detección y
miedos contemporáneos nacen de la incertidumbre existencial» (ibíd.: la práctica de soluciones individuales a problemas originados por la so-
130), pues, como si de un capital líquido se tratara, «el capital del miedo ciedad» (ibíd.: 25).
puede transformarse en cualquier tipo de rentabilidad, ya sea económica Por encima de todo, «aquellos muchos que no contaban con otro
o política» (ibíd.: 23). capital que su capacidad de trabajo podían confiar en la colectividad»
Por otra parte, el Estado social (welfare) ya no puede sustentar ni el (Bauman, 2010: 87-88). Gracias a unas trayectorias laborales34 bien de-
sentimiento de seguridad ni la confianza de los actores en sí mismos.32 La finidas, a rutinas agotadoras pero estables, y a unas habilidades profesio-
protección institucionalizada y garantizada por el Estado ha quedado ex- nales que resultaban útiles a lo largo del tiempo procurando un valor
puesta a ios caprichos de un mercado que ha acabado por convertirse en añadido a la acumulación de la experiencia profesional, podía mitigarse
terreno de juego de fuerzas globales al margen del alcance del control la incertidumbre y los imprevistos del mercado laboral, quedando los
político. Excluida la posibilidad de una seguridad colectivamente garan- temores confinados al ámbito marginal de los «golpes del destino» o la
tizada, la «flexibilidad» se nos presenta como único antídoto contra la «fatalidad». En la actualidad, sin embargo, los empleos permanentes, se-
inseguridad, animándonos a centrarnos en nuestra propia protección en guros y garantizados son la excepción, un privilegio reservado a unos
un mundo fragmentado y atomizado cada vez más incierto e imprevisi- pocos aunque ni siquiera esos pocos puedan gozar de una total seguri-
ble (Batimán, 2010: 26). La vida solitaria de los individuos puede ser dad. De igual manera, «encarar el trabajo como una vocación implica
alegre y ajetreada, pero está destinada a ser arriesgada y temerosa. riesgos enormes y puede terminar en graves desastres emocionales»
Ante tales circunstancias, los vínculos humanos se han ido debili- (Bauman, 2000: 60), El trabajo como -vocación se ha convertido en privi-
tando, dificultando la práctica de aquella solidaridad existente entre tra- legio de unos pocos, mientras que la corta vida que hoy tiene cualquier
empleo en el mercado flexible de trabajo impide poder alcanzar un ver-
dadero compromiso con las ocupaciones.

32 El Estado moderno se encontró desde el principio frente a la ingente labor de


gestionar el miedo. El modo de manejar el miedo en la modernidad sólida consistió en
sustituir los vínculos «naturales» irremediablemente dañados, esos lazos de parentesco y 33 Esto hizo que ambas partes dependieran ia una de la otra permitiéndoles al mis-
vecindad propios de los nudos comunitarios o corporativos, por sus equivalentes artificia- mo tiempo pensar y hacer planes amarrando el futuro e invertir en él.
les en forma de asociaciones, sindicatos y agrupaciones unificadas por intereses compar- 34 En la sociedad de productores, la construcción de la identidad y la carrera laboral
tidos y rutinas cotidianas; «la solidaridad ocupó el lugar de \& pertenencia como escudo estaban claramente definidas y estructuradas en función del trabajo desempeñado, se
principal frente a un destino cadáver, más azaroso» (Bauman, 2010: 98). Véase también trataba de una carrera regular, durable y continua.
Gautié (2004).
172 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 173

En conclusión, la perspectiva de poder construir a partir del trabajo del management. Si bien la crítica del management}^ sido una característi-
una identidad para toda la vida ha quedado ya caduca, pues «sea cual fuere ca más o menos permanente en la evolución del pensamiento organizativo
la identidad que se busque y desee, esta debe tener —en concordancia con desde que el movimiento de las relaciones humanas se enfrentara al taylo-
el mercado laboral de nuestros días— el don de la flexibilidad» (2000: 50). rismo, se estima que nunca se había planteado una crítica tan radical como
En respuesta a tal planteamiento, Bauman convendrá en hablar de «iden- la que llevarán a cabo los denominados Critical Studies Management
tidades en plural». Ai igual que los bienes de consumo, y teniendo en cuen- (CMS). Sin embargo, siendo la pluralidad teórica una de las características
ta que un consumidor nunca considera satisfecha una necesidad,35 muchas más destacadas de esta nueva escuela de pensamiento, se ha considerado
de las identidades que se irán desarrollando a lo largo de la vida quedarán conveniente detenernos en algunas de sus principales fuentes de
abandonadas y olvidadas.36 Las identidades, además, no deben cerrar el inspiración,39 fuentes que no solo nos ayudarán a comprender mejor los
camino hacia otras identidades37 nuevas y mejores, aunque Bauman nos entresijos de esta perspectiva crítica, sino también ese giro lingüístico y
advierte de la ambivalencia y confusión que puede producir situarse entre subjetivo que llegará a producirse en el ámbito del trabajo. Dicho esto, y
la aspiración de una identidad y el horror que puede llegar a producir tal antes de abordar el desafío que los Critical Studies Management (CMS)
deseo. Esas identidades «difusas» son las que, para algunos y desde la im- llevarán a cabo contra la lógica interna de la gestión, procederemos a revi-
portancia actual que se le viene otorgando a la inteligencia emocional,38 sar algunas de las aportaciones de Jürgen Habermas, Michael Burawoy y
obtendrán una mayor valoración en las organizaciones flexibles donde re- Michel Foucauit.
sulta muy eficaz, esa amplitud indeterminada del yo para que el individuo
En primer lugar, y a pesar de las críticas vertidas por parte de esta
pueda adaptarse al entorno (Caballero y Blanco, 2007).
perspectiva sobre la presentación de ese mundo utópico de Habermas
basado en el consenso de los participantes y la ausencia del concepto de
3.2. Las relaciones laborales como prácticas disciplinarias poder40 tan necesario para abordar el cambio político, repararemos a par-
tir de su obra en ese énfasis en el lenguaje y lo comunicativo tan relevan-
Después de revisar algunas de las consecuencias y fracasos derivados te para esta nueva línea de pensamiento. Por su parte, Michaei Burawoy
de la flexibilidad, nos centraremos a continuación en la visión más crítica y Michel Foucauit nos situarán ante la subjetividad41 en el trabajo, prác-
ticamente desaparecida de gran parte de los enfoques actuales de la socio-
logía del trabajo y de relaciones laborales (Kóhler y Martin, 2005). A
35 La tradicional relación entre las necesidades y su satisfacción queda revertida: la pesar de sus diferencias, en ambos casos estará presente la centraiidad de
promesa y la esperanza de satisfacción preceden a la necesidad, siendo esta siempre mayor
que la necesidad preexistente. Solo importa la frugalidad y el carácter provisional de todo
compromiso.
36 Las identidades pertenecen a alguien, pero solo para ser consumidas y desapare- 39 Atendiendo a la pluralidad teórica que se respira en esta escuela, Ramírez (2003-
cer nuevamente. 2004: 13) nos remite fundamentalmente a tres: la teoría crítica de la escuela de Francfort,
37 Las identidades postmodernas «se construyen en detrimento de la ciudadanía en especial, la de Adorno y Horkheimer y la de Habermas (Magala et al., 1990; Forester,
social, son subjetividades sustancialmente auristas y narcisistas, perfectamente compati- 1992; Alvesson y Willmott, 1996); el post-estructuralismo y post-modernismo represen-
bles con la desregulación, fragmentación y precarizaclón de las condiciones laborales y los tado por los seguidores de Foucauit (Deetz, 1992; Rose, 1992; McKinlay y Starkey,
derechos de ciudadanía social» (Rodríguez,, 2003: 91). 1998); varios enfoques inspirados por Marx (Braverman, 1974; Burawoy, 1979; Knights
38 Según Caballero y Blanco (2007), cuando hablamos en la actualidad de compe- y Willmott, 1989).
tencias emocionales, tanto en la literatura especializada como en la divulgativa, se hace 40 Foucauit representará la opción contraria. Para él el poder será omnipresente,
referencia frecuentemente a la aplicación al mundo laboral de los cinco factores de la in- incluso en la comunicación.
teligencia emocional identificados por Goleman (1996): autoconciencia, autorregulación, 41 Para algunos, este tipo de teorías representa un retroceso de la sociología indus-
motivación, empatia y habilidades sociales, dando como resultado un catálogo de veinti- trial al marginar al factor trabajo, la subjetividad y la capacidad de resistencia individual
trés competencias emocionales (Goleman, 1999, 2001). y colectiva frente a las técnicas de control (en Kóhler y Martín Artiles, 2005).
174 Niievos elementos para el análisis de un modelo postfordista,.. Consecuencias de tin modelo hegemónico de gestión 175

la fábrica, Burawoy, por ser el primero en realizar un análisis empírico Más allá del interés de Habermas por analizar el cambio acelerado
desde este ámbito en concreto, y Foucault, por presentar la fábrica como experimentado por las sociedades modernas, y de su insistencia en la li-
uno de los modelos de organización disciplinaria moderna. beración del ser humano y el deber ser de la ciencia en línea con la teoría
crítica, Habermas contribuirá a ensalzar la importancia del lenguaje a
3.2.1. Lenguaje y acción comunicativa partir de su Teoría de la Acción Comunicativa. En ella el mundo de vida
no quedará únicamente delimitado por el cambio estructural que vaya
Habermas nos presenta el capitalismo tardío como una fase avanza- sucediéndose en la sociedad, sino también por la acción comunicativa.
da del proceso de acumulación donde el Estado se instituye como meca- Tal es así que, cuando las instituciones emprenden acciones contra el
nismo reguiador de los desequilibrios provocados por la lógica del bene- mundo de vida, se producen en él patologías que empobrecen y fragmen-
ficio de las grandes corporaciones industriales y financieras. En su tan la comunicación.
intento por integrar acción y estructura, Habermas concibe la sociedad Antes de abordar este tipo de acción, Habermas repasará, en el pri-
como sistema y mundo de vida simultáneamente,42 «Ambos paradigmas, mer volumen de su obra Teoría de La acción comunicativa (1987¿z), los
mundo-de-vida y sistema, tienen su razón de ser; otro problema es aso- diferentes modelos de acción con los que se ha venido manejando la so-
ciarlos» (Habermas, 1989: 19). En base a esta idea y al igual que lo hicie- ciología: la acción teleológica subyacente a la teoría de la decisión y teo-
ra Weber, Habermas partirá del convencimiento del triunfo y del domi- ría de los juegos; la acción normativa subyacente a la teoría del rol social;
nio de la racionalidad formal sobre la racionalidad substantiva. Una vez y la acción dramatárgica más propia de la orientación fenomenológica.
rota en el mundo moderno la dialéctica existente entre sistema y mundo Para él las acciones son aquellas manifestaciones simbólicas por medio de
las cuales el actor entra en relación con al menos un mundo, por lo que
de vida, cabe esperar que ambos evolucionen hacia una mayor racionali-
procederá a revisar las diferentes relaciones actor/mundo puestas en evi-
zación y hacia un desacoplamiento,43 circunstancia que el capitalismo
dencia por todos estos modelos.
tardío no dejará de aprovechar.44
En la acción teleológica o estratégica, si se amplía a otro agente ac-
tuando en base a sus propósitos, el actor realiza un fin eligiendo los me-
dios más congruentes y haciendo que se produzca el estado de cosas de-
42 El mundo de vida, en canco que mundo vivido, se encuentra en «los relatos, tradi-
ciones y costumbres de personas bien concretas [..,] es el correlato de los procesos de en- seado de acuerdo con sus propios propósitos. Esta acción establece una
tendimiento» (Paponi, 1992: 37). El sistema desarrolla sus propias características estruc- relación entre un actor y un mundo de estados de cosas existentes a partir
turales aunque tenga sus raíces en el mundo de vida. La racionalización implica mayor del cual formarse opiniones y desarrollar intenciones a través de un
diferenciación y complejidad. A medida que las estructuras, como la familia, la judicatu-
ra, el estado o la economía, evolucionan se distancian cada vez más del mundo de vida «complejo cognitivo-volitivo». En consecuencia, el concepto central que
ejerciendo un mayor poder sobre él y manteniendo menor relación con el logro del con- subyace es «una decisión entre alternativas de acción, enderezada a la
senso, «Estas estructuras racionales, en lugar de aumentar Ja capacidad de comunicación realización de un propósito, dirigida por máximos y apoyada en una in-
y lograr la comprensión, amenazan esos procesos al ejercer control externo sobre ellos»
(Ritzer, 2001: 505).
terpretación de la situación» (Habermas, 1987¿-' 122). Semánticamente
43 En las crisis que de forma recurrente padece la sociedad, los imperativos sistemá- hablando, las oraciones enunciativas y de intención permitirían repre-
ticos van instrumentalizando cada vez más el mundo de vida, pero «solo cuando los sentar tales estados de cosas, las cuales podrán llegar a enjuiciarse en base
miembros de una sociedad experimentan los cambios de estructura, como críticos para el
patrimonio siscémico y sienten amenazada su identidad social, podemos hablar de crisis»
a criterios de verdad y de eficacia en la medida en que se alcance o no el
(Habermas, 1987a: 18), efecto propuesto.
44 Como señala Habermas, «la pacificación del conflicto de clases por el Estado
social se produce a condición de que no decaiga el proceso de acumulación, que queda En este tipo de acción se exige solamente un mundo, no así en la
protegido, no modificado, por las intervenciones del Estado» (1987¿: 492). acción normativa que, a tenor de la descripción que nos ofrece Habermas,
176 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista...
Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión
177

presupone relaciones entre un actor y dos mundos, el mundo objetivo o


una interacción y entrañará una autoescenificación ante ese público que
del estado de cosas existentes, por un lado, y el mundo social al que per-
constituyen ios unos para ios otros. En una interacción, el acceso a la
tenece tanto el actor sujeto portador de un rol como ios otros actores que
propia subjetividad se irá regulando por los propios implicados, pues un
pueden iniciar interacciones normativamente reguladas, por otro. La ac-
ción regulada por normas alude, en definitiva, a esos valores comunes actor tiene deseos y sentimientos46 en la medida en que es dueño de ma-
capaces de orientar la acción de un grupo social en el que las normas nifestarlos ante un público. Ello implica que, aunque esa subjetividad
expresan la existencia de un acuerdo. compuesta por deseos y sentimientos se presente al auditorio bajo la for-
ma expresiva, esta no pueda ser calificada de comportamiento expresivo
Más que referirnos a la expectativa de un suceso pronosticabie, tal y
espontáneo a tenor de esa imagen que se pretende suscitar. Con indepen-
como sucedería en la acción teleológica, este modelo de acción nos remi-
dencia de esta apreciación, la acción dramatúrgica deviene como equiva-
te a esa norma generalizada de comportamiento que el grupo tiene dere-
lente de la actitud expresiva hacia el mundo, y esa parcialidad que deter-
cho a esperar, ya que quienes pertenecen a un mismo mundo social cuen-
mina nuestras actitudes subjetivas frente al mundo se expresará,
tan con un contexto normativo que ios actores han aceptado como
lingüísticamente hablando, con expresiones evaluativas. Es, por tanto,
válidas. Cuando una norma es considerada como válida lo es porque
mediante expresiones valorativas y estándares de valor como tomamos
merece el asentimiento de todos los afectados, mientras que cuando esta
rige fácticamente se da por hecho que su validez es reconocida por ios partido ante un objeto o una situación que intentamos justificar hacién-
dola plausible.
afectados, lo que nos sitúa ante un reconocimiento intersubjetivo. Otra
diferencia destacable entre ambos tipos de acción se centrará en que La acción dramatúrgica se somete igualmente al enjuiciamiento ob-
mientras ios estados de cosas existentes vienen representados por enun- jetivo, pero en esta ocasión cuestionando si el actor expresa sus vivencias
ciados verdaderos, las normas vigentes io hacen «por oraciones universa- en el momento adecuado o incluso si las finge, lo cual nos sitúa ante una
les de deber o por mandatos que en el círculo de ios destinatarios se
cuestión de autenticidad. Según el modelo dramatúrgico, los participan-
consideran justificados» (ibíd.: 128). Estas representaciones son las que
tes solo pueden adoptar una actitud frente a su propia subjetividad en el
nos permiten enjuiciar las acciones según concuerden o no con el contex-
papel de «actor», y una actitud frente a las manifestaciones de otro actor
to normativo considerado legítimo, o enjuiciar las normas en base a si
en el papel de «público». Sin embargo, y a diferencia de Goffman,
merecen o no ser reconocidas como legítimas.
Habermas colmará de racionalidad esta acción al ponerla en relación con
En lo que respecta a la acción dramatúrgica, donde se busca ser visto dos mundos, uno interno y otro externo.47 Como resultado de esta consi-
y aceptado de una determinada manera, el actor se relaciona con su pro- deración, la acción dramatúrgica puede adoptar en su opinión «rasgos
pio mundo subjetivo45 para presentar a ios demás un determinado lado estratégicos latentes en cuanto el actor considere a los espectadores, no
de sí mismo. Esta acción, por tanto, estará referida a ios participantes de como público, sino como oponentes. La escala de la autoescenificación va
desde la comunicación sincera de las propias intenciones, deseos y esta-

1-5 Aunque elementos de tipo cognitivo, como opiniones e intenciones, pertenezcan


al mundo subjetivo, estas guardan relación interna con el mundo objetivo, y de modo si-
milar también sentimientos relacionados con las obligaciones, como la vergüenza o la 46 Esos sentimientos y deseos hunden sus raíces en las necesidades, unas necesidades
culpa, guardan una relación interna con el mundo social. Pero como afirma Habermas, que Habermas las presenta bajo un doble haz, el volitivo y el intuitivo, en sentimientos y
estados de ánimo.
en general «los sentimientos y deseos solo pueden ser manifestados como algo subjetivo.
No pueden ser manifestados de otro modo, no pueden entrar en relación con el mundo 47 En principio, en el modelo de acción de Goffman no está previsto que el actor se
externo: ni con el mundo objetivo ni con el mundo social» (Habermas, 1987a: 133). relacione con el mundo social en una actitud de conformidad o no conformidad con las
normas.
Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 179
Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista,..
178

mas regulado por tradición y socialización que asegura la integración social,


dos de ánimo, etc., hasta la manipulación cínica48 de las impresiones que
bien como relación consensúa! entre un público y unos ejecutantes, bien
el actor despierta en los otros» (ibíd.: 135). De todo ello se desprende
como, y este es el caso de la acción comunicativa,50 entendimiento en el
que, o bien se puede estar convencido de que la realidad que uno esceni-
sentido de un proceso cooperativo de interpretación» (ibíd.: 146).
fica es la verdadera, o bien puede verse movido a.guiar las convicciones
de su público solo como un medio para otros fines, La unilateralidad con la que se concibe el lenguaje en los anteriores
modelos de acción en los que se privilegia uno u otro tipo de comunica-
Mientras que las acciones teleológica, normativa y dramatúrgica
ción contrastará, por tanto, con el de la acción comunicativa. Al hacer uso
constituyen tipos puros de acción orientados al entendimiento, la acción de oraciones orientándose al entendimiento, contraen relaciones con el
comunicativa no se agota en tal acto, «El modelo comunicativo de acción mundo, y ello no solo directamente como ocurre con los otros modelos de
no equipara acción y comunicación. El lenguaje es un medio de comuni- acción, sino de un modo reflexivo. La acción comunicativa, por tanto, «se
cación que sirve al entendimiento, mientras que los actores, al entender- basa en un proceso cooperativo de interpretación en el que los participan-
se entre sí para coordinar sus acciones, persiguen cada uno determinadas tes se refieren simultáneamente a algo en el mundo objetivo, en el mundo
metas» (ibíd.: 145). Dicho esto, Habermas nos define la acción comuni- social y en el mundo subjetivo aunque en su relación solo subrayen temá-
cativa como aquella en la que los actotes buscan entenderse ai objeto de ticamente uno de estos tres componentes» (ibíd.: 178).
coordinar de común acuerdo sus planes de acción. En la acción comuni-
cativa, los actores negocian la definición de la situación susceptible de En la acción comunicativa, por tanto, los hablantes no se refieren sin
más a algo en el mundo objetivo, en el mundo social y en el mundo subje-
consenso a través del medio lingüístico, «un medio lingüístico en que se
tivo, sino que relativizan sus manifestaciones bajo la posibilidad de que
reflejan como tales las relaciones del actor con el mundo» (ibíd.: 136),
puedan ser puestas en tela de juicio por otros actores, Solo reconociendo
convirtiéndose así en un mecanismo catalizador de coordinación de la
los participantes intersubjetivamente las pretensiones de validez con que se
acción. presentan unos frente a otros, el entendimiento puede funcionar como un
En base a este planteamiento, la estructura teleológica resultará ser fun- mecanismo coordinador de la acción. En este tipo de acción se produce un
damental para todos los conceptos de acción, aunque se distingan por la incesante proceso de definiciones y redefmiciones con atribución de con-
forma en que planteen la coordinación de las acciones'19 teleológicas de los tenidos a los tres mundos donde la definición de situación que propone el
diversos participantes en la interacción. Estos planteamientos pueden conce- hablante puede quedar confirmada, puesta en cuestión, modificada o que-
birse, bien como una especie de engranajes de «cálculos egocéntricos de uti- dar parcialmente en suspenso.
lidad (en los que el grado de conflicto y de cooperación varía en función de
En la siguiente figura, se han resumido todos estos posibles modelos
ios intereses que están en juego), bien como un acuerdo sobre valores y nor-
de acción y lenguaje establecidos por Habermas atendiendo al modo de
concebir el lenguaje, la acción comunicativa que privilegia y la función que
cumple el lenguaje dentro de ellas.
48 Cuando el individuo no se cree su propia representación, podemos llamarle cíni-
co, reservando el calificativo de sincero para aquellos que creen en la impresión que con
su autoescenificación suscitan (Habermas, 1987¿z; 136).
49 Para evitar errores, digamos que «el entendimiento lingüístico es solo el mecanis- 50 Habermas es criticado por su énfasis en el consenso y la racionalidad al mantener
mo de coordinación de la acción, que ajusta los planes de acción y las actividades teleoló- la idea de que todos los modelos de acción, y no solo la teleológica, tienen implicaciones
gicas de los participantes para que puedan construir una interacción». El peligro radica en cuanto a la racionalidad. Por otro lado, en la medida en que se entiende que el proceso
aquí en que la acción social se vea reducida a las operaciones interpretativas de los parti- comunicativo le es constitutivo a la acción social, la problemática de la racionalidad caerá
cipantes en la interacción, en que actuar se asimile a hablar e interacción a conversación ahora dentro de la perspectiva del agente mismo, y no solo de la del científico.
(Habermas, 1987¿: 138).
180 Nuevos elementos para el análisis de un modelo p o stfordista.. Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 181

FIGURA 6 La pretensión de validez se establece así haciendo uso de la circunstancia


MODELOS DE ACCIÓN Y LENGUAJE de que la relación entre actor y mundo es susceptible de crítica. «Los partici-
Modelo de Modo de concebir el lenguaje Acción comunicativa Función del pantes, al relacionarse con su mundo, se presentan unos a otros con preten-
acción que privilegia lenguaje
siones de validez que pueden ser reconocidas o puestas en cuestión» (ibíd.:
Teleológico Medio a través del cual los hablantes, Entendimiento Provocación
que se orientan hacia su propio éxito, indirecto de aquellos de efectos
143). Las pretensiones de validez constituyen los principios de racionalidad
pueden influir unos sobre otros que solo tienen perlocucionarios. bajo los cuales se puede aceptar o rechazar el acto de habla, por lo que el actor
con el fin de mover al oponente a presente la realización que se oriente al entendimiento tiene que plantear tres55 posibles pretensio-
formarse las opiniones o a concebir de sus propios fines.
las intenciones que les convienen nes de validez: «verdad para los enunciados o para las presuposiciones de
para sus propios propósitos.51 existencia, rectitud para las acciones legítimamente reguladas y para el con-
Normativo Medio que transmite valores Acción consensual de Establecimiento texto normativo de estas, y veracidad para la manifestación de sus vivencias
culturales y portador de un aquellos que se limitan de relaciones
subjetivas» (ibíd.: 144).
consenso que queda ratificado con a actualizar un acuerdo interpersonales.
cada acto de entendimiento. 52 normativo ya existente.
Dicho esto, serán los propios actores los que busquen un consenso y lo
Dramatúrgico Medio en que tiene lugar la Autoescenificación Expresión
autoescenificación; el significado destinada a de vivencias.
sometan a estos criterios de verdad, rectitud y de veracidad, es decir, a crite-
cognitivo de los componentes espectadores. rios de ajuste o desajuste entre los actos de habla, por un iado, y los tres
pro-posicionales y el significado mundos56 con que el actor contrae relaciones con su manifestación, por otro.
interpersonal de los componentes
ilocucionarios quedan difuminados Para Habermas, en definitiva, ios actos de habla sirven «a la coordinación de
a favor de sus funciones expresivas. 53 acciones porque hacen posible un acuerdo racionalmente motivado entre
Comunicativo Medio de entendimiento sin más Tiene en cuenta las tres funciones del varios actores; y en ello están siempre implicadas las otras dos funciones del
abreviaturas, en el que hablantes lenguaje de las anteriores acciones.
lenguaje, la de exposición y la de expresión» (Habermas, 2011: 253).
y oyentes se refieren, desde el
horizonte preinterpretado que A este respecto, y de cara a traspasar el umbral sociológico de las necesi-
su mundo de la vida representa,
simultáneamente a algo en el mundo dades de coordinación hacia las necesidades de comunicación, Habermas
objetivo, el mundo social y en el procederá analizando ios actos de habla57 propuestos por John L. Austin.
mundo subjetivo, para negociar
definiciones de la situación que
Tras presentar la distinción58 entre acto iocucionario, ilocucionario y per-
pueden ser compartidas por todos.5'1
FUENTE: Habermas (1987a).

55 La validez se establece en función de que el enunciado sea verdadero o de que se


cumplan las condiciones de existencia del contenido proposicional, de que el acto de ha-
bla sea correcto en relación con el contexto normativo vigente, o de que la intención ex-
presada por el hablante coincida con lo que este piensa.
51 Es el que subyace a la semántica intencional desarrollada por Grice. 56 El mundo objetivo como conjunto de todas las entidades sobre las que son posi-
52 Concepto culturalista del lenguaje muy difundido en la antropología cultural y bles enunciados verdaderos, el mundo social como conjunto de todas las relaciones ínter-
en las ciencias del lenguaje interesadas por los aspectos del contenido. personales legítimamente reguladas, y el mundo subjetivo como totalidad de las vivencias
53 El lenguaje es asimilado a formas estilísticas y estéticas de expresión. Perspectiva del hablante, a las que este tiene acceso privilegiado.
desarrollada por Secord, Harré y Ch. Taylor. 57 Habermas se interesa por la triple relación de la acción comunicativa con el mundo,
54 Este concepto interpretativo del lenguaje es el que subyace a las distintas tentati- es decir, el nivel de complejidad de los actos del habla ai expresar simultáneamente un con-
vas de la pragmática formal, modelo comunicativo de acción que define las tradiciones de tenido proposicional, la oferta de una relación interpersonal, y una intención del hablante.
ciencia social que parten del inceraccionismo simbólico de Mead, del concepto de juegos 58 Los actos locudonarios se refieren al contenido de las oraciones enunciativas y enun-
del lenguaje de Wittgenstein, de la teoría de los actos de habla de Austin y de la herme- ciativas nominalizadas mediante los que el hablante dice algo expresando estados de cosas;
néutica de Gadamer. con los ilocucionarios, el agente realiza una acción diciendo algo y fijando el modo de la
182 Nuevos elementos para el análisis de. un modelo -posifordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 183

locucionario, Habermas procederá a caracterizarlos como «decir algo; ha- 3.2.2. De la coacción al consentimiento
cer diciendo algo; causar algo mediante lo que se hace diciendo algo» (Ha-
bermas, 1987¿>; 371). Pero el modelo de acción orientado al Burawoy abordará la naturaleza específica del proceso productivo ca-
entendimiento que Habermas pretende desarrollar quedaría oscurecido, pitalista desde una nueva perspectiva tratando de eludir, en primer lugar,
las disputas entre las teorías del consenso y teorías del conflicto situando
a su entender, por la manera en que Austin distingue entre ilocuciones y
este debate en su contexto histórico. «Ni el conflicto ni el consentimiento
perlocuciones. En tal sentido, Habermas buscará demostrar cómo el acto
son latentes o subyacentes, sino que se refieren a actividades susceptibles de
comunicativo, una vez entendido el contenido manifiesto de la propuesta
observación directa que deben entenderse en función de la organización
comunicativa, se agota en el nivel ilocucionario, Para él, «los fines perlo-
del proceso productivo de una determinada organización del trabajo» (Bu-
cucionarios son algo que el hablante, si quiere tener éxito, no puede dar
rawoy, 1989: 31-32). Su visión representará un gran avance con respecto a
a conocer, mientras que los fines ilocucionarios solo pueden conseguirse la teoría de Braverman al identificar la intensificación del trabajo no tanto
haciéndolos expresos, Las ilocuciones se emiten abiertamente; las perlo- con el aumento del control administrativo y el divorcio entre idea y ejecu-
cuciones no pueden confesarse como tales» (ibíd.: 374). Finalmente, Ha- ción como con la participación de los trabajadores en cierta clase de juegos
bermas llegará a considerar los actos perlocucionarios como una subclase capaces de flexibilizar dicho control. Recordemos que Braverman había
de acciones teleológicas que, aunque realizables por medio de actos de ha- centrado su análisis en el método más eficaz de control y organización del
bla, requieren no poner de manifiesto el fin de la acción. Constituyen, en trabajo, aunque mostrando escaso interés por la acción social de los traba-
definitiva, indicios de la integración de actos de habla en contextos de jadores en contra de la acción empresarial. Pues bien, en su intento por
interacción estratégica.59 superar este déficit, Burawoy tomará en consideración no solo la. resisten-
Las tres relaciones actor/mundo que en ios anteriores modelos de ac- cia obrera sino también la contribución de los propios trabajadores a los
fines capitalistas.60
ción eran supuestas por el científico social quedarán ahora adscritas con este
concepto de acción comunicativa a la perspectiva de los propios hablantes Burawoy logrará de este modo invertir la perspectiva de la teoría del
y oyentes. La idea que subyace bajo este planteamiento es que el intérprete proceso del trabajo. No negará la importancia del sujeto ni reducirá la subje-
no se esfuerza por llegar a una interpretación susceptible de consenso como tividad a actitudes u orientaciones previas al propio trabajo, para él la
lo harían los directamente afectados. Quizá los rendimientos interpretati- subjetividad «se construye en el lugar de trabajo a partir de prácticas y rela-
vos del observador y de los participantes solo se distingan en su función, ciones, y no tanto por determinismos de clase u otras instancias de socializa-
no en su estructura. ción» (Fernández Rodríguez, 2007¿.' 6-7). Todo ello le permitirá arrojar luz
sobre las tensiones y contradicciones que supone ser un trabajador,61 llegan-

oración mediante un verbo real ilativo: afirmar, prometer, mandar, confesar, etc. En los ac-
tos perlocucionarios, el agente busca causar un efecto sobre el oyente causando algo en el 60 Burawoy, inspirado por el concepto de hegemonía de Gramsci para analizar la
mundo mediante el acto de habla. La diferencia entre ilocuciones y perlocuciones se pone dominación de clase en el capitalismo como un conjunto de fuerza y persuasión, de coac-
también de manifiesto en que los predicados con que se describen actos perlocucionarios ción y consentimiento, acuñará el término fabricando consentimiento para referirse a esta
(aterrorizar, sumir en la duda, despistar, incomodar, ofender, humillar, etc.) no pueden contribución (Kóhler y Martín Artiles, 2005).
aparecer entre los predicados que se emplean para realizar los actos ilocucionarios con que 61 Sin embargo, para los Critical Management Studies, la importancia que Burawoy
se consiguen los efectos perlocucionarios correspondientes. Todo ello le permitirá a Haber- concede a la subjetividad en el proceso de trabajo no logrará responder adecuadamente
mas distinguir entre actitud orientada al éxito y actitud orientada al entendimiento. cómo los trabajadores reproducen las condiciones que les oprimen, ni tampoco elaborar una
59 Según Habermas, «la actitud orientada al éxito, que es la que adopta el agente teoría sobre el concepto de identidad social a la hora de explicar la reproducción de las rela-
teleológico, no es constitutiva del buen suceso de los procesos de entendimiento, ni siquie- ciones sociales capitalistas. En principio, Burawoy y Cockburn prestan poca atención al
ra cuando estos quedan insertos en interacciones estratégicas» (1987¿: 375). control de la dirección de la empresa y a su relación con la reproducción de determinadas
184 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 185

do a cuestionarse por qué trabajan tanto los trabajadores, consintiendo ade- enmascaramiento, los trabajadores dejan de atribuir el beneficio a su pro-
más de forma rutinaria su propia explotación (Kóhler y Martín, 2005: 145). pio trabajo y, por otro lado, que, para el enmascaramiento de la plusvalía,
tanto el juego de arreglárselas como el mercado interno de trabajo resulta-
Para Burawoy, las medidas coercitivas propias del capitalismo del siglo
ban ser fundamentales. Veamos un poco más detenidamente estas dos
xix eran incapaces de ofrecer por sí solas respuestas adecuadas a sus inte-
aportaciones.
rrogantes.62 En base a esta idea procederá a analizar el proceso productivo
tanto desde la coacción como desde el consentimiento. Para él la organiza- En el capitalismo, al contrario que en el feudalismo, el origen del be-
ción del consentimiento es lo que induce a los trabajadores a colaborar en la neficio en forma de trabajo queda oculto65 de diversos modos, tanto es así
búsqueda de beneficio y asegurar la existencia de plusvalía. Solo así puede que el salario logra encubrir la distinción existente entre el trabajo necesa-
explicarse adecuadamente no solo por qué los trabajadores «no actúan con- rio y el excedente de trabajo llegándose a confundir ambos en el propio
forme a una serie de intereses que se les atribuyen, sino por qué tratan de proceso productivo. Además, el proceso de producción se les muestra a los
favorecer otros enteramente distintos» (Burawoy 1989: 32). Aliora bien, trabajadores como una producción de cosas (valor de uso) y no como valor
puesto que la obtención y enmascaramiento simultáneos de la plusvalía es de cambio, percepción que se ve reforzada por la separación entre las rela-
lo que caracteriza y distingue al proceso productivo capitalista,63 y dado ciones de producción y las relaciones en el ámbito de la producción, es
que la lucha de clases no había bastado para evidenciarlo, Burawoy inten- decir, por la separación institucional de propiedad y control (Burawoy,
tará encontrar las respuestas a todos estos interrogantes en el propio con- 1989: 52).
texto del proceso productivo en lugar de recurrir a otras instancias externas
Una vez oculto el beneficio, este es atribuido a la inversión de capi-
como el Estado, la escuela, la familia o la industria de la cultura.
tal.66 Dado que la variación de la intensidad del trabajo tan solo produce
Tras sus investigaciones de la planta Aliied Corporation,6<í Burawoy modificaciones en torno a un beneficio medio, para quienes dirigen el
concluirá, por un lado, que, cuando la plusvalía se somete a un proceso de proceso de producción la fuente del beneficio no es el trabajo sino el capi-
tal, capital que se mostrará «como un poder en sí mismo». Por otra parte,
aunque la plusvalía solo se transforme en beneficio mediante la venta de ios
subjetividades o identidades de los trabajadores (Fernández Rodríguez, 2207¿.' 51). Para
productos en el mercado, el precio obtenido por una mercancía escapa pol-
estos autores, Burawoy sigue sin prestar suficiente atención al papel de los directivos aunque lo general ai control del capitalista individual, por lo que el factor determi-
convengan con él en el interés de los directivos por asegurarse y disimular las plusvalías. nante de la magnitud del beneficio se atribuirá aparentemente a «la de-
62 Según Marx, el trabajo duro era producto de la coacción, Marx basó los mecanis-
mos destinados a garantizar la extracción de la plusvalía en el proceso productivo en la manda y la oferta en el mercado y no el tiempo de trabajo no retribuido
determinación coercitiva de la cantidad de esfuerzo empleado, pero no atribuyó «ninguna incorporado a la mercancía» (ibíd.: 51).
importancia a la organización del consentimiento, a la necesidad de lograr un espíritu de
colaboración en el proceso de transformación de la fuerza de trabajo en trabajo». Esa La constitución del proceso productivo como un «juego» basado en
omisión, aunque injustificada, puede explicarse en el contexto del capitalismo del siglo prácticas informales constituirá para Burawoy uno de los principales ele-
xix, en el que el margen reservado al capitalismo era más bien escaso (Burawoy, 1989: 49).
63 Para Burawoy las teorías marxistas del proceso productivo suelen hacer referencia mentos a la hora de encubrir y asegurar el excedente del trabajo. Junto a la
a la fragmentación y la atomización de la clase trabajadora en el centro de la producción
(rasgos esenciales del proceso de enmascaramiento de la plusvalía), pero no explican
cómo se garantízala existencia de una plusvalía, pues el enmascaramiento es condición
necesaria, pero no suficiente, para garantizar su obtención (Burawoy, 1989: 53). 65 En el feudalismo, el excedente de trabajo no solo estaba preestablecido sino que
64 Estas investigaciones fueron llevadas a cabo entre 1974-1975 en lo que en su mo- adoptaba una forma inmediatamente perceptible permitiendo, por lo general, el consumo
mento fuera la Geer Company. Analizada por Roy en 1945, Burawoy pretendió evitar el inmediato de su producto.
fallo de Roy que planteó el problema en términos de «sistemas cerrados» predominantes 66 Fundamentalmente, mediante la implantación de nuevas técnicas e incorpora-
en aquellos momentos en las obras de las relaciones laborales. ción de nuevas máquinas.
186 Nuevos dementas para el análisis de un modelo posifordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 187

utilización de la coacción subyacente a toda relación de empleo, «la organi- Burawoy se alejará así de las dos posturas más habituales mantenidas
zación de un juego crea las condiciones en cuyo marco la cooperación acti- con respecto a los intereses, a saber, las que dan por supuestos los intereses
va y consentimiento asumen un papel primordial» (ibíd.: 109). Burawoy y las que defienden que los intereses se construyen empíricamente a partir
comenzó despreciando ese juego por considerarlo claramente favorable a de los hechos. Para él el origen de los intereses es la ideología, pero no en
los intereses de la empresa, pero poco a poco fue cambiando de mentali- esa ideología capaz de manipular a las personas para promover los «intere-
dad. Como él mismo relata, «una vez me di cuenta de que podía "arreglár- ses» de los manipuladores o en aquella concebida como un elemento aglu-
melas", la participación en un juego cuyo resultado era incierto suscitó mi tinante que evita el conflicto o reduce al mínimo las tensiones, para
interés, y me encontré ayudando espontáneamente a la dirección a obtener Burawoy «las personas no tienen ideologías, sino teorías, conocimientos,
más plusvalía» (ibíd.; 89-90). actitudes, que conforman su conciencia y que pueden transformarse en
una ideología» (ibíd.: 39).
La participación en dichos juegos genera una noción subjetiva de au-
tonomía capaz de compensar y eliminar en parte algunos rasgos negativos Los intereses e ideologías68 de los trabajadores no pueden entenderse,
de todo trabajo asalariado como la inceradumbre, la ansiedad o el aburri- por tanto, como resultado de las estructuras de clase o instancias ajenas de
miento para transformarla en prestigio, orgullo personal o sensación del socialización, se configuran más bien en el lugar de trabajo. Podría con-
deber cumplido. Dicho esto, Burawoy concluirá que de la misma manera cluirse, por tanto, que la eficacia de la ideología hegemónica del liberalis-
que en los juegos se definen toda una serie de metas, el capitalismo va for- mo de las grandes empresas para coordinar los intereses de capital y trabajo
mulando toda una serie de intereses que, aunque puedan cambiar, son pasa necesariamente por estar arraigada en la vida cotidiana de la clase
producto del capitalismo de la misma forma que el juego67 y los intereses trabajadora (ibíd.: 234). Burawoy trasladará así el concepto de hegemonía
que define son producto de una forma concreta de organización del proce- de Gramsci a la fábrica alejándose de ese «marxismo69 del siglo xx que
so productivo. tendió a reducir a los trabajadores asalariados a la condición de objetos de
manipulación, de mercancías compradas y vendidas en el mercado, de en-
' Al igual que las reglas, esos intereses no han sido establecidos por con-
senso democrático, se toman como dados, «se nos presentan como algo
natural e inevitable», siendo la posibilidad de ganar la que genera su adhe-
sión (ibíd.: 121). De este modo, a la hora de decidir con qué intensidad 68 Para Burawoy, en definitiva, «la ideología no es algo manipulado por las instan-
cias de socialización como la escuela, la familia, la iglesia, etc., en beneficio de la clase
trabajar, los trabajadores terminaban por utilizar el patrón de normas esta- dominante. Por el contrario, solo en la medida en que esas instituciones organizan y sis-
blecido por la dirección, lo que derivaba en la convergencia de las teorías del tematizan la experiencia vivida, se convierten en centros de divulgación de ideologías»
beneficio de trabajadores y capitalistas. Esta convergencia refleja, en sí mis- (Burawoy, 1989: 38-39). A este respecto, Burawoy nos ofrece una reflexión interesante.
Solo si las luchas se trasladaran al plano ideológico, consideradas además luchas «anómi-
ma, una coincidencia de intereses que pasa porque los trabajadores admitan cas», el proceso productivo capitalista se vería amenazado. «Las luchas ideológicas tras-
que «sus posibilidades de subsistencia dependen de la supervivencia y de la cienden al capitalismo [.,.] no tienen por objeto la configuración del precio del esfuerzo,
sino ia propia noción de retribución del esfuerzo. Las luchas ideológicas establecen una
expansión de la empresa capitalista en la que trabajan» (ibíd.: 52-53).
distinción entre lo existente, de un lado, y lo natural, de otro». Tal vez, por ello, tanto Roy
como él fueron testigos de muy escasas luchas de carácter ideológico presenciando princi-
palmente luchas económicas y, en menor grado, luchas políticas (Burawoy, 1989: 218).
69 En la teoría marxista, existen contradicciones entre la autonomía de la ideología
67 La metáfora del juego, además de permitirnos entender el significado de determi- con respecto a la experiencia vivida. Según Burawoy, esta puede apreciarse en las obras de
nadas transformaciones en el capitalismo, sugiere la hipótesis de unas reglas propias, leyes Marx y en la posición mantenida por el marxismo científico, en los estrucv.uralist.as france-
que escapan de nuestro control aunque sean fruto de nuestras acciones. La participación ses (Althusser, Godelier) y en el denominado marxismo occidental (Lukács, Horkheimery
en el juego es la que genera la adhesión a sus reglas, «no decidimos colectivamente cuáles Adorno). Sin embargo, últimamente el marxismo ha redescubierto la «subjetividad es-
serán las reglas del juego de arreglárselas, sino que nos vemos obligados a jugarlo y, por pontánea» en Lefebvre, Habermas y otros, si bien hace tiempo que Marcuse la calificara
ende, a defender sus reglas» (Burawoy, 1989: 120). de falsa subjetividad (1971).
188 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 189

tidades abstractas incapaces de resistencias, de víctimas de los factores Como veremos más adelante, para los denominados Estudios Críticos
inexorables de la acumulación capitalista, de portadores, agentes o soportes del Management Burawoy planteará con gran acierto el hecho de disimular
de relaciones sociales» (ibíd.: 103). la producción de plusvalía, cómo garantizarla y la adaptación de las exigen-
cias del trabajo capitalista mediante juegos, pero también pondrán en evi-
Junto al juego de arreglárselas, el otro elemento clave que contribui-
dencia que todos estos procesos no tienen por qué ser distintos en los traba-
rá igualmente al aseguramiento de la plusvalía será el propio mercado
jadores y en los directivos. Por otro lado, algunos de sus representantes
interno de trabajo. Dicha contribución se llevará a cabo fundamental-
considerarán que tanto las etnografías de Burawoy como las de Cockburn no
mente por dos vías: a) interiorizando el individualismo competitivo ca- alcanzan a explicar plenamente cómo los trabajadores (y ios gerentes) repro-
racterístico del mercado externo de trabajo, b) generando tensiones a ducen las condiciones que los oprimen.71 Es decir, mantienen que el juego
través de la movilidad entre los trabajadores. «Ambos procesos hacen que proporciona una identidad basada en la autonomía y la libertad cuando lo
los intereses del trabajador se configuren como intereses de un agente que realmente ocurre es que se está negando la dignidad a la clase trabajado-
individual frente a los otros individuos, y no como los de una clase ra (Fernández, 2007¿). En respuesta a estas limitaciones, la obra de Foucault
opuesta a otra» (ibíd.: 135-136). El mercado interno de trabajo ayudará, supondrá para esta escuela de pensamiento una nueva vuelta de tuerca en
por tanto, a coordinar los intereses del capitalista y del trabajador en la este giro hacia lo subjetivo.72
generación de plusvalía70 fomentando la vinculación de la empresa con
compensaciones como la antigüedad. 3.2.3. Dominación y disciplina
De su experiencia en Allied Corporation, Burawoy concluirá que la
Michei Foucault, centtado en los procesos de sometimiento73 que des-
utilización de medios coercitivos podía ser efectivamente objeto de con- encadena el poder, llegará a concebir la subjetividad auto disciplinada como
sentimiento. Los trabajadores percibían a los miembros de la dirección el resultado de la sujeción, técnica de dominación que atañe tanto a la di-
como agentes de dominación, pero también como personas que venden su mensión «social» como al «yo», Será así como Foucault logre librarse de ese
fuerza de trabajo con una retribución mayor aunque no por el propio pro- «sujeto trascendental» más propio de la filosofía clásica para pasar a consi-
ceso productivo sino a razón de su competencia y sus conocimientos técni- derarlo como el «resultado constitutivo de una pluralidad de mecanismos
cos. Asimismo, a través de las respuestas ofrecidas por los trabajadores, disciplinarios, técnicas de vigilancia y estrategias de poder-saber» (Fernán-
pudo comprobar la ausencia de temor o de coacción como factor motiva- dez, 2007¿v 53-54). Pero Foucault tampoco estará exento de críticas,74 una
dor, entendiendo que el grado de entrega ai trabajo dependía en última
instancia de la elección del trabajador. Además, aunque reconocían la po-
sibilidad de ser despedidos por rehuir del trabajo, estimaban que esa medi-
71 A pesar de estas y otras limitaciones, analizar la identidad social en tanto que
da disciplinaria era legítima, natural e inevitable (ibíd.: 50-52). mecanismo capaz, de compensar las penurias de los trabajadores significará añadir una
dimensión subjetiva al paradigma marxista.
. 72 Foucault se basa en autores como Hegel, Heidegger y, especialmente, Nietzsche.
Tal y como nos muestra Fernández Rodríguez (2007¿>), el hecho de plantearse la relación
existente entre poder y subjetividad al objeto de responder a los problemas derivados de la
70 Según Burawoy, esta interpretación no coincide con la de Doeringer y Piore individuación de los sujetos en la sociedad moderna les llevará directamente a proyectar
(1983) que consideran que el mercado interno de trabajo constituye una adaptación de las cuestiones relacionadas con el control y la resistencia.
aptitudes vinculadas específicamente a la empresa. También criticará a Braverman por no 73 Complementará así a los enfoques del marxisno centrado en la explotación me-
llegar a conciliar la parición de mercados internos con la creciente separación entre ejecu- diante la apropiación de plusvalía y del interés de las feministas por estudiar la domina-
ción/concepción. Por su parte, Edwards (1987), a pesar de dar un paso más adelante, ción de las mujeres a través del legado patriarcal.
también resulta incompleto para Burawoy por sostener que el mercado interno de trabajo 74 Los cuerpos no son tan dóciles. Esa libertad da origen a los problemas de la direc-
es parte de un sistema de control burocrático que ha racionalizado el poder de la empresa ción de la fuerza de trabajo y a formas de resistencia, sindicación, etc. El descentramiento
haciendo el comportamiento de los trabajadores más estable y previsible. y la marginalización del actor social le generaron grandes contradicciones a Foucault.
190 Nuevos elementos -para, d análisis de un modelo postfordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 191

de las más significativas como veremos más adelante será el carácter totali- a medios de fuerza para obligar a la buena conducta. De este modo, el
zante del poder, lo cual dejará sin posibilidad cualquier margen de libertad. poder se «automatiza y desindividualiza» garantizando su funcionamiento
independientemente de quien lo ejerza. En su condición de «mecanismo
Foucault se sentirá atraído por la invención del sujeto moderno y las
de poder referido a su forma ideal», el panóptico es, además, polivalente en
condiciones que lo hicieron posible. El manicomio, la cárcel o la escuela
sus aplicaciones,78 una especie de laboratorio donde hacer experimentos
constituyen instituciones modernas capitalistas que han ido formando par-
para orientar y reeducar la conducta. «Siempre que se trate de una multi-
te de las condiciones de producción del sujeto, y aunque Foucault se inte-
plicidad de individuos a los que haya que imponer una tarea o una conduc-
resará más bien poco por la fábrica, esta no dejará de considerarse como un
ta, podrá ser utilizado el esquema panóptico», permitiendo en cada una de
modelo más de organización disciplinaria.75 Dado su carácter innovador,
sus aplicaciones el ejercicio del poder (Foucault, 2012: 237). El panóptico,
esta visión representará una oleada de aire fresco para la sociología de la «jaula cruel y sabia», pasará así a concebirse como una institución discipli-
organización y para el análisis crítico de prácticas de gestión tan relevantes naria perfecta.79
como la cultura corporativa, la gestión total de calidad y, en general, para
todo lo concerniente a la nueva gestión de los recursos humanos y el nuevo Para el análisis de las relaciones laborales, el concepto de disciplina
management, Desde esta perspectiva, las relaciones laborales se entenderán resultará fundamental. Disciplina es para Foucault todo método que «per-
mite el control minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantiza la
como prácticas disciplinarias que forman el cuerpo humano y transforman
sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de docilidad-
el tiempo vital de los individuos en tiempo de trabajo útil para la sociedad
utilidad». Un cuerpo80 dócil, por su parte, es aquel «que puede ser someti-
capitalista (Kóhier y Martín, 2005; Alonso y Fernández, 2015).
do, que puede ser utilizado, que puede ser transformado y perfeccionado»
En su obra Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, publicada en (Foucault, 2012: 159). En consecuencia, es la disciplina la que fabrica rea-
1975, Foucault nos remite al panóptico,76 una composición arquitectónica lidades e individuos constituyendo el origen del orden social y del sujeto
capaz de evitar las masas compactas y de anular el efecto colectivo en bene- moderno disciplinado y autocontrolado. En todo este entramado, el indi-
ficio de una colección de individualidades. En las construcciones panópticas, viduo es «el átomo ficticio de una representación "ideológica" de la socie-
ligeras y de geometría simple, la pareja ver-ser visto se disocia induciendo a un dad, una realidad fabricada por esa tecnología específica de poder llamada
estado consciente y permanente de visibilidad77 que hará innecesario recurrir disciplinan (ibíd.: 225).
La disciplina, definida como forma histórica de saber-poder, impli-
ca la acumulación e integración de conocimientos, así como las prácticas
75 Como señalan McKinlay/Starkey (1998), fueron Alfred Sloan y Robert MacNa-
mara, directores de General Motors y de Ford Motor Company, respectivamente, quienes
¡mplementaron el «panóptico corporativo» en la industria moderna, aunque fue el control
financiero el que convirtió en individuo-mánager a ese trabajador disciplinado que fueron 78 «Bajo la división del proceso de producción, y al mismo tiempo que ella, se en-
conformando Taylor y Ford (Kohler y Artiles, 2005:200-201). cuentra, en el nacimiento de la gran industria, la descomposición individualizante de la
76 Como modelo arquitectónico de la jurisprudencia de la Ilustración, el panóptico fuerza de trabajo; las distribuciones del espacio disciplinario han garantizado a menudo
será diseñado por Jeremy Bentham en 1787 para venderlo al Gobierno británico como la una y otra» (ibíd.: 169).
prisión ideal. Para Foucault, fue él quien definió y describió de manera precísalas formas 79 Según Thompson y Ackroyd (1995), «las barras de la nueva jaula de hierro son
de poder en las que vivimos, la utopía que efectivamente se realizó. Para Bauman y Lyon tan invisibles, las técnicas de control tan sutiles, que la ignorancia o la incomprensión de
(2013), la vigilancia liquidase presenta como un diseño post-panóptico. los empleados está contrapuesta al incremento de los conocimientos de la organización.
77 Foucault concluye a este respecto que «el que está sometido a un campo de visibi- [...] el miembro disciplinado de la corporación quiere lo que la corporación quiere» (en
lidad, y que se sabe que lo está, reproduce por su cuenta las coacciones del poder; las pone Kohler y Martín Artiles, 2005: 204).
en juego espontáneamente sobre sí mismo; inscribe en sí la relación de poder en la cual 80 Con el término «cuerpo», Foucault hace referencia al individuo moderno. Lo
juega simultáneamente los dos papeles; se convierte en el principio de su propio someti- utiliza para distanciarse de la tradición racionalista de la Ilustración que concebía al ser
miento» (2012: 235). humano como «alma» o como sujeto consciente.
192 Nuevos elementos para el análisis de un modelo p o sífordista... Consecuencias de -un modelo hegemónico de gestión 193

de perfeccionamiento y potenciación productiva del cuerpo humano. der es también capaz de construir, incitar, proponer y condicionar sutil-
«[...] Todo punto de ejercicio del poder es, al mismo tiempo, un lugar mente para construir formas de vida «adecuadas». Para Foucault, lo que
de formación de saber. Y viceversa, todo saber establecido permite y ase- hace al poder tan poderoso será precisamente esa capacidad para enmas-
gura el ejercicio de un poder» (Foucault, 1978: 213), de ahí la indisocia- carar su funcionamiento, de hacerlo imperceptible e invisible. Será esa
bilidad entre el poder y el saber. Siendo el saber una forma de gobernar sutil tecnología, ahora positiva, la que actúe soterradamente y nos haga
la realidad, las sociedades modernas serán el resultado de la emergencia ser lo que somos además de desearlo, la que nos impida ser o hacer lo que
de un conjunto de poder-saberes donde cabe entender al hombre mo- queremos. Somos efecto del poder, el poder nos somete a través de noso-
derno como una invención del capitalismo de los siglos xrxy XX (Pastor tros mismos porque somos nosotros los que nos autocontrolamos, auto-
y Ovejero, 2007). Es la sociedad capitalista la que nos ha ido constru- vigilamos, autosometemos, autocastigamos, autorreprimimos, autocen-
yendo mediante controles políticos y sociales de vigilancia/castigo, y ello suramos, auto engañamos..., y todo ello porque nos interesa, porque no
con la ayuda de las ciencias sociales como la sociología, la criminología queremos reconocer que somos nuestro propio enemigo (ibíd.: 108).
o la psicología.
Pero al atravesar toda la sociedad,82 el poder no solo genera saber
Como señalan Pastor y Ovejero (2007), la cuestión fundamental para
sino también formas de vida. Esta visión diseminada del poder, que por
Foucault no consistirá tanto en preguntarse qué somos sino cómo hemos
otro lado será lo que para algunos impida a Foucault hablar de resisten-
llegado a ser lo que somos.81 Bajo la consideración de la psicología como un
cia, unido ai carácter positivo del mismo será lo que le permita establecer
saber-poder disciplinario que construye individuos y subjetividades moder-
nas, su interés se centrará en conocer cómo los individuos han interiorizado la relación entre poder y subjetividad. Foucault trasladará así su interés
los valores y normas sociales de la modernidad. Para afrontar esta cuestión, del encierro institucional a la «gubernamentaiidad», es decir, a las formas
Foucault apelará, entre otros aspectos, al carácter positivo del poder presen- y métodos de organización del ejercicio del poder en ciara referencia a la
tando las transformaciones del programa disciplinario mostrando las dife- capacidad para orientar la acción de los individuos y de estructurar el
rencias entre una ciudad apestada y el establecimiento panóptico. Para él la posible campo de acción de los otros (De Castro, 2007). El cuerpo disci-
sociedad disciplinada debe entenderse como un movimiento que va desde plinado quiere, finalmente, lo que la corporación quiere, pero en la me-
un proyecto basado en una imagen de «disciplina-bloqueo» propia de una dida en que el ejercicio del poder consiste en modelar, orientar, configu-
institución cerrada y orientada hacia funciones negativas, hasta llegar a esa rar y conducir la capacidad de acción de los individuos libres y autónomos,
otra imagen de disciplina-mecanismo de vigilancia generalizada, «un dispo- en razón de un conjunto de objetivos, se puede concluir que el poder se
sitivo funcional que debe mejorar el ejercicio de poder volviéndolo más rápi- ejerce no contra, sino a través de la libertad de los individuos. El poder y
do, más ligero, más eficaz, un diseño de las coerciones sutiles para una socie- subjetividad son siempre consecuencia recíproca uno del otro, pues el sen-
dad futura» (ibíd.: 241). En definitiva, una tecnología positiva que produce tido de la subjetividad y la conciencia de uno mismo solo puede entender-
realidades, formas de vida y saber. se como producto de las relaciones de poder a través de los cuales se genera
Vemos, por tanto, que junto a esa caracterización del poder como una idea de identidad (Fernández, 2007^)-
tecnología negativa capaz de reprimir, castigar, vigilar y controlar, el po-

82 Foucault considera que la extensión de las instituciones disciplinarias no es más


que el aspecto más visible de diversos procesos más profundos, atribuyendo el éxito del
81 Esta pregunta será más genealógica al ir incorporando la cuestión del poder. Fou- poder disciplinario a la utilización de instrumentos simples como la inspección jerárqui-
cault comenzará haciendo arqueología del saber, pero acabará haciendo genealogía, que ca, la sanción normalizadora y el examen. A medida de que estas instituciones se multi-
utilizará para analizar el proceso de construcción del sujeto moderno (Pastor y Ovejero, plican, sus mecanismos tienden a «desinstitucionalizarse» saliendo de sus fortalezas cerra-
2007: 104). das, pero agregando a su función interna y específica un papel de vigilancia externa.
194 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista,,. Consecuencias de im modelo hegemónico de gestión 195

Por otra parte, el poder de Foucault, siempre omnipresente en su dictan entre otras cosas lo que es verdad y lo que es falso, no es más que
obra, no cabe definirlo como una institución o una estructura, el poder es el resultado de una multitud de mi ero estrategias imprevisibles e incon-
relacional y se ejerce en todo tipo de relaciones humanas. En este sentido, trolables.84
si toda relación humana es una relación de poder, podemos llegar a con-
Es de esperar, por tanto, que si en el panoptismo y la sociedad disci-
cluir que el poder no se tiene, se ejerce. Foucault considerará, por tanto,
plinaria el poder lo inunda todo, la verdad no sea más que una producción
más acertado hablar del «micropoder relacional» articulado y ejercido en la
social. En efecto, la verdad absoluta es pura ilusión, pero en la medida en
vida cotidiana que del macropoder estatal o institucional. Centrado pues
que es producida y sostenida por sistemas de poder, esta también induce y
en el análisis funcional de esa «microfísica del poder», es decir, en aquellos
produce nuevos efectos de poder. Siendo ella misma poder, no podemos
mecanismos de poder que funcionan por debajo de los aparatos del Esta-
establecer la oposición entre «ciencia/ideología» o «verdad/error», porque
do, su pretensión consistirá en llegar a conocer cómo se ejerce el poder, y
los efectos de verdad se producen históricamente en el interior de discur-
no tanto de dónde viene o cuál es su naturaleza. A Foucault, en definitiva;
sos aceptando sus enunciados como verdaderos en cada sociedad. Los
no le interesará saber quién manda ni describir qué es el poder, sino denun-
(dis)cursos que fomenta el poder actúan a menudo como justificación/le-
ciar cómo actúa, cómo opera.
gitimación de diversas decisiones políticas silenciando, a su vez, otros
En línea con estos argumentos, el poder no puede entenderse ni como (dis) cursos alternativos. El poder produce realidad, produce ámbitos de
una capacidad de imponer la voluntad de unos sobre otros ni como un objetos y rituales de verdad, pues la fuerza del poder no reside tanto en
dispositivo personal o colectivo, sino como una red de movimientos,, con- reprimir.como en formar saber, en producir cosas y discursos atravesando
flictos y luchas locales puntuales, es decir, como un conjunto de estrategias todo el cuerpo social (Foucault, 1978: 182).
emergentes (Kóhler y Martín, 2005). Recordemos que somos sujetos rela- Dicho esto, Foucault se topará con toda una serie de limitaciones a las
ciónales y, por lo tanto, sujetos de poder. El poder no es más que «un juego que deberá enfrentarse a lo largo de su producción teórica.85 En principio,
debelaciones, un espeso tejido relacional que se cuela por todas las partes, el concepto de libertad y resistencia le llevará a incurrir en ciertas contradic-
sin localizarse en ninguna» (Pastor y Ovejero, 2007: 100). En ese juego ciones. Tal y como se ha venido comentando, Foucault propondrá «dejar de
relacional, el poder no está en el bando de los dominados o en el de los describir siempre los efectos de poder en términos negativos86 rechazando
dominadores, aparece en todas las jugadas tácticas y estratégicas que todos la hipótesis represiva del poder según la cual el ejercicio del poder tan solo
hacemos con la pretensión de seguir jugando. consistiría en restringir la capacidad de acción de los individuos» (De Cas-
Esto convertirá a Foucault en «un analista de cómo ejercemos el tro, 2007: 84). Según él, si solo se reprimiera, censurara, vigilara, espiara,
poder a partir de distintos objetivos y a través de distintas tácticas y es- prohibiera o castigara seria más fácil escaparse y desmantelar el poder, pero
trategias» (Pastor y Ovejero, 2007: 101-102). Cabe subrayar, sin embar-
go, que ni las estrategias, ni el poder, ni el discurso83 pueden pertenecer
a ningún actor intencional o consciente, tan solo representan movimien- 84 La genealogía es el método para detectar estas microestrategias rechazando así el
tos anónimos diseminados por todas las dimensiones sociales. Es por ello funcionalismo y la racionalidad.
que el discurso dominante, es decir, aquel que establece las. normas que 85 Para Mouzelis (1995: 48), «[...] la única forma de demostrar cómo los discursos
articulan y generan un todo jerárquicamente estructurado, o cómo y por qué ciertos dis-
cursos son más poderosos que otros, es la centralidad en el análisis de actores individuales
y colectivos, Si se prescinde de eso, el mundo social queda reducido a un espacio plano,
no-jerárquico, y como tal no puede ser descrito ni explicado adecuadamente» (en Kohler
83 El discurso no puede corresponder ni a una necesidad funcional, ni a una lógica yArtiles, 2005: 205).
histórica-evolutiva, ni a una cadena de causa-efecto, siempre será el resultado contingente 86 Aquel poder que «excluye», «reprime», «rechaza», «censura», «abstrae», «disimu-
de acumulaciones de eventos discretos y discontinuos (Kóhler y Artiles, 2005). la», «oculta».
196 Nuevos elementos para el análisis de un modelo p o spfordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 197

el poder es también positivo porque produce, induce y propone, organizan- siempre es posible la aparición de nuevas y distintas resistencias. Pero que el
do nuestra manera de pensar, de ser y de relacionarnos.87 Sin embargo, el poder sea positivo no significa que sea completamente intencional, de he-
hecho mismo de que nosotros hayamos sido construidos a imagen del poder cho ni se consiguen siempre los efectos que se persiguen ni los que se persi-
dificulta la posibilidad de cambiar las cosas (Pastor y Ovejero, 2007: 22), guen son los que se acaban consiguiendo; una cosa es lo que se pretende
hacer y otra lo que acaba por resultar. Lo efectos «perversos» serán, en defi-
La incomodidad teórica que le provocaría el descentramiento del su-
nitiva, aquellos no perseguidos, pero conseguidos. Partiendo de tales premi-
jeto y su noción de cuerpos dóciles le llevó finalmente a recurrir a un «yo sas, se puede concluir que siempre es posible decir «no», oponerse al poder
reflexivo» y a hablar de prácticas de libertad.88 Al final de su obra, él mismo y resistir de alguna manera, bien sea por medio de la violencia, el diálogo, la
dejaría espacio en su teoría para la resistencia. El hecho de que el poder se negociación, el (auto)engaño, la huida e, incluso, mediante el suicidio.
ejerza en todas partes no significa que no podamos modificar las relaciones
de poder, es decir, que seamos en cierta medida libres. La posibilidad de re- Por muy asimétrica que sea la relación de poder siempre es posible la
resistencia, una resistencia que irrumpe de forma imprevista y sorprendente
sistencia existe desde el primer momento en que se da una relación de poder,
incluso para aquellos que resisten. Pero si toda relación de poder es por defi-
siendo factible modificar su dominio. Para Foucault, «el ser humano es li-
nición modificable, resistir no es solo decir «no», sino construir también
bre, pero los regímenes modernos de poder, que no niegan esa libertad, la
nuevas y alternativas formas de vida.90 Se trata «de que los sujetos consientan
conducen, sin embargo, por determinados caminos» (Fernández, 2007^.'
las diversas tecnologías de poder como de que participen en prácticas que
7). Foucault no critica el poder sino su abuso: «no critica las relaciones de
son condición y consecuencia de la reproducción de dichas tecnologías»,
poder entre sujetos "libres", sino las relaciones de dominación» (Pastor y
pues la sujeción o sometimiento ocurre allí «donde la libertad del sujeto es
Ovejero, 2007: 106).
orientada de un modo restrictivo y autodisciplinario hacia la participación,
Algunos de sus defensores zanjarán esta polémica manteniendo que en prácticas que el individuo interpreta o entiende que le proporcionan un
todo lo dicho sobre el poder resulta igualmente aplicable a la resistencia,89 sentido de seguridad y pertenencia» (Fernández, 2004/?.' 54-55).
pues allí donde encontramos relaciones de poder encontramos igualmente Independientemente de todas estas críticas, para Touraine (2009: 105)
resistencia. Pastor y Ovejero (2007: 106 y ss.) nos ofrecen a este respecto Michel Foucault sigue siendo el gran mediador, es decir, aquel que pasan-
una síntesis interesante. La realidad es un fluido viscoso cuyas posibilidades do por los temas más importantes del discurso interpretativo dominante
cristalizan en la propia acción, y siendo como es la realidad imprevisible llega a las ideas de sujeto y de subjetivacíón 91 liberándonos de la asfixia que
supone la noción de una sociedad sin actores, sin reflexión y sin concien-
cia. Por otro lado, Foucault será considerado el gran teórico del modelo
87 Bajo esta perspectiva, FoucauJt se aleja de Marcuse al que llamará paramarxista. fordista de la regulación social, sin embargo, su diagnóstico se relaciona
Si el poder es fuerce, es porque produce efectos positivos.
88 Touraine señala que la obra de Foucault, Las palabras y las cosas, es una obra que
ha quedado como bandera del antihumanismo, pero él se indignaba cuando ponían en su
boca la frase de que el saber es el poder, ¡dea que rechazaba por completo. Para Foucault, 90 Según en Kohler y Artiles (2005), para Foucault donde hay poder hay resistencia,
«el ser humano es un sujeto, porque al mismo tiempo produce conocimiento, reflexiona sin embargo, aunque la resistencia forme parte inherente del poder disciplinario, jamás
sobre sí mismo como creador de conocimiento, y más profundamente como relación de sí puede aspirar a convertirse en contrapoder. No amenaza el poder, lo orienta.
consigo» (Touraine, 2009: 103-104). 91 El protagonismo que otorgó a la reflexión de uno sobre sí es un aspecto constitu-
89 Aunque Foucault afirma que el sujeto se forma en las relaciones de poder, no está tivo de su obra. En tal sentido, primero rechazará el humanismo esencialista al pretender
aceptando que esté estructuralmente determinado por ellas, es decir, «construido como mostrar cómo varía la manera en que se opera la construcción del sujeto en el seno de
objeto que no puede sino aceptar imposiciones. Constituirse como sujeto en el juego de la distintas sociedades; luego, la subjetivación porque Foucault creyó que era imposible
verdad y las prácticas de poder significa también articular resistencias que desestabilizan construir una subjetividad sin resistencia a una dominación, o mejor dicho, a unas rela-
las relaciones de poder» (Pastor y Ovejero, 2007: 23). ciones de dominación (Touraine, 2009: 103-104).
198 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 199

con el postfordismo al inspirarnos para describir los nuevos modos de guber- pueden reemplazarse por las ventajas de la prisión abierta del equipo JITI
namentalidad en la era de la globalización neoliberal. «El resultado es un TQC (just-in-time/total-quality-management). Para Fiocco o Savini (2000), la
nuevo modelo postfordista de sometimiento. No es el dominio vitoriano de producción ligera y justo-a-tiempo significará una transformación de las re-
la normatividad individualizante, ni tampoco el dominio fordista del bienes- laciones de poder en cuatro dimensiones95 constituyendo todo un modelo
tar colectivo; el nuevo dominio de la gubernamentalidad es el agente activo disciplinario donde «el alma» se convierte en la «prisión del cuerpo».
responsable [...], cualquiera se vuelve un experto, responsable de manejar su
Como veremos a continuación, algunos de estos investigadores pertene-
propio capital humano para maximizar sus efectos. En este aspecto, el pro-
cen en mayor o menor media a la corriente de pensamiento crítica del ma-
yecto fordista de autorregulación se continúa por otros medios» (Fraser,
nagement en la que participación y compromiso significan, en contraste con
2003: 30),
la subjetividad de los enfoques tradicionales, la formación de una subjetivi-
Dicho esto, el potencial analítico de la perspectiva de Foucault con res- dad disciplinada en la'que el orden impuesto forma parte de la consciencia.
pecto a las relaciones laborales no se haría esperar. Kohler y Artiles (2005:
202 y ss.) nos oftecen una revisión de las aportaciones más relevantes.
3.2.4. Poder, subjetividad y cultura corporativa
Knights y Morgan (1991) investigarán la genealogía del discurso de la «estra-
tegia corporativa» tan relevante en las prácticas empresariales contemporá- Una vez exploradas las principales fuentes de inspiración de ios Estu-
neas.92 El resultado de estas estrategias es un nuevo tipo de trabajador, el dios Críticos del Management (CSM), se ofrecen a continuación algunos
«recurso humano». Por su parte, Alan McKinlay y Phil Taylor (1998), al de los pilares básicos sobre los que se irá edificando esta nueva escuela de
igual que Townley (1998), estudiarán el nuevo discurso de la «gestión de pensamiento surgida a raíz de la ruptura con la obra de Harry Braverman
recursos humanos» en términos de disciplina panóptica. Mike Savage (1998) aunque iniclalmente les sirviera de inspiración. Esta ruptura se haría defi-
analizará también el discurso de la «carrera» como forma disciplinaria de nitiva en 1989 con la obra Labour Process Theory, editada por David
gestión de la promoción ocupado nal.93 La producción ligera/ajustada tam- Knights y Hugh Willmott, Posteriormente, el libro colectivo Critical
bién será objeto de estudio por parte de Graham Sewell y Barry "Wilkinson Management Studies*6 (1992), editado porMatsAlvessonyHugh Willmott,
(1992),9/í tras considerar que las disfunciones generadas por el Taylorismo servirá definitivamente para bautizar a esta nueva escuela.97

92 Si para las tradicionales escuelas de negocio las estrategias empresariales se conci- 95 Para ellos, producción ligera y justo-a-tiempo significan una transformación de
ben como técnicas racionales capaces de adaptar las empresas a un entorno competitivo, las relaciones de poder en cuatro dimensiones: a) la fragmentación espacial de la fuerza de
para Foucault la estrategia no es sino un conjunto de discursos y prácticas que transfor- trabajo en células según el modelo panóptico reemplazando la concentración fordista; b)
man la subjetividad de directivos y trabajadores y, por ende, la realidad empresarial y las la «fabrica modular» en su adaptación a la flexibilidad y el compromiso requeridos por la
relaciones entre organización y mercado. producción ligera; c) mecanismos sofisticados de control estructural y relaciónales («Kan-
93 A través de la disciplina y el castigo, la unidad de capital, trabajo y producto debía ban», células de producción, tableros Andón, trabajo en equipo, círculos de calidad, ne-
desnaturalizarse y desmembrarse (Bauman, 2011: 23). La trayectoria de este concepto gociación de objetivos, co-management¿t\é de empresa y otras prácticas de la nueva
disciplinario en la gestión empresarial moderna comenzó con el fracaso de la vigilancia gestión de recursos humanos); d) la disociación de los ritmos individuales y sociales para
directa y el castigo en el siglo xix cuando la «motivación» se convierte en una preocupa- adaptarse el trabajador a la organización flexible impuesta por el mercado,
ción de la dirección haciendo de ella una práctica de autocontrol del individuo-trabajador 96 El éxito de esta obra, junto con otras como Postmodernism and organizations
que aspira a un reconocimiento de esfuerzos mediante la internalización de los objetivos (Hassard y Parker, 1993) o Resistence and Power in Organizations (Jetrnier, Knights y
de la organización. Nord, 1994), fue enorme.
94 Estos estudiarán el sistema «justo-a-tiempo» en base a dos dimensiones discipli- 97 La necesidad de prestar atención a nuevas perspectivas teoréticas sobre el proceso
narias: el control de los propios compañeros en las células de producción y un exhaustivo de trabajo llevará ala división entre los «modernos», cercanos al marxismo y centrados en
sistema de información. Este enfoque será ampliado por un grupo de investigación de la aproximaciones empíricas basadas en datos, y los «postmodernos», más teóricos e intere-
Universidad de Calabria. sados en cuestiones relacionadas con la cultura de empresa (Fernández, 2(307¿>).
200 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 201

Básicamente, los CMS constituyen un foro de reflexión crítica sobre social de la misma. El objetivo para los CSM será, por tanto, la construc-
las prácticas de gestión y el orden establecido en la sociedad. Según Ramí- ción de una teoría plenamente social de la subjetividad, «una valoración de
rez, los puntos fuertes en ios que se apoyará esta corriente para manifestar la subjetividad como concepto válido para analizar la reproducción/trans-
su oposición a la idea de que el management es una «práctica racional, in- formación de las relaciones sociales, entre otras de las relaciones en el mo-
serta en el orden social con el fin de mejorar el bienestar de las organizacio- mento de la producción» (Fernández, 2007¿v 31). En base a este objetivo,
nes y de las personas vinculadas a ellas», serán los siguientes (2003-2004, Knights y Wilimott tratarán de dar una respuesta alternativa" a lo que
lOyss.). ellos considerarán una deficiencia, proponiéndonos introducir la subjetivi-
En primer lugar, los CMS incidirán en la naturaleza política del dad en los estudios del trabajo frente a esa concepción del individuo de
management j su fuerza valorativa. Arremeterán así con la idea de ser «técni- Marx como mero portador de las contradicciones del capitalismo o del
cas neutrales» y de esa visión naturalizada de la gestión que no hace sino reduccionismo de Braverman en torno a la descualificación del trabajo.
impedir visiones alternativas y críticas a la ortodoxia dominante en la disci-
De igual modo, para los CMS las etnografías de Burawoy (1979) y
plina. Además, el descrédito de las metodologías positivistas les llevará a ex-
Cockburn (1983) resultarán también insuficientes, y ello a pesar de reco-
plorar enfoques más cualitativos con objeto de prestar atención a ios aspectos
nocerles el mérito de haber iniciado el camino hacia un tratamiento más
ocultos de las imágenes ampliamente difundidas por los grupos dominantes
óptimo de la subjetividad. Entre sus haberes señalarán, en primer lugar, el
y el management tradicional. Esto les permitirá ofrecer interpretaciones alter-
haber dejado de entender la subjetividad en términos de determinismos de
nativas adoptando de manera eclética diferentes perspectivas metodológicas.
clase u otras instancias de socialización, y, en segundo lugar, haber centra-
Los CMS rechazarán igualmente la performatividad^ inherente a la do el análisis en la identidad social100 logrando añadir ai paradigma marxis-
gestión. Tomando como ejemplo la importancia otorgada a la cultura cor- ta una dimensión más subjetiva. Sin embargo, en la medida que la identi-
porativa, cuestionarán en base a esa visión cuasi totalitaria de los valores dad se concibe solo como un mecanismo de compensación a las carencias
asumidos por la organización la coerción existente en contra de las aparen- y estrecheces que afectan a la clase trabajadora, esta visión se considerará
tes ganancias que la cultura ofrece en términos de autonomía y libertad. incompleta, siendo Foucault quien en opinión de esta nueva escuela de
Para ellos, lo que realmente ocurre es un refuerzo de la «jaula de hierro»
weberiana bajo el formato de una «neoburocracia» flexible. Siendo este
uno de ios elementos fundamentales sobre el que se irá desarrollando esta
nueva línea de pensamiento, revisaremos a continuación algunas de las 99 La deficiencia que plantean estos autores, tal y como señala Fernández (207¿.' 31-
32), es que «tanto el esencialismo de sus primeros escritos "filosóficos" sobre la alienación
aportaciones más significativas de esta perspectiva en relación con la subje- como el tratamiento que hace del individuo en tanto personificación de las categorías
tividad y la cultura corporativa de la mano del excelente trabajo llevado a económicas en los trabajos científicos de su última época impiden, cada uno por su parte,
cabo por Fernández Rodríguez (2007 ¿>}> en su libro Vigilar y castigar. Una la construcción de una teoría plenamente social de la subjetividad. Esta deficiencia, que
aparece en Marx, se repite posteriormente en la obra de Braverman», Como se ha señalado
introducción a los critical management studies, anteriormente, la escuela de los CMS comenzará su andadura cuestionando la obra de
Braverman, Labor anctMonopoly Capital, por prescindir de la condición subjetiva del in-
Los estudios críticos del management se mostrarán convencidos de dividuo y su defensa exclusiva del constructo «objetivo» de «clase». Para él, negar las es-
que con la subjetividad tal y como fue entendida por Marx y asumida pos- tructuras que condicionan la acción y la conciencia no hace sino favorecer a los relatos
teriormente por Braverman era imposible la construcción de una teoría burgueses sobre el trabajo. Es decir, aceptar que la «clase» o la «alienación» existen única-
mente en la conciencia de los trabajadores implicaría aceptar también la posibilidad de
liberarse de tales experiencias mediante programas de motivación y humanización del
trabajo sin necesidad de abordar cambios en la estructura básica de explotación de las
relaciones de producción capitalistas.
98 Performatividad es un término tomado de Lyotard referido al conocimiento que 100 Según Burawoy (1989), la identidad es el estímulo de los trabajadores para acep-
contribuye a la producción del máximo resultado con el mínimo insumo. tar el juego que se les ofrece y satisfacer sus objetivos productivos.
202 Nuevos elementos para el análisis de un modelo posifordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 203

pensamiento logre superar tales deficiencias.101 Recordemos que para Fou- cia y al control, y menos a la descualificación en la fábrica. Por ello, pese al
cault el sentido de la subjetividad o de la conciencia de uno mismo es interés de Foucault en los mecanismos disciplinarios y en esa forma capilar
producto de la participación en relaciones de poder, por lo que cabe espe- que adoptará el poder105 atravesando toda la sociedad, estos autores no re-
rar que los sujetos estén obligados por su propio sentido de identidad102 a nunciarán al potencial emancipador de su teoría. Tal y como acabamos de
la reproducción de tales relaciones de poder. referir anteriormente, a pesar de que el individuo sea conducido por unos
En base a estos planteamientos, las pretensiones de los CSM pasarían determinados caminos sometiéndolo y disciplinándolo, el ser humano es
libre y deja siempre espacios para la resistencia.
por superar la polarización existente entre los análisis «objetivos» y «subje-
tivos» sin que, por otra parte, el análisis de la «subjetividad» llegue a dege- Para esta nueva corriente teórica, existen otras formas más sutiles de
nerar en una «subjetivación» del mundo social (Fernández, 2007^.' 27). opresión además de las planteadas por la alienación de la teoría marxista,
Como alternativa a la necesidad de conjugar voluntarismo de la acción toda una serie de prácticas opresivas que no atacan de manera evidente como
social y determinismo del sistema social, procederán a centrar su interés en lo hiciera el taylorismo, sino redefmiendo la subjetividad del individuo. Es
las prácticas sociales tratando de explorar hasta qué punto estas prácticas en este contexto donde alguna de las sub-disciplinas del management, en es-
están mediadas por la subjetividad y las relaciones de poder simultánea- pecial, la gestión de recursos humanos, entran en escena contribuyendo ala
mente. Surgirá así un nuevo enfoque teórico103 para el análisis del proceso idea del sí mismo organizacional. No es necesario imponer por la fuerza so-
de trabajo que otorgará una mayor importancia a la identidad y a los pro- brecargas laborales, sino conseguir que cuadros y trabajadores, haciendo sen-
cesos de constitución de la misma. cillamente lo que sienten que «deben» hacer, trabajen motu proprio más allá
de los límites establecidos. Todo ello alude al proceso de transformación de
A partir del artículo de David Knights y Hugh Willmott (1989), Po- la subjetividad que se produce conforme a técnicas que Foucault denominó
der y subjetividad en el trabajo: de la degradación a la dominación en las rela- del self, es decir, mecanismos por los cuales el sujeto controla su propio self
ciones sociales, dará comienzo este cambio de rumbo en los estudios organi- sin considerar fuerzas coercitivas externas (Ramírez, 2003-2004).
zacionales, un cambio que coincidirá10'1 con el tránsito de esa economía
industrial de fuerte poder sindical a una economía de servicios de corte En base a esta idea comenzarán a proliferar los análisis en relación con
neoliberal en la que el discurso de gestión resultará ser hegemónico (Fer- toda una serie de mecanismos de poder. De entre estos posibles mecanis-
mos, nos centraremos a continuación en el de la cultura corporativa, por
nández, 2007^.' 7-8). Este giro supondrá prestar más atención a la resisten-
constituir no solo uno de los principales ejemplos desde donde poder en-
tender el alcance de estas premisas, sino también por su importante contri-
bución en la configuración y legitimación de los cambios contemporáneos
101 Para ellos, superará deficiencias como el dualismo, el monismo y el esencialismo. acaecidos en la organización del trabajo, Promovidos por la dirección e
Toda la sociología, y la del trabajo en particular, ha negado la «ambigüedad de la agenti- interiorizados por los individuos, estos mecanismos obtendrán como resul-
vidad h u m a n a al gravitar esta entre uno y otro extremo de la dualidad entre sujeto y ob-
jeto, acción y estructura, individuo y sociedad» (Fernández,, 2007^.' 30-31). tado una manipulación de subjetividades, todo un importante factor ideo-
102 Tanto Knights como Willmott dudan de que «el poder derive directamente délas lógico dentro de la reestructuración global del capital, el trabajo y los mer-
fuerzas de producción capitalista, la lucha de clases o las estructuras ideológicas: la cons- cados de productos (Fernández, 2007¿).
titución propia de prácticas de reforzamiento de la identidad puede influir sobre la repro-
ducción de desigualdades» (Fernández, 2007¿:7).
103 Asumen un marco teórico que combina el postestructuralismo de Foucault más
la influencia del deconstructivismo de Derrida para Knights y de la teoría crítica frankfur-
tiana en el caso de Willmott,
104 Coincidirá en el Reino Unido con el período del thatcherismo. Du Gay llegará 105 El poder no se reduce a una cualidad, ni está en manos de una clase dominante,
incluso a destacar la afinidad entre el reaganismo y el thatcherismo con la filosofía cultu- del Estado o de un jefe político: está alojado en todas las relaciones sociales de un grupo
ral corporativa. humano (Fernández, 2007¿.' 7).
204 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 205

Básicamente, se enciende que la subjetividad de los individuos emerge de la eficacia orgánizacional. Su principal objetivo será captar «los cora-
como un complejo territorio susceptible de ser explorado, comprendido y zones y las mentes» de ios empleados orientando no solo su comporta-
regulado no solo por las organizaciones sino también por las instituciones en miento sino también lo que piensan y sienten. Lo que se intentará, en
general, incluidos los gobiernos. Estos nuevos marcos interpretativos han to- definitiva, será «acrecentar el control del dominio afectivo y simbólico de
mado prestado el gobierno de la subjetividad que apela a la voluntad de los forma sistematizada y legitimada» a través de un programa sistémico de
individuos para forjar su propio destino, buscar su propio proyecto de vida y técnicas al objeto de modelar la subjetividad de los empleados. Este com-
actuar por sí misma. «Se trata de tecnologías que promueven la obligación del plejo proceso de «ingeniería social» utilizará diversas técnicas de gestión
gobierno de uno mismo, a modo de una suerte de tecnologías del yo» (Serrano, de recursos humanos para prevenirse frente a la contaminación proce-
Fernández y Aligas, 2012). Como veremos a continuación, las culturas cor-
dente de otros valores hacia ios cuales ios empleados podían encauzarse
porativas acabarán por infiltrarse en la gestión, sin embargo, ios gerentes de- de forma equivocada.
jarán de percibirse como opresores para pasar a ser víctimas también de un
«sistema que trasforma su imagen en iconos del capitalismo: emprendedores Esta tecnología de control cultural opera como un poderoso instru-
heroicos, luchadores invencibles, ganadores» (Ramírez, 2003-2004: 18). mento de dominación. La tesis principal de Willmott es que «[...] en nom-
bre de una ampliación de la autonomía práctica, la cultura aspira a ampliar
Durante la década de los ochenta, los grandes gurús de la gestión de
el control de la gestión mediante la colonización del ámbito afectivo, algo
las organizaciones confluirán en la importancia otorgada a la cultura, no en
que lleva a cabo mediante el fomento del compromiso del empleado con
vano esta será considerada como un elemento esencial para procurar que
una estructura monolítica de sentimiento y pensamiento: un método que
trabajadores ordinarios realizaran esfuerzos inusuales. Los programas cul-
en nuestra opinión va camino de convertirse en totalitario», totalitarismo
turales unidos a una gestión de recursos humanos basada en una visión
estratégica de las personas, en una gestión total de calidad (GTC), y en la que culminará con la expulsión de aquellos que no obedezcan. Los emplea-
integración de los requisitos del cliente contribuirán a fortalecer el ethos106 dos irán disciplinándose a sí mismos mediante sentimientos de ansiedad, ver-
orgánizacional incitando a ios empleados a asumir como suyos los fines de güenza y culpa en caso de no converger con los valores de la empresa. El
la empresa. Con todo ello, estos gurús llegarán a afirmar que «las mejoras control afectivo y simbólico se hará recurrente en ios textos de gestión, pero
en la producción y la calidad surgen de las culturas corporativas que, siste- lo novedoso en la cultura corporativa es la «sistematización y legitimación de
máticamente, reconocen y recompensan a los individuos simbólica y mate- un modo de control que busca deliberadamente configurar y regular la con-
rialmente por asociar sus fines a ios valores a los que se adhiere la organiza- ciencia práctica108 y, posiblemente, los esfuerzos inconscientes de los em-
ción» (Fernández, 2007¿.' 104). pleados por asimilarse» (Fernández, 2007¿v 108).

Vemos cómo para los defensores de la cultura corporativa107 esta La sensación de ser parte de los mejores y de producir algo de calidad
constituirá, tal y como señala Fernández (2007¿.' 118), el «Santo Grial» resulta, sin duda, excitante. En nombre de los objetivos corporativos (efi-
ciencia, efectividad, rentabilidad), de la restricción e insuficiencia de las

106 En tanto que carácter y personalidad de un determinado sistema.


107 Willmott distingue entre «pragmatistas culturales» y «puristas culturales». Los 108 Giddens, que concedió una gran importancia a los relatos de ios actores sociales,
primeros serán los grandes defensores de la cultura corporativa, para ios segundos la considerará, no obstante, que estos solo podían darnos acceso a la conciencia discursiva, de
cultura corporativa constituye una «propuesta superficial, comercial y teóricamente las personas) pero no ala conciencia práctica. Por conciencia «discursiva», Giddens enten-
empobrecida» que no merece atención. Es decir, cuando los puristas critican a los ana- día «todas aquellas cosas que el actor puede decir, puede traducir en palabras, sobre las
listas pragmáticos lo hacen contra su metodología por consideraría teóricamente defi- condiciones de su acción. Por "conciencia práctica" me refiero a lo que los actores cono-
ciente, más que contra el significado político y moral de los mismos (Fernández,, cen, aunque no sepan expresarlo verbalmente, sobre cómo desenvolverse en los múltiples
114). contextos de la vida» (Ibáñez Gracia, 1990: 222).
206 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo p o stfordista.,. Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 207

normas formales, o de la reducción de la inseguridad de las personas, los el respeto por la singularidad y la individualidad de cada empleado al tiem-
empleados son sometidos a la uniformidad de la cultura corporativa explo- po que se garantiza el control a través de la obediencia a ios valores de la
tando al máximo las sensaciones de inseguridad e «irracionalidad» propias propia cultura de empresa» (Fernández, 2007¿v 125).
de los procesos mercantilistas (ibíd,: 129). Si Marx definió el mercado
Como hemos podido apreciar, existen múltiples similitudes entre la ges-
como el látigo que individualiza y controla al trabajador infundiéndole la
tión de la cultura corporativa y los programas humanizadores de las teorías
necesidad de vender su fuerza de trabajo, los culturalistas corporativos de-
de gestión post-taylorista. Todas ellas se basan en la cooperación y el compro-
fienden el fortalecimiento de los valores corporativos como una forma aún
miso, en la idea de sentido y autoestima para lograr una convergencia con los
más poderosa de moldear y disciplinar la conciencia y la identidad de los
empleados, máxime si el despotismo del mercado facilita esa tarea. En este objetivos corporativos fundamentales. Sin embargo, donde la cultura corpo-
sentido, la cultura corporativa podría concebirse como una estrategia capaz rativa difiere es en su enfoque sistemático que implica excluir (mediante una
de gestionar la búsqueda de sentido de los empleados, y de amortiguar los atenta contratación) y eliminar (mediante la formación) aquellos valores que
efectos individualizado res y segmentadores que imponen las relaciones de no pertenecen a la empresa para llegar a inducir finalmente las ideas de la
mercado capitalistas (ibíd.: 130-131). teoría Y. No se da ya por sentado, como lo hicieran los post-tayloristas,1LI la
identidad e integración del individuo. En su lugar, la cultura corporativa
La identificación con los valores de la empresa garantiza la autonomía, procede a fabricar dicho consenso haciendo uso de los valores en tanto que
y ello no solo se considera un recurso económico clave, sino también bene- instrumento de dominación, Lo irracional, intuitivo e informal puede y
ficioso moralmente para el trabajador por permitirle establecer una rela- debe ser gestionado, colonizado de un modo legítimo y eficaz.
ción entre la seguridad en el empleo y su contribución a la competitividad
(Miguel ez, 2002). La autonomía se presenta así como un regalo, un modo A Willmott, sin embargo, no le interesará tanto evaluar la eficacia
de aliviar los sentimientos de frustración y de despersonalización que pro- técnica de las prescripciones culturales corporativas como examinar la rele-
vocan las burocracias.109 Los empleados se responsabilizarán de su rendi- vancia moral y las implicaciones de la cultura corporativa. El análisis críti-
miento siguiendo la lógica misma del mercado. Esa autonomía, aliada del co explora la manera en que la cultura corporativa amplía considerable-
éxito económico, logrará que el empleado se presente a sí mismo como un mente el «alcance y la penetración del control gerencial» que ya no se
triunfador. Pero los efectos totalizadores de pertenecer a una cultura plan- limita a autorizar o aplicar las normas y procedimientos, sino también a
tearán un importante dilema, el proceder afirmando y negando simultá- dictar cómo los empleados deben pensar y sentir. Valorar el management
neamente las condiciones de esa autonomía (doblepensar)}™ Esto es, «unir desde esta perspectiva112 permite ampliar la visión tradicional que de él
tienen la psicología y la sociología del trabajo, cuyos principios operan

109 Aunque en las burocracias, según Weber, era imperativo «desprenderse de los
elementos irracionales y emocionales», en la organización típicamente burocrática gober- 111 McGregor pensó que los presupuestos racional-económicos frustraban y ahoga-
nada por normas se permite, al menos, que los empleados «piensen lo que quieran, siempre ban la productividad de los empleados, Ello supuso contemplar los conflictos como un
y cuando actiíen de un modo técnicamente competente». Cuestionar o ironizar la autori- signo de debilidad cultural susceptible de ser corregida.
dad burocrática se tolera, no así con la cultura corporativa donde este tipo de comunica- 112 Las políticas de management buscan implicara! trabajador. Y la implicación, des-
ción se considera «desleal». «[...] la cultura corporativa aspira a extender el terreno de la de el punto de vista de Zangara (2010: 175), «se relaciona con el movimiento subjetivo
acción instrumental racional mediante el desarrollo de monoculturas en las que se evo- por el cual el sujeto asume como propios los requerimientos y los objetivos del capital.
can, sistemáticamente, las condiciones para el desarrollo de la acción racional de acuerdo Para nosotros, la Implicación no constituye (solamente) la aceptación de los principios que
a fines» (Fernández, 2007¿: 109-110). legitiman la extracción de beneficios, como sostienen Boltanski y Chiapello. Constituye,
110 Según Fernández (2007¿: 124), «algo que tiene en común la neolenguay la cultura más bien, parte del método que posibilita generar beneficios dado que las actuales formas
corporativa es la fórmula totalitaria para la resolución de la indeterminación y la ambigüe- de gestión apuntan a crear una fuente particular de beneficios: la subjetividad implicada
dad: el control del pensamiento mediante una definición uniforme del significado». en el trabajo».
208 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordísta.... Consecuencias de un modelo hegemónico de gestión 209

como conjunto de obligaciones heteroimpuestas sobre los trabajadores. Tai entre sus mayores aportaciones, Fernández señala las siguientes: a) abrir
y como señala Zangare (2010: 164), «considerar ai management como una espacios cualitativos en materia de gestión dada la desconfianza generada
tecnología del yo permite ampliar este enfoque dado que contempla, ade- por el modelo positivista y racionalista de conocimiento; b) análisis de los
más de las obligaciones que el management impone al individuo en tanto elementos comunicativos y discursivos en las organizaciones en respuesta a
tecnología de produccíón-comunicación-poder, obligaciones heteroim- ese giro lingüístico acorde con las transformaciones sociales del momento;
puestas, las obligaciones que los individuos se imponen a sí mismos, obli- c) permitir el análisis de fenómenos presentes en el mundo de la empresa
gaciones autoimpuestas». obviados, por lo general, por las aproximaciones convencionales como son
la cultura corporativa y las ideologías manageriales difíciles de analizar des-
Entre las críticas que ha venido recibiendo esta nueva línea de pensa-
de perspectivas no cualitativas contribuyendo así a un mayor conocimien-
miento, Fernández (2007¿>) destaca las siguientes: a) excesivos análisis me-
to de fenómenos como el control y el poder; d) el énfasis de la subjetividad
ramente teóricos, ensayísticos y experimentales. Todo ello podría derivar
ante el desarrollo de técnicas de gestión de recursos humanos que estimu-
en un alejamiento de la realidad social y a una deriva filosófica injustifica-
lan la individualización de las relaciones laborales y presentar, frente a las
da. En ocasiones, se olvida cuáles son los verdaderos fines de la teoría orga-
acusaciones recibidas, una línea de investigación plenamente consciente
nizacional, por lo que el marco teórico termina por convertirse en el análi-
del contexto sociohistórico.
sis en sí mismo llevando en algunos casos ai aburguesamiento intelectual;
b) en su condición de estudios culturales se produce en ocasiones la desa-
parición del trabajo como objeto de estudio o de las instituciones, por lo
que el trabajo entendido como proceso social corre el peligro de poder ser
olvidado; c) se produce un énfasis en los procesos de dominación y control
disciplinario, pero apenas se hace referencia a términos como explotación,
clase social o extracción de plusvalía; d) falta de atención a ciertos esfuerzos
colectivos de resistencia como es la lucha sindical tradicional, rechazando
a priori los esfuerzos por llegar a acuerdos con la dirección y solo atendien-
do a aquellos que tienen que ver con reivindicaciones relacionadas con
cuestiones de identidad.
Incluso reconociendo parte de estas críticas, Fernández entiende hasta
cierto punto todos estos excesos por el hecho de haber estado inmersos en
las peculiaridades de un contexto histórico muy determinado, un contexto
en el que lo social, las solidaridades y los esfuerzos colectivos se han visto
superados por el libre mercado y el consumo, y donde las ideas de igualdad
y redistribución se han ido eliminando del discurso público.113 Siendo así>

113 No obstante, el material crítico de los CMS no ha tenido una influencia importan-
te en las prácticas del capitalismo actual ai ha supuesto un desafío a la ideología dominante.
Lo cierto es que todavía la literatura promanagerial es intensa y la mayoría de escuelas de
negocio y estudios empresariales no son críticos en absoluto, sino profundamente conserva-
dores.
4, ACCIÓN COLECTIVA
Y PROCESOS DE NEGOCIACIÓN

Para acabar de darle cobertura teórica a este nuevo modelo de relación


laboral, y al igual que se hizo al terminar el primer capítulo referido a las
bases teóricas que sustentaron el modelo fordista, nos centraremos; en pri-
mer lugar, en aquellas aportaciones que, más allá de ese primer individua-
lismo metodológico, se orientarán a explorar el papel y la estrategia de los
actores. Posteriormente, nos detendremos en algunos de los nuevos ele-
mentos de análisis que desde la psicología social se lian ido incorporando
en los estudios referidos a los procesos de negociación,
Para ello, y con respecto a la línea de pensamiento establecida por la
teoría de la elección racional, destacaremos la ampliación progresiva que se
irá produciendo en relación con el concepto mismo de individuo incluyen-
do en él colectivos más amplios que evidenciarán la existencia de toda una
serie de constricciones capaces de incidir sobre los propósitos e intenciones
de los actores.1 Desde esta perspectiva más amplia de la racionalidad, nos

1 En principio, desde esta perspectiva se consideraba que los actores, siempre inten-
cionales y provistos de fines y metas, dirigían sus acciones hacia el logro de objetivos co-
herentes con una determinada jerarquía de preferencias. En tales casos, las recompensas
más deseadas eran aquellas que contaban con un alto valor y eran fáciles de conseguir,
mientras que las recompensas menos deseadas eran aquellas que no tenían apenas valor y
se consideraban difíciles de obtener. Con la evolución que irá experimentando esta pers-
pectiva, se irán introduciendo conceptos como el de costes de oportunidad, según el cual
un actor puede elegir no perseguir el fin más valorado si sus recursos son insignificantes,
si las posibilidades de conseguir el fin son pocas, o si en el esfuerzo por lograr ese fin se
ponen en peligro sus oportunidades de lograr su siguiente fin más valorado,
212 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista... Acción colectiva y procesos de negociación 213

detendremos igualmente en ia resocialización del actor racional donde temas sociales y la explicación de fenómenos macro.3 Sobrepasando el nivel
normas, creencias y emociones se combinarán para una explicación más de las relaciones sociales primarias cara a cara, ofrecerá un enfoque más inte-
cabal de la acción social. grado, coherente y de mayor alcance acorde con los nuevos tiempos que se
Seguidamente, se procederá a revisar algunas de las novedades intro- irá conformando más allá de la sociedad industrial.
ducidas en el estudio de ios procesos de negociación. Tal y como destaca Insertos en este mismo contexto, y tras la caída del comunismo y el
Dorado (2011), el atractivo que para la psicología social supuso el estudio final de la guerra fría, en los años noventa se planteará igualmente la nece-
de la negociación en los años sesenta experimentará un cierto decaimiento, sidad de llevar a cabo una síntesis de las teorías marxistas junto con otra
volviendo a resurgir en ios ochenta, retomando finalmente su inicial pro-
serie de teorías. En esta línea, y asumiendo la idea de que el capitalismo es
tagonismo en la década de los noventa. Desde este renovado interés desta-
un sistema injusto, el interés de Elster por la acción colectiva se centrará en
caremos aquellas variables y categorías que, sin ser excluyentes, ejercerán
el problema y las consecuencias que acarrean un hombre indiferente cen-
una influencia en la dinámica entre las partes, factores de carácter interac-
trado en su propio interés. En respuesta a estas inquietudes, Elster logrará
tivo como la elección de estrategias y tácticas, el establecimiento de fases en
dotar a la teoría de la acción racional4 de nuevos presupuestos.
la negociación, o las relaciones de poder entre los negociadores. Finalmen-
te, abordaremos la inclusión relativamente reciente del fenómeno de la
emoción como aspecto a tener en cuenta para una comprensión más com- 4.1.1. Actores colectivos: intereses de grupo y capital social
pleta de este tipo de procesos.
En principio, cabe destacar que en el tratamiento que Olson dispen-
sará a ia lógica de ia acción colectiva se pondrán en cuestión dos principios
4,1. Más allá de la acción racional hasta entonces básicos: a) el que mantiene que, si todos los miembros de

. Corresponderá a Mancur Olson aplicar el modelo del clásico homo oeco-


nomicus al campo de la sociología. En su obra, La lógica de la, acción colectiva,
Olson (1992) nos recuerda que ser racional no significa necesariamente ac- 3 Los fenómenos macro que analiza serán la conducta colectiva, las normas y el
actor corporativo. Sin embargo, tai y como señala Ritzer (2001: 454), Coleman solo se
tuar en interés propio, ya que si solo se diese ia conducta individual voluntaria centró en la dirección micro-macro ignorando la relación macro-macro. Esto es una de-
y racional no existirían ni ios sindicatos, ni las asociaciones profesionales, ni bilidad, porque un modelo micro-macro debe analizar ambas direcciones (micro-macro)
los grupos de presión, y ni siquiera los gobiernos. Desde tal posicionamiento, y (macro-micro). Para ser satisfactorio, el modelo debería ser dialéctico (relación dialécti-
ca entre los fenómenos micro y macro y dentro de cada uno de ellos) y el movimiento
Olson se centrará en analizar cuáles son los incentivos que nos llevan a actuar (Hechas) debería tener doble dirección permitiendo la retroalimentación entre todos los
a favor del grupo. Por otra parte, James Coleman (2011) logrará situarse más niveles de análisis, es decir, analizar el vínculo micro-macro (o modo en que las acciones
allá del mero utilitarismo2 de Homans adoptando también una concepción individuales se combinan para dar lugar a la conducta del sistema), el vínculo macro-
micro (o modo en que el sistema constriñe las orientaciones de los actores) y el vínculo
más amplia del individuo y de las acciones. Coleman contribuirá así, y de micro-micro (o influencia de las acciones individuales sobre otras acciones individuales).
forma decisiva, al desarrollo de ia teoría del intercambio procediendo desde En definitiva, será su orientación hacia la acción racional individual la que haga que su
esa base micro propia del individualismo metodológico al análisis de los sis- enfoque resulte limitado.
4 Se inicia así el camino hacia lo que algunos autores califican como teoría post-
marxista. En este contexto en el que tanto la modernidad como los propios fundamentos
de la ciencia social se encuentran en entredicho, es en el que cabe enmarcar el marxismo
analítico de Jon Elster. Aunque su teoría implique una reinterpretación de la teoría de
2 Recordemos que Homans partía de una concepción utilitarista y egoísta de la Marx, la aplicación de determinados principios propios de otras teorías y la utilización de
persona cuyas acciones estaban únicamente presididas tanto por su interés individual métodos y técnicas pertenecientes a la ciencia positiva sitúan su perspectiva formando
como por las recompensas y castigos que reciba al realizarlas (Flecha, Gómez y Puigvert, parte de la teoría de la elección racional sobre la base de considerar que los actores son ra-
2001: 115). cionales y buscan maximizar sus ganancias (Ritzer, 2001).
214 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista.,. Acción colectiva y procesos de negociación 215

un grupo, ya sea de individuos o de empresas, tienen un interés en común, tariamente grandes recursos invirtiendo una gran cantidad de dinero o de
tenderán a satisfacerlo; b) el que sostiene que lo que persiguen los trabaja- tiempo, y ello además repetidamente. Sin embargo, «incluso en el caso de
dores a través de organizaciones como los sindicatos es el poder enfrentarse que las aportaciones sean lo bastante costosas como para provocar un cálculo
a aquellos monopolios que perjudican a sus intereses (Olson, 1992). racional, sigue habiendo un conjunto de circunstancias en el cual la acción
colectiva puede producirse sin que existan incentivos selectivos. Este con-
Para Olson la dificultad que entraña la acción colectiva no solo deriva
junto de circunstancias resulta evidente cuando pensamos en situaciones
de la posibilidad de que puedan aplicarse en todas las situaciones incenti-
en las que solo unos cuantos individuos o empresas se benefician de una
vos selectivos5 positivos o negativos, sino también de su disponibilidad li-
acción colectiva» (Olson, 1992: 214).
mitada en algunas ocasiones por la heterogeneidad6 social de algunos gru-
pos. Esta heterogeneidad impediría poner en marcha la interacción social Olson nos remite así al tamaño de las organizaciones como elemento
para determinar o acordar la naturaleza y cantidad del bien colectivo que a tener en cuenta. Tal y como especifica, «cuanto mayor sea la cantidad de
se trata de adquirir. individuos o empresas que se benefician de un bien colectivo, menos será
el porcentaje de ganancias obtenidas a través de la acción a favor del grupo
Desde un punto de vista racional, cuando los costos de las aportaciones que le va a corresponder al individuo o empresa que lleva a cabo la acción.
individuales a la acción colectiva en interés del grupo del que se forma parte Así, en caso de no existir incentivos selectivos, el incentivo de la acción de
son muy reducidos, el individuo tendrá generalmente escasos incentivos para grupo disminuye a medida que aumenta el tamaño del grupo, de modo
indagar si vale o no la pena efectuar dicha aportación. En tal sentido, Olson que los grandes grupos están menos capacitados que los pequeños para
considera que el «examen de los costos y las ventajas de efectuar un cálculo actuar a favor del interés común» (ibíd.: 216).
acerca de los bienes públicos lleva a la comprobable predicción de que las
En base a este planteamiento, Olson se ocupará del problema de los
aportaciones voluntarias a la obtención de bienes colectivos para grupos nu-
free riders o gorrones, que aumentarán proporcionalmente con el tamaño
merosos sin incentivos selectivos se producirán a menudo cuando los costos
de las organizaciones. En la medida en que las organizaciones producen
de las contribuciones individuales resultan de escasa importancia, pero por
bienes públicos o colectivos, y no bienes individuales, el homo oeconomicus
lo general no se producirán cuando estos costos sean elevados» (1992: 213).
egoísta se tambalea, pero en la medida en que tales bienes afectan a todos
Cabe esperar, por tanto, que cuando los costos de la acción individual para
independientemente de su aportación individual surge el problema de los
obtener un bien colectivo deseado sean muy reducidos el resultado podrá o
free riders. Esta cuestión resulta especialmente relevante para los sindicatos,7
no producirse, no así cuando los costos crezcan.
por constituir uno de los principales grupos organizados de intereses de las
De ser cierta esta hipótesis, el individuo racional reflexionará acerca sociedades modernas democráticas.
de qué va a lograr antes de desplegar el sacrificio que supone aportar volun- Por su parte, James S. Coleman, convencido de que el enfoque clási-
co de la elección racional proporcionaba capacidad predictiva y simplici-
dad, tratará de conjugar en su obra, publicada en 1990, Fundamentos de
5 Si nos atenemos al individualismo metodológico, los incentivos selectivos se en- la teoría social, elementos de la economía y la posibilidad de hacer enun-
tienden como ventajas y beneficios individuales, ciados normativos. Todo ello no le impedirá, sin embargo, considerar el
6 La homogeneidad de los grupos es un criterio que incrementa las posibilidades de
deber de la sociología de centrarse en los sistemas sociales, eso sí, unos
éxito a la hora de organizar una acción colectiva por resultar más fácil lograr una coinci-
dencia de las opiniones. Si la heterogeneidad social reduce el consenso, cabe esperar que
la acción social se vuelva menos probable, y si a pesar de ello se llega al consenso habría
que estimar su posible coste adicional, sobre todo para los dirigentes de la organización.
Eso sí, todo esto operaría en grupos grandes, porque en grupos pequeños un individuo 7 En este sentido, las cuotas que perciben los sindicatos serían incentivos selectivos
puede aspirar a influir sobre el resultado del conjunto. negativos.
216 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista>.. Acción colectiva y procesos de negociación 217

sistemas sociales que bajo su perspectiva se constituyen porque los actores facilitar en definitiva la acción, No puede entenderse, por tanto, como una
no tienen un control total de aquellos sucesos que pueden llegar a satisfacer relación social sin más, sino como una relación social transformada de
sus intereses. cierta manera para hacerla más productiva, es decir, el uso que hacen ios
actores de las relaciones sociales para alcanzar sus intereses (Sainz, 1992).
En su teoría de la acción, tanto recursos como actores resultarán ser
elementos clave. Los recursos quedarán referidos a todas aquellas cosas so- Siendo el capital social el más intangible de los capitales no es de ex-
bre las que los actores muestran interés y ejercen su control; el actor, siem- trañar que el vínculo capaz de hacerlo brotar y mantenerlo sea el de la
pre intencional, será considerado sujeto y objeto de la acción. Los actores confianza.8 Pero una de las más importantes innovaciones que aportará
eligen aquellas acciones que maximizan su utilidad o realización de sus este novedoso concepto es que con él se pueda explicar el mantenimiento
intereses, pero, por lo general, se hallarán total o parcialmente controlados de las normas sociales,9 unas normas que, dado su potencial para facilitar
por otros, lo que les exigirá entrar necesariamente en alguna relación de la coordinación de acciones mejorando la eficiencia de la sociedad,
intercambio para poder redistribuir los recursos existentes en el sistema Coleman llegará a considerar necesarias para poder llegar a «describir cómo
(Sainz, 1992). Cabe esperar, por tanto, que el intercambio no se produzca funcionan las sociedades» (2011: 316). Siendo así, las normas sociales pa-
únicamente de forma aislada entre dos personas, sino en un contexto de sarán a concebirse como una constricción más que entra en la función de
sistemas de intercambio social en los que existe competencia por unos re- utilidad del actor social aunque sin llegar a determinar la acción, pues para
cursos escasos. Coleman «dar por sentada la adhesión a las normas impondría un determi-
nismo que reduciría la teoría a la mera descripción de un autómata, no de
Dicbo esto, y aunque la base mínima de un sistema social de acción
unas personas implicadas en acciones voluntarias» (ibíd.: 76).
sea la existencia de dos actores, Colenian distinguirá entre tres posibles ti-
pos de acción (Coleman, 2011: 77 y ss.). En primer lugar, aquella que no A tenor de tales consideraciones, Coleman situará las normas sociales
implica a otros actores por estar basada en «el ejercicio de control que se en el nivel micro-macro, o eje sincrónico. Iniciándose en la acción inten-
tiene sobre ios recursos que nos interesan con el fin de satisfacer el propio cional, estas se convierten en un fenómeno emergente capaz de mediatizar
interés»; en segundo lugar, una acción capaz de dar cuenta de buena parte la acción de las personas, lo que nos permitiría afirmar que una persona
de la conducta social al intercambiar el control de los recursos que menos que actúa de acuerdo con una norma deja de hacerlo conforme a su interés
interesan por ios que más interesan, es decir, «la obtención de control de inmediato. Son, por tanto, consecuencia de la acción social, «llamadas a
un actor sobre las cosas que más le interesan»; en tercer lugar, la «transfe- tener un efecto de realimentación sobe la acción de ios individuos» (Sainz,
rencia unilateral del control de ios recursos que a uno le interesan» por 1992: 42). Las normas influyen en las acciones del individuo mediante
creer que «el ejercicio de control de otro sobre estos recursos satisfará mejor
sus intereses que el ejercicio de su propio control».
Partiendo de estas bases, Coleman se centrará en las estructuras de la 8 A diferencia del capital convencional, lo que caracteriza al capital social es que,
por lo general, es un bien público; es decir, no constituye un bien privado de ninguna de
acción con objeto de esclarecer cómo se combinan los elementos micro las personas que se benefician de él. Sin embargo, el bien público tiende a ser infravalo-
para formar sistemas de autoridad, de confianza, de comportamiento co- rado por los agentes privados. De este modo, el que una persona sea digna de confianza
lectivo y, por supuesto, de normas sociales. Su concepto más novedoso a beneficia a todos al permitir participar en una cooperación mutuamente provechosa, pero
al subestimar las ventajas o desventajas que para ti tiene ser o no ser digno de confianza
este respecto será el de capital social, concepto que le permitirá introducir no se invierte lo suficiente en la formación de confianza.
la estructura social en una teoría de la acción marcada por el individualis- 9 La norma social será, por tanto, entendida por Coleman como capital social, pues
mo metodológico. Este capital se concibe como un atributo social donde gracias a su existencia los individuos pueden controlar los efectos no queridos de sus elec-
ciones. Sainz (1992) nos muéstralas diferencias de esta visión de las normas con las man-
se encuentra inmersa la persona, algo que no pertenece a nadie en particu- tenidas por el funcionalismo, que asume que se obedecen las normas sociales por confor-
lar sino a la estructura de las relaciones de los actores, un recurso capaz de
218 Nuevos elementos para el análisis de un modelo posifordista.., Acción colectiva y procesos de negociación 219

sanciones o amenazas de sanciones, generando beneficios con su cumpli- será precisamente ese actor corporativo,12 actuando en interés de la colec-
miento y perjuicios con su incumplimiento. Cabe reseñar, sin embargo, tividad, el que representará el proceso clave de ese movimiento de lo micro
que Coleman no contemplará otras posibles formas de sanción al incum- a lo macro que intentará establecer.
plimiento, tales como las emociones.10 Sin duda, emociones como la culpa
o la vergüenza pueden dejar hacerse sentir tanto en las preferencias como Para explicitar este actor corporativo, Coleman nos remite a los dos
en las creencias de los individuos, pero Coleman las pasará por alto, no así yoes que toda persona natural tiene, el yo objeto o principal, y el yo ac-
Elster tal y como veremos más adelante. tuante o agente. Pues bien, «un actor corporativo mínimo es el que se crea
cuando el principal y el agente son dos personas diferentes» (Coleman,
Al margen de esta deficiencia, la internalización de las normas a nivel 2011: 521). De igual modo, también pueden desarrollarse otros actores
micro será lo que determine el establecimiento de un sistema sancionador corporativos más amplios basados en múltiples principales que constitu-
interno, sistema que a la postre puede llegar a satisfacer los intereses de yan el yo objeto y múltiples agentes que constituyan el yo actuante.13 A
control de un conjunto de actores. Tal y como señala (Ritzer, 2001), en este respecto cabe señalar que, independientemente de que la soberanía
relación con la visión de Coleman, el consenso y la capacidad para hacer resida en las personas y sea el interés de los individuos el que determine el
cumplir las normas previenen los desequilibrios del sistema, por lo que la curso de los acontecimientos, en la sociedad moderna serán estos actores
eficacia de las normas dependerá de la capacidad para que se produzca tal corporativos más amplios los que irán ganado cada vez más terreno por
consenso. Este consenso está basado en el derecho a controlar a través de disponer de una gran cantidad de derechos y recursos.
las normas las acciones de otras personas por aquellos que las inician y
mantienen. Pero aunque las normas actúen a veces en beneficio de algunas La conducta colectiva14 derivará, por tanto, de la transferencia uni-
personas y en perjuicio de otras, los actores consentirán algún control so- lateral por parte de las personas del control sobre sus acciones a otras
bre su propia conducta a cambio de obtener cierto control sobre la con- personas concediéndole la autoridad que un individuo posee a otro con
ducta de otros. objeto de maximizar su utilidad. La unidad de acción resultante consti-
tuirá el fenómeno macro más fundamental, aunque no estará exento de
Las normas se desarrollarían, en tal caso, a partir de la transferencia de ciertos interrogantes como el referido al control de un actor corporativo,
los derechos de control desde un actor a otras partes afectadas por la acción es decir, el control de los agentes por parte del principal, basado en la
(Sainz, 1992). El hecho de transferir a otros el derecho a controlar una posibilidad de transferir 15 o retirar esa autoridad otorgada. Cabe esperar,
acción deviene porque dicha acción tiene consecuencias, o «externalida- por tanto, que los inconvenientes a los que se tiene que enfrentar un ac-
des» tal y como las denomina Coleman, que pueden ser positivas o negati- tor corporativo plenamente desarrollado sean fundamentalmente dos:
vas para otros. Visto así, la tarea característica de la sociología11 consistiría «el problema de colectar los recursos e intereses de los múltiples princi-
en explicar «qué orden se genera a nivel social como resultado de la acción pales para crear un conjunto coherente, y el ptoblema de desplegar los
intencional de los actores, tanto si son personas físicas como si son actores
corporativos» (Sainz, 1992: 30). En efecto, dado que las acciones de los
actores son «causadas» por las expectativas de las consecuencias, tanto los
agentes humanos como colectivos serán para Coleman intencionales, pero 12 Es la irrupción masiva de los actores corporativos, entre otros aspectos, lo que
eliminará la preocupación por la acción intencional (Sainz, 1992: 31).
13 Según Coleman, «en un sindicato, los principales son los miembros, que consti-
tuyen los principales dispersos, mientras que los responsables y el personal son los agentes
por medio de los cuales el sindicato emprende la acción» (2011: 521).
10 No las contempla a pesar de que las emociones puedan hacerse notar sesgando el 14 La estructura resultante funciona independientemente de los actores (se persegui-
contenido e intensidad de preferencias y creencias. rán los intereses de la unidad colectiva en lugar de los propios),
11 Coleman considera el fracaso de Parsons por no explicar el mecanismo mediante 15 Para Coleman, cuando transferimos el control sobre ciertas acciones no perdemos
el cual emergen las normas. totalmente el control sobre ellas.
220 Nuevos elementos para el análisis de un modelo p o stfordista,.. Acción colectiva y procesos de negociación 221

recursos por medio de la configuración de los agentes de forma que rea- co, Eister se mostrará crítico con las teorías18 existentes, llegando a cuestionar
lice sus intereses» (ibíd.: 522). incluso la creencia de que la teoría de la elección racional, por sí sola, podía
Desde el ámbito específicamente laboral, todos estos problemas lleva- explicar las estrategias y resultados de los convenios colectivos.19 Para él los
rán a Coleman a diferenciar entre la posibilidad de que en algunos casos los problemas de concertación desafían todo modelo explícito, pues «[...] en el
propios intereses queden al margen de un posible trato o de que sean los proceso fluido y móvil de ios convenios colectivos [...] todo escapa a la sis-
propios intereses los que puedan llegar a reforzarse. En base al término de tematización» (Elster, 1991: 9-10). Es por ello que el propósito inicial de dar
«sistemas de autoridad», en sustitución del de organizaciones para referirse una explicación se transforma gradualmente en una descripción fenómeno-
a las estructuras corporativas, Coleman distinguirá entre relaciones de auto- lógica «densa», siendo imposible decir nada sobre la dinámica de la acción
ridad disyuntivas, o aquellas que ponen intereses diferentes en las dos partes colectiva. Consciente del alcance de su posición, reconocerá que el hecho de
que contratan (trabajadores-salario y empresario-objetivos de la empresa), no poder disponer de una teoría general de la acción colectiva pudiera resul-
y relaciones de autoridad conjuntivas, en las que se ponen en juego intereses tar deprimente para muchos, pero a su modo de ver la «variedad de motiva-
comunes en las dos partes que contratan (trabajador y cargo sindical con ciones que están en interacción es simplemente demasiado grande para po-
mismas metas e intereses). der demostrar teoremas de equilibrio» (ibíd.: 235)-
Dicho esto, Elster procederá a analizar la interdependencia entre ac-
4.1.2 Conducta racional, normas sociales y emociones ciones y decisiones de ios actores sobre la base del modelo ejemplificado en
Como veremos a continuación, la decisión racional y las normas socia- el juego del dilema del prisionero,20 incorporando además la intersubjeti-
les constituirán para Jon Elster mecanismos clave para desarrollar su teoría, vidad en la acción racional a través de la negociación normativamente re-
una teoría centrada en el problema que supone la falta de cooperación tanto gulada (Flecha, Gómez y Puigvert, 2001). La posibilidad de poder obtener
para la teoría de la acción colectiva16 como para la teoría del convenio.17 resultados más óptimos que los obtenidos desde una acción individual
egoísta girará en torno al concepto de cooperación voluntaria y racional
Tras estudiar la cooperación en situaciones de interacción repetida y
según la cual los actores sociales se reconvierten en actores estratégicos ca-
constante a partir de sus análisis de la negociación colectiva del modelo sue-
paces de tomar en consideración la acción y las estrategias de los demás. El
contenido concreto de las preferencias o mecanismos que establecen qué

16 Encendiendo el desorden como falta de cooperación, Elster (1991: 24 y ss.) esta-


blecerá cinco variedades principales de cooperación, las dos primeras asociadas a la teoría
de la acción colectiva y las tres restantes a la teoría del conflicto: a) cooperación basada en •18 Según Elster, «[...] cada uno de los modelos probablemente tenga fuerza explica-
circunstancias exteriores creadas por la acción individual o actos individuales de coopera- tiva sustancial en casos especiales. En la negociación racional y libre de normas, con in-
ción; b) la conducta de asistencia o ayuda donde ni se obtiene ni se reparten beneficios por formación completa, los modelos económicos corrientes probablemente se desempeñen
cooperar; c) los denominados equilibrios de convención, donde nadie puede mejorar su muy bien. Si se violan los supuestos de racionalidad y de plena información, el proceso de
resultado desviándose unilateralmente del equilibrio ni se desea que sea el otro quien se negociar convenios se hace más opaco; sin embargo, modelos no corrientes pueden, por
aparte; d) las empresas colectivas donde resulta necesaria la colaboración física de las lo menos, sugerir en qué dirección diferirá el resultado real del resultado pronosticado por
partes y donde la acción unilateral no tiene ningún efecto sobre el resultado; e) acciones el modelo estándar» (Elster, 1991: 72).
de orden privado dependiente de la voluntaria transferencia de derechos con el fin de 19 Elster supone que en la negociación de los convenios colectivos las partes tienen
crear un excedente. un interés común en llegar a algún tipo de acuerdo al tiempo que hay conflicto de intere-
17 Elster llegará a la conclusión de que el principal obstáculo para la cooperación en ses en cuanto a la clase de acuerdo ai que se llegue. «Se dan, por tanto, negociaciones de
relación con la acción colectiva lo constituirá ese hombre indiferente y despreocupado, convenios cuando hay varias disposiciones o medidas cooperativas y las partes tienen
mientras que el principal obstáculo con respecto a la teoría del convenio será, en un prin- preferencias conflictivas sobre tales disposiciones» (Elster, 1991: 68).
cipio, el no llegar a acuerdos sobre la distribución de los beneficios derivados de la coope- 20 El siguiente paso consistirá en examinar cómo las personas podrían racionalmen-
te desear cooperar con los demás antes de desentenderse de toda cooperación.
222 Nuevos elementos para el análisis de un modelo p o sifordista... Acción colectiva y procesos de negociación 223

opciones se escogerán finalmente nos conduce a pensar que las acciones dad para Elster acabará siendo, por tanto, subjetivo, es decir, para él «ser ra-
son el resultado de motivaciones mixtas, pudiendo llegar a establecerse cional no significa que uno siempre logre el éxito en las metas que se propo-
hasta cinco posibles tipos de motivación21 (Elster, 1991: 233-234). ne: solo implica que uno no tiene motivos, luego de producido el hecho,
Pero Elster no solo explicará las estrategias de los actores a partir del para pensar que debería haber actuado de otra forma. Tampoco una creencia
análisis de juegos, sino también la emergencia de colectividades. En su racional tiene por qué ser verdadera: solo debe estar bien fundamentada en
teoría de la elección racional, las acciones serán el resultado tanto de las la información disponible» (ibíd.: 112). En consecuencia, para poder expli-
oportunidades como de las preferencias,22 siendo las preferencias las que car las acciones de un homo sociologicus se requieren dos tipos de acciones:
determinen qué acciones, dentro de la gama de las oportunidades, se efec- una estratégica23 (racional) y otra normativa24 (emotiva e irracional).
tuarán realmente (Flecha, Gómez y Puigvert, 2001). Será la colectividad Más recientemente, Elster ampliará el sentido del término egonomics
—a través de sus consensos normativos— la que marque tanto las oportu- acuñado por Schelling en 1978. Este término propio de la teoría económi-
nidades como las preferencias, si bien esa «urdimbre de creencias compar- ca estándar que daba por hecho que ios agentes económicos eran raciona-
tidas y reacciones emocionales comunes no nos obliga a concebir las nor- les, unitarios, con intereses propios y preferencias inmutables se extenderá
mas como entidades supraindividuales que de alguna manera existen hasta la introducción de una nueva concepción de agentes «irracionales, no
independientemente de quienes las sustentan» (ibíd.: 128). egoístas y con unas preferencias sujetas a formas sistemáticas de cambio»
La teoría de la opción racional sería, en tal caso, una teoría normativa o (Elster, 2013: 37). De este modo, y teniendo en cuenta que cualquier por-
prescriptiva que «les dice a las personas cómo elegir y actuar de la mejor ción de conducta puede verse afectada simultáneamente por la racionali-
manera posible para lograr sus objetivos» (Elster, 2013: 111). Según nos dad instrumental, por las normas sociales, o por las emociones, será tarea
dicta esa teoría, un actor racional elige el elemento de mayor preferencia de del egonomics articularlas. Es decir, aunque las personas deseen ser raciona-
su conjunto de oportunidades, y en el supuesto de no conocer todas las po- les existen otras fuentes, como las normas y las emociones, capaces de vio-
lar tal ideal.
sibilidades el sujeto usará cualquier información para poder formarse una
creencia o estimación subjetiva de las alternativas, El concepto de racionali-

23 Esta acción éscá basada en el concepto de racionalidad instrumental, según la cual


cada individuo tiene unos fines y escoge los medios mejores para conseguirlos, o mejor
21 Los cinco cipos principales de motivación a los que Elster se refiere son los si- dicho, los que el individuo considera que son los mejores. La gente cuando se enfrenta a
guientes: a) los egoístas racionales orientados hacia el resultado cuya escracegia dominance varias alternativas de acción hace lo que le proporciona el mejor resultado global (Flecha,
será la no cooperación; b) los kantianos cotidianos que cooperan en todas las circunstan- Gómez y Puigvert, 2001; 117),
cias siendo esta su estrategia la dominance; c) los utilitarios, cuya cooperación estará con- 24 Con respecto a las normas sociales, Elster considera que «[.,.] Una norma es la
dicionada en función del beneficio promedio neto; d) las personas orientadas al beneficio propensión a sentir vergüenza y a prever sanciones aplicadas por los demás al pensamien-
en los procesos de participación y que requerirán pocos cooperadores, aquellos participan- to de comportarse de cierta manera prohibida»..,; «esta propensión se convierte en norma
tes de élites, y muchos cooperadores, aquellos participantes de movimientos de masas; e) social en la medida en que es compartida con otras personas».., «el carácter social de la
personas motivadas por la norma de la honestidad, pero que condicionarán su coopera- norma se manifiesta cambien en la existencia de normas de orden superior que nos man-
ción a partir de cierto umbral de número de cooperadores (Elster, 1991). dan castigar a quienes violan la norma de primer orden»...; «las normas sociales pueden
22 Las oportunidades son restricciones que crean el marco de oportunidades físicas, existir en un nivel inconsciente o apenas consciente». «[.,,] pueden tratarse fundamental-
económicas, legales, psicológicas que tiene cada individuo; las preferencias, por su parte, mente como propensiones a obrar y a reaccionar que se fundan en un mecanismo invo-
son mecanismos que establecen las opciones que se escogerán entre el conjunto disponible luntario antes que en una inculcación consciente» (Elscer, 1991: 128-129). Por su parte,
de oportunidades. Lejos de ir simplemente agregando preferencias para explicar la acción emociones tales como el amor, la amistad, el odio o el cemor son los colores de nuestra
social, Elster acabará situándose en la perspectiva comunicativa que mira la democracia vida cotidiana. «Todas ellas producen, de forma inseparable, una fuerza motivadora y
como un elemento transformador; por canco, «con la democracia deliberaciva se da un también distorsionante. Si no las tenemos en cuenta, puede que la racionalidad cognitiva
nuevo paso: los individuos, argumentando y pactando, no solo agregan sus preferencias, no encuentre motivos para actuar, escoger fines y/o medios» (Flecha, Gómez y Puigvert,
sino que también las transforman» (Flecha, Gómez y Puigvert, 2001). 2001: 117).
224 Ntievos elementos para el análisis de un modelo postfordista... Acción colectiva y procesos de negociación 225

La existencia de estas fuentes más allá de lo racional conducirá a Elster Según su perspectiva, las personas que están motivadas por normas son
a establecer diferencias y conexiones entre ellas una vez, determinadas sus irracionales, y quienes se resisten a aceptar esta idea deberían reconocer que
características básicas. Así, mientras que la conducta racional es útil y solo podrán dar cuenta de algunas normas, aunque no de todas.
orientada hacia el futuro, las normas sociales no tienen por qué estarlo, y si
En línea con estos argumentos, para Elster las emociones son suscep-
así fuera estas no estarán centradas en el resultado. Por otro lado, para que
tibles de cumplir distintos papeles: «las emociones pueden, de por sí, estar
las normas sean sociales, deben estar respaldadas por la aprobación/desa-
sujetas a criterios de racionalidad. Pueden facilitar la cognición en lugar de
probación de las otras personas, o sea, deben ser compartidas por otros
obstruirla. Y, finalmente, las emociones tienen un papel indispensable en
miembros y hacerse cumplir en parte por las sanciones aplicadas a otras
brindar un sentido y un rumbo a la vida. Sin emociones no habría ningún
personas. Estas y otras diferencias no impedirán, sin embargo, que normas
motivo para actuar» (ibíd.: 128). Por otro lado, Eister no dudará tampoco
y autointerés coexistan en un paralelogramo de fuerzas capaces de determi-
en establecer ciertas relaciones entre emociones, creencias y deseos. Así, las
nar la conducta. En lo que respecta a las relaciones entre emociones y
emociones dependen de las creencias en la medida en que se necesita un
normas sociales, Elster establecerá dos tipos de conexiones. Las emociones
conocimiento previo de la situación. Las atribuciones causales son también
sostienen y respaldan las normas sociales sirviéndoles de apoyo por medio
importantes para la emoción, pues me enojo ante la mentira siempre y
de las emociones correspondientes de indignación en el observador y de
cuando se prediga la intención de engañarme. Pero las emociones también
vergüenza en el agente. Pero, a su vez, y con frecuencia, podemos observar
dependen de los deseos por el hecho de surgir como resultado directo de la
igualmente la influencia reguladora de las normas sobre las emociones al
satisfacción o frustración de deseos.26 No hay que olvidar, sin embargo,
estar estas determinadas por las normas sociales que estipulan qué emoción
que una emoción también puede provocar el deseo de que cambie o se
es apropiada o inapropiada sentir en una determinada situación.25
mantenga la situación que lo ha desencadenado. Podemos observar ambos
Ahora bien, aunque las emociones regulen las normas sociales y sean mecanismos de forma sucesiva: «la frustración o satisfacción de un deseo
reguladas por ellas, Elster (2013: 94) también tomará en consideración la provoca una emoción que, a su vez, provoca un nuevo deseo» (ibíd.: 129).
existencia de emociones espontáneas, reacciones universales como el eno-
jo, la alegría, la tristeza, la pena, el amor, el odio, los celos o la envidia.
Estas emociones se producen en todos los ámbitos compartiendo, además,
4.2. El carácter interactivo y dinámico de ia negociación
las siguientes características: a) se presentan frente a una excitación fisiológi-
Como ya se indicó en su momento, Ríe en los años ochenta cuando se
ca o psicológica intensa o nueva; b) presenta señales externas en tono de voz,
renovó el interés por el estudio de la negociación propiciándose la elabora-
postura corporal, etc.; c) se les asocia con determinadas tendencias de acción
ción de nuevas versiones a caballo entre ios últimos modelos tradicionales y
como huir por miedo o esconderse por vergüenza; d) a diferencia de los sen-
el resurgir de esta nueva disposición. Parte de este paso hacia adelante se lo
timientos, no siempre tiene por qué coincidir objeto y la causa de la emo-
debemos a ias contribuciones27 de autores como Walker (1979) y Kochan
ción, tal y como ya lo hiciera Hume. De este modo, Elster acabará opo-
niéndose tanto a quienes reducen las normas sociales a cierta forma
indirecta de conducta racional centrada en ios resultados, como a aquellos
que consideran que la racionalidad y las emociones son cosas opuestas. 26 Lazarus distingue entre emociones coherentes al fracaso del objetivo (enojo, te-
mor y ansiedad, culpa y vergüenza, tristeza, envidia y celos, asco) y las coherentes con el
logro del objetivo (felicidad, orgullo, amor, afecto, alivio).
27 Según Munduate, estos estudios abordarán este proceso desde el modelo de siste-
mas, intentando explicar el funcionamiento de ias relaciones laborales desde un doble
25 Mientras que las emociones son capaces de sobrepasar canto el interés como ias equilibrio: la del intercambio entre los empleados y la dirección en el sistema de produc-
normas sociales, la conducta conforme a normas sociales puede calificarse de irracional ción, o equilibrio interno, y el equilibrio con el entorno ambiental de la organización, o
por no tener en cuenta las consecuencias de la acción. equilibrio externo. En concreto, Kochan nos presenta un modelo cíclico en donde todos
226 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista... Acción colectiva y procesos de negociación 227

(1980), centrados en el contexto déla negociación y las relaciones éntrelos competir, el término de «motivación mixta» quedará referido al conjunto
negociadores sometidos a influencias tanto internas como externas, o de de esos componentes integrativos y distributivos.29
Strauss (1978) al mostrar cómo los resultados de la negociación modifican
Según nos muestra Munduate (1992), Pruitt (1983) procederá a la
constantemente el orden existente en la organización. Sin embargo, lo que
reformulación de esas dos dimensiones básicas ampliando a cuatro las posi-
aquí nos interesa destacar son aquellas aportaciones que han logrado tras-
bilidades de elección estratégica. Con la estrategia de resolución de problemas
cender de una manera más rotunda aquellos modelos tradicionales al in- se intentará alcanzar una alternativa satisfactoria para ambas partes.30 Ello
cluir en sus análisis toda una serie de elementos y conceptos novedosos no implica que estas no deban mantenerse firmes en ia consecución de sus
como el de motivación mixta, las dimensiones procesuales de toda nego- Intereses, pero sí adoptar una postura de «firme flexibilidad». De existir un
ciación, el poder como elemento subjetivo o el fenómeno de la emoción. gran potencial integrativo, esta estrategia puede aportar grandes beneficios.
Al margen de su dimensión más pragmática, a continuación, pasare- Con la segunda estrategia, la de rivalidad, se forzará a la otra parte hacia la
mos a ocuparnos de aigunas de las contribuciones que desde ia psicosocial concesión procurando persuadirla para que acepte la alternativa que favo-
rezca los intereses propios.31 Obviamente, si ambas partes optan por esta
se han venido produciendo acerca de la negociación en tanto que proceso
misma estrategia la situación puede derivar en una gradación del conflicto.
específico de interacción social.
La estrategia complaciente, por su parte, implica una reducción en los obje-
tivos y valores que se manifestará en forma de reducción de demandas.
4.2.1. Motivación mixta y elección de estrategias Puede resultar ventajosa cuando se desea concluir rápidamente una nego-
ciación y, especialmente, cuando es adoptada por ambas partes. Finalmente,
El concepto de interneción mixta servirá de base para superar las críti-
con la estrategia de la inacción se puede llegar al punto de suspender o
cas vertidas sobre el modo de concebir la cooperación y ia competición
romper definitivamente la negociación dada la mínima actividad de una de
como alternativas estratégicas separadas.28 Dando por hecho que esa divi- las partes y el desaliento que puede llegar a provocar en ia otra.
sión se alejaba de la realidad de la negociación, los esfuerzos se dirigirán a
confirmar que tanto la competición como la cooperación se hallan entrelaza- Una vez delimitadas estas cuatro estrategias, Pruitt establecerá para
das a lo largo del proceso negociador. Por ello, y dado que en toda negocia- cada una de ellas sus correspondientes determinantes de elección atendien-
ción se dan simultáneamente motivos e incentivos para cooperar y para do a dos dimensiones, la del interés por los propios resultados y la del in-
terés por los resultados del otro, llegando así a configurar su modelo de
intereses dobles.

ios aspectos de la estructura de negociación son afectados por el ambiente externo inci-
diendo a su vez sobre «el proceso, los resultados, la administración de acuerdo y los cam-
bios en las futuras relaciones de negociación entre las organizaciones implicadas». Por su 29 La motivación mixta quedará definitivamente establecida por autores como Morley
parte, el modelo de Strauss se posiciona desde una perspectiva crítica a la teoría del inter- yStephenson (1977), Bacharach y Lawler (1981), Bazeman (1983) y Hall (1983).
cambio económico y teoría de los juegos por considerar que no toman en consideración la 30 Las fórmulas concretas que caracterizan esta estrategia son: ampliar el pastel, re-
complejidad misma de todo proceso de negociación obviando aspectos como «las situa- ducir los costos al oponente y compensarlo, lograr un compromiso, articular nuevas op-
ciones de motivación mixta, la historia anterior, el entorno socioeconómico, la negocia- ciones (Munduate, 1992).
ción intraorganizacional o las necesidades institucionales de las partes» (1992, 241-242). 31 Para Munduate (1992), esta estrategia se corresponde con la «negociación por
28 Será a partir de las aportaciones realizadas por Schelling (1960) cuando se im- posiciones» elaborada por Fisher y Ury (1981). Entre sus utilidades cabe destacar la del
plante este tercer tipo de interacción. Sin embargo, hay que reconocer que, a pesar de que tanteo de la situación. La amenaza de incrementar el antagonismo puede propiciar una
el planteamiento de Walton y McKersie haya sido ampliamente criticado, este permitió visión más realista de la situación y de las aspiraciones que van a poder ser mantenidas por
especificar el carácter manifiestamente distinto de estos dos tipos de interacción, así ambas partes. Si. el conflicto no se ha enconado, las partes pueden revisar su estrategia y
como las actitudes y conductas marcadamente diferentes requeridas por parte de los ne- pasar a una fase de resolución de problemas, aunque con las aspiraciones originarias no-
gociadores. tablemente reducidas.
228 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista. Acción colectiva y procesos de negociación 229

FIGURA? goelación, también llamada de {^pautas cíclicas, y la relativa al proceso de


MODELO DE INTERESES DOBLES la negociación o análisis de las fases temporales. Ei primer modelo, basado
mayoritariamente en investigaciones de laboratorio sobre juegos experi-
Flexibilidad Solución de problemas mentales, tratará de identificar las principales variables independientes que
pueden incidir sobre la variable dependiente o resultados de la negociación,33
el modelo de las fases temporales, por su parte, se centrará en describir el
modo en que evoluciona la negociación desde el principio hasta el final de
la misma. Dado su interés por el proceso y su gran capacidad de sistemati-
zación, nos centraremos ahora en esta segunda aproximación.
Para este modelo de las fases temporales, las relaciones progresan me-
diante el desarrollo de una serie de etapas, etapas que servirán para describir
los cambios que se producen en cualquier relación. A partir de las secuen-
Inacción Rivalidad
cias propuestas por los trabajos de Lewicki (1981), Pruitt (1981), Tysoe
Interés por los propios resultados
(1982), Stephenson y Alien (1987), Munduate establecerá una serie de fases
FUENTE: Serrano y Rodríguez (1993: 68). (fig. II.5) de las que ofrecemos una síntesis a continuación (1992: 262 y ss.).
Entre los factores que determinan el interés por los propios resultados, FIGURAS
cabe destacar la importancia otorgada a las cuestiones que se negocian, o ei MODELO DE FASES TEMPORALES
hecho de que ios negociadores actúen en representación de grupos u orga-
Fase I Fase II Fase III Fase IV FaseV
nizaciones. Por su parte, el interés por los intereses de la otra parte vendría
más bien derivado por la preocupación intrínseca por el beneficio del Preparación ^Antagonismo ^ Marco Propuestas ^ Cierre
otro32 o por la propia percepción de dependencia (Serrano y Rodríguez, Planificación Tanteo Común Soluciones Implementación
1993). El modelo de «elección estratégica» de Pruict logrará de este modo
poner énfasis en la dinámica interactiva psicosocial, permitiendo, además,
c ., /
Lompas de espera Compás de espera Compás de espera sobre
sobre el proceso sobre el problema la pérdida de imagen
integrar en ella otras teorías y perspectivas.
FUENTE: Munduate (1992).
4.2.2. Dimensiones procesuales de la negociación En la fase de -preparación y planificación se trata de prever, teniendo
siempre en cuenta a la otra parte,34 lo que va a suceder en la negociación
Desde una perspectiva más descriptiva y sistematizadora, algunos mo-
delos han tratado de establecer las fases bajo las que se desarrolla y discurre
la negociación. Según Mandílate (1992), existen dos posibilidades de aná-
lisis dentro de esta aproximación, la concerniente a la estructura de la ne- 33 Munduate (1992) destaca a este respecto las aportaciones de Deutsch (1973), Rubin
y Brown (1975) y Druckman (1977), y como variables tratadas la estructuración de me-
tas, la estructura social, la estructuración del problema, la periodicidad y los factores físi-
cos, temporales y personales.
34 Entre las principales tareas intragrupo de esta fase, Munduate (1992) señala el
establecimiento de un diagnóstico preconflictivo, determinar las metas y objetivos tanto
32 Se da como consecuencia de una motivación ideológica, de la existencia de ele- propios como ajenos estableciendo el objetivo o posición más favorable en la que le gusta-
mentos identitarios o sencillamente como consecuencia de un estado de ánimo favorable ría alcanzar el acuerdo y el límite o punto de resistencia, así como la definición de un plan
(Serrano y Rodríguez, 1993: 69). estratégico y sus conexiones tácticas.
230 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista... Acción colectiva y procesos de negociación 231

independientemente de que pueda o no responder a la realidad. Cabe re- A ntagonismo/tanteo Marco común
cordar, no obstante, que aunque las dimensiones básicas de cualquier rela- Competitiva Estrategia Cooperativa
ción de negociación hacen referencia a la naturaleza de las estrategias adop- El objetivo consiste en Las críticas de la otra parte comienzan a
tadas por los negociadores, es importante distinguir entre la especulación demostrar la firmeza disminuir drásticamente.
y rotundidad sobre los Los argumentos esbozados por ambas partes
o elaboración de un plan estratégico y la acción táctica consistente en la aspectos críticos de nuestras comienzan paulatinamente a coincidir.
transformación de una línea estratégica probable en un itinerario real. propuestas y persuadir a la Las condiciones que promueven o disminuyen
otra parte para que se mueva el empleo de una estrategia concreta tienen
La interacción entre las partes alcanzará su punto álgido a lo largo de hacia nuestra posición. una relación inversamente proporcional con la
Se pueden realizar probabilidad de adopción de las demás.
la segunda y tercera fase. En la fase de antagonismo, cada parte tratará de
algunas pocas concesiones
defender sus propios intereses y de hostigar la posición del otro, mientras indudablemente poco
que en la tercera se intentará transitar hacia la cooperación con objeto de relevantes, simplemente
para mostrar nuestra buena
alcanzar un marco común. Por la importancia táctica de estas dos fases, en voluntad y dar la impresión
la figura 9 se ofrece una comparativa en términos de objetivo, la estrategia de que la negociación está
avanzando.
y procesos más relevantes presentes en cada una de ellas.
Procesamiento de la Proceso Tiempo - impasse que hace cada vez más difícil
FIGURA 9
información (Pruitt, 1981). relevante para cada una de las partes realizar concesiones
COMPARATIVA DE FASES DE ANTAGONISMO Y MARCO COMÚN El negociador quiere unilateralmente.
clarificar sus intereses en Esto sucede porque el nivel de las demandas
Marco común un momento en que ne- se ha elevado tanto que se halla en el límite
Tantear la veracidad y ajuste Dado que la meta de ambas partes es la de cesita defender su posición de la otra parte, de modo que se incrementa
de nuestras previsiones, lograr un acuerdo, se pueden ir adoptando con buenos argumentos y considerablemente la resistencia de realizar
para delimitar el problema actitudes de coordinación, siempre y cuando se responder simultáneamente concesiones.
y definir el contenido de la vislumbre una respuesta de reciprocidad en la a los argumentos de la otra En un impasse, el empleo de acciones
negociación (Pruitt, 1981): otra parte. Con el tiempo se irán incrementando parte. competitivas deviene cada vez menos operativo
a) salvar la imagen ante los estas actividades, porque las partes ya no Supone un intercambio porque la otra parte se mantiene también
representados; percibirán que están compitiendo entre sí. de información sobre los firme en sus posiciones, incluso después de las
b) ayudar a clarificar metas y Según el modelo de Pruitt, esta fase se límites, prioridades y el amenazas y todo tipo de presiones.
prioridades propias; explicaría por la presencia de algunas fuerzas poder relativo de ambas Se encuentran impresionados por el cariz que
c) tantear hasta qué punto por las que el negociador se vería forzado en partes. está adoptando el proceso.
se puede forzar a la otra un determinado momento a elegir entre tres La información obtenida da El impasse resulta cada vez más aversivo y
parte a realizar concesiones estrategias posibles: a) conceder unilateralmente una idea de la realidad de comienza a ser cada vez más evidente la
determinando así cuál puede (yo me muevo); la situación, en cuyo marco probabilidad de una ruptura sin acuerdo.
ser el momento de cerrar la b) emplear tácticas de presión (que se mueva él); probablemente reposará el
negociación; c) colaborar conjuntamente (eliminar eventual acuerdo entre las
d) demostrar firmeza de tal distancias). El uso de una de estas estrategias partes
manera que si el otro no se disminuirá la probabilidad de utilizar las demás. FUENTE: Munduate (1992).
mueve tampoco los demás.
Se explicitan las grandes
divergencias existentes, para
4.2.3. Poder y técnicas de negociación
ir estrechando poco a poco el
margen a lo largo del proceso La negociación, en tanto que método de resolución de conflictos, se
centrándose en las ventajas produce porque nadie tiene un poder absoluto sobre el otro. La importancia
del acuerdo, no tan evidente
del poder en la negociación deriva, por tanto, del uso de este método en sí
al principio.
mismo donde «las partes implicadas tienen diferentes grados de poder»
232 Nuevos elementos para el análisis de un modelo p o sífordista... Acción colectiva y procesos de negociación 233

.(Munduate y Martínez, 1998: 33). El deseo de influencia, por tanto, es crítico es cómo se percibe e interpreta el poder, la táctica básica de toda
intríseco a todo proceso negociador y, en este sentido, el equilibrio de po- negociación consista en manipular esta percepción. La elección de una u
der entre las partes resultará ser un elemento esencial, un equilibrio siem- otra táctica en particular vendrá así determinada por la percepción de la
pre buscado tanto si se cree que se tiene menos poder como si se considera relación de poder existente entre las partes afectando decisivamente en el
que es imprescindible aumentarlo. proceso de negociación (Munduate, 1992).
Martínez-Corts, Guerar y Munduate (2011: 185yss.) nos señalan las El poder se convertirá así para estos autores en un elemento clave en
principales características35 de un elemento como el poder siempre pésente la interrelación entre el contexto, el proceso y los resultados de la negocia-
en este tipo de procesos. El grado de poder disponible es relacional, pues ción, pero también de las operaciones de codificación que todos los nego-
siempre quedará referido al de la otra parte pudiendo cambiar además a lo ciadores están abocados a realizar. De entre estas operaciones se destacan
largo del proceso. Elpoder nace de la dependencia de recursos?6 consecuencia tanto la transformación de recursos y presiones del contexto en objetivos y
de una dependencia mutua determinada básicamente por lo importante, acciones a perseguir en la mesa de negociación como la interpretación de
escaso e insustituible de un determinado recurso. El poder supone cierta li- los motivos, intenciones y acciones de la otra parte y la presentación de los
bertad de la otra parte para tomar decisiones, ya que las posibilidades de to- propios. En definitiva, para Bacharach y Lawler el poder desempeñará un
mar decisiones37 se hayan íntimamente relacionadas con las posibilidades papel decisivo39 ocupando en la negociación una posición central capaz de
de ejercer el poder. El poder es un potencial en el que se basarán en gran ofrecer un marco para «analizar el modo en que los negocicadores comien-
medida las acciones tácticas. El temor que representa es lo que nos permite zan a comprender y actuar en función de su situación de poder en la nego-
diferenciar entre poder y ejercer poder. ciación» (Munduate, 1992: 288).

Entre los modelos más relevantes que han hecho del poder en la nego- Fisher (1983), por su parte, entenderá el poder como aquella habili-
ciación su principal objeto de análisis destacamos el de Bacharach y Lawler dad de influir en la otra parte. Como señalan Martínez-Corts, Guerar y
(1984). Según este modelo,38 será el grado de dependencia quien determi- Munduate (2011: 190), parafraseando a este autor, «un aspecto impor-
ne el poder entre las partes. Ahora bien, el poder no puede entenderse tante del poder consiste en ios mecanismos o tácticas de influencia em-
como un simple reflejo de las posesiones cuantificables en términos de in- pleadas por las partes para incidir sobre la decisión de la otra parte». Des-
tercambio objetivo o de control de recursos objetivamente cuantificables, de esta perspectiva, Fisher nos acerca a la idea de empoiuerment, que
para ellos el poder debe entenderse como algo cognitivo, subjetivo, perci- implicaría abandonar la idea de poder como recurso limitado o de suma
bido en definitiva. Cabe esperar, por tanto, que si para estos autores lo cero para pasar a considerarlo como un recurso con posibilidades de cre-
cimiento según el cual si se facilita el aumento del poder de la otra parte
también aumentaría el propio. En la medida en que el empoderamiento
significa reconocer las capacidades, recursos y capacidad de influencia de
35 Características resultantes de la clásica definición de Dahl (1957) según la cual
una persona (A) tiene poder sobre otra persona, grupo o institución (B), en la medida en
la otra parte se podría concluir que algunas bases de poder podrían ser
que puede conseguir que (B) haga o deje de hacer algo que no haría de otro modo. susceptibles de empoderamiento, no así el poder legítimo, el de recom-
36 Los recursos sobre los que se produce el intercambio pueden ser tanto tangibles pensa o el de castigo, que solo podrían ser considerados bajo la perspecti-
como intangibles.
37 Las tomas de decisiones podrán verse restringidas por imperativos legales, mora-
va de suma cero.
les o de otra índole,
38 Bacharach y Lawler harán depender «las estrategias distributivas o competitivas
de la cantidad de recursos disponibles, de modo que cuanto más limitados sean estos
mayor será la probabilidad de que surjan comportamientos y acritudes competitivas» y 39 La relevancia de poder ya se hallaba implícita en el modelo de algunos clásicos
viceversa (Serrano y Rodríguez., 1993: 74). como Rubín y Brown (1975), pero sin llegar a concederle este papel tan fundamental.
236 Nuevos elementos para, el análisis de un modelo postfordista... Acción colectiva y procesos de negociación 237

valores de la cultura de pertenencia de los negociadores. En cuanto a las Con respecto a los modelos interesados por el uso de estrategias vin-
consecuencias de los afectos positivos y negativos en relación con la toma culadas al afecto, destacar la relación, por otra parte esperada, entre la in-
de decisiones, Kumar hará referencia a las relaciones establecidas con res- ducción a afectos positivos y la adopción de estrategias más cooperativas,
pecto a la adopción de estrategias de resolución de problemas o de escala- relación que resultará de signo contrario cuando se induzca a afectos de
ción del conflicto. carácter negativo. Ahora bien, Dorado también nos alerta de la posibilidad
de que de la expresión de afectos negativos puedan derivarse mejores resul-
En el mismo plano de relación cognición-emoción, Porgas (1994)
tados en la negociación.
también intentará relacionar la tendencia a utilizar estrategias cooperati-
vas/integrativas cuando el sujeto experimenta un humor positivo o negati- Ai margen de todos estos modelos, cabe señalar que el modelo capaz
vo. No obstante, sus contribuciones irán más allá con su modelo de infu- de ofrecer una perspectiva más amplia con respecto al papel de la emoción
sión al afecto, modelo que nos remitirá directamente a los juicios que en la negociación será el modelo dinámico de negociación diádica propuesto
elabora el sujeto en una interacción social en relación con la estrategia de por Barry y Oliver (1996) al diferenciar el papel que juega el afecto ai ini-
procesamiento de información utilizada. A este respecto, Porgas estima cio, durante y ai final de la negociación. Con respecto ai inicio de la nego-
que la infusión al afecto se dará con mayor probabilidad ante procesamien- ciación, estos autores destacarán la relación directa o inversa, según corres-
tos de información más elaborados o «constructivos» y no tanto cuando los ponda, en relación con la percepción de similitud/oposición en relación
procesamientos sean más simples o «reconstructivos». con el otro, así como la calidad de los resultados obtenidos en el pasado. El
afecto inicial influirá, además, en la propia decisión de negociar, en la elec-
Entre las estrategias incluidas en procesamientos de información de
ción del oponente, en la importancia que se le otorgue a los resultados que
carácter constructivo, Porgas incluirá el pro'cesamiento sustantivo. Este tipo
se obtengan, en las ofertas iniciales que se propongan y en la orientación
de procesamiento implica llevar a cabo un análisis exhaustivo de la infor-
cooperativa. Durante la negociación, el afecto influirá en la medida en que
mación acerca de un objeto de juicio complejo, lo que obligará a utilizar e
se confirmen o no las expectativas con respecto a la orientación que se es-
interpretar información desconocida hasta el momento. La otra estrategia
pera que vaya a adoptar el otro; en cuanto al final de la negociación, el
que se incluye dentro de esta categoría constructiva será la heurística que
afecto influirá en función de que se superen o no las aspiraciones y de a
nos permitirá, en la medida en que disponemos de información limitada,
quién se atribuya el mérito de ios acuerdos alcanzados, dejando también su
utilizar atajos cognitivos haciendo un análisis superficial de la información
impronta en el deseo de negociar en el futuro.
tratando de ofrecer una respuesta con el mínimo esfuerzo. En el procesa-
miento de carácter reconstructivo, por su parte, se reproducen representa-
ciones cognítivas existentes y respuestas ya almacenadas como ocurre en las
estrategias de acceso directo^ a una evaluación preexistente. En tales casos,
la producción de un juicio se basará en una respuesta ya existente ante un
objeto bien conocido, o en estrategias de procesamiento motivado ante una
meta también preexistente donde se tratará de buscar información que re-
sulte coherente con dicha meta.47

46 Se podría dar ante situaciones en las que podemos dar una respuesta que ya he-
mos dado y nos ha resultado útil.
47 Implica una búsqueda de información selectiva y eso hace menos probable la in-
fusión del afecto.
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1: Diferencias entre el estructural-funcionalismo y las teorías del


conflicto 40
2: Reestructuración de actitudes y módulos de relación 74
3: Diferencias entre el sistema de producción fordista y postfordista . 117
4: Niveles de actividad de las relaciones laborales 139
5: Los tres espíritus del capitalismo 151
6: Modelos de acción y lenguaje 180
7: Modelo de intereses dobles 228
8: Modelo de fases temporales 229
9: Comparativa de fases de antagonismo y marco común 230
ÍNDICE

PREFACIO 9
INTRODUCCIÓN . 11

PRIMERA PARTE
CONFIGURACIÓN TEÓRICA DEL MODELO FORDISTA
DE RELACIÓN LABORAL
INTRODUCCIÓN 17

1. PARTICIPACIÓN Y COOPERACIÓN 21
1.1. El proceso de institución alización de la función directiva 21
1.2. Reglamentación del trabajo y negociación colectiva 29
1.3. Acción normativa e interiorización de valores 35
2. CONSENSO LIBERAL Y CONFLICTO 39
2.1. La funcionalidad del conflicto 40
2.2. Intereses y autoridad 41
2.3. Las instituciones de la tregua 43
3. CONFLICTO Y CAMBIO SOCIAL 47
3.1. Subjetividad y dominación ideológica 47
3.2. Control y proceso de trabajo 50
3.3. Relaciones laborales y estructura social 52
índice índice 253
252

3.2. Las relaciones laborales como prácticas disciplinarias 172


4. El PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE LAS RELACIO- 174
57 3.2.1. Lengua]e y acción comunicativa
NES LABORALES ..
3.2.2. De la coacción al consentimiento 183
4.1. Acción y eficiencia 57
64 3.2.3. Dominación y disciplina 189
4.2. El significado de la interacción 3.2.4. Poder, subjetividad y cultura corporativa 199
4.3. Estrategias y procesos de negociación 71
4. ACCIÓN COLECTIVA Y PROCESOS DE NEGOCIACIÓN 211
SEGUNDA PARTE 4.1. Más allá de la acción racional 212
NUEVOS ELEMENTOS PARA EL ANÁLISIS DE UN MODELO 213
4.1.1. Actores colectivos: intereses de grupo y capital social.
POSTFORDISTA DE RELACIÓN LABORAL 220
4.1.2. Conducta racional, normas sociales y emociones
INTRODUCCIÓN 79 4.2. El carácter interactivo y dinámico de la negociación 225
4.2.1. Motivación mixta y elección de estrategias 226
1. ACERCA DEL DEBATE MODERNIDAD/POSTMODER- 228
85 4.2.2. Dimensiones procesuales de la negociación
NIDAD
4.2.3. Poder y técnicas de negociación 231
1.1. El cambio a partir de la continuidad 87
89
4.2.4. Gestión del conflicto y emoción 235
1.1.1. El proceso de individualización &y
1.1.2. Globalización e informacionalismo 94 BIBLIOGRAFÍA 239
1.1.3. La percepción de los riesgos contemporáneos 99 ÍNDICE DE FIGURAS 249
1.2, La quiebra del paradigma racional 104
1.2.1. La trasformación de los lazos sociales 105
1.2.2. Consumo y nuevos siervos 110
2 REACCIONES ANTE UN SISTEMA DE PRODUCCIÓN
EN CRISIS 117
2.1. El declive del sistema de producción fordista 120
2.1.1. Relación salarial y postfordismo 121
2.1.2. Un modelo alternativo al sistema de producción
fordista 125
2.1.3. Hacia un nuevo sistema de organización del trabajo:
lean production 128
2.1.4. La empresa como motor de cambio 135
2.2. El discurso del nuevo management 140
2.2.1. Literaturay nueva gestión 142
2.2.2. Discurso y nuevo espíritu del capitalismo 148
3. CONSECUENCIAS DE UN MODELO HEGEMÓNICO
DE GESTIÓN 157
3.1. El desafío de la flexibilidad 158
3.1.1. Predominio del «nada a largo plazo» 160
3.1.2. Déla ética del trabajo a la estética del consumo 166
234 Nuevos elementos para el análisis de un modelo postfordista.., Acción colectiva y procesos de negociación 235

Será precisamente en las diferentes fuentes de poder donde Raven la propuesta de Yukl y Tracey (1992) en la que se intentará relacionar cada
(1992) centrará sus investigaciones, A partir de una primera lista elaborada táctica con una o varias bases de poder.
junto a Frenen (1959), Raven40 nos ofrece una serie de modalidades más
allá de lo aportado por la teoría del control-sanción que pasamos a resumir 4.2.4 Gestión del conflicto y emoción
de la mano de Martínez-Corts, Guerar y Munduate (2011: 191 y ss.). El
poder de información utilizado para apoyar la posición, los argumentos y El estudio de la emoción ha pasado a contemplarse en poco tiempo
resultados que se pretenden alcanzar; el poder coercitivo, tanto personal como un aspecto básico para lograr una total comprensión del conflicto y
como impersonal, llevado a cabo mediante amenazas41 para conseguir po- su gestión, por lo que pasamos a ofrecer, a continuación, un resumen de
ner en evidencia consecuencias negativas; el poder de recompensa, también aquellos modelos44 que han abordado aspectos emocionales como elemen-
personal e impersonal, consistente en proporcionar algo valorado por la to interviniente y fundamental en el análisis de la negociación ateniéndo-
otra parte; el poder referente derivado de la identificación con la parte con- nos a la revisión realizada al respecto por Dorado (2011: 102 y ss.)
traria; el poder experto basado en el manejo de un conocimiento o habili- Lawler y Yoon (1995), en su modelo de compromiso relacional, obvia-
dad superior; el poder legítimo cuando se tiene derecho a él por la posición rán las emociones que pueden llegar a generarse durante el proceso nego-
que se ocupa, por el marco legal regulador de la relación, por reciprocidad, ciador, centrando su atención en la emoción que generan los acuerdos al-
por equidad o por dependencia. canzados en encuentros anteriores y repetitivos, Los acuerdos generan
Las diferencias entre poder y tácticas de influencia no han sido reco- emociones positivas influyendo en la satisfacción y el interés por futuros
gidas explícitamente por este tipo de clasificaciones, máxime cuando las encuentros afectando así en sus respectivas percepciones y en su relación
con el compromiso. Este modelo incluirá también la relación de poder45
tácticas de influencia se conciben «como un puente entre el poder y la
existente entre las partes.
conducta ejercida» (ibíd,: 193). Tal y como aclaran estos autores, las bases
de poder y las tácticas son constructos diferentes, por lo que el conoci- El modelo de Kumar (1997) se centrará en destacar los principales
miento de tales bases no puede permitirnos conocer cuáles serán las tácti- antecedentes y consecuencias del afecto. De sus estudios se desprenden
cas/2 A pesar de ello, estos autores han procedido a elaborar un resumen como principales antecedentes la imagen que se tiene del otro y de su inte-
de la clasificación de las tácticas más habituales43 en una negociación bajo rrelación, los resultados obtenidos por cada negociador (justicia distributi-
va), el modo en que hayan sido obtenidos (justicia procedimental), o los

40 Las propuestas de French y Rayen en 1959, y de Raven en 1965, serán ampliadas


por este último en la década de los noventa ofreciéndonos una interesante clasificación de 44 Dorado (2011) hará referencia al modelo de compromiso relacional (Lawler y
las bases de poder. Yoon, 1993, 1995), basado en los encuentros repetidos de los negociadores; el modelo de
41 Las amenazas pueden ser impersonales (pérdida de salario o beneficios) o perso- relación cognición-afecto (Kumar, 1989, 1997; Porgas, 1994, 1995, 1998) centrado en la
nales (muestras de desaprobación, antipatía). relación entre el afecto explicitado en los negociadores y el procesamiento de la informa-
42 Se puede utilizar la amenaza, por ejemplo, aunque mi capacidad punitiva no sea ción llevado a cabo por los mismos; el modelo basado en el uso de estrategias vinculadas
excesiva. al afecto y sus resultados (Barón, 1990), (Carnevale e Isen, 1986; Alrred, Mallozzi, Matsui
43 En concreto, estos autores presentan nueve posibles tácticas: la persuasión racio- y Raia, 1997); y el modelo dinámico de negociación diádica (Barry y Oliver, 1996) que
nal basada en argumentos lógicos y objetivos; el intercambio donde se prometen recom- pasará a diferenciar el papel del afecto inicial, afecto experimentado en la negociación y
pensas; el recurso a aspiraciones de la otra parte basadas en valores, ideales y aspiraciones; afecto tras la negociación.
consulta y consideración de ¡deas y sugerencias de otras personas; el recurso a sentimien- 45 Distinguen entre el poder total referido, o poder que cada uno tiene con respecto
tos de lealtad y amistad; el alago y la adulación; la legitimación basada en políticas, reglas, al otro en función de la dependencia mutua, y el poder relativo correspondiente a la dife-
prácticas habituales o tradiciones; la presión ejercida mediante la exigencia y la amenaza; rencia de poder existente entre ambos. El total influye positivamente en la posibilidad de
y recurrir a la ayuda de otras partes implicadas (Munduate y Medina, 2011: 194). llegar a acuerdos y el parcial negativamente (Dorado, 2011: 103).
Este libro se terminó de imprimir
en los talleres del Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Zaragoza
en enero de 2019

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