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1. INTRODUCCIÓN
Debemos tener en cuenta que las lenguas cambian y varían constantemente, no evolucionan.
Evitaremos, por tanto, el uso de “evolución” y hablaremos de “cambio” y “variación”.
“Evolución” es una noción decimonónica del S.XIX. Hay también metáforas del tipo
“nacimiento”, “desarrollo”, “mortandad”, etc., tomadas de la biología en ese siglo y usadas en
el S.XX en la filología. Dicha “evolución” implica una mejoría, sin embargo, las lenguas no
mejoran ni empeoran, solo se modifican.
3. EL SIGNO LINGÜÍSTICO
Para entender todo esto, debemos saber qué es un signo lingüístico y cómo, desde la
concepción estructuralista, la lengua se entiende como un sistema de signos lingüísticos
estructurado en niveles de indagación y formalización lingüística (fonético-fonológico,
morfológico, sintáctico, semántico). A partir de las afirmaciones de Saussure sobre la lengua
como forma y no sustancia, establecemos que el signo lingüístico está compuesto por dos
caras: significante y significado; idea ya expresada por Aristóteles y los estoicos. La lengua
es un sistema de signos y las unidades mantienen entre sí una oposición.
Un modelo de signo lingüístico es el del lingüista Hjelmslev (estructuralista no praguense): el
signo lingüístico tiene contenido (significado) y expresión (significante), y distingue una
forma y una sustancia: sustancia del contenido (pensamientos), forma del contenido (cómo se
expresan los pensamientos), sustancia de la expresión (sonidos, lo que se escucha) y forma de
la expresión (fonemas, lo que le subyace). No debemos confundir “forma” con la
configuración externa de algo, sino que se refiere a la estructura interna o abstracta de las
unidades lingüísticas y sus niveles. Los niveles del sistema de la lengua, es decir, fonología
(fonemas), sintaxis y morfología serían forma, mientras que la fonética (sonidos) serían
sustancia.
El latín conoce diez vocales. Hay oposición funcional en virtud de un rasgo fonológicamente
pertinente: la cantidad, de tal modo que la oposición se establece entre breves y largas. Esto
es, la duración de la vocal supone un cambio de significado.
Con el tiempo, la oposición basada en la cantidad deja de ser pertinente. Ahora, sólo es un
mero contraste fonético de dos variantes, es decir, dos alófonos a los que subyace un mismo
fonema. Ej: [e] y [ɛ] = /e/. Este cambio ha implicado que los sonidos breves se hayan abierto
y los sonidos largos se hayan cerrado, y que el acento prosódico juegue un papel esencial.
Sonidos (RFE):
Inicio
La vocal larga i a principio de palabra se cierra y se queda igual.
La i breve, la e larga y la e breve se abre en e.
La a larga se queda en a.
La o breve, la o larga y la u breve se abre en o.
La u larga se queda en u.
Si la e breve o la o breve son tónicas diptongan en ie /je/ y ue /we/.
Mitad
La a es la única que se mantiene igual.
Final
La i larga y breve y la e larga y breve dan e.
La o larga y breve y la u larga y breve dan o.
La a larga y breve se queda en a.
7. FENOMENOS FONÉTICOS
En primer lugar, debemos saber que la lenición es un proceso de cambio fonético que
consiste en el debilitamiento de una consonante (paso de fortis -fuerte- a lenis -débil-) o, más
generalmente, en la pérdida de tensión articulatoria en un sonido, de tal manera que es
sustituido por otro menos obstructivo, llegando incluso a la elisión completa. El
debilitamiento puede darse en múltiples rasgos, por ejemplo, la sonorización de una
consonante sorda o la fricativización de una oclusiva; análogamente también se puede dar un
ensordecimiento o una desafricación.
Para llevar a cabo los siguientes cambios lingüísticos, debemos tener en cuenta que:
1. Las palabras en latín aparecen escritas en mayúsculas.
2. La sílaba tónica se situaba en la antepenúltima sílaba, a menos que en la penúltima
sílaba hubiera una vocal larga.
3. Las palabras latinas aparecen en caso acusativo porque la mayoría de términos léxicos
del español con etimología latina proceden de este caso gramatical.
4. En las transcripciones de las palabras, las vocales largas se representan seguidas de
dos puntos: /o:/
Los principales fenómenos fonéticos son:
Adición:
Prótesis: se añade un nuevo sonido al principio de la palabra. Se da especialmente en
las palabras que comienzan por s + cons (SCHOLA > escuela).
Epéntesis: se añade un nuevo sonido a mitad de palabra (STELLA > estrella)
Paragoge: se añade un nuevo sonido al final de palabra (hiciste > hicistes*)
Supresión:
Aféresis: se suprime un sonido al inicio de palabra (APOTHECA > bodega)
Síncopa: se suprime un sonido a mitad de palabra. En este proceso, las vocales breves
desaparecen entre consonantes si son átonas. (CIVITATE > ciudad)
Apócope: se suprime un sonido a final de palabra; se da sobre todo en la elisión de la
–e (SOLE > sol).
Otros:
Asimilación: un sonido adopta los rasgos de otro que lo precede o le sigue. Según el
sentido en que se produce, puede ser progresiva (un sonido produce cambios en otro
que le sigue; es menos frecuente. Ej: en “hazte” la /t/ se interdentaliza) o regresiva (un
sonido influye en otro que le presente. Ej: árbol > albol). Según el alcance,
encontramos la asimilación parcial (solo modifica algunos rasgos) o asimilación total
(un sonido duplica íntegramente el sonido que lo sigue y da lugar a consonantes
geminadas. Ej: SEPTEM > /sétte/ > siete). Por último, según la distancia entre los
sonidos, tenemos la asimilación por contacto (entre sonidos que son contiguos) o
asimilación a distancia (entre sonidos que no están directamente en contacto).
Disimilación: se altera un sonido para diferenciarse de otro igual o semejante dentro
de una misma palabra. Ej: arbor (lat.) > árbol (esp.)
Metátesis: cambio de posición del sonido dentro de la palabra (PERICULU >
peligro)
Sonorización:
Los sonidos oclusivos sordos a los que subyacen los fonemas oclusivos sordos /p/, /t/, /k/
sonorizan en /b/, /d/, /g/ respectivamente en posición intervocálica y en posición
intervocálicovibrante (vocal-oclusivo-vibrante).
Fricativización
La hispanística ha hablado de este proceso como fricativización (o fricación) de los sonidos
oclusivos, pero la fonética describe este fenómeno como aproximación, es decir,
que [β], [ð] y [ɣ] son sonidos aproximantes y no fricativizados, pues no se produce una
turbulencia de aire en la cavidad oral, que es lo que describe el modo de articulación
fricativo, propio de sonidos a los que subyacen los fonemas /f/, /θ/, /s/, /ʝ/ y /x/. No obstante,
el AFI los clasifica como fricativos: [β], [ð] y [ɣ] AFI = [ƀ], [đ] y [ǥ] RFE. En algunos
casos, estas consonantes fricatizadas desaparecen en posición intervocálica: LEGALE >
/legál/ > /leɣál/ > /leál/ > leal.
Palatalización:
Los sonidos palatalizados son aquellos que han sufrido un proceso de palatización, es decir,
por estar en contacto con un sonido palatal. El sonido palatal correspondiente a /i/ se llama en
este ámbito de estudios yod, la cual puede ser explosiva o semiconsonante cuando precede a
una vocal (Ej: miedo) y implosiva o semivocal cuando sigue a una vocal (Ej: seis). La
posición de la yod y la contigüidad con otros sonidos provocará cambios.
Los sonidos se palatalizan porque los sonidos consonánticos se articulan aproximándose a la
articulación de yod, teniendo como resultado sonidos palatales, africados o interdentales:
/θ/, /ʧ/, /ʝ/, /x/ y /ɲ/.
Los sonidos susceptibles de palatalización se hallan en torno al punto de articulación palatal:
dentales, alveolares y velares. Existen excepciones, como en contacto con /p/, /s/ y /r/, que se
produce metátesis (la yod se antepone a la consonante).
- Inicio:
[pl-], [kl-], [fl-] > /ʎ/ (la oclusiva desaparece y la lateral alveolar retrasa su punto de
articulación transformándose en la lateral palatal). CLAMARE > llamar.
- Mitad:
[-kt-], [-ult-] > /ʧ/
[dj], [gj] > /ǰ/ (y)
[nj] > /ɲ/
[mn], [nn], [gn] > [ɲ]
Velarización:
Mitad: [lj] + voc, [-kl-], [-gl-], [-tl-] > /x/
El grupo /-gl-/ se reduce y palataliza, dando lugar a la sibilante palatal sonora /ʒ/, para luego
retrasar su punto de articulación y transformarse en la fricativa velar /x/. (Ej: SPECULUM >
/spéglu/ > /spéxo/ > espejo.
Monoptongación:
El latín conocía los siguientes diptongos: ae, oe, au (y eu, para los diptongos procedentes del
griego). Estos diptongos monoptongan en español: /ae/ > /e/, /au/ > /o:/, /oe/ > /e:/
Ejemplos: oe: POENAM > pena / ae: AETATEM > edad / au: CAUSAM > cosa.
CAELUM > cielo porque /ae/ monoptonga en /e/ breve tónica que, a su vez, diptonga en /ie/.
Interdentalización:
Es causada por un proceso de palatalización, es decir, por contigüidad con un sonido palatal
que sucede a la consonante que cambia a interdental: [tj], [kj] > /θ/ (Ej: CAPITIAM > cabeza,
BRACHIUM > brazo).
Reducción de las consonantes nasales:
Puede ser de dos tipos:
1. La nasal bilabial /m/ en posición final de palabra cambia su punto de articulación a
alveolar en las palabras monosilábicas y desaparece en los demás casos. Ejemplo:
TAM > tan / ACTUM > acto.
2. La nasal alveolar /n/ desaparece en el contexto en que va precedida de una vocal y
seguida de /s/. Ejemplo: SPONSUM > esposo.
La /f-/ latina:
Se aspira la fricativa labiodental /f-/, que da lugar al sonido velar /h-/ y después acaba
desapareciendo. No obstante, la grafía h se mantuvo como consonante muda. Ejemplo:
FEMINA > /fémna/ > /fémbra/ > /émbra/ > hembra.
Espirantización:
Las oclusivas velares se fricatizan a final de sílaba o ante consonante porque se debilitan; este
proceso también es conocido como lenición. Ejemplo: /k/ > /x/, /g/ > [ɣ]. Se da también en la
sonorización de oclusivas sordas o en la fricatización o aproximación del resto oclusivas.
Degeminación:
Una consonante geminada se vuelve simple, excepto -ll-, -rr- y -nn- (Ej: SPISSUM > espeso).
Los dígrafos ll y rr (dos letras representadas cada una por un mismo fonema: /ʎ/ y /r/) son los
únicos casos en español escritos con consonantes dobles que se pronuncian como parte de
una misma sílaba. En cuanto a nn, desapareció por la falta de espacio y papel que llevaba a
los escribas a utilizar abreviaturas.
Vocalización de [ɣ]
Se convierte en la semivocal /i/ ante consonante y a final de sílaba: LIGNAM > /lígna/ >
/líɣna/ > /léɣna/ > /léina/ > leña.
Ejemplos:
lacrima. La palabra resultante es lágrima, por los siguientes motivos:
en lo que respecta al consonantismo,
o el sonido oclusivo velar sordo [k] ha sonorizado debido a su posición entre sonido
vocálico y sonido vibrante, de tal modo que se ha resuelto en un sonido aproximante
velar sonoro [ɣ], alófono o variante del fonema oclusivo velar sonoro /g/.
en cuanto al vocalismo,
o no ha experimentado cambios debido a la consistencia de la vocal abierta central /a/
en todas las posiciones silábicas.
o La vocal cerrada palatal /i/ ha podido mantenerse por la articulación contigua de la
vibrante, a pesar de que su sílaba precedente sea prosódicamente tónica y,
generalmente, las vocales de las sílabas a mitad de palabra tiendan a la síncopa o
elisión.
latronem. La palabra resultante es ladrón, por los siguientes motivos:
en lo que respecta al consonantismo,
o se ha producido la apócope de la marca de acusativo -em (primero de -m, luego de -e),
o el sonido oclusivo dental sordo [t] ha sonorizado debido a su posición entre sonido
vocálico y sonido vibrante, de tal modo que se ha resuelto en un sonido aproximante
dental sonoro [ð], alófono o variante del fonema oclusivo dental sonoro /d/.
en lo que respecta al vocalismo,
o la /a/, por su consistencia articulatoria, se ha mantenido.
o la /o/ ha podido mantenerse por la articulación contigua de la vibrante.
El profesor Marcos Marín no dice que la norma de Madrid sea la correcta y la de Sevilla, la
desviada, aunque entre los hombres “cultos”, como Unamuno, Andalucía era considerada “la
especie inferior”.
Como podemos ver en el cuadro, en Madrid se distingue entre la sibilante dentoalveolar y la
alveolar y entre la sonora y la sorda. La dentoalveolar sufrirá un desplazamiento de la
articulación y cambiará a interdental, y tanto esta como la alveolar desfonologizarán a favor
de la sorda, quedando así dos fonemas: interdental sordo /θ/ y alveolar sordo /s/. En cambio,
en Andalucía, desfonologizará tanto la oposición dentoalveolar/alveolar y sorda/sonora,
quedando un único fonema /s/ con dos alófonos: [s] y [θ]. Actualmente, debemos
preguntarnos si la oposición /s/ y /θ/ es una oposición funcional (distinguidora de
significados) o solo es un constante fonético.
No debemos confundir el fonema interdental fricativo sordo /θ/ con el fonema alveolar
fricativo sonoro /z/ (actualmente inexistente).
Como sabemos, en la época medieval, el español poseía seis fonemas sibilantes con un punto
de articulación muy próximo; estas eran: las africadas dentoalveolares /ʦ/ y /ʣ/, las fricativas
ápicoalveolares /s̺ / y /z̺/, y las fricativas prepalatales /ʃ/ y /ʒ/.
El escaso margen de diferencia en su punto de articulación creaba confusiones entre ellas,
como podemos ver en testimonios gráficos de textos medievales; esto dio origen a cambios,
que comienzan a gestarse a finales de la Edad Media:
1. Desafricación: el primer cambio que se produjo fue la pérdida del momento de
oclusión de las africadas /ʦ/ y /ʣ/, quedando solo el momento fricativo; los fonemas
resultantes son los fricativos predorsodentales /t͡s/ y /d͡z/.
2. Ensordecimiento de la consonante sonora: fue el segundo cambio que tuvo lugar y se
conservaron solo las sordas: /t͡s/, /s̺ / y /ʃ/. Esta neutralización comenzó en las zonas
más norteñas de Castilla y se fue extendiendo hacia el sur, aunque la distinción
todavía se practicaba en el español de Toledo y Sevilla a finales del S.XV y
actualmente se mantiene en el judeoespañol debido a los descendientes judíos
expulsados de España en esta época.
1. Adelanto del lugar de articulación de la fricativa predorsodental /t͡s/: esta era la
consonante más próxima a la zona dental, por lo que adelantó su punto de articulación
a interdental; el resultado es la interdental fricativa sorda /θ/. En el español
meridional, en cambio, las antiguas africadas y las fricativas se confundieron en un
punto de articulación generalmente predorso-alveolar, por lo que los cuatro fonemas
medievales /ts/, /dz/, /s/ y /z/ desembocaron en un único fonema /s/.
2. Retroceso del lugar de articulación de la fricatica prepalatal /ʃ/: esta retrocede hacia la
zona posterior del paladar, acercando la parte posterior de la lengua al velo del
paladar, es decir, a la zona velar; el resultado es la velar fricativa sorda /x/ En algunas
zonas de Andalucía, esta articulación se retrasó aún más, dando lugar a la aspirada
laríngea /h/, que podemos ver en pronunciaciones como [óho] > ojo.
De este modo, entre los S.XVI y XVII, el sistema se redujo de seis fonemas a tres (en el
español septentrional) o dos (en el meridional), cuyos puntos de articulación están ya
suficientemente distanciados: entre los dientes, la /θ/; en los alvéolos, la /s/; y en el velo del
paladar, la /x/. El modo de articulación para todos es fricativo, lo cual supone también una
simplificación, pues la articulación fricativa requiere menos esfuerzo articulatorio que la
africada (oclusión+fricación).
Evolución de las sibilantes en el norte y centro de la Península.
CONFLUENCIA ENTRE B y V
El inventario para el español era:
- /β/ (proviniera de b o v latina) entre vocales, normalmente escrita ‹v›: vivu > español
medieval vivo [ˈβiβo]; amābat > español medieval amava [aˈmaβa]. Si procedía de
una palabra latina con grafía p, el fonema se sonorizará en la oclusiva b; mientras que
si la palabra latina se escribía con b, pasará a ser una b fricativa (que se corresponde
con la v). Ejemplos: SAPERE > sabie / HABERE > ouo
- /b/ (proviniera de b o v latina) en la mayoría de los demás contextos, normalmente
escrita ‹b›: barba > barba [ˈbaɾba]; bene ↝ bienes [ˈbi̯ enes]
- /β/ (proveniente de v latina) a principio de palabra, normalmente escrita ‹v›: venis >
vienes [ˈβi̯ enes]
ANEXO: NOCIONES DE FONOLOGÍA
La fonología es la ciencia lingüística que se encarga del estudio de las propiedades
estructurales y funcionales de los sonidos, en concreto, de los fonemas (unidad mínima
distintiva y no significativa compuesta por los rasgos distintivos y no distintivos de los
sonidos). Se ocupa del estudio de los fonemas. Los fonemas en español son 24 (5 vocales y
19 consonantes). Veamos dos sonidos a los que puede subyacerle o no el mismo fonema:
[b] y [ƀ] son alófonos del mismo fonema /b/, mientras que a [b] y [p] le subyace un fonema diferente.
Cada sonido tiene unas propiedades (o rasgos) articulatorias y acústicas, las cuales usamos
para decir que los sonidos del habla (comunicativos, concretos, dinámicos) tienen sus
respectivas unidades (no comunicativas, abstractas, estáticas), que llamaremos fonemas. Pero
no existe un fonema por cada sonido, pues hay sonidos muy parecidos entre sí, como [b] o
[ƀ], que corresponden al mismo fonema, ya que su pronunciación no distinguen significado.
La lingüística praguense dirá que son dos realizaciones del mismo fonema y la
norteamericana dirá que son alófonos de un fonema.
Por su parte, [b] y [p], si presentan cambio de significado (bala/pala). Estamos, pues, ante
dos sonidos que remiten a dos fonemas diferentes o, dicho de otro modo, dos realizaciones de
fonemas distintos: /b/ y /p/.
Los rasgos son las propiedades o elementos (productos de la abstracción de los rasgos reales:
los del habla) de los que se componen los fonemas. Estos son unidades abstractas, estáticas,
no comunicativas, mínimas no significativas (que no tienen significado) y distintivas
(distinguen significado). Por tanto, el fonema es abstracto, refleja los sonidos y distingue
significado, pero no tiene significado por sí mismo.
El fonema /b/ tiene los siguientes rasgos: oclusivo bilabial sonoro; mientras que /p/ es un
fonema oclusivo bilabial sordo. Como vemos, se diferencian en uno de ellos: sonoro/sordo. A
este rasgo diferenciador se le llama rasgo pertinente o distintivo, el cual es el que distingue el
significado.
NEUTRALIZACIÓN
Las unidades son unidades diferentes no solo por sus diferentes sustancias, sino porque se
hallan en oposición funcional. En español /b/ y /m/ son unidades diferentes porque si, por
ejemplo, en lugar de decir bobo decimos momo, estamos diciendo cosas diferentes. También
[b] y [β] se distinguen por ciertos rasgos, pero en estos casos no se trata de unidades
funcionales, sino de variantes de una misma unidad.
Una diferencia funcional mínima entre dos unidades de lengua se llama rasgo distintivo. La
noción fundamental y nueva del estructuralismo no es la de ‘unidad funcional’, sino la de
‘oposición funcional’ y ‘rasgo distintivo'. En un sistema lingüístico, las diferencias
funcionales se presentan comúnmente de manera sistemática.
El principio de neutralización establece que oposiciones distintivas de una lengua no
funcionan en todos los casos en que se presentan las correspondientes unidades, ya que en
ciertos contextos pueden quedar suspendidas o neutralizadas. En español, la distinción entre r
y r̄ (rr) funciona sólo en posición intervocálica (caro – carro, pera – perra) y se suspende en
todas las demás posiciones, pues fuera de esa posición se escribe siempre r, aunque se
pronuncie r o rr.
Por otro lado, en la oposición entre dos unidades, uno de los rasgos diferenciales puede
también ser ‘cero’. Esto significa que lo que distingue las dos unidades es el rasgo positivo
propio de una de ellas (rasgo diferencial), mientras que la unidad que presenta el rasgo ‘cero’
no tiene características propias y se caracteriza, dentro de la oposición, sólo por la ausencia
del rasgo positivo de la otra.
CORRELACIONES
A las parejas que participan de las relaciones señaladas en las clasificaciones de las
oposiciones, Trubetzkoy las llamó correlaciones. Por “correlación” se entiende el conjunto de
todos los pares correlativos que se caracterizan por la misma marca de correlación. Por “par
correlativo” entendemos dos fonemas apareados que están entre sí en oposición bilateral,
proporcional y privativa. Una marca de correlación es una particularidad fonológica por cuya
presencia o ausencia se caracteriza una serie de pares correlativos. Por su parte, un fonema no
apareado es aquel que no participa de ningún par correlativo. En cambio, cuando un fonema
participa de varias correlaciones de la misma clase, todos los fonemas que forman parte de
los mismos pares correlativos se reúnen en “haces de correlaciones”.
Desde el punto de vista articulatorio, se distinguen varias series que agrupan fonemas que
tienen el mismo punto de articulación en español:
- Labial: bilabiales y labiodentales.
- Dental: dentales e interdentales.
- Palatal: siseantes y chicheantes.
- Velar: velares y postvelares.
Desde el modo de articulación de primer grado, son pertinentes:
- Consonadores: oclusivo y fricativo.
- Sonantes.
Desde el modo de articulación de segundo grado, encontramos:
- Tensión-aspiración-intensidad.
- Sonoridad (sordo/sonoro)
- Recursión (recursivo/infraglotal; abrupto/gradual)
- Desenlace (inyectivo/explosivo)
PROPUESTA ALTERNATIVA DE JAKOBSON Y HALLE
Los lingüistas Jakobson y Halle plantean una alternativa de rasgos inherentes. Parten de tres
ideas: universalismo (buscan universales lingüísticos), simplificación y binarismo. Su
propuesta se reduce a 12 parejas de rasgos. Relacionan el sistema fonológico con la
adquisición de sonidos por parte del niño y con la progresiva pérdida de sonidos en el afásico.
Cuanto más compleja es una pareja de rasgos, más tarde se adquieren en el niño y antes se
pierden en el afásico. Estos pares de rasgos son:
Críticas:
Malmberg dice que la propuesta es inadecuada si:
1) Queremos explicar el complicado sistema vocálico del sueco, que requiere
gradaciones como agudo/grave/más grave.
2) No explica los diferentes grados de abertura de las vocales.
3) No explica los fonemas de una lengua que no son completamente orales ni nasales
(oronasales o vocales nasalizadas). El problema reside en el binarismo de la
clasificación, pues hace que no encajen las oposiciones graduales.
DISTINCIÓN VOCAL-CONSONANTE
Es un rasgo inherente, cuya repartición depende de cada sistema lingüístico, pues cada lengua
decide si un rasgo es consonante, vocal o sonante. Alarcos cuando define los fonemas no
comienza diciendo fonema consonántico vs fonema vocálico, porque considera que no es
pertinente, ya que se distinguen por sus demás rasgos. Historiográficamente, se han dado tres
definiciones de la distinción vocal-consonante:
1. Hjelmslev: los fonemas capaces de formar por sí solos una unidad significativa (o una
palabra). Crítica:
- Esta definición de Hjelmslev es insostenible, pues vocal y consonante son conceptos
fónicos (acústicos) y sólo se pueden definir como tales.
- Trubetzkoy pone excepciones: vocales que no pueden formar por sí solas palabras y
consonantes que se consideran vocales por constituir palabras o interjecciones.
2. Jakobson: las vocales son elementos que pueden funcionar como centro de sílaba.
Críticas:
- En español siempre es centro de sílaba, pero en otras lenguas no siempre lo son.
- Trubetzkoy afirma que debe hablarse de centros silábicos sólo en aquellas lenguas en
que existen particularidades prosódicas distintivas. Pero en lenguas en las que no
existan particularidades prosódicas, la sílaba no es un concepto fonológico, sino
fonético y sólo puede ser definida con ayuda del concepto de vocal.
No obstante, desde el punto de vista funcional, resulta útil definir las vocales como aquellas
que constituyen los centros silábicos y las consonantes como elementos marginales para las
lenguas donde haya pertinencia de particularidades prosódicas, como en español.