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En la Edad Media, la grafía -f- podía representar el sonido labiodental fricativo sordo
/f/ o la aspiración. Encontramos la grafía h- ya en el siglo XII en algunos textos, pero lo
general, hasta finales del XV es el mantenimiento de f-.
Suele ponerse como ejemplo de cambio de grafía las dos primeras ediciones de La
Celestina porque, en la primera (1499), predomina la grafía /f/ y, en la segunda (1501), la /
h/. Aunque, a partir del XVI, lo predominante sea la grafía /h/, no faltan textos arcaizantes
que presenten /f/.
Parece claro, por los documentos, que el fenómeno se inicia en las zonas norteñas
limítrofes al vasco. En cuanto a la cronología, se registra ya en el siglo IX, por lo que hay
que suponer que el fenómeno se diera mucho antes en el habla. Pero lo normal era que la
grafía se mantuviera. Lo que no quita que en la lengua literaria haya casos de h- por f- desde
el siglo XII, pero son los menos. Todavía en el Siglo de Oro podemos encontrar la f-
mantenida en la literatura “arcaizante” (libros de caballerías, teatro en fabla) y en
documentos notariales. Hasta la primera mitad del siglo XVII podemos encontrar h- en
palabras que hoy han mantenido la f- (halda/hebrero).
Vemos también casos de /f/ antietimológica: inflare > hinchar. Estos casos han sido
explicados como ultracorrección o como un cruce de palabras. En situación interior
podemos encontrar casos de aspiración cuando la conciencia lingüística la interpreta como
palabra compuesta: refacere > re-hacer.
- En situación inicial suele mantenerse = petra > piedra. Algunas veces podremos
verlo sonorizado y esto se explica, o bien por ser un préstamo, o por influjo del mozárabe =
pastinaca > biznaga, puesto que en árabe no existe tal fonema en posición inicial.
- Seguida de la vibrante se mantiene = patro > prado.
- De geminada (pp) se simplifica.
- Seguida de yod o wau se ha mantenido sin sonorizar = sapiam > sepa.
- Seguida de lateral se mantiene o palataliza = pluvia > lluvia. Esta palatalización no
sólo se produce en este grupo, sino también en -fl- (flamma > llama) y en -kl- (klave >
llave).
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- En situación implosiva tiende a perderse, aunque se mantenga gráficamente. En la
Edad Media y en los Siglos de Oro, era mucho más frecuente que hoy día la pérdida de la
grafía, pero en el siglo XVIII, la Real Academia recompone la grafía.
* La palatalización de -pl- > -ll- no se da en latín vulgar, sino que es posterior, puesto
que no afecta a todas las lenguas romances. Sabemos por datos que se mantenía en
mozárabe, lo que nos lleva a pensar que la palatalización fue posterior al año 711. Las
glosas presentan generalmente mantenimiento del grupo, pero es un dato que tenemos que
tomar con precaución debido a su carácter latinizante, lo que no implica que en la lengua no
escrita no hubiese palatalización.
Suele admitirse que las primeras palatalizaciones se producen en los grupos velar +
lateral (kl), ya que por un punto de vista articulatorio es más fácil la palatalización de una
velar que de una labial.
Puede realizarse como oclusiva /b/ o fricativa /ᵬ/ (con grafía en -v- o -u-). En la etapa
medieval, eran dos fonemas diferentes con grafías diferentes, al menos en situación
intervocálica.
El fonema oclusivo proviene, sobre todo, del fonema latino bilabial sordo /p/ en
situación intervocálica. El fricativo, en cambio, procede tanto del fonema semivocálico
wau cuando se consonantiza, como del fricativo bilabial sonoro latino /b/, lo que lleva a
confusiones gráficas desde el latín vulgar.
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El fonema fricativo bilabial sonoro pudo también aparecer por la sonorización del
fricativo labiodental sordo /f/: profectu > provecho.
Desde un punto de vista gráfico, el español medieval ofrece los siguientes datos:
- En situación inicial encontramos la grafía b- para aquellas formas que en su étimo
tenían la /b/ latina y la grafía v- para las que presentaban la wau en situación inicial. Ej.:
basiu > beso / uacca > vaca.
Desde el punto de vista gráfico, el problema queda solventado en el siglo XVIII, con
la creación de la RAE y la publicación del Diccionario de Autoridades (1726), porque
decide seguir criterios etimológicos, de manera que se impone que las palabras cuyo étimo
tenía /p/ o /b/ se escriban con -b- y las que, etimológicamente, tenían wau se escriban con -
v-. La presión del uso y la tradición provocó no pocos vocablos que tienen -b- o -v- no
etimológica: vota > boda.
Desde el punto de vista fonético, tras esa etapa de distinción, que dura hasta el siglo
XIII aproximadamente, se da una neutralización que provoca que los dos fonemas
medievales se conviertan en dos alófonos de un mismo fonema en español, el labial
oclusivo sonoro.
La /b/ implosiva aparece cuando se produce la síncopa de una vocal átona interna, y la
/b/ implosiva vocaliza en velar /u/ ya en el siglo XIII, pero lo normal, gráficamente, es el
mantenimiento. En la primera mitad del siglo XV, alternan formas como “cabdal” y
“caudal”, pero ya en el XVI, la vocalización estaba generalizada.
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Ej.: capitale > cabidale > cabdal > caudal
① sonorización de las sordas intervocálicas
② síncopa de la breve pretónica
③ vocalización de la bilabial implosiva y aparición de wau.
Cuando la labial se vocaliza y va precedida de otra velar se funde con ella y se abre un
grado: cubitu > cubdu > cuudo > codo.
En situación inicial y grupos /bl/ y /br/ se mantiene, aunque encontramos una forma
donde se ha perdido el sonido labial: blasphemare (griego) > lastimar
El grupo /mb/ en nuestra lengua, unas veces se mantiene y otras se reduce (plumbu >
plomo). La reducción se ha explicado por causas fonéticas, porque se ha producido una
asimilación de dos sonidos labiales sonoros (m y b), que también se da en otras variantes
lingüísticas románicas. Se ha dicho que las palabras que la conservan son cultismos o
dialectismos, pero algunos testimonios de nuestra lengua muestran que no siempre estamos
ante una palabra no patrimonial, sino que unas veces se mantuvo, se redujo o vaciló. Pueden
rastrearse formas con mantenimiento y formas con pérdida en la etapa medieval.
Ej.: amos (forma general en el siglo XV) / ambos
camiar / cambiar en el siglo XIV
Respecto al grupo /bj/ lo podemos ver palatalizado (habea > habja > haya) y en
otras ocasiones se mantiene (rubeu > rubjo > rubio). Se trata de una palatalización que ya
se dio en el latín vulgar, pero que las lenguas romances vacilaron en presentar esa
palatalización o su mantenimiento. Se trata de tendencias innovadoras y conservadoras de la
lengua.
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mismo sonido en el mismo contexto y cada una acabaría imponiéndose dependiendo de
cada palabra: adorare > adorar / credere > creer.
Podemos encontrar algún caso de confusión de la dental sonora con las líquidas
lateral /l/ y vibrante simple /r/. Ej.: adipes non alipes (ejemplo del Appendix Probi) /
lampada (se ve todavía en XIV) > lámpara (documentada ya en XIII) y melecina /
medecina.
Las dentales en situación final se perdieron en época muy temprana: caput / illud. La
/t/, que caracterizaba la forma verbal de 3ª persona del singular “amat” perdura hasta el
siglo X, aunque quedan restos en épocas posteriores. Son interesantes estos casos cuando se
produce la apócope de la vocal final. Ej.: veritate > veridade > verdad.
A lo largo de la Edad Media podemos encontrar formas escritas con la grafía -t- o con -
d-. En la primera mitad del siglo XV alternan ambas grafías, si bien la de -t- desaparece a
finales de esta centuria. El hecho de que aparezca la grafía de la sorda no implica que la /d/
se pronunciara como /t/. También se registra desde mediados del siglo XVI algún ejemplo
con pérdida de la consonante final: verdá.
Cuando nos encontramos la oclusiva dental sorda /t/ seguida de una vibrante
simple /r/ tenemos varias soluciones:
· En situación inicial se mantiene: dracone > dragón / trahere > traer
· En situación implosiva, unas veces se mantiene y otras se pierde: patre > padre
Cuando se produce la palatalización del grupo /kt/ > /ĉ/ en un sonido idéntico al sonido
palatal africado sordo /ŝ/, este último adelanta su punto de articulación convirtiéndose en
dentoalveolar africada sonora en posición intervocálica o implosiva (dezir, Gonҫález), o
sorda si no es intervocálica (fuerҫa, Gonҫález), aunque hay excepciones (arzilla, se
sonoriza por influencia de la vibrante).
Ej.: fortia > fortja > forҫa > fuerҫa > fuerza
① tendencia antihiática del latín vulgar y aparición de yod
② diptongación de -o- breve tónica
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③ palatalización y aparición de la dentoalveolar africada sonora /ž/ (-z-).
Por último esta se convertirá en interdental /Ɵ/ en los Siglos de Oro para no confundirse
con las sibilantes.
calcea > calcja > calҫa > calza (interdental en los siglos de Oro)
ericiu > ericju > eriŝo > eriẑo > erizo
Estas dos grafías -ҫ- y -z- sólo son válidas desde la época alfonsí, ya que antes todavía
pueden encontrarse casos de “confusión” de grafías, puesto que éstas todavía no estaban
fijadas. Perdurarán hasta su regularización en 1726, fecha de la publicación del primer tomo
del Diccionario de Autoridades, en cuyo prólogo se dictan las primeras normas académicas,
suprimiendo la -ҫ- y regularizando los empleos de -b-, -u- y -v-.
6. SISTEMA PALATAL.
No existían consonantes palatales en latín clásico, sino que son una creación del latín
vulgar.
6.1. Palatal africado sordo /š/ (-ch-). kt > it > š / ult > uit > uš
lacte > lajte > leše > leche ! hay autores que piensan que la yod inflexiona
a la -a- y otros, como Alarcos, creen en la evolución regular del diptongo -ai- > -e-.
Este fonema palatal africado sordo puede provenir también del grupo -ult- por la
vocalización de la lateral en posición implosiva: -ult- > -uit- > uš.
cultellu > cuitiello > cušiello > cuchillo
① vocalización de la lateral y aparición de yod que palataliza a la dental
② diptongación de -e- y posterior reducción (ahorro de la lengua)
③ palatalización de las geminadas
multu > muito > mušo > mucho
> muito > muit > mui > muy
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① Vemos una segunda evolución irregular en la que, al perderse la vocal
átona final, impide la palatalización de la dental que también acaba perdiéndose. La palatal
semivocal se consonantiza (y).
6.2. Prepalatal fricativo sordo /š/ (-x-). ks > is > š / s- > š > /x/
Esta grafía medieval -x- para representar al actual fonema /x/ (-j-) llega hasta 1815, y
hoy perdura en los cultismos (examen, taxi, exterior). En ese año aparece la octava edición
de la ortografía académica, en la que se suprimen estos usos. La grafía medieval conservó la
latina, que en los orígenes del español palatalizó dando el fonema /š/. Este fonema palatal
empezó a velarizarse en el siglo XVI, generalizándose la pronunciación velar en el siglo
XVII. Así, por ejemplo, la forma dixo tuvo dos pronunciaciones: /dišo/ hasta el siglo XVI
y /dixo/ desde ese siglo hasta hoy.
Como ocurría en el grupo -kt-, vamos a ver alguna palabra en la que este fonema
queda en situación implosiva, lo que impedirá la palatalización porque no está permitido en
español la forma palatal + consonante. Ej.: sex > seis (no palataliza porque no está
permitido en nuestra lengua un fonema palatal final).
fraxinu > friasinu > fraišno > fresno
① vocalización de la alveolar
② síncopa temprana de la -i- que impide la palatalización.
③ monoptongación del diptongo -ai-
Este fonema también puede proceder de la fricativa alveolar sorda /s/ en situación
inicial, que se puede explicar por diferentes influjos árabe o vasco.
sapone > jabón
① palatalización de la alveolar inicial y posterior velarización
② sonorización de la oclusiva sorda intervocálica
sucu > jugo
6.3. Prepalatal fricativo sonoro /ž/. lj > ḻ > ž > x / k´l > ḻ > ž > x
Procede de la 2ª yod: -lj-, -k´l- > ḻ, cuyo resultado palatal lateral se ve desplazado
cuando se produce la palatalización de la geminada lateral, lo que nos llevará al mismo
resultado, pero con orígenes y cronologías diferentes. Debido a esto, se produce un cambio
de articulación del fonema que pasará a prepalatal fricativo sonoro /ž/, esto es, se produce
una deslateralización (pasar de lateral al central): ḻ > ž.
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oculu > oc´lu > oilo > oḻo > ožo > ošo > oxo
① síncopa de la velar y aparición de la 2ª yod
② la yod inflexiona a la -o- porque si no hubiera diptongado
③ palatalización de la lateral y posterior deslateralización
④ ensordecimiento de la palatal fricativa en los Siglos de Oro y posterior
velarización.
aliu > aljo > ažo > ašo > axo
① aparición de yod por la tendencia antihiática del latín vulgar
② palatalización de la lateral y posterior deslateralización
③ la yod no inflexiona a la -a-
④ ensordecimiento de la sibilantes y posterior velarización.
Procede de la 3ª yod: -bj-, -dj-, -gj-. También puede tener origen en el grupo “-g- + -
e-, -i-” y en “-k- + -e-, -i-” y en la semiconsonante palatal latina -j-.
* Manuel Ariza explica la pérdida en posición inicial (gelare > helar), diciendo que
cuando la consonante se palataliza tendríamos un resultado intermedio (jelare) que, según
él, va en contra de encontrar una diptongación en sílaba átona, lo cual se resuelve, o bien
con la pérdida de la vocal inicial, o bien, con la fusión con el elemento palatal siguiente.
* El resultado prepalatal fricativo sonoro /ž/, según Ariza, se debe a que la vocal velar
produce un retraimiento articulatorio, con lo que se produce un cierre y, en consecuencia, el
fonema semiconsonántico palatal latino se convierte en prepalatal.
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2) En Situación intervocálica:
· se puede perder en contacto con vocal palatal: digitu > dedo / peiore >
peor / corrigia > correa
· y se conserva cuando no entra en contacto con un elemento palatal:
maiore > mayor / maiu > mayo
* Para la pérdida en situación intervocálica (peiore > peor), la caída se explica por la tan
repetida pérdida de las consonantes en posición intervocálica. Se había fricatizado y perdido
como una oclusiva.
Procede de los fonemas alveolares fricativos sordo y sonoro /s/, /z/ medievales. En
época medieval existían dos fonemas:
· sordo /s/, procedente de la -s- latina no intervocálica.
· sonoro /z/, procedente de la -s- latina intervocálica o del grupo /ns/.
mensa > meza > mesa
① simplificación del grupo -ns-
② sonorización de la -s- sorda al simplificarse el grupo, que volverá a
ensordecerse en los Siglos de Oro con la pérdida de las sibilantes sonoras.
La -s- sorda medieval, lo normal es que se mantenga como sorda, aunque la vemos
con algún otro resultado, como por ejemplo, el dentoalveolar que evolucionará en los Siglos
de Oro a interdental /Ɵ/: setaceu > cedazo.
Por lo general, la geminada -ss- la vamos a encontrar en los textos alternada con la -s-
simple hasta su total desaparición en la tercera edición de la ortografía de 1763.
En los Siglos de Oro se produce el ensordecimiento de las sibilantes sonoras > /s/, la
fricatización de las dentoalveolares > /ş/, la interdentalización de las dentoalveolares > /Ɵ/
y la velarización de las prepalatales > /x/.
Parece que está probado que ya en la 2ª mitad del siglo XIV se había producido el
ensordecimiento de la alveolar sonora /z/ > /s/. Un poco más tardíos son los
ensordecimientos de la dentoalveolar /ž/ > /š/, principios del XV, y de la prepalatal /ẑ/ > /
ŝ/, a mediados del XV. Los ejemplos abundan y se generalizan en el XVI.
El fonema velar sordo /k/ procede de la geminada latina y del fonema velar sordo en
posición no intervocálica: -cc- / c-: bucca > boca / porcu > puerco.
Para poder fechar algunos textos de la época prealfonsí nos puede servir de dato que
anteriormente a la grafía -c-, se representaba este fonema sordo con -k-, de origen visigodo
y que fue sustituido por la solución gráfica carolingia -c- que triunfa en 1150, fecha que nos
puede servir para delimitar textos ante quem.
No están claras las causas de esa vacilación fonética entre pérdida y conservación. La
lengua ha seguido, en algunos casos, un proceso más conservador manteniendo la velar, y
casos en los que ha seguido un proceso más innovador en el que se pierde.
· c´l > g´l ⇨ grupos romances que palatalizan y posteriormente deslateralizan por la
palatalización de las laterales geminadas. En el siglo de Oro se da un nuevo cambio pasando
definitivamente a ser un fonema fricativo velar sordo.
lenticula > lentic´la > lentijla > lentiḻa > lentiža > lenteža > lenteja
También puede darse una palatalización del grupo -kw-, cuando éste va acompañado
de vocal palatal. La vocal velar se pierde y la palatal ocupa su lugar evolucionando de la
misma forma que la velar seguida de vocal palatal. El resultado último será una
interdentalización:
quinque > kinque > ŝinque > cinco
① se pierde la semiconsonante velar y evoluciona como k + e, i
② palatalización de la consonante velar
③ pasa a dentoalveolar por la posible confusión con la palatalización del
grupo -kt-. Posterior interdentalización en los Siglos de Oro para no confundirse con las
sibilantes.
Las consonantes velares latinas /k/ y /g/ sufren un cambio al ir seguidas de vocal
palatal o yod: k + j / e, i > ŝ // g + j / e, i > ẑ. Hay una palatalización que tiene sus
primeros testimonios ya en el siglo V, y parece estar relacionada con el grupo -kj-, cuyos
resultados son idénticos. Pero, al palatalizar también coincide con el resultado de -kt-, por lo
que cambia su articulación a dentoalvelar.
-nn- > -ñ- = para mantener su diferenciación con la simple retrasa su articulación
y palataliza. Ej.: canna > caña / pannu > paño. Esta forma -nn- será muy común en los
primeros años del español prealfonsí. El grupo -mn- se confunde muy pronto con la -nn-:
autumnu > otoño.
-mm- > -m- = se simplifican porque no pueden palatizarse, pues eso llevaría a la
confusión con la evolución idéntica del grupo -nn-.
-m- = lo normal es que aparezca sin alteraciones en situación inicial e
intervocálica: manu > mano. Aunque en situación inicial podemos encontrar algún ejemplo
de confusión con la nasal alveolar.
mespilu > nespilo > nespiro > niespero > níspero
① confusión de nasales
② confusión de líquidas
③ diptongación y monoptongación.
- n´r = grupo romance por síncopa, se produce una epéntesis o una metátesis.
Ej.: generu > yierno
honora > honra – se ha convertido en vibrante múltiple
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- rr- = las geminadas vibrantes pasan a denominarse vibrante múltiple (se consolida
como tal en el siglo XIV): ferru > hierro
-l- = permanece igual que la -r- en todas las posiciones: metátesis, vocalización,
confusión...
-ll- = palatalizó, si bien se mantiene en cultismos como: vacilare > vacilar (en este
caso tendría que haber palatalizado en *vacillar, pero se conserva igual como cultismo). Se
consolida como tal en el siglo XIV.
Tenemos ejemplos en los que las geminadas -ll- evolucionaron a -ld-: rebelle >
rebelde, porque parece que el hablante trataba de articular un sonido geminado que no tenía
y el resultado fue la articulación de dos fonemas diferentes. El desarrollo concreto de la
dental es debido a la afinidad articulatoria, pues los dos son sonoros, ambos articulados en
la zona dentoalveolar y ambos fricativos.