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Tema 2: Fonética y Fonología (Educación Primaria). Prof.

Manolo Pérez Saiz

Tema 2: FONÉTICA Y FONOLOGÍA DEL ESPAÑOL

0. Introducción.
¿Qué diferencia hay entre un sonido y un ruido? En primer lugar, hay que
decir que esta distinción es siempre relativa, es decir, está sujeta a un contexto
específico. Así, cuando una emisión sonora resulta irrelevante para quien la
percibe, entonces podemos hablar de ruido; cuando es relevante, en ese caso,
hablamos de sonido.
Cada lengua se caracteriza por poseer/usar/esgrimir un conjunto específico
e irrepetible de sonidos que la hacen única frente al resto de lenguas. Estar en
condiciones de percibir y emitir adecuadamente todos esos sonidos que la
conforman es el pasaporte para poder formar parte activa de la comunidad que
la practica. Por todo ello, la fonética y la fonología son dos disciplinas
esencialmente conectadas con la necesaria formación de los individuos de toda
comunidad hablante.

1. La producción del sonido articulado.


El lenguaje verbal consiste en la transmisión de mensajes mediante una
sucesión de sonidos. En condiciones normales, la fisionomía del ser humano
debe permitir, por tanto, la emisión de dichos sonidos. Para ello, intervienen
diversos órganos, llamados órganos de fonación, que pertenecen al aparato
respiratorio dado que el aire es el origen del sonido, tanto para producirlo
cuanto para transmitirlo. Dichos órganos de fonación se clasifican en:

1.1. Órganos infraglóticos: diafragma, pulmones, bronquios y


tráquea. Proveen y vehiculan el aire necesario para iniciar el proceso.

1.2. Órganos laríngeos: se ubican en la parte superior de la tráquea.


Las cuerdas vocales tienen aquí un papel fundamental. Cuando el aire,
procedente de los órganos infraglóticos, pasa por ellas, pueden vibrar o
no; si lo hacen, el sonido producido será sonoro; si no vibran, el sonido
será sordo. Con posterioridad, el aire, ya modificado, continúa por la
laringe.

1.3. Órganos supraglóticos o tracto vocal: el aire pasa por la faringe y


llega a la cavidad bucal (y nasal), donde la úvula, el paladar, los dientes
y los labios se encargan de modificarlo nuevamente para articular toda la
gama de sonidos posibles en una lengua.

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Todo sonido, que es una onda simple periódica, se define a través de 4


propiedades físicas fundamentales: el tono, el timbre, la intensidad y la
cantidad. En el organismo humano, el aire se investirá de dichas propiedades
dependiendo de cómo se vaya tramitando a lo largo del proceso de la fonación.
Si se produce vibración de las cuerdas vocales, la frecuencia de dicha vibración
determina un tono fundamental para cada sonido, que será más grave o más
agudo, y que se mide en hertzios. Después, las diversas cavidades y obstáculos
por los que avanza ese sonido, que adoptarán formas diferentes según el sonido
del que se trate, modifican la onda, lo que hace que cada uno tenga un timbre
diferente, que puede ser oscuro, claro, metálico, etc. La intensidad de un
sonido, por su parte, se mide en decibelios y será más fuerte o más suave
dependiendo de si las cuerdas vocales ofrecen una vibración más o menos
amplia. Por último, la cantidad se refiere al tiempo que dura la producción de
un sonido, de forma que se hablará de que dicha producción es larga o corta.

2. Sonidos y fonemas (fonética y fonología).


Cuando utilizamos la lengua oral, los elementos fónicos con los que vamos
componiendo el mensaje no se dan aisladamente sino que forman un continuum
(una sucesión, una cadena) sometido a diferentes tipos de variaciones.
Sin embargo, los hablantes de una lengua son capaces de reconocer, en esa
sucesión, los elementos que la componen. ¿Cómo? Porque están en condiciones
de detectar ciertas regularidades, ciertos patrones, esto es, la realización de
ciertos modelos. Es decir, si un niño y una anciana pronuncian una secuencia
idéntica (por ejemplo, han llegado), las diferencias en la realización de cada uno
de los elementos fónicos y del conjunto serán evidentes entre uno y otro. Sin
embargo, ambos pronunciarán la secuencia de acuerdo con ciertos modelos que
conocen (el modelo /a/, el modelo /n/…) y esto es, asimismo, lo que le
permitirá a otra persona que lo escuche reconocer, detrás de las diferencias y la
variación, lo regular, lo común, el modelo que ella también comparte. Pues
bien, la diferencia entre fonema y sonido está estrechamente relacionada con
esto, de forma que:

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- Un fonema es un modelo, un patrón abstracto, una unidad


invariante (el modelo de /a/ compartido por la comunidad
hispanohablante, por ejemplo) porque es ideal, no real. Cada lengua,
tiene un inventario cerrado, un número limitado de fonemas, que
comparten todos los hablantes de esa lengua. Son unidades que
pertenecen al código, al sistema lingüístico. Se representan siempre entre
barras (//) y de su estudio se encarga la FONOLOGÍA.

- Un sonido es la materialización, la realización concreta de un


fonema. Puesto que ya no es ideal sino real, está sometido a diversas
fuentes de variación y no pertenece al sistema. Su número es ilimitado,
imprevisible. Se escriben entre corchetes ([ ]) y de su estudio se encarga
la FONÉTICA.

Así pues, a modo de ejemplo, se puede decir que la relación entre un


fonema /a/ y sus posibles realizaciones fonéticas se establece como sigue:

FONOLOGÍA FONÉTICA
/a/ [a:], [æ], [ã], [ä],…

2.1. Características de los fonemas.


De acuerdo con todo lo anteriormente expuesto, se puede afirmar que un
fonema es una unidad fonológica que se caracteriza, en esencia, por ser:

• Diferenciadora: cada fonema se define, dentro del sistema, por las


cualidades que los distinguen de los demás; en este sentido, es la unidad
mínima del lenguaje oral porque se trata de un sonido del habla que
permite diferenciar unas palabras de las otras. Así, por ejemplo, cada
uno de los miembros de las siguientes parejas de palabras: coso/como,
sola/cola, pena/pesa, pota/bota tienen significados totalmente distintos
aunque la pronunciación apenas difiere entre sí. En el caso concreto de la
última de dichas parejas, cada miembro se distingue semánticamente del
otro debido a que el fonema /b/ se opone a /p/ por la sonoridad.

• Indivisible linealmente: frente a la sílaba o al grupo fónico, el fonema


no se puede descomponer en unidades menores. Un análisis
pormenorizado del fonema revela que está compuesto por un haz de
diversos elementos fónicos llamados rasgos distintivos cuya
combinación conforma el inventario de fonemas. El inventario de rasgos
distintivos es, asimismo, limitado.

• Abstracta: no son sonidos sino modelos o tipos ideales de sonidos.


Debido a ello, para materializarse, deben acudir a los sonidos o alófonos,
las unidades de la fonética La distinción entre sonido y fonema resulta
enormemente trascendente aquí y ha sido uno de los grandes hallazgos
lingüísticos del siglo XX.

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2.2. Variantes del sonido.


Dado, precisamente, que un sonido concreto requiere ser articulado por
un determinado emisor y pertenece a una cadena hablada específica, presenta
múltiples realizaciones o variantes que podemos clasificar del siguiente modo:

2.2.1. Variantes libres, estilísticas o facultativas.


Son aquellas realizaciones del mismo fonema que pueden aparecer
libremente, en cualquier contexto, como una elección más o menos consciente
por parte del hablante. Piénsese en la realización de la última consonante en la
palabra Madrid. En determinada situación comunicativa, un hablante podrá
pronunciarla como /d/ y, en otras, posiblemente menos formales, como la
interdental /Ɵ/. Pueden depender, también, del estado de ánimo del emisor.
Piénsese, también, en las diferencias en la realización de la /Ɵ/ en la palabra
cazadora por parte de los hablantes santanderinos, sevillanos (seseantes) o
mexicanos.

2.2.2. Individuales.
Proporcionan información sobre un hablante determinado y no son
elegidas conscientemente. Por ejemplo, Julio Cortázar pronunciaba de una
forma muy peculiar la /r/ (similar a la /r/ francesa). La aparición de variantes
individuales puede tener varias causas como pueden ser ciertas peculiaridades
fisiológicas del aparato fonador.

2.2.3. Combinatorias o contextuales (la coarticulación).


Se trata de la opción de actualizar dos o más realizaciones fonéticas para
un mismo fonema dependiendo exclusivamente del contexto lingüístico-
fonético en el que se ubique dicho fonema, es decir, dependiendo de los
elementos que lo preceden o que lo siguen en la cadena hablada. En este caso de
la variación contextual, los alófonos nunca pueden ocurrir en el mismo
contexto, por eso se habla de que están en distribución complementaria.
Pensemos en las expresiones beso, caber, un beso, bicicleta, una bicicleta. ¿Se
percibe cómo varía la pronunciación del fonema /b/ de unas a otras? La
situación se puede representar como sigue:

Fonema /b/
Alófono oclusivo [b] Alófono fricativo [ß]
Descripción: cierre completo de los labios, Descripción: no hay un cierre total de los labios, el
el aire sale de golpe cuando se abren. aire sale progresivamente.
Contextos: Resto de contextos:
• Inicial absoluta: caber [kaßér], una bicicleta [una ßiƟicléta]
beso [beso], bicicleta [biƟicléta]
• Tras nasal: un beso [umbéso]

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Al contrario de lo que sucede con las variantes libres y las individuales,


que son impredecibles e infinitas (puesto que cada hablante en cada situación
podrá pronunciar un mismo fonema de forma distinta), las variantes
contextuales son predecibles porque están determinadas por el contexto y son
limitadas en cada lengua. Por eso son las que más le interesan a la fonética.

2.3. Fonética y fonología: la prueba de la conmutación.


Por lo tanto, el punto de partida lo constituye todo ese conjunto
prácticamente infinito de sonidos articulados por los hablantes de una lengua.
A partir de ahí, en un primer momento, la fonética debe discriminar qué
rasgos son comunes a diferentes realizaciones (por ejemplo, todas las
realizaciones de /b/ son bilabiales y sonoras) y si estas realizaciones con rasgos
comunes se reparten contextualmente ([b] y [ß]).
En un segundo paso, la fonología se encarga de discriminar cuáles de
estas realizaciones en las que hay rasgos comunes son alófonos y cuáles son
fonemas. Para ello, se emplea el método de la CONMUTACIÓN:

- Consiste en sustituir un sonido por otro en la misma posición del


signo y comprobar si el cambio afecta al significado.
- Si no se produce cambio de significado, se tratará de alófonos o
variantes
- Si se produce cambio de significado, se tratará de fonemas
diferentes o invariantes.

Pensemos en el signo /kána/ es español. Si sustituyo /n/ por //ɲ/, se


produce un cambio en el significado, de forma que /n/ y /ɲ/ son fonemas
distintos. A su vez, tenemos el signo /sin/ en español, cuya /n/ se pronuncia
de forma distinta según el contexto, por ejemplo: Sin amor [sin amor] / sin cara
[siŋ kara]. En cualquier caso, el signo /sin/ no cambia su significado. Se trata,
pues, de dos alófonos o variantes contextuales del mismo fonema (/n/): [n] y
[ŋ].
Es la prueba de la conmutación la que pone en evidencia, por un lado,
que, en español hay un total de 24 fonemas, 19 consonánticos y 5 vocálicos, y,
por el otro, que los fonemas de cada lengua son diferentes. Así, las variantes
[n] y [ŋ] también son propias del inglés pero, en esta última lengua, la
alternancia sí genera diferencias de significado: [sin] significa ‘pecado ‘(sin) y
[siŋ] significa ‘cantar’ (sing). Esto es, lo que en español son alófonos en inglés
pueden ser fonemas.
En definitiva, sólo los fonemas son capaces de crear diferencias de
significado. Por lo tanto, frente a los alófonos, los fonemas tienen una función
lingüística o distintiva: a pesar de no tener normalmente significado por sí
mismos, son capaces de diferenciar significados y signos en una lengua dada.
Lo que hacemos los hablantes es producir sonidos de acuerdo con ciertos
modelos articulatorios que son los fonemas pero, al producirlos, los hacemos
variar ampliamente. Lo mismo ocurre cuando somos receptores pues somos

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capaces de reconocer el modelo que está detrás de las diferentes realizaciones


que escuchamos. Esto es posible porque los fonemas tienen un margen de
seguridad formado por su campo de dispersión, que resultaría de unir todos
los puntos que representarían las realizaciones de un mismo fonema. Si una
realización se escapara de este campo de dispersión, ya no se interpretaría como
alófono de un fonema X sino de otro fonema.
En definitiva, la fonética se encargará de describir las diferentes maneras
de pronunciar (fonética articulatoria) y percibir (fonética acústica) los sonidos
del lenguaje, las variantes que no cambian el valor significativo del mensaje y
sus características: los alófonos o sonidos. La transcripción fonética se
representa entre [ ].
A la fonología le interesa organizar esa variedad de sonidos en un
sistema, con unidades abstractas que se oponen, que son compartidas por todos
los hablantes de una lengua, y que tienen la función de formar y distinguir
signos lingüísticos: los fonemas. La transcripción fonológica se representa entre
/ /.
Es un grave error confundir alófonos o fonemas con grafía o letra. Estas
últimas unidades pertenecen a la escritura y son la representación escrita del
fonema pero no hay una correspondencia exacta entre fonema y grafía. Por
ejemplo, geranio y jamón presentan dos grafías empleadas para un fonema
idéntico (/x/), como ocurre con baca y vaca (/b/). También hay grafías
formadas por más de un elemento que representan un fonema (qu- para el
fonema /k/) o grafías que no representan ningún fonema (h).

3. Los rasgos distintivos.


Puesto que los fonemas de una lengua constituyen un sistema, tienen que
definirse por medio de unos rasgos que permitan oponer cada fonema al resto
de fonemas (oposición paradigmática: si aparece un fonema en una posición, no
aparece el resto; véase el apartado 6.).
Estos rasgos proceden de la naturaleza articulatoria o acústica de los
fonemas, esto es, de cómo se producen o cómo se perciben. De todos los rasgos
posibles, el sistema fonológico de cada lengua selecciona los que son
pertinentes para oponer sus fonemas, que pueden no coincidir con los rasgos
pertinentes en el sistema de otra lengua.
En español, al pronunciar la palabra /kon/, se produce una nasalización
contextual de la vocal. Esa nasalización sonará bastante parecida a la que
sucede en la palabra francesa /mɑ̃tɔ̃/ (menton). Sin embargo, ambas vocales son
muy distintas pues, mientras la /o/ española no se opone a ningún fonema
/ɔ̃/, la /o/ francesa sí lo hace con respecto a /ɔ̃/. Es por ello que, en francés, la
“nasalidad” es un rasgo pertinente para definir a las vocales porque una vocal
/-nasal/ se opondrá a otra /+nasal/. Mientras, en español, la “nasalidad” no es
un rasgo pertinente para el caso de las vocales. Un francés, entonces,
interpretará la alternancia /ɔ̃/- /o/ como realizaciones de fonemas distintos.
Un español, sin embargo, las interpretará como meras variantes de un único
fonema /o/.

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Así pues, un fonema pasa a definirse como una unidad mínima


compuesta por un haz o conjunto de rasgos distintivos de naturaleza
articulatoria o acústica que se opone a otras (a otros fonemas) por medio de
un contraste significativo. Dicho contraste se basa en la idea de que dicho
conjunto de rasgos distintivos es único para cada fonema del sistema: no puede
haber dos fonemas que presenten los mismos rasgos aunque perfectamente
pueden algunos compartir algunos de ellos.
Por eso, en español, la /b/ se define como “consonante, bilabial,
oclusiva, sonora”. Podrá haber –y, de hecho, lo hay: /p/- otro fonema
“consonante, bilabial, oclusivo” pero, entonces, no será sonoro sino sordo.

4. Los fonemas en español.


Son 24: 5 vocálicos y 19 consonánticos.

4.1. Los vocálicos.


Se oponen a los consonánticos porque:

a) Fonéticamente, las vocales se caracterizan por una mayor abertura


de los órganos articulatorios y una mayor sonoridad.

b) Fonológicamente, en español, sólo ellas pueden ser núcleo o


centro de sílaba.

Los rasgos articulatorios que las definen son:

a) Modo de articulación: según la lengua esté más o menos próxima


al paladar, la abertura será menor o mayor, respectivamente:

- Vocales cerradas /i, u/


- Vocales medias /e, o/
- Vocales abiertas /a/

b) Punto de articulación: según la posición de la lengua en la


cavidad bucal:

- Vocales palatales: /i, e/ (la lengua ocupa la región delantera)


- Vocales centrales: /a/
- Vocales velares: /o, u/ (la lengua ocupa la región posterior)

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(http://paginaspersonales.deusto.es/airibar/Fonetica/Apuntes/Componentes
/esquema%20art%20vocales.jpg)

Combinando ambos rasgos distintivos, las vocales del español se pueden


describir como sigue:

Fonemas vocálicos del español (según la AFI)


Fonemas Modo artic. Punto artic. Alófonos
/a/ abierta central [a], [ɑ]
/e/ media anterior [e], [ɛ]
/i/ cerrada anterior [i], en diptongos:
[j]
/o/ media posterior [o], [ɔ]
/u/ cerrada posterior [u], en diptongos:
[w]

4.1.2. Encuentro de vocales.


La existencia de dos vocales en la misma sílaba genera un diptongo. Para
que esta coexistencia se produzca, al menos una de las vocales debe ser cerrada
-esto es, /i, u/- lo que da lugar a tres posibilidades:

1. /i, u/ + /a, e, o/: cuajada, piano, pirueta,… Diptongo creciente


2. /a, e, o/ + /i, u/: peine, hoy, Europa,… Diptongo decreciente
3. /i, u/ + /i, u/: cuidar, viuda,…

En los dos primeros casos, la vocal más abierta constituye el núcleo de la sílaba
y la vocal cerrada, /i, u/, pierde parte de sus cualidades vocálicas y pasa a
realizarse, por tanto, de forma distinta a la vocal cerrada aislada: ambos
fonemas se realizan, en este contexto, respectivamente, como [j] y como [w], y
se denominan semiconsonantes: piano [pjáno], cuajada [kwaxáda].

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4.2. Las consonantes.


A diferencia de las vocales, las consonantes presentan un obstáculo al paso
del aire en uno o varios lugares de la cavidad bucal, por lo que se ocasiona un
ruido o turbulencia, o la interrupción del flujo de aire. En cualquier caso y por
lo tanto, la abertura es menor que en las vocales.
Los rasgos articulatorios distintivos que permiten oponer los fonemas
consonánticos del español son 1:

• Lugar o punto de articulación: el obstáculo a la salida del aire puede


estar situado en diversas zonas de la cavidad bucal:

o Bilabial: /b, p, m/
o Labiodental: /f/
o Linguointerdental: /Ɵ/
o Linguodental: /t, d/
o Linguoalveolar (los alveolos se sitúan por detrás de los incisivos
superiores): /s, n, l, r, ɾ/
o Linguopalatal:/č, ɟ, ɲ, ʎ/
o Linguovelar (el velo del paladar es su parte posterior, blanda y
móvil): /k, g, x/

• Modo de articulación: la obstaculización a la salida del aire puede


realizarse de tres formas.

o Oclusivas: cierre completo momentáneo de los órganos


articulatorios que se salva con una explosión: /p, t, k, b, d, g, m, n,
ɲ/
o Fricativas: estrechamiento de los órganos articulatorios sin que
lleguen a cerrarse: /f, Ɵ, s, x, ɟ /
o Africadas: a una oclusión inicial, le sigue una estrechamiento: / č,
ɲ/
o Líquidas:
 Laterales: el aire sale por un lado o por los dos de la
cavidad oral: / l, ʎ/
 Vibrantes: el aire sale interrumpido por las vibraciones
entre la lengua y los alvéolos. La vibración puede ser única
/ r/ o múltiple /ɾ/.

1 Seguimos la clasificación de Quilis (1997).

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• Acción de las cuerdas vocales: según vibren o no, como vimos, permiten
distinguir consonantes:
o Sonoras: / b, d, g, m, n, ɲ, ɟ, ʎ, l, r, ɾ/
o Sordas: /p, t, k, x, f, Ɵ, , č s/

• Acción del velo del paladar:


o Nasales: el velo del paladar asciende y el aire sale sólo a través de
la cavidad nasal: /m, n, ɲ/
o Orales: el velo del paladar permite el paso del aire a través del
conducto oral.

La combinación de todos estos rasgos, así pues, arroja como resultado un


cuadro como el que sigue:

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Fonemas consonánticos del español (según la AFI)


Fone Alófo Punto de Modo de Sonoridad Oral/na Grafías
mas nos articulación articulación sal
/p/ bilabial oclusivo sordo oral p
/t/ linguodental oclusivo sordo oral t
c + a, o, u
/k/ linguovelar oclusivo sordo oral qu + e, i
(k + a, e, i, o, u)
/b/ [b], bilabial oclusivo sonoro oral b, v y w
[β]
/d/ [d], linguodental oclusivo sonoro oral d
[δ]
/g/ [g], linguovelar oclusivo sonoro oral g + a, o, u
[γ] gu + e, i
/ f/ labiodental fricativo sordo oral f
/Ɵ/ Linguointerdent fricativo sordo oral z + a, o, u
al c + e, i
/s / linguoalveolar fricativo sordo oral s
/x/ [h], linguovelar fricativo sordo oral j + a, e, i, o, u
[x], g + e, i
[χ]
/ɟ/ palatal fricativo sordo oral y-
: [m],
/m/ ante a bilabial oclusivo sonoro nasal m
una f:
[ɱ]
/n/ [n], linguoalveolar oclusivo sonoro nasal
[ŋ], n
[ɴ]
/ɲ/ palatal oclusivo sonoro nasal ñ
/r/ linguoalveolar vibrante sonoro oral -r-
simple (entre vocales)
/ř/ linguoalveolar vibrante sonoro oral -rr-
múltiple (entre vocales)
/l/ linguoalveolar lateral sonoro oral l
/ʎ/ palatal lateral sonoro oral ll
/č/ palatal africado sordo oral ch

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4.2.1. Generalizaciones sobre la pronunciación.


De todo lo anteriormente descrito, se puede comentar acerca de la
pronunciación que:

• Todos los fonemas vocálicos, nasales, laterales y vibrantes se realizan


como sonidos sonoros.
• Todos los fonemas fricativos se realizan como sonidos sordos.
• El rasgo de sonoridad sólo es relevante para los oclusivos no fricativos.

4.2.2. Cambios en marcha: el yeísmo.


El inventario de fonemas de una lengua no permanece inalterado a lo
largo del tiempo. Así, hubo un tiempo en el que, en algunas regiones de la
Península, existió una diferencia entre un fonema bilabial /b/ y uno interdental
/v/ (conservado, por ejemplo, en francés). Esta diferencia fue gradualmente
perdiéndose hasta confluir hoy en un único fonema para el español peninsular:
el bilabial /b/.
Pues bien, actualmente, estamos asistiendo también a la pérdida de la
oposición entre los fonemas /ʎ/ (lluvia) y /ɟ/ (yema). La pronunciación de la
palatal lateral ha ido perdiendo presencia a favor de la palatal fricativa /ɟ/ y,
en muy pocas zonas del ámbito hispánico, pervive todavía la diferencia. Por
eso, el sistema fonológico consonántico de la mayoría de los hispanohablantes
tiene 18 elementos y no 19. En este sentido, se dice que /ʎ/ se está
desfonologizando.

4.2.3. Archifonemas y neutralización.


Hay determinadas posiciones en la cadena hablada en las que dos fonemas
que se oponen por uno de sus rasgos distintivos pierden esta oposición. Esto
ocurre porque el rasgo diferencial queda neutralizado en esa oposición y sólo
quedan los rasgos comunes a ambos fonemas. El resultado de este proceso se
denomina archifonema y se representa mediante una mayúscula.

1) Archifonemas /B/ /D/ /G/.


Las parejas de fonemas / p – b /, / t – d /, / k – g / son idénticas en todos
sus rasgos excepto en uno: la sonoridad.
Pues bien, cuando alguno de estos fonemas ocurre en posición silábica
implosiva, esto es, en final de sílaba, la diferencia de sonoridad se neutraliza y
aparece el archifonema de cada pareja /B, D, G/:

/B/ aptitud /aBtitúD/


abdomen /aBdómeN/

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/D/ atmósfera /aDmósfera/


admisión /aDmisióN/

/G/ actor /aGtóR/


pragmática /pRaGmátika/

2) Archifonema /N/.
Como en el caso anterior, en posición silábica implosiva, las diferencias
entre las consonantes nasales quedan neutralizadas en el archifonema /N/.

/N/: cambio /káNbio/


contento /koNtéNto/

3) Archifonema /R/.
Los fonemas vibrantes se oponen, siempre, en posición intervocálica: /káro/
pero /káɾo/. Sin embargo, en el resto de posiciones, ambos quedan
neutralizados puesto que en nada varía el significado de la palabra que la
lengua vibre una o más veces, algo que sí resulta pertinente entre vocales. Así:

/R/: actor /aGtóR/


pragmática /pRaGmátika/

5. La articulación de la expresión.
Si los sonidos se coarticulan de manera que es difícil establecer las
fronteras entre ellos, nada de eso ocurre entre los fonemas. Los fonemas
presentan límites claros: son unidades con un perfil nítido. Además, dado que
se diferencian fácilmente, son unidades discretas. Por eso nos permiten
desentrañar la «maraña» de la coarticulación y diferenciar unas realizaciones de
otras; esto es, aunque la señal del habla es una cadena de sonidos continua,
gracias a los fonemas, podemos fragmentarla. Al hacerlo, reconocemos los
segmentos como realizaciones de los distintos fonemas: «casamos» ciertos
framentos de la cadena hablada con ciertos fonemas y otros fragmentos con
otros fonemas distintos. De esta forma, cuando producimos un mensaje
lingüístico, se debe a la selección y combinación de un reducido número de
modelos articulatorios.
Cuando los hablantes de una lengua quieren producir un mensaje,
seleccionan del inventario de su sistema fonológico ciertos fonemas. Estos
actúan como modelos según los cuales el hablante modifica la disposición de su
tracto vocal. El plano de la expresión del mensaje en cuestión es la suma de las
realizaciones de cada uno de estos modelos. Ésta es una de las razones por la
que decimos que los mensajes verbales están articulados. Tomemos como
ejemplo 2 las siguientes palabras: mesa, pesa, pera, pasa, para, pura, paso. En
2Este ejemplo está tomado de MARÍN, MARCOS (1974): Aproximación a la gramática española.
Madrid: Cincel. pp. 74-75.

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algunos casos, los significantes de estas palabras contrastan por la divergencia


de varios elementos: mesa, pura, paso. Sin embargo, en otros casos, es un único
elemento el que permite contrastar dos significantes: mesa/pesa; pera/para;
para/pura; para/pasa.
Estos elementos mínimos no se pueden dividir en unidades menores
sucesivas: podemos dividir la sílaba /pe/ en dos unidades menores sucesivas
/p/ y /e/ pero ya no podemos dividir ni /p/ ni /e/ de manera que puedan
seguir dando unidades semejantes a ellas. Llamamos fonemas a los elementos
del plano de la expresión o significante de un signo lingüístico que permiten
contrastarlo con el de otros pero que no pueden ser analizados en unidades
menores sucesivas que sigan realizando la misma función.
Los fonemas no están asociados a ningún contenido por eso se dice que
son unidades monoplánicas dado que se limitan a articular el plano de la
expresión. Cuando se amalgaman y se asocian con un significado, forman un
signo, que es, por definición, una unidad biplánica, esto es, una unidad con
plano de la expresión y otro del contenido. Los signos más pequeños del plano
del contenido son los monemas, que forman la primera articulación del
lenguaje verbal, así como los signos más pequeños del plano de la expresión de
los monemas se articula a través de fonemas, que forman la segunda
articulación del lenguaje verbal (Martinet, 1960). Así pues, la función de los
fonemas es contrastar la expresión de un monema con la de los demás. Por otro
lado, como ya hemos visto, los fonemas, a su vez, están formados por haces de
rasgos cuya función es distinguirlos entre sí. Estos rasgos distintivos
fonológicos forman la cuarta articulación. ¿Qué pasa con la tercera? Es la
articulación del plano del contenido, sin embargo, eso es materia, como
veremos, del Tema 3.

Articulaciones
Unidades
1ª Monemas
2ª Fonemas
3ª Semas
4ª Rasgos distintivos

6. La sílaba: relaciones sintagmáticas.


Las figuras de la expresión (fonemas) de un mensaje se oponen a otras en
cuanto que no están pero podrían estar ocupando el mismo lugar en la cadena
hablada. Por ejemplo, para enunciar la palabra pata, hay que seleccionar tres
fonemas. Seleccionar unos elementos lingüísticos implica “dejar” otros en el
código. En este caso, los tres que se han seleccionado “reprimen” la aparición de
los otros 21 fonemas castellanos.
A estas relaciones de alternancia entre unidades presentes y unidades
ausentes se las denomina diferencias opositivas o relaciones paradigmáticas.
Por lo tanto, se puede afirmar que una relación paradigmática es la que existe
entre dos o más unidades de la lengua si son susceptibles de poderse sustituir
entre ellas en el mismo sintagma. Frente a éstas, están las relaciones

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sintagmáticas, que son aquéllas que se establecen entre los sintagmas que
aparecen en la cadena hablada.
En cualquier caso, todo tiene sus límites. Aunque los tres fonemas de la
palabra pata se oponen paradigmáticamente a los otros 21 de la lengua
española, un hablante no puede sustituir ninguna de las realizaciones del
fonema /a/ que aparecen en este mensaje por la realización de un fonema que
no sea vocálico. En castellano, serían inadmisibles secuencias como pbta* o patr*.
Los elementos de la misma clase o paradigma alternan entre si; los de
diferentes clases o paradigmas contrastan: un fonema vocálico alterna con un
fonema vocálico pero no, con uno consonántico. Hjemslev definió paradigma
como un conjunto de unidades alternantes. En cambio, al conjunto de unidades
co-presentes lo denominó cadena.
Un paradigma está compuesto por el conjunto de las unidades que
pueden ocupar el mismo lugar en la cadena hablada. Por ejemplo, los fonemas
se organizan en la cadena formando sílabas. En las sílabas encontramos dos
tipos de posiciones: los márgenes y los núcleos. Los fonemas se organizan en
dos grandes paradigmas, el de aquellos elementos que pueden ser núcleo y el
de los que sólo pueden ser margen. Al primero lo denominamos paradigma de
los fonemas vocálicos y al segundo, paradigma de los consonánticos.
Las cadenas establecen una especie de orden o proporción entre
componentes de dos o más paradigmas diferentes. Los componentes de una
cadena contrastan sólo en cuanto que son miembros de paradigmas diferentes.
Por eso mismo, dado que las relaciones sintagmáticas crean un orden o
proporción en la cadena hablada, estas relaciones tienden a establecer jerarquías
entre las unidades lingüísticas. Estas proporciones y jerarquías, que impone la
estructura sintagmática de la cadena, no sólo nos indican cuántos fonemas
podemos ubicar en ese segmento del mensaje, sino también su procedencia, es
decir, de qué paradigmas deben ser seleccionados y las relaciones que tendrán
entre sí.
Las relaciones sintagmáticas o contrastes implican un conjunto de reglas
combinatorias, de manera que una unidad lingüística no puede ocupar
cualquier posición dentro de la cadena hablada. En el plano de la expresión, el
conjunto de reglas que determina el orden o proporción en el que pueden
combinarse las realizaciones de los fonemas recibe el nombre de restricciones
fonotácticas. La sílaba es el resultado de las condiciones de proporción
combinatoria que imponen las restricciones fonotácticas de una lengua.
Obviamente, estas condiciones variarán de lengua a lengua. De esta
forma, cuando los japoneses tomaron como préstamo el término deportivo
inglés Sprint, lo convirtieron en supirinto: lo que era un monosílabo lo
convirtieron en un término de cuatro sílabas para poder adaptarlo a las
condiciones que imponen las restricciones fonotácticas del japonés y que son
distintas a las del inglés.
Las distintas lenguas permiten diferentes tipos de sílabas y los hablantes
nativos continúan respetando las restricciones fonotácticas propias de su lengua
cuando reciben un préstamo de otra o están empezando a aprender un segundo

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idioma. Esto explica por qué los españoles no decimos supirinto por sprint pero
sí, esprín.

6.1. El orden de la sílaba.


Si la sílaba es el resultado de las restricciones combinatorias con las que
una lengua predetermina la «proporción» de fonemas de distintos paradigmas
que un hablante debe manejar a la hora de producir el plano de la expresión
(significantes) de la cadena hablada, entonces, una sílaba tiene que consistir en
un esquema de posiciones: las restricciones fonotácticas indicarán a los
hablantes qué fonemas irán en cada tipo de posición.
La sílaba es un esquema de combinaciones sintagmáticas y, por lo tanto,
implica una proporción, un orden entre las distintas posiciones que los fonemas
pueden ocupar en el mensaje: una jerarquía. Así, hablamos de un núcleo
silábico y de márgenes postnucleares y prenucleares. Las principales
restricciones fonotácticas del español indican que:

1) sólo las vocales pueden ser núcleo silábico


2) sólo puede haber una vocal por sílaba
3) la sílaba más compleja permitida sólo puede tener dos márgenes
prenucleares y dos postnucleares
4) cuando, a mitad de palabra, aparecen varias consonantes seguidas (),
forman margen prenuclear el fonema o los fonemas que pueden aparecer
en comienzo de palabra
5) el fonema o los fonemas precedentes son el margen posnuclear de la otra
sílaba
6) si esta combinación posnuclear de fonemas no es propia del final de
palabra, se trata de adquisiciones recientes, de carácter culto, que suelen
simplificarse para adecuarlas a las pautas generales de la silabación

La primera restricción explica que añadamos una /e/ ante la /s/ líquida
con la que empieza la palabra inglesa sprint; la segunda restricción, que las
vocales cerradas de los diptongos se conviertan en semivocálicas o
semiconsonánticas; y la tercera, que no haya en español sílabas más complejas
que la que constituye el prefijo trans-.
Por su parte, las restricciones 4 y 5 son las que hacen que hagamos las
siguientes segmentaciones de sílabas: 3

prole le-pra can-to


bravo a-bro car-bón

3Los ejemplos están tomados de ALARCOS, EMILIO (1994): Gramática de la lengua española.
Madrid: Espasa Calpe. pp.38-39.

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freír co-fre en-fer-mo


tramo o-tro yes-ca
drama pie-dra naf-ta-li-na
crudo la-cre ap-to
grito ti-gre dig-no
plaza ti-ple at-le-ta
blanco ha-bla ad-lá-te-re
flor ri-fle
clave te-cla
gloria re-gla

En la columna que está en medio, tenemos palabras que presentan dos


consonantes seguidas en medio de una palabra. En la primera columna,
tenemos ese mismo grupo consonántico al principio de palabra. En la tercera
columna, tenemos palabras que también presentan dos consonantes seguidas
pero, en este caso, estas parejas de consonantes no pueden aparecer a principio
de palabra. ¿Por qué sé que debo pronunciar re-gla y no reg-la? Porque la
combinación -gl- puede aparecer perfectamente a principio de palabra (gloria),
entonces, cuando aparezca a mitad de palabra, mantendré los dos fonemas
consonánticos dentro de la misma sílaba en condición de márgenes
prenucleares primero y segundo. En cambio, el grupo consonántico -dl- no
puede aparecer al principio de palabra. En consecuencia, cuando aparezca en el
medio, la primera consonante será margen posnuclear de la primera sílaba y la
segunda será margen prenuclear de la segunda (ad-lá-te-re).
Los casos de combinaciones internas de tres consonantes se resuelven
con el mismo criterio. Cuando los dos últimos fonemas funcionan como margen
prenuclear al comienzo de palabra, se enlazan con la vocal siguiente y el
fonema que los precede será posnuclear: con.tra, com.pra, in.fringe, alon.dra,
an.cla, um.brio, in.gle, dis.fraz, esclusa, almiz.cle, cas.tro, per.plejo, ac.triz, in.crepar,
con.grio, em.blema, in.flamar, etc. En caso contrario (siempre en palabras cultas y,
por lo tanto, sometidas a las reducciones del habla coloquial), el límite silábico
ha de establecerse entre el segundo y el tercer fonema consonántico: trans.porte,
pers.picaz, inters.ticio, abs.cisa, abs.tinencia, cons.tar, ex.periencia, tex.to, sols.ticio,
etc. 4
La sexta regla es la que hace que se pronuncie tes-to en lugar de teks-to
(texto) o tras-porte en lugar de trans-porte.

4 Ibid. pp. 39-40.

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7. Trastornos de la articulación: breve panorama.


No nos vamos a referir aquí a trastornos del lenguaje en los que
intervienen procesos de comprensión (afasia, dislexia,…) sino, puesto que
estamos en el nivel fonético-fonológico, a aquellos que tratan las deficiencias a
la hora de producir los sonidos.

7.1. Dislalias.
Suponen un trastorno en la articulación de los fonemas por causas no
orgánicas y se caracterizan por una dificultad de pronunciar de forma correcta
determinados fonemas o grupos de fonemas de la lengua. Son las anomalías del
habla más frecuentes en la edad escolar. Presentan un pronóstico muy favorable
siempre y cuando reciban la atención temprana que merecen y su origen puede
ser una deficiencia auditiva.
La dificultad articulatoria puede afectar a cualquier fonema aunque su
mayor incidencia pueda observarse en aquellos que requieren una mayor
habilidad en su producción; según el fonema afectado, las dislalias reciben
denominaciones diferentes (la articulación defectuosa del fonema /r/ recibe el
nombre de rotacismo; la del fonema /b/, betacismo, etc.).
Para articular correctamente los fonemas, se precisa una madurez
cerebral y del aparato fonoarticulador, lo cual se consigue hacia la edad de 6
años. Por ello, hay una fase en el desarrollo del lenguaje en la que el niño no
articula o distorsiona algunos fonemas; normalmente, desaparecen con el
tiempo y nunca deben ser intervenidas antes de los 4 años.

7.2. Disglosias.
Se trata de un trastorno de la articulación de origen no neurológico
provocado por lesiones físicas o malformaciones de los órganos articulatorios
periféricos (labio leporino, frenillo, malformaciones en el paladar, etc.).

7.3. Disartrias.
Término genérico utilizado para designar al conjunto de trastornos
motores del habla caracterizado por una debilidad o incoordinación de la
respiración, fonación y articulación, así como una dificultad en el uso de los
elementos prosódicos del lenguaje. La disartria es una alteración propia de
lesiones en el sistema nervioso central y de enfermedades de los nervios o de
los músculos de la lengua, faringe y laringe, que son los responsables del habla.
Suele darse con mucha frecuencia en el caso de las parálisis cerebrales
infantiles. El disártrico, además de estas alteraciones articulatorias, presenta
dificultades para mover sus órganos bucales al realizar cualquier actividad.
Todas las alteraciones en la articulación se manifiestan mediante
omisiones (no se pronuncian los fonemas que resultan problemáticos),
sustituciones (se cambia un fonema problemático por otro más sencillo de
pronunciar), adiciones (se coloca un sonido de apoyo) o distorsiones (se
pronuncia incorrectamente el fonema) de uno o más fonemas, lo cual afecta a la
inteligibilidad del discurso.

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Tema 2: Fonética y Fonología (Educación Primaria). Prof. Manolo Pérez Saiz

8. Las unidades suprasegmentales.


Ahora debemos abordar otro aspecto de la expresión lingüística. De
momento, sólo hemos hablado de la realización, en la cadena hablada, de
fonemas. No obstante, en la expresión lingüística, existen unidades que superan
la realización de estos modelos acústico-articulatorios, por eso hablamos, en
estos casos, de unidades suprasegmentales. Estamos hablando de la intensidad,
el tono y la entonación, también conocidos como los fenómenos de la prosodia.

8.1. El acento.
Si comparamos las siguientes palabras españolas, vemos que son iguales
excepto en el hecho de que, en cada caso, una de las sílabas ha sido
pronunciada de forma distinta: término, termino, terminó.
La sílaba es la unidad acentuada. En español, el acento implica un
cambio en la intensidad de la pronunciación: un golpe de voz que diferencia la
pronunciación del núcleo de una sílaba frente al de otras. Esto significa que el
acento español incrementa la intensidad del sonido durante la ejecución de un
segmento de la cadena hablada: así, nos encontraremos con fonemas que son
realizados con una intensidad «fuerte» frente a otros que lo son con una
intensidad «débil». Así se establece un contraste de grado: unidades de
intensidad débil frente a unidades de intensidad fuerte.
La sílaba tónica es aquélla sobre la que recae el acento. Esta sílaba
contrasta con aquéllas que no reciben el acento, que llamamos átonas. De esta
forma, dentro de un grupo, el acento hace destacar una sílaba frente a otras. En
los anteriores ejemplos hemos subrayado la sílaba tónica para visualizar el
contraste fónico entre ella y las sílabas átonas.Por eso, la unidad acentuada es la
sílaba y no el fonema, porque la función del acento es destacar la pronunciación
de una sílaba frente a otras, no la de un fonema. Al conjunto de sílabas donde
contrasta una sílaba tónica lo denominamos unidad acentual, grupo fónico o
sintagma: así, cada una de las palabras del ejemplo anterior es una unidad
acentual.
Los acentos tienen dos funciones: la demarcativa y la contrastiva. El
acento nos ayuda a segmentar la cadena hablada en sintagmas o unidades
acentuales que, más o menos, vienen a coincidir con lo que entendemos por
palabra. Por ejemplo, en español, el acento cae en la última (palabra aguda u
oxítona), la penúltima (palabra llana u paroxítona) o la antepenúltima (palabra
esdrújula u proparoxítona) sílabas. Esto informa al hablante de que el final de
la palabra se acerca. Sin embargo, el hablante de español tiene cierta libertad
para colocar el acento en una sílaba u otra puede, por lo tanto utilizarlo para
contrastar los significantes de unas palabras con los de otras. Es lo que ocurre
en el ejemplo que hemos visto o en este otro: ánimo, animo, animó

8.1.1. La tilde. 5

5En esencia, este punto está extraído de VECIANA, ROBERTO (2004): La acentuación española.
Nuevo manual de las normas acentuales. Santander: Servicio de Publicaciones de la
Universidad de Cantabria.

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Tema 2: Fonética y Fonología (Educación Primaria). Prof. Manolo Pérez Saiz

La tilde es un indicador gráfico que nos sirve a los hablantes de español


para saber cómo pronunciar lo que leemos, es decir, señala que sílabas tienen
que ser pronunciadas con mayor intensidad. En español, existen dos reglas
básicas de acentuación:

• si la palabra acaba en vocal, n o s, recibe el golpe de voz en la penúltima


sílaba
• si la palabra no acaba en las letras anteriores, recibe el golpe de voz en la
última silaba

En caso de que las palabras cumplan estas reglas, no hace falta escribir la
tilde: el lector supondrá que, dado que no se le indica lo contrario, la palabra se
acentúa siguiendo la tendencia natural de nuestro idioma. ¿Para qué sirve la
tilde? Para indicar al lector las situaciones en las que la palabra no sigue esa
tendencia natural. Por ejemplo, camión debería pronunciarse camion, pero se
pronuncia camion. Así pues, dado que el lector debe romper la regla de
acentuación fónica, debemos indicárselo por medio de la tilde, escribiendo
camión.
La tercera regla es que, en caso de que el golpe de voz caiga sobre la
semi-consonante, [j] ó [w] de un diptongo, se escribe la tilde siempre. 6 Al recibir
el acento, estos alófonos recuperan una pronunciación claramente vocálica y el
diptongo se rompe, apareciendo un hiato. La tilde sirve para avisar al lector
que, donde podría haber semi-consonante, hay una vocal y, donde podría haber
diptongo hay un hiato.
Por último, existe una serie de palabras que se escriben igual y que, para evitar
confusiones, a una de ellas le ponemos la tilde sobre la vocal acentuada. A esto
es a lo que llamamos acentos diacríticos. Por ejemplo: A mí me gusta mi gato.

8.2. La entonación.
Cuando vamos articulando la cadena de alófonos y sílabas, ésta se ve
acompañada de una línea melódica. El mecanismo básico para crear la línea
melódica es la variación de los tonos. No nos interesan los tonos absolutos sino
el contraste entre ellos. Dependiendo de las cualidades físicas de las distintas
personas, un mismo enunciado va a pronunciarse de forma más aguda o grave,
pero eso no va transmitir significados distintos. Lo que sí cambia la
significación es el contraste entre las distintas tonalidades con las que se
pronuncian las diversas partes del enunciado. Distinguimos tres tonalidades
que contrastan entre sí: grave, media y aguda.
Al comienzo, las cuerdas vocales se ponen en tensión: el tono asciende y,
con ciertas oscilaciones, se mantiene en una línea media bastante uniforme. Al
final, en torno a la última sílaba acentuada, el tono presenta un cambio de
dirección: hacia los graves (si las cuerdas vocales se distienden) o hacia los
agudos (cuando las cuerdas se tensan). Lo verdaderamente pertinente en la
entonación es esa inflexión final: dependiendo de la entonación, cambiará la

6Este punto está extraído, esencialmente, de Pérez Saiz, Manuel (2009): El método de los relojes.
Gramática descriptiva del español. Santander: Publican.

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modalidad del enunciado. Esta independencia de la línea melódica respecto de


la cadena fonemática queda clara en los siguientes fenómenos:

1) Por un lado, los siguientes mensajes, que son combinaciones de


alófonos tan distintas entre sí, reciben la misma entonación para
transmitir que todos son aserciones, que todos tienen la modalidad
asertiva:

Los pájaros cantan/ Bebo Coca-Cola/ No me gusta tu madre

2) Por otro lado, aunque estas combinaciones de alófonos son idénticas,


no son el mismo mensaje al transmitir sus entonaciones modalidades
distintas: en el primer caso, la asertiva y, en el segundo, la interrogativa:

Vengo mañana/ ¿Vengo mañana?

8.2.1. El tonema y la función de la entonación.


Estas inflexiones finales reciben el nombre de tonemas. En español hay
cinco tipos. “Siguiendo a Navarro Tomás, cadencia y anticadencia son los
tonemas de contraste máximo y marcan la oposición entre dos ramas (tensiva →
anticadencia y distensiva →cadencia). Semicadencia y semianticadencia son
tonemas de contraste menor y no suelen utilizarse al final de las ramas. La
semicadencia se utiliza para los conceptos que aparecen en serie semántica y para
la afirmación insegura; la semianticadencia realiza contrastes de carácter
secundario e indica un sentido continuativo en unidades interiores de la rama
melódica. La semicandencia aparece, por lo general, en la rama tensiva, antes que
la anticadencia, mientras que la semianticadencia acostumbra a aparecer en la
apódosis antes que la cadencia. La suspensión indica por su parte sentido
incompleto.” 7

1) Cadencia: descenso que se produce tras el último acento y que indica


que el enunciado posee el modo asertivo o afirmativo:

7 HIDALGO NAVARRO, A. & MERCEDES QUILIS MERÍN (2002): Fonética y fonología


españolas. Valencia: Tirant lo Blanch. pp. 238-239.

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Tema 2: Fonética y Fonología (Educación Primaria). Prof. Manolo Pérez Saiz

Esta expresión enunciativa (aseverativa), en suma, puede expresar un


hecho, un juicio, etc. mediante:

a) un solo grupo fónico: en cuyo caso, el tonema desciende


(cadencia) independientemente del número de sílabas;
generalmente, a partir de las ocho sílabas, se suele realizar una
pausa arrojando como resultado dos grupos fónicos:

Llegó María entonces ↓

b) dos grupos fónicos: en este contexto, el primero termina en


semianticadencia; 8 el segundo, en cadencia:

Cuando arrancábamos ↑ llegó María ↓ 9

Cuando de lo que se trata es de manifestar las emociones, los deseos o


hacer una apelación fuerte a la subjetividad del receptor (enunciados
exclamativos), se presenta una línea melódica parecida a la anterior, con un
descenso paulatino del tono a partir del primer acento. La diferencia estriba en
que aparece una mayor elevación tonal en la primera sílaba tónica del
enunciado.

2) Anticadencia: inflexión ascendente que indica el final de un enunciado


de modalidad interrogativa:

Sin embargo, cuando, en el enunciado interrogativo, aparecen


pronombres interrogativos (quién, qué, cómo, cuándo, cuánto, dónde), en vez del
tonema de anticadencia, lo que tenemos es un descenso paulatino del tono a
partir del primer acento.

3) Semicadencia: inflexión descendente que señala el final de un


segmento unitario dentro de un enunciado.

8
Véase más abajo el apartado 4).
9 HIDALGO NAVARRO, A. & MERCEDES QUILIS MERÍN. Ibid. pp.251-252.

22
Tema 2: Fonética y Fonología (Educación Primaria). Prof. Manolo Pérez Saiz

4) Semianticadencia: inflexión ascendente que señala el final de un


segmento unitario dentro de un enunciado.

5) Suspensión: interrupción del tono que indica la inserción de un inciso


o la expresión de una duda o indecisión. En estos casos, la inflexión es, en
un inicio, ascendente hasta el tono medio y en dicho tono permanece
hasta el final.

En resumen, se puede decir que, en el entorno melódico, son distintivos


exclusivamente los tonemas de cadencia y de anticadencia; los otros tonemas
reseñados sólo cumplen una función delimitativa y de contraste interno de los
componentes del enunciado. Las modificaciones tonales (de intensidad o de
cantidad) que se producen en el tramo comprendido desde el primer acento
hasta la inflexión final quedan condicionadas, casi naturalmente, por las
necesidades o propósitos expresivos del hablante, el cual las convierte en
señales de sus estados de ánimo o de sus intenciones. Son rasgos comunicativos
espontáneos, ajenos a la arbitrariedad característica de los signos lingüísticos. 10

9. Bibliografía Básica.

ALARCOS LLORACH, EMILIO (1981): Fonología española. Madrid: Gredos.


[Referencia obligada para explicar la fonología de orientación estructuralista. Adapta
los fundamentos de la fonología estructural al análisis de la lengua española. La
primera parte se dedica a la fonología general y la segunda se centra en la del español.
En ambas se separa la fonología sincrónica y la diacrónica (también de corte
estructural). Además, la primera parte se inicia con una introducción en la que se
establece el objeto de la disciplina y sus relaciones con la fonética y la gramática].

D’INTRONO, FRANCESCO, ENRIQUE DEL TESO Y ROSEMARY WESTON (1995): Fonética


y fonología actual del español. Madrid: Cátedra.
[Resulta especialmente útil el capítulo 1, “La fonética en los estudios del lenguaje” para
explicar conceptos básicos de fonética acústica]

GIL FERNÁNDEZ, JUANA (1988): Los sonidos del lenguaje. Madrid: Síntesis.
[Manual de fonética sencillo y asequible para los alumnos. Aborda las perspectivas
articulatoria, acústica y perceptiva]

GÓMEZ TORREGO, LEONARDO (1992): Manual de español correcto. Madrid:


Arco/Libros.
[Volumen 1º, parte tercera (“Pronunciación”). Aborda la cuestión desde una perspectiva
normativa y dedica su atención a los errores y vulgarismos de pronunciación más
frecuentes. Se ocupa de la pronunciación de los sonidos y también del acento, pero no
de la entonación. Su carácter en cierto modo divulgativo hace que se pueda abordar su
lectura sin un nivel profundo de conocimientos lingüísticos]

10 ALARCOS LLORACH, EMILIO. Op. cit. pp.55-56.

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Tema 2: Fonética y Fonología (Educación Primaria). Prof. Manolo Pérez Saiz

MARTINET, ANDRÉ (1974): Elementos de lingüística general. Madrid: Gredos.

MARTÍNEZ CELDRÁN, EUGENIO (1984): Fonética. Barcelona: Teide.

MARTÍNEZ CELDRÁN, EUGENIO (1989): Fonología general y española. Barcelona:


Teide.
[Complemento imprescindible a la fonología del español de Alarcos]

MARTÍNEZ CELDRÁN, EUGENIO (1996): El sonido en la comunicación humana:


Introducción a la fonética. Barcelona: Octaedro.
[Muy útil y sencillo como introducción a la fonética]

MARTÍNEZ CELDRÁN, EUGENIO (1998): Análisis espectográfico de los sonidos del


habla. Barcelona: Editorial Ariel.
[Muy útil para trabajar en fonética acústica]

MARTÍNEZ CELDRÁN, EUGENIO (2000): “Fonología funcional del español”, en M.


ALVAR (Dir.): Introducción a la lingüística española. Barcelona: Ariel,
139-153.
[Su lectura es imprescindible porque es una propuesta actualizada del sistema
fonológico del español desde la perspectiva de funcionalista]

NAVARRO TOMÁS, TOMÁS (1918): Manual de pronunciación española. Madrid:


CSIC, 1990.
[A pesar de su antigüedad, sigue siendo una referencia obligada por su excelente
descripción de la producción de los sonidos en español]

PÉREZ SAIZ, MANUEL (2011): Método de los relojes. Gramática descriptiva del
español. Santander: Publican, 2ª edición.

QUILIS, ANTONIO (1997): Principios de fonología y fonética españolas. Madrid:


Arco Libros.
[Libro útil para explicar el sistema vocálico y consonántico del español]

SECO, MANUEL (1982): Gramática esencial del español. Madrid: Aguilar.

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