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ESTADO DE ÁNIMO Y PRODUCTIVIDAD ¿CÓMO ESTÁN RELACIONADOS?

Ser productivo significa utilizar todos nuestros recursos (principalmente el recurso del  tiempo) para
producir los mejores resultados con nuestro trabajo.
La relación entre estado de ánimo y productividad es evidente.  El buen humor, el sentirse bien, nos
hace estar más entusiasmados y más focalizados en lo que sea que hagamos. Por contra, el estar de
mal humor, estresado o deprimido impiden alcanzar niveles óptimos de productividad. Cuando
anímicamente no estamos bien, la ansiedad y la depresión conducen a la apatía y a la desmotivación
en el trabajo.
Cuando este estado de infelicidad se «normaliza», es decir cuando no se trata de  una situación
temporal de mal humor, sino de algo continuado en el tiempo,   el problema afecta profundamente en
niveles subconscientes que hacen que, a pesar de los intentos que desde la empresa se puedan hacer
para motivar y mantener la productividad,   el estado mental negativo tenga un poderoso efecto en
todo lo que se hace.
Cuando el estado de ánimo es bajo, la procastinación se convierte en habitual: el posponer el trabajo
durante horas, días e incluso semanas, es la principal consecuencia y característica de quienes pasan
por un periodo anímicamente negativo.
La mayoría de trabajadores que pasan por una situación así saben que están postergando
continuamente sus tareas y que su nivel de productividad es bajo.   Otros no son tan conscientes de
ello; simplemente se vuelven depresivos y menos productivos durante un largo período de tiempo.
En ambos casos, si no obtienen una ayuda que les haga salir de esa situación, la depresión,
desmotivación y falta de productividad será cada vez mayor. Ese es el motivo por el que grandes
empresas invierten grandes cantidades de dinero en hacer felices a los empleados.
Las opciones y las herramientas para favorecer estados anímicos positivos son muchas y muy
variadas:
.-Contar con un servicio de vigilancia de la salud  que sepa detectar estas situaciones y ofrecer
sesiones con terapeuta para reconducir las variaciones en el estado de ánimo.
.-Dotar al personal de la organización de «herramientas» que ayuden a conciliar vida personal y
profesional  (horarios intensivos, teletrabajo, servicio de guardería, etc.)
.-Facilitar el acceso a la formación para mantener alto el nivel de motivación  por aprender más y
progresar.
.-Concienciar y facilitar en la medida de lo posible la práctica de hábitos alimenticios y de estilo de
vida saludable
.-Implementar en el lugar de trabajo todos aquellos aspectos que se sabe, tienen un efecto directo
sobre nuestro estado de ánimo:  diseño biofílico, iluminación, etc.
Pero además de todo lo anterior hay un aspecto clave:  Formar a los empleados para que ellos
mismos sepan cómo detectar situaciones de baja productividad proporcionándoles las herramientas
necesarias para saber gestionarlo.
El punto de partida es encontrar la conexión entre los cambios de humor y el rendimiento cognitivo.
¿Estás postergando o funcionando mal en el trabajo? ¿Por qué? Ayudar al empleado a encontrar el
motivo es el primer paso para abordar la razón que conduce a tal resultado.
Además, es importante fijar objetivos de productividad claros y formar a los empleados en
metodologías de autogestión que les ayuden a ser más productivos. Dentro de este concepto entran
en juego muchos factores que tienen que ver directamente con la salud: cambiar hábitos alimenticios,
de estilo de vida, saber manejar mejor el estrés, fomentar la práctica de deporte y de técnicas de
relajación que ayuden a saber enfrentarse mejor a problemas de ansiedad, depresión etc.
En definitiva, todos podemos tener días mejores y peores, pero los cambios de humor extremos y
frecuentes, la apatía, la depresión… afectan directamente a la  salud del empleado, a su
productividad, a su rol en la empresa y a su propia cosmovisión en general por lo que prestar
atención al estado de ánimo de los empleados es un elemento clave para aquellas organizaciones que
buscan ser saludables desde diferentes perspectivas.
La depresión es una de las enfermedades mentales más comunes en todo el mundo, y también de las más
escondidas por quienes la padecen. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es “la
principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de
morbilidad” y afecta a más de 300 millones de personas en el mundo.

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