Está en la página 1de 12

I FORO ACADÉMICO INTERNACIONAL DE COMUNICACIÓN POLÍTICA

LATINOAMERICANA

ABOCCS

6 de abril de 2017

«Posverdad y Comunicación Política. Una aproximación desde la Nueva


Retórica»

Dra. Patricia Nigro Moser

pnigro@austral.edu.ar

Planteo

En ningún otro tipo de discurso, como el político, tiene tanto para aportar la
Retórica. Existe la llamada “Antigua Retórica”, que comenzó en Siracusa cinco
siglos antes de Cristo, en lo que era la Magna Grecia y que continuó con los
griegos clásicos, Aristóteles, sobre todo y, posteriormente, después de una
larga época de oscuridad en que la Retórica fue considerada mero artificio
verbal, resurgió, a mitad del siglo XX, con el nombre de “Nueva Retórica”. Esto
significó un redescubrimiento y una superación de la Antigua y su mayor
representante es Chaïm Perelman con su Tratado de la Argumentación. La
nueva retórica (1989).

Desde esta perspectiva, plantearemos el tema de la posverdad y de los


“hechos alternativos”, tan presentes en la comunicación política y periodística
desde 2016. Oligatoriamente, hemos de referirnos al vínculo estrecho que
posee el político con los periodistas y los medios de comunicación.

El periodismo y la política son dos ámbitos estrechamente conectados en la


sociedad actual. Los actores de uno y otro campo se ven obligados a desplegar
un constante juego de intercambios. Esto se debe a que estas dos instancias
tienen una necesidad mutua.
La academia, entendida como el lugar en donde se educan políticos y
periodistas, es decir, las universidades y los centros de estudios superiores en
Comunicación Social, tiene una responsabilidad ineludible en estos temas.
Formar a los jóvenes políticos y periodistas en argumentación y ética del
discurso político y periodístico es una tarea que ya no puede soslayarse.

Hablar de ética de la comunicación política puede parecer una utopía. Pero sí


existe una ética y una deontología profesional de los periodistas. Seguramente,
la ética de la comunicación política está en construcción en estos momentos y
llegaremos a ella mediante lo que los estadounidenses llaman “accountability”.
Para el diccionario Merriam-Webster, la accountability se define como: «una
obligación o voluntad de aceptar responsabilidad o de rendir cuentas por los
propios actos». Ejemplo: Los actos públicos oficiales carecen de accountability.
Si buscamos su traducción al español, encontraremos lo siguiente: Spanish
Translation of accountability: responsabilidad.

De modo que no es necesario recurrir a una palabra extranjera para entender


que la ética de la comunicación política pasa por el rendir cuentas, por ser
responsable de lo que se dijo en la campaña electoral y lo que se hizo en el
momento de gobernar. El descrédito de nuestros políticos se basa, más que
nada, en su falta de rendir cuentas, de responsabilidad frente al pueblo que los
votó. Educación para una responsabilidad cívica podríamos llamar a esta ética.
Educar al ciudadano para que se exija la rendición de cuentas del funcionario y
educar a los candidatos para que estén prontos a rendir cuentas de todos sus
actos de gobierno.

Discurso político y falta de transparencia retórica

La primera tarea de un emisor político es la lucha por el “poder decir”, la lucha


por convertirse en un emisor válido y en un argumentador efectivo en una red
discursiva (Raiter y Zullo, 2008: 19-22). La lucha por adquirir lo que Boudieu
llamaba el “capital simbólico”, que es nada más y nada menos, que la
capacidad de ser escuchado por otros.
Desde una mirada retórica, en la comunicación política, se debe estar
especialmente atento al uso de las falacias. Estudiar las falacias es relevante
por dos razones: por la frecuencia con que aparecen y por su utilidad para
develar las argumentaciones erróneas (Nocetti, 1990: 11).

Aristóteles, en la Retórica, advertía del peligro de cometer falacias, en el


discurso, especialmente, en el político, por su incidencia directa con las
condiciones de la vida democrática. Definiremos a las falacias como modos
argumentativos incorrectos o indebidos que demandan nuestra convicción y
que parecen decisivos de la cuestión tratada, cuando en realidad carecen de
perfección y de corrección argumentativa. Las falacias pueden ser
intencionales o no. Esto supone que todos, en algún momento, cometemos
falacias.

Es importante que, en especial, los periodistas aprendan a reconocer las


falacias para examinar las argumentaciones de los políticos. Cuando se
reconoce una falacia en un discurso, debe demostrarse por qué ese argumento
es falaz en ese contexto dado (porque puede no serlo en otro). Es necesario
definir en qué clase de situación comunicativa se produce la falacia (Cattani,
2003: 85). Cuando nos referimos a contexto o situación comunicativa, estamos
en el terreno de la enunciación: quién habla con quién, cuándo, dónde, sobre
qué tema, etc.

Desde la Nueva Retórica y siguiendo a Perelman, clasificamos las falacias en


tres grupos:

– Falacias de evidencia: cuando algún dato es ocultado o


manipulado para afirmar algo que no es cierto.

– Falacias de lenguaje: cuando con estrategias lingüísticas se


busca distraer al adversario o confundirlo.

– Falacias de pseudoargumentos: allí entrarían muchísimas


falacias. Enumerarlas a todas es imposible, porque la capacidad
del ser humano de equivocarse- dicen Ceolín y otros (2013)- es
infinita.
En una investigación realizada en Buenos Aires, sobre declaraciones de
políticos a prensa gráfica, en una campaña electoral, Nigro y Blaquier (2014)
encontraron que las falacias más frecuentes en el discurso político son:

– Argumento dirigido contra el hombre (ofensivo) AD HOMINEM: se trata


de ofender a la persona y no de refutar sus argumentos.

– Apelación al pueblo AD POPULUM. Es el discurso del demagogo. Apela


a los sentimientos, supersticiones, creencias básicas del pueblo para
que se acepte su argumento.

– Generalizaciones. Se reconocen por el uso de términos como: “todos”,


“nadie”, “siempre”, “jamás”. Se pretende afirmar que es de conocimiento
público y general algo que solo se da en algún caso.

– Simplificación. La realidad es compleja. Para cada efecto, hay muchas


causas. Incluso interviene el azar. Sostener que un hecho tiene un único
responsable es, por lo menos, infantil.

– Falsa analogía. Se intenta comparar dos situaciones o casos que no se


asemejan verdaderamente en la realidad. Se traslada un ejemplo de un
contexto comunicativo a otro lo que le quita toda validez argumentativa.

Sobre la posverdad

La palabra “posverdad” salió elegida por los Oxford Dictionaries como la


palabra del año 2016. En inglés, el término «Post-truth» denota circunstancias,
en las cuales los hechos objetivos influyen menos en la formación de la
opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal.

En ese idioma, nace como un adjetivo «post truth politics» y se lo relaciona con
el Brexit, la salida del Reino Unido de la Comunidad Europea y con la llamada
“era Trump”. Fueron hechos inexplicables para la prensa que no supo
interpretar el sentir del pueblo de la Gran Bretaña y de EEUU, frente a las
posibilidades de elección que tenían ante sí.
Con el paso del tiempo, se produjo un cambio del valor semántico del prefijo
«post»: desde 1992, hay usos en sentido tradicional («después de saber la
verdad») pero, en 2004, aparece el primer libro con el sentido actual The post
truth era de Ralph Keyes.

Ofrecemos un ejemplo, según el diario español El País, del 11 de noviembre de


2016: es una verdad que Trump ganó las elecciones presidenciales en EEUU y
es una posverdad, porque no se hubiera producido sin las variables de la
emoción, la creencia y la superstición.

Para Rubén Amón, periodista de El País de España, la posverdad puede


entenderse como un hueco semántico que discrimina la verdad revelada de la
verdad sentida.

De acuerdo con la revista The Economist, Trump es el exponente de la política


de la posverdad, una confianza en afirmaciones que se «sienten verdad» pero
que no se apoyan en la realidad.

La posverdad puede ser una mentira asumida como verdad o una mentira
asumida como mentira, lo que hemos dicho de que las falacias pueden ser
intencionales o no. Otro nombre que se le da a la posverdad es «verdad
hiperbólica», es decir, una verdad exagerada. Como vemos, el uso de
eufemismos tan común en la comunicación política está en pleno fervor
respecto de este tema.

En lugar de verse como forma de manipulación, los ingleses consideran que la


posverdad es una forma de poder de rebelión de pueblo al sentido común, en
el sentido de que no se pronuncian a favor de lo racional sino de lo emocional.

Los «Alternative facts» o hechos alternativos

La frase “hechos alternativos” fue dicha por la jefa de campaña de Trump,


Kellyanne Conway, durante una entrevista televisiva el 22 de enero de 2017.
Defendiendo al jefe de prensa que había mentido en algunos hechos a los
periodistas acreditados en la Casa Blanca, sostuvo que este no había mentido
sino que había dado los «hechos alternativos». El periodista, Chuck Todd,
contestó: «Los hechos alternativos no son hechos. Son mentiras.»

La expresión “hechos alternativos” se usa en los ámbitos legales


estadounidenses cuando los abogados defensores tratan de establecer otros
hechos a los presentados por la fiscalía para que sean considerados por el
jurado de modo de atenuar o completar lo ofrecido con atenuantes o con
información que pudiera faltar.

Otras formas de llamarlos son: hechos adicionales, información alternativa,


información incompleta.

La posverdad como sinónimo de mentira

Para este trabajo, buscamos textos periodísticos en línea que sostuvieran que
la posverdad es realmente una mentira disimulada. En la Argentina, el Diario de
Río Negro, el 28 de enero, publicó un artículo de Daniel Molina titulado «La
posverdad es mentira».

El autor cita a Nietzche en el texto «Verdad y mentira en sentido extramoral»


(1880) quien sostiene que la verdad es la mentira que la sociedad tolera y que,
de esa manera, se convierte en una no-mentira. En la comunicación política,
todas las verdades serían, pues, creencias ficcionales.

La posverdad puede ser abordada desde diferentes puntos de vista. Aunque


nuestra mirada parte de la Nueva Retórica, señalaremos algunos aspectos
desde otras ciencias. Para la Psicología, Arturo Torres en un artículo llamado
«Posverdad (mentira emotiva): definición y ejemplos», afirma que la posverdad
es un contexto en el que no interesan si los hechos son verdaderos o falsos.
Platón, en el Mito de la Caverna, planteó que la verdad es independiente de
nuestras opiniones. Así, la objetividad importa mucho menos que el modo en
que lo que se afirma encaja en nuestro sistema de creencias.
Según Torres, los hechos alternativos son la materia prima de la posverdad y
se relacionan con lo que el psicólogo social León Festinguer llamó «disonancia
cognitiva»: un estado de tensión y conflicto interno que notamos cuando la
realidad choca con nuestras creencias. Muchas veces elegimos manipular la
verdad para mantener a salvo nuestras creencias. (psicologiaymente.net)

En The Atlantic, el 22 de enero de 2017, David Graham, titula un artículo «Los


hechos alternativos: las innecesarias mentiras de la administración Trump».
Debemos aclarar que la traducción de “inncesarias” se relaciona con la
expresión inglesa needless to say: no hace falta decir. Graham se refiere que
no hace falta decir esas mentiras, que los hechos son obvios.

Para este autor, la gravedad de la mentira es que conlleva un deliberado


intento para producir el error en el otro. Que un político mienta indica que
quiere que el público se equivoque en su percepción o en sus decisiones. En
definitiva, dice Graham, para la administración Trump, no existe la realidad
objetiva.

The Guardian, el diario inglés, probablemente el único verdaderamente


independiente que existe, publicó una nota de Jim Abramson el 24 de enero de
2017 titulada «Los hechos alternativos son solo mentiras, no importa lo que
sostenga Kellyanne Conway».

Abramson, un periodista con muchos años de oficio, explica que, cuando uno
se pasó la vida buscando los hechos, cuesta adaptarse a la posverdad de la
era Trump. Sin profundizar en elucubraciones filosóficas o psicológicas, el autor
afirma que sl mayor parte de la gente cree que hay verdad y mentira y que son
opuestas.

En el sitio de la BBC, el 12 de enero de 2017, el pensador británico, A. C.


Grayling, advierte sobre la corrupción de la integridad intelectual y el daño del
tejido completo de la democracia que acarrean estas cuestiones como la
posverdad y los hechos alternativos.
El pensador considera que una opinión fuerte puede acallar evidencia o atacar
al otro y no a sus ideas (la falacia ad hominem, que nombramos al principio).
Grayling entiende que las raíces filosóficas de la posverdad se encuentran en
el relativismo y que las redes sociales solo potencian estas cuestiones, con el
efecto multiplicador de la viralización.

Para el Poynter Institute, los hechos alternativos pueden ser verdaderos pero
irrelevantes, es decir, que no aportan nada a la cuestión tratada o que son
meramente distractores.

Para el famoso instituto de periodismo, los hechos alternativos no entran en la


categoría de mentiras. Sí, constituiría mentira usarlos para negar la realidad.
Desde allí, se propone no refutar los hechos alternativos, sino demostrar con
pruebas la mentira que se está diciendo.

De acuerdo con el pensador argentino, Pablo Boczcowski, investigador de la


Universidad de Northwestern, sostiene, en un texto de la Revista Anfibia
llamado «La posverdad», que cada vez al público le cuesta más detectar
información tendenciosa en las redes sociales. En estas, se tiende a preferir lo
nuevo, lo escandaloso antes que la rutinaria norma de razonar y verificar. Esto
consiste en un gran riesgo para la credibilidad de los periodistas, ya que se
hacen eco de noticias sin confrontar las fuentes, principio básico de la ética del
periodista.

Michael Scherer, en Time del 23 de marzo de 2017, asegura que Trump


descubrió que la verdad puede ser real pero que la mentira muchas veces
funciona mejor y que la controversia resalta el mensaje. La polémica genera
atención y el escándalo mentiroso distrae de los problemas importantes.

Scherer concluye que los gobiernos deben entender que mentir tiene un costo:
la pérdida de la confianza. Y que la confianza es un bien intangible que cuando
se pierde o resquebraja es muy difícil de recuperar.
Temas relacionados

Otros temas íntimamente relacionados con la posverdad y con los hechos


alternativos pero que no trataremos en este trabajo debido a una cuestión de
espacio son: las “noticias falsas” (fake news); la credibilidad y la calidad de los
medios de comunicación; estudios sobre en qué se basa la gente para confiar
en lo que lee o escucha; estrategias para entrenar al ciudadano o al periodista
a detectar las noticias falsas: la alfabetización periodística o noticiosa (news
literacy); el deber de contrastar fuentes (En EEUU, se crearon Polifacts y
Washington Post Fact Checker). Chequear consiste en determinar si una
afirmación es verdadera o falsa, según la evidencia que la respalda.

Conclusión: cómo pensamos

En una nota en The New Yorker, del 27 de febrero de 2017, Elizabeth Rolbert
revisó diferentes investigaciones de prestigiosas universidades que demuestran
que la razón y la evidencia no nos hacen cambiar de opinión.

La razón humana tiene que ver con la sociabilidad. El hombre era, para
Aristóteles, «zoón logón» (animal racional o animal que habla)- recordemos
que Lógos era razón y lenguaje a la vez- y el hombre es también «zoón
politikón» (animal que vive en sociedad). De este modo, nuestra capacidad de
juicio está condicionada por lo que piensa nuestra comunidad.

Algunos fenómenos comprobados sobre cómo pensamos son:

1. El «sesgo de confirmación»: es una característica del intelecto humano


que tiende a buscar la información que fortalece sus creencias y debilita
las opuestas. Podemos fácilmente encontrar fallas en el razonamiento
ajeno pero no en el propio.
2. La «ilusión de la profundidad explicativa»: es un fenómeno por el cual
siempre creemos que sabemos más de lo que en verdad sabemos.
3. Los “sentimientos fuertes”: no surgen de una racionalidad profunda. Las
neurociencias demuestran un aumento de la dopamina, cuando la gente
encuentra que alguna de sus creencias es confirmada.
Aristóteles, cuando se refería a los modos de argumentar y de persuadirnos
entre seres humanos, hablaba de la «doxa», o sea, del campo de la opinión.
Nunca de la lógica que dejaba el campo de las ciencias exactas. El filósofo
distinguía entre razonamientos lógicos y dialécticos. La comunicación política
se construye sobre los razonamientos dialécticos pero eso no significa que sea
inmune a la ética.

Bibliografía consultada

Nota: los títulos de artículos en inglés fueron traducidos por mí.

1) Abramson, J. (2017) “Los hechos alternativos son solo mentiras, no importa lo


que sostenga Kellyanne Conway” en línea en
https://www.theguardian.com/commentisfree/2017/jan/23/kellyanne-conway-
alternative-facts-lies, consulta 1 de marzo de 2017.
2) Amado, A., (2016) Política Pop. De líderes populistas a telepresidentes,
Buenos Aires, Paidós.
3) Amón, R., (2016) “Posverdad: palabra del año” en línea en
https://cdn.ampproject.org/c/internacional.elpais.com/internacional/2016/11/16/
actualidad/1479316268_308549.amp.html, consulta el 12 de diciembre de
2016.
4) Aristóteles, (1999) Retórica, Edición del texto con aparato crítico, traducción,
prólogo y notas por Antonio Tovar. Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 4ª edición.
5) Boczkowski, P. (2017) “Las noticias falsas y el futuro del periodismo. La
postverdad” en línea en http://www.revistaanfibia.com/ensayo/la-postverdad/,
consulta 2 de marzo de 2017.
6) Bordes Solanas, M. (2011) Las trampas de Circe: falacias lógicas y
argumentación informal, Madrid, Cátedra.
7) Cattani, A., (2003) Los usos de la retórica, Madrid, Alianza Ensayo.
8) Ceolín, N. y otros, (2003) Pensamiento crítico. Buenos Aires, UADE. Temas
Grupo Editorial.
9) Comesaña, J., (2001) Lógica informal. Falacias y argumentos filosóficos,
Buenos Aires, Eudeba.
10) Crespo Martínez, I. y otros, (Coords.) (2016) Diccionario enciclopédico de
Comunicación Política, Madrid, Asociación Latinoamericana de Investigadores
en Campañas Electorales, 2ª edición revisada.
11) Crespo, I., Riorda, M. y otros, (2011) Manual de comunicación política.
Candidatos, medios y electores en una nueva era, Buenos Aires, Biblos.
12) Graham, D. (2017) “Los hechos alternativos: las innecesarias mentiras de la
administración Trump” en línea en
https://www.theatlantic.com/politics/archive/2017/01/the-pointless-needless-lies-
of-the-trump-administration/514061/, consulta 5 de febrero de 2017.
13) Grayling, A. C. (2017) “Qué significa la posverdad para un filósofo” en línea en
http://www.bbc.com/news/education-38557838, consulta 75 de marzo de 2017.
14) Merrian Webster Dictionary, (2017) “Accountability” en línea en
https://www.merriam-webster.com/dictionary/accountability, consulta el 16 de
marzo de 2017.
15) Molina, D. (2017) “La posverdad es mentira” en línea en
http://www.rionegro.com.ar/columnistas/la-posverdad-es-mentira-YA2103753,
consulta el 10 de febrero de 2017.
16) Nietzche, F. (1880) “Verdad y mentira en sentido extramoral” en línea en
https://repositorio.uam.es/xmlui/bitstream/handle/10486/325/22029_verdadyme
ntiraensentidoextramoral.pdf?sequence=1, consulta 20 de septiembre de 2016.
17) Nigro, P. y Blaquier, A. (2014) Desnudando el discurso político. Falacias,
políticos, periodistas, Buenos Aires, Biblos.
18) Nigro, P. y Tonelli, V. (2013) “Los verbos de decir y su valor argumentativo en
noticias de dos diarios de distribución gratuita de la Ciudad de Buenos Aires”
en Revista Ecos de la Comunicación, Año 6, Número 6, Buenos Aires, pp.37-
49.
19) Nocetti, O., (1990) Falacias y medios de comunicación (del discurso como
arma), Buenos Aires, Humanitas.
20) Oxford Dictionaries, (2016) “Posverdad, la palabra del año 2016” en línea en
https://en.oxforddictionaries.com/word-of-the-year/word-of-the-year-2016,
consulta 15 de diciembre de 2016.
21) Perelman, Ch. y Olbrechts-Tyteca, L., (1989) Tratado de la argumentación. La
nueva retórica, Madrid, Gredos.
22) Platón, (1992) República, Madrid, Gredos.
23) Ponencias de la Mesa 9 “Populismos latinoamericanos en campaña electoral:
liderazgo, narrativa y juegos del lenguaje” del V Congreso de la Asociación
Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales, (2016) Buenos
Aires, en línea en http://www.alice-comunicacionpolitica.com/congresos/v-
congreso-internacional-en-comunicacion-politica-y-estrategias-de-
campana/mesas-v-congreso.
24) Poynter.org, (2016) “No ridiculicemos los hechos alternativos” en línea en
http://www.poynter.org/2017/dont-ridicule-alternative-facts-fact-check-
them/445943/ consulta el 20 de diciembre de 2016
25) Raiter, A. y Zullo, J. (1999) Lingüística y política, Buenos Aires, Biblos.
26) Riorda, M. y Rincón, O. (Edit.) (2016) Comunicación Gubernamental en Acción.
Narrativas presidenciales y mitos de gobierno, Buenos Aires, Biblos.
27) Rolbert, E. (2017) “Por qué los hechos no nos hacen cambiar de ideas” en
línea en http://www.newyorker.com/magazine/2017/02/27/why-facts-dont-
change-our-minds?mbid=nl_TNY%20Template%20-
%20With%20Photo%20(139)&CNDID=27041419&spMailingID=10502668&spU
serID=MTMzMTgyODAzNzQ2S0&spJobID=1101981301&spReportId=MTEwM
Tk4MTMwMQS2, consulta 3 de marzo de 2017
28) Santibáñez Yáñez, C. y Marafioti, R. (Edit.) (2008) De las falacias.
Argumentación y Comunicación, Buenos Aires, Biblos.
29) Scherer, M. (2017) “Los hechos detrás de 5 declaraciones que el president
Trump hizo en una entrevista de Time. Entrevista sobre la verdad” en línea en
http://time.com/4710931/donald-trump-time-interview-facts/, consulta 25 de
marzo de 2017,
30) The Economist (2016) “Política posverdadera. El arte de mentir” en línea en
http://www.economist.com/news/leaders/21706525-politicians-have-always-
lied-does-it-matter-if-they-leave-truth-behind-entirely-art, consulta 31 de octubre
de 2016.
31) Torres, A. (2017) “Posverdad (mentira emotiva): definición y ejemplos” en línea
en https://psicologiaymente.net/social/posverdad, consulta 10 de marzo de
2017.

También podría gustarte