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Lit. Italiana

El narrador de las Novelle de Bandello y la función mediadora de la


escritura

Barbara Alfano1
Esta pequeña historia, habiendo yo venido a ofrecer reverencia a mi gallardo señor Pirro Gonzaga, vuestro tío, y
razonándose sobre varios casos que acontecieren, mandó el señor Pirro a mi compadre de bien, micer Gian Matteo
Olivo, medio poeta, que narrase.

He aquí el modo típico en que Bandello narra una historia y la oralidad de la escritura, de su

escritura, así amplificada, se convirtió en el tópico literario preferido de la crítica bandelliana de los

últimos cincuenta años. La tesis, prácticamente sin discusión, es que las Novelle de Matteo Bandello,

como todas las novelle del siglo XV y del siglo XVI, privilegian el acto narrativo por sobre el acto

de la escritura.i

Sostengo, en cambio, que Bandello, mediante el uso de la forma epistolar, otorga la misma

importancia tanto al acto escrito como a la narración, creando una simetría especular entre la

estrategia narrativa de las novelas y aquella de las cartas dedicatorias. La centralidad de las novelas

está constituida por la descripción de un acto narrativo oral cuyo destinatario es en primer lugar, un

grupo de oyentes interno a la narración, o sea, un narratario intradiegético. La misma consideración

es válida para la forma epistolar, en la cual el yo narrador se refiere directamente a un interlocutor

que es parte explícita del texto; pero, mientras en las novelas la escritura está al servicio de la

oralidad, en las epístolas este vínculo de sujeción se ve trastocado, ya que la epístola es un género

escrito que toma ciertos rasgos de la oralidad (la presencia interna de un narratario al que se dirige en

forma de diálogo). La elección del género epistolar como introducción a la novella equilibra la

1
ALFANO, Bárbara"Il narratore delle Novelle del Bandello e la funzione mediatrice della scrittura" en Italica, vol.81, nro
1 (primavera de 2004), American Association of Teachers of Italian, Universidad de Toronto.
TRADUCCIÓN de Gabriela Quinteros para la cátedra de Literatura Italiana. Revisión de Adriana Amarilla.

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relación oralidad/escritura del relato, invirtiéndola: escritura/oralidad. Tal estrategia narrativa es

construida en torno al yo narrador que ostenta tanto la función de escritor de las epístolas, como la de

copista de las novelle: la función testimonial de la escritura que fija la oralidad sobre la página (y la

produce en las cartas) es celebrada por el narrador del texto bandelliano, que se multiplica en sus

roles, pasando simultáneamente de oyente a copista y escritor -y lo hace de una manera

autorreferencial-; no se trata de un simple compilador, figura a la cual lo habría reducido un marco

único de tipo boccaccesco2. En la exacerbación de este polimorfismo, Bandello – que coincide con su

narrador extradiegético-ii subraya el pasaje de la condición preponderantemente oral de la novela al

género escrito. En el íncipit de la obra bandelliana está la clave: “Hace ya muchos años, comencé a

escribir algunas novelle…” (87) Señala Giorgio Barberi Squarotti:

El libro del Bandello es, en cambio, un libro sin orden, sin unidad de tiempo que encauce las novelle a un centro

unificador…cada uno, en el mundo que frecuenta el Bandello, narra y escucha novelle, y es la instancia de la

narración aquella que es fundamental, no la instancia de la redacción. (22)

Tal descripción de la novela bandelliana, donde la oralidad aparece como prioritaria, pierde de

vista la función cohesiva del yo narrador – me refiero aquí al narrador extradiegético- el cual se

revela, en cambio, como el principio unificador del texto: presentándose como el yo escribiente en las

epístolas - que ponen de relieve, por cierto, el valor del acto escrito- el narrador equilibra, desde la

perspectiva de la escritura, la función y la importancia asumida por el acto narrativo oral en las

2
En la introducción a la Primera Jornada del Decamerón, Boccaccio establece un marco narrativo de referencia al
describir la peste de 1348 en Florencia, motivo por el cual diez jóvenes, siete mujeres y tres hombres, se refugian en la
villa de uno de ellos y durante diez días cada miembro del grupo habrá de contar un relato, teniendo las historias un
motivo diferente en cada Jornada. (N. de T.)

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novelas. En la dedicatoria a Isabella d’Este3 de la novela 1-IV, Bandello declara (un ejemplo que

podría repetirse):

yo…le rogué [a micer Antonio Sabino] que, para mi bien me narrase la historia de sus muy infelices amores y de su

muerte [la condesa de Cellant]…Por lo que, habiéndola escrito para ponerla con mis otras novelle, para que pasado el

tiempo pueda ser leída con aquellos, he querido anteponer vuestro nombre y a vos regalarla. (111)4

Bandello nunca deja de subrayar la importancia de la escritura de las novelle, reunidas por él para ser

transmitidas mediante la lectura, no mediante la escucha, y lo hace exponiendo al sujeto escribiente,

el yo.

La renuncia de Bandello a utilizar un único marco según el esquema boccaccesco para las

novelle, tiene, entre otras consecuencias textuales, una notable presencia activa del narrador

extradiegéticoiii que, escritor de las dedicatorias, coincide con el autor del texto Novelle: es Bandello

quien firma las cartas, el yo que escribe. Tal coincidencia acentúa de manera exponencial el acto de la

escritura, ya que no sólo el narrador extradiegético se propone como copista del acto narrativo, sino

que, coincidiendo con el autor Matteo Bandello, ejerce también un continuo acto autorreferencial

respecto al texto Novelle: en cada dedicatoria, al explicar porqué ha elegido cierta historia y porqué la

ha dedicado precisamente a ese destinatario, hace referencia a su propia obra compiladora.

La función del escritor equilibra de este modo la función del narrador oral, reproducida en las

historias contadas, ya que la forma epistolar mantiene la centralidad del vínculo directo entre

narrador y destinatario del texto, típica de la narración oral de la novella. De este modo se perfila una

simetría entre la narración oral y aquella escrita; el narrador extradiegético no se limita a transcribir

una historia contada, sino que reproduce la totalidad de un acto narrativo, de modo tal que el lector

3
Isabella D’Este (1474-1539), hija de Ercole I, duque de Ferrara y esposa de Francesco I, marqués de Mantua. Humanista
y protectora de las artes. (N. de T.)
4
Cfr. traducción Nora Sforza para la cátedra Literatura Italiana (N. de T.)

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asista a la escena de la narración. La primera novella de la primera parte se abre con un acto

autorreferencial del narrador:

Yo soy de la firme opinión, señores míos, que Dios nuestro Señor os haya inspirado su gracia al tomar la

determinación a la cual habéis concluido de no querer más atender a la práctica de dar por mujer a una de vuestras

hijas al señor conde de Gaiazzo…Y en cuanto a que con algún ejemplo yo demuestre cuán nocivo sea hacer mercancía

de estos matrimonios, me deleito en narraros las funestas y desafortunadas nupcias de un ciudadano de Florencia,

origen y motivo de la ruina y división de aquella ciudad… (92-93)

La descripción del acto narrativo refleja la situación epistolar en la cual el yo interpela directamente a

su interlocutor. Escritor de la epístola y narrador oral del relato comparten una función recreativa,

explicativa y descriptiva.

Tomemos nuevamente como ejemplo a la novela 1-VIII, dedicada al cardenal Pirro Gonzaga5.

La apertura es obviamente coloquial:

Si a nuestros tiempos, muy respetable señor mío, se usara aquel cuidado y diligencia que entre griegos y romanos se
solía utilizar durante un largo tiempo para escribir las historias que dignas de memoria se reputaban, yo soy de la firme
opinión que nuestra época no sería menos digna de ser alabada que aquellas antiguas, las cuales los escritores tanto
alaban y encomiendan… Esta pequeña historia, habiendo yo venido a ofrecer reverencia a mi gallardo señor Pirro
Gonzaga, vuestro tío, y razonándose sobre varios casos que acontecieren, mandó el señor Pirro a mi compadre de
bien, micer Gian Matteo Olivo, medio poeta, que narrase.

Si confrontamos esta apertura con aquella de la historia que sigue a la carta, no notamos diferencia

alguna de tono, estilo o de gesto en la voz del narrador (esta vez intradiegético):

Quiso nuestro señor Pirro, marqués de Gonzaga…que yo, muy humano señor y amables señores míos, os narre el

memorable incidente de la muerte de una cierta Giulia de esta tierra…Podía el muy ilustre señor mucho mejor que yo,

de aquel asunto hablar…ya que él me ordena que yo sea el narrador, es mi deseo y deber obedecerle. (127)

5
Pirro Gonzaga (1505-1529), eclesiástico, perteneciente a la familia Gonzaga de Mantua, fue nombrado obispo de
Módena en 1527 por el papa Clemente VII , y más adelante, cardenal diácono de Sant’Agata dei Goti, Roma. (N. de T.)

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Como en un juego de cajas chinas, nuestro narrador extradiegético cuenta otra narración

ocurrida en su presencia adoptando un punto de vista neutral. La ausencia de variación de tono y

estilo de la narración hace aún más evidente el juego de cajas chinas en las cuales el acto de relatar

parece repetirse al infinito siempre idéntico a sí mismo. Si en apariencia esto parece incrementar el

carácter oral de la novella, el desplazamiento de la función de la voz narrativa de puramente narrativa

a transcriptiva, o sea, el pasaje del narrador extradiegético de interlocutor directo, en la epístola, a

mediador/transcriptor de otro texto, pone en evidencia la naturaleza escrita de la narración. Escribe

Ong:

Fuera del teatro, en la narración como tal, la voz originaria del narrador oral adoptó varias formas nuevas al volverse la

voz silenciosa del escritor, conforme el distanciamiento introducido por la escritura dio lugar a múltiples

ficcionalizaciones del lector y del escritor sacados de su contexto (208)

Y Bandello, en su texto, juega abiertamente con las posibilidades que le otorga la escritura de

cambiar de punto de vista para su narración, de operar como mediador con el lector.

Aún otro ejemplo de oralidad contrarrestada por la importancia que se le confiere a la

escritura: en la novela 1-VI, dedicada a Cesare Fieramosca6, la carta, de carácter decisivamente oral,

es encabezada por un refrán (¡oralidad dentro de la oralidad!) con gesto llano y aire dicharachero:

“Tenemos los lombardos un proverbio, que se acostumbra a decir bastante, esto es, que el zorro

cambia pelo pero no las mañas”7(119). Se prosigue luego con la descripción de la escena en la que

acontece la narración, repitiendo aquello que se contaba (el juego del relato dentro del relato

continúa):

6
Cesare Fieramosca (?-1528), escudero de Carlos V, hijo del noble Raynaldo de Capua y hermano del famoso
condottiero Ettore Fieramosca. Fue enviado por Carlos V en misión diplomática a Roma a iniciar las tratativas de paz con
el papa Clemente VII durante el conflicto entre el Sacro Imperio Romano y la Liga de Cognac (la alianza de Francia,
Milán, Venecia, Florencia y el Papado firmada el 2 de mayo de 1526). Las tratativas no dieron resultado y en 1527 las
tropas imperiales marcharon sobre Roma, culminando el 30 de marzo en el saqueo. (N. de T.)
7
Il lupo muta pelo e non cangia vizio, en el original. (N. de T.)

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Y razonándose, no hace mucho, en casa del nobilísimo Galeazzo Sforza, Señor de Pesaro…sobre esta materia, ya que

se decía de un viejo que durante más de veinte años mantuvo una concubina y muriendo, no la quiso dejar, el

magnífico micer Paolo Taegio, doctor en leyes, narró un extraordinario incidente sucedido en Milán, que maravilló sin

fin a todos aquellos que lo oyeron. (119)

Paolo Taegio comienza su relato y en su caja, voilá, encontramos otra:

Micer Dionisio Corio, gentilhombre de esta ciudad muy honrado y de antigua familia, solía, de muy buen grado,

cuando estaba en compañía, alegrar con alguna novella a los oyentes. Era graciosísimo conversador y siempre tenía

algo bello entre manos. Por lo que, cuando el señor caballero Vizconde Alfonso contrajo nupcias con la señora Antonia

Gonzaga, su esposa, yo, que me hallaba entre los invitados, recuerdo que narró, entre otras, una novella sucedida aquí

en Milán, la cual a cuento de la materia sobre la que se razonaba, me place contaros. (120)

Un festejo de la narración oral, y, tanto en la epístola como en la novella, una oda al fino

declamador: “Era graciosísimo conversador, y siempre tenía algo entre manos”. Todos los

narradores del Bandello, en honor al carácter cortés de entretenimiento de la novella, son óptimos

decidores. Hay, sin embargo, un contrapeso a tal festejo desde la perspectiva de la escritura: se repite

continuamente la justificación del acto escrito, no simplemente del relato; en cada epístola el yo

narrador, que en este caso coincide abiertamente con el autor de las Novelle a) explica por qué la

novella es digna de transcripción, b) no se limita a transcribir un relato, sino que describe la totalidad

de un acto narrativo, como se ha señalado previamente.

En el marco epistolar de las Novelle, el pasaje de la oralidad a la escritura es celebrado en cada

epístola y asume, en la repetición, la forma de un ritual: no es simplemente la oralidad lo que

Bandello está celebrando, como pretende Squarotti, sino el pasaje de la narración oral a aquella

escrita donde la escritura, como medio recreativo, adquiere una dignidad equivalente a la narración

oral. Bandello no se plantea problemas de memoria: sus narradores intradiegéticos son omniscientes

(contradicción que no parece preocuparle) y su acto transcriptivo nunca es presentado como

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eventualmente falaz. En conclusión, Bandello parece ambientar los relatos de sus novelle en

situaciones reales, acatando a la regla cortés de ese tiempo que exigía un setting8 y una justificación

para la novela, pero no se preocupa por la lógica interna del relato; de este modo no disimula el acto

creativo de la escritura.

A través de la epístola, el narrador bandelliano pone constantemente de relieve su rol de mediador

“evidente” entre la oralidad y la escritura: tal relieve generalmente falta en un marco único, donde el

narrador extradiegético se hace a un costado, vela su rol de escritor/mediador para dar espacio a los

narradores intradiegéticos y a la propia historia. El marco unitario de la tradición boccaccesca,

explican Clements y Gibaldi, sirve para justificar la fiction9, cuya escritura per se, no era

contemplada dentro de los cánones literarios del siglo XVI.

El uso de Boccaccio del relato enmarcado como dispositivo estructural… así también como “pantalla protectora” para

justificar la naturaleza posiblemente cuestionable de alguna de sus novelle fue ampliamente imitado por la mayoría de

sus continuadores europeos. De hecho, pronto se descubre a lo largo de tres siglos de florecimiento de la tradición

novelesca una aparente infinidad de marcos introduciendo un grupo de mujeres y hombres, generalmente cultos y

sofisticados, que experimentan un cierto malestar que les mueve a perseguir, por un breve período de tiempo,

mediante narraciones y otros pasatiempos muy necesarios, una justa ocupación [el refugiarse para escuchar y contar

historias]. (43)10

Por el contrario, la renuncia a ese tipo de marco tiende a justificar a la fiction como un medio de

entretenimiento per se.

La tendencia de los novelistas contemporáneos a evitar el uso del claroscuro presente en el relato enmarcado [situación

de dolor u opresión de la que se distancia a través del relato, como sería la peste en el caso del Decamerón] es

8
En inglés en el original. (N. de T.)
9
En inglés en el original. (N. de T.)
10
En inglés en el original. El sintagma entre corchetes corresponde a la autora. La traducción de este párrafo es mía. (N.
de T.)

7/11
indicadora de un cambio de clima literario en Europa durante el tardío Renacimiento y el siglo XVII. En lugar de

repetir la familiar defensa de la ficción…algunos críticos de las últimas décadas del siglo XVI en adelante,

comenzaron a destacar el valor de entretenimiento puro que proporciona la literatura imaginaria, el cual es

considerado bueno por sí mismo, y sin necesidad de justificación alguna. (48)11

Bandello, que escribe en la primera mitad del siglo XVI, parece anticipar la tendencia de fin de siglo

de aceptar el valor de entretenimiento del relato en cuanto tal, sin tener que justificarlo por causas de

fuerza mayor (como la necesidad de distraerse de la peste, en el caso del Decamerón) y lo hace

utilizando una estrategia narrativa que pone de relieve el rol del escritor. El narrador de las Novelle se

presenta como copista de historias que tienen valor por sí mismas, dignas de ser escritas, en tanto

contienen dentro de sí la razón para ser transmitidas, y no porque sirvan de panacea en un momento

de crisis social. Éste es el rol que el Bandello asume, diferenciando así entre narrador oral (aquel que

cuenta la novela) y el escritor/mediador que asume importancia estratégica. En las Novelle no es

celebrado el momento de la escritura per se en su aspecto estilístico y retórico, como sucede en el

Decamerón,iv sino la función de la escritura como espejo de los tiempos y de una entera sociedad, y

como arcón de valores morales (aún si el espejo está destinado exclusivamente a los ambientes

corteses). Es el valor social de la escritura lo que es celebrado en Bandello, a diferencia de la

tradición boccaccesca, y la celebración se concreta en el rol del escritor/mediador; estos son

elementos que luego se desarrollarán plenamente en la novela del siglo dieciocho.

Evitar justificar el relato de una novella como necesario para la superación de un momento de crisis

no equivale a privar a la misma novella de eventuales valores pedagógicos y morales. En las Novelle,

la función de convocar eticidad recae sobre el acto de mediación/transcripción del relato oral. En la

11
Ibid. nota anterior (N. de T.)

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novella 1-I dedicada a Ippolita Sforza12, Bandello concluye así la carta: “ como yo hablo así he

escrito, no para enseñar a los demás, ni aumentar ornamento a lengua vulgar, sino solo para guardar

memoria de las cosas que estimo dignas de ser escritas, y para obedecer a vos, que así me lo habéis

ordenado”(92).

“Guardar memoria de las cosas que estimo dignas” se revela fundamental para Bandello, que subraya

el lazo necesario entre escritura y memoria, como ya hemos visto en la apertura de la novela 1-VIII:

“Si en nuestros tiempos, muy respetable señor mío, se usara aquel cuidado y diligencia que entre

griegos y romanos se solía utilizar durante un largo tiempo para escribir las historias que dignas de

memoria se reputaban, yo soy de la firme opinión que nuestra época no sería menos digna de ser

alabada que aquellas antiguas…” (126) Es este valor de conservación moral el que Bandello confía a

la escritura: “Y en cuanto a que con algún ejemplo yo demuestre cuán nocivo sea hacer mercancía de

estos matrimonios, gusto de narraros las funestas y lastimosas nupcias de un ciudadano de Firenze…”

(1-I 93) huyendo así a su propio deseo de narrar solo por deleite. Maestri nota la tendencia de

Bandello al juicio moral, pero no la asocia a la función de la escritura como momento de

conservación:

“Esto [la elección de la forma epistolar], a diferencia de los marcos cerrados, le permite:

1. dirigirse a una persona individualmente

2. diversificar las singulares ocasiones del discutir y del narrar

3. embellecer y exponer juicios sobre hechos y comportamientos circunstanciales

4. proponer, dentro del flujo de las experiencias, un criterio de fijación y de juicio cauto, pero

posible según ciertos valores y sobre casos singulares… (95)

12
Ippolita Sforza (1481-1520), hija de Carlo, hijo natural de Galeazzo, duque de Milán, y esposa de Alessandro
Bentivoglio; luego de que su suegro Giovanni II perdiera Bologna, se retiró a Milán, donde adquirió fama de poeta y
protectora de las artes. Uno de sus protegidos fue, precisamente, Matteo Bandello. (N. de T.)

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De parte de Bandello, efectuar una elección “dentro del flujo de las experiencias”, elegir aquello que

es digno de memoria y descartar por ende aquello que no lo es, contribuye a la formación de un

código moral a ser transmitido a través de la escritura. Resulta evidente que el valor de la memoria

sea confiado a la escritura en una cultura donde la oralidad no es primaria,v pero subrayarlo en un

género a caballo entre oralidad y escritura como la novella, en el modo en que lo hace Bandello,

significa poner en evidencia un pasaje de consignas de la primera a la segunda que abre uno de los

tantos senderos a la novela moderna del siglo XVIII.

NOTAS

i
Para las Novelle, la crítica bandelliana se mueve en el ámbito de los cánones literarios del siglo XVI analizando la
posición de Bandello en su interior y respecto a la tradición en la cual su obra se inscribe. En el ámbito de estas líneas, la
crítica bandelliana procede al análisis de las Novelle interesándose en el realismo bandelliano (Petrocchi, Confalonieri),
en la cuestión de la ausencia de un marco único (Guglielminetti, Maestri, Pozzi; sin embargo, la ausencia de un marco
que contenga los relatos es una cuestión estudiada un poco por todos los críticos), al problema de la adecuación del estilo
sea tanto a la oralidad como a la escritura (BarberiSquarotti, Pozzi, Bruscagli, Tricerri), y las Novelle como reflejo de la
sociedad renacentista (nuevamente Squarotti, Fiorato).
ii
Cfr. G. Genette, Figure III.Un narrador es EXTRADIEGETICO si narra un relato de primer grado, como sucede en el
caso de Bandello en tanto escritor de las epístolas, o INTRADIEGETICO si narra un relato de segundo grado, esto es, si
se dirige en primera instancia a un narratario presente en el texto (los narradores de las novelas bandellianas, Sherezade, o
los personajes del marco del Decamerón)
iii
Maestri, en su análisis de la elección bandelliana de renunciar a un marco único, no parece notar esta consecuencia:
“Bandello introduce un proyecto de calculada y polémica, si bien disimulada, innovación: aísla cada una de las historias,
conectándolas a través de un nexo de acumulación, según él, casual…discute, narra y juzga en la forma singular de
“aquella” novella y “aquella” dedicatoria de las cuales, sin embargo, retoma el esquema continuamente” (Rozzo 95).
Sobre los motivos de tal repetición no parece dar cuenta.
iv
Escribe Barberi Squarotti: “El Bandello, en síntesis, rinde homenaje al carácter oral de la novella como género, pero con
la precisa conciencia que, si la novella ha de ser transmitida por escrito…la sustancia factual de la misma importa, y no es
posible, en cambio, solo fingir la oralidad, como hace el Bocaccio, para proponer luego únicamente el momento de la
escritura…mientras que la narración a voces no es un fingimiento de la escritura, sino escritura en si misma (Rozzo 31).
v
Cfr. Ong, Oralidad y escritura

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Badini Confalonieri, Luca. "La concezione del reale nel Bandello." Rozzo 49-60.
Bandello, Matteo. Novelle. Milano: Rizzoli, 1990.
Bárberi Squarotti, Giorgio. "La novella in corte." Rozzo 21-48.
Bruscagli, Riccardo. "Mediazioni narrative del Bandello." Rozzo 61-94.
Clements, Robert J., and Joseph Gibaldi. Anatomy of the Novella. The European Tale
Collection from Boccaccio and Chaucer to Cervantes. New York: New York UP, 1977.
Fiorato, Adelin Charles. "La donna e la cultura delle Novelle del Bandello." Rozzo 3-20.
Genette, Gerard. Figure III. Paris: Editions du Seuil, 1972.
Guglielminetti, Marziano. La cornice e il furto. Studi sulla novella del '500. Bologna: Zanichelli,
1984.
Maestri, Delmo. "La tradizione delle cornici e T'ordine' delle novelle bandelliane." Rozzo
95-101.
Ong, Walter J. Oralitá e scrittura. 1982. Trad. Alessandra Calanchi. Milano: Il Mulino, 1986.
Petrocchi, Giorgio. Matteo Bandello. L’artista e il novelliere. Firenze: Le Monnier, 1949.
Pozzi, Mario. "La novella come 'cronaca': struttura e linguaggio delle novelle bandelliane." Rozzo
103-25.
Rozzo, Ugo, ed. Matteo Bandello, novelliere europeo. Atti del convegno internazionale
di studi. 7-9 Novembre 1980. Tortona:Litocoop, 1982.
Tricerri, Rosa. "Eufemismo, metafora e aggettivazione nelle Novelle del Bandello. Rozzo 211-22.

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