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Terapia Familiar según enfoques

1. Terapia Gestalt:
Mireya M. Gómez Coronel

1.1. Definición de Terapia familiar

La terapia familiar es un instrumento muy potente para abordar problemas de


diferente índole y para descubrir nuevos modos de relación. Tiene la ventaja de que
todos los miembros de la familia tienen responsabilidad y por tanto poder para superar
sus problemas. La terapia familiar es muchas veces una parte fundamental en el
tratamiento con niños o adolescentes, en otras ocasiones puede requerirse
directamente el trabajo con la familia.

La terapia de familia es un cuerpo de teoría y de técnicas que estudia la organización


presente (aquí y ahora) de las interacciones dentro del sistema familiar, con el fin de
ayudar a los miembros individuales a lograr un mayor nivel de diferenciación de su
propio self, así como de modificar la organización y las relaciones disfuncionales de los
miembros, pues cuando se transforma la estructura del grupo familiar, se modifican
consecuentemente las posiciones de los miembros en ese grupo.

Podríamos considerar dos puntos básicos que hacen a la terapia familiar, diferente de
otro tipo de terapias:

a. La familia es el paciente (y no la suma de los individuos que la constituyen).

b. La familia se comporta como un sistema (sigue los principios generales que rigen a
todos los sistemas).(Gómez, E. 2002, pág. 8.)

1.2. Como pueden aplicarse la filosofía, la metodología y las


herramientas de la terapia Gestalt a la terapia familiar
Mi Filosofía humanista gestalt:

Principio por decir que mis actitudes, filosofía y, buena parte de las técnicas que
aplico en mi trabajo con familias, son las del terapeuta Gestalt. La filosofía de vida que
aprendí durante mi formación en el Instituto es una marca indeleble que me acompañará
siempre, independientemente del campo en el que trabaje.
En mi querido Instituto aprendí del Humanismo rogeriano una actitud de respeto y
aceptación por la persona tal cual es y a confiar en que, el ser humano tiene un potencial
de crecimiento y actualización. Asimismo, confío en la rectitud de la naturaleza integral
del ser humano y trato de trabajar con sus recursos y energía creativas. Trato de aceptar
incondicionalmente, a la familia, tal como es y sólo les pido, como diría Claudio Naranjo,
presencia (estar aquí y ahora), conciencia (darse cuenta) y responsabilidad ante el
proceso.
El trabajo con el sistema familiar se convierte en un desafío para mí, pues a través de
la empatía, he de construir la relación con la familia. Esto me permite, posteriormente,
ser incluida en el sistema para poder detectar sus reglas, relaciones y formas de
comunicación. De esta manera, puedo entenderlo, ubicarlo en su desarrollo y promover
las condiciones para que se produzcan los reajustes que necesita.
Mi expectativa es ayudar a cada familia a reorganizarse y a descubrir nuevos
significados en sus acciones, tareas y relaciones, con el fin de que puedan vivir
plenamente y disfrutar mejor de la vida. En ese sentido, procuro apoyar a sus miembros
para que se den cuenta de sus sensaciones, sentimientos, necesidades y que los
acepten como parte de su sí mismo. En mi trabajo con el sistema familiar, no trato de
cambiar a nadie sino, más bien, de responsabilizar a cada persona de sus acciones,
actitudes, palabras, estados de ánimo, resistencias, defensas, evasiones. Procuro que
los miembros de la familia acepten la frustración y el conflicto y procuro ayudarlos a
aprobarse aquí y ahora, tal como son.

A continuación daré algunos ejemplos de cómo integro mi formación como terapeuta


Gestalt al ámbito de la terapia familiar.

1.2.1 Trabajo con las familias: la expresión y la comunicación

En mi trabajo con familias uso toda clase de técnicas que ayuden a favorecer la
expresión. Favorezco que cada miembro se dé cuenta de sí mismo mediante la
expresión y procuro que traduzca sus sentimientos en acciones y palabras.
Facilito que lo no expresado, pueda expresarse y ayudo a aquél miembro que ha evitado
el contacto expresivo, a hacerlo.
Procuro apoyar a cada miembro para que exprese lo que está sintiendo de sí mismo, o
de los otros y me esfuerzo por desinhibir la expresión y por animarlos a atreverse a
correr riesgos y a no evitar la expresión directa. Los estímulos a expresar sus deseos y
necesidades y a responsabilizarse de sus palabras y acciones. Los animo a hablar entre
sí de lo que necesitan y a expresarse lo que nunca se han atrevido a decir. Los animo
a que expresen con libertad sus afectos y resentimientos. Esto los ayuda a cerrar
asuntos inconclusos al expresar lo que antes no fue dicho o expresado. Me fijo mucho
en el lenguaje para evitar que usen palabras suavizadoras como “un poquito triste,” “un
tanto enojado,” o bien, el plural “nosotros” o “uno” (en vez de decir “yo” y asumir la
responsabilidad). Me fijo si entre los miembros de la familia hay retroflectores que
bloquean la expresión, que no saben ser directos, que tienen muchas inhibiciones y la
agresión bloqueada, por lo que se echan sobre sí mismos lo que en verdad quisieran
echarles a otros. Los animo a hacer cosas que nunca se han atrevido a hacer y a
explicarme el contenido de sentimientos y frases como: “Estoy bien”.
1.2.2 Cómo trabajo experimentos para facilitar la expresión

Cuando puedo, utilizo bailes expresivos, dibujos o diálogos inventados. Los invito
a formar una escultura viva de cómo ven a su familia actualmente y otra de cómo
quisieran verla. Les pido que le den voz a movimientos y expresiones no verbales o a
que me reporten, por ejemplo, su grado de temor ante cada uno de los miembros de su
familia.
Frecuentemente les pido que jueguen a expresar lo contrario del papel o rol que
juegan en la familia. Animo al “hijo obediente “a que se porte como desobediente; al
complaciente, lo animo a que exprese su enojo.
Esto para que las personas se den cuenta de lo que necesitan.
Los hago que repitan frases; que le den voz a alguna expresión corporal; que le pongan
colores a sus sentimientos y que usen sonidos articulados para traducir
palabras, acciones, miedos. Les pido que se presten como si fueran otro miembro de la
familia, o que se identifiquen e imiten los movimientos y acciones del otro; Asimismo,
que se transformen en el otro y que se imaginen que ellos mismos poseen sus
cualidades y defectos. Con esto pretendo que se identifiquen y empaticen con lo bueno
o malo. Que actúen una experiencia familiar que causó conflicto o alegría. Los invito a
actuar recuerdos y expectativas familiares.
Con familias muy verborréicas, que me cuentan muchas anécdotas y que evitan
vivenciar sus sentimientos y emociones del momento presente, utilizo técnicas que los
ayuden a hacer contacto con el aquí y el ahora. Hay muchas familias que para evitar el
contacto, dan demasiada información o se especializan en buscar explicaciones, o les
gusta discutir asuntos filosóficos o políticos. Otras, se disfrazan con afectación, rigidez
o “amabilidad” para evitar entrar en contacto con emociones y sentimientos. A estas
familias las hago reflexionar sobre su necesidad de actuar o de explicar tantas cosas y
las invito a dirigir su atención a su experiencia en el momento presente, para que puedan
encontrar las emociones y sentimientos que están obstaculizando su desarrollo.

1.2.3 Cómo trabajo con familias introyectoras


Cuando observo que las familias se instalan mucho en los “deber ser” los invito
a reconocer y aceptar su realidad y a no criticarla. Evito que se digan a sí mismos, o a
los otros, lo que deberían ser o hacer y el enjuiciamiento y la mutua crítica. Bloqueo los
intentos de interpretación de la conducta de otro miembro.
Los hago reflexionar en las reglas y patrones que rigen a su familia y de cuál es su
origen. Investigo los mitos familiares. Oigo las opiniones de cada miembro sobre para
qué les han servido y que les han impedido hacer o disfrutar.
Procuro que se dé cuenta de sus ganancias secundarias y de que sus parámetros de
juicio no son universales. Los hago ver que la culpa y la vergüenza provienen del
enjuiciamiento propio o ajeno. Los hago externar sus fantasías catastróficas de que
pasaría si las cosas no sucedieran como “deberían” ser. También trato de frustrar las
exageraciones en la evaluación positiva.
1.2.4 Como trabajo con familias “angustiadas”

Las familias frecuentemente están angustiadas por una de estas cosas:

1. Porque alguno de los miembros no es lo que esperan de él.


Entre los miembros de una familia muchas veces hay angustia porque los miembros
(generalmente los hijos) no han logrado llenar los papeles que les han impuesto las
expectativas de sus padres. En los hijos, hay un desequilibrio entre el papel que les
gustaría desempeñar para complacer a sus padres y el que realmente desempeñan.
Procuro hacer que reconozcan las expectativas y que identifiquen si están, o no, de
acuerdo con ellas.
Que dialoguen con sus padres acerca de su factibilidad. Pedir que respeten su propia
personalidad, que los acepten y no pretendan que sean diferentes.
2. Por estar siempre en el futuro, a la expectativa de catástrofes. Esto les pasa mucho
a las madres de adolescentes que siempre están pensando que algo malo les va a pasar
a sus hijos. En este caso, procuro hacer que se ubiquen en el aquí y en el ahora y que
ubiquen la poca probabilidad de que sus temores se conviertan en realidad.
3. Asuntos inconclusos que no se han cerrado. En las familias hay resentimientos, celos,
envidias, injusticias de los padres hacía los hijos, etc. La angustia se manifiesta como
un síntoma constante de esa familia, pues muchas emociones no se expresaron a su
tiempo y los miembros no viven en el presente, por estar atorados en situaciones del
pasado. Si sienten resentimiento, se alejan del miembro con el que están resentidos y
viven esperando que se humille o que les pida perdón. Lo culpan constantemente y se
sienten “víctimas”. Juegan el papel de “buenos” y no reconocen la parte que les toca.
En estos casos, procuro que se den cuenta de que hay asuntos que están
obstaculizando la relación familiar y provocando angustia. Los invito a que cada persona
hable francamente de lo que siente. Promuevo el diálogo entre los involucrados y la
expresión de sentimientos. Los ayudo qua que pidan lo que necesitan a aquélla persona
con quien tienen un asunto inconcluso.
1.2.5 Cómo ayudo a las familias a que se despidan de sus difuntos

Cuando hay en la familia un progenitor o un hermano muerto quedan pendientes


e inexpresados: resentimientos, heridas, culpas, amor y aprecio.
Todos estos sentimientos impiden que se concluya la relación y se dificulta
desprenderse.
Como no se ha cerrado el duelo, los miembros de la familia se deprimen, muestran
angustia o ansiedad o bien, se mantienen excesivamente ocupados “para no tocar el
dolor”. Los miembros mantienen una actitud autocompasiva o autoculpadora.
Frecuentemente, se quejan y culpan al que se ha ido.
Son familias donde los miembros no se relacionan bien entre sí, ni tienen capacidad
para mantener relaciones íntimas con otras personas. No están integrados al presente.
No ven ni “sienten” a otros. Cuando quieren trabajar el asunto inconcluso, utilizo la “silla
vacía” para que cierren asuntos inconclusos y se “despidan” de su difunto. Si no quieren
despedirse les ayudo a explorar por qué no quieren hacerlo. Si están preparados, les
ayudo a que se despidan.

1.2.6 Cómo trabajo con polaridades

Con las familias, trabajo las polaridades interpersonales que existan entre los
miembros y las necesidades encubiertas en esas posiciones extremas. Los ayudo a que
identifiquen quiénes de los miembros juegan los roles complementarios de fuerza o
debilidad; agresividad o ternura; quién es el miedoso y quién es el valiente; quién es
egoísta y quién generoso, y a ver qué ganan y qué pierden jugando estos roles, es decir,
los ayudo a descubrir las partes funcionales y disfuncionales de los roles que juegan.
Procuro que cada miembro vea los roles propios y ajenos, desde la parte funcional pues,
frecuentemente, cuando los miembros de las familias pelean, se defienden usando la
parte funcional para defenderse y la disfuncional para atacar al otro. Procuro que la
expresión “mi hermana es una “matada”, sea cambiada por “mi hermana es
responsable”; que a la adolescente “locuaz y deschavetada”, sus padres la describan y
la vean como alegre. Cuando dicen “Juanito es burro en la escuela” procuro que lo
cambien por “Juanito se tarda en aprender” es decir, para empatizar con lo positivo,
procuro que lo vean en su polaridad funcional.
En el trabajo de polaridades utilizo el modelo de Shostrom para hacerles entender que
en las familias hay “perro de arriba” (manipulador activo que trabaja generando miedo)
y perro de abajo (manipulador pasivo que trabaja generando culpa). Los ayudo a que
descubran los roles que juegan (dictador, controlador, juez, bonachón debilucho, etc.) y
a que se den cuenta de las características funcionales y disfuncionales de los mismos.

1.3 Una última consideración para los terapeutas

De todo lo anteriormente mencionado podemos deducir una serie de observaciones


importantes: Para ser terapeuta de familia se necesita tener, además de una sólida
preparación teórica, experiencia clínica directa con familias. Es importante también que
se tenga experiencia personal, derivada de la propia vivencia como persona, ya que" la
imagen que de sí mismo que tiene el terapeuta, servirá de prototipo para la familia. El
terapeuta tiene que "ser" y, en su "ser" tiene que sostenerse y actuar de acuerdo con su
singularidad personal y su propia espontaneidad" Por otra parte, un entrenamiento serio
exige una amplia terapia personal, supervisión constante y el uso de recursos,
personales y técnicos.
Para terminar, pensamos que la psicoterapia familiar, como la psicoterapia en general,
es un arte. Como tal, no se limita a la adquisición de conocimientos y técnicas. Es toda
una aventura personal, un recorrido arduo e intenso sobre sí mismo.
1.4 Riña familiar
Satir y Shostrom distinguen cuatro tipos básicos de roles manipuladores, cada uno de
ellos con innumerables variaciones y combinaciones:
1) Apaciguador: Pacificar, suavizar las diferencias, ser simpático, protector, defender
tiernamente a otros, encubrir, disimular. "Oh, no es tan malo, realmente", "Estamos
básicamente de acuerdo".
2) Evasivo: Estar tranquilo, simular que no entiende, cambiar de tema, aparentar
debilidad, aparentar desamparo. "No puedo remediarlo", "No lo escuché".
3) Inculpador: Juzgar, intimidar, comparar, quejarse. “Siempre es tu culpa", "Tú 4)
Predicador: Instruir, recurrir a la autoridad exterior, "Tú deberías...", "Tú debes..."
demostrando que está en lo cierto mediante explicaciones, cálculos, empleo de la
lógica, etc. "El doctor Spock dice...", Lo que realmente estás haciendo es..."
Forme grupos de 4 ó 5 personas, equilibrados en la medida de lo posible. Quiero que
rápidamente formen una "familia". Imaginemos que son una familia, y decidan quién es
la madre, padre, hijo, hija, y conserven estos roles familiares a lo largo de todo el
experimento.
Comiencen representando el rol manipulador (identificados con números en los
párrafos anteriores) según lo indica la primera línea de la tabla que aparece más
abajo, durante unos cinco minutos. Después de ese lapso, mire al número siguiente de
la columna y juegue ese rol los siguientes cinco minutos, y así sucesivamente. Por
ejemplo, en los primeros cinco minutos, la madre será apaciguadora (1), el padre
inculpador (3), etc. En los siguientes cinco minutos, la madre será evasiva (2), el padre
predicador (4), etc.

Cuando le corresponda ser un inculpador, comience culpando: "Mami, por tu culpa


tengo malas notas este semestre, porque no me despertaste en las mañanas". "No te
importa nada de lo que yo hago". Invente los problemas que quiera y abandónelos
cuando quiera cambiar hacia otra situación. No espere que alguien deje de hablar, las
discusiones no son así. Invierta mucha energía en este ejercicio y disfrútelo. Si usted
es un inculpador o un predicador, no permita que el evasivo se retraiga y lo eluda,
desafíelo. Asegúrese que tenga que eludirlo activamente. Bien. Adelante, y a jugar el
rol asignado en la primera línea durante cinco minutos...

(Después de los cinco minutos.) Deténganse ahora y pasen al rol siguiente... (Repita
esto hasta que cada persona haya jugado los cuatro roles indicados en la tabla.)

Terminen ahora y disfruten del silencio durante un rato. Cierren los ojos y, en silencio,
reflexionen sobre los últimos 20 minutos... ¿Cuál de los cuatro roles le resultó más
sencillo y cuál fue el más difícil?... ¿Cuál de los roles fue el más cómodo y le pareció
más espontáneo o enérgico?... ¿En qué rol se sintió menos cómodo, rígido y tenso?...
Ahora, respecto de los otros miembros de su "familia", ¿cuál cree que fue el rol más
sencillo y más difícil para cada uno de ellos?... Dediquen ahora unos cinco minutos
para la discusión del tema con los demás miembros de la "familia"...
Ahora quiero que cada persona represente el rol que le resultó más fácil durante un
par de minutos...

Ahora quiero que cada uno de ustedes interprete el rol que les resultó más difícil
durante un par de minutos...

No es accidental que algunos de estos roles sean más sencillos para usted que otros.
Algunos son más sencillos porque usted aprendió a jugarlos muy bien y le resultan
familiares. Otros modos de manejar a otros le resultan más difíciles porque no los
empleó tanto. De modo que ahora quiero que discutan hasta qué punto ve expresadas
en estos roles sus propias características cuando se trata de relacionarse con otros.
De las muchas maneras de interpretar estos roles, ¿cómo se expresó a sí mismo y
cómo se expresaron los otros a ellos mismos? ¿Qué impresiones tienen los otros a
consecuencia de esta experiencia? Discutan esto durante unos cinco o diez minutos...
Quisiera ahora mencionarles algunas cosas respecto de este experimento. Comencé
pidiéndoles que representaran un extraño rol. Y, sin embargo, mientras se
compenetraron con el rol, descubrieron algo referente a ustedes mismos; algo que de
algún modo cobraba realidad: la manera en que evitan la confrontación directa y
honesta con otra gente. Dentro de cada uno de estos cuatro roles básicos hay
centenares de variaciones y cada uno de ustedes también puede descubrir su propio
estilo personal de interpretar un rol particular. Una persona elude hablando entre
dientes de modo que nadie pueda oírla, otra elude estando ausente, mirando a otro
lado, otra elude quedándose quieta, siendo olvidadiza, o hablando constantemente.
Cuando se observa a usted mismo en su comportamiento diario, puede notar que
recurre a diferentes estilos o hasta llega a jugar roles muy diferente con distinta gente
significativa en su vida. Puede que usted eluda a su padre, culpe a su madre, calme a
su novia, etc. Es muy rara la persona tan completamente limitada en un solo rol que
tenga que recurrir a él en su trato con todo el mundo. Pruebe este mismo experimento
con su verdadera familia y vea qué puede descubrir.

Espero que haya obtenido experiencias concretas de la amplia variedad de estilos de


manipulación que son posibles observando a los otros miembros del grupo, de modo
que puede empezar a darse cuenta cuando alguien intente manejarlo. Inculpar y
predicar son roles más abiertos y activos, y evadir y apaciguar son más pasivos, pero
todos los roles presionan a responder de determinada manera. Todos estos roles son
también maneras de evitar un contacto honesto, maneras de no manifestarse
abiertamente y de no asumir la responsabilidad de lo que quiero o exijo de los demás.

Si tengo una diferencia o disputa con otra persona, la única manera de resolverlo es
ésta: 1) expresar claramente qué es lo que siento, qué es importante para mí y qué
quiero de él. 2) Prestar atención a los sentimientos y exigencias de la otra persona. 3)
Llegar a algún tipo de acuerdo o solución, o decidir ir al encuentro de mis deseos y
necesidades con alguna otra persona cuyos sentimientos y preferencias sean más
compatibles con los míos. La mayoría de la gente no está dispuesta a llegar a un
acuerdo ni a apartarse de esa persona y buscar alguna otra con quien ser más feliz.
La mayoría de la gente está atrapada en su propia red y pide algo a otra persona que
no está dispuesta a conceder eso. El inculpador continúa en su intento de obligar a
otra persona a hacer lo que él quiere con "Usted debería hacerlo, y está equivocado si
no lo hace". El predicador trata de demostrar que usted debería hacer las cosas de
esa manera. El evasivo obliga a otros a hacer las cosas para él porque es "incapaz" de
hacerlas él mismo, y el apaciguador interrumpe una confrontación abierta que podría
llevar a una exposición real de la disputa y a la terminación de sus otros manejos
elusivos. Una confrontación honesta pone en peligro el statu quo y, con frecuencia, es
dolorosa y molesta, pero la alternativa es una disputa interminable y una serie de
manejos destructivos e insatisfactorios. Cuanto más se dé cuenta de lo que realmente
está ocurriendo en sus disputas y conflictos, estará en mejores condiciones de aclarar
la confusión y de comunicarse todo lo directamente que sea necesario como para
descubrir los verdaderos problemas.

Los experimentos que vienen a continuación lo ayudarán a reconocer algunos


aspectos básicos de la comunicación. En ellos quiero que tome conciencia de lo que
ocurre cuando experimenta una clase particular de interacción verbal. Reúnase con
otra persona y siéntese frente a ella. (O forme grupos de 4 a 6 personas integrados
por varones y mujeres en igual cantidad.) Les pediré que se hablen según reglas que
restringen su vocabulario al empleo de cierta clase de palabras y frases. Quiero que
noten cómo se sienten mientras utilizan esa cierta clase de frases y qué vivencia al ser
el destinado de las mismas. También tome conciencia de su compañero mientras
utiliza esos distintos modos de comunicación. Quiero que descubra cómo su
interacción con otra persona es alterada por distintas clases de mensajes. Mientras
vivencia esos distintos modos de hablar quiero que sea particularmente consciente del
grado y cantidad de comunicación verdadera que existe: ¿hasta qué punto está
haciendo darse cuenta a otra persona de lo que usted se está dando cuenta y hasta
qué punto está en condiciones de comprender lo que la otra persona experimenta?
¿Hasta qué punto se siente conectado con esa otra persona y comprometido con su
experiencia?

Comiencen a hablar sin ningún tipo de restricciones por espacio de unos tres minutos,
a fin de descubrir algo respecto de su manera habitual de comunicarse. Hablen de lo
que quieran, de la manera que quieran. Dense cuenta de lo que habla cada uno de
ustedes, cómo hablan y cómo se sienten mientras lo hacen...

Ahora repasen en silencio esa conversación. ¿De qué se daban cuenta durante ese
tiempo? ¿Qué notaron respecto de su comunicación?... ¿De qué habló cada uno de
ustedes?... ¿Cómo habló? ¿Realmente se hablaron uno al otro o se sentaron y
cambiaron palabras?... ¿Se miraron mayormente a los ojos o, en cambio, evitaron
mirar a su compañero mirando por la ventana?...
2. Terapia Familiar Sistémica
El paradigma de la terapia familiar sistémica postula que ni las personas ni sus
problemas existen en un vacío, sino que ambos están íntimamente ligados a sistemas
recíprocos más amplios, de los cuales el principal es la familia. Como consecuencia, se
precisa tener en cuenta el funcionamiento familiar de conjunto y no sólo el del paciente
identificado, al que se considera “portador” de un síntoma, que únicamente se entiende
dentro de su contexto. El origen de la sintomatología suele situarse en las dificultades y
crisis a las que se ven sometidos los grupos familiares en su devenir vital.

2.1 Desarrollo histórico

La terapia familiar surge en torno a los años 1952 a 1962, impulsada por
circunstancias clínicas y e investigación. Estos factores clínicos que desencadenan su
“nacimiento” concurren cuando diversos terapeutas, de forma independiente, deciden
entrevistar al grupo familiar para obtener más información sobre el miembro sintomático.
La experiencia de observar la dinámica familiar desplaza el interés de lo intrapsíquico a
las relaciones presentes entre los componentes de la familia. A partir de este momento
tratan de explicar cómo influyen tales relaciones en la patología del paciente. Una vez
establecidas estas variables relacionales, que en un principio abarcan sólo a algunos
miembros de la familia y más tarde a toda ella, sus tratamientos se orientarán a cambiar
dichas variables.

Ackerman, considerado el precursor del nuevo movimiento, da un paso con respecto a


la denominada terapia familiar psicoanalítica al otorgar igual peso a los conceptos
intrapsíquicos e interpersonales. Murray Bowen desarrolla la “teoría familiar de
sistemas” a partir de su experiencia investigadora con familias de esquizofrénicos. Otras
contribuciones importantes fueron la de Gregory Bateson con su teoría sobre el doble
vínculo y la de Don Jackson quien funda el Mental Research Institute (MRI), aportando
el enfoque “interaccional” de terapia familiar.

2.2 Conceptos básicos

La denominación terapia familiar sistémica incluye el concepto de “sistema”. Un sistema


familiar se compone de un conjunto de personas, relacionadas entre sí, que forman una
unidad diferente al medio externo. Con objeto de definir quiénes pertenecen a un
sistema son necesarios unos “límites”, que por una parte funcionan como líneas de
demarcación – individualizando un grupo frente al medio – y, por otra, como lugares de
intercambio de comunicación, afecto, apoyo, etc. entre dos sistemas o subsistemas. Los
límites pueden ser extrasistémicos e intrasistémicos. Los primeros delimitan al sistema
con el medio externo, mientras los segundos deparan y relacionan los distintos
subsistemas que forman el sistema más amplio. En un sistema familiar se pueden
observar principalmente las propiedades de totalidad, causalidad circular, equifinalidad,
equicausalidad, limitación, regla de relación, ordenación jerárquica y teleología.

1. Totalidad. La conducta del sistema familiar no puede entenderse como la suma


de las conductas de sus miembros, se trata de algo cualitativamente distinto, que
incluye además las relaciones existentes entre ellos. En consecuencia, de la
evaluación de los individuos no puede deducirse el funcionamiento del grupo al
que pertenecen, para ello es necesario obtener información de sus interacciones.

2. Causalidad circular. La “causalidad circular” describe las relaciones familiares


como recíprocas, pautadas y repetitivas, lo cual conduce a la noción de
secuencia de conductas. Entre las conductas de los miembros de un sistema
existe una codeterminación recíproca, de forma que en una secuencia de
conductas muy simplificada se observa que la respuesta de un miembro A del
sistema a la conducta de otro miembro B es un estímulo para que B a su vez dé
una respuesta, que nuevamente puede servir de estímulo a A. Las familias
regulan su funcionamiento incorporando ciertas secuencias de interacción que
se repiten de forma pautada, lo cual no es patológico en sí mismo sino que facilita
la vida cotidiana de sus integrantes. Cuando se habla de “secuencia sintomática”
se refiere al encadenamiento de conductas que se articulan en torno al síntoma,
reguladas por una causalidad circular. Una de las consecuencias más notorias
de esta concepción circular es que el interés terapéutico resida en el “qué”,
“dónde” y “cuándo” ocurre algo en lugar de centrarse en el “porqué”.

3. Equifinalidad. La noción de equifinalidad alude al hecho de que un sistema


puede alcanzar el mismo estado final a partir de condiciones iniciales distintas,
lo que dificulta buscar una causa única del problema.

4. Equicausalidad. Se refiere a que la misma condición inicial puede dar lugar a


estados finales distintos. Esta propiedad y la anterior establecen la conveniencia
de que el terapeuta abandone la búsqueda de una causa pasada originaria del
síntoma. Como consecuencia, para ayudar a la familia a resolver el problema
hay que centrarse fundamentalmente en el momento presente, en el aquí y
ahora. Por tanto, la evaluación se orienta a conocer los factores que contribuyen
al mantenimiento del problema – no a descubrir los factores etiológicos – de tal
forma que se pueda influir en ellos para iniciar el cambio terapéutico.

5. Limitación. Cuando se adopta una determinada secuencia de interacción


disminuye la probabilidad de que el sistema emita otra respuesta distinta,
haciendo que se reitere en el tiempo. Si la secuencia encierra una conducta
sintomática, se convierte en patológica porque contribuye a mantener
circularmente el síntoma o problema.

6. Regla de relación. En todo sistema existe la necesidad de definir cuál es la


relación entre sus componentes, ya que posiblemente el factor más trascendente
de la vida humana sea la manera en que las personas encuadran la conducta al
comunicarse entre sí.

7. Ordenación jerárquica. En toda organización hay una jerarquía, en el sentido


de que ciertas personas poseen más poder y responsabilidad que otras para
determinar qué se va a hacer. La organización jerárquica de la familia no sólo
comprende el dominio que unos miembros ejercen sobre otros, las
responsabilidades que asumen y las decisiones que toman, sino también la
ayuda, protección, consuelo y cuidado que brindan a los demás. Por otro lado,
la relación jerárquica n sólo se observa entre las personas sino también entre los
subsistemas a los que pertenecen. Así por ejemplo, los padres son legalmente
responsables de cuidar a sus hijos, por lo que como subsistema parental ocupan
una posición superior al subsistema filial.

8. Teleología. El sistema familiar se adapta a las diferentes exigencias de los


diversos estadios de desarrollo por los que atraviesa, a fin de asegurar
continuidad y crecimiento psicosocial a sus miembros. Este proceso de
continuidad y de crecimiento ocurre a través de un equilibrio dinámico ente dos
funciones complementarias, morfostasis y morfogénesis.

Se denomina homeostasis o morfostasis a la tendencia del sistema a mantener u


unidad, identidad y equilibrio frente a medio. Este concepto se emplea para describir
cómo el cambio en uno de los miembros de la familia se relaciona con el cambio en otro
miembro, es decir, que un cambio en una parte del sistema es seguido por otro cambio
compensatorio en otras partes del mismo que restaura el equilibrio.
La tendencia del sistema a cambiar y a crecer recibe el nombre de morfogénesis;
comprende la percepción del cambio, el desarrollo de nuevas habilidades y/o funciones
para manejar aquello que cambia, y la negociación de una nueva redistribución de roles
entre las personas que forman la familia.

El ciclo vital. El curso vital de las familias evoluciona a través de una secuencia de etapas
bastante universal, por lo que se denomina “normativo”, a pesar de las diferencias
culturales. Los hechos nodales en la evolución familiar que forman parte del “ciclo vital
de la familia” son: el nacimiento y crianza de los hijos, la partida de éstos del hogar y la
muerte de algún miembro. Todos ellos producen cambios adaptativos vinculados a las
variaciones en la composición de la familia que precisan una reorganización de los roles
y reglas del sistema, así como una modificación de los límites familiares internos y
externos

2.3 Otros conceptos importantes

 Familia nuclear. Conjunto de personas formado por el padre, la madre y


los hijos de ambos.

 Familia extensa. Conjunto de personas formado por el padre, la madre, los


hijos, nietos, tíos, tías, sobrinos y sobrinas.

 Estructura familiar. Pautas de interacción que ordenan a los subsistemas que


componen una familia en relaciones que presentan algún grado de constancia.
Las estructuras se distinguen en subsistemas relativamente estables, en
alianzas y jerarquías que caracterizan el mapa de organización familiar. Las
estructuras se pueden considerar también procesos lentos, de larga duración.

 Juego familiar. Conjunto de reglas que definen las conductas del sistema
familiar.

 Mito familiar. Conjunto de creencias sistematizadas y compartidas por todos los


miembros de la familia respecto de sus roles mutuos y de la naturaleza de su
relación. Las conductas, interacciones y rutinas familiares están determinadas
en el mito.

 Subsistema. El sistema familiar se subdivide en unidades más pequeñas


denominadas subsistemas, regidas por algunas reglas de interacción que no
son válidas para el sistema en su conjunto. Así, los padres – subsistema
parental – interactúan entre sí de un modo distinto a como l hacen con sus
hijos – subsistema filial – y los hermanos poseen una serie de reglas
interaccionales que no se aplican a los padres.

 Alianza. Designa una afinidad positiva entre dos miembros del sistema familiar
que comparten un interés del que no participa un tercero. Una alianza es
potencialmente neutra, pero es inherente a ella la virtualidad de ir dirigida de
manera efectiva contra un tercero, en cuyo caso se puede hablar de coalición.

 Coalición. Ordenamiento en el que participan varios miembros de la famita, con


una postura combativa de exclusión o de “chivo expiatorio” en perjuicio de un
tercero.

 Pautas triangulares. Patrones de relación entre tres personas, que pueden


incluir una coalición intergeneracional permanente, que somete al hijo a un
intenso conflicto de lealtades, o una desviación del conflicto entre dos personas
a través de un tercero que actúa como chivo expiatorio.

 Doble vínculo. La etiología de la esquizofrenia se considera en pare resultado


de una comunicación parental al hijo. El doble vínculo comprende un
componente cognitivo que impide una discriminación adecuada de la situación,
y un componente afectivo referido a la hostilidad hacia las personas que
ejecutan el doble vínculo.

Para que ocurra una situación de este tipo son necesarios cinco factores:

1) El individuo ha de estar involucrado en una relación intensa y perdurable en


el tiempo con otra/s persona/s, es decir, en una relación en la que sienta que
es de vital importancia discriminar con precisión qué clase de mensajes le son
comunicados para poder responder adecuadamente.

2) El tema del doble vínculo es recurrente en las experiencias vitales de este


grupo de personas, convirtiéndose en una expectativa habitual.

3) Un mandato negativo primario, es decir, la alusión a un castigo como la


retirada de afecto o la expresión de odio.

4) Un mandato negativo secundario comunicado a un nivel más abstracto,


generalmente de tipo no verbal, que entra en conflicto con cualquier elemento
del mandato primario.
5) Un mandato negativo terciario que prohíbe al individuo escapar de la situación.
La persona sometida a una situación de doble vínculo no puede
metacomunicarse sobre la incongruencia de los mensajes; confunde dos niveles
de comunicación, el literal y el metafórico, siendo incapaz de discriminar entre
ambos. Una vez aprendida esta secuencia diacrónicamente, no será necesaria
la presencia de los cinco componentes para que la persona se vea sometida a
definiciones conflictivas de la relación, que le conducen a una perturbación
subjetiva.

 Principio de circularidad. Define la capacidad que debe poseer el terapeuta


para confirmar o falsar sus hipótesis, estableciendo diferencias y conexiones, a
partir de la información elicitada en la famita como respuesta a sus preguntas.

 Preguntas circulares. Preguntas que realiza el terapeuta con la finalidad de


reunir información para confirmar o falsar las hipótesis formuladas acerca del
juego familiar, poniendo de manifiesto conexiones entre personas, acciones,
percepciones, sentimientos y contextos siempre bajo los supuestos de
causalidad circular y neutralidad. Por ello, se pide a cada uno que exprese sus
puntos de vista sobre las relaciones y las diferencias existentes entre otros
componentes del sistema. La comunicación propiciada por este tipo de
interrogatorio adopta en gran medida la forma de una metacomunicación sobre
la conducta de los demás.

 Hipótesis. Suposición hecha para establecer un razonamiento sin referencia a


su verdad, sirviendo de punto de partida para una investigación. Las hipótesis
terapéuticas son formulaciones sobre el funcionamiento familiar que el equipo
elabora con objeto de seleccionar y ordenar, dentro del cúmulo posible, la
recogida de información durante la sesión.
 Hipótesis circular. Se trata de una hipótesis sistémica que explica todos los
elementos contenidos en una situación problema y el modo en que se vinculan
entre sí.

2.4 La entrevista

El modelo de entrevista, inicialmente desarrollado por el Grupo de Milán, dedica


una cantidad considerable de tiempo a la reflexión del equipo terapéutico con la
finalidad de configurar hipótesis sobre el funcionamiento familiar. Por esa razón,
previamente a la primera entrevista se establece un contacto con la familia a través
de una llamada telefónica, en la cual se recoge una información básica.
Antes de ver a la familia, existe una etapa denominada pre-sesión en la que el
equipo discute la información de la ficha telefónica o, cuando no e trata de una
primera sesión, de lo acontecido en las anteriores y elabora hipótesis que guíen el
desarrollo de la entrevista, que es cuidadosamente planificada.

La sesión es la etapa que transcurre desde que el terapeuta entra en la sala con la
familia hasta la pausa que precede a la intervención. La primera sesión se inicia
definiendo las reglas del trabajo terapéutico y evaluando la respuesta de la familia a
las mismas. Siempre es importante crear una buena relación con los miembros del
sistema familiar, de forma que colaboren con el tratamiento. La intención del
terapeuta durante esta etapa es recoger información para confirmar o falsar las
hipótesis terapéuticas y, a partir de la segunda entrevista, para comprobar el cambio
de la situación sintomática y la respuesta de la famita a la intervención de la sesión
anterior.

La sesión se interrumpe dos veces, en las cuales el terapeuta se ausenta de la sala


de terapia para hablar con el resto del equipo y evaluar el desarrollo de la entrevista
y/o preparar la intervención final. La cuarta fase se dedica precisamente a impartir
la intervención y la quinta, llamada postsesión, a discutir la respuesta de la familia a
la prescripción impartida.

La entrevista contiene un seguimiento, también estandarizado, con objeto de


interesarse por el estado de la familia y su evolución con respecto al problema
presentado, todo lo cual permite obtener información de la eficacia del tratamiento.

3. Genogramas en terapia familiar


El genograma es un mapa familiar que engloba al menos tres generaciones. En
él se traza la estructura familiar, se registra la información más importante sobre la
familia y se represéntale tipo de relaciones, fundamentalmente en términos de
alianzas y exclusiones. Los datos plasmados gráficamente permiten generar
hipótesis sobre la relación del síntoma con el contexto familiar, considerando
quiénes están más implicados en el problema, evaluando la presión que las familias
de origen o las instituciones ejercen sobre la familia nuclear, definiendo el estado de
los límites intrafamiliares y extrafamiliares, y observando el grado de adaptación a
la etapa del ciclo vital que le corresponde atravesar al grupo familiar. Todo ello
posibilita prever la evolución del problema y de su contexto.

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