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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE LOS ANDES

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS, CONTABLES Y


SOCIALES

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

TEMA: HERMENEUTICA JURIDICA

ASIGNATURA : DERECHO PENAL

DOCENTE : Dr. HERBERT EDSON PAREDES ALIAGA

ALUMNOS : CRUZ ROJAS MILENKA EYTHEL


MOREANO BEJAR GIAN MARCO EDGAR
ROMAN TINTAYA JESSY SHARELLIS
RONCALLA DELGADO MILEYDI
SAAVEDRA CCANA FRANCIS GABRIELA
SINCE CRUCINTA JUAN CARLOS
UMPIRE MOLINA MIGUEL ANGEL
VIVANCO MENSALA SANDRA FRANCIA

SEMESTRE : 2021 - I

ABANCAY– APURÍMAC
DEDICATORIA

Este presente trabajo está dedicado a cada uno

de los integrantes del grupo, que

contribuyeron de la mejor manera posible en

la realización de la monografía. A nuestro

docente que nos designó este tema importante

y nos orientó y guio en la realización del

mismo, por medio de sus pautas y enseñanzas


INDICE
INTRODUCCION......................................................................................................6

HERMENÉUTICA JURÍDICA..................................................................................7

ANTECEDENTES..................................................................................................7

UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA PERTINENTE A LA HERMENÉUTICA8

ETIMOLOGÍA, DE HERMENÉUTICA..............................................................11

CONCEPTO DE HERMENEUTICA JURIDICA SEGÚN AUTORES..............11

NATURALEZA, DE HERMENEUTICA............................................................12

ORIGEN DE HERMENEUTICA.........................................................................13

CARACTERÍSTICAS DE HERMENEUTICA...................................................15

TIPOS DE INTERPRETACIÓN..........................................................................16

La Interpretación Doctrinal o científica................................................................17

La interpretación legislativa o autentica................................................................18

Interpretación judicial o usual...............................................................................19

TEORÍA DE LA ARGUMENTACIÓN JURÍDICA............................................20

PRINCIPALES ESCUELAS DE INTERPRETACIÓN JURÍDICA...................22

Escuela de exegesis ..............................................................................................22

Escuela histórica....................................................................................................23

Escuela de la libre investigación científica...........................................................25

Escuela del derecho libre.......................................................................................26


Escuela del realismo jurídico norteamericano......................................................27

LOS METODOS DE INTERPRETACION DE LA LEY....................................28

IDENTIFICAR EL PROPIO ROL....................................................................29

Como abogado litigante....................................................................................29

Como árbitro, juez o autoridad administrativa..................................................29

LA REGLA GENERAL...................................................................................30

EL SIGNIFICADO LEGAL VS. EL SIGNIFICADO LITERAL....................30

LA INTERPRETACIÓN LITERAL O GRAMATICAL.................................31

Concepto...........................................................................................................31

El sentido común...............................................................................................32

Las implicancias de la norma legal...................................................................32

LA APROXIMACIÓN DE LA HERMENÉUTICA A LA DOGMÁTICA

PENAL..............................................................................................................................33

PROBLEMAS EN LA INTERPRETACION JURIDICA........................................39

1. A MANERA DE INTRODUCCIÓN..........................................................39

2. SINTÁCTICOS...........................................................................................40

3. SEMÁNTICOS...........................................................................................40

4. PRAGMÁTICOS........................................................................................41

5. LÓGICOS....................................................................................................42

La aproximación de la hermenéutica a la dogmática penal..................................44


Valoración crítica de las posibilidades de una dogmática penal de inspiración

hermenéutica.................................................................................................................48

¿Cuál es la Relación que Guarda la Hermenéutica con el Derecho Penal?..........51


INTRODUCCION
HERMENÉUTICA JURÍDICA

Constituye un método íntegro, capaz de abarcar la comprensión y la explicación de

las normas jurídicas relacionándolas siempre con los hechos y con los valores que

intervienen en el derecho; es decir, llega al plano de la argumentación.

ANTECEDENTES

Los inicios sobre la teoría de la hermenéutica datan de la segunda mitad del siglo XX.

1) Entre 1768- 1834 con el autor F. Schleirmacher, pastor alemán, que intentó quitar

subjetividad a la interpretación de los textos sagrados.

2) Otros afirman que la hermenéutica nace en el Renacimiento y que su antecesor sería

Giordano Bruno (1548-1600), pues, se fijó como objetivo recuperar las obras clásicas para

obtener el sentido original de ellos

3) También, podría sostenerse que el origen de la hermenéutica se encontraría en el

movimiento impulsado por Martín Lutero, pues, intentó democratizar los textos sagrados

(es decir, traducirlos al idioma alemán y acercarles a los fieles el mensaje de Jesús con la

mayor precisión posible a los textos sagrados

4) Hay quienes sostienen que su origen se halla en la Jurisprudencia remontando sus inicios

en el Derecho Romano. Ahora bien, a la segunda mitad del siglo XX encontramos a M.

Heidegger con sus trabajos en relación a la ontología (hermenéutica de la facticidad).

SCHLEIERMACHER (1768-1834) estableció una teoría pedagógica general de la

interpretación e integró las diferentes técnicas hermenéuticas en un campo general

unificado y propuso una serie de principios básicos o cánones (contextuales o


psicológicos). Los primeros se centraban en la gramática y ayudaban a descifrar el

significado de las palabras en relación con su contexto lingüístico y los segundos estaban

relacionados con la totalidad del pensamiento del autor, asegurando que para alcanzar la

claridad y precisión del texto era necesario llegar a revivir la experiencia del autor cuando

escribió el texto original, pues consideraba el acto de interpretación análogo al de la

creación del manuscrito. (Pinacchio., 2012)

UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA PERTINENTE A LA HERMENÉUTICA

Desde la antigüedad viene usándose este vocablo, ARISTÓTELES (384 -382 A. DE

C.) lo utiliza en su obra ORGANUN, escribió un PERI HERMENAIS instrumento para el

recto y seguro pensar, en el cual discurría sobre el análisis de los juicios y las

proposiciones, es decir, un estudio del discurso y es el autor de gran parte de la

terminología que se utiliza en filosofía y que ha pasado al lenguaje: acto, potencia, materia,

forma, sustancia. En tal sentido, la hermenéutica se instauró fundamentalmente en un arte

(TECHNÉ) de la interpretación tutelada. Es sólo a partir del Renacimiento y de la Reforma

protestante, en el ámbito de una nueva situación cultural consecuente con un período

histórico de transición y de ruptura con el pasado, cuando la hermenéutica comienza lenta y

progresivamente a surgir como disciplina particular estrechamente ligada al estudio de los

textos sagrados, a la exégesis de la Biblia y a saberes afines como la gramática, la lógica y

la retórica. Luego se aplicó a la literatura clásica grecolatina, configurándose entonces

como una disciplina de carácter filológico y después en el ámbito de la jurisprudencia, se

ocupó de la interpretación de los textos legales y de su correcta aplicación a la

particularidad de los casos.


SCHLEIERMACHER recobra la tesis de que el lenguaje no sólo es visión del

mundo sino su fundamento, pues en un análisis hecho de los poemas de Homero concluye

que en ellos hay la inspiración del autor y el producto de un pueblo. En consecuencia

concibe el lenguaje como: (a) un acuerdo originario entre el hombre y el mundo, (b) una

actividad racional y voluntaria, (c) una producción espontánea y sensible del sujeto que

prevalece en la práctica de los hechos históricos en cuanto contiene en su estructura interna

de manera innata, la visión del mundo que la ha generado, permitiendo al individuo

protagonizar la historia de la humanidad. También plantea diversos criterios de

interpretación que se requieren para captar con precisión y plenitud el sentido del texto.

1. El lector de un texto tiene que conocer la psicología y el espíritu del autor para

que la comprensión fluya con naturalidad.

2. La concepción de la hermenéutica como reproducción creativa del pasado, revive

el universo espiritual de una obra, la interpretación tiene que estar contenida en un

horizonte de temporalidad, es decir que alcanza el análisis del contexto histórico del texto y

del autor del texto, pues comprender el pasado es sacar las posibilidades del devenir

existencial del hombre.

3. La interpretación deberá quedar inscrita en el círculo hermenéutico de la

compresión en cuanto ha permitido rastrear la experiencia de la verdad, buscarla e indagar

sobre ella.

4. El elemento privilegiado del método hermenéutico es el análisis comparativo. 5.

La multiplicidad de los significados están en el intérprete y su pragmática más no en el

texto.
Humboldt, (1767-1835) otro de los pensadores románticos, político y filólogo,

propuso cuando se desempeñó como Ministro de la Instrucción Pública en Prusia que, la

hermenéutica además de ser un método de investigación para la generación del

conocimiento, se debería incluir como un método de enseñanza, cuyas raíces se encuentran

en la pedagogía de las formas de vida cotidiana; perspectiva que hace de ella una

metodología universal y una manera lógica que antecede u absorbe los métodos particulares

de la ciencia. Asimismo, consideró relevante la participación del lenguaje en los procesos

intelectuales, pues los vocablos surgen de las percepciones subjetivas de los objetos y no de

sus copias, así como también de la imagen que suscita en el espíritu, por consiguiente, la

verdadera importancia de la lengua radica en su intervención sobre la concepción del

mundo, afirmando que la visión del mundo se hallaba contenida en el lenguaje.

DILTHEY (1833-1911), quien circunscribió nuevos horizontes de compresión para

los métodos de trabajo en la producción del conocimiento y amplió su ámbito a todas las

ciencias tanto de la naturaleza como las del espíritu, le adjudicó a la hermenéutica la misión

de descubrir los significados de las cosas, la interpretación de las palabras, los escritos, los

textos, pero guardando su propiedad con el contexto del cual formaba parte. Para realizar

esas discusiones es necesario hacer una buena observación e interpretación de eventos

existenciales a través de recursos como: estudios lingüísticos, filológicos, contextuales,

históricos, arqueológicos, entre otros. También sugirió una técnica fundamentada en la

dialéctica del “círculo hermenéutico”, movimiento del pensamiento que va del todo a las

partes y de las partes al todo, de manera que en cada movimiento aumente el nivel de

comprensión: las partes reciben significado del todo y el todo adquiere sentido de las
partes. Es un proceso Ana sintáctico, inductivo–deductivo de búsqueda de sentido del texto

que coactúa en la experiencia humana. (Sapiens, 2006)

ETIMOLOGÍA, DE HERMENÉUTICA

El término hermenéutica, del griego HERMENEUTIQUÉ que corresponde en latín

a INTERPRETÂRI, o sea el arte de interpretar los textos, especialmente los sagrados, para

fijar su verdadero sentido, según se señala en (Diccionario Hispánico Universal, 1961) es

un término afín al latín SERMO, que indica originalmente la eficacia de la expresión

lingüística. En consecuencia, la interpretación viene a identificarse con la comprensión de

todo texto cuyo sentido no sea inmediatamente evidente y constituya un problema,

acentuado, por alguna distancia (histórica, psicológica, lingüística, etc.) que se interpone

entre nosotros y el documento. El hermeneuta es, por lo tanto, quien se dedica a interpretar

y develar el sentido de los mensajes haciendo que su comprensión sea posible, evitando

todo malentendido, favoreciendo su adecuada función normativa y la hermenéutica una

disciplina de la interpretación. (Sapiens, 2006)

CONCEPTO DE HERMENEUTICA JURIDICA SEGÚN AUTORES

(Gadamer, 2002)Intenta demostrar cómo la hermenéutica, indica no sólo el

procedimiento de algunas ciencias, o el problema de una recta interpretación de lo

comprendido, sino que se refiere al ideal de un conocimiento exacto y objetivo, siendo la

comprensión el carácter ontológico originario de la vida humana que deja su impresión en

todas las relaciones del hombre con el mundo, pues el comprender no es una de las posibles

actitudes del sujeto, sino el modo de ser de la existencia como tal. En su obra titulada

“Verdad y Método” (1991) expone claramente el intento filosófico, y no metodológico de


su investigación, al explicar que la esencia de su indagación no es de ningún modo fijar una

serie de normas o técnicas del proceso interpretativo como la hermenéutica más antigua.

Wolfang Iser (Iser, 2005) lo ha mostrado recientemente la interpretación siempre

será una traducción, una forma de transformar algo en otra cosa. Esta transformación, esta

diferencia, consiste en un espacio liminal, un espacio que demarca el límite entre el tema a

interpretar y el registro que funge como plano o punto de partida de la interpretación. En el

espacio liminal del derecho, el tema será la norma jurídica o, bien, el caso concreto, y el

registro será el derecho mismo, de tal manera que las rutas de interpretación serán las

mismas que en cualquier otra disciplina que haga un tratamiento de la interpretación: sea la

autoridad del canon, el círculo hermenéutico, la espiral recursiva o, bien, el diferencial

ambulante.

(Schönberg, 1974) en su maravilloso prólogo al libro de Armonía, se busca sólo

para buscar, consientes del hecho por el cual únicamente el movimiento puede ser la fuente

de una verdadera formación. Así, se encuentra que la labor hermenéutico-jurídica repite los

mismos problemas y ofrece las mismas rutas de interpretación que cualquier otra área del

conocimiento en la que sea menester develar crear el sentido de un texto, y/o de unos

hechos narrados.

NATURALEZA, DE HERMENEUTICA

La hermenéutica para ser correcto es la teoría científica del arte que es el interpretar

textos, y en derecho, sin ser el único objeto sujeto de interpretación, especialmente se hace

referencia a la interpretación de la norma jurídica en cuanto a su manifestación textual.


Es decir, la hermenéutica jurídica en sí misma significa interpretar, aprender y

proporcionar los métodos utilizados por los intérpretes al mismo tiempo, no solo busca

comprender el significado de la norma, sino también busca comprender las posibilidades y

llegar a explicarlas. (Anónimo, 2019)

Muchos historiadores han utilizado la hermenéutica jurídica durante más de dos

siglos para respaldar la denominada separación de las ciencias naturales y las ciencias

sociales. (Espinel, 2021)

En el siglo IX, la hermenéutica constituyó la herramienta auxiliar básica de la

historia y el derecho. Siendo así la hermenéutica utilizada como método por la teología, la

filosofía, la historia, el derecho, la lingüística e incluso el psicoanálisis.

Sin embargo, comprender e interpretar el texto no es solo un ejemplo científico, sino

que, obviamente, pertenece a la experiencia humana en el mundo.

ORIGEN DE HERMENEUTICA

El inicio de la hermenéutica se dio con la intención de buscar entender la biblia, al

ser este el primer libro con ciertas normas, las personas buscaron interpretarlo. En síntesis,

la hermenéutica fue una técnica para interpretar los textos bíblicos y jurídicos, tomado

también en el romanticismo como una disciplina filosófica.

Originalmente se consideró como el arte de interpretar textos sagrados, ya sea desde

la perspectiva del significado del lenguaje o desde la perspectiva de la interpretación

filosófica de las ideas. Pone las raíces de la cultura griega de la interpretación de Homero y

la tradición judeocristiana antes de la versión del texto bíblico. Según Gadamer, el ámbito

de la hermenéutica está relacionado con el ámbito de la ciencia, donde hay un lenguaje que
se puede transmitir y comprender, o traducir texto. Comprenda que los fenómenos tienen su

propia validez en la ciencia y resista cualquier intento de transformarlos en métodos

científicos. (Espinel, 2021).

Todo este trabajo también antes impulsado por Aristóteles, la interpretación a la

biblia se consideró como una hermenéutica sagrada. Además, esta disciplina fue conocida

desde los primeros días del cristianismo, como leemos en el Evangelio de Lucas nos dice

que Jesús habla a los discípulos de los profetas, llegando Jesús mismo a interpretar para

luego explicar las escrituras relacionadas con él.

Sin embargo, existe otro tipo de hermenéutica profana, esta hermenéutica buscaba la

interpretación de los textos profanos es decir interpretaban escrituras de los autores griegos

clásicos como poetas, historiadores y filósofos, especialmente al impulsador de esta ciencia,

las obras aristotélicas.

Para sintetizar esté origen de la hermenéutica la sagrada se utilizaba para la ciencia

teológica mientras que la profana se reservaba para los filósofos.

En el siglo XVII la hermenéutica dio un gran salto en su desarrollo pues este

empezó a aplicar el método filológico a la exegesis bíblica, uniendo así a ambas

hermenéuticas la sacra (sagrada) y la profana impulsando en conjunto. Es de aquellos

primeros estímulos procede en línea recta la actual tendencia a profundizar la interpretación

en los diversos campos textuales a través del recurso a la Lingüística aplicada. Sin

embargo, como es imposible ahondar en la lingüística sin entrar en la naturaleza de las

cosas los hermeneutas, tanto sacros como profanos, han sentido la necesidad de llevar su

estudio más allá de los propios textos, penetrando en los campos de la filosofía.
Iniciando el siglo XVIII, debido a que la hermenéutica tuvo un creciente interés que

se despertaba por las instituciones romanas la Hermenéutica hace sus incursiones expresas

y manifiestas en el campo jurídico. Se expanden diversas exposiciones y comentarios del

Derecho romano, que se irán mejorando hasta llegar a una de sus máximas manifestaciones

en la Escuela Histórica. Con ello tenemos, pues, ya formada una Hermenéutica jurídica,

cuya característica ha sido la de buscar el respaldo de la Lógica y la Filosofía. (Pompeyo,

1995)

Pues debido a ellos se considera que los mejores hermeneutas jurídicos han sido

precisamente los filósofos del Derecho.

Estrictamente hablando, hoy Betti y Gadamer son los principales impulsores de

estos estudios pues la interpretación jurídica de estos autores, respectivamente presentada

en la década de 1950 y principios de la de 1960, hoy es obligatorio la consulta para quienes

deseen una información más que mediana sobre la Hermenéutica jurídica.

CARACTERÍSTICAS DE HERMENEUTICA

Para diferentes autores las características las interpretan diferentes algunos las

separan por épocas sin embargo las principales y más resaltantes características son las

siguientes:

 Es antipositiva, en cuanto considera al derecho más allá del conjunto de

normas emanadas de la función legislativa, entendiéndolo como una práctica

social, la cual se comprende desde su interpretación, argumentación y futura

aplicación.
 La comprensión de una norma jurídica, entendida como texto, se da en la

relación de ésta con el contexto específico de su aplicación, para lo cual se

necesita de experiencias o datos previos, dados en una realidad concreta. La

comprensión de una norma jurídica no se encuentra de forma exclusiva en su

manifestación textual.

 La interpretación desde el punto de vista hermenéutico no puede verse de

forma lineal, sino en forma circular, como un ciclo entre el texto normativo,

los destinatarios de la norma, el contexto específico y el intérprete. Se trata

de un constante ir y venir entre dichos elementos.

TIPOS DE INTERPRETACIÓN.

Cuando hablamos de la interpretación jurídica, está la podemos clasificar en más de

un criterio; sin embargo, por la función práctica y el peso específico que esta posee, se tiene

en cuenta el criterio del autor respecto al criterio de interpretación. Entonces nos

encontraríamos con una pregunta, ¿quién es capaz de interpretar las normas legales del

derecho?, Las normas legales que se encuentran en las constituciones, en los tratados

internacionales, en los códigos de derecho, en las sentencias, las ordenanzas, contratos,

convenios, los testamentos, etc. se convierte en un lenguaje para ciertos sectores o materias

que no son legales. Es así que esta situación hace que la interpretación de las normas sea

más compleja, por lo que es primordialmente necesario tener una idea general de cómo

están redactadas y su uso, así como una discusión frecuente de la terminología y estructura

de estos textos, a veces con la ayuda de asesores expertos. En el sentido más amplio,

cualquiera puede tomar el texto y leerlo; de hecho, el acceso a las normas y su ejecución
escrita es un derecho consagrado en las mismas. Para que la interpretación cobre fuerza

argumentativa, tenga peso específico y pueda llegar cabalmente a su fin, se necesita del

razonamiento y del conocimiento jurídico ofrecido por una preparación previa, así como la

experiencia y el contacto directo con este tipo de textos. Por todo ello, el jurista, en general,

es considerado la persona idónea para revelar el contenido específico de las normas

jurídicas. Esto es reconocido por la sociedad en general, y también por los medios de

comunicación cuando se presenta un caso de interés público y también cuando uno se

acerca a la comunidad jurídica para encontrar entre ellos a alguien que pueda aclarar dudas

sobre los fenómenos legales y la aplicación de la ley correspondiente al llegar a este punto,

donde se reconoce al jurista como el intérprete por excelencia de la norma jurídica, cabe

señalar que la interpretación variará según su posición es decir, a la función de su

desempeño dentro de la empresa. En esta perspectiva la interpretación de la norma que hace

un juez en el ejercicio de su función judicial no tiene el mismo peso y función que la que

hace el jurista, o la que hace el legislador, creador de la norma de derecho.

La Interpretación Doctrinal o científica.

Esta al ser realizada por personas jurídicas calificadas sin ningún cargo público que

las autorice a interpretar la ley de manera vinculante, se considera interpretación privada.

Los

autores más habituales suelen ser doctrinarios o especialistas del derecho.

La interpretación doctrinal es aquella interpretación del derecho que se realiza en las

ciencias jurídicas en general y en la dogmática jurídica en particular, por otro lado, la

interpretación doctrinal o científica también hace referencia a la visión técnica fundada en


ciertos criterios y a la interpretación practicada por los doctrinarios, por los teóricos, por los

juristas o jurisconsultos, por los tratadistas, por los estudiosos del derecho, y en general por

quienes se dedican a la ciencia del derecho; de ahí que también se le conozca a esta

Interpretación como “científica”. Actualmente no existe doctrina obligatoria, sin embargo,

los Tribunales suelen fundar sus resoluciones en las opiniones vertidas doctrinalmente; un

ejemplo de esta interpretación se presenta cuando un abogado o un particular cualquiera

interpretan una disposición normativa, su interpretación correcta o incorrecta, tiene un

simple valor doctrinal y a nadie obliga su observancia [ CITATION Jor17 \l 3082 ].

Comúnmente, el sentido y valor de esta interpretación radica en su carácter

orientativo, que ilumina, por ejemplo, al juez en la búsqueda de la aplicación de la norma al

momento de encontrarse con complicaciones en el ejercicio de sus funciones.

De igual manera, cuando el juez escucha los argumentos del abogado en un caso,

quienes previamente han interpretado el sentido de la norma aplicable al caso, y que a

través de su razonamiento tiene como finalidad orientar la decisión del juez

a favor del caso de su cliente, está recurriendo a la interpretación doctrinal. La

Interpretación doctrinal si bien se caracteriza por no ser obligatoria, sin embargo, por su

carácter científico y por la autoridad de quienes la practican, es la que termina siendo

predilecta.

Finalmente, la interpretación científica en general es consultada en las obras de

carácter dogmático de los doctrinarios, que dedican su vida al estudio científico del

derecho, tanto por abogados, profesores, alumnos y jueces, al buscar orientaciones sobre el

sentido de la norma en el ejercicio de sus respectivas funciones.


La interpretación legislativa o autentica.

Este tipo de interpretación surge de la función del Poder Legislativo, es decir, el

mismo autor de la norma jurídica y por naturaleza el cargo del intérprete, es de carácter

oficial o pública. Se trata de manera general del alcance y significado de la ley que ha de

ser interpretada por otra ley secundaria, por lo que tiene una obligación general y tiene

como objetivo brindar claridad sobre cómo se aplicará la norma pertinente.

la interpretación auténtica pesa una visión de la función judicial como meramente

aplicable y no como una interpretación de las leyes, y trata de subordinar el trabajo judicial

a la voluntad de interpretación del legislador, que se manifiesta en el derecho secundario.

Los jueces no pueden ignorarlo y necesitan adherirse a él aún más cuando toman sus

decisiones.

En definitiva, la interpretación legislativa o auténtica, que sólo puede formular el

legislador por medio de una segunda ley, se diferencia de otras modalidades hermenéuticas,

propias del juez, por el hecho de proporcionar una interpretación específica que a partir de

su entrada en vigencia y con efecto vinculante- priva de significación a toda otra

comprensión incompatible con ella [ CITATION HOR21 \l 3082 ]

Interpretación judicial o usual.

Es el que realiza el Poder Judicial a través de la función jurisdiccional de sus jueces,

y es el más frecuente, recurrido y estudiado de los tipos de interpretación. Se considera

como el filtro necesario para el desarrollo de la función práctica de la ley, por los

efectos directos que produce en la vida de las personas.


Este tipo de interpretación es oficial y vinculante además de la auténtica, pero sólo

vincula a las partes en la controversia legal que se encuentran involucradas en la sentencia

o decisión administrativa correspondiente, es decir, aquellas que se ven afectadas por la

norma jurídica individualizada.

La interpretación judicial es realizada por un juez o tribunal cuando resuelve un

caso concreto, también podemos mencionar que esta interpretación es practicada por los

jueces y tribunales para emitir sus decisiones (sentencias y demás resoluciones motivadas

jurídicamente) en las cuales esta interpretación queda plasmada. En la medida que

provenga de instancias más elevadas la interpretación judicial, sentada en los precedentes,

tenderá a influenciar con mayor autoridad y frecuencia.

Es aquella que realizan los jueces y magistrados dentro de la órbita de su función En

cuanto a la importancia en virtud del resultado que una interpretación puede arrojar, existe

la interpretación judicial, la cual posee al momento de aplicarse o verterse los criterios de

interpretación respectivos, en las sentencias o autos que determine un proceso en el cual se

halle inmersa una norma constitucional, una importancia que incide de manera directa en el

sistema jurídico guatemalteco, pues será esta la que realmente tendrá efectos respecto de

terceros, a quienes puede afectarse con una correcta o incorrecta interpretación de la norma

constitucional.

TEORÍA DE LA ARGUMENTACIÓN JURÍDICA.

Aunque pueda parecer lo contrario por lo que se acaba de señalar, la Hermenéutica

y la Teoría de la Argumentación no son hermanas. El segundo se deriva principalmente de


Analítica, que hasta ahora ha sido el mayor enemigo de la hermenéutica, y tal

parentesco es todavía apreciable en casi todos los que cultivan la Teoría del Argumento. En

este estudio de no podemos, ni necesitamos, referirnos a todas las corrientes que se repiten

en la teoría en cuestión: sobre todo porque, como señaló Ulfrid Neumann, no existe una

"teoría de la argumentación jurídica" propiamente dicha.

Una cuestión capital, y al mismo tiempo dificilísima, de la Teoría de la

Argumentación e igualmente de otras como la contractualista, la discursiva, y en suma la

Ética es la que atañe a la jerarquía de los argumentos. Porque existen, ciertamente,

argumentos débiles y fuertes, o perdedores y ganadores, y reglas de prelación escalonadas a

su vez; pero ¿hay realmente una gradación fundada sólo en criterios racionales y que se

imponga por la fuerza de la lógica? ¿O no será más cierto que lo que hay es, como ha dicho

Karl Engisch, una práctica judicial en que los tribunales "eligen caso por caso aquellos

métodos de interpretación que puedan conducir a un resultado satisfactorio"? . Rasgos que

caracterizan a la Teoría de la Argumentación:

• La teoría de la argumentación es anti hermenéutica porque considera a la

hermenéutica como una metafísica irracional. Se equivoca en eso: porque la hermenéutica

es racional.

• La teoría de la argumentación es anti ontológica con la peculiaridad de que

irreflexivamente llama a la "ontológica sustancial" "ontológica", que, por cierto, también es

rechazada por la hermenéutica, la teoría de la argumentación se basa en supuestos

"ontológicos", aunque no "sustancial-ontológicos".


• Discrepando de la Hermenéutica en cuanto a su abolición del contraste

sujeto-objeto, la Teoría de la Argumentación defiende a toda costa la "objetividad"

PRINCIPALES ESCUELAS DE INTERPRETACIÓN JURÍDICA

Escuela de exegesis 1

Basada en el método gramatical, el cual data desde la época en que el derecho dejó
de ser consuetudinario, ateniéndose al texto escrito de la ley, esta escuela nace en Francia
como fruto de la Revolución francesa, y encontró en la promulgación del Código de
Napoleón, en 1804, su punto más claro de referencia, el cual inspiró la codificación
moderna de la ley.

Según esta escuela, la ley debe ser el único origen de las decisiones judiciales; es
decir, acepta la interpretación de ésta, pero sólo según su texto. Rechaza lo que Blondeau,
decano de la facultad de derecho de la Universidad de París en 1841, denomina como las
falsas fuentes de decisión, que con frecuencia suplantan la voluntad del legislador, entre las
que destacan los precedentes, los usos no reconocidos expresamente en la ley, la equidad,
las consideraciones de utilidad general, los principios generales del derecho o los axiomas
de ciencias afines.

[ CITATION Gar80 \l 3082 ] menciona que “Esta escuela llega al extremo de


sostener que el juzgador, en caso de encontrase con leyes contradictorias, ambiguas o
notoriamente insuficientes para el esclarecimiento de la voluntad del legislador, lo más
prudente que puede hacer sería abstenerse de juzgar” es decir, la interpretación de la ley, y
por lo tanto la búsqueda de su sentido para los exégetas, se refiere a la indagación de la
voluntad infalible del legislador por medio de la expresión textual de la cual se vale para
manifestarla en los códigos”.

1
La expresión "Escuela de la Exégesis" ha sido empleada en el siglo XX para designar la obra de los
comentaristas del Código Napoleón entre 1804 y 1904, en referencia tanto al método de interpretación como
al respeto frente al texto, asuntos propios de la exégesis bíblica.
Esta situación ubica a la gramática jurídica por encima de la justicia y la equidad,
incluso por encima de la causa motora del legislador para crear la ley, y manifesta una fe
ciega, casi irracional, en el texto normativo, el cual manifiesta absolutamente la voluntad
del legislador, al atribuirle, como dice [CITATION Gar80 \y \l 3082 ], “un monopolio de
la formulación del derecho”. Desde esta perspectiva, la función de los jueces queda
reducida a una labor meramente mecánica, que consiste en la aplicación deductiva de la ley
en forma de silogismo o de subsunción. “Con ese concepto no resulta extraño que los
autores se jactaran como Bugner en decir: “No conozco el derecho civil, no enseño más que
el Código de Napoleón2”, porque siempre pensaron que el hombre con sus facultades
racionales pudo aprehender todo el derecho y verterlo en los Códigos [ CITATION
Ves02 \l 3082 ]”.

La labor interpretativa dentro de los parámetros de esta escuela es bordeada por los
criterios preestablecidos en la misma ley, los cuales solían ser muy rígidos, con la intención
de no dar lugar a la arbitrariedad y al subjetivismo del juez, encaminados a desentrañar la
voluntad pura del legislador, siendo algo similar al ejercicio exegético de las Sagradas
Escrituras, que buscaba la voluntad de Dios en el texto sagrado, llevando al interprete a una
interpretación unívoca de la ley

Según [ CITATION Tar95 \l 3082 ]Escuela de la Exégesis designa, de manera


colectiva, a los civilistas franceses y belgas que enseñaban en el siglo XIX el Código
napoleónico con la técnica del comentario artículo por artículo; designa además el método
o la técnica de la que se valían aquellos juristas, y las ideas generales o ideológicas que les
eran propias[CITATION Tar95 \p 64-65 \n \y \t \l 3082 ]

Escuela histórica

Esta escuela nace en Alemania; su fundador es Gustav Hugo, pero encuentra en el


jurista de mediados del siglo XIX, Friedrich Carl von Savigny, conocido por sus célebres
estudios romanistas, a su más icónico representante. Sostiene que el derecho, en un primer
y esencial momento, es una expresión espontanea de las costumbres y convicciones de un
pueblo determinado, enmarcado en las condiciones históricas del momento, para

2
El Código Napoleónico es el Código Civil de Francia. Se llama así porque fue aprobado y
publicado en el año 1804, siendo por aquel entonces Napoleón Bonaparte primer cónsul de Francia
posteriormente ser formalizado por la actividad del legislador, pero no de forma arbitraria,
sino con base en las costumbres y convicciones; recuerda la naturaleza de la función
legislativa como representante del pueblo, voceros de una conciencia nacional [ CITATION
Beu14 \l 3082 ]3

Para Savigny, la interpretación de la ley es un procedimiento que permite


reconstruir el pensamiento histórico colectivo del pueblo contenido en ella, y entiende que
la ley aplicada en el presente tuvo su origen en un momento histórico del pasado. Este
procedimiento interpretativo se constituye de cuatro elementos: el gramatical, en cuanto
hace referencia al lenguaje de la ley; el lógico, al implicar la descomposición del
pensamiento o las relaciones lógicas que lo unen; el histórico, que hace referencia al estado
de derecho existente al momento de creación de la ley, y el sistemático, lazo íntimo que une
instituciones y normas jurídicas en una vasta unidad. Es fundamental dentro de este proceso
interpretativo considerar de forma unitaria estos cuatro elementos.

Para esta escuela, la ley tiene vida propia e independiente de las funciones del
Estado, incluida desde la luego la legislativa, las cuales se limitan a formalizarla y
protegerla. El intérprete debe considerar a la ley como un prototipo susceptible de ser
llenado de contenido, según las necesidades históricas de cada lugar; por tal razón, la
interpretación ponderada por esta escuela es aquella que mejor se adapte a las necesidades
del momento, que, al contrario de la interpretación de la escuela de la exégesis, deja un
abanico abierto de posibilidades y libertad a la función jurisdiccional.[CITATION Ves02 \p
154 \l 3082 ].

Este modelo interpretativo es utilizado con frecuencia en la elaboración de


jurisprudencia, cuando la ley no contempla una solución a casos concretos surgidos con
posterioridad al momento de su creación; sin embargo, hacer un uso metodológico de este
modelo como sistema general de interpretación dentro de un sistema jurídico abriría un
margen enorme para la arbitrariedad y subjetividad de los juzgadores, y caería en una
equivocidad absoluta de interpretaciones. Esto es una razón por la cual la misma ley exige
ciertos requisitos para la formulación de jurisprudencia.
3
Profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México e
investigador en el Instituto de Investigaciones Filológicas, de cuyo Centro de Estudios Clásicos fue
coordinador.
A pesar de los innegables aciertos de la escuela histórica, no se puede dejar de
señalar que según [CITATION Bas01 \y \l 3082 ]“el Derecho no se justifica, tan sólo, por
ser un proceso de la historia y de una nebulosa y romántica conciencia nacional. La
voluntad reflexiva que persigue un fin es fundamental en el Derecho”

Escuela de la libre investigación científica

[CITATION Bas01 \y \l 3082 ] cita a [ CITATION Gén99 \l 3082 ], que


preocupado por la labor del jurista práctico, “afirma que la ley escrita no basta para resolver
los problemas enmarca dos en una situación histórica y social concreta planteados ante los
tribunales. Por esta razón es necesario recurrir a otras fuentes, como la costumbre o la
autoridad tradicional, pero principalmente a la libre investigación científica”.

Para el jurista galo, más que un principio lógico contenido en su codificación, la ley
es una manifestación de la voluntad consciente, encontrando cabida, desde esta perspectiva,
la interrogante por el propósito del legislador. Para ello, es necesario investigar no sólo el
sentido semántico de las palabras que integran los códigos, sino principalmente las
realidades sociales concretas en donde se busca que la ley produzca los efectos pretendidos
por su autor.

[ CITATION Rec56 \l 3082 ] menciona que “Este panorama pone al intérprete ante
una interpretación de la ley excedente de las fórmulas legales que fueron incapaces de
brindar una respuesta al caso concreto o cuando los criterios jurisprudenciales, doctrinales,
precedentes, o la costumbre, le proporcionan varias posibles soluciones. Es frente a este
horizonte que el juez echa mano de la libre investigación científica, que le servirá de guía
respecto de la decisión a tomar[CITATION Rec56 \p 47 \n \y \t \l 3082 ].

De este modo, la interpretación del juez debe ser objetiva, libre de todo influjo
personal, debiendo fundamentar su decisión sobre principios seguros de naturaleza objetiva
que rodeen las situaciones concretas sometidas a su juicio, a los que solamente se podrá
acceder por un minucioso examen de la naturaleza de las cosas. Esto implica que la libre
investigación científica se basará en el análisis de los siguientes cuatro elementos:
1) Datos previos o reales: entendidos como las condiciones de hecho que enmarcan
la vida humana, y son percibidas por los sentidos como las realidades físicas,
psicológicas, los hábitos sociales, las tradiciones, etcétera.

2) Datos históricos: son aquellos hechos producto de la condición dinámica de la


vida humana que determinan las condiciones sociales concretas en un tiempo y
lugar específicos.

3) Datos o principios racionales: consistentes en el conjunto de prerrogativas


racionales, universales e inmutables, propias de la condición natural humana, entre
las que se encuentran fuertemente arraigadas la idea de justicia, el respeto a la vida,
el reconocimiento de la libertad, la autonomía personal, etc.

4) Datos ideales: son las aspiraciones que dirigen las relaciones humanas, incluidas
las jurídicas. Estas aspiraciones son cambiantes y variables según las situaciones
concretas de tiempo y lugar

Estos cuatro datos o elementos son el objeto de la libre investigación científica por
medio de los cuales el juez edifica su actividad creadora mediante la interpretación.

Escuela del derecho libre

Esta escuela nace, no como un conjunto sistemático de ideas o principios, sino como
un movimiento de índole académica en contra de las tesis de la plenitud hermética 4 de los
sistemas jurídicos y el sometimiento incondicional de los jueces a la letra de la ley. Para
esta corriente, el derecho es plástico, dinámico y espontáneo, como la voluntad y el poder
social de donde surge; admite la presencia de lagunas, que deben ser colmadas por la
ciencia jurídica, y se sumerge en las convicciones sociales como fruto de la voluntad
colectiva para ello [CITATION Bas01 \p 245 \l 3082 ].

Si bien las ideas plasmadas en los contenidos de esta escuela no son del todo
homogéneas, sí coincidían en los siguientes puntos:

4
Tesis que se basaba en la última instancia, es decir si la oscuridad propia de la ley no permite su
exacta aplicación, debe buscarse la mejor manera para una armónica interpretación de la misma.
1) El rechazo de la doctrina que prolifera la suficiencia absoluta de la ley para regular la
vida humana sin importar el tiempo o lugar concreto en donde se aplique.

2) Si la ley, y en general las fuentes formales, son insuficientes por sí mismas para regular
la totalidad de la vida humana, es necesaria una labor personal y creadora del juez.

3) La ley no es la única fuente del derecho positivo. También se le debe reconocer


significación a las leyes que brotan de la conciencia jurídica colectiva de las sociedades.

4) Repudia el ejercicio de la hermenéutica tradicional heredada por la escuela de la


exégesis, y propone un modelo de interpretación basado en las convicciones sociales y en la
libertad prudencial de la actividad de los jueces

De esto se desprende que el derecho no puede ser ajeno a las convicciones sociales
vigentes en un lugar y tiempo determinados. No puede “hacerse el sordo” ante los valores,
la buena fe, las buenas costumbres, el prudente arbitrio y la opinión pública; no puede
“hacerse el ciego” ante la injusticia o angostura de una ley. Esto es el derecho libre, las
convicciones de la gente sobre lo justo o injusto, convicciones que de manera efectiva
regulan las conductas de esos hombres. La jurisprudencia conceptual, entendida como el
derecho positivo, no puede ir en contra de las necesidades y convicciones sociales.

De esta forma, la tradición hermenéutica, concretamente la jurisdiccional, heredada


por la escuela del derecho libre, está basada en las convicciones sociales acerca de la
justicia que tiene una sociedad concreta, no de forma absoluta, sino cuando la exacta
observancia de la ley no ofrezca soluciones satisfactorias basadas en la justicia y en las
exigencias de la vida misma, sólo así, y de manera prudencial, los jueces podrán prescindir
de la ley e iniciar un proceso creador de derecho.

Escuela del realismo jurídico norteamericano

Se llama realismo debido a su intento de buscar la realidad efectiva sobre la cual se


apoya y de la cual emana el derecho vigente en un determinado país, y es la función
jurisdiccional el lugar en donde lo encuentra. El derecho real y efectivo para esta escuela
consiste en la resolución del órgano jurisdiccional a cada caso particular, pues las leyes y
reglamentos únicamente constituyen presunciones probables, pero no proporcionan una
respuesta absoluta carente de duda. En última y originaria instancia es la resolución judicial
la que lo hace. Mientras los jueces no solucionen la litis 5 por medio de la interpretación y
posterior aplicación de las leyes, éstas no constituyen derecho alguno, pues es el fallo
judicial lo vinculante para las partes y no la ley escrita nacida de la voluntad del legislador.

Desde esta perspectiva, el realismo jurídico norteamericano concede a la actividad


jurisdiccional el monopolio de la creación del derecho positivo. Las leyes, antes de ser
aplicadas, son simples pautas en papel que no solucionan conflictos; es el juez quien las
hace efectivas y reales por medio de sus decisiones, las cuales están mucho más allá de los
límites de la lógica formal. Es precisamente en este sentido la afirmación de [CITATION
Rec56 \y \l 3082 ] quien dice que “…el movimiento realista ha llevado a cabo la más
demoledora crítica de la concepción mecánica de la función judicial como un
silogismo”[CITATION Rec56 \p 94 \n \y \t \l 3082 ].

Por lo tanto, la concepción de derecho desde los albores de esta escuela es la de un


sistema de normas mutables, que deben adaptarse a las circunstancias nacientes de cada
lugar. Por esta razón, la seguridad jurídica y la pretendida exacta observancia de la ley
deben suprimirse por un cambio en sentido progresivo que los jueces, por medio de la
interpretación, se encargarán de plasmar en la realidad al solucionar conflictos, de este
modo llevan la labor interpretativa hacia un terreno equívoco extremo.

LOS METODOS DE INTERPRETACION DE LA LEY

La conclusión a la que se llega es que cada una de las teorías sobre la naturaleza y
alcances de la interpretación tiene de bueno y de malo, de ahí que el pluralismo sea, aunque
facilista la opción más útil, practica y realista, que toma lo mejor de cada corriente y
permite trabajar caso por caso sin el corsé de coherencia que impone mantenerse en una
posición.

[ CITATION Mac05 \l 3082 ] Señala: “Que detrás de la interpretación lingüística se


encuentra el ánimo de preservar la calidad y la precisión del lenguaje y un principio de
justicia que prohíbe la reescritura en retrospectiva de las palabras elegidas por el legislador.
Detrás de la interpretación sistemática yace el principio de racionalidad, base del principio
5
Litis se refiere a pleito o contienda, diferencia, disputa de litigio judicial, donde se litiga sobre una
cosa
de coherencia e integridad del sistema legal. Detrás de la interpretación teleológica yace el
respeto por el razonamiento pactico, que demanda la actividad humana se guía por el
conjunto de valores a ser alcanzados y principios a ser observados. Pero, en el caso de este
último nivel fundamental del razonamiento práctico el problema perenne de la situación es
la disputa interpersonal de los valores y principio que nos deben guiar” [CITATION Mac05
\p 129 \n \y \t \l 3082 ]

De esta manera, en lo que sigue, no acogeré una postura teórica. Lo que hare es
proponer una suerte de protocolo de interpretación, sin que interese si es o no un
procedimiento que encierra contradicciones teóricas. De otro lado, no puedo dejar de
reconocer la interrelación existente entre la objetividad del texto y la subjetividad del
intérprete. Pero nuevamente cuanto más profesional sea el intérprete, en mejores
condiciones estará para evitar de manera consciente la interferencia de lo subjetivo en lo
objetivo.

IDENTIFICAR EL PROPIO ROL

Como abogado litigante

El ejercicio de la abogacía no supone sostener y mantener una determinada postura


teórica, sino defender un caso, para lo cual el abogado puede (y debe por lealtad a su
cliente) valerse de todos los argumentos posibles, aunque discrepe in pectore con alguno
de ellos .

Por eso, el abogado no tiene la obligación de ser un creyente de la teoría a la que


apela y adoptara la que mejor se acomode al interés de su cliente. Así, por ejemplo si
restringir los alcances de la norma es lo que conviene en el caso en discusión el abogado
apelara a la necesidad de seguridad jurídica e intentara persuadir al juez a que privilegie la
literalidad del texto.

Y es que los abogados defenderemos causas, no teorías. Y no hay por qué


sonrojarse. La abogacía tiene algo de mercenaria y puede llevarnos, en ocasiones, a
sostener aquellos en lo que intelectualmente no creemos. No debe olvidarse que en la
defensa de un caso intervienen retórica, argumentación, lógica y persuasión, sin que
interese la posición teórica abogado interprete.
Todo depende, pues del caso discusión y la labor del abogado consiste en obtener el
máximo provecho posible. Ellos ciertamente, dentro de las reglas de la ética profesional,
de la legalidad y la buena fe. Esto último debe quedar claro.

Como árbitro, juez o autoridad administrativa

Los árbitros y los jueces, así como los órganos gubernamentales que resuelven
procedimientos administrativos actúan en forma distinta, pues aspiran a ser neutrales,
justos, equitativos y correctos.

Primero asiste el caso e intuyen la solución, proceso en el que intervienen sus


particulares ideas de justicia, equidad, eficiencia y en general, de su manera de ver el
mundo y luego de haber llegado a una conclusión que, ciertamente, debe basarse en lo leído
y escuchado el juez estudia a donde el caso, tratando de confirmar aquellos que influyo en
una primera instancia como justo, equitativo, ético seguro en general, valioso.

No obstante, la primera intuición no siempre queda confirmada después del análisis


profundo de un caso. En el proceso de evaluación, el juez toparse con argumentos de hecho
o de derecho irrebatibles, a tal punto que lo obliguen a cambiar de perspectiva.

Juzgar, entonces no es una tarea que se realice en abstracto ni tampoco es aséptica y


acontaminada por nuestras ideas, creencias y valores. Todo lo contrario, la tarea de
interpretar y juzgar es un ejercicio en el cual la idea de lo justo, lo lógico, lo ético, lo
eficiente, lo natural y lo equitativo, como quiere que se les llame es parte de la solución del
problema, es decir, está en el centro de la cuestión. Y ello, aunque en ocasiones el juez se
vea obligado a cambiar de postura.

LA REGLA GENERAL

(Bennion, 2008) Sugiere: “acoger, como criterio general de interpretación, el


balance del resultado década uno de los métodos aplicados y siempre fundamentados dicho
resultado en su principio (justicia, seguridad, eficiencia, ética, etc.)”.

Por eso, dicho autor señala que, contrariamente a lo que siempre dice, las cortes no
eligen una de las diversas guías, aplicándola con exclusión de las demás. Lo que la corte
hace (o debería hacer) es dar una mirada general, pesar todos los factores interpretativos y
luego llegara una solución balanceada. No hay un método que pese más que el otro. Se trata
de hacer un balance entre resultados eventualmente distintos y optar por uno de ellos.

EL SIGNIFICADO LEGAL VS. EL SIGNIFICADO LITERAL

(Bennion, 2008)Señala, que no debe confundirse el significado legal de una norma


con su significado literal. El primero surge de la intención del legislador (signifique lo que
signifique), a lo cual se añade la decisión judicial que la consagra y consolida.

En cambio, el segundo es el significado meramente gramatical de la norma, que


puede o no coincidir con el significado legal. La interpretación, por lo demás, puede
cambiar con el tiempo, según se ha podido ver al analizar la teoría de la interpretación
dinámica de la ley.

LA INTERPRETACIÓN LITERAL O GRAMATICAL

Concepto

La interpretación literal, textual o gramatical es equivalente a la regla anglosajona


del plain meaning (regla del significado claro o evidente) y supone o que la norma solo
admite un significado o que, luego de una interpretación informada4 se concluye que la
norma debe ser entendida en el sentido que se evidencia con su sola lectura.

(Bennion, 2008) Señala, por eso, que cuando no hay nada que modificar, alterar o
calificar en relación con el lenguaje de la norma, sus palabras y oraciones deben ser
entendidas en su significado normal o natural (pág. 549).

Ello se resume en la regla in claris non fit interpretatio, que algunos entienden
equivocadamente como la no necesidad de interpretar cuando la norma es clara.Eso no es,
sin embargo, correcto, porque la interpretación literal supone que el intérprete deba elegir
uno de los significados que ofrece el diccionario. Y ello, aunque, por lo obvio de su
significado, su selección no implique abrir siquiera el diccionario.

(Atienza, 1997) Considera que, por razones de seguridad jurídica y el logro de


homogeneidad, prevalece el significado técnico sobre el común, aunque más adelante
flexibiliza su posición, señalando que: sin embargo, esta regla (se refiere a la prevalencia
del significado técnico sobre el ordinario) se encuentra supeditada, en última instancia al
análisis caso por caso, que se haga de los términos usados por la disposición jurídica en
cuestión pues, en ocasiones, se puede utilizar un término jurídico en sentido vulgar; o, a la
inversa, a un término del habla cotidiana se le puede haber querido asignar un significado
jurídico o técnico determinado

Por otro lado (McLeod, 2002) señala, más bien, que la verdad del asunto es que no
hay una prueba ácida (sobre cuál de los dos significados debe priorizarse) y las cortes están
contentas de preservar esa incertidumbre para reservarse algo de flexibilidad. (pág. 275)

Eso significa que el juez podrá decidir, con un importante margen de flexibilidad, si
la palabra ha sido utilizada en su sentido ordinario o en su sentido técnico. Este problema
no es infrecuente y se presenta, por ejemplo, cuando el texto contiene palabras tales como
interés, oferta, condición o depósito, cuyos significados ordinario y técnico son
absolutamente distintos. Se ha comentado la importancia decisiva que tienen los hechos del
caso en la interpretación de la ley.

El sentido común

Debido a la aplicación del principio de economía del lenguaje, es inevitable que el


legislador recurra al uso de la elipsis, es decir, al método lingüístico utilizado para
economizar palabras. Así, si la norma establece que, si una persona viaja a Colombia y a
Ecuador, debe vacunarse contra la fiebre amarilla, no es necesario decir si viaja a Colombia
y si viaja a Ecuador, porque está sobreentendido que se trata del viaje a cualquiera de esos
dos países o a ambos.

El sentido común se invoca no solo en el caso de la utilización de la elipsis, sino en


los de silencio del legislador o de normas muy generales, donde es necesario llenar vacíos.
Así, el sentido común nos dirá si en un determinado caso es de aplicación el canon en lo
más está contenido lo menos o el canon con mayor razón o lo que no está incluido está
excluido. Todo depende del caso.Tan importante se le considera, que se ha sostenido que, si
una proposición es contraria al sentido común, no es derecho.

Otro ejemplo de la aplicación del sentido común (también tomado de Bennion) es el


siguiente: cuando la ley señala un plazo y no se refiere a la posibilidad que pueda ser
extendido, se entiende, por sentido común que, una vez vencido, ya no es posible su
extensión pues no hay nada que extender.

Las implicancias de la norma legal

Este tema está íntimamente ligado al anterior. Pese a que la jurisprudencia y la


doctrina anglosajonas han señalado innumerables veces y en innumerables casos que no
hay que dejar nada a las implicancias, es inevitable que ello ocurra.

Pretender que las implicancias no existen no pasa de ser un deseo de buena voluntad
pues, se quiera o no, estas siempre se pueden deducir. Y existen porque, como señala
Bennion, el redactor de una norma legal no puede evitar dejar de decir algo, con la
seguridad de que ese algo, se sobre entiende.

Si no fuera por la elipsis, las normas serían interminables. Así, por ejemplo, la
norma prohíbe que se cause un daño a una persona. De esta norma se infiere que todos
tenemos libertad de acción, mientras no causemos daño. Asimismo, si la norma prohíbe una
acción.

Finalmente, y recurriendo a un caso de actualidad, el que la ley no condene la


homosexualidad no quiere decir que la promueva. El tan temido «caperucito rojo»
contenido en textos escolares, que tan injustas críticas ha merecido, apunta a la igualdad y
no a promover la homosexualidad porque se dirige a mostrar que las niñas no son las únicas
que pueden ser engañadas por un lobo. Un niño también puede serlo y la desconfianza no
tiene género.

LA APROXIMACIÓN DE LA HERMENÉUTICA A LA DOGMÁTICA PENAL

La inserción de la hermenéutica en la dogmática penal se caracteriza


específicamente por el intento de superar la diferenciación en la actividad metodológica
entre “conocimiento” y “decisión”, abriendo de este modo la opción a la incorporación a la
dogmática de las “decisiones previas” del investigador. Aunque esta idea que caracteriza de
modo general a la teoría hermenéutica sobre la interpretación de textos ha sido objeto de
desarrollo en todos los sectores de actividad que conforman la dogmática penal, ha tenido
una mayor presencia en relación con la actividad interpretativa de textos legales, lo que
resulta explicable dada la centralidad del proceso de comprensión en la teoría
hermenéutica.

En este ámbito de la interpretación, la tesis positivista viene defendido


tradicionalmente la posibilidad de distinguir entre elementos cognoscitivos y elementos
valorativos en el proceso de acceso al sentido de la ley penal. En términos generales de
teoría del Derecho, el elemento cognoscitivo se manifestaría principalmente cuando resulta
posible comprender la ley penal (esto es, cuando cabe la mera captación de su significado
porque el uso legal de los términos empleados se produce en relación con los ejemplos
estándar de tales términos), mientras que los aspectos valorativos aparecerían conectados a
los procesos de interpretación, comprendiendo por tales aquellos procesos por los que se
atribuye sentido a una ley penal en presencia de un caso límite o anormal en el uso de los
términos legales que impide la captación del significado.

Frente a esta tesis, los penalistas de inclinación hermenéutica ponderan con ímpetu
que la actividad dogmática se ha de convertir en una “experiencia hermenéutica” que
disuelva la posibilidad de diferenciar las actividades de descripción y de valoración (y de
distinguir, por tanto, conocimiento y decisión) y que, rebajando la jerarquía tradicional de
la seguridad jurídica, distinga las decisiones previas del intérprete en el centro de la
discusión.

Como puede verse, el énfasis de la hermenéutica en el papel que desempeña la


precompresión en el acto interpretativo constituye una exposición de las condiciones
trascendentales en las que se desarrolla la interpretación y no una metodología normativa
de la interpretación. Como señala GARCÍA AMADO, la especificación hermenéutica del
modo en el que acontece el acto interpretativo no se ha visto acompañada de un estudio
definido de las pautas concretas que regulan la intervención de la pre compresión en la
interpretación; en este sentido, es habitual la referencia hermenéutica a la ausencia de una
“jerarquía de argumentos” . Esto ha alejado a la hermenéutica de los juristas dedicados a la
dogmática de las distintas ramas del Derecho, más preocupados por la identificación de
criterios racionales del interpretar que por la estructura general del proceso interpretativo.
Probablemente por esto resulta más fácil hallar opiniones doctrinales que coincidan con las
propuestas hermenéuticas en cuanto a los resultados sistemáticos o metodológicos que
alcanzan, pero sin asentarse cuando menos, no explícitamente en las específicas premisas
teóricas de la hermenéutica.

Así ocurre, por ejemplo, con la opinión, generalizada en la doctrina penal, acerca de
la necesidad de interpretar todos los enunciados legales para acceder a su auténtico sentido ;
es ésta una afirmación que exterioriza, sin duda, una defensa implícita de la labilidad de las
fronteras entre lo cognoscitivo y lo valorativo en este ámbito de la dogmática penal, pero no
es habitual invocar en su apoyo el carácter constitutivamente valorativo de todo proceso de
comprensión, sino que se presenta por los dogmáticos como el corolario (evidente, a su
juicio) de la falta de precisión del lenguaje natural.

Aunque de modo tal vez menos intenso que en el campo de la interpretación, los
penalistas próximos a la hermenéutica han defendido que ésta incide igualmente en el
ámbito de la sistematización de la ley penal y, en particular, en el terreno de la elaboración
del sistema dogmático de la teoría del delito. Esta incidencia se revelaría en el hecho de que
la identificación de las categorías básicas de la teoría del delito (y, de modo significativo,
de los elementos constitutivos de la infracción penal) no ha de ser resultado de un proceso
de inducción del Derecho penal positivo, sino fruto de un “desarrollo” del contenido del
texto legal en atención a una estructura previa.

A este respecto, no puede ser más cierto que, al abordar la construcción de la teoría
del delito, la mayoría de los dogmáticos afrontan el derecho positivo a partir de
preconceptos que, según la corriente que se contemple, pueden revestir entre otros
caracteres valorativos de índole social, ontológica o funcional. De hecho, es frecuente
encontrar críticas acerbas a cualquier propuesta dirigida a garantizar cierto nivel de
neutralidad dogmática. Ahora bien, la supeditación del conocimiento del Derecho positivo
a la mediación de elementos sociales, ontológicos o funcionales no es, en este caso, sino la
manifestación de la pretensión general -a la que se aludió al comienzo de este apartado de
configurar la dogmática penal como una ciencia social o cultural, alejando la disciplina de
los métodos y formas de las ciencias naturales (que se ven encarnados en el positivismo
jurídico). Hay, por tanto, una coincidencia general de propósito entre lo defendido por los
dogmáticos penales y la propuesta hermenéutica, pero, salvo muy contadas excepciones, sin
acudir como fundamento expreso a la operatividad de una pre compresión sobre el sentido
y el contenido del sistema de la teoría del delito.

Valoración crítica de las posibilidades de una dogmática penal de inspiración


hermenéutica

Dos son las perspectivas desde las que cabe enjuiciar los méritos de la incidencia de
las propuestas de origen hermenéutico en la dogmática penal: por una parte, cabe debatir su
corrección técnica, entendiendo por tal el ajustamiento de sus postulados metodológicos a
la realidad tanto del objeto como de los procesos intelectuales involucrados en la actividad
dogmática; por otra, es preciso evaluar su rendimiento, esto es, la utilidad que se derivaría
de una dogmática penal así concebida.

En relación con el primero de estos aspectos, sostiene que, la distinción positivista


entre comprensión e interpretación se apoya en “una concepción falsa del lenguaje”, que
“asigna a las palabras significados unívocos y precisos, mientras lo característico del
lenguaje es precisamente su «apertura significativa»” . Afirma, por tanto, que una
dogmática penal hermenéutica es la más acertada por cuanto el método que adopta y las
premisas de las que parte se acomodan mejor al objeto de conocimiento propio de la
disciplina (esto es, a los textos legales penales). Planteado el debate en estos términos, creo
que ninguno de los dos presupuestos en los que se funda el argumento aducido es cierto:

(i) Por una parte, la posibilidad de distinguir entre comprensión e interpretación


no exige asumir una concepción univocista del lenguaje.

(ii) Por otra, la “apertura significativa” del lenguaje ni impide la mera captación
del significado ni condiciona toda comprensión a la existencia de una previa precompresión
ni al previo desarrollo de una actividad interpretativa.

Una concepción como la que se acaba de exponer sustenta, a mi juicio, de forma


adecuada tanto la idea de claridad como la posibilidad de una pura captación del significado
sin que, por otra parte, se pueda hallar en ella rastro del univocismo denunciado por la
hermenéutica . Ciertamente, esta noción pragmática de claridad no habilita la identificación
de un conjunto determinado y delimitado de casos claros y de un conjunto determinado y
delimitado de casos límite; al contrario, la distinción es gradual, de modo que, como ha
señalado SAINSBURY, existe un espectro que conduce progresivamente del ejemplo
estándar al caso límite y, en última instancia, a los supuestos en los que el término no es
aplicable. Ahora bien, proclamar la imposibilidad de establecer límites nítidos entre el
conjunto de ejemplos estándar y el de casos límite, por una parte, y entre el conjunto de
casos límite y el de casos en los que el uso del término no está justificado, por otra,
no entraña la imposibilidad de identificar ejemplos estándar, casos límite y casos de uso
infundado ni, en consecuencia, la imposibilidad de distinguir entre supuestos en los que es
posible la mera comprensión y supuestos en los que es necesaria una operación
interpretativa de atribución de sentido. Rechazar el dogma, ciertamente injustificado, de
la univocidad no conduce necesariamente a afirmar el carácter esencialmente interpretativo
de todo proceso de comprensión. Como a continuación se dirá, existen supuestos
paradigmáticos de uso del término, supuestos en los que el uso es discutible y supuestos en
los que el uso es injustificado, aun cuando los ejemplos estándar y los casos límite no
constituyan conjuntos estancos.

Puede concluirse, en consecuencia:

(i) Que no toda defensa de la posibilidad de distinguir entre “conocimiento” y


“decisión” en la actividad interpretativa entraña una concepción univocista del lenguaje,
sino que aquélla puede fundarse en una aceptación sin reservas de su textura abierta.

(ii) Como reverso de lo anterior, que esta textura abierta es perfectamente


compatible con la existencia de situaciones en las que cabe la mera comprensión del texto,
sin mediación de una precompresión hermenéutica.

A este último respecto, la posibilidad de identificar un conjunto de usos estándar de


los términos del lenguaje natural, justificados por la regla operativa en el juego al que se
vinculan y que se usan como criterios definitorios del significado del término, abona la
existencia de supuestos de comprensión en los que las decisiones del “intérprete” no juegan
papel alguno. Si no fuera posible señalar ejemplos estándar de uso de los términos y
enunciados en los que cupiera la mera captación del significado, la comunicación en
cualquier lenguaje natural resultaría imposible. Como apunta HART, los términos generales
serían inútiles para la comunicación si no existieran instancias familiares y usualmente
incontrovertidas- de tales términos; en concreto, si todo fuera interpretación, las reglas
legales no tendrían un sentido fijo . Y, por otra parte, en los casos en los que efectivamente
entran en juego argumentos valorativos para la determinación del significado legal, es
viable la construcción de una metodología normativa que preserve las propuestas
interpretativas dentro del ámbito de la discusión racional.

¿Cuál es la Relación que Guarda la Hermenéutica con el Derecho Penal?

En nuestra sociedad la elaboración de las normas penales es una actividad reservada


a un conjunto de ciudadanos seleccionados a través de procesos electivos. Si el Derecho
penal y con él, el control penal superpuesto se articula de una forma que la mayoría de
integrantes del grupo social juzga inadecuada, el principal bagaje con el que los ciudadanos
cuentan para desarrollar de modo eficaz una actividad política dirigida a su modificación es
un conocimiento preciso del contenido efectivo de las normas penales vigentes. En este
sentido, la adopción de propuestas dogmáticas a partir de premisas valorativas de corte
político o sociológico dificulta al ciudadano la crítica del Derecho positivo vigente, pues el
conocimiento que de éste se transmite por el dogmático aparece políticamente teñido según
el modelo de justificación del control penal que éste asuma. A ello se añade que una
dogmática tolerante con la inserción de esta clase de juicios previos produce el
efecto contrario al pretendido, pues permite la pervivencia del enunciado legal, lo sustrae
a una eficaz crítica ciudadana y, dado su carácter no vinculante para el Estado (ningún
juez o tribunal tiene por qué atender al entendimiento del enunciado propuesto por
quien, pese a su condición de experto, no es sino un particular), impide una actuación eficaz
que elimine la presencia del exceso en el enunciado legal. Por otra parte, aunque esta
dirección dogmática se presenta a sí misma bajo el signo del progreso, puede desembocar
sin problemas en la posibilidad justamente opuesta.

Asimismo, es fundado preguntarse si, en un sistema democrático al que se asocia un


control penal formalizado a partir del principio de legalidad, el dogmático penal puede
arrogarse legitimidad para prescribir qué ha de ser considerado como Derecho, para
formular reglas jurídicas no contenidas en las leyes, para co-crear o recrear la ley y, en
suma, para desarrollar una actividad de “configuración social”. Ni su dedicación al estudio
del Derecho penal ni su mayor conocimiento de la materia atribuyen al dogmático la
condición de legislador (o de continuador o auxiliar del legislador). Como antes se ha
indicado, la producción de enunciados legales penales está reservada a un conjunto de
ciudadanos que son seleccionados mediante procesos electivos. Al ciudadano descontento
con la organización del control penal le cabe el ejercicio de la crítica pública, crítica que
será de tanto mayor valor cuanto mayor sea su conocimiento empírico del fenómeno
criminal y del Derecho penal. Al dogmático descontento le compete, por tanto, desarrollar
una actividad política consecutiva a su comprensión y descripción de las normas penales
como núcleo fundamentador del Derecho penal, pero ni el eventual desacierto del
legislador ni la relativa legitimidad o ilegitimidad del proceso electivo otorgan al dogmático
potestad para colegislar.

Todo esto no supone vetar que el ciudadano que se dedica a la dogmática pueda
desarrollar una crítica al Derecho vigente; simplemente pretende precisar que cuando el
dogmático critica (con la cualificación que se le presume por su singular conocimiento del
Derecho penal) no hace dogmática, sino otra cosa. No se trata, en caso alguno, de renunciar
a la valoración política de la norma penal, sino de intentar asegurar la claridad del discurso
mediante la delimitación de la actividad descriptiva, de la actividad interpretativa y de la
actividad crítica. En suma, evitar, como afirma LAMARCA PÉREZ, “que la ideología o la
realidad social que atenazan irremediablemente al jurista se filtren a través de la
descripción del Derecho y aparezcan con la etiqueta de ciencia, de neutralidad axiológica”.

PROBLEMAS EN LA INTERPRETACION JURIDICA

1. A MANERA DE INTRODUCCIÓN

Al facilitar los medios para que el abogado atribuya un sentido a la regla y a las
otras piezas que incorporan el derecho, se relaciona con él referente a su epistemología, al
hacer un estudio primordial de la constitución de la regla jurídica y de la concepción del
derecho generalmente para conseguir su fin; se relaciona con el derecho referente a su
ontología y al brindar los recursos necesarios para la aplicación concreta del derecho en una
sociedad específica; se relaciona con la ética, con la lógica y con la metodología jurídica.
“Para interpretar existe una secuencia de técnicas o cánones, que remiten continuamente a
una concepción ontológica, epistemológica y valorativa del derecho”. Esta interacción de la
hermenéutica con todos los puntos del derecho anteriormente mencionados no debería ser
entendida de manera aislada, sino como un grupo unitario, el cual constituye una sección
importante de la teoría del derecho actualizada, y atiende primordialmente 2 puntos
primordiales: la constitución y manifestación óntica-significativa del derecho y su
aplicación práctica. El abogado, antecedente de ejercer el derecho, tiene la exigencia de
entender y describir el contenido de las reglas. Por consiguiente, si la regla jurídica se
muestra por medio del lenguaje, ésta, referente a su manifestación, debería apegarse a las
reglas gramaticales que corresponden para la obra de textos y su sentido. A la par de estas
reglas gramaticales además tienen que considerarse las normas de la semiótica, ya que el
escrito, entendido como el objeto físico donde se plasma por escrito la ley, no es lo
exclusivo por interpretarse, ya que además se piensan conductas, situaciones e intenciones
como signos con contenido importante. A partir de esta visión, tienen la posibilidad de
señalar a los próximos como los primordiales inconvenientes a los que el abogado, en
particular el juzgador, se confronta en la averiguación y atribución del sentido de las reglas
con miras a su aplicación, mediante la cual se perjudica la esfera jurídica de los individuos:
(Beuchot Puente)

2. SINTÁCTICOS

La sintaxis es el fragmento de la gramática y de la semiótica en cargada del análisis


de la interacción de los signos, cuya finalidad es la coherencia tanto en la manera de tener
relación entre ellos como de la manera en que son usados en la obra de un sentido. En la
gramática se refiere al uso específico de los vocablos, entendidas como signos, en la obra
de oraciones más complicadas que transmiten significados. Si bien la interacción entre los
signos no da sentido a las proposiciones, si es determinante para entenderlo de manera
correcta. Dentro del objeto de interpretación, sea un escrito normativo o una acción con
todo y su intención, continuamente hay una interacción entre los signos que lo unen, la cual
debería ser coherente para entender la iniciativa significativa del mismo.
La letra o produjo muchos inconvenientes por impedir al juez decidir un costo
según las situaciones de ejecución del ilícito, que lo obligó a ejercer estrictamente una u
otra de las porciones indicadas, contraviniendo el precepto constitucional del artículo 22,
que instituye que toda pena tendrá que ser proporcional al delito sancionado y al bien
jurídico tutelado, así como al artículo 72 del mismo Código Penal local, el cual expone que
el juzgador, al obligar las penas, debería tener presente como recursos la gravedad del
ilícito y el nivel de responsabilidad del individuo involucrada.

Como se puede observar, los detalles sintácticos en la elaboración del texto


normativo son muy importantes, pues como se mencionó, si bien no otorgan significado de
manera directa, sí lo alteran o dificultan su comprensión. (Abbagnano, 1988)

3. SEMÁNTICOS

Si la regla jurídica es un símbolo escrito, ¿a qué objetos hace referencia? El tipo de


inconvenientes semánticos en la interpretación de las reglas jurídicas consisten en esencia
en la atribución de significado a los signos. Esta atribución de sentido no se limita al campo
textual de los vocablos y oraciones como lo implica la gramática. En derecho no
únicamente se interpreta lo escrito, sino, además, y primordialmente, conductas,
intenciones y circunstancias. Es justamente en este sentido, que Mauricio Beuchot se refiere
a la obra de Paul Ricoeur y de Gadamer, quienes otorgan un giro a la idea de escrito, al
comprenderlo no exclusivamente como el símbolo escrito, sino además como todo diálogo
y toda acción atribuible de sentido, esto a partir de una perspectiva semiótica de la
semántica. A partir de esta visión, los inconvenientes semánticos de interpretación de las
reglas acostumbran ser de 2 tipos. El primero se refiere a las palabras usados en la
composición normativa: o sea, a la atribución de sentido de los vocablos y oraciones que
incorporan la regla como proposición, el cual establece varias de las propiedades
fundamentales de la regla para su aplicación, como por ejemplo su alcance territorial, su
imperatividad y generalidad, además de su coercibilidad. El segundo tipo de inconvenientes
se relacionan con la atribución de sentido a todo símbolo no escrito con que el intérprete
está en el proceso interpretativo, entre ellos las conductas, intenciones y situaciones cerca
de los hechos, e inclusive la voluntad del legislador. (Mauricio)
 LA AMBIGÜEDAD DEL LENGUAJE.

la cual implica que una palabra, término, o acción puede entenderse de más de un
modo, admitiendo distintos significados; como ejemplo de ello está la expresión “persona
moral”, que puede referirse a personas jurídicas colectivas o a la honorabilidad o buen
nombre de las personas.

 LA VAGUEDAD DEL LENGUAJE

lo cual implica la imprecisión o indeterminación del significado de los vocablos, es


decir la falta de exactitud, en donde términos como “alto”, “joven”, “tarde”, son algunos
ejemplos.

4. PRAGMÁTICOS

La pragmática es la porción de la gramática y de la semiótica enfocada al análisis de


los signos relacionadas con sus usuarios; se atrae por el modo en cómo el entorno concreto
en donde los signos son usados influye en la comprensión de su sentido. A partir de esta
visión, se reconoce la vida de palabras y actividades con probabilidad de ser entendidas de
acuerdo con el sitio, el cliente y, generalmente, las situaciones en que se empleen o
desarrollen; en muchas situaciones dependen de preguntas culturales del sitio.Esta clase de
inconvenientes en la interpretación de las reglas es bastante común en territorios como
México, donde no sólo la expansión de la región, sino además la variedad cultural en medio
de las entidades federativas, e inclusive al interior de ellas, es bastante extensa. Por esto, el
legislador, al instante de plasmar la regla jurídica en el papel, debería buscar ser lo más
específico viable, no solamente en el sentido de los vocablos, sino inclusive en las
repercusiones y situaciones donde han de aplicarse.

como ya se comentó previamente, no importa cuánto el legislador lo trate de, es


imposible encuadrar en el escrito normativo la integridad de la verdad que pretende regular.
Constantemente existirán situaciones ajenas al escrito, aun cuando más adelante las
contemple mediante reformas. De esta forma, los primordiales inconvenientes de tipo
pragmático existentes en la interpretación de la regla jurídica son esos en donde no hay
correspondencia, así sea total o parcial, entre lo prescrito en la regla y la verdad en donde se
le pretende utilizar, o una vez que ciertas situaciones, tanto de hechos como de individuos,
no permanecen contempladas en el ordenamiento. Una vez que el intérprete, de modo
particular el juez, tomando en cuenta que no puede dejar de conocer y resolver los asuntos
llevados frente a su jurisdicción en su competencia, está frente a este panorama, se ve en la
necesidad de recurrir a su criterio jurídico, a la averiguación de el fin del legislador y a la
importancia de las situaciones existentes al instante de generar la regla, a la averiguación de
antecedentes y jurisprudencia relacionada con la situación en especial, así como a la
importancia de las situaciones específicas del tema y en última instancia a los objetivos
mismos del derecho. (Álvarez Ledezma, 2010)

5. LÓGICOS

Los inconvenientes previamente mencionados son de tipo lingüísticos, ya sean


analizados a partir de la perspectiva de la gramática o de la semiótica. Los inconvenientes
lógicos permanecen involucrados con preguntas ubicadas dentro del campo de la lógica
formal relacionadas con la idónea composición del pensamiento y con el inicio de
coherencia normativa que concibe al sistema jurídico como un todo unitario. Los
inconvenientes lógicos habitualmente colocan al intérprete ante la disyuntiva normativa, y
entre los más frecuentes se hallan las antinomias o contradicciones, las inconsistencias y las
redundancias. Las antinomias consisten en la contradicción entre 2 o más preceptos
normativos, así sea de manera parcial o total; esto constituye un problema atendiendo al
inicio lógico que expresa la incapacidad de validez de 2 juicios contradictorios
simultáneamente y en las mismas situaciones. Los componentes influyentes en la formación
de antinomias son diversos, a partir de que el legislador, autor de determinada regla
actualmente, no sea el mismo que diseñó la regla contraria en el pasado, o inclusive el
legislador autor de la regla contraria puede llegar a ser un poder de la alianza distinto, como
una vez que el Ejecutivo federal en el ejercicio de sus facultades expide reglas. El sistema
jurídico mexicano es tan extenso, que la aparición de preceptos normativos contrarios entre
sí resulta más común de lo anhelado. Las inconsistencias normativas se proporcionan una
vez que el legislador atribuye a un mismo supuesto por cierto en 2 reglas diversas, secuelas
jurídicas además diversas. Por su lado, las redundancias suceden una vez que el legislador
regula en 2 reglas y de la misma forma una misma situación. Dichos 2 tipos de
inconvenientes proporcionan fundamento a los conflictos de competencia y jerarquía
normativa. Aun cuando los sistemas jurídicos se conciben como un todo unitario en donde
impera la armonía de las piezas miembros pese a su desempeño libre, no se deja de
reconocer, como se comentó en el capítulo primero de este trabajo, que el derecho y su
manifestación mediante los sistemas jurídicos son obra humana, y como tales, propensos de
imperfecciones y mejoramiento paralelamente. Frente a este panorama, y para contribuir a
los jueces a consumar con su tarea jurisdiccional de individualizar la regla para resolver los
conflictos frente a ellos llevados, el mismo Poder Judicial sugiere las próximas
resoluciones:

La primera consiste en proceder a hacer un análisis penetrante de los enunciados


que se vislumbran en conflicto, con el fin de determinar si cabe la posibilidad de asegurar a
cada una un campo material o temporal distinto de aplicación, con lo que el enfrentamiento
se evita y queda sólo en los terrenos de la forma o la apariencia. La segunda se dirige a la
prevalencia de una de las disposiciones discrepantes en el sistema jurídico, y la
desaplicación de la otra, para que no vuelva a ser aplicada en lo sucesivo. Para este efecto,
la doctrina y la jurisprudencia han venido proveyendo de métodos o criterios para justificar
la desaplicación, con base en ciertas características que concurran en cada antinomia. En
esa situación, el conflicto formal o aparente se confirma en la realidad. En esta línea son del
conocimiento general los criterios clásicos o tradicionales de solución de antinomias, bajo
la denominación de criterios jerárquicos, de especialidad y cronológico, así como otros
métodos recientes. Entre las dos fórmulas indicadas, siempre se ha considerado mucho más
conveniente, saludable y satisfactoria la primera, porque con ella se consigue conservar en
su integridad la obra del legislador y se conjura toda posibilidad de confrontación entre los
poderes estatales, al mantener nítidamente a cada uno dentro del ámbito de sus atribuciones
naturales. En atención a lo anterior, el operador del derecho, y sobre todo los órganos
jurisdiccionales como responsables terminales de esta labor, deben dirigir y optimizar al
máximo sus esfuerzos, en primer lugar, a la búsqueda de la aplicación de esa primera
fórmula, para lo que pueden emplear las valiosas herramientas constituidas por los métodos
de interpretación jurídica, y sólo si después de denodados esfuerzos orientados hacia dicha
dirección o encuentran posibilidades de evitar la confrontación, deben pasar a los criterios
aplicables para resolver el conflicto, por la vía de la desaplicación de alguna de las reglas
desavenidas; e inclusive, si en una actuación subsecuente encuentran facticidad para la
primera fórmula, deben dar marcha atrás y decidirse por ella. (Grijalbo, 2010)

La aproximación de la hermenéutica a la dogmática penal

La inserción de la hermenéutica en la dogmática penal se caracteriza específicamente

por el intento de superar la diferenciación en la actividad metodológica entre

“conocimiento” y “decisión”, abriendo de este modo la opción a la incorporación a la

dogmática de las “decisiones previas” del investigador. Aunque esta idea que caracteriza

de modo general a la teoría hermenéutica sobre la interpretación de textos ha sido objeto

de desarrollo en todos los sectores de actividad que conforman la dogmática penal, ha

tenido una mayor presencia en relación con la actividad interpretativa de textos legales,

lo que resulta explicable dada la centralidad del proceso de comprensión en la teoría

hermenéutica.6

En este ámbito de la interpretación, la tesis positivista viene defendido tradicionalmente

la posibilidad de distinguir entre elementos cognoscitivos y elementos valorativos en el

proceso de acceso al sentido de la ley penal. En términos generales de teoría del

Derecho, el elemento cognoscitivo se manifestaría principalmente cuando resulta posible

comprender la ley penal (esto es, cuando cabe la mera captación de su significado

porque el uso legal de los términos empleados se produce en relación con los ejemplos

estándar de tales términos), mientras que los aspectos valorativos aparecerían conectados

a los procesos de interpretación, comprendiendo por tales aquellos procesos por los que

6
BAZIGALUPO ZAPATER, Enrique, Principios del Derecho Penal…, op, cit, p,35.
se atribuye sentido a una ley penal en presencia de un caso límite o anormal en el uso de

los términos legales que impide la captación del significado.7

Frente a esta tesis, los penalistas de inclinación hermenéutica ponderan con ímpetu que

la actividad dogmática se ha de convertir en una “experiencia hermenéutica” que

disuelva la posibilidad de diferenciar las actividades de descripción y de valoración (y de

distinguir, por tanto, conocimiento y decisión) y que, rebajando la jerarquía tradicional

de la seguridad jurídica, distinga las decisiones previas del intérprete en el centro de la

discusión.8

Como puede verse, el énfasis de la hermenéutica en el papel que desempeña la

precompresión en el acto interpretativo constituye una exposición de las condiciones

trascendentales en las que se desarrolla la interpretación y no una metodología

normativa de la interpretación9. Como señala GARCÍA AMADO, la especificación

hermenéutica del modo en el que acontece el acto interpretativo no se ha visto

acompañada de un estudio definido de las pautas concretas que regulan la intervención

de la precompresión en la interpretación10; en este sentido, es habitual la referencia

hermenéutica a la ausencia de una “jerarquía de argumentos” 11. Esto ha alejado a la

hermenéutica de los juristas dedicados a la dogmática de las distintas ramas del Derecho,

más preocupados por la identificación de criterios racionales del interpretar que por la

estructura general del proceso interpretativo. Probablemente por esto resulta más fácil

hallar opiniones doctrinales que coincidan con las propuestas hermenéuticas en cuanto a
7
MARMON, Andrei, Interpretación y Teoría Jurídica, Clarendon Press.
8
Vid, BAZIGALUPO ZAPATER, Enrique, Principios del Derecho Penal …, op, cit, p. 36.
9
KAUFMANN, Arthur, En Torno al Conocimiento …p.12.
10
GRACIA AMADO, Juan Antonio, Filosofía Hermenéutica y Derecho.
11
KAUFMANN, Arthur, Panorámica Histórica …. p. 129.
los resultados sistemáticos o metodológicos que alcanzan, pero sin asentarse cuando

menos, no explícitamente en las específicas premisas teóricas de la hermenéutica.

Así ocurre, por ejemplo, con la opinión, generalizada en la doctrina penal, acerca de la

necesidad de interpretar todos los enunciados legales para acceder a su auténtico

sentido12; es ésta una afirmación que exterioriza, sin duda, una defensa implícita de la

labilidad de las fronteras entre lo cognoscitivo y lo valorativo en este ámbito de la

dogmática penal, pero no es habitual invocar en su apoyo el carácter constitutivamente

valorativo de todo proceso de comprensión, sino que se presenta por los dogmáticos

como el corolario (evidente, a su juicio) de la falta de precisión del lenguaje natural.

Aunque de modo tal vez menos intenso que en el campo de la interpretación, los

penalistas próximos a la hermenéutica han defendido que ésta incide igualmente en el

ámbito de la sistematización de la ley penal y, en particular, en el terreno de la

elaboración del sistema dogmático de la teoría del delito. Esta incidencia se revelaría en

el hecho de que la identificación de las categorías básicas de la teoría del delito (y, de

modo significativo, de los elementos constitutivos de la infracción penal) no ha de ser

resultado de un proceso de inducción del Derecho penal positivo, sino fruto de un

“desarrollo” del contenido del texto legal en atención a una estructura previa.13

A este respecto, no puede ser más cierto que, al abordar la construcción de la teoría del

delito, la mayoría de los dogmáticos afrontan el derecho positivo a partir de

preconceptos que, según la corriente que se contemple, pueden revestir entre otros

caracteres valorativos de índole social, ontológica o funcional. De hecho, es frecuente


12
CUELLO CALÓN, Enrique, Derecho Penal Tomo 1, Parte General, Volumen 1, 18° edición Bosh
Barcelona, 1980.
13
Vid, BAZIGALUPO ZAPATER, Enrique, Principios del Derecho Penal … p. 37.
encontrar críticas acerbas a cualquier propuesta dirigida a garantizar cierto nivel de

neutralidad dogmática14. Ahora bien, la supeditación del conocimiento del Derecho

positivo a la mediación de elementos sociales, ontológicos o funcionales no es, en este

caso, sino la manifestación de la pretensión general -a la que se aludió al comienzo de

este apartado de configurar la dogmática penal como una ciencia social o cultural,

alejando la disciplina de los métodos y formas de las ciencias naturales (que se ven

encarnados en el positivismo jurídico). Hay, por tanto, una coincidencia general de

propósito entre lo defendido por los dogmáticos penales y la propuesta hermenéutica,

pero, salvo muy contadas excepciones, sin acudir como fundamento expreso a la

operatividad de una precompresión sobre el sentido y el contenido del sistema de la

teoría del delito.

Valoración crítica de las posibilidades de una dogmática penal de inspiración

hermenéutica

Dos son las perspectivas desde las que cabe enjuiciar los méritos de la incidencia de las

propuestas de origen hermenéutico en la dogmática penal: por una parte, cabe debatir su

corrección técnica, entendiendo por tal el ajustamiento de sus postulados metodológicos

a la realidad tanto del objeto como de los procesos intelectuales involucrados en la

actividad dogmática; por otra, es preciso evaluar su rendimiento, esto es, la utilidad que

se derivaría de una dogmática penal así concebida.

En relación con el primero de estos aspectos, sostiene que, la distinción positivista entre

comprensión e interpretación se apoya en “una concepción falsa del lenguaje”, que

“asigna a las palabras significados unívocos y precisos, mientras lo característico del


14
PORTILLA CONTRERAS, Guillermo, Derecho Penal Parte General, 1ra edición, Tirant lo
Blanch, Valencia, 2002.
lenguaje es precisamente su «apertura significativa»” 15. Afirma, por tanto, que una

dogmática penal hermenéutica es la más acertada por cuanto el método que adopta y las

premisas de las que parte se acomodan mejor al objeto de conocimiento propio de la

disciplina (esto es, a los textos legales penales). Planteado el debate en estos términos,

creo que ninguno de los dos presupuestos en los que se funda el argumento aducido es

cierto:

(i) Por una parte, la posibilidad de distinguir entre comprensión e interpretación no

exige asumir una concepción univocista del lenguaje.

(ii) Por otra, la “apertura significativa” del lenguaje ni impide la mera captación del

significado ni condiciona toda comprensión a la existencia de una previa

precompresión ni al previo desarrollo de una actividad interpretativa.

Una concepción como la que se acaba de exponer sustenta, a mi juicio, de forma

adecuada tanto la idea de claridad como la posibilidad de una pura captación del

significado sin que, por otra parte, se pueda hallar en ella rastro del univocismo

denunciado por la hermenéutica16. Ciertamente, esta noción pragmática de claridad no

habilita la identificación de un conjunto determinado y delimitado de casos claros y de

un conjunto determinado y delimitado de casos límite; al contrario, la distinción es

gradual, de modo que, como ha señalado SAINSBURY, existe un espectro que conduce

progresivamente del ejemplo estándar al caso límite y, en última instancia, a los

supuestos en los que el término no es aplicable. Ahora bien, proclamar la imposibilidad

de establecer límites nítidos entre el conjunto de ejemplos estándar y el de casos

15
BACIGALIPO ZAPATER, Enrique, Principios del Derecho Penal …, p. 36.
16
HATF, Fritjof, “Derecho y Lenguaje” …, p. 229.
límite, por una parte, y entre el conjunto de casos límite y el de casos en los que el uso

del término no está justificado, por otra, no entraña la imposibilidad de identificar

ejemplos estándar, casos límite y casos de uso infundado ni, en consecuencia, la

imposibilidad de distinguir entre supuestos en los que es posible la mera comprensión y

supuestos en los que es necesaria una operación interpretativa de atribución de

sentido. Rechazar el dogma, ciertamente injustificado, de la univocidad no conduce

necesariamente a afirmar el carácter esencialmente interpretativo de todo proceso de

comprensión. Como a continuación se dirá, existen supuestos paradigmáticos de uso del

término, supuestos en los que el uso es discutible y supuestos en los que el uso es

injustificado, aun cuando los ejemplos estándar y los casos límite no constituyan

conjuntos estancos.

Puede concluirse, en consecuencia:

(i) Que no toda defensa de la posibilidad de distinguir entre “conocimiento” y

“decisión” en la actividad interpretativa entraña una concepción univocista del

lenguaje, sino que aquélla puede fundarse en una aceptación sin reservas de su

textura abierta.17

(ii) Como reverso de lo anterior, que esta textura abierta es perfectamente

compatible con la existencia de situaciones en las que cabe la mera

comprensión del texto, sin mediación de una precompresión hermenéutica.18

A este último respecto, la posibilidad de identificar un conjunto de usos estándar de los

términos del lenguaje natural, justificados por la regla operativa en el juego al que se

17
AARNIO, Aulis, “Sobre la Ambigüedad Semántica en la Interpretación Jurídica” …, p. 30 y ss.
18
BAZIGALUPO ZAPATER, Enrique, Principios del Derecho Penal …, p. 38 y ss.
vinculan y que se usan como criterios definitorios del significado del término, abona la

existencia de supuestos de comprensión en los que las decisiones del “intérprete” no

juegan papel alguno. Si no fuera posible señalar ejemplos estándar de uso de los

términos y enunciados en los que cupiera la mera captación del significado, la

comunicación en cualquier lenguaje natural resultaría imposible. Como apunta HART,

los términos generales serían inútiles para la comunicación si no existieran instancias

familiares y usualmente incontrovertidas- de tales términos; en concreto, si todo fuera

interpretación, las reglas legales no tendrían un sentido fijo 19. Y, por otra parte, en los

casos en los que efectivamente entran en juego argumentos valorativos para la

determinación del significado legal, es viable la construcción de una metodología

normativa que preserve las propuestas interpretativas dentro del ámbito de la discusión

racional.

¿Cuál es la Relación que Guarda la Hermenéutica con el Derecho Penal?

En nuestra sociedad la elaboración de las normas penales es una actividad reservada a un

conjunto de ciudadanos seleccionados a través de procesos electivos. Si el Derecho

penal y con él, el control penal superpuesto se articula de una forma que la mayoría de

integrantes del grupo social juzga inadecuada, el principal bagaje con el que los

ciudadanos cuentan para desarrollar de modo eficaz una actividad política dirigida a su

modificación es un conocimiento preciso del contenido efectivo de las normas penales

vigentes. En este sentido, la adopción de propuestas dogmáticas a partir de premisas

valorativas de corte político o sociológico dificulta al ciudadano la crítica del Derecho

positivo vigente, pues el conocimiento que de éste se transmite por el dogmático aparece

políticamente teñido según el modelo de justificación del control penal que éste asuma.
19
HART, Herbert, L. A, The Concept …p, 126 y ss.
A ello se añade que una dogmática tolerante con la inserción de esta clase de

juicios previos produce el efecto contrario al pretendido, pues permite la pervivencia

del enunciado legal, lo sustrae a una eficaz crítica ciudadana y, dado su carácter no

vinculante para el Estado (ningún juez o tribunal tiene por qué atender al

entendimiento del enunciado propuesto por quien, pese a su condición de experto, no es

sino un particular), impide una actuación eficaz que elimine la presencia del exceso en el

enunciado legal. Por otra parte, aunque esta dirección dogmática se presenta a sí misma

bajo el signo del progreso, puede desembocar sin problemas en la posibilidad justamente

opuesta.20

Asimismo, es fundado preguntarse si, en un sistema democrático al que se asocia un

control penal formalizado a partir del principio de legalidad, el dogmático penal puede

arrogarse legitimidad para prescribir qué ha de ser considerado como Derecho, para

formular reglas jurídicas no contenidas en las leyes, para co-crear o recrear la ley y, en

suma, para desarrollar una actividad de “configuración social”. Ni su dedicación al

estudio del Derecho penal ni su mayor conocimiento de la materia atribuyen al

dogmático la condición de legislador (o de continuador o auxiliar del legislador). Como

antes se ha indicado, la producción de enunciados legales penales está reservada a un

conjunto de ciudadanos que son seleccionados mediante procesos electivos. Al

ciudadano descontento con la organización del control penal le cabe el ejercicio de la

crítica pública, crítica que será de tanto mayor valor cuanto mayor sea su conocimiento

empírico del fenómeno criminal y del Derecho penal. Al dogmático descontento le

compete, por tanto, desarrollar una actividad política consecutiva a su comprensión y


20
LAMARCA PEREZ, Carmen, “Posibilidades y Limites de la Dogmática Penal”, en Cuadernos de
la Política Criminal, num, 33, 1987, p.548 y ss.
descripción de las normas penales como núcleo fundamentador del Derecho penal, pero

ni el eventual desacierto del legislador ni la relativa legitimidad o ilegitimidad del

proceso electivo otorgan al dogmático potestad para colegislar.21

Todo esto no supone vetar que el ciudadano que se dedica a la dogmática pueda

desarrollar una crítica al Derecho vigente; simplemente pretende precisar que cuando el

dogmático critica (con la cualificación que se le presume por su singular conocimiento

del Derecho penal) no hace dogmática, sino otra cosa. No se trata, en caso alguno, de

renunciar a la valoración política de la norma penal, sino de intentar asegurar la claridad

del discurso mediante la delimitación de la actividad descriptiva, de la actividad

interpretativa y de la actividad crítica. En suma, evitar, como afirma LAMARCA

PÉREZ, “que la ideología o la realidad social que atenazan irremediablemente al jurista

se filtren a través de la descripción del Derecho y aparezcan con la etiqueta de ciencia,

de neutralidad axiológica”22.

21
Vid, LAMARCA PEREZ, Carmen, “Posibilidades y Limites de la Dogmática Penal”, en
Cuadernos de la Política Criminal, num, 33,1987, p, 539 y ss.
22
LAMARCA PEREZ, Carmen, “Probabilidades y Limites de la Dogmática Penal”, en Cuadernos de
la Política Criminal, num, 33, 1987, p. 527 y s.

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