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Parte especial
Mar Carrasco Andrino
Enero 2022
El Código penal de 1995 introdujo dos cambios fundamentales en la regulación de los delitos
que protegen la vida humana independiente:
- La desaparición de los delitos de infanticidio y parricidio.
- La tipificación expresa del homicidio imprudente y de los actos preparatorios
En el estudio de este grupo de delitos existen algunas cuestiones comunes que serán
tratadas con carácter previo al análisis de cada uno de los tipos delictivos. En concreto, se
trata del examen del bien jurídico protegido y del objeto material de estos delitos.
Estos delitos han sufrido distintas reformas en los últimos años: la LO 1/2015 modificó los
tipos de homicidio doloso y asesinato, la LO 2/2019 introdujo nuevos tipos de homicidio
imprudente, la L 3/2021 ha modificado la regulación de la eutanasia.
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dicha realidad como un todo. Esta distinta concepción tiene que ver con la disponibilidad del bien
jurídico vida. Su fundamento constitucional se sitúa en el art. 15 CE: derecho a la vida, del que
se desprende un deber de respeto y de protección a la vida por parte del Estado. La STC
53/1985, 11 de abril se refiere a la vida humana como un proceso que sufre cambios cualitativos.
El nacimiento marca el paso de la vida albergada en el seno materno a la vida albergada en la
sociedad, otorgando un valor inferior a la vida en formación.
Las posiciones doctrinales sobre la disponibilidad de la vida son las siguientes:
1) la mayoría estima que es un bien indisponible. Sus argumentos: El art. 15 CE tan solo
contiene una garantía del ciudadano frente al Estado, que queda así obligado a respetar
y proteger la vida frente a los ataques ajenos. No recoge un derecho subjetivo a la vida,
pues el Estado está obligado a intervenir con independencia de lo querido por su titular.
Se explicaría de esta manera la sanción de la inducción y auxilio al suicidio en el CP
(conductas de participación). La no incriminación del suicidio (conducta de autoría) se
justificaría en base a razones de política criminal: de nada sirve la amenaza de la prisión
ante quien busca la muerte.
El objeto material y el sujeto pasivo del delito coinciden: matar a “otro” = ser humano con
vida independiente. Hay que distinguirlo del objeto material del aborto.
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▪ una minoría doctrinal: comienzo de los dolores del parto. Se rechaza porque el tipo
se refiere a “otro”, lo que indica que ha de ser un sujeto ya nacido. Otros autores se
han referido a la “visibilidad” con expulsión completa del claustro materno
(Gimbernat) o el criterio de la dependencia apoyado en que el ataque se realice
sobre el objeto material sin afectación alguna de la madre o a través del cuerpo de la
madre, que es quien lo aísla y protege (González Rus); o a la respiración pulmonar
autónoma, como momento en el que se produce el cambio cualitativo que marca la
independencia del nuevo ser respecto de la madre (Alvarez García).
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1. Tipo objetivo
- Conducta típica: matar a otro: acción de matar + resultado de muerte (delito de resultado
y de medios indeterminados). Es un tipo resultativo de causar, castiga la causación de la
muerte cualquiera que sea la forma o modo de producirlo. Hay que comprobar la
relación causal entre la conducta y el resultado muerte:
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El homicidio se puede cometer tanto de forma activa como de forma omisiva (comisión
por omisión), aplicando el art. 11 CP, de manera que se puede imputar la muerte de una persona
a quien es garante de su vida y no ha realizado la acción que conjura el peligro y evita el
resultado de muerte, pudiendo haberlo hecho. Ejemplo: madre que deja de amamantar a su hijo
recién nacido, muriendo éste de inanición.
La interpretación del homicidio en comisión por omisión exige tener en cuenta el delito
del art. 195.3 CP (omisión agravada del socorro), en dónde pese a que el sujeto es garante (por
ingerencia: creación imprudente del riesgo por el accidente), no se le imputa el resultado, sino
simplemente la no actuación, esto es, el no haber socorrido. La doctrina discute el ámbito de
aplicación de ambas figuras delictivas, tratando de establecer si tienen o no esferas de aplicación
comunes (el problema será analizado con mayor detalle al estudiar la omisión del deber de
socorro). La cuestión estriba en determinar si la injerencia como fuente de la posición de garante
abarca la creación fortuita, dolosa e imprudente del riesgo o sólo una o algunas de estas
posibilidades. Para la mayoría de los autores, la fortuita estaría excluida del ámbito del homicidio
en comisión por omisión por aplicación del principio de culpabilidad. Lo que reduciría el problema
de relación de ambos preceptos (homicidio y omisión agravada del socorro) a un solo supuesto:
el de creación imprudente del riesgo. Así si el comportamiento injerente es fortuito sólo cabrá la
aplicación del art. 195. 3 CP; mientras que si dicho comportamiento ingerente es doloso no cabe
duda de que se planteará la aplicación del tipo de homicidio. Ahora bien, si la actuación
precedente crea un riesgo doloso para la vida, la imputación del resultado muerte, que
materializa dicho riesgo, será un comportamiento activo –no omisivo- (por ejemplo, se dispara a
alguien a quien se deja malherido, falleciendo después a consecuencia de dichas heridas); la
imputación del resultado muerte a una omisión posterior, sólo tendrá lugar dolo del actuar
precedente no abarque dicho resultado (por ejemplo, se prende fuego al negocio ruinoso para
cobrar el seguro cuando se piensa que ya no queda nadie en la empresa, pero una vez
incendiado el inmueble, alguien pide socorro, y no se le presta). De la misma manera, cuando el
actuar precedente es imprudente, si crea un riesgo para la vida, la responsabilidad será por
homicidio imprudente en comisión, sólo cuando el riesgo que se materializa en la muerte no ha
sido creado o incrementado con la actuación precedente imprudente es cuando se planteará la
aplicación del art. 195.3 CP y/o del homicidio imprudente en comisión por omisión. A este
respecto, se adelanta que la omisión del deber de socorro agravada ha de ser siempre dolosa
(por tanto, como veremos se requiere que se conozca que hay una persona en peligro manifiesto
y grave, y desamparada).
Carbonell Mateu defiende que la posición de garante por injerencia se genera con la
creación de un riesgo por el sujeto, con independencia de que tal situación se haya generado de
forma dolosa, imprudente o fortuita. Pero esto no dice todavía nada de la imputación objetiva del
resultado a la omisión, para lo que habrá que determinar si la conducta omitida habría evitado el
resultado más allá de toda duda razonable. Para el autor en los casos de generación dolosa del
riesgo, normalmente el resultado se imputará a la acción inicial, no a la omisión. Pero si fue
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2. Tipo subjetivo
Para la realización del homicidio basta con el dolo eventual (recordar las teorías del
consentimiento y de la probabilidad para distinguirlo de la imprudencia consciente). El dolo
directo puede coexistir con otras motivaciones.
3. Problemas de error
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arroja al río, dónde muere ahogado. Para algunos autores este error es irrelevante, y debe
castigarse como homicidio doloso, para otros hay un error en el curso causal que puede ser
relevante según cuál sea la intencionalidad de la segunda actuación del sujeto: asegurar la
muerte (error irrelevante: homicidio doloso) o buscar el auto-encubrimiento (error relevante:
concurso de delitos entre tentativa de homicidio doloso y homicidio imprudente). La
relevancia del error se apoya en la idea de que la muerte es consecuencia de otro riesgo, no
del inicialmente creado con la acción del sujeto.
4. Causas de justificación:
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5. Iter Criminis
6 .Penalidad
7. Tipos agravados
El número 2 del art. 138 aplica la pena superior en grado cuando concurre alguna de las
siguientes circunstancias:
En razón del sujeto pasivo: víctima sea menor de 16 años, especial vulnerabilidad por
razón de edad, enfermedad o discapacidad. Esta agravación plantea problemas con la
tradicional interpretación del TS de la alevosía por desvalimiento. Con respecto a la
compatibilidad de esta agravación con esa interpretación jurisprudencial, no hay problema en
casos en que la víctima es menor de 16 años, pues el TS limitaba la alevosía a menores de
muy corta edad (hasta 4 años). Mayor problema se presenta respecto de la segunda parte
(la especial vulnerabilidad por edad, enfermedad o discapacidad), aunque siempre puede
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reservarse para los casos en los que no se produce, por ejemplo, una absoluta exclusión de
la defensa de la víctima. En cualquier caso, hay que huir de los automatismos en su
aplicación y restringirla a casos de abuso o aprovechamiento de la situación de
vulnerabilidad. Es decir, la simple concurrencia de la vulnerabilidad referida a la edad,
enfermedad o discapacidad no puede servir para agravar la conducta del autor, más que
cuando éste haya buscado a propósito dichas circunstancias para asegurar la comisión del
delito, lo que sería actuar alevosamente. Luego, se puede afirmar que no hacía falta la
inclusión de esta agravante.
b) los hechos sean constitutivos de un delito de atentado del art. 550 CP. Esta agravación se
manifiesta también innecesaria, pues, antes de su introducción se salvaba con la apreciación de
un concurso de delitos, lo que ahora queda vedado. Algo que, como veremos, en los delitos de
lesiones no se prevé, por lo que el acometimiento a autoridad, agente de la misma o funcionario
que provoque lesiones, abocará a un concurso de delitos, mientras que, si se produce la muerte,
habrá que aplicar el homicidio agravado.
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El número 1 del art. 142 CP sanciona además con la privación del derecho a conducir o
a la tenencia y porte de armas, si la imprudencia tiene que ver con estos medios; y con la pena
de inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo, si el homicidio se causa
por imprudencia profesional. Aunque el TS ha distinguido entre la imprudencia del profesional
(imprudencia común del profesional en el ejercicio de su profesión) y la imprudencia profesional
(equivalente inicialmente a la impericia o falta de competencia científica o técnica para el
ejercicio de la profesión, bien porque no la tuvo nunca, bien por falta de actualización, y que
ahora abarca también la negligencia o trasgresión de deberes técnicos que sólo competen al
profesional por razón de sus conocimientos especiales), lo cierto es que ésta no constituye una
categoría distinta de imprudencia, sino que alude a una cualificación del sujeto activo para
realizar actividades peligrosas propias de su profesión. La imprudencia profesional queda por
tanto referida a la infracción de la diligencia que viene marcada por las normas técnicas o
científicas establecidas en la lex artis de la profesión (por ejemplo, en la medicina, en la
construcción, etc.)
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El art. 142 bis Cp ha introducido tipos agravados de homicidio imprudente grave, que pueden
elevar potestativamente (“podrá imponer motivadamente”) la pena en un 1 grado o en dos, según
el caso:
a) Pena superior en 1 grado, cuando el hecho revistiera notoria gravedad, lo que se ha
de valorar teniendo en cuanta la entidad y relevancia del riesgo creado y del deber de
cuidado infringido; a lo que ha de sumarse una de estas circunstancias:
• Muerte de dos o más personas.
• Muerte de 1 persona + lesiones graves del art. 149 o 150 CP producidas por
imprudencia grave (art. 152.1. 2º y 3º CP). Aquí si los resultados lesivos
producidos se deben a una misma infracción de cuidado, la posibilidad de
agravación del homicidio imprudente queda limitada a la que se haya calificado
como imprudencia grave.
b) Pena superior en 2 grados: si el número de fallecidos fuere muy elevado. Aunque
no se menciona expresamente la notoria gravedad del hecho, ha de entenderse que
este elemento también debe estar presente en este tipo agravado. La indeterminación
legal sobre el número de fallecidos es un ejemplo de mala técnica legislativa, y habrá de
estarse a la interpretación que hagan los tribunales.
En estos casos la posibilidad de apreciar concursos de delitos queda vetada por el principio de
non bis in ídem.
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Alevosía
Precio
Tipo básico
Matar + Ensañamiento
Facilitar la comisión de otro delito o para evitar que se descubra:
1.1.1. Alevosía
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punto de vista toxicológico, de manera que, por ejemplo, el azúcar no sería veneno ni siquiera
para un diabético, pues desde ese punto de vista no es considerada sustancia venenosa.
b) Subjetiva: la finalidad del sujeto de usar dichos modos o formas de matar. Precisamente
este elemento subjetivo impide apreciar el asesinato cuando el ataque recae sobre seres
constitucionalmente indefensos como los recién nacidos, a pesar de que la tesis del TS
en estos casos -hasta ahora- ha sido considerar que hay asesinato por alevosía. Distinto
es el caso de los durmientes, en los que el elemento subjetivo si que está presente pues
estamos ante una situación reversible y temporal, por lo que habría asesinato. Se habla
así de alevosía con dolo directo, cuando existe una especial preparación o planificación
del hecho, o de alevosía de aprovechamiento.
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1.1.2. Precio
Una minoría, en cambio, amplia su contenido a otras ventajas o beneficios –por ejemplo,
un ascenso, un nombramiento, etc.-, y eluden el inconveniente antes planteado aduciendo que lo
que se exige es que la ventaja que se obtiene no sea consecuencia de la muerte, sino más bien
del acto de matar.
En cualquier caso, para su aplicación basta con la promesa de obtener la ventaja, sin
necesidad de que se haya conseguido efectivamente. Se admite por buena parte de la doctrina
la comisión por omisión en esta circunstancia, que además es compatible con las otras del
asesinato. El problema reside en determinar a quién se aplica: ¿al que mata por precio? ¿al que
ofrece el precio para que otro mate? ¿a ambos?
b) La mayoría de la doctrina entiende, en cambio, que sólo debe aplicarse al que mata y no
al que induce a otro a que mate por precio, de manera que el inductor sería castigado
como inductor de un homicidio y no de un asesinato, pues la circunstancia se limita al
que actúa movido sólo por el estímulo económico. La cuestión, además, tiene que ver
con el carácter de delito autónomo o de tipo agravado del homicidio que se asigne al
asesinato. Pues si se ha partido de que el precio es un elemento del delito y no una
mera circunstancia agravante del homicidio (ver naturaleza del asesinato) hay que seguir
las reglas de participación y, por tanto, el principio de accesoriedad de la responsabilidad
del partícipe respecto de la del autor, y no romper el título de imputación. Lo que
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1.1.3 Ensañamiento
También se encuentra entre las circunstancias genéricas agravantes del art. 22. 5ª CP (leer
detenidamente). Según el art. 139.3ª el ensañamiento se produce cuando se aumenta
deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido. Ello implica la existencia de tres elementos:
a) La existencia de dolor
b) Su incremento
c) Que sea inhumano y deliberado
Por dolor hay que entender la existencia de padecimientos físicos o psíquicos, previos a la
muerte y estando consciente el ofendido, pues de otra manera no puede sufrirlos. Es indiferente
que recaigan directamente sobre éste o a través de un tercero.
Incremento del dolor supone que el que se causa ha de ser distinto al de la propia
muerte. No son suficientes para apreciar ensañamiento la repetición de golpes si son necesarios
para dar muerte o están dentro del ímpetu pasional del agresor. El TS tradicionalmente ha
interpretado esta circunstancia de forma objetiva, se tenía en cuenta el plan del autor,
aplicándola cuando el sufrimiento inferido no era necesario para la forma de matar elegida
(aumento cuantitativo del dolor: se causa otro dolor adicional). Existe una nueva línea
jurisprudencial en la que no solo se tiene en cuenta este aumento cuantitativo del dolor, sino
también un aumento cualitativo: un aumento del sufrimiento que en general supone el homicidio.
De manera que se amplía la interpretación de la circunstancia a determinadas formas de matar
que se estiman de suyo más doloras que otras. Concretamente se refiere a casos en los que se
produce un aumento cualitativo del dolor en base a los medios elegidos. Así, por ejemplo, matar
con fuego, ahorcado, con algunos venenos particularmente dolorosos.
Ese incremento ha de ser deliberado e inhumano. Ello implica una selección de medios
gratuitamente dolorosos, esto es, innecesarios para producir la muerte. Hay, pues, un elemento
subjetivo evidente que falta cuando la repetición de golpes se debe al ímpetu pasional. La
representación anticipada del sufrimiento de la víctima resulta incompatible con la cólera, el
ímpetu o el arrebato del momento.
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contra el asma, permitiendo a la vista del padre moribundo, que le afecten los síntomas de
asfixia del hijo.
Esta circunstancia es compatible con el resto de circunstancias del asesinato, así como
con las eximentes incompletas de anomalía o alteración psíquicas.
-Matar para evitar el descubrimiento de otro delito: la ratio legis de esta agravación
radica en el interés del Estado en la persecución de los hechos delictivos y su
fundamento, por tanto, se vincula a la Administración de Justicia (motivación criticada
doctrinalmente). Se sanciona, así, más gravemente el tratar de evitar que otros
descubran el delito. Por descubrir se entiende poner de manifiesto hechos delictivos
cometidos por el sujeto, bien de la existencia misma del hecho –por ej. un vertido ilegal,
atropello-, bien de la identidad de sus participantes. La agravación jugará aunque los
hechos sean objetivamente conocidos (por ejemplo, porque testigos o cámaras de
seguridad captaron el hecho), pues lo relevante es la motivación con la que actúa el
sujeto activo. Lo importante es que crea que no son conocidos y que actúa (mata) para
evitar su descubrimiento. A partir de aquí se incluyen los supuestos de
autoencubrimiento (ej., atraco la joyería y cuando el guardia de seguridad descubre al
ladrón, éste último lo mata), si bien se requiere que el delito cuya existencia quiere
evitarse que se descubra y el homicidio estén claramente separados. Así, no podrá
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apreciarse la agravación cuando tras una infructuosa ejecución del delito, el autor –
guiado por su ánimo inicial de dar muerte a otro y presente por tanto el mismo dolo-
persiste en los actos ejecutivos para lograr la consumación, siendo conocedor que de no
acabar con la vida de la persona no solo no habrá logrado su objetivo, sino que queda
expuesto al descubrimiento del hecho y de la autoría del mismo. Aquí se estará ante una
mera progresión en la ejecución. En cambio, cuando el sujeto activo después de lesionar
a la víctima, regresa a la escena del crimen para matarla y evitar así que aquélla pueda
delatarlo, sí sería apreciable un concurso real de delitos entre el asesinato agravado por
la circunstancia objeto de análisis y un delito de lesiones. Solución concursal ya aplicada
a estos supuestos con anterioridad a la reforma del texto legal, si bien sin la agravación
que ahora se recoge.
Asimismo, esta circunstancia plantea problemas de delimitación con alguno de los tipos
agravados del art. 140, concretamente, el relativo a que el hecho (asesinato) sea subsiguiente a
un delito contra la libertad sexual. De manera que, si el delito que se trata de ocultar no tiene que
ver con libertad sexual, nos quedamos en el tipo básico, pero si afecta a la libertad sexual
pasaría al tipo agravado. Adviértase que no se menciona la indemnidad sexual.
El asesinato sólo se castiga en su versión dolosa: se trata de matar “con” o matar “por” lo
que indica un contenido finalístico incompatible con la imprudencia.
Ahora bien, ¿se puede cometer el asesinato por dolo eventual o sólo cabe el dolo directo?
Para la mayoría de la doctrina no es posible el dolo eventual. Se exige, por tanto, siempre
dolo directo.
En mi opinión, parece que sólo sería posible el dolo directo debido precisamente al contenido
finalístico comentado, a la relación de finalidad entre la circunstancia y la muerte, y porque exige
también un determinado ánimo del sujeto: en el ensañamiento, por ejemplo, un aumento
deliberado del dolor; en el precio, el “por”; en la alevosía, el prevalimiento del medio.
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2. Tipos agravados
a) El art. 139.2 CP: concurrencia de más de una de las circunstancias del apartado anterior,
la pena se eleva a su mitad superior. El problema que se plantea es si aplicar la
agravación ya con la concurrencia de dos circunstancias o serán necesarias al menos
tres, en el entendido que se necesita una para constituir el homicidio en asesinato. Con
esta última interpretación se busca restringir el ámbito típico de la agravación. Un sector
doctrinal considera que es suficiente con dos y la Jurisprudencia también lo aprecia
cuando concurren dos.
Ahora bien, ¿qué pena se impondrá si concurren tres o cuatro? (p. ej., por ejemplo,
encargar a un tercero matar a otro por un precio, especificando que ha de morir “entre
terribles sufrimientos”, a la hora de ejecutarlo). Un sector doctrinal aboga por aplicar las
reglas del art. 66 CP al tipo agravado, en la medida que algunas de las circunstancias se
encuentran en el catálogo de las agravantes genéricas (Peñaranda), pues de otra
manera se otorgaría a las restantes agravantes –no incluidas en el tipo de asesinato-
más eficacia que a las expresamente previstas en el asesinato. La mayoría, en cambio,
(Mir, Luzón, Álvarez García, etc.) se decantan por no apreciar esas otras circunstancias
como agravantes genéricas, precisamente por la vinculación finalística que tienen con la
muerte.
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se aplican a aquellos sujetos en quienes concurran, mientras que las objetivas (referidas
al hecho) se aprecian a aquellos que las conozcan.
El precio es una circunstancia personal e incomunicable, pues se aplica al que mata por
precio, que es en quien concurre la motivación económica para quitar la vida de otro.
La alevosía y el ensañamiento tienen carácter objetivo, son formas de ejecución, por lo
que se comunica a quienes las conocen. Así, en el ejemplo expuesto, el cómplice lo
sería de un homicidio.
Con respecto al error sobre las otras circunstancias agravantes, por ejemplo, la edad de
la víctima, se estará a lo dispuesto en el art. 14.2 CP.
4.-Iter criminis
La tentativa también es posible, pues es un delito de resultado. En esta materia son varias
las cuestiones:
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5.- Penalidad:
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b) Una minoría, en cambio, considera el suicidio un acto lícito, dado que para ellos la vida
es un bien jurídico disponible. Ello no impide exigir que en la adopción de la decisión de
darse muerte y en su ejecución no deban interferir terceros (inductor, ejecutor,
cooperador, etc.). Así, explican que la inducción al suicidio -un hecho lícito- se sancione
porque el síndrome pre-suicidal hace más vulnerable al sujeto a los influjos externos, por
lo que necesita una protección adicional. En el caso de la cooperación, porque la
intervención del tercero hace irreversible un proceso que debe quedar siempre bajo
dominio y control del suicida.
1º.-El suicidio
Se define como la muerte directamente querida que una persona imputable se causa a
sí misma.
Es un acto lícito –no prohibido por el ordenamiento jurídico-, por lo que el castigo de
algunas formas de participación en el mismo requiere su tipificación expresa ya que, de otra
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forma, por el principio de accesoriedad que rige en la participación, resultarían impunes. Estos
tipos se configuran como tipos privilegiados respecto al homicidio.
Requisitos:
- ¿qué capacidad debe tener el sujeto? Distintas soluciones: unos aluden a la misma
capacidad que para consentir en las lesiones (mayor edad y capaz); otros exigen
que sea imputable; y finalmente hay quien sostiene que basta con una capacidad
natural de juicio, esto es, con comprender el sentido y trascendencia de la resolución
en relación con el bien jurídico. Ésta última posición parece estar más de acuerdo
con la Ley de Autonomía del Paciente que en su art. 9.3 c) exige sólo que “el menor
de edad sea capaz intelectual y emocionalmente de comprender el alcance...”.
b) debe querer su propia muerte con dolo directo, no con dolo eventual. Ello permite dejar
fuera del concepto de suicidio los casos de huelga de hambre, rechazo de transfusiones
de sangre, en los que el sujeto no quiere realmente morir.
Si faltan estos requisitos se estará ante una conducta propia del homicidio o del asesinato.
2º La muerte
Para la punición en estos tipos penales se requiere la producción de la muerte del
suicida. ¿Qué naturaleza jurídica tiene esta muerte? ¿es el resultado del delito? ¿es una
condición objetiva de punibilidad? (Revisar estos conceptos en la Parte General).
a) para unos (doctrina dominante), la muerte del suicida es el resultado del delito, lo
que permite castigar como tentativa los casos en que realizada la inducción o la
cooperación necesaria el suicida falla en su intento de darse muerte.
b) Otra posición doctrinal minoritaria, sostiene que no puede ser el resultado del delito
porque el hecho en sí –el suicidio- es un acto lícito. Además, su catalogación como
resultado obligaría a castigar la inducción y la cooperación a un suicidio que quedara
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Tipo objetivo:
- La inducción exige que se hace nacer en el suicida la voluntad de darse muerte, no basta,
pues, con reforzar la decisión de suicidarse que ya pudiera tener el suicida.
- Como toda inducción ha de ser directa, eficaz y ejercerse sobre persona determinada (revisar
estos conceptos de la Parte General).
- Es una actuación de carácter moral, no material, en la que tienen cabida todos los
medios, salvo la coacción física o la intimidación. En estos casos, se convierte en
autor de un homicidio u asesinato. Si el sujeto tenía ya la idea de suicidarse y sólo
se le refuerza esa idea entonces no estamos ante inducción, sino ante un auxilio que
deberá valorarse como necesario o no necesario para determinar su punición o no.
Formas de aparición:
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• Tipo subjetivo: dolo directo tanto respecto del acto de cooperación en sí como respecto a su
incidencia en la ejecución del suicidio.
• Tipo objetivo: La petición exige los requisitos de capacidad y validez antes tratados. No
cabe la comisión por omisión, dado que la voluntad legal es castigar sólo hechos activos.
La conducta típica es la de ejecución de la muerte.
• Iter criminis: aquí si cabe la tentativa, porque la muerte del suicida es el resultado del
delito, y cabe la participación también porque lo que se tipifica es una conducta de
autoría.
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6.- Eutanasia
El número 4 del art. 143 CP ha recibido una nueva redacción por la LO 3/2021 reguladora de la
Eutanasia, manteniendo la atenuación en uno o dos grados la pena prevista en los apartados 2 y
3 del mismo precepto a quien cause o coopere activamente con actos necesarios y directos a la
muerte de una persona que sufriera un padecimiento grave, crónico e imposibilitante o una
enfermedad grave e incurable, con sufrimientos físicos o psíquicos constantes e insoportables,
por la petición expresa, seria e inequívoca de esta. Sanción que queda excluida cuando
dichas conductas se realizan con los requisitos y procedimientos establecidos en la LO
reguladora de la Eutanasia (art. 143.5 CP).
La reforma ha introducido, pues, una nueva redacción del denominado contexto eutanásico al
que se refiere dicha LO y que si se cumplen las garantías fijadas en la misma deja fuera de la
intervención penal estas conductas (causación o cooperación necesaria activa al suicidio).
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a) petición del enfermo: es algo más que un mero consentir o aceptar la sugerencia ajena.
Es una solicitud que parte del afectado y ha de ser:.
o expresa: manifestada de alguna manera. Con lo que quedan fuera los casos
en que no puede emitirse voluntad alguna, sin que quepa en esta materia
representación alguna (nadie puede dar el consentimiento en su nombre).
Ahora bien, ¿qué pasa con los supuestos de testamento vital o de
instrucciones previas como los denomina la Ley de Autonomía del Paciente
41/2002? Aquí bien podría aceptarse su validez dado que el tipo penal no
exige que la petición tenga que efectuarse en un momento determinado.
o Seria: la decisión debe ser reflexiva y firme, esto es, que no se modifique
con el transcurso del tiempo
o Inequívoca: que no de lugar a dudas o que no sea susceptible de distintas
interpretaciones.
o Capacidad del sujeto: bastará con el entendimiento natural: capacidad de
comprender la naturaleza de la situación y el alcance de su petición. El
problema siempre se presentará en los casos de niños de corta edad o de
enfermos mentales (¿bastará la decisión del juez o del representante
legal?).
Así las cosas, los supuestos de eutanasia punibles en el art. 143.4 CP son los de
eutanasia activa directa que, como veremos seguidamente, no cumplan los requisitos legales
establecidos en la LO 3/2021. Resultan atípicas, por tanto, la eutanasia pasiva o la indirecta, en
las que se encuadran desde el rechazo de un tratamiento que no resulta ya efectivo a la
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Se introduce este nuevo tipo penal por la LO 8/2021 en el art. 143 bis CP, sancionando la
distribución o difusión pública a través de Internet, del teléfono o de cualquier otra tecnología de
la información o de la comunicación de contenidos específicamente destinados a promover,
fomentar o incitar al suicidio de personas menores de edad o personas con discapacidad
necesitadas de especial protección.
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Las dificultades de aplicación de este tipo delictivo se centrarán en la identificación del sujeto que
ha realizado las conductas típicas por los referidos medios tecnológicos, sobre todo, cuando éste
actúa fuera del territorio español. En este sentido, el texto legal prevé la adopción por las
autoridades judiciales de las medidas necesarias para la retirada de los contenidos, la
interrupción de los servicios que ofrezcan predominantemente estos contenidos o el bloqueo
cuando radiquen en el extranjero
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