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Nombre: Karen Isabel Ríos Barraza

Materia: Derecho Internacional Privado, Universidad Sergio Arboleda sede Barranquilla


Tratados suscritos por Colombia
Dentro del derecho internacional privado, existen reglas que disponen las normas aplicables a las relaciones
contractuales entre partes que tengan un elemento extranjero (domicilio, ejecución del contrato, celebración
del mismo, etc.). Estas relaciones contractuales pueden categorizarse en tratados y contratos
internacionales. Los primeros, de acuerdo con Aljure Salame (2011) son acuerdos firmados ya sea, por dos
o más Estados, o por un Estado y organismos de derecho internacional. En cambio, los contratos
internacionales son aquellos suscritos, de acuerdo a la Convención Interamericana sobre Ley Aplicable a los
Contratos Internacionales (1994), entre partes con residencia habitual o su establecimiento en Estados
Partes diferentes, o si el contrato tiene contactos objetivos con más de un Estado parte.
Ya sea que Colombia haga parte de tratados multilaterales (acuerdo dado entre más de dos Estados) o
bilaterales (acuerdo entre dos estados), ellos pueden encargarse de unificar las reglas de conflicto (entre
ellas las de foro, domicilio, ejecución o celebración del contrato, o fraccionamiento del contrato o depeçage)
o de unificar el derecho material por el que los contratos internacionales se regirían, tal como lo hace, por
dar un ejemplo, la Convención de Naciones Unidas sobre Compraventa Internacional de Mercaderías (Aljure,
2011).
Es por ello que la finalidad de este documento es el de hablar sobre cuáles son los tratados multilaterales y
bilaterales que han sido suscritos por Colombia, tal como el Tratado de Derecho Civil Internacional de
Montevideo de 1889 y el Tratado sobre Derecho Internacional Privado entre Colombia y Ecuador de 1905.
De igual manera se hablará de la Convención Interamericana sobre Ley Aplicable a los Contratos
Internacionales nacido en México en 1994 ya que, si bien Colombia no hace parte de los Estados firmantes
ni ratificantes de la Convención, ésta ha sido influyente dentro de la normativa interna colombiana y marca
unos lineamientos aplicables a Estados miembros o no de la Convención.
El Tratado de Montevideo de 1889, se encarga de unificar las reglas de conflicto en materia de contratos
civiles internacionales. En Colombia fue aprobado inicialmente bajo la Ley 40 de 1933, sin embargo, la norma
fue declarada inconstitucional en 1987 por lo que su aprobación fue nuevamente sancionada a través de la
Ley 33 de 1992.
Las reglas de conflicto de las que se encarga de unificar este Tratado van en cuestión de existencia y
capacidad, regido por la ley del domicilio o del Estado de reconocimiento de existencia (en el caso de las
personas jurídicas); en materia de bienes por la ley de ubicación de los mismos, teniendo en cuenta también
que puede ocurrir el caso del conflicto móvil, donde el bien puede cambiar su ubicación a otro Estado, por lo
que determina los lineamientos para llenar los requisitos de forma o fondo para mantener la aplicación de la
ley del lugar donde existía al momento de su adquisición, y la prevalencia del derecho adquirido por terceros
durante la tramitación de dichos requisitos; sobre los actos jurídicos, en donde se aplica en cualquier aspecto
del contrato la ley del lugar de celebración del contrato sin dejar atrás disposiciones en donde se aplica la
ley del lugar de ejecución del mismo; de los contratos perfeccionados por medios diferentes a los físicos tales
como por medios electrónicos, fax, etc., se les aplica la ley del lugar donde nace la oferta; en materia de
responsabilidad civil extracontractual, se aplica la ley donde se produjo el hecho lícito o ilícito de que
proceden (Tratado de Derecho Civil Internacional. Artículo 38. 12 de febrero de 1889); y finalmente, en lo
referente a las solemnidades contractuales, donde se aplica la ley del lugar donde se otorga el instrumento
público.
Este tratado casi no permite que en los casos en que un contrato, ya sea por autonomía conflictual
(escogencia de las partes de la ley aplicable) o autonomía de la voluntad (escogencia de las normas
materiales que regirá el contrato), se apliquen diferentes reglas de conflicto de diferentes Estados, realizando
el fraccionamiento del derecho aplicable o, por su término en francés, depeçage.
El Tratado sobre Derecho Internacional Privado entre Colombia y Ecuador de 1905 es un acuerdo bilateral
que vislumbra la unificación de las reglas de derecho aplicadas como la locus regit actum (lugar de
celebración del contrato), lex fori (aplicación de ley interna por juez competente) y demás situaciones donde
se aplica la ley nacional colombiana para actos y efectos en Colombia o Ecuador.
El último recorrido de Tratados a mencionar, se encuentra la Convención Interamericana sobre Ley Aplicable
a los Contratos Internacionales de 1994. Esta se encargó de hacer una unificación de reglas de conflicto y
su jerarquía de aplicación por el juez competente: en primer lugar, se aplica la autonomía de las partes,
segundo la elección tácita la cual deriva de la conducta de las partes y en caso de ser ausente, se aplica el
principio de proximidad o de vínculos estrechos (Aljure, 2011).
Actualmente Colombia no hace parte de la Convención, pero en 2019 la OEA expidió una guía sobre la ley
aplicable a contratos internacionales que recomienda a los países miembros o no de esta organización,
adaptar sus legislaciones en base a los principios de esta corporación (Cruz, 2020). De esta manera sugieren
que los Estados adapten un concepto más amplio sobre la internacionalidad del contrato incluyendo la
voluntad de las partes, que no establezcan requisitos de forma sobre la elección de la norma aplicable, que
permitan la autonomía conflictual modificable y que la ley aplicable no requiera un vínculo con las partes o el
objeto del contrato, y por último proponen la admisión normativa del depeçage.
En cuanto a la posición de Colombia sobre la guía expedida por la OEA, su normatividad tiene algunas
normas que parcialmente regulan los contratos internacionales, de todas maneras, mantiene un retraso
evolutivo a causa de la aplicación de la doctrina Calvo. Esta consiste en que no importa el componente
internacional que pueda tener un contrato o las partes del mismo, siempre debe aplicarse la ley nacional del
Estado anfitrión, renunciando el extranjero a la jurisdicción de acuerdo a su nacionalidad (Aljure, 2011). Esta
doctrina, nacida en el siglo XIX, seguía vigente en Colombia hasta mediados del Siglo XX, donde gracias a
la globalización, Colombia se abrió a aplicar leyes extranjeras en los contratos estatales (Ley 80 de 1993) y
a ser parte de tratados sobre arbitraje internacional como la Convención de Nueva York (1958) y el Convenio
de Washington (1965).
A modo de conclusión de este trabajo, Colombia a pesar que bajo el derecho interno tenga vacíos en materia
de derecho internacional privado y de contratos internacionales, existen tratados en los cuales, ya sea que
se encuentre suscrito o no en ellos, son imperativos en su aplicación para determinar, por medio de diferentes
reglas de conflicto, la norma material aplicable a los contratos internacionales, ya sea los firmados por
entidades privadas, o públicas con personas internacionales del derecho público.
Referencias bibliográficas
Aljure, A. (2011) El Contrato Internacional. Primera edición. Editorial Legis. Bogotá, Colombia.
Cruz, S. (febrero 24 de 2020). Guía de la OEA sobre la ley aplicable a contratos internacionales. Asuntos
legales. Recuperado de https://www.asuntoslegales.com.co/consultorio/guia-de-la-oea-sobre-ley-
aplicable-a-contratos-internacionales-2968492
Departamento de Derecho Internacional de la Secretaría de Asuntos Jurídicos de la Organización de los
Estados Americanos (marzo 15 de 2016). La Convención Interamericana sobre Derecho Aplicable a
Contratos Internacionales y el Avance de sus Principios en las Américas. OAS.org. Recuperado de
http://www.oas.org/es/sla/cji/docs/Documentos_Apoyo_Secretaria_Tecnica-
DDI_contratos_internacionales.pdf

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