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SESIÓN 4: TRASTORNOS DEL SUEÑO

CASO 1

Daniel M. C. tiene 13 años y ha sido un buen estudiante hasta hace 1 año. Desde entonces sus
profesores comentan que se encuentra muy distraído y parece “ausente”, quedándose dormido
algunas veces en clase. Un día su tutora le pregunta si ha dormido bien y Dani responde que sí
pero, habitualmente, cuesta quedarse dormido por la noche. Cuando se acuesta, como está
despierto, aprovecha para chatear con los amigos. Los fines de semana y en vacaciones se
encuentra mejor porque puede despertarse tarde por la mañana. Sus padres, alarmados porque
ha suspendido 5 asignaturas, hablan con su tutora, quien les comenta el problema del sueño de
Dani, por lo que acuden a su pediatra. Su médico, después de hacerle una historia médica muy
detallada, le entrega una serie de cuestionarios, tras realizarle algunas pruebas sencillas (ECG,
analítica con hemograma, bioquímica rutinaria, metabolismo férrico y hormonas tiroideas), le
entrega un folio con un cuadrante en el que debe señalar cuándo duerme y cuándo está
despierto, lo que come, si toma alguna medicación y cuándo, si hace ejercicio, etc. Dani le
entrega el siguiente esquema:

Dos semanas mas tarde vuelve a ver a Dani y le comenta que el problema que tiene se debe a
un desajuste de su “reloj biológico” con el ciclo día-noche, iniciando un tratamiento con
melatonina y ciertas modificaciones de sus hábitos diarios (debe sentarse en clase cerca de la
ventana, le recomienda realizar deporte al comienzo del día, no debe tomar sustancias
estimulantes como café-cocacola-té, debe evitar usar dispositivos electrónicos después de las
20h, etc). Su pediatra insiste en que tome la melatonina siempre a la misma hora,
aproximadamente, y antes de la cena, lo que sorprende a su padre, que también ha tomado
melatonina para dormir tras volver de un viaje a EEUU pero pocos minutos antes de acostarse.

PSICOPATOLOGÍA II
CASO 2

Mujer de 18 años de edad, estudiante de ciencias políticas. Nivel intelectual medio-alto. Vive
con sus padres y una hermana menor. Tiene pareja desde hace dos años. A los 16 años comenzó
a tener dificultades para conciliar el sueño, mantener su ritmo con normalidad y padecer
despertares nocturnos. Acude a la consulta del médico de familia acusando síntomas de
insomnio y malestar físico. Este le receta hipnóticos que tomó durante 3 meses, sin presentar
mejoría por lo que acude a la consulta. En la evaluación del caso, se detectan síntomas de
malestar físico, cansancio, apatía, irritabilidad, inseguridad, sentimientos de inutilidad,
dificultades para concentrase y para dormir. Este malestar empezó cuando estaba cursando
bachillerato. La paciente informa sobre la preocupación constante ante los estudios. Le provoca
gran nerviosismo y a veces siente presión en el pecho. Afirma que a veces, cree que estas
preocupaciones no la dejan dormir, por lo que al día siguiente se siente cansada para continuar
estudiando. Manifiesta un alto nivel de exigencia y superación en sus estudios y una falta de
confianza en si misma. En el área social se desenvuelve sin problemas. Su círculo social es amplio,
cuanta con distintos grupos para salir y tiene dos amigas especialmente íntimas con los que tiene
confianza para hablar de cosas más personales. La convivencia familiar es buena. El problema
más central son las discusiones que mantiene con los padres, debido a que no la dejan dormir
cuando está cansada y esto provoca en la paciente cierta frustración e incomprensión por parte
de la familia.

CASO 3

Mujer de 21 años cuya historia se remonta diez años atrás con episodios irresistibles de sueño
y somnolencia diurna que impide su normal desempeño en la escuela. Poco después se agregan
sueños terroríficos catalogados como «pesadillas» presentados inmediatamente después de
iniciar el sueño en los que le es difícil distinguir si esta despierta o dormida. Destacan cambios
en el estado de ánimo con irritabilidad sin indicadores de depresión mayor. Asimismo frecuentes
episodios de parálisis asociadas al despertar y sueños que interrumpen su actividad cotidiana.
La paciente no consume alcohol ni emplea drogas ilícitas o recreativas, no ha tenido
traumatismo encéfalo craneano o infección del sistema nervioso central. En los últimos tres años
se agregan episodios de cataplexia originados por emociones, particularmente la risa. Durante
el periodo de enfermedad ha recibido tratamientos múltiples y consejería psicológica sin
resultados favorables. La información clínica y los diarios con diagrama de sueño/vigilia
descartaron alteraciones el ritmo circadiano. El puntaje de somnolencia EEM fue 22.

PSICOPATOLOGÍA II
1. Sintomatología del caso
2. Hipótesis Diagnóstica (codificación respectiva- DSM V)
3. Copiar los criterios diagnósticos del manual (con los que el caso cumple)

PSICOPATOLOGÍA II

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