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ANESTESICOS GENERALES
Los anestésicos generales se utilizan en las
intervenciones quirúrgicas con el fin de que
el paciente permanezca inconsciente a los
estímulos dolorosos y, por tanto, no
responda a ellos. A diferencia de los
anestésicos locales, que bloquean la
conducción de los impulsos en los nervios
sensitivos periféricos, se administran por vía
general y ejercen sus efectos principales
sobre el sistema nervioso central (SNC).
Humphrey Davy propuso ya en 1800 el uso del
óxido nitroso para eliminar el dolor quirúrgico.
Fue el primero en fabricar óxido nitroso y en
comprobar sus efectos en varias personas,
incluidos él mismo y el primer ministro británico,
y observó que producía euforia, analgesia y
pérdida de consciencia. La utilización del
óxido nitroso, apodado el «gas de la risa», se
convirtió en una atracción de feria muy
popular, llegando a oídos del dentista
estadounidense Horace Wells, que se hizo
extraer una muela bajo su influencia mientras
él mismo apretaba la bolsa de inhalación.
William Morton, también dentista y estudiante
de la Facultad de Medicina de Harvard, lo
utilizó con éxito para extraer piezas dentarias
en 1846 y después sugirió a Warren, el cirujano
jefe del Massachusetts General Hospital, que lo
administrara en sus operaciones. Warren
accedió a regañadientes y el 16 de octubre
de 1846 se reunió una gran audiencia en el
quirófano principal;1 tras algunos titubeos
preliminares, la demostración de Morton
consiguió un éxito apoteósico
A diferencia de la mayoría de los fármacos, los
anestésicos, entre los que se cuentan diversas
sustancias como gases simples (óxido nitroso y
xenón), hidrocarburos halogenados
(isoflurano), barbitúricos (tiopental) y esteroides
(alfaxalona), no pertenecen a una única clase
química reconocida. En el pasado, parecía
que la forma y la configuración electrónica de
la molécula no eran importantes y que la
acción farmacológica solamente requería que
la molécula presentara determinadas
propiedades fisicoquímicas
Overton y Meyer, al comienzo del siglo XX,
demostraron que existía una estrecha
correlación entre la potencia anestésica y la
liposolubilidad de los distintos grupos de
compuestos orgánicos simples y no reactivos
en los que investigaron la capacidad de
inmovilizar a renacuajos, lo que llevó a Meyer
a formular una audaz teoría en 1937: «La
narcosis comienza cuando cualquier sustancia
química alcanza una determinada
concentración molar en los lípidos de la
célula».
“Cuando se incrementa la concentración
de un anestésico, el paso de la
consciencia a la inconsciencia se produce
en el marco de un intervalo de
concentraciones muy estrecho
(aproximadamente 0,2 unidades
logarítmicas).”
La potencia anestésica en los seres
humanos se suele expresar en forma de la
concentración alveolar mínima (CAM)
necesaria para anular la respuesta a la
incisión quirúrgica en un 50% de los sujetos: