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Reseña de ¿Para qué sirve la historia en tiempos de crisis?

de Josep Fontana
Metodología de la enseñanza histórica
Juan David López
Historia
Universidad de Antioquia
seccional Oriente

¿Para qué sirve la historia en tiempos de crisis?

Partiendo del supuesto de que la historia es un bien público, porque como lo


define el autor mismo, todo proceso profesional de la historia “entra en a constituir
la memoria publica, la visión histórica…. En donde los historiadores juegan un
papel, pero que es gestionado por otros protagonistas como los políticos y por
medio de comunicación de masas.” (p.23) Desde este punto de vista semi-
utópico el autor ve en la historia una herramienta social para la comprensión y
transformación de la realidad.

En este sentido Fontana, conoce muy bien los alcances de la ciencia histórica y
del uso que se le ha dado en diferentes momentos históricos y también los usos
que se le pueden dar y los fines o resultados que puede causar.

Joseph busca reivindicar la función social de la historia y su uso critico y social,


invitando a transformar esa educación histórica codificada y colonizada
intelectualmente desde el poder, pluralizar las versiones de ese pasado que ha
sido unificado, controlado y censurado. Porque si la visión del pasado no se
pluraliza se deja por fuera las múltiples visiones y los múltiples pasados, como se
ha hecho hasta ahora, donde las minorías o mejor dicho donde las mayorías como
los marginados, las mujeres, los campesinos han sido excluidas de los procesos
históricos y solo se han visto como pequeñas masas en eventos puntuales. Así
pues, la historia le ha pertenecido a la elite, quienes han decidido cual sería
nuestro pasado.

Para Fontana la educación histórica debería estar como primera materia a la hora
de la educación para así de ese modo decodificar esa pedagogía histórica de los
monumentos y las conmemoraciones, esa historia enjaulada y recubierta de
bronce exhibida en plazas y museos. Entonces, así como los poderes despóticos
han usado la historia para legitimarse, Joseph hace una invitación a usar la
historia para empoderar a la sociedad, a volver público el uso plural de la historia,
y crear ciudadanos críticos a partir de la educación histórica. Pues la historia
misma nos ha mostrado el poder de la historia misma dentro de la educación,
donde ha sido usada para el adoctrinamiento y control de sociedades con
interpretaciones sesgadas y falsas que legitiman abusos, violencia, guerras y
muerte. Así bien, la historia al igual que los docentes de historia deben ayudar a
despertar la conciencia colectiva que responda a la comprensión y a las
necesidades del presente.

Pero ambas labores, la del historiador como la del profesor de historia, necesita de
profesionales libres y críticos, pues como se señala en el libro, muchos de ellos
encuentran en las instituciones sus zonas de confort, y es común que estos
académicos “proclamen su desprecio por estos usos pluritarios e incluyentes de la
historia, como si se tratase de profanación, prefieren prestarle apoyo cuando se
trata del discurso del orden establecido que reparte beneficios y prebendas” (pag.
48). Los poderes corruptos y dictatoriales conocen muy bien la funcionalidad y el
gran poder de la historia para mantener los órdenes sociales preestablecidos y
para crear los modelos sociales a partir de la historia. Esto lo entendía muy bien
Marc Bloch pues entendía muy bien que la conciencia y memoria colectiva estaba
compuesta de miles de conciencias individuales interconectadas; por lo cual influir
en una mente, germinar en ésta, es contribuir un poquito a la inclinación de la
balanza social permitiendo la comprensión de las necesidades sociales y de este
modo construir una historia con una visión multilateral, sin un camino único
forzado hacia el progreso, y con una diversidad de futuros posibles, que deje atrás
esa historia lineal donde se supere el esquema tradicional de los grupos
dominantes y remedie las exclusiones. Urge pues, un historiador que se inmiscuya
en el mundo en el que vive una historia que estudie y comprenda los grandes
problemas del presente para que con sus herramientas seamos capaces de
resolverlos, lo que Vilar nombra como “Pensar históricamente” (pag 57), no
aceptar absolutamente nada sin dudar absolutamente de todo, con un alto sentido
crítico y poseyendo un dominio y conocimiento de los métodos de investigación
que den como resultado elementos para combatir la desigualdad, la pobreza, los
abusos y expongan a los hombres que se benefician de ello, y que contribuya a
mejorar las cosas, en especial en los tiempos de crisis.

La historia es demasiado importante para dejarla a la deriva, para dejarla a las


minorías, para dejarla en el olvido, para dejarla en la cola, para no ponerle
atención, para que no sea la voz que clama en plaza pública, para rempezar el
mundo y rempezar la historia misma; y para no hacer de ella una herramienta y un
arma de trasformación social; porque como decía Orwell: “quien controla el
pasado controla el futuro y quien controla el presente controla el pasado” (pag. 76)

Los historiadores son gente importante y peligrosa, pueden moldear la realidad a


su antojo y su trabajo es tan importante y complementario como el de los maestros
de historia. Un buen maestro de historia debe formar a sus estudiantes a que
agudicen su espíritu crítico y desconfíen de cualquiera que pretenda movilizar sus
emociones y suspender su capacidad de razonar. Aun más siendo consientes de
que hemos recibido una educación histórica codificada que es el resultado de la
colonización intelectual de los poderes establecidos que decidió cual debía ser
nuestro pasado para manejar nuestro presente y moldear nuestro futuro,
convirtiendo al maestro de historia en el remplazo del sacerdote, pero buscando
que este cumpliera los mismos fines del adoctrinamiento, la memorización y la
repetición. Así pues, los docentes de historia deben tener el valor y el coraje para
atreverse a enseñar una historia distinta de la tradicional, que vaya más allá del
orden establecido, enseñar las cosas de una manera diferente, dejando de lado la
memorización y la repetición, sin que sea aburrida para los estudiantes; pues la
historia no es una cosa muerta, es la ciencia de los hombres en el tiempo, ciencia
que se transforma con el cambio y que recurre al pasado con la idea de entender
el presente, no es simple erudición, es la necesidad de explicar el presente con el
fin de transformarlo, en donde los estudiantes comprendan que el pasado no es un
camino único con normas y trazos fijos en manuales sino un campo abierto de
proyectos muy diversos que pueden llevar a caminos muy diferentes y diversos;
en este sentido, el docente de historia debe buscar despertar la conciencia y la
crítica no solo hacia el pasado sino también hacia el presente.

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