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Ricardo Josué Romero Castro

Josep Fontana,
“Introducción” en La historia de los hombres

La historia de un grupo humano es su memoria colectiva y cumple una función de


darle sentido de identidad al individuo y desde sus inicios ha tenido como memoria
colectiva funciones sociales, de las cuales la más importante es la de legitimar el
orden político y social vigente, pero a su vez también la de preservar esperanzas
colectivas de los oprimidos por el orden establecido.
Tradiciones orales que sirven a su vez para compartir lo que era importante para
las sociedades.
Habla sobre las genealogías y de las reglas de descendencia que justifican la
manera de haber obtenido el poder como en las líneas de reyes de Egipto y
Mesopotamia que son legitimadas para justificar al soberano reinante, es decir los
historiadores manipulan la información a conveniencia del estado nación que de
ese modo son proyectados al hacia el pasado.
La historia en algunos casos tubo que server para de testimonio entre dioses y su
pueblo, así como también tuvo interpretaciones religiosas y fue hasta la época de
la ilustración que se le aporto una dimensión critica ya que desde ese momento
los historiadores ampliarían su público ya que no solo escribirían príncipes
letrados y clérigos, sino que también comenzarían a configurar lo que ahora es
llamado como la opinión pública.
Surgen algunos estados interesados en usar la enseñanza y difusión de la historia
como vehículo de creación de conciencia colectiva descubrieron que los hechos
también pueden tener interpretaciones polivalentes.
Habla también de que este fue el medio para la teoría de la construcción social
que formularían Marx y Engels al mismo tiempo que analizan la lucha de clases
llevadas más allá de la visión burguesa de las historias naciones e integrarlo a su
Proyecto revolucionario.
La lectura nos habla de la limitación ya no incluía a todos por igual ya que era
víctima de su época, es decir no hablaba de campesinos, mujeres, o grupos
marginales ya que también estaba condicionada por las perspectivas de la cultura
europea por lo que el desarrollo económico y tecnológico se consideraban
motores esenciales del progreso universal que llevaría a los europeos y sus
descendientes hacia la civilización moderna.
El objetivo de la ciencia histórica debía ser “llegar a un conocimiento perfecto del
mundo social y esto condicionaba la interpretación del pasado y creaba la ilusión
de poder prever el futuro, un futuro en el cual el desarrollo económico se
generalizaría al mundo subdesarrollado y que las sociedades desarrolladas
eliminarían de su seno la pobreza, esperanzas que se vieron reforzadas con la
derrota del fascismo durante la segunda Guerra mundial y la expectativa de
crecimiento indefinido.
Durante estos años optimistas de posguerra se compartía la creencia básica del
crecimiento y asenso del hombre a lo largo del tiempo.
Fue hasta los años 60 que se pudo ver que las profecías no se estaban
cumpliendo y al contrario sufrían nuevas manifestaciones cíclicas de crisis en los
países desarrollados y la brecha entre países ricos y pobres, así se descubrió que
las Viejas alusiones no tenían fundamento.
La causa principal del descredito de la historia es de que las profecías de
desarrollo lineal fallaron, se ha dicho que uno de los mayores de sacar lecciones
de la historia es que estas resultan ilusorias o enteramente equivocadas cuando
se aplican en circunstancias diferentes.
Los historiadores académicos reaccionaron mal ante este desencanto y en vez de
analizar, se dedicaron a arrinconar y decidieron que el conocimiento del pasado
era socialmente inútil.
No podemos despreocuparnos de la función social de la historia es verdad que
viejos métodos han fallado pero la respuesta no puede ser abandonar el campo al
contrario debe ser buscar la manera de volver a estar en contacto con los
problemas reales de hombres y mujeres de nuestro mundo, y conseguirlo esta en
Buena medida en nuestros historiadores que son los únicos que pueden hacerse
cargo de la ciencia de los recuerdos.

Ya para finalizar

Eugenio Montale dijo:


“Que el futuro haya de ser ineluctablemente mejor que el pasado y el presente es
una opinión que ha atravesado indemne la ilustración, el positivismo, el
historicismo idealista y el marxismo…. La historia no lo demuestra”

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