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Traumatismo Craneoencefalico en Pediatria
Traumatismo Craneoencefalico en Pediatria
Las lesiones de cráneo en los niños son comunes, la cifra de vistitas a los Servicios de
Urgencias por trauma de cráneo en niños en México se desconoce. En los reportes de
mortalidad en México en el año 2000 proporcionadas por INEGI-SSA, la tasa de
mortalidad por accidentes en vehículos de motor en escolares es del 4.41 por 100,000
habitantes, ocupando el primer lugar, así como las caídas accidentales tienen una tasa de
0.43 por 100,000 habitantes ocupando el lugar trece; en la edad pre-escolar la mortalidad
por accidentes en vehículos de motor tiene una tasa de 5.13 por 100,000 habitantes,
ocupando el tercer lugar; y la mortalidad por caídas accidentales tiene una tasa de 0.94
por 100,000 habitantes ocupando el lugar trece. Se mencionan estas cifras ya que el
trauma de cráneo se presenta de manera frecuente como causa de muerte en este tipo de
eventos. (1)
En el Departamento de Urgencias del Instituto Nacional de Pediatría en el año 2004 se
vieron 1688 pacientes con trauma de cráneo, de los cuales se consideraron urgencias
calificadas (TCE leve con riesgo de LIC, moderado o grave) 734 pacientes (43.5%), 104
se hospitalizaron (6.3%) y 6 fallecieron.
Aunque la gran mayoría de los traumas de cráneo son menores, es una causa frecuente
de morbilidad y mortalidad en la edad pediatría. El trauma de cráneo es una de las
principales causas de muerte en mayores de un año de edad, y la lesión cerebral
traumática es la principal causa de muerte y discapacidad por trauma en niños. (2-7)
Los mecanismos más frecuentes para el trauma de cráneo en pediatría son las caídas,
seguido por los accidentes en vehículos de motor y los accidentes como peatón; la
mayoría de las lesiones fatales ocurren relacionadas a accidentes en vehículos de motor.
(8-11)
La mayoría de las complicaciones neurológicas graves del trauma de cráneo son
evidentes inmediatamente después del evento traumático; sin embargo, algunas lesiones
que comprometen la vida pueden aparentar inicialmente un trauma de cráneo banal. Para
el mejor manejo de las lesiones de cráneo, el médico debe evaluar al niño de una manera
sistemática con el fin de detectar todas las lesiones (ya que la resucitación global es la
primera prioridad de la resucitación cerebral), identificar y tratar cualquier complicación
neurológica y prevenir lesiones cerebrales posteriores. (12-14)
PATOFISIOLOGÍA
ISQUEMIA CEREBRAL
Se han descrito después de una lesión traumática cerebral cambios en el flujo sanguíneo
cerebral (FSC) tanto regional como global, produciendo hiperemia y/o oligoemia cerebral.
(19-20)
En el cerebro no lesionado, la tasa metabólica cerebral, la presión de perfusión cerebral
(PPC), y la viscosidad de la sangre, contribuyen a la autorregulación del FSC, permitiendo
que este provea las necesidades metabólicas del cerebro. Las lesiones intracraneales
pueden deteriorar la capacidad del cerebro de autorregular el FSC. En condiciones
normales el FSC se mantiene constante con fluctuaciones menores gracias a la
autorregulación. La autorregulación es un proceso de reflejo de vasoconstricción o
vasodilatación en respuesta a cambios de la PPC, modulando la vasculatura para
mantener un FSC constante. (21-22)
Probablemente la causa más importante de la lesión cerebral secundaria sea la isquemia
cerebral, la cual es el resultado de un inadecuado FSC. Un adecuado FSC depende
primero de la presencia de la integridad de los vasos sanguíneos cerebrales para
prefundir adecuadamente el cerebro. Rara vez, el trauma de cráneo grave está asociado
con disección, laceración, compresión o trombosis de vasos cerebrales mayores,
produciendo infarto tisular. El vasoespasmo de la vasculatura cerebral puede también
contribuir a la lesión cerebral secundaria, esto no es raro en el trauma de cráneo grave,
especialmente en los casos asociados con hemorragia subaracnoidea. (23)
Un adecuado FSC depende también de una adecuada presión de perfusión cerebral
(PPC). La PPC refleja un balance entre la presión arterial media (PAM) y la presión
intracraneana (PIC), la cual actúa como una contra fuerza, limitando el flujo sanguíneo al
cerebro. La relación entre estas fuerzas puede describirse matemáticamente como: PPC
= PAM – PIC. Sin embargo, si la PPC cae a en valor muy bajo (menor de 40 a 50 mm Hg),
el cuerpo no es capaz de mantener un adecuado FSC a pesar de una vasodilatación
máxima, presentándose isquemia cerebral. (24) Después de una lesión traumática
cerebral, una PPC entre 60 y 70 mmHg, mantiene la oxigenación y perfusión cerebrales,
en los adultos. (25) El limite inferior para que ocurra autorregulación del FSC, el punto en
el cual el FSC disminuye, es dependiente de la edad y desconocido en niños. (26)
Actualmente las metas sugeridas para mantener una PPC en lactantes es entre 40 – 50
mmHg, y de 50 – 60 mmHg en niños. (27)
Una caída importante de la PPC puede ser el resultado de hipotensión sistémica o por un
aumento importante de la PIC. El aumento de la PIC es común en pacientes con trauma
de cráneo grave, y ello produce una lesión cerebral secundaria. (28)
El aumento de la PIC puede ser el resultado de cualquier proceso que aumente el
volumen del contenido intracraneal. Ya que el cráneo tiene un tamaño fijo y relativamente
no presenta compleanza, puede solo soportar un cierto volumen del contenido
intracraneal a una presión baja. (28-29) Una idealizada curva de presión – volumen
(Figura 1) representa la relación entre volumen y PIC. En un estado normal, pequeños
aumentos del volumen intracraneal puede ocurrir sin cambios significativos es la PIC
(punto 1 de la curva en la figura 1). En este punto el contenido intracraneal no está
firmemente comprimido en el cráneo y puede recibir más volumen. Después de que cierto
punto crítico se ha alcanzado (como está indicado en el punto 2 de la figura 1), un
volumen adicional produce un pequeño aumento en la PIC. En cierto punto próximo
después de esto, la complianza del espacio intracraneal está exhausta (punto 3 en la
figura 1), y la curva de presión – volumen empieza a escalarse, con un ligero incremento
en el volumen intracraneal se produce un masivo incremento de la PIC. Para los
pacientes en esta parte de la curva, la adición o la extracción de 1 mL del volumen
intracraneal puede causar cambios significativos en el estado clínico. (29-30)
El aumento de la PIC puede ser el resultado de un aumento anormal del volumen
intracraneal. Este aumento en el volumen es a menudo resultado de una hemorragia
intracraneana. Cuando los vasos sanguíneos intracraneanos están lacerados, la sangre
que se extravasa puede acumularse tanto que produce una masa intracraneana. El
aumento de la PIC resultante, puede comprometer la PPC y producir isquemia global.
Además de este efecto global de la PIC, el hematoma puede comprimir áreas de tejido
cerebral local, produciendo isquemia local o alteraciones metabólicas. Como la masa se
expande en tamaño puede producir un movimiento de las estructuras cerebrales dentro
del cráneo, lo cual se asocia a un estrechamiento de los vasos sanguíneos intracraneales,
produciendo isquemia en áreas del cerebro irrigadas por estos vasos. Si el hematoma
continúa expandiéndose, puede producir herniación cerebral, ocasionando una
compresión del tallo cerebral, deterioro neurológico, y la muerte como un evento final por
el cese de las funciones del tallo cerebral. (31-32)
Un efecto de masa similar puede presentarse a consecuencia de una gran contusión
cerebral, aún en ausencia de una hemorragia franca. También puede ser debido a un
edema cerebral difuso (ECD), en ausencia de lesiones con efecto de masa. Si progresa el
edema, en especial si no es posible controlarlo, puede producirse una herniación cerebral.
(33)
ALTERACIONES METABOLICAS
VALORACIÓN CLÍNICA
HISTORIA
La historia clínica puede ser obtenida directamente del paciente (si la edad y el estado de
conciencia lo permiten) y de cualquier testigo para determinar la naturaleza y gravedad
del impacto y de la evolución prehospitalaria. Se debe evaluar como, cuando y donde
ocurrió el trauma, así como detalles como altura de la caída, tipo de superficie y tipo y
velocidad del o los objetos que los impactaron. Si se presentó perdida de la conciencia se
debe determinar la duración de esta. Si el evento ocurrió sin testigos y el paciente se
encuentra amnésico, se debe asumir que ocurrió perdida de la conciencia. Si hay crisis
convulsivas, se debe determinar el tiempo de inicio posterior al trauma, duración y
focalización. Se debe investigar el nivel de conciencia desde el trauma, así como la
presencia de vómitos, irritabilidad, ataxia y comportamiento anormal. El vómito después
del trauma de cráneo no es raro, sin embargo, su persistencia después de varias horas
del trauma puede ser un dato de lesión intracranenal. Si el niño puede hablar se debe
interrogar la presencia de cefalea o dolor de cuello, amnesia, debilidad, alteraciones
visuales, o parestesias. En los lactantes los datos de LIC pueden ser sutiles o ausentes,
sin embargo, se debe tener particular atención en cualquier alteración de comportamiento.
El progreso o la resolución de cualquier síntoma, signos neurológicos y nivel de
conciencia desde el episodio traumático debe ser definido claramente. Se debe investigar
sobre la historia médica previa y factores que pueden predisponer el trauma de cráneo
(desordenes convulsivos, alteraciones de la marcha, trastornos hemorrágicos, abuso de
alcohol o de drogas). Cuando existe discrepancia en la historia, o cuando la historia no
concuerda con los hallazgos del examen físico, o cuando se encuentra una fractura de
cráneo o datos de LIC en un lactante sin una historia de trauma importante, se debe
sospechar de una lesión no accidental.
EXAMEN FISICO
Después de una evaluación primaria con una apropiada resucitación, un examen físico
completo debe ser realizado, con un énfasis especial en los signos vitales, cabeza y
cuello y examen neurológico. La bradicardia puede ser un signo de aumento de la PIC,
aún en el paciente alerta o con mínima alteración neurológica, especialmente cuando se
asocia con hipertensión, patrón respiratorio anormal, disminución del estado de
conciencia o anormalidades neurológicas. La bradicardia también puede ser debida a una
lesión del cordón espinal causada por un tono parasimpático; en este caso se asocia con
hipotensión, flacidez, reflejos de sensibilidad y tendinosos profundos ausentes. La
taquicardia puede ser reflejo de hipovolemia, hipoxia, dolor y ansiedad. Las lesiones de
cráneo aisladas rara vez causan hipovolemia (excepto en lactantes con un gran
hematoma subgaleal o intracraneal), por lo tanto, la presencia de hipotensión debe alertar
a la posible presencia de una lesión extracraneal. (36)
La cabeza debe ser inspeccionada y palpada cuidadosamente en busca de inflamación o
laceración del cuero cabelludo, irregularidades de las estructuras óseas y tensión de las
fontanelas (en lactantes). Signos de fracturas de base de cráneo (hematoma periorbital o
postauricular en ausencia de trauma directo, hemotímpano, otorrea de LCR, o rinorrea), y
anormalidades retinianas (hemorragia o papiledema) deben ser notadas. A todos los
pacientes con depresión del estado neurológico o dolor de cuello, se les debe inmovilizar
la columna cervical hasta que se confirme normalidad radiológica, se deben buscar
abrasiones, deformidades o dolor cervical, ya que su presencia puede indicar también
lesión de columna cervical.
El examen neurológico abraca la evaluación del estado mental, así como las funciones de
los nervios craneales, reflejos motores, sensoriales y cerebelosos. Exámenes repetidos
son importantes para documentar mejoría o deterioro del paciente con trauma de cráneo.
La escala de coma de Glasgow descrita originalmente en 1974 por Taesdale y Jenett (37)
es una manera conveniente para cuantificar el nivel de conciencia y monitorizar la
progresión neurológica. La escala de coma de Glasgow evalúa la función del paciente en
tres áreas: apertura ocular, habilidad verbal y habilidad motora (TABLA 1); una calificación
individual puede ir de 3 a 15 puntos. La escala ha sido modificada para el comportamiento
relacionado a la edad en lactantes, en los componentes motor y verbal, esta aún no ha
sido validada (38) (TABLA 2). Aunque las LIC son más comunes en un paciente con una
escala de coma de Glasgow baja, en algunos pacientes con escala de coma de Glasgow
de 15 pueden tener complicaciones del trauma de cráneo graves como hematoma
epidural, especialmente si hay alteraciones neurológicas. Además, la gravedad de la
lesión traumática cerebral puede ser clasificada con la escala de coma de Glasgow, en
leve (15 a 13 puntos), moderado (12 a 9 puntos) y grave (8 a 3 puntos). (39)
Se debe evaluar la orientación y memoria. Signos sutiles (irritabilidad o llanto
inconsolable) pueden ser indicadores de anormalidades en lactantes.
La función de los nervios craneales son evaluados por la asimetría facial, reflejos
corneales, presencia de nausea, movimientos extraoculares, tamaño y reactividad pupilar.
En el paciente comatoso o con posible lesión cervical que no coopera, la mirada fija lateral
debe ser evaluada por estimulación calórica del aparato vestibular (nunca con el reflejo
oculocefálico) una vez que la integridad de la membrana timpánica sea establecida. (40)
El examen del sistema motor para evaluar tanto la función del SNC como del cordón
espinal varia con la edad y el nivel de conciencia. En el paciente alerta debe evaluarse los
grupos musculares de manera individual y la marcha. En los pacientes con alteración del
estado de conciencia la función motora puede evaluarse con estímulos dolorosos
(frotación esternal o presión del lecho ungueal). Los reflejos tendinosos profundos y
Babinski deben ser evaluados también. Un examen físico completo con atención en tórax,
abdomen, pelvis, y extremidades debe ser realizado.
LESIONES INTRACRANEALES
CONCUSION CEREBRAL
Se define como una lesión de cráneo asociada con cualquier alteración del estado mental.
La mayoría utiliza este término para referirse a las lesiones leves, sin o con depresión
menor del nivel de conciencia (escala de coma de Glasgow de 15 a 13), sin datos focales
asociados. Los síntomas comunes de la concusión cerebral incluyen pérdida de la
conciencia inicial, amnesia, confusión, cefalea, nausea, vómitos y mareos. (41) A pesar de
que la TAC de cráneo es normal, estos pacientes ciertamente han sufrido una lesión
cerebral. La mayoría de estos pacientes presentan una alteración en la resonancia
magnética (RM), como anormalidades en la autorregulación cerebrovascular. En la
mayoría de los pacientes con concusión cerebral se ha demostrado que persisten con
anormalidades psiconeurológicas hasta por 5 a 7 días después de la lesión. Esto se ha
visto especialmente en los pacientes que presentan amnesia en la evaluación inicial, o
bien en los que persiste la cefalea o la amnesia después de 24 horas de la lesión. (42, 43)
A nivel microscópico, se encuentra una lesión focal en neuronas, células gliales y vasos
sanguíneos, con extravasación de sangre y edema de las neuronas. Ocurre generalmente
después de un trauma contuso ya que el impacto en el cerebro relativamente móvil,
contra el cráneo relativamente fijo. Las lesiones pueden ocurrir en el punto del impacto
traumático (lesiones de golpe), o en el sitio opuesto al punto del impacto (lesión de
contragolpe). Generalmente ocurre en localizaciones donde el cerebro está menos
acolchonado por el LCR, y en estrecho contacto con los huesos del cráneo, los sitios más
frecuentes son en el lóbulo frontal y temporal. La contusión cerebral indica una lesión
primaria en el tejido involucrado, se asocia con alteraciones en el metabolismo y el FSC
local, liberando citokinas inflamatorias que puede producir una lesión secundaria en el
tejido adyacente. Además puede ejercer un efecto de masa, produciendo disfunción
cerebral y riesgo de isquemia local.
El hematoma parenquimatoso puede ocurrir como una complicación tardía de una
contusión no hemorrágica inicial, o puede ser evidente desde un inicio. Estos hematomas
ocurren usualmente por fuerzas traumáticas graves. La presencia de la hemorragia puede
causar un deterioro del flujo sanguíneo en el parénquima adyacente, si estas son
grandes, pueden ejercer un efecto de masa que puede llevar a herniación cerebral.
Las manifestaciones clínicas pueden variar, a menudo hay una historia de pérdida de la
conciencia y alteraciones en el estado mental. Se pueden encontrar déficit neurológico
focal. Las contusiones frontales se asocian con alteraciones del comportamiento y
confusión, y las occipitales con ceguera cortical. Las convulsiones son relativamente
comunes. Mucho pacientes con hematomas parenquimatosos están comatosos y con
déficit neurológico focal, o bien pueden estar alertas inicialmente y presentar deterioro en
las siguientes horas. Las contusiones cerebrales son generalmente evidentes en la TAC
de cráneo, como áreas hipodensas de edema, y en ocasiones alternarse con áreas
hiperdensas de hemorragia. Los hematomas parenquimatosos se observan hiperdensos
de manera más uniforme, aunque algunas áreas de sangrado activo pueden ser
isodensas. (Figura 2) (44)
Se caracteriza por una lesión difusa primaria en la materia blanca, a menudo en la unión
con la materia gris, o algunas veces en el cuerpo calloso, tallo cerebral o cerebelo. Se
encuentra una degeneración de los axones, con presencia de retracción de la masa
axonal, proliferación microglial, y desmielinización. Esto usualmente acompañado de daño
endotelial de los capilares, con áreas de micro hemorragias, puede estar presente un
edema focal o difuso. La LAD resulta de la aplicación de fuerzas intensas de aceleración y
desaceleración o de rotación angular en el cerebro, lo cual ocasiona lesiones de los
axones y de la vasculatura asociada. Esto es debido generalmente a choques en vehículo
de motor o por maltrato infantil (niño sacudido). Las manifestaciones clínicas pueden
varias desde síntomas de una concusión hasta coma, la pérdida de la conciencia es
común, el 82% de los pacientes desarrollan estado de coma. La LAD puede ser evidente
en la TAC de cráneo como pequeñas lesiones hemorrágicas no expansivas en la materia
blanca, típicamente en la unión con la materia gris, en los hemisferios cerebrales, o en el
cuerpo calloso, tallo cerebral o cerebelo. Puede estar presente edema cerebral. Puede
encontrase algunas veces hemorragia intraventricular, así como contusiones y
hemorragias parenquimatosas. Aunque estas alteraciones pueden ser evidentes en la
TAC de cráneo, la RM tiene mejor sensibilidad para detectar pequeñas áreas de
hemorragia axonal que no son evidentes en la TAC de cráneo. La mortalidad de estos
pacientes es de un 10 a 15%, de los que sobreviven, persiste una lesión neurológica en
un 30 a 40%. Los niños tienen mejor pronóstico que los adultos. (45-49)
Es una manifestación común del trauma de cráneo pediátrico, ocurre en un 40% de los
pacientes con un trama de cráneo grave. Su origen es probablemente multifactorial. El
edema citotóxico, causado por la liberación de mediadores inflamatorios por las células
lesionadas, es el que principalmente contribuye al edema cerebral. El edema vasogénico,
causado por la salida del líquido por lesión vascular puede también contribuir aunque en
menor grado. También se le ha atribuido a la vasodilatación cerebral que se presenta
como un reflejo de un desorden de la autorregulación en el cerebro lesionado, aunque se
ha demostrado que en muchos casos de lesión cerebral con ECD el volumen sanguíneo
cerebral parece estar disminuido. El ECD es probablemente el resultado final de la lesión
cerebral causada por diferentes mecanismos. Puede ser en algunos casos, una
manifestación primaria de la lesión cerebral, como se presenta en grandes áreas de
contusión cerebral o de LAD. En otros casos, probablemente representa una lesión
secundaria debido a hipoxia o hipoperfusión. La presencia del ECD puede llevar a un
círculo vicioso, ya que el ECD produce aumento de la PIC, resultado en isquemia, la cual
desarrolla más ECD. La mayoría de los pacientes con ECD están comatosos en la
evaluación inicial, algunas veces asociado con déficit neurológico focal. En algunas
ocasiones presentan datos neurológicos leves, aunque la gran mayoría de estos
pacientes desarrollan un deterioro neurológico después de varias horas. El diagnóstico se
realiza por una TAC de cráneo, con una sensibilidad de un 99% para detectarlo cuando se
asocia con aumento de la PIC; la cual muestra ventrículos pequeños, obliteración de las
cisternas basales, pérdida de la diferenciación de la sustancia gris y blanca. Puede haber
otras lesiones asociadas, aunque en el 60% de los casos no se identifican otras lesiones
asociadas. (33, 50)
El hematoma subdural es una lesión grave en los niños, es importante destacar que la
lesión puede ser acompañante del Síndrome de niño maltratado, por lo que el medico
deberá tomar esta lesión como una posible evidencia de maltrato.
Genaralmente el hematoma subdural se asocia a un zona severa de contusión y / o
edema cerebral por lo que su presencia no necesariamente implica cirugía, ya que
posterior a la apertura dural, el cerebro inflamado puede ser lesionado secundariamente
por estrangulamiento por herniación cerebral transcalvaria o bien por lesión cortical al
tratar de suturar la duramadre.
Lesiones con efecto compresivo, con desviación de la línea media mayor de 0.5 cm, o
grandes lesiones compresivas interhemisféricas deberán ser operadas, otro punto que
debe tomar en cuenta el examinador al encontrar una hematoma subdural, es la
posibilidad de un quiste aracnoideo temporal descompensado con hemorragia, el cual
puede producir grandes hematoma subdurales con un cuadro neurológico catastrófico.
Radiológicamente el hematoma subdural se muestra en la tomografía como una imagen
hiperdensa que sigue el trayecto de la corteza cerebral por lo que su forma es de “ media
luna”, cuando es agudo su densidad como se ha mencionado en hiperdensa, sin embargo
cuando es crónico, puede ser isodenso o hipodenso y en muchas ocasiones existen
sangrados de tiempo de evolución diferentes, esto es especialmente cierto en niños con
síndrome de maltrato (Figura 4).
Otra indicación para cirugía sería el encontrar un hematoma subdural que a pesar de que
en la primera evaluación no causaba efecto compresivo, provoque persistencia de
presiones intracraneales elevadas, ello es especialmente cierto cuando el paciente se
encuentra internado en UTI con edema cerebral asociado y no responde a las maniobras
para reducir la PIC.
En cirugía la apertura dural no deberá ser tan grande como para que el cerebro se hernie
formando lo que se conoce como Fungus cerebral , o tan pequeña que impida observar
adecuadamente la hemorragia, nuevamente hemostasia en este caso de las venas
puente deberá realizarse y en ocasiones debe empacarse con material hemostático.
La duramadre se cerrará con un parche de fascia o músculo, o bien substituto dural, dado
que frecuentemente se tiene un cerebro con gran edema es muy factible que no pueda
aplicarse el hueso, por lo que este puede se aplicado sin suturas en el sitio o bien
efectuar un craneoplastía subsecuentemente.
Es importante mencionar que el hematoma subdural es una lesión con alta morbi-
mortalidad en los niños, precisamente por el grave cuadro neurológico concomitante el
cual esta en relación con el edema cerebral, en una evaluación efectuada en el servicio de
Neurocirugía del Instituto Nacional de Pediatría, este grupo de pacientes con hematoma
subdural son los que tuvieron mayor morbi-mortalidad.
Debe mencionarse de manera muy importante los hematoma subdurales que se
presentan en el paciente con maltrato físico, en ellos existe un cuadro clínico específico
que puede verse en menores de 2 años y que caracteriza por macrocefalia con grandes
colecciones subdurales de tiempos de evolución diferentes, por sangrado y resangrados,
así como la presencia de hemorragias peripapilares y edema papilar asociadas a retraso
del neurodesarrollo, este cuadro debe ser buscado de manera intencionada en niños con
macrocefalia que llegan al servicio de urgencias por alguna otra razón, como por
ejemplo fracturas de huesos largos.
El cuadro es íntimamente ligado a el síndrome del “niño sacudido”. (57-59)
Es una complicación común del trauma de cráneo, especialmente en pacientes con una
lesión grave. Está presente en el 25% de los pacientes que se encuentran comatosos en
la evaluación inicial. La HSA se presenta por la lesión de los pequeños vasos de la pía
madre. Ya que el espacio subaracnoideo es grande y se comunica con las cisternas
basales y el espacio subaracnoideo espinal, la sangre en la HSA se distribuye
extensamente. Por esta razón rara vez da un efecto de masa. Se asocia con aumento de
la resistencia cerebrovascular y consecuentemente con aumento del riesgo de isquemia o
infarto cerebral, este vasosespasmo por lo general no está asociado con una secuela
física específica. Por lo general se encuentra asociada con otras lesiones intracraneales.
La HSA se puede presentar con una gran variedad de síntomas, que pueden ir desde
leves hasta coma o signos de herniación. Cuando se encuentra como lesión única los
síntomas son cefalea y signos de irritación meníngea. Las convulsiones se pueden
presentar de un 2 a 10% de los casos. La HSA puede ser detectada en una TAC de
cráneo no contrastada con una sensibilidad de un 90%, como una colección de líquido
hiperdenso en los espacios del LCR, como espacio subaracnoideo, en la cubierta de la
convexidad cerebral y en las cisternas basales (Figura 5). (60-61)
La presencia de una fractura lineal de cráneo se asocia con riesgo de presentar LIC, lo
cual aumenta con su presencia de 10 a 20 veces. Cuando se diagnóstica una fractura
lineal, se recomienda que se realice una TAC de cráneo para evaluar una posible LIC. Así
como su presencia nos debe hacer sospecha de maltrato, especialmente cunado no se
pueda explicar con la historia clínica la presencia de dicha lesión (Figura 6).
La mayoría de las fracturas lineales no requieren una intervención específica. En las
fracturas del hueso frontal, en especial si esta involucra la pared posterior del seno frontal,
es una excepción, estas fracturas requieren una reparación quirúrgica para prevenir una
infección intracraneal. (62)
Muchos médicos rutinariamente hospitalizan a los pacientes con fracturas de cráneo para
un periodo de observación, con el fin de descartar la posibilidad de complicaciones. En los
niños con una fractura lineal de cráneo y que se le ha descartado la presencia de una LIC
por TAC, el riesgo de complicación tardía es muy bajo, por lo que estos pacientes se
pueden egresar sin o con un muy corto periodo de observación, en especial si su
apariencia y examen neurológico es normal, y no se sospecha maltrato. (63-64)
FRACTURAS EVOLUTIVAS
Están incluidas dentro de las fracturas lineales, son una complicación tardía de una
fractura que inicialmente no requirió de manejo quirúrgico, con frecuencia del 2%. Ocurren
principalmente en menores de 3 años de edad, mas frecuentemente a nivel parietal y
frontoparietal, cerca de sitios vulnerables como las suturas craneales, siendo muy raras
las de localización occipital (Figura 7).
La historia clásica es que posterior a un trauma craneal, en que se diagnóstico la
presencia de una fractura lineal que no amerito otro manejo, con las semanas el paciente
desarrolla incremento de volumen en la zona de la fractura, que se relaciona con
maniobras de Valsalva y posición de la cabeza, regularmente no dolorosa, blanda y
reductible al tacto. La tomografía de cráneo mostrara incremento en la diastasis de los
bordes fracturados, con colección hipodensa subgaleal que corresponde a LCR y en
algunos casos se puede incluir tejido cerebral en dicha colección. Todo lo anterior
corresponde a quiste leptomeningeo. El tratamiento quirúrgico que será lo único resolutivo
incluye la craneotomía y duroplastia con la indicación de craneoplastía con hueso
autologo o material sintético, según la edad del paciente por razones obvias.
Otras complicaciones encontradas son los quistes porencefálicos e hidrocefalia, que
igualmente ameritan el manejo quirúrgico respectivo con derivación ventriculoperitoneal.
(65)
Este tipo de fracturas es vista hasta en un 7 a 10 % de los pacientes que son admitidos a
servicios de urgencias por trauma craneal, son más frecuentes en escolares que en
preescolares y los recién nacidos ocupan hasta un 16 % de total de este tipo de lesiones a
consecuencia del trauma obstétrico, son más frecuentes en niños que en niñas y en
primer lugar están las caídas accidentales, a seguir accidentes de trafico y en la actualidad
el niño maltratado con trauma craneal ya ocupa lugares importantes estadístico.
Se le puede dividir en tres grupos: en “pelota de ping pong”, verdadera fractura hundida y
fractura hundida de tipo plano o en bloque. Globalmente alcanzan una mortalidad de
hasta el 3 % lo cual puede modificarse si se acompaña de otras lesiones cerebrales o
sistémicas, si es expuesta, o si se desarrolla infección.
El estudio recomendado para el diagnóstico y plan terapéutico de estas fracturas es la
tomografía simple de cráneo con ventana ósea, estos estudios aportarán importantes
datos como características del hueso fracturado, profundidad del hundimiento, presencia o
no de esquirlas intraparenquimatosas, neumoencéfalo, colección de sangre epi o
subdural, contusiones o presencia de cuerpos extraños (Figura 8). En algunos casos, el
uso de resonancia magnética, angioresonancia con venografía serán útiles para
diagnosticar otras lesiones concomitantes a la fractura, como lesiones arteriales o de
senos venosos si las características de la fractura así lo sugieren.
El tratamiento quirúrgico de las fracturas deberá ser precedido del adecuado manejo de la
vía aérea, estabilidad hemodinámica y cardiovascular del paciente.
Las indicaciones para el manejo quirúrgico son claras y precisas
1. Fractura hundida mayor de 8 mm
2. Fracturas expuestas contaminadas
3. Lesiones concomitantes como hematoma epi o subdural, intraparenquimatoso o
fragmentos óseos libres intracraneales.
4. Evidencia de lesión dural o fístula externa de LCR
5. Déficit neurológico asociado
6. Apariencia o indicación cosmética
Las complicaciones más frecuentemente vistas en este tipo de fracturas son las crisis
convulsivas y la infección que incluye procesos osteomielíticos resultado de la
contaminación de la herida al momento del trauma y manejo inadecuado.
Respecto a la hipótesis de la epilepsia hay postulaciones que agregan que no se modifica
la aparición o no de crisis si el paciente fue operado o manejado conservadoramente
debido a que la lesión cortical se establece al momento del trauma por lo que el manejo
temprano y profiláctico con anticonvulsivantes se recomienda solo por 8 días y si el
paciente sufre una crisis postraumática inmediata o mediata, el tratamiento deberá
instaurarse. La mayor incidencia de infecciones se presenta en las fracturas expuestas,
si son intervenidas después de 6 hrs. o si no se aplica terapia antibiótica profiláctica la
frecuencia se incrementa; para la prevención de esta complicación se deberá poner
especial énfasis en la asepsia operatoria, la extracción de cuerpos extraños, la adecuada
plastia dural para eliminar presencia de fístulas de LCR. (66)
FRACTURAS DE LA BASE DEL CRANEO
Otro tipo de fracturas en niños con trauma craneal son las fracturas de la base del cráneo,
las cuales pueden estar en la fosa anterior, media o posterior, su frecuencia va del 5 % al
14 %.
La fractura más frecuente de la base del cráneo es con mucho la fractura del hueso
temporal en su porción petrosa, vista especialmente en jóvenes y niños mayores.
Clínicamente las fracturas de piso anterior pueden diagnosticarse al revisar al paciente y
encontrar ojos de mapache, que es una equimosis periorbitaria, rinorrea y
ocasionalmente atrapamiento muscular orbital y anosmia postraumática, esto en las
fracturas de piso anterior. En las fracturas de piso medio encontramos el signo de la
batalla que es una equimosis retroauricular, otorraquia, otorragia, perdida de audición,
hemotímpano y parálisis facial periférica esta última vista de un 9 a 15 % de las series
revisadas.
El tratamiento igualmente será definido por la condición clínica del paciente, inicialmente
se deberá asegurar la vía aérea, hemodinamia y estabilidad cardiocirculatoria,
posteriormente, se debe valorar el manejo antibiótico, se tiene referencia que un manejo
solo profiláctico antibiótico, puede incrementar el riesgo de meningitis (10)
recomendando solo el control de la fístula con posición de la cabeza, drenaje lumbar
externo, uso de inhibidores de la anhidrasa carbónica (acetazolamida) y reposo en cama,
según el caso, para verificar el sitio de la fístula se recurre a gammacisternografía,
tomografía con cortes finos y hasta endoscopía, sólo algunos casos ocupan cirugía para
ocluir la fístula mecánicamente pues el 75 % se resuelven incluso espontáneamente.
La cirugía se indica solo cuando la fractura ha incluido un grupo muscular orbitario, lesión
del nervio óptico, inclusión de la fractura de seno frontal en su tabla interna si este ya se
ha desarrollado o bien si se acompañan de hematoma epi o subdural. (67-68)
MANEJO
Apoyo nutricional.
Recomendaciones (83):
Estándar: Existen datos insuficientes para recomendar esta terapéutica como estándar
en el tratamiento del TCE severo.
Directriz: Existen datos insuficientes para recomendar esta terapéutica como directriz en
el tratamiento del TCE severo.
Opción: Reemplazar 130 a 160% del gasto metabólico en reposo después de TCE en
pacientes pediátricos. Guías específicas para el gasto metabólico en reposo de acuerdo
con el peso, pueden ser encontradas en las tablas de Talbot (233). El soporte nutricional
debe iniciarse a las 72 horas y ser completo a los 7 días. Una opción puede ser la
alimentación gastroyeyunal debido a su uso fácil. El estado nutricional del paciente
pediátrico con TCE puede ser crítico para su proceso de recuperación. Las preguntas sin
contestar son si el apoyo nutricional, las formulaciones, el metabolismo de la glucosa, la
cantidad, tipo, método o tiempo de alimentación y otras intervenciones nutricionales,
influencian el pronóstico en pacientes pediátricos con TCE. Phillips y cols. (234)
examinaron el gasto de energía, la excreción de nitrógeno y el nivel de proteínas séricas
en pacientes pediátricos con TCE con una ECG de 3-8. El estudio incluyó 8 adolescentes
(11-17 años) y 4 niños (2-5 años). 11 pacientes tenían TCE cerrado y uno un TCE
penetrante por herida por escopeta. Todos los pacientes estaban inicialmente intubados y
ventilados mecánicamente por 5-14 días. Ningún paciente recibió esteroides. Cuatro
pacientes recibieron BNM. En siete pacientes se inició nutrición parenteral en los días 2 y
6 después del trauma y 5 iniciaron nutrición enteral en los días 3 y 12 después del trauma.
El estudio demostró una elevación significativa en el gasto medio de energía de
aproximadamente 130% por arriba del nivel esperado para el grupo entero (ecuación de
Harris-Benedict). 70% alcanzaron un balance nitrogenado en los días 4 y 14. La excreción
media de nitrógeno urinario fue de 307 mg./kg./día para adolescentes (balance
nitrogenado medio de -13.6) y 160 mg./kg./día para niños (balance nitrogenado medio de -
4.1). Los niveles séricos de albúmina disminuyeron ligeramente (de 2.9 a 2.4mg/dl),
mientras que el nivel de proteínas totales se incrementó (de 5.4 a 6.0 mg/dl). Moore y
cols. (235) midieron los perfiles metabólicos de 20 pacientes con TCE severo ( ECG < 7).
Se estudiaron pacientes adultos y pediátricos mecánicamente ventilados, dos de los
pacientes recibieron esteroides, ninguno BNM. La alimentación se inició a las 48 horas de
la admisión a la unidad de trauma. En el grupo pediátrico (edad 3 a 16 años), el estudio
demostró un promedio de 180% del valor esperado del consumo de oxígeno y 173% del
valor esperado para el gasto de energía en reposo. Los estudios de homeostasis de la
glucosa sugieren que el control de la glucemia es crítico para limitar el daño neurológico
secundario. En modelos animales la hiperglucemia ha demostrado empeorar el daño
cerebral isquémico (236-238). La hiperglucemia se asocia a malos pronósticos clínicos en
pacientes críticamente enfermos y el control estricto de la glucemia (<110) en pacientes
no diabéticos se asocia con una mejoría del pronóstico. Dos estudios de pacientes con
TCE severo demuestran que la hiperglucemia se asocia con malos pronósticos (239,240).
Finalmente se presentan dos algoritmos para el tratamiento de la HIC establecida de
acuerdo con los conceptos vertidos en las guías de tratamiento. El primero se refiere a la
terapéutica de primera línea (Figura 14), y el segundo a terapéutica de segunda línea, en
el caso de HIC refractaria (Figura 15).
Introducción.
Datos anatómico característicos, hacen la diferencia de la columna vertebral del niño con
respecto a la del adulto, esto es mas evidente después de los 8 años de edad.
Así pues las vértebras del niño son parcialmente cartilaginosas, con procesos uncinados
cortos y en proceso de desarrollo, las carillas articulares son horizontales, por lo que
permiten un mayor desplazamiento en sentido Antero-posterior, así también los cuerpos
vertebrales son triangulare y existe una mayor laxitud ligamentaria lo que permite mayor
número de grados de libertad en la movilidad articular, especialmente en lo que se llama
movimiento de traslación.
De tal manera que la lesión puede estar en relación a mecanismos tales como flexión-
luxación, la cual puede causar aplastamiento y subsecuentemente el cuerpo vertebral roto
y el disco es retropulsado causando compresión medular, La hiperextensión, causara
lesión ligamentaria y de elementos posteriores, con avulsión de la porción anterior del
cuerpo vertebral.
En la unión cráneo-cervical C1-2 el mecanismo de Distracción –rotación puede causar
lesiones graves del tipo luxación o bien en adolescentes fracturas características como
fractura-listesis de C2 o fractura del ahorcado (Fractura de Hangman) o fracturas de
Jeferson o bien diversos tipos de fracturas de la unión del odontoides, con el cuerpo de
C2 de la cual la tipo II (sección del cuello del odontoides) es la mas frecuente. (251, 252)
Las lesiones son pues estables o inestables, así las lesiones estables conservan por
ejemplo los elementos posteriores causando fractura o acuñamientos de los cuerpos
vertebrales o fracturas en extensión que rara vez causan lesión medular.
Las lesiones inestables el sistema ligamentario posterior esta roto, con o sin
enganchamiento de facetas articulares, dentro de estas están las fracturas-subluxaciones,
las fracturas- subluxaciones con mecanismo de rotación y las fracturas con ruptura del
arco neural, que pueden ser causada por el cinturón de seguridad especialmente en el
segmento torácico o dorsal de la columna vertebral.
En Neonatos la laxitud ligamentaria permite grandes movimientos con lesión cervical alta
por lo que la posibilidad de lesión medular graves es muy alta, esto se observa
principalmente en el parto pélvico.
Diagnóstico clínico:
La lesión medular esta dominada por lo que se llama “Choque medular”, dicho cuadro
que se mantiene poco entendido, causa datos clínicos similares a un choque
hipovolémico, con una parálisis flácida por debajo de la lesión, pérdida de los reflejos
miotáticos y plantares, retención urinaria, pérdida del reflejo anal, sudoración, piel roja y
caliente, hipotensión con bradicardia.
En una lesión leve esto se recupera en pocas horas, en lesiones severas ninguna función
motora o sensitiva se presentará.
En el paciente que se encuentra despierto y según la edad es posible que el mismo nos
indique su sensibilidad y fuerza, sin embargo en un paciente comatoso., deberá buscarse
actividad motora refleja o gesticulación y mímica que permita saber la sensación del
paciente, el Recién nacido representa un reto de exploración la presencia de Choque ,
hipotonía y dificultad para la respiración pueden ser datos sugestivos, en una lesión arriba
de C5, en lesiones bajas como C7 a T2, la presencia de Síndrome de Horner puede
ayudar. (254, 255)
Clasificación de la lesión medular:
El término fue acuñado por Pang y Wilberger en 1982 (245), y describe pacientes con
mielopatía traumática sin evidencia de fractura o luxación en los estudios radiológicos, el
mecanismo incluye, flexión, extensión o las dos alternantes y distracción o elongación
vertebral.
La lesión esta en relación con espasmo de la arteria espinal anterior, con subsecuente
isquemia y necrosis medular, el cuadro se caracteriza por flacidez debajo de la lesión,
ausencia de la sensibilidad, puede presentarse entre 30 minutos y 4 días después de la
lesión, por lo que se debe hablar al respecto con los familiares.
Su pronóstico es desafortunadamente malo.
Las radiografías laterales se mantienen como el medio diagnóstico mas rápido e inicial en
la evaluación ello permite efectuar la inmovilización necesaria en la sala de Urgencias,
con el advenimiento de la tomografía computarizada y la imagen por resonancia
Magnética ( TAC e IRM), la evaluación del trauma raquimedular ha cambiado,
permitiendo observar lesiones óseas y medulares específicas, así pues la tomografía
estará indicada en lesiones que parecen ser en la revisión de placas simples de columna
cervical, inestables, a fin de efectuar inmovilización o bien aplicar tracción o incluso utilizar
un Halo-chaleco (halo-vest).
La resonancia magnética estará indicada en pacientes en quienes no se encuentra una
lesión ósea específica, es decir se sospecha un síndrome de Mielopatía postraumática sin
evidencia de lesión radiológica ( SCIWORA), el estudio implica un tiempo largo para
efectuarlo por lo que pacientes inestables en choque medular no son candidatos a
efectuarlo hasta que no se estabilice el cuadro. (254-256)
Tratamiento:
Pronóstico y secuelas.
El pronóstico para la recuperación neurológica en pacientes pediátricos con TRM esta
relacionado con la severidad de la lesión inicial. El tratamiento debe ser planeado de
acuerdo a la edad del paciente, estado neurológico y nivel del daño. Los procedimientos
de fusión e instrumentación son relativamente seguros y se asocian a buenos pronósticos
neurológicos.
Muchas lesiones de este tipo tienen un pronostico malo para la función el pediatra deberá
apoyarse de un grupo multidisciplinario que le permita efectuar diagnóstico oportuno,
tratamiento expedito y ayuda psicológica.
Algunas de las complicaciones que pueden verse son las deformidades postraumáticas en
donde existe cifoescoliosis progresiva que puede requerir de la intervención ortopédica
para aploicación de sistemas de instrumentación.
La otra gran complicación es el desarrollo de una siringomielia postraumática en donde
se presenta pérdida de la sensibilidad en sitios donde si existía arriba de la lesión, así
como atrofia severa de la palma de las manos (Mano de simio) y lo que se conoce con
disociación siringomielica de la sensibilidad, es decir ausencia de la sensibilidad
termoalgésica y presencia de la propiocepción.
Dicha lesión puede llegar a ser muy difícil de tratar llegando a requerir un a derivación
siringo-peritoneal, a fin de reducir la presión intracavitaria, es en este tipo de complicación
en donde la resonancia magnética brinda una ayuda inestimable.
BIBLIOGRAFIA
125
Presión en mmHg
100
75
50 3
25 2
1
0
0 1 2 3 4 5 6 7 8
Volumen Adicional en mL
Figura 1.
Efecto de volumen intracraneal adicional en la presión intracraneal
(Adaptado de Stocchetti N, Maas AI, Chieregato A. Hiperventilation in head injury. A review. Chest
2005; 127:1812-1827)
Actividad Mejor Respuesta Puntuación
Apertura ocular Espontánea
4
Al estímulo verbal
3
Al dolor
2
Ninguna
1
Verbal Orientado
5
Confuso
4
Palabras inapropiadas
3
Sonidos inespecíficos
2
Ninguna
1
Motora Movimientos espontáneos normales
6
Localiza dolor
5
Retiro al dolor
4
Flexión anormal (rigidez de decorticación)
3
Extensión anormal (rigidez de descerebración)
2
Ninguna
1
Normal Anormal
Figura 9.
Recomendaciones de Estudios Radiográficos en menores de 2 años con trauma de
cráneo
(Adaptado de Berger RP, Adelson PD. Evaluation and management of pediatric head
trauma in the emergency department: Current concepts and state-of-the-art research. Clin
Ped Emerg Med 2005;6:8-15. [82])
Neurológicamente Neurológicamente
Normal anormal y/o
convulsiones,
depresión de
cráneo, signos de
fractura de base
Asintomático Sintomático de cráneo
Figura 10.
Recomendaciones de Estudios Radiográficos en mayores de 2 años con trauma de
cráneo
(Adaptado de Berger RP, Adelson PD. Evaluation and management of pediatric head
trauma in the emergency department: Current concepts and state-of-the-art research. Clin
Ped Emerg Med 2005;6:8-15. [82])
Riesgo Bajo Riesgo Moderado Riesgo Alto
• Mecanismo de baja • Pocos episodios de • Estado mental deprimido
energía vómitos • Examen neurológico focal
• Sin signos ni síntomas • Pérdida de la conciencia • Signos de fracturas de
• Más de 2 horas después breve cráneo
de la lesión • Historia de letargo y/o • Convulsiones
• Edad mayor a dos años irritabilidad, ya resuelto • Irritabilidad
(cambios de • Fontanela abombada
comportamiento • Vómito progresivo o
prolongado) persistente
• Cuidadores que no • Pérdida de la conciencia >
conozcan el 1 minuto
comportamiento normal del • Sospecha de maltrato
niño • Condición subyacente que
• Fractura de cráneo no predisponga a una LIC
aguda
• Mecanismo de fuerza
importante y/o caída en
una superficie dura
• Hematoma,
particularmente si es
grande, localización no
frontal, o en niños
pequeños
• Trauma no presenciado
con posibilidad de
mecanismo importante
• Historia de trauma ausente
o vaga, pero el niño con
signos y síntomas de
trauma de cráneo
Fibra
Ó p ti c a
40 PIC muertos
30
20 * * * PIC vivos
10
*p<0.01
0
0 12hrs. 24hrs. 36hrs. 48hrs.
Tiempo
Figura 12.
Comparación de la evolución de la PIC y la PPC en pacientes pediátricos con TCE grave
durante 48 horas.
Figura 4
80
70 PPC vivos
PPC muertos
60 PPC ≥ 60 mmHg
N=24 vivos
mmHg
Figura 13.
Comparación de la PIC ≥ 20 mmHg y la PPC ≥ 60 mmHg. En pacientes con TCE grave en un
punto de corte a las 24 horas.
Cirugía si esta
Glasgow ≤8
indicada Manitol PRN Terapia Hiperosmolar
Salina 3% infusión
Puede repetirse
Insertar monitor PIC Si Osm < 360 Puede continua
Si Osm < 360
No ↑PIC? Si
Mantener PCC
De acuerdo edad
Si
Hiperventilación Leve
No ↑PIC? PaCO2 25-30 mmHg
Si
Si
Si
No ↑PIC? Si
Sedación & Analgesia
Cabeza 30o
Si
Si
Drenar LCR
ventriculostomia
Si
BNM
Terapia de 1ª Línea
No ↑PIC? Si
Si
Figura 14. Algoritmo de tratamiento de primera línea para el paciente pediátrico con TCE
Grave e HIC diagnosticada.
Terapia de 2ª. Línea
Paciente recuperable?
Edema en TAC
Edema Edema
Unilateral Bilateral
Figura 15. Algoritmo de tratamiento de segunda línea para el paciente pediátrico con TCE
grave e HIC diagnosticada.
Figura 2. Contusión cerebral y hematoma parenquimatoso parietal derecho.
Figura 3. Hematoma epidural parietal derecho
Figura 4. Hematoma subdural
Figura 5. Hemorragia subaracnoidea.
Figura 6. Fractura lineal temporoparietal de cráneo
Figura 7. Fractura evolutiva, donde se muestra la separación de los bordes de la fractura.
Figura 8. Fractura deprimida de cráneo.