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Campus: Villahermosa
Semestre: 6to
En 1973 se demostró que existían lugares de fijación para sustancias derivadas del opio, dos
años después se identificaron ligandos endógenos para estos receptores y finalmente, en
1976 se identificaron tres tipos de receptores, con los que se definió al sistema opioide
endógeno (1). En general, los ligandos identificados son péptidos o derivados peptídicos, los
cuales se dividen en tres familias, dependiendo de sus precursores, los cuales pueden ser:
proopiomelanocortina, proencefalina o prodinorfina y pronociceptina. De estos derivan
péptidos endógenos como las endorfinas, encefalinas y la nociceptina/orfaninaFQ (NOFQ),
respectivamente de cada grupo mencionado anteriormente. Estos péptidos pueden
distribuirse a lo largo de todo el sistema nervioso central (SNC), principalmente en zonas
asociadas con el dolor, integración de sensaciones afectivas y con partes del sistema
nervioso autónomo (1).
Adicción a opioides
Los opioides tienen una gran desventaja, además de efectos adversos como la depresión
respiratoria y el estreñimiento, y es su capacidad adictiva. La adicción es el deseo compulsivo
de consumir una sustancia, La adicción a los opioides está relacionada por los estímulos en
el córtex prefrontal y el ganglio basal, donde las interacciones de los receptores opioides
generan cambios en los receptores glutamatérgicos (3) a través de la interacción alostérica
con los receptores NMDA, los cuales están relacionados con la plasticidad neural,
aprendizaje y memoria (5) y la liberación de glutamato presináptico excesivo en el núcleo
accumbens, donde se afecta la liberación de dopamina, lo que se relaciona a desordenes
como la adicción a las drogas (3). Estos efectos tienen una gran importancia tanto a nivel
terapéutico como en la misma capacidad del desarrollo de la adicción, debido a que la
adicción puede generar alteraciones cognitivas e intelectuales, que alteran las relaciones
sociales y el sentimiento de comodidad. Los agonistas de cada uno de los receptores juegan
papeles importantes tanto en el proceso de adicción, tolerancia y abstinencia como en el
acercamiento de su tratamiento para el abandono de la adicción y farmacodependencia.
Finalmente, los receptores DOR se relacionan con los procesos ansiolíticos y antidepresivos
que se generan durante su estimulación, ya que se unen encefalinas, péptidos opioides
endógenos (3), que se liberan durante la nocicepción para reducir el dolor. Los fármacos que
estimulan DOR se relacionan con el sistema de recompensas, por lo que favorecen la
adicción por el consumo de opioides. Su respuesta suele estar relacionada con la respuesta
de los MOR, pero muchos fármacos tienen menor afinidad hacia este receptor.
Suele ser bastante interesante que, para el tratamiento de la adicción a opioides, se utilicen
medicamentos del mismo grupo farmacológico que tienen actividades similares, con
excepción de los antagonistas. Los fármacos agonistas y agonistas parciales se prefieren
para ayudar con el tratamiento de la adicción, mientras que los antagonistas se utilizan para
las sobredosis.
Los fármacos más utilizados para la adicción son la metadona, la buprenorfina y la naloxona.
La metadona suele utilizarse sola en el Tratamiento de Mantenencia de Metadona, donde se
regula principalmente que el paciente, gradualmente, abandone el uso para evitar el
síndrome de abstinencia. La buprenorfina es más preferida para el tratamiento de remplazo
de opioides, por el efecto techo que posee, además de que no genera ciertos efectos
adversos del consumo de la metadona, como la depresión respiratoria si se llegan a consumir
antidepresivos o alcohol. Finalmente, la naloxona se utiliza principalmente durante las
sobredosis, para evitar la toxicidad de los opioides, sin embargo, existen tratamientos que
usan de manera conjunta buprenorfina y un antagonista, ya que se ha demostrado que el
uso de ambos medicamentos aumenta notablemente el tiempo de abstinencia – el cual
gradualmente aumenta – y reduce sus efectos colaterales (3).
Como recordamos, algunos opioides no se utilizan por sus efectos anestésicos, sino por los
efectos antitusígenos y antidiarreicos. Junto a estos, existen algunos opioides que han
causado controversia: los analgésicos opioides para tratamiento de dolores moderados
crónicos. La morfina, el fentanilo, la hidrocodona, la oxicodona y la codeína, en dosis
necesarias para el efecto analgésico mínimo, han sido objeto de abuso por muchos
pacientes, por los efectos adictivos anteriormente platicados, causando problemas de salud
pública. En Estados Unidos hay problemas crecientes por el consumo de opioides como la
hidrocodona, oxicodona y codeína (sin contar a la heroína, cuyo uso está prohibido en este
y otros países por ser mucho más adictivo, debido a que atraviesa la barrera
hematoencefálica). La hidrocodona, oxicodona, fentanilo, entre otros opioides con utilidad
analgésica requieren prescripción médica para su administración. Esto causa problemas
cuando los pacientes que sufren dolor crónico solicitan el aumento de las dosis por los
efectos adictivos y de tolerancia de los opioides, reduciendo su efectividad ante el dolor y
generando dependencia. En el caso de la codeína y en menor medida del dextrometorfano
(porque gran parte de este sufre de primer paso hepático) cuyo uso es para la evitar la tos,
han sido objeto de controversia por su uso recreativo, ya que estos no requieren receta
médica para su distribución, favoreciendo la adicción, principalmente entre jóvenes (2) (3).
Como propuesta de solución, podrían existir regímenes más estrictos sobre la distribución
de opioides prescritos y de venta libre, para los primeros con búsqueda de alternativas o con
la preparación de tratamientos anti-adicción, mencionados con anterioridad y para los
segundos escalándolos a la venta con receta médica, con el fin de reducir y en óptimas
situaciones evitar su utilización recreacional. De igual manera, se propone el uso de
antagonistas glutamatérgicos (principalmente de los NMDAr) para la reducción de los efectos
de recompensa de los opioides, además de que ayudaría a la reducción de las dosis de
opioides para analgesia, porque el bloqueo de receptores glutamatérgicos reduciría la
transmisión de, por ejemplo, el dolor en el asta ventral. (3) (5)
Finalmente, los nuevos acercamientos en farmacogenómica permitirían la identificación de
SNP’s que generan más susceptibilidad de los pacientes a la adicción, por lo que un estudio
de asociación de genoma completo (GWAS por sus siglas en inglés) permitiría la mejora de
las prescripciones en pacientes de dolor crónico para que, dependiendo de su
susceptibilidad, el criterio clínico decida si es correcto utilizar opioides, evitarlos en búsqueda
de otras alternativas o utilizar los opioides, pero con un seguimiento para la administración
de fármacos opioides para el tratamiento de la adicción, tales como la buprenorfina y la
naloxona.
Es muy probable que en el futuro se puedan utilizar herramientas de edición genética para
favorecer la expresión de proteínas que metabolicen los fármacos, mejorando el
aclaramiento para evitar estimulación y tolerancia por insensibilización de receptores. Estos
avances se han demostrado con pruebas en modelos murínicos para la expresión de la
butirilcolinesterasa en tejidos de piel para la degradación de la cocaína; si esto se extrapolara
a tejidos del sistema nervioso central (y en otros medicamentos como los opioides), podrían
generarse terapias génicas útiles para tratamiento de adicciones (3).
Referencias
1.- Fernández P., González A., Leza J., Lizasoain I., Moro M., Portolés A. Velázquez
Farmacología clásica y clínica. 19ª Edición. Madrid: Panamericana; 2018.
2.- Zöllner, C.; Stein, C. Opioids. En Analgesia; Springer: Berlín/Heidelberg [Internet], 2006;
177. pp. 31–63. Disponible en https://doi.org/10.1007/978-3-540-33823-9_2
3.- Wang, S.; Chen, Y.; Lee, C.; Cheng, C. Opioid Addiction, Genetic Susceptibility, and
Medical Treatments: A Review. Int. J. Mol. Sci. [Internet]. 2019. 20 (4294). Disponible en
doi:10.3390/ijms20174294.
4.- Toll L, Bruchas MR, Calo’ G, Cox BM, Zaveri NT. Nociceptin/orphanin FQ receptor
structure, signaling, ligands, functions, and interactions with opioid systems. Pharmacol Rev.
[Internet] 2016;68(2):419–57. Disponible en https://doi.org/10.1124/pr.114.009209