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FORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD

Federico Munné M.

TEMA IV

SUMARIO

Proceso de socialización:
- Personalidad: temperamento y carácter
- Proceso de socialización: definición
- Tipos de socialización: primaria y secundaria
- Agentes de socialización: familia, escuela, religión, cultura...

Rol, estatus y estructura de la personalidad:


- Rol: Definición
Tipos: rol prescrito, rol subjetivo y rol desempeñado
Características: reciprocidad dentro de posiciones específicas y efecto normativo de la
conducta
- Estatus: Definición
Tipos:estatus adscritos y estatus adquiridos
Clasificación (según Linton): sexo, edad, familia, prestigio, laboral, amistad

Imagen de sí mismo

Teorías de la coherencia:
- Principio de la balanza de Heider
- Principio de congruencia de Osgood y Tannenbaum
- Teoría de la disonancia de Festinger

Emotivo, no emotivo, activo, no activo, primario, secundario: Ninguno es mejor que el otro, ambos
tienen pros y contras.
Silogismo del cornuto

PROCESO DE SOCIALIZACIÓN

A menudo oímos decir a alguien que fulano o mengano “tienen tal o cual personalidad”, “tienen
mucha o poca personalidad”... Evidentemente, en estos casos, se está empleando el término no
sólo de una manera superficial, sino incluso dentro de una acepción que podríamos considerar
errónea. De hecho, se está valorando un rasgo de la personalidad (ser dominante, por ejemplo)
confundiéndose con la totalidad misma. Pero hay más, normalmente se acostumbra a confundir la
personalidad con otros dos conceptos que, asimismo, son una parte de ella, pero que en absoluto
agotan su contenido: el temperamento y el carácter. Creemos interesante una definición operativa
de dichos conceptos:

Temperamento

Tendencias básicas en las emociones y en los sentimientos que son característicos de un individuo
determinado (A. H. Combs). Se considera que el temperamento está biológicamente determinado
por la clase de equilibrio hormonal que heredamos. Acudamos, por ejemplo, a una clínica maternal.
Observamos allí el distinto comportamiento de los recién nacidos: uno llora constantemente, otro
descansa tranquilamente, un tercero no para de moverse, etc. Estamos contemplando
temperamentos distintos.

Carácter

Se define como el tipo de conducta que es característico de un individuo en las situaciones


fundamentales. En el ejemplo anterior, dejemos transcurrir 7 u 8 años y contemplemos a estos
mismos niños dentro del entorno escolar. Uno será risueño, comunicativo, sociable; otro
permanecerá aislado del grupo, introvertido; un tercero será dominante, intentará imponer su
voluntad al resto de compañeros. Esta peculiar forma de reaccionar dentro de un mismo contexto,
dentro de una misma situación, nos está definiendo el carácter de estos niños.

El carácter, a diferencia del temperamento, que como hemos visto, se configura hereditariamente,
se va elaborando desde el momento del nacimiento, a través de los procesos culturales que
inciden en el desarrollo psicoevolutivo del sujeto.

PERSONALIDAD

En ciertos aspectos vendría a ser la suma de temperamento y carácter, es decir, podríamos


definirla como la conducta total del individuo y, en particular, aquellos aspectos duraderos y
coherentes que hacen que nos parezcamos a otras personas en algunas cosas y que en otras
seamos totalmente distintos y singulares (H. C. Lindgren).

La personalidad vemos que es, pues, una síntesis de la influencia que el ambiente ejerce sobre los
rasgos hereditarios del sujeto. El proceso a través del cual se actualiza dicha influencia es lo que
se ha llamado la socialización del individuo.

Observemos un caso concreto: un 7 de abril nace un niño dentro del seno de una familia
determinada. Los padres son los encargados de su educación. Son los responsables de que
aprenda a comportarse adecuadamente en presencia de otras personas. Se le enseñarán unos
hábitos: comer correctamente, vestirse, acostumbrarse a un aseo personal... Un día se le lleva a un
colegio, donde una instrucción adecuada le pondrá en contacto con nuevas pautas de
comportamiento: tendrá que aprender a leer y escribir, estudiar cosas para él desconocidas,
deberá saber compartir ciertos juguetes u objetos con otros niños, ser colaborador, etc. Finalizada
su etapa escolar ingresará en la Universidad, por ejemplo, donde al cabo de unos años y tras un
período de nuevos aprendizajes obtendrá un título que le permitirá desempeñar socialmente una
profesión. Un día encontrará una persona del sexo opuesto con la que decidirá contraer matrimonio
e iniciar una nueva unidad familiar...

Desde su nacimiento hemos visto que este niño ha seguido un largo camino en el que ha debido
aprender diferentes pautas de comportamiento, acomodarse a lo que socialmente estaba
establecido, enfrentarse a diversas etapas, etc. Este proceso de adaptación e integración a la
sociedad, realizado de forma continuada e ininterrumpida por el sujeto, es lo que llamamos
socialización.

Como alguien ha dicho, el objetivo de la socialización consiste en llevar al individuo a conformarse


de buena voluntad a los usos de la sociedad y los grupos a los que pertenece.

La socialización se lleva a cabo a lo largo de toda la vida, aunque su acción aparezca más
acentuada en las primeras etapas de la existencia. El sujeto adulto también en un momento
determinado de su vida debe incorporarse a nuevas situaciones, grupos distintos, etapas cruciales
de las que dependerá el sentido de buena parte de su futuro. En todos estos momentos, deberá
aprender nuevas pautas, nuevas conductas, realizar nuevas adaptaciones. De ahí que podamos
referirnos a dos tipos de socialización:

a) Socialización primaria.

b) Socialización secundaria.

La socialización primaria se configura como la adquisición cultural de las normas y valores que dan
los agentes de socialización. En el ejemplo anterior, el niño ha aprendido dentro de la familia unos
comportamientos determinados. Al ingresar en la escuela estos comportamientos, si son correctos,
se refuerzan adquiriendo, por otra parte, una mayor complejidad. La familia y la escuela están
actuando como transmisores de pautas culturales de la sociedad en que se insertan; están
posibilitando la socialización primaria.

La socialización secundaria es la renovación de la socialización primaria, con el recuerdo que de


ella nos da el ambiente social y sus formas de presión. Siguiendo con el mismo ejemplo, el
individuo en cuestión, llegado ya a su estado adulto, debe enfrentarse a situaciones tales (contraer
matrimonio, cambiar de trabajo, etc.) que le exigen nuevos aprendizajes sociales.

El sujeto, pues, desde los primeros compases de su vida, va formando su personalidad social
gracias al contacto que establece con la sociedad y la cultura, y a través de los llamados agentes
de socialización.

Pensemos en un niño que no tenga esta posibilidad de contacto con una cultura, con una sociedad,
con una familia, podemos preguntarnos ¿qué podría suceder? Muchas de las investigaciones al
respecto, sobre casos de niños abandonados y, posiblemente, criados por animales, o pequeños
recluidos en instituciones hospitalarias deficientes (estudios realizados por R. Spitz), nos
demuestran que estos niños al no comenzar adecuadamente su proceso de socialización, sufren
un retraso psicológico y social que les influirá negativamente en su relación con los demás de una
forma clara e irreversible. Igualmente, en los procesos lógico-intelectuales y en el lenguaje surgirán
alteraciones importantes y de imposible recuperación.

Sin movernos en circunstancias adversas, y siguiendo la evolución natural de un sujeto, digamos


algo más sobre los principales agentes de socialización encargados de posibilitar de una forma
altamente condicionante el desarrollo de la personalidad social. Al hablar de dichos agentes nos
estamos refiriendo a: la familia, la escuela, la religión y la cultura.

La familia

Podemos considerar la familia como vínculo de transmisión cultural que interioriza las normas y
valores sociales.

La familia capta los valores de la sociedad a la que pertenece y, por tanto, transmite al niño todas
esas pautas. Conociendo una sociedad concreta sabremos qué y cuáles son las normas en que la
familia insistirá al educar a sus hijos: la cooperación, la competencia, la sumisión, la dominancia,
etc. Harán hincapié en cada uno de esos factores que el niño deberá aprender para pasar a ser
miembro de la sociedad a la que pertenece.

Por ejemplo, pensemos en una sociedad tremendamente competitiva. Una familia cualquiera de
dicho entorno social que tenga un hijo, inculcará al pequeño esa característica. La vida, dentro de
la familia, se orientará de tal forma que el niño aprenda a competir entre sus hermanos, padres,
familiares, etc. Se valorarán más las habilidades personales y los hechos individuales que las
posturas de cooperación, con lo cual, el niño aprenderá a destacar, a superar al otro..., cualidades
que, como hemos puesto de manifiesto, son las que dicha sociedad, a la que pertenece, valora y
pondera.
Si la comunidad social, por el contrario, valora la conformidad, la cooperación, la integración..., la
familia, como agente de socialización, enseñará a los niños esas pautas, insistiendo no en la
actividad fundamentalmente individual, sino en la comunitaria.

La escuela

No sólo la familia es la encargada de transmitir pautas sociales, sino que la escuela se convierte,
en orden de importancia, en el segundo agente de socialización en las sociedades actuales. La
Escuela viene a ofrecer al niño unas formas nuevas y unas pautas sociales que deben transmitirse
dentro de una sociedad o grupo concreto.

Siguiendo con el ejemplo anterior, una sociedad conformista, cooperadora, tendrá un tipo de
escuelas totalmente diferentes a las que existirán dentro de otra sociedad donde dichos valores se
consideren de una forma negativa. Y no sólo en su funcionamiento y estructura de base, sino en la
forma de impartir la educación, ya que hará hincapié en aspectos que, tal como decíamos dentro
de la familia, la sociedad ha valorado y exigido a sus miembros ahora y para el día de mañana. Los
niños, mediante la escuela, consiguen aprender dichas pautas de comportamiento.

La religión

Teniendo en cuenta que cada sociedad tiene una serie de problemas planteados, y que éstos
serán distintos para cada una de ellas, es lógico que la religión adquiera diferencias según las
sociedades, y que existan religiones distintas.

Una sociedad totalmente despótica, basada en una autoridad única e inaccesible, pensará y se
apoyará en una religión similar, con unos dioses implacables, déspotas, a los cuales no podrá más
que obedecer (pensamos, por ejemplo, en losa estudios que Malinowski ha llevado a cabo en las
sociedades primitivas). La religión entonces servirá de base para justificar las diferencias existentes
en el contexto social.

La cultura

Creadora de una tradición cultural para el mantenimiento del orden social y su continuidad. Nos
referimos a la cultura popular de las pautas y costumbres sociales; es decir, esas pautas que
componen la tradición de un pueblo y que se transmiten de generación en generación.

Los cuatro agentes de socialización señalados preparan al individuo para aprender y desempeñar
de forma correcta diferentes papeles en la sociedad y alcanzar posiciones distintas dentro de esos
papeles. Esto nos lleva a tratar dos nuevos aspectos importantes de la personalidad: el rol y el
estatus, que analizaremos en el próximo apartado.

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En resumen...

La personalidad está integrada por el temperamento y el carácter. El temperamento se considera


biológicamente determinado por la herencia. El carácter se define como el tipo de conducta
peculiar de un individuo, la cual tiene por base el temperamento más la incidencia de los procesos
culturales sobre el sujeto.
El proceso de integración y adaptación al grupo social al que pertenecemos es lo que
denominamos socialización. Se pueden distinguir dos tipos:

a) Socialización primaria es la proporcionada por los agentes de socialización: familia, escuela,


etc.

b) B) Socialización secundaria es la renovación que se realiza de la anterior en función de las


nuevas situaciones con que deberá enfrentarse el sujeto. La familia es la primera institución
que transmite la cultura, pero en esta tarea tiene un papel preponderante la escuela. La religión
tiene también un importante papel en la integración social, así como los mismos contenidos
culturales.

EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN

Complete las frases siguientes:

1.- El temperamento está determinado biológicamente por .......................


2.- La personalidad se puede considerar como la suma del ................. y del ..........................
3.- La es el proceso por el cual el ambiente actúa sobre los rasgos hereditarios.
4.- Los principales agentes de socialización son: .............................................................

ROL, ESTATUS Y ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD

El Sr. Pérez es profesor; se espera de él que conozca la materia que explica; que sea un buen
didacta; que solucione a sus alumnos los problemas que su asignatura les plantee, etc.

El Sr. Pérez sabe que el ser profesor significa estar al día con respecto a las clases que imparte;
conocer los últimos sistemas pedagógicos que surjan; preparar la clase, exponiéndola
adecuadamente; ayudar al alumnado en la comprensión de los conceptos impartidos, etc.

El Sr. Pérez, profesor de un colegio, explica su materia adecuadamente; es conocedor de los


últimos hallazgos referentes a su disciplina; conversa con el alumnado, interesándose por sus
problemas personales y de aprendizaje; resuelve sus dudas; etc.

El ejemplo anterior nos sirve para poner de manifiesto uno de los conceptos más complejos de la
Psicología social y de la Sociología: el rol.

El rol puede definirse como una serie de conductas aprendidas en virtud de las expectativas
socioculturales.

Pasemos a diferenciar tres aspectos importantes contenidos en dicha función del rol:

1. En el ejemplo citado, el Sr. Pérez, al desempeñar su papel de profesor, decíamos que se


esperaba de él una serie de expectativas: una buena explicación, estar en posesión de
conocimientos adecuados, etc. Son expectativas que existen en el mundo social y que rodean
al Sr. Pérez al ocupar una posición de profesor. En este caso hablamos del rol prescrito.

2. El Sr. Pérez percibe que las expectativas esperadas son aplicables a él mismo al desempeñar
su rol de profesor, se da cuenta que sus alumnos, los padres de éstos, y el director del centro
educativo donde trabaja, esperan de él un determinado comportamiento: rol subjetivo.

3. El Sr. Pérez de hecho y en la realidad enseña, corrige a sus alumnos, intentando ayudarles en
sus problemas, etc. Está realizando correcta y efectivamente aquellas funciones que de él se
esperan: rol desempeñado.
Características del rol

1.- Su reciprocidad. Cada rol va ligado con otro u otros roles realizados por otras personas, quienes
esperan directamente algo de aquella persona que desempeña el primer rol. En el ejemplo citado,
el rol de profesor del Sr. Pérez supone la existencia del rol de los alumnos, no existiendo uno y otro
sin la característica de una interrelación entre los mismos.

2.- El rol prescribe una determinada conducta dentro de posiciones específicas, y que opera en
situaciones bien estandarizadas. Ejemplo: El profesor actúa como tal dentro del contexto del
colegio. Supongamos que un alumno se encuentra a su profesor, el Sr. Pérez, no en la clase sino
en una discoteca. Naturalmente, este alumno no sabría, en los primeros momentos, qué hacer o
qué decir: si invitar, por ejemplo, al Sr. Pérez a tomar algo o evitar su presencia, intentando que no
lo viera. Es posible que algo parecido le sucediera al profesor.

Es pues evidente que al desaparecer la situación que actúa de contexto social se dificultaría el
ejercicio interrelacional de los roles.

Percibimos, por consiguiente, la conducta de una forma determinada dentro de un contexto


concreto. Contrariamente, el contexto influye en nuestra percepción.

Rol subjetivo: el que la persona cree o interpreta, a veces coincide con el prescrito

3.- Los roles tienen un cierto efecto normativo de la conducta social (D. R. Miller).

En una cultura dada hay ciertos roles claramente definidos y existe un acuerdo bastante difundido
con respecto al comportamiento esperado de sus ocupantes.

En el ejemplo que nos sirve de base, el Sr. Pérez sabe perfectamente lo que su rol representa, y el
alumno conoce igualmente lo que su rol le marca (estudiar).

El rol prescribe, pues, una gama de comportamientos definidos. Dentro de esa gama toda conducta
de rol es aceptable, aunque en forma decreciente a medida que se desvía de la norma prescrita.
Debe ponerse de manifiesto que la permisibilidad social con respecto a la posible desviación de las
normas de un rol determinado, varía en función de la mayor o menor estructuración de dicho rol.
Cuanto más estructurado está el rol, menor desviación se permite y viceversa. Del médico, por
ejemplo, esperamos actuaciones muy concretas: curar al enfermo. Del esposo o la esposa, las
expectativas son menos determinadas y más amplias, dependiendo asimismo del contexto cultural
de que se trate. Los participantes en un sistema social pueden otorgar sanciones positivas
(recompensas) a los que desempeñan correctamente los roles prescritos, e imponer sanciones
negativas (castigos) a quienes no lo hacen. Esta capacidad de sancionar es una de las maneras a
través de la que el sistema social motiva a sus miembros al ejercicio adecuado de sus roles.

Estatus

Cada persona ocupa una posición determinada dentro del cuerpo social al que pertenece. Los
roles que esta persona desempeña, como hemos visto anteriormente, son un factor del que
depende esta posición. Pero nuestro puesto en la vida social resulta, además, de otro factor
conocido con el nombre de estatus.

El estatus de una persona es un concepto relacional que caracteriza a dicha persona en función
del grupo de derechos y obligaciones que regulan su interacción con personas de otros estatus.
En nuestra sociedad, por ejemplo, la posición de “padre” implica para con sus hijos ciertas
obligaciones (proporcionar alimento, protección y posibilidades formativas) y ciertos derechos
(recibir respeto y obediencia). Las diferencias entre rol y estatus, aunque evidentes, no resultan
totalmente claras debido a la complejidad de ambos conceptos. Así, utilizamos el término rol para
denotar el desempeño de aquella parte del estatus que “prescribe” como debe actuar el ocupante
del estatus frente a las personas con quienes sus derechos y obligaciones le ponen en contacto
(Bredemeir y Stephenson, 1962). Pongamos un ejemplo. En el apartado anterior, veíamos que el
Sr. Pérez era profesor de colegio. Hemos contemplado como debía desempeñar su “rol” de
docente. Sin embargo, la posición social del Sr. Pérez no quedaba ya total y definitivamente
enmarcada por las funciones desempeñadas en su cometido pedagógico, sino que esta posición
se configura a través de una serie de factores tales como: su edad (joven o ya de cierta madurez);
el núcleo de la familia a que pertenece (sus padres y su esposa, si la tiene); su condición o no de
padre; los ingresos económicos que percibe; cómo gasta esos ingresos (en cuestiones
consumistas o superfluas o en objetivos culturales); su rango dentro de su propia profesión (es
simplemente un profesor y ocupa cargos suplementarios: Jefe de estudios, por ejemplo); su
afiliación a un partido político o a la Asociación de vecinos del barrio donde habitualmente habita,
etc. Es decir, el estatus definitivo depende de todo el conglomerado de las distintas posiciones que
una persona está ocupando dentro del organismo social. El rol es un concepto dinámico, el estatus
es un concepto estático: es la imagen social de que goza cada individuo; es el prestigio, la
reputación, el respeto con que somos vistos o evaluados por la sociedad o grupo social al que
pertenecemos.

Podemos clasificar los estatus en dos grupos:

a) Estatus adscritos: Escapan al control del individuo. Ejemplo: Edad, sexo, familia en la que ha
nacido, etc.

b) Estatus adquiridos: Se asignan en función de lo que la persona puede hacer, alcanzándose a


través del esfuerzo individual. Un ejemplo sería el prestigio que da ocupar la presidencia de
una empresa.

Hay que consignar, como lo hacen Deustch y Krauss, que los estatus adquiridos y los adscritos son
“tipos ideales”, en la práctica , los estatus con que nos encontramos son una mezcla de ambos
tipos. En el ejemplo anterior citábamos el ocupar la presidencia de una gran empresa como un
estatus adquirido, pero no debemos olvidar que las características adscritas, como por ejemplo el
sexo (masculino), raza (blanca), pueden ser, en según qué tipo de sociedades, prerrequisitos
indispensables para ocupar tal posición.

Para acabar este apartado citaremos los cinco tipos de rango enumerados por Linton (1945).
Desde nuestra perspectiva, aquí, el concepto de rango se identifica con bastante exactitud a la
noción de estatus que a lo largo del presente apartado se ha ido configurando. Estas cinco clases
de rango son:

1. Agrupamientos según la edad y el sexo: específicamente, infante, niño, niña, hombre joven,
mujer joven, hombre de edad, mujer de edad.

2. Agrupamiento de familia, parentesco, clan u hogar: Juan Ruiz forma parte de la familia Estrada,
por ejemplo.

3. Agrupamientos por prestigio: tales como: presidente, marinero, director, mensajero.

4. Agrupamientos laborales: obrero, dentista o vendedor, etc.

5. Agrupamientos por amistad o intereses comunes: amigo, miembro de un club social, etc.
Veríamos pues que si queremos averiguar el estatus definitivo de un individuo, en un momento
determinado y dentro del contexto de una sociedad concreta, tendríamos que conjugar la posición
de dicho individuo en función de los criterios señalados. Así, por ejemplo, para analizar el estatus
de Juan Ruiz deberíamos ir describiendo, según los cinco criterios de Linton, las distintas
posiciones ocupadas por él, sus lazos de parentesco y amistad, etc. Ello nos configuraría, de una
manera bastante concreta, el concepto harto abstracto del estatus o rango social de Juan Ruiz.

EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN

Complete las frases siguientes:

5. Las conductas aprendidas en virtud de las expectativas socio-culturales las conocemos


como .................
6. El rol se denomina “desempeñado” cuando ..................
7. Los roles tienen un efecto normativo de la conducta .........................
8. El estatus representa ........................... de un sujeto en el cuerpo social.
9. Los estatus .................. escapan del control del individuo.

LA IMAGEN DE SÍ MISMO (SELF)

Es la imagen que tenemos de nosotros mismos

Hemos visto que el individuo desde el mismo momento de su nacimiento se ve influido por una
serie de presiones socio-culturales, que actuando a través de las instituciones educativas primarias
y secundarias, van modelando su personalidad. Además, las funciones o roles sociales que a lo
largo de la vida se van desempeñando, igualmente tienen una repercusión en el contexto de
aquella personalidad. Finalmente, el estatus o posición total que el sujeto ocupa en el contexto
social, igualmente son una consecuencia de aquella personalidad, limitándola y configurándola, a
su vez.

Veamos pues, que en el proceso de interacción con su ambiente social, una persona, y como
influencia de ese ambiente precisamente, empezará a experimentar un sentimiento de sí mismo. El
individuo se percatará que los otros reaccionan hacia él, y él mismo comienza a reaccionar frente a
sus propias acciones y cualidades personales de la misma manera en que espera que los otros lo
hagan. Esta capacidad para asumir el punto de vista de los otros y para considerarse a sí mismo
como un “objeto” da origen a actitudes y opiniones sobre uno mismo, en síntesis, a un “concepto
de sí mismo” (el self). Este concepto (el self) se configura como una estructura cognitiva que surge
de la interacción entre el organismo humano y su ambiente social.

George Herbert Mead (1934) indicó que “el yo” es el producto de la interacción que entablamos
con otros, y que el individuo sólo puede percibirse a sí mismo como un reflejo en los ojos del otro.

Otros autores (Coolly) señalan la tendencia que tenemos a utilizar a los demás cual si fuesen un
espejo en el que podemos contemplarnos (looking glass self). Cabe señalar que las opiniones de
este autor nos parecen un poco extremas ya que la analogía del espejo no traduce cabalmente
nuestro modo de responder a las percepciones que imaginamos que los otros tienen acerca de
nosotros. Un espejo es un agente neutral, incapaz de cualquier crítica, mientras que lo que los
demás ven en nosotros está influido por el prejuicio de lo que estén preparados para percibir y lo
que creemos que perciben es afectado, a su vez, por nuestro propio prejuicio de lo que queremos
que ellos vean.

Así pues, es posible considerar el “yo” desde una perspectiva social, como una especie de
“imagen”: la impresión que causamos en los otros y la que nos causa en nosotros mismos dicha
imagen , al percibirla en función de la que causa en los demás. En este sentido, algunas veces se
puede hablar con respecto al yo con la imagen que tenemos de los demás acerca de la impresión
que tienen sobre nosotros. La fuente de este aspecto, el “yo”, es pues la gente del propio
ambiente.

LAS TEORÍAS DE LA COHERENCIA

Los autores Festinger y Carlsmith han llevado a cabo un estudio denominado “soborno para decir
mentiras”, que se ha convertido en un clásico dentro de la Psicología social. Dicho experimento
consistía en lo siguiente: se sometía a unos sujetos a la observación de una tarea monótona y
fatigante que duraba aproximadamente una hora. Posteriormente se les pedía que dijeran a otros
sujetos que dicha tarea era sumamente interesante (estos últimos sujetos estaban de acuerdo con
los experimentadores). En ningún momento se nombró a los primeros individuos la palabra
mentira, pero, evidentemente, ellos sabían que la tarea observada era fatigosa y aburrida. A un
grupo de ellos se les dio un dólar por decir dicha “mentira”, y a los otros 20 dólares. Aquí, se
produce el fenómeno de la disonancia por la desproporción existente entre la recompensa y la
información conscientemente errónea que deben transmitir. Un dólar, en realidad, es una cantidad
bastante insignificante para decir una mentira.

Lógicamente, pensaríamos que los sujetos que recibieron un dólar se inclinarían a decir que la
experiencia contemplada les desagradaba y que no se prestarían a otro experimento similar. La
teoría de la disonancia cognoscitiva demostrará lo contrario ya que estos sujetos tienden a creer el
hecho de haberles dicho a los segundos individuos que el experimento no era aburrido, se debería,
en realidad, a que a ellos mismos les había resultado agradable. Es muy difícil, para una persona,
pensar que es capaz de decir una mentira simplemente por un dólar.

Este experimento nos pone de manifiesto que el individuo está variando constantemente su
conducta y sus actitudes, siempre que no encuentre un equilibrio o coherencia entre las opiniones
que tiene sobre sí mismo y con respecto al entorno que le rodea. Por otra parte, cada uno de
nosotros cambiamos en nuestras actitudes y en nuestro comportamiento de acuerdo a las
presiones que los demás ejercen sobre nosotros.

El hecho de que busquemos en los demás los indicios que nos permitan no sólo conocernos y
justificar, sino organizar y estructurar nuestro medio, hace que los demás tengan una fuerza
extraordinaria para guiar nuestra conducta. De la presencia de los demás en nuestra tarea diaria
dependerá que nuestra actuación vaya en un sentido u en otro, afectándonos tal hecho hasta el
extremo que, inconscientemente, modificamos nuestro comportamiento. Tal como queda patente
en el ejemplo citado, unos sujetos sometidos a una prueba experimental, en presencia de otros
sujetos, han sido capaces de emitir juicios erróneos. Es decir, los individuos cambian sus actitudes
y su conducta, tal como ya hemos puesto de manifiesto, de acuerdo con la presión que las demás
personas ejercen sobre ella.

Un sujeto podrá, en determinado momento, opinar de una manera ilógica e irracional. Al


profundizar un poco más en su estructura cognitiva, nos damos cuenta que dichos rasgos ilógicos
no son más que intentos para mantener una simetría y una consonancia entre los diversos
elementos de su entorno vital, ya que de aparecer signos de incoherencia, estos afectarían
psicológicamente al propio sujeto. Podemos, por tanto, afirmar la necesidad de que exista armonía
y congruencia entre los conocimientos que tenemos de los objetos y personas que forman el medio
dentro del que nos movemos. Por ejemplo, si un sujeto afirma ser de la Sociedad Protectora de
Animales, su conducta deberá ser siempre de atracción hacia ellos, no maltratándolos. Si se diera
este caso, nos encontraríamos ante un fenómeno de incoherencia que el sujeto tendría que
resolver para mantener el equilibrio entre su pensamiento y su conducta.

Teniendo en cuenta lo expuesto, nos interesa analizar en qué grado hay coherencia entre las
actitudes de un sistema cognoscitivo y qué pasa cuando las actitudes devienen incoherentes.
Asimismo, interesa observar la reacción del sujeto para conseguir restaurar un estado de
coherencia.
En relación con las cuestiones planteadas en el párrafo anterior, nos interesa analizar las diversas
soluciones aportadas por las teorías sobre la coherencia cognoscitiva. Dichas teorías son:

a) El principio de balanza de Heider.

b) El principio de congruencia de Osgood y Tannenbaum.

c) Teoría de la disonancia de Festinger.

En la base de dichas teorías encontramos el principio expuesto anteriormente de que el sujeto


mantiene una coherencia en su sistema cognoscitivo.

a) Teoría de la balanza de Heider

Según esta teoría, existen tres tipos de estados o situaciones que se dan en el hombre:

1. El estado normal.

2. La intromisión de ciertas fuerzas o hechos que trastornan dicho estado normal.

3. La operación de ciertos mecanismos cuya función consiste en restablecer la normalidad del


sistema.

Heider denominará a estos tres estados como de equilibrio, desequilibrio y esfuerzo para cambiar
con objeto de restablecer el equilibrio.

Ponderemos un ejemplo que nos permita analizar lo expuesto hasta este momento. Juan, un joven
que trabaja en la industria “Pérez y García S. A.”, y que tiene un compañero de estudios, Pedro,
con el que le une una fuerte amistad, ya que se conocen desde hace muchos años, tienen un
mismo jefe de sección que es educado, atento, comprensivo y muy interesado por los problemas
de sus subordinados. Tanto Juan como Pedro sienten gran admiración por él.

En este ejemplo tenemos un primer paso de equilibrio, ya que Juan (P) admira a Pedro (O), y
ambos al jefe de sección (X). (Figura ......).

Junto al presente jefe de sección se halla el jefe de producción, persona poco comunicativa,
cortante y exigente, con el que ni Pedro ni Juan simpatizan (figura.......

Dichos estados se caracterizan por el bienestar y la armonía que se da entre sus elementos.

Volvamos al ejemplo e introduzcamos una variación. Juan mantiene una gran amistad con Pedro y
admira al jefe de sección, por el otro lado Pedro siente antipatía hacia dicho jefe, no encontrando
las cualidades que Juan señala. El esquema entonces, quedaría según la figura ........

O bien, en el segundo ejemplo, Pedro siente una estimación hacia el jefe de producción, mientras
que su amigo Juan siente una profunda antipatía hacia él (figura .........)

La solución de esta falta de equilibrio, tanto en el primer como en el segundo caso, vendría dada
por el hecho de que Juan (P) o bien cambiase de actitud hacia el jefe de sección, o bien
convenciese a Pedro (O) para que modificase su antipatía hacia el jefe de sección (X) en el primer
caso, o a la inversa en el segundo caso. A la vista de lo expuesto, podemos afirmar que los
estados de desequilibrio se caracterizan por el malestar, la falta de armonía y la generación de
actividad para restablecer el equilibrio cognitivo perdido (Lindgren).
La teoría de Heider posee una serie de limitaciones al no especificar el sitio exacto y el grado
preciso del cambio de actitud en el sujeto que se llevaría a cabo para restaurar el equilibrio y la
armonía, es decir, para alcanzar la coherencia en sus elementos cognoscitivos.

b) Teoría de la congruencia de Osgood y Tannenbaum

Esta teoría se basa en la suposición de que es más simple tener actitudes congruentes respecto a
dos objetos relacionados entre sí que tener actitudes incongruentes al respecto. Es decir, una
persona puede sentir una predilección hacia algo, y, normalmente, si este “algo” está relacionado
con otra cosa, dicho individuo deberá tener también una actitud positiva hacia ese nuevo elemento.
Volvamos al ejemplo citado anteriormente: Juan (P) es un gran aficionado a la fotografía.
Asimismo, en la empresa donde él trabaja presta sus servicios Antonio, con el que mantiene una
relación de indiferencia. Un día, Juan se entera que igualmente Antonio es un gran experto dentro
del campo de la fotografía. Ante este hecho, Juan posiblemente cambiará su actitud hacia Antonio,
e igualmente intentará equilibrar la intensidad de sus posturas, de forma que queden
compensadas, Gráficamente representaríamos esta situación de la siguiente forma: (.....)

Así pues, podemos afirmar que la congruencia existe cuando dos objetos relacionados son
evaluados con igual intensidad.

En la realidad, observamos que esta igualdad de intensidad difícilmente se da, ya que las actitudes
muy extremas (el caso de la gran predilección de Juan por la fotografía) son más difíciles de variar
que aquellas menos definidas (la indiferencia de Juan hacia Antonio). Sin embargo, debemos
pensar que el sujeto, teóricamente, intentara equilibrar ambas actitudes, a fin de lograr una
congruencia entre ellas.

Esta teoría tiene, en líneas generales, los mismos inconvenientes que aquellos que se señalaron al
hablar de la teoría de Heider. Su alcance operacional es, por tanto, reducido.

c) Teoría de la resonancia de Festinger

Según este autor: “el sujeto intenta establecer armonía, coherencia o congruencia entre sus
opiniones, actitudes, conocimientos y valores, es decir, entre sus elementos cognoscitivos”.

Estos elementos cognoscitivos estarán relacionados entre sí de forma impertinente, consonante o


disonante.

La relación será impertinente cuando los dos elementos no tienen nada que ver entre sí. Será
consonante si uno de los elementos se deriva del otro. La relación será disonante si lo contrario de
uno deriva del otro.

Si hemos dicho que los sujetos intentan conservar la armonía entre sus elementos cognoscitivos,
cuando se produce una situación de disonancia ésta da lugar a una presión, a un impulso, a una
tensión en el sujeto que será mayor o menor según el grado de disonancia que se produzca en él,
y que le llevará a intentar solucionar tal situación.

Esta situación disonante puede solucionarse o reducirse si cambiamos uno de los elementos
cognoscitivos o añadimos otros, o quitamos importancia a tal situación.

En los ejemplos anteriores, que nos han servido de base en las otras teorías, si Juan observa que
otros compañeros no sienten o piensan como él, la disonancia que se producirá podrá eliminarse
cambiando la opinión de Juan, o logrando que los otros cambie, o pensando que tampoco es tan
importante el que los otros compañeros no compartan una opinión o creencia.
Siguiendo a L. Mann señalaremos, a título de comprensión de esta teoría, que existen cuatro casos
de disonancia cognoscitiva que se originan en cada una de las principales fuentes de incoherencia.

Incoherencia lógica

Supongamos un sujeto que está convencido que dentro de diez años no existirán enfermos de
cáncer, y que afirma, por otro lado, que es imposible crear una vacuna o tratamiento para curar las
enfermedades. Ante esta situación de incoherencia lógica, el sujeto deberá modificar su actitud o
pensamiento, afirmando que se descubrirá un tratamiento contra el cáncer, ya que si no el estado
de disonancia cognoscitiva influirá psíquicamente en él. Es decir, deberá modificar su actitud para
restablecer el equilibrio interno dado que está en una situación disonante.

Normas y costumbres culturales

En las reuniones de gran solemnidad se debe asistir con traje de etiqueta, yo asisto a esas
reuniones con un jersey y de sport. Si un sujeto afirma que es un deber y obligación respetar las
normas y costumbres que la sociedad nos marca en determinadas ocasiones pero actúa de forma
inversa, estaría, al igual que en el caso anterior, en desequilibrio entre lo que cree y lo que hace.
Solamente cambiando uno de los elementos podrá establecer un orden y armonía: asistiré a las
reuniones con un traje adecuado.

Opiniones incoherentes con la acción

Supongamos que un sujeto afirma: “Los que pertenecen a la Sociedad Protectora de Animales son
unos estúpidos” y, por otro lado, él ayuda económicamente a dicha sociedad y a sus campañas.
Nos encontramos, pues, en una situación disonante entre lo que se cree y afirma y su conducta.
Para reducir la disonancia, en este caso concreto, el sujeto puede justificar su actuación de una
manera indirecta, como por ejemplo, afirmando que el dar dinero a dicha sociedad protectora es
una forma de evadir impuestos.

Igualmente, podrá variar su opinión acerca de los miembros de dicha sociedad. Finalmente, podrá
modificar su conducta, no prestando más apoyo económico a la sociedad citada. En síntesis,
vemos que el sujeto, de una manera u otra, deberá resolver la situación a fin de encontrar un
equilibrio interno.

Experiencia pasada

Finalmente veamos un último ejemplo de situación de disonancia: “Siempre que voy al cine, a la
salida me duele la cabeza. Acabo de venir del cine y hoy no siento dolor”. La solución a esta
situación de disonancia podría ser: “A veces me duele la cabeza al ir al cine”.

Hasta aquí hemos analizado las diferentes teorías sobre la coherencia y como resuelve el individuo
la falta de coherencia.

Todas estas teorías se centran en el hecho de que toda persona tiene un deseo de mantener
coherencia, consonancia o simetría entre sus elementos cognoscitivos. Existen, sin embargo,
algunas diferencias entre ellas. Quizás lo más significante es que las teorías del equilibrio (balance
y congruencia) se ocupan de describir los sistemas de equilibrio y el modo en que se mantiene ,
mientras que la teoría de la disonancia tiende a predecir lo que ocurre cuando el equilibrio no se
mantiene, debido a la intervención de algún elemento cognoscitivo inesperado.

En suma, dichas teorías se complementan mutuamente.


En resumen...

Las conductas que se aprenden en función de las expectativas sociales constituyen el rol de cada
persona. Este rol puede ser prescrito (lo esperado por la sociedad), subjetivo (lo esperado por uno
mismo), y desempeñado (lo realizado de acuerdo con lo previsto).

Cada rol va ligado a otros roles, pero prescribe una determinada conducta dentro de las normas
definidas, de ahí que tengan un cierto carácter normativo.

A la posición que tiene cada persona dentro del contexto social en que se mueve la llamamos
estatus. El rol es un concepto dinámico, mientas que el estatus es estático. Si bien cabe distinguir
entre estatus adscritos y estatus adquiridos, el estatus de una persona resulta siempre de la suma
e integración de ambos.

El sentimiento que tenemos de nosotros mismos (“el self”) es el resultante de la interacción de


nuestro organismo con el mundo social que nos rodea.

Cuando no existe coherencia entre las opiniones propias y el mundo que nos rodea se crea una
situación que busca alcanzar el deseable equilibrio o armonía entre ellas.

Para explicar la coherencia cognoscitiva se han dado varias teorías. El principio de la balanza de
Heider explica las tres posibilidades que se presentan en el hombre: equilibrio, desequilibrio y
esfuerzo para cambiar. La teoría de la congruencia de Osgood y Tannenbaum se basa en el
principio de que es más simple tener actitudes congruentes con respecto a dos objetos
relacionados entre sí que incongruentes al respecto. Por ultimo, la teoría de la resonancia de
Festinger habla de que los elementos cognoscitivos pueden estar relacionados entre sí de forma
impertinente, consonante o disonante. En esta última teoría, las causas de incoherencia pueden
ser debidas a la falta de lógica, a las costumbres culturales, a la acción y a la experiencia pasada.

EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN

Complete las frases siguientes:

10. A la estructura cognitiva que surge de la interacción entre el organismo humano y el ambiente
la denominamos .......................
11. El principio de la balanza de Heider, el de la congruencia de Osgood y la teoría de Festinger
son teorías sobre ........................
12. La teoría de la balanza de Heider tiene tres tipos de estados o situaciones: ...................,
desequilibrio y ................
13. El inconveniente de la teoría de Osgood y Tannenbaum es la falta de ......................
14. La teoría de la resonancia de Festinger presenta cuatro casos: 1) incoherencia lógica,
2) ..........................., 3) experiencia pasada, y 4) ...........................

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