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LA CONDUCTA DESVIADA

Federico Munné Matamala

TEMA V

SUMARIO

PROCESO DE SOCIALIZACIÓN:
- No es automático: respuestas individualizadas
- Respuestas posibles: Conformismo
Inconformismo: desviación

CONDUCTA DESVIADA:
- Concepto de desviación: ¿Conducta anormal?
Conducta inconformista: viola lo establecido
Efectos: Varían según la importancia de las normas
Son relativos
- Inconformismo (y conformismo) como actitudes: Rasgos individuales
Condiciones facilitantes
Carácter relativo de los términos
- Adaptación personal al sistema social: (Qué es un sistema social)
Modos de adaptación: Conformismo
Inconformismo: Innovación,
Ritualismo
Retraimiento
Rebelión
ANOMÍA:
- Concepto: ausencia de normas de conducta
- Causas: A nivel personal: conflicto de roles
A nivel del sistema sociocultural: desequilibrio entre medios y fines
- Medición de la Anomía: Test de Srole

MARGINACIÓN SOCIAL:
- Concepto de personalidad marginal
- Causa: choque de culturas
- Efectos: Cohesión del grupo margina
Proceso en “feed-back”: más marginación

Tipos de conducta
Conformista: acepta las metas y los medios.
Innovador: acepta los metas pero los medios.
Ritualista: no acepta las metas pero si los medios.
Retraído: no acepta las metas ni los medios.
Rebelde: sustituye.

LA DESVIACIÓN SOCIAL Y LA CONDUCTA MORAL

En el tema anterior vimos cómo se forma, en su dimensión social, la personalidad. Adrede se dejó
entonces un aspecto importante, tan importante que merece un tratamiento aparte. Este aspecto se
refiere a la conducta llamada desviada.
Para comprender el alcance de la cuestión en la que ahora vamos a entrar considere un ejemplo
sencillo de la vida diaria: ¿No llama la atención a la gente el hecho del comportamiento tan distinto
que suelen presentar los hermanos entre sí? Todos ellos tienen los mismos padres y aunque
hayan asistido a la misma escuela, es decir, aun cuando los principales agentes de socialización
sean iguales, en todos ellos sus conductas difieren en muchos aspectos, a menudo incluso
importantes de su personalidad.
Tal hecho sugiere que el proceso de socialización no es un proceso automático, mecánico, sino
que cada sujeto da unas respuestas hasta cierto punto individualizadas a los estímulos provinentes
de tal proceso. La socialización no fabrica robots sino que forma personas.

Y es que durante la socialización podemos dar dos tipos esencialmente diferentes y hasta
opuestos de respuestas. Podemos ajustarnos y seguir los modos de conducta que nos han
enseñado y hemos aprendido como convenientes, o bien apartarnos de tales modos. En el primer
caso, nos conformamos con el orden social prescrito por los grupos que nos sociabilizan; en el
segundo, en cambio, nos mostramos disconformes con dicho orden, y en vez de adaptarnos a él
nos apartamos o desviamos de las conductas vigentes en ellos.

En este último supuesto suele hablarse, por lo dicho, de conducta desviada. ¿Desviación de qué?
Pues de lo que normalmente suele hacerse en el grupo o sociedad que se considera.

Es decir, que se llama desviada a aquella conducta que viola lo que los demás esperan
normalmente. Esta última palabra sugiere que el tema de la desviación se relaciona con el de la
normalidad. Y dicho más exactamente, que la conducta desviada se opone a la conducta normal.

Si la desviación consiste en una conducta que no es normal, el problema se plantea, entonces, en


términos de indagar qué es lo que se entiende por normalidad. ¿Cuándo una conducta puede
considerarse normal?

Sin embargo, enfocada así la cuestión del comportamiento que se desvía de las normas previstas,
queridas o establecidas en cualquier agrupamiento social, es una cuestión que se presta a un
debate inacabable y que lleva hasta muy lejos. Piense usted, por ejemplo, que en contrapartida a lo
dicho arriba, la conducta desviada es algo tan corriente en la vida social que, según como se
mitren las cosas, aquélla es la conducta más normal que existe. A usted no se le ocultará que
hemos caído en un sutil juego de palabras, lo cual se debe a que lo normal o lo anormal pueden
recibir diversos significados (estadístico, patológico, biológico, cultural, etc.).

A pesar de que el problema de la conducta normal es un problema muy sugestivo, por lo que le
invitamos a interesarse por él, no podemos entrar aquí en su estudio, ni es imprescindible dentro
de los límites en que se mueve el presente curso.

Para cerrar este punto sólo añadiremos que es aplicable a los científicos sociales lo que se dice de
los médicos: que saben muy bien lo que es la enfermedad pero que se les pone en grave aprieto si
se les pide que expliquen qué entienden por salud.

Si queremos, pues, evitar el escollo que “ex profeso” hemos querido tocar, hay que buscar un
camino para entrar en el estudio de la conducta desviada que no sea el de contraponerla a la
conducta “normal”.

Quizás un nuevo camino que parece mucho más abordable sea el examinar qué es lo que pasa
cuando uno no sigue el orden social por apartarse de los esquemas o modelos de conducta
aprendidos y establecidos. Es decir, ver que consecuencias se derivan del hecho de violar la
conducta socialmente aprobada.

LA VIOLACIÓN DE LA CONDUCTA ESTABLECIDA


El apartarse de lo establecido entraña la incógnita de si la conducta realizada caerá bien o mal a
los demás. Es decir, en términos prácticos, si las consecuencias serán de premio o castigo ante
nuestro comportamiento. Porque, he ahí lo importante, cualquier conducta que no sigue las reglas
establecidas es objeto de respuesta aprobatoria o desaprobatoria por parte de los demás. Y, claro
es, la desaprobatoria es la que más preocupa.
Los grados de esta reacción desaprobatoria (o sanción negativa, como puede llamársela) de los
otros pueden ser débiles o pueden llegar a ser muy fuertes. Todo dependerá de si el valor
transgredido ataca algo que es estimado poco o muy importante por los otros.

Por ejemplo, si dejo de saludar a un buen amigo con el que me topo en plena calle, sin duda que a
él le extrañará mi conducta. Y tratará de entenderla preguntándome qué me pasa o, si no
encuentra una justificación a ella, se enfadará conmigo sin que mi acto probablemente dé lugar a
que me retire su amistad, pues lo ocurrido no llega a ser nada grave aunque sí anormal, o para
evitar esa palabra por lo arriba dicho, infrecuente o, mejor aún, extraño.

Pero si se me ocurre en pleno verano salir de mi casa en un día de fuerte canícula reinante y
pasear desnudo por la calle no sólo seré centro de miradas entre divertidas e irritadas sino que es
previsible que se me conduzca a la comisaría más próxima o que se me encierre en el manicomio.
¿Por qué? Porque he violado algo que, con razón o sin ella, que esto ahora no es el caso, es
estimado como muy fundamental en mi medio social.

Una conclusión cabe sacar de todo esto: La importancia de las normas o pautas de conducta que
imperan en un sistema social se miden a través de las respuestas sancionadoras que los demás
dan a nuestros actos cuando éstos se apartan de dichas normas.

Tan importante es este fenómeno que toda una línea de investigación de la conducta social,
relativamente reciente y todavía muy de moda en los Estados Unidos, conocida con el nombre de
etnometodología, se basa en realizar experimentos consistentes en atacar “ex profeso” el orden
social para observar las consecuencias que esto acarrea y estudiar, a través de ello, los
mecanismos o procesos sociales que regulan la conducta individual y colectiva.

CONFORMISMO E INCONFORMISMO

El análisis que acabamos de hacer acerca de la conducta que no sigue lo establecido puede
proseguirse en un marco conceptual que ya nos es familiar: el de las actitudes.

A la tendencia conductual consistente en seguir lo que está socialmente prescrito podemos


llamarla conformismo social. Y la tendencia de no seguir lo establecido, inconformismo.

Aunque ambos tipos de conducta pueden ser ocasionales, o sea esporádicos, y referirse a una
situación única, es evidente que si interesan a la Psicología social es en tanto que originan
actitudes, y por tanto en lo que tienen en tendencias integrantes de la personalidad como rasgos
individuales. Esto es, interesan al psicólogo social sobre todo, cuando obedecen unas tendencias
conductuales ante determinadas situaciones. Así, cuando de la juventud actual se dice que es
inconformista se la está caracterizando en términos actitudinales.

¿Cuándo y por qué se adopta una u otra actitud? La respuesta a esta pregunta puede darse desde
dos enfoques distintos a la par que complementarios. De una parte, considerada la cuestión desde
la perspectiva de la Psicología de la personalidad, equivale aquella pregunta a interrogar sobre si
existen algunos rasgos individuales que sean típicos del sujeto conformista. Y, en este sentido, son
varios los psicólogos que encuentran que la persona conformista tiende a ser intelectualmente
menos segura de si misma, eficaz y madura en sus relaciones sociales, así como más autoritaria,
rígida y necesitada de aprobación social que el inconformista.
Por otra parte, si tenemos en cuenta que la personalidad se forma a través del proceso de
socialización, los rasgos mencionados encuentran su origen último en las características de dicho
proceso. De ahí que pueda preguntarse, desde un punto de vista psicológico social, cuándo dicho
proceso facilita las actitudes de inconformismo.

Veamos primeramente, con un poco más de matiz, qué es lo que mueve a la gente a conformarse
con lo establecido. Entre las condiciones que facilitan la conformidad cabe citar, siguiendo a
Klineberg, además de la sanción del grupo ante la violación de sus reglas –aspecto que acaba de
explicarse más arriba-- la sugestión de prestigio social consistente en el hecho de que ante un
problema uno se siente respaldado por la opinión del grupo; la ignorancia de las costumbres de
otros grupos o culturas lo que facilita el aceptar las propias; y la coerción social mediante el empleo
de la violencia para que uno se conforme con la conducta establecida.

Ahora bien, una cuestión está en el aire. Está claro que una actitud conformista no implica riesgo
social alguno, a diferencia del inconformismo que es una conducta que por violar las normas
establecidas sólo puede presentar problemas para quien la elige. Entonces: ¿por qué se es
inconformista?

¿POR QUÉ SE ES INCONFORMISTA?

Los innovadores son un tipo de inconformistas, aceptan las metas pero no los medios.
Innovador ritualístico
Los retraídos son otro tipo de inconformistas no aceptan ni las metas ni los medios.
El retraído solo rechaza.
El rebelde sustituye.

Aclaremos la afirmación anterior: las ventajas de la conducta conformista son, ciertamente, obvias.
Seguir la conducta aprendida es cómodo, ahorra tener que innovar conductas y sobre todo, ahorra
problemas. Quien se comporta como es habitual en su grupo de amigos, en su familia, o entre sus
compañeros de trabajo se da cuenta que ello le evita muchos quebraderos de cabeza.

Exactamente lo contrario le ocurre a aquel que no está de acuerdo con la conducta aprendida de
los demás, prescrita por los otros, que se conduce de un modo diferente al esperado y por lo tanto
extraño. Por añadidura, tiene que “inventar” sus comportamientos al pretender introducirlos en su
grupo, comportamientos que por no ser esperados por los demás probablemente serán rechazados
o difícilmente aceptados (salvo excepciones, como en el caso de que el sujeto sea el líder del
grupo, pero sobre este caso, que no es tan simple, como parece, hablaremos en un tema próximo).

La conducta inconformista exige una “inventiva social” en el sentido de que exige crear una
conducta nueva, al menos nueva allí, en aquel medio.

Incluso el simple dejar de hacer algo, la conducta omisiva, en tanto que la podemos realizar de
muchas maneras distintas requiere cierta “inventiva”.

Ante esto, repitamos la pregunta inicial: ¿Por qué se es inconformista? Entre las principales causas
hay que citar dos: a) una insuficiente sociabilización, la cual puede deberse a que la interiorización
de las normas haya sido parcial, a que el contenido normativo de los roles resulte impreciso, o
también a un escaso control social por ser débiles las recompensas o las sanciones ante la
infracción de las normas; y b) una situación social estimada injusta por el sujeto o por el grupo
inconformista.

Ahora vamos a formularnos dos preguntas: ¿Es posible que una persona sea en todos sus
comportamientos siempre conformista? ¿Cabe una conducta total y constantemente inconformista?
La respuesta, naturalmente, es negativa en ambos casos. Afirmar ambas sería esterereotipar la
realidad (repase el tema tercero para ver lo dicho sobre qué es el estereotipo) porque en cuanto al
conformismo, la individualización con que cada uno responde al proceso se socialización impide el
conformismo absoluto, y por lo que se refiere al inconformismo no es posible, ni siquiera
imaginable, que una persona pudiera elaborar continuamente conductas absolutamente diferentes
a las queridas y esperadas por los demás.

Otro aspecto que conviene observar sobre las actitudes que analizamos es el de su relatividad.
Queremos decir que el inconformista, al serlo, suele conformarse con algún otro orden social, o
sea, que en otro aspecto es conformista. La banda de gangsters, por ejemplo, cuya conducta se
aparta de las normas que rigen la sociedad se atiene a ciertos comportamientos que son
aprobados aprendidos y esperados en el seno de su grupo. Y sus miembros, socialmente
inconformistas, son conformistas con referencia a su propio grupo.

Sobre este último punto, que afecta ya a la conducta de grupo, volveremos en un próximo tema.
Ahora sólo hemos querido llamar la atención acerca del carácter relativo del conformismo y del
inconformismo sociales. En resumen, tanto una como otra actitud siempre se definen con
referencia a un determinado sistema social, por lo que, si se cambia el marco de referencia puede,
incluso quedar invertido el sentido social de la conducta considerada.

LOS MODOS DE ADAPTACIÓN PERSONAL A LA SITUACIÓN SOCIAL

Uno de los más importantes psicólogos sociales y sociólogos contemporáneos, el norteamericano


Robert Merton, ha formulado una tesis muy elaborada que, aunque puede ser discutida, merece
gran atención, puesto que aclara muchos aspectos del tema que estamos tratando.

Vale la pena exponerla aquí porque se refiere a unos tipos de conducta que actualmente son muy
preocupantes en todas las sociedades. ¿Cuál es el significado psicológico social de conductas
como la delincuencia, la adicción a las drogas, etc.? Usted podrá estar o no de acuerdo con la
explicación de Merton, pero, en cualquier caso, le hará reflexionar profundamente sobre estas
conductas que caracterizan negativamente a nuestro tiempo.

Para exponer la teoría de Merton es necesario comenzar explicando cómo concibe él un sistema
social (aclaremos que por sistema social entiende cualquier grupo humano organizado, desde una
familia hasta un barrio y, especialmente, toda una sociedad como la norteamericana a la que
explícitamente se refiere).

En un sistema social hay que distinguir dos elementos:

a) Los objetivos establecidos o que se propone la gente.

b) Los medios establecidos por ella para lograr aquéllos.

Los objetivos no son otra cosa que las metas culturales, o sea, la cultura como valor; los medios la
vida social organizada institucionalmente, o sea, lo que se llama instituciones.

Ahora bien, ante cualquier situación social, así como en toda conducta, confluyen siempre ambos
elementos. Puntualicemos que el orden social establecido se basa en la aceptación de uno y otro
aspectos del sistema.

¿Cómo se adapta uno al orden establecido, definido, como se ha visto, por unas metas prescritas
culturalmente y por unos medios institucionalizados que literalmente le son dados, proporcionados
al sujeto a través de un proceso de socialización?

Una de las conductas que puede elegir es, sin duda, la de conformarse con ese orden. Pero puede
también no conformarse con él. Y esto ya de un modo total o de un modo parcial. La agudeza de
Merton estriba en matizar los diversos modos de adaptación, aclarando sus diferencias y su
sentido.

Para ello sintetiza en un cuadro los cinco tipos de respuesta que engloban los supuestos
explicados. Examinemos con cierta detención dicho cuadro:

TIPOS DE CONDUCTA MODOS DE ADAPTACIÓN METAS CULTURALES MEDIOS INSTITUCIONALES

I Conformismo Aceptación Aceptación


II Innovación Aceptación Rechazo
III Ritualismo Rechazo Aceptación
IV Retraimiento Rechazo Rechazo
V Rebelión Sustitución Sustitución

Como se ve, el primer tipo de conducta corresponde al conformismo, el cual consiste en la


conducta que acepta tanto las metas culturales como los medios para lograrlas.

Los restantes cuatro tipos constituyen diversas conductas cuyo denominador común es el
inconformismo. Uno de los méritos de la teoría de Merton es precisamente la de mostrarnos que
bajo esta denominación se agrupan conductas muy diversas, como vamos a ver.

Vamos a examinar con cierto detenimiento los tipos del II al V. No sin antes señalar que las
etiquetas con que los ha bautizado Merton no son demasiado acertadas pero al no haberse
propuesto otras mejores siguen siendo las empleadas por todos aquellos que se ocupan de aquella
teoría.

La innovación

Este primer modo de inconformismo es revelador de las especiales concomitancias que pone de
manifiesto el enfoque de Merton. Por innovación se entiende aquella conducta que acepta los
valores establecidos, tales como el poder o la riqueza, pero en cambio no acepta los medios
institucionalizados para llegar a poseer, a alcanzar a dichos valores, sino que para conseguirlos
emplea otras vías distintas a las aprobadas por la sociedad. La innovación estriba en que se
recurre a unos medios distintos a los socialmente aprobados.

Dos ejemplos bien diferentes permitirán comprender en todo su alcance el inconformismo


innovador.

El primero de ellos se refiere a la “maffia”, verdadero sindicato del crimen en los Estados Unidos,
aunque sus actividades van mucho más allá de sus fronteras, que agrupa nada menos que a unas
50.000 personas y que cuenta con una perfecta organización clandestina. La Cosa Nostra, como
es conocida la maffia entre sus miembros, obtiene poder y riqueza a través de procedimientos tales
como el chantage, los préstamos usurarios, el juego ilegal, el tráfico de tabaco y de
estupefacientes, etc.

El segundo ejemplo, aparentemente está muy alejado del anterior. Es el caso de muchas grandes
o medianas fortunas. Es relativamente común el hecho de ciertas familias que se han enriquecido
rápidamente o, como se dice, de la noche a la mañana, Y los medios que han empleado tienen un
origen no demasiado claro, o mejor dudoso, sino jurídica al menos socialmente. En el mismo
sentido, pero de lleno ya en el campo de la delincuencia jurídicamente tipificada, entran las
conductas de la clase media nueva o dependiente, conocidas por los criminólogos y los sociólogos
como delitos de “cuello blanco” (white collar), por ser sus autores gente aparentemente acomodada
con un ritmo de vida superior a sus posibilidades, siendo uno de los más comunes y
representativos el desfalco.

El ritualismo

Otro tipo de conducta inconformista viene dada por el caso, inverso al anterior, en el que uno se
conforma con los medios aprobados socialmente pero rechaza alguno o algunos de los objetivos
que la cultura que le ha socializado señala como deseables. Se trata, en realidad, de una renuncia
a las metas sociales, y en la práctica se traduce en no aspirar al ascenso en la escala de prestigio
social.

El caso más representativo, no hay que sorprenderse porque en principio resulta algo inesperado,
viene dado por la conducta del burócrata. Es decir, por el hombre inserto en una gran organización
administrativa, de carácter público o también privado, que ya “se encuentra bien donde está”, que
no quiere complicarse la vida y huye de más responsabilidades. Se ha dicho que ésta es una
conducta típica de la clase media inferior norteamericana pero fácilmente se podría extender a la
de otros países.

¿Quién iba a pensar que el burócrata es un inconformista? Es indudable que uno de los méritos del
estudio de Merton, como apuntaba al principio, reside en hacernos ver que el inconformismo es un
fenómeno mucho más complejo y rico de lo que a primera vista parece y que conductas como la
que acabamos de describir, encierran en el fondo una actitud en la que no está ausente el rechazo
de ciertos aspectos del orden establecido.

El retraimiento

Los dos tipos de conducta que acabamos de exponer representan un inconformismo parcial, ya
que se rechaza tan sólo uno de los dos elementos componentes del orden establecido en el
sistema social. Otra clase de inconformismo aparece cuando el sujeto rechaza tanto uno como otro
elemento, o sea tanto los objetivos propuestos por la sociedad como los medios dispuestos. Se
trata, por consiguiente, de un doble rechazo. El resultado es la conducta que Merton denomina
retraída.

Es el caso de los que se entregan a una vida vagabunda, desde el clásico hobo norteamericano
hasta el famoso clochard francés que duerme bajo los puentes del Sena o busca en invierno el
calor de los corredores del metro parisino. Es el caso también de los alcohólicos y demás
toxicómanos.

Otro ejemplo es de los beatnicks (y en su otra versión, los hippies, aunque ciertos aspectos de la
vida de estos últimos dan pie para pensar que podrían entrar más bien en el tipo de inconfomismo
que citaremos a continuación, pues pretenden establecer un nuevo modo opuesto al tradicional de
la comunidad familiar, dar al trabajo un sentido diferente al que hoy impera, entender de una
manera distinta las relaciones entre los hombres, etc, pero de todo esto se hablará en el último
tema, dedicado a los problemas de la conducta social en las sociedades contemporáneas).

¿Qué es lo característico del retraimiento? Pues el rechazo tanto del conformismo como del
inconformismo parcial. La solución que el retraído da a su vida es a través de una evasión social
basada en un rehusar la moral establecida por entenderla falsa, hipócrita, etc. Su conducta le
margina socialmente, aislándole en sí mismo, y de ahí la denominación de retraimiento.

Esto no significa que el retraído tenga un comportamiento forzosamente individual, aunque lo es


por ejemplo en el caso del vagabundo. El modo como procura adaptarse al medio social hace que
fácilmente se agrupe con otro que haya optado por la misma solución que él, lo que es patente en
el movimiento beatnick.
La rebelión

Llegamos por último, al modo de adaptación individual más radical y más paradójico frente a un
orden social con el que no se está conforme porque se estima injusto, caduco, inútil. Es el modo
que origina la conducta rebelde.

En principio, la rebeldía social es parecida al retraimiento. El rebelde, al igual que el retraído,


rechaza tanto los objetivos culturales como los medios institucionales. Sin embargo, su conducta
no es de huida sino de enfrentamiento (y en este aspecto guarda una semejanza parcial con el tipo
II, basado en la innovación de vías de acceso a los valores sociales).

La rebelión surge, como dice textualmente Merton, cuando” se considera el sistema institucional
como una barrera contra la satisfacción de metas legítimas” (Merton. Teoría y Estructuras
Sociales, México 1965, Ed. Fondo de Cultura Económica. Segunda edición, pág. 165). Ante esta
barrera, el sujeto pretende, con o sin éxito, sustituir no sólo las metas establecidas por las que él
estima deberían ser las vigentes sino, en su consecuencia, también sustituir los medios
institucionalizados por otros congruentes con aquellas metas.

Como se ve aquí la innovación es total y afecta al fondo del sistema social. En realidad, la
conducta rebelde obedece a motivaciones muy distintas al resto de las actitudes inconformistas,
como Merton ha reconocido en un trabajo posterior. El rebelde pretende cambiar la estructura del
sistema social al menos en alguno de sus aspectos, y por ello quizá no es apropiado considerar su
caso como un modo de adaptación al statu quo del sistema. En realidad, el rebelde más bien
pretende lo contrario, esto es, que el sistema se adapte a él.

¿Ejemplos de rebeldía social? Seguro que el lector ya ha pensado en el caso, tan debatido, de la
juventud contestataria. Y ciertamente ha pensado correctamente, pues el ejemplo está bien
aplicado.

Sin embargo, la conducta rebelde es mucho más compleja y rica, y su alcance mucho mayor de lo
que a primera vista pudiera creerse. En efecto, pensemos en los grandes rebeldes de la historia de
la humanidad. Sin duda alguna, los grandes innovadores religiosos como Jesús, los grandes
revolucionarios políticos como Karl Marx, pero también los grandes artistas creadores como Pablo
Picasso, e incluso los grandes científicos como Albert Einstein han de considerarse, cada uno en
su campo de actividad, como rebeldes sociales. Y por lo tanto como inconformistas.

En resumen....

El proceso de socialización no moldea por igual a todas las personas. Entre otras razones, porque
éstas pueden seguir las normas aprendidas como socialmente aprobadas o no seguirlas. Cuando
se apartan de ellas, su conducta se dice desviada. En este caso, según la importancia del valor a
que se refiere la norma violada, la sociedad dará una respuesta negativa (castigo, sanción) más o
menos fuerte. La tendencia a desviarse constituye la actitud inconformista, engendrada por una
insuficiente socialización o por una situación social estimada injusta.

El inconformismo exige que el sujeto se adapte a la situación con una conducta que puede tomar
varios modos: innovación, cuando se rechazan los medios institucionales; ritualismo, si no se
aceptan las metas culturales; retraimiento, cuando se rehusan ambas cosas; o rebelión, si además
de rechazarlas el sujeto las sustituye por unas metas y unos medios diferentes a los socialmente
aprobados.

EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN
1.-El proceso de socialización no es automático sino que cada sujeto da respuestas .....................
al mismo.
2.-Ante las normas aprendidas en el proceso de socialización la persona puede
responder .................. o ....................de las mismas.
3.- Violar el orden establecido lleva siempre consigo el riesgo de una ................. negativa por parte
de la sociedad.
4.- El conformismo o el inconformismo como tendencias de conductas que integran la
personalidad, constituyen ................ del sujeto.
5.- Según el marco normativo que se tome como referencia, una conducta será .................. o
será ................
6.-Los condicionantes culturales de la conducta conformista o inconformista vienen dadas, según
Merton, por los ................., las ..................., y los ........................
7.- El conformismo que es la adaptación personal al sistema social, consiste en ....................... las
metas culturales y los medios institucionales.
8.- La actitud de retraimiento ante el orden establecido, se define por una conducta
de ................................ de los medios y las metas socioculturales.
9.- El rebelde social pretende .......................... la estructura del sistema social en algunos aspectos.

LA ANOMÍA

La comprensión de la conducta desviada quedaría incompleta, si no se considerara otro aspecto


que hace referencia directa a la situación personal o social en que se encuentra el que se desvía.
Se afirma, en efecto, que ciertas situaciones llamadas anómicas provocan desviación, lo que
significa que esta desviación se debe más a la situación en que se encuentra el sujeto que actua
que no a su conducta. O dicho de otro modo, que la conducta desviada es un efecto de la situación
y no al revés. Pero vayamos por partes ¿Qué es la anomía?

El concepto de anomía fue introducido por el sociólogo clásico francés, Emile Durkheim (1858-
1917) sobre todo en ocasión de su estudio sobre El suicidio.

Generalmente el suicidio ha sido investigado como una conducta que si bien puede afectar a la
colectividad, es puramente individual. Pero a Durkheim se le ocurrió estudiarlo como una conducta
social y para ello recurrió a un análisis estadístico del problema.

El significado y el acierto de este enfoque podemos valorarlo a través de la siguiente afirmación


que con toda seguridad aterra al más impertérrito: sin temor a equivocarnos podemos afirmar que
en España el año próximo van a suicidarse más de 1.500 personas y van a intentarlo sin éxito casi
300.

Tal afirmación puede hacerse debido a la sorprendente constancia que presentan las tasas de
suicidios consumados y de tentativas del mismo, tan sólo alterables en circunstancias
excepcionales (que los estudios posteriores a Durkheim se han encargado de especificar con
mayor rigor científico). Dichas tasas varían en los distintos países, pero en cada uno tienden a ser
constantes.

Ahora bien, lo más importante es la conclusión que cabe sacar de este hecho: la conducta del
suicida no queda enteramente explicada a través de factores biológicos o individuales sino que,
más allá de las causas estrictamente personales, tiene su origen o al menos queda condicionado
fuertemente por ciertas características del sistema social.

Pues bien, desde esta perspectiva social, Durkheim clasificó a los suicidas en tres grandes grupos
según las causas generadoras de su conducta:
a) Los suicidas egoístas, en los que el suicidio es una respuesta de huida para no enfrentarse con
la realidas social en la que está inmerso. Es el caso del célibe que elimina su vida.

b) Los suicidas altruistas, que toman la fatal decisión obrando en interés de la sociedad. Así
puede considerarse la muerte de muchos héroes en tiempo de guerra.

c) Los suicidas anónimos, que se matan porque en ellos fracasa el control social ante una
situación límite para la persona que la sufre.

La importancia de la anomía reside en que no sólo permite explicar cierta clase de suicidios sino
que, en gran medida, explica la conducta desviada.

Para profundizar en el concepto objeto ahora de nuestra atención, empecemos observando que la
palabra anomía proviene del griego a-nomos que significa literalmente “sin ley”, “sin norma”, y por
extensión “sin orden”. La anomía hace referencia, por tanto, a una situación en la que se encuentra
un sujeto, caracterizada por no existir una norma social que pueda orientar su conducta. Es, pues,
una situación de desorientación conductual que generalmente se debe a que en dicha situación
coinciden varias normas sociales que prescriben al sujeto, simultáneamente y con idéntica fuerza o
presión, conductas no sólo distintas sino contradictorias.

Adelantemos que la única salida posible ante la anomía es la desviación.

Pero veamos antes un ejemplo de situación anómica que nos ayude a entender prácticamente el
conflicto psicológico y social que conlleva.

El conflicto de los roles

En el tema anterior ha quedado explicado el concepto de rol y vista su importancia en la formación


y desarrollo de la personalidad. Insistamos, no obstante, en que cada persona desempeña un
conjunto variopinto de roles a lo largo de su vida, e incluso a lo largo de una sola jornada de su
vida. Por ejemplo, un honorable y prestigioso militar es a la vez un buen y querido padre de familia
(además de jugador de golf, de contertulio, de peatón, de vecino, de católico practicante, etc.). Y
bien, es posible que en un momento dado de la vida de nuestro personaje los dos roles
mencionados en primer lugar se “crucen” coincidiendo en una misma situación de modo
divergente. Por ejemplo, su hijo más querido es llamado a filas para ir al frente de guerra. De un
modo relativamente fácil podría conseguir para éste un destino nada peligroso, como en
intendencia, lo cual estaría de acuerdo con su convicción de que un buen padre debe proteger y
ayudar a sus hijos. Sin embargo, su moral militar le prescribe todo lo contrario. El resultado es una
situación harto difícil y nada ambigua, sino demasiado clara: una situación de hondo conflicto
humano, generado por normas sociales que exigen conductas opuestas. ¿Cuál es la conducta
adecuada?

El conflicto es, en rigor, insuperable. Véase el simple esquema siguiente:

A
S
B

El sujeto (S) debería a la vez hacer dos conductas contrarias, la prescrita por el rol familiar (A) y la
exigida por el rol militar (B). Y está bien claro que si realiza A se desvía de A, y que si opta por la
conducta B se desvía de A. No hay, pues, salida socialmente digna. El sujeto se encuentra metido
en un callejón sin salida.
Lo que pasa es que el conflicto de roles puede ser relativo o aparente, puesto que depende de la
importancia que el sujeto confiere a cada uno de los roles en conflicto (los cuales, por supuesto,
pueden ser más de dos). Si para el sujeto el rol de militar es el eje alrededor del cual gira todo el
resto de sus roles, está claro que no hay entonces un auténtico conflicto. En tal caso, la conducta a
realizar no ofrece duda –el sujeto optará por B– aunque no deja de conllevar ciertos problemas.

Por otra parte, un conflicto de roles puede ser poco o muy grave, según la importancia de los
valores que entren en juego. Continuando con el ejemplo propuesto, está claro que la vida del hijo
es un bien sumamente apreciado. Pero si se tratara sólo de que éste tuviera un destino
simplemente más cómodo, el conflicto apenas tendría trascendencia, el conflicto y la solución del
mismo sería mucho más fácil para el actor.

Si analizamos el significado o psicológico de la anomía, provocada como vemos por el conflicto de


roles, advertimos que la fuente principal generadora de la situación es, desde el punto de vista
subjetivo o del sujeto actuante, la existencia de un desequilibrio entre el deseo y su satisfacción,
entre lo que se aspira y lo que se realiza. Ese estado anómico es un estado de tensión, producida
doblemente por la frustración de la conducta no realizada y por la desviación de la conducta
elegida.

El desequilibrio entre los medios y los fines socioculturales

Pero el fenómeno de la anomía ha de analizarse además desde una perspectiva más amplia, que
viene dada por el hecho de que la conducta del sujeto tiene además una inevitable dimensión
social. Y vista así, se advierte en toda situación anómica un debilitamiento de las normas sociales,
ya que éstas dejan de controlar en algún aspecto la conducta personal.

El conflicto situacional, socialmente considerado, o sea, desde un punto de vista objetivo, se


presenta además como un desequilibrio entre los medios de que dispone el sujeto y los fines que él
se propone. En el ejemplo del padre militar, el sistema social no le ofrece ningún medio aprobado
socialmente para resolver la situación, a pesar de que el sistema le pide (y debido a la
internalización de normas producida en el proceso de socialización, él mismo se exige a sí mismo)
tanto ser un buen militar como ser un buen padre.

El citado desequilibrio entre medios y fines ha sido la base del estudio que de la anomía y la
desviación social ha hecho Merton, con posterioridad a Durkheim. Este estudio que como se ha
visto comprende los modos de adaptación personal permite analizar el fenómeno en un marco más
amplio, a escala macrosocial, que revela toda la complejidad de la anomía.

Esto puede advertirse en el ejemplo que ofrece el propio Merton: La sociedad norteamericana, nos
dice, es generadora de una elevada dosis de anomía (fíjese que ahora el acento recae sobre el
sistema social más que sobre el individuo) porque prescribe a todos sus miembros el triunfo o éxito
social como uno de los valores más importantes, sin embargo no proporciona a todos los medios
necesarios para alcanzar el éxito. El resultado es que muchos, ante esa situación desequilibrada
buscan el éxito por otros medios. Lo que explica la gran cantidad de conductas desviadas que se
dan en el seno de aquel sistema, puesto que la consecuencia de la anomía es la desviación. La
estructura social se relaciona altamente pues, con la anomía. Y cualquier cambio social (sea
favorable o no) en tanto que altera las relaciones habituales entre los medios y los fines sociales,
entre las conductas y sus metas provoca situaciones anómicas y las consiguientes respuestas
desviadas.

Una cosa hay que advertir. El hecho de que la conducta desviada sea más frecuente entre los
anómicos que entre los que están socialmente integrados, no significa que estos no puedan por
causas diferentes a la anomía, desviarse. Recordemos que el análisis del suicidio, de Durkheim,
muestra que no sólo se suicidan los anómicos.
Medición de la anomía

El concepto de anomía es interesante porque es susceptible de ser medido. Esto es posible porque
la anomía se traduce en una actitud del sujeto y es a través de tal actitud como puede inferirse el
grado de anomía que una persona presenta. Recuerde que en el tema 2 ya vimos que una de las
formas de medir las actitudes es mediante el sistema de escalas; en base a ello, Leo Srole propuso
un test para valorar la anomía contenida en las actitudes de un sujeto hacia la sociedad en que
vive. Christie lo ha revisado dándole la forma que hoy se emplea.

Este test es conocido técnicamente con el nombre de “Escala de frustración anómica (FA) de Srole
Christie”. Se compone de una serie de diez frases que deben ser contestadas por el interrogado en
el sentido de si está o no de acuerdo con la afirmación que en cada caso se formula (en caso de
duda del sujeto debe contestar aquello hacia lo que, en último término, se inclinaría.

¿Quiere usted conocer su grado de anomía? He aquí la batería de preguntas de la escala FA (E.H.
Mizruchi: Success and opportunity, Nueva York. The Fre Press of Gleucoe, 1964,p.90 y sg.). Si la
aplica a usted mismo ello le hará comprender mejor que es la anomía y cómo se miden fenómenos
psicológicos sociales de esta clase.

Conteste afirmativa o negativamente a las preguntas de la escala. Anote las respuestas junto al
número de la pregunta.

¿Ha contestado ya Ud. A las diez preguntas? Bien, anótese 1 punto por cada contestación “de
acuerdo” que haya dado a las preguntas 3, 6, 7, 9, y 10. Y, asimismo, 1 punto por cada respuesta
“en desacuerdo” dada a las preguntas restantes. El total de puntos debe oscilar entre 0 y 10.
Es difícil que usted haya sacado 0 puntos, calificación que indica una ausencia absoluta de
anomía. Igualmente es muy difícil que haya obtenido 10 puntos, lo que señalaría un estado
anómico total. Su grado de anomía viene dado por la puntuación relativamente alta o baja
conseguida.

Con todo, en el supuesto de que usted se acerque significativamente al 10 (por ejemplo, más de 5
puntos), no debe forzosamente preocuparse, porque la anomía, comno la desviación, no es en sí
misma buena ni mala sino que lo importante es conocer sus causas y efectos. La anomía puede
llevar a uno a la destrucción o a la creación, e incluso a la mediocridad. Esto se ve claramente en
la teoría de Merton sobre los diferentes modos de adaptación personal.

Añadiré que lo que el test de Srole mide en realidad es el grado de frustración anómica a través de
la autopercepción individual y de ahí que se le haya bautizado con esta expresión. Significa, por
tanto hasta qué punto una persona está defraudada de la sociedad en que vive. Pero nada |indica
acerca de las consecuencias conductuales de ello, o sea acerca del tipo de respuesta que, en
consecuencia del estado anómico, vaya a darse por parte del sujeto analizado.

Parece obvio decir que si son muchos los frustrados anómicos en un sistema social, posiblemente
la anomía sea mucho menos imputable a estros y más a las características estructurales de dicho
sistema.

Y en efecto, ésta es una de las conclusiones que cabe sacar del estudio que de la anomía hace
Merton.

ESCALA DE FRUSTRACIÓN ANÓMICA (FA) DE SROLE-CHRISTIE


1. A la mayoría de los que mandan no les interesan, en realidad, los problemas del hombre de la
calle.
2. Para una persona con salud existen muchas cosas más importantes que el dinero.
3. Hoy en día, uno no sabe de quien fiarse.
4. Siempre puedo encontrar algo que haga que la vida valga la pena ser vivida.
5. Es una buena cosa planear por adelantado el futuro.
6. Por muchos esfuerzos que uno haga en esta vida casi nunca se consigue lo que se desea.
7. A la mayoría de la gente no le preocupa realmente lo que le pasa a los que están a su
alrededor.
8. Teniendo en cuenta la situación actual, el futuro es prometedor para los jóvenes.
9. A pesar de lo que algunos dicen, la vida es cada vez peor.
10. Para hacer dinero no hay medios buenos o malos sino modos fáciles y difíciles.

La marginación social

El tema de la conducta desviada culmina en la cuestión de la marginación social, un problema que


ha merecido relativamente escasa atención por parte de la Psicología social, a diferencia de la que
le ha prestado la Sociología. Esto se debe, probablemente al hecho de que las soluciones a dicho
problema, dado su carácter macrosocial, han de venir mucho más de esta última que de aquélla.

Hace años, un sociólogo, Park, interesado por los problemas sociales de las ciudades, introdujo el
término marginal man (traducido luego por “personalidad marginal”) para designar aquellas
personas cuya conducta se halla al margen de los límites admitidos del sistema sociocultural.
Generalmente tales personas forman minorías que no están ni completamente dentro del sistema
ni enteramente fuera de él.

El choque de culturas

Esta situación fronteriza produce fácilmente conflictos de normas y por lo tanto anomía, y en
consecuencia conductas desviadas. Ello ocurre porque los marginados se encuentran sometidos a
la presión y control de dos o más sistemas culturales diferentes y, en más o menos aspectos,
incluso contrarios.

La marginación es un factor facilitante de la afiliación a un grupo. Es decir, las personas


marginadas tienden a unirse en grupos debido a la homogeneidad de situación en que todas ellas
se encuentran. Esta identidad de situación social puede venir dada por el color de la piel (los
negros, los gitanos, etc.), la religión (los judíos, los cristianos, etc.), el nivel económico (los pobres),
las creencias políticas, etc. El grado de cohesión de tales grupos suele ser muy elevado.

Un ejemplo particular de marginación es el de los emigrados, los cuales viven su cultura original en
medio de una cultura que les es ajena, extraña, por lo que la sociedad que les cobija les margina.
Un caso especial es el de sus hijos, los cuales nacidos o socializados desde pequeños ya en el
nuevo país intentan asimilar la cultura de éste sin, por otra parte, querer renunciar a la cultura
paterna. Se hallan, pues, simultáneamente, bajo la normativa de la cultura nueva, lo que
representa un estado de anomía casi constante, porque en ellos el choque de las dos culturas es
mucho más fuerte que en sus padre.

Finalmente, obsérvese que la marginalidad es un aspecto especial de la desviación, peculiarizado


porque los desviados marginales no pueden hacer casi nada para eliminar la fuente de su
desviación. Es más, en ellos se produce un fenómeno del tipo “el pez que se muerde la cola”, o
expresado en términos técnicos que ya conoce (recuerde el tema 3 de Psicología Social), se
produce un circuito en feed-back, que se retroalimenta a sí mismo. Esto es, la marginación produce
ella misma más marginación, ya que ante el hecho de que la sociedad les margina, tales personas
o grupos reaccionan automarginándose todavía más, aislándose de aquélla y buscando en el
propio grupo protección y apoyo social.

El problema de la marginación social es, por todo ello, uno de los problemas sociales más graves y
de más difícil solución, un problema que debería merecer más atención de lo que merece a los
científicos sociales.

En resumen...

La anomía es una situación de desorientación normativa en la que se encuentra un actor por no


ofrecerle la sociedad una norma que guíe su comportamiento. Esto ocurre en los conflictos de
roles, cuando estos últimos son igualmente importantes para aquél. A nivel macrosocial, implica un
desequilibrio entre los medios institucionales y los fines culturales. La Escala de Frustración
Anómica (FA) mide el grado de anomía de un sujeto a través de ciertas actitudes sociales suyas.

Un aspecto especial de la desviación es la marginación social, situación en la que se encuentran


aquellas personas o grupos que no están ni fuera ni dentro de la normativa del sistema. Esto les
sucede a aquellas minorías étnicas, religiosas, etc. Cuya subcultura o cultura particular choca con
la cultura de la sociedad en la están insertas. Es un problema de difícil solución porque se
desarrolla en un proceso que se retroalimenta a sí mismo.

EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN

10.- Apartarse de las normas establecidas por la sociedad o grupo es lo que se


denomina .................social.
11.- Las conductas desviadas por ser frecuentes en la vida social pueden
considerarse ...................
12.- El conformismo social por sus consecuencias para la conducta ..................riesgo.
13.- La socialización insuficiente y la situación social injusta son dos razones de que se dé
el ...............
14.- El ritualista ................... acepta los fines ..............
15.- El retraído se diferencia del rebelde en que el retraído sólo ............. y el rebelde
además ...................
16.- La ............... social es la única respuesta ante una situación ...................
17.- La ................. se produce por carencia de una norma o por haber varias en ........................

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