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El maltrato infantil o violencia infantil genera como naturaleza del problema los abusos y la

desatención a los menores dentro del entorno familiar como en la sociedad. Es decir, que el maltrato
infantil ha sido un problema para la sociedad y se usa la fuerza física u omisión del cuidado por
parte de los padres lo cual vendrían siendo lo que es el maltrato. Ferreira, R.A. (2003, citado por
Junco Supa. 2017) señala que los niños con abandono moral provienen de familias con
funcionamiento inadecuados donde las reglas y límites no son bien definidos, considerados como
familias extremas, con tendencia a ser rígidas, liderazgo autoritario y disciplina estricta. Las
representaciones sociales basadas en mitos y creencias que tienen los adultos, padres, cuidadores,
profesores incluso aquellos que tienen la obligación tuitiva de atender y proteger al menor,
naturalizan e invisibilizan las formas de maltrato infantil. En resumen lo que el autor nos da a
conocer es que los niños con abandono moral son aquellos que no tuvieron reglas y limites dentro
de la familia, nos explica que estos tipos de familias son de disciplina estricta en los cuales las
personas alrededor del menor tienen la necesidad de protegerlos.
La resiliencia pretende reflexionar sobre la importancia sobre el problema del maltrato
infantil y los problemas que ello ocasionara a lo largo de su vida tanto en su desarrollo cognitivo,
social y emocional. Milling Kinard (1998, citado por Morelato 2011) explica que cuando se indaga
la resiliencia en el ámbito del maltrato infantil, es fundamental definir operacionalmente cuál es el
significado de la misma para ese contexto en particular. Es preciso aclarar que es improbable
construir una sola definición de resiliencia en el maltrato infantil, ya que ésta depende de cuáles
eran las competencias del niño previas al maltrato, cómo fue el tipo de maltrato, qué grado de
severidad y cronicidad y qué otros factores estaban asociados, los cuales no siempre son conocidos.
Cicchetti y Rogosch (1997) observaron un impacto diferencial del tipo maltrato (físico,
emocional y sexual) en el funcionamiento de los niños, observando que estas tipologías causaban
mayor deterioro que el maltrato por negligencia u abandono. Estos autores suponen que las
acciones más activas de maltrato podrían ejercer mayor deterioro que las omisiones de atención o la
falta de necesidades básicas, a pesar de no encontrar relaciones directas con los subtipos de maltrato
En conclusión, quieren destacar que al abordar el tema de maltrato infantil como naturaleza de una
problemática implica reconocer los desprotegidos y vulnerables que se encuentran los menores ante
el maltrato que lleguen a sufrir es por ella que la resiliencia es el potencial que poseemos que
“Atenúa los posibles efectos nocivos, y muchas veces logra transformarlos en factores de
superación” (Klinkert, 2002).
Las presentaciones de apego y el maltrato infantil llegan afectar seriamente al menor en su
estado emocional provocando que se dé como consecuencia procesos defensivos desarrollados por
la exclusión proveniente por parte de los padres. Bowlby (1980, citado por Fresno Rodríguez 2012)
plantea que en situaciones de maltrato tempranas los niños desarrollarían procesos defensivos para
enfrentarlas, tales como la exclusión defensiva y la segregación del sistema principal (Bretherton &
Munholland, 2008). La exclusión defensiva busca proteger al individuo de ser consciente de
eventos o pensamientos que puedan ser insoportables si son aceptados como verdaderos (Bowlby,
1980). En resumen, lo que los autores nos dan a entender es que en el caso que los niños
maltratados, sobre todo por los padres y se niegan hablar sobre respecto a lo que está pasando
intentan minimizar o ridiculizar las presentaciones de apego y los sentimientos de sus propios hijos,
también se habla que se da la exclusión defensiva por parte de la persona que lo que intenta lograr
es proteger de los eventos y pensamientos que pueden ser insoportables en la mayoría de casos.
Para Puga (2008, citado por Junco Supa 2017) nos explica que, en su investigación, “las
relaciones interpersonales en un grupo de niños que reciben castigo físico y emocional señala que
estos niños tienen dificultades para involucrarse en relaciones de respeto mutuo, niveles elevados de
agresión, sentimientos disfóricos y alteraciones en las capacidades cognitivas”. Quién también nos
habla de cómo el maltrato hacia los menores los afecta y llegan a desarrollar procesos defensivos
para no que se vean afectados por personas del exterior.
La negligencia o desatención familiar vendrían a ser la naturaleza del problema en la cual se
produce el maltrato infantil por falta de responsabilidad provenientes de los progenitores. Según
(Vargas, Villoría, y López 2018) “La falta de recursos económicos, un bajo coeficiente intelectual,
antecedentes de violencia y una crianza de poca calidad serán los factores de mayor riesgo”.
González y Guinart (2011, citado por Arranz-Montull 2017) consideran como negligencia la falta
de atención y falta de cobertura de las necesidades básicas del niño/a, bien sea de forma temporal o
permanente, por parte de los adultos responsables. Entre las necesidades básicas posibles de
vulneración se encuentran: la alimentación, ropa, seguimiento y tratamientos médicos, falta de
atención protectora o educativa, exposición a situaciones de peligro para su integridad física,
horarios inadecuados, absentismo escolar, entre otras. En conclusión, quieren destacar que por falta
de atención y necesidades básicas hacia el menor por parte de sus padres se le considera como
negligencia por la falta de atención que le prestan a sus hijos y que deben tomar conciencia que lo
que están haciendo están trayendo consecuencias a largo plazo hacia el menor.
El principal factor de riesgo para una futura conducta antisocial de los hijos es la violencia y
maltrato infantil (Rivera y Cahuana, 2016 citado por Giler 2021). La convivencia familiar tiene una
gran influencia en la conducta antisocial de los adolescentes. La falta de recursos económicos, un
bajo coeficiente intelectual, antecedentes de violencia y una crianza de poca calidad serán los
factores de mayor riesgo (Vargas, Villoría, y López, 2018). La crianza en la familia es una etapa
fundamental para el adolescente para su desarrollo como persona la cual el joven se podrá
desenvolver libremente y arriesgarse a tomar sus propias decisiones. En resumen, la familia son los
orientadores para que los jóvenes puedan desenvolverse previniendo actividades antisociales como
nos explica los autores (Ochoa, Hernández, Yépiz, Mercado y Félix, 2016) La familia y los modos
de crianza tienen un papel determinante en la prevención de actividades antisociales. En la etapa
adolescente es fundamental el acompañamiento familiar para su desarrollo como persona, los cuales
a su vez configura el ambiente de acciones en los que se desenvuelve el joven.

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