Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Por
RESUMEN
1. INTRODUCCIÓN
Según Dias y Pinto (2004), las drogas pueden clasificarse como naturales –
aquellas que no tienen ningún tipo de remodelación por el hombre – las
seemissyntheticones – aquellas que han sufrido algún tipo de alteración por el
hombre – y las sintéticas – que fueron hechas por el hombre. Los seres humanos
utilizan estas sustancias psicoactivas por diferentes razones. La acción de la droga
en el cuerpo varía de persona a persona. También se pueden subdividir en
diferentes clases tales como; Depresores que promueven una reducción de las
actividades cerebrales y funciones orgánicas en general como el alcohol y los
opioides, estimulantes que aumentan la actividad en el sistema nervioso central y
el sistema nervioso autónomo como la cocaína, la nicotina y la cafeína;
Perturbador (alucinógeno) que alteran la percepción y el sentido del tiempo y el
espacio como la marihuana, el LSD y la mescalina; Medicamentos psiquiátricos que
incluyen medicamentos utilizados en el tratamiento de trastornos mentales
crónicos o no como antipsicóticos, antidepresivos y estabilizadores del estado de
ánimo.
Sin embargo, es importante destacar que la visión sobre las drogas ha cambiado a
lo largo de la historia, modificando así la comprensión del uso y los posibles
tratamientos. Según El Brasil (2004), la drogadicción (manía para consumir
sustancias químicas) ya ha sido tratada como un problema espiritual, con la familia
como colaborador en el proceso para la eliminación de la “entidad espiritual” que
hizo que el individuo utilizara una determinada sustancia, por lo que la
dependencia se debía a la responsabilidad espiritual y no al individuo. Más tarde
este concepto cambió y el usuario de alcohol y otras drogas llegó a ser visto como
alguien amoral. El tratamiento de una persona drogadicta debe hacerse a partir de
factores biopsicosociales. La visión sistémica ve la “dependencia” química como un
síntoma de la “enfermedad” familiar.
Los estudios indican (BRASIL, 2004) que el impacto de las drogas en la familia
varía de características extrínsecos e intrínsecas de cada sistema, como el instante
del ciclo de vida en el que se introduce el fenómeno, la historia intergeneracional,
el contexto sociocultural en el que se introducen, etc.
Según Steinglass, Bennett, Wolin y Reiss (1997 apud BRASIL, 2004), el tema de la
dependencia del sistema familiar puede ser un factor de unión o ruptura, los
miembros no usuarios desarrollan a lo largo del proceso una alta tolerancia a
situaciones estresantes y una adaptación intensa. Por ejemplo, el consumo de
alcohol puede llevar a la familia al aislamiento, temiendo que las bebidas
alcohólicas en situaciones sociales y/o festivas. Un impacto importante a destacar
es el cambio en la rutina de vida de la familia después de adoptar el alcoholismo
como parte de la identidad, haciendo que esta idea parezca “normal”, atribuyendo
cambios fijos a los miembros de la familia, a menudo haciendo que su autoestima
se vuelva baja, contribuyendo al aislamiento. Además, cuando el usuario de
alcohol es el padre o la madre, puede afectar el desarrollo de los niños, pero todo
depende de las características personales de cada niño, la edad, el equilibrio
emocional del padre no tóxico.
Sobre la base de estos datos, se hace hincapié, por lo tanto, en cuánto el consumo
de alcohol y otras drogas es un fenómeno complejo y como tal también requiere
estudios complejos que van más allá del paradigma causa-efecto, pero presentan
la recursividad del fenómeno engendrada en el sistema familiar y social. Estas
características se destacan además por el momento socio-histórico actual, la
contemporaneidad, que igualmente predice la complejidad al vivir con diversidad e
incertidumbres. Petuco (2011) presenta una reflexión sobre los problemas
relacionados con el consumo de drogas en tiempos contemporáneos, aboga por la
posibilidad de una escucha radical del otro, esta posibilidad de escuchar va más
allá de la normatividad, porque realmente quiere dialogar con la diversidad. Las
personas que consumen alcohol u otras drogas tienden a sufrir un prejuicio porque
la gente piensa que son manipuladoras. Cualquier profesional que venga a trabajar
en el área de la dependencia debe estar siempre atento al uso correcto de las
palabras utilizadas para no incurrir en esta falacia y reproducir ideologías sociales.
Como señala Goffman (1981), la sociedad siempre ha tenido los medios para
clasificar a las personas y el total de sus características consideradas como
frecuentes o naturales para sus miembros. Sobre la base de estos preconcepciones
la gente “demanda” algo de los demás, es decir, las declaraciones se colocan sobre
lo que el otro debe ser. Por lo tanto, cuando surge evidencia de alguna condición
extraña, se considera diferente de otras personas, y puede ser incluido incluso
como menos importante, por lo que la persona es juzgada como degenerada y
pequeña. Tal atributo es un estigma, particularmente cuando su efecto infamia es
muy grande y constituye una discrepancia específica entre la identidad social real
– es la categoría y los atributos que el individuo demuestra poseer – y la identidad
social virtual – carácter impuesto al individuo debido a su posible retrospectiva
retrospectiva.
Los usuarios de alcohol y otras sustancias, así como sus familias, pueden ser
estigmatizados por la sociedad en general, incluyendo expresiones discriminatorias
por profesionales en el campo, políticas públicas, entre otros.
Este estudio presenta la comprensión del tema de una investigación que adoptó la
“escucha radical” de los usuarios de alcohol y otras drogas y sus familias
favoreciendo la descripción del fenómeno por parte de quienes lo viven con sus
especificidades, diversidades y posibilidades.
2. METODOLOGÍA
El muestreo fue por conveniencia, llamado por Internet, por la difusión del enlace
de investigación entre los amigos de los investigadores, a través de las redes de
relaciones y a través del correo electrónico. Se adoptó el procedimiento llamado
“bola de nieve” en el que se pedirá a amigos, colegas o participantes que designen
a otros.
Con el fin de evitar que las personas sin acceso a medios electrónicos que no
tengan acceso a medios electrónicos que se excluyen de la muestra, se adoptó la
versión impresa del cuestionario que se distribuyó en persona.
3. RESULTADOS
Los veinte (20) miembros de la familia que utilizan alguna sustancia, pero no se
consideran usuarios, especificaron la frecuencia de uso como, 55% u once (11) de
los cuales nunca utilizan sustancias, 30% o seis (6) informaron que la utilizan una
o dos veces al mes, 10% o dos (2) informaron que la utilizan semanalmente y 5%
o 1 familia informó que hacen uso mensual de cualquier sustancia.
Por lo tanto, los resultados indican que el hecho de que el individuo se describa a
sí mismo como un usuario o no y pretende utilizar la sustancia ocasional puede
tener diferentes significados con respecto al patrón de uso.
Entre las sustancias utilizadas por los dieciséis (16) usuarios entrevistados, las
bebidas alcohólicas son las más utilizadas con 59% o dieciséis (16), seguidas de
derivados del tabaco y la marihuana con un 15% cada uno o cuatro (4), finalmente
las drogas alucinógenas, la cocaína y los estimulantes vienen con un 4% o un (1)
usuario cada uno. Vale la pena mencionar que algunos usuarios han seleccionado
más de un medicamento.
Según los veinte (20) parientes que respondieron a esta investigación, el modo de
consumo de sustancias hecho por los familiares del usuario es ocasional, es decir,
uso que no tiene efectos en la vida personal. Aunque el abuso o la dependencia no
se mencionó en el 70% de los casos, los miembros de la familia indicaron el uso
diario
Por lo tanto, aunque la mayoría de los miembros de la familia reconocen que los
parientes que usan sustancias diariamente no entienden que compromete su vida
personal. O bien, se puede se puede pretender que los términos: abuso y
dependencia no se consideraron apropiados para describir el patrón de
comportamiento de los parientes del usuario.
3.3 REPETICIÓN TRANSGENERACIONAL DEL USO DE SUSTANCIAS
Es interesante notar que de los dieciséis (16) usuarios entrevistados, quince (15)
informaron tener algún pariente como usuario de alcohol u otras drogas. Estos
datos sugieren una repetición transgeneracional del consumo de sustancias.
La sustancia más utilizada por los familiares de los usuarios eran las bebidas
alcohólicas con 46% o trece (13) de los casos que hacen el uso, luego vienen los
derivados del tabaco con 34% o diez (10) casos, la marihuana viene después con
14% o cuatro (4) casos, finalmente cocaína con 3% o un (1) caso y un (1) caso
que el usuario no tiene que el que hace el consumo de sustancias. Vale la pena
mencionar que algunos usuarios informaron tener más de un pariente que usa
alcohol u otras drogas y más de una sustancia.
Según los usuarios, la frecuencia con la que los miembros de la familia utilizan
sustancias también se distribuyó:
Los usuarios especificaron que sus parientes hacen uso principalmente a diario o
casi todos los días, con 63% o diez (10) parientes, seguido de 31% o cinco (5)
parientes que hacen uso semanal y con 6% o un (uno) pariente que no consume
alcohol u otras drogas.
Los usuarios caracterizaron el uso de 50% u ocho (8) parientes como dependencia,
25% o cuatro (4) como uso ocasional y 25% o (4) como abuso.
Entre los dieciséis (16) usuarios entrevistados, el 50% u ocho (8) informaron de
que su relación familiar era satisfactoria, el 44% o siete (7) reportaron su relación
familiar como neutral y el 6% o uno (1) reportaron su relación familiar como
insatisfactoria.
Entre las justificaciones para una relación satisfactoria, se obtuvieron respuestas,
tales como:
“Es una familia con mucho cuidado, escucha, cercanía y siempre con diálogos”
(U.F24)
“Vivir con mi madre está bien, pero mi padre siempre ha sido alguien muy
ignorante y ausente” (F.F.11)
Por otro lado, los colaboradores que evaluaron las relaciones familiares como
insatisfactorias utilizaron justificaciones tales como:
Es posible observar a partir de estos resultados que en el 75% de los casos los
miembros de la familia identifican problemas de comunicación en la familia, sin
embargo, sólo el 20% atribuye esta disfunción directamente al uso de alcohol u
otras sustancias.
Los dieciséis (16) usuarios entrevistados descritos en el 44% de los casos o siete
(7) usuarios, la comunicación como funcional (es decir, hay escucha recíproca y
buena comprensión de los mensajes transmitidos), con el 38% o seis (6)
describieron la comunicación como “algunos son escuchados y entendidos, otros
no”, con 13% o dos (2) usuarios se informó que la comunicación sería funcional ,
si no fuera por el uso si el alcohol u otras drogas y con el 6% o un (1) usuario se
informa que la comunicación se describe como “Todo el mundo es escuchado y
entendido, excepto yo”.
Tanto los miembros de la familia como los usuarios citaron palabras emblemáticas
similares asociadas con el término familia que apunta a narrativas sociales
arraigadas en la subjetividad de las personas que lo asocian con el amor, la
unidad, la seguridad y otros, al mismo tiempo hay respuestas que indican la
antomía de estos valores, de todos modos, teniendo el primero como referencia.
De los veinte (20) miembros de la familia, el 55% o once (11) informaron que la
resolución de sus conflictos familiares tiene lugar al hablar y negociar, el 5% o
cinco (5) miembros de la familia informaron que la resolución de conflictos ocurre
con una confrontación agresiva y el 20% o cuatro (4) miembros de la familia
informaron que la resolución de conflictos ocurre con la negación y el pospuesto al
conflicto.
De los dieciséis (16) usuarios, el 56% o nueve (9) usuarios informaron que los
conflictos se resuelven hablando y negociando, 25% o cuatro (4) usuarios
informaron que los conflictos se resuelven negando y posponiendo el conflicto,
19% o tres (3) usuarios informaron que los conflictos se resuelven con una
confrontación agresiva.
De los dieciséis (16) usuarios entrevistados, el 88% o catorce (14) informaron que
hubo conflicto debido al consumo de alcohol u otras drogas. Sólo 13% o dos (2)
usuarios informaron que no hubo conflicto debido al consumo de alcohol u otras
drogas. Estos datos parecen indicar que el uso de sustancias puede considerarse
un factor de riesgo para los conflictos familiares. Y al revés, ¿sería verdad? Quiero
decir, ¿el conflicto familiar sería un factor de riesgo para el consumo? Esta
pregunta se hizo a los colaboradores y se obtuvieron las siguientes respuestas:
Entre los dieciséis (16) usuarios de alcohol u otras drogas en este estudio, 19% o
tres (3) usuarios informaron que dentro de su vida familiar había conflictos debido
a que el uso se resolvió con una confrontación agresiva; El 50% de los usuarios u
ocho (8) dijeron que había conflictos debido al uso de alguna sustancia, que se
resolvieron hablando y negociando, el 25% de los usuarios o cuatro(4) informan
que no había conflictos dentro de la vida familiar que se resolvieron posponiendo el
problema y negociando Y el último 6% o sólo un (1) usuario informó que no había
conflicto de ningún tipo , y que hay una buena comunicación en su vida familiar.
De los veinte (20) miembros de la familia entrevistados, el 55% o once (11) creen
que el consumo de alcohol u otras drogas se ve facilitado por costumbres, hábitos
o tradiciones. El otro 45% o nueve (9) miembros de la familia creen que el uso no
es facilitado por costumbres, hábitos o tradiciones.
De los dieciséis (16) usuarios entrevistados, el 69% u once (11) creen que el
consumo de alcohol u otras drogas se ve facilitado por costumbres, hábitos o
tradiciones. El otro 31% o cinco (5) no creen que el uso no sea facilitado por
costumbres, hábitos o tradiciones.
La mayoría de los miembros de la familia y los usuarios están de acuerdo en que
las costumbres, hábitos y tradiciones favorecen el uso de sustancias, es decir, se
consideró otro factor de riesgo para el consumo.
Se proporcionaron los siguientes datos para comprender los posibles impactos del
uso de sustancias en la rutina familiar, así como para identificar si en esta muestra
sería posible notar la presencia de codependencia en las relaciones familiares. Para
ello, se formularon las siguientes preguntas:
De los dieciséis (16) usuarios entrevistados, el 75% o doce (12) informaron que no
había ningún estancamiento entre dar dinero o no, mientras que el 25% o cuatro
(4) informaron que ya ha habido este estancamiento.
Preguntados sobre el endeudamiento debido al consumo de sustancias, los
miembros de la familia respondieron:
De los veinte (20) entrevistados, el 65% o trece (13) familiares informaron que no
había endeudamiento debido al consumo de alcohol u otras drogas del usuario de
la familia, mientras que el 35% o siete (7) miembros de la familia informaron que
ya había habido endeudamiento debido al uso del usuario de la familia.
De los dieciséis (16) usuarios entrevistados, el 94% o quince (15) informaron que
no había endeudamiento debido al consumo de alcohol u otras drogas, mientras
que el 6% o uno (1) usuario informó que ya ha habido endeudamiento debido al
uso.
Entre los usuarios, ninguno de ellos reportó pérdidas de trabajo o despidos debido
al consumo de sustancias.
De los dieciséis (16) usuarios entrevistados, el 56% o nueve (9) informaron que ya
había una falta de expresión porque la otra persona estaba bajo la influencia del
alcohol u otras drogas, mientras que el 44% o siete (7) informaron que no había
falta de expresión porque la otra persona estaba bajo la influencia del alcohol u
otras drogas.
De los veinte (20) familiares entrevistados, el 80% o dieciséis (16) informaron que
no había habido ningún tipo de agresión debido al consumo de alcohol u otras
drogas, mientras que el 20% o cuatro (4) familiares informaron que ya había
habido algún tipo de agresión debido al consumo de alcohol u otras drogas.
De los dieciséis (16) usuarios entrevistados, el 62% o diez (10) informaron que no
hubo ningún tipo de agresión debido al consumo de alcohol u otras drogas,
mientras que el 38% o seis (6) informaron que ya ha habido algún tipo de
agresión debido al consumo de alcohol u otras drogas.
De los dieciséis (16) usuarios, el 81% o trece (13) informaron que sus familias
satisfacen sus deseos/necesidades, mientras que el 19% o tres (3) usuarios
informan que sus familias no satisfacen sus deseos/necesidades.
La gran mayoría de los usuarios se dan cuenta de que su familia satisface sus
deseos y necesidades.
Entre los usuarios, sólo un empleado admitió tener alguna transgresión encubierta
por los miembros de la familia:
De los dieciséis (16) usuarios entrevistados, el 94% o quince (15) informaron que
no había encubrimiento de familiares debido a ninguna transgresión, mientras que
el 6% o uno (1) ya habían informado de que había un encubrimiento de alguna
transgresión cometida.
De los dieciséis (16) usuarios entrevistados, el 62% o diez (10) informaron que los
miembros de la familia no se sienten responsables de ellos, mientras que el 38% o
seis (6) informaron que sus familias se sienten responsables de ellos. Vale la pena
recordar que todos los usuarios de esta muestra son mayores de edad.
En cuanto a cuál sería el peor factor estresante de la vida familiar de los treinta y
seis (36) entrevistados, se informó, en su mayoría, que están relacionados con
conflictos con los miembros de la familia.
Según el análisis de los cuestionarios, era posible notar que los conflictos con los
miembros de la familia descritos anteriormente como los peores factores
estresantes no estaban directamente relacionados con el consumo de drogas, sino
más bien con cuestiones relacionadas con el funcionamiento familiar. Aunque, en
menor número, también se encontraron respuestas que indicaban que los
medicamentos eran el peor estresante de la familia.
En opinión de los miembros de la familia acerca de por qué alguien está usando o
empezando a consumir alcohol u otras drogas, entienden que ocurre debido a
problemas en sus vidas que generan tristeza o depresión. Creen que el uso tiene
lugar en situaciones de aislamiento o tristeza o incluso para entrar en algún grupo
social que tenga el deseo de participar.
En opinión de los usuarios sobre por qué alguien está usando o empezando a
consumir alcohol u otras drogas, afirman que se produce debido a la ansiedad o el
ocio, haciendo uso en situaciones en las que se sienten estresados y en situaciones
de frustración, como la pérdida de algún gran logro. Pero también por placer o
transgresión.
(En su opinión, ¿qué ve la gente positiva cuando consume alcohol u otras drogas?)
“Recreación, aceptación social y bienestar psicoactivo” (U.U20)
(En su opinión, ¿qué ve negativas las personas cuando consumen alcohol u otras
drogas?) “Dependencia, efectos nocivos, la carga social asociada con cada tipo
específico de droga” (U.U20)
(En su opinión, ¿qué ve la gente positiva cuando consume alcohol u otras drogas?)
“Socialización facilitada” (U.U19)
(En su opinión, ¿qué ve negativas las personas cuando consumen alcohol u otras
drogas?) “Excesos” (U.U19)
Los resultados encontraron, por lo tanto, que los miembros de la familia y los
usuarios creen que el uso de sustancias está asociado con situaciones de tristeza y
falta de otros repertorios para hacer frente a los problemas. Usuarios añadidos:
uso recreativo; para mejorar el estado de ánimo.
Los resultados de esta investigación indican que investigar las relaciones familiares
y el consumo de drogas requiere entender la complejidad en singularidad.
4. DISCUSIÓN
La gran primera evidencia y tal vez la contribución más importante de este estudio
fue verificar que cuando el sujeto se refiere a las drogas, no hay homogeneidad en
el lenguaje, en criterios de evaluación o clasificación, empezando por la definición
misma de lo que es ser un usuario. Los resultados mostraron que el consumo o no
de sustancias no era el único factor discriminatorio para que las personas se
definieran a sí mismas como usuarios, sino la frecuencia con la que lo hacen. Sin
embargo, la frecuencia también se evaluó con múltiples criterios, incluyendo, en
algunos casos, el individuo utilizó diferentes criterios de evaluación y clasificación
cuando el consumo era su familia. Es interesante notar que el modo de abuso o
depende sólo fue indicado por los usuarios en relación con sus familiares y en
ningún caso en relación con sí mismos. Arbitrariamente, el uso de sustancias
diarias, semanales o mensuales, puede entenderse como usuario o no, así como
indicar un uso ocasional, abusivo o depende.
Por lo tanto, es importante pensar que para establecer un diálogo con los usuarios
de sustancias y/o sus familias, ya sea en el campo de la investigación, la práctica
profesional o las políticas públicas, es importante al principio aclarar y planificar la
comunicación, es decir, es necesario deconstruir los diversos “dialectos”, incluidos
los técnicos, y construir nuevas narrativas que sean significativas y con
significados compartidos entre todos. Las políticas públicas deben diseñarse para
todos y al mismo tiempo para cada uno.
Por otro lado, algunos entrevistados evaluaron sus relaciones familiares como
neutrales, causando ambiguedad, trajeron aspectos positivos de la experiencia
familiar que no estaban familiarizados con el malestar. Además, otros
colaboradores evaluaron las relaciones familiares como insatisfactorias, no
necesariamente vinculadas a conflictos derivados del uso de sustancias, sino
también relacionadas con la dificultad del funcionamiento familiar, especialmente
en lo que respecta al establecimiento de funciones y jerarquía.
Por lo tanto, se puede observar que hubo respuestas diversificadas, como predijo
el Brasil (2004) que se refiere al impacto en la vida de las familias de los
consumidores de drogas de una manera variada. Como por ejemplo, hubo
familiares que describieron su vida familiar con buena comunicación y ausencia de
conflictos, mientras que otros miembros de la familia describieron una situación
totalmente opuesta, siendo el mismo caso para los usuarios de alcohol u otras
drogas, que describieron a la familia como una base de apoyo y otros, como un
“grupo de opiniones innecesarias”.
El contacto intrafamiliar fue descrito por los usuarios (88%), con conflictos debido
al uso de sustancias. La relación familiar descrita (88%) como satisfactorio, (44%)
con comunicación funcional. La percepción de un patrón de comunicación funcional
parecía mucho más recurrente en el grupo de usuarios que en el grupo de
familiares, hubo dos casos con informes de comunicación disfuncional, aunque en
el 75% de los casos también reconocieron problemas de comunicación. Fue entre
los usuarios donde apareció una respuesta que parece indicar, en términos de
comunicación, que el individuo se ve a sí mismo parte de la familia (“Todo el
mundo escucha y entiende, excepto yo”).
Cabe señalar que los conflictos familiares se señalaron como resultado del uso de
sustancias, inversamente, los conflictos familiares no fueron colocados por la
mayoría como un factor de riesgo para el uso de sustancias.
Comprender la vida familiar descrita por los usuarios de sustancias y por los
miembros de la familia de los usuarios implicaba identificar la complejidad en la
separación de lo que es un “problema” derivado del uso de drogas de la propia
relación intrafamiliar y de las ideas familiares presentes en nuestra subjetividad.
Si, por un lado, las penas y los sufrimientos desencadenan el deseo de utilizar
sustancias, por otro lado, se busca una vida satisfactoria en la familia. Tanto los
miembros de la familia como los usuarios citaron palabras prototípicas asociadas
con el término familia que indica la reproducción de narrativas sociales arraigadas
en la subjetividad de las personas que ven a la familia como algo más que una
institución, sino más bien como un valor. Vinculándolo a la idea del amor, la
unidad, la seguridad, entre otros, al mismo tiempo hubo respuestas que indicaban
el anthonny minof de estos valores, de todos modos, con el primero como
referencia.
4.2 CÓMO ENTIENDEN LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA Y LOS
USUARIOS DE SUSTANCIAS LOS USOS Y ABUSOS
Los resultados encontraron que los miembros de la familia y los usuarios creen que
el consumo de sustancias está asociado con situaciones de tristeza y falta de otros
repertorios para hacer frente a los problemas. Los usuarios añadidos: uso
recreativo y uso para mejorar el estado de ánimo.
La mayoría de los miembros de la familia que consumen alcohol u otras drogas son
predominantemente masculinos, con un padre o tío, que está en línea con la
investigación de Bortolon et al. (2015) que informan que la socialización de los
varones parece cooperar con la mayor prevalencia de uso entre ellos.
Johnson (1987, apud ANTÓN 2003) y Jessor (1982, apud ANTÓN 2000) aportan en
sus obras que el estrés emocional, la baja autoestima, la autoimagen negativa o la
depresión son factores que pueden llevar a un individuo a consumir alcohol y otras
drogas, creando una falsa ilusión de que están en control de la situación sin riesgo
de convertirse en usuarios de alcohol y otras drogas. En esta investigación, no se
recopilaron datos que permitieran inferencias sobre la autoestima o la autoimagen
de los empleados, sin embargo, tanto el estrés como la depresión fueron citados
por los usuarios y familiares como factores de riesgo para el consumo de
sustancias. Los miembros de la familia tendían a identificar el uso de sustancias
predominantemente relacionadas con la función de “medicina”, como ya se ha
mencionado, alivio del dolor. Por otro lado, los usuarios añaden placer y ocio de
una manera preponderante. También se mencionó el uso como transgresión.
El uso de sustancias todavía parecía ligado a personas que necesitan tener placer o
evitar el dolor en la cara de las adversidades de la edad adulta, como lo indican
Bortolon et al. (2015), así como algunos entrevistados informan el uso de alcohol
u otras drogas para este propósito.
(En su opinión, ¿qué impulsa a alguien a consumir alcohol u otras drogas?) “La
infelicidad, el desempleo, la falta de dinero…” (F.F26)
(En su opinión, ¿en qué situaciones las personas consumen alcohol u otras
drogas?) “Tristeza” (F.F26)
(En su opinión, ¿en qué situaciones las personas consumen alcohol u otras
drogas?) “Estrés, tristeza” (U.F12)
5. CONCLUSIÓN
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
SOUZA, Delma P. Oliveira de; SILVEIRA FILHO, Dartiu Xavier da. Uso recente de
álcool, tabaco e outras drogas entre estudantes adolescentes
trabalhadores e não trabalhadores. Rev. bras. epidemiol., São Paulo, v. 10, n.
2, p. 276-287, June 2007. Disponível em<http://www.scielo.br/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S1415-790X2007000200015&lng=en&nrm=iso>. Acesso
em 18 Jan. 2019. http://dx.doi.org/10.1590/S1415-790X2007000200015.
[1]
Consejero. Licenciado en psicología, mejora en psicología clínica, máster en
psicología clínica.
[2]
Graduación en progreso en Psicología.