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(ALMMC)

La argumentación en las noticias. Una aproximación al análisis de la estructura argumentativa a


partir del “modelo de Toulmin” en el marco del ACD.

Lucía Molina

Material en prensa de uso exclusivo para la cátedra “B” de Análisis de los Lenguajes de los
Medios Masivos de Comunicación (Pardo). Cursada 2012.

Capítulo 2. La argumentación según Toulmin

En este capítulo se presenta una breve reseña introductoria del “modelo de Toulmin”,
modelo desarrollado a partir de las ideas que el filósofo inglés Stephen E. Toulmin publicó en el
libro Los usos de la argumentación [The Uses of Argument]1 y que fue luego reutilizado en el
ámbito de la comunicación y la lingüística.
Cuando Stephen E. Toulmin escribió Los usos de la argumentación, en 1958, no pretendía
exponer una teoría de la retórica ni tampoco proponer un modelo. Interesado en los mecanismos
del razonamiento e intentando abordar problemas de lógica práctica, escribió sus reflexiones en
forma de ensayos, con los propósitos de “plantear problemas, no solucionarlos”, “provocar un
debate antes que servir como manual sistemático” y estudiar problemas lógicos aplicados en la
práctica (Toulmin 2007: 17, 23). Sin embargo, sus reflexiones fueron bien recibidas por
estudiosos de otras áreas (además de la filosofía y la lógica) cuyo interés en el razonamiento y en
la argumentación tenía como punto de partida una dimensión práctica, relacionada con los
campos del derecho, de la psicología y de la comunicación.2 Quizás la razón de su popularidad
resida en que su planteo resulta útil para analizar cualquier tipo de argumentación, como la que
llevamos a cabo en nuestras interacciones cotidianas o en nuestros distintos ámbitos de
participación.
En la introducción a su libro, Toulmin señala que “Quien formula una aseveración está
formulando una pretensión: reclama nuestra atención o que le creamos” (2007: 29). Esta
aseveración será sostenida por ciertos datos o argumentos justificatorios, es decir que cuando
alguien afirma algo y le preguntamos en qué se basa para decir eso, puede presentar distintos
tipos de datos, hechos o cualquier otro fundamento relevante, que pueden ser de muchos ‘tipos
lógicos’ diferentes, concepto que el autor define por extensión: informes de sucesos presentes y
pasados, predicciones sobre el futuro, veredictos de culpabilidad, elogios artísticos, axiomas
geométricos (Toulmin 2007: 32). Toulmin introduce entonces el concepto de campo de
argumentación: “Se dice que dos argumentos pertenecen al mismo campo cuando los datos y las
conclusiones en ambos argumentos son, respectivamente, del mismo tipo lógico; se dice que
proceden de campos diferentes cuando el fundamento (respaldo) o las conclusiones en ambos
argumentos no son del mismo tipo lógico” (2007: 33).3

1
Todas las citas de The Uses of Argument contenidas en este libro corresponden a la edición de 2007 en español
citada en las referencias; la paginación de las citas corresponde a esta edición.
2
En referencia a la circulación de las propuestas de Toulmin, Bermejo Luque señala que “son unas de las más
influyentes hoy en día, no sólo entre los lógicos informales sino también entre retóricos, estudiosos de la
comunicación y de la composición discursiva, teóricos de la argumentación legal, entre otros” (2010: 21).
3
Posteriormente, Toulmin (Toulmin et al. 1984) desarrolla más en detalle la noción de campos argumentativos (el
legal, el científico, el estético, el de la dirección de empresas [management] y el ético), y detalla los tipos de

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Toulmin da algunos ejemplos de breves razonamientos que constituyen argumentaciones:
“Harry no es moreno, porque sé de hecho que es pelirrojo”; “Petersen es sueco, de modo que
presumiblemente no es católico”; “Este animal es una ballena y en consecuencia es (desde el
punto de vista taxonómico) un mamífero”; “El acusado conducía a 75 km por hora en un área
urbana, por consiguiente ha cometido un delito contra el código de circulación” (2007: 33). El
carácter de las pruebas relevantes para fundamentar tales afirmaciones, como puede verse en los
ejemplos, es muy variable de acuerdo al tipo de caso, es decir que depende del campo
argumentativo. Pero hay ciertas similitudes generales en el orden de los procedimientos
adoptados en los diferentes casos, incluso cuando estos estén relacionados con asuntos muy
diversos entre sí. Estas características compartidas son las que nos permitirán generalizar los
elementos básicos de la estructura argumentativa, que luego irán variando a lo largo de los textos.
Ahora bien, recapitulando, ¿cuál es la forma que adquiere esa estructura argumentativa?
Las reflexiones de Toulmin apuntan a estudiar “cómo funcionan los argumentos frase a frase”
(2007: 130). Vimos que para ello el autor presupone que alguien que hace una aseveración
dispone de hechos para apoyarla, y que puede presentarlos como la base sobre la que descansa la
afirmación realizada. Toulmin da el siguiente ejemplo: “Afirmamos ‘Harry no es moreno’. ‘¿Con
qué más cuentas?’,4 se nos pregunta. Sabemos por experiencia que, de hecho, es pelirrojo: ese es
el dato que tenemos, la razón que presentamos para apoyar el aserto original” (2007: 133). Es
decir que para apoyar la aseveración se presentan otros hechos que la confirman.
Entonces, Toulmin marca una primera diferencia entre dos partes de la argumentación:
entre la afirmación, tesis o conclusión cuyo valor se trata de establecer (C) y los elementos
justificatorios que se alegan como base de la afirmación realizada, a los que denomina datos (D)
o fundamentos.5 Establecida esta relación, el filósofo se pregunta cómo podemos indicar qué
tienen que ver los datos que hemos ofrecido con la conclusión que hemos sacado. “La pregunta,
formulada de manera coloquial, sería entonces, no ‘¿Con qué más cuentas?’, sino ‘¿Cómo has
llegado hasta ahí?’” (2007: 133).6
Ahora bien, “Presentar un conjunto determinado de datos como base para una conclusión
concreta supone comprometernos a dar cierto paso” (Toulmin 2007: 133). ¿Cuál es la naturaleza
de ese paso? ¿Cómo puede justificarse el pasaje de los datos a la conclusión? Para hacerlo no hay
que ofrecer más datos, sino
“proposiciones de un tipo bastante diferente: reglas, principios, enunciados, etc., que nos permitan realizar
inferencias en lugar de agregar información adicional. El objetivo no consiste ya en reforzar la base sobre la
que hemos elaborado nuestro argumento, sino en mostrar cómo a partir de esos datos hemos pasado a la
afirmación original o conclusión y que el paso de los primeros a la segunda es apropiado y legítimo.
Llegados a este punto, por lo tanto, lo que se necesita son enunciados hipotéticos, de carácter general, que
actúen como puente entre unos y otras, legitimando el tipo de paso que el argumento en particular que
hemos enunciado nos obliga a dar” (2007: 134).

argumentación que pertenecen a cada tipo. En este trabajo, no se toma en cuenta esta caracterización, ya que resulta
demasiado simple para abordar el análisis de los contextos complejos en los que los textos tienen lugar.
4
En el original inglés la pregunta es “What have you got to go on?”. Marafioti (2003) lo traduce como “¿Qué te hace
decir esto?”.
5
En el original, Toulmin utiliza los términos claim y grounds. En la bibliografía, claim se traduce como conclusión,
tesis, aseveración o afirmación; grounds se traduce como datos, argumentos o fundamentos.
6
En el original inglés, Toulmin contrapone la pregunta What have you got to go on?, que permite relevar los datos
que fundamentan determinada afirmación, a la pregunta How do you get there?, que permite relevar el pasaje de esos
datos a esa afirmación.

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Podemos formular estos enunciados hipotéticos, siguiendo a Toulmin, de las siguientes
formas: “Si D, entonces C”, “Datos tales como D permiten extraer conclusiones o realizar
afirmaciones tales como C”, o “Dados los datos D, puede asegurarse que C” (2007: 134). Las
proposiciones de este tipo son denominadas por el autor como garantías (G).7 En uno de los
ejemplos presentados previamente, la garantía que une el dato “Harry es pelirrojo” y la tesis
“Harry no es moreno”, sería algo como “Si algo (en este caso, el cabello) es rojo, no es a la vez
negro”. Si tomamos el caso de la relación entre el dato “Petersen es sueco” y la tesis
“Presumiblemente, Petersen no es católico”, la garantía podría formularse de la siguiente manera:
“Puede suponerse con casi total certeza que un sueco no será católico”.
Entonces, Toulmin propone el siguiente esquema:

D → Por tanto, C

Porque G

Por ejemplo:
Harry nació en Bermudas → Por tanto, Harry es súbdito británico

Porque quien nace en Bermudas es súbdito británico

¿Cuáles son las diferencias entre datos y garantías? En primer lugar, como ya se señaló,
responden a dos preguntas distintas, o, en otras palabras, cumplen distintas funciones, ya que los
datos justifican la tesis, mientras que las garantías legitiman el pasaje de ciertos datos a cierta
tesis. En segundo lugar, vimos que las garantías suelen ser enunciados generales, a diferencia de
los datos. Por último, “a los datos se apela explícitamente, a las garantías implícitamente”
(Toulmin 2007: 136).
Hasta aquí, se explicó la estructura central del modelo de Toulmin. Más allá de estos
elementos básicos, el autor apunta que en cada caso las garantías confieren diversos grados de
fuerza a las conclusiones a las que justifican:
“Algunas garantías permiten aceptar una afirmación de manera inequívoca si se cuenta con los datos
apropiados: son garantías que, en los casos adecuados, nos permiten matizar nuestra conclusión con el
adverbio “necesariamente”; otras nos permiten dar el paso de los datos a las conclusiones, ya sea
provisionalmente, ya sujetas a condiciones, excepciones o matizaciones: en estos casos hay que emplear
otros términos modales, tales como “probablemente” o “provisionalmente”. Por consiguiente, puede que no
sea suficiente simplemente con especificar sin más los datos, la garantía y la afirmación; también puede ser
necesario añadir alguna referencia explícita al grado de fuerza que los datos de los que disponemos
confieren a la afirmación realizada en virtud de la garantía. En una palabra: puede que tengamos que incluir
un modalizador que matice la afirmación” (2007: 136-7).

Se trata de considerar si el hecho evaluado es una excepción, o si en ese caso hay ciertas
restricciones que limiten la aplicación de cierta ley. Por lo tanto, Toulmin introduce en el
esquema descrito los matizadores modales (M) y las excepciones (E), referidas a las condiciones
de excepción o de refutación. 8 Los matizadores indican la fuerza conferida por la garantía y las
excepciones apuntan las circunstancias en que la autoridad general de la garantía debe dejarse de
lado.

7
Warrant, en el original.
8
En el original se utiliza el término modality para los matizadores modales; otros autores traducen el término como
modalizadores o calificadores modales. Las excepciones figuran en el original como rebuttals; el término también es
traducido como restricciones.

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Agregando estos dos elementos, el esquema queda como sigue:

D → Por tanto, M, C
↑ ↑
Porque G a menos que E

Por ejemplo:
Harry nació en Bermudas→Por tanto, presuntamente Harry es súbdito británico
↑ ↑
Porque quien nace en Bermudas es súbdito británico a menos que sus padres sean extranjeros

Dado este esquema, Toulmin se pregunta si las garantías no descansan a su vez en algún
otro elemento, es decir si no hay algo más que permita fundamentarlas. Y concluye que detrás de
ellas normalmente hay “otras certezas, sin las cuales las propias garantías carecerían de autoridad
y vigencia” (2007: 140). Este elemento cuya función es legitimar las garantías se denomina
respaldo (R).9 En este punto, Toulmin hace algunas aclaraciones con respecto a la variación de
los respaldos en relación con los campos de argumentación:
“… El tipo de respaldo alegado por las garantías varía de un campo de argumentación a otro. La forma de
argumentos que empleamos en campos diferentes no variará necesariamente mucho entre campos
diversos… Pero en el momento en que comencemos a preguntarnos sobre el respaldo o fundamento en que
se apoya una garantía en cada uno de esos campos, empezarán a surgir diferencias: el tipo de respaldo al que
deberemos acudir para establecer su autoridad cambiará radicalmente a medida que pasemos de un campo
de argumentación a otro” (2007: 140-1).

Por ejemplo, los respaldos presentados para fundamentar algunas garantías pueden
relacionarse con cuestiones legales (la ley establece que los nacidos en Bermudas son súbditos
británicos), taxonomías (las ballenas se clasifican como mamíferos), o datos estadísticos (los
suecos que son católicos constituyen un porcentaje inferior al 2%).
Entonces, Toulmin agrega un último componente al esquema, que se completa de la
siguiente manera:

D → Por tanto, M, C
↑ ↑
Porque G a menos que E

Teniendo en cuenta que R

Por ejemplo:
Harry nació en Bermudas→Por tanto, presuntamente Harry es súbdito británico
↑ ↑
Porque quien nace en Bermudas es súbdito británico a menos que sus padres sean extranjeros

Teniendo en cuenta las leyes x

¿Cómo se diferencia el respaldo de los otros componentes del modelo? Una diferencia
entre respaldo y garantía reside en que “… los enunciados de las garantías, como se ha visto, son
enunciados hipotéticos, que funcionan a modo de puente; en cambio, el respaldo para las
garantías puede expresarse en forma de enunciados categóricos sobre hechos…” (2007: 143). Por

9
El término del original inglés, backing, es traducido en la bibliografía como respaldo o soporte.

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otra parte, el respaldo se distingue también de los datos, ya que, a diferencia de lo que sucede con
estos, no es necesario que se haga explícito.
En la siguiente argumentación podemos observar otro ejemplo de respaldo, constituido
por datos estadísticos:

Petersen es sueco (D)→Por tanto, casi con total certeza(M) Petersen no es católico(C)

Porque casi con total certeza se puede suponer que un sueco no es católico (G)

Teniendo en cuenta que la proporción de los católicos en Suecia es inferior al 2% (R)

Si tomamos las garantías de algunos de los ejemplos mencionados anteriormente, vemos


que se apoyan en distintos tipos de respaldos, por más que su forma sea igual. Por ejemplo,
Toulmin señala que la forma “Todo A es B” es verdadera para cualquier campo de
argumentación, siendo igualmente válida para enunciados como “Todos los suecos son no
católicos” y “Todos los nacidos en Bermudas son súbditos británicos”. En estos casos, la
afirmación general que sirve como garantía posee siempre la misma estructura, D→ C, pero el
respaldo varía: Todos los suecos son no católicos (G), dado que la proporción de católicos en
Suecia es menor que 2% (R); Todos los nacidos en Bermudas son súbditos británicos (G), dado
que la ley así lo prevé (R).

Capítulo 3. El “modelo de Toulmin” en el marco del Análisis Crítico del Discurso

En el presente capítulo se retoma el “modelo de Toulmin” en el marco de los estudios del


discurso. En el primer apartado, se reseñan algunas consideraciones de distintos autores,
provenientes de la filosofía y las ciencias de la comunicación, sobre las reflexiones de Toulmin,
el modelo que toma el nombre de ese autor y sus usos. Dichas observaciones son tenidas en
cuenta para la apropiación del modelo, tanto en sus aspectos teóricos como en sus aspectos
metodológicos, en el marco del Análisis Crítico del Discurso (ACD); este tema será desarrollado
en el segundo apartado.

3.1 Algunas consideraciones sobre el “modelo de Toulmin”

Como vimos en el capítulo 2, el “modelo de Toulmin” da cuenta de una estructura


simplificada de argumento. En este sentido, una crítica que suele efectuarse a ciertas formas del
modelo es que “los ejemplos que se suelen ofrecer para ilustrarlo (como el ya mencionado sobre
la nacionalidad de Harry) únicamente incluyen un dato, una garantía, un respaldo y una
restricción, como si solo existieran o fueran posibles los argumentos simples, lo cual no
corresponde, para nada, a la manera que efectivamente se argumenta en la vida real” (Harada
Olivares 2009: 49). En este punto, creo que, si bien Toulmin presenta ejemplos artificiales que
ilustran estructuras argumentativas muy simples, el modelo puede adaptarse para abordar
estructuras más complejas dentro de una visión más abarcativa acerca de la argumentación, como
se verá en el siguiente apartado.
Más allá de que en ocasiones las reflexiones de Toulmin hayan sido reducidas a un
“método para construir razonamientos” (Harada Olivares 2009), su objetivo es reflexionar, en el
marco de la lógica práctica, acerca de cómo se argumenta realmente. Según Toulmin, argumentar
y razonar son dos actividades íntimamente relacionadas. De hecho, él mismo señala que “un
argumento, en el sentido de un tramo de razonamiento, es la secuencia de afirmaciones y razones

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interrelacionadas que, entre ellas, establecen el contenido y la fuerza de la posición para la cual
está argumentando un hablante particular”10 (Toulmin et al. 1984: 14). El supuesto que señala el
vínculo entre argumento y razonamiento es compatible con la concepción desarrollada en el
marco del ACD según la cual el lenguaje es un instrumento tanto para el pensamiento como para
la comunicación (Pardo 2011).
Las críticas referidas a la distancia entre el modelo de Toulmin y las argumentaciones que
las personas producen realmente pueden deberse al hecho de que no presenta una caracterización
exhaustiva de los contextos en los que se argumenta, por más que introduce la noción de campos
de la argumentación. Con respecto a este concepto, según Santibáñez Yáñez, “Toulmin (1958) no
ofrece una definición exacta de lo que es un ‘campo’, pero deja apreciar que se trata de cierto(s)
dominio(s) temático(s), o disciplinas, en los que se utilizan ciertas reglas de pasaje o principios
reguladores para la construcción de argumentos” (2010: 190). Es así que es necesario, para
utilizar el modelo como herramienta de análisis, introducir algunas consideraciones acerca del
contexto en el que se argumenta, en relación a los participantes, las situaciones comunicativas y
las prácticas institucionales, ya que “la argumentación se sostiene también por las instituciones
que la cobijan y son ellas también las que le brindan legitimidad y sustento a sus propuestas”
(Marafioti 2003: 131). Creo que, en el marco del ACD, el estudio de los condicionamientos
institucionales puede ser retomado a partir del abordaje tanto de la práctica discursiva (referida a
los modos de producción, circulación y consumo de los discursos) como de la práctica social
(situada en contextos sociohistóricos determinados).
Además de las críticas referidas a la falta de contextualización, Bitonte y Matienzo
señalan que “hay autores que creen que el de Toulmin es un modelo monologal de la
argumentación (Plantin, 2005: 19 y ss.) porque no hay una reflexión sobre la interacción
argumentativa”(2010: 78). Sin embargo, otros autores demuestran que, por el contrario, el
modelo está basado en una concepción dialógica de la argumentación. 11 Esta posición podría
sintetizarse como sigue:
“El modelo argumentativo de Toulmin presupone a alguien (puede ser el proponente mismo desdoblado en
un diálogo interno) que pone en duda, no acepta o rechaza una aseveración o la pretensión de que una
creencia es verdadera, debe ser aceptada o constituye una buena razón para actuar de cierta manera. Es
decir, el modelo no solo supone la existencia de proposiciones que permiten apoyar la verdad de otras sino,
ante todo, de un interlocutor, real o imaginario, que debe ser persuadido, convencido o con el que se debe
llegar a un acuerdo” (Harada Olivares, 2009: 51).

Como ejemplo, Harada Olivares (2009: 52) presenta el siguiente diálogo entre alguien que
hace una afirmación y alguien que se le opone:

Proponente: Creo que Aurea es cristiana (aseveración).


Oponente: ¿En qué te basas para decir eso?
Proponente: En que es católica (dato).
Oponente: ¿Y qué tiene que ver lo uno con lo otro?
Proponente: Pues que todos los católicos son cristianos (garantía).

10
“An argument, in the sense of a train of reasoning, is the sequence of interlinked claims and reasons that, between
them, establish the content and force of the position for which a particular speaker is arguing”. La traducción es mía.
11
Bitonte y Matienzo indican que “la consideración de los elementos modalizadores, las restricciones y el peso que
tiene la instancia de justificación nos hablan de una teoría pensada en función de un interlocutor, por lo menos
presente virtualmente, que cuestiona, rechaza o duda” (2010: 78). Según Marafioti, el modelo de Toulmin “analiza la
técnica por la cual un locutor brinda una justificación a una aserción que había sostenido y que es puesta en duda por
su interlocutor” (2003: 125). Por su parte, Harada Olivares afirma que “el modelo de Toulmin puede y en mi opinión
debe ser interpretado de manera dialéctica o dialógica” (2009: 51).

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Oponente: ¿Y quién dice eso?
Proponente: Todo el mundo sabe que el catolicismo surgió al interior del cristianismo (respaldo).

Es innegable que aquí aparecen dos voces, ya sea externas o internas al hablante, que
impulsan la argumentación. El otro en tanto interlocutor, la voz del otro internalizada, la
presencia de posiciones alternativas a la del hablante son aspectos contemplados en el modelo, si
bien no se desarrollan exhaustivamente. Dichos aspectos se relacionan con la concepción del
lenguaje como dialógico, y de la argumentación como un diálogo entre distintas voces o
paradigmas, conceptos que fueron trabajados en el marco del ACD y que desarrollaré en el
siguiente apartado.

3.2 Apropiación del “modelo de Toulmin” por parte del Análisis Crítico del Discurso

Como vimos en la Introducción, en el marco teórico del Análisis Crítico del Discurso
(ACD) (Fairclough 1992, Pardo 2008) el análisis de la estructura argumentativa es una
herramienta para caracterizar la práctica textual, pero no debe perderse de vista que este debe ser
considerado como punto de partida para la reflexión acerca de las prácticas discursiva y social,
principalmente porque a través de las tesis y los datos se pueden relevar las opiniones vertidas en
los textos, teniendo en cuenta los procesos de producción y circulación en los que están insertos
(práctica discursiva), y mediante las garantías y los respaldos se pueden relevar los supuestos y
los sistemas de creencias socialmente circulantes que sustentan esas opiniones y legitiman
determinadas prácticas (práctica social).
Es desde esta perspectiva crítica que puede adaptarse el “modelo de Toulmin” como
herramienta de análisis textual. Tal apropiación surge primeramente del trabajo de Pardo (2006,
2011) y de los desarrollos que a partir de su trabajo iniciamos otros miembros de su equipo de
investigación (de la Vega 2011a, 2011b; D’ Angelo 2011; Molina 2010b, 2011a, 2011c). El
modelo es retomado “como marco teórico general para la comprensión de algunos elementos
básicos acerca de la argumentación, pero con varias modificaciones…” (Pardo 2011: 55).
Detallaré esas modificaciones a continuación; algunas de ellas están relacionadas con cuestiones
teóricas –retomando las críticas esbozadas en el apartado anterior–, mientras que otras se
vinculan más específicamente con cuestiones metodológicas (aunque las cuestiones
metodológicas, epistemológicas e ideológicas que dan forma a una investigación se hallan
estrechamente relacionadas entre sí, como señalan Guba & Lincoln 1998).
En primer lugar, en lo que respecta a la argumentación, vimos que para el ACD “aparece
como una característica constitutiva del lenguaje tanto por su función ligada al pensamiento como
a la comunicación” (Pardo 2011: 15). Es por eso que
“La argumentación, vista de este modo, no refiere a un género discursivo particular, sino a la forma en que
se desarrolla nuestro decir en la comunicación. La argumentación es dimensional, o sea, gradual, en la que
el decir puede tener un bajo grado de argumentos, con una función solo interpersonal (mantener el contacto
con el otro) o ir inclinándose gradualmente a su opuesto, donde todos los recursos o estrategias serán
puestos en juego para defender una posición o tesis” (Pardo 2011: 16).

Es decir que el modelo de Toulmin nos permitirá abordar corpora que no se inscriban
explícitamente en los géneros retóricos o argumentativos, como es el caso de las notas
informativas publicadas en los diarios.
En segundo lugar, la argumentación se relaciona con la noción de argumentatividad
(Lavandera 1992), referida a las estrategias argumentativas mediante las cuales el texto avanza,
implementadas mediante recursos como pares de términos léxicos, conectores, oposiciones

7/11
sintagmáticas entre pronombres personales, entre modos y tiempos verbales, entre voces,
frecuentes a lo largo del texto; estos recursos facilitan el rastreo de la estructura argumentativa.
Desde este punto de vista, la argumentatividad es un rasgo que se da en todos los textos: es un
fenómeno gradual y variable que alcanza sus grados más altos en los textos que definimos como
argumentaciones (Pardo 2006). Siguiendo a Lavandera (1992), Pardo (2006, 2011) distingue la
argumentatividad de la argumentación, entendida como un género o un conjunto de géneros
particulares, etiquetados generalmente como argumentativos o de opinión y caracterizados por un
alto grado de argumentatividad. Además, debe considerarse que “la argumentatividad guarda una
fuerte relación con las voces que el hablante tiene internalizadas en tanto permite que estas
surjan, se hagan visibles en el texto” (Pardo 2006: 4); aquí pasamos al concepto de dialogismo.
En tercer lugar, entonces, la perspectiva del ACD ahonda desde un punto de vista
discursivo en el concepto de dialogismo, que ya estaba presente en el desarrollo de Toulmin en el
marco de una perspectiva lógica práctica. Siguiendo a Bajtin (1981), Pardo señala que “Todo
texto, por el solo hecho de ser dialógico, conlleva una argumentación intrínseca, articulada a
partir de las voces que el hablante tiene internalizadas y con las externas. De allí que, más allá de
los sujetos-hablantes-oyentes presentes en la situación comunicativa con los que un texto
visiblemente pueda discutir, el habla siempre guarda esta composición argumentacional
intrínseca en la que cada hablante dialoga con sus voces internas” (Pardo 2011: 56). ¿Cuál es la
relación entre argumentación y dialogismo? “La argumentación revela y muestra las voces que
alternan en el discurso del hablante” (Pardo 2006: 2; 2011: 21).12
En cuarto lugar, además de las consideraciones relacionadas con la argumentación, la
argumentatividad y el dialogismo, desde el marco teórico del ACD se realiza otra modificación al
“modelo de Toulmin”, que conlleva un pasaje de la emisión al texto. De hecho, se dejan de lado
los ejemplos artificiales, y se amplía el alcance del análisis de la estructura argumentativa como
herramienta para abordar textos reales. Si bien el modelo permite abordar el nivel “micro-” del
texto (es decir, la argumentación frase por frase), Pardo (2006) utiliza el modelo para el análisis
de textos en contexto, considerando que “puede hacerse un análisis de la argumentación que
trasciende los límites de la cláusula o la proposición lógica” (Pardo 2011: 58). En este sentido, las
estructuras argumentativas se complejizan, como intentaremos mostrar en el próximo capítulo,
formando cadenas o redes en las que el esquema elaborado por Toulmin sirve para analizar los
eslabones o nudos, es decir los encadenamientos, las relaciones jerárquicas, las yuxtaposiciones
de los distintos elementos del modelo. Si ampliamos el alcance del modelo, una misma
información puede funcionar como dato de una o más tesis, o como tesis en relación a otros
datos, desplegando en cada caso una garantía. Además, en los textos se constituyen estructuras
argumentativas más abarcativas (que denominamos estructura argumentativa general, ya que
funciona en términos macroestructurales) que engloban en sí encadenamientos de datos, tesis y
garantías (a nivel microestructural); en suma, se trata de conceptos relacionales y analizables
inductivamente en cada texto.
Podemos tomar un fragmento de una historia de vida para ejemplificar brevemente cómo
se encadenan las tesis y datos en los textos13. En este caso, RO, un asistente a un comedor
popular, argumenta acerca de por qué necesita concurrir allí para alimentarse, justificando este

12
Esto es así porque, según Pardo (2011: 23), “Si asumimos, entonces, que el lenguaje realiza a un “yo” e incorpora
a un “otro”, esto podría observarse en términos argumentacionales en el discurso. De aquí la importancia de realizar
un estudio pormenorizado tanto de la argumentatividad como de la argumentación y el dialogismo en los textos”.
13
Registré esta historia de vida en un comedor popular de la Ciudad de Buenos Aires en 2005, en el marco del
seminario de grado Metodología de la investigación lingüística, dictado por Laura Pardo.

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hecho por su falta de trabajo. Luego proporciona otros datos que justifican por qué no tiene
trabajo. Transcribimos aquí algunas emisiones:

Yo llegué al comedor por falta de trabajo (e2)


No consigo trabajo (e29)
Yo ya tengo cincuenta años y no puedo conseguirme un trabajo (e30)

La estructura de este pequeño fragmento, formado por solamente tres emisiones, se organizaría
como sigue. En primer lugar, tendríamos el pasaje de un dato a una tesis:

No consigo trabajo (dato 1)→ Llegué al comedor (tesis 1)



Si alguien no tiene trabajo, posiblemente deba acudir a un comedor para subsistir (garantía 1)

Pero, al mismo tiempo, se proporciona otro dato que justifica al dato 1, referido a la falta de
trabajo, que entonces se transforma en tesis, ya que es fundamentada por otro dato:
Yo ya tengo cincuenta años (dato 2)→No consigo trabajo (dato 1, tesis 2)

Si alguien tiene más de cuarenta años, es difícil que consiga trabajo (garantía 2)

La estructura argumentativa formada en el fragmento quedaría entonces como sigue:


Yo ya tengo cincuenta años (dato 2) →No consigo trabajo (tesis 2, dato 1) →Llegué al comedor (tesis 1)

En quinto lugar, y en estrecha relación con el punto anterior, la ampliación del alcance del
análisis al texto requiere una comprensión más completa y más compleja del contexto, ya que
para el ACD el discurso se define como texto en contexto (Lavandera 1992). Este no solo será
entendido como contexto situacional sino que incluirá la caracterización de la práctica discursiva
y la práctica social. Aquí el concepto de campo de Toulmin resulta limitado, pero el marco
teórico del ACD permite abordar los aspectos genéricos, históricos y sociales que la noción de
campo deja de lado. En la argumentación de RO que se mostró más arriba, por ejemplo, las
garantías tienen como soporte conocimiento de mundo compartido por los hablantes de la
comunidad a la que pertenecen entrevistadora y entrevistado, pero estos soportes no serían
compartidos por comunidades en las que haya medios de subsistencia alternativos al trabajo o
donde se valore a los mayores como trabajadores. En este sentido, entonces, las garantías que se
despliegan en el análisis deben reinterpretarse en función del contexto en el que el texto analizado
tiene lugar. Esto es así porque las garantías dependen de los sistemas de valores y de creencias de
una sociedad (Pardo 2006).
En sexto lugar, pasando a cuestiones metodológicas relacionadas con el análisis de los
textos, Pardo (2011) introduce la noción de paradigma argumentativo, que será ejemplificada en
el capítulo 4. Esta “presupone al menos el manejo de dos voces, la del hablante y la de otro que
adhiere a sus tesis o se le contrapone” (Pardo 2011: 59). Podemos relacionar el concepto de
paradigma, íntimamente vinculado con la cuestión del dialogismo, con la suposición que está en
la base del modelo de Toulmin, es decir que un hablante debe defender su posición con respecto a
las críticas que se le puedan hacer. El análisis de la estructura argumentativa se enmarca,
entonces, en el análisis de un proceso dialógico en el que se tienen en cuenta distintos paradigmas
y las estructuras argumentativas que cada uno de ellos despliega. Para dar un pequeño ejemplo,
en los textos encontramos marcas que nos indican la presencia de una discusión con otras voces

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(externas o internalizadas), cuya mención es más o menos explícita. En la misma historia de vida
citada, RO señala:

Yo ya tengo cincuenta años y no puedo conseguirme un trabajo (e30)


No sé por qué, viste, si yo no soy enfermo, no me duele nada (e31)

En la emisión 31, RO refuta una posible objeción a sus dificultades para conseguir trabajo,
relacionada con una voz implícita que indica que a los cincuenta años el desgaste de la salud
impide que las personas trabajen; en este caso, esta voz que encarna un argumento contrario al
del hablante está señalada textualmente mediante la negación.
En séptimo lugar, para llevar al análisis textual la noción de paradigma es necesario
recurrir a un método que permita visualizar su construcción en el texto: según Pardo (2011: 56),
“El método sincrónico-diacrónico de análisis lingüístico de textos … permite observar claramente
este proceso argumentacional y dialógico”.14 En este análisis, los paradigmas suelen estar
representados por actores, los cuales designan las voces con las que el hablante discute. Para
ejemplificar brevemente, presentamos un cuadro de análisis de dicho método para la historia de
vida citada anteriormente, donde RO proporciona datos para justificar la tesis de que deberían
darle un trabajo, pero al mismo tiempo se contrapone a otro actor (la gente, los posibles
empleadores), que sostendrían, según su argumentación, una posición distinta a la suya:

Hablante- Verbo Trabajo Operador Tiempo Actor: Verbo Negación


Protagonista 1 pragmático gente 2
e126 sé mucho
e127 sé colocar alfombras,
pisos
sé albañilería, pintura
e128 pero a veces
viste cómo es
la gente no
que
te conocen
te ven
medio así raro y no
te dan
trabajo

Por último, a partir del análisis de historias de vida, Pardo (2006, 2011: 58) introduce una
división entre datos internos (referidos a las emociones) y externos (ajenos a la expresión de las
emociones).15 Esta distinción no necesariamente es relevante para cualquier tipo de corpus (por
ejemplo, no hay muchos datos internos en las noticias), pero la acuñación de esta categoría abre
la puerta para un análisis verdaderamente inductivo y para la adaptación del modelo en función

14
Este método posibilita el reconocimiento de las categorías gramaticalizadas y no gramaticalizadas que los
hablantes despliegan en sus textos. Las categorías gramaticalizadas (Tiempo, Lugar, Operadores pragmáticos,
Hablante protagonista, Actores y sus verbos correspondientes) son obligatorias en todos los textos, mientras que cada
texto despliega categorías semántico-discursivas específicas.
15
Como afirma Pardo, “los datos externos funcionan como argumentos, supuestamente, objetivos”, mientras que
“los datos internos aportan justificaciones que, por su emotividad, son más persuasivas y apelan a la empatía del
oyente (o lector)” (2011: 61).

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de los datos lingüísticos. A continuación presentamos dos ejemplos extraídos de la historia de
vida de RO para ilustrar la diferencia:

Me echaron a los cuarenta y cinco años, y conseguí seis meses en una de vigilancia, y después no, no pude
conseguir más nada (e37, dato externo)
Y lo que me embroma mucho es que yo tengo tercer año industrial y no me sirve para nada (e129, dato
interno)

En el siguiente capítulo, presento como ejemplo el análisis de algunas notas informativas


(noticias y crónicas), utilizando como herramienta el análisis de la estructura argumentativa
elaborado a partir del “modelo de Toulmin” y apropiado en el marco del ACD, continuando
también la adaptación de dicha herramienta en relación al análisis de textos reales.

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