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Alan Pauls

El factor Borges
~

EDITORIAL ANAGRAMA
BARCELONA
Ul1a primera edición de este libro apareció en 2000 en Buenos
Aires, bajo el sello del Fondo de Cultura Económica. /nclu.ía un PROLOGO
repertoriq de (atas, ilustraciones y materiales de archivo que
Nicolás Helft selecci0l16 de la Colección 1301"ges de la Fundación
San Te/ma.

Diseüo de la colección:
Julio Vivas
1lllstnlcÍón: "Ucberschach», P~lll Klee, 193-7, Kunstmusélllll. Zul"Ích. Pese a lo que promete su título, este libro no es una no-
© VEGAP, Bnrcüloll:l, 2004
vela de seereros y espías, Es un ensayo de l(e[Ura: un ma-
nual de instrucciones para nrienrarse (o extraviarse sin cul-
pas) en una literatura, Y, sin embargo, en el fondo de esa
práctica sigilosa que llamamos leer, ¿no hay acaso la ilusión,
Pl"Ímen\ edición española: Octubl"C 2004
Primera edición impresa en Argentina: Octub¡"c 2004
el vicioso designio de entablar con un libro, una obra o un
Segunda edición impl'csa cn Argentina: Febrero 2007 autor esa relación de aventura y suspenso -hecha de incur-
siones nocturnas, cerrojos burlados y claves robadas- que
conocemos de lejos bajo el nombre de espionaje? Hace mu-
cho que las páginas de los libros dejaron de ofrecérsenos pe-
© Alan Pauls. 2000. 2004
gadas; anacrónicos -difícil imaginar un objeto más pasado
de moda-, los cortapapeles sobreviven a duras penas como
10 EDlTOKIAL ANAGi{AMA. S. A.. 2004
Pedró de la el·ell. 58 -i souvenirs de conlarcas turísticas fraudulentas. Pero ¿leer no
08034 Barcelona es, no sigue siendo sielnpre desgarrar, entronleterse, irrUlll-
ISBN: 978-84-339-6214-0 pir en un orden sereno, satisreeho de sí, devoio del silencio,
Depósito Leg,tl: B. 40916-2004 las puertas entornadas y.las persianas bajas? ¿Y no es cierro
ac~so que el apellido Borgcs, además de designar al escritor
La presente edición ha sido rcali·l.ada
por convenio con Rivcrsidc Agcncy, S.A.C. inás un,ínime de la historia de la literatura argentina, tam-
lmp"cso en Argcnti~a
bién idenriflcó durante décadas una marca de cajas de segu-
ridad, famosa por su eficacia a la hora de atesorar?
Edigl'af S.A. - Delgado 834,"!!uenos.,Aircs
Buscar e11 Jorge Luis Borges el focto¡' Borges, la- propie-

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dad, la huella digital, esa molécula que hace que Borgcs sea teratura. Tal vez allí cmpiecen a aparecer los verdaderos
Borges y que, liberada gracias a la lectura, la traducciÓn, las Borges inesperados, capaces de poner a distancia," ironizar o
múltiples formas de resonancia que desde hace más o me- aun refutar bucna parte de los estereotipos con los que esta-
nos cuarenta años vienen encarnizándose: con él y con su rnos acostumbrados a confundirlo. Tal vez así, de golpe, el
obra, hace también que el mundo sea cada día un poco más tímido y desinteresado ratón de biblioteca se transforme en
borgeano:" ése fue el propósito orig'inal de este libro. ¿Había un estratega toí·tuoso; el anglófilo deje su torre de marfil y
alguna posibilidad deno {racasar? baje a entintarse los dedos a la arena caliente del periodis-
Es evidente que no hay un elemento Borges sino mü- mo; el escritor para élites abrace la cultura bastarda de la di-
chos y que todos son fatalrúente históricos, acotados como vu.lgación; yel centinela de la originalidad, sin el menor
est<ín por la ceguera de los horizontes de ideas y valores que asor:no de rubor, confiese ser ni más ni menos qtie un éon-
fueron estableciéndolos. Aun así, este libro decidió tomarse. sumado artista del robo. Y tal vez así leer vuelva a tener el
"a pecho su destino fallido y salió tras la pista de algunas'de vértigo de la infracción. '-'-. ,::'1'

esas marcas distintivas, buscándolas no sólo en la letra de


,t ,~
los textos de Borges, donde aeomejanexhumarlas bslectu- """

.~ ras «serias», sino tanlbién en su voz; s~ cuerpo y sus «ll1anC-


ras», y en esa especie de dimensión paralela, a la vez íntima """

y exhibicionisl<1, privada y reatr<11 (entrevistas periodísticas ,";~


,,1
y tarjetas postales, conferencias y cartas, registros radiofó- ":. ... ,,~~~

n!cos y oscuros folleros publicitarios), donde se movía a sus ""


"1
anchas no eXactamente el sujeto Borges sino lo que podría-
mos llamar su figura"" d Borges on slage, en quien conver-
gen y se funden un ADN literario inconfundible, una o
muchas biografías y un sofisticado dispositivo de puesta en"
escena; sin ir más lejos, el Borges que exasperaba a progre-
sistas a fuerza de anacronismos indignos, d que defraudaba
a intelectuales entregándose a los rituales de la "comunicac
eión de masas, el que hcehizaba a públicos que jamás lo ha-
bían leído con el mero influjo de su imagcf1 de prócer cul-
tural. '
Este libro va y'vienc entre esas dos dimensiones, explo-
rando la zona inestable donddos secretos de la intimidad se
dejan contagiar podas evidencias de lo público y la espuma
frívola. deLm~¡tido sociaLpor-laletra autosuficiente de la li-

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,
l'

UNO
Un cfásico precoz

A mediados de los años veilHe, en pleno (uror va;1guar-


dista, Jorge Luis Eorges rejuvenece, El fenómeno ya asom-
braría si fuera físico o de ánimo', pero encima es civiL y al
menos cualro testimonios de la épocitlo registran: una pá-
gina de Critica, el diario más popular del país; Otra de Mm'-
tín Fierro, la revisra ¡itei'aria de moda; un compendio de
poesía nacional (Antología de la poesía argentina moderna);
una carta personal de Borges a Alfredo Eianchi, uno de los
directores de la revista Nosotros, En las cuatro ocaSlOnes,
Eorges cleclara haber nacido en J 900,
Lú mentira es ·tenue .
(Borges nació en 1899); 1900 Amigo 13ianc]¡j: He nacido el :lÍla
mil nuvecientos en BUCllos Aires, en la clllra~
pero por cuadruplicádo ña de b ciudad (c;lIlc 'l\iCllIlt;Ín csqliina Es-
suena calculada, frívola mcr;dda). He viajado por Inglaterra, Espa-
y sobre todo un poco na, Portugal, Villa Urqui'¿a, Montevideo, cl
Chubur y S;Ul NicoUs de los Arroyus. He
irrelevante: Borges es un sunidn a la jlOCS!a argcntina de alm:lo:nes y
escritor joven, no una poniclll'cs fOsados, de inquicracioncs mctan-
'sic;\s, dc p;llios ;¡lIstcrúS y otro cachivad¡crfo.
corista pal'" andar sacán- [ ..• 1 He funebdo tres revistas bochincheras y
dose años de e;,cima, Sin !crvorOS<1s: dos PrOtisy un Priima qliC fue re-
vista mural y homó las p¡uedes.
embargo, hacia 1926 o ·1.0 S;¡llld;¡ muy cordi;¡lmcnre
1927, la época en que Jorge Luis Borgcs

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adultera sigilosamente el pasado, Borges ya lleva reunidos dan: «Su destreza en artear fuertes rebaños de versos trashu-
todos los requisitos que la juventud exige para convertir a un mantes ... » y, sin embargo, a la hora de ganar tiempo, Borges
vanguardista en un anciano precoz. Ha destruido dos cxa- se cuida mucho de abusar. Es discreto, sagaz, de una eficacia
bruptos de juventud; ha publicado dos libros de versos (Fer- frugal. Gana lo justo: un ano. Exactamente el ano que le ha-
vor de Buenos Aires, Luna ce falta para haber nacido con el siglo.
de enfrente), dos de ensa- c=xabruptos fiorges, «reaccionario» céle- Por modesta o superflua que parezca, la Operación Re-
bre, disimuló durante décadas dos pasados
yos (El tamaño de mi es- pecaminosos. En lIllO (que m·... 1que mal con- juvenecer satisface las condiciones que debe reunir todo ar-
peranza, Inquisiciones), y sigue filtrarse en sus primeros textos canóni- did para llamarse borgeaflo. Es una intervención sobre el pa-
cm) file un nacional-populista ferviente, un
sembrado la prensa por- revoleador de ponchos, un panidario de sado, la prueba doméstica de que el tiempo, lejos de ser una
teña de intervenciones Juan Manuel de Rosas y del primer r~1djcalis­ flecha irreversible, está hecho más bien de pliegucs y replie-
mo de lrigayen. El ono -un Borges rojo,
mordaces, poemas y re- allegado al Kremlin- fue durante mucho
gues, Je anacronismos, dc pequenos milagros retrospecti-
señas. Pasó toda su ado- tiempo casi inconcebible. «En Españ:t [área . vos. Es una intervención mínima, sin alardes, decididanlente
1920] escribí dos libros .. , cuenta en su Allto-
lescencia en Ginebra, biogrnfin. «Uno se lI:tm:tba (ahora me pre- antiespectacular: como las jugadas más elegantes del ajedrez,
donde se educó y se vol- gunto por qué) Lo! nnip~! da tahrír. Eran illoviliza un mínimo de fuerzas para obtener un máximo de
vió políglota, pero sobre ens<lyos literarios y políticos' (todavía era efectos, y en ese sentido podría ser el paradigma absoluto del
anarquista, librepensador y pacifista) escri-
roda ha vivido en Espa- tos bajo la influencia de Pío Baraja. Quedan
I estilo: cambiar el mundo t'ocándole apenas una coma. Yes ".
ña, la patria que le pro- ser amargos e implacables pero, en realidad, una intervención ligeramente delictiva: alterando la letra de
~f<ln. b~en ~an,~os. Re~lIrr,~ a f?,alabr<ls com,?
porcionó su primer esrupldos, meretnces, embusteros. lo que ya estaba escrito, Borges busca borrar un destino fatal
maestro (Rafael .Cansi- No habiendo conseguido quien lo editara y suplantarlo mágicamente por otro, deliberado y coyuntu-
desuuí el manuscrito cllalHlo volví a Bnenos
nos Assens), la primera Aires. El otro libro se titubba Los ifJbnQs rojOJ ral, moldeado sobre las necesidades del preseIlte. Ca":' biar
versión de una' bohemia o Los ritmOJ rojos .. Era una colección de poe- 1899 por 1900: difícil pensar otra manera de hacer tanto con
-qlIi7.ás veimc- en verso libre en ab-
literaria y las primeras mas b:u17.a de la Revolución Rusa, de b rraterni-
tan poco. El año que Borges gana para su biografía es exacta-
pendencias de un movi- dad y del pacifismo. Tres o cuatro de dios nlcnte el año que necesita para ser rTIodcrilo.
miento de vanguardia (el aparecieron en revistas (hpicn Bolch~lIi1f{(, Ahora bien: ¿por qué alguien como Borges, que en 1926
Trinch~rtlJ, Rusia). Este libro lo destruí en
ultraímlO) . España en vfsperas de mi p:1 nidv> es la modernidad, seve obligado a ejecutar un gesto tah signi- •
De vuelta de todo, ficativo? Siguiendo una lógica estrictamente borgeana, UIIO
I .
Borges, en Buenos Aires, ya es Ull profesional del dernier eri. de cuyos axiomas asegura que lo que es no necesita declararse,
Daría su reino por una metáfora; sintoniza las sofisticacio- esa quita de tiempo debe leerse, en realidad, como un exceso,
nes del pensamientó e'uropeo con el idioma íntimo del crio- algo que está de más: un énfasis. Precisamente la clase de so-
lIisl11o; repite a Berkdey, a Hegel, a Schopenhauer, mientras breacruación de la gue el mismo Borgcs se burla en el prólo-
escribe cordobesada bochinchera, bondá, incredulidá, esplica- go que escribe para la reedición de 1969 de Luna de enfrente
ble. Descree de todo lo que sea directo: escribir es inventar (925): "Hacia 1905, Hermann Bahr decidió: El único de-
rodeos preCIosIstas, circunloquios, disfraces que sorpren- ber, ser rnoderno. :Vcir:tt.itantos años después, yo 111e ir~pusc
6 ~i'
"
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I
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también esa obligación del todo superAua. Ser moderno es te a cada solicitud del siglo xx, ese aÍlo debió de ser un lastre,
ser contcJllporánco, ser actual; todos faralnlcntc 10 sainaS,}) un resto extraño. O una negligencia divina. Si no fuera por
Casi medio siglo después de haberlos cometido, Borges iro- 1899 habría nacido con el siglo. iHabía estado tan cerca!
nIza sobre dos pecados de juventud, dos entusiasmos que tal y sin embargo ... Ese estigma, ese aÍlo de más, era lo que to-
vez sean uno solo: haberse propuesto ser moderno; haberse davía lo unía al siglo XJX: una suerte de aguijón que hubiera
propuesto ser argentino. Más adelante (véase Tres) se explo- quedado clavado ahí, en el territorio puro del pasado, y que
rad ~sa teoría de! énfasis y el pudor que Borges siempre lleva de algún modo siguiera «comunicando» al Borges vanguar-
consIgo c~ando sale, y con la que prácticamente mira y lee dista, cosmopolita, frenético de metáforas y de estandartes,
todos los sIgnos de la cultura. Por ahora alcanza con esto: ca- con una dimensión de la experiencia y la cultura a la vez más
da vez que detecta alguna manifestación de énfasis (una afec- provinciana y más épica, más remota ym,ís íntima. 1899 es
tación, un subrayado, cualquier COSa que parece geslualizar lo quc queda en Borges de un siglo perdido. Un mundo en el
el lenguaje en una impostura), lo que Borges detecta es un que prácticamente los mismos personajes protagonizan la
sín roma, la huella que delata una crisis, una situación de ten- historia de la patria y la genealogía familiar; un mundo épi-
sión, un e,rado de COsas conflictivo. ¿Por qué, pues, el joven co, donde la pampa es un campo de batalla y una esquina de
Borges no se conformaría con ser moderno? ¿Por qué querría barrio el decorado de un duelo a cuchillo; un mundo con
también parecerlo? . n'adiciones autosuficientes, sin dilemas de identidad, seguro
Puede que Borges, por entonces, ya haya empezado a de sí; un mundo dicho, conversado o entonado, que con-
pensar que es otra cosa que un 111oderno. Quizá ya esté vien- desciende a la escritura pero que no parece necesitarla; un
do su propia modernidad y distinguiéndose de ella; quizá mundo casi inmóvil, que habla en voz baja y actúa con des-
g~aClas a esa mínima distancia con su propio presente ya es- gano, reconfortado por su propia indolencia. Es el mundo
te empezando a despegarse del ensimismamiento que carac- del siglo XIX, el siglo «de los mayores», el siglo criollo, y está
terIZa a la vanguardia; y quiz,ís -demasiado consciente de su perdiéndose para siempre. Ya en 1925 Borges pone el grito
actualidad, pero ya instalado en la tierra de nadie donde 10 en e! cielo y acusa «el trance por el cual hoy pasamos todos:
arroja por primera vez una mirada histórica- se arrepienta y el del criollo que intenta descriollarse para debclar este si-
deCIda que no, que no quiere desprenderse de ella, y se aferre glo». El «enemigo» es el progreso; los alambrados «encarce-
entonces al signo más flagrante de lo moderno -la cifra de! lan» la pampa, los gauchos se quebrantan, el criollo dcsem-
ú~~o- c.omo aUlla gatantía de predestinación. Tal vez nacer, boca fatalmeme en el ejército, el vagabundeo o la picardía;
o renacer, pero esta vez al mislllo tiempo que el siglo, hIera «nuestra ciudad se llama Babe"'; una nueva movilidad in-
para Borges un antídoto contra la· inéspcrada fragilidad, quieta «la visión lineal» de Buenos Aires: «ya la República se
contra las flaquezas, quizá contra el hastío de ser moderno. nos extranjeriza, se pierde». Michclct, historiador de la Re-
Comoquiera que sea, lo que el énfasis borgeano delara es volución Francesa, decía que coda época suefla la siguiente.
que todo el problema estaba en ese aÍlo: 1899. Contradiciendo a la vez la idea y su optimismo, Borges se la-
1899 sobraba. Para Borges, que respondía puntualmen- menta: todo siglo olvida y pierde al anterior.

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Quizás eso sea el énfasis: una suerte de gesto rcac~ivo, comprende quc no basta I:t eternidad, y argumenta que para que ha·
un poco maníaco, que se defiende de cierto dolor reempla- con «no tener»' (no ha- ya signo hace falta que la cosa se pierda, pe·
ro que no hay signo que no sea el recuerdu,
zándolo por l~ euforia. Borges, acelerando el olvido, blo- ber vivido la patria chi- la resurrección de la cosa, y hasta su pose·
quea la experiencia de la pérdida (un siglo: todo el siglo XIX) ca); que es preciso «per- sión. El mismo razonamiento reaparece casi
cuarenta años más tarde en "Posesión del
ton una súbita compulsión de ganar (un año, todo el si- der» (experimentar la ayer", \lila prosa breve incluida en los conju .
. glo XX). La instancia es clave y tiene' una densidad notable: nostalgia). Porque per- Tddos (1985), el (¡himo libro publicado por
Borges se asoma al siglo XIX en el preciso momento en qüe Borges: "Sé que he perdido tantas cosas que
der no es una fatalidad I~O podría comarlas y <lile esas perdiciones,
el siglo se pierde, yen el mismo instante en que se asoma a sino una construcción, ahora, son lo que es mío. Sé que he perdido
él, en que experinlenta su atracción y su vértigo, !cacciona un artefacto, una obra: el ~rnarillo y el negro y pienso en esos impo·
sibles colores corno no piel1san los que vell.
sacándose un año, tratando de' extirparse el resto que ese si~ algo que requiere tanto Mi padre ha mllerto y está siempre a mi la·
glo moribundo ha dejado en él. Pero ese famoso año, ¿lo cuidado y dedicación do. Cuando quiero escandir versos de Swin·
burne, lo hago, me dicen, con Sil V07.. Sólo
gana o lo pierde' La respuesta sólo puede ser paradójica: como un verso o una ar- el que ha muerto es nuesrro, sólo es nuestro
lo gana perdiéndolo, lo pierde al ganarlo. Yes paradójica por- gumentación literaria. lo que rer~imos."
que es moderna: porque apunta a la herida y la melancolía Para <<00 tenen> sólo ha-
que habitan el corazón de rodoentusiasm·o. Lam(stica crio- 'ccn falta un estado de cosas desfavorable, una injusticia, una
lla de la «patria chica" no se opone a la mística de la «nueva desgracia. Es apenas el primer paso. Perder, en cambio, sólo
sensibilidad»; en roda caso, a mediados.delos años veinte, pierden los artistas, que por medio de la nostalgia conyier-
es uno de sus materiales más productivos. Pero eí1 la expe- ten en mito todo aquello que no tienen. Y Borges, hasta cn-
,1 riencia de la pérdida, Borg~sparece descubrir algo más, o. tOI;ces confiado en el porvenir, decide ahora apostar todo a ,";::"

algo distinto, de .10 que exaltan y proli1Ueven sus colegas I la pérdida. El siglo XIX (la Argentina premoderna, de la 1;
vanguardistas de Proa o de Martín r'erro. Encuentra una pampa, los gauchos,. el barrio y la intimidad sin intrusos)
nostalgia: la emoción de no poder lJollJe/" a ese modesto paraí- deja de ser un n{aterialversificablc y pasa a ser otra cos;, al-
so perdido. . go a la vez más perturbador y más reconFortante: una espe-
Sólo que 1899, el añó que se saca de encima, es 'en rea- cie de infancia imposible, el mundo del que Borges,.alguna
lidad el cuerpo del deliro: la evidencia de que esa dimen~ión vez; fue desterrado.
a la que le es imposible regresar es al mismo tie'mpo una di- Entre mediados de de.~lerr.tdo Mucho tiempo después, en
rl1ensión a la que Borges nunca perteneció . .Esa resonancia los años veinte y 1930, 1968, cuando el siglo de pertenencia de
Borges no pareda ser un dilema para nadie,
paradójica (¿cómo volver allí donde nunca se estuvo?) pér- Borges cambia. Cambia . Fern;¡ndo Sorrentino, uno de los rnuc:hos
siste en una de las frases más exitosasdel dispensario de afo- de posición, de mirada, interrogadores profesionales que se' lo dis~
en los ¡¡Itimos afios, le dio la opor·
rismos borgeanos: «Sólo de «actitud literaria», y pur<lron
tunidad de corregir otra vez el pasado.
se pierde lo que real- sólo se pierde lo que realmente 110 se ha te· vuelve a cambiar el pasa- ,,¿CIl~lldo y dónde: nació Jorge Luis Bor·
nido La ciu es del ensayo "Nucva refuta·
¡.¡ Incntc no se ha tenido.)) ció n del tiempo», de 19t17,1111<1 de [as mu~
do, o más bicn la imagen ges?», le preguntó, con esa f.,cilidad para la
tercera persona qlle lienell los periodistas
11 A los 27 años, Borges chas contribuciones de Borgcs a la r.1.ma de del pasado. Ya no huirá deportivos. Borges no desaprovechó la oc;¡~
1;

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de él como antes, cuan- sión. "Nad el día 24 dc agosto del afio
ma de los argentinos, de no son huenos. ,,"Pero er:l un :lmigo y cra ve-
do se rebajaba la cdad; 1899. Esto me agrada porque me gusta mu- cino nuestro", les dije.» POC(;¡ menor, popu·
cho el siglo XIX; aU'Hlue podríamos usar co- 1928. Véase Cuarro.) Es-
ahora va a glorificarlo mo :lrgumentu en contra del siglo XIX el he- lar, subliterario, Carriego encaja perfecta-
cribe sobre un poeta melHe en el plan "recuper;ldoD¡ de Horges.
como la patria de la que cho dc haber producido el siglo XX, que mc
parece algo mellaS admirable." perdido (Carriego), que {Hay U([";\ razón, rOll vC7.m:l.s melodr:un:iric:l,
fue expulsado. Borges, p:lra que Borges se abot¡uc a éL En 190~, Ca-
a su vez escribió sobre rriego, que suele visitar la casa de los Borges,
que todavía no tiene 30 años, empieza a construirse una
un barrio perdido (el le dedica un poema a Leonor y lo deja anor;¡-
nueva figuta de escritor. Deja de pensarse en la proa del si- do inclllso en su ¡¡¡bum personal.·Hay una.
l'alermo de los cuchille~ alusión a Borges en la dediclloria: «y que
glo, renuncia al mesianismo vanguardista, se añeja en vez
de rejuvene;cer. No se ve C01110 un joven «inquieto y cles-
ros), que a su vez repre- vuestro hijo marche :1debnrc, llcvaJo podas
esperanzadas ala~ de la illspiración, hacia la
COlltcíUO»;. se ve C01110 un sobreviviente. Ya no piensa en es-
sentó a un país perdido vendimia de una nueva enllllciación, que de
(la Argen tina de fines los ahos racimos extraed el vino dd C<HUO.')
cribir algo por primera vez, algo que nadie haya escrito an- Así.,.con ti libro sobre CHriego, Borges t;¡llI~
del siglo XIX). Pero la
tes, sino algo que pueda ser leído dos veces. Es el gran valor Li~n tctribuyc esa ami gua cUllflallz~l y salcl:J,

sintomático que cobra su gesto de sacarse un año: el mo- prosa de Borgcs no ti cric de algúul1lodo,l:J dew:b que el poeta lo obli~
una"pizca de melancolía. gó a contraer cuando lo predestiiló a la poe-
mento en que Borges se propone nacer con el siglo XX coin- ~ía.) Es el pocta qlle mitologii'.6 el l'alcnno de
cide con el momento en que se despide de él. Borges empie- El Cctrriego es un libro ¡·¡nes del siglo XIX, e~ deór; lodo ,:qllello que·
, ~'t •
de arqucología militan- . 130rges no llegó ,,·vivir, lo que perdió y lo que
za a desplegar todos los elementos necesarios para fabricarse nunca dejad de afiorar. No [¡ene presrigio
una nueva identidad de escritor. te, que sólo exhuma r~li· algullo, lo que de I~Of.Sr justifica la lafCa de
Pane de esa delicada manuf.,ctura puede leerse, no de- quia~ del pasado para re- Borges, que cst<Í cn condiciones dc d,írsdo.
Est:\ a PUlltO de ser olvidado;lo que convier-
masiado entre líneas, en el libro sobreEvaristo Carriego, definir una tradición y te a Borgcs en el inslrumento de su supervi-
que Borges empieza a es- " hacerla intervenir en el vencia. Libro que es pura nostalgia (Borges
bllSC;l en los versos de Carriego UIl Palcrlllu
cribir en 1929, envalen- Evaristo Carricgo AUlor de Las miJ(Jsh~r~· • presente, para defender
I jt!s, J::I alma del suburbio y La canáJn del que ya Carriego, al escribirlos, tenb que ha-
tonado por los tres Inil. bllrrio, amigo personal del padre de fiorgcs, una idea de "la literat;ml cer UIl CS[UCIZO par;'1 recordar), el rVflristo
pesos del .segundo pre- Carricg;o (1883-1912) \,fuc el hombre que y una" posic-ión literaria y Carriego es un experimento Lorgc:lno rem-
descubrió las posibilid:ldes litcra'cias de los pr;lllo pero decisivo: es una inveilCión [ofrnal
luio municipal q uc vie- dcc;¡fdos ymiserables suburbios de la ciudad:
par; construir una figu- (ellibt"o zigzaguea elJue géneros que no ne-
oc de ganar con los vcr- el Palcnllo de lIIi ill(:lIIcia. Su carrera siguió ra de escritor. 11 través ceSari;\I11CnrC se caen simp,íticos: biografía
fallida, ejercicio de hislmia o de antropolo-
sos' de Cuaderno San la misma evolución del rango: arrollador, au~ de Carri'eg¿, B6rges rei-
daz y valeroso al principio, luego convenido gía urhan:l, manuak:ito de crítica literaria,
Martín. Es uno de los en selltimelltal. En 1912, cuando tcnía 29 vindica la rradición de ficci(ín que vacila, colección de cuadros de
.dos libros en· los que cústunlbrcs), y lo que inaugura es una manc-
años, murióJe luberculosis, dejando un solo la milonga, el truco, el ra cspccíllcaJllcnte horgc,ln:l -intcres.. da,
libro publicado. Recucrdo que.el ejemplar,
Borges inventa, define, dcdicado a mi padre, fue uno de los diversos duelo de comp"driros, insllUl1leJ1tal, Jeciditl:unenle e~t["alégica- de
el velorio barrial, lugares leer, de pensar, de escribir sobre los ouos.
escribe e inlf>üne la ex- libros argenrinos que habíamos llevado a Gi-
ncbra y que yo al!f leí y rcld". Sin embargo, Borges escribe sobre Carriego porque Ca-
periencia de la pérdida cuando decide escribir sable él, su maure y
C01nunes que ponen en niego le sirve; lo usa pala distinguirse, para
coino rnito de funda~ su padre, que tenían en menre una terna de escena una Inanera con- definir posiciones literarias e inlc!eclu;¡[cS,
canuid:uos más conspicua (Nmafuenc, Lu- para intcr';cnir en la bolsa de valores artísti-
ción. (El otro es }:.:1 idio- ganes, Ascasuoj), le objctan que sus poemas
versada -a veces indo- cos, para const ruir -a través de Carriego- su
lente, otras violenta, pe- propi'l imagen de escritor.

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ro nunca sentimental ni quejumbrosa- de ser argentino. El de autoconciencia, la ca- El otro sentido. que dejó marcas profundas
en la cu[tura litcrari<l. argentina CÚ!ltetl1po~
C"rriego de La canción del barrio, además, le sirve para pos- pacidad estrateglca, el dnea, es más pel"$onal, nü~ polémico, y has~
tular que la literarura (la belleza, 10 poético, esa suspensión control que ejerce sobre ta puede contradecir UIl poco al primero.
BQrgcs se pregunta cómo seformn un clásico.
de la vida) debe buscarse en los momentos no literarios de su propia gestión litera- cómo un libro en especial-uno entre OlrOS-
la cultura popular: un dicho intercalado en una mano de ria, consiste en que Bor- pasa a transformarse en un monumento de
truco, una entonación de ll1ilonga, un lema, o en las fa010- ges pone en práctica al el sentidos, inagotable y ejemplar a b vez, que
ordena [0(1:1 la liter:Hltta, [a cn1tnr:t y el sis~
sas inscripciones en los carros donde Borges, que se defi- interior de su obra los rema de ideas de un país. La respuesta de
ne entonces como un «cazador de escrituras», rastrea las mecanismos de un pro- Surges eSlá brcvertlclllc resumida en un cn~
sayito de principios de los afias cincuenla,
«desinteresadas yapas expresivas» del suburbio. Y por me- ceso (el advenimiento a "Sobre los clásicos», pero roda Sil obm -los
dio de Carriego, finalmente, Borges diseña la clase de es- la categoría de clásico) ensayos t:l.I1to como la ficción o la poesÍ;¡-
no h<lce nl<Ís que dcsplcg:lfla . experimentarla
critor que se propone ser, que ya estJ siendo, con extraor- que tradicionalmente es . y reproducirla sin cansarse, como si ruera
dinaria precocidad, a fines de la década del veinte: un exterior a la obra, o que al uno de 'Ios principios que [;¡ mueven. Un
c1:ísico, dice Borgcs, no es un libro dotado
eserit:ür «modesto», opaco y abstinente, alguien que ha GlIl- menos se desplicga en la de ninguna caractedSlic;\ o mérito peclJli;¡~
jeado el estrépiro de la «nueva sensibilidad» por la naturali- relación entre una obra y res. No hay nada en el .Martfn Fierro (Ilin~
dad de las entonaciones populares, el prestigio de 10 singu- todo lo que nu es dla: gün rasgo, ni rnan:a, ni (rUCO, ni ;¡tr;¡ctivo,
ni verdad internos) que haya permitido que
lar por la gracia reticente dc lo común, la veleidad de ser público, crítica, acade- . el libro de José Hcndndc7., el1 las primeras
original por la vocación de ser anónimo. Anónimo, repeti- mIa, oplnlon pública, déead:ls de este siglo, se conviniera p:ll"a
la cullUta argemina en [o que la flinda y la
do por todos y para siempre, inmortal: un clásico, como el suceslon generacional, Odisea son p<lr<l b culrma occidental. "C[á~ .,
suburbio. políticas culturales, etc. sico», ra·',on"rl, "es aquel libro que 1l1l<1. Ilación '.
grllpo de naciones o el largo tiempo
Para Borges, que to- clásico Hay dm sentidos en [os que a Bor~ Aunque parezca pa- ohanundecidido leer como si en sus p,ígin<ls to~
gcs le gllH<I plantear la. c\lc,~tión del clásico.
davía no tiene 30 años, En uno, ~l\le.,~_e fil('ra con algt'ln sigilo en e! radój.ico, el primcr paso do fuera deliberado, far<ll, profllndo como el
ser un clásico es poder . ensayo "La postulación dc la realidad" para adueñarse de esá cosmos y capaz de interpretaciones sin tér~
(1931), Burges .~igue una uadición rd,1fiva~ milH).>\ 13orge.~ invierre los rérmil10s corricn~
ser todo para rodas, ser mente comensuada y entiende que "clásico» nueva identidad es un tes de! problema: desaloja la verdad clásica
«capaz de casi inagota- es un tipo específico de escritor -opuesto a repliegue, un cierto reti- del campo de las propiedades «ohjetivas» de
cuya práctica prese1lla ¡¡Igu~ un libro y sale a buse<lfla (lfiurn, en la rc1a~
bles repeticiones, versio- "romántico»-,
nos r:lsgos más o menos conSl<lIltes y dife~
ro . una deflación perso- ción entre un libro y sus contextoS, en las
nes, perversiones)}. Y to- rencia1es: el rech:l7.o de [a expre.~ividad, [a nal; en otras palabras, maneras etl que una cultura lee, se apropia y
asigna valores a [o que lec. Asf, la cllestión de
da su obra seguid al pie conttanza en el valor de la omisión, e! gUSto ulla política de la modes- los clásicos es, en Bórges, apenas el momen-
por lo mediato y lo abstracto, la concentra~
de la letra esa lógica de ~ión de grandes densidades significativas en tia. Borges, que nunca es tO crfrico de un problema mucho más gene-

uso, relectura y transfor- pequeños de[:lI1cs circunst:mcialcs. Y una fe tan ambicioso COJll0 en- ra[: el problema del Mlor liler:lrio)' el de SIl
que es casi un progr:lnla polilico: [a creencia historiridttrl. Borges sostiene que el V:l[ot de
maclon que preside de que "una VC7. fraguada una imagen, ésta tonces, adopta para sí la llna obra no es intrinSfco, no est;t conlenido
la formación de un clJsi- constitllye un bien püb[ico». Aceptar que misma cualidad de im- en db ni es su propiedad: el valor es {ntto de
ese compendio de rasgos define a un clásico una valoración: es algo que se d;¡, se COIlCC~
co. Su originalidad, que es aceptar, obviamente, que fiorges. ya a personalidad, la misma de, se asigna. YIa lectura es el agente pril1ci~
dclata también el grado principios de los afias neinta, es un clásico. «lasa de anoninlatO» que pal de ese trabajo de asign;¡ción de v<"!lor.

~I
20 21
1
reconoce y admira en las narrativas de género, en los dichos Poesías completas de Carriego (y que después incorpora a una
populares, en las formas simples, los lugares comunes, las rcedición del Evaristo Carriego), Borges se da el lujo de des-
metáforas canónicas, y en las que cree encontrar uno de los cribir una escena que nunca vio, que incluso ni siquiera le
secretos de su circulación ilimitada, de su capacidad de va- contaron. En algún momento de 1904, Carriego, en una ca-
riación y reproducción, de su inmortalidad. El eclipse del yo sa de la calle Honduras, lee «con pesar y con avidez» aAlejan-
como condición necesaria para la constitución de un clási- dro Dumas. "Con avidez», dice Borges, «porque Dumas le
co: borrado el autor, la obra puede ser, Como escribe Borges ofrecía lo que a otros. ofrecen Shakespeare o Balzac o Walt
del ¡Martín Fierro, compadndolo nada menos que con la Whitman, el sabor de la plenitud de la vida; con pesar por-
Biblia, "todo para todos». . que era joven, orgulloso, tímido y pobre, y se creía desterra-
De ahí que Carriego sea, una vez más, el objeto adecua- do de la vida. La vida estaba en Francia, pensó, en e! claro
do: alguien que parece. realizar el sueño del grado cero de la contacto de los aceros, o cuando los ejércitos de! Emperador
autoría, que m,ís que una voz propia, original, idemificable, anegaban la tierra, pero a mí me ha tocado e! siglo xx, el tar-
es el. portavoz de una música social, cuya principal virtud dío siglo xx, y un mediocre arrabal sudamericano ... »
conSIste en estar en boca U no solo de los rasgos que le atribuye a Carriego basta-
de todos: la música de original En un scmido, Carricgo c.~ Iln artis- ría para deducir que Borges sólo habla de sí mismo. Todos
1'"lermo. Carriego es el ta sin obra, un3 cucgoría fundarncmat para jUlHos -ser un habitante de Palermo; ser joven, orgulloso.
entender el modo en que Borgcs concibe'la
emblema literario de esa pdcrica artística. ,-I:ty dos clases dc arrisras tímido; encontrar la plenitud de la vida en un libro extran-
"nadería de la personali- sin obra. Una es la que representa, inJllejora- jero; sentirse un desterraJo; pensar que la vida está en el
blemc/lrc, Macedonio Fernández, cuya obra
dad» que Borges, asistido escrita era para 130rgcs muy inferior a la oral, contacto de los aceros; lamentar el siglo y el lugar que le han
por Schopenhauer, ha- a esa especie de ~obra alrernativa», furtiva y tocado en suerte- dibujan un autorretrato escandaloso.
bía ensalzado ya en sus perecedera, que Macedonio llevaba a cabo Borges termina de precisar en 1950 la imagen de sí que bus-
con su méra prtsmcin. con su personaliJad,
ensayos juveniles de In- con la puesta en e~cella. de su pensamiento. caba a fines de los años veinte en la biografía de Carriego: el
quisiciones. Borges elige La que incluye a Carriego (y. en el otro ex- exiliado, el que querría estar siempre en otra parte y otro
tremo del espcclro, a Pierre Mcnard, y sin
y se asoma a Ca rriego co- dud;¡ a Borges, en ospecial a ese extraOl'Jina- tiempo, el que se ha resignado a un destino que otros deci-
mo a un espejo que ade- rio Irc/or 'lIle hay en Borges) es de otra naru- dieron por él. El Borges vanguardista, abanderado del siglo
raleza; sus miembros son menos autores
lanta, para ensayar y de obras que de dtcúiOlltS ardsticas. Lo que xx. capaz de robarse un afio para Initnedzarse con Su riem-
construir en él su propia hacen -lo que los define, aquello por lo que, po, ha sido reemplaz.ado por otro, anacrónico y discreto,
identidad fmura. Carrie- sine tienen suene, sedn recordados- 110 tie-
la consistencia ni la m;¡terialidad de tln
casi invisible: un náufrago del pasado que un azar desfavo-
go es su campo de prue- conjunto de libros; es algo más pulltu;¡I, más rable arrojó a las costas estrepitosas del presente. Un escritor
bas, su laboratorio, su inst;¡nt":Íneo, en un semido l11;lS zen: pro- de otro tiempo, alguien que se obstina en recortar su obra (o
ducen primtms lJt'as. Llaman la atención so-
maqueta. En 1950, en bn: algo que hasta entonces nadie había juega, más bien, a empalidecerla) sobre el fondo de todo lo
un prólogo que escribe advertido; apulltan, seiíalan, recortan algo que no le fue dado, todo lo que no le tocó, todo lo que
de su contexto y lo vudven visible: dl'sm-
para una edición de las brt'fI. la hislOria de este "mediocre arrabal sudamericano» deci-

22 23
dió negarle. Como el francés de Dumas y las aventuras de DOS
D'.Artagnan para Carriego, el siglo XIX encierra, para el des- Libros en armas
terrado en el que Borges trata de convertirse, el tesoro de
una plenitud imposible: la tradición inglesa del padre, con
su biblioteca y sus ídolos literarios, pero también la épica de
sus lnayores criollos, para quienes ser argentino «fue una
misión»; el fragor de la acción, del «contacto de los aceros»,
del coraje; la gloria de los antepasados guerreros: el coronel
Isidoro Suárez, Francisco de' Laprida, Isidoro .Acevedo .. :
Ésa es la patria que Borges elige no haber tenido: la patria
que se dedica a perder, incansablemente, a lo largo de toda
su obra. Escribir, para el Borges desterrado, ya no es una
vocación y IÚ siquiera un destino: es apenas un consuelo, la
Con Adolfo Bioy Casares, las hermanas Ocampo (Vic-
compensación del destino viril con el que no fue hon,ado.
toria y Silvina) y algunos otros miembros del grupo de la re-
Borges no «elige» la literatura; la literatura es lo único que
vista Sur, Borges tiene un perfil de escritor algo anacrónico
queda después de que sus antepasados se han repartido las
para los nuevos parámetros del siglo xx. En un país radical-
lllisiones, los destinos, las biografías. «Por ambas ramas de
mente transformado por la innúgración, cuyos primeros es-
mi familia tengo ascendientes militares», escribe en s.u Auto-
., . critores proFesionales ya lucen apellidos españoles o italia-
biografta; «eso quizás explique mi añoranza por ese destino " nos, el culto de Borges por los antepasados criollos suena
épico que los dioses me negaron, sin duda sabiamente.» Esa
hoy como un ceremonial melancólico, a mitad de camino
cond ición elegíaca es decisiva para la identidad clásica de
entre la protesta (por la alteración profunda que sufre la
Borges: suspendido entre el mundo que añora (pero que
identidad argentina) y el desconsuelo (por la extinción de la
nunca fue suyo) y el que le tocó (en el que no termIna de
Argenrina «verdadera»). Mientras muchos de sus contem-
acomodarse), Borges queda colocado en el más allá del ana-
poráneos, hijos de los barcos, disimulan sus pasados euro-
cronismo, en una posición de exterior.idad· que parece per-
peos y apuestan a la virginidad del futuro, Borges es uno de
mitirle todas las posibilidades. Ese extraño sobreviviente de
los pocos escritores que sigue recurriendo al árbol genealó-
otra era -una era en la que nunca vivió- es el escritor más
gico como capital,. como reserva de valor, como argumen-
persistente mente contemporáneo que tuvo la cultura ar-
to de autoridad, y tambicn COIÚO garantía de una cierra con-
gentina del siglo xx. .
dición literaria. Sólo hay un dudo que acredita sin equívo-
cos la posesión de la nacionalidad argentina: tener muertos
en suelo patrio. Y Borges los tiene. Los tiene al extremo de
que los nombres que amenizan su novela familiar son los
mismos que nombral1l1luchas de las calles de Buenos Aires:
"i
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25
«Esta vana madeja de calles que repiten los pretéritos nom- declaró la Independencia de la Confederación Argentina;
bres de mi sangre: Laprida, Cabrera, Soler, Suárez. Nombres fue muerto en 1829 en una guerra civil. El padre de mi ma-
en qué rerumban (ya secretas) las dianas, las repúblicas, los dre, Isidoro Aceved6, aunque no era militar participó en
caballos y las mañanas, las fechas, las victorias, las muertes guerras civiles.»
militares.» En ese sentido -la identificación de la genealogía El otro linaje es paterno, y es b'lsical11ente intclectual, li-
fanllhar con la historia de la parria-, la experiencia borgea- bresco, anglófono. "Todo dlado inglés de la familia fueron
na del pasado (el modo en que Borges usa y hace rendir al pastores protestantes, doctores en letras, uno de ellos fue
pasado) pertenece más al pasado, al siglo XIX y a la genera- amigo personal de Keats.» El padre, Jorge Guillermo
cióndel ochenta. que a ese presente en Jl1uración¡ contami- Borges, era abogado, un padre Segl'm la novela ramiliar que ma-
nado de diferencias y heterogeneidades, donde la experimen- anarquista discípulo de quina en su Autobiogrnfia, 130rges siempre
ta y la despliega. Spencer que enseñaba fue inmune a la insolencia, a la rebelión, a
cualquier:!. de las formas civilizadas del parri-
Ésa es, en rigor, una de las caras del pasado. Porque ca- psicología en la Escuela cidio. Fue un hijo agradecido. O tal vez ha-
da vez que evoca la tradición de sus ancestros, Borges apro- Normal de Lenguas Vi- bría que matl7.ar y decir: mdelldttdo. Desde
·muy temprano, toJo se lo debe a SlI padre:
vecha para dividirla en dos linajes distintos, a la vez opues- vas; dictaba sus clases en los problemas de la vista, el préstigio de una
tos y complementarios. El primero -el linaje militar, de la inglés, usando como I i- her:ílJica. literaria (el do abuelo de Jorge
Bo·rges cra JlIall Crisóstomo Llfinur, «UIlO
sangre y la guerra-'le viene de la familia de su madre, Leo- bro de texto un peq ue- . de los p·rimeros (>oeras argelltill¡)s», y el
nor Acevedo, y parece remontarse a la .prehistoria de la con- fio volunlen del filósofo abuelo materno un inglés llamado Edwanl
quista. «Tengo ascendencia de los primeros espafioles que pragmatista William Ja- Young }-Iaslam, edilOr de IIlIno de los prime-
ros periódicos ingleses» del país), la lengua y .
llegaron aquí. Soy descendiente de Juan de Garay y de Ira- mes. El inglés 10 atraviesa la liTeratura inglesas, la primera bihlioteca,
la:" se vanagloria. Y luego pormenoriza en su Autobiografla: todo: no sólo su manera los rudimentos del pensamiento filosófiCO y,
lo nt;\s impon,\lHe, la misión, casi la obliga-
'<Su abuelo [el de Leonor] fue el coronel Isidoro· Suárez, de pensar, sellada p~r el ción de escribil". Jorge Borgts P¡\Jccc hallcl
quien en 1824, a la edad de veinticuatro años, dirigió una idealismo y el empirismo sido una sucrte dc di\ctanrc literario, m;1lo~
gr:ldo por la falta de talento y la inconstan-
famosa carga de caballería peruana y colombiana que deci- anglosajones (Berkcley, cia. Escribió y publicó en 1921 una novela
dió la batalla de Junín, Hume, Royce, James), de tem;Ítica entrerriana, El caudillo, yalgu-
poemas y rraducciones. Destruyó un li-
la penúltima de las bata- y su peqlleño parnaso li- nos bro de ensayos, otro de clIemos orielH<"lles a
I..aprida En el «Poema conjetural". 13or-
llas de la Guerra de In- ges, siempre insatisfecho por no haber reci- terario (Shelley, Keats, la manera de fAS mily tlTla Tloc!J(s y un dr:tma
dependencia de América bido un desrino épico. pone en boca de La- Swinburne), sino tam- timlado /lacia la IIrldtt, sobre «lln hombre
rrida, que está por morir, la confesión del . desilusionado por SlI hijo». Pero su inefica-
del Sur [... ] Otro miem- dr;tnla exacr;unellle inverso: bién, y sobre todo, I~ mi- cia como cscriror es proporcinnal a su efica-
bro de la familia de mi tad de su sangre. Borges cia como pedagogo, a su capacidad p.lra le-
Yo que anhelé ser otro, ser un hombre gar como VOC<"lción lo 'lue en él fue una
madre fue Francisco ele de sentencias, de libros, de dictámenes,
padre era 10 suficiente- cuenta pendiente. «Desde los tiempos de mi
Lapl'ida, quien en 1816, a ciclo abierto yaceré cmre ciénagas; mente anglófilo corno niñez, cuando lo atacó la ceguera, lluedó d-
pero hle endiosa el pecho inexplicable citamente c/Hendido que yo tenta que cum-
en Tucumán, donde para no tOInarse delna- plir el destino litclado que bs circunstancias
un júbilo secrero. Allln me enCUCl1lfO
presidía el Congreso, con mi destino sudamericano. siado en serio el objeto. habf;m neg:ldo a mi padrc", escribc Borges

26 27

l.'
de su devoción: «Des- en la AtttobiogTllfil1. La relación pedagógica Es una de las principales particularidades que honran a la
es cxplfcita; la deuda es silenciosa y recorre
pués de todo, ¿qué son práctic;\me1Hc toda la vida de Borges, que abuela I1aslam: si Borges la evoca con tanto detalle es, básica-
los .ingleses?", le gustaba cada tanto (incluso después de que su p;¡drc mente, porque Fanny es la que mezcla los linajes, la que arti-
preguntarse: «nada más haya muerto) vuelve a considerar \lna extra-
ña idea: corregir (o acaso escribir con su pa-
cula la tradición libresca con el culto de las armas. Traída a la
que una turba de trabaja- dre) El Ctwdillo y reeditarla. (Ese designio se- Argentina por su hermana mayor, que se había casado con un
dores rurales alemanes." creto es paralelo al que su padre consumó.
ingeniero, Fanny conoce a SU futuro marido, el coronel Fran-
con Frrtlor dr BU(l1OJ AirrJ, el primer libro de
Era·e1 hijo menor de una Borgcs. Mucno el padre, Borgcs, revisando cisco Borges, en Paraná, la capital de Entre Ríos, en 1870
inglesa de Staffordshire, sus cosas, encuentra en-la biblioteca el ejem- o 1871, mientras la ciudad resistc el asedio de los montone-
plar que le regaló y descubre, en los márge-
Fanny Haslam, cuya ca- nes de las páginas, todas las correcciones ros, la milicia gaucha que lidera López]ordan. Contada por
rismática historia acapa- manuscritas que nunca se atrevió a sugerirle Borges, la escena parece digna de una versión local de Lo que
ra d iscretamcmc los pri- personalmente.) Una ligera trampa desli7.a-
da en la Autobiografla muestra hasta qué el viento se llevó. «El coronel Borges, cabalgando a la cabeza d~
meros recuerdos de la punto Borge~, que ya tiene setenta aftas, si- su regimiento, comandaba las tropas que defendían la ciu-
Autobiografia borgeana. gue tmhnjando su gratitud de in rancia.
dad. Fanny Haslam lo vio desde la azotea de su casa. Aquella
«Cuando tenía más o menos nueve aftas»,
Una rnujer cortés, reser- recuerda, «traduje El trlnelpl! flliz de Osear noche se realizó un bailc para celebrar la llegada de refuerzos
vada y, según Borges, Wildc y fue publicado en el diario bOllaeren~
se El Pnls. Como la traducción cstaba firm,,-
gubernamentales. Fanny y el coronel se conocieron, baila-
gran lectora. En materia n
da "Jorge Borges , la gente supuso que era roJi, se enamoraron y, algún tiempo después, se casaban.»
dc libros prefería cstar·a obra de mi padre.» La traducción, en reali- Ese «mestizaje» no impedirá, sin embargo, que el mis-
dad, estaba firmada "Jorge Borges hijo)).
la moda antes que limi- nl0 Borges oponga los dos linajes de manera tajante. Como
tarse a venerar antigüe- Fanny I-Iaslam Victoria acampo: "No escribe Ricardo Piglia, 10 que está en un lado falta en el otro.
dadcs: «Cuando había necesito preguntarle si Fanny Haslam de De un lado, el paterno, están los libros, la lengua inglesa, el
pasado los oehenta años, Borges era Sil. abncb inglesa. ¿Hasta qué pensnmiento, la sensibilidad, la cultura; del otro, el mater-
plinto era ingles,,?)) Borges: «Lo era devota-
la gentc solía decirlc, pa- mente. Bajo el influjo de la obra de sir Wal- no, quedan la guerra, el coraje, la acción y un cieno déficit
ra mostrarle amabilidad, rer Sean, yo, de chico, le pregunté si tenía intelcctual que Borges nunca disimulará: "Cuando se es de
sangre escocc.~a. Me contesró: "Gracias a
que ya no había escrito- Dios (thnnk goodnm!) no tengo ni una gota familia criolla, o puramente española, entonces, por lo ge-
res como Dickens y de sangre escocesa, irlandesa o galesa." neral, no se es intelcctual. Lo veo en la familia de mi madrc,
Cuando estaba muriéndose, todos la rodea-
Thackeray. Mi abuela mos y ella nos dijo: "Soy una mujer vieja los Azevedo, son de una ignorancia inconcebible.» De11ado
respondía: "Después de que está mlltiendo muy, muy despacio. No del padre, abogado y profcsor, se coloca la propicdad
nada interesante o patético en lo que
todo, más bien prefiero a hayme sucede." Nos pedía disculpas por su de- y la transmisión del saber; del lado de la madrc, a lo sumo,
Arnold Bcnnctt, Gals- mOfa en morir.)) cierto capital emocional (<<pensar lo mejor acerca de la gen-
worthyyWells."" te», un «fuerte sentido
Eminentementc «culta", portadora dc la tradición y el de· la amistad») y, sobre aprender Longeva (murió en 1975, a los 99
prestigio británicos, esta rama familiar, sin embargo, no es todo, una encarnizada años), incondicional {«ella fue una verdadera
secretaria para mi, ocupándose de mi corrc.~­
completamente pura y ticne también su «rccaída» guerrera. voluntad de aprender. pondencia, leyéndome, recogiendo mi dicta-

28
29
1- En ese dilema de he- do y viajando conmigo muchas veces»), secre-
I
rencias, Borges, natural- lamente influYCIHC «(,nle
ella, aunque demoré ta argcntlna usará du- devoción puede d('diclfSe por complero sllli~ [l

mente, se queda del lado


mucho en descubrirlo, quien silenciosa y dl- rante años para leer, juz- {('ratma, parece pag;lr los servicios de su madre
cazmenre promovió mi carrera literaria»), des- con la g:uanlÍa de una vida rel:llivalll(!nte céli-
de los libros. Decide pótica y posesiva (E.Hda Camo, uno de los ro- gar y muchas veces obje- be. De ahí b extraña imagen que la pareja
aceptar el destino al que mances r.,lIidos de Borges, la responsabilizaba tar la obra de Borges, su siempre irradió, su allra entre conmovedora y
de la desgraciada biograffa amorosa del escri- siniestra: un escritor ciego, prematuramente
lo condena su miopía: tor), Leonor Acevedo es sin duda la mlldrt dt
concepción de la litera- envejecido, de f.'una mundial, a quien guía por
ser un «hombre de le- naitor más célebre de una literarura que 110 tura y el modelo de escri- el mundo una mlljer lod:wla más vieja, fdgil e
brilla demasiado en figuras marcn¡;IS. Fue una irreducrihle a b vez, amoos suspendidos en un
tras», no «de· acción», tor que pareda postular: tiempo fi.Lera del tiempo.
verdadera ulfmade woman, y su «carrera» fue
(<<Como la mayor parre sigilosa pero sustenida. Aprendió inglés a lra- la oposición entre la «li-
vés de su marido; accedió a la lireratura a través teratura» y la ((vida», «La
de mis familiares habían de su hijo.·Uegó a firmar, con el tiempo, aJgu-
sido soldados -hasta el nas rraducciones (La comedia humana de Sa- vida y la muerte faltaron en mi vida», admire Borges ya en el
. hermano de mi padre royan, por ejemplo), y Borges hasta le auibuyó prólogo a DÚcusión, en 1932. Se dan demasiadas cosas por
a ella las que lo habían hcdlO famoso a él (Mcl-
fue oficial naval-yyo sa- vil/e, el Orkmdo de Virginia Woolf, Las pa/me- scntadas en esa confesión -demasiadas cosas que la cultura
bía que nunca podría ,.fU st¡/vajes de Falllkner). Los dos hitos de esta argentina repetirá luego hasta el hartazgo-o I) lo que define
biograffasingubr, quc m;lti7..a la ten:lCiebd COIl
serlo, muy temprana- una rawnable CIJola de martirologio, sun la
a la v.ida como tal es la intervención de la muerte, o en todo
ITIente me sentí avergon- nluenCdeslL marido, en 1938, ye! ¡¡vanee pau. caso ese lactor dramático que se resume en la expresión «de
latino de la cegllera de su hijo, que V;I aisl:índo- vida o muerte» (la gran mitología del coraje y las armas que
zado por ser una persona lo del mundo y profundizando la dependellcia
destinada a los libros y matcrna. «Ames yo era ignorante», le confesó funda la rama materna); 2) la vida de Borges careció de ese
Leonor ajean de Milleret: "pero para no dejar- factor clramático (lo que la vuelve indigna de llamarse «vi-
no a la vida de acción») y JlIe.! dominar por el dolor me puse a leer y a es-
convierte el mundo de la tudiar sob.» Y Borges cuemOl, a fines de los cia»); 3) la vida de Borges es una vida puramente "literaria»,
guerra y el coraje en ob- años sesenta, quecllando murió su padre, tlclla una existencia cortada de la acción, hecha apenas de pala-
no sabía ni siquiera hacer un cheque; ignoraba
jew de añoranza. En lo que se puede hac('rcuando seenrra a un ban- bras y de signos, encerrada en sí misma: una vida autista ..
otras palabras, prepara co; no sabia depositar el dinero y ahora se ha La gran obra borgeana que va de fines cle los años trelll-
vuelto perita cn esas cuestiones. Y todo cso lo
ese mundo para heredar- aprendió después de la muerte Je mi p;¡dre, asi
la hasta mediados de los cincuenta parece profundlzar esa
lo a su manera: transfor- como aprendió el inglés, ya que antes hablaba dirección. Libros como Ficciones, El All'ph u Otras inquúi-
. I1n inglés demental, UII inglés oral para con~ ciones ponen el acento en las cualidades más literarias, me-
mado en materia litera- versar con mi hbuda. Ahora puede illcluso leer
ria. Quizás en ese gesto y captar el I ¡uno de los versos ingleses». Leollor nos «vitales»,.de la literatura: la reflexión, la especulación, las
haya un alllecedenre, sin
y Borges arman jumas una suerre de sociedad proezas técnicas o retóricas, la perfección del estilo: laerudi-
edfpica de una eficacia impecable, donde el in-
duda complejo, pero tercambio de asisrcncias y servicios alcanza ulla ción ... Detectives que son puro razonanllento, blbllOtecas
promovido por el mlS- rara ecuanimidad: Leonor es los ojos de Bar. infinitas, laberintos, paradojas filosóficas, exotismos impor-
ges; hace por Borges tOdo lo que Borges no
mo Borges, de la gran plJ('Je hacer (leer, escribir, ocuparse. Je la vida
tados de Oriente: al parecer, nacla más alejado del "mundo»
oposlclon conceptual pdcrica), se entrega a él por completo, y a tra- (la vida, el presente, el aquí y ahora) que el mundo del mejor
vés de ese sacrificio deja atrás su oligen igno-
que la cultura progresis- Borges, que pisa la década del sesenta como el prototipo del
rante, crcce, se ilustra; Borges, que graci;ls a esa
escnror «intelectual", atrincherado en su fortaleza verbal,
30
31
je primera y reprueba la ,c-
111CnOS il1teresad~ en ser «un hOJllbre que una vasta y conl- .¡-';. tcratllr~l dc Borges -enrarecida, encima, por
~ 1:.
glll1da. Es un gran escri- SIIS recalcirrantcs posiciones poi{ticas- se
pleja literatura», como él mismo escribió de Joyce, de Goet-
he y de Shakespeare. Para la cultura progresista que sc confi- I tor, sin duda, pero un
IIcvam hien con 1:1 tradición del hU1ll:\llismu
de i7.quierda. Borges es (d::,scinante», dice
'1
guraba a mediados de los años sesenta, tras la caída del " gran escritor desgarrado: Castillo, y de inmediato adara l:1s p;rn.:1s in-
visibles con que ha decidido usar el adjetivo:
peronismo y la experiencia modernizadora de Frondizi, el es rico en literarura y po- «como ciertos crlsl;lles parecidos a Oores.
caso Borges no podía no ser problemático. ¿Qué hacer, en bre en humanidad, rico Como la profundid;ld t.1swosa e hipnótica

efecto, con ese hombre que parecía escribir desde otro tiem- ., en cultura y pobre en vi- de un acuario o el sueño de un teósofo. Co-
mo cienos teorema.~ o cienos pájaros l... J
po y otro espacio, en una lengua pura como un diamante, da, rico -incalculable- Piemo, (;'Imbiéh, en catedrales de est;llacti-
nlcnte rico- en ideas, en (:l.~, ell bosques perrifJC<Hlos. En b fri:lldad».
ficciones y ensayos de una autosuficiencia intolerable, cie- Castillo bUSC;l el Hombre, algo de es.a trm-
gos y sordos a las cosas más urgentes de este mundo? . formas, en abstracciones, pr:rrtlllrtl humana que define, pam él, b Ii¡e-

y pobre-incalculable- ratum; Borges le ofrece un p-ai.~;lje de l1cCio-


La izquierda más nacionalista (la más directamente po-
nes y CIlS;lyos perfectos: perfectos pero .~in
lítica: Jorge Abclardo Ramos, por ejemplo) casi ni se tomó mente pobre- en e':pe- vida, como Iltl bello páramo helado. «A 13or·
el trabajo de leerlo; el fervor antiperonista de Borges, festi- riencias, en contenidos, ges nunca pude irn:lgin~rtllelo vivo, ni siquie-
ra cuando nm demorarnos para converS:1r ba-
vamente reivindicado bajo la Revolución Libertadora, fue en cnlOCIOnes. jo b~ ucadas de 1:1 Biblioteca Nacio"nal",
suficiente para que lo descalificaran sin mayores trámites, Frente a.l humanis- dice Castillo.
mo angustiado de Saba- Ese Borges-zombi,'mueno viviente, des-
acusado de representar los intereses de la oligarquía cipaya. garrado enrre la perfección des" obra y su se-
Como escribió Ramos alguna vez: «A Borges, como a los fe- to, el vitalismo viril de vero haudiop vit:l!. es el que ErneHO Sabato
Castillo, incluso -o so- retoma en su artículo. El tfrlllo, «Los dos
rrocarriles, hay que nacionalizarlo.» Las cosas no eran tan Borgcs", ya lo dice todo. Sabalo, menos ne-
fáciles para Ernesto Sabato o para el joven Abelardo Casti- bre todo- frente al halo cesitado de pelea quc C:1.~r ¡llo, reelllpla7.a la
llo, dos figuras menos lúdico, juvenil, jazzeado :1ctilUd crítica por el anhelo benevolelUc:
Sah<lto y Castillo En 1964 uno es un es- «recuperap, a Borges. Recuperarlo de [os ,<vi~
involucradas en apuestas critor maduro y el otro la cabe7.a de [a nucva que envuelve a La novela cios,) en los que se ha hundido: [a deshutJ\a~
políticas inmediatas o, gencración. Aúte el caso Borges, sin embar- de la época, Rayuela, de niz;lda perfección estil(stic;¡, la primada de la
literatura sobre b vida, el demonio supremo
en todo caso, 1l1ás sensi- go, ambos ra7.onan de maneras sorprenden- Julio Cortázar, la obra y de la rri;¡ldad; es decir: eX:1C(:lllIerlle lo mis-
temente parecida~, como lo demuestran su~
bles al carácter proble- respectivas contribuciones al número con- el personaje de Borges lnoque le impUta Castillo. Sólo que ahf don-
de Castillo sólo enCllet1tr;l el v;ldo, un de.~ier­
mático (a la vez artístico sagratorio que la revista francesa L 'l-Ir.rnt. Suenan antiguos, escan-
dedic;¡ a Borges ese año. En la suy;¡, titulada to congelado y yermo, Sahato, m~.~ piadoso,
y político) de Borges. La «Borges y I;¡ nueva g~neración", Castillo dalosamente pasados de ve al «verdadero" Bo~ges; lo ve, es cierto,.algo
«sol.uciól1), en este caso, :lcorta camino y declara enseguida: liNo me macla, lo mismo que sus opacado por las vanidades <¡rlC lo hicieron cé-
gust:l Borges: lo admiro. Ese mati7. es mi te- lebre, pero listo para aceptar la mano provi.
es otra. Borges y su obra sis.» La firmc7.a, [a agresividad, la' voluntad trajes de franela rayada dencia[ que Sabato le tiende y para salir otra
son sometidos a una do- de distinción son sin duda. de C:\stillo; [a al Jaclo de las paleras \'ez a la superficie. Después de recordar el fI-
prosa, curiosamente, es de Borges. Castillo na[ de (Nueva refut:1ción del tiempo» (i(EI
ble eXlgenCla sirilultá- se presenta como el portavo7. de una cam;¡da
oscuras que impone el tiempo es la Sllst;lllCia de que estoy hecho. El
nca; una es literaria, la de escritores forrn;¡dos por Sanre, por Ca· prét-a-porter existencia- tiempo es un do que me armstra, .pero yo soy
atta es vital. Borges, pre- mus, por Pavese, y sin duda por el Sabato lista. Borges, que ya Car- ese río; es un tigre que me despedaza, pero yo
que nacionali7,ó el existcnd;¡lismo en El t,t· soy c1tigre ... ,,), con un (tnpern c:lsi mesiáni-
visiblemente, aprueba la nd y S()hr~ blro(!J y tumhtl5. Dificil que [a li- gaba con la fama de ser co, Sah:\to escribe: "En es:\ cnrlfcsión fin;¡1 e~-

32 33
un escritor "diffcib>, her- el Borges que queremos salvar, y queremos
t:Í

mético, complica toda- redimir al poeta que alguna Vf.':L cantÓ cosas aunque exigiera elaboraciones más sofisricadas (véase clási-
vía más su reputación: es
humildes (umo un crepúsculo o un patio de co), el clasicismo deBorgcs ~onaba como una declaración de
Buenos Aires, y otras uasccndemes como la
abiertamente reacciona- rugacidad de la vida y la realidad de la muer- desapego, un sinónimo de arisrucraris1110, una forma de ne-
rio (se ha afiliado al Par-
te. No sólo al proSist'l que nos enseñó, a lO· gar la historia y el compromiso. La "vida», por entonces, te-
dos los que vinimos después, la deslumbran-
tido . Conservador), sa- te y exaCl'a potencia de una conjunción de nía un carácter eminentemente corporal y empezaba a defi-
. palabfas, sino más bien -y por sobre tod:lslas nirse por la conflictividad, dos condiciones a las que las
crlfica cualq uier ca,usa cosas- el que con ese instrumento sin par su.
trascenden te {,ór la cau- po decir en instautes memorables de su ol>ra elegantes perplejidades metafísicas dc Borges no parccían
la miseria y la grandeza de la criatura humana
sa II'tcraria, se abtoque Ia frclltcal deberles demasiado. Vivir era tocar, golpear, entrar en algu-
e 1 l' l' c ' É
illloltunio, ag oflaye InUnlto. 'se
na clase dc cuerpo a cuerpo, involucrarse directamente can
en su .ln unda de libros, es (me atrevo a profcriz:ulo) el Rorgcs que
de citas, de eruditos. Le quedará.» las dimensiones más impuras de la experiencia. No era exac-
"da la espalda» a la vida. Contra Sabato, Castillo o Corrá- tamente Un modus vivendi del que pudiera jactarse alguien
zar, figuras que encarnan, a mediados de los años sesenta,. el como Borges, que cada día, enccrrado cn su despacho de la
ideal del escritor cercano, Borges parece multiplicar los sIg- calle México, celebraba una felicidad más modesta y -apa-
nos de la mcdiatez y la lejanía. "Sicmpre fue así», .admite en rentemenre- menos riesgosa: dirigir la Biblioteca Nacional
(véase Seis).
su Autobiografta, "durante toda mi vida llegué ;¡ las cosas r •

después de haberlas transitado en los libros.» Pero basta sobrevolarla para comprobar hasta qué pun-
Sin embargo, nada menos ajeno a la obra de Borges que to la literatura borgeana, c,?nfinada por sus detractores al
el problema de las relaciones eni:re la literatura y la vida, una limbo de las armonías abstractas, está atravesada de conflic-
cuestión que suele ser decisiva cada vez que el paIsaje laera- tos, sembrada de hostilidades, poseída, incluso, por el fan-
rio de una sociedad entra en proceso de cambio. En esos ca- tasma mismo quese suponía que había conjurado: el COlll-
sos, nadie le pide a Ull escritor simplemente que viva sino batc. En más dc un sen rido, Borges -el mismo q uc añoró
que viva de una determinada manera, <¡ue tenga una política siempre lo que no le tocó (el «choque de los aceros», ese pa-
de vida particular (y no cualquiera): la clase dc vida que un roxismo de violencia en el que el hombre, como eSCl'ibe en
cierto imaginario cultural considera imprescindible para el Carriego, «sabe para siempre quién es»), el mismo cuya li-
construir el prototipo de escritor que defiende. En ese sentI- teratura fue leída, en los años sesenta y sel'enta, Como ejem-
do, la vida de Borges, que duró poco menos dc un siglo, rro- plo radical de prescindencia y de evasión- es el escri ror m,ís
pezó Con las recompensas y las objeciones que Ic reservaba peleador de la literatura argentina. Si de sus dos linajes Bor-
su condición histórica; en algunas coyunturas (los años ges se quedó con uno, el de los libros, fue sólo para apro-
veinte, por ejemplo) fue una vida «adecuada», en sincronía piarse mejor del otro, el de la guerra, y para convenir la lite-
con los nuevos tiempos y sus costumbres; en otras (los años ratura en un gran campo de batalla, los libros en armas, las
sesenta y setema) fue un cjemplo de vida «retrógrada», a palabras en golpes. El duelo -eSe breve cristal dc guerra- es-
conrrapelo, irritantemente desubicada. Para esa época, y tá en el origen de la ficción de Borges (<<l-lombres pelea-
ron», de 1927); su primer libro de ensayos, Inquisiciones, se
34
35
regodea en el examen de algunas enemistades famosas: Gó- lippo Marinetti, prócer !<cxtran;erol>;:t! líuc todo le pareda «griego .. ,
me7, de la Serna versus Cansinos Assens (<<Dos nombres del fururismo, y Borges un r.1nático de.paisajes vagos, "hechos exclu-
sivamente de rimas». Pero ese sarcasmo pú-
hermanados por una fraternidad belicosa como de espadas le sale al cruce desde las blico tenfa r:lmbién su trastienda. En su bio-
que en ardimiento de contienda se cruzan ... »), Quevedo páginas del diario Crítica, graBa de J3orgcs, Marra Esther Vá7.quC7_evoca
al escritor charlando con un interlocutor OCI-
versus Góngora, el Cldto romántico del yo versus la imper- donde compara su vehe- sional, repitiéndole los peores versos de Lu-
sonalidad clásica, el nominalismo versus el realismo, el 111encia ·con la de U~1 «si- ganes sin ad:lrnrlc quién 1m escribió. Seglín
idioma argentino versus el español. fón de soda en acciÓ!l», Vázque7., TIorges empC7~1ba el escarnio citan-
do el verso «El j:lrdfn, con SlIS fntimos reti-
Verdadera pasión, la le agradece su «actividad ros)" que reconoda como :ldmirnble, y des-
Lugoncs A mediados de la déc;¡d:t del
discordia nunca cede en veinte, Leopoldo Lugones OCllpa!n el trono saludabilísima» contra la pués segufa addalHe con el resto de la estrofa.:
«(lar:í a tu al:ldo erulIefio, fácil jaula / donde
Borges. El tango sólo le del Gran Pocta Argentino. Árbitro indiscu- cursilería italiana de prin- la luna abrirá su aula / y yo seré tu profesor de
importa en la medida en tido, impon!:! b.'i formas Ifric<ls autorizadas,
repanía patrocinios, l,cgiti!n:lba v:llorcs y
cipios de siglo, desmere- suspiros». «Al llegar aquí)), escribe V:izqUL"Z,
«Borgcs esperaba ofr la risa de la pcrsona que
que puede oponcrle la creencias poétic<ls. Ante scmcj;'lIltc conccn- ce sin pudor sus libros, lo acompaIíaba, y si é.~ta lIegah:l (y siempre
milonga; escribe sobre Ir:tción de poder, prob;¡blcmClllc ;¡]cmados, «que valen 111Uy POCO» y lIegab,}, porque lo de la jaula, allla y profesor
t;unbién, por el fanati5l11O fascistoide que de suspiros configuraba un trío impresionan-
Almafuerte para pelearse Lugones empcuba a proclamar (su famosa son «sinllllacros italiana- te), condescenclirnte, seÍÍalaba que en est().~
con Lugones; se pelea con frase, «Es·b ho'ra de b espada», se convirtió dos de Whiuüan, de Ki- versos el "pobre" Lugoncs no se hab(a luci-
en eslogan de la derccl~a Fuene argentina),
Lugones; desafía a los era ratal que rodos los demás, reduciJos a b pling, tal vez de] ules Ro- 1.10." Segt'tn un chisme de Juan Carlos Ghiano
quc recoge V:hquez, a Lngones, :ll p:lrecer,
gritos la avidez de Ma- condición dc Jisdpulos, ·mati7.aran b admi- mains», y profetiza que eS:lS zancadillas no le habrían resultado del
ración que les despertaba con el fervoroso
drid, que pretende im- anhelo de destronarlo. Borges no fue una ex- su visita será" completa- todo indiferentes: «Quiso batirse:l duelo con
Borges, pero los amigos se lo impidieron, ad-
poner su ley sobre la cul- cepción. "Todos huíamos de Lugones y nos mente inocua porque en virtiéndole que dada la pésima vista del joven
tura amencana «(Una acercábamos a él, al mismo tiempo!>, le con- Buenos Aires «no hay más que duclo seda :lscsinato.»
fiesa a Antonio Carrizo. A lo largo de tOlla su
ciudad cuyas orquestas . vida, Borges tuvO con Lugoncs una relaóón muscos ni antigüedades' Ortc1li y Gasset El scud6~imo. que rema-
no pueden. intentar un ambivalente, de amor y de o.dio, que I? llcv~­ que d~~truin~. ta una l:lrg:l serie de bravucon:ldas contra lo
ba a plagiar en su poesía los misrr~os texros
tango sin desalmado; del maestro que después eSC<lrneda en sus re- Es cierto que Borges español. pretende cnc·ubrir a Borges y al poe-
ta Culos Mastl'Onardi. La declaración ("A un
una ciudad cuyos estó- seÍlas críticas. «Era un hombre solit<l.rio y es joven, y que el atenta- meridiano encontr:lO en tina fiambrera»)
dogmático», le contaba después a.César Fer-
magos no pueden asu- n:índez: Moreno. "La conversación se hada do y la irreverencia son ruc publicad:"! por la revi.qa Martín Fit:rm en
1927; era la respllcsta :l un articulo de la
mir una caña brasilcra difícil con él, porque él resolvía todo con dos cláusulas juveniles vlrata l.iterttr;n titulado «M:ldrid, ll1eridi:l-
frase quc significaba un punto y apar-
sin cnrennarse ... »), y es- una
te ... Lo que él necesitaba enl ser \\n dictador.
obligatorias, pero en no intelecrual de Hisp:lllo-Améric:l". La
primera (r:lse da la clave general de lo que
carnece a su pope máxi- de la conversación.» 1944, cuando publica seguid, un tono entre bnn:ll y pueril, corno
mo, Ortega y Gasset, fir- Cada UIlO, sin embargo, se ocupaba .Ficciones, su primer gran de corte. de manga, que elige el cocoliche pa-
pUlHualmente de enviarle SIIS libros al otro.
nundo una declaración Mientras Lugones, con patquedad, se limi- libro de cuentos, ya no ra 1l.1tT:l)ar la «(m reza" idiomática españob:
,,¡Mmga de fr:ltelam.a entre la Javie Patria y
burlesca con el seudóni- taba a agradecerlos, Borges luda pühlicas su hay en él rastros de ese la Villa OrnÍzar!)) La tíltima dd primer pá-
opiniones, :.t menudo poco amables. Una
envión. adolescente y sin Tr:lf(), encargada de m:lrcar un territorio, pa-
mo «Ortelli y Gasset»; vez, en un prólogo a una antologfa de "nue-
llega a Buenos Aires Fi- vos poer:ls», describió :l Lllgones como un
rece preflgnrar [:l violencia de l:ls barras br:l-
embargo el apego por las vas: «Aquí le patiamo el nido a la hisp:midá
¡
36 37
1
formas del conflicto no )' le escupimo el as:iO a la donosura y le de una biblioteca municipal, viaja al campo para convalecer
;¡rruinamo la fachada a los garball'lelis.» El
ha decaído. El libro, de final. como de'chicos, amenaza prometien-
de una herida que 10 tuvo ocho días entre la vida y la muerte.
!
¡
una perfección casi inso-
portable, postula, el Bor-
do guerra: KEspiractlsen con plumero y (0-
do, antes que los faje. Che meridiano: hace-
Todo tiene la rareza, la luz borrosa ele un déja-vu; unos com-
padritos achispados lo provocan en una pulpería; un viejo
te a un lado, que voy a escllpir.~
I ges distante, erudito y . gaucho inmóvil. puesto ahí sólo para ejecutar ese gesto, le de-

¡ "universaJ., Contra el que Castillo y Sabato cargarán veinre


años más tarde. Relatos atosigados de citas, literatura que
ja una daga en la mano y lo obliga a pelear.
En rigor, toda la literatura de Borges podría leerse como
nace de la literatura, argUl11cntos precisos C0l110 relojes, un gran manual sobre las distintas formas del diferendo, des-
cuentos que parecen enciclopedias en Illiniatura ... Y, sin de I~ querella intelectual o erudita (peleas entre escuelas filo-
embargo, en el corazón de todo ese despliegue intelectual, sóficas, heterodoxias y herejías, litigios de lectura y de inter-
-:lramatizándolo hasta el vértigo, hay una pasión que no se pretación de textos, ete.) hasta e! enfrentamiento físico de un
deja domesticar, una fuerza tenaz, irreductible, que ·saca duelo acuchillo o un hecho de sangre, pasando por el célebre
chispas de las palabras. Borges, una vez más, multiplica los motivo del doble, una variante con la que Borges suele rra- .
due/os, como si escribir fuera simplemente ir declinando, ducir las relaciones de rivalidad a la esfera más o menos uni-
variando, d isFraz3ndo una III iSllla escena original: la escena versal de la metafísica. Para encontrar a este Borges polémico
de dos hombres que se enFrentan en un combate definitivo, -un Borges'peleador, que milita en la discusión, pero tam-
a "111atar o a I11orir. bién, y sobre todo, un escritor que hace de la relación de fuer-
El enfrentamiento (el cuerpo a cuerpo) puede ser resul- zas uno ddos motores principales de su literatura- no hace
tado de una fría conFabulación de inteligencias, como en "La falta buscarlo en la lüirología de los años veinte, juvenil,
muerte y la brújula», donde un criminal (Red Scharlach) y acriollada y prepotente. Está también en.Dúcusión (J 932),
un detective (Eric Lónnrot) equitativamente sagaces van adi- un libro de ensayos cuyo título delara, con borgeana sobrie-
vin,(ndose los pasos hasta encontrarse en una Buenos Aires dad, el componente agresivo que tiene aquí la función de
desfigurada por la pesadilla, o puede ser también el saldo de pensar; está en l:.l Aleph
una vieja deuda criolla, como en "E! fin», dondc Borges com- (J 949), enhebrando con agresivo Persistente como una compul.
pleta el Martín Fierro de José Hernándéz con un epílogo san- secreta violencia 'tilla his- si61l, frOllta! o indirc:ct;t, corlada por las ma-
licias de la ironla, la práctica agresiva de Roe-
griento: el gaucho, en la llan'ura inmóvil, es muerto por el tona de compadritos gcs es sistemática r contradice su imagen de
hermano de! negro a quien alguna vez mató en e! poema. puestos a contrabandis- escriror rceraido y fdgil, temeroso del call-
tacto con los ouos, que esquiva los conflictos
También hacia el duelo y el crimen van, inexorablemente, los tas (((EI- 1l1UerrO») con para preservarse de toda posibilidad de vio-
sofisticados protagonistas de "El jardín ele senderos que se bi- una de controversias teo- lencia. Tal ve'l. el testimúnio más regocijalllc
furcan», Yu Tsun y Stephen Albert, expertos, sin embargo, 16gicas ("Los teólogos»), de esa frllición peleadora sea «Ane de inju-
riar", el ensayj(O que cierra HiHorifl di' /11
en cosas tan apacibles como la historia de la literatura china, una venganza Femenina e/anidad, de 1936. El grlleso ddlibro se de-
los libros inflniros, los laberintos. Y es Ull duelo, por fin, el (<<En1ma Zunz») una dica a planrear complejas comroversias ime-
lectualcs: el eterno rc[Orno, el liempo como
que cierra el libro. En "El SUf», Juan Dahlmann, secrerario epopeya filol6gica ("La sucesión, la erernidad COIllO refutación del

38 39
,.

busca de Averroes») y tiempo, los modos indirectos de decir de la


poesía. los pl:tccrc.~ ~crvcr~os de 1.:\ trad~lcción lógica peculiar que da el interlocuror y en el mundo y los alteran irre-
una fábula de la mitolo- literaria ... Sobre el flOal, como SI perdiera al~ versiblemente: "La vergiicll7.a del conrrario
odio})- parece teñir casi
gía griega (<<Ll casa de (Ura de golpe, el libro cambia de horizont~, es eterna." De ;¡h( que la injuri:\ sea para
de registro y hasta de eSlilo, y con ulla sonrI- toda su obra? Tal vez Borges el objeto singular y valioso que es: el
Asterióm». Está en Inva-
sa de costado, entre ladina y g07.0sa, se pone porquc Cl1 el cruce de es- punto donde pabbras y armas dejan de ser
sión, una sinopsis cine- a husmear en esos géneros de la baje7.a lite- series :\utónomas, excluyentes, y se articulan
raria que son la «viluperación» y la «burla),
padas -reales o metafó- en un acontccimiento lmico, a la VeJ'. del
matográfica que escribió
mellizos paródicos de la metáfora y las kcn- ricas, heclús de acero o lenguaje y dellllundo. La injuria como pala-
con Bioy Casares y que ningar que había examinado apenas veilHi- , .'.: bra en ;Ul11as, o como arm:\ dc palabra.
.~ :.~ de palabras- Borges en-
Hugo Santiago filmó en cinco páginas atrás. Como muchos ensayos
de Borges ...Arte de injuriap) es un breve cuentra el prototipo del
1969: una historia fan- manu;¡1 de liSO dcllengu;¡je. IIn rrar;¡dito de
lás ti co-cos t u m b r is ta momento significativo, ese acontccinliento puntual; decisi-
retórica que se apeg;¡ a las palabras para sa-
donde una facción de ber cómo flmcion:m, c..~to es: CÓfllO produ- vo, quc define el sentido de una vida de una vez y para siem-
cen los efectos que producen ... Cometer un pre. «Cualquier destino, por largo y complicado que sca»,
porteños resiste heroica- soneto, emitir artículos», escribe ... El len-
nlcnte a un ejército de guaje es un repertodo de esos ~ol~venielHes escribe en «Biografía de Tadco Isidoro Cruz», «consta en
invasores anóniol0s que
desaires, 'lile hacen el gasto principal en las realidad de un solo momento: el momento en que el hom-
controversias. Decir que un liter;¡to h;> ex-
pretende apoderarse de pelido un libro o 10 ha cocinado o gruñi~o, bre sabe para siempre q~ién es.» Puede ser un momento ar-
Buenos Aires. Y está,
es un;¡ tentación h;UlO fácil; quedan mCJor bitrario y perplejo, incluso insensato, como el duelo que
los verhm burocdticos o tenderos: despa-
desde luego, en El infor- char, dar curso, expender. Esas palabras áridas
Dahlmann, que nunca tuvo un cuchillo en la mano, sale a
me de Brodie (970), que se comhin:lIl con otras efu);ivas, y la ver- pelear en la llanura, pero apenas despunta, su carácter ca-
güem..a dd connario es eterna.» ~ J;¡ :1gre- prichoso se vuelve una fatalidad y el acontecimiento se im-
compila las últimas fic- sión, no b persuasión, lo que le Importa a
Borge.~, pero su concepción dcll~ngtl;:¡je no pone, inapelable, como una necesidad o un destino. Puede
ciones de compadritos y
resume en un puñado de
está muy lejos de I;¡ que dcrendran sus ante- que el duelo, para Dahlmann, no tenga sentido; pero el
pasado); los sofistas. A menu.do acusado de
relatos notables toda' una rechnar el Illundo y prefenr la.~ p;:¡labras. duelo da sentido: introduce un principio de orden donde
vida ded icada a narrar
I30rges refiua la imputación en sólo cinco s¿lo'había~aos o automatismo, confiere plenitud a una vi-
páginas. Refuta la imputación y t;¡mbiéll
da vacía, reorganiza el pasado, saca a la luz (o más bien in-
querellas. (sobre toJo) el tipo de pensamiento que la
[,
:\pul1I'ala: la idea de que por IIn lado están '. venta) las fuerzas secretas que ponían en movituicnto, de
Pero ¿qué hay en un las palabr<l!' (con sus reglas, sus trucos, sus ,. modo imperceptible, una experiencia.
duelo? ¿Por qué Borges Illec:\nisrnos. SIIS veleidades) y por otro el
"

vuelve una y otra vez a mundo (con sus procesos, sus retlómenos, En ese sentido, la situación «duclo» es sólo un ejemplo
sus relaciones de fu'cna). I3orges, más arcai- de ese tipo de acolHecimienro peculiar, genérico, que orde-
esa situación co.tno el co y más moderno a b ve?, no está ¡nlcr~~:\­
criminal a la escena del do en el reino "purOl' de las pabhr:\s, S!IlO na la literatura de Borgos y que parece reunir algunas pro-
m:í.~ hien en fOclo lo qlle I:\s pal:\br:\s pueden piedades específicas. Tmplica, en principio, alguna clase de
crimen, al extremo de hnar/~ al mllndo. La agre~ión verb,,1 y la
que su lógica de contra-o butla, como cualquier aV;¡lar de ese «géllcro relación dual, el cncuentro o el cnfrentamiento con un
punto -pelea, litigio,
litemrio" -llamado injuria, no son pabbms otto; plantea una situación que es al mismo tiempo única y
que viven en el limho de bs palabras; SQn
guerra, diferendo: «esa palabras-actos,jiuTzlls que intervienen en el
convencional: única, porque el acontecimiento singulariza
una vida, pero convencional porque la situación supone un
40
4J
r
código, un conjunto de reglas, protocolos y maneras que «Cu~renta nai¡jes -amuletos de cartón pintado, mitología
pertenecen a una tradición, y que inscriben esa vida pani- barata, exorcismos- le bastan para eonjlrrar el vivir común.
cular en una serie infinita de desrinos análogos; es un corre; Juegan de espaldas a las transitadas horas del mUl1do. La
una discontinuidad, un" especie de umbral qúe divide la vi- pública y urgente realidad en que estamos todos, linda con
da en dos; su [unción consiste en abrir un mundo dentro su reunión y no pasa; el recimo de su mesa es otro país [... ].
del mundo, o en crear un tiempo fuera del tiempo; un'due-' Los truqueros viven ese alucinado munclito.. [... ] Es un
lo es una suspensión del nitindo y del tiempo, un bloque de mundo angosto, lo sé: fantasma de política de p:uroquia-y
vida arrancado al contexto de la vida, un estado de excep- . 1,: de picardías, mundo inventado al fin ,por hechiceros ele co-
ción que pone entre paréntesis las leyes corrientes:. "Los . ITalón y brujos debari-io, pero no por eso melios reemplaza-
hechos graves están fuera del tiempo», escribe Borges,en dor de este mundo reaL .. » '
"Emma Zunz», "ya porque en ellos el papdo inmediato"
queda como tronchado del porvenir, ya porque no parecen
consecutivas las partes que los [orn;an.»
En rigor, ese tipo de acontecimiento es mucho más que
un tic narrativo, algo más profulldo y más constitutivo que -,
una manera de contar historias. El duclo -pero también, a
su rnodo, la batalla, el crimen, el ajedrez y, sobre todo, el
truClJc- es como el chip de la ficción de Borges, su ADN, su

hüella digital. El duelo es para Borges e! modelo mismo ele


la ficcipn: una situación narrativa que articula de una ma-
nera,particularIa relación entre la literatura y lavida. Por-
quela ficción según Borges es precisamente eso: lo que sus-
pende la vida, lo que saca de la vida. U na vida filtra de la
vida, o/rt¡ vida en la vida, Cltya legalidad interrumpe por un
momento las leyes comunes de la vida. Por eso e! duelo en
Borges 'es siempre un éxtasis, incluso -o sobre todo- cuan-
do el resultado es trágico. Porque esa suspensión de! tiempo
y. de la vida es como un 'trance, uria alucinación, y tiene e!
, 1,.
vértigo de una fiesta. Si e! duelo es la versión en miniatura
de la ficción, la ficción, a su vez, par'ece reproducir a escab
la extraña lógica vol uptuosa que rige un partido de truco.
"Los jugadores de truco quieren espanrar a gri tos la vida»,
escribe Borges en e! Carriego, a fines de los años veinte. l'
I,¡,
42 ;
¡J
" 43
i,'

II
TRES
Política del pudor

1,

1"
:1,·

En 1925, el joven Borges responde al llamado que Lu-


ganes revitalizó con El payador, en 19 J 6, y que ya habían
impuesto en 1910 los festejos del Centenario: definir la ar-
gentinidad, eso que más tarde pasará a .la historia con el
nombre de «ser nacional», Rorgcs, que practica entonces
una prosa florida, llena de efusiones, recolecta (y consagra)
los rasgos argentinos que le parecen decisivos: la tacimrni-
dad, el desgano, la lenta afiorama, la austeridad. La seb:-
ción, a primera vista, contradice los alardes del estilo bor-
geano. Borges ensalza lujosamente la .pobreza criolla,
reivindica con abundancia la frugalidad y promueve los va-
lores del asordinamiento sin retacear estrépitos' verbales.
Esa persistcncia en la voz baja es, según Borges, lo que pone
al ser argentino en la vereda de enfrente de Espafia. Como
escribe cn «Queja de todo criollo»: «La Índole española sc
nos muestra como,vchcmencia pura; diríase quc al asentar-
se en la pampa, se desparramó y se pcrdió. El habla sc hizo
más arrastrada, la igualdad de horizontes succsivos chas-
queó las ambicioncs [... ]. Se achaparró la intensidad caste-
llana.» El «nacionalismo» borgeano es lo contrario de una
veleidad; es el reconocimiento, la suave glorificación de

45
, ,
"

"

una condición apagada, sin relieve, cuyo acento distintivo de Evaristo Ca'rriego, el tecimiemos, idemificar los cuerpos extraños
reside en la falta de cualquier acento. En esa imagen de lo tono sigiloso de un poeta ha (<<Quim nlllidút m~ Únlt d~usptrado mtuu
de ser un;-¡ intromisión espaflOla!!, de-
argentino, ninguna épica, ninguna voluntad de poder. Bor- "~o como Enrique Banchs, nuncia), reconocer y consagrar valores (fiNo
ges no detecta la identidad nacional en un rasgo ni en una pero esos baluartes, por tnlgo apuro es criollo clavado»), armar sus
serie de rasgos, sino más bien en la costumbre argentina de , .~ .. propio!> rankings de calidaJ (r<M( 10 )mbitmu
nuevos que sean, no ha- dicho y Qllitn 10 did" son incorregibles de
atenuarlos todos. Ser argentino no es una idenridad; es la cen sino responder a! buenos,,). Las inscripciones, escribe, flirnpli-
versión pálida, el eco de una identidad que, por sobre todas can drama, están en la circulación de la rea-
mismo mandato que los lidad. Corresponden a frecuencias de la
'las cosas, no quiere hacerse notar. anteriores: 'encarnar lo emoción; son como del destino, siempre.
¿Dónde busca Bor- argentino en el ejercicio' son Son ademanes perdurados por la escriUlra,
una afirmación incesante. Su alusividad
ges ese crOll1osonla ar- hacerse notar Ante Richard Burguin, que delpudor. es la de! conversador orillero que no puede
gentino? N o en la his- repara en el cuidado con que se vis[c y!iC arrc~ Así, el pudor bor- ser directo narrador O razonador y {Iue se
gla, Borges alega: ,.Inrcnto pasar lo más desa-
roria, que le ofrece hé- percibido e invisible que puedo. Y, tal vez, la complace en discontinuidades, en genemli-
geano es mucho más que dades, en finras: sillllOsas como el corte!!.
roes, próceres y grandes única mancra de pasar desapercibido es ves- una condición psicológi-
tirse CO;l un poco dc cuidado, ¿no? Lo que
eventos ejemplares, pero quiero decir es que cuatHJo era joven }lC:llsalm ca o emocional. Implica una teoría dc la nacionalidad, una
también Una dosis de que siendo descuidado la gel.He no se daría política lingüística, una csuategia literaria. Es probable que
cuellta de mi presencia. Pero era al revés.
teatralidad, un exhibi- Siempre se daban cuenta dé que mi pelo Ihl en su origen histórico haya un gesto reactivo, el tipo de retro-
cionismo que malogran est:lba bien comido ú de que no me afeitaba.» ceso y defensa que se improvisa ante la aparición de un intru-
irremediablemente su efi- so que pone en peligro la familiaridad del espacio propio. El
cacia representativa. Borges busca un 'terreno más regular mismo ensayo donde Borges precisa los contornos del ser ar-
y cotidiano, menos visible, y elige el de «nuestra lírica crio- gentino denuncia, dos páginas más adelante, que "la Repú-
lla». No habla exactamente de poesía, de libros, de «literatu- blica se nos extranjeriza, se pierde». N o nombra con todas las
ra», sino de algo más difuso, anónimo y común: el decir ar- letras a los age'ntes de la perdición, pero tampoco es difícil re-
gentino, ese conjunto de maneras que se despliegan en el conocerlos. La reivindicación de la taciturnidad, la voz baja
habla, en las payadas, en la conversación que acompaña al '. como estandarte, la promoció~ de la malicia y la burla que se
truco y al mate, en las vidalitas, y cuya versión más '<Boble» y filtran en una frase lacónica: todas las marcas del decir argen-
letrada es la poesía gauchesca. Con el tiempo, Borges irá en- tino acusan por inversión a los que están amenazándolo: la
~ '.
riqueciendo su archivo «intensidad" de los inmigrantes españoles; el estrépito, la
de formas del decir crio- inscripcioflcs de Jos C,¡rros .Esa retórica de ampulosidad' gestual con que arremete la iJll11igración italia-
110, pero nunca lo cam- carrito repartidor es perfecta para el propó- na. Frente al avance de esas identidades extrañas, marcadas
biará. Algunos años más sito de lSorges. Tiene todo pan ilustrar su
tesis: es anónima, breve, semencios;\ pero por los signos exteriores
tarde incorpora la mi- seca, alusiva. 130rges afln;1 con esas frasecitas : . .('
del color loca!, Borges color local No hay nada que enardezca
longa, las inscripciones fileteadas una especie de campo quin'irgico elige definir y situar la color tanto a Botges como e! culto argentino del
I donde puede observar el comportamiento
local. ese l,reciel1le culto europeo que
de los carros, los versos de la ler.lgua, describir y clasificar sus acon- , .. ~ identidad argentina en los nacionaliSl'as deberían rcchnar por fod-
46
47
1
un gesto de replicgu~ y neo)). L<l P:lI':'IdOj'l resulne la argumentación que Borges nunca dejará cia de Gllncllos para probar que cs árabe.
retención, en la. defensa principal de "El escritor argentino y la tradi- de combatir. Más que Fue escrito por Mahoma, y M<lh0111a, como
cióml, un ensayo de 1953 que es al mismo ;Ímbe, no ten fa l-H)[' qué saber que los came-
de una cierta interioridad tiempo un pannClO contr;'j el pintoresquis- una pareja de vicio y vir- ·llos eran especialmente :í.rahes; eran para él
dellcngu"je. Si ellos, los mo y la gr<lll apologl;1 borgc:lna del pudor. tud, la dupla énrasis / parte de b reali(bd, no tenia por qué distin-
Disclllicndo (011 LUgOl1CS y ,con ,Ricardo guirlos; en cambio, un !:,[sario, un tnrista,
extranjeros, están todo el Roj:l.s. que algllna vez prctcndic[<}!l fundar pudor será para Borges un nacionaliSl'a árahe, lo primero que hubie~
tiempo diciéndolo todo, l"'_tradición literaria argentina erl la poesfa un ,criterio de valor, un r<l hecho es prodigar camellos, caravanas de
gauchesca, Borges dispara en realidad con- camellos en C<lO" página; pero MahoJl1;l, co-
nc>sotros, los argentinos, tfa el pensamiento nacionalista, que con-
paradigma evaluativo, mo árabe, estab" tranquilo: sabía que podÍ;¡
guardamos, retiramos de funde la :tnifici<llid:H! de un género litemrio prácticamente el méto- ser árab.e sin camellm.» El paisaje ~rge11lino,
con la autcnticid<ld espotlt,íne<l del decir po- la bodnica argclIlin:l, la topografía argenti-
circulación, dccitnos me- do de lectura mortt! con
pular. ¡¡Los poetas' populares del campo y na, la wologfa argentina: rodas las condicio-
nos de lo que deberíamos del suburbio versifican temas generales", es- el que juzgará, bendecirá nes que el nacionalismo esgrime para suste-
decir. El pudor es una cribe Sorges: «las penas dd :npor y de la au- o demolerá la literatura ner la idea de una esencia argcrnina narur:ll,
sencia, el dolor del amor, y lo hacen en un espontánea, popular, son las mismas 411C usa
marca distintiva .(Ia reti- léxico muy gencra[ también; en cambio, los ajena y tam bién la pro- Borges \)<'.["<1 postular que no hay nada me-
cencia argentina versus pocta~ gauchescos cultivan un lenguaje dt:!i- liia. ASÍ, «enfático», en el nos natural, nad" menos Cspollt:tnco, nada
hUfldtfnuJJtc popular, que los poel"s pOpll- más deliberado -y por lo tanto inallténrico-
la extroversión ital iana), lares no ensayan.» Lm signos de color local manual de estilo y de que la identidad ll:1cional pro1llovid" por esa
pero tam bién presupone -palabras gallch:1s, jergas rurales, todas e$;lS ética borgeano, será in- extr"ñ" c!;¡se de tllrist:ls que son los nacion,,-
esForzadas nomenclaturas de tierra adentro- listas. «Creo que los argentinos podemos pa~
el ejercicio de la "Iusión, no hacen sino tr;lducir de manera flagrante
variahletnentc sinóninlo rccemos a Mahoma", eScribe BtÍrges, «pode-
el sobreentendido, la im- esa deliber"ción, dernosrrando, p:na Borges, de retórico, di: artificio- mos creer en la posibilidad de ser argelltinos "
...' • • >('.;

plicación, todo un arte que el que call1a.o escribe no «es» el pueblo so, de deliberad~, pero sin abundar en color [oca!.,)
-porCJlle el pueblo no riene por qué (1<Ir sig-
de la com1lnicación irufi- 110S de ser el que es- sino alguien que procu- sobre toelo de folso. El f;\lso Es curioso que Borges IIse la palabra
recta que los criollos ra usurpar m lugar, y que pam ocuparlo ex- énfasis es la marca por , «falso» para recordar (y condenar) los libros
hibe las señas visibles que cree que que escribió hasta los años treinta. En cual-
companen, teóricamen- distinguen :11 usurpado: Borges, reconocido excelencia elel impostor, quier escritor, esa drá~rica relrospccción se
te, C0l110 una C0I11l1111- . ex peno en falsiflCilcianes, pone a pUlIlO ];, a la vez su operación parecerfa /llucho a una autocdtica despecti-
teoría dc la,:flut¡enticit.{ad que había empeza- va. En Borges, en cambio ..~uena levemcnte
dad de eSpías comparte do a aCllfiar a mediados de los ;lilas veinte:
consciente y el desliz .mspcchós", como sonada sospechosa)a pa-
un lenguaje cirrado o un no hay autenlicidad que sea intencional. que lo delata, su estrate- ["bra "delito» en boca de/un est:lr:1dor con-
conjunto de contrase- Dicho de mro modo; cualquier signo de in-
r:ellcionalidad dd:H:I lIn:l inaulenticidad se-
gia y su debilidad, su de- mmado. Borges mira h;¡ci" atrás y lo ü[[ieo
que ve son poses, disfraces, 1111:1 sucesión de
r
ñas. (El pudor, de paso, creta. Ahí aparece la [amo.~" altlsión a Ma- tcrnúnació.11 y su secre- mascaradas falli,l<Is. "Me dis[r~Ct': de argcn~
parece articular de una homa y al Cor:Ín ~tle rodavía hoy, casi 50 to. Cada vez que Borges tino, dd rnism"o modo <¡He en hlQflhiciol1cs
años nd.~ rarde, sigue [igicndo l:t política me di~fracé de gran escritor cUsteo cspa-
manera singular la tradi- nacional qlle adopt:1 1" mayoría de los escri- revisa sus vicjos libros Ítol.. y ambas imposturas rr;¡casaron.» Se
ción de b reticencia crio- tOTes "rgcntinos. Leyendo al Gibholl de para reeditarlos, es esa enc<lrni~a con su poesla, COll sus ensayos
Historia dr ¡ti drCrTdcl1(:irt y r:ttídn dd Imperio juveniles, indllso con el primer rcl:Ho <lile
lla con la del understate- Romano, Borges observa que Gibbon obser- bete noi"e lo que tiene en reconoce haher escrito, "Hombre oc la es-
mentbritánico.) va que en el Codll, el libro ,írabe por exce- la mira. Barroquismos, quina rosad.I". (,Tuve la dc.sgraci<l de cscri~
lenei;r, no hay camellos. (,Yo creo», escribe bir un cllento tor;rlme1He r.1i.~o [... ] Yo .~a­
De ahí ese gran ene- excesos, gesto's dcolélsia-
·Borgcs, «que si hubiem alguna duda subrc la bid que el cuento era imposible, más
11llgO, el énfasis, con el aurenticid<ld del COdll, bastaría es" <1l1sen- do intencionales: el 'de- h-tnt;Ístico que cualql1ier cllento voluJHaria-

48 49
"0·
tector de énfasis no tiene mente fantástico mIo. y sin embargo debo 'ésa es la consigna que Borges reivindica en "La postulación
piedad. Cuarenta y cin- 1:\ poca fama que tengo a ese cuento.» La de la realidad», uno de los ensayos que dedica a dirimir la
siLUación cmpic7.a a complicarse: he ahí un
co años después de la disfraz que, al parecer, h¡¡ dado en el blan- cuestión de! pudor y el énfasis. Si toda ficción afirma algu-
primera edición de Luna co. Borgcs ya no se limita a arrepcJHirsc de na clase de realidad -la suficiente, en todo caso, para capru-
su viejo talento para el fraude; ahora, de
de miente, Borges, pues- golpe. reconoce e'JI cambio la deuda que rar al lector en ella-, Borges sostiene q lIe esa afirmación se
to a redactar el prólogo tiene COII él: descubre rodo lo que d~bl' y. :d pone en juego de dos maneras posibles: una, la manera ro-
mismo tiempo, los desconcertantes' tesoros
de una nueva versión, que encierra: la exrrafia productividad, el mántica, consiste en irnponer la realidad de la ficción me-
escribe: "Olvidadizo de rtndimimlo un poco demoníaco de la false- ·Iit djanre "el énfasis», la expresividad y ,<la mentira parcial»; la
que ya lo era, quise tam- dad. "La escena de la pruvocadó~ es falsa»,
dice, hablando del argllmenro del cuento;
orra, la manera clásica, trabaja más bien Con la prescinden-
bién ser argentino. Incu- "el hecho de que el interlocutor oCllhe su cia, la distancia, e! desapego: presenra la realidad sin presio-
rrí eIi la arriesgada ad- idenddad de matador hasta el fin del cuen-
ro es falso y no esrá justificado por nada; el ,
",1 nar) «notificando» sus hechos generales, con la confianza
q uisición de uno o dos lenguaje es, de tan criollo, caricatura!. Qui- ,J.,. que implica una simple
diccionarios de argenti- zás haya una tua¡idrtd de la folia que fue constatación. Pero esta conliall7-,l Pudor, discreción y reserva son
hallada en ese cuema. Además, el relato se también va [ores decisivos en el modo ("n que
nismos, que IHe sunli- prestaba l\ las vanidades nacionalistas, a b manera, que es la borgea- Borges concibió y pracricó sus rebciones
nisrraron palabras que idea de que éramos Jlluy valienl'es o dc. que. na, riene en el fondo la personales. Con su padre y su m:Hlrc, r.on
lo hablamos sido; tal ve7. por eso gUStó.» . '.
hoy puedo apenas desci-
Botges recuerda que cuando revisó las prue-
misma estrtlcrura que el amigos (ntimos como Adollo liioy Casares,
la inrimielad y la confiama instiwycn UH sis-
frar: rnadrejón, espada- bas para su r~edición, abochornado, inten- pudor: postular clásica- tema Ilantisenrimen\¡l[>l, un régimen de afec-
tÓ atenuar las «crialladas demasiado evi-
ña, estaca parnpa... La mente la realidad consis- tividad contenido. menos basado en [a con·
dentes o, lo que es lo mismo, demasiado fesión que en el silencio comparrido, y
ciudad de Fervor de Bue- falsas». El matiz es imeresanre: si algo-pue- te. en imaginar «una rea- fundado en la necesid:ld de proteger la pri-
nos Aires no deja nunca de ser demasiado falso, es porque la pers- lidad más compleja que vacidad y manrener los límites de los territo-
peniva desde la que se lo aprecia incluye rios individuales. Es el ripo de intimidad que
de ser íntima; la de este caregorfas más sutiles, más escurridizas que la declarada al lector y Borges le atribuye a su padre con He. Den
volumen tiene algo de las de lo falso y lo verdadero. Pero ¿quién referir sus derivaciones y Asile en "TI6n, U'lb:lf, Orbis Tertius», «una
es el gue encuentra esa "necesidad de lo fal-
ostentoso y de público.» so)) si no el mismo llorges, agraviado y fas- cfectos». Es lo que He- de esas ami5faoes inglesas que empicz;1Il por
excluir la confidencia y que muy prolHo
Borges se relee con cinado a la vez por las potencias que destila nungway, otro maesrro omiten el diálogo». Si la vida de Borges
el arte dt:[ enlh~sc;Lramiento, de la dup[ici-
ojos de clásico y su pasa-
dad, de la impostura? Toda la década del
del pudor. llamaba "la mantuvo cierra opacirbd pt'Lhlica a lo largo
de tamos años, fue sin duda gracias a la pues-
do, romántico y chillón, veinte es, en ese selHiclo, un laboralOrio teoría del iceberg», y es ta en pdctica de un régimen de preserv,\ción
le salra a la vista. Se co- literario-delictivo en el que .Borges experi-
menta las variantes tJiJib/~s de lo f.1Iso. El
la ley que rige la gran lllle, lejos Je ser persunal. 4,dc)) Borges, siem-
pre formó parte de un estilo de vida de clase.
rrige: siIllpJjfi~a) sustrae, modo en que Borges la evoca hace pensar mayoría de las ficcipnes ¡-.:se 4'cntre nos" cómplice y discriminador,
aligera: quita capas, re- en una época de equivocaciones, de tram- de Borges: presenrar tres que en el siglu XIX sale a la [uz y ues[umbra
pas fáciles, de licencias, pero en rigor es un bajo la pluma de Lucio V. Mansilla, ap:lrece
baja los excesos expresi- período de formación, una instrucción, la o cuarro partes de un en el siglo xx como una experiencia m¡\s pri-
vos de lodos esos viejos fase de aproximación a un alle que Borges, todo que permanece vaua y preciosa, que conviene sUStraer a la
lejos de repudia!', convenid más tarde en exposición para resguardar su función de ta-
originales. "Menos, me- la verdadera pasión litcL'alia dc su vida: el oculto, sobreentendido; zo social. E[ Ilenrre nos), borgeano rccmplaz:\
nos, slen1pre nlenos)): arre de 1;'1 fraudulencia. COntar las causas de un el exhibicionismo triun!':!li.Ha ue M,msilla

50 51
acontecillljento a través por ulla reticencia cSlratégica. A la. ostcnta~
dora y abstracta hasta lo meramente se dken.» (Los paClOS y 1;1:) dct1~
de sus repercusiones; po- ció n vulgar y sin estilo de los nuevos ricos de das parecen ser 10 tácito -el rab¡'¡- por exce~
1880. el general Mansilla po(lIa oponer una invisible». «El autor nos
ner en escena un hecho "buena» os!ent:lción, esa mezcla de realrali~ lencia: el silencio en el que se contraen es el
propone un Juego de' mismo en el que se tntnsmitrn. Borges, con el
sin nombrarlo, median- dad, seducción y desdén que constituye el
arte social del dandy. Esa distinción ya no símbolos, orgarlizados ri~ manuscriTO de su primer libro en la mano,
te los rastros que lo evo- parece :1cude a su padr~ para que se lo corrija. El pa~
posible en la Argenrina dd siglo xx, gurosarncntc sin duda», ore, que nunca le j(dio consejos dirt:ctllmm~
can, los ccos que'suscit6, donde el estilo de vida de la clase dominan~
dice Borges, «pero cuya tt:», le dice que no, que él mismo tiene «que
las secuelas quc dejó al te, ahora en fricción con coda clase de movi- corregirlo después». Más {arde, Dorges le da
miemos populares, condena la oSTentación, atllnlación eventual que- un ejemplar dcllibro publicado. (,Mi padre
suceder. la exhibición y casi cualquier forma de tra~
da a cargo nuestro [Gib- nunca opinó sobre el libro", rec\lerda Bor~
Puede que el pudor bajo sobre la eXTerioridad como marcas de gel', "pero después de su muerte ellcontra~
ilegitimidad y de usurpación. bon]. No es realmente
borgcano, en su origen, mos que habla guardado ese ejemplar y que
expresivo: se iimita a ¡-e- esraba ... bueno, lleno de correcciones, que
haya sido un protocolo padre M.ís que los dichos O los hechos, an~ gistl'ar una realidad, no a yo aproveché para la recdición.,,) La misina
tes que acolllecimientos visibles o decisiones
de clase, y una práctica explícitas, lo que Borges recupera de su p:1sa~ combinación de silencio y eficacia aparece en
representarla. Los ricos Leonor, la madre: "Fue ella", dice Dorgcs,
alimentada por la nece- do r:1miliar es cierr:1 vocación de imptrapti-
bilidlld, valor supremo que rige las identid:1~ hechos a cuya póstuma «aunque dernoré mucho ell dc~cubrirlo,
sidad de defenderse de des quien silenciosa y efiC\7.mcntc promovió mi
per50nales, los idc:1lcs y los interc:1mbios alusión nos convida, im- carrera literaria.,) 130rges padre, prufesor de
la invasión del otro, el entre los miembros de b r:1milia. «Yo quisie-
r:1 ser el hombre invisibb,: la bmosa arnbi~
portaron cargadas expe- psicologb', eleva esa predilección por lo ilTl~
Intruso, el exrranJcro. plíciro;¡ una Gltcgorfa pedagógica y la con~ .
,,
ción de Borges no es sino b n:mnkr l:1rdía del riencias, percepciones,
Ejercer el pudor es, efec- :1nhelo que el escrilOl' reconoció primero en ~: '
viene en mitodo; le enscii.a a sú hijo, que tie-
re'acciones; éstas pueden ne apena5 8 o 10 :1ños, bs pal'adojas de
tivamente, no decirlo la IIgur:1 de su padre, "una persona tan mo~ Zenón «COI! la ayuda de un tablero de aje~
desta", escribe en su Awohiografin, lIqlle hu~ injerirse de su relato, pe-
todo, pero es queda¡-se. biera deseado ser invisible". 'Salvo la :1hud:1 drez», los rudimcnlos del idealismo lIsin
ro no están en él.» El pu- mencionar nunca el nombre de Bcrkeley».
con la parte no dicha, y 1-l:1sl:1l11, que parece monopolizar los privilc~
atesorarla, y compartirla gios de lo que se llama lItener personaliebd", dor es clásico y es mági- Enseña sin !'mner en evidencia que enseña,
disimulando que enseña, indirectamente,
todos los demás tienden:1 abrnar una imper~ co: registra y alude a la mediante ejemplos y rodeos, como si el ca~
con los pares en silencio, sonalidad que linda con la desaparición . As(, vez;' dice, '"SÍ, 'p'ero' lüás- rácter velado, oblicuo de la tran'smisión ruera
corno una .contraseña la ramilia, para Borges, no es un escenario de una garant{a de su eficacia. be método (en~
manireHaciones (arectivas, lingü(stic.~s, per- . que decir prefiere hacer
inaudible. Pero cuando son:1lcs) sino más bien un territorio donde es seilar A fingiendo emeñar n) es, en .rigor, una
aparecer, en un más allá verdadera c5cuclalógica para Borges: implica
el pudor pasa a la litera- posible c:1l1ar, guardar y acord<lr cosas en si~ cicrta concepción de la verdad (la verdad no
lencio, :1etuar y decir por omisión, persuadir del rdato, cosas -expe-
tura y se vuelve política o influenciar:11 otro por las vfas oblicu:1s de lo se dice: encerrada en los pliegues dclsilencio,
nenClas, percepCIones, sólo se delata, y parcialmente, e1/ 10 que se di-
literaria (una determina- implícito. Es así corno se deciden, entre otras ce) y proporciona, ,,1 mismo tiempo, la rór~
cosas, el destino literario y el destino sexual reaccIOnes: todo lo que
da manera de maniobra,' de mula para desentrañarla. Esa formula es la
Borges. «Desde los tiempos de mi niñez, constituye la realidad inftrmci(l, la operación lógica mediante la
con el sentido), algo cam- cuando lo :1tacó la ceguera", recuerda J3or~ cual Borges niño reconstruía los eslabonc~
postulada- que no. ha
bia. Borges ilustra el pu- gc.~, "quedó t,Jcitllmmtl'entcndido que yo te~
que unían a B (el Ellso objeto de enscfi:J.1l7.a)
nía que cllmplir el destino literario que las ·puesto en el relato. El con ¡\ (el objeto verdadero pela oculto). Tal
dor clásico con la pro- circlHt~tancias hablan negado a mi padre.
pudor es una manera de vez la inrerencia sea el hilo de oro qtic ellhc~
sa deseable de Gibbon, Eso era algo que se consideraba der.nitiva~ bra cosas ap"rentcmerlle tan distames como
mC111e asegurado, y estas convicciones son administ¡-al' sentido (co-
«nlcd,iata)), «gencraliza- mucho más importantes que las cosas que . la política !Jorgean" del pudor con el trabajo
mo se dice «adlninistrar con el género policial. L" lógica del crimen

52
53
justicia»): es cierro que también es pudorosa: nune'l.lo dice todo; ha·
bb a medias, rcserv¡índose lo inas importan-
jugaban a ejecutar "una unas botas autónomas no afiebren la ciu·
en la prosa clásica hay novela en primera perso- dad. Un revólver, en su transparente mano,
re y debtándulo, o desfigurándolo, mediaJ¡lc .
sentido, pero ¿quién po- es de ocultación imposible. Ames de asillli·
indicios y pistas, signos qu~ el delcctiye (y el na, cuyo narrador onlitie- lados, también lo son los alimentos degluti-
dría decir dónde está? leclor) deben seguir como raslros para re~
ra o desfigurara los hechos dos por él. Desde el amanecer SLlS párpados.
construir la verdad de ¡do que sucedió». En nominales no detienen la IU7. y debe aeos·
¿Está en verdad en algu- Borgcs. como en el género policial, la infe- e incurriera en djversas tumbrarse a dormir como con los ojos
na parte' Sintáctico co- rencia ('$ la herramienta lógica POt excelencia
abiertos. Tnt'iril asimismo echar el brazo
del deseo de saber. Y no hay deseo "de saber contradicciones, que per-
1110 es, y no lexical, ¿no afaocJsmado sobre los ojos. En la calle los
que no sea deseo de saber gxttnl. ¿~o es acaso mitieran a unos pocos lec- accidclHes de [[¡ínsito lo prefieren y siempre
es acaso invi~ible? una inferencia lo que Borges hace en Gine·
tores -a m uy pocos lecto- está con el remor de morir aplaSTado. Tiene
bta, cuando, ~ los 18 afios, ya recibido de ba·
Escribir ~on plldor es chiller, su padre decide que ha llegado la hora res-la adivinación de una que huir de Londres. Tiene que refugiarse
en pelucas, en quevedos ahumados, en nari-
profesar una doble con- del debut sexual y le concierta una cita con realidad atroz o banal», ces de carnaval, en sospechosas barbas, en
fianza: es confiar en el po- una prosrüwa? COllla dirección, la hora y el guantes, pllrll que no vrlln ql/~ ~s irJllisibl~.
nombre de la mujer escril'OS en un papel, Descubierro, inicia en un villorrio de tierra
der de lo dicho a medias Barges, segt'in la versión discreta de Maria . ~, . adentro un miserable Reino de! Terror.
y confiar, también, en Esther Vázquez, «no pudo. evitar el rensa· Hiere. para que lo resperen, a un hombre.
mieillo de que estaba a punto de comparrir la Entonces el comisario lo hace rastrear por
ese «más aliá del relato" amalH'C con el padrc)).
perros, lo acorralan cerca d<= la estación y lo
donde el senrido puede matan.»
fiiay ..Yo tcndía. siempJ'e a la ,pedamcría,
irrumpir. Forzando a la al arcalsmo, al neologismo, y él (Bior Casa·
inferencia, a la deduc- res] me curó de rodo eso. Sin drcirm~ I/Ila
cióil, a esa rcconsrrucción pnúlbra. Simplemente dnndo por un/fldo
que yo compartía esos juicios suyos.), (Bor.
del Todo Escondido que ges el memorioso, Conversaciones con Anto-
se llama 'leer, la política nio Carrizo, 79.)

borgeana de! pudor fabri- invisible Borges, para i1usrrar la transpa-


ca una criatura que toda- rencia \;¡cónica que predica, cita una novela
,
I •
Cntegramente construida sobre un prodigio
, ;', vía no eXiste, alguien que de uansparencia visual: 1:::1 hombrr invisibl~
no cs un par del escritor de H. G. WeUs.'FJ ejemplo es extraHo. L1a.
y tampoco el extranjero mado para ilustrar la eficacia de la illvisibili·
, '
dad retórica, la moraleja que depara es cual· ,;,
que lo amenaza, alguien ....
quie!" cosa menos tinívoca, y la práctica
sin e! cual no hay sentido denodada de la transparencia termina pro-
moviendo e! rctomo de su doble siniesTro:
posible, Fabrica un lector, el énfasis. Con ese talento extraordinario
ese otro atento, perspicaz, para contar argumentos ajenos, Borges es-
"~ .
cribe: «Ese person:tje -un eSTudiante solita-
con el que soñaban lior- rio de química en el desesperado invierno
ges y liioy en el primer pá- de Londres- aóba por reconocer que los
privilegios del estado invisible no cubren los
rrafo de «Tliin, Uqbar,
inconvenientes. Tiene que ir descalzo y des-
Orbis Tenius», cuando Iludo, par;\ que un sohrerodo apresurado y

54 55
1"
!
1..
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i
!

CUATRO
El decir argentino

:" '
,¡:
1.',::
;'1' No todo el ll1u{,do ha leído a Borges. Todos, sin cm-
1'"
,

;!'r
bargo, lo han oído. Todos sabcn cómo hablaba, todos sa-
11,' brían reconocer su voz. A cierta altura de sus vidas, cuando
, ~¡,

los toca la fama, los escritores, por lo general ya algo cansa-


dos, tienden a relajarse y a compendiar su identidad -todo
el,.
. lo que son, todo lo que los ha hecho célcb;'es- en un álbum
de estampas "representativas. Gestos, posturas del cuerpo,
accesorios que"se repiten de una foto a otra, expresiones ..·.
:,,¡ :~
,
El ceño, la boca fruncida y los anteojos oscuros de Sabato;
, . Cortázar y su cigarrillo, sus guayaberas, su eterno aire ado-
, ir:,
.1,: lescente; los blazers, las pecas sonrientes de Bioy Casares.
, '1' Cada una de esas señas particulares es como e/logotipo del
escritor, .la clave que lo resume y lo identifica. Borges, natu-
ralmente, no es una excepción, y también tiene su pequeño
I tesoro de iconos alusivos: los ojos estrábicos; las n1anos,
cruzadas sobre el puño del bastón o apoyadas sobre el lomo
de Beppo, el gato dé" angora más famoso de las letras argen-
tinas; el pelo blanco y lacio, finísimo, como de sabio lunáti-
co de historieta ... Todos esos lugares COIl~UIl~S de la. icono-
grafía son populares y ya están instalados en la memoria
social., pero ninguno ha colonizado esa memoria con b su-

57
.(-<

tileza, la eflcácia y la persistencia Con que la colonizó la voz


naza de una pregun ta; "Jeto muchas palabras». Es la paradoja cl:ísica
de Borges. Por una curiosa paradoja, el escritor más «libres-
co» de la literatura argentina, el más aferrado a los protoco- mientras el Borges escri- (llIe desde Einstein, que era «malo en mare·
m;ÍtiColS», parece definir al genio en el siglo >2<:
los de lo escrito, es también el que mejor aproveché las po- to proyectaba la imagen el punto de máxima dificultad es a la VCl. el
de una autoridad sobe- de máxima invenci(Sn; la impOtencia es b
sibilidades del registro sonoro, el escritor más oral, más sede de In potencia. Miupe, Borges abraza
hablado de la literatura argentina. rana (el Gran Acreedor la lectura como una epopeya privada, casi
de la literatura argenti- suicida: tanamudo, funda un es[ilo literario
¿Por qué el decir de Borges es más popular que su lite- único y lo impone como paradigma del
na), el Borges hablado, buen
ratura? En parte porque la voz viaja más y mejor que 10 es- decir argclHino.
crito, y porquc es un material más sensible a la lógica repro- como un Grail Deudor
ductiva ele los medios de comunicación de masas. De las Agradecido, prefería des-
primeras conferencias públicas, a mediados de los años cin- hacerse en el arte del temblor, la duda y la falsa modestia. La
Cllcnra, hasta las conversaciones radiofónicas con Antonio I voz de Borges tambiéJl"tuvo éxito porque, oyéndola, todos
Carrizo de principios de los setenta, la voz de Borges cruza de algún modo nos vengábamos de Borges: cada balbuceo
los límites de una intimidad relativamente académica y pa- dramatizaba un pensamiento que parecía desplegarse ahí
"
.f"
sa a animar el aire de uno de los ptogramas más masivos de rnisln"a, ante nuestros oídos, pero tanlbién nos indelnniza-
la radio argentina. Pero también, y sobre todo, porque en ba por las heridas que su presencia escrita nos había infligi-
más de un sentielo la voz de Borges funcionó siempre como do. El Borges escrito fascinaba pero era inapelable; el Bor-
una versión amable, "humana», de su literatura. Mientras ges oral proponía un hechizo menos costoso y tal vez más
sus libros parecían inmortales, su' .voz era históri- conmovedor, el de una voz expuesta, siempre en peligro, des-
ca y emanaba, frágil y vulnerable, de un cucrpo; mientras . nuda. Dulce revancha del lector humillado: Borges, al ha-
j
los libros afirmaban el mecanismo de un estilo sin fallas, blar, se daba el lujo de necesitarnos.
modelo de u¡;a lengua perfecta, la voz actuaba el traspié, el En rigor, si las vacilaciones de esa voz·renninaron con-
olvido o el trabajo del recuerdo, y en cada vacilación ponía viniéndose en una huella digital borgeana, es tal vez porque
en escena ese pequeño la cuestión de la voz siempre fue crucial para la literatura de
drama que consiste en Borges. Profesional por excelencia de la falsificación, Bor-
drama Los problemas de Borges para ha-
articulat ideas y pala- blar fueron tan célebres y tan obstinados co- ges, de entrada, parece encontrar en la voz un principio ab-
bras; mientras la prosa rno los que padecieron sus ojos. En rigor, soluto de autenticidad, el lazo genuino que lo vincula inter-
como el asma en ProuS[ o la tuberculosis en na y naturalmente con una tradición argentina. En 1927,
borgeana parecía hermé- Kafka, la rartamude7. y la miopra borgea-
tica y autosuficie¡lte, la nas tienen la ambivalencia de los males "3r- desflués de Fervor'de Buenos Aires, Luna de enfrente, Inquisi-
dsdcos», éSas discapacidades que al mismo ciones y El tamaño de mi e>peranza, cuando todavía reivindi-'
voz ele Borges sonaba tiempo recoúan y expanden horizontes, po-
. diáfana, porósa, casi alar- sibilidades, mundos. «De muy chico usaba ca su condición ele escritor «enciclopédico y montonero»,
mada por la presencia ele un lenguaje totalmente extraordinario», re- redacta el texto de una conferencia que [itula "El idioma de
cordaba su madre, Leonor Acevedo de 80r-
un interlocutor o la ame- ges: «tal vez ora mal. Desfiguraba por cum- los argentinos». (Lo escribe pero, aterrado por la idea de ha-

58
blar en público, desiste de leerlo y envía en su lugar a un
I
59

j
amigo.) Allí Borges toma distancia dc las dos fuerzas que fines del siglo pasado vienen rcsquebrajando la hegemonía
amenazan, dice, la «verdad» del idioma: e! lenguaje de! sai- de la naturalidad criolla. Borges lanza su mística fonética pa-
nete, con su proliferación de lunfardos y de jergas, y e! espa- ra revitali>.ar la argentinidad, gue ya no es una misión, como
ñol de los cultos, los académicos y los diccionarios. Dos en el siglo XIX, y que debe ser una vocación. Pero Borges sa-
lenguajes, digamos, abrumados por los artificios de la con- be que defiende una causa perdida. Ligada esencialmente a
vención: sobreescritos. ((Equidistante de !\Us copias), escribe un cuerpo, a un tiempo y un lugar dcterminados, a una ex-
Borges, «el no escrito idioma argentino sigue diciéndonos, el periencia, la voz es un acontccin1icnto que no dura, que se
de nuestra pasión, el de nuestra casa, e! de la confianza, e! produce y brilla y desaparece, consumido por su propia ful-
de la conversada amistad.» Ese idioma no escrito garantiza guración. Se puede evocar, sí, pcro nunca restituir. Si la voz
una familiaridad, es decir, a la vez, un amparo doméstico y es, por definición, lo perdido, entonces el ideal fonético ar-
la pertenencia a cierto linaje. Es e! idioma de "los mayores», gentino puede existir como lo que realmente es: el duelo fer-
los argentinos del siglo XIX (para Borges, los argentinos a se- viente de esa pérdida. En otras palabras: una mitología.
cas: Echeverría, Sarmiento, Mansilla, Wilde), en quienes se «Puedo falsificar, pero no definir, esa voz plana que el
conSUllla un milagro o una extraordinaria utopía: la escritu- tabaco había enronquecido.» La confesión es de J 960 y re-
ra y la voz son estricta, plenamenre contemporáneas: "SU bo- trospectivamente casi traza un programa delictivo-literario:
ca no fue la contradicción de su mano. Fueron argentinos una imposibilidad (definir algo que se perdió) engendra
con dignidad: su decirse criollos no fue una arrogancia ori-
,
una posibilidad (falsificarlo). Es el paso de! Borges que re- .,
J
llera ni un malhumor. Escribieron e! dialecto usual de sus copila voces al Borges que las adultera, y del culto de la ver-
días: ni recaer en españoles ni degenerar en malcvos fue su dad original, que era fonética, a una furiosa pasión malver-
apetencia [... ]. Dijeron bien en argentino: cosa en sadora que sólo puede desplegarse en la dimensión de lo
desuso.» escrito. Esa <<voz plana», indefinible, que condena al que la
Así, casi santificándola, Borges hace de la voz la piedra escuchó a un· melancólico ejercicio de fraudulencia, es en
fundamental de una mirología argemina. La voz es original realidad la voz de Mace-
(su relación con el origen es indeleble), es natural (existe an- , ,',:
donio FernáJ1dcz, sabio Macedonio Fernándc7. Es una sucnc que
tes, más ad ele la cultura), es auténtica (rechaza toda afecta- oral, luacstro excéntl~icoJ fller;1 M aceJonio rern;ínJe7. el que estuviera
ción), y remite de un modo directo, sin mediación alguna, a en el puerto de Buenos Aires en 1921, cuan-
suerte de Sócrates criollo do Dorges y Sil f.1ll1ilia volvieron de su pri-
la experiencia de la construcción de! país. Sólo que la voz, cuya amistad Borges he- mera est;¡d(;¡ en Europ;¡. Borgcs venía de Es-
por esas mismas razones, está fatalmente condenada a per- pafia, donde su maestro madrileño, Rafael
. '"
.. redó de su padre para Cansinus Assens, lo había pemwdido de C]ue
derse. d-loy, esa naturalidad se gastó», escribe Borges en su transfornlarla en una re- ser vanguardista cm ser acaucl;¡lado y que el
conferencia. No tiene todavía 30 años y ya pretende pro- lación discipular decisi- secreto de todo artista era la multiplicación
(de sinónimos, de merMáras, de operaciones
mulgar el idealfiméti{(} argentino, acaso alarmado (o «acorra- va. Una vez nlás, como retóricas, de lenguas, de literaturas)'. Mace-
lado», según sus propias palabras) por ese complot de voces lo hiciera con la ciudad donio fue el mejor anddoto COlU1"a ese fervor
de la abundanci". Tenía el humor wmbón
extranjeras -la inmigración italiana, la española- que desde (<<Fundación mítica de de ¡"Iark Twajl1 y la seca velocidad intclcc-

60
6J
Buenos Aires»), Borges tual de PauJ Valéry; vivla en pensiones; po- la espera de una resurrec- go, sin proponérmelo, con la V01. de mi pa-
dre'l, le dice BOfgCS a Victoria Ocampo. Y a
pierde algo y lo recupera día quedarse horas quieto, envuelto en IIn ción futura ...
sobretodo, sin hablar, y de golpe Iarú.ar \toa Amonio Carri1.O: ,No, por ejemplo, para leer
mirologizándolo, Pierde idea deslumbrante y atribuírsela a slI,imerlo-
«Ya he declarado a Macedonio necesito, leerlo con la VOl. de
a Macedonio porque curor, que ,l duras penas estaba en condicio- que la finalidad perma- Macedonio.»
nes de pensarla. Era anarquista; descrefa de
pierde la voz de Mace- la palabra escrita: su obra se olvidaba y extra-
nente de la literatura es
donio (y todo Macedo- viaba c:ltla vez que cambiaba de pensión. Era la presentación de destinos», escribe Borges en uno de los
un anist3. de la pérdida, del ayuno y del
nio, dice Borges, estaba artículos que componen El idioma de los argentinos. ¿Y si la
hambre. Era conés, maliciosamente epigr:l~
en su voz), y al perderlo mácico. "No soy un leclor de ruielos», dijo finalidad específica de la narración fuera la presentación de
una vez. a propósiro de Lugones y de Rubén un destino: esa especie de sobrevida que le toca vivir a la voz
convierte ese «estilo de
Dado. (Si los demás se reían Maccdonio se
vida oral» en algo üniéo, incomodaba: él sólo csraba pensando en voz en lo escrito? Para entonces (I928), Borges todavía no ha
exclusivo, intransferible, aha.) Borges le fue un día con Vicror Hugo, escrito relatQs; sólo poesía y ensayos. Sin embargo, en El
a quien admiraha; "Salí de ahí COIl ese galle~ .
algo que sólo puede per- go insoponablc. El lector ya se fue y él siguc
idioma, que podría pasar por otra compilación más de refle-
sistir alterándose en una hablando», le dijo. "Le gusraba hablar de las xiones literarias, Borges incluye «Hombres pelearofi», un
cosas, no ejecutarlas», escribió Borges. C1I1~
penosa cadena de versio- tivaba la inacción, la incficaci:¡, d, inacab:l~
/1 texto breve, de apenas dos páginas, que habla en voz baja y
nes, subversiones, per- miento, formas irónicas de la negatividad que casi no se anillla a levantar la vista. '1'ínlida y sigilosa, esa in-
e1cvaba a una calegoría estética. Silllacionisra clusión es en realidad algo más taimado, más retorcido, más
versiones. antes de LÍcmjln, sol(a instigar a Norah, la
11
¡i, N o es la voz, pues, si- hermana de Borges, 3. que con sm amigas es~ eficaz: es una intacalación, una sorpresa de contrabandista
I
no su pérdida, la expe- cribiera su nombre en papelitos y los dejara que Borges deja caer entre las páginas del libro no para que
I olvidados en la c:tlle, en los vestlbulos de los
riencia dolorosa de su cines, en las confiterías. <lDurante un afio o eIlcctor la encuentre, sino más bien para que ttopiece con
desaparición, lo que dos», escribió Borges, ~,jllgó con el vasto y ella, para que ella lo asalte. «Hombres pelearon» es menos
vago proyecto de ser Presidente de la Rep.ú~
marca el punro de parti- blica.» De esos golpeS de Estado mentales
un cuento que un borrador, la simple relación de un «suce-
.
da de la escritura de Bor- surgió el proyecto de una novela fantástica, '. dido». La acción transcurre a fines del siglo XIX, «cuando las
t.1 hombrc qlU urd Prcúdcnu, cuyos dos pri~ patrias chicas eran fervon>: dos guapos, uno del Sur, el otro
ges. O mejor: de la na>:ra- meros (y llnicos) ca~Ílulos redacrrtron jun~
tiva borgeana. Se narra lOS. Mucho de Macedonio Fernández -un del None, se trenzan en un duelo a cuchillo en un callejón
mesianismo discreto, una pasión por la gra~ de tierra de Buenos Aires. Los motivos, demasiado genera-
po>:que hay una voz que [uidad, los goces de la defección- sobrevive
se exdnguc; se narra en los personajes de sabios idiotas que a me~ les, importan menos que la acción, que es seca y expeditiva.
-superstición borgeana- nudo pml'agonizan las Illejores ficciones de Así al n1enos la cuenta el narrador, un testigo distante, muy
Borges.
pam salvar esa voz de la preocupado por la voz con que la habrían contado los
extinción, para conser- desaparición Hay dos voces que marcan a protagonistas si hubieran dejado los cuchillos para poner-
Borges. Una es la de Macedonio; la orra es la
varla, como si la escritura se a contarla. Esa inquietud, además del conciso argumen-
voz. del padre. Contrae la misma deuda con
fuera un bloque de hielo las dos, y la moneda con la que propone pa~ to, es lo que sobrevive
garlas también es la misma: algo que está a seis años l11éls tarde en "Humbre de b esquina I'Osadan "En Sil
capaz de mantenerla en
mitad de camino entre la lealtad y la ventrilo-
estado de hibernación, a quia. "Cu:llIdo ahora recito un poema, lo ha~ «Hombre de la esquina textú, que es de emanación orillera, se no[a~
, ,~,

62 63

'1 1:,
rosada», el primer relato d que he intercalado algunas pal:lbras cul- pués de inspirar «Hom- milongas En la "Milong:\ de don Nicanor
"orgánico» de Borges, ras: vúartlJ, convasio,uJ, elc. Lo hice, por- bre de la esquina rosa- Paredes», Borges le emt;¡ al caudillo que rei-
que el compadre aspira J. la finur:l, o (esta
que aparece en el diario razón excluye la otra, pero es QUi7.á b verda- da", el caudillo reapare-
nó en P:llermo «allá por los tiempos bravos
del ochocientos noventa,,: Paredes tiene un
Crítica con el título dera) porque los compadres son individuos ce como personaJe. en bigote gris. el bultito del cuchillo cerca del
¡ ,:
.~

"Hombres de las orillas» que y no hablan siempre como el Compadre,


es una figur:l plarónica.» (Del prólogo a «Historia .de Rosendo . cor:l7.Ón y alguna muerte en su haber de la
que no quiere acor(brse. Sabía, dice Borges,
y firmado con el nom- la edición de 1954 de f-1istorill UnillaJtJl (ü )uárez»,u';o de los rela- «cOntar sucedidos», Pero ahora Paredes esrá
I bre de su tatarabuelo, en la infomia, 1935, donde el relato apareció
muerto, y con él se desvanece todo: P:\lermo,
I rorm;¡ de libru,) tos que componen el úl- los baldeos, las dagas.
1, Francisco Bustos. timo gran libro de 1301'- Ames de cnuar en las milongas, en el
"': Los duelistas, que antes sólo eo~ocíamos por sus apo- ges: El informe de Brodie prólogo, Borges, como siempre, pide b com-
,,l
¡,
dos, tienen ahora nombre y apellido: son Rosen do Juárez (1970). A los 70 años,
plicidad del lector; pide que supla la falla de
,, (del Sur) y Francisco Real, alias El Corralero (del Norte).
mt'lsica por una imagen (la de un hombre
después de haber experi- que camurrea, acompañándose con la guita-
El esquema se complica: aparecen un caudillo y una mujer, . m'entado todas las for- . rra, en un z:lguán) y (lue atienda más a los
«:Lcordes»,que a las p;¡labras. Un:l VC''- más,
la Lujancra; Borges le da marco y algún motivo a la pelea mas del barroco, Borges Borges pOStula su literamra corno una mera
y la suspende antes de que pueda consumarse; el duelo ya ;,', celebra haber intenta- inu:rmedi:lción, una ruina, algo que no rielle
valor ni semido en s( mismo y que sólo v;¡le si
no se limita a los guapos: involucra a un tercero, el narra- do repetir el gesto de consigue cOlllunicar con ese más allá donde
dor de la historia, que ahora también pasa a protagonizarla. «Hombre ... »: redactar floran como espectros la voz perdida de P;¡re-
Pero el primer "cuento corto y directo» de Borges, que des o la rnlhica muert:l de las milongas. El
,. .', cuentos directos, realis- arranque espiritista no es :lrbitr;¡rio. Borges,
inaugura un largo ramal de su literatura (el ramal de los tas, que observen todas puesto a cOrnar cómo escribió las milongas,
«cuentos de cuchilleros»), sigue siendo esencialmente una elige present;¡rse /llenos como lIl1 autor que
las convenciones del gé- como un médium, sensible pero consciente
ceremonia fúnebre, el rito por medio del cual la escritura nero y se limiten a pre- de sus límites. Dice que no bs escribió él sino
borgeana hace el otro duelo, el duelo de una voz que ha muer- parar «una expectativa»
su sangre; no Sil ll1;¡no sino la mano de sus
mayores, su abuelo Acevedo, $\1 abuelo Bor-
to. Borges escribe' en su Autobiografía: "Un amigo' mío, o «Un asombro». Cada ges', q'ue por otra p:lrte «nunca eScribieron IIn
don Nicolás Paredes, que fuera caudillo político y jugador cuento, en efecto, es el .verso)). (L1S milongas son u~ mixto de san-
gre. 111lísica y voz, los [res componentes que
profesional en la zona norte, habia muerto, y yo quise re- rcIato de un ((sucedido», definen. par:l Borgc.~, la originalid;¡d y la in-
gistrar algo de su voz, sus anécdotas, su particular forma de i í lllJe Borges recibe:'de al-o traducibili(bd de un;¡ experiencia.) Más ;¡II~
contadas. Me esclavicé encima de cada p,ígina, diciendo en de Borges, m;Ís all;í incluso de I;¡.~ p;¡l;¡lH;\s, las
gún protagonista y qu'e milongas se escribier.on a través de Borges,
alta voz cada frase, procurando transmitida en sus tonos reproduce casi sin intq- . incluso conrr;¡ su voluntad. "Yo person;¡I.-
exactos, .. }) mente he sido una especie de accideme." 1....1
venir, prcservaúdo l~s prueba de esa curiosa ceremonia mecliúmni-
Paredes es clave en las ficciones compadritas de Bor- marcas orales que la his- ca es que Borge.~, que solía corregir encarni-
ges. Todo viene de él y todo, de algún modo, desemboca toria trae y acumuló a z:ldamente sus textos, escribió todas l:ls rni-
langas directamente, sin retocar Ulla sob
en él. En J 965, con algún retoque en el nombre (Nico- medida que fue circu- ,com;¡. Cada primer:l versión fue la definitiva. I
lás por N icanor), protagoniza una de las once milongas lando. Ya no es la lectu- Coit un:l sola excepción. En I;¡ «Milonga pa- ·,1
r:1 los Orient;lIes)) h;¡b(a escrito: !!Milong<ls
de Pamlas seis cuerdas. Y cinco afias más tarde, casi 40 des- ra lo que desencadena
. ,1, de los troperos I que hartos de polvo y cami-
I

i 64
65
li
I
'1'

la narración, sino la do I compr:lban tabaco negro I en el Paso del haberlo obligado a ganar- es la condición necesaria para convenirlos en
Molino.» Se dio CUCll(a de que <lcompraban»
escucha. Borges escribe se la vida habúmdo, ahora materia literaria. Borges dibuja así lino de los
era un error, que "pitaban» era un verbo más
perfiles de anlsta mis inrensos y productivos
de aidas. Y no es casual evidente y mucho más alinado. Al record:lf tam bién depende d~ ese dd siglo XX: el artista como cxili,ldo, hitar
que Paredes reaparezca el incidente, Borgcs dice: uYo me cq'livoqué;
yo 01 malla primera vez y puse compraban:»
soplo tenue para hacer las afiura es la conJición anística por excelencia.
j liSto entonces, cuando Como si Oleo se las Cfltll;¡ra. Borges tly! las IIlI· únicas dos cosas que sa- peronislUO L, historia es conocida. En
Borges, haciendo de la ¡ongas antes de rranscribidas. La milonga co-
be y le gusta hacer en el 194G, Borws, que llevaba ocho afios traba-
mo género (con~o mitología) pone al desnu-
abstinencia una verda- mundo: leer y'escribir..: jando como primer asisrente en la Bibliore-
do el pcqueno dispositivo psicótico que
ca Miguel Cané, se entera de que sed lrasla-
dera política narrativa, parece coronar el drama de la voz perdida: «En aquellos últi- dado. Todavía hoy subsiste alguna duda
C0l110 un místico de arrabal. Burges (H~.scucha
se subordina a las voces voces" y «escribe en lenguas». mos años de la década sobre el nuevo destino que le reservaban.
AJgunós dicen que el gobierno peronisra
de los otros y cree, como de los cincuenta era pa- quería promoverlo al rango de "inspector de
lo confiesa en el prólogo de oíclas A lo largo de medio siglo, desde el
ciclb de versioneS y reversiones que llevan a tético verlo tomar un li- :lves, conejos y huevos]) en Un mercado cén-
del libto; haber encon- tricoi onos, que trabajarí;¡ en la Escuda de
«Hombre de la esquina rosada» («Leyenda bro de un estante; lo Apicultura de la Intendencia de Huenos Aires.
trado sLi propia voz. policiah)! "Hombres pelearon», (Hombres
de las orillas») hasta El i1'lform~ d~ Brodir, los
acercaba tanto a los ojos Humillación personal, represalia j10lftica o
Aunque hay muchas cuencos· de compadritos repiten la misma que rozaba la tapa con la simple torpe7.:l administrariva, lo cierto es
qll~ Borges no acepra y renuncia. Cosecha
razones literarias que rórmula: hay un sucedido (un duelo, un he-
nariz. Luego de un tato, adhesiones, lo desagravian con banquetes y
cho de sangre). hay alguien que participó de
traman ese destino, Bor- él o que lo prcscnció (un .,original»), hay trabajosamente desen- a'rtículos perioJfsticos, pero esTá sin trabajo,
y su currículum no es lo que se dite un de-
ges, en rigor, se ve obli- ono, un rorastero, que se orrcce a rererirlo. a trañaba el titulo y, cuan- chado de versfl[ilidad. Yicroria Ocampo y
~hacerlo literatura" (Borges). Borges nunca
gadv a descubrir (a redes- deja de acentuar el caráCler advenedizo. casi do lo había logrado, ex- Esther Zcmborain de Torres Duggan lo IC-
comiendan como proresor de LiteralUra In-
cubrir) su propia voz ilrgltimo, ,de su propia posición. t0- mI. (all teriorizaba una' alegría glesa en la Asociación Argentina de Cultura
luego, hablarme del firiado Francisco Real.
cuando pierde definiti-
Yo lo conod», prmcs{a el ~I:lrrador comp~­
! ~ casi infantil», recuerda Inglesa, y luego oc Lircratur;¡ Norteameri-
vamente la vista. Como li !I.: cana en el Colegio Libre de Esrudios Supe-
drito de «Honibre ... » ante Borgcs, ame la su biógrafa María Esrher fio/cs. Le proponcn que dicle un ciclo de
'en la infancia, la voz evidcnre insolencia de un Borges que se ha
Vázquez. Imposibilitado conferencj¡\s< No parece un horizollte Illuy
atrcvido a hablar .. de memas", de un Real de
y los ojos vuelven a sol- segunda mano (véase Sie[e). y más tarde, en de leer y escribir por sus prornisorio para alguicn que es ramoso por
su aversión a hablar en público. (Hasta en-
darse .. De algún modo, «Juan Muraña» (uno de los relaros de El in- propios medios, Borges ronces, la historia de todas las conferencias
forme ... ), Borges se encuentra en un tren con
roda la obra posterior Emilio Tráparii, un ex compañero de escuela necesita inlperiosanlente de Rorges coincide pUlltualmente con la
historia de rodas las conferencias qlle Borgcs
a 1955 lleva la marca que alguna VC7., dice, le enseñó los rudimen- de los ott'os (su madre, no se atrevió a dar, que orros dieron por éL)
tos del lunrardo. liMe preslaron tu libro so-
del oscurecimiento del SlIS amigas, su corte (le,. Pero «acepté, creyéndome baslalll'e seguro)'.
l>rc Carriego», le COllleUla Trápani. "Allí ha~
mundo, de la desapa- recuerda 130rges en Sil AutQbioJ!piflrt. «Sin
blás todo el tiempo de malevos; decime, admiradores, las empica- embargo. a medida que la recha se acercaba,
rición de la página, del Uorges, vos, ¿qué podés saber de malevos?»
"Me he documemado», se defiende Borges.
das de la Biblioteca Na- me sentí cada vez peor." Ni siquier:1 lo alivia
reemplazo forzoso de la "Documentado es la palabra», lo corta d cional, que el escriror ha tiunaelenco de autores que eligió, y que forman
enciclopedia abreviada del gllS(o li[era-
escritura por la voz. otro. «A mí los documentos no me hacen fal- pasado a dirigir, a modo rio borgeano: HawthofllC, Poe. Thoreau,
tai ya conozco a esa gente.» Y agrega: ~Soy
Borges, que siempre le sobrino de Juan Muraña.» La 110 patmrflcia de desagravio, desde la Emerson, Mdville, Whinnan. Twain. Henry
James ... Escribe b primera. que _milagrosa_
agradeció al peronismo el a un mundo, a una uadición. a Ull lenguaje. Revolución Libenadora): mente» sale "bastante bien». pero 110 ¡iene

66 67
neccsita de la voz de los tiempo de escribir l<l scgllnd:1, de modo que
otros para que lé lean, dos noches allles «llevé a mi madre;t d;H un también, y sobre todo, como su modo de conccpción y de
largo p:lseo por las :;¡rueras de Adrogué e hi-
del oído de los otros para 'ce que me (om;¡ra el tiempo. Me dijo que le fabricación. No sc trata sólo de que Borges multiplique las
que trenscrib"n lo que p:lfcda demasiado larga. "Estoy salva~o"> conferencias, los diálogos, los rcportajes públicos, "'s inter-
contesté: mi remor era qUCd;lrI11C, a cIerra venciones periodísticas (esos materiales heterogéneos, a me-
su voz ha cmpezado a altura, sin nada que decir. Así, a los cuaren-
dictar. Es el último gran t:l y siete anos, descubrí que se abrf:l delante nudo banales, que alimentan la mayor.parte.de su obra pos-
punro de inflexión que
de mí una vida llueva, de gran interés,). terior a 1970). Dictar es también terminar de someter la
sufre, un giro cuyos efec- banquetes «Cuando le dieron un banque- escritura al rég.imen de la voz. A ¡janir de J 955, Borges
tos se prolongarán hesta [e, en el momento en 'lile Perón le quitó su vuelve a la poesía, a la poesía Con obligaciones (formales,
puesto, [Borges] escribió un discurso, pero
su Illucrte y diseñarán, fuc Henríquc7. Urcña el quc ruvo quc leer- métricas), que es fácil de rccordar y también es portátil
.de algún modo, la ima- lo.» (Lconor Accvcdo.) ("Uno camina por la calle oviaja en el subterráneo, al tiem-
gen del Borges poi el es- " po que compone y pule un soneto, porque la rima y la mé-
critor público, asimilado y deseado por el sentIdo comun, trica poseen virtudes mnemotécnicas»); vuelve a las fábulas
crecientcl11cnte masivo, condenado a terminar menos en un breves de El hacedor, donde el espesor estilístico tiende a di-
libto que en los suplementos culturales de los diarios, la ra- siparse cn una arquitectura seca y dcrllostrativa; y vuelve,
dio o la televisión. Como Gardel O Perón (dos anteceden- por"fin, "a reu~"{~sc otra vcz con los <KUCll[OS directos». En la
"";
tes que sin duda no habría elegido como c?legas de nada), [¡cción oral, conversada, de los rclatos de El informe de Bro-
Borges termina identificándose con su prol)la voz. Es su pro- die, Borges exhuma las voces espectrales de un Buenos Aires
pia voz y consuma, de algún modo, ese peculiar destino mu- donde la verdad era una entonación, no una palabra escrita.
,.
sical al que parcce condenada históricamcntc cierta «argenn- ,.
,.
nidad".
Hasta entonccs, la literatura dI' Borges había explotado
cierta relación de tensión entre dos polos: una esCritura sa-
turada (textos «espesos", de alta densidad retórica, quc pre- .
suponía la cxistcncia dc una red inflnita de literaturas) y
una especie de escritura subalterna (textos «dichos", prosó-
dicos, cuya simplc cxistencia presuponía una situación oral
-una conversación- y la reconstrucción de un mlfndo per-
dido). El advenimicnto del dictado, sin cmbargo, empuja la
obra hacia uno de los polos: todo Borges cae bajo el imperio
fonético. «Borges ora]", el título de uno de sus últimos li-
bros, puede entenderse casi en un sentido farmacológico,
C0l110 el modo de administración de' una literatura, pero

68
69
CINCO
Letra chica

«Cada vez que un ríbro es leído o releído, algo ocurre


con ese libro», dice Borges. Algo ocurre, en efecto, pero
¿qué? ¿Qué puede ocurrit que sea lo suficientememe pode-
roso para que un hombre decida consumir sus ojos y su vi-
da leyendo' '¿Qué que sea lo bastante intenso para que ese
hombre, un escritor, decrete que ICer «es un arte más eleva-
do que escribin,?
. Lo que ocurre, en elevado /l'Que otros se jacten de las páginas
que hall. escrito; I a mí me enorgullecen las
principio, es una trans- que he lerdo. I No habré sido un filólogo. I
formación. Con cada lec- no habré inquirido las declinaciones, los mo-
dos,la laboriosa 1l)u(3ci6n de bIS letras, / [... ]
rura algo se altera en el pero a lo largo de mis ,¡¡lOS he profesado I la
libro, en el lector y en pasión dellcngllajc.» (<<Un lector», en Elogio
dt la sombm, 1969.)
la relación que 105 une.
«Cada lectura es una placer "Ya sabe usred que soy profesur de
nueva expenenCla», dice litcrat'Ur:l inglesa y americana», le decía Bar-
ges a Richard Burgin en 1967, coy les digo a
Borges, glJe siempre pre~' mis alumnos lluC si comienzan un libro y se
dicó el placer no obliga- dan Cllema después de quince o veinte p:igi~
nas que el libro es una tarea pesada para
torio de los libros. U na ellos. que enronces Jejen ese libro y ese au~
lectura es un aconteci- tor a UIl laJa por un liempo, porque no les
hará ninglll1 bien [... ] Lo que yo deseo es
miento único, punmal, . que se enamoren de la lüeralLH:I inglesa ()
110 generalizable. Pone americana [ ... ] No tienen que preocuparse

7J

l ¡
en juego coordenadas y de fedl:!s l. .. J No les preguntare las rechas
variables múltiples, de dc un <'llHor, porque entonces me las prc- escritores o sus libros fa- blioteca, que sólo presra amparo a condi-
gunt:uían;¡ m{ y no sabrf" contestarles [... ] voritos. El Quijote, por ción de fundar un orden propio de inseguri-
cuyas cornbinaciones, En Cllanro a [;¡s fechas de nacimiento plIe- dad, leer implica. Uflo rodeo par<1dójico: p;¡sar
siempre singulares, 'de- den o no pueden (ener ninguna importan- ejemplo. Borges lee en .Ia por la diferencia absoluta p;rr:l descubrir
cia. En W:IOW a las fechas de su muerte, si novela de . Cervantes la la idenridad absoluta. Cuando Dahlmann,
pende la fortuna de la ellos mismos no las sah(;IIl, ¿por qué tcnddan nieto de un pastor evangélico, «empufia con
experiencia. Como las que saberlas L1stedes? ¿Por qué tienen que
puesta en práctica de una firmeza el cuchillo) y sale a la llanura a pe-
grandes citas, cada lectu- saber más de 10 que ellos s:lbf:ln?,.. teoría del vértigo que él lear, lo que vuelve en él es cllinaje, hasta en-
tonces deseado e imposiblr:, de su abuelo ma-
ra tiene su lugar y su hora evasión En b pulpería donde ha recalado,
mismo ha suscripto más terno Francisco flores, bnecado por indios
y organiza a. su nlanera el bibliOtecario JU:ln D:lhlm:lnn, prot<1go~ de una vez: libros dentro de C<1triel en la frontem de Buenos Aires.
!lista de «El Sur», empiC7.a a sufrir el :lsediq de libros, relatos incrus-
un bloque de espacio y de los parroquianos que b~bcn en la meS<1
de tielilpo. Es esa lectura vecina. le timn, para provocarlo, una bolita tados en Otros relatos, duplicaciones y reduplicaciones que.
de mig<1 ... Los de b otra mesa parcd<1n aje~ expanden la narración al infinito ... Pero hablar de su expe-
y 110 otra. Borg~s no vaci- nos a éb), escribe Borgcs. ,(O:lhlmann, rer-
la demasiado cuando le pIcio, decidió que nada h<1bfa ocurrido y riencia de lectura del Quijote le exige un arte distinto, más
preguntan en qué consIs-
ah rió el volumen de Iris Mily una. norhr:$, co- cercano, tal vez, á la arqueología: la descripción vívida y mi-
mo para tapar la realidad.» Sin embargo,
te el placer general de por sí sola, la hipótesis de 1<1 evasión (leer pa-
nuciosa de un hecho qlre sólo ocurrió una vez, y cuya recons-
leer. "Puede haber dos ra perderse en lo otro) no alcanza a dar trucción lo obliga a exhurilar deralles que son, a la vez, com-
cllenta del p[;1Cer oc leer; es .preciso m:llizar-
explicaciones OpllestaS)~) pletamente superficiales y completamente decisivos. Borges,
la (dialectizarla) con su otra cara, con ese re-
dice. "El individuo se verso siniesuo que Borgcs nunC:t pasa por que leyó en inglés prácticamente todos los primeros libros
al lO: leer para trope7.ar con lo mismo. En que leyó, incluido el Quijote, ·recuerda en su Autobiografla
evade de sus circunstan- «El SUD), es justamente ese placer -la víspera
cias personales y se e,n- urgwlr de ese placer- lo que pone a Oahl- que "cuando más tarele leí 0011 Quijote en español me pare-
m:HlIl entre la vida y la muerte (primero) y ció una pobre traducción. Todavía recuerdo aquellos volú-
eucntra con otro Inun- lo que lo empuja (despüés) a un destino he-
do, pero puede ser que al roico y tdgic.o. «Oahlmann había consegui~ ..
menes rojos con letras doradas de las ediciones Garnier. En
111is010 ticlnpo ese otro
do, esa tarde, un ejemplar descabalado de algúri mompllO la biblioteca de mi padre fue desbaratada, y
[;¡s Mil y 1l11f1 nochr:s, de Weil; ávido de eX<1-
mundo le interese por- miriar ese hallazgo, no esperó que bajara el
cuando leí el Quijote en orra edicióil tuve la impresión de que
:ISCel1sor y subió con apuro l:ts escaleras; al- no se trataba del verdadero libro. Después un amigo me con~
que está más cerca de su go en la oscuridad le ro7.Ó I;¡ freme, ¿un
verdadero ser que sus cir- siguió la edición publicada por Garnier, con los mismos gra-
murciélago?, ¿un p:íjaro? En la cara de la
cunstancias.» La prácti- mujer que le abrió la puerta vio grab<1do el bados en acero, las mismas notas y las mismas erratas; todas
horror, y [a /llallO que s·e pasó por la frente esras cosas son para mí el libro, lo que yo considero el verda-
ca de leer admite, pues, salió roja de sangre. L;¡ :lrista de un batieme
uná docrrina; el aconte- recién pimado que alguien se olvidó de ce- clero Quijote ".
cimiento lectura, no. De
rrar le habría hecho esa herida. Dahlmann Borges evoca aquí una experiencia de infancia, es cierto, y
logró dormir, pero a la madrugada estaba
ahí los dos caminos que despierto y desde aquella hora el sabor de
mucha de la luz que irradian sus detalles puede arribuirse
Borges sigue cada vez rodas las cosas "fue atro7.. L1 fiebre lo gastó y también al prestigio del que gozan en Ía" memoria las primeras
las ilustraciones de las Mil y unn nodm sir-
que le toca evocar a sus veces. Sin embargo, o quizá precisamente pOI' su condición
vieron para decorar pesadillas.» Como la bi-
infantil, en esa escena autobiográfica ya acecha la supersricio-.
72
73
sa ética de leclOr q uc Borges profesará lOda su vida. N o hay li- supresiones, cte.) y el he- dad puede atravesar el fllego de las erratas, de
chizo bibliofflico, un po- las versiones aproxim;Hivas. de las distraídas
bro que preexista a la experiencia de su lectura, dice Borges. Es lectmas, sin dejar el alma Cilla prueba. No se
el acontecimiento Lectura -con todas sus coordenadas, de las co fetichista, en que lo puede ¡mpLJnemenre variar (asl lo afirman
más importantes a las más triviales- el que «fabrica» el libro, e! sumerge la idea de un li- quienes restablecen su texto) ninguna línea
de las rabricadas por Góngora; pero el QllijOff
que lo constituye como un presente conrinuo, «verdadero», bro llnicQ) un «originah» gana póstumas batallas comra sus nadUCCOfes
destinado a durar para siempre. El aura de la lectura no es un "incunable». Así, leer y sobrevive a toda descuidad:t versión.» (cela
supersticiosa ética dellecl'Or».)
simplemente un «clima» exterior que envuelve al libro; es un es en Borges una ele las
factor causa!, activo, que interviene -alterándolos- en el sen- operaciones que mejor física Borges hereda el mal de ojos de su
padre. En, 1927 lo operan de cataratas; es la
tido y la identidad del libro, y que transforma toda una serie pone en escena ese vérti- primer,! de lIna serie de ocho intervenciones
de accidentes y contingencias (<<volúmenes rojos», «letras do- go que nunca deja de so- que no impedirán, sin embargo, que a me-
bresaltar a su literatura: la diados de la década del cuarellla ya esté
radas», «grabados en acero», ((erraras») en rasgos dis,tintivos, ,
pr;ícticamenre ciego. En 1938, mientras se
sin los cuales el libro dejaría instantáneamente de ser el que es relación entre lo mismo y gana la vida como bibliorecario mlllli~ipal,
y se convertiría en otro. Así, pensado por Borges, u;, libro-el lo otro, entre la repeti- un médico le advierre que debe racionar la
leclura si quiere conServar la poca vista que
Quijote, la Divina Comedia, La metamorfosis de Kafka- es un ción y la diferencia. le queda. Borges desafra el consejo y aprove-
curioso, desconcertante artefaclO de dos caras: por un lado es Lo cierto es que hay cha el recorrido del tranvía 7G, CJue loma to-
dos los dí:IS, para leer la Dir¡inn Com~din
un objeto que se repite, que viaja, siempre «el mismo», a través pocos escritores que, ex- cmi la urgencia de un adicl'O, incómodo,
de COntexlOs siempre cambiantes, y cuya identidad, signada penos, como Borges, en contra la debilidad de];¡ 1m., mientras el pai~
el arre intelectual de la saje de la ;tvcnid;\ La Plata desfila ignorado a
por esa especie de nombre propio que es el tímlo, goza del través ~e la ventanilla. Borges, lecwr kami-
consenso suficiente para que dospetsonas, al nombrarlo, se- lectura, al miSI110 riern- kaze, ofrenda I¡feralmente sus ojos al Dante.
pan o den por sentado que se refieren a lo mismo; pero por po hayan exaltado tanto Por 1.0 demás, la obr:t borgeana tropieza :t
menudo con los efectos EH,des de la lectura.
otro lado es algo móvil, maleable, extrcmadamente poroso: la dinl~n.<:;jón ll1atériaL Erik Lünntor, Dahlmann, el nanadur de
una fugaz apoteosis circunstancial,. siempre única y siempre física, del acto de leer. "La forma de la espada», Recabarien en "El.
flm., el Benjamín Ol'álora de \.EI muerto», el
((otra», arraigada de Il1anera constitutiva en las casualidades Más allá de las eviden- sinólogo de «El jardln de senderos que se bi-
de la edición, la tipografía, las ilustraciones, el color del pape!, cias genéricas, la ceguera furcan)): todos estos person:tjcs cOJ'np¡UlCn
IIna misma forma de desrino: viven, asisren
la luz, la hora del día, el espacio, el estado de ánimo, los soni- borgcana es, en Jjlás de a una c:ldcna de sucesos o escuchan su rc!:[(o
dos de los alrededores, etc. Entre esos dos polos se mueve el un sentido, un indicio sin comprender del todo la exp~riencia que
lector Borges: entre la de esa peculiar cantidad les toC:l en suene. Postergan la comprensión
hasta el final, hasta ese momento último,
fascinación que le provo- polos "La página ~e perfección, la p~gina de con;umo· q~e' implica· d'ecisivo, en Cjue U/U1l todo y por primera
can todos los avatarcs de la que ninguna palabra puede ser alterad:! la lectura. Leer es una vez, retrospectivamente, un sentido ap:lrece.
sin dafio. es la más precaria de todas. Los La comprensión es un milagro conclusivo:
que sufre un libro a lo cambios dellengu:ljc burran los sentidos late- adicción: . el Borges ni- el héroe borgeano s610 accede a ella en las
largo de su carrera (edi- rales y los matices; la página "perfeCTa" es la ño, encerrado en la sala t'tltimas Ifne:ts del relaro, cllando, en el bor-
que Consta de esos delicados valores y la que de hlisn)o de Ir. historia, Ielee el pasado, lo
ciones, reedicioncs, tra- con de la biblioteca paterna, arranca dd caos perplejo que era y le d;t un
racilidad mayor se desgasta.Inversamen-
ducciones, correcciones, te.la página que tieue vocación de inmorm!i- es la versión nerd de un senrido. Releer es compreitder y es tamhién

74 75

I
ni60 consUIl1ido por una poner pUnto final, terminar definitivamen-
le, pero a la vez: es el punto fin;ll -ellln ca'"
y «Elementos ele preceptiva", de 1933. En el primero, una
adicción «respetable», un
.. ' .
VJCIO cuya consIgna -gri-
mo destino, como cierre yn (;critQ- el que vez lllás, está en juego el Qu.ijote, o nlás bicn una partc nlÍni-
pone al personaje en la obligación de releer-
se, comprender y ordenar h experiencia.
ma, ridícula, del Quijote: dos versos banales, imperceptibles,
to dc guerra linzado a
V1ctim:ls de su compulsión a descirr;¡r, to- que Cervantes dejó caer en algún capítulo y que Borges ex-
media voz, en la snledad dos estos héroes borgeanos aprenden la lec- huma para leer en ellos, palabra por palabra, un sentido y una
dc su exilio del mundo- ción cuando ya no lienen tiempo para con-
tarla: leer mata. . verdad que no son los del Quijote ni los de Cervantes sino los
bien podría ser el rtf/al! is
dclfoncionamiento mismo de la literatura. Los versos son: En
beautifol. Sólo que, en el adicción No es casual que el Quijol( pro~
el silencio de la noche, cuando / Ocupa el dulce sueño a los IrlOI'-
caso de Borges, la cues- tagonice los primeros reclIerdos que fiorges
tiene de sí mismo como lector, y lampoco la . tales... ¿Qué hacer con semejante indigencia? !<Analicemos
tión es todavía más pro- fidelidad incondicional, la in.<oistencia con
que la novela de Cervantes reaparece una y
con prolija humildá y pormcnorizando sin miedo", escribe
funda. Corto de vista,
otra vez a lo largo de su obra. «Ya Cervantes, Borges. La lectura ernpieza. «En el. Estas dos son casi-pala:
obligado, de "Igún mo- que tal vez no escuchaba todo lo que decía
bras que en sí no valen nada y son como zaguanes de las de-
do, a reconocer «princi- I:t geme, Ida hasta "los papeles roras en las
calles"», escribe en "Del culto de los libros». más. La primera es el in latino: sospecho que su primordial
palmente las cosas peque- El QlIijme es al lectodependicnte lo que El acepción fue la de ubicación en el espacio y que después, por
6as y menudas», Borges, ftlmuerzo demudo de Willialll Burroughs <11
yonqui: una aLHobiografía escrira por mro, resbaladiza metáfora, se pasó al tiempo y a tantas otras catc-
de entrada, asocia la lec-
una BIblia, el relato de ulla Pasión que es, a go;ías [... ] El es aúículo determinado, es promesa, indicio y
tura con la percepción, la la ve7., un éxtasis y un calv;¡rio, un manual
pregusto de un norilbre sustantivo que ha de seguirlo y que
idemificación, la captura p;¡ra enrr:lr al vicio; una guía par;¡ recorrer-
lo, un tralado rempémico para salir o tratar, algo nos dirá, después de estos neblinósos rodeos."
de lo diminuto. '(Parado-" en V;¡no, de salir de él.
En el segundo ensayo, publicado en la revista Sur, Bor-
ja del miope: lo'diminuto
ges multiplica los objetos y arma un corpus dispar, heteró~
-1; qLie obliga a f?rzar)a . ~ , "
c1ito, cuyos valores y jerarquías estéticas se desdibujan y bo-
vista- es también lo ponátil':"lo que puede ser operado por
rran bajo el peso de la lectura. Hay una estrofa de una
la vista-.) En Borges no h~y lectura que no comprometa
«chabacánarililonga", dos renglones del tango «Vi lJa Cres-
una·sensibilidad microscópica, una atención escrupulosa a
po", el verso ciento siete del primer libro de Pal'adise Lost~e
los detalles, una avidez pOI: esas semillas ínfimas, casi imper-
Milton, una estrofa de un poema de ee cummings, dos'lí-
CC1)[ibles, donde las páginas dc los libros depositan sus car-
neas de un cartel callejero que exhorta.a abraza'r la fe católica.
gas" de sentido.
Borges vuelve a leer microscópicarnente, paso a paso, «por-
'Arraigada en la infancia y la miopía, esa pasión por lo
menorizando sin miedo» esos desiJíos verbales en los que
ll1Íninl0 se convicr~c, con el tiCIUPO, en una yerdadera té~~}i­
descansan por igual, «democráticamente», los efectos de
Ca de lectura, cuyos principios casi quirúrgicos son la mirada
sentido de un gran poeta y las repercusiones de una canción
parcial y la arbitrariedad. Con una entonación que flirtea con
popular, el impacto de un trozo de literatura y la seducción
el sarcasmo, Borges '-os pone en práctica "cn dos anículos bre-
de una brizna de lenguaje callejero.Lo que importa, en am-
ves, ligeramente desafiantes: «Ejercicio de análisis», de 1925,
bos casos, no son los nombres de autor, ni los títu.los litcra-
76
77
rios, ni el prestigio de las rradiciones, ni los sistemas de va- Lo que impona, en verdad, espormenoriuz/'. ¿Hay acaso
lores implícitos en las clasificaciones artísticas. La ética del una palabra más bOl'geana? ¿Cuántos hábitos, cuántas prác-
Borges lector no comulga con esa moral heráldica. Borges ticas, cuántos usos de Borges condensa? Leer, sin duda, no es
lee, Borges prescribe leer como si la lecrura fuera una activi- otra cosa que ponnenorizar; es decir, a la vez, desannar un
dad anterior (o posrerior) a la existencia misma de ia litera-o todo en una serie de partes y seguir paso a paso los hilos de
tura: un gesto fundador, capaz, al mismo tiempo, de arran- sentido que van tendiéndose emre las partes. Pormenorizar
carle una literatura al lenguaje y también de subsumirlas a es una actividad analítica y·un movimiento; equivale a des-
todas en él. Contra los componer un conjunto y rastrear un proceso, segmentar y
embates de alTas mane- lenguaje «Pienso que no hay creación al- acompañar, COrtar y acercarse. Y también, por supuesto, es
ras de leer (Borges tiene guna en los dos versos de Cervanres que he una toma de posición: contra lo Grande, las Mayúsculas, el
desarmado. Su poesía, si la tienen, no es
en mente la estilística, obra de él; es obra dcllenguaje.» Lo primero Todo -categorías graves y rígidas, fijas-, s'e trata de profesar
que postula una relación que hace la (écnica de lectura de Borges es el culto de lo menor, es decir: atender a lo pequeño, al tem-
problematizar el horiwlltc de lo legible: qué
directa entre los rasgos es lo que hay para leer, qué es digno de ser blor, al estremecimiento, a la dinámica propia de lo menor.
·de, un estilo y la subje- leido y qué no, qué debe tentr un objeto pa- Y lo menor, en 130rges, siempre debe entenderse en sus dos
ra figurar cn el hori7.0lItc de lo legible, etc.
tividad de un artista), Toda manera de lci.:r. según Borges. implica sentidos: más chico, sí, pero también, y sobre todo, inftrior,
Borges enarbola las ban- alguna ide;1 sobre la lircratura en general, y desplazado, marginal. Así, cuando Borges «pormenoriza», lo
primer' lugar ;dguna idc:a sobre la defini-
deras de la retórica y en ción misma de la literatura en general. Bor- que hace es cambiar de eje, de perspectiva, de clave de'perti-
prefigura los desmenu- gc:s, alicer, conresta de una llianera bOl'gca- nencia. Lec lo mayor desde lo menor: unas pocas migajas de
zamientos clínicos que lIa -esto es: modana- a la pregunta q1l1 ~~ /a Cervantes le sirven para descifrar cómo funciona toda la lire-
¡itt'rat/lm. Y contesta: nada, la literatura no I . .
harán Famoso al eSrruc- nada; en el mejor de los casos podría ser,
('$ ratura, y una copla, una forma (balectal o una «aspereza car-
turalismo literario. Al- simplemente, UII lugar de aparición de lo celaria» encierran, de golpe, el secreto último de la realidad
poético. Uno C:lllrc muchos otros. "Yo tam-
gunos se desvelan por poco sé lo que es la poesía", esctlbe Borge~, poética. N o lec (no reconoce) la poe~¡a argentina en Lugones
«palpitar 'la poesía:,; lo «aunque soy dic:stro en descubrirla c:/\ cual- ni en Aln1afLierte, sus ptóteres indiscutidos, sino en un poeta
lugar; en la conver~ación, en la lerra de
que le impona a 130rges quic:r un lango, ell libros de mClartsica, en dichos «sin estilo» como Enrique Banchs, cuya obra ,:no ha ejercido
es menos" ron1.l.ntico y y basta el! algllll.CJs versos." , ninguna Ínfluencia» y tiene el mérit~ de ser «imparodiable».
lnás técnico: es hacer vi- Prefiere a Macedonio Fernández antes que aJosé Ingenieros,
sible el mecanismo de «operación y eFecto» en que se funda y también los grandes nombres de la historia del pensamien-
la poesía. «La rosa es sin porqué, leemos en el libro primero. to lo tienen sin cuidado: los presocráticos (Heráclito, Parmé-
del Cherubinischer Wandersma;'n de Silesius», escribe. «Yo nides, Zenón) lo distraen de Platón, el obispo Berkeley y
afirmo lo contrario, yo afirmo que es imprescindible una John Wilkins eclipsan a Hobbes y a Locke, la ascendencia de
tenaz conspiración de porqués par'1 que la rosa sea rosa. los grandes sistemas empalidece, minada por pensadores la-
Creo que siempre pasan de una las causas de la instantánea terales e illlermirentes como Fritz Mauthner o Meinong.
gloria O del inmediatO fiasco de un verso.» Relativiza la gran tradición novelesca del siglo -siempre

78 79
amenazada, según Borges, por la infatuación alegórica-,
punto de perspectiva: los tres principios que Borges reivin-
recm plaza sus afanes de experimentación formal por el culto
dica como lector son también los que regulan el otro gran
del género (sobre todo por el policial, que a mediados de los
"ejercicio físico» con que alguna vez distrajo su condición
años cuarenta, cuando Borges publ ica «La lliuerte y la brúju-
sedentaria: el arte de caminar. Leer y caminar son dos caras
la», es el género menor por excelencia) ya SllS ídolos Ooyce,
de una l11isrna adicción: trazar un recorrido subjet.ivo, arbi-
Proust, Thomas Mann) por escritores puramente «narrati-
trario y parcial, el1 ul1a süperficie sembrada de signos -p,ígi-
vos» como Robert Louis Stevenson, Chesterton o H. G.
na o mapa- que.otros vienen dejando desde hace afias o si-
Wells, siempre amenazados por las colecciones de libros
glos. A los 21 afias, Borges, que acaba de volver de Europa,
juveniles. Eisenstein y hitz Lang lo deslumbran yenseguida
redescubre Buenos Aires y cae rendido a sus pies.
lo decepcionan: demasiadas «bellezas visuales», demasiado ". Se convierte en un
prühos, demasiada falta de fe en la persuasión narrativa; cree call1inador infatigable,
en cambio en Van Sternberg, en el cine de gángsters yen el un dromómano. Cami- que redescubrir Habría quc dccir, en rigor,
Uurgcs la "dcscubrc»), porque. dl1r<1l\te
western, tres formas de la ~pica y la magia. Y cuando le toca llar es una operación todo el licmpo que vivió alllcs en ella
imagiilar a él, a I3orges, cónlo quisiera ser leído, la operación múltiple: es, a la vez, (1 899~ 19 14) la ciudad fue para él Iircral~
lllelHe invisible. «Descubre»., es decir: ve
que pone en práctica es la misma: se coloca en la orilla y rei- una manera de Iccr sobre par primad vez Buenos Aires. Pero b situa~
vindica su propia periferia. «"El muerto" no debería ser to- la marcha los signos de ci6n es un clásico borgeano y no cst;Í libre
nlado, con10 a veces 111C temo que sucede, COIlIO una alegoría • de paradoj:u. No hay primera lIez: éS:1 p:1re~
una ciudad desconoci- ce ser i<1 cnscÍlalli'.a m~s radic:ll, IllJs .plat<Í-
s;,
deliberada sobre la vida humana", le dice a traductor N or- da, una manera de ocu- nica, de la relación de Borges con Buenos
man di Giov,mni a fines de los años sesenta, en ·lUlO de los Aires. O ·mejor dicho: toda primera vez 110
parla físicamente y una es 1ll,ls que un {'.ficto de primer:l ve?, y un
breves prólogos con que acompaña The Aleph and Other Sto- manera de reinscribir, cfceto cuya ctúsa residc, en realiJ:1d, en
ries, la pr.inlcra ed ielón nortC<1111ericana ,de' sus relatos: ·((Pre- sobre el plano de la ciu- una segunda vc?: un retorno, un repaso,
UI1<1 revisión. Burges de.~cubte Buenos Aires
fiero que la historia sea leída como una especie de aventura.» dad real -la Buenos Ai- cuando la ve por scgund:1 ve7.. Asr, todo
y cuando presenta «Abenjacán el Bojarí, muerto en su .labe- res de los años veinte-, descuhrimiento implica IIIl:1 repetición y es
rinto», Borges exhorta a sus lectores futuros a «no tonlado en cstrictamellle un redescuhrirnic11lO, (Ese
el trazado de una ciudad prefijo modesto dicta roda la ley de la ra~
serio)), a desistir de cualquier interpretación «simbólica)) y a que se desvanece en el 7.Ón borgeana: no se trata t:lntO de vcr co~
leer el relato, en cambio, "por su humor». mo de rever, de pens:lr Como de repcnS:lr,
pasado. "Realicé en la de csúihir como de reescribir, de leer co~
A mediados de los años veinte, al mismo tiempo que mala medida de lo posi- !nO de releer, de hacer como de rchacer.)
publicaba sus "ejercicios de análisis» y fundaba su doctrina La idea, hercdera de !:t·reoda de P!:ttón so~
ble eso que llaman cami- bre·eI conocimicnto como reminiscencia
de lector microscópico, Borges también practicaba ese arte na·r al az.ar; acepté, sin (loJos s<1bemos todo pero [o hemos olvida-
. pormenorizador en otro campo, y aplicaba sus reglas a un
otro consciente prejui- do: cónocer, pues, es en rea!id:ld recordar:
objeto bastante más vasto que un libro, una poesía o que reconocer), es casi UIl lugar cO!l1lJn, pero
cio que el de soslayar las p<Ha el sistema borgeano tiene cónsecuen~
dos versos de Cervantes: la ciudad de Buenos Aires. El goce avenidas o calles anchas, eia.~ dccisins. Define( enuc muchas otras
del detalle, Cl paso a paso como método, el margen como cosas, curll debe ser la n<1tUra[e7.il de un
las nl<Ís oscuras i;nvita- acolllccimiento p<1ra quc pueda emrar e in~
80
SI
(.

ciones de la casualidad.» [ervenir dramáticamente en la lógica d'e la ([Barrio reconquistado)) radamclHe IIn disco donde quedó grabada,
El Borges caminador es ficción de Borges. No debe ser un hecho dice, la voz !Iasal de UII cantor primitivo.
primero, original, l'lIlicú, sino más bien «tIlOS echarnos a calni-
una mezcla muy riguro- Una veIS ión abreviada y sarcástica de la bio~
una segunda vez, un eco, una repercusión, nar por las calles / como graHa de Borges -en especial de su tardío
sa de determinación y de un dantasma». Todo su poder, coda" su
fuerza de revelación descansan en la mane~ por una recuperada he- deslumbramiento argclllillo- puede leerse
azar: sale a camin'ar y se ra en ljUC d hecho permite releer el P;\S~Jo,
en el rClI¡no qucAdml1ndsen hace de Pereda,
redacJ,,), "Calle con al- probablemente inspirado en la mordacidad
deja llevar, vagabundea haciendo visible lo invisible y dándole sen~
tido a [o que cra pura opacidad. En rigor,
macén rosado» ("Calle con que se ualaban [os rnar'tinfierristas: «Lo
sin término, llega inclu- rn;H1dan a estudiar griego en Oxrord, liter:t-
Ja esrfllClura de la primera ve'!. (la compo~i~ grande y sufrida, / eres la tura en la Sorbo na, filosona en Zurich, ¡y re~
so a perderse, pero esa ción del descubrimiento) siempre esrá 'vi~
única música de que sa- gresa después a Bucnos Aires p:tr:l. meterse
disposición a la deriva ci:tda de una impureza esencial: hay úna la verija en un criollismo de fonógra~
sucrte de desdoblamicmo interno, de repe~ be mi vida,,): de Fer- hasta fo!~) La cadena de mandos se cumple: Mare-
siernpre: está ennlarcada tición, que ~mpafian el privilegio de 'roda vor (J 923) al Carriego chal se ensaña con Pereda, y Pereda, como
en un ripo de trayecto condición primeriza y malogran stis pre- querer, con Borges. "Criollósoro y gr~­
tensiones de originalidad. y así como no (1930), todos los gran- sin máricQ>', lo llaman en una oc:tsiónj (agllósn~
especial, un circuito anl- hay primera vez qite no sea desde el princi- des textos borgeanos no ca de bolsillo» en otr:t. En el episodio cu[mi-
bulatorio que debe rcu- pio ~llla segunda, en Surges no hay descu-
brimiento personal y propio q.ue no esté son sino la transcripción nante de la novela, el prOlagollisr:l de
.nir características lnuy Man~chaJ deSCiende a lus infIernos, el libro
Hcortado~} desde el vamos por un elemento elegíaca de esas lecturas amplía Sil cartera de representados (a Joyce se
precisas. Borges camina ajeno, Illlól illlcrvención exterior, un com~ suma el Dame) y el palélico Pereda es acorr:1-
pOIlCll{"e de otro. Desde la cubie.rta de! Rei-
pedestres.
siempre por los márge- lado por una ewecie de Musa impbcablc,
na Vicroria El,lgenia, el" barco que ya los Borges y Roberto que lo :LClLsa a los gritos de imposwr, de an-
nes de la ciudad; su an- acerca al puerro de lluenos Aires. Borges
recién Mdescubre» la ciudad, m ciudad, la
Arlt (por citar a dos con- dar por los barrios (haciéndose el malevo,
dar, su compulsión de
ciudad que escribirá y reescribirá una y temporáneos que no se echando·a diestro y siniestro oblicuas mira-
das de matón. escupiendu por el colmillo y
fllineur, su denodado otra vcz en Favor dI! Btuno$ A¡r~$, cuando frecuentaron demasiado) rewuganuo entre dientes la mal aprendida
noctambulismo son for- su hermana NOtall, mirando a lo .Iejos el
contorno de los edificios; comenta: «No viven en la 111isnla ciu~. letra de algún rango». Hay ouo reproche, pe~
mas de leer en la ciudad ro es m:lS específic:unellle [irerario y ral vez. se
me la acordaba lan bajira.» (Cfr. Ocampo.) dad y al mismo tiempo, aplique, lambién, al texto y a la ambición del
las orillas, los arrabales, "(

noctambulismo Esa práctica de deriva ur~ pero la Buenos Aires que mismo Marechal. La Musa objeta llue Pcn:-
las zonas-límite, las da baga literatura con «sus fervores mistico-
bana, combinada con la camarader(a artf.'Hi- .Iecn y fab'rican los itine- suburbanos, hasta el plinto de invelllar una
transiciones; en otras ca y la conversación, fue una de bs marcas de·
f~brica de la ge;¡eración de Martín Fiaro, y
rarios de uno no tiene falsa mitología en la que los malevos adquie-
palabras: lee con I~s pies ran, no sólo proporciones heroicas SillÚ hasla
aparece noveli7.ada en el Adán BUnJosnyrrs nada que ver con la que vagos comamos metafísicos)).
10 que en la ciudad sólo (1948), de Leopoldo Marechal. Novela en inventan los del otro. La
puede sobrevivir en cali- clave, el libro, empefiadu en ser la sucursal
argentina dell/limde joyce, restitllye las lar~ ciudad dtArlt es vertigi-
dad de ruina: todo lo gas noches de esa vanguardia .poilefia y hace nosa, masiva, heterogénea: la ciudad cinemática del futuris-
que ya está desaparecien- desfilar a rodas sus animadores maquillán-
dolos con seudónimos nagrantes. Schuh7. es mo, una Metrópolis como la del film de Fritz Lang, sólo
do. «Arraba!.' (<<Mis pa- Xul Solar, Frank Adnllllldsen es Francisco que veteada de lümpencs y jirones dialectales. La ciudad de
sos claudica'ron / iban a Luis Bern:l.rde'!., y así sucesivamente. A Bor-
gcs le roca el alias de Luis Pereda, un pocta
Borges, comparada con la de Arlt, tiene toda la melanco.lía
pisar el horizonte / y
corpulenro, fanático del rango, que camina de un anacronismo o, como escribe Sylvia Molloy, de un
quedé en tre casas ... »), como un oso salvaje y ciego y busca desespe-
«(trabajo de duelo»: es «hulnan3», «pcrsonah), esrá exrraña-

82
83
'"\

mente despoblada y su escala no tiene otra medida que los tiene SLlS fetiches. La lis- liz.ador;ls. Los 1ll;IfCUS no son obligaciones
pasos del que la camina; es exactamente la clase de paraíso ta no es larga: incluye al- formales sino zonas ele riesgo, rranjas crfticas
. donde e! sentido peligra porquc puede cam-
urbano primitivo que la ciudad de Arlt está desalojando: jibes, pastiros, jardines, biar. Un prólogo, una nota al pie, una ~im­
una ciudad plena, idéntica a sí misma, no alienada, que s610 jazrnincs un paúo, za:
J
pie adencb, en Borges, pueden decidir todo
la mirada alienada -extranjera- del Borges caminante es ca- el sentido de! cuerpo principal de! texto. La
guanes, un alrnacén, una distinción ta"davfa cs posible, pero no para
paz de hacer brillar una vez más. Es un resplandor fugaz, ca- tarde, una pared en la confIrmar su distribución jedrquica (princi-
si póstumo, que envuelve a la ciudad un segundo antes de pal I secundario) sino más bien para sabo-
que pega una luz. Es de- tearla. <.Tlon, Uqbar, Orbis Tenius" l"mpiml
que desaparezca para siempre. cir: incluye sólo esa rúa recién cuando e! CIICntO ya ha cumplido die!.
Ese Buenos Aires menor, desacreditado, que se extin- clase de piezas que son páginas, cuando Borges estamp:l. al pie de un
falso final la leyenda "Salto Oriental, 1940"
gue, está ahí, efectivamente, como están ahí, varados en al~ los fetiches comunes, te- y agrega, ·luego, un modesto encabc7.amien-
guna parte dd Quijote, esos dos vcrsitos insignificantes que soros paradój ieos, dota- ro, •• Posdata de 1947", que empuja a una fic-·
'ción haHa entonces puramcnte «descriptiva~
encierran la verdad de la literatura. Pero para que los arra- dos de una singularidad ">j
hacia un destino de pesadilla. La posdata -lo
ba.les y los versos existan realmente (para que tengan algún .:-.-:1
anónima, brillan tes y a que viene después- introduce aquí una pos-
··.... ,1
sentido), alguien tiene que tropezar con cllos;tiene que mi- teridad algo más perrllrb,ldora que 10 habi- .-::-
la vez insípidos, que Bor- tllal: est:l fcchada en 1947; 10 que signific:l
,--,.;.'i
rarlos y, caminando, leyendo o escribiendo, apropiárselos. ges llamaba «sencilleces». que los lectores originales del Cllcnro, publi-
Es la mirada miope de Eorges, siempre dispuesta a extirpar cado en un nÍlrncro de Sur de 1940, debie-
«Sentirse en mu.erte» es ron de. creer que leían por primera vo. una
detalles, la que decreta la apoteosis de 10 menor, y para esa la glosa más perrecta de literatura del futuro. Con menos suerte,
mirada no hay mayores diferencias entre caminar ylecr. uno ele esos extraños Borges repite el truco en el epílogo que escri-
Deambulando al atarde- be para la primera edición de sus ObmJ ((Jm~
ready-mades de experien- plctm, domlc una vo". anónima, disfr¡IZada
cer por el sur, pormeno- diferencias Borgcs, que caminó y leyó los :;,:
cia. Se trata de «una es- de ncutralidad, cita el artículo sobre Borges .
rizando los barrios del márgenes como Il<ldie, también los escribió cena y de su palabra»,
que aparece en una Enciclopedia Slldflmeri-
hasta agotarlos. Como sucede con los con- Cflnfl publicada en eh ile cien aÍlos después,
oeste o exaltando la ar- ttatn.~ Jiabólicos, lo -más importante de la con' -sus «accidentes de' en 2074.
gentinidad de las fronte- prosa borgeana es a menudo lo que está es- tiempo y de lugar», es-
crito al ütra chiCtt. Prólogos, epflogos, apén- sin rumbo ·Muchos aÍlos después, Silvil\a
ras de la ciudad, Borges dices, notas a pie de página, introducciones, cribe Borges. Una noche Ocampo, que había panicipado con Bioy
busca, una vez más, esos comentarios laterales: es mucho lo que Bor- C;tsares de eS:lS excursiones nOClurnas de
ges contrahandea en esas regiones periféricas C3J11ina sin nunbo por
Bor~es, recuerda con alguna perplejidad:
monumentos mínhnos, in- de· sus escritos, y codo debe leerse con pre- Barracas, evitando las «ca- "Dl~rantC aÍl'os nos paSe,1I110S por ll110 de los
visibles de tan obvios, caución y suspicaci<l. Por convención, esos lles anchas)), y una «suer- lugares rn,ís sucios y l"ügubrcs de 13uenos
IIl11brale$ son subaltcrnos, protocolarcs, y sc Aires: el puente Alsina. Camin~bamos por
donde ha quedado Con- limitan a afiadir, a complementar el cuerpo te de gravitación fami- calles llenas Je barro y de piedras. Llevamos
servada la expenenCla principal del texto con informaciones latera- liar» 10 empuja hacia los has(;t allí a amigos cscritores que venlan dc
sublime que otros bus- les. El senlido siempre CSt:l en el cuerpo alrededores de Palermo,
Europa o dé Nortearnérica o incluso a ar-
principal; totlo lo 'lue se acumula en el mar- gentinos ;\ los que tamhién quedalllos. No
can en adnliracioncs .I11ás co cs apenas un orillado secundario, un su- su barrio de infancia. Ca- habla n;tda en el mundo como ese. puente.
autorizadas. Como buen plemelHo 'lile· el lecr.oc, si quiere, puedc A ved~s, mientlas cruzábamos el puente, en
ignorar sin perjudicarse demasiado. Con sas bajas, higueras, por- una especie de sucÍlo, nos encontníbamos
coleccionista, el jldneur Borges bs COS<lS son mucho menos (ranqui- toncitos: Borges llega y con caballos, con vacas perdida.~, como cn el

84 J
85
todo es nplco y al mis- campo más lejano. "Aquí está el puente AI~
SEIS
mo tiempo irreal. Los silla", deda Borges cuando nos acercábamos Peligro: Biblioteca
a [os desechos de Ji basura y la pCSlilt-ncia
accidentes se confabu- del agua. Enwllccs Borges se ponía comen·
lan: "Sobre la tierra tur- lO pensando que l1ucsrro huésped también
se pondría contento.»
bia y caótica, una tapia
rosada parecía no hospe-
dar luz de luna, sino efundir luz ínrima. No habrá manera
de 'nombrar "la ternura mejor que ese rosado.» Borges se
queda mirando "esa senci lIez» y piensa: "Esto es lo mismo
de hace treihra años ... » Se siente 1l1uerto en Jl1L1CrtC, «perci-
j

bidor abstracto de! mundo», y comprende que esa nlodcsta


epifanía de barrio, Con su mínimo ajuar de contingencias,
acaba de abolir el tiempo. Como antes leyó e! corazón de la "Yo creí, durante años, haberme criado eil un suburbio,
literarura en dos versos menores de Ccrv~;lles, Borges, aho- d~ B;,enosAires, un suburbio de calles aventuradas y de oca-
.; ra, experimenta la eternidad en la imagen más pop de la sos visibles. Lo cierto es que me crié en un jardín, detrás de
; , ciudad: una tapia rosada. unavel:ja con lanzas, yen uila biblioteca de ilimitádos libros
ingleses.» En otro contexto, esta confesión podría tener e!
sentido de un mea culpa. Pero Borges la incluye en el prólogo
I del C~rriego, y allí, como antesala de esa exaltación del barrio
~ de Palermo que es el libro, tiene más bien el sentido de una
ironía" de un desafío: Borges admite no haber pisado ni vis-
1: to las «calles aventuradas» y los «ocasos visibles» sobre los que
I
ha escriro; admire haberlos imaginado, inventado o soñado
desdesu doblé madriguera de infancia: un jardín con verja (la
frontera que 10 separa y lo protege del mundo), una bibliote-
ca (el mundo que reemplaza al mundo). En esos cuatrO i'en-
glones del Cm'riego Borges sienta las bases de su ecosistema de
escritor: la primera es corrar con el mundo; lasegunda es ~on­
venir la biblioteca en hábitat. Desde entonces y para sIem-
, ,1
pre, Borges será y se presentará como lo que niuchos de sus
detractores "vitalistas» le reprocharán que sea: una cnaru-
ra de biblioteca, ligada a los libros, los anaqueles y los ficheros
ele clasificación como un enfermo a un respirador artificial.

86 87
, '1 ~"

"Si se me preguntara euál ha sido el principal aconteci- el territorio de asilo para el que rcht'tye la calle, «los destinos
miento de mi vida contestaría que lo fue la biblioteca dc mi vernáculos y violentos» que hay del otro lado de la,verja con
padre. A veces pienso que nunca he salido de esa bibliotc-' lanzas, la biblioteca es también el centro inmóvil del uni-
ca», cscribc en su Autobiografla. Prácticamente todo lo que. verso, ,el punto estratégico a partir del cual es posible acce-
Rorges recuerda dc su infancia qucdó atesorado y sobrcvivc der á un repertodo' infinito de mundos posibles, Un espa-
en eSa habitación exclusiva, con cstanterías protcgidas con cio aleph.
cnstales "donde rcposaban varios miles de volúmenes». La' La biblioteca paterna es la fuente de todas las lecturas
biblioteca y la miopía (un espacio y una idiosincrasia del infantilcs de Borges.,O mejor: de todas las lecturas de Bor-
cuerpo, un impcrio de letras y una manera dc leer) son cae gcs, as(, a secas, porque el 'elenco de libros que el escritor de-
mo las dos piezas solidarias quc arman una infancia ensi- vora durante la primera década de! siglo es más o menos e!
_.J'
mismada, filtrada casi cxclusivamcnte por la experiencia li- mismo que lo acompañará siempre. Ahí están Huckleberry
teraria, A los 70 años, Rorges ascgura haber olvidado, Finn de Mark Twain «(la primera novela que .Ieí co'mpleta»),
debido a su vista defectuosa, la mayoría de las caras de su Los,primeros hombres en la luna, de H. G, We!ls, los relatos y
;:.
niñez, pero recuerda «vívidamente los grabados en acero de poemas de Edgar Allan Po e, La isla del tesoro, de Stevenson,
la Enciclopedia Chambers y de la Británica». T cuando pien- Dickens, Don Quijote, Lewis Carroll, las Mil y una noches en
sa en su abuelo Acevedo,. por ejemplo, piensa en "una foto- la traducción de Burton, la poesía de Shelley, Keats y Swin-
¡ ¡
grafía suya», Todo Borges está condensado en este mito de burne, libros sobre mitología griega y escandinava y, en el . ~!

infancia: la insuficiencia física, la reclusión, la necesidad 'de rubro criollo, el Facundo, de Sarmiento y muchas de las ,
poner el mundo a distancia, la sustitución del mundo por ! : obras de Eduardo Gutié-
sus réplicas (libros, forografías, ilustraciones). El eslogan del rrez, libros «sobre hom- criollo La literatura argentina, pl<Í.ctica-
"mente restringida a la tradición g;\Uchcsca,
Rorges nIño podría ser: lejos -muy lejos- del mundo, cerca bres "fuera de la ley" parece prcdomin;¡r cr;¡ otra de las bibliotecas
~Jl1Uy cerc::t.- de sus representaciones. , Y "J(1~e~pera do.s " '. entre paternas que cultivan la infancia de Borgcs:
La primera bibliotcca es la del padre, en la casa de Sc-
la biblioteca de la. cas,! de Adrogué, "ese re-
ellos Juan MOI'úra, el más moto y apacible laberinto impregnado por
rrano y Guatemala, pleno l'alermo. Allí se emplazan y se destacado de todos, y el llbicl~O aToma de los eucaliptos» donde
desp!Jegan rodas los sentidos y funciones dc una institución también ¿us Siluetas mili- b familia Borgcs pasó los veranos durante
décadas. Además dd infalible Gutiérrez:
quc será como el cuartel ccntral de la vida (y la obra) de :,, tares, que incluye un vi- Adrogué atesora un ejemplar del Ffltlsto, de~
Borgcs, Físicamente es un cspacio cerrado, protegido, y su ! /, goroso relato de la muer- Jicado a su abuelo por" EstatlisIJo del Ca~~
po, AnuJ!út, de José Mármol, el Mltrtln Fic~
. condición aislantc aparece reforzada por esa suérte ·de sc- :, ,~ te del coronel 13orges». rro, de Hernánde7. (leído a escondidas COlHra
: '~
~unda pared qudevantan los anaqueles cargados de libros. Literatura anglonor- la prohibición de su madre, que lo conside~
raba «sólo adecuado para rufianes»), tres vo-
Es un cspacio solitario, liberado de toda socialidad, donde teamerieana, la gran tra- lümcnes dcAsc;¡subi y lllllibri!o misterioso,
las complicadas interacciones humanas pueden reemplazar- dición narrativa del siglo Pllblic;¡do por una editorial de París, que
Borgés recuerda con una extraÍla precisión,
se por la manipulación arbitraria de unos objetos relativa- XIX, la biblia de las nove-
cama si aún siguier;¡ dcstell:llldo O enCerr;¡r;l
mente ll1al1lmados (los libros). Yal mismo tiempo, siendo las (el Quijote), el decir su desLÍno en clave. Er;¡ UIlO "de esos lOInOS

88 89
argentino de los poetas
rojos con adornos y leuas de oro. y ahí esta-
gauchescos; para com- ban las sicl'e maravillas del mundo ClHre interconectados, comO la Muralla China, está más acá o
pletar el software de la cUas el labcrinto. una suerre de ;:¡nf.tt:atro ,;, más allá del libro: por su exhaustividad, su radio de alcance,
Con hendijas angostas y anificios cerrados.
máquina Borges sólo hay Se advertla que era alto, más que los hom- su capacidad de inclusión y expansión, podría ser el Libro
que agregar unos pocos bres y los cipreses. Yo pensaba: Si ruviese de los Libros, una suerte de Summa cultural pagana. En
una lupa y la Suene de ver bien podría des- i~1 '
programas: Dantey Sha- cubrir el minora uro. Desde luego no lo vi, Borges, sin embargo, la enciclopedia es menos un libro que
~' '

kespeare, algún espéci- pero el laberimo estaba carg;¡do de ese un concepto de fimciontlmiento, un complejo de instruccio-
mo~struo .. De ese hombre que es un loro o "., nes, criterios y formas de organización que define cierras
men del género policial ti: ese [oro q':le es un hombre. lo que dio al-
(que Borges ya descubre gun ho~ror a mis noches". Algún horror y maneras de escribir y de leer un libro. Cualquier libro, to-
en Poc) en Los crímenes alguna Ulsp.iración, porque lo primero que dos los libros. La enciclopedia es, en ese sentido, el modelo-
Bor.ges escnbe, a los seis o siete años y «en
de la calle Morgue) y las u~ mglés bastanre maJo». es un manual de por excelencia del libro borgeano: un libr'a-biblioteca, es de-
versiones didácticas de JIlJttlo?fa. griega, y pórque la asociación en- a
cir: un libro que reproduce escala, en un formato relativa-
tre. a ,blbl~ot7c~, c1libro y el JabcrilllO nunca
las filosofías que le trans- dejara de II1SIStlr en su obra. . mente portátil, la lógica que gobierna el funcionamiento de
mite su padre (el pensa- una biblioteca.
El perfume de los eucaliptos es
mIento griego, el idea- aeucaliptos Borges !o ~lle el sabor de la magdalena a
Se ha dicho a menudo que Borges es un escritor «enci-
lismo y el empirismo in- Marce! I rouse: «En cualquier lugar del clopédico». El epíteto, en la mayoría de los casos, es usado
glés, el pragmatismo de dmundo en nue '. me enCllelll"le, uaSla e I o IOf COI110 sinóninlo de «(erudito», de «c~lto)~J y casi sicinpre in-
.e los cucaliptos para que yo vuelva a ese
WilliamJames). Yel pro- A~rog!lé p.erdido que ahora sólo exisle en sinúa lllla objeción o una denuncia: el «enciclopedismo)!
;', grama clave de las enci- IlU mClllona.» l. ~',
borgeano como exhibicionismo cu"!tural, como ostentación
clopedias. No es casual encid?pedias Antonio Carrizo: "·Qué li- de autoridad, incluso como pedantería. (La erudición, se
que al reconstruir la bi- bros tiene. cn su biblioteca usted, Borges?» sabe, es insultante: como contar plata delante de los po-
Borges; j<l engo ante rodo -según dicen mis
blioteca paterna, la enci- detraccores que die I d d . bres.) Sin embargo, saltando de un autor a Otro, barajando
.. . ' en a ver a ~ encJClope_
clopedia Chamber; y la dMS. Me gu~tan mucho las enciclopedias. bibliografías exóticas, surfeando entre lenguas, culturas y
Británica sean los dos !.eng la Br~tdnicll, rengo el Brockhom f... ]
o
formas de saber heterogéneas, multiplicando las fuentes de
lu:c la el~clcJopedia Mryn {amL>ién. y la
primeros libros que vie- enclcJ~pedl~ Chomb~rs. El Diccionario Enci- , ,,,' un problema y las citas que lo ilustran, enhebrando épocas,.
nen a la cabeza de Bor- cI~p/~ICO HlSpnnollm~ricllllo. Tengo el Bom- tradiciones y mitologías diversas con el recorrido de un solo
pUJ~lt 4ue usted tue regaló. Creo que son la
ges, y que ambas encabe- ~.eJor leclura . .~obre todo para un hombre, concepto, lo que Borges hace no es exactamente mostrar
cen, también, la lista de (ligamos, selllllllStruido Como yd. Puedc todo lo que posee, sino más bien poner en evidencia la radi-
aprender
. mucho. . . en las enciclap"¡··
I,IS. S·1 yo l··.··
los títulos que compo- [uv.er~ que VIVir en L/na isla desierta, me lle-
cal ú¡eStabilidad que nfecta a toda relación de propiedad
nen la biblioteca del es- varla una enciclopedia." .'
"" con el saber y la cultura. Es fácil ver una boutade, el típico
critor en 1979, cuando ya tiene ochenta afios alarde de falsa modestia del amo, en el gesto de Borges de
En. rigo r, para Borges, l '
a enclclopedia no. es exactamen-
'1',
1, describirse a sí nlÍSt110 como «lin honlbre senúinstruido)),
te un llbro. Anónima, hecha de miles de pequefios bloques : ;:' Más difícil -pero sin duda mucho más interesante- es en-
tenderlo al pie dda letra: el Borges enciclopédico es el Bor-
90
91
ges formado en la cultura dc enciclopcdia, que es precisa- ¿Qué parentesco hay para Borges entre la biblioteca y la
mente la cultura de los que no tienen cultura, cultura de di- enciclopedia' En principio, ambas comparten la idea de te-
vulgación, cultura resumida, traducida, cu.ltura de segunda soro, de archivo, una cierta ética del almacenamiento y la
mano (véase Siete). En toda enciclopedia -aun en las presti- . . conservación;· ambas descansan en creencias como la totali-
giosas que le gustaba consultar a Borges- vibra ese anhelo dad y la universalidad. Y ambas ponen en juego la relación
del pobre que hizo posibles el Reader's Digesl; el Tesoro de la equívoca, siempre al borde de la inestabilidad, que existe
juventud o el Lo sé todo: poseer, ya que no los bienes de la entre el orden yel caos; la necesidad yel azar, la razón y la
cultura, al menos su representación, que e1mode.lo enciclo- insensatez. Comparado con las violencias del mundo, el es-
pédico pone en escena con persuasiones como h vocación pacio cérrado de la biblioteca puede proporcionar amparo,
de totalidad y diversi- . seguridad, un aislamiento confortable, y las muchas formas
dad, el orden, la clasifi- persuasiones Borges reivindica la enciclo- de disciplina que gobiernan los libros (inventario, orden al-'
cación, ete. Así, el pro- alpedia como una biblioteca de pobrcs, pero
fabético, clasificación, catalogación;ete.) bien pueden ser
mismo t'iempo la singulari7.a y la distin-
blema es más complejo gue: 1;, transrorma en literatura. Borgcs no .1
un antídoto eficaz para conjurar los desplantes anrojadiws
de lo que pareda. El en- consulta la Encidop~dia BritdniCll; la la, y de la vida. Lo mismo sucede con las enciclopedias. A prime-
«leer» tiene, en ese caso, la misma jerarquía,
ciclopedismo de Borges la misrn;¡ dignidad que tendría si se tratara ra vista sólo suministran tranquilidad. Allí esta todo, se dice
1'.·
ya no scr(a estrictarnentc de una tragedia de Sófocles, del -Quijote de el pequeño Boiges ante la Británica, y es obvio que ese «to-
Ccrvanres o· de los Sanc[QS de Shakcspearc.
una veleidad, un lujo os- La operación es ambigua, modesta y aristo- do» tranquiliza porque reduce, jibal'iza, acotll algo -el saber,
tensible, sino más bien crática a la Ve7.; consiste en despojar I<'C rela- la cultura, la' memoria, la información: la economía del senti-
ción enciclopédica de toda instrumcrllali-
la práctica sistemática de dad (Borgcs no u vah d·e la enciclopedia do- que es infinito, que no cesa de escurrirse, que siempre
cierta ficción cid saber y para hac~r otm cosa), cn dcsplazar el libro. está creciendo y escapándose en direcciones caprichosas ...
bibljoccca dc su papel dc herramienta 'refe-
la cultura universales que ~enci;¡l, en· absC?lutjz~rlo, fClichizarlo 'y con~ Pero. no sólo está todo, sino que está ordenado, filtrado por
se llama «enciclopedia». /-crirle la auronom(a de la quc se jacta. por el tamii de ü~ conji.ul"to de categorizaciones (el orden del
Esa práctica es doble: es ejemplo, la ficción literaria. Así, la enciclo- alfabeto, los períodos históricos, las regiones del saber, cte.)
pedia es todo -como lo es· para quiencs no
una práctica de lector, tienen acceso alas bienes culturales origina- no muy distintas'de las que se ejercen sobre los libros que
porque todo lo que Ice Ic.~-, pero es un todo que es pura litcratt1rOl. forman una biblioteca, de modo que el lector, al emprender
De ah(, también, el aire pesirniHa con que
Borges lo lee «enciclopé- Borge.~ evalüa la evolución de la Enádopt. la travesía, no COtT? el riesgo de perderse.
dicaIllCntC»; es una pr;:í.c- dúr J3ritániCfl: «Ernpc7,ó. a decaer hacia 1911
Así es, en realidad, como las bibliotecas y las enciclope-
o 1912. Ahora es ulla obra de consulta, pero
tica de escritor, porque dias se presentarlo Así están dadas; eso -la quietud yel confort
antes era ulla obra de lectura. Es decir, aho-
Borges escribe todos sus ra hay artículos muy breves. COIl muchas del orden, el placer de la fobia satisfecha- es lo que son de he-
textos como si escri biera fechas, con Illuchos nombrcs propios: con
mera historia. con mera cronología. y ·:tn- cho, y en ese sentido, efectivamente, la «solución borgeana»
una enciclopedia (la en- tes habia artkulos ... Había artículos de De para las inclemencias del mundo (convertirse en un ratón de
ciclopedia como «proce- QlIinc~y, de SwinDurnc, de Macauby. Ani-
culos que eran monograffas sobre los te-
biblioteca) parece tener la mezquindad de las estrategias pu-
sador» de texros). mas.)) ramente reactivas. Pero lo que a Borges le interesa -lo que le

92 .~
93 I
interesaprofimdamente. esto es: con la profundidad suficien-
te para que quiera transformarlo en literatura- no es 10 que la ·~r
~
mundo y. por fin. a alte- ¡¡rdeulo sobre los drusos es la congru.ellcia y a
la vez la insensatez radical de su p~opla mane-
biblioteca y la enciclopedia son de hecho. sino todo 10 que. , i·~
rarlo hasta volverlo i rre-
ra de leer la Entidop~dilt Bri'II7lICfl, que a su
de derecho. pueden ser. y todo 10 que son capaces de hacer . ~~ conocibÍe. Así. los dos vez no es si no la exasperación de la lógica ~o.n
,..,.,
" textos célebres que Bor- la que está armada la enciclopedia: 10/ damo
siendo fieles al derecho que las rige. Qué rápido se resquebra- ;, ~
,~
d~ contigiiid,td. Dryden, druidas, drusos ..
ges dedicó a las bibliote- Borges parece preguntarse: ¿qué clase de fa-
ja entonces el amparo. y cómo se desmoronan la tranquili-
dad.l a asepsia. la inaccesibilidad -las dichas un poco viles del cas son capítulos dc una milia enraña, singular, aberrame, forman
todas las cosas que una enciclopedia agr~lpa
reactivo- cuando esas dos instituciones. engolosinadas con su obra mayor. todavía en alrededor de la letra D? Y el pequeño episo-

propia lógica. dejan ya simplemente de «estar ahí» y se ponen estado de dispersión. dio de los drusos lo lleva más allá, a una con-
jerura que parece digna d~ una pelfcula dc t~~
a funcionar, a crear, a «nlaquinar» ... y cónlO canlbia eJ ratón que alguna vez merece- nOI, una de esas produccJOIl.cs clase 13 cn I.!s

de biblioteca cuando deja de apostar todo a la seguridad. ría reunirse bajo el título que las bibliorecas entran en (rance cuan~o el
general de Historia de la último visirante las deja a solas, y las el.lclclo-
cuando es él. Con sus patitas de miope. el que empuja el or- ,
" pcelias sc ponen a delirar cuand~ las ;Cterran:
den hacia el desorden más loco. la regularidad hacia la excep- vida secreta de las institu- ¿piensan los drusos en los drUldas. ¿Y los

ción.la previsibilidad hacia el accidente. la familiaridad ha- ciones . más aburridas de druidas en Orydcn?

cia 10 siniestro ... la vida intelectual. En bibliotecas Los dos textos fueron escr,il.os
«La biblioteca tota]". de ,
JllIcntras B'o rges rrall'l)·¡¡ha
. , . como auxiliar.
La biblioteca ya no es tierra de asilo sino laberinto. ta- primero cn la Biblimeca Muni~ipal Miguel
blero de una lotería im- 1939. Borges se inmis- Cané toCluoSO calvario kafklano que se
previsible. parque de di- ¡Olerla Borges a,Antonio Carri7.0: «Yo rc~ cuye en una lista de pre- rolo'ngad a lo largo de nueve años, de

versiones donde todas cuerdo que con mi padre fi'cCuclHábamos la cursores ilustres (Demó- ~ 937 a 1946. «Fueron nueve afias de pro-
Biblioteca Nacional de J:¡ calle México. Co~
flll1da infelicidad", recuerda 130rges en su
las atracciones están co- 1110 yo era muy ({mido, no me atrevía a pedir criro. los pitagóricos. Autobiografta. «En el trabajo, los demás no
nectadas entre sí por libros; pero yo sacaba .aJglín YOlumen de la Cicerón. Raimundo.Lu- se interesaban sino por las carreras. de caba-

pasadizos ocul ros. y la Enciclop~dia Bn'tónica. Una edición bastanre


llos, los pan idos de fútbol y los chistes obs-
lio. Nietzsche) y descri- cenos. Irónicamenre, por ese entonces, y.o
vieja, Es decir, supe'rior -'a las actuales . .
enciclopedia. bajo la so- y recuerdo una noche que tuve mucha suer- be el «capricho» de una era un escritor conocido, excepto en la bi-
blioteca. Recuerdo una oportunidad en .que
segada fachada peda- re, Porque elegí al azar la letra D, yenl"Onc.:es biblioteca soberana y un compañero señaló en una enciclopedia el
pude Icer un hermoso anicuJosobre Dryden,
gógica ron la que se Otro sobre los druidas, y airo sobre los drusos, ciega que. combinando nombre de un (al Jorge Luis Borges, hecho
que lo dejó asomur;ldo al corilprobar b
presenta, adquiere de De modo que recib( eSa variada información, entre sí sus múltiples vo- coincidencia de nuestros nombres y fechas
que he usado después. Enlllla sola noche me
pronto una inteligen- fueron deparados los 'druidas y los drusos. lúmenes. como las lerras de nacimiento. Oc ramo etl I~lllto, los em-
pleados municipales t'eciblamos un ~eg¡¡lo
cia oblicua y caprichosa. y Id, en ese articulo. sobre los drusos, algo del alfabeto o los núme-
que consiSlÍa. en un paquete con un kJ!~ de
que. rcalmenre, parece de Kafka. Dice que
una malicia. un poder lo.~ drusos del Ubano rienen alguua nOlicia
ros. lo engendraría y yerba para llevarnos a casa. A v~ces, mlCIl-
cOlltendrb todo. «Todo». (fas camm , aba por la lIoche las diez cuadras
,
nuevos, y enlpieza a tra- de que hay drusos Cilla China; lo cual sea po-
que me separal.J.m del~ tranvía, r~lis OJos se
mar relaciones inespera- siblemenle cieno, ya que la China es un pa(s escribe Borges. y no exa- llenaban de lágrimas. Esos peque!los.regal~s
infinito. y además creen que ellos Son apenas
das. a establecer cone- ulla rama de esa vaSta comunidad drusa que gera: (da historia minu- de arriba siempre submyaban mi. ex~slellcla
servil y miserable.») La experienCia llcne un
xiones, a intervenir en el hay en la China. Eso parece de UII CUetllo de ciosa del porvenir. Los dejo de difa-vII: evoca la ',llImil.lación y las
Kafka, ¿no?" Lo que Borges reconoce en el
egipcios de Esquilo. el burlas que Sorges cosecho al pisar \lila es-
94 ,r
95
nllIl1erO preciso de veces cuela de Palcrmo por primera ve7., a los 9 vación, un nlUSCO o una de matón, siempre «calzado!>, filie alguna
que las aguas del Gangcs afias, con lemes y cuello y corb:na «al estilo
de Etoll» (una sofistic¡ICión dif'ícilrneme
cripta, que sólo cobran vez se abrió la camisa para mostrarle a Bor-
g~s el pecho cru7.ado de cic1trice~, soztll(fliY,f
han reflejado el vuelo de apreciable para sus compañeritos de curso), vida cuando alguien los de Sll.~ peleas a cuchillo. También añ:tde un
un halcón, el secreto y pero también, a escala, episodios mrtieos de visita, la biblioteca es un episodio feliz; el dra en que Elvira de Alvear
la vida polrtico-litcraria argentina como la Ilama:t Borgcs a la biblioteca para invitarlo
verdadero nombre de vejación deluni[ario en El n1t1tad(ro, de E.~­ espacio de aparcamien- .a tomar el té. b mer:t irrupción telefónica
Roma, la enciclopedia teban Echeverrla. Lo inesperado es que la to, de cópula y repro- de una dama de la sociedad, retratada a me-
escena transcurra en una biblioteca. Espacio nudo en [;¡s sociales de El Hogar, bastó para
que hubiera edificado borgeano propio por excelencia, la biblioteca ducción, una fábrica ex-
albormar el gineceo Illunicip:tl dc la hiblio-
Novalis, mis suenas y aparece invadida, ocupada, (xpropinda por trafia y constante donde teca y para atenuar fuga7.mcnte el descrédito
entresuenos en el alba las hlel7.aS de las que en teorb debería prote- de Borges. Pero si [;¡ biblimeca es un espacio
gerlo, un poco como la (({,fa tomada del rela- se procrean las maravi-
k:t(kiano no es tanto por esa inesperada po-
del catorce de agosto de to de Julio Cort:Í7.ar. Es la experiencia mis- llas y las aberracio;,cs que
1934 ... » La hipótesis es ma de lo siniestro: lo ral11ili:u ~e vuelve ¡. después ensimisman a
rosidad a lo social, que [a vuelve ho.qil y [;¡
preña de peligros; es m~s bien porque Bor-
irreconocible, exmlfio, amefla7.:Ulle. ,!Ér;¡- ge~ ocupa en c![;¡ la posición de un (xi/indo
111onstruosa, pero, al pa- mas unos cincuenta ~mp1cados realizando los hombres. U na fábri- dobk: exiliado del mundo (y asilado entre li-
recer, 110 lo suficiente. tareas que Eki[mellle hubier<ln podido lle- ca de sentido, insomne y bros), exiliado de la bibliO[eca rn la bibliote-
var;¡ cabo quince personas. Mi propia tarca, ca (y asilado en la lectura y la escritura). Al-
Borgcs la retoma dos que companfa con quince o veime compa- voraz: «No puedo com- go de Kafka hay, n:tturalmente, en el modo
afias después en «La Bi- íieros, consistfa en clasificar y caulogar los binar unos caracteres en que Borges alude al sistema jerárquico
volúmenes de la biblioteca, [os cuales hasla
blioteca de Babel", don- ese momento no habían sido catalogados. dhcrnrlchtdj que la Bi- fluC la gobierna; «Aunque por deh:¡jo de mf
había UIl auxiliar segundo y un :tuxiliar ter-
de el narrador es el bi- Ll colección, ~in embargo, era tan reducida bLioteca no haya previs- cero, también habfa un director de oficiales,
bliotecario, la biblioteca que podíamos enconnar un libro sin recu- primero, segundo y tercero por enci Illa de
rrir al cat:ílogo, de manera que éste, allnque
to y que en alguna de sus
mr.,~ Pero hay un factor Kafka que, acaso
ha contraído la estructu- laboriosamente conreccionado. rara ve7. te- I,nguas secretas no en- empanado por todas e~a~ humil[;¡ciones, es
ra arquitectónica del la- sultaba necesario. El primer día trabajé ho-
cierren un terrible senti- quiz:ís el más significativo. Fs el petor mú-
nestamente. N dí<l siguiente, algunos com- Ime/n. Aquí, coPla en Kafka, el ai~lamiento,
berinto -«un nÚlllero pañeros me llevaron aparre para sefialarme do. Nadie puede articu- el :tcoso, el doble exilio, incluso el desdén y
indeflnido, y tal vez infi- que no podia hacer esa clase de cosas porque lar una sílaba que no el :tnoni/ll:tw, son tanto los apremio.~ de UI1:l
los dejaba en evidencia. "Además", ;¡duje- violencia exterior como los instrumentos
nito, de galerías hexago- ron, "como este C:Hálogo rue ideado para esté llena de· ternuras y
con los que Borges delimita un territorio
nales»- y su funciona- darnos una apariencia de trabajo, nos dejará de tenlOreSj que no sea propio, el espacio irreductihle de su aU(ar~
miento peculiar res- en la calle." Les repliqué que yo hahrn clasi- qu(a, en medio de un campo enemigo. Kaf~
ficado cuatrocientos (rlulos contra cien de en alguno de esos len-
k:t, ávido por desaparecer, se empleaba cn
ponde a una serie de axio- ellos. "Biell, si cominúa :t ese ritmo termi- guajes el nombre pode- una oscura compañía de seguros; Borges
mas desconcertantes. El nará por enojar:ll jefe, que no sabrá qué ha- bu~ca la invisibilidad en la Bihliolec1 Mi-
cer con nosotros." En nombre del realismo
roso de un dios.»
n1<Ís pérfido es el que guel Cané, en uno de esos puestos subalter-
~c me aconsejó no pasar de ochenta y (tes li- Así de taimados pue- nos que sólo saben apreciar los golfTmns del
Borges nlantiene conlO bros el primer día, noventa el siguiente, y den ser, también, esos la- anonimato como Kafka o Roben Walser.
ciento cuatro el tercer dfa.)} Maria Esdlcr Kafka escribía en una lubiración en el cen-
en reserva, sin declararlo V;Í7.que7. va todavía más lejos que Borges, y berintos de literatura que
tro de. la casa familiar, su ((cuartel generah"
nunca, haciéndolo tra- al asedio !!gtemial" añade la violación de son las enciclopedias. En asediado por todos los ruiJos y las voces dc
una lectora (ji.lstifiC:I(!a por la cercanía exce-
bajar en silencio: antes siva que había entre [os bailOs de hombres y «Tlón, Uqbar, OrbisTer- la casa, prácticamente acorralado por las
filcr¿as opuestas a su literatura, en pie de
que un lugar de cOllSer- los de mujeres) y un emple:tdo con rnrlllas tiUS», el relato que inau- guerra; Borges nunca escribe O lec ranto co~

97
I
f gura Ficciones, cuatro pá- 1110 durante el tiempo que pasa lr:l.bajanda espejo que los acecha desde el fondo de un corredor, Bioy,
ginas de una sospechosa en es:"! biblioteca enemiga. Su vitalidad es
irreductible como la del recluso. la del desa-
con alguna inocencia, cita un refrán que parece de Borges:
The Anglo-American Cy- huciado. Lee la Divina Conudia en el (rallvla "Los espejos y la cópula son abominables, porque multipli-
cwpaedia dan lugar a un «atestado,,; despacha en una hora las rarcas
can el número de los hombres.» Borges, elllusiasmado, pre-
de Su puesto y se hunde en el sótano, donde
descubrimiento eXlraor- «ptrnhneda las cinco horas restantes leyen- gunta de quién es "la memorable sentencia». «[Bioy Casa-
dinario, que primero ma- do o escribiendo. Recuerdo haber releído de res) Me contestó que The Anglo-AmeriCtln Cye/opaee/irl la
esta manera los seis tumos de Drt'l1drncin y
ravilla y después espallta: registraba, en su artículo sobre Uqbar.» En menos de un
CllÍda de-Gibbon y lOdos los tomos de Húto-
hay otro mUndo llama- ria di la Rrp,¡hlica Argt'ntina de Vicenre párrafo, la .insi<:iia de una enciclopedia involucra a ese inoe
do Uqbar, un mundo in- 'Fidcl, López. Leí a 'León Bloy, Claudel,
Groussac y Bernard Shaw. Durante las va-
fensiv'; tete-a-tete literari'; en las redes de un complot desti-
ventado por una socie- caciones traducía a Faulkner y a Virginia nado a apoderarse del mundo.
dad secreta de astróno- Woolf". y escribe, escribe inf.'uigablemcllte,
La hipótesis de «Tlói1» es falllástica y es inquietante.
con la salud y la energfa del autárquico, del
mos, bi610gos, ingenie- que sólo tiene'una cosa que perder: sus cade- A principios del siglo XIX, en Memphis, dos de los primeros
ros, etc., Con su lengua, nas. Escribe todos los cuell(Qs de Ficcionrs, miembros de la logia' se preguntan cómo inventar un país.
su doctrina filosófi~a, muchos de los relatos de H. Buscos 00-
mecq, prólogos pata antologías que él mis- Uno, que es millonario, desecha la idea (¿puede haber algo
sus libros y hasta su ín- ¡no prepara, reseñas, anículos, comcnrarios más redundante, en la N orteamérica de 1820, que inventar'
dole peculiar -de objetos, sobre -la vida ,literada, col:lbúraciones pa,C:1
Sur. El Hogar, Los Analrs dr Rut'tlOJ Aim. Es un país?) y propone la invención silenciosa de un planeta. El
los hronir, que son como cia fertilidad loca, subterránea, signada por modelo a segnir, preyisiblemente, no es el mundo sino unó
ecos o copias de objetos lo imperceptible y lo clandcsl'ino, la que re- de sus testimonios más escrupulosos: Jos veinte tomos de la
pite los ecos de Kafka, no el manirologio de
originales. Uqbar no só- la humillación, el calvario delnifio bien ava- Encyclopaedia Britannica. El millonario BuckJey «sugiere
lo existe; Uqbar, imagi- sallado por la dlllsma de barri~, Del Sótano una enciclopedia metódica del planeta ilusorio». La idea es
de la Biblioteca Miguel Cané salieron, no
na Borges, ya ha entro- por casualidad. las retribuciones con las que casi un logotipo de la razón borgeana: redactemos la enciclo-
metido algunos de sus Borges reconoció la deuda que conrrajo con pedia del nuevo mundo y el nuevo mundo vendrá después,
hronir en nuestro mun- Kafka: el prólago (y posiblernerltc la naduc- por añadidura, como lIna irradiación del libro: El tema de
ción) de la primer~ edición en lengua espa-
do: una brújula, un ex- fiola de La mr/Ilmorfosis, la ([aducción de "Tlófl» no es sólo la postulación de una ie/emidad entre libro
traño cono de metal, del ..Ante la ley» y el cuento .. La Bibliot'eca de y Ulundo. Es sobre roda la exaltación, entre eufórica y aterra-
lhbeh, «mi cuenco kafkianOl>, «concebido
diámetro de un dado como una versión pesadillcsc..'l o una magni- da, del poder que tiene
pero insoportablemente ficación de aquella bibliuteca municipal», un libro -la enciclope- libro y mundo «El mundo, segllfl Mallar-
pesado, que un hombre dia- para producir otros' mé, exisTe,para un libro; según Hloy, somos
versículos o palabras O lerras de un libro má-
deja caer en el inslante en que muere ... Uqbar ya está inva- mundos: para imaginar- gico, y ese libro incesilllle es la l''¡nica cosa
diénclonos. Al principio del cuento, Borges y Bioy Casares, Ios, engendrarlos e im- ql1e hay en el mundo: es, mejor dicho, el
lIlundo.~ (ceDeI culto de los libros», 1951.)
convenidos en personajes, debatían sobre los mecanismos \ ponerlos sigilosamente
de la manipulación novelesca mientras cenaban en una ) en ese mundo que llama-
quinta de un suburbio de Buenos Aires. Para justificar un ~
tllOS «nuestro)),
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98 .~
99
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l
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«Tloll» es sin duda la ficción por excelencia del Borges mo Elfimtasma de la ópe- n:lf sobre los ochocientos mil libros de la calle
enciclopédico, el Borges ratón de biblioteca. Sólo que aquí ra hizo del teáuo, ,de h México cU:lndo está ciego y y:l no puede ver-
los ... Nadie rebaje a I~grima o reproche I esta
la biblioteca, como la enciclopedia, es todo lo eontrario de - sala teatral, u n espaCio declaración de la maestría I de Dios, <lIle con
una instil:Ución tranquilizadora: región de incertidumbre-o «poseído) y slnlcstro, magnifka ironía I me dio a la ve7.los libros y
te~reno minado, es más bien un espacio de perplejidad, de la noche», escribió tres años después en el
Borges socavó para siem- .. Poema de los dones».
inquietud, de amenaza. La aventura encuadernada, Des- pre la inacencia, la fe, la
pués de haber leído las cuatro páginas sobre Uqbar en el to- despreocupada credulidad con la que se visitaban las biblio-
mo de la Anglo-American Cyclopaedia (tcido en el volumen tecas y se consultaban enciclopedias, convirtiéndolas en las
parece falso: la carátula, el lomo y hasta la indicación alfabé- Tienditas del Horror de la literatura.
tica, Tor-Ups, que excluye por fuera lo mismo que incluye
~~:-
por dentro: Uqbar), Borgcs y Bioy van a la Biblioteca
l.;"
" ',"'~~,1
Nacional a corroborar ,,
ia existencia del mun- Biblioteca Nacional En 1955, tras el de- ~1
rrocamiento de Perón, Borges es nombrado ~ ":o~
do. «En vanp fatigamos director de ,la 'Biblioteca NaciomI; pUCSlO : '.

atlas, -catálogos, anuarios que OCUprir;Í durante dieciocho años. La de- ::.,
sign<lción tiene todo el valor de una revancha
de sociedades geográfi- polrtica: ~(Ahora que voy a dirigir [la Bibliote-
'o<.

cas) menlorias d,e 'viaje- ca Nacian:tl], pienso en las necesidades y an-


ros e historiadores: nadie Ilelos del Iceron>, dijo al asumir el cargo', .:' !.~
K Victor Hugo ha dicho que una biblioteca es o~
"'~~ ~~
había estado nunca en un a"cta de fe,T odas sabemos que el régimen
anterior se dedicó a destruir el pasado, quiso ~... .•<j
Uqbar. El índice general
anularlo, pero feli7,mente siguió viviendo en
de la enciclopedia de l:ls conciencias argentinas, no obstante la
Bioy tampoco registraba persecución, El pasado argemino legó un" . ',',

nombre, el de San M:mln, y la dictadura, pe-


ese nombre.» La ambi- se a su empello, no pudo disimular que su
ción exhaustiva, propia a verdadero precursor había sido Rosas,» Al
ocupar el despacho de su admirado Paul
la vez de la biblioteca y la GrollSsac (director de la biblioteca a prineí-.
enciclopedia, ya incuba- pios de siglo), Borges ree,~crib(a, conjurando
todas sus desdichas con el prestigio del reco-
ba un germen de delirio; nocimiento oficial, los nueve :lnos en la Bi-
«Tloll)), para que renun- y
blioteca M igucl Cané, c¡lutcri7.aba varias de
ciemos a todo consuelo, las heridas.que le había inAigido el pemnis-
mo: su deslilución de la Miguel Cané y su
demuestra también que nombramiento como "inspector de aves y
no encontrar algo en esa conejos», el enc:lrcclamiento de su madre y
su hermana Norah, La p~radoja es que Bor-
exhaustividad es un prin-
: o

ges, como Groussac y como José Mármol,


o ClplO de demencia. Co- dos de SIIS antecesores en el puesto, llega a rei-

100
JO J
SIETE'
SegUnda mano

,.

En 1933, acaso sin proponérselo, RaÍ11qn 0011 (un es-


critor nacionalista de cuyo nombre hoy nadie quiere acor-
darse) redactó una 'descripción particularmellte perspicaz
del modus opertlndi de Borges. Doll n~ prete,~día d~sér;b;r
sino más bien criticar, inclúso descalificar: si se ocupaba
-de Borges y de su obra no era con intenciones pedagógi-
cas, sino directamente represivas, como lo promete el títu-
lo dd libio en el que incluye su alegato: Policía intelectual.
En apenas veime renglones indignados, 0011 suminis-
tra uno de esos extraordinarios malentendidos que Bor-
,I
I
ges solía descubrir, maravillado, en el arte equívoco de ia
lectura:
I Después de vapulear al «escriror Borgesn, Doll arremete
contra Discusión, d libro de ensayos que Borges ha publica-
do un año antes. «Esos articulas, bibliográficos por su in-
tención o por su contenido», escribe, ((p~rtcnecen a ese 'gé-
neto de literatura parasitaria que consiste en repetir mal
cosas que otros han dicho bien; o en dar por inédito a Don
-Quijote de la Mancha y Martín Pierm, e imprimir de esas
obras páginas enteras; o en hacerse el que a él le interesa
averiguar un punto cualquiera y con aire cándido va agre-

103

i :'t'.
gando opinioncs de otros, para quc vea que no, que él no es no rechaza la condena de 0011, sino que la convierte -la re-
un unilateral, que cs respetuoso de todas las ideas (y es que vierte- en un programa artístico propio.
así se va haciendo el artículo).» 0011 está escandalizado, sí, La obra de Borges abunda en esos personajcs subalter-
pero su escándalo no tiene por qué cmpañar la atención, la nos, un· poco oscuros, que siguen como sombras el rastro de
nitidez con que busca incriminar a su presa. Dejando de la- una obra o·un personaje más luminosos. Traductores, exé-
do los acentos morales -tan típicos de la profilaxis policial-, gctas, anotadores de textos sagrados, intérpretes, biblioteca-
los cargos que levanta contra Borges suenan particularmen- rios, incluso laderos de guapos y cuchilleros: ·Borges define
te atinados. (Tan atinados, en realidad, que resultan redun- una verdadera" "ética de la subordinación en esa galería de
dantes: Borges, adelantándose a su perseguidor, a menudo criaturas anónimas, centinelas que custodian día y noche
los confiesa espontáneamente en el mismo libto por el que vidas, destinos y scntidos ajcnos, condenados a una fideli-
lo acusan.) Borgcs, según 0011, abusa de las cosas ajenas: re- dad esclava o, ·en el mcjor de los casos, al milagro de una
pite y degrada lo que repite: no sólo reproduce textos de traición redentora. Ser una nota al pie de ese texto que es la
otros sino que lo hace inmoderadamente, como si nunca vida de otro: ¿no es es.a vocación parasitaria, a la vez irritan-
hubieran sido publica- te y admirable, mezquina y radical, la quc prevalece casi
dos; asume una actitud ardid Oolllambién descnmasc<lra 10$ "dos siempre en las mejores ficciones de Borges? ¿No es bajo el
hermosos trucos» que Borgcs usa para citar los
«tolerante» sólo a modo arrfculos de diccionario que lo inspiran: «uno, impulso de esa pasión extrafia -someterse a otro, seguir su
de pose, como un ardid el de citarlo dircc{:l.Inente "al "Diccionario", rastro, ser riada más que su eco- como Erik Li:innrot sale
como aquel que deja las joyas en un lugar bien
para legitimar 1110ral- visihle para que no se las r"obcn. por eso, por~ .1
·tras los pasos de Red Scharlach, ·como Vinccnr Moonven-
mente algo que tal vcz que nadie pensad que csdn <l.h(; otro, el de ci- de al héroe de la resistencia irlandesa al que admira, como
t:u el ardculo cuyos jugos :tbsorbc con un aire
sea un vicio (1" pereza) o de lástima». L1 sofisticación del primcro-que Benjamín Otáloia imita y pretendc suplantar a Acevedó
un delito (el plagio). Di- Borgcs hubiera accpr:'ldo cOlllpartircon 0011- Bandeira y finalmentc muere) y Pi erre Mcnard! que· corona·
digna del Poe dc'LIlcnrttlrobndn: Borgcs, de
fícil encontrar, par" re- es acuerdo con D01l, hace explfcita su fuente pa- una largá serie de surnisioncs literarias (traducciones, prefa-
sUlnir esas imputaciones, ra volverla invisible, p¡¡ra que ludie advierta cios, trasposiciones, réplicas) escribiendo de nuevo unos ca-
una carátula más gráfica que el autor de la idea no es Borges sino el dic- pítulos del Quijote, ¿qué es Pi erre Menare! si no el c~lmo
cionario. El ~egundo parece contradecir o
que la quc elige 0011: completar al primero: 0011, que antes le re- del escritor-parásito, el iluminado que lleva la vocación su-
parasitismo, literatura pa- prochaba cierra languidez digestiva, ahora bordinada a su cima y a su extinción?
aCH~a a Horgcs de modificar, con un «:'lire de
rasÍ/aria. Es muy proba- tístima", la materia misina que Jo'alimclHa. Este desfile de dependientes no es raro. A lo largo de su
ble que Borges, contra No hay saltoa: si Borges «repite)) va pre.'iO por carrera, el mismo Borges no desaprovechó ocasión para de-
toda cxpectativa de 0011, vago, por vividor, por hacer trabajar a los de-
más; si altera lo que repite lo conden:"lll por sempefiar ese papcl. Los anos multiplican sin cansarse las fi-
no la hayá desaprobado. desleal, pordesdcfta[ lo que lo nutre. guras del parásito: Borges traductor, anotador, prologuista,
Con la asrucia y el scnti- amó lago, comcntarista, resefiador de libros ... Una impor-
do de la economía de los grandes inadaptados, que reciclan tantísima dimcnsión de la obra· borgeana se juega en esa
los golpes del enemigo para fortalecer los propios, Borges relación en la que el escritor llega siempre después, en segun-

104 105
do rérnlino, para leer, o COlnentar, o traducir, o introducir
bio de lengua sino más bien de registro y estaban dictadas
una obra o un escritor que aparecen como primeros, como
por usos y necesidades familiares: "Cuando le habl~ba a mi
originales. Es uno de los axiomas básicos en los que descan- abuela paterna lo hacía de una manera que despues descu-
sa la política borgeana: original siempre es el otro.
brí que se llamaba hablar en inglés, y cuando hablab~ con
La'primera de esas figuras parásitas -el traductor- apa-
mi madre o mis abuelos maternos lo hacía e~ un IdIOma
rece muy temprano en Borges: tiene apenas diez aÍlos cuan-
'Spllés resultó ser español." Aboliendo (/¡stlnclones y
do su versión espaÍlola de ~,EI príncipe feliz», el cuenro de q IIC d e , .. I /
jerarquías (lengua materna / lengua de cultura, ongll1a
Oscar Wilde, aparece en el diario porteño El Páís. Es-lo pri-
versión, lengua prinlcra
mero que publica, y también la primera vez que Borgés po-
/ lengua segunda), la ex- bilingüismo Si no hay llmite ClHre las
:le a trabajar un capital familiar decisivo: el bilingüismo. A lell!;uas, lo t¡ue desaparece también es la
periencia del bilingüis- '1'Ingu"1'
soca. Bogesnopcrrenecc
r
primera vista, la tarea de traducir traduce y simplifica de un J1I'rull~nnrJ

mo despeja en Borges el al inglés (aunque es la primera lengua en la


modo casi pedagógico la estrUCtura parasitaria: hay un auror
camino para la forma- que lee) más que al cflsrellano (aunque es
(un artista) y un traductor (un subartista); hay un original la lengua en la que le h<l~)l;¡ su ma~rc):. n.a-
ción de una nueva espe- vega entre dos leng,uas SJIl. c~t;H, s~n V!~lr,
(primero) y una traducción (segunda); hay una lengua (del)
cie de parásitos: rraduc- sin rupondrr ;¡ ningulla, La lII[ancl~ bIlIn-
I original y otra de traducción; la traducción depende (se ali- güe h:l rormado en Bnrges a un cscntor ex-
tores intleles, lectores patriado.
menta) del original: la existencia de la tradúcción presupOlie
estrábicos, comentans-
la del original, pero no a la inversa., En Bbrges, sin embargo,
tas que se distraen, pro- .. "
nada es como parece. Los traductores de Borgés (los perso-
loguistas digresivos, anotadores olVidadIZOS, antologos
najes que traducen en sus ficciones, los traductores leídos
I por Borges, el Borges traductor de Faulkner, ele Virginia
Woolf, de Joyce o de Kafka) son siempre díscolos, irrespe-
arrogantes. No es que dejen de vamplflzar el ~rgaJ~lsmo al
que viven adheridos; más bien llevan la vamplflzaClon hasta
tuosos, arbitrarios; en Ulla palabra: impertinentes. Ponen e~l .
':: "

,
sus últ-ilnas'consecuencias hasta que) enlbria?ados de san-
l

gre ajena: traicionan la condición de su espcCle y producen


cuestión no sólo los términos de la estructlll"a parasitaria
(qué es el original y qué la versión, en qué medida la prime- algo nuevo. . I
ra es primera y la S1egunda segunda) sino, sobre todo, la per- Estos neoparásitos subverslvo,s hacen ex~ctal:l,el~t~ ?
tinencia de la csrfucrura nlislna. . que lo, a 'Dolllc
nl0 re¡Jroch'lba
n. al Borges de D/SC1IslOn.. /epl-
"
Tal vez el germen de esa zozobra 'esté ya en la singular
ten mal lo que otro dijo bien. Par;, Borges, eSa me~~. equ~voL1-
ción basta para ha~cr de un paraslto un artista. Es" es tI tesIs
experiencia borgeana del bilingüismo: La simultaneidad, la
de "Los traductores de las 1001 /loches», el gran cnsayo de
relación de paridad entre el inglés (lengua 'paterna) y el es-
1936 en el que Borgesdespliega su alegato en defensa ,del
pañol (lengua materna) son totales, a tal punto que prácti-
parasitismo literario. El texto es ejemplar, y s~s qUll1ce pa~~
camente no hay difirencia entre las lenguas. Borges las re-
cuerda como una Suerte de continuo indistinto, en el que nas bastarían para refutar muchos de los preJUICIOS q~e t,
' pesan sobre ¡lorges'Su
d aV1a " !JrolJósito
, cel1lral-llIsronar
" ' . . las .
las al temancias -hablar una U otra- no implicaban un Carn-
versioncs queAntoine Galland, Edward Lane, Rlchald Bu[-
106
107
1
ton y Joseph Mardrus hicieron de Las 1001 noches- podría . ductores de las 1001 no- Borges. Comoquiera que sea, Borgcs some-
dar pie para una razzia erudita: «restablecen, el sentido del te al Qtt&'ot~ a un vcrdadeto cambio de len-
ches", la cuestión del ori- gua (como se dice cnmbio de uxo), y en esa
original, denunciar los desvíos y las adulteraciones a qU,e fue ginal ya no es pertinente. operación translingiHsrica descubre dos ar-
sometido, imponer jerarquías sobre las diferentes traducci'o'- El gumentos borgeanos -dos principios de ines-
, amo (el libro madre) tabilidad- que usará hasta el cansancio:
. nes, impartir premios y castigos, etc. Es exactamente lo con- ha sido destituido; por uno, insidioso y maligno, es el que "despe-
trario de lo que le interesa a Borges, «Celebrar la fidelidad de medio de un pequeño ga)) e independiza al Quijote, qui7,ás el clási-
co más representativo de la lengua española,
Mardrus es omitir el alma de Mardrus», dice, «es no aludir golpe de Estado, Borges de la L.:ngua de la que la tradición lo obliga a
siquiera a Mardrus. Su infidelidad, su infidelidad creadora y emancipa las traduccio- ser el emblema; el otro, que explica por qué
en "Las versiones homéricas», uno de los en-
feliz, es lo que nos debe importar.» Si Borges fuera un erudi- nes del régimen esclavis- sayos incluidos en DÚCIIsión, Borgcs sostie-
to, el ensayo sería el seguimiento y la escrupulosa corrección ta que las soju7_gaba. An- ne que "la traducción parece destinada,;¡
de las infracciones que una serie de traductores cometieron tes eran ecos, réplicas ilustrar [a discusión estética», declara con
una lacónica convicción que todo original
contra la letra original de un libro madre. El ensayista «pon- acosadas por un manda- siempre es ya una traducción, que todo ori- .'
dría en su lugar>' lo que los traductores desacomodaron. Lo to (la literalidad) y una ginal nace de algún modo traducido. De ahí·
la constanci. con que I30rgcs techa7.a la con·
que Borges escribe, en cambio, es un gozoso elogio de la in- amenaza (la traición); dcna -la moral- implícita en el dicho tm-
fracción, una exaltación del desvío. Todo el placer está en el ahora son ficciones, y ca- dtlttor~ trndittou, y todo el sistema de valo-
. tes y cteencias 'que sostiene la tesis sobre la
fuera de lugar. Borges lee las versiones Con un detenimiento da traiCión cometida, ca- supuesta «inferioridad normal)) de las era·
obsesivo, las eompara, discute cada solución de traducción da desvío, cada atentado ducciones. En el prólogo a una traducción
de El ammttrio· mnrino de Valéry -ouo sa-
corno si fueran n1ctáforas o estrategias narrativas; "es decir: contra el original tienen g;¡Z avatar de su prédica parasitatia-, Borges
no las pone en relación con el texto original de Las 1001 no- los méritos, los deméri- p;uasita varios de los argumentos de "Las
ches, para aprobarlas o rechazarlas, sino más bien con los tos pero sobre todo la so- versiones homéricas» y dice que '!!la hay un
buen texto que no se afirme incondicional y
contextos de cada versión, cori las circunstancias históricas y beranía de cualquier ar- seguro si lo practicamos un n¡'¡mero sufi-
culturales en las que fue hecha, con el «imaginario oriental>, tificio literario. , cien te de veces"," Y .sigue: «Invito al mero
lecLOt sudamericano .-m(ln s~mblab/e, mon
que rige en cada uno de esos contextos. Más aún: en un en- AJigerar, deformar, /r¿"e- a saturarse de la estrofa quinta en el
sayo que coteja varias traducciones de un mismo libro, Bor- forzar, suprinl1r, incluso rcx{Q español, hasra sentir que el verso origi-
nal de Néstor lbarra Ln plrdidn m mmor de
ges omite de plano lo que cualquier mirada erudita conside- equi.vocarse (<<mejorado la ribera es inaccesible, y que su imitación
raría el problema por excelencia: la cuestión del original por las erratas», le gusta- por Valéry, Ir chnllgmmtt d(:J riueJ m ru·
árabe. En un alarde de ba decir a Borges): todas metlr, /la acierta a devolver {ntegrarnetlle to-
do e! sabor latino." El verso de! traductor es
destreza y de ironía, Bor- original Se sabe que Borgcs leyó por pri- las violencias que la tra- el original; la imitación es el del autor.
ges, cuya ignorancia del mera ve7. d QllijOtt: en inglés, y que durante ducción impone al ori-
mucho liempo é.~c fuc para él el Qt/ijou. Si violencias También en materia de rraduc-
árabe es casi tan vasta las hiograftas 110 lo atestiguaran, el recuerdo ginal adquieren en Bor- ciones Borgcs liene sus guslos. Desdena la
como su conocimiento: de infancia poqrfa pasar por una provoca- ges una dignidad nue- corrección, la fidelidad reverencial, la voca-
ción de neutralidad, la eransparel1cia. POI
del inglés, decide extir- ción nd hoc, concebida retrospecrivamente va y una extraña, des- eso la de Littman, que gracias a esos atribu-
para corroborar con un mito de origen lo
parla de raíz: en «Los tra- que más tarde será el programa literario de concertante alevosía. Vio- tos merece la aprobación de los arabi51as y de

108 109
lar la literalidad es un la Endclopa~djn Britann;eQ, le parece apenas la traducción (el caso) a partir de la literatura (el modelo ge-
procedimiento retórico, ,,¡ücida, legible y mediocre», y por eso pre-
fiere bs de Bunon, Lane y Gall.lnd, menos neral) sino la literatura a partir de la traelucción. El caso es
igual que respetarla, y si Ortodoxas, probahlemente. pero mil veces el modelo, yel modelo no es sino la esfera que reproeluce la
ambas decisiones deben más intrépidas, más complejas. más desa-
[james. Traducir Un libro, para llorges, es lógica singular del caso. «¿Qué son las muchas [traduccio-
ser juzgadas, el cri rerio
garamizarle no la mezquindad de una super- nes] de la 1líada, ele Chapman a Magnien, sino diversas
borgeano para hacerlo vivencia sino el riesgo, incluso la insensate7.
de un destino aventurero. Bmges se asoma a
perspectivas de un hecho móvil, sino un largo sorteo expe-
no es la relación con el
la versión de Littm:1Il y lo único que lee es la rimen(al de omisiones y de énfasis? N o hay esencial necesi-
original (la distancia o la decepcionanrc ((probidad alemana)). ufl CO~ dad ele cambiar ele ielioma; ese deliberaelo juego de la aten-
proximidael con respec- mcrcio de las Noches y de Alemania gebi ó
producir algo' más". se lamenta. Es C¿IIlO si ción no es imposible dentro de una misma literatura.»
to a su sentido último) deplorara el despilfarro de lIna oportunidad Eso explica la extraña, encarnizaela batería de preguntas
sino la capacielael que IJrtíuicn única: «¿Qué no haria un hombre,
un Kafka, que organiZ3.f3 y acentuara esos con que Borges suele interrogar a las traducciones que lee.
caela una tiene de alte- juegos, que los rehiciera según la dcrorma- ¿En qué época un libro es traducido? ¿Quién es el traduc-
rar, de desestabilizar su ción alemana, segl'lIl la Uflh~¡'nlichk~it de
Alemania?» tor? ¿Para quiénes, para qué público traeluce? Desde esa
identidad, ele desarrai-
perspectiva, la deuda que la traducción contrae no es tanto
gar sus sen tidos y recolo-
con el sentido dcllibro, arraigado ele algún modo en un pa-
carlos en un bloque nuevo de espacio y ele tiempo, ~olverlos sado absoluto, irrecuperable, como con el presente ¡nismo
permeables a circunstancias que' nunCa previeron pero que en el que se lleva a cabo la traducción, con e! contexto con-
son, ahora, las que ele algün modo están leyéndolos, y más temporáneo en el que el traductor relee y reescribe el origi-
tarde las que otros leerán como si formaran parte eleI texto nal. Borges examina la traelucción de Burton de las 1001
ongll1aL «Nosotros, meros lectores anacroJ1lcos del siglo noches y se eletiene en una flagrante particularidad: la repo-
xx, perClbll1lOS en ellos [los doce volúmenes de la traduc- sición de todas las minucias eróticas que Lane, el traeluctor
ción de Las 1001 noches de Galland, del siglo XVlIl] el sabor anterior, había omitido. Cualquiera se preguntaría si el ori-
dulzarrón del siglo dieciocho y no el desvanecido aroma ginal árabe las incluye o no; Borges, en cambio, se elesen-
brienta1. .. »)
tiende ele! problema y hace surgir otro, sin eluda más afín a
Así, mucho más que una simple ilustr:ación de proble- su manera de pensar: «¿Cómo divertir a los caballeros del si-
mas artísticos, la u'aducción es en Borges la máquina que glo diecinueve con las novelas por entregas del siglo trece?»
los produce y, a la vez, el modelo que sirve para pensarlos. Éste eS"el. tipo de preguntas que hay que hacerle a una tra-
La traducción, elice, «es consustancial Con las letras y con su ducción; éste es e! tipo' de pregul1tas que toela traducción se
modesto misterio»: no es subsidiaria, no eleriva ele la litera- formula y de algún modo, implícitamente, responde.
tura caBlO una extensión, una secuela, o una versión con- Forma de ficción parasitaria, la traducción es el gran
tingentes; la traducción es la literatura, o al menos encarna moelelo ele la práctica borgeana. A diferencia de la «escritu-
ese laberinro problemático en el que Borges conviene la li- ra inmediata», cuyo mecanismo suelen vehlr «el olvido», «la
teratura. Borges da vuelta de nuevo los términos: no piensa vanielad" y «el prurito de mantener intacta y central una re-
lJD i
111

1
!
1)
,
:1

serva incalculable de sombra», esta literatura mediata no te-


1 I
¡' que Carlos Reylcs me refirió la historia en Adrogué»; «En
me hacer visibles las reglas de su propio funcionamiento. "
un' ejemplar del primer volumen de las Mil y una noches
En particular una, la más abstracta y, también, la más me- descubrimos el manuscrito que ahora traduciré al castella-
dular de la poética borgeana: hacer ficción es deportar un no.:.». La fórmula puede variar, la Fuente ser oral o escrita,
material ya existente de su contexto e injertarlo en un con- pero el esquema repite la antiglla consigna de Historia uni-
, texto nuevo. La fórmula es simple, económica, de una ele- versal de la infomia: «falsear y tergiversar ajenas historias».
gancia casi ajedrecística. Lo incluye prácticamente todo: la Borges rara vez se presenta en sus relatos como el que in-
política de! parasitismo, el elogio de la subordinación, e! venta una historia; su función, 111ás bien, consiste sienlpre
,; "

goce de la lectura y la glosa, la desestabilización de las jerar- en recibirla de otro, en escucharla o leerla, Como si el pri-
quías, las clasificaciones y las categorías, la relación cnrre lo mer paso para contar una historia fuera ser su destinatario.
Mismo y lo, Otro, la répetición y la diferencia, lo propio y lo La narración no implica una progenitura sino una especie
ajeno; la idea-fuerza de Ulla literatura que sólo tiene sentido de adopción providenciaLy tardía, secundaria, que no sólo
,-¡ ,
si se mueve, si se desarraiga, si pone en peligro su propia in- se hace cargo de una historia ajena sino que preserva, tam-
tegridad. bién, todo lo que en ella delata que es ajena (las huellas de
"1
:' I

En rigor, el modelo de la rraduceión prepara el terreno " . sus autores, las tnarcas que las circunstancias inlprinlieron
para que aparezca el síndrome borgeano por antonomasia: , :~
en ella). A lo largo de su obra, Borges nunca deja devolver a
la segunda mano. Insinuado ya por Dol!, el giro delictivo " esta suerte de escena primordial donde se decide cómo nace
-Borges como artista de la copia y la falsifieaeión- se veía una narración (de dónde, en qué marco, en qué circunstan-
venir. ¿No hay en todo parásito un truhán en potencia? cias) y qué clase de figura es la que tiene a su cargo narrarla.
'" '1
¿Y qué es el parasitismo sino lo institución de una economía Si algo puede decirse del narrador borgeano es que en prin-
al borde de la ilegalidad, basada en el desvío de recursos, en cipio no tiene nada propio. Ni capital de experiencia, ni ca-
el arte de «colgarse» de una eco;,omía ajena y de distraei-le pacidadde 'Ítl~ei1ción, ni poder generativo: nada de lo que
divisas, fuerzas, valorcs' Leer, glosar, reseñar y traducir son suele volver apetecible la imagen de un escritor. A lo sumo
'sólo algunas formas evidentes de ese parasitismo. También tiene cierta,ubicuidad, que le permite estar en el lugar y el
lo es narrar, pero narrar a la manera de Borges, cuyos relatos 'momento justos para'interceptar la trayectoria de una his-
recién se ponen en marcha una vez que descubren los teso- toria y apoderarse de ella. El artista borgeano no es padre ni
ros de algún yacimiento ajeno. Los principios de los cuen- demiurgo; su épica es más modesta, más astuta, infinita-
tos de Borges son tan infalibles como el «Había una vev> de mente más contemporánea: es la épica del transmisor, el
las ficciones infantiles: "Cuentan los hombres dignos dc propagador, el contrabandista, el que, excluido de la órbita
fe»; «De las historias que csa noche me contó, me arrevo a de la propiedad, se aboca a trabajar cop lo que hay.
rcconstruir la que sigue»; «En Junín ,o en Tapalquén refie- El mundo ya está l1echo, dicho y escrito. ¿Cuántos ecos
ren la historia»; «Dicen que la historia fue referida por contemporáneos resuenan en esta l11áxilna borgeana? Con-
Eduardo, el menor de los Nelson»; «Hacc ya tantos años jugado en pasado, como lo conjuga Borges a partir de cierto

112 1J3
momento, el mundo es un gigantesco espaóo de almacena-
cho del interés de las biografías infames descansa en la li-
miento; las cosas que lo poblaron -tigres, laberintos, due-
bertad que se toma con respecto a sus fuen~c~ (<<contrade~
los, calles, libros, siglos, voces:- tienen la inanidad, la p¡'e-
cirlas», jerarquizar persoriajes que en el ~flgtnal son casI
sencia quieta y la disponibilidad de las existencias de un
, ir
imperceptibles, expandir detalles, lllVertlr, roles), la re~­
stock. Ese stock, ese mundo-stock, Borges lo llamaba «tradi-
puesta de Borges no se reduce a una apologla de la reeSCn-
ción», y a veces directamente «lenguaje». Era lo que en los
tura. Otro Borges está en marcha, más elepurado y mental,
años veinte, cuando algo parecido a un futuro alentaba el
para quien reescribir ya resulta un alarde ~rcalZante, d~ma­
optimismo vanguardista, Borges había tratado' de enrique-
siado artesanal, completamente anneCon0l11lCO. La pllme-
cer Con metáforas, con sorpresas, con cosas inauditas, y 101
ra pista es Schwob. Mencionándolo en su Autobiografía,
que a partir de 1930 se convierte en archivo puro, ~na
Borges subsana en parte el «olvido» que excluyó al escntor
inmensa cantera donde
francés del prólogo original de Historia universal de la mfit-
descansan todas las ori- archivo "No quise repetir lo que Marcel
habla hecho en sus Vidas imagina- mirlo Esa leve indignidad importa menos, Slll embargo, que
ginalidades alguna vez Schwobrias. invcm3ildo biografías de hombres reales, lo que Borges vio en el libro de Schwoh. Vio menos un li-
inventadas. Borges, clá- sobre quienes ha quedado registrado poco o
I nada. En lugar de eso, leí las vidas de personas
sico precoz, descubre que conocidas
bro que una idea, lucnos·una prosa lncrana que un ~o~­
y luego debidamente las modifi. cepto -el de las «vidas imaginarias»-: un c~ncepto, le dlra a
el mundo en el que le qué r deformé según mi capricho. Por ejem-
Suzanne Jill Levine, «que era superior al ilbro mismo». La
ha tocado escribir es un plo, tras leer Thr CangJ ofNnu York, de !-ice-
ben Ashbury, escribe mi versión libre sobre ! I
segunda pista es la famosa nómina de fuentes que, usó para
mundo pos. Un museo Monk Easrman, el, pistolero judlo, en fla-
de la originalidad. gralHc conrradicción con la auroridad que escribir eilibro, incluida en el volumen como apendlce de
e1egf. Hice lo mismo para Billy (he Kid, para sinceridad erudita o pedido de absolución. Sin embargo, la
¿Qué hacer, pues, John Murrell (a quien reb01Ulicé Lazarus Mo-
última que menciona, un libro llamado Die Vemichwng
Con lo que hay? ¿Cómo rdl), para el profeta Velado ~e1 jorasoin, para
.,, pretendiente de Tichborne y para algunos
lograr que otra vez haya elorros." der Rose, ele AJexander Schulz, publicado en LClpZlg en
(Alltobiografia.)
',! 1927, es falsa. El «concepto» del libro empieza a ponerse
una prImera vez, que
verdaderamente borgeano. Borges «delinque» (saquea 511
algo parecido a un fulgor original, a una inauguración,
bibliografía) y confiesa que delinque (exhibe a las víctimas
pueda repetirse? Borges da una primera respuesta en Histo-
del saqueo), pero su confesión, viciada de fraudulencJa, es
rirJ universal de la infomia (1935), cuyos relatos -biografías
aún más perjudicial que su crimen. Borges hace pasar el
sucintas de un puñado de amateurs del crimeil-: son «ejer-
«crimen»,a otro nivel: lo hace «saltaf» del plano de los rela-
cicios de prosa úarrativá» de segunda man'o, dedaradamen-
tos propiamente dichos (que se presentan Como historias
.', te. Borges concluye el libro con un índice de «fuentes»
de vida pero en realidad son reescrituras de textos Y:l escri-
-una pequeña biblioteca saqueada- y lo inaugura admi-
tos) al plano del marco que los contiene, que de algt,lI1 mo-
tiendo que esas prosas «derivaj»> de sus «relecturas de Ste-
do los «autentifica», que indica cómo deben ser leidos. A
venson y de Chesterron y aun de los primeros films de Von
fin de cuentas, Borges no tiene obligación alguna con la
Srernberg~,. Pero las cosas no son t'ln sin;ples. Aunque mu-
verdad cuando cuenta las vicisitudes de '1'0111 Castro, el 1111-
114
1 15
1
postor, y su artífice, el negro Boglc, o cuando describe la nlina en el 1110mento exacto en que el héroe Ud a conocer al
determinación con que la viuda Ching aniquila las' fuerzas objeto de su búsqueda. Después de comparar la versión in-
imperiales. Pero la contrae cuando decide incluir, con toda ,~!"'
,
dia de 1932 con la inglesa de 1934, después de preferir la
seriedad, un índice de fuentes -«p\ledo hab~r mentido», pa- . .," primera, más «fealista»; a las extravagancias teológicas de la
rece decir Borges,. «pero todo esto ha salido de algún lado»- segunda, el 'crítico, para que la obra de Sal1adur no se ensi-
y es ahí, en esa zona de verdad desestabilizada, donde el de- misme demasiado, termina su reseña endilgándole algunos
lito es a la vez más abstracto y más perturbador. notorios parentescos literarios. '
Un poco más tarde, todo lo que despuntaba en Historia Formalmente, la nota es impecable. Respeta todas las
univenaf de fa infomia precipita con una extraordinaria reglas de la «buena» reseña bibliográfica: presentación del
concisión en «El acercamiento a Almotásin1». El texto apa- libro y del autor, descripción de 'sus repercusiones, resumen
rece publicado al final de un libro de ensayos, Historia dda del argumento, comprensión del tema, valoración, afinida-
eternidad, en una sección aparentemente anodina titulada des literarias con otras obras. Formalmente, el crimen es
«Dos notas». Todo indica que es un simple comentario bi- ~ i
perfecto. El libro de Bal1adur, por supuesto, sólo existe en
bliogdfico, una más de las tantas reseñas que Borges escri- la imaginación de Sor-
bía a mediados de la década del treinta. Pero se trata de ges, lo que no signifi- imaginación «Doté a ,su segunda y apócrifa
Sorges, y todo indica que estamos equivocados. «El acerca- ca exactalllcntc que no edición con un editor real, Viclor GalIana., y
con UIl prefacio de una escritora real, Do-
miento» es, en efecto, una nota sobre ~nlibro, un libro que exista: significa que exis- rothy L Saycrs. Pero aU{Ofy libro son entera-
se llama como la nota ~Ef acercamiento a Afmotásim-, escri- te en la medida en que la mente de mi invención. Aporté el argumento
y cierros demlles de algunos cap (tul as -pi-
to por un tal Mir Sal1adur Alí, publicado en, Sombay a reseña de Sorges 16 pre- diendo cosas prestada~ a Kij11ing e introdu-
fines de 1932, que entrelaza los mecanismos del género po- supone. «El acercamien-, ciendo a un místico persa dd siglo Xli, Farid
, ud-Di n Arrar- y, luego pUlltWllicé cuiebdo-
licial con las aventuras místicas. El críticó.,(Borges)porme- ~]: to a Almotásim» lleva la
'".,'
samcntc sus limitaciones. [... ] QlIicnc~ leye-
noriza a.lgunas circunstancias impo'rtantes: el éxito.cosecha- '~~ ;
liter~tura parasitaria a su ron "El :lccrcamicnto;¡ Almodsirn" creyeron
do por la primera edición, las sucesivas reimpresiones que ,
," en lo que Jeda y uno de mis amigos Ilegó:t or-
,,11
colnlo, esto es: a su lÍlni- denar la compra dc un ejemplar en Londres,))
lo reAejaron y, por fin, la consagratoria edición inglesa, de " te y también a su autoa- El amigo in('aulO es 13ioy Casares, aquicn Bor-
1934, sin ilustraciones pero con prÓlogo de Dorothy L. Sa- \ 1, nulación. Borges, como gcs Kusará» después, en «Tlón, Uqbar, Orbis
Tenius», como usa en su glosa el nombre real
yers. Luego, con ese extraño talento borgeano para abreviar . bue~ parásito, glosa y se de Dorothy Saycrs: cO,mo cristales de rc'ali-
y detallar af mismo tiempo, describe· el argumento de la 'alimenta de un 'libro aje- dad que brillan. indiscutibles, en medio de
un contexto de imaginación o de falacias, pa-
obra, o más bien de sus dos primeros capítulos, y confiesa e:: no, pero ese libro ajeno
't; ra volverlo convincentc, «rcal», y al mismo
su incompetencia para hacer lo mismo con los otros dieci-
nueve. Debe abstraer, y desentierra el argumento general .,
':'~ I
no es más que una pos-
tulación de la glosa; el
tiempo para volverse ellos mismos, a s"u vez,
inesperadamente sospechosos.

que acecha bajo esa superficie de sobresaltos: ,da insaciable ,. ,


", ,
libro-madre (el libro de
busca de un alma -el divino Almotásim- a través de los de- Bahadur) es, de algún modo, hijo de la glosa que lo comen-
licados reflcjos que ésta ha dejado en otras». La novela ter- ta. El artista es una mera presunción del crítico, la obra ori-

116
117
g!nal es ~riginada por la resefia quc le hace eco, 10 que debe- Si <lEI acercamienro a Alillótásim» es inclasificable es
na CXlsnr antes no es Inás que un efecto retrospectivo. porque trabaja crítica, insidiosamente sobre la manera en
, Estamos en el corazón del vértigo borgeano, Antes / que nos acercamos ah literatura, poniendo radIcalmente en
después, causa / efecto, principal / secundario, original / de- duda los criterios que sostienen las clasificaciones del senti-
nvado: todas las categorías en las que descansa el sentido co- do común, ¿Ensayo o ficción? No hay respuesta, dice 1301'-
mún parccen haber sido enrarecidas por un vicnro extrafio ges, o la respuesta es móvil, inquieta, zigzaguean te, en la me-
desconocido, y se han puesro de pronto a delirar, como su~ dida en'que la 'identidad de algo escriro no se define por una
cede en los anillos de Moebius y las arquitecturas imposibles serie de atriburos sino más bien por la relación de aventura
de Esd,cr, Pero Borges no se detiene y asesta el golpe de'gl'a- que mantiene con los
Cla, SIete afios después de publicar «El acercamienro a Al- contextos en los que le relación de aventura La literatura segLIIl
Borges tiene la misma lógica de funcio?a~
1110tásinl)) COll10 nota en un libro de ensayos -es decir: C01110 toca aparecer. Asf, para miemo que el idioma de los y((hoor, b tribu
ensayo-, decide incluirlo tu El jardín de'los senderos que se Borges, un escritor no es que proragoniz:l el cuento «El informe de
Brodic»; (cCada palabra monosílaba corres-
bifiJrcan, su pnmera ColeCCIón de cucntos, Es decir: 10 reedi- sólo alguien que trabaja ponde a una iuea generaL que se define por
ta COH10 reJaro. No le toca una C0I11a, no· cambia palabras) con palabras, con frases, el contexl'O o por los visajes. La pabhra nrz,
I~O a]¡'era e! orden del texto, nada, Pero ¿es el mismo texro? con historias, con nlúsi- pur ejemplo, sugiere la dispersión o las man-
chas; puede significar el ciclo esrrellado, un
Se trata, una vcz más, de todo lo inquietante que acecha en cas verbales, sino alguien leop:mlo, una bandada de aves, la viruela, lo
la segunda vez de las COSas, La rcedición, en efecto, no pare- experto en un arte más salpicado, el acto de desparramar O la fuga
que sigue a la derrota. [ ... 1 Pronunciada de
ce ser ~lg~ pamcularmc11l:e decisivo; en rodo caso es un ges- frío, rnás incoloró, más otra manera o con otros visajes, cada palabra
,I
to,«ec!nona]", es decir exterior a la escritura literaria misma conceptual, del que a puede tener un senrido contrario. No nos"

y por 10 ta11l:0 un accidente de las circunstancias, Sin embar~ men~do no quedan hue-
maravillemos con exceso; en nuestra lengua,
el verbo Jo clMll~ vale por hendir y adherir.>I
go, aunque preserve la letra de! texro, la ,'intervención bor- llas y que, :Sin embargo, Una vez más, ·Borges incurre en una de sus
geana 10 ~ftcta irremcdiabl~mente, 10 que prueba que un es capaz de extraordina- contravenciones predilectas. Cuando la llar·
ma ordenaría definir primero cómo funcio-
gesto a pnmcra VIsta tan inocuo como reeditar un texto pro- rias revelaciones artísti- na un sistema general para luego identificar
PIO lllvolucra, en Borges, una serie dé decisiones anísticas cas: el arte de manipular sus excepciones, Borges raStrea en la excep-
ción, en la rareza, el modus operandi del siste·
t~n ~ruciales como las que probablemente le requirió escri- contextos. ma general. El idioma yahoo. exóticO y me-
~~ :
bIrlo,' Borges no opera esta vez sobre e! texto, como hará en Es dificil exagerarla nor, casi más una curiosidad que \Ina lengua,
ij ;: es el modelo Jellengu:lje.
muchísimas ocasiones a lo largo de su carrera; opera sobre el [,,'
"
in1ponancia que 'cia dcs-
contexto, es decll': sobre el marco y sobre las condiciones en 1, t~eza tiene en Borges, manipular contextos El escritOr es un in-
gcnicl'U de conleXI'OS. Habría que revisar una
las que el texro se presenta alleeror; en otras palabras, 1301'- Opera en rodas partes, ve? más, ahora a la luz de esta idea, el reHato
ges, con un gesto invisible (no retmlano, como diría Du- todo el tiempo, en rodos que pirita a notges como un. escriwr «en.ce-
ehamp), interviel~e en el conjunto de instTucciones que el los niveles; como si fuera rrado), en c11cnguaje, en lus libros. en la lite-
ratura. La obsesión constanre por el contex-
contexto proporCIona para leer y descifrar un texto en pani- a la vez la materia y el to -tal vez la obsesión m:ís borge:m<l de
Clllar. ¿Nota blbilográfica o relato? princi pi,o conceptual de . Borgcs- explica, por ejemplo, el volumen de

118 119

1.,-
1
su obra. Es como si escri- encrgra r la prodigiosa escrupulosidad que podIdo imaginar: un pe- Buenos Aires «Una VC7" ell Madrid, un
bir fuera eso, nada más y 130rgcs invierte, a lo largo de medio siglo, en
queño sótano en una periodista me preguntó .~i en Buenos Aires
l:ls sucesivas rcccliciones de sus oh ras. Supre-
nada menos que eso: habla un Alcph. Casi cedo a. la tentación y le
siones, correcciones, añadidos, prólogos a casa anónima de un ba- digo que sí, pero un amigo imervino y sefia-
cambiar cosas de lugar, los prólogos, nOfOlS al pie, posracios: esa tha-
rriópobrcde' Buenos 16 que si un objeto semejalHe existiera sería
nía de la rcnificaci6n con la que Borges alte-
cortar y pegar, extrapo- ra su propia obra dcmucstr:t que para él ree- Aires»; de "Los dos reyes
no sólo la cosa m;Ís célebre del mundo sino
que revolucionarla toda nuestra concepción
lar y hacer injertos, des- ditar no es repetir, o que una repetición no
y sus dos laberintos» res- del tiempo, la astronomía, las marem~ticJs y
es el rétorno de lo mismo sino, precisamen-
colocar y reponer, expa- te, la posibilidad de aparición de una dife- cata su ({decorado orien- el espacio: "Ah", dijo el periodista, "enlOn-
ces usted inventó todo' eI·asumo. Yo pensé
triar y arraigar, separar e rencia. La obsesión llega a cierto colmo·en la
tah, «su deliberado pro- que era v~rdad porque usted habla puesto el
insertar. Definir un per- versión de Fuvor dt: Bumo! Airt'!s (1923) que
nombre de"la calle.""
aparece en Ia.~ Obrns compktl1s (1974) y que pósito de ser una página
sonaje o urdir una trama incluye un poema de 1966 titulado «Líneas . extralda de las 1001 no-
-por mencionar sólo dos que pude haber escrito y p,erdido hacia'
1922». Borges no se conforma con '1limpiar» ches»; de «La muerte y la brújula», el hecho de haber <~empla­
obligaciones rudimenta- de poem<1S indescables un lihro de juventud zado la historia en algún decorado cosmopolita, ajeno a
rias de cualquier escri- que ya no lo satisr.'1ce demasiado. A los 70 .,.,.
años relee su libro de los 25 y le <1grega lo <lile cualquier geografía específica», de modo de «eludir cual-
tor- es, antes que otra ,cree que "le hace falta: un poema capaz de quier sospecha de realismo», y «las formas de espacio y de
cosa, una cuestión de perturbarlo todo. Un poema escrito a me-
diados de los años sesenta, al estIlo de 105 que
tiempo que aparecen a lo largo del re!ato»; a propósito de
producción de contexto,
Sorges «podrfa h<1ber escrito y perdido» en «El hombre en el umbra],>, Borges insiste en e! decorado
de! mismo modo que e! .".
los anos vciiuc, incluido en un volumen que
lleva b I'echa de 1925 y que, a su vez, forma
hindú, que le sirvió para «volver menos obvia.la éxcepciona~ 'I~"

erecto de verosimilitud
parte de un volulTlcn mayor, las Obra! com- lidad» de la historia; de «La intrusa», por fin, apunta que «si-
general que debe destilar pktllS, cuyo pie de imprema dice: "Julio de
'.,..;
.-:-;~
tuó la historia en un pueblo casi anónimo del sur de Buenos
una ficción. ¿Contra qué 1974 ... Pregunta del millón: ¿a qué ano per-
tenece el poema «Uneas que pude h<1ber cs- Aires, más de setenta años atrás, de modo que nadie pudiera
fondo recortar la silueta ,crilO y pei-did<? h~cia 1922,,? discútir los detalles» ..
de un personaje? ¿En
El co;'texto no 'es sólo «lo que rodea»; e! contexto es ac-
qué epoca, en qué ambiente situar una historia? En los co-
tivo y crea. De ({El acercan1ienro a AlJnotásiJTI») a (Tlün,
mentarios introductorios que agregó a The Aleph ttnd Other
,Uqbar. Orbis Terrius», pasando por «Examen de la obra de
Stories, una edición norteamericana de sus ficciones, 10 pri- , ,
, ~
'Í-Jerbert Quaiw») las «ficciones sobre ficciones» -:'csa JllarCa
mero que Borges detalla son siempre las decisiones contextull- registrada de la literatúra borgeana- ¡lO son sino el género
fes que tomó en cada uno 'de los relatos. (La preocupación
específico en e! que se narran las aventuras de! extraño po-
no es azarosa: los prólogos son los contextos puntuales que
der contextual. Mientras el mundo de Tlün permanece, di-
Borges produce.para controlar, en la medida de lo posible, la
gamos, «en su lugan>, exhibiendo desde esa otra dimensión
entrada de sus .ficciones en el contexto literario norteameri-
sus leyes y sus costumbres bizarras, hay muchos motivos
cano.) El setting es, siempre, la clave del relato. Én "El
para el asombro pero ninguno para la alarma. Pero basta
Aleph», el truco está, segllJ1 Borges, en haber alojado esa es- 11.'
que una ·peque.ña brújula de metal, grabada con las leuas
fera maravillosa en "e! decorado más insignificante que haya
ilegibles de! alfabeto de Tlün, cruce y cambie de mundo y
120
121
arerrice suavemente en el baúl que la princesa de Faucigny
en prólogos, traduccio- rio". Por lo demás, Borges siempre con~ide­
Luclllge está abnendo en su departamento de la calle Lapri- I"Ó el .. Pierre Menanl» COlllO una especie de
nes y otre)S J10bbies para- bisagra, Lln plinto de inflexión ex,ra~rdina­
da, basta esa «primera intrusión del mundo fantástico en el
sitarios, y la invisible. La riamente productivo para su obra. El con-
mundo real» para que todo rrastabille. Ya no hay mundós texto personal en el ~ue lo concibe parece
que le imeresa a Borges, avalar esa opinión. l~n b Nochebuena .de
paralelos. Nuestro mundo, ahora, es el contexto en el que
por supuesto, es la invi- 1938 BOl'ges sufre el accidente 4ue desCflbe
esos objetos imposibles -la brújula, el pesadísimo cono de .. El Sur» y, postr<\do en una cam3 .de hos-
sible (que en el fondo es en piral, después de pasar un n~es t:n un 1Ilf¡~rno
metal que enloquece al gaucho en una pulpería uruguaya;
un tributo irónico a la de fiebre, (eme haber perdLdo sus capaCida-
los cuarenta romos de la Primera Enciclopedia de Tl -
ón insignificancia de la visi- des literarias. La madrc, COntra sus protes-
e~piezán a vivir y a moverse. Herbert Quain, no~elistapo~ .' ras, le lee algunas páginas de Furm del pla~r­
ble). Esa obra, escribe fn da silencio, una novela de C. S. Lewls.
, llclal y autor de una comedia freudiana de éxito, podriaser
Borges, «tal vez la más Borges se pone a llorar y dice:."Uoro porque
~ólo otro escritor inventado y glosadb por Borges, un freak comprendo.» Pero hay un r~lIedo que ~oda­
significativa de nuestro vía persiste; "Me pregunté. SI alguna vez p~­
Inocuo, neutralizado por sus propios caprichos literarios.
tiempo, consta de los ca- clda volver a escribir. PreViamente habla es-
Pero sobre el final del relato, cómo si nos mirara por enci- criro algunos poemas y docenas de rese.fi~s
pítulos noveno y trigési- breves. Pensé que si ahora inlentaba eSCribir
ma del hombro, Borges deja caer una revelación tan fantás- ,
mo octavo de la primera Hna y fracasaba, entonces signillcarfa gu:
tica como la que cierra "Tlün »: de uno de los ocho relatos
parte del Don Quijote y estaha terminado i'Heleclualmellle, pero SI
imentaba :dgo que no hubiera hecho nllnc~
del último libro de Quain, Statements, Borges cometió «la
de un fragmento del ca- anteriormente y fracasaba, no seda tan do~
mgenuldad» deextner "Las ruinas circulares», «una de las
pítulo veintidós». Como IOfQSO y hasta podría prep:lI:ume para Ia.r~:
I~arraciones ~ellibro El jardín de senderos que se bI¡urmn». velación final. Decidí que illtemarla escubH
en una espiral veloz y al- un cucnro. El resultado fue "Pierrc Menanl,
El comentano de Borges hace existir a Quain y a la obra de
go lunática, todas las es- amor del Quijote" .);
Quain, de la que uno de los relatos de Borges ha sido exca-
vado. ¿Cuál de las dos obras -la de Quain, la de Borges- es ," trategias y trucos que )'
el Contexto de cuál? ' Ramón DolI denunciaba en Borges confluyen ahora,en 1 lec
rre Menard, en su obra maestra infatigable, en la sobslIcada
La gran apoteosis del arte contextual borgeano es sin
argumentación que proporciona para justificarla. D~ce. Me-
duda "Plerre Menard, autor del Quijote», el segundo relato
de El jardín de senderos nar d : (( C 0t11pOn cr el Q uiJ' ore
' a pnnClplOS . del SIglo
~ dIeCISIete
..
que se bifitrcan. Borges era una empresa razonable, neccsana, acaso fatal; a pnnCl-
Menard Se ha dicho que tlPierre Mc- ,)ios del veinte, es casi imposible. No en van?han transcu-
vuelve a fabricar un escri- n~rd: .. " es la respuesl;i sutil, elegante, algo
. tor 111enOf, esta vez fran": dlferala .en el tiempo, de Borgcs a' RamÓn ~rido tÍ-escientos años; cargados de compleJlSll11os hedlOS.
0011, que cinco años ames lo habrá acusado Entre ellos, para mencionar uno solo: el I11lsmo QUIJote.»
'cés, reverenciado apenas de «dar por 'inédiro a Don Qltijo/~ d~ la
por baronesas decaden- Mancha». Si lo fue. se rnilJ sin duda de una Reperir el teXto del Quijote es somererlo al golpe br~ltal de
tes, y divide su obra en réplica feroz, formidable, alliqLdlado ra , que una diferencia que es, a la vez, inasible y radICal: la dIferen-
prueba hasta qué pumo para el sistema HOI"-
dos categorías: la obra vi- gcs eran más redituables los alaques que los cia de los contextos. "El texto de Cervantes y el de Men~rd
sible, que se deshilacha elogios y a qué altisima caregorfa supo elevar son verbalmente idénticos, pero el segundo es casI Infinita-
BO/'ges su cOIl~ición de «escritor parasira-
mente más rico», dice Borges. Todas las plusvalías que enn-
122
123
ft
1
I

quecen al Quijote de Menard tienen un solo origen: el tra- OCHO


bajo del comexto, el modo múltiple, fatal, exhaustivo, en Cartón pintario y métaflsica
que un panicular bloque de espacio-tiempo .(1934) se apo-
dera de CIll texto de tres siglos atrás y, sin cambiarle un solo
signo, desfigurándolo por completo, lo preña de sentidos y
usos inesperados, lo obliga a citar a William James, lo vuel-
ve contemporáneo de Bertrand Russell, lo rinde a la i n-
Auencia de Nietzsche.
No es casual que el Quijote, la gran obra de Pi erre Me-
nard, se haya perdido. El autor, dice Borges, «multiplicó los
borradores; corrigió tenazmente y desgarró miles de páginas
manuscritas. No permiúó que fueran examinadas por nadie
y cuidó que no le sobrevivieran». Que la obrase perdiera por .r..
En 1927, Borges usa un modesw· articulo de diario
decisión del propio Menard prueba que la pérdida -la des- -«La simulación de la imagen»- para discutir un enigma
trucción- ya formaba parte, ya estaba inscripta en el progra- muy persistente:.\a elusiva, sinuosa relación que existe entre
ma mismo de la obra. EIQuijote de Menard no podía sobre- una imagen (una metáfora, una figura literaria, un malaba-
vivir porque no era una «obra» sino :lIgo Jllás inst.antáneo, rismo poético) y el que la recibe: su oyente, su lector, su
más poderoso, más inmortal: una iriea de obra, un «conccp- ",.,
destinatario. En otras palabras: qué y cómo diablos hace- ,
to» .llmpido, desnudo, a la vez gratuiw y completamente efi- mos para descifrar e imaginar a partir de ese trozo de len- . '1
<j
caz, como e! concepw de las Vidas imaginarias de Marce! guaje que alguien nos envía. Como de costumbre, Borges ~ ·1

Schwob, que Borges admiraba al punto de considerarlo «su- ilustra sus argumentos con ejemplos microscópicos: la dife-
perior a la obra». La obra de Menard es «un dislate», di~e rencia de efecto, por ejemplo, entre riquísimos techos y ri-
Borges, yes difícil contradecirlo. Pero ¿no hay algo de Borges ·cos techos. El razonamiento patina rápidamente hacia la
en Menard, en sumanla «de caminar por los arrabales de Nl- comicidad, hacia un humor francamente macedoniano.
mes)), en su «letra de insecto»? Y adcrnás; ¿hay acaso algün ar- :~ ~(La voz riquísimos no es de fácil operacióm), pormenoriza
tista más digno de llamarse borgeano? Sobre el final, después Borges: «oímos decir rico primero, lo imaginamos, y ya la
de haber fundamentado largamente el dislate, el narrador desinencia nos quiere reclamar una refacción o corrección o
del relato admite la única, la verdadera (aunque tal vez invo- decantación del concepto, sin otra ayuda que la de su mis-
luntaria) contribución de Pierre Menard a la cultura: haber mo insípido ruido, tan impersonal que también para decir
enriquecido «mediante una técnica nueva el arte detenido y pobrísimo lo conchaban.» Lo que importa, de todos mo-
rudimentario de la lectura: la técnica del anacronismo deli- :~ dos, es la posición que Borges -escritor de vanguardia, to-
berado y de las atribuciones erróneas». Es decir: haberle su-
,L
I davía- adopta para discutir algo tan crucial como un efecto
ministrado ~ Borges las armas que lo harían célebre. .~ . de sentido. Cuando todo lo autorizaría a la indiferencia o al
124
125
,
"
desdén, Borges se pone en e! lugar de! otro y busca en su oído, otro artículo de diario de 1927, Borges pone una metáfora
el oído del Otro, las leyes secretas de lo que él, Borges, habrá cualquiera -el incendio, con feroces mandíbulas, devora el
de escribir. La pregunta borgeana no es ¿qué decir? ni ¿cómo campo- frente al tribunal para resolver «si es condenable o
escribir?, sino: ¿cómo se oyerLas palabras no tienen sentido; a es lícita». ·No termina absolviéndola sino declarándola
lo sumo lo adq uieren, pero sólo en h medida en que entran in imputable. En el trance de evaluar la figura, Borg~s dice
en algún tipo de relación, en que forman parte de alguna que hará «corno el lecror, que sin duda ha suspendIdo su
clase de contraro cnn eSa otra instancia que es un oído. To- juicio, hasta cerc:iorarse bien cúya era la frase». Antes de )UZ-
do escriror siempre es un «contratante verbal» (la ·expre- gar, pues, ellecror se pregunta de quién es la metáfora. Por-
sión, aunque resistida, es derpropio Borges), y toda poética que ellecror (llamemos así, sólo por comodld~d, ese estra-
es siempre una poética de la resonancia.
tégico lugar borgeano que incluye figuras tan dIversas como
Esa forma contractualista de concebir el sentido es ape- el otro, e! interlocutor, el confidente, el destrnatarro de! re-
nas Otro avatar de la obsesión borgeana por e! contexro, pe- laro, el heredéro, el ,doble», etc.) es el gran agente eontex-
ro alcanza para desmentir una de sus reputaciones más tual de Borges en la medida en que «abre» el sentielo a todas
afianzadas: la del escri-
las fuerzas que lo producen, lo afectan, lo determinan. Leer
tor recluido en su torre contr.'Ilante verbal' El culmo de este con-
es sien1pre restituir o inventar contextos: «Esta locución, ¿es
de marfiL Hay pocos es- traciualismo verbal son los· libros de enrre-
vistas COII l3orges. Hay IIlUdlúS, y en cada condenable o es lícita' Yo afirmó que eso depende solamen-
entares tan' atentos) tan tillO Borgcs pall!ce iruerprctar ¡¡ un persona- te de quien la forjó, y no es paradoja. Supongamos que en
analíticos, tan interesa- je distjmo. No son sus dichos los que cahl-
bi:m, sino más bi.cn la disposición qlle los un café de la calle Corrientes o de la AvenIda, Un lIterato
dos por las órbitas com- envuelve, el humor, la actitud con la que me la propone como su-
plejas y múltiples en las Borges decide !:ul7.ados a un ruedo que está
fuertemente determinado por la presencia ya. Yo pensaré: Ahora es agente contextua! En ,,1....'1 fruición li{cra-
que la literatura flota ca- ria)), Borges anticipa más de dia afias uno
del emrevistador. De ~hí el carácter farscsco, vulgarísima tarea la de de los hallazgos de Pierrr MWlll"d, nutor d:1
da vez que se da a leer. cuma de comediante cOnl¡;ulsivo, que tiene
Borges como entrevistado. La obsecuencia
hacer metáforas; susti- Quijote: la idea de que el tiempo lec y escrJ~
Este arrista de la reper- he y abole cualquier repetición. "El tiempo,
de Jean de Milleretle inspira las formas más tuir tragar por quemar tan preciado de socavador, tan famoso por
cusión (categoría que pérfidas de l:t falsa modestia; se pone parco y
no es un canje muy pro- sus demoliciones y sus ruinas de Itálica,
también relativiza, ilu- desconflado ante Georges Charbonnier, que también construye. Ai erguido vcrso de
-como buen fi';\lIcés- despt:écia las preglln~ vechoso; lo de las man- Cervames ¡ Vivt' Dios, qur me rJpnntt1 rJ/i¡
minándola, la famo- tas y lo abrurtm con argumclHaciunes que díbulas tal vez asombre a grandrzn! lo vemos rer."1ccionado Y..,hasta no~
sa «nlodcstia desintere- duran p~rrafos;· es ligeramente académico
·con Richard ·Bu'rgin, y un· poco 'didáclico, algui~n, pero es una de- inventor
rabie mente ensanchado por él. Cuando el
y detallador de Don QIllj"OU lo ce-
sada» de Borges) no cree casi patcrnaJista, ton María Esther Vázque"l.; bilidad del poeta, un de- dac{ó, vive Dios era interjección tan barata
por ejemplo que las me~ con Antonio Carrizo es campechano, anec~
dó,ico, personal, y si cada tanto, como un jarse llevar por la locu- como cnramba, y rspántar valb. por (lsom~
ráforas, por bellas que brar. Sospecho que los cOlll'emporáneos su-
lujo al paso, deja caer alguna frase en alc~ ción fi¡ego devorador, un yos lo scntirían así: i Virrtltl lo que me l1Som~
sean, encierren en sí mán, es menos por fidelidad a sí mismo que
para complacer la id ca de la cli!rura que se
automatismo [ ... ] Su- bra rslr nparato.' O cosa vecina. Nosotros lo
mismas algún valor. En vemos firme y garifo. El tiempo -amigo de
hace La vidn y rl canto, el programa de radio pongamos ahora que me Ccrvantes- ha sabido corregirle las ptue~
«La fruición literaria», más popular del país. la presentan como origi-
126
127
~'.
1
I

naria de un poeta chino o siamés. Yo pensaré: Todo se les antólogo, como editor, I;¡ disidencia,' a la incenidumbre. Asf, a los
vuelve dragón.a los chinos y me representaré un incendio como director de colec- prólogos originales, Borges se ve obligado a
agregar posdatas para restaurar olvidos, para
claro como' una fiesta y serpeando, y me gustará. [... ) Su- ciones literarias. Agre- introducir algún matiz, a veces, incluso, pa~
pongamos que me revelan que el padre de esa figuración es guemos los largos años ra .que la cvidcncia del presente corrija las
Esquilo y que estuvo en lengua de Prometeo y que el arres- que dedicó a la enseñan- inadvertencias de! pasado. Una posdala de
1971.relee las lecturas que Borges háo del
tado titán, amarrado a un precipicio de rocas [... ), se la dijo za (los seminarios en el Alartln rIr:rro }' de la poesía gauchesca en
al Océano ... » Colegio Libre de Estu- 1962 y 1968. Sólo que Borges, ahora, lee su
antigua admiración por esa tradición argen-
La imagen de Borges vacila. Para ser alguien que preten- dios Superiores, la cáte- tina a través del pavor que le inspira la "bar-
de reemplazar el mundo por la literatura, ¿no piensa dema- dra de Literat~¡ra Inglesa barie» de una nueva experiencia peronis¡a:
"El Martín Fin'ro es un libro muy bien es-
siado en el modo en que el mundo le da/ sentido a la litera~' .
en la Facultad de Filoso- crito y muy m;tllddo), dice. "Hcrnández 10
tura? ¿Qué clase de:fortaleza privada y.solipsista puede ser fía y Letras de laUnivcr- escribió para mostmr que el Ministerio de h
Gucrra -uso 1:, nomenclatura de la época-
escribir, si todo lo que se escribe ya ha sido oído, descifrado, sidad de Bucnos Aires) y hada del gaucho un desertor y un traidor;
modelado y sancionado primero por el oído de otro? ¿Có- Borges se nos aparecerá, 'Lugones exaltó ese dcsvcmurado a paladfn y
mo defenoer la idea de una literatura autónoma, autárqui- lo propU$O como arl"luet'ipo. Ahora padece-
no conlO el erenlita autis- mos las consecuencias.»
ca, autosuficiente, cuando todo libro implica siempre un ta con el qu'e a menudo se
llamado a la alteridad: a ser otro, a ser usado de otra mane- lo confunde, sino como colecciones Solo o con colaboradores

ra, a servir para otra cosa? A lo largo de su vida, Borges mul- un activista ubicuo, in:-
(Bioy Cas,tres, Silvina OC:thlpO, Mada Est- ,.
her Vázquez, Silvina Bullrich Palenque,
tiplica sus intervenciones contextuales. Su intensa práctica cansable, una.:suerte de Marg:lrit:l Guerrero, cte.), Borges compiló a
.,
lo largo de su vida una ucintena de antolo-
de prologuista, por ejemplo, no tiene otro fin que el de con- encarnación sarmientl- gfas literarias. Se ucup:tba -de seleccionar y
'""
trolar al máximo esa na .tardía que se afana prologar los textos y a veces, también, de
franja de azar que se prologllista De controlar el COlllexto a traducirlus. Muchas gir:tb:1Il alrededor de
por ocupar todas las re- un tem:l COmún o de un autor (dos sueños»,
abre entre un libro y su h~cerlo delirar hay apenas un paso, y es r;HO giones donde'eI .séntido "el compadrito)), ".eI ciclo V el infierno», "los
BQtgcs se prive de darlo. A su manera,
lectura, entre un sentido que que es inconfundiblcmente macedoniana, de la literatur~'se for~a, seres imaginarios», ;<1;1 iJoes(a gauchesca,
Macedonio Fernándcz, C:miego. Quevedo,
y sus .destinos posibles, y el tfrulo del volumen que recopila muchos cristaliza, se propaga o se K<"Ilka, etc.), peto las m~s mem-orables -las
que es precisanlcntc uno de sus prólogos ya lo deja entrever: Prólogos dispara en una dirección m;ís productivas p<lra la litcratum :trgcntj~
c()n un prólogo dr prólogos (J 975). Horgc.~ lIsa Il:l- fueron las que dedicó a dos géneros
de los campos de batalla esa colección de antesalas para distingl~ir el nucva. ¿Todas? No, no fund:ullemales: la literaltlra fant;Ístlc<l (An-
don1e se .deciden la verdadero prólogo, que es «una especie Iatc- todas. Falta una' región tología de la litmullrtl jill1tdstica, de 1940, y
ral de la crftiGI); (le sus "mü!tip[es ypatétic:1s Cuentos breves J' extraordinarios, de 1955)
identidad y el valor do' parodias, que se desvanecen en «oratorias de clave: la región de los y la lileratur:l policial (Los mejores cuentos
las literaturas. Es el mis- sohrelllesa», en "panegrl'icos fünebrcs», en medios. policiales, de 1943).· Borges, que y:¡ muy
«hipérbo[cs». Pcro [o que cl libro pone en tcmpr:lIlO habra incorporado el método an-
mo objetivo, entre peda- escena, en realidad, es que e! COll{exto es 'por Recién ahora, tarde tológico ;t Sil propia ficción (Historia uni-
gógico y militante, que definición insal'llrable -imposible pronun~ pero seguro, ernpieza a vt:/"Sltl de In infamia lermina con una selec-
an!111a también su pro- ciar una verd:td lÍltirn:t sohre un libro-, y reconocerse 'que gran ción de textos ajenos llamada «Etcétera»,
que cl prólogo, como instan.cia cOlHexlUal, quc Borgcs, quc al";aba regalar lo que no le
digiosa fertilidad como siempre est:í. condenado a la inestabilidad, a parte de la obra de Bor- pene~led<"l, dedica a su amigo y traductor

128
129
ges fue origillalmente es- Néstor Ib~rra}. redescubre la compilación y
crita y publicada en me- la transforma en una forma :mls[ica y didác- esencialmenre por la poe- si dentro de cien afios la República Argenti-
rica a la vez. Arte de In elección y del mOlHa~ sía, los grandes libros de na habrá producido un amor de importan-
dios gráficos (diarios, je, recopilar. para Borges, no es sólo reunir cia flllilldia!, pero sé qLle ames de cien años
suplementos culturales, lo que estaba disperso: es intervenir en el re~ ficciones (Ficciones, El un amor argcnrino habrá obtenido el Pre-
pariO de olvidos y de monumentOS que es Aleph, El hacedor, El in- mio Nobcl, por mera roración de lOdos los
revistas de interés gene-
ral, publicaciones litera-
ulla lladición, es oponerse o desviarlo, es
conceprualizac sistemas de parentesco y fa-
forme de Brodie) y los vo- pa{scs del AtI<1s.,¡
rias), en un contexto de milias literarias, es hacer aparecer diferen- lúmenes de ensayos (Dis-
cias inrerQas en lo que a simple vista parcda
fugacidad, de normas y uniforme, es promover algunas familias en
cusión, Otras inquisiciones). Pero como en el caso de Pierre
convenciones sociocul- detrimento de Ollas, es contexrualizar libros Menard, el trabajo literario de Borges también tenía dos ca-
huérfanos, cambiar libros de COIHCXro para
turales que tenían muy insenarlos en un linaje nuevo ... Como las
ras, una visible, la otra invisible, y la segunda era casi más vas-
poco que ver. con ese colecciones literarias (Borgesdirigió tres: el ta que la primera. Pasó mucho tiempo -demasiado, en reali-
,.Séptimo Círculo» -que impuso y práctica- dad- antes de que la no rabie extravagancia de libros como
limbo idílico llamado mente reguló, hasta fines de los afios sesen-
«libro». El Borges escri- ta, el consumo de literatlira policial en la los que Borges escribió con Bioy Casares (los Seis problemas
tor, el Borges culto y,
Argeutiua-, la "Biblioteca de lhbel>., 1:\ "Bi- partl don Isidro Parodi, Un modelo para 1(/ muerte, Dos fonta-
bliOTeca personah,), una antologfa es ulla
según la palabra que fla- formidable máquina de lectura: lee, deslee, sías memortlbles) lograra ser aceprada como parte (aunque
1l1caba en los años seten-
relee, hace leer. menor, caprichosa, un poco incivilizada) deJa familia borgea-
ta, «(elitista») incluso el . na canónica. Y mucho m,ís, sin duda, antes de que empeza-
Borges «universalistaJ), cuyas ficciones sofisticadanlcnte e~­ raa salir a la luz esa amplia producción borgeana que dormi-
peculativas dieron la vuelta al mundo con asombrosa flUI- taba, dispersa y polvorienta, en los archivos de la prensa
dez, como si bajaran directamente del cielo de la inteligen- argentina. Probablemente algo de esa tardanza haya sido «ine-
cia, fue básicamente alguien que se pasó una respetable vitable>>: es casi una ley que la revelación gradual de una
cantidad de años escribiendo en redacciones tumultuosas, obra siga un c:lInjno q uc va dd «centro)) a las «periferias», Pc~
con plazos perentorios, contra reloj y a veces contra sus je- ro una de las lecciones de 130rges, 'juizás una de las más vi-
fes, por dinero, y alguien cuyos textos, a menudo tachados gentes, es que no hay nada menos «natural». ll1cnos <<inocen-
de herméticos, compartían la misma página de revista con te», que el trazado de esa clase de caminos, y nada más
un aviso de corpifios, orto de pasta dental y con algún artículo discutible, sobre rodo cuando es implícito, que el criterio
particularmenre útil para las amas de casa. con el que se distribuyen y discriminan las zonas de una obra
En vida de su autor, . literaria en «centrales» y en «periféricas»,
la llamada «obra bor- aUlas de casa Tal vez haya alguna relación Con el paulatino blanqueo de las escrituras "laterales»
entre la frivolidad del contexto periodfstico de Borges (primero los Pr6logos, luego los Textos CflUtivos,
geana» supo ser un cor- y los raptos, de perspicacia fallida lll~e cada
pus prestigioso peto (o tanto asaltan 'a Borges. El 27 de noviembre más recientemenre las intervenciones en Sur que aún per-
de 1936, en las páginas de El Hogar, Borges
porque) escrupulosamen- escribe unas líneas que Sllcn;¡n ahor:J como manecían inéditas en libro; la desorientada edición de las
te acotado, compuesto una ironía póstuma: "Yo no sé. por ejemplo, contribuciones borgeanas a la Revista Multicolor de los Sá-
bados; los Textos recobr(/dos, que reúnen materiales publica-
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dos en diarios y revIstas' descubiertos La trayectoria de Burges en las circunstancias, que parece acompañarla conlO su reverso
los medios gráficos ;Hravic~a un amplio es~
entre 1919 y 1929), hay pecHo de public:lciones. En el principio (fi-
sombrío. .
dos cosas que se ponen nes de la década de 191 O) fueron las revistas Sería cómodo leer, en el despliegue simultáneo de estos
del ultrafsmo espaftol, Gr((Írt, Cosmópolis,
en evidencia. La prime- dos frentes borgeanos, la traducción de alguna forma ele
Ultra, donde Borges publica poesía, traduc-
ra: el importante grado ciones y UIl par de selecciones de literatura ambivalencia, como si Borges fuera una especie de DI'.
de compromiso que la expresionista. A lo largo de los <lilas veinte al-
]ekyll y de Edward Hyde que, amparados por una ficción
terna sus irucrvcncioncs en los principales
práctica literaria de Bor- órg;¡nos de la vanguardia porteft;¡ (Prisma, de identidad, se repartieran con ecuanimidad las jurisdic-
ges tenía con el mundo PrOll y Martín Fürro) con contribuciones pa- dones, los temas, los estilos dé dos maneras de hacer litera-
ra revistas menos facciosas rSínusis, La Vida j
periodístico, al que apor- L¡uraria) y, sobre ~odo, con la publicación tura: una culta, hermética, «intelectuall>, dirigida a un cená-
tó una masa densÍsinla de ensayos en medios de circubción más am- culo de amigos e iniCiados; la otra popular, accesible, ligera,
"plia corno la revista Nosotros o el diario'Ú1
de relatos, ensayos, bio- atenta a las apetencias de un püblico masivo y anónimo.
PrmSlt. (Varios de los textos de Discusión, no
grafías y semblanzas li- precisamente los más transparentes, nacie- Pero sería interesante, adeJnás de cónlodo, si esa lectura
teranas, reseñas biblio- ron en las páginas di ese periódico.) En 1931
Victoria Ocampo funda Sur, la revista litera-
aceptara tener en cuenta, antes que nada, todo lo que había
gráficas, presentaciones, ria en la que Borges publicará su obra más re- de ]ekyll en Hyde y viceversa.
traducciones, y también conocida (los en!iayos de Historin dr la rurni- .
«Nunca pensé en publicar librosl>, confiesa Borges en
dnd y de Otrns inquisicionrs, los relato!i de
un trabajo de edición FicciolUS, El Alrph y el haador). Pero 10!i su Autobiografta, recordando el origen periodístico de las
(mucho menos visible aÍlos treinta son los aÍlOS en que Borges con- biografías que integrarían la Historia unúJersal de la info-
solida su doble vida A·agrante. Mientras inte-
pero -por eso- igual- gra (aunque haciendo equilibrio en un borde mia. «Los artículos iban destinados al consumo popular a
mente borgeano y decisi- extraÍlo, siempre irónico y distante) el ho- través de las páginas de Crítica y resultaban marcadamente
mogéneo drculo familiar de Sllr, Borge!i
va) cuyos rastros esperan pintorescos. Supongo ahora que el valor secreto de aquellos
comparte con Uliscs Perit de Mural la direc-
todavía ser descubiertos. ción dd suplemento de los sábados de Críti- bosquejos -.además del placer sutil que me producía el es-
La segunda es la muta- ca, el diario más popular de la Argentina, y a
. partir de 1936 colabora regularmemc con un
cribirlos- residía en el hecho de Constituir ejercicios narra-
ción, el singular grado de semanario femenino, El Hogar, donde dirige tivos. Puesto que el argumento general y las circunstancias
cnrarccitniento y de revi- ;¡demás un;¡ sección quincenal informativo- me eran dados, sólo tenía que bordar juegos de variaciones
didáctica llamada "Gufa de lecturas: libros y
talización que sufre la amores extranjeros», dedicada a difundir vivas.l> La confesión es reveladora. Escribir para Crítica, por
obra «oficial» de Borgcs, obr:ls recientes de bs liter:ltHr:ls fr:lnces:l, in- j' lo pronto, es una operación más compleja de lo que parece,
nacida, al parecer, en el glesa y alemana. Cr/ÚCt1. y El Hogar son dos
lugares tan decisivos para Borgcs C0l110 Sur:
[ y Borges -al menos retrospectivamente- demuestra tener
laboratorio pulcro e in- en el diario de Botana public:l, por ejcmplo, ·t una fuerte conciencia de esa complejidad.' Borges escribe
accesible de la «alta lite- las biogmfl:ls de HiJtoritl tlllif/asal d~ f.tz infil-
mia, {,e! verdadero comienzo de mi carrera de
prosas y, arrasnado por una oscilación, no sabe bien cómo
ratura», cuando se la ar- escritor", y "Hombre de la esquina rosada", denominarlas. «Artículosl>,dice primero;haciéndose eco de
tiCLda con esa franja de el tCX(Q' que Borges considera su primer
la nomenclatura periodística; y después dice «bosquejosl>,
«cuento verd;¡dero». De El Hogar vienen las
producción Illenor, {(inl- notables miniatlll"as que después forn;arfan como si ahora contemplara los «artÍculosl> desde la perspec-
pura», sobresaltada por el volumen tilUlado Textos Ctllltif/os. tiva de ulla evolución específicamente literaria: bosquejos,
"
132 ~ I
~. ~. 133
.~1. ¡;::.
ejercicios narrativos, relatos ... Lo que importa aquí es la doblez panicular, una club estas palabras; "hay dos jd~as·'» "¡Ah!,,,
contesta Borgc~ . .. ¿Es que usted tenia la im-
f~ncióI~que Crítica cumple en el trabajo de 130rges: el dia- clase especial de oscila- presión de que quizá no hay ninguna?» ~jNo!
na es lIteralmente un oscilador, un espacio que transforma ción: el modo en que las Pero esm5 dos ideas se siubn siempre en pb-
frecuencias de la cul tura nos eXlremadamco{c disímiles.)) «Del lOdo
la escritura en una práctica divergente, equívoca, que nunca distilHOSII, confirnia Borges. que finge acom-
juega a una sola punta. Escribir es una operación estrábica. alta y la cultura popular pañar a Charbonnier en su descubrimiemo.
entran en una relación .cPor un lado, h;¡y el plnno inreleclUal, el pia-
«Destinada al consumo popular», «a todos los hogares ar- no matcm:ltico, por decirlo así. El aUO plano
gentinos», su valor es el pintoresquismo; llamada a ser lite- de interferencia recípro- es el poético. La idea de reSlilllir de t1n:t u
<
ratura, su valor consiste en poner en marcha undispositivo ca. Ese es el gran punto otra manera experiencias o estados de áni-
mo. Sus preguntas me han revelado que esos
de narración singular, fundado en la tergiversación y el que ewí en juego, por dos planos, esas dos caras, deben estar pre-
fraude. Son como dos frecuencias distintas (dos horizontes ejemplo, en un ensayo sentes siempre-jumas- en un libro.»

culturales), y Borges es- I COtIlO ((El truco», de


1928. En un extremo de la argumentación borgeana estácl
cribe en las dos al mismo frecuencias Publicada en la Rf'vista Multi- I truco, quintaesencia del juego popular, con sus reglas, sus
tiempo, como si lo que le color df los StíbndoJ, como se llamaba el SlI-
I'lemclilO de Critica, la historia de Monk dichos y su magia; en el otro extremo está el tiempo, la repe-
interesara fuera precisa- E:15t'man o de UilIl-Ianigan tenía asegur3do
mente la experiencia de un público de 370.000 Iccro[cs. Las mismas tición, la eternidad, lugares comunes dd pensamiento filo-
hisrorias, recopilad'loS juntu con las Olras cin- sófico .. EI ensayo (su propósito y su método) consiste en
la duplicidad, los extra- co púr la editorial Toc, que publicó la pri-
ños efectos de estereofo- mcrn edición de Historia tmivtl"sl1! d~ la in- contar cómo iunbos extreJll0S se unen, cómo¡ en. rigor, han
nía que la escritura sc famia, :lpcnas importunaron a 37 leclOres. estado unidos desde un principio, y Cómo ambos mantie-
ponía a producir cuando nen una relación de representación recíproca: el truco cuen-
entraba en un contextO periodístico. «Valor sccreto», «pla- ta la Illetafísica, la Jlletafísica cuenta el truco. «Asú>, tcnnina
cer sutIl»; esas expresiones, ¿no suenan acaso Gorno los susu- Borges, «desde los laberintos de cartón pintado del truco,
rros triunfales del contrabandista, ese experto. en dobles fre- nos hemos acercado a la metaflsica: única justificación y fi-
cuencias, dobles fondos y dobles sentidos? nalidad de todos los temas.» El hecho se repite. En «Cuando
En realidad, la idea de ocupar al mismo tiempo dos fre- la ficción vive en la ficción», un artículo de El Hogar de
cuencias dispares podría ser casi el principio axiomático de 1939, Borges, qlle no piensa renunciar a sus intereses por un
la literatura de Borges. Decir A y B a la vez, contar una histO- aviso de .corpiños, despliega para «consumo popular» el pro-
ria X mientras se cuenta una historia Y, escribir un relato y blema, a la vez artístico y filosófico, de la «puesta en abis-
n10». ((Debo oli prinlera noción del infinito», dice, Ha una
un ensayo SImultáneamente: la obra borgeaúa se especializa
en esa clase de dobleces. gran lata de bizcochos que dio misterio y vértigo a mi niñez.
Y lo que el c~ntexto pe- dobleces En una larga elHrevist'n de 1966 En el costado de ese objeto anormal había una escena japo-
riodístico pone en evi- Georges Charbonnier, sobre el final, paJ'ec~ nesa; no recuerdo los niños o guerreros que la formaban,
dencia, exaspera, incluso descubrir la maura borgeana de la. Juplici- pero sí que en un ángulo de esa imagen la misma lata de biz-
dad. "Le planteé preguntas muy vecinas so- cochos reaparecía con la misma figura y en ella la misn1a fi-
dramatiza, es un tipo de bre sus cuentos. Su respucsta casi sieinprc iJI-

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1
gura, y así (a lo menos, en potencia) infinitamente ... Cator-
ce o quince años después, hacia 1921, descubrí en una de las cina a Borges no es sólo pedagógica, eterna, en la que Borgr:s siem-
obras de Russell una invención análoga de Joslah Royce." el vértigo introducido pre CSt:1 aprendiendo algo de su padre ... De-
bla ser un niño muy pcqucÍlo. Porque re-
Escribir un ensayo (escribir a secas, más bien) es contar có- por la idea 'de un espacio cuerdo que [mi padre} me dijo: "Vamos a
mo se pasa de una lata de bizcochos a UI: libro de Bertrand y . un 'tienipo i nfiniti- ver; aquí hay algo que puede 'lile te guste" y
él era muy :lficionado al ajedrez,
Russdl, y sobre todo cómo la lata de bIzcochos y el lIbro mente divisibles; es, emonees,
era un jugador de ajedrez muy bllcno, en-
de Russell dicen, cada uno a su manera, con su propIo Id 10- principalmente, la capa- tonces me puso anle el Tablero y me explicó
Jna, lo tnismo. . cidad extraordinaria que las paradojas de Zcn6n, Aquiles y la tortuga,
ya sabe, las flechas, el hecho de que el rnovi-
esa idea (abstracta, difí- ll1icnlO era imposible porque siempre habla
Borges disClÍte en las páginas de los diarios las mismas
cuestiones que lo desvelan cuando escribe para Sur o que cil, especulativa) tiene' un punto intermedio y esas cosas. Y recuer-
do que me habló de todo ello y yo estaba
fulguran, envueltas en una nube de erudición, desd~ sus lr- de encarnarse en ficcio- muy illlcrcsado. Y me lo explicó con [a ayu-
bros: la paradoja dd mentiroso, el teorema de Godel, la nes que son de otro or- da de un tablero de ajedrez.» Cambiando el
OIjedrC'l por un pufiOldo de 1T!0nedas, el padre
cuarta dimensión, la eternidad, el infinito, el doble, la me- den (figurativa~, narrati- hará exactamente lo mismo para ilustrar la
.,
táfora, las aporías de la filosofía griega, el nominalismo ... vas, lógicas, etc,), y que teorfa de la imposibilidad de los recuerdos ....';!

..,. ~.::~~
Cita los mismos libros, exalta los mismos escritores, traduce sin embargo están llama- verdaderos. "Colocó !lna moneda encima
de otra y dijo: "Ved s, esta primera moned.a,
las mismas literaturas. No es condescendiendo como res- das a ilustrarla, traducir- la de abajo, serfa la primera imagen, por
ponde a las coacciones del contexto periodístico. Cuando la, e~plicarla. La parado- ejemplo, de la casa de mi nifie7" Esta segun- '.' .
da serí;¡ el recuerdo ele aquella casa cuando
ja de AquilcS y'la tortuga llegué a Buenos Aires. La rercera, otro re-
presenta a James Joyce en El Hogar, cuando desmenuza a
Delnócrito de Abdera en la Revista. Multicolor de los Sdba- es el ejemplo perfecto de cuerdo, y as{ una y Q(ra vez. Y como en caela
recuerdo hay una ligera diferencia, supongo
dos, Borges, lejos de alivianarse ? de. negociar, es más bo~­ la doble frecuencia bor- que mis recuerdos de hoy no se ;¡scn~ejan
geano que nunca: escribe su propia Enciclopaedta Brltannz- geana: el griego más rá- mucho a los primeros recuerdos que [en la",
y afi;¡dió: "lntemo no. p.cnsar en cosas "pasa-
pido de Grecia y el ani- das, ·porque si lo hago, lo estaré haciendo
ca, imagina una realidad máscompleja'que la q~e declara al
lector ir refiere sus derivaciones y efectos, reeSCrIbe y adulte- nlal ~ás lento del ~ undo sobre recuerdos, no sobre las primeras imá-
genes,"))
ra, reduce la vida entera de un escritor o un pensador a dos encarnan la idea de la in-
finita divisibilidad del
o tres escenas, transcribe y traduce. Pero sobre todo opera
en una fraája familiar, muy persol1al, que quizá merezca espacio, pero al encarnarla enseguida la enrarecen, la inquie-
más que ninguna el nombre de terra borgeana: el espacIo tan, la empujan a un borcle de estupor o de imbecilidad: ¿có-
que hay entre. dos registros, dos percepciones, dos formas mO es posible, en efecto, que Aquiles nunca alcance a la tor-
de rawnamiento, dos lenguajes .. tuga? En esa carrera improbable, una extraña pareja de
Tal vez eso explique algunas persistentes predilecciones héroes figura, representa, actúa ciertá idea del espacio para
borgeanas. La paradoja volverla visible, pero la figuración no es ciento por ciento
de Aquiles y la tortuga, Aquiles y la tortuga En el origen de la do- inocua, y la actuación, aunque respete al pie de la letra c1li-
por ejemplo. Lo que fas- ble frecucnci;¡ cslá, una vez más, CS;¡ escena breto escrito por Zenón, introduce un inesperado suple-
mento de perplejidad. Es entonces, diría Borges, cuando
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137
i
"
una idea (filosófica, religiosa, científica, maremática) se los dogmas talmúdicos) UIl:l exposición, y \lna exposición entreteni-
transforma en un embrión de ficción y se vuelve literaria- es la antítesis militan- da panl cllcctor porque había COS<1S que me
atralan por su c)(traÍle",a: tuda la leyend,l del
te, belicosa, del famoso Ruda, la astronomía, b cosmologla de los
mente productiva.
chiste en el que una mu- budisl<"lS, pero ella vda todo eso nada m:is
Ésos son los des te- productiva Hay ulla idea, la idea es «tra-
ducida» por un ejemplo, y el ejemplo. acaso jer, al término de una que desde: el plUHO de vist<l ético .. "
llos"c]ue Borges multipli- porque habla IIn idioma que no es el de la
ca en su obra «invisible», idea, pone en evidencia la extrafie1.<l, 1;\ lOr-
conferencia de Einstein,
tuosidad o el núcleo insensatO ,de la idea. , se acerCa al Hsico y le pide que le explique en pocrlS palabras
periodística, cada vez Ese chispato és el eqllival~'n{c de' la formuia I
que trabaja con la doble de ColeriJge qLIC a Borges le gustaba tanlO la teoría de la relatividad. Einstein ensaya una reducción,
citar para definir el estado· dellecwf: la 511S- pero la mujer sigue en las nubes. Ensaya una segunda, tam-
frecuencia, cada'vez que 'pensión de la incredulidad. Sólo que en este i,
.¡ , bién en vano, y luego una tercera y una cuarta. A la qltinta
enfrenta un tópico de caso la fórmula se invierte, y lo que llorges I
la cultura alta con el suspende de inmediato es la credulidad. No versión, la mujer sonríe. "Ahora entendí», declara Con feli-
iTU ni la idea, y esa misma incn:clulid:ld
«ejenlplo», la (ilustra- transforma la idea en un princiliio de fic- cideld. "Pero eso, señora, ya no tiene nada que ver coI1 la
ción», el «caso» que lo ción. De ahí el asombro, el provocarivo teoría de la relatividad», dice tristemente Einstein. Para el
pragmlnislllo con que horges reaccionaba
«traducen» al idioma ame los que deducían de sus textos roda cla- chiste, algo rennina con esa quinta'versión: la verdad mUcre
accesible de la cultura "se de convicciones y creencias religiosas, fi- con la felicidad de la mujer. Para Borges, en cambio, algo
lllrsticas, erc. d~n cuanto a las {'co- emple2'1: algo que tiene el carácter contrahecho, imperfecto
popular. La traducción losóficas,
rlas, creo que todas sotlleghimas o más bien
. siempre es problemáti- que no importa n~nguna. Lo que impona es y aun así (o precisamente por eso) revelador qu~ el escritor
ca: deja algo afuera, re- lo que se hace con las tcorías,', <leda. Borgcs, encontraba, por ejemplo, en sus propias «traducciones» in-
una ,-,e'¿ uds, demosrraba haber aprendido
duce, deforma. Esos con- bien la lecciÓri de su padre, «1111 abogado fantiles de los arquetipos de Platón: "Cuando por prime'ra
tratiempos, dice Borges, bastante bueno» para qLiien, sin embargo, el vez leí La República, cuando por primera vez leí sobre ar-
CÓdigo Civil era como las leyes dd whis( O quetipos, sentí una especie de miedo. Cuando leí, por
son precisamente la fuen- del póker, <<una serie de formas convencio-
re de toda nuesrra con- nales que sabía cómo utilizar pero elllas que e)enlplo, sobre el tri,\ngulo platónico, aquel triángulo era
no crda». El agnosticismo es condición de
fianza. La estrategia bor- la ficción y es in negociable. Para expiicar los para nlÍ U11 triángulo en sí 1111S1110, ¿no? Quiero decir que 110
geana de la doble fre- obstáculos que entorpecían la escriturn de tenía tres lados iguales, dos Lidosigu:1les o tres lados desi-
un libro sobre el budismo con Alicia Jurado
cuencia (el truco traduce (Qué guales. Era una especie de triángulo m,ígico hecho de todas
rs el butlúmo, finalmente publicado en
la metafísica, la lata' de 1976), Dorges recuerda: «No nos pusimos aquellas cosas y, sin embargo, no obligado a ninguna de
bizcochos el infinito, el .d; acuerdo porqu.t: dI;¡ quería escribir ese li- ellas, ¿verda,l? Me di. cuenta de que todo el mundo de Pla-
bro a fin de' convertir a la gente al budisino."
género policial las leyes Entonces, ~i yo encolltraba rasgos pintores- tón, el mundo de las Cosas eternas, era de alguna manera
de la teología y de la cos, ella decía que eso alejaría a la gente; pre- misterioso y terrorífico.» Ocupar las dos frecuencias a la vez
temlía separar rodo lo que el budismo tiene es sin duda la gran premisa tácrica del contrabandista, que
mísrica, las vulgares, efí- de fanr:lstico, para nosotros occidentales,
meras ortodoxias fashion tratando en el fondo de hacer una especie de usa una para disltnular, encubi"lr, 111a11tener oculta a la otra
budismo Yo, por el conrr:lrio, hasta el final, hasta que al final -como sucede en l11uchos
de Teodelina Villar las catecismo
quería mOStrar ese mundo extraf10 que es el "
doctrinas de Confucio y mundo del budismo. [ ... ] Yo quería hacer relaros de Borges- ellecror descubra que la historia que es-
"

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tuvo leyendo no era la que creía estar leyendo sino otra, una NUEVE
historia silenciosa, fatal, sorprendente, que viajó clandcsti- Loca erudición
namente cnlas entrañas dc la primera. Sólo que 130rges no
se conforma con contrabandear, o quizá descubre, más pro-
féticamcnte, la dimensión pedagógica que encierra el con-
trabando. No es la.Verdad de la metafísica la que "pasa" a
travésdcl ejemplo del truco, ni el infinito sobrevive intacto
al tamiz de Ia.lata de bizcochos. Pero en e! chisporroteo en-
tre ia idea y su encarnación, entre la alta cultura y las ilus-
traciones populares, nace algo que se llama ficción:' aIgoque·
está hecho de tra~ucciones fallidas, ·de insuficiencias, de re-
ciprocidades incongruentes, pero que es inás capaz que
cualquier otra cosa de hospedar ideas, conceptos; fórmulas,
todas las abstracciones del mundo, y de darles lin rostro y
1 . Años, décadas enteras consagradas a pensar en la erudi-
ción de Borges, o no a pensarla sino, por el contrario, a d~rla
;.:.

un nombre y de hacerlos viajar rápido: muy rápido, más rá- por sentada, a reproducir los valores que el sentid'o común
pido que la luz. . asocia"'con 'li erudición -«cultura», «clitismo», «he;ll1etis-
rTIO)), «aCadCn1i~isnl0»-, para que Borg~s, p~r fin; o no exac-
tamente él sino esos textos de 130rges que vuelven, afloran,
ascienden, que no cesan de salir a la superficie, osc~ros y
arrogantes, empujados por el entusiasmo un poco prepo-
tente de la revancha, llegados desde las profundidades de!
periúdismo 'Popular, las tevistas dé interés general, los dia-
rios, para que esos textos, por fin, muestren con toda'la cru-
deza de su luz -iun J30rges auténtico entre cremas de belle-
1"· • 7.a'- que la erudición borgeana es otra cosa, fue siempre útra
I,
cosa, y no sólo en ese campo de batalla del periodismo sino
también, y sobre todo, en el espacio autosufieiente y sobera-
no de la alta literatura... .
¿Y si la gran pasión de Borges, pasión de traficante y. de
maestro, hubiera sido tran~mitir, propagar, divulgar? Todo
e.l empeño invertido en señalar cómo Borges, mediante e!
despliegue de su erudición, aleja la literatura dd leet<ir, del
público, de! "pueblo», ¿no debería reinvcrtirse en el trabajo

140 141
de mostrar justamente lo contrario: CÓI;10 Borges siempre
Quincey -clos de los ilustres contriblltors que hicieron de ésa
está ouscando aceralrse, Cómo invenra técnicas de repro-
una edición única, histórica- tuvieron 111ucho que ver con
ducción, .maneras nuevas de traducir, canales de transmic.
ese deslu·mbramien·to de infancia. Pero si la Britannica es el
sión inéditos, formas de circulación y de divulgación de un
modelo de la erudición borgeana, es porque lo que Borges
capital de saber que ni siquiera reconoce como propio?
aprende allí, de una vez y para siempre, no son tanto los lu-
«Soy un hombre semi instruido», ironiza Borges cada vez
jos de una escritura noble coino los secretos para operar en
que alguien, hechizado por las citas, los nombres propios y
una doble frecuencia simultánea: en el «estilo» y en la re-
las bibliografías extranjeras, lo pone en el pedestal de la auro-.
producción, en la alta li'teratura y en el proyecto divulga-
ridad y el conocimiento. Una cie~ta pedantería ar.istocrá-
dor, popularizador, que encierra toda enCIclopedIa, desde la
tica resuena en la ironía, pero también una pose de poder, I
Britannica hasta.el Lo sé totlo.
e! tipo de satisfacción que experimenta un estafador cuando
La otra gran diferencia que impone la erudición borgea-
comprueba la eficacia de su eStafa. Y la estafa consiste, en
na es de humor. Una vez más, como es costumbre en Borges,
este caso, en la prodigiosa ilusión de saber que Borges pro-
el gran enemigo es la tristeza mediocre del sentido común.
duce manipulando una cultura que basicamente es ajena.
El se sabe que... Se sabe que el saber, en un contexto «ImagI-
Cultur;1 de enciclopedia (aunque sea la ilustre Britannica),
nativo» como la literatura yel arte, no tiene en general bue-
eSlo es: cultura resull1iela y faenada, cultura del resumen, la
na prensa. Se lo asocia con la gravedad, con el tedio, con la
refe¡'encia y el ahorro, cultura de la parte (la entrada de la
disciplina; se lo condena a ejercer, languideciendo, una fI-
enciclopedia) por el todo (la masa inmensa de información
gurosa burocracia de protocolos y trámites anodinos: orde-
que la enrrada condensa). En más de un senrido, por sofisti-
nar, clasificar, agrupar o categorizar. La única cara del saber
cadas que su~nen en su boca las lenguas y lüs autores y las.
que irradia algún glamour es la cara «capitalista»: la fase de
ideas forasteras, Borges -la cultura de Borges- se mueve
siempre con comodidad . . adqu isición, de acum ulación de información y conoCImIen-
denrro de los límites de to. Pero es inaccesible. El resro -el ejercicio del saber, esa
cultura Más de una vez Umbcno Eco ha momificación en vida- mejor perderlo que encontrarlo. Si
un concepto Readers declarado la deuda que sus novelas malHie-
Digest de la cultura. nen con Borges. Tal vez t<lllld insistencia no almenas prometiera algo ... Pero del alTo lado del saber, a lo
sea del todo necesaria;-la eStrllcfllra enciclo-
Borges no deja de. evo- pédica de la ficción de Eco, modelada por sa- sumo, hay algo de «autoridad», el dudoso privilegio de ha-
·bl~r en primera persona y en nombre de la verdad, de la ver-
car, cuando rCIllcnl0ra beres contemporáneos corno la semiótica o
la [eofb de la inrortnació.~l, p¡;e,de Ic{:rse IlOy' dad restringida y pa,ética de fcudos como la lógica, la filoso-
sus primeras leclllras, los· como el ¡'nodo en que el capilal de cierta "he-
deleites que le deparaba rencia llorges}) sigu~ reproduciéndose en I:t
fía , la historia de las ciencias ... Autoridad, pues, y orden: ila
coo(cmpodnca, y también corno antítesis Inisnla de la «inlaginación»! A lllenos que ...
la undécima edición de literarura
Lino de los indicios a seguir para comprender En algún momento de los años sesenta, un profesor
la Enciclopaedia Britan- hana qué punto la práctiC<I de Sorges prnfe-
francés, hasra entonces especializado en describir cómo Oc-
nica. Sin duda las prosas tizaba, ya a mediados de los años cuarenta,
cierta "condición p05lI1oderna» én la rela- cidente produce esa peculiar forma de identidad humana
de Macaulay o la de De ción cIHre la n:Hr:niva y los saberes.
llamada .locura, tropieza casi sin darse cuenta Con un texto
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143

\
de Borgcs. Es Michcl Foucault:, y el teXto de Borges en el que naturales (oro, estaño, cobre).» Algo en la teoría de Wilkins
cae es "El idioma analítico de John Wilkins», uno de los en- no anda del todo bien, algopatina, pero Borges, en'vez de
sayos dcllibro Otras inquisiciones, de 1952. Foucault queda retroceder, de guarecerse, da un paso adelante y lo sigue: va
pasmado ante ese texto que parece agotar todos los lugares éon Wilkins hacia ese mds al/d del saber que acaba de insi-
Comunes de la glosa erudita. Puesto a reivindicar a un pen- nuarse. «Esas ambiglieda,des y deficiencias recuerdan las que
sador rec6ndito, Borges, previsiblemente, empiez; mencio- el doctor Franz Kuhn atribuye a cierta enciclopedia china
nando la EtUyclopaedia
que se rinda Emporio celestial de conocimientos benévolos.
Brit{lnnica (que ha su- pensador recónoiro El 7 de julio de 1939,
h<lSr;¡nlC antes de consagr:lrlo para siempre En sus remotas páginas está escrito que los animales se divi-
Otrt1! ;nqlúsic.i()n~J, I30rgcs
prinlido tod;¡ rncnción en el ensayo de den en a) pe~tenecientes al Emperador, b) embalsamados,
de Wilkins), rCSU111e la presenta en sociedad a John Wilkins desde
I f: d las páginas de E/Hogar. JJprctcxro -la no-
c) amaestrados, d) lechones, e) sirenas, f) fabulosos, g) pe-
),iogra fa e su personaje ticia de la ;tmpliación de cierto :lcródromo rros sueltos, 11) incluidos en esta c1asificaci6n, i) que se agi- ">.'<
en algunas «felices cur,io- milit:lr inglés- CH;ln tenue que da risa, pero
tan como locos, j) innumerables, k) d.ibujados con un pincel
SI'd ad es», re!,asa sus e
ruen- el inesperado contraste -¡un obispo inglés '.t~
de! siglo XV!! entre sanen es y sáhanas!- ~irvc finísimo de pelo de camello, l) etcétera, m) que acaban de
tes a vuelo de pájaro y se para rcsa!t;n todaví;l más [<lS ex.celllricidades
lnetc ele lleno en .Ia feliz, dd personaje: Wilkins obispo de Chesler,
romper el jarrón, n) que de lejos parecen moscas.» El pro- .,
rector del Wadhalll College de Oxford y ClI- fesor Foucault estalla en carcajadas. Difícil imaginar una
olvidada curiosidad que. llado de Crornwell; Wilkins precursor dd risa más fértil: ha nacido Las palabrt1s y las cosas, lino de los
justifica esas trcs pági- vuelo lIlednico (en 111\ libro de 1(;40 po.~tl!­ ~,

libros m:ís influyentes del pensamiento occidental contem- -:c


nas: el idionla universal la la posibilidad de viaj;lr a la [una), criptó- ': ..~
grafo, cara!og;ldor del universo. Wilkins poráneo. ~tl
inventado por Wilkins "'01';5". Para aveúguar, qué contempor:"Íneo «Este libro nació de lln
"
./¿-:.'.,
hacia 1664. El ensayo si- ,"
hay en el texto de Borges texto de Borges. Oc la risa que .~;lcud(", al leer-
gue de cerca sus premisas, sus procedimientos, su proceso de lo, todo lo familiar al pcnS<lmiCnlO -al nllCS-
tal vez sirva pensar en la ("ro, al que tiene nllestr;l edad y nuestra geo-
fabricaci6n, hasta que llega a las 40 categorías en las que pregunta que nos hace- grafía-, trastornando todas [as superficies
Wilkins ha decidido clasificar el mUndo para garantizar que orden:ld;lS y todos [os planos que :ljllstan la
mos después de leerlo. abundancia de sct"es, provoc~ndo una !arg:1
su idioma corresponda apropiadamente con él. "Considere- y esa pregunta no es: vaci[;¡ción e inquictlld en nuesrr;¡ pdclica
mos la octava categorla, la de las piedras.Wilkins las divide ¿qué quiere decir?, sino: milenaria de lo Mismo r.lo Otro." (Pret.1cio
de LtLf fa/fibras y 1m cosas, 1%6.)
en comunes (pedernal, cascajo, pizarra), m6dicas (mármol, ¿qué pasó? Es decir: la
ámbar, coral), ·preciosas (perla, 6palo), transparentes (ama- misma pregunta que nos hacemos después de un milagro,
tista, zafiro) e insolubles (hulla, greda y atsénico).» El texto, un cataclismo, un desmayo. (Tal vez no sea una misión
hasta entonces respetuosamet\te descriptivo, de golpe pare- para lectores sino para el dúo Mulder y Scully de Expedien-
ce inquietarse: «Casi tan alarmante corno la octava», escribe te x.) "Todo iba bien ... estaba leyendo ... un fil6sofo in-
Borges, «es la novena categoría. Ésta nos revela que los me- glés ... invent6 un idioma universal. .. cuarenta categorías ...
tales pueden ser imperfectos (bermeIl6n, azogue), artificia- clasificación ... y de repente ... » De repente el pensamiento se .
les (bronce, lar6n), recremenricios (Iimadurás, herrumbre) y sttlió de sus goznes. Hizo implosión, colaps6, agujero negro,

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Big Bang: poco importa cómo se llame; lo cierro es que de una vez allí, en el limite" la idea crepita, entra en cortocircui-
golpe entramos en otra dimensión. Foucault habla de risa, to, envenena su propio engranaje y fracasa, ya sea arras-
y la palabra es ajustada: señala bien el efecto fisico, de con- trándolo todo a la rúina, ya sea desvaneciéndose en el aire
vulsión, que puede provocar un acontecimiento aparente- suavemente, sin dejar rastros. Son sabios idiotas, talentos
mente tan inmaterial como una operación literaria. Borges desperdiciados, artistas
hace exactamente eso: instalar la risa en el corazón del pen- fanáticos del error y la in- fracasa Borgl.'s a Victoria Ocampo: ~Cu;¡n­
samiento. Pero instalarla como una combustión o un tor- sensatez; los herrnana do era chico se hablaba mucho de ratts-no se
usab;¡ la palabra "fracasados" sino la francesa
nado: algo irresistible, algo que atrae, que arrastra, que em- una pasión común, que "¡-11th ':...; yo oía hablar de los "r¡¡tés" y me pre-
briaga, una llamarada de la que nunca nadie será capaz de tnuchas veces ignoran gUlltaba con inquietud: "¿Llegaré yo alguna
VC'.l a ser un 'rotl'?" Ésa era mi máxima ambi-
reírse porque ella misma es risa, risa pura, perpleja, insensa- pero que consunlan con ción.»
ta, risa que nos rapta y nos transporta a un lugar que está i una envidiable convic-
como IIJI gUllHte Richard Bmgin: (,Desde
fuera del pensamiento. La clasificación de la enciclopedia ción: despertar, en la ra- luego, parece que mucha genle vive y mucre
china es la gran perfo ..mance de la erudición borgeana, el zón, esas fuerzas parado- sin pensar jamás en problemas de tiempo,
punto en el que el saber, fiel, más que nunca, al tedio de sus jales que la dan vuelta espacio o infinil'Ud.l> fiorgcs: «Hueno, por-
que dan pOI SUpllC~IO el universo. Dan todo
costumbres, a la lentitud disciplinada de su lógica,nopieza corno un guante. Algu- por supuesto. Incluso se dan por supuestos
de pronto con un pUnto ciego, gira en el vacío, se acelera y nos, C01110 Wilkins, 5011 ellos mismos. Es así. Jam~s se ¡HcgulltJn lIa~
da, ¿verdad? No piensan que sea extraÍlo el
enloquece. Sólo que el punto ciego no es un accidente exte- personajes reales, histó- hecho de vivir. Recuerdo que la primera vez
rior: está en el saber, agazapado en alguno ,de sus pliegues, ricos: Ramón L1ull, por que me di ctlCllla de dio fue cuando mi pa~
dfe lile dijo: "¡Qllé fenómeno peculiar el que
acechándolo siempre desde adentro. El puntó ciego es el es- ejemplo, que a fines del esté viviendo, como se dice, detrás de mis
cándalo de la razón en la razón: lo que transforma la erudi- siglo XIII invemó la «má- ojos, dentro de mi cabeza, me pregunto qué
sentido tiene!" Y entonces fue la primera vez
ción en vértigo. ¿Borges escritor etudito?'sin duda, siempre quina de pensaD>. El que fui consciellle de ello, e inmediatamcrne
y cuando la erudiCión recupere la fisonomía que le es pro- invento, que según los me di cuenta, porque sabía de qué estaba ha~
blando. Y la gente dice: "BueJlo, muy bien,
pia: un páramo de ruinas y perplejidad donde flota el humo diagramas reproducidos pero ¿en qué orro sirio vas a vivir?".»
de una risa loca. por Borges en El Hogar
Pero John Wilkins no está solo. Forma parte de una res- se parece peligrosamente
petabilísima [amilia de criaturas borgeanas,quizá las únicas a' una ruleta de barquillero, es una imaginativa variación
que hagan honor a un rubro -el rubro «personajes»- que en de las magias combinatorias: hay tres discos giratorios,
la literatura de Borges no goza particularmente de prestigio. coricéntricos y manuales, hechos de madera o de metal, con
Es una familia de filósofos, hombres de ciencia, pensadores, su
quince o veinte cárnaras cada uno, que a vez encierran re-
eruditos, artistas, inventores -algunos, verdaderos profesio- gioncs o siniplcs categorías dc pensamienLO. Hacer girar los
nales de su pasión, alfas simplemente diletantes- que, movi- discos es pensar; es delegar en el azar la penosa génesis de
dos por las mejores intenciones, conciben una idea (general- cualquier idea. El mecanismo, escríbe Borges, es eomplc~
mente una sola), la llevan adClante, la extreman, hasta que tamente incapaz de ((un solo razonamiento, siquiera fud-i-

146 147
\

mental o sofistico». Hay sofístico No es casual que las ambiciones


estériles de Ramón Llull reaparezcan en [a
evita repetir,cuando monitorea la historia del pensamiento,
Olros, que la obra de Bor-
sitlflgoga d,. los ir:onor:!¡MrlJ d~ J. R. ':Yilcock, la discriminación «oficial» que aparta a los grandes nombres
ges visita en ensayos bre- lal vez cllibro más ddicioso que-la lircr:l.wra de los nOIl1bres menores; lo que hace, más bien, es rastrear
ves, en un par de líneas argentina haya-'di\({o sobre la tradición de'
los sabios idiotas. Wilcock, q1le era ;\rgcnti~ los conceptos que, como el de infinito, «corrompen y desati-
-de un CUCtÚO o en men- no, vivió brgo tiempo y murió en Italia, en nan a los otros», los momentos en que la historia del pensa-
ciones esporádicas, a 111e- cuya lengua escribió prácticamente sns li-
bros Ill~S irnportantes. En Buenos Aires [or- miento trata de pensar y se hunde sin remedio en los «tenues
nudo mezclándolos con mó parte del cfrculo de'la revista Sur, alln~ y eternos intersticios de la sinrazón». Los sabios idiotas de
personajes de ficción, que malHeniéndose siempre en el borde más
alejaoo del ccinro, casi a pUlIto de caerse. ,
Borges no son idiotas que juegan a pensar; son pensadores
como si' especulara con
Fue ainigo de Burges y tal vez uno de sus . idiotizados por el pensamiento mismo, por el ejercicio en-
los posibles efectos de ese lectore.~ m~s oblicuos y sagaces: de ahf que
su literatura ',recuerdell a Borges -:~bbre to- carnizado, intransigente y brutal del pensamiento: han ido
roce de contextos, y cu-
do a la veta maulrdil1na de Borges- sin de- demasiado lejos, han llevado el pensar y el pensamiento has-
yas vidas monomaníacas berle absolulamente nada. Organizados co- ta el límite, un .límite donde el pensamiento coincide con la
.Borges parece condensar mo galctlas (\('. rCtr:IlOS en fllini:'ltur;l, los
libros de prosa de Wilcuck trazan una ver- imposibilidad de pensar, donde el pensamiento más profun-
no en 1<dos o tres esce- dadera historia nniver.~al de la exrravag:'ln- . do yla idiotez más idiota son exactamente lo mismo y están
nas», -coln"o en J-Jistoria cia. Son colecciones de lunáticos que se :lfc-
rran con uÍ1as y dientes a una idea, ulla como arrasados, devastados por una especie de estupor inter-
universal de la infámia, obsesión, 1lI~ proyecto, y que sac.rific<ln rodo minable.
sino cn el concepto úni- con tal de llcv,úlos a cabo. Coino L11.111, co-
mo John Wilkins, los personajes de Wil-
Hay que incluir a Pierre Menard en la familia, sin
co que las fascina: el infi-
cuck son utopistas des;¡forados, sin Ch<lllCC. duda, yen qué posición de privi.lcgio. Porque ¿cómo descri-
Ilito enJ. W. Dunne yen
bir a MenareP ¿Como el más veloz de los genios o como el
F. H. Bradlcy, dos de los idiota más lento> ¿Y qué es su obra maestra invisible, la re-
filósofos que Borges convoca para desentrañar los experi- dacción del Quijote? ¿Una idea extraordinaria? ¿Un chasco
mentos literarios de un escritor apócrifo llamado )-krbert imbi'cil? ¿Y Nils Runeberg, el pobre, majestuoso protago-
Quain, pero también en Zenón, que se pasa la vida subdivi- nista de «Tres versiones de Judas», que dedica su vida a sos-
diendo el espacio, o en Platón, que coincide con Bradlcy e .. tener y a probar, contra todos Jos teólogos del mundo, que
"
imagina una especie regresiva, los Autóctonos, que pasan de todas bs cosas ciue la tradición le atribuye a Judas son fal-
la vejez a la madurez, de la madurez a la niñez y de la niñez a sas> De haber vivido en otro tiempo y otro lugar, escribe
la desaparición ya la mda ... En realidad, bajo la mirada de Borges, Runeberg probablemente habría sido alguien, 1.111
Borges, todos los sabios del mundo pueden ser sabios idio- «heresiarca menOf», al menos. Pero «Dios le deparó el si-
tas. También Benedelto Croce, «estéril pero brillante»; tam- glo xx y la ciudad universitaria de Lunc1», y sus tesis son, a
bién los alemanes, autores de «enormes edificios dialécticos, la vez, «ligeros ejercicios inútiles de la negligenci~» y «blas-
siempre infundados pero siempre grandiosos». ·También femias» atroces, insensatas, de un particularismo que linela ¡
Leibniz y Spinoza; también Demócrito, eol1 el vértigo de su con la idiocia más extrema ... Pero el mundo lo refuta y Ru- !
paradoja del mentiroso. Como es COstumbre ¿n él, Borges neberg, que no se arrepiente, piensa una versión nueva para
148
149

,1,

su idea: Dios se hizo hombre, sostiene, y eligió el destino


más ínfimo e infame: ser Judas. El mundo, cansado, acoge lía, y muchas, en cambio, para desp~jarla del tono condes-
la corrección Con una indiferencia total. Runebel"g entiende cendiente con que Borges la usó más de una vez, para I'~látl­
que csa indiferencia no puede no ser obra de Dios y muere, vizar el nlor de las extravagancias del arte contemporaneo:
«ebrio de insomnio y de vertiginosa dialéctica». Quain, pero también Joycey todos los «experimen;alis-
Si hay alguicn en la literatura de Borges que merece el mos» que decía ignorar y de los que fue con~emp~raneo .
. Creaúdosu propia familia de imbéciles (y ennquccléndola
nombre de héroe, son estos personajes-borda, suspendidos
. entre la gloria y el ridículo, la discapacidad y el prodigio, la' a menudo COn lbs cocientes intelectuales más reconOCIdos
grandeza y la insensatez. 1'ierre Menard, Herben Quain ,\ de la cultura occidental), sin embargo, Borges se interna de
(que ,do sacrifica todo a un furor simétrico»), Runeberg, i. lleno en una constelación que ocupa el centro de la moder-
el 1111sn10 Funes, «Zaratustra cünarrón» de Fray Bentos nidad literaria: la constelación de la risa, e/límite y el idiota,
que, ilnbecilizado por una 111cnlOria insoInne, «no era ll1Uy
Borges no habla de Raymond Roussel, ni de Roben Wal-
capaz de pensar» pero sí de e'mprender un proyecto único, ser ni de Witold Gombrowicz -tres nativos t1usrrcs de la
«insensato» porque inrerminable, pero de «cierta balbucien- cOI~stelaci6n-, pero sí de Gustave Flaubert -que de algún
te grandeza>>: caralogar todas las imágenes del recuerdo. (Co- modo la descubrió- y de Botlvard y Pécuchct, lagl'an novela
boi'géana que Flaubert dejó inconclusa, Todos los recelos,Y
mo al pasar, con~o quicil invoca un ~ntecedcnre familiar,
Borges menciona el proyecto análogo qúe posl'uló y rechazó las ironías de BOI'ges hacia las ral'ezasdel arte comempola-
Locke, otro sabio idiota, en el siglo XVIL) Son todos héroes nen deberían leerse a la luz de "Vindicación de Bou~ard y
Pémchet», un ensayo de 1954 que Borges, en la pnmera
111CnOres, que viven y nlucren sin ningúl.l reconociIniento;
todos persiguen una idea fija, obscsiva, por la gue son capa- edición de sus Obras completas, decide mudar .al lIbro Dts-
ces de sacrificarlo todo; todo'lo que hacen lo hacen gratuita- cuSt.'ó n, 'd e 1932 . Borges. resume la novéla ele Flaubert y en
ese reSU111Cn, conl'Q pasa sicrnpre con Borges, está todo: ~<La
mente, a pura pérdida, ala man~ra de unlujo suicida; son ra-
dicales: ninguna negociación, cero transigencia; son historia de Bouvard y de Pécuche¡ es engañosamenre,S1m-
subversivos (van siempre contra el sentido C0111(1I1, contra la
pIe, Dos copistas (cuya edad, como la de Alonso QUI!anO,
·frisa con los cincuenta' años) traban una estrecha amIStad.
ortodoxia, contra el dogma) y están siempre fuera de contex-
ró, desubicad<,Js, «en baIH.ia»; y rodos C0l11parten una SlIerte Una herencia. les permite dejar su empleo y fijarse e~ el
carri-pó, :allí ensayan la agronomía, la jardin,ería, b fabnca-
de mesianismo comGn: llevar al límite lIl'" disciplina, una
práctica, una fauna de 'p"ensatniento, lÍna expe'rienda.
ción de conservas, la anatomía, b arq ueolagla, lahlstona, la
mnemónica, la literatura, la hiclroterapia, el eSplfltlSmO, la
. Ese límite es exactamente lo que Herbert Quain tiene
gimnasia, la pedagogía, la veterinaria, la filosofía y la relI-
elllllente cuando hace su célebre confesión: «No penenez-
gión: cada una de esas disciplinas heterogéneas les depara
co al arte sino a la historia del arte,» y si la risa de Foucault
un fracaso al cabo de veinte O treinta años, Desencantaclos
estalla precisamente ahí, en ese borde; enronces no hay ra-
(ya ;veremos que la "acció,," no ocurre en el tiempo sino en
zón para adjudicarle a la frase de Quain ninguna me/anco-'
la eternidad), encargan al carpinrcl'O un doble pupItre, y se
150
15]
ponen a copiar, como antes.» Borges mata dos pájaros de contemporánea de citar Praetorius, un alemán vasto y suave, que
· y publica con su firma por medios hedónicos (juego~ ohlig:norios,
un tiro: resume todo Bmward y Pécuchet y resume todo Imísic.1 a roda hom) ronuraba y mataba ni-
Borges, todo lo que Borges reconoce como herencia moder- clásicos ajenos como La Ílos. Ese argumenlo, nunca escrito, es e.1
cabaña del tío .Tom o Las punto de partida de toda la obra de Busros
na de Flaubert. Pero ahí estan también 'el saber sin la creeri- Domecq y Suárcz Lynch)). Los seudónimos,
cia, la enciclopedia como red infinita, e! fracaso yel desen- geórgicas; a Ralnón Bo-' formados con los apellidos de los bisabue-
canto, la copia, la catatonia fllcsiánica, la obstinación sin navena, cuyo afán de rea- los de ambos, designan algo más que un par
de m:tscams ociosas: son verdaderos alias,
desmayos de! idiota ... «El frenesí de llegar a una conclusión ~ lismo es tan imperioso nombres-salvoconducto bajo los cuales Bor-
es lanl,ís funesta y estéril de las manías», escribe Flaubert ci- ,,¡ que InVierte seis tomos' ge~ y Bioy pueden ser otros. «Hizo su apari-
ción un tercer hombre de nombre Honorio
tado por Borges, q;le agrega: «Dos absurdos copistas pue- en describir un simple
Bustos Dotllecq)), cuenta Borges. ~'qllien pa-
den representar a ¡'Iaubert y también a Schop'cnhauer o a
Ncwton.n
".

ángulo de su escritorio;
a Nierenstein Souza, que
'só a dominar la- sit1lación. A la brga, 'lcrl11i~
nó por dirigirnos con mano férrea y para
'; nuestro regocijo, primero, y nuestrO espan-
. . T a~,bién a Pierre Menard, y a Runeberg, y a Funes e! · ".' escribe mal a"propósito to despué:-~. terminó por no parecérscnos en
memoflOso,y esenCialmente a todos los artistas que forman /" , . porque confía en las in- nada, manifestando sus propias pecll1iarida~
des y su propio estilo literario.)) Versión "al~
esa deslumbrante enciclopedia de idiotas que son las Cróni- venciones y .el criterio terna(iva)~ de las literaturas de Borges y de
i" ; del tiempo; al joven Ur- Bioy, la obra de Bustos Dornecq- y Suárez
cas de Bustos Domecq. (<<A esos tres grandes olvidados: Pi-
Lynch se escribe bajo el signo radical del rx~
casso, Joyce, Le Corbu- bas, que gana un con- ajo: exa~peración de las convenciones espe~
· .,'
sic!'», dice la dedicatoria , Bustos Domccq A fines de 1936, c~lal1do curso de poesía cuyo culativas del policial británico (Seis probll!~
y ahí está todo el tono [~cvan cinco años ·de amigos, Borgcs y Bioy ·, tema es «La Rosa» lllan- mas para dOlllsidr(l Parodi, de 1942. y Un
Casares pasan una semana en la estancia que modao para la murru, de 19-16), transfor~
de! libro, escrito «como los Biny cicncn en Pardo .. Objetivo: redac- dando una rosa; a Loo- mación del habla argentina' en un ¡dialectO
si e! narrador casi no en- tar, segLin 3ioy, "un (oUeto comercial, :lpa- mis, cuyas obras constan psicótico (Dos fontdsía! mrmorabús, de 1946,
y Nurvo! mmto! dr Bustos Domecq, 'de
tendiera lo que está di- renccmcnte cienanco, sobre [os méritos de ·de una sola palabra: e! tí- 1977), fundación del enciclopedismo idiota
un .alim~!1to más o menos bülgaro). Un.yo-
ciendo». Así, el blanco gur 1.<'1 Marcana, C0l110 se llamaba la cadena · rulo';' al· doctor Baralt, (CróniCfl! d~ Busto! Domuq, 19·63), y la san-
gre del exceso, por supuesto, es la risa,,b. car~
de Borges y Bioy no Son de bares lácteos de Mana Casares, la madre inventor del gremialis- cajada barroca, alucin'atoria, de Rustos 00-
de Bioy. «Hacía frlo, la ca~a estaba en rui~
los «cxperimcn-talisnl0S» nas, no salfamos del comedor, en cuya chi~ 1110, que, como la enci- mece¡: "Escribíamos un poco.p~ra nosotros
mismos)), dice Borges, "y como eso ocurrla
de la vanguardia, sino menea crepitaban ramas de eucaliptos», re~ clopedia cbina que sacu-
en una atmósfera de bromas, los c~lentos se
cuerda Bioy. «Aquel panfleto significó par;¡
más bien la arrogante, mí u.n v;¡lioso ;¡prendi7.aje; después de su re- dió a Foucault, clasifica hicieron tan imposibles de desarrollar, y tan
lunática Fertilidad de daCCión yo era otro escritor, más experi- el género humano'en ca- barrocos, que resultaba muy diHcil com-
m:l~ta~o y avezado.» Del proselirismo Pll- prenderlos. Al comicrl7.o hacíamos broma~,
una época que prefiere bhclf;JfJO, tegorías infinitas e irri- y después bromas sobre h~omas, con~o en el
el dúo P;¡S;J a acometer un rlesaHo
darlos por olvidados.)EI Illás exigente: «un sonc(Q enumerativo en sorias; a Antártido A. álgebra: bromas al cuadrado, bromas al cu-
bo . .,» Silvina Ocampo ha contado más de
repertorio de las Cróni- cuyos terceros no recuerdo cómo justifica- Garay, artista concep- una vez el estupor, la envidia que le despcr-
mos los versos: Lo! 1/1n!ino!, 1m dflgt:!r-!, '!ns
cas incluye, entre otros, a~s.» Pur fin,despachada la lírica, I30tges y tual cuyas obras se limi- tabanlas carcajadas que ola del Otro lado de
.1~ puerta del estudio donde.Bioy·y Borges se
a César Paladión, que BIOy arretneten COIl el plato fuerte yempie- tan a ser una porción de encerraban a escrihir. Consriruir brisa 'como
zan a pl<1near'«un cuento policia"l -las ide;Js
toma a la letra la manía eran de I3orgcs- que traraba de un docror ciudad entre las calles ambiente, como demento, como cont~xto:

152 153
,',

Solís y Pavón o lo que se eso es lo que Borges consigue con Bustos 00-
meeq, yeso es lo que Bustos Domecq. a su do COJll0 una zona rnar- nos grupal de un joven judío, efecwado c~n
le ocurra seleccionar a su vez, ilumina en la ¡i¡emtur:! "sel'ia» de BOf-
ginal de su obra, y la lIyudll de una "corlaplullIila», El tCXtO es lc-
ojo ... Borges, a propósi- ges. ¿No fue liiay quien evocó que Borges ro1., de lina crueldad insoportable, pero lo
por primera ve? el argulllCnt,D del Pie- alianza con Bioy Casares que más asotnbra es el goa: ¡úúrstro con que
ro de BOllvardy Pécuchet, contóHe Mcnard en una de aquelbs sesiones dio- una suerte de playroorn Borges y fiiar son capaces de ponerse en el
recordaba la declaración nisiacas de literarura y de risa? lugar del Otro -el afro odiado, parodiado: el
donde dos eSCrItores "llwnSlruo» pcronisra-, de invC'lIlade tina
de propósitos de Flau-
ociosos matan el tiempo lengua'(ull idioma bestial, hipermcrafórico,
bert: revisar todas las ideas modernas. Eso es exactamente lo desopilatHe, como si el «aluvión zoológico))
tejiendo frivOlidades en- hubiera encarnado en la voz de Góngor;l) y
que hace con Bioy en las Crónicas de Bu~tos Domecq: com-
tretenidas: riéndose. Y de usarla para contar con lujo de deralle,~ el
putar una por una las operaciones· por las que el arte con- de una vÍl:tilll;J con la que se supone
Borges, mucho más que calvario
temporáneo se sale· del arte, tropieza con su propia imposi- <¡ue ellos, antiperonisl:ts furiosos, deberían
Bioy, fue y sigue siendo eSlar identificándose.
bilidad y se inscribe, para decirlo COn palabras de Quain, en
un escritor serio. Su risa
la historia del artc. Pero a la vez, así Como Borges lefa en la
sólo era, sólo es escuchada en su obra como un condimento
pareja de copistas imbéciles una representación dc Flau-
lateral,· una ~uerre de lubricante necesario para mitigar efec-
bert, de Schopenhauer o de Newton, ¿cómo evitar leer en
tos abrumadores, O como un placer y Ull talento exteriores a
las maquinacionef idiotas de Bon.avena, de Paladión, del
la obra, puramcnte orales; condenados aEbel'<lrSe en fi)rma
crítico Hilario Lambkin, la versión-límite de ese arsenal de
de botttades en los contextos coyunturales de las entrevistas,
llaves y paradojas con que el mismo Borges siempre puso la
los diálogos pllblicos, las conferencias. Decir que las Cróni-
literatura al borde de sí misma?
cas de BUSIOS Dornecq son parodias no mejora las cosas. "Pa-
Borges lleva el borgismo al límite y se vuelve irreconoci-
rodia» suena a hurla, a juego, y ell la medida en que no se
ble. ¿Es él? ·¿Es el mismo escritor a propósito del cual el 'sen-
integre a una teoría de la risa seguirá siendo un eufemismo,
tido común, para enaltecerlo o para repudiarlo, invoca ra-
áspero pero infanril, de "pasatiempo». Borges, por otra par-
zones de estado como la Erudición, la Cultura, el Estilo?
te, siempre se negó a usarlo. Alguna vez" hablando de las
No, no exactamente. Las Crónicas son de Honorio ,Bustos
Crónicas, dijo: "Todos los personajes son imaginarios y
Domecq, y todo el mundo sahe los extraños milagros quc
muy actualizados, muy modernos: se toman a sí mismos
una sociedad secreta y
muy en serio, y lo mismo le ocurre al escritor, pero en reali-
ún seudónimo pueden impunidad En '1947, en pleno régimen
dad no son parodias de nadie. Simplemente, Mrnos tan leJOS
lograr cuando. garanti- pcwnista, Bustos Domecq poliriza la condi-
ción seuu0nima: escribe el c·\..I~nto «La fiesta como podernos.·» "Hilarizaf» a Borges, restituirle toda la car-
zan cierta impunidad. del monstruo», pasa a la clandestinidad y
ga de risa quc sus páginas hacen detonar en nosotros, rea-
Pero quizás el problema transforma el seudónimo en un ;Iombr~ dr
gUlml. El reJaco, que sólo circub de mano nudar la circulación de ese flujo cómico que permanece en-
-o la clave- sea que rodo en mano, en ejemplares mecanografiados,
capsulado: en una palabra, idiotizar a Borges de una vez por
lo que Borges escribió pone en escena a un «inuchacho pcronüta»
que -narra en primera persona 105 ajetreos todas, del mismo modo en que Borges idiotizó a Flaubert y
como Bustos Domecq eufóricos de un día de In:Jnifesl:Jción, La es- Flaubert a Bouvarcl y a Pécllchet. Tal vez ésa sea nuestra
sigue siendo considera- cena culminante es el asesinato más o me-
manera de ir con él ran lejos como podemos.
154
155
fNDICE

Prólogo . ................................... . 7
;.
UNO
Un clásico precoz ................. : .......... . 11
DOS
Libros en armas 25
TRES
Política del pudor 45
CUATRO.
El decir argentino ... . ,", ..................... . 57
ClNCO
Letra cliica • - ••••••• • o", •••••••••••••••••••••• 71
SEIS
Peligro: Biblioteca 87
SIETE
Segunda mano .. '.' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 103
OCHO
Cartón pintado y metafísica i
125
}
;
NUEVE
Loca erudición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 141

157
,~ ..

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