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LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

Magistrado Ponente

STC5994-2021
Radicación n.° 11001-02-03-000-2021-01477-00
(Aprobado en sesión virtual de veintiséis de mayo de dos mil veintiuno)

Bogotá, D. C., veintisiete (27) de mayo de dos mil


veintiuno (2021)

Decide la Corte la tutela promovida por Leidy


Vanessa Vásquez Bernal frente a la Sala Civil del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá, específicamente
respecto de la magistrada Adriana Ayala Pulgarín, con
ocasión de la acción de grupo abierta iniciada por la aquí
actora contra TC Heartland Colombia S.A.S., con radicado
n°. 2020-0183.

1. ANTECEDENTES

1. La tutelante exige la protección de sus


prerrogativas al debido proceso, prevalencia del derecho
sustancial sobre el procedimental y acceso a la
administración de justicia, presuntamente quebrantadas
por la autoridad accionada.
Radicación n.° 11001-02-03-000-2021-01477-00

2. En sustento de su queja, manifiesta, en síntesis,


que el 17 de julio de 2020, promovió acción constitucional
de grupo abierta u “opt out”, en contra de la empresa TC
Heartland Colombia S.A.S., para obtener el reconocimiento
y pago de los daños y perjuicios materiales e inmateriales
irrogados a todos los consumidores por la publicidad
engañosa del producto masivo, SPLENDA NATURALS
STEVIA.

El asunto correspondió al Juzgado Veinticuatro Civil


del Circuito de Bogotá, quien, en proveído de 21 de agosto
de 2020, inadmitió la demanda, aduciendo los siguientes
defectos:

“(…) PRIMER DEFECTO: “ALLÉGUESE poder para adelantar la


presente demanda conferido en la forma que indica el art. 5 del
Decreto 806 de 2020, esto es uno en el que conste la dirección de
correo electrónico de los apoderados que deberá coincidir con la
inscrita en el Registro Nacional de Abogados”.

“SEGUNDO DEFECTO: “ACREDÍTESE el envío de la demanda y


sus anexos al correo electrónico en donde Tc Heartland Colombia
S.A.S, esté obligado a recibir notificaciones judiciales. (arts. 82
núm. 10 y 291 núm. 2 del C. G. del P. y art. 6 inc. 4 del Decreto
806 de 2020)”.

“TERCER DEFECTO: “Indíquese el lugar de domicilio de los


extremos demandante y demandado, y de sus representantes
legales. (art. 82 núm. 2 del C. G. del P.)”.

“CUARTO DEFECTO: “Acorde con el numeral 3º del artículo 52 de


la ley en comento, preséntese un estimativo del valor de los
perjuicios que se hubieren causado con la eventual vulneración
que aduce”.

“QUINTO DEFECTO: “Sin perjuicio de lo anterior, en las


pretensiones de la demanda, deberá indicarse el estimativo del
valor de cada uno de los perjuicios materiales e inmateriales que
se supone fueron ocasionados por la eventual vulneración (art.
52 núm. 3 Ley 472 de 1998)”.

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Radicación n.° 11001-02-03-000-2021-01477-00

“SEXTO DEFECTO: “ACLÁRESE cuál fue el hecho o conjunto


uniforme de estos que generó perjuicios al grupo que se pretende
conformar (art. 3 y 52 núm. 6 Ley 472 de 1998)”.

“SÉPTIMO DEFECTO: “APÓRTENSE los documentos que se


pretenda hacer valer como prueba (arts. 82 núm. 11, 84 núm. 3
de la ley 1564 de 2012 y art. 6 Decreto 806 de 2020)” (…)”.

Refiere que, a pesar de haber subsanado cada uno de


los errores señalados, mediante auto de 5 de octubre de
2020, el mencionado estrado rechazó la demanda,
aduciendo la falta de corrección de “los yerros reseñados en
los numerales 4 y 5 del auto inadmisorio”; determinación
confirmada, en sede de apelación, por el colegiado
accionado, en proveído de 5 de marzo de 2021.

En su criterio, la exigencia de la estimación de


perjuicios corresponde “(…) única y exclusivamente en
acciones de grupo cerradas u “opt in” (…), pues:

“(…) Insistir por parte del despacho, a que una acción de grupo
donde se alega un daño masivo o «mass tort» por consumo, solo
es tal, si se tiene el valor exacto del daño causado a los cientos,
miles o millones de damnificados por una misma causa uniforme,
o de lo contrario no podrá ser tramitada, supone una
interpretación totalmente distante a la intención del constituyente
primario plasmada en el artículo 88 de la Constitución,
reafirmada por la Ley 472 de 1998 y la jurisprudencia de la
Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo
de Estado para esta clase de acción constitucional, y de paso,
soslaya el principio en virtud del cual: “nadie está obligado a la
imposible” o “Ad impossibilia nemo tenetur”, más aún cuando
estas acciones según la norma especial ya citada en su artículo 5
consagra que se rigen por los principios: “constitucionales y
especialmente en los de prevalencia del derecho sustancial,
publicidad, economía, celeridad y eficacia” (…)”.

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Radicación n.° 11001-02-03-000-2021-01477-00

3. Pide, en concreto, dejar sin valor ni efecto la


providencia censurada y, en su lugar, ordenar al tribunal
querellado, emitir un nuevo pronunciamiento ajustado a
derecho.

1.1. Respuesta del accionado

1. El juzgado vinculado relató la actuación surtida y


defendió la legalidad de su proceder, señalando no haber
vulnerado derecho fundamental alguno a la tutelante, no
sólo porque las actuaciones desplegadas al interior del
asunto se encuentran ajustadas al debido proceso, sino
porque, además, la decisión reprochada fue confirmada por
el superior jerárquico.

2. El colegiado confutado guardó silencio.

2. CONSIDERACIONES

1. La accionante cuestiona la providencia de 5 de


marzo de 2021, a través de la cual, el colegiado accionado,
en sede de apelación, confirmó el auto de 5 de octubre de
2020, que rechazó la demanda de grupo por ella incoada
frente a la empresa TC Heartland Colombia S.A.S.

2. Revisada la actuación censurada se descarta la


vulneración alegada por las razones que pasan a exponerse.

Los reparos de la actora frente a la decisión


impugnada se concretaron, en síntesis, en reprochar la

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exigencia del “juramento estimatorio” en acciones de grupo,


al no estar indicado como requisito formal de la demanda
según la Ley 472 de 1998.

Para la gestora, ni la cuantía ni el “juramento


estimatorio”:

“(…) pueden ser estimados por parte de este extremo litigioso en


esta altura procesal, pues carece de la información exacta
necesaria para determinar dicho monto. Siendo este un tema que
será determinado en la etapa probatoria, evitando esta defensa
con ello posibles afirmaciones temerarias y carentes de
fundamento”; agregó, además, que “la indemnización colectiva
se determinará por la sumatoria de las indemnizaciones
individuales de todos los integrantes del grupo afectado” y, que,
“la cuantía en el caso sub-exámine no resulta necesaria para
estimar la competencia del juez […] pues, según el artículo 51 de
la Ley 472 de 1998, toda acción de grupo en contra de un
particular es de competencia privativa del juez civil del circuito”.
(…)” (negrillas del texto original).

Para dar respuesta a sus cuestionamientos, el tribunal


empezó precisando que, de conformidad con lo previsto en
el artículo 52 de la Ley 472 de 1998, “(…) la demanda
mediante la cual se ejerza una acción de grupo deberá reunir
los requisitos establecidos en el Código de Procedimiento
Civil”, hoy Código General del Proceso (…)”.

Con base en esa premisa, refirió que al ser aplicables a


las acciones de grupo las normas del estatuto procesal
vigente, no le asistía razón a la quejosa al afirmar que el
juramento estimatorio no era obligatorio en asuntos de esta
naturaleza, pues, varios preceptos de dicho compendio lo
verifican.

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Así, el numeral 7° del artículo 82 de… dispone que es


requisito de la demanda “el juramento estimatorio, cuando
sea necesario” siendo, en estos casos, su inobservancia,
causal de inadmisión y posterior rechazo del libelo, por
estipulación expresa del numeral 6°, canon 90….

Adicionalmente, el tribunal puso de presente que, en


virtud del inciso segundo del artículo 281 ibídem:

“(…) No podrá condenarse al demandado por cantidad superior o


por objeto distinto del pretendido en la demanda ni por causa
diferente a la invocada en esta (…) es decir, que el aludido
requisito tiene como fin demarcar, en estrictez, la actividad, del
operador judicial en aras de preservar el principio de congruencia
que debe caracterizar todas sus decisiones, sin desbordar,
precisamente, los límites que la ley y el libelo inicial le fijan (…)”.

Posteriormente, el colegiado accionado procedió a


examinar si la aquí tutelante había dado cabal
cumplimiento a la subsanación de los motivos de
inadmisión de la demanda.

Así, respecto, al numeral cuarto del inadmisorio,


atinente a la exigencia de “pres[entar] un estimativo del
valor de los perjuicios que se hubieren causado con la
eventual vulneración que aduce”, la demandante señaló:

“(…) en el caso del daño material (daño emergente) individual


demostrado por la demandante señora Lady Vanessa Vásquez
Bernal, se tiene, según factura de compra del producto Splenda
Naturals Stevia, que este asciende a la suma de: $7.930.00 siete
mil novecientos treinta pesos mcte., valor sobre el que se realiza
el juramento estimatorio individual de la demandante (…)”.

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Para el tribunal, aunque en la respuesta ofrecida por


la actora en una misma pretensión se abarcaron diferentes
tópicos de condena, sí se subsanó efectivamente lo pedido

“(…) pues, de cara a las exigencias del artículo 206 del C.G.P., se
observa que cumplió con la “estimación razonada” del daño
emergente reclamado, dada la ínfima cuantía señalada y al
criterio objetivo del cual parte para hacerla [factura de venta],
además de haberlo realizado “bajo juramento”; así como también
cumplió lo relativo a que estuviese “discriminando cada uno de
sus conceptos”, esto es, que se trataba únicamente del daño
emergente sufrido por aquélla (…)”.

Ahora, con relación al requerimiento del numeral


quinto, consistente en indicar “(…) el estimativo del valor de
cada uno de los perjuicios materiales e inmateriales que se
supone fueron ocasionados por la eventual vulneración (…)”,
la corporación convocada encontró que la gestora se limitó
a señalar que la cuantía reclamada

“(…) por concepto del daño emergente [sería] (…) según lo


demostrado por cada uno de los miembros de forma individual
que se sumen a la acción de grupo a través de facturas de
compra –u otros medios de prueba- del producto Splenda
Naturals Stevia (…)”.

Para el tribunal, la falta de precisión y claridad en la


determinación de la cuantía, conllevaban,
indefectiblemente, el rechazo del libelo, por cuanto

“(…) aun cuando en este tipo de acciones no se requiera que el


grupo necesariamente deba estar conformado al momento de la
admisión, lo cierto es que, la vinculación de las “personas que
reúnan condiciones uniformes respecto de la misma causa que
originó perjuicios individuales” [art. 46; Ley 472 de 1998], no
deja de ser algo eventual, incluso, por ello, el articulo 53
ejúsdem, hace referencia a “los eventuales beneficiarios”; así,

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con independencia de las posibles personas que se terminen


sumando a esta acción, el libelo inicial debe expresar con total
“precisión y claridad” el concepto y la cuantía que se reclama
respecto de las personas con las cuales, hasta el momento, se
integre el grupo demandante, y así con las personas que en lo
sucesivo se vayan vinculando a la acción.

“A su vez, y respecto a esta misma causal de inadmisión -sin que


nuevamente refiriera de manera concreta la pretensión a
enmendar, en torno al eventual “perjuicio inmaterial”- refirió que
dicho rubro estaría “compuesto por una suma que estime el
despacho […] frente al daño moral y la afectación a bienes
constitucionales o convencionales”; sin embargo, trayendo de
nuevo lo ya señalado, tal aspiración desatiende lo dispuesto en
el numeral 4° del artículo 82 del C.G.P., y el numeral 3° del
artículo 52 de la Ley 472 de 1998, llevando incluso a quebrantar
eventualmente las garantías procesales que prohíja el principio
de congruencia.

“No se olvide que, tal y como lo consigna el artículo 46 de Ley


472 varias veces mencionada, “las acciones de grupo son
aquellas acciones interpuestas por un número plural o un
conjunto de personas que reúnen condiciones uniformes respecto
de una misma causa que originó perjuicios individuales para
dichas personas ”, por lo que deviene claro que, la recurrente no
puede, so pretexto de la eventualidad de un grupo afectado,
excusar la renuencia a determinar el monto de los perjuicios
materiales e inmateriales que señala, se le han causado, pues,
memórese que dichos perjuicios “son individuales”, y como tal,
en principio, debe ser el afectado capaz de justipreciar su propia
pérdida (…)”.

Las conclusiones adoptadas son lógicas, de su lectura,


prima facie, no se advierte vía de hecho. El tribunal
accionado, estudió de manera detallada los reparos
formulados por la accionante para cuestionar la decisión
impugnada, así como las respuestas ofrecidas por aquélla
para subsanar los yerros planteados en el aludido auto
inadmisorio; de donde coligió que, a la luz de la
normatividad aplicable, resultaba razonable rechazar el

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libelo, ante la desatención de la actora de determinar de


manera clara y precisa la cuantía que se reclamaba
respecto de las personas con las cuales, hasta ese
momento, se integraba el grupo demandante.

De esta manera, la providencia examinada no se


observa descabellada al punto de permitir la injerencia de
esta justicia. Según lo ha expresado esta Corte, “(…)
independientemente de que se comparta o no la
hermenéutica de los juzgadores atacados, ello no descalifica
su decisión ni la convierte en caprichosa y con entidad
suficiente de configurar vía de hecho (…)”1.

Téngase en cuenta que la sola divergencia conceptual


no puede ser venero para rogar el amparo porque la tutela
no es instrumento para definir cuál planteamiento
hermenéutico en las hipótesis de subsunción legal es el
válido, ni cuál de las inferencias valorativas de los
elementos fácticos es la más acertada o la más correcta
para dar lugar a la intervención del juez constitucional. El
resguardo previsto en la regla 86 es residual y subsidiario.

5. Siguiendo los derroteros de la Convención


Americana de Derechos Humanos y su jurisprudencia, no
se otea vulneración alguna a la preceptiva de la misma ni
tampoco del bloque de constitucionalidad, que ameriten la
intervención de esta Corte para declarar inconvencionales
las decisiones atacadas. El convenio citado es aplicable por

1
CSJ. Civil. Sentencia de 18 de marzo de 2010, exp. 2010-00367-00; ver en el mismo sentido
el fallo de 18 de diciembre de 2012, exp. 2012-01828-01.

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virtud del canon 9 de la Constitución Nacional, cuando


dice:

“(…) Las relaciones exteriores del Estado se fundamentan en la


soberanía nacional, en el respeto a la autodeterminación de los
pueblos y en el reconocimiento de los principios del derecho
internacional aceptados por Colombia (…)”.

Complementariamente, el artículo 93 ejúsdem,


contempla:

“(…) Los tratados y convenios internacionales ratificados por el


Congreso, que reconocen los derechos humanos y que prohíben
su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el
orden interno”.

“Los derechos y deberes consagrados en esta Carta, se


interpretarán de conformidad con los tratados internacionales
sobre derechos humanos ratificados por Colombia (…)”.

El mandato 27 de la Convención de Viena, sobre el


derecho de los tratados de 19692, debidamente ratificada
por Colombia, según el cual: “(…) Una parte no podrá
invocar las disposiciones de su derecho interno como
justificación del incumplimiento de un tratado (…)”3, impone
su observancia en forma irrestricta, cuando un Estado
parte lo ha suscrito o se ha adherido al mismo.

5.1. Aunque podría argumentarse la viabilidad del


control de convencionalidad sólo en decursos donde se
halla el quebranto de garantías sustanciales o cuando la
normatividad interna es contraria a la internacional sobre
los derechos humanos, se estima trascendente efectuar
dicho seguimiento en todos los asuntos donde se debata la
2
Suscrita en Viena el 23 de mayo de 1969.
3
Aprobada por Colombia mediante la Ley 32 de 1985.

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conculcación de prerrogativas iusfundamentales, así su


protección resulte procedente o no.

Lo aducido porque la enunciada herramienta le


permite a los Estados materializar el deber de garantizar los
derechos humanos en el ámbito doméstico, a través de la
verificación de la conformidad de las normas y prácticas
nacionales, con la Convención Americana de Derechos
Humanos y su jurisprudencia, ejercicio que según la Corte
Interamericana se surte no sólo a petición de parte sino ex
officio4.

No sobra advertir que el régimen convencional en el


derecho local de los países que la han suscrito y aprobado,
no constituye un sistema opcional o de libre aplicación en
los ordenamientos patrios; sino que en estos casos cobra
vigencia plena y obligatoriedad con carácter impositivo para
todos los servidores estatales, debiendo realizar no
solamente un control legal y constitucional, sino también el
convencional; con mayor razón cuando forma parte del
bloque de constitucionalidad sin quedar al arbitrio de las
autoridades su gobierno.

5.2. El aludido control en estos asuntos procura,


además, contribuir judicial y pedagógicamente, tal cual se
le ha ordenado a los Estados denunciados –incluido
Colombia-5, a impartir una formación permanente de
4
Corte IDH. Caso Gudiél Álvarez y otros (“Diario Militar”) contra Guatemala.
Sentencia de noviembre 20 de 2012. Serie C No. 253, párrafo 330.
5
Corte IDH, Caso Vélez Restrepo y familiares Vs. Colombia, Excepción preliminar,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 3 de septiembre de 2012. Serie C No.
248, párrs. 259 a 290, criterio reiterado Caso Masacre de Santo Domingo Vs.

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Derechos Humanos y DIH en todos los niveles jerárquicos


de las Fuerzas Armadas, jueces y fiscales6; así como realizar
cursos de capacitación a funcionarios de la rama ejecutiva y
judicial y campañas informativas públicas en materia de
protección de derechos y garantías 7.

Insistir en la aplicación del citado control y esbozar el


contenido de la Convención Interamericana de Derechos
Humanos en providencias como la presente, le permite no
sólo a las autoridades conocer e interiorizar las obligaciones
contraídas internacionalmente, en relación con el respeto a
los derechos humanos, sino a la ciudadanía informarse en
torno al máximo grado de salvaguarda de sus garantías.

Además, pretende contribuir en la formación de una


comunidad global, incluyente, respetuosa de los
instrumentos internacionales y de la protección de las
prerrogativas fundamentales en el marco del sistema
americano de derechos humanos.

6. Por los anteriores argumentos, se negará el amparo


reclamado.

Colombia, Excepciones preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de


30 de noviembre de 2012. Serie C No. 259, párrs. 295 a 323.
6
Corte IDH, Caso de la Masacre de Las Dos Erres Vs. Guatemala, Excepción
Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de noviembre de 2009.
Serie C No. 211, párrs. 229 a 274.
7
Corte IDH, Caso Furlan y familiares Vs. Argentina, Excepciones preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2012. Serie C No. 246,
párrs. 278 a 308.

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3. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE:

PRIMERO: NEGAR la tutela promovida por Leidy


Vanessa Vásquez Bernal frente a la Sala Civil del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá, específicamente
respecto de la magistrada Adriana Ayala Pulgarín, con
ocasión de la acción de grupo abierta iniciada por la aquí
actora frente a TC Heartland Colombia S.A.S., con radicado
n°. 2020-0183.

SEGUNDO: Notifíquese lo así decidido, mediante


comunicación telegráfica o mensaje de datos, a todos los
interesados.

TERCERO: Si este fallo no fuere impugnado


remítase el expediente a la Corte Constitucional para su
eventual revisión.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

FRANCISCO TERNERA BARRIOS


Presidente de Sala

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ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

HILDA GONZÁLEZ NEIRA

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

LUIS ALONSO RICO PUERTA

OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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