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LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

Magistrado Ponente

SC4159-2021
Radicación: 11001-02-03-000-2018-00732-00
(Aprobado en Sala virtual de quince de septiembre de dos mil veintiuno)

Bogotá, D. C., siete (7) de octubre de dos mil veintiuno


(2021).

Se decide el recurso de revisión de Gloria Janneth y


Carlos Augusto Ayala González, Teresa Gonzáles de Ayala y
Robert Johny Ayala García, interpuesto contra la sentencia
de 5 de abril de 2017, proferida por el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Santa Marta, Sala Civil-Familia, en el
proceso incoado por el menor Sebastián Restrepo Mogollón,
representado por su progenitora Libiam Restrepo Mogollón;
frente a los recurrentes y Héctor Raúl Ayala González, en
calidad de sucesores determinados del causante Benjamín
Ayala Guarín, y demás herederos indeterminados.
Referencia: 11001-02-03-000-2018-00732-00

1. ANTECEDENTES DEL LITIGIO

1.1. En el trámite ordinario, el demandante solicitó


declarar, frente a Janneth, Carlos Augusto y Héctor Raúl
Ayala González, y Teresa González de Ayala, y demás
herederos indeterminados, que es hijo extramatrimonial del
fallecido Benjamín Ayala Guarín.

1.2. El recurrente al sustentar la pretensión señaló


que nació el 6 de noviembre de 2001, fruto de la
convivencia de su progenitora con el presunto padre, desde
1994, hasta el 19 de junio de 2002. Agrega, que la relación
de pareja fue notoria y a la vista de familiares y vecinos.

1.3. Admitida la demanda, Carlos Augusto Ayala


González y Teresa González de Ayala, fueron notificados por
conducta concluyente. Janneth y Héctor Raúl Ayala
González, y demás herederos indeterminados fueron
vinculados a través de un curador ad-litem.

1.4. Tramitado el proceso, el Juzgado Tercero de


Familia de Santa Marta, mediante sentencia de 11 de julio
de 2016, negó las súplicas. Encontró que las dos pruebas
de ADN sobre los restos óseos del causante, no habían sido
concluyentes en indicar un índice probable de paternidad
superior al 99.9%. Tampoco, dijo, resultaron suficientes las
declaraciones de cargo.

1.5. El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa


Marta, Sala Civil-Familia, en el fallo ahora impugnado,

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Referencia: 11001-02-03-000-2018-00732-00

revocó la anterior decisión y accedió a declarar la


paternidad demandada.

Señaló, que los hechos investigados se encontraban


demostrados. Se derivaban de la conducta renuente de los
demandados a suministrar su material genético a fin de
evacuar el dictamen de ADN. Asimismo, de la actuación de
Robert Jonny Ayala García y Héctor Raúl Ayala González,
en “representación de todos los herederos del señor
Benjamín Ayala Guarín”, adelantada con la actora, todo, a
efectos de agilizar el proceso de sucesión vía notarial. Por
último, con la declaración de la madre del menor y de
Nelson Eduardo Ospina Pérez.

1.6. Contra lo decidido, los interpelados, salvo Héctor


Raúl Ayala González, recurrieron extraordinariamente, en
conjunto con Robert Jonny Ayala García.

2. EL RECURSO DE REVISIÓN

2.1. Los recurrentes invocaron como causales las


previstas en el artículo 355, numerales 6º y 7º del Código
General del Proceso.

2.1.1. La sexta, por “(…) Haber existido colusión u otra


maniobra fraudulenta de las partes en el proceso en que se
dictó la sentencia, aunque no haya sido objeto de
investigación penal, siempre que haya causado perjuicios al
recurrente (…)”.

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Se edifica en punto a que al decurso no se vinculó


como heredero determinado a Robert Jonny Ayala García.
El extremo demandante, agrega, conocía de su existencia y
sabía que “residía en Colombia y había más forma de
contactarlo para su notificación”.

En adición, los testimonios de Nelson Eduardo Ospina


Pérez y Libiam Restrepo Mogollón, carecían de credibilidad.
Eran “amañados” ante la creada imposibilidad de ser
controvertidos por Robert Jonny Ayala García.

2.1.2. La séptima, al “(…) [e]star el recurrente en


alguno de los casos de indebida representación o falta de
notificación o emplazamiento, siempre que no haya sido
saneada la nulidad (…)”

Se fundamenta en la omisión de demandar a todos los


herederos determinados de Benjamín Ayala Guarín. En
concreto, al señor Robert Jonny Ayala García.

2.2. El demandante en el juicio, opositor en el recurso,


resistió las causales invocadas.

2.2.1. En lo relativo a la colusión o fraude, por cuanto


su gestión de realizar dos exhumaciones del cadáver del
presunto padre, en forma pública, es un acto de buena fe
que elimina cualquier conducta torticera. Se trata de una
actuación dirigida a buscar únicamente la verdad real y
evitar conductas colusorias.

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2.2.2. En lo tocante con la no inclusión en el proceso


de heredero determinado, considera, amén de innecesaria,
que las consecuencias son distintas. El artículo 10 de la Ley
75 de 1968, no contempla como hecho constitutivo de
nulidad procesal, la no inclusión de herederos
determinados.

2.3. La Procuraduría Delegada para la Defensa de los


Derechos de la Infancia, la Adolescencia y la Familia, por su
parte, se opuso a la prosperidad de las causales. La
colusión o el fraude, al fundarse en meras suposiciones o
especulaciones. Y el vicio adjetivo, por cuanto los
demandados conocían de la existencia del otro heredero
determinado, pese a lo cual nada fue reclamado.

2.4. La audiencia del artículo 358, in fine, del Código


General del Proceso, no fue señalada, pues ninguna de las
pruebas decretadas había lugar a evacuarla. Todas eran
documentales y se encontraban en el expediente.

3. CONSIDERACIONES

3.1. La decisión se adoptará de manera escrita


teniendo en cuenta que el requisito para hacerlo de manera
oral, el señalamiento de una audiencia en los eventos en
que hay lugar a practicar pruebas, resulta innecesario.
Ninguna había para intermediar y evacuar materialmente,
cual quedó memorado en el número 2.4.

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El artículo 279, inciso 2º del Código General del


Proceso, autoriza el fallo escrito dentro del sistema oral.
Llegado el caso, ante la imposibilidad de emitirlo de viva voz
en la audiencia de juzgamiento (precepto 373, numeral 5º,
inciso 3º). También, en los casos de sentencia anticipada
(regla 278, inciso 3º), siendo una de sus hipótesis, “cuando
no hubieren pruebas por practicar”. Lo mismo, es un paso
necesario, en situaciones iguales a la resaltada, verbi
gratia, en los procedimientos de revisión (norma 358, in
fine) o del exequátur (canon 607, inciso 2º, numeral 4º), en
cualquier evento, por ser improcedente la audiencia,
ciertamente, cuando no existen pruebas para evacuar.

Lo anterior se refrenda con el Decreto Legislativo 806


de 2020, mediante el cual se expidieron normas para
garantizar la prestación del servicio judicial y el derecho
fundamental al libre acceso a la administración de justicia,
en el marco de la promulgada Emergencia Económica,
Social y Ecológica a raíz de la pandemia Coronavirus
COVID-19. Entre las directrices señaladas para el efecto se
encuentran, como regla de principio, el adelantamiento de
actuaciones no presenciales y “excepcionalmente de manera
presencial”.

3.2. Las sentencias judiciales proferidas en procesos


contenciosos, una vez ejecutoriadas, por regla general,
adquieren el sello o la fuerza de cosa juzgada. Por esto, en
defensa de los principios de certeza, seguridad jurídica y
armonía sociales, se tornan inmodificables e inimpugnables
y, como consecuencia, ejecutables.

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El anterior razonamiento, sin embargo, no es absoluto,


en cuanto existen casos que autorizan derruir los aludidos
efectos, en concreto, cuando los fallos en firme son
contrarios a la justicia, atentan contra el derecho de
defensa o desconocen la misma cosa juzgada material.

La excepción encuentra respuesta en el recurso de


revisión, instituido, precisamente para hacer imperar la
justicia, restablecer el derecho de defensa cuando ha sido
conculcado y asegurar la certeza judicial. Esto último,
cerrando ataques ulteriores a la pretensión reconocida o
impidiendo reclamarla de nuevo si ha sido negada.

La naturaleza particular del medio en cuestión limita


su procedencia a estrictas causales legales y a las precisas
hipótesis normativas. Ello, ciertamente, lo diferencia de las
instancias y se edifica, generalmente, sobre bases nuevas,
desde luego, desconocidas en el litigio. La mayoría de las
veces, fincadas en elementos que transcienden al juicio, y
excepcionalmente, que le son inmanentes.

El recurso, tiene sentado la Corte, “(…) no franquea la


puerta para tornar el replanteamiento de temas ya litigados
y decididos en proceso anterior, ni es la vía normal para
corregir los yerros jurídicos o probatorios que hayan cometido
las partes en el litigio precedente, ni es camino para mejorar
la prueba mal aducida o dejada de aportar, ni sirve para

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encontrar una nueva oportunidad para proponer excepciones


o para alegar hechos no expuestos en la causa petendi (…)”1.

El mecanismo extraordinario, asentó en otra ocasión la


Sala, solo tiene “(…)venero en circunstancias que, en
términos generales, son extrínsecas o ajenas al proceso en el
cual se profirió la sentencia que por tal medio se impugna y
por esencia constituyen aspectos novedosos frente a él, bien
por haber tenido lugar con posterioridad al pronunciamiento
de aquella, ora porque no empece antecederla, eran
ignorados por la parte que recurre, pues en una y otra
hipótesis se tiene en cuenta que su inexistencia o su
desconocimiento redundó en la adopción de una resolución
injusta (…)”2.

Lo anterior, significa que cuando la impugnación se


fundamenta en cuestiones inmanentes o presentes al
interior del juicio, no puede referirse a asuntos nuevos. Se
trata de cuestiones conocidas para los sujetos procesales,
En ese caso lo que se crea es una reedición del debate,
ajena al objeto preciso y directo del recurso, salvo la
presencia de algún vicio in procedendo insaneable existente.

Así, que los cimientos del fallo opugnado solo se


socavan mediante el estudio de las circunstancias que,
coincidiendo con las causales previstas por la normatividad
vigente, son invocadas por el recurrente. De ahí deriva, sin

1
COLOMBIA, CSJ. Cas. Civil. Sentencia de 16 de mayo de 2013, expediente 01855,
reiterando la doctrina anterior.
2
COLOMBIA, CSJ. Cas. Civil. Sentencia 234 de 1º de diciembre de 2000, expediente
7754, evocada en fallos 29 de junio de 2007, expediente 00042, y de 27 de abril de
2009, expediente 01294, entre otros.

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equívoco alguno, que la relación sustancial conformada en


las instancias y las vicisitudes al respecto evaluadas, no
pueden ser pasibles del trámite extraordinario.

3.3. Siguiendo los derroteros expuestos, pasa a


examinarse si las causales de revisión invocadas se
encuentran configuradas. Delanteramente, se examinará el
error de procedimiento, en tanto, de estructurarse,
retrotraería la actuación a los alegatos de primera
instancia. Por lo mismo, arrasaría la sentencia, anegando,
la almendra y la sustancia para auscultar la eventual
colusión o fraude en que se haya incurrido.

3.3.1. Con todo, si el recurrente Robert Jonny Ayala


García no fue demandado, de manera alguna se le puede
asociar con la notificación del auto admisorio de la
demanda de investigación de paternidad. Su situación, en
los términos del artículo 133, numeral 8º del Código
General del Proceso, encaja en la hipótesis de la falta de
citación de las demás personas que debiéndose vincular
como parte en el proceso, no lo fueron.

Lo planteado, entonces, es la falta de integración de un


litisconsorcio necesario. Ello ocurre, al tenor del artículo 61,
ibídem, cuando el “(…) proceso verse sobre relaciones o
actos jurídicos respecto de los cuales, por su
naturaleza o por disposición legal, haya de resolverse
de manera uniforme y no sea posible decidir de mérito sin
la comparecencia de las personas que sean sujetos de tales

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relaciones o que intervinieron en dichos actos, la demanda


deberá formularse por todas o dirigirse contra todas (…)”.

El litisconsorcio necesario lo determina la “naturaleza


del asunto” o alguna “disposición legal”. No se encuentra al
arbitrio de las partes establecerlo ni a los juzgadores
inventarlo, sino que todo depende de la relación jurídico
sustancial objeto de controversia. Son muestras del
instituto, la nulidad o resolución de una promesa o de
contrato. La razón estriba en que el negocio jurídico no se
puede anular o resolver respecto de unos sujetos y seguir
vigente respecto de quienes no fueron demandados. La
naturaleza inescindible de la relación, por si, lo explica.

En asuntos donde se reclama la paternidad del


presunto padre fallecido, la relación sustancial debe
mirarse en el campo personal y patrimonial. En el primero,
los demandados no son los herederos o el cónyuge, sino la
sucesión, representados por aquellos. Así, lo establece el
canon 10º de la Ley 75 de 1968. “Muerto el presunto padre
la acción de investigación de la paternidad natural se
adelantará contra sus herederos y su cónyuge”. En lo
segundo, conforme al inciso final, los efectos de una
declaración favorable de paternidad solo se predican
respecto de quienes fueron vinculados en oportunidad al
proceso. En palabras de la Corte:

“(…) En acatamiento de tal preceptiva, ha predicado de tiempo


atrás esta corporación que siendo la sentencia de paternidad, de
naturaleza declarativa positiva, no hace nada distinto a
reconocer una determinada relación de derecho como resultado o
consecuencia de un hecho del padre, creador de vínculos

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familiares y patrimoniales en la medida que se procure la acción


en el tiempo y condiciones analizadas (...) La Ley 75 de 1968,
artículo 10, concedió la oportunidad para que se tuviera como
hijo natural después de fallecido del presunto padre, empero no
lo hizo extensivo a los aspectos patrimoniales en derredor de los
que no fueron partes en el correspondiente proceso (…)” (G.J.
CLXXXIV, 1986).

“5. Ahora bien, que la sentencia de filiación por disposición legal


no produzca efectos patrimoniales respecto de los herederos del
difunto padre, sin importar el título que les otorgue esa condición,
que no fueron convocados al proceso de investigación de
paternidad, ni de aquellos quienes habiéndolo sido no fueron
notificados oportunamente de la demanda, se desprende que
todo efecto de índole económica que tales herederos hayan
deducido de la muerte del presunto padre, debe permanecer
intacto, lo cual equivale a decir que en esa hipótesis, el fallo de
paternidad únicamente toca a quienes fueron citados y
vinculados al proceso tempestivamente en los términos de la
citada ley 75, con quienes es dable establecer las acciones
pecuniarias consiguientes o derivadas del estado de hijo.

“6. Así, en la práctica, la sentencia de filiación unas veces se


limita a reconocerle al hijo extramatrimonial su vocación
hereditaria, haciéndole posible ya acudir al proceso de sucesión,
si éste no ha concluido, o ya a la acción de petición de herencia
si los bienes fueron adjudicados y están en posesión de otros
herederos, frente a quienes el hijo extramatrimonial reconocido
pretende mejor o igual derecho; y otras veces como aquí sucedió,
el juez de la filiación dispone rehacer la partición, inclusive
pretermitiendo las situaciones patrimoniales debidamente
consolidadas o sin prever las enajenaciones que hayan
efectuado los adjudicatarios, y, por lo tanto, anteponiéndose a
las acciones de petición de herencia o reivindicatoria frente a
terceros.

“7. Sea lo que fuere, tales situaciones representan efectos


patrimoniales que inciden de un modo u otro en los derechos
económicos de los herederos que hayan sido reconocidos como
tales antes de aparecer el hijo extramatrimonial, y por lo tanto
éste no puede pretender extender sus derechos a tales herederos
si no fueron convocados al proceso de filiación, o si no fueron
notificados oportunamente de la demanda de paternidad,
quienes, tanto cualitativa como cuantitativamente, quedan
indemnes frente a su reclamo (…)”3 .

Significa lo expuesto, que en el campo personal no


puede hablarse de un litisconsorcio necesario. La
3
COLOMBIA, CSJ. Cas. Civil. Sentencia del 15 de febrero de 2002. Posición
reiterada en sentencia del 4 de julio del mismo año, radicado 6364.

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representación de la sucesión es llevada por cualquiera de


los herederos o por el cónyuge. La ratio legis radica en que
el estado civil declarado tiene efectos erga omnes, en tanto,
no se puede ser hijo y no hijo a la vez. El carácter indivisible
de esa calidad así lo impone. En lo patrimonial, tampoco
puede hablarse de intervención obligatoria, porque la
ausencia de algún heredero no impide un fallo de mérito,
sino una decisión con efectos de cosa juzgada relativa.

“(…) El litisconsorcio necesario supone una pluralidad de


personas integrando los extremos de la relación jurídico-procesal,
razón por la cual la doctrina suele dividirlo en activo, pasivo o
mixto, según que la pluralidad de sujetos se encuentre en la
parte demandante o demandada, o en una y otra. Al lado de
esta clasificación, la propia ley distingue, nominándolos, dos
clases de litisconsorcio: el facultativo (artículo 50 del Código de
Procedimiento Civil) y el necesario (artículos 51 y 83, ibídem).

“El segundo, que es el que interesa al caso, el cual propende por


resguardar el derecho de defensa de todos aquellos interesados
a quienes se extendería la autoridad de la cosa juzgada
material, se determina por la relación sustancial que se discute,
ya sea “por su naturaleza”, ora por “disposición legal”. Por esto,
si la cuestión ha de resolverse, como la propia ley lo declara, bajo
el supuesto de la pluralidad subjetiva, de “manera uniforme para
todos los litisconsortes” (artículo 51), la sentencia, entonces,
también ha de ser única para todas las “personas que sean
sujetos de tales relaciones o que intervinieron en dichos actos”
(artículo 83).

“En ese sentido la Corte tiene dicho que la figura del


litisconsorcio surge cuando no es posible escindir la decisión en
tantos “sujetos activos o pasivos individualmente considerados
existan”, sino que debe presentarse “como única e indivisible
frente al conjunto de tales sujetos”. En otros términos, “un
pronunciamiento del juez con alcances referidos a la totalidad de
la relación no puede proceder con la intervención única de alguno
o algunos de los ligados por aquélla, sino necesariamente con la
de todos. (sentencia de 4 de junio de 1970, CXXXIV-170) (…)”4.

Para establecer el litisconsorcio necesario, al decir de


también de esta Corporación:
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COLOMBIA, CSJ. Cas. Civil. Sentencia del 25 de abril del 2005, expediente, C-
14115.

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“(…) Tampoco son de recibo las normas procesales que disponen


la citación o emplazamiento de personas indeterminadas, como
manda el artículo 81 del estatuto procesal civil para “cuando se
pretenda demandar en proceso de conocimiento a los herederos
de una persona cuyo proceso de sucesión no se ha iniciado y
cuyos nombres se ignoran, la demanda deberá dirigirse
indeterminadamente contra todos los que tengan dicha calidad,
y el auto admisorio ordenará emplazarlos en la forma y para los
fines dispuestos en el artículo 318”, ni por consiguiente el
penúltimo inciso del artículo 332 ibídem que, en tal hipótesis,
subsecuentemente otorga los efectos de cosa juzgada a la
sentencia que se llegue a dictar en relación con todas las
comprendidas en el emplazamiento - efectos erga omnes -; dado
que el mismo código establece que cuando se trata de
cuestiones relativas al estado civil únicamente pueden obrar las
normas civiles y complementarias”.

“Lo anterior ha dado pie inclusive para estimar que no es


necesario demandar a todos los herederos del difunto padre, en
la medida en que así ellos vienen a conformar un litisconsorcio
facultativo por pasiva, toda vez que resulta en esos términos
admisible definir por separado y autónomamente la relación
jurídica respecto de cada uno de los que son convocados al
proceso, pues es el demandante mediante la integración del
mismo quien expande o restringe los susodichos efectos
patrimoniales desde el punto de vista subjetivo, según que la
demanda cobije a todos los herederos, lo que debe de entenderse
individualmente considerados, como que se exige su presencia
para que se pueda deducir, según las circunstancias
particulares, la caducidad de tales efectos patrimoniales; o
según que él mismo limite la convocatoria contra uno o varios de
tales herederos, caso en el cual sólo contra éstos se produce la
referida secuela pecuniaria (…)”(subrayas fuera de texto)5.

En alusión a los herederos indeterminados, la Sala,


igualmente adoctrinó:

“(…) No obstante que lo dicho es suficiente para desestimar el


cargo, el singular silogismo que plantea el censor, por cuya virtud
el artículo 81 del C. de P.C., actualmente vigente, impone la
necesidad de citar a los herederos indeterminados del causante
cuando se encuentra en curso el proceso de sucesión justifica que
se hagan algunas precisiones, orientadas a esclarecer si dentro
de los procesos destinados a fijar la filiación cuando los
demandados son los herederos del presunto padre, se le debe dar
aplicación al actual artículo 81 del C. de P.C., y,
5
COLOMBIA, CSJ. Cas. Civil. Sentencia del 1º de agosto del 2003, exped. 7769.

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subsecuentemente, convocar mediante emplazamiento a quienes


indeterminadamente tengan tal calidad.

“A tal fin, se debe empezar por señalar que, como no podría ser de
otra manera, tal convocatoria no tendría otra misión que la de que
quienes resulten cobijados por el llamamiento edictal queden
vinculados a los efectos del fallo. Es decir, que aquellos que
siendo herederos del presunto padre y no habiendo sido citados
personalmente al proceso por ignorarse su existencia, al ser
convocados mediante emplazamiento, pueden verse afectados por
la decisión que allí llegue a tomarse.

“La anterior conclusión -que sería la que corresponde sacar por


estimar aplicable a asuntos como este el artículo 81 del C. de P.C.-
conduciría a decir, entonces, que las sentencias proferidas en
procesos de investigación de la paternidad extramatrimonial
adelantados con llamamiento de los herederos indeterminados del
presunto padre, producen efectos de cosa juzgada erga-omnes,
con lo que resultaría radicalmente modificado el criterio anterior
-plasmado, entre otros, en el artículo 10 de la Ley 75 de 1968-
según el cual tales fallos no generan sino efectos relativos, o sea,
entre quienes han sido parte en el respectivo proceso.

“Empero, encuentra la Sala que de por medio existen dos factores


que, concatenados, impiden que en la realidad las cosas ocurran
de ese modo.

“En efecto, el actual artículo 81 del C. de P.C., es el producto de la


reforma que al texto anterior se le introdujo por el Decreto 2282 de
1989 (mod. 33). La reforma tuvo como finalidad primordial
ampliar y clarificar los supuestos en los cuales deben ser
convocados los herederos indeterminados de alguien en los
procesos de conocimiento y de ejecución. Y visto el carácter
generalizador o totalizante que se le imprimió al precepto, con
lógica aparente bien se pudiera pensar que allí quedaron
comprendidos supuestos como el que ahora considera la Sala. Sin
embargo, no se ha de olvidar que el Decreto 2282 fue expedido en
desarrollo de las facultades extraordinarias que al Gobierno
Nacional le confiriera la Ley 30 de 1987, entre otras cosas, para
"simplificar el trámite de los procesos judiciales y ajustarlos a la
informática y las técnicas modernas", de acuerdo con lo que reza
el literal f) del artículo 1 de la citada ley, lo que quiere decir que, al
quedarse la reforma referida al campo procesal exclusivamente,
no se podía ocupar de problemas propios del derecho sustantivo.
Por lo mismo, las normas correspondientes, entre ellas el artículo
81, no caben ser interpretadas con esta orientación.

“El otro aspecto, que le sirve de complemento a lo que se acaba de


señalar, radica en que de acuerdo con el artículo 332 del C. de
P.C., en su inciso 4, "los efectos de la cosa juzgada en procesos en
que se ventilan cuestiones relativas al estado civil de las

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personas, se regularán por lo dispuesto en el Código Civil y leyes


complementarias".

“Pues bien: como quiera que la citación a los herederos


indeterminados del presunto padre no podría tener por objeto más
que el vincularlos a las resultas del fallo, cuestión esta que atañe
al Código Civil y a las disposiciones complementarias, se debe
seguir que la exigencia del artículo 81 de C. de P.C. no rige para
asuntos como el que aquí se considera, lo que, desde luego,
entraña que su no cumplimiento no genera nulidad del proceso;
pero también que, si de hecho, se produce la citación de esos
herederos indeterminados, no por tal circunstancia se dará la
vinculación al fallo para quien siendo en realidad heredero no
haya sido citado de manera directa al proceso, y se le pretende
encadenar con base en el genérico llamamiento edictal.

“No sobra, en fin, anotar que es vano el argumento conforme al


cual debe ser hecha, de todas maneras, la citación de los
herederos indeterminados para que así se acate lo prescrito en el
artículo 81 del C. de P.C., sin que ello comporte una injerencia en
los efectos propios de la cosa juzgada pues estos seguirían
regulados por las disposiciones sustantivas, porque entonces ello
pondría de presente que se está ante un trámite inútil, sin
reprensión en la relación material, cuando, como bien se sabe, las
normas procesales deben apuntar hacia la realización de los
derechos instituidos en la ley sustancial y, claro está, dentro de
los términos en que esta los establezca.

“Se concluye entonces, que no puede alegarse la falta de citación


de los herederos indeterminados a este proceso como causal de
nulidad, toda vez que ni la naturaleza del asunto, ni las normas
legales exigen el emplazamiento obligatorio de los herederos
indeterminados del presunto padre (…), sin que, por lo demás, el
artículo 81 ib., tenga el alcance que propone el casacionista” 6.

Posteriormente, con referencia general a los herederos


determinados, esta Colegiatura señaló:

“(…) El litisconsorcio necesario puede originarse en la


“disposición legal” o imponerlo directamente la “naturaleza” de
las “relaciones o actos jurídicos”, respecto de los cuales “verse”
el proceso (artículo 83 ejusdem), presentándose este último caso,
cuando la relación de derecho sustancial objeto de la pretensión
está conformada por un número plural de sujetos, activos o
pasivos, “en forma tal que no es susceptible de escindirse en
tantas relaciones aisladas como sujetos activos o pasivos
individualmente considerados existan, sino que se presenta como
6
COLOMBIA, CSJ. Cas. Civil. Sentencia del 28 de abril de 1995, exp. 4075,
Pon. Dr. Héctor Marín Naranjo.

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una, única e indivisible frente al conjunto de tales sujetos” (G.J. t.


CXXXIV, pág. 170), o como la propia ley lo declara, “Cuando la
cuestión haya de resolverse de manera uniforme para todos los
litisconsortes…” (artículo 51 Código de Procedimiento Civil)",
(Sent. Cas. 194 de 24 de octubre de 2000, exp. 5387, no
publicada aún oficialmente).

“De acuerdo con lo anterior, resulta evidente que en este conflicto


los herederos determinados e indeterminados, así como la
calidad que ahora invoca de sucesora y socia, pidiendo para la
sucesión y para sociedad conyugal de la cual hizo parte el
extinto Edgar Gerardo Moreno Gómez no ostentan la condición de
litisconsortes necesarios y, por ende, no tenían que ser citados al
proceso para integrar el contradictorio, como quiera que no hay
mandato legal que disponga su forzosa intervención, ni así lo
exigía la naturaleza de la controversia, y tampoco el asunto
requería una decisión uniforme en relación con cada una de las
personas que pudieron resultar agraviadas moral o
patrimonialmente por la muerte de aquél, dado que todo depende
de los diversos vínculos jurídicos que con ellos tuviera el occiso
para la época de su deceso, todos independientes unos de otros.
De suerte que, sin duda, se trata de litisconsortes simplemente
facultativos o voluntarios, puesto que por su lado, cada una de
esas personas, libremente y según el grado de afectación moral o
económico que alguna de éstas hubiere soportado por la
desaparición de Moreno Gómez, podía comparecer a demandar a
los responsables con el propósito de obtener contra los mismos la
correspondiente declaración judicial de responsabilidad civil y
consiguiente condenación al respectivo resarcimiento, bien en
litigio separado e independiente o dentro del incoado por María
Luz Bohórquez Rodríguez y otros, a través del mecanismo de la
acumulación de pretensiones, de demandas o de procesos; es
más, luego del estudio jurídico de rigor, no sería extraño que
encaminaran sus pretensiones frente a demandados diversos a
los incluidos en la mencionada demanda, en caso de llegar a
concluir que éstos no fueren los verdaderos o únicos obligados a
reparar los perjuicios, sin importar para ello las resultas de las
súplicas erigidas por los primigenios demandantes; de ello
deviene que su falta de convocación al litigio de ninguna manera
amenazó o transgredió sus derechos (…)”7.

Las disquisiciones realizadas en el marco de la Ley


procesal anterior siguen vigentes. En términos generales el
Código General del Proceso y Código de Procedimiento Civil,
a nivel conceptual y dogmático en lo referente a los
litisconsortes necesarios, son casi idénticos (artículos 87 y
7
COLOMBIA, CSJ. Civil. Sent. del 30 de junio del 2005, expediente
1100102030002003 00010 01, Mg. Pon. Dr. Cesar Julio Valencia Copete.

16
Referencia: 11001-02-03-000-2018-00732-00

81, respectivamente). Son análogos en lo referente a su


contenido y fines. Por tal razón, bajo un criterio mutatis
mutandis cobran plena operatividad.

En ese orden, como la vinculación de Robert Jonny


Ayala García al proceso de investigación de paternidad era
innecesaria, la causal de revisión invocada resulta inviable.
En el campo personal, ni le va, ni le viene la declaración del
estado civil del demandante. Y, en el campo patrimonial, en
el caso de no cobijarlos sus efectos, los mismos deben
invocarse en las oportunidades correspondientes.

3.3.2. Lo discurrido, es suficiente para negarle


prosperidad a la causal de revisión fundamentada en la
colusión o fraude. En particular, respecto de la no
vinculación de un heredero determinado al proceso de
investigación de paternidad, aceptando, inclusive, en gracia
de discusión, que era conocido de la parte actora.

Para la prosperidad de la causal sexta, consistente en


“[h]aber existido colusión u otra maniobra fraudulenta de las
partes en el proceso en que se dictó la sentencia, aunque no
haya sido objeto de investigación penal, siempre que haya
causado perjuicios al recurrente”, es necesario el concurso
simultáneo de los siguientes elementos: a) que exista
colusión de las partes o maniobras fraudulentas de una
sola de ellas, con magnitud suficiente para afectar el
pronunciamiento de una sentencia inicua; b) que se le haya
causado un perjuicio a un tercero o a la parte recurrente; y,

17
Referencia: 11001-02-03-000-2018-00732-00

c) que tales hechos no hayan podido alegarse en el marco


del trámite procesal de instancia.

El ocultamiento, a sabiendas, de alguien que también


ha podido resistir las pretensiones, en comunión con otros,
no configura la causal. El problema, se reduciría a la
vinculación al proceso del potencial convocado que fue
ocultado, por supuesto, con gobierno propio en otra causal
de revisión. Ciertamente, con la analizada en el numeral
anterior y, que en últimas, rodó por el piso.

Al respecto, ha señalado la Sala:

“(…) Sobre las ‘maniobras fraudulentas’ cumple memorar que la


Corporación, de antaño, ha dicho que deben involucrar un
comportamiento o ‘una actividad engañosa que conduzca al
fraude, una actuación torticera, una maquinación capaz de
inducir a error al juzgador al proferir el fallo en virtud de la
deformación artificiosa y malintencionada de los hechos o de la
ocultación de los mismos por medios ilícitos; es en síntesis, un
artificio ingeniado y llevado a la práctica con el propósito
fraudulento de obtener mediante ese medio una sentencia
favorable, pero contraria a la justicia’ (Providencias de 30 de
junio de 1988 y 11 de septiembre de 1990, entre otras, G. J., T.
CCIV, página 45).

Por consiguiente, con miras a establecer, ciertamente, un


proceder caracterizado por tales vicios, implica evidenciar ‘(…)
una conducta fraudulenta, unilateral o colusiva, realizada con el
fin de obtener una sentencia contraria a derecho, que a su turno
cause perjuicios a una de las partes o a un tercero, y
determinante, por lo decisiva, de la sentencia injusta. Todo el
fenómeno de la causal dicha puede sintetizarse diciendo que
maniobra fraudulenta existe en todos los casos en que una de
las partes en un proceso, o ambas, muestran una apariencia de
verdad procesal con la intención de derivar un provecho judicial o
se aprovechan, a sabiendas de esa aparente verdad procesal
con el mismo fin. (…)8”.

8
COLOMBIA, CSJ. Cas. Civil. Sentencia 243 de 7 de diciembre de 2000, Exp.
007643

18
Referencia: 11001-02-03-000-2018-00732-00

El precedente apuntala lo infundado de la alegación.


No se puede sostener que la falta de citación de un heredero
determinado condujo a los sentenciadores de instancia a
emitir un fallo contrario a derecho y/o a la justicia. El
estrado de primer grado, ordenó aportar un documento
firmado y ratificado por el recurrente, relacionado con
acuerdos logrados para agilizar el trámite notarial del
decurso mortuorio del presunto padre. El Tribunal, por su
parte, tomó ese instrumento para inferir un indicio en pro
de la paternidad.

En lo demás, la credibilidad o no de la prueba


testimonial, atañe a su valoración por el juzgador
colegiado. No es una cuestión extraña para él ni para el
proceso. El recurso de revisión, cual quedó pincelado, no
es el medio idóneo para reeditar la apreciación probatoria.
Recuérdese, la revisión ataca una sentencia ejecutoriada
y no un asunto en ciernes de resolverse definitivamente.

3.4. Constatado, entonces, que las causales de


revisión invocadas no se estructuran, el fracaso del recurso
se muestra inexorable, todo, con las consecuencias de rigor.

4. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en
nombre de la República de Colombia y por autoridad de la
Ley, declara infundado el recurso de revisión de Gloria
Janneth y Carlos Augusto Ayala González, Teresa González

19
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de Ayala y Robert Johny Ayala García, interpuesto contra la


sentencia de 5 de abril de 2017, proferida por el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santa Marta, Sala Civil-
Familia, en el proceso incoado por el menor Sebastián
Restrepo Mogollón, representado por Libiam Restrepo
Mogollón, su madre, frente a los recurrentes y Héctor Raúl
Ayala González, en calidad de sucesores determinados del
causante Benjamín Ayala Guarín, y demás herederos
indeterminados.

Consecuentemente, condena a la revisionista a pagar


las costas causadas y los perjuicios que con su intervención
hubiere irrogado, para cuyo pago se ordena hacer efectiva la
caución otorgada. Las primeras, liquídense por la secretaría
de la Sala e inclúyase la suma de tres millones de pesos
($3’000.000), por concepto de agencias en derecho.

Para los efectos de lo anterior, hacer efectiva la


caución prestada.

En su momento, devuélvase el proceso ejecutivo a la


oficina de origen y archívese la actuación de la Corte.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

FRANCISCO TERNERA BARRIOS


Presidente de Sala
ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO
HILDA GONZÁLEZ NEIRA
AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

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Referencia: 11001-02-03-000-2018-00732-00

LUIS ALONSO RICO PUERTA


OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE
LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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