Está en la página 1de 147

w

tM '

Ensayo
Palabra en el nempo, 108
E l texto de ¡a novela
• lo ' : ! 3 l a ’'
F:¡ t6v:C O'V-' !ovéis
Julia Kristeva

Partiendo del análisis de la novela de Antoine


de La Sale, Le Petit Jehan de Sgjntré (1456)
este espléndido libro de Julia Kristeva tiene por
objeto proponer una teoría de la significación
novelesca, basada en los métodos de la
lingüística moderna y de la semiob gía sin
ignorar la historia y la sociedad dentro de las
cuales la novela se produce y actúa. Ello le
convierte en el prim er intento de extraer
científicamente las leyes fundamentales que
regulan la significación novelesca. j
Cubierta: Josep M. Pujol
ulia >^~<steva

EDITORIAL LUMEN

Editorial Lumen
PALABRA EN EL TIEMPO JULIA KRISTEVA
COLECCION
DIRIGIDA POR A N T O N I O VILANOVA

SERIE DE ENSAYO
El texto de la novela

EDITORIAL LUMEN
Titulo original:
Le lexle du román / O V3 7- ? -
Traducción: Jordi Llovet
4 'V W
Publicado por Editorial Lumen,
Avenida del Hospital Militar, 52 - Barcelona.
Reservados los derechos de edición -W r ; -1
para todos los países de habla española.
(/
Primera edición: 1974

© 1970 by Mouton & Co. N. V., Publishers, La Haya

Depósito Legal: B. 49814-1974 IN D IC E


ISBN 84-264-1108-8
Printed in Spain
0. I N T R O D U C C I Ó N ............................................................... H

0.1. Tema y metodología............................. 11

0.1.1.
¿Qué es la semiología . . . . 11
0.1.1.1. La noción de texto . 15
0.1.1.2. La noción de texto como
ideologema . . . ; 15
0.1.1.3. La noción de enunciado
novelesco . . . ;,'V .. : l’O
0.1.1.4. La noción de complejo na­
rrativo . . . . ¡ . ‘ 1 18
0.1.2. ¿Qué es la novela?........................ 11)
0.1.2.1, La noción de novela como ’ , i
tranformación . , ' '23 "
0.2. La selección delobjeto . . . . •. * : 26

1. DEL SÍMBOLO AL S I G N O ................................... 33

1.1. La distinción símbolo/signo . . . . 33


1.2. Particularidades del símbolo . . . . 35
1.3. Particularidades del signo . . . . 44

FF- 104372
2.6. El problema de la productividad textual . 100
2. EL MÉTODO TRANSFORMACIONAL Y SU APLICACIÓN
S E M IÓ T IC A .................................................... 49
3. LA TRANSFORMACIÓN A C T A N C IA L ....................... 109
2.1. El métodotransformacional . . . . 50
3.1. Los actantes........................................ 109
2.1.1. La transformación: ciencia y mé­
todo .......................................... 50
3.1.1. Definición de los actantes . . . 109
2.1.1.1. Definición de la transfor­
3.1.2. La destrucción del modelo mítico . 112
mación en la lingüística
3.1.3. El actante como discurso. El esta­
americana . . . . 52
tuto de los enunciados como Indi­
2.1.1.2. El modelo transformado-,-
cador del estatuto actancial . . 118
nal aplicativo . . . . 53
3.1.3.1. El enunciado en el espa­
2.2. La aplicación s e m ió tic a ........................ 58
cio de los textos . . , 119
3.2. El «diálogo lingüístico» y la ambivalen­
2.2.1. El modelo transformacional apli­
cia ................................................................. 120
cativo y los sistemas semióticos
com p lejos....................... 58
3.2.1. Crítica de la concepción bajtiniana
2.2.1.1. ¿Conservación o transfor­
de la palabra dialógica. Definición
mación del «sentido» lite­
del dialogismo novelesco . . . 121
rario? ............................. 58
3.2.2. La am b ivalen cia......................124
2.2.1.2. El texto cerrado. La pro­
3.3. La clasificación de los enunciados en el
gramación inicial de la
estructura novelesca . . 59 r e la t o .................................................. 129
2.2.1.3. El texto cerrado. La ter­ 3.4. Organización de la signifiación novelesca. 133
3.5. El d e s tin a ta rio ................................. 136
minación arbitraria y el
final novelesco . . . 68
2.2.2. Significante y significado de un 3.5.1. La distribución de las instancias
sistema sem iótico........... 75 del d is c u r s o .............................13(1
2.3. La dominante transformativa. . . . 77 3.5.1.1. Estratificación del enun­
ciado del destinador , 138
3.5.1.2. El doble estatuto del des-
2.3.1.La función no-disyuntiva de la
n o v e la ............................. 77 tinador: actor/autor, su­
2.3.2. La transformación como no-pro- jeto retórico/sujeto lite­
d u c c i ó n ....................... 83 rario ............................. 137
2.4. Las transformaciones sincrónica y diacró- 3.5.1.3. El estatuto transprono­
n i c a .................................................... 90 minal de la productivi­
2.5. La delimitación de los niveles y de las dad ............................. 141
unidades de transformación . . . . 95 3.5.1.4. El ideologema del signo

6 7
a través de los estatutos 195
5. LA INTERTEXTUALIDAD .......................................
del actante destinador . 142
3.5.1.5. El desdoblamiento del 195
destinador en sujeto de 5.1 El libro y la escolástica.......................
la enunciación y sujeto
del enunciado. El suje­ 5.1.1. El valor de la escritura desde la
antigüedad hasta la Edad Media . 195
to transcendental . . . 145
3.5.1.6. El enunciado narrativo 5.1.2. Los libros en el libro . 205
5.1.3. Nominalismo contra simbolismo . 209
y el enunciado distribu­
5.2. La ciudad y la v o z ............................. 214
tivo ....................................153
3.5.2. La estratificación de los enuncia­ 5.3 La poesía cortesana y el culto de lo Idén­
tico ......................................................... 220
dos de los otros actantes .. . 157
3.5.2.1. S a i n t r é ...................... 158 5.4. El carnaval y la permutación signifi­
cante .................................................... 227
3.5.2.2. La d a m a ..................... 163
5.4.1. La topología carnavalesca . 22M
LA GENERACIÓN DE LOS COMPLEJOS NARRATIVOS . 169 5.4.2. El desdoblamiento y la máscara . 233
5.4.3. Las figuras del discurso carnava-
l e s e o ........................................ 238
4.1. Los complejos operadores del relato . . 169

4.1.1.
El a d ju n t o r .................................... 170 6. LA COSMOGONÍA N O V E L E S C A ........................................ 249
4.1.1.1. La ambivalencia del ad­
juntor .................................... 170 6.1. El tiempo de la n o v e la ....................... 249
4.1.1.2. La ambivalencia del ad­ 6.2. El espacio de la n o v e la ....................... 256
juntor predicativo . . 174
4.1.2. Los identificadores narrativos . 177 6.2.1. El espacio geográfico en la no-
4.1.3. El c o n e c t o r .................................... 180 vela............................................. 256
4.2. Tabla de la generación de los complejos 6.2.2. El espacio textual de la novela . 261
narrativos.............................................. 182

4.3.1. El campo transformacional. La re­ 7. C O N C L U S IÓ N ....................................................................... 265


lación recursiva entre el genera­
dor de los complejos y el gene­ 7.1. Novela, signo, s ím b o lo ....................... 266
rador de los actantes . . . . 187 7.2. El «signo» transformacional . . . . 269
4.3.2. Las particularidades del campo
n o v e le s c o ......................................... 189 NOTA F I N A L ......................................................... 273

BIBLIOGRAFÍA .......................................................... 275

II
I

INTRODUCCION

0.1. T E M A Y METODOLOGIA

En el trabajo que sigue, nos proponemos proceder n


un análisis semiológico de una estructura narrativa:
la novela. Los medios (la semiología) o ignalmcnle el
objeto (la novela) de nuestra investigación constituyen
dos discursos, de los cuales, el primero está configu­
rándose, y el segundo se disuelve permanentemente sin
que haya podido nunca fijar sus leyes, de tal modo
que el cruce de ambos parece hacer imposible nuestra
intención. Ahora bien, partimos del postulado de que
la reunión de estos dos discursos, si se produce en la
historia de tal modo que llega a caracterizar la estruc­
tura del pensamiento de nuestra época, podría y do
bería, con efectos inesperados, inscribirse en el campo
de la investigación científica, aclarando mutuamente
ambos discursos.

0.1.1. ¿Qué es la semiología?

i Después del uso de este término por Saussure en su


Cours de linguistique générale (1916) para designar
una amplia ciencia de los signos de la que la lingüís­ cesos de producción de sentido en los sistemas signi­
tica no constituiría más que una parte, las acepciones ficantes estudiados, producción que la lingüística, en­
de esta palabra han cambiado mucho. Se ha visto, en cerrada en los esquemas de la comunicación, no llega
un segundo momento, que, sea cual sea el objeto-signo a alcanzar?
de la semiología (gesto, sonido, imagen, etc.), éste no La filosofía intenta actualmente el estudio del se­
es accesible al conocimiento más que a través de la len­ gundo problema revelando las limitaciones «logocén-
gua, y que «la semiología está llamada a encontrar tar­ tricas» de nuestra cultura basada en la palabra (: - el
de o temprano el lenguaje (el “verdadero'") en su ca­ signo), y esbozando una salida fuera de estos limites,
mino, no solamente a título de modelo, sino también designada por el concepto de escritura que inaugura
a título de componente, de sustituto o de significado».’ la posibilidad de una nueva «ciencia»: la gramatolo-
Después de haber constatado que estos «lenguajes» que gía.3 Intentaremos, a menudo, tener en cuente patee
abordaría la semiología serían «segundos» y esta­ reflexiones.
rían constituidos por unidades más extensas que los En cuanto al primer problema (la suficiencia even
monemas y los fonemas, se ha podido concluir que la tual de las operaciones lingüísticas, más exactamente
semiología se construiría como una trans-lingüística. fonológicas, para la constitución de la semiología ge
«En suma, hay que admitir desde ahora la posibilidad neral) se impone cada vez más una respuesta negad
de que se invierta un día la proposición de Saussure: va cuando se abordan estructuras complicadas. Pue­
la lingüística no es una parte, ni tan sólo privilegiada, den proponerse dos soluciones conjugables, l ’or un
de la ciencia general de los signos; es más bien la se­ lado, sin contentarnos con las clasificaciones binarias
miología la que es una parte de la lingüística: muy con­ de la lingüística estructural, se trata de aplicar al
cretamente aquella parte que se encargaría de las g r a n ­ análisis semiótico las adquisiciones más recientes de
des UNIDADES SIG N IF IC A N TE S DEL D ISC U R SO .» 2 la lingüística transforniaclonal que abre ampliamente
Esta inversión de las relaciones entre lingüística la formalización lingüistica a las matemáticas, y su­
y semiología, muy pertinente según nuestra opinión, prime por ello la frontera signo lingüístico/signo ma­
está llamada a su vez a ser modificada en razón de las temático, introduciendo en el estudio do las lenguas
aberturas mismas que permite. Está filosóficamente y los lenguajes la axlomall/.aelún de tipo combinato­
justificado en la medida que concluye que noJiay sig­ rio. Por otro lado, sin nasal por la lingüística trans
no posible fuera del lenguaje, que el modelo de signo formacional, pero considerando que toda formall/,ación
está dado a priori en la lengua hablada, y, por consi­ (matemática o lógica) se Inscribe en el Interior del sig­
guiente, que no puede haber una ciencia de los signos no (que es ante todo lingüístico), se trata de aplicar
exterior a la lingüística. A partir de esta constatación directamente a los objetos seiulóticos una axlomatiza-
se plantean dos problemas: (1) los modelos operatorios clón de tipo combinatorio o topológlco.
de la lingüística actual, ¿son suficientes para permitir A hí, en un leivei momento, la semiología se elabo­
la constitución de la semiología general en el interior raría i.... 11 un.......... nal i/.aeiiai d<- I".; sistemas signifi­
de la sola lingüística? (2) ¿Cómo dar cuenta de los pro- cantes, sin dejarse confundir por sus relaciones de de-

1. R. Barthes, «Eléments de sémiologie», Le degré zéro de


l’écriture (París, Gonthier, Bibl. Médiations, 1965), p. 80. ;i, Cf, ,(arque* I)»rrl<ia, De la Grammatologie (París, Ed. de
2. Barthes, «Eléments de sémiologie», p. 81. Mlnutt, 11*07).

12
pendencia epistemológica con la lingüística, pero to­ mos una serie de definiciones-axioma, a partir de las
mando de las ciencias formales (las matemáticas, la cuales será posible un análisis semiológico transfor­
lógica, que adquieren de golpe el estatuto de r a m a s
macional del texto novelesco.
de la vasta ciencia del lenguaje) los modelos que la
lingüística, en recompensa, podría adoptar para reno­
varse. Digamos que, después de haber demostrado, a
0.1.1.1. La noción de texto. — Más que un discurso,
través de y gracias a la lingüística, que todos los siste­
la semiología toma actualmente como objeto m ú l t ip l e s
mas significantes sobre los que operamos son lengua­
p r á c t ic a s s e m ió t ic a s que considera como t h a n m l in
jes, la semiología tiene la misión de organizarlos, es
g u is t ic a s , es decir, construidas gracias a la longui 6
decir, interpretarlos, con la ayuda de sistemas forma­
irreducibles a sus categorías.
les flexibles, elaborados ya en las ciencias semióticas
De este modo, definimos e l t e x t o como un apara
anexas. Sólo una argumentación filosófica y una refle­
to translingüístico que redistribuye el orden de la leu
xión concreta para cada caso podrían justificar el em­
gua, poniendo en relación una palabra comunicativa
pleo de tal o cual formalización en un caso concreto.
apuntando a una información directa, con distintos ti
Señalemos también que esta formalización se vería
pos de enunciados anteriores o sincrónicos. El texto es
modificada por el hecho de ser aplicada a un corpus
por consiguiente una p r o d u c t iv id a d , lo que quiere de
concreto, de modo que la formalización semiológica
cir: (1) su relación con la lengua en la que se sitúa es
realizaría la dialéctica del sujeto (el método, la forma­
redistributiva (destructiva-constructiva), por lo tanto
lización) y del objeto (el corpus significante) de la cien­
es abordable a través de categorías lógicas y matemá­
cia.
ticas más que puramente lingüísticas; (2) constituye
Según tal perspectiva, la única constatación de la
una permutación de textos, una inter-textualidad: en
investigación semiótica sería la diferenciación y la de­
el espacio de un texto se cruzan y se neutralizan múl­
finición del n iv e l s e m io l ó g ic o . «Podría decirse que la
tiples enunciados, tomados de otros textos.
semiología constituye una especie de significante que,
tomado en consideración por un nivel anagógico cual­
quiera, articula el significado simbólico y lo constituye
0.1.1.2. La noción de texto como ideologema. — Uno
en red de significaciones diferenciadas.» 4
de los problemas de la semiología sería el do sustiluii
Así definido, el nivel semiológico en que vamos a
la antigua división retórica do lo:.: poneros pm una n
situarnos nos obliga a considerar a n t e todo el proble­
p o l o g ia de l o s t e x t o s , es decir, definir la especificidad
ma de las u n id a d e s s ig n if ic a d a s que articularemos,
de las distintas organizaciones textuales situándolas
después, como s ig n i f ic a n t e s , sirviéndonos del método
en el texto cultural (la cultura) de que forman parte
transformacional. ¿Cuáles serán estas unidades en el
y que forma parte de ellas. El encuentro de una orga­
texto novelesco? ¿Cómo extraerlas sin caer en una seg­
nización textual (de una práctica semiótica) dada, con
mentación demasiado fragmentaria, y de modo que
los enunciados (secuencias) que asimila en su espacio
cada unidad pueda contener la totalidad? Expondre­
o a los que remite en el espacio de los textos (prácti­
cas semióticas) exteriores, será llamado un id e o l o g e -
4. A. J. Greimas, Sémantique structurale (París, Larousse, m a . El ideologema es aquella función intertextual que
1966), p. 60.
puede leerse «materializada» a los distintos niveles do
14
in
la estructura de cada texto, y que se extiende a lo lar­ El enunciado novelesco es un segmento discursivo
go de todo su trayecto, confiriéndole sus coordenadas por el que se expresan las distintas instancias del dis­
históricas y sociales. No se trata de un proceso expli- curso (autor, «personajes», etc.). Puede presentarse
cativo-interpretativo posterior al análisis, que «expli­ como una serie de frases, o como un párrafo, y se ca­
caría» como producto «ideológico» aquello que prime­ racteriza por la unicidad del lugar de la palabra.
ro ha sido «conocido» como producto «lingüístico». La Visto como texto, la n o v e l a os una práctica semióti­
aceptación de un texto como un ideologema determi­ ca en la que se podrían leer, sintetizados, Ioh rasgos
na el propio procedimiento de una semiología que, es­ de múltiples enunciados.
tudiando el texto como una intersexualidad, lo piensa, Para nosotros, el e n u n c ia d o novelesco no es una se­
así, en relación con (los textos de) la sociedad y la cuencia mínima (una unidad definitivamente delimita
historia. El ideologema de un texto es el hogar en el da). Es una o p e r a c ió n , un movimiento que une, mejor,
que la racionalidad conocedora integra la transforma­ que c o n s t it u y e lo que podría llamarse los aiuiumkn
ción de l o s e n u n c ia d o s (a los que el texto es irredu­ t o s de la operación que, en un estudio del texto «'Mérito,
cible) en un todo (el texto), así como las inserciones son ya palabras, ya series de palabras (frase, párrafos)
de esta totalidad en el texto histórico y social. en tanto que sememas.6 Sin analizar las entidades (I on
El problema del valor ideológico del discurso, va­ sememas), estudiaremos la f u n c ió n que las engloba en
lor inherente, inseparable y que constituye todo enun­ el texto. Se trata, en efecto, de una función, es decir,
ciado en el espacio social en que se pronuncia, fue en­ de una variable dependiente, determinada cada vez
trevisto por el post-formalismo ruso. «L a teoría de la que lo están las variables independientes que une; o,
literatura es una de las ramas de la vasta ciencia de con mayor claridad, se trata de una correspondencia
las ideologías que engloba todos los campos de la acti­ unívoca entre las palabras y las series de palabras.
vidad ideológica del hombre», escribía N. P. Medve- Es, pues, evidente, que el análisis que nos proponemos,
dev, de quien tomamos el término de id e o l o g e m a , dán­ operando con unidades lingüísticas (las palabras, las
dole una significación sensiblemente distinta y más frases, los párrafos) es de orden translingüístico (en la
precisa.5 acepción que Barthes confiere a esta palabra). Hablan­
do metafóricamente, las unidades lingüísticas (y más
especialmente semánticas) no nos van a servir más que
0.1.1.3. La noción de enunciado novelesco. — Vamos de trampolines para llegar a establecer los tipo * mu
a distinguir, pues, por un lado, la noción de t e x t o e n u n c ia d o s n o v e l e s c o s como una serle correspondien­
que designa la totalidad novelesca, como la totalidad te de f u n c io n e s . Poniendo las secuencias semánticas
de todo género discursivo; y, por otro, la noción de entre paréntesis, separamos la a p l ic a c ió n lógica que
e n u n c ia d o n o v e l e s c o que, por su peculiar organización, las organiza, situándonos así a un nivel supiiasecmen-
especifica el tipo de esta estructura discursiva que es ta l . Poniendo de relieve este nivel suprasegmental, los
la novela.
6. Tomamos de A. J. Greimas el término de «semana», que
5. Cf. P. N. Medvedev, Formalnyj metod v literaturovede- lo define como una combinación del núcleo sémico y de los se­
n ii: Kriticesko'ie vvedei'ie v sociologiceskuju poetiku (El método mas contextúales, y lo cree exponente del nivel de la manifes­
formal en la teoría literaria: Introducción crítica a la sociolo­ tación, opuesto al nivel de inmanencia que revela el sema (Cf.
gía de la poética) (Leningrado, 1928). A. J. Greimas, Sémantique structurale [París, Larousse, 10(1(11).

16 17
1* 1/ * *

i
enunciados de la novela se encadenan en la totalidad narrativo distinto del complejo siguiente, y que forma
de la producción novelesca. Sólo entonces podremos parte del mismo enunciado con sema dominante «las
definir la novela como totalidad y/o como ideologema. i relaciones Saintré-La Dame». Los complejos murali
Dicho de otro modo, las funciones definidas sobre el vos son, pues, conjuntos sóndeos que, pasando ul nivel
conjunto textual extra-novelesco T c adquieren un valor de la sintaxis narrativa, engendra la serla narrativa
en el conjunto textual de la novela T r. El ideologema
de la novela es precisamente esta función ínter -tex ­
tual definida sobre T e y con valor en T r.
Así, dos tipos de análisis, que a menudo sería di­ 0.1.2. ¿Q u é e s l a n o v e l a ?
fícil distinguir entre sí, servirán para separar el ideo-
logema del signo en la novela:
— el análisis suprasegmental de los enunciados en El nombre de n o v e l a ha sido dado con frecuencia a
el marco de la novela nos mostrará la novela como un estructuras narrativas muy diversas: hay «novelas»
texto cerrado: su programación inicial, lo arbitrario griegas, «novelas» cortesanas, «novelas» picarescas,
de su final, su figuración diádica, las variaciones y sus «novelas» psicológicas, por no mencionar míÍH que al
encadenamientos, etc.; gunas de las variedades que recubre este término. Todo
— el análisis ínter -textual de los enunciados nos relato que supere el marco de la epopeya o del cuento
mostrará la relación entre la escritura y la palabra en popular ha podido ser llamado novela mientras fuera
el texto novelesco. Vamos a demostrar que el orden suficientemente largo, sin que fuera dada a sus parti­
textual de la novela es más un exponente de la pala­ cularidades una definición precisa y satisfactoria.
bra que de la escritura, procediendo a un análisis trans- El formalismo ruso, que encontramos hoy de nuevo
formacional del texto novelesco. en el origen de la aproximación estructural a la lite­
ratura, parece negligir la diferencia entre el r e l a t o
y la n o v e l a , o bien considera de hecho la novela como
0.1.1.4. La noción de complejo narrativo. — El pro­ una acumulación de relatos a través de un personaje
pio enunciado novelesco podría ser estudiado como una constante (Tomachevsky), sin dar cuenta de las espe
estructura compuesta de múltiples complejos, que co­ cificidades estructurales del discurso novelesco en re
rresponderían a las distintas partes de la frase canó­ lación con el relato.
nica: sintagma nominal sujeto, segmento predicado La teoría de la literatura inspirada en una filosofía
con sintagma nominal objeto, así como también otros general parece más sensible a esta especificidad, y la
sintagmas formando parte, a un nivel puramente lin­ define como un reflejo de la pérdida de la unidad mí­
güístico, de las proposiciones complejas. Estos comple­ tica, cediendo el lugar, sucesivamente y en diversos
jos narrativos, que se encadenan según las reglas de la tipos de novela, a lo social, lo personal y lo particular.
gramática generativa en la sintagmática narrativa, son, En la novela, la unidad del universo no es ya un h e ­
c h o , sino un f i n , en el que la investigación introduce
a un nivel semántico, partes de enunciados que se di­
ferencian entre sí por sus respectivos semas constitu­ un elemento dramático en el relato épico. Iniciado con
tivos dominantes. Así, la parte de enunciado con sema la Grecia tardía, este período de disolución de la uni­
fundamental «los vestidos de Saintré», es un complejo dad mítica termina con la instauración del cristianismo

18 1U

.
como doctrina oficial, y triunfa con la decadencia del
mismo. Así, la novela aparecida después de La Odisea bre la economía natural cerrada y dominada por el
sería la imagen de un mundo de sospecha y ambigüe­ cristianismo.
dad. Lukács la definirá como una forma del «ilimitado Ponemos, pues, como punto do partida do mientra
discontinuo», en la cual un «individuo problemático» 7 concepción de la estructura noveleara, el problema do
se halla a la búsqueda de «valores relativos». Esta es la especificidad de esta estructura novelcuca rmprcto
también la interpretación que el estructuralismo gené­ a la estructura épica. Pero éste no lia nido tampoco,
tico de Lucien Goldman da a la novela.8 hasta el momento, el procedimiento del un.díala minie
Si bien la novela ha destruido el mito y la epopeya, tural y de la semiología actual. Partiendo del iiiii'i UhIk
se habla actualmente de una vuelta de la novela al de los cuentos folklóricos (Propp) o de Ion mitos (I .ovl
mito.9 Este retorno, cuya importancia es capital para Strauss), el estructuralismo literario aplica el minino
nuestra civilización, no entra en el marco de nuestra modelo mítico al estudio de la novela 11 sin dame rile n
investigación; señalémoslo no obstante, puesto que di­ ta de la irreductibilidad de la novela al mito, sin pro
buja la trayectoria completa de esta transformación guntarse acerca de la mutación de una estructura na
que el discurso occidental lleva a cabo para regresar rrativa en otra, y queriendo encontrar (después do ta
a su ideologema inicial. les censuras) en un relato único, siempre los mlHmOi
El análisis teórico de la literatura, que se inspira testimonios ideológicos, en todas las épocas y sobro to­
más directamente en la sociología, designa como no­ das las coordenadas. Creemos que una cierta ingenui­
velas aquellos textos narrativos cuya aparición coin­ dad filosófica se oculta bajo tal actitud científica. Se
cide con la aparición de la burguesía en la escena po­ plantea la necesidad, por consiguiente, de alcanzar el
lítica y económica en Europa (siglo xvi), y, partiendo proceso filosófico de que hemos hablado, para reducirlo
a la formalización semiológica, y de constituir los ele­
de este postulado, ve la particularidad de la novela, en
relación con el relato épico o anecdótico, en el hecho mentos de una semiología de la novela a partir de la
de que múltiples relatos son «orgánicamente sintetiza­ diferenciación epopeya/novela.
dos» a través del personaje principal.10 Las vagas indicaciones que los teóricos de la nove­
la y los novelistas han dado respecto a la especificidad
Nosotros consideraremos como novela el relato post­
épico que termina de constituirse en Europa a fines de de su estructura, se resumen en los puntos siguientes:
(1) La novela no tiene una estructura («forma»)
la Edad Media con la disolución de la última comuni­
dad europea, a saber la unidad medieval fundada so­ fija o claramente delimitable. «N o podría, pues, hablar
se de un sistema.» 12 «L a novela es puro contenido,» '*
Se ha insistido acerca de la fluidez, del carácter muta­
7. Cf. G. Lukács, La théorie du román (Coll. Méd-iation) ble, inestable, amorfo, etc.,, de la novela. De hecho, la
(París, 1963), p. 73. novela no está desposeída de forma, código o estilo;
8. Cf. Recherches dialectiques (París, Gallimard, 1959) y
Pour une sociologie du román (París, Gallimard, 1964).
tampoco carece de reglas. Aunque no satisface a tra-
9. Cf. Thomas Mann, Die Entstehung des Doktor Faustus
(Amsterdam, 1949). Karl Kerenyi und Th. Mann, Romandichtung 11. Cf. el análisis de las obras de Bernanos que propone
und Mythologie: ein Briefwechsel (Zurich, 1945). A. J. Greimas, Sémantique stmcturale.
10. Cf. Teorija literaturi (Teoría de la Literatura) (Moscú, 12. Lukács, op. cit., p. 64.
Ed. de la Academia de las Ciencias de la URSS., 1965). 13. R. Caillois, Puissance du román (París, Ed. Sagitaire,
1942).
20
21
vés del esteticismo de Valéry, la novela comporta en en Lukács, que ve en la novela una «movilidad vacía»
todo caso leyes estructurales que corresponden a una que comporta «una aparente afinidad con un proceso
nueva épistémé, y que nada tiene que ver con el de- cuyo último contenido escapa a toda racionalización».14
corativismo simbólico que le exigía Valéry. (3) La estructura novelesca es definida por I ,uI áes
(2) La novela constituye un p r o c e s o de muta­ como un il im it a d o d is c o n t in u o que le opone al Infini­
ción. Como muestra admirablemente Lukács, puesto to continuo de la épica. Este Ilimitado discontinuo su­
que en la novela la totalidad no es nunca sistematiza- pone, ante todo, una relación o: pr< lili a e o l i o las cas
t e s y la t o t a l id a d del texto. «Las parles relativamen­
ble más que a un nivel abstracto, no existe una forma
acabada como en el caso de los otros géneros literarios: te autónomas de la novela son más Independientes que
«la novela aparece como algo que deviene, como un las de la epopeya, más perfectas en si, de tal .... lo
proceso». Si el «contenido» novelesco parece limitado que, para evitar que hagan explotar el conjunto, hay
por el principio y el fin del texto (que es siempre un que ajustarlas a este todo por medios que se sitúan
texto biográfico, sean cuales sean las apariencias con­ más allá de su mera_ presencia.» 17 Este medio en la su
cretas), la «form a» novelesca es un juego, un cambio misión de las partes autónomas del texto a la totalidad
constante, un movimiento hacia un fin jamás alcanza­ del texto, de modo que la f u n c ió n del texto pueda
do, una aspiración hacia una finalidad defraudada, o, leerse en cada una de sus partes. «A novel ls a livlng
dicho en palabras actuales, una t r a n s f o r m a c ió n . Esta thing, all one and continuous like any other nrgnnism,
mutación de la estructura novelesca hace que la no­ and in proportion as it lives will it. be found, I think,
vela se convierta en el propio discurso del t i e m p o : that in each of the parts there ls somethlng of each of
«lo que hace avanzar la novela es... el deseo de dar la the other parts.» 18
Tan sólo estas particularidades de la novela, que
palabra al tiem po».14 Encerrada en su «contenido», la
una lectura pre-científica ha destacado, son suficientes
novela desata una multiplicidad de «formas», de modo
para indicar la especificidad de su estructura como una
que Blanchot ve en ella «el género más simpático, que
estructura de t r a n s f o r m a c ió n . Vamos, pues, a aplicar,
ha tomado como misión, a fuerza de discreción y de
a un cierto nivel de nuestro análisis, los métodos de
gozosa nulidad, olvidar aquello que los demás degra­
la gramática generativa para formalizar la sintaxis de
dan llamándolo lo esencial... Su canto profundo es la
la novela, justificando nuestro proceder a medida que
diversión. Cambiar sin cesar de dirección, ir como al
lo realicemos. Será conveniente, no obstante, actuar
azar huyendo de toda finalidad, por un movimiento de
con precisión a partir de este momento.
inquietud que se transforma en distracción feliz, tal
ha sido su primera y más segura justificación. Hacer
del tiempo humano un juego, y del juego una ocupa­
0.1.2.1. La noción de novela como transformación. —
ción libre, desprovista de todo interés y de toda utili­
(1) Cuando definimos el texto novelesco como una
dad, esencialmente superficial y capaz, sin embargo,
por este movimiento de superficie, de absorber todo el 16 G. Lukács, op. cit., p. 68.
ser, esto, no es poca cosa».15 Parecidas observaciones 17. Ibid., p. 71.
18. Henry James, «The A rt of Fiction» en J. E. Miller, Myth
14. M. Blanchot, Le livre á venir (París, Gallimard, 1959), and Method: Modern Theories of Fiction (Nebraska, University
p. 15. of Nebraska Press, 1960).
15. M. Blanchot, op. cit., p. 15.
23
22
transformación, se trata, en primer lugar, de un m é t o ­ novela, no se limita a la lingüística generativa, aunque
E l texto de la no­
do de l e c t u r a y de in t e r p r e t a c ió n . se inspire en ella. Tomaremos prestados de la gramáti­
vela puede ser, sin duda, objeto de múltiples lecturas. ca generativa sus modelos de formalización cuando se
Una de ellas, la más corriente, es la lectura «lineal», trate de anotar la sintagmática do la novela. Abordan­
que consiste en leer la sucesión de los sintagmas na­ do el problema do la diacmnía do la novela, aplicare­
rrativos como una serie épica, estableciendo, en rigor, mos el principio de base de la transformación (identi­
dicotomías estructurales, tal como ha sido hecho para dad de dos significados que abre* el espacio on el que
el mito. La otra lectura, t r a n s f o r m a c io n a l , consistiría se efectúa una transformación de signilu .mies), renun­
en leer el texto novelesco como la trayectoria de una ciando, a este nivel, a introducir formal Izacli mes para
serie de operaciones transformacionales, lo que supo­ segmentos que no posean la precisión necesaria para
ne que: (a) cada segmento es leído a partir de la tota­ la lingüística. Se trata, pues, al introducir el principio
lidad del texto y contiene la función general del texto; de la transformación, de proponer un cambio <io i ia ro
(b) se accede a un nivel anterior a la forma acabada r a (de la interpretación) de la novela, es decir, do con
bajo la que el texto se presenta en definitiva, es decir, siderarla como el relato de las o p e r a c io n e s t i u n n f o i i
al nivel de su generación como una in f in id a d de posi­ m a c io n a l e s más que de pretender reducirla a las fór
bilidades estructurales. muías de la gramática generativa.
(2) Pero si la transformación es un tipo de lectu­ Evidentemente, la estructura novelesca podida d a r
ra que podría aplicarse a todo tipo de texto, su apli­ lugar a un análisis lineal que seguiría el m o d elo m íti­
cación a la novela es todavía más pertinente. En efec­ co. Sin embargo, los medios que nos propone la lin­
to, estando la estructura novelesca ligada al ideolo- güística actual, y especialmente la gramática genera­
gema del signo (como demostraremos más adelante), tiva, nos permiten pensar en otra aproximación a la
ella misma pone de relieve la transformación. Dicho novela, que podría revelarnos su novedad respecto a
de otro modo, la novela representa (pone en escena, las estructuras discursivas precedentes.
explica), en su propia estructura, las particularidades En el plan de nuestro análisis, la transformación
de una transformación: (a) la presencia de la función aparecerá primero en la organización de los enuncia­
del todo en las partes; (b) la infinidad discontinua de dos de los actantes, así como en la sintagmática del ro
la estructura. «Action is the simplification (for the sto- lato. En un segundo momento, al a b o rd a r la estría tu
ry purposes) of complexity. For each one act, there ra diacrónica este campo tra n s lb rm a c io ii.il qu e cu la
are an X number of rejected alternatives.» 19 « I should novela, encontraremos de nuevo la t r a n s f o r ma c i ó n , al
remind first of the magnificence of the form that is nivel léxico del texto, en la selección y la articulación
open to him (novelist), wich offers to sight so few res- de la capa semántica de la red transformacional.
triction and such innumerable opportunities. The other
arts, in comparison, appear confined and hampered.» 20
El método transformacional que vamos a emplear
en nuestra aproximación semiológica del texto de la
19. E. Bowen, «Notes on W riting a Novel» en: Why Do I
W rite: An Exchange of Views (Londres, 1948).
20. H. James, op. cit.

24
0.2. L A SELECCION D E L OBJETO conocía por numerosos viajes efectuados (1407, 1409-
11, 1420, 1422, 1423, 1425 y 1437), ha terminado ya su
renovación. Se ha dado yu Petrarca (1304 1374), asi
Antoine de La Sale, y aquellos textos suyos que consti­ como Dante (1265-1321). La vida de un eminente con­
tuyen el objeto de nuestro trabajo, son poco conocidos temporáneo, Donatello, cubre cail la mlama extensión
y poco estudiados. Estos escritos en prosa merecen, sin temporal (1386-1466) que la vida do La Sale. En Fran­
embargo, nuestro interés; por un lado a causa de su cia, la poesía está representada |>m ( ’harlni d'Orléans
fecha de aparición, por el otro a causa de la estructura (1391-1455) y Christine de Pisan (1363 1431). El «lio
ingenuamente clara de su textura, que permite el aná­ man de la Rose» hace tiempo que ha sido h u t IIo (12H0),
lisis de este proceso lento y delicado que es la estruc­ Rutebeuf ha hecho su aparición (muerto en i
turación de la novela. Frangois Villon abandona París el mismo alio en que
Antoine de la Sale nació en la región de Arles hacia se concluye «Jehan de Saintré», y empieza a em o pot
1385-6, y las últimas huellas de su vida se pierden ha­ los caminos de Francia. Pero la prosa se halla I oda ría
cia 1460. Es, por consiguiente, contemporáneo de la en sus balbuceos. Commines aparece una generación
Guerra de los Cien Años, de la Batalla de Orleáns más tarde (1445-1509).
(1428) y de la muerte de Juana de Arco (1431). Du­ En este contexto, la novela do Antoine de La Sale
rante su vida se desarrolla, por lo demás, una febril «Jehan de Saintré», que constituirá el centro de nuca
actividad eclesiástica, que da testimonio de las crisis tro estudio, posee una originalidad inesperada. (VamoB
en el pensamiento de la época: E l Concilio de Basi- a referirnos esporádicamente a las otras obras del mis­
lea (1431-1439), el Concilio de Constanza (1414-1418), mo autor, no menos interesantes, pero sí más alejadas
atestiguan la inquietud de la Iglesia ante el quebran­ de nuestra intención.)
tamiento del antiguo modo de pensar (pensar teológi­ La vida agitada de Antoine de La Sale le pone en
co, simbólico). Si esta época febril no entra directa­ contacto con la agitación social, política y cultural que
mente como «im agen» en los libros de Antoine de La vive su tiempo: en la encrucijada de dos épocas, La
Sale, sí penetra en ellos de un modo más profundo a Sale posee rasgos de lo antiguo por su educación y su
través de la sacudida estructural del discurso que se posición social, pero se muestra también en ible a ln
manifiesta y que marca el paso desde un tipo de dis­ nuevo, gracias a la movilidad de su existencia y ft los
curso medieval hacia un tipo de discurso Renacimien­ numerosos y distintos encuentros que puede realizar
to, con mucho de supervivencia del primero y numero­ Después de haber terminado sus primeros estudios en
sas mutaciones hacia el segundo. Los textos de Antoi­ Provenza, Antoine de La Sale se convierte en p ije de
ne de La Sale nos interesarán precisamente por este Luis II, rey de Sicilia, desde la edad de catorce años.
aspecto, sin que pretendamos acentuación alguna del Después de algunas campañas en Italia, tras la muer­
valor personal del autor o de la importancia estética te del duque Luis III, el rey René, sucesor del duque,
de la obra. Es más bien por su carácter anónimo, o, si le nombra preceptor de su hijo Jean de Calabre. Hacia
se quiere, por su «insignificancia», que estos escritos 1442 inicia su carrera de escritor: es la fecha de ter­
merecen nuestra atención como lugar de un cambio minación de «L a Salade», un compendio de textos his­
estructural. tóricos, geográficos, jurídicos, éticos, etc. En ellos acon­
En tiempos de Antoine de La Sale, Italia, que él seja al rey la tolerancia y el respeto al pueblo: «L o

26 ¡17
peuple ne soit point appressé ne plus pillié» (cap. 5); así: un discurso didáctico. Emerge de la enseñanza
«il n’est ríen que le prince doye tant doubter que la al mismo tiempo (y niáH) que del relato épico (el can­
faira entre son peuple; car le peuple affamé est de tar de gesta) y de la poesía cortognna. Pnra fines ins­
telle condición qu’il n’a en lui conseil, amour, pitié, tructivos revalorlznrá los cantos de los trovadores, los
foy, menasse en aultre esgart de devoir quelconque libros sagrados y antiguos, así como el discurso en­
soit» (cap. 6). La parte más sorprendente, la cuarta, mascarado del carnaval.
que trata del paraíso y de la «royne Sibille», es una Así situado en el cruce de miUtlpli'S tipos do dis­
descripción onírica en la que se mezclan detalles his­ curso, la novela de Antoine de I,a fíale nos obligará,
tóricos sobre las herejías y las actividades de los pa­ para comprender su estructuración, a remedar otros
pas. tipos de discurso que se entremezclan en eala «rompí
En 1448, Antoine de La Sale abandona los reyes lación». Porque, si las demás obras de \niobio de 1ai
de Anjou y entra al servicio de Luis de Luxemburgo, Sale presentan esta compilación en catado bruto, alo
conde de Saint Paul, cesando todo tipo de campaña y mediación y sin otra participación del autor que la se
desplazamiento. Lleva una vida de hombre de gabine­ lección de los discursos y su ordenación, en «.lidian de
te y prosigue su trabajo de escritor: el 20 de octubre Saintré» la compilación se ha vuelto una Combinación
de 1451 en Chátelet-sur-Oise, termina «L a Sale», un orgánica de los diferentes textos en un cuerpo ttXtUftl
manual para sus tres alumnos Jean, Pierre y Antoine. que posee sus leyes propias: la novela Sin babor ad
Se trata de una compilación de relatos e impresiones quirido todavía la maestría de los novelistas que le
de viaje. sucederán, sin poder, por lo tanto, eamull.ir sus fuentes
El año 1456 es el año de «Jehan de Saintré». El y recubrir con un enunciado omnisciente (el enuncia­
14 de diciembre de 1458 ve el final de «Reconfort de do del autor) la totalidad de lo «real» extra-textual, A n­
Madame de Fresne», y en 1459 Antoine de la Sale toine de La Sale nos ofrece la posibilidad de seguir la
termina su «Traité des anciens tournois et faits d’ar- propia elaboración del entramado novelesco. A lo lar­
mes», especie de ensayo «científico» y «técnico» de la go de nuestro estudio nos veremos, pues, obligados a
época. ampliar nuestro objeto más allá de los límites do los
Dotado de una cultura medieval y nutrido de la li­ escritos de Antoine de La Sale, y a referirno* a textos
y a discursos que forman parle de mi laboratorio Irx
teratura y la tradición cortesanas, por un lado, y esco­
lásticas por el otro, Antoine de La Sale compone sus tual: la poesía cortesana, la escolástica, el discut'MO
oral de la ciudad, el teatro eunuco ( 'mr.idei ......... <■
libros sobre la base de temas cortesanos o de guerra;
tos discursos, así como los textos do Antolno de Lu
los realiza siguiendo los fines didácticos y las prescrip­
Sale tomados a su nivel estructural, es decir, en tanto
ciones de una lógica y de una fabricación escolástica
que organismos abstractos, sin tener en cuenta sus
de la escritura. Antoine de La Sale, paje, soldado y
particularidades individuales, pero interesándonos por
preceptor, escribe para enseñar: sus libros están des­
aquello que sea general y abstracto en su organización,
tinados a transmitir un saber a sus alumnos y a sus
y remita a un género (tipo de discurso) más que a un
destinatarios en general. De aquí se desprende una de
fenómeno empírico (la obra).
las leyes de la estructuración novelesca: antes de ser
Resumiendo: Nos parece justificable el intentar
una historia (como es el caso del relato), la novela es
comprender las leyes de la elaboración de la novela en
una in s t r u c c ió n , una enseñanza, un saber; digámoslo

28
el texto de Antoine de La Sale (con la ampliación del Los otros estudios (A, Bonarski, A. Covlllo, O. Dou-
objeto que hemos indicado) por tres razones: trepont, J. Ferrler, M. Lecourt, etc.) son ■uporflclalcB
(1) Cronológica. — «Jehan de Saintré» es la pri­ y poco convincentes. Todos ellos, Incluso los de Deso­
mera novela francesa escrita en prosa. nay, tratan las referencias eventuales de loi textos a
(2) E structural . — Su organización retórica y su las costumbres de la época, Inlenlnn encontrar «la cla­
presentación escriptural, a causa de su proximidad a ve» de los personajes idenlilirámli,l<m mu i., peí mías
sus orígenes, indican claramente el proceso de trabajo que La Sale tal vez conoció, acusan al antoi de menos­
que ha precedido a las obras maestras de la novela (Ra- preciar los acontecimientos históricos de mi época (la
belais) en las que tal proceso es más difícil de captar. Guerra de los Cien Años, etc.) y de pertenecer, como
(3) Cultural . — La aparición de los textos y un verdadero reaccionario, a un mundo sai panado, ele
los discursos exteriores es tan evidente en la obra de Sumergida en la opacidad referencial, la historia lite
Antoine de La Sale, que nos permite aproximarnos, raria no ha podido dar cuenta de la estructura t i i a n
no solamente a la estructura, sino además a la estruc ­ s it o r ia de este texto, estructura que lo sitúo en el II
turación de la novela, es decir, a la diacronía de la mite de dos épocas, y que muestra, a través de la poé
novela. tica ingenua de Antoine de La Salo, la articulación
Los historiadores de la literatura francesa dedican de este ideologema del signo que domina lia ta li
más bien poca atención a Antoine de la Sale y a «Jehan nuestro horizonte intelectual.
de Saintré», que es tal vez el primer texto en prosa Toda novela contemporánea debatiéndose entro los
que pueda merecer el nombre de novela, si considera­ problemas del «realismo» y de I; aproxi­
mos como novela todo texto que revele el ideologema ma a la ambivalencia estructural de «Jehan de Sain­
ambiguo del signo. tré». Situada en el extremo opuesto de la historia de
Un número muy reducido de estudios han sido con­ la novela (en el punto en que la novela se re-inventa
sagrados a Antoine de La Sale y a sus libros. Entre para pasar a una productividad escriptural que se acer­
los investigadores que han trabajado el tema, habría ca a la narración sin subordinarse a ella), la literatura
que citar en primer lugar a F. Desonay, editor de «Je­ realista de nuestros días recuerda el trabajo de orga­
han de Saintré» (P. Champion y F. Desonay, edits., nización de enunciados dispares a que se había libra
Antoine de la Sale, «L e Petit Jehan de Saintré» [P a ­ do Antoine de La Sale en el alba de la aventura no
rís, 1926]), de «L e Paradis de la reine Sybille» (París, velesca. Este parentesco es flagrante, y, como el autor
1930), de «L a Salade» y de «L a Sale» (Oeuvres com­ confiesa, deseado, en La mise á mort de Aragón, don­
pletes d’Antoine de La Sale, t. I y I I [1935 y 1941]). de el autor (Antoine) se diferencia del actor (Alfred)
Además, ha consagrado a Antoine de La Sale y a sus y llega incluso a tomar el nombre de Antoine de La
escritos los estudios más intrincados, de los que hemos Sale.
echado mano a lo largo de nuestro trabajo: «Antoine Más todavía, el relato de Antoine de La Sale esta­
de La Sale, aventurier et pédagogue» (Liége, 1940); blece una división entre el relato y su propia escritu­
«Comment un écrivain se corrigeait au XVéme siécle», ra : de La Sale habla, pero también se habla escribien­
Revue Belge de Philosophie et d’Histoire, V I (1927), do. La historia de Jehan de Saintré se une a lo histó­
81-121; «L e Petit Jehan de Saintré», Revue du seizié- rico del libro y deviene, en cierto modo, su representa­
me siécle, X IV (1927), 1-48, 213-280. ción retórica, lo otro, el desdoblamiento.

30 :ii
Las citas, salvo indicación contraria, están tomadas
de la edición de Jean Misrahi y Charles A. Knudson
(París, Droz-Minard, 1965).

DEL SIMBOLO AL SIGNO

«La articulación <!<■ I;im m i l m fun


ción del tipo de relacionen «pie mu niel
con el signo, permitirá una oliiNlfleaelán
provisional de las cultures,»

J. L o tm a n , «Problemas de la tipología de
las culturas», Information sur
las Sciences sociales (abril-
junio 1967), 33.

1.1. L A D ISTIN C IO N SIMBOLO/SIGNO

Consideraremos como novela aquel tipo de relato que


se organiza de un modo claro a partir del lln de In
Edad Media y el inicio del Keiiaeimienlu el objeto
de nuestro análisis, «Jehan de Saint ie » de Aninine de
La Sale, es un ejemplo de este tipo de relatos. Puede
constatarse un esfuerzo de construcción de una misma
estructura narrativa hacia el fin de la Grecia antigua,
con lo que se ha venido en llamar «la menipea».1
Lo que caracteriza a estos dos tipos de relato (la
1. M. Bajtin, Problemi poetiki Dostoievskovo (Problemas <1<>
la poética de Dostoyevski) (Moscú, 1963).

32 ¡i;t

<
novela y la menipea) a pesar de sus diferencias, es el tras que el signo, como veremos más adelante, simula
hecho de que sus estructuras sean testimonio de un no asumir esta relación que es, por lo demás, una re­
mismo quebrantamiento del sistema épico (la repúbli­ lación debilitada que puede ser considerada, en rigor,
ca griega o el feudalismo europeo) y de una transición como arbitraria.4 Pero añadiremos a esto criterio saus-
hacia un nuevo modo de pensar (la Grecia tardía des­ suriano (que de hecho es hcgolinno, establecido ya en
pués del siglo iv antes d. C. — el Renacimiento). De­ la filosofía de Hegel) de la distinción símbolo/signo,
nominaremos esta transición un paso desde el s ím b o l o un criterio suplementario, «horizontal», a saber el mo­
al s ig n o , y postularemos que la novela es una estruc­ do de articulación de las unidades significantes entre sí.
tura narrativa que refleja el ideologema del signo. Esto
nos obliga a definir l a d if e r e n c ia s ím b o l o /s ig n o .
Es conocida la clasificación de los signos, admitida
generalmente, hecha por Peirce al distinguir icón, ín­ 1.2. P A R T IC U L A R ID A D E S D E L SIMBOLO
dex y Symbol} Esta distinción da cuenta del tipo de re­
laciones entre el signo y su objeto. El símbolo, que es 1.2 . 1.
lo que aquí nos interesa, se define así: «Refers to the
object that it denotes by virtue of a l a v v , usually an
association of general ideas». La segunda mitad de la Edad Media (siglos xm a xv)
Nuestra distinción símbolo/signo, operatoria para es un período de transición para la cultura europea:
una clasificación (tanto diacrónica como sincrónica) de la cultura del signo reemplaza a la del símbolo.
los fenómenos discursivos (culturales) concierne a la El modelo del símbolo caracteriza la sociedad euro­
tercera categoría de Peirce; el símbolo es interior a pea hasta los alrededores del siglo xm y se manifiesta
esta categoría y reposa sobre un doble criterio: (1) el de un modo claro en su literatura y su pintura. Se tra­
tipo de relación entre «la réplica» (la unidad signifi­ ta de una práctica semiótica cosmogónica: sus elemen­
cante) y su «objeto» (el interpretante, la idea, el sig­ tos (los símbolos) remiten a una (de las) transcenden­
nificado) ; (2) el tipo de encadenamiento en que pueden cia^ ) universal(es), ir representable (s) e incognosci­
entrar las «réplicas». b le ^ ); conexiones unívocas ligan oslas Iransccndcn
Esta distinción se aproxima, por consiguiente, a la cias a las unidades que las evocan; el símbolo no «si*
distinción hecha por Saussure: según su terminolo­ parece» al objeto que simboliza; ambos espacios (sim
gía, «le symbole a pour caractéristique de n’étre ja­ bolizado-simbolizante), separados e incomunicados.
máis tout á fait arbitraire; il n’est pas vide, il y a un El símbolo asume lo simbolizado (los universales)
rudiment de lien naturel entre le signifiant et le sig- como irreductible al simbolizante (las marcas). El pen­
nifié».23 Dicho de otro modo, en el símbolo, el objeto samiento mítico que gira en la órbita del símbolo y
significado está r e p r e s e n t a d o a través de una relación- que se manifiesta en la epopeya, los cuentos popula­
función de restricción por la unidad significante; mien­ res, los cantares de gesta, etc., opera con unidades sim­
bólicas que son u n id a d e s de r e s t r ic c ió n respecto a los
2. Ch. S. Peirce, en J. Buchler (ed.), Philosophical W riting
of Peirce (Nueva York, Dover Publications, 1955), p. 102. 4. Para la crítica de la noción de la arbitrariedad del signo,
3. Ferdinand de Saussure, Cours de linguistique générale Cf. E. Benveniste, Problémes de linguistique générale (París,
(París, Payot, 1960), p. 101. Gallimard, 1966), p. 49.

34
universales simbolizados (el «heroísmo», el «coraje», transición hacia (y su asimilación por) el signo. La uni­
la «nobleza», la «virtud», el «miedo», la «traición», dad transcendental que el símbolo sostiene —-su pa­
etc.). La función del símbolo es, pues, según su dimen­ red de ultratumba, su hogar emlaor— aa pueita en
sión vertical (universales-marcas) una función de r e s ­ entredicho. Así, basta l'malci; del siglo xv, la represen
t r ic c ió n . La función del símbolo en su dimensión ho­
tación escénica de la vida de .le uníalo ae Inspiraba
rizontal (la articulación de las unidades significantes en los Evangelios, caio>m> >> o .ipm i lion, o ni la Le
entre sí) es una función de huida de lo paradójico; yenda dorada (cf. Les l\ti/sh'i-r::, publicados por ,1ubi-
puede decirse que el símbolo es horizontalmente a n t i - nal según (‘1 manuscrito de la Mlblloleca Üh (¡ene
p 'a r a d ó j ic o : en su «lógica» se excluyen mutuamente
viéve [hacia 1400]). A partir del ligio xv, t i t« alio se
dos unidades oposicionales. halla invadido por escenas consagradas a la vida pú
Es conocida la dicotomía bíblica y agustiniana en­ blica de Jesús, y lo mismo sucede en el ml< (cf la
tre «el soplo de la vida» y el «polvo de la tierra». En Catedral de Evreux). Aquel fondo trascendental que
el campo del símbolo, el mal y el bien son incompati­ evocaba el símbolo, parece tambalearse. So anuncia una
bles, del mismo modo que lo son lo crudo y lo cocido, nueva relación significante entre dos elementos, sitúa
la miel y las cenizas, etc. Una vez existente, la contra­ dos ambos del lado de acá, «reales» y «concretos» En
dicción exige de inmediato una solución; tal contra­ el arte del siglo xm, los profetas so oponían a los apóa
dicción es, por lo tanto, ocultada y «resuelta», por con­ toles; ahora, en el siglo xv. los mal to evangelios que
siguiente reservada.5 dan situados paralelamente respecto no sólo a los cua­
La clave de la práctica semiótica simbólica está dada tro grandes profetas, sino también respecto a los cua­
desde el principio del discurso simbólico: el trayecto tro padres de la Iglesia Latina (san Agustín, san Je­
del desarrollo semiótico constituye un bucle cuyo fin rónimo, san Ambrosio, san Gregorio Magno — cf. el al­
está programado, dado de antemano en el principio tar de Notre Dame d’Avioth). Los grandes con juntos
(un bucle cuyo fin es el inicio), ya que la función del arquitectónicos y literarios no son ya posibles: la mi­
símbolo (su ideologema) pre-existe al propio enuncia­ niatura sucede a la catedral, convirtiendo el siglo xv
do simbólico. Esto implica las particularidades gene­ en el siglo de los miniaturistas. La serenidad del sím­
rales de la práctica semiótica simbólica: la l im it a c ió n bolo es sustituida por la ambivalencia tensa de la co­
c u a n t it a t iv a de los símbolos, la r e p e t ic ió n de los sím­
nexión del s ig n o que apunta hacia una semejanza y
bolos, y su carácter general. una identificación de los elementos que uno, a penar de
El período que va de los siglos xm al xv contesta la diferencia radical que postula en principio. De aquí
al símbolo y atenúa sus efectos, sin que lo haga desa­ la insistencia obsesiva del tema del niAi.oco antro (ios
parecer por completo, sino, más bien, asegurando su elementos ir r e d u c t ib l e s pero idénticos (diálogo ge­
nerador de lo patético y de lo psicológico) en este pe­
5. En la historia del pensamiento occidental científico apa­ ríodo de transición.
recen sucesivamente tres corrientes fundamentales de la domi­
nación del símbolo para pasar, a través del signo, hasta la va­ Así, los siglos xiv y xv abundan en diálogos entre
riable: son el platonismo, el conceptualismo y el nominalismo. Dios y el alma humana: «Dialogue du crucifix et du
Cf. V. W. Quine, «Reification of Universals», From a Logical pélerin», «Dialogue de l’áme pécheresse et de Jésus»,
Point of View (Harvard University Press, 1953). Tomamos de etc. En medio de este movimiento, la Biblia se mora­
este estudio la diferenciación de las dos acepciones de la unidad
significante en el espacio del signo y en el espacio del símbolo. liza (cf. la célebre «Bible moralisée» de la Biblioteca

36 ;i7
del Duque de Borgoña), e incluso queda sustituida por mentales de Saint-Denls y de Chnrtrcs. «E l mérito
«pastiches» que ponen entre paréntesis, y llegan a su­ principal de estos grabados Ingenuos», escribo E. Millo,
primir, el fondo transcendental del símbolo (la «Bible «consistía en que se parecían a sí mismos». Esta mu
des pauvres» y el «Speculum humanae salvationis»).6 tación es exponento de una ley: la unidad significante
no remití'ya a la «¡dea» queso perlilarla a l r.ives suyo
en su inmensidad; por el eonlrnrlo, la unidad signi­
ficante deviene opaca, se identifica con al misma, ho
1. 2. 2. « materializa», su dimensitai verliral cmpli i a perder
intensidad, y se acentúa su posibilidad de articúlame
con otras unidades significantes. De nhl el «fiagmenla
Debilitada ya la relación entre unidad significante e rismo» de las obras de finales de la Edad Media «Midi
idea, esta unidad va tomando «materialidad» y llega a capítulos aislados, nunca se trata de un relat......mple
olvidar su «origen». Así, hasta alrededores de 1350, to».8 Encontraremos de nuevo la imitación ,v la frag*
es el verbo, en tanto que Jesucristo, quien crea el mun­ mentación en la novela de Antoine de La Sale, dando
do. Después, vemos aparecer un «anciano que mide la prueba de este modo de pensar transitorio enl re el ulm
tierra con un compás y lanza al cielo el sol y las es­ bolo y el signo que estamos intentando clarificar
trellas».7 El Verbo, es decir, el «interpretante» (para Esta posibilidad de la unidad significante de m
emplear una terminología moderna) se desvanece, y ticularse o bien con sí misma (por lo tanto de repetir­
sus réplicas se visualizan, se substantivan y encade­ se), o bien con otras unidades, a menudo opuestas, sus
nan horizontalmente del lado de acá del mundo. Ya tituye una estructura monovalente (la estructura sim­
no es el verbo (Jesucristo como idea) quien retiene el bólica) por una estructura heterovalente, desdoblada,
sentido, sino que es la combinación de las «marcas» binaria. A un nivel semántico, esta transición se ma­
(las imágenes del anciano, del cielo, las estrellas) quien nifiesta por el cambio de un discurso que predica «la
lo PRODUCE. bondad, la dulzura, el amor» (que domina el siglo xm),
Comprenderemos ahora por qué, en el movimiento por un discurso cuyo eje se halla en el s u f r im ie n t o ,
de la destrucción del símbolo, la ideología de la crea­ el dolor, la muerte. Retengamos el sema negativo en
ción que dominaba el arte gótico y daba nacimiento a
los lexemas «sufrimiento», «dolor», «muerte», o Insls
sus admirables conjuntos arquitectónicos, cede su pues­ tamos sobre el hecho de que se truta, aquí, de U intro
to a la ideología de la imitación . Una gran difusión de ducción d e una o p o s ic ió n , de una destrucción, de una
los grabados sobre madera, por ejemplo, expresa el aniquilación en el interior de lo que habla Mido consi­
cambio de las necesidades estéticas respecto a la épo­ derado hasta entonces como homogéneo, unido y posi­
ca precedente, dominada por las construcciones monu­ tivo. Es precisamente la introducción de esta negativi-
dad lo que deviene la cuna de la pslcologíu. Encontra­
6. E. Male, L'art religieux de la fin du moyen ágc en Fran-
mos síntomas de ello en las p a s io n e s que tratan del
ce (París, 1925). sufrimiento de Jesucristo («D e Planctu Mariae», atri­
7. BN frang. 5, f 5 y 6 hacia 1350; frang. 22912, f° 2 Vo buido a san Bernardo; «Dialogue de la Vierge et de
ilustrado de 1371 a 1375; frang. 3, f° 5 y ss. fin del siglo xiv;
frang. 9, f° 4 y 5, principios del siglo xv; frang. 15393, f° 3, ini­
cio del siglo x v ; frang. 247, f° 3, inicios del siglo xv. 8. E. MSle, op. cit., p. 227.

lili
38
Saint Anselme» sobre la pasión, etc.). También la pin­ lizadas en esta figura transitoria que realiza el arte do
tura se deja influir por el desdoblamiento y la negativi- la última Edad Media.
dad: aparecen imágenes del Cristo de la Piedad (1374:
el sello de Jean, abad de Anchin, unos años más tarde,
un libro de las horas de la Biblioteca Nacional, ma­
nuscrito de fines del siglo xiv). 1.2.3.
La introducción de una a l t e r id a d o de una n e g a t i -
v id ad en la unidad significante se traduce asimismo en
la aparición de figuras híbridas, dobles, ambiguas, que El nominalismo marca una etapa decisiva en el |>umi *
encontramos también en la Antigüedad, pero que apa­ del símbolo al signo en el discurso medieval Subte
recen igualmente a fines de la Edad Media. Estas figu­ todo en las doctrinas de Guillermo de Ockhnm, que Mi -
ras híbridas transportan lo fantástico y lo sobrenatu­ oponen violentamente a las de Duns Scoto y denuncian
ral a un mundo «real», no guardando con la idea trans­ la imposibilidad de apoyar el dogma en la lllonnflii. el
cendental más que muy sutiles relaciones. Tal es, por nominalismo toma su forma más neta, fio trata de un
ejemplo, la imagen de la Sibila que encontramos en ataque contra la idea de símbolo bajo su anpecto rka
Antoine de La Sale, en «L a Sale». El siglo xm conoce lista (doctrina de inspiración platónica que ennsldcra
ya las Sibilas: Vincent de Beauvais nombra las dieci­ que los universales o las unidades abstractas non Indi-
séis sibilas catalogadas por Varron; pero en Francia pendientes del intelecto, doctrina representada por
los artistas no representan más que a una, la «Sibila Santo Tomás y Duns Scoto) y bajo IU aspecto concep­
Eritrea», la terrible profetisa del juicio final.9 En Italia tualista (que considera que los universales existen,
se conoce otra sibila, la Sibila de Tibur, que parece ha­ pero son producto de la inteligencia). No forma parte
ber salido al encuentro de Augusto, para anunciarle el de nuestra intención el hacer un análisis detallado de
reino de Dios. las ideas de Guillermo de Ockham.10 Anotemos sola­
En el siglo xv, las sibilas existen ya en toda Euro­ mente que, muy extendidas en el siglo xiv (eran lla­
pa. La primera reproducción pictórica de una sibila madas nominales o terviúiistae, perú laminen moder
se encuentra en el misal de la Sainte-Chapelle, ilustra­ ni), tales ideas se hallaban en el ámbito de laH luchas
do durante los últimos años del siglo. filosóficas, sobre todo en París, y de un modo especial
La imagen de la sibila es, por decirlo así, la imagen en la Facultad de las Artes: el :'.ri de Septiembre de
de la infinitización del discurso, la palabra tomando 1339 son condenadas; el 29 de diciembre de 1340, son
cuerpo casi liberada de su dependencia simbólica y v i­ prohibidas gran número de tesis de tipo ocl< bautista y
viendo en la «arbitrariedad» del signo. La sibila habla nominalista. Retengamos a efectos de nuestro trabajo
todas las lenguas de este mundo sin más allá, posee el algunos puntos esenciales de estas tesis.
futuro, efectúa en y por la palabra síntesis inverosími­
les. Las posibilidades ilimitadas del discurso, que el 10. Cf. sobre él, R. Gulluy, Philosophle et théologie chez
signo (la novela) va a intentar representar, son simbo­ Guillaume d’Occam (Lovaina, 1947); C. Michalski, «bes courants
philosophiques á Oxford et á París pendant le XIV* siécle», Bulle-
tin de l’Académie polonaise des Sciences et des lettres (1920),
59-88; id., Les sources du christianisme et du scepticisme dans la
9. E. Male, op cit., p. 339 y ss. philosophie du X IV ' siécle (Cracovia, 1924),

40 41
Ante todo, rehdian todo tipo do existencia real de davía teológica (puesto que es todavía expresiva), pero
los universales, desequilibrando así el sistema simbó­ su teología no es ya la del símbolo: la novela e x p r e s a
lico al privarlo de su soporte. De esto se sigue que lo a través de «nombres» (de «cosas») «independientes»
singular no puede ser universal, y, por consiguiente, una idea extrínseca a su orden de existencia y encade­
se pone el acento en la singularidad de cada cosa («tér­ namiento.
mino»), que se vuelve autónoma respecto a su fondo
transcendental: «E s falso que una cosa sea singular
bajo un concepto, y universal bajo otro, pues una cosa
que es en sí singular no es universal de ningún modo 1.2.4.
y bajo ningún concepto». Toda realidad es pues singu­
lar, hecha de términos independientes, libres de toda
determinación extrínseca. El universal no existe más Esta desconceptualización, que es una desimbolización
que en el concepto. Contrariamente al conceptualismo de la estructura discursiva, se expresa netamente por
lógico que dominaba en París a lo largo del siglo xiv, el proceso de p e r s o n if ic a c ió n de las entidades del dis­
y que sostenía que el universal tenía un tipo de reali­ curso simbólico, tales como las v ir t u d e s y los v ic io s
dad propia, un esse obiectivum, Guillermo de Ockham (por no tomar más que un ejemplo que encontraremos
enseñaba el «conceptualismo psicológico» identificando de nuevo en «Jehan de Saintré»). La Edad Media con­
la representación mental y el acto de conocimiento. Ha­ taba con siete virtudes: tres teologales (Fe, Esperanza
biendo distinguido el c o n c e p t o del t é r m in o , y valori­ y Caridad) y cuatro cardinales (Prudencia, Justicia,
zando este último en detrimento del primero, el nomi­ Fortaleza y Templanza). Antoine de La Sale conserva
nalismo abre el camino a un pensamiento que operará también siete «dont trois sont divines, les quatre sont
con t é r m in o s ( n o m b r e s ) en tanto que s ig n o s (y ya no morelles, dont les trois qui sont divines sont foy, es-
símbolos). Construye la realidad como una combinación pérance, charité, et les quatre morelles sont prudence,
de términos (signos) y libera, por ello, las a r t e s (en actrempence, forcé et justice» (p. 39). E l siglo xv em­
la Facultad de las Artes es donde Guillermo de Ockham pieza a personificar las virtudes sin conceder atributos
cuenta con el mayor número de adeptos) convirtién­ a estos personajes. Gerson, en el Prólogo a su diatriba
dose en la filosofía (inconsciente) de la creación nove­ contra el Román de la Rose, Alain Chartier, en la
lesca. Puesto que Dios no es alcanzable más que a tra­ Consolation des trois vertus, Georges Chastelain, en su
vés de una definición nominal, la s e r ie de l a s d e f in i ­ Temple de Boccace, hacen hablar y actuar a las Virtu­
c io n e s n o m in a l e s (como lo es también la novela, según des, llegan incluso a describir sus vestidos, sin decir
veremos en Antoine de La Sale) revela una ciencia nunca nada de sus atributos.1 12 Se observa el mismo
r e a l , distinta de la ciencia de los conceptos (la filoso­ proceso en los Vicios.
fía) y la del lenguaje (la gramática, la lógica). Conce­ En «Jehan de Saintré» encontraremos este discur­
bida la novela como un d is c u r s o , es decir, como una so concerniente a las virtudes y los vicios en los con­
acumulación de definiciones nominales, permanece to­ sejos introductorios de la Dame que da lecciones de
savoir-vivre a Saintré. En estas máximas, las virtudes
11. Cf. E. Gilson, La philosophie au mayen áge (París, Payot,
1962), p. 657. 12. Cf. E. Mále, op. cit.

42 43
y los vicios no están personificados, y son más bien
tructura de signo, la entidad en cuestión (el fenómeno,
exponente de un tipo de pensamiento anterior a la
o el personaje) es, de pronto, tnmHcciulciiUilli’.udo, ele­
propia organización novelesca.
vado al rango de una unidad toológica. La práctica se­
Por el contrario, personificadas, es decir, converti­
miótica del signo asimila do este modo el carácter me-
das en signos, significantes por sí mismas y sin apo­
tafísico del símbolo y lo proyecta iiobro «lo Inmediata­
yarse en la idea que representan o en propiedades de
mente perceptible»; así valorizado, «lo lumadiatamen-
sentido (en atributos) que habrían podido tener de un
te perceptible» se transforma en mui iivioah l" cual
modo independiente de la combinatoria (del relato) a
será la ley maestra del discurso de la civilización del
que pertenecen, estas unidades (vicios, virtudes) cons­
signo.
tituyen un ejemplo chocante de la mutación de aque­
En su función horizontal, las unidades de la prác
llos modos de pensar que hemos definido como propios
tica semiótica del signo se articulan como un i auAini.
de la transición del símbolo al signo.
NAMIENTO METONÍMICO DE VARIACIONES qUC significa lilla
CREACIÓN PROGRESIVA DE METÁFORAS.13 Siendo 1()S tél'llli
nos oposicionales siempre exclusivos, quedan presos en
un engranaje de múltiples variaciones, y siempre po
sibles (las «sorpresas» en las estructuras narra!IvaH)
que crea la ilusión de una estructura abierta, imposi­
1.3. P A R T IC U L A R ID A D E S DEL SIGNO
ble de terminar, con un fin arbitrario . Así, en el dis­
curso literario, la práctica semiótica del signo se ma­
nifiesta, durante el Renacimiento europeo, por vez pri­
1.3.1.
mera de un modo evidente, en la novela de aventuras
organizada sobre la base de lo imprevisible y la sor­
presa como reificación, al nivel de la estructura narra­
El signo que se perfila a lo largo de estas mutaciones
tiva, del juego de posibilidades propio a toda práctica
conserva las características fundamentales del símbo­
del signo. El trayecto de este encadenamiento de va­
lo: la irreductibilidad de los términos, es decir, en el
riaciones es prácticamente infinito — de ahí la impre­
caso del signo, del referente al significado y del signi­
sión de un final arbitrario. Impresión ilusoria que de­
ficado al significante, y, a partir de eso, de todas las
fine a toda «literatura» (todo «arte»), yu que este tra­
«unidades» de la propia estructura significante. Así, el
yecto está programado por el ideologema constitutivo
ideologema del signo, en sus líneas generales, es pare­
del signo, a saber, por la evolución diádicu cerrada
cido al ideologema del símbolo; el signo es dualista:
(finita) que: (1) instaura una jerarquía referente-sig-
jerárquico y jerarquizante. No obstante, la diferencia
nificado-significante; (2) interioriza estas diadas oposi­
entre el signo y el símbolo se manifiesta tanto vertical­
cionales hasta el nivel de la articulación de los térmi­
mente como horizontalmente. En su función vertical,
nos, y se construye, como el símbolo, como una solu-
el signo remite a entidades de carácter menos vasto,
más c o n c r e t iz a d a s que el símbolo — se trata de uni­ 13. «La novela se acerca, desde un punto de vista formal, al
versales r e if ic a d o s , devenidos o b j e t o s en el sentido sueño; ambos pueden ser definidos por la consideración de esta
curiosa propiedad: todas sus variaciones les pertenecen» (Va-
fuerte de la palabra; es decir, relacionado en una es­ léry).

44
ción de contradicciones. SI en una práctica semiótica hacia lo que no es, poro que será , o, mejor, podrá ser .
exponente del símbolo, la contradicción estaba resuel­ Y este futuro no es asumido por el signo como obede­
ta por una conexión del tipo de la d is y u n c ió n e x c l u s i ­ ciendo a una causa extrínseca, sino como una transfor­
va (la no-equivalencia) o de la n o - c o n y u n c ió n ( — /— ), mación posible de la combinatoria de su propia estruc­
en una práctica semiótica exponente del signo la con­ tura.
tradicción se resuelve en una conexión del tipo de la
n o -d is y u n c ió n ( — v — ) (volveremos a ello).
1.3.3.

1.3.2. Resumiendo, digamos que el signo como ideologema


fundamental del pensamiento moderno y como ciernen
Esta posibilidad del signo de crear un sistema abierto to de base de nuestro discurso (novelesco) posee lint
de transformación y de generación había sido señalado siguientes características:
por Peirce al hablar del símbolo que, para él, «opera — No se refiere a una realidad única y singular, vino
ante todo por contigüidad instituida, aprendida, entre que e v o c a un conjunto de imágenes y de Ideas asocia­
significante y significado (se trata pues de la expresi­ das. Tiende a desprenderse del fondo tra n scen d en ta l
vidad del símbolo que se reúne con la del signo, que que lo sostiene (puede decirse del signo que es «arbi­
es lo que aquí nos interesa, y, por consiguiente, las opi­ trario»), permaneciendo expresivo.
niones sobre el símbolo son válidas para el signo): — Es c o m b in a t o r io , y por ello correlativo : su sen­
«Toda palabra es un símbolo. El valor de un símbolo tido es resultante de la combinatoria de la que todo
consiste en ayudar a hacer racionales el pensamiento signo participa con los demás signos.
y la conducta, y permitirnos predecir el futuro... Todo — Encubre un principio de transformación (en su
lo que es verdaderamente general se relaciona con un campo se engendran las estructuras, y se transforman
futuro indeterminado, pues el pasado no contiene más hasta el infinito).
que un conjunto de casos particulares que ya se han
realizado efectivamente. El pasado forma parte del
puro hecho. Pero una ley general no puede realizarse
plenamente; es una potencialidad; su modo de ser es
un esse in futuro».14 Interpretemos: el ideologema del
signo significa una infinitización del discurso que, li­
berada relativamente de su dependencia del «univer­
sal» (del concepto, de la idea en sí), deviene una posi­
bilidad de mutación, una constante transformación que,
si bien sometida a un significado, es susceptible de múl­
tiples generaciones, por lo tanto, de una proyección

14. Charles Sanders Peirce, Existential Graphs, obra póstu-


ma con este subtítulo: Mi obra maestra.

46 47
2

EL METODO TRANSFORMACION AL Y SU
APLICACION SEMIOTICA

«Usando distintos principios, comprendo


la generación y la corrupción como la
reunión y separación de partes de ele­
mentos:
No hay nacimiento de la nada.
Mezcla solamente, intercambio que dis­
tribuye las cosas mezcladas.»

A r is t ó t e le s , De Generatione et Corrup-
tione, A. 1.

«...The syntax of a language in terms


of two systems of rules: a base system
that generates deep structurcs und a
transformational system that maps these
into surface structures. The base system
consists of rules that generates the un-
derlying grammatical relation with an
abstract order (the rewriting rules of a
phrase-structure grammar); the transfor­
mational system consists of rules of de-
letion, rearrangement, adjunction, and
so on.»

N. C h o m s k y , Cartesian Linguistics, p. 42.


y de la gramática, en la aproximación a sistemas Sé-
mióticos complejos, tales como la novela,
Noam Chomsky define la GG como «un sistema de
2.1. E L METODO T R A N S F O R M A C IO N A L reglas que relaciona las señales con Interpretaciones se­
mánticas».2 A l distinguir las dos estructuran superficial
2.1.1. La t r a n s f o r m a c ió n : c ie n c ia y m éto d o
y profunda, Chomsky señala que «la Incapacidad de
la estructura superficial de indicar relaciones gramati­
El análisis transformacional de las estructuras sintác­ cales semánticamente significantes (es decir, <lc servir
ticas (A T ) y la gramática generativa (GG) que podría de estructura profunda) es un hecho fundamental que
representarse como un algoritmo de generación de la ocasiona el desarrollo de la gramática generativa,.. La
lengua a partir de un corpus de elementos y median­ estructura superficial es “ labeled bracketing” y la es­
te determinadas reglas, no son solamente unas disci­ tructura profunda debe distinguirse, por lo general,
plinas ligadas a los nombres de Zellig S. Harris y Noam de la estructura superficial». Transponiendo esta refle­
Chomsky, y que permiten a las ciencias del lenguaje xión al plano de una estructura discursiva más am­
sintetizar un texto como un mecanismo lógico, o bien plia que la proposición, por ejemplo a la novela, pode­
que están en la base de la traducción automática. Más mos avanzar que la incapacidad de la estructura ma­
allá de tal alcance inmediatamente práctico, el análisis nifiesta de la novela para indicar semánticamente las
transformacional y la gramática generativa transfor­ relaciones estructurales significantes, es uno de los he­
man actualmente nuestro pensamiento sobre la lengua, chos fundamentales que justifica, por un lado, la apli­
y, de ahí, la aproximación a todos los sistemas signifi­ cación del método transformacional al estudio de la
cantes. En el lugar del método analítico que domina­ novela, y, por otro, origina el propio campo transfor­
ba la lingüística clásica, e incluso la lingüística estruc­ macional de la novela. Ahora bien, como escribe Lévi-
tural, la gramática generativa inaugura una aproxima­ Strauss, «una fidelidad demasiado literal al método del
ción s in t é t ic a a la lengua. Si, a la luz de A T y de GG, lingüista traiciona la realidad de su propio carácter».3
la lengua aparece como una síntesis, esta síntesis no Deberemos, pues, evitar convertir nuestro esquema
es el r e s u l t a d o estático de un proceso de síntesis, sino transformacional de la novela en una «pura tautolo­
este propio proceso.1 gía», pero usarlo como un medio de investigación que
No sabríamos cómo señalar la importancia de esta podría revelar aquello que un análisis estructural ins­
concepción de la lengua para un proceder dialéctico pirado en la fonología no es capaz de descubrir, a sa­
que desearía ver a la semiología construirse a partir ber: e l p r o c e s o de e s t r u c t u r a c ió n de esta organiza­
de una ciencia dialéctica. ción, dinámica ya al nivel de su sintagmática explíci­
Es este cambio de la concepción de la lengua que ta, que es la novela.
A T y GG han producido a lo largo de los últimos años,
lo que llamaremos m éto d o t r a n s f o r m a c io n a l , intentan­
do ver en qué medida es aplicable fuera de la sintaxis
2. N. Chomsky, Topics on the Theory of Generative Gram-
1. Cf. D. S. Worth, Transformation Criteria fo r the Classi- mar (La Haya, Mouton, 1966), p. 18.
jication of Predicative Genetive Constructions in Russian (Ted- 3. Claude Lévi-Strauss, Anthropologie structurale (París,
dington, Middlesex, National Physical Laboratory, 1961). Pión, 1958), p. 43.

50
Todas estas definiciones de la transformación se li­
2.1.1.1. Definición de la transformación en la lingüis­ mitan a describir la relación entre dos construcciones,
tica americana. — La noción de transformación fue in­ relación de transformación de una respecto a la otra.
troducida en la lingüística por Z. Harris.4 Las propias transformaciones están dadas de un modo
Su definición de la transformación, así como tam­ arbitrario baio la forma de una lista de reglas de
bién otras definiciones establecidas por otros autores, t r a n s f o r m a c ió n . Pero, «las necesidades del modelaje
suponen dos momentos principales: contemporáneo de la lengua plantean a la lingüística
(1) se conserva la equivalencia de los morfemas estructural un nuevo problema: la definición de la
integrantes de una sola e idéntica clase gramatical (o transformación debe contener una descripción del tipo
equivalencia de las proposiciones en un texto).5 de cálculos transformacionales».7 Para llegar a tal defi­
(2) se conserva la equivalencia del medio sintác­ nición se imponen algunas modificaciones del modelo
tico que envuelve al morfema, es decir, las relaciones chomskiano, modificaciones en las que seguiremos los
sintácticas directas entre los morfemas (las proposi­ trabajos de Saumjan.
ciones respectivamente).6

4. Z. Harris, en su estudio «Co-occurrenee and Transfor- 2.1.1.2. E l modelo transformacional aplicativo. — Sien­
mation in Linguistic Structure», Languagc 33, 3 (1957), define do el modelo transformacional un modelo explicativo,
así la transformación: « I f two or more constructions (or se-
quences of constructions) which contain the same n classes está en principio destinado a estudiar las estructuras
(whatever else they may contain) occur with the same n- triples profundas de la lengua. Ahora bien, este modelo opera
of members of these classes in the same sentence environ- con unos «strings» que nos sitúan al nivel superficial
ment..., we say that the constructions are transforms of each de la lengua (la actuación). El modelo transformacio­
other, ant that each may be derived from any other by a par­
ticular transformation. For example, the constructions N V v N nal mezcla pues las estructuras profundas (de la com­
(a sentence) and N ’s Ving (a noun phrase) are satisfied by the
same triples of N, V and N (he, meet, we; foreman, put up, list, (i; x,..., x„) is formed from Ttl (i; y„... y„) by replacing y¡ in the
etc.), so that any choice of members which we find in the sen­ latter by x,, for each i, n».
tence we also find in the noun phrase and vice versa: He meets La equivalencia del contexto de x, y y, está garantizada por
us, he’s mccting us..., where the class members are identical in una condición suplementaria: cada transformación es el reflejo
the two or more constructions we have a reversible transfor­ de un árbol sintáctico sobre otro, de modo que x, y y, 6e hallan
mation, and may write e.g. N, v VN¡, N,’s Ving N¡ (and the set en relación unívoca entre sí. Cf. N. Chomsky «Cn tilo Notlon
of triples for the first = the set for the second)». “ Rule o f Grammar” », Structure of Languagc in Ut Mathcmatlcnl
5. Z. Harris, en «Discourse Analysis» señala que «N, V N, is Aspects. Proceedings of Symposia in Applied Matlicmatics, X II
equivalent to N¡’s V- en by N,» y precisa también el concepto (1961), 20.
de equivalencia como sigue: «W e do not claim that two equi­ Por su parte, D. S. Worth, op. cit., insiste en el hecho de que
valent sentences necessarily mean exaotly the same thing, or «si en una proposición dada está compuesta de las palabras
that they are stylistically indifferent. But we do claim that not X + Y + Z, aplicamos a X todas las transformaciones posibles
all sentences are equivalent in this sense». Cf. también Z. Har­ en el interior de las clases, constatando cuáles serán las trans­
ris, Methods in Structural Linguistics (Chicago, 1951); String formaciones que generarán» (del mismo modo habrá que operar
Analysis of Sentence Structure (The Hague, Mouton, 1962), «Lin- con Y y Z).
guistic Transformations for Informational Retrieval», en The 7. S. K. Saumjan, «La gramática transformacional y el mo­
Dcsingn of New Systems ( = Intcllectual Problems, Area 5). delo aplicativo de generación», Transformacionnyi metod v struk-
6. Así, N. Chomsky define la transformación como sigue: turno'i lingvistike (El método transformacional en la lingüística
« i f Te, is an elementary transformation, then for all integers i, n estructural) (Moscú, 1964), 53.
and the strings x,..„ x„, y,..., y„, it must be the case that T tl

03
52
petencia) con las estructuras superficiales (de la ac­ cia parezca ser entendido como nivel npto par* el en
tuación). tudio de la proposición (y de cualquier organización
Por otro lado, la teoría transformacional entiende textual).
la gramática como un mecanismo que no engendra más Las modificaciones del múdelo cIihiiimU iuio de la
que proposiciones; supone que las palabras (o incluso transformación que para nono!roa ne Impom'ii antea de
secuencias más largas que denomina los «base com- su aplicación a una estructura di euniKu mím amplia
ponents of the syntax») están ya prefijadas. Para (la novela) son, en resumen, lan slgulcnle»
I.Chomsky, cada regla transformacional se presenta (1) Es necesario distinguir clara v rimú.... ..
bajo la forma A->X, en la cual, al nivel de la estruc­ los dos niveles de abstracción en el modelo generativo
tura frásica, A es una categoría de transcripción sim­ el nivel de la competencia y el nivel de la actuación
bólica, y X la categoría terminal que resulta de la trans­ El modelo aplicativo de Saumjan resuelve, a nuestro
formación. La transcripción A nos proporciona los «ba­ entender, esta necesidad. Este modelo opera con com
se phrase-markers» al nivel de la transformación. Pero plejos en vez de operar con «strings», siendo definido el
nada sabemos a propósito de la generación de estos complejo como una serie ordenada do elementos cuyo
«base phrase-makers» y de sus componentes.8 Una con­ orden carece de importancia. La relación estructura
cepción tal simplifica la imagen de la generación del de los complejos/estructura de los «strings», es motiva
lenguaje, puesto que silencia uno de los aspectos del lente a la relación competencla/actuaclón t u el mo
proceso generador de la lengua: la generación de las délo generativo aplicativo hay que distinguir dos 11
palabras. «N o hay duda que la gramática generativa en pos de reglas de generación de los complejos: (a) re­
el aspecto bajo el que se presenta actualmente, es erró­ glas de formación de los complejos; (b) reglas de trans­
nea... No estará de más subrayar que uno de los de­ formación de los complejos. Las reglas de formación
fectos conocidos de la gramática generativa se halla en de los complejos se basan en la operación llamada de
la parte que trata de los componentes y no en la parte aplicación . E s sabido que tal operación se utiliza en
que trata de la transformación.» 9 lógica matemática y especialmente en la lógica combi­
Asimismo, el «autómata» generador descrito por natoria.10 Esta operación binaria sirve, en la lógica
Chomsky, define tanto el comportamiento lingüístico combinatoria, para reducir las relaciones multlvalcn
de los emisores, como el de los receptores, sin que sea tes a relaciones de tipo bi-valente, y, por consiguiente,
hecha distinción alguna entre la emisión discursiva como señala Saumjan, para transformar los cálculos de
sintética de los primeros y la recepción discursiva ana ­ predicados múltiples en cálculos de predicados doblen
lítica de los segundos. Saumjan revela de este modo que la aplicación es el
Las proposiciones generales son consideradas en análogo lógico del método lingüístico llamado eompo-
tanto que realizaciones fonológicas, por lo tanto al ni­ nencial, que tiende a reducir las relaciones lingüísticas
vel de la actuación, sin que el nivel de la competen­ polivalentes a relaciones bivalentes. Pero, y eso cons­
tituye una diferencia considerable, mientras el método
8. N. Chomsky, Topics in the Theory of Generative Gram- componencial supone una disposición lineal de los ele-
mar (The Hague, Mouton, 1966), 51.
9. R. V. Lees, «O pereformoulirovanii transformacionnol
grammatiki» (De la re-formulación de la gramática transforma­ 10. Cf. H. B. Curry, R. Feys, ComMnatory Logic, I (Amm-
cional), Voprosy jazikoznanija, 6 (1961), 48. terdam, 1958).

54 00
mentos de la relación, la aplicación en cuanto tal postu­ (4) Se impone un último desdoblamiento del esta­
la la no-linealidad de los elementos de la relación (aun­ tuto de las p a l a b r a s y de las proposiciones, según que
que la transcripción meta-lingüística no pueda ser más sean exponente de la primera o la segunda do estas es­
que lineal). Con la ayuda de la a p l ic a c ió n , se obtienen tructuras: la co m p e te n c ia y la nctuncam Distinguiré
diversos complejos, de tal modo que el modelo aplica- mos un estatuto de las palabra:: ró m p e te la la de las
tivo no precisa r e g l a s de transformación de los com­ proposiciones-competencia y un estatuid de las pala­
plejos. Así definido, el modelo generativo explica la bras-actuación y de las p ro p o s ic io n e s aduai imi
transformación de un modo, por decirlo así, a u t o m á ­ Así, el modelo tra n s fo rm a c io iia l a p llr a llv o sera un
t ic o , mientras que, como es sabido, en el modelo de modelo de dos «niveles» :
Chomsky la transformación está dada de antemano de
un modo arbitrario por un número finito de reglas.
(2) Además de las clases de proposiciones posi­
bles (Si, S2...) y de las funciones que las definen (f¡, ¡),
hay que introducir una nueva condición en la defini­
ción de la gramática generativa, que es la clase de las
p a l a b r a s posibles (de «base components» o «phrase-
makers») y de las f u n c io n e s que las definen (e¡, ¡). Los
cálculos de los complejos y los cálculos de las palabras
pueden ser representados en el modelo generativo apli-
cativo como dos generadores homomorfos (el genera­
dor de los complejos y el generador de las palabras).
La interacción de estos dos generadores introduce la
noción de generador de los «transforms», lo cual supo­
ne dos operaciones: la ampliación de los campos y el
traslado de la aplicación. La primera aplicación de los
cálculos exactos de todas las clases de palabras que
forman parte del o p e r a n t e (el operante es la secuen­
cia en la que se produce la transformación, o que es
sujeto de la transformación) de la transformación, mien­
tras que la segunda operación ofrece los cálculos de
las aplicaciones entre las clases de las palabras dentro
de los complejos. Distinguiremos, pues, tres tipos de cálculo en el
(3) Distinguiremos un funcionamiento lingüístico modelo aplicativo: (1) el cálculo de complejos; (2) el
propio del d e s t in a d o r y otro propio del d e s t in a t a r io , cálculo de palabras; (3) el cálculo de las «transforms».
constituidos como sujetos a los dos lados de la cadena Esta idea de la transformación rebasa los límites de
comunicativa y poseyendo características particulares. la descripción sincrónica de la lengua y abre la posi­
Este desdoblamiento se añade al modelo trqngforma- bilidad, como veremos más adelante, de un estudio de
cional monolítico escindiéndola en dos, la e s t r u c t u r a c ió n d ia c r ó n ic a .

56 &7
tica no parece plantearse, toma cnrrtctcr do urgencia
desde el momento que el nníillslH tianníormnclonal ne
2.2. L A A P LIC A C IO N SE M IO TIC A vuelve un método trnnsformncloiinl Non ....... '<\ en tal
caso, que esta equivalencia de a lgn lll' adn a pi-ani' <le
la diferencia de significante:; i.e in ■111><• . n lu que ne
2.2.1. El m o d e lo t r a n s f o r m a c io n a l a p l ic a t iv o y ha venido en llamar el pcmininlenln l« oí.... ni ríe**, en
LOS SISTEMAS s e m ió t ic o s c o m p l e j o s decir, el pensamiento de la Identidad de I.......... \ del
«querer decir» que, en el dineiiran llt« i ai l<> i..... la
¿Qué puede concluirse de un análisis transformacional, forma de una exigencia fundamental de veroNlinllltud,
tal como lo hemos definido, para el estudio de las prác­ Es esta exigencia de sentido (o de vernalmllltud para
ticas semióticas irreducibles al lenguaje denotativo? la literatura) lo que supone una equivalencia de hIu <
¿Podrá el análisis transformacional aportar una apro­ niñeado más allá de la diferencia de significante» di
ximación c o m p l e m e n t a r ia al método estructural en la cho de otro modo, el modelo transformacional (rqnlvn
formalización de lo que nuestra cultura denomina «li­ lencia del operante y del resultado de la traniilni ina
teratura»? ción) es sólo válido en el marco del sentido (de la pn
labra) y de lo verosímil (de la retórica). Muta coindaln-
ción 11 nos obligará a introducir más adelante otro nivel
2.2.1.1. ¿Conservación o transformación del « sentido» de análisis, un nivel exterior a la palabra (al cent Ido)
literario? — El primer problema que plantea la exten­ y a la retórica (a lo verosímil): el nivel de la pmduc
sión del método transformacional es el problema de la tividad textual.
conservación del sentido durante la transformación. Veamos ahora cómo el principio de equivalencia del
Puesto que no hay transformación posible (gramatical sentido es inherente a un cierto modo de pensar, es de­
o sintáctica) más que cuando el operante y el resulta­ cir, de qué modo está limitado histórica e ideológica­
do son equivalentes según su sentido, se presentan dos mente.
preguntas al examinar ya no el lenguaje denotativo,
sino el discurso «literario» :
(1) ¿Es posible considerar equivalentes al nivel 2.2.1.2. E l texto cerrado. La pronnimiición mina! tlt
del significado dos discursos (o dos secuencias discur­ la estructura novelesca. — Al examinar el nivel de la
sivas) reconocidos como distintos al nivel del signifi­ sintagmática narrativa, observamos que la de 11 ibudOn
cante? O, más bien, ¿qué lógica (qué ideología) dicta de las secuencias, el orden de los acontecimientos y el
(presupone) esta equivalencia? juego de los actantes 12 representan una evolución, un
(2) Siendo el discurso literario, y con más razón
la estructura de la novela, por su finalidad y por su
11. Para un estudio más detallarlo del probltmn <lol sentido
organización, un d e v e n ir , un p r o c e s o , ¿en qué medi­ y de lo verosímil en un texto lilrr.irtn, ,| mir:.l m arlirulo «La
da y a propósito de qué tipo de discurso literario pue­ productivitó dite texto», Communlcatlon 11 (1008), 59-83, reim­
de hablarse de equivalencia de sentido más allá y a primido más tarde en Semeiotiké, Recherches pour une séma-
nalyse (París, Ed. du Seuil, 1969).
pesar de la transformación? 12. La distinción actante/actor está tomada de A. J. Greimas,
La respuesta a la primera pregunta, que la lingüís­ §érnantique structurale,

58 DI»
desarrollo, un cambio. Jehan de Saintré empieza sien­ El texto de «Jehan de Saintré» se abre con una Intro­
do un simple paje, para terminar como guerrero famo­ ducción que forma (expone) todo el trayecto de la no­
so; la Dame, noble y secreta al principio, se transfor­ vela : Antoine de la Sale sabi lo que se >u texto («trole
ma en malvada y merece el insulto al final, etc. Esta istoires») y p o r que ch (monsajo destinado a Jehan
mutación, sin embargo, no es del orden del significa­ dAnjou). Después de haber así anunciado mu Intención
do: es una mutación del s ig n if ic a n t e n a r r a t iv o , de y el destinatario de ésta, completa, cu Velóle lloras, el
las figuras y las configuraciones del relato, sin alcan­ primer bucle 14 que engloba el .....|ooln Irxlual y el
zar al significado que sos-tiene la distribución narrati­ programa como intermediario do un cambio, en decir,
va. Este significado 13constituye lo que la retórica clási­ como signo: es el bucle enunciado íoh|eto de Inter
ca denominó la moraleja del libro, lo que actualmente cambio)/destinatario (el duque, o, simplemente, el
es llamado mensaje del discurso. Ahora bien, este m e n ­ lector). Falta sólo explicar, es decir, llenar, detallar, lo
s a j e , esta m o r a l e j a , este s ig n if ic a d o constante que que está ya conceptualizado, sabido, antes del contacto
atraviesa el texto a pesar de la aparente transforma­ de la pluma con el papel: « L ’istoire ainsi que de mol
ción del código discursivo, los encontraremos tanto al a mot s’ensuit».
principio del libro como al final. Hablaremos pues del Ahora puede ya anunciarse el título «Et promle-
texto novelesco como de un t e x t o c e r r a d o , añadiendo rement l’istoire de madicte Dame des belles CoualncH
esta demostración a los argumentos que se refieren a de Saintré», exigiendo un segundo bucle, situado éste
la posibilidad de aplicación del modelo transformacio- al nivel temático del mensaje. Antoine de La Sale ex­
nal al análisis de la novela. plica en resumen la vida de Jehan de Saintré hasta su
fin («son trespassement de ce monde», p. 2). Así, sa­
A vous, tresexcellent et trespuissant prince, monseigneur bemos y a cómo terminará la historia: el fin del relato
Jehan d’Anjou, duc de Calabre et de Lorraine, marchis et se anuncia antes de que dé comienzo el propio relato.
marquis du Pont et mon tresredoubté seigneur. Aprés
mes treshumbles et tresobeissans recommandacions, pour Así queda eliminado todo interés anecdótico: la novela
obeir a voz prieres qui me sont eniers commandemens, me se moverá en el marco vida-muerte, y no será más que
suis delicté a vous faire quatre beaus traictiez, en deux una inscripción de v a r ia c io n e s (de sorpresas) que no
livres pour les porter plus aisiement, dont ce premier destruye la certeza del bucle temático vida-muerto que
parlera de une Dame des Belles Cousines de France, sans encierra el conjunto. El texto posee unos ejes temáti­
autre nom ne surnom nommer, et du tres vaillant cheva- cos: se va a tratar de un juego entro dos oposiciones
lier le sire de Saintré. Le deuxieme sera des tresloailles exclusivas cuya denominación variará (vldo-vlrlud,
amours et tres piteuses fins de messire Floridan, cheva- amor-odio, alabanza-crítica: así, por ejemplo, n ia apo­
lier, et de la tres belle et bonne damoiselle Elvyde, des- logía de la dama-viuda en los tcxtoH romunos sigue
quelz le livre dont l’istoire est translatee de latín en
francoiz ne les nomme point fors que l’istoire ainsi que siempre directamente las máximas de uan Jerónimo),
d: mot a mot s’ensuit. Et la troisieme istoire sera une pero que poseerán siempre el mismo eje semiótico (po­
addicion que j ’ay traicte des croniques de Flendres, qui sitivo-negativo). Estas oposiciones se alternarán en un
est tres belles choses a veoir (p. 1).
14. El término os empicado por V. Sklovski en su estudio so­
bre «La construcción do ln m u nición y de la novela», Théorie
13. Volveremos en 2.2.2. y 2.4. a este problema de la distin­ de la littératurc (col. 7VÍ Quid) (Parts, Ed. du Seuil, 1965), pág.
ción significante/significado en la estructura narrativa. 170.

60 G1

L
recorrido que nada limita, salvo la presuposición ini­ En un primer movimiento, la duplicidad de este
cial del t e r c io e x c l u s o , es decir, la selección inevita­ mensaje es sólo conocido por el propio locutor (la
ble de uno o el otro (la o exclusiva) de los términos. Dame), el autor (sujeto del enunciado novelesco) y el
Ahora bien, en el ideologema de la novela (como lector (destinatario del enunciado novelesco): la corte
en el ideologema del signo) la irreductibilidad de los (instancia neutra = opinión objetiva), así como Saintré
términos opuestos sólo se admite en la medida que el (objeto pasivo del mensaje) son victimas do la agresi­
espacio vacío de la ruptura que los separa sea rellena­ vidad unívoca de la Dame con respecto al paje, IÉ1 se­
do por combinaciones sémicas ambiguas. La oposición gundo movimiento desplaza la duplicidad ; Saintiv en­
reconocida inicialmente (vida-muerte, amor-desprecio) tra en ella y la acepta; por esta acción misma cesa de
y que origina el trayecto de la novela, se ve inmedia­ ser el objeto de un mensaje para volverse el sujeto de
tamente retraído por un a n t e s para ceder, en un a h o ­ un enunciado cuya autoridad asume. En un tercer
r a , a una red de elementos de relleno, a un encadena­ tiempo, Saintré olvida la no-disyunción; transforma
miento de desviaciones que sobrevuelan los dos polos en enteramente positivo lo que sabía que era t a m b i é n
opuestos y, en un esfuerzo de síntesis, se resuelven en negativo; olvida el disimulo y se deja llevar por el
la figura del e n g a ñ o y de la m á s c a r a . Se retoma así la juego de una interpretación unívoca (por lo tanto erró­
negación por la afirmación de una duplicidad: la ex­ nea) de un mensaje siempre doble. El fracaso de Sain­
clusividad de los dos términos que plantea el bucle te­ tré — y el fin del relato— se deben a este error de sus­
mático de la novela, queda reemplazada por una p o ­ tituir, a la función no-disyuntiva de un enunciado, la
s it iv id a d d u d o sa , de modo que la d is y u n c ió n que abre aceptación de este enunciado como disyuntivo (uní­
la novela y que la cierra, cede su lugar a un s i - n o (a voco).
la N o- d is y u n c ió n ). E s precisamente alrededor del mo­ La negación novelesca dispone, de este modo, de
delo de esta función que se organizan todas las figuras una doble modalidad: a l é t ic a (la oposición de los con­
de doble lectura que contiene la novela: las trampas, trarios es necesaria, posible, contingente o imposible)
las traiciones, los extranjeros, los andróginos, los enun­ y d e ó n t ic a (la reunión de los contrarios es obligatoria,
ciados con doble interpretación o con doble destino permitida, indiferente o prohibida). La novela es posi­
(al nivel del significado novelesco), los blasones, los ble siempre que el alético de la oposición alcanza y se
«gritos» (al nivel del significante novelesco). El trayec­ une con el deóntico de la reunión.15 La novela sigue el
to novelesco sería imposible sin esta función de la no- trayecto de la síntesis deóntica para condenarla y para
disyunción (volveremos a ello) que es el d o b l e , y que afirmar la oposición de los contrarios bajo el modo alé-
programa la novela desde el principio. Antoine de La tico. El doble (la trampa, la máscara) que era la figura
Sale ¡o introduce con el enunciado de la Dame, do­ fundamental del carnaval16 deviene así la base de ac-
blemente orientado: en tanto que mensaje destinado 15. Para estas términos, cf. von Wright, An Essay on Modal
a las acompañantes de la Dame y a la corte, este enun­ Logic (Amsterdam, North-Holland Pub. Co., 1951).
ciado connota una agresividad con respecto a Saintré; 16. Nuestra concepción del doble y de la ambigüedad como
en tanto que mensaje destinado al propio Saintré con­ figura fundamental de la novela , y que la relaciona a la tradi­
ción oral del carnaval, al mecanismo de la risa y de la máscara,
nota un amor «tierno» y «tentador». Es interesante y a la estructura de la menipea, está en deuda con M. Bajtin,
seguir las sucesivas etapas de la revelación de esta Problemi poetiki Dostoievskovo (Problemas de la poética de Dos-
función no-disyuntiva del enunciado de la Dame. toyevski) (Moscú, 1963) y Tvorchestvo Frangois Rabclais 0 .»

62
o ju glar!» exclamaba condenatorio el trovador gallego
ción de las variaciones que llenan el silencio impues­ y con eso y con el ceso del canto Dura la ponda docta,
to por la función disyuntiva del huele temrttico-progra- el juglar queda excluido de la vida literaria; queda
mador de la novela. Así, la novela absorbe la duplici­ como simple músico, y aun en ente oficio acaba Hiendo
dad (el dialogismo) de la escena carnavalesca, pero la sustituido por el ministril, Upo del musito ejecutante
somete a la univocidad (al monologismo) de la disyun­ venido del extranjero v que en el p.i o •U I siglo xiv
ción simbólica que garantiza una instancia transcen­ al xv convive con el juglar." A nI se efectúa el paso del
dental, el Autor, asumiendo la totalidad del enuncia­ juglar como Actor (personaje de un drama, acusador
do de la novela. — cf. en latín jurídico actor «acusador, regulador del
Es, en efecto, en este preciso lugar del trayecto proceso») al juglar como Autor (fundador, constructor
textual, es decir, después de la enunciación de la clau­ de un producto, el que hace, dispone, ordena, genera,
sura (del bucle) toponímica (mensaje-destinatario) y crea un objeto del que ya no es el productor, sino el
temática (vida-muerte) del texto, que se inscribe la vendedor — cf. en latín jurídico auctor «vendedor»)
palabra «el Actor». Reaparecerá varias veces para in­ La instancia de la palabra novelesca," so inserta asi
troducir la palabra del que escribe la novela, bajo la en el enunciado novelesco y se explícita como constl
forma de enunciado de un personaje de este drama tuyendo una de sus partes. Revela al escritor como
del que el actor es, también, autor. Jugando con la actor principal del juego discurso que sigue, y por ello
homofonía (latín : actor-autor; francés: acteur-auteur), mismo enlaza los dos m od os de la e n u n cia ció n nove­
Antoine de La Sale apunta a la propia derivación del lesca la n a r r a c ió n y la citación , en una única palabra
acto de la palabra (el trabajo) en efecto discursivo de aquél que es a la vez sujeto del libro (el autor) y
(en producto) y, de ahí, a la propia constitución del ob­ sujeto-objeto del espectáculo (el actor), ya que en la
jeto «literario». Para Antoine de La Sale, el escritor no-disyunción novelesca el mensaje es a la vez dis­
es a la vez actor y autor, lo que significa que concibe el curso y representación. El enunciado del autor-actor
texto novelesco como práctica (actor) y producto (au­ se despliega, se desdobla y He orienta hacia dos ver­
tor), proceso (actor) y efecto (autor), juego (actor) y tientes :
valor (autor) al mismo tiempo, sin que las nociones de (1) Un enunciado referencia!, la nahhación — pa­
obra (mensaje) y de propietario (autor) impuestas de labra asumida por quien so escribí..... uto actor autor;
antemano, hayan conseguido hacer olvidar el juego que (2) Unas premisas textuales, la ciiación palalaa
las precede. atribuida a otro, y cuya autoridad oa asumida pis
La noción de «autor» aparece en la poesía románi­ aquél que se escribe como actor-autor Ambas verileo
ca a principios del siglo x i i : el poeta publica sus ver­ tes se entrelazan hasta confundirse Antoine do La
sos y los confía a la memoria de los juglares, de quie­ Sale pasa con facilidad de la historia «vivid a» de la
nes exige una exactitud — el menor cambio de texto Dame des Belles Cousines, do la que oh «testimonio»
es percibido y juzgado: «Jograr braadador».*17* «Erron (de la narración) a la historia leid i q liada) de Eneas
y Dido, etc.
obra de Frangois Rabelais) (Moscú, 1965), cf. también nuestro
«Bakhtine, le mot, le dialogue et le román», Critique 239 (1967), 18. Ibíd., p. 380.
reimpreso en Semeiotiké. 19. Volveremos, en el cap. ¡I, u lo topología de las instancias
17. Cf. R. Menéndez Pidal, Poesía juglaresca y juglares (Ma­ del discurso en el texto do la novela,
drid, 1957), p. 14, nota 1.
65
64
Digamos para resumir que el modo de enunciación
novelesco es un modo inferencial: es un proceso en tivo, posesor de una verdad que simboliza gradan al
el que el sujeto del enunciado novelesco afirma una se­ Verbo, para escribirse como lector o auditor que es­
cuencia que es la c o n c l u s ió n de l a i n f e r e n c ia , a par­ tructura su texto a través de una permulai lóu de onun
tir de otras secuencias (referenciales, por lo tanto na­ ciados o t r o s . Más que HAtiLAR, ni ion ha Loa agentes
rrativas, o textuales por lo tanto citacionales) que son inferenciales le sirven para remitir un enmielado re-
las premisas de la in f e r e n c ia y, en cuanto tales, con­ ferencial (la narración) a unas premlaau les!nales (las
sideradas como verdaderas. La inferencia novelesca se citas) y viceversa; establecen una similitud, un pare
agota en el proceso de nominación de las dos premisas, cido, una igualdad de dos discursos distintos Kl ideo
sobre todo en su encadenamiento, sin llegar a la con­ logema de Isigno se perfila aquí, una vez inda, al nivel
clusión silogística propia de la inferencia lógica. La del modo inferencial de la enunciación novelea, a no
función de enunciación del autor-actor consiste, pues, admite la existencia de ningún o t r o (discurso) inda que
en aglutinar su discurso a sus lecturas, la instancia de en la medida que pueda hacerlo s u y o .
su palabra a la de los demás. La épica no conocía este desdoblamiento del modo
Es interesante resaltar las palabras — agentes de de la enunciación: el enunciado del locutor de los can
esta indeferencia « i l m e s e m b l e de prime face que en- tares de gesta es unívoco, nombra un referente (obje
suis vouloit des anciennes vesves...», «si c o m m e d it to «real» o discurso), es un significante simbólico de
Viergilles...», « e t d it s u r c e Saint Jerhom», etc. Se los objetos transcendentales (de los universales). La
trata de palabras vacías que actúan a la vez como j u n - literatura medieval dominada por el símbolo es, de
t iv o s y t r a n s l a t i v o s . Como juntivos reúnen (totali­
este modo, una literatura «significante», «fonética»,
zan) dos enunciados mínimos (narrativo y citacional) sostenida gracias a la presencia monolítica de la trans­
en el enunciado novelesco global — son pues internu­ cendencia significada.
cleares. Como translativos, transfieren un enunciado La escena del carnaval Introduce la doble instancia
desde un espacio textual (el discurso vocal) hasta otro del discurso: el a c t o r y la masa , siendo cada uno, por
(el libro) ocasionando un cambio de ideologema— son turno y simultánoamenle, s u je to y d e s tin a ta rio del
pues intranucleares.20 discurso; el carnaval es también este puente que une
Los agentes inferenciales implican la yuxtaposición las dos instancias así desdobladas v en el que ne reni
de un discurso encarnado en un sujeto y de un e n u n ­ noce cada uno de los términos el ............. i .. i i i
c iad o o t r o , distinto del del autor. Estos hacen posible
pectador, cf. cap. 3.5. y 5.-1,). Esta tercera Instancia es
la distinción entre el enunciado novelesco y su sujeto la que la inferencia novelesca adopta v realiza en el
y su presencia para-sí, su desplazamiento desde un ni­ enunciado del autor. Irreducible a todas las premisas
vel discursivo (informacional, comunicativo) a un nivel que constituyen la inferencia, el modo d........ ... laeión
textual (de productividad de sentido). A través del ges­ novelesca es el hogar invlslbl........ ........... rozan lo fo­
to inferencial, el autor rehúsa ser «testimonio» obje­ nético (el enunciado releí en. tul, |M narración) y lo es­
crito (las premisa i l e i u. l . |,| citación); es el espa­
20. Para estos términos de la sintaxis estructural, cf. L. Tes- cio vacío, IrreprcMi ni d.fi .............. -ñola con un «com­
niére, Esquisse d’une syntaxc structurale (París, Klincksieck, me», «il me .................i .IH ui ce» u otros agentes in-
1953). Cf. más adelante, cap. 5.2., la trasposición de los gritos y
los blasones en un texto escrito.
fcrenelale . que en.lucen, enredan, clausuran. Obtene­
mos nal una Ici. cm programación del texto novelesco
66
67
que lo termina antes del inicio de la historia propia­ del libro vuelve a la finición estructural. I^a novela se
mente dicha: la enunciación novelesca demuestra ser termina con el enunciado del Actor que, después de
una inferencia no silogística, un compromiso del tes­ haber llevado la historia do su personaje Saint ni hasta
timonio de la cita, de la voz y del libro. La novela su­ la punición de la Dame, interrumpo el reíalo para
cederá en este lugar vacío, sobre este trayecto irrepre- anunciar su fin: «E t cy commenceray la im de ce
sentable que reúne dos tipos de enunciados con «suje­ compte» (p. 307).
tos» DISTINTOS e IRREDUCTIBLES. La historia puede ser considerada como acabada
una vez completado uno de los bucles (resuelto en una
de las diadas oposicionales) cuyo conjunto lia «Ido
2.2.1.3. E l texto cerrado. La terminación arbitraria y abierto con la programación inicial. Este huelo os la
el final novelesco. — Toda actividad ideológica se pre­ condenación de la Dame, lo que significa una condena
senta bajo la forma de enunciados composicionalmen- ción de la ambigüedad, el relato termina aquí. Esta
te terminados. Esta terminación debe distinguirse de terminación del relato a través de un bucle concreto
la finición estructural a la que no pretenden más que será llamado una recuperación de la finición estrile
determinados sistemas filosóficos (Hegel) e igualmente tural al nivel de la manifestación.
las religiones. Ahora bien, la finición estructural carac­ Pero esta finición estructural que se manifiesta una
teriza, como hecho fundamental, este objeto que nues­ vez más en una concretización do la figura fundamen­
tra cultura consume como producto terminado (efecto, tal del texto (la diada oposicional y su relación con la
impresión) rehusando leerlo como proceso de produc­ no-disyunción) no es suficiente para que el discurso
tividad : la «literatura», en cuyo marco la novela ocu­ del autor pueda ser considerado cerrado. Nada puede
pa un lugar privilegiado. La noción de literatura coin­ dar fin — salvo arbitrariamente— al encadenamiento
cide con la noción de novela tanto por sus orígenes infinito de los bucles.
cronológicos como por el hecho de su cerrazón estruc­ El verdadero golpe final está dado por la irrup­
tural.21 La terminación explícita — el tópico de la con­ ción, en el enunciado de la novela, del propio trabajo
clusión— puede faltar a menudo en el texto de la no­ que la produce, ahora, en esta página concreta. La pa­
vela, o ser ambiguo, o sobreentendido. Esta no-termi­ labra cesa al morir su sujeto, y es la Instancia de la
nación no deja de subrayar la finición estructural del escritura (del trabajo) quien ........... i cata inuerte
texto. Puesto que cada texto posee su propia finición Una nueva rúbrica «E l Actor» Metíala la «tigurida,
estructural, aquí vamos a intentar esclarecer la fini­ y verdadera, reanudación del linaI «El ey diinray lili
ción estructural de «Jehan de iSaintré». au livre de ce tresvaillant ehevallei ipil >i (p, ;ioh).
La programación inicial del libro constituye ya su Sigue un breve resumen del reíalo, para leí minar la no­
finición estructural. En las figuras que hemos descri­ vela conduciendo el e n u n cia d o o de la es­
to más arriba, los trayectos se cierran sobre sí mismos, critura: «Ores, treshault, c ■ollmi pulsean! prince et
vuelven a su punto de partida, o se recortan de tal mon tresredoubtc seigni m .....icnt pour trop
modo, que definen los límites de un discurso cerrado. ou peu escrire je avole lailly », «J'ny fait ce livre
No es menos cierto que la terminación composicional dit Saintré, que cu i ,• n d um i i .ithe je vous envo-
ye...», y sus! ¡lu y e n d o H pn ido de la palabra, por el
21. Cf. P. N. Medvedev, op. cit. presente del « i i sur ce, pour le présent ,

68 69
mon tregredoubté selgncur, autre ne vous escripts...» anterior: «Et cy coinmonccray In fin de ce cumple..,#),
(p. 309). sino el discurso y ku producto In «Uterntui M#/U «curta»
En el doble aspecto del texto (historia de Saintré («et cy donneray fin au llvre...»).11
— historia del proceso de la escritura), reflejada la pro­ El texto podría seguir con Win ttveiilurnM de Saín-
ductividad escriptural en el relato, y siendo el relato tré, o ahorrarnos vnrlus do ella ,, no ....... lio dojnría
interrumpido con frecuencia para que aparezca el acto de ser un texto eoiTndo iimnln om iiln In que m nbn
productor, la muerte (de Saintré) como imagen retóri­ estructuralmente son Ins l’uncloiien im ludan del Ideo
ca coincide con el final del discurso (la disolución del logema del signo que homo 1 pin i............... ...... I«\
Actor). Pero — otro retroceso del lugar de la palabra — , y que el relato no cesa de repetir, uoiiu lh udol i » i
tomando el texto el relevo de Saintré en el momento riaciones. Lo que cierra composlclonnlmeote el texto,
en que éste se calla, esta muerte no puede ya ser ha­ y en tanto que hecho cultural, es In explicación del
blada, y es afirmada por una escritura (sepulcral) que relato como texto escrito.
la escritura (el texto de la novela) pone entre comillas. Así, a finales de la Edad Media, por lo tanto noten
de la consolidación de la ideología «literaria» y di la o
Et quant le plaisir de Dieu fut a soy vouloir prendre son ciedad de la que tal ideología se convierte en su per en
ame par la mort qui n’esparne nullui, le jour qu’elle clost tructura, Antoine de La Salo termina doblemente su
la porte a la clarté de ses yeulz, il estoit le plus vaillant novela: como relato (estructuralmento) y como dlscur
chevalier tenu du royaume de France, lequel de sa vie so (composicionalmente). y esta clausura composlcio
naturelle fina ses jours en Ville du Saint Esperit sur le nal, por su propia ingenuidad, pone en evidencia un
Rosne, aiant prins tous les sains sacremens, ainsin que
tous bons et vrais chrestiens doivent faire et en faisant hecho importante que la literatura burguesa ocultará
sa sepulture en terre fut trouvé un petit escrinet ouquel más tarde. Este es el hecho:
avoit un brevet qui disoit: Cy reposera le corps du plus La novela posee un doble estatuto: Es un f e n ó ­
vaillant chevalier de France, et plus, que pour lors sera. meno lingüístico (relato), y al mismo tiempo un cir-
Duquel «plus» ilz dient qu’il se doit entendre le plus
vaillant du monde qui a son temps fust. Donques, pour 22. La evocación de la práctica incriptund pitra dnr lln n In
amour de ses vaillances, j ’ay prins plaisir de veoir ou son obra es común en la Edad M«dla. Curtlu» avoca un «Jamploi
Wieland termina «Idris und Zonldc» mil «El pinrel cao |mr «I
corps gist, et de la lasme couchee sur lui prins en me- solo de mis manos; que aquel que lo den r lermllin I» liimin ii \
moire les lectres entaillees qui en latín dient ainsi: Hic esta obra». Por el contrario, la AtvtlK<l<*(lM<l Icitnliudm tutu oliru
jacet dominus Johannes de Saintré, miles, senescallus evocando las circunstancias de la palabra lu pílenla de mil (t'l
Andegavensis et Senomanensis, camerariusque domini du- cerón, De Oratore, III, s. 20!), cf. Oeurrrs i'mu/iléh ,/. i .......
cis Andegavensis, qui obiit anno domini millesimo CCCm ° [París, Garnier, 1866-1874], v. I I I; Virgilio, id i 1) Un wulu topo»
Lxviij0 die xxv” octobris, cuius anima in pace requiescat. de este tipo fue conservado por la Edad Media «Hay que ter­
Amen (pp. 308-309). minar, pues se acerca la noche».
De lo contrario, la epopeya no proionlu tlnlclón estructural, y
su final explícito es, o bien abrupto, o )>l*n nwente (como en
Además — un retroceso todavía, esta vez al lugar de la la Eneida o en La Chanson de Holnnd: «C1 falt la geste que
lengua— , esta cita de la inscripción de la tumba se Turoldus declinet»), Cf. E. It. Curtlu». La littérature européenne
et le moyen age latín (Parte, P.U.F., 1056), p. 112.
da en una lengua muerta (el latín): en retirada res­ La inversión de este topos fue descubierta en Lautréamont
pecto al francés, la cita alcanza el punto muerto en el por M. Pleynet, Lautréamont par lui-méme (París, Ed. du Seuil,
que termina, no el relato (que terminó en el párrafo 1966).

70
cuito discursivo (carta, literatura): el hecho de que como tal), En cale sentido constituye tilín etapa drrl
sea un relato no es más que un aspecto — anterior— siva en ('I desarrollo de la rnnclent i» orillea <|i<| sujeto
de la particularidad fundamental de ser literatura . hablante con relación a mu palabra
Estamos delante de una diferencia que caracteriza a Terminar la novela «n maíllo «|tn* iihilato en un
la novela con respecto al relato: la novela es ya «li­ problema retórico, que ennalNte en leloinai el lileolo-
teratura», es decir, un producto de la palabra, un ob­ gema cerrado del signo que la lia aliloii" l eí minar la
jeto (discursivo) de intercambio, con un propietario novela en tanto que horno literario (miniaembala en
(autor), un valor y un consumidor (público, destina­ tanto que discursos signo) es un m oblenia «le |>« .«< 11<.i
tario). La conclusión del relato coincidía con la reali­ social, un problema de texto cultural, v eolia!*!» en
zación del trayecto de un bucle.23 El fin de la novela, confrontar la palabra (el producto, la ola ai <•m mi
por el contrario, no termina con esta conclusión. La ins­ muerte-la escritura (la productividad textual), Ea aquí
tancia de la palabra, a menudo bajo la forma de un donde se abre una puerta hacia una tercera ..... «'pelón
epílogo, aparece al final para retrasar la narración y del libro como t r a b a j o , y ya no como fe n o m ia io (re
para demostrar que se trata en efecto de una construc­ lato) o literatura (discurso). Antolne de La Hale ue
ción verbal dirigida por el sujeto hablante. La poesía queda, por supuesto, más acá de tal ¡o .-pi,,, imi Kl
de los trovadores, así como los cuentos populares y las texto social que va a sucederle a leja «le mu eaeena luda
narraciones de viajes, etc., introducen a menudo, para producción para sustituir su producto («'I e le c to , el va
terminar, la instancia del locutor como testigo o par­ lor); el reino de la u t f k a t o r a e el r ei no del v a l o r
ticipante al «hecho» explicado. Pero, en el caso de la c o m e r c ia l , y este valor oculta incluso lo que Antoine
conclusión de la novela, el autor no toma la palabra de La Sale había practicado en balbuceos: los oríge­
para dar testimonio de un «acontecimiento» (como es nes discursivos del hecho literario. Habrá que espe­
el caso en el cuento popular) ni para confesar sus «sen­ rar a que este texto social burgués sea puesto en duda,
timientos» o su «arte» (como es el caso en la poesía para que un planteamiento de la «literatura» (del dis
de los trovadores), sino para atribuirse la propiedad del curso) se efectúe a t r a m u «lo la i r r upci ó n del ( rabillo
discurso que el autor había parecido ceder a otro (al escriptural en el texto.
personaje). El autor se expresa como el actor (el autor) Mientras tanto, esta función de la escritura como
de una p a l a b r a (no de una serie de acontecimientos) trabajo que destruye la representación (el Imi ln> Ule
y persigue la extinción de esta palabra (su muerte) rario) permanece latente, incomprendlda v n«« «Ib lia,
después de perder todo interés por los acontecimi- aunque a menudo funcionando en el texto, v suseep
mientos (la muerte del personaje principal, por ejem­ tibie de ser descifrada. Para Antolne de La Sale, como
plo). para todo escritor llamado «realista», la escritura es
El relato se presenta como historia; la novela como la palabra en cuanto ley (sin transgresión posible).
un discurso (independientemente del hecho que el La escritura demuestra sor, para aquel que cree
autor — más o menos consciente— lo reconozca o no ser su «autor», una función que osifica, petrifica, detie­
ne. Para la conciencia fonética del Renacimiento has­
23. «Short story es el término que denomina siempre a una
historia, y que debe responder a dos condiciones: dimensiones
ta hoy,24 la escritura constituye un límite artificial, una
¡'educidas y acento puesto en la conclusión.» B. Ejxenbaum, «So­ 24. A propósito de las incidencias del fonetismo sobre la
bre la teoría de la prosa», Théorie de la littérature, p. 203. cultura occidental, cf. J. Derrida, op. cit.

72 73
ley arbitraria, una íinición subjetiva. La intervención más que dentro de mui Ideología de VMlornelón do la
de la instancia de la escritura en el texto es a menudo obra (fonética, dlururidvn) ou detrimento de |n esci llu­
la excusa usada por el autor para justificar el fin arbi­ ra (de la productividad textual); o, lo que e» lo minino,
trario de su relato. Así, Antoine de La Sale dice que dentro de un texto (cultural) cernido
escribe para justificar el final de su escritura: su re­
lato es una carta en la que la muerte del «persona­
je» señala la detención del trazado. A la inversa, la 2.2.2. SlCNIFJCANTIO V HKINII-n ............. mi MIMTI'MA
muerte de Saintré no es la narración de una aventura: SEMIÓTICO
Antoine de La Sale, a menudo prolijo y repetitivo, se
limita, para anunciar este hecho importante, a trans­ En la oclusión de este texto cerrado, no obnlttlll*. lie.
cribir una lápida sepulcral, en dos lenguas: latín y ne lugar un cambio, y encontramos por lio una nllun
francés... ción narrativa bastante distinta de la iillmu ion Inicial,
Nos encontramos ante un fenómeno paradójico que Digamos que el significado novelesco upareeu, de la!
domina, bajo aspectos distintos, toda la historia de la modo, escindido en dos. Por un lado, podrenioM liablai
novela: la desvalorización de la escritura, su catego- de un significado lógico, a cuyo nivel Iioiiiom enlabiad
rización como peyorativa, paralizante, mortuoria. Este do la equivalencia entre la programara m v la llnlcirm
fenómeno acarrea otro consigo: la valorización de la Por otro lado, existiría un significado a..... m o ,i . uyo
obra, del autor, del hecho literario (del discurso). La nivel constataríamos la diferencia entre el principio
escritura no aparece más que para cerrar el libro (el y el fin de la n o v e l a . De lal i... lo, que d .. i;■n1111 -a<Io
discurso). Lo que lo abre, es la palabra: «dont ce pre­ lógico asume el papel de un si gni fi cado nai oi ati vo que
mier parlera de une Dame des Belles Cousines» (p. 1). permanece constante a lo largo de la transformación :
El acto de la escritura, que es el acto diferencial por una variación de este si gni fi cado t r a n s <' fn dfnt a i .. em
excelencia, reservando al texto el estatuto de lo otro blema de todo discurso expresivo. Por el contrario < i
irreducible a su diferencia, que es también el acto co- significado retórico se presenta como el mgnimi \im
rrelacional por excelencia, evitando toda oclusión de n a r r a t iv o , variable y sometido a IraiiMform.e....en 11<<
las secuencias en un ideologema finito y abriéndolas aquí el esquema de este desdoblamiento, que lim i pn
a una disposición infinita, este acto será suprimido, y sible la transformación narrativa en el mareo del lento
no se le evocará más que para oponer a la «realidad cerrado, así como el modelo tranaforluaclomd que le
objetiva» (el enunciado, el discurso fonético) un «ar­ sirve de notación.25
tificial subjetivo» (la práctica escriptural). Esta oposi­
ción fonética/escriptural, enunciado/texto, actualizada
o p tru M ü irMiltado
en la novela burguesa, con desvalorización del segundo
término (de lo escriptural, del texto) confundió a los »
1 significado lógico = significado n a r r a t iv o piogiilinación = finición i
formalistas rusos permitiéndoles interpretar la inter­
vención de la instancia de la escritura en el relato como i significado retórico = significado n n n a t iv o programación * finición
una prueba de lo «arbitrario» del texto o de la llamada
«literalidad» de la obra. Es evidente que los conceptos
25. Cf. N. Chomsky, Tapies on the Theory of Generativa
de arbitrario y de literalidad no pueden ser pensados Gr animar.

74 75
Este esquema hace explícito el papel de la retórica y su aspecto semántico, en la medida que tal aiiáliHis se
la lógica en el espacio novelesco, y revela su compli­ apoya en la distinción slgnlflcanto/Mlgnlflcudo exigien­
cidad. Para que la narración novelesca pueda tener lu­ do una equivalencia al nivel del significado. Será enton­
gar, necesita determinadas bases, una constante ante­ ces posible y necesario escindir en dos «el sentido»
rior al trayecto de la ficción que constituye el s e n t id o falsamente unitario: hubiéremos do un sentido «signi­
in v a r i a b l e ; es la lógica de la época, el pensamiento ficado» y un sentido «significante» El primero asumi­
del momento histórico. Tal es el significado lógico, se­ ría el papel de las constantes lógicas quo dominan la
gún hemos visto al analizar el texto de la novela; se comunicación, y gracias a las cuidos es posible toda
observa ya en la equivalencia principio-fin, y reaparece comunicación. El segundo sería el senlldo rotórico, el
en todos los bucles del relato. El nivel de este signifi­ que escapa al sentido lógico sin que por ello lo des­
cado lógico que se convierte en el significado narrati­ truya. Es evidente, entonces, que todo «¡ entumí es una
vo, es el nivel del armazón del texto, de los momentos coexistencia de un testimonio lógico (históricamente de
de detención infligidos a la fluidez (a la infinidad vir­ finido y sometido a los fines de la comunicación) y de
tual) del discurso. Ahora bien, obedeciendo a la topo­ una transformación retórica (de una «literaturas).
logía del signo (por lo tanto de la palabra, de la ex­
presión), el discurso novelesco se contrae, se retira del
significado lógico y se desdobla así, creando una base
significante que no es más que el significado retórico.
Es al nivel de la retórica narrativa (del significante)
que tienen lugar las variaciones y los juegos de los ac- 2.3. L A D O M IN AN TE T R A N S F O R M A T IV A
tantes, y toda la sintagmática específica del relato. La
retórica narrativa aparece así como rebelde al sentido 2.3.1. La función no-disyuntiva de la novela
logocéntrico; parece minarlo, arrumarlo, o, cuanto me­
nos, desviarlo. Pero este papel es falso. El significan­ El enunciado novelesco concibe la oposición de los tér­
te narrativo, la retórica, no toca al significado; lo deja minos como una oposición absoluta, no alternante, en­
tal como está, se apoya en él para rebotar, pero vuelve tre dos agrupaciones rivales v mnir.i s. .1id.i i sis. mui
a él, fiel, al final del relato. La retórica constituye por ca complementarias, minea eonelllalilni en un ritmo
consiguiente la serie doble de las transformaciones, leí­ indisoluble. Para que esta ............... i no alternativa
bles a condición de ser paralelas a la serie del sentido pueda dar lugar al trayecto discursivo «le la novela,
lógico constante. Lógica y retórica demuestran ser las debe quedar englobada por una función negativa: la
dos caras indisolubles y condicionantes entre sí de no-disyunción. Esta interviene en nu segundo grado,
un sólo e idéntico fenómeno: el campo transformacio- y en el lugar de una noción de infinidad complemen­
nal del signo. taria a la bipartición (noción que habría podido for­
Esta observación nos parece válida para toda trans­ marse a través de otro tipo de concepción de la nega­
formación semántica , incluida la semántica de los len­ ción, que podríamos denominar la negación dialéctica,
guajes naturales. Aunque sólo elaborado para la gra­ y que supone que la oposición de los términos es pen­
mática y la sintaxis, el análisis transformacional opera sada al mismo tiempo como una reciprocidad o una
en todo el sistema del signo, por lo tanto también en reunión simétrica), la no-disyunción introduce la figu-

76 77
i » (lo la trampa, de la ambivalencia, del doble. La opo­ sión está presente ya en el primer tiempo de la sim­
sición no alternante inicial demuestra ser una pseudo- ple oposición absoluta (la disyunción no-alternante),
oposición, a saber, la solidaridad de los contrarios. La En esta negación desdoblada es donde nace toda
vida se opone absolutamente a la muerte (el amor al mimesis. La negación no alieruanle en la ley del rela­
odio, la virtud al vicio, el bien al mal, el ser a la nada) to; toda narración está construida, ae alimenta, de
sin la negación complementaria con esta oposición que tiempo y de finalidad, de historia y de Dios La epope­
transformaría la bipartición en totalidad rítmica. Sin ya y la prosa narrativa ocupan cata dial rlbuclón y apun­
este doble movimiento negativo que reduce la d if e r e n ­ tan a esta teología que la negación no alternante se­
c ia de los términos a una d is y u n c ió n radical con per­ grega. Deberíamos buscar en otras elvlli/ a imien, para
mutación de los dos términos, es decir, a un espacio encontrar un discurso no-mimét Ico, elentlllcu, o sagra­
vacío en el que los términos giran diluyéndose como do, moral, o ritual, que se construya diluyéndose a
entidades y transformándose en un ritmo alternante, través de secuencias rítmicas, reuniendo en una acción
la negación queda incompleta e incumplida. A l darse concertante distintos pares sémicos antitético "• |,a
dos términos en oposición, sin que se afirme, a través novela no constituye una excepción de esta ley de la
del mismo proceso y simultáneamente, la identidad narración. Su particularidad en el conjunto de los re
de los opuestos, el movimiento de la n e g a c ió n d ia ­ latos es que la función no-disyuntiva so concreta a to­
l é c t ic a queda desdoblado en dos momentos: (1) dis­ dos los niveles (temático, sintagmático, actanclal, etc.)
yunción, (2) no-disyunción. del enunciado novelesco global. Por otra parte, es pre­
Este desdoblamiento introduce ante todo e l t ie m ­ cisamente el segundo estadio de la negación no-alter­
p o : la temporalidad (la historia) sería la d is t r ib u c ió n nante, a saber la no-disyunción, aquello que ordena el
e s p a c ia l de la negación dialéctica, lo que se introduce ideologema de la novela.
entre dos escansiones (oposición-conciliación) aisladas, En efecto, la disyunción (el bucle temático vida-
no alternantes. En otras culturas ha sido posible una muerte, amor-odio, fidelidad-traición) enmarca la no­
negación radical (dialéctica) que aúna las dos escan­ vela, y la hemos encontrado ya en las estructuras ce­
siones en una totalización, evitando así la distribución rradas que programan el comienzo novelesco. Pero la
espacial del proceder vegetativo (la duración) y po­ novela no es posible más que cuando la disyunción de
niendo en su lugar el vacío (el espacio) que produce los dos términos puede ser negada permaneciendo allí,
la permutación de los contrarios. confirmada y aprobada. La disyunción se presenta, de
El desdoblamiento de la negación dialéctica supone golpe, como un d o b le más que como dos irreducti-
también una finalidad, un principio teológico (Dios, el b l e s . Las figuras del traidor, del soberano ridiculiza­

«sentido»). Esto sólo en la medida que, admitida la dis­ do, del guerrero vencido, de la esposa Infiel, expresan
yunción como fase inicial, se impone una síntesis de esta función no-disyuntiva que se baila ya al inicio
dos en u n o en un segundo tiempo, presentándose como de la novela.
una unificación que «olvida» la oposición, del mismo El tema del engaño parece preparar el terreno nove­
modo que la oposición no «suponía» la unificación. Si lesco en Antoine de La Sale. Así, encontramos^
'Dios. apapece en un segundo tiempo para marcar la
• ' oclusión de una práctica semiótica organizada sobre 26. M. Granet, La pensée chinoise (París, Albín
. \s negación no-alternante, es evidente que esta oclu­ cap. «Le style», p. 80.

1 : i •' i ,.i FILO»OFlA


. r i ■•••.! • y LITHA9
Salade» el siguiente subtítulo para el libro I I I : «...le Alois Richard N y k ld e m u e s tr a tic qué modo, Hln
tiers livre qui parle des tres plaisans fallasses ou trom- «influir» mecánicamente en Ib poesía pmven/.al, la poe­
peries, tant en fais d’armes comme en aultres manie­ sía árabe contri huyó, por «u contarlo con el discurso
res...». El segundo libro contiene «artimañas» de gue­ provenzal, a la formación y el desarrollo de la lírica
rra tomadas de Valére Máxime y de Frontín. cortesana, tanto en lo que concierne a mi contenido y
Esta negatividad que el enunciado novelesco con­ sus géneros, como en lo que concierne al ritmo, el sis­
tiene e impone suele ser designado con el nombre de tema de las rimas, de las estrofas, ttc li...... Isirgo,
«ironía». Lukács, por ejemplo, escribe: «L a ironía, esta como lo prueba N. I. Konrad, el mundo .oabe calaba
libertad del escritor con respecto a Dios, es para la no­ en contacto, a su vez, por el otro oxtrci..... leí imperio
vela la condición transcendental que confiere objetivi­ árabe, con Oriente y la China (en 751, a orillan del rio
dad a la estructuración».27 Talasa se encontraron las armas del Califato de llog
La epopeya se organizaba con preferencia sobre la dad y del imperio de Tan). Dos antologías chinan «.loe.
función simbólica de la disyunción exclusiva o de la fou» y «Jui-tai sin yun» que datan del siglo m iv, re
no-conyunción.28 En la Chanson de Roland y todos los cuerdan los temas y la organización de la poesía corte
Oyeles de la Table Ronde, el héroe y el traidor, el bue­ sana provenzal de los siglos xn-xv, pero los cantos chi­
no y el malvado, el deber guerrero y el amor del cora­ nos constituyen una serie d i s t i nt a y son exponente de
zón, se persiguen en una hostilidad inconciliable del otro modo de pensar. No cabe duda de que los contac­
principio al fin de la novela, sin que sea posible com­ tos y las penetraciones son un hecho para las dos cultu­
promiso alguno entre ellos. Así, la epopeya «clásica», ras — la cultura árabe y la cultura china (islamiza-
obedeciendo a la ley de la no-conyunción (simbólica) ción de China, por un lado, y, por el otro, infiltración
no puede engendrar caracteres ni psicologías. de la estructura significante/arte, literatura/china, en
En la epopeya, la individualidad del hombre está la retórica árabe, y, desde allí, en toda la cultura del
limitada por una remisión lineal hacia una de las dos Mediterráneo).31
categorías: los buenos y los malos, los positivos o los A través de la epopeya puede, de todos modos, se­
negativos. Los estados psicológicos parecen estar «li­ guirse la aparición del d o b l e con i o precursor de la
berados de caracteres. Pueden, por consiguiente, cam­ creación del t i p o . A s í , hacia el fin «leí siglo xn, y sobre
biar con extraordinaria rapidez, y alcanzar dimensio­ todo en los siglos xm y xiv, se pronaga una óplni ambi­
nes increíbles. El hombre puede transformarse de bue­ gua, en la que el emperador es ridiculizado, la religión
no en malo, el cambio de los estados de ánimo es ins­ y los barones devienen grotescos, los héroes cobardes
tantáneo».29* y sospechosos («Pélérinage de Charlemagne»), el rey no
La psicología aparecerá con la función no-disyun­ sirve para nada, la virtud no es ya recompensada (Ci­
tiva del signo, y hallará en su ambigüedad el terreno clo Garin de Monglan), el traidor se Instala como ac-
propio para sus sinuosidades. tante principal (Ciclo Doon de Mayence, poema «Raoul

27. G. Lukács, op. cit., p. 89. 30. Hispano-arabic. Partry on Un Itclations with the Oíd Pro-
28. Cf. supra, cap. 1. vengal Troubadours (BiilUmoiXi, 1940).
29. D. Litchasov, Celovelc v literature drevnej Rusi (El hom­ 31. N. I. Konrad, « l ’roblomus de la literatura comparada
bre en la literatura de la Rusia antigua) (Moscú-Leningrado, actual», Izvestija Akmlcmll ñau le URSS (serie literatura y len­
1958), p. 81. guaje), 18, 4 (1959), 335.

80 81
de Cambrai»). Ni satírica ni elogiosa, ni estigmatizan­
te ni «probadora, esta epopeya da prueba de una prác­ céntrico (el Otro, la Mujer) que apa roce «ólo para peí
tica semiótica doble, fundada en la semejanza de los mitir a los /Mismos/ su lrirutIdeación con tal nlHlema.
contrarios, alimentándose de mezcla y de ambigüedad. El centro de este sistema es pues un priendo centro, un
En esta transición del símbolo al signo, la literatura centro mistificador, un punto ciego cuyo valor en uiui
cortesana del mediodía francés presenta un interés mido por este Mismo que se da al Otm (el eeni mi para
particular. vivir como uno, solo y único. De aquí, la positividad
Investigaciones recientes han encontrado analogías exclusiva de este centro ciego (la Mujer) que llega bas­
entre el culto a la Dama en la literatura meridional ta el infinito (de la nobleza y de las «qualitéa du eoeur»),
y la antigua poesía china. Podría concluirse que se borra la disyunción (la diferencia sexual) y se disuelve
trata de una influencia, sobre una práctica semiótica en una serie de im á g e n e s (del ángel a la Virgen). Asi,
con «oposición no-disyuntiva» (el cristianismo, Euro­ el gesto negativo inacabado, retenido antes de haber
pa), de una práctica semiótica jeroglífica basada en la designado al Otro (la Mujer) como opuesto(a) y al mis­
«disyunción conjuntiva» (la negación dialéctica) que mo tiempo igual que el Mismo (el hombre, el autor) y
es también y ante todo una disyunción conjuntiva de antes de ser él mismo negado por una correlación de
dos sexos irreductiblemente diferenciados, y al mismo los contrarios (la identidad del hombre y de la Mujer
s im u l t a n e a con respecto a su disyunción), este gesto
tiempo semejantes. Esto explicaría el hecho de que,
durante un largo período, una importante práctica se­ es ya un gesto teológico. Llegado el momento, se une
miótica de la sociedad occidental (la poesía cortesana) al gesto de la religión, y ofrece al platonismo su ca­
atribuye al o t r o (la Mujer) un papel estructural de rácter inacabado.
p r im e r o r d e n . Sin embargo, en nuestra civilización, pre­
Ha querido verse en la teologización d,e la literatura
sa en la transición del símbolo al signo, el himno a la cortesana un intento de salvar la poesía de amor de
disyunción conjuntiva se transforma en una apología las persecuciones de la Inquisición33 o, al contrario,
de sólo uno de los términos oposicionales: el Otro (la una penetración de las actividades de los tribunales
de la Inquisición o de las órdenes de dominicos y fran­
Mujer), en quien se proyecta y con quien se funde el
ciscanos después de la derrota de los albigenses en la
Mismo (el Autor, el hombre). Repentinamente, se pro­
sociedad del mediodía.34 Sean cuales sean los hechos
duce una exclusión del Otro que se presenta inevita­
empíricos, la espiritualización de la literatura cortesa
blemente como una exclusión de la mujer, como un
na estaba ya dada en la estructura de esta práctica
no-reconocimiento de la oposición sexual y social.32 El
semiótica que se caracteriza por una pseudo negación
orden rítmico de los textos orientales que organizan
y no reconoce la disyunción conjuntiva de los términos
los sexos (las diferencias) en una disyunción conjunti­
sémicos. En un ideologema tal, la idealización de la
va (la hierogamia) se ve sustituido por un sistema con­
mujer (del Otro) significa la negativa de una sociedad
32. «El cariz que en todos los órdenes va tomando la existen­
cia europea anuncia un tiempo de varonía y juventud. La mujer 33. J. Coulet, Le troubadaur Ouilhrm Montahagal (Toulouse,
y el viejo tienen que ceder durante un período el gobierno de la 1928) (Bibl. Méridionale, 12é sórle, IV).
vida a los muchachos, y no es extraño que el mundo parezca ir 34. J. Anglade, Le trobadour Qulrault Riquier: Etude sur la
perdiendo formalidad» (Ortega y Gasset, La deshumanización décadence de Vanciennc polis le provéngale (1905); tesis presen­
del arte, p. 65, Madrid, 1967). tada en la Facultad de Letras de la Universidad de París para
el Doctorado en Letras, 13urdeos-París.

82
83
a construirse aceptando el estatuto diferencial pero andrógino completo, la sublimación del nexo («ln la
no-jerarquizante de los grupos opuestos, así como la sexualización de lo sublime), y c t a humoHcxunlldad
necesidad estructural de esta sociedad de fijarse un no es sino la introducción en el relato de la función
centro permutativo, una entidad otra , que no posee no-disyuntiva de esta práctica aemlótlea de que forma
valor más que como un objeto de cambio entre los parte. Constituye el eje c:;|>c|o eu el que Inn demás ar­
demás. La sociología ha descrito de qué modo la mu­ gumentos de la novela se proyectan para fusionarse
jer ha llegado a ocupar un lugar de centro permutati­ con sí mismos. Es el Otro que actúa como el Mismo
vo (de objeto de cambio).35 Esta valorización desvalori­ para la Dame (el hombre que oh niño, por lo tanto
zante prepara el terreno a, y no se distingue funda­ mujer, pero permanece opaco a la min io mima Irredu
mentalmente de, la desvalorización explícita de que cibie de ambos). Es el mismo, que es también el orno
será objeto la mujer a partir del siglo xiv en la litera­ para el rey, los guerreros o Boucicault (siendo <4 biso
tura burguesa (los jabliaux, las soties, las jarees). bre que es también la mujer que lo posee). La función
A medio camino entre los dos tipos de enunciado, no-disyuntiva de la Dame a la que Saintré es asimi­
la novela de Antoine de La Sale contiene los dos pro­ lado, le asegura el papel de un objeto de cambio en la
cesos: la Dame es una figura doble en la estructura Sociedad de los hombres; la función no <11 ¡yuntlva del
novelesca. No es ya únicamente la amante divinizada, propio Saintré, le asegura el papel de un objeto de
como lo exigía el código de la poesía cortesana, es decir cambio entre lo masculino y lo femenino de la socie­
el término valorizado de una conexión no-disyuntiva. dad; ambos papeles cierran el bucle de los elementos
Es también la infiel, la ingrata, la infame. Los dos tér­ de un texto cultural dentro de un sistema estable do­
minos atributivos, sémicamente opuestos en una no- minado por la no-disyunclón (el signo).
conyunción, como lo exigiría una práctica semiótica
exponente del símbolo (el enunciado cortesano), son
agrupados en una sola unidad ambivalente que conno­ 2.3.2. La transformación como no-producción
ta el ideologema del signo. Ni divinizada ni zaherida,
ni madre, amante o enamorada de Saintré ni fiel al De todo lo que hemos descubierto en el propio t«
abad, la Dame constituye la figura no-disyuntiva por de «Jehan de Saintré» referente a la no disyunción,
excelencia, el eje a cuyo alrededor gira la novela en­ podemos concluir que si la programa) Ion Inicial de l.i
tera. novela se repite en el final estructural de pilón de una
Saintré también forma parte de esta función no- serie de transformaciones que eHtudlaremon más ade­
disyuntiva: niño y guerrero, paje y héroe, engañado lante, es importante subrayar que la |>< iMlldad de esta
por la Dame y querido por el rey o por el compañero transformación viene dada, no nólo por el desdobla­
de Armas Boucicault (p. 141). Nunca masculino, niño- miento del sistema semántico de la novela en signifi­
amante para la Dame o camarada-amigo compartiendo cante y significado narrativo, niño también por la es­
la cama del rey o de Boucicault, Saintré constituye el pecificidad de esta diaiia no himyiintiva que abre y cie­
rra la novela. Dicho de otro modo, al ser el dualismo
35. Campaux, «La question des femmes au X V ' siécle», Re- de la novela un duallanio ambivalente, y presente como
vue des cours littéraires de la France et de l’étranger, I (París,
1864), 458 y ss.; P. Gide, Etude sur la condition privée de la tal en el significado nai rat.lvo desde el principio (en el
femme dans le droit anclen et moderne (París, 1885), p. 381. doble juego del eHcrltor como Autor y Actor, en el dis-

84 85
curso «hipócrita» de la Dame, en las figuras dobles
Podemos decir que las obnorvaeloneM do l.évi-
de la trampa, la máscara, el androginato, etc.), dibuja
Strauss que se refieren ni dualismo diametral coinciden
un campo de pensamiento d in á m ic o , t r a n s f o r m a c i o n a l .
con aquello que nosotros hemos definido como el Ideo-
Este propio tipo de dualismo contiene en germen el
proceso, el cambio. Afirmando una oposición diádica logema del símbolo, y por eonMlgultnti dfll discurso
p o s it iv o vs n e g a t i v o (vida vs muerte, amor vs odio,
épico, mientras que el dualismo .....................mi valdría
etc.) pero subsumiendo en una vez esta oposición en a la no-disyunción del signo, por lo lanío al discurso
una síntesis ambivalente (el si-no, el doble, la másca­ de la novela. El discurso épico (símbolo) lio ne supe
ra, la traición, etc.), la no-disyunción novelesca revela ra a sí mismo; las figuras iniciales en las que ae opo
un carácter triádico, de donde resulta su evolucionis­ nen sin equívocos los semas y los sintagma i......
mo que recuerda la espiral hegeliana. El campo en que y negativos se definen por mutua relación en virtud
evoluciona la no-disyunción es un campo ternario, y de esta propia oposición. La distribución de las ae
por consiguiente jerárquico. Supone que la oposición cuencias épicas en la Chanson de Roland, ñor e|em
pío. sigue la lógica de una yuxtaposición de diadas
de los dos términos (positivo vs negativo) está domi­
exclusivas (diametrales) mu* nada perturba ni tan sólo
nada por un tercer término (la síntesis ambivalente o
la superación de la oposición en una entidad ambiva­ el traidor Canelón. Este último se halla codificado, des­
lente valorizada). A diferencia de la épica, que estaba de el principio, como traidor, es, ñor lo tanto, negati­
estructurada alrededor de una diada simétrica, la no­ vo desde el inicio, y su intervención en la acción na­
vela, por su función no-disyuntiva, aparece estructu­ rrativa no se transforma, no invierte el orden progra­
rada alrededor de una diada asimétrica. En esto re­ mado al principio. El discurso épico es así un discurso
cuerda el «dualismo concéntrico» de que habla Lévi- fácil de comprender como discurso cerrado, estático,
Strauss, oponiéndolo a un «dualismo diametral».3*53 6 idéntico a sí mismo. De ahí, también, la impresión que
da la épica de ser un discurso que modela el e s p a c i o
36. «Existe, pues, una profunda diferencia entre el dualismo (la narración épica acumula las mutaciones y las des­
diametral y el dualismo concéntrico: el primero es estático, es cripciones espaciales), pero R6 queda fuera del ti ™
un dualismo que no puede sobrepasarse a sí mismo; sus trans­ p o . La duración épica eonsl Ulive una raím ele de bu;
formaciones no generan otra cosa que un dualismo semejante a
tante en extensión, sin oscilaciones v alo Invrriilóri, sin
aquel del cual se ha partido. Pero el dualismo concéntrico es
dinámico, lleva en sí un triadismo implícito o, para decirlo con sorpresa y sin suspense, es decir ai mónita y montó
mayor exactitud, todo esfuerzo por pasar de la tríada asimétrica r i c a . La transformación que experimenta el discurso
supone el dualismo concéntrico que es diádico, como ésta, pero épico es una transformación estática repetitiva, No en­
asimétrico como aquélla.
Otra observación revela con igual claridad la naturaleza ter­
cuentra el «significado» épico (que no resumo en el
naria del dualismo concéntrico: es un sistema que no se basta dualismo diametral o la disyunción), sino une lo mul­
a sí mismo y que siempre debe hacer referencia a su medio am­ tiplica. repitiéndolo, a travi de la transformaciones
biente. La oposición entre terreno trabajado (círculo central) y del «significante» épico,
terreno sin cultivar (círculo periférico) exige un tercer término,
maleza o selva — es decir, tierra virgen— que circunscribe el
conjunto binario pero también lo prolonga, porque el terreno una por oposición a otra, v ln n|>ur«atc simetría de su estructura
trabajado es al terreno no cultivado como éste es al terreno vir­ crea la ilusión de mi aislenai nsrmln» (Claude Lévi-Strauss, «Les
gen. En un sistema diametral, por el contrario, el terreno virgen organisations <luatini■ iai ni, litadles?», Anthropologie structu-
rale, pp 147 !H(), y. inióu casi,-llana de E. Verón, Ed. Univ. de
representa un elemento no pertinente; las mitades se definen
Buenos Airea).

Rfí
87
Los análisis de Propp y Greimas sobre los cuentos ción del pensamiento novelesco por la no disyunción
populares preven aquel caso en que, en un determi­ (el dualismo concéntrico) iiefisla rl Impía lo teológico
nado punto de su trayecto, el relato se invierte y los de este pensamiento y de toda la época que domina, a
distintos contratos que definían las relaciones entre través del fantasma o del periodismo la retorica polí­
los actantes se transforman en su contrario. Pero des­ tica o la ideología científica; Jerárquico o trlrtdlcn, tal
pués de esta «transformación», siendo ahora los térmi­ pensamiento es religioso aunque de un tundo falso, lo
nos distintos de lo que eran, éstos conservan su irre- que nos autoriza a decir que consistí» en la P uliría uní
ductibilidad simbólica entre sí (la disyunción). El hé­ ficada y unificante situándose por ello en la frontera
roe puede volverse un traidor, pero no puede entrar (la salida) teológica. En efecto, aunque pretendiendo
en la problemática de la coexistencia heroísmo-tradi­ un desarrollo (significante) y apuntando a un fin (slg
ción. niñeado), la estructura de la novela (la estructura del
Este tipo de «transformación» épica es claramen­ signo) no produce nada «nuevo», sino que sto repto
te distinta del tipo de transformación novelesca. Esta duce transformándose dentro del campo de Doslbllida
última, como hemos indicado, no cambia, en realidad, des que ofrece lo que hemos denominado «la arbitra
nada, puesto que las secuencias «transformadas» per­ riedad» del signo (la distancia entri i I Ignllicanle v
manecen «equivalentes». Diremos que en la novela el el significado). La transformación ca la manifestación
héroe no se vuelve un traidor, sino que es también de esta no-disyunción que regula la relación entre sig­
un traidor. nificado y significante en el modelo del signo y de aquel
La función no-disyuntiva (ambivalente, concéntri­ discurso que participa del mismo ideologema.
ca) de la novela, si bien figurando tanto al principio El dualismo novelesco, no disyuntivo, crea el tiem­
como al final de la novela, asegurando así la equivalen­ po (que no la duración épica) e impone al pensamiento
cia de sentido entre el operante y el resultado, asegura la problemática de la temporalidad . Diremos que exis­
al enunciado de la novela una dialéctica más sutil que te el tiempo en la medida que existo la ambigüedad.
la de la epopeya. Esta no-disyunción exige, en un mo­ No es una casualidad que la noción científica de trans­
mento determinado de la transformación, la aparición formación y con ella la lingüística transformnclonnl
de un factor que transforma la narración en el pro­ aparezcan en el marco de esta civilización que podría
pio sentido de la palabra, es decir, la invierte, la cam­ mos denominar «novelesca» en el precian momento en
bia en su contrario sin suprimir por ello el parecido aue el tipo de pensamiento novelesco (la función no
con la programación inicial (con el operante). La po­ disyuntiva) domina nuestro horizonte Intelectual Kl
sibilidad, o, mejor, el estimulante para esta inversión, análisis transformacional, exponento también de esta
está dado, pues, en la propia función del enunciado función, sería el espejo científico del discurso en que
novelesco, en la medida en que este enunciado es am­ se debate nuestro pensamiento de dn h ace más de diez
bivalente y asimétrico. siglos. El análisis ....................... al. aplicado en senti­
La asimetría y la ambivalencia en cuestión aban­ do inverso a un texto novelesco, hace patente su pseu-
donan, por decirlo así, su núcleo semántico, se despla­ do-dinamismo: la equivalencia de sentido que encie­
zan y se manifiestan al nivel de la sintagmática na­ rra la novela (el programa v el final) es exponente, a
rrativa por una modificación de la intriga , por un lado, pesar de las Irán formaciones internas, del aspecto en­
y de los actantes , por el otro. Esta sobredetermina­ gañoso del «dinamismo» de la novela, y, por consi­

88 8!)
guiente, de todo dinamismo representativo, expresivo, ciar y aislar en una minina elano significada aquella*
«literario», que concierna al problema de la produc­ unidades que sólo noii distintas al nivel del significan
ción de sentido (de la producción del discurso). Aun­ te. Una empresa do este Upo lio so distingue radical
que de un modo distinto, el discurso de la novela es mente del análisis transforniaaioiial slncmnlco, a con
tan cerrado, estático y retraído como el discurso épico. dición de que disponga!...... h mi ...................... uto de
Su «dinamismo» está invalidado por el s u j e t o (que datos. En el caso contrario, le Inq .......... .. di erip
escribe) que e x p r e s a un significado anterior a su ex­ ción pronóstica , (al como lia : ido barbo por II Npang
presión, y que, por el propio principio de esta expre­ Hanssen.37 Este examina la probabilidad de aparición
sión, funda el signo. Pero tal como es, en sus limita­ o no-aparición de tal o cual entidad en nn logai doler
ciones expresionistas, e incluso a causa de ellas, el dis­ minado del texto, y es posible darse cuenta de que lúe
curso novelesco es perfectamente apto para un análi­ precisamente este problema lo que llevó a I burla, en
sis transformacional, como lo es, tal vez, toda repre­ el análisis sincrónico, a la noción de transformación
sentación y todo fantasma. Podemos imaginar, finalmente, un tercer cano de api!
Sería distinto para aquel texto que, renunciando cación diacrónica del método transformacional, en Ion
a la representación, se convirtiera en la inscripción de casos en que los datos históricos d> un peí iodo delei
su propia producción. Este es ya el caso, en nuestra minado son enormemente insiilieieules o licúan a billar
cultura, de Mallarmé, Lautréamont, Roussel. Esta pro­ por completo. Sería entonces .........rio reconstruir <4
ductividad textual, en la medida que atraviesa la re­ texto a partir de los dato* antarlnrM. mediante una re­
presentación (y el sentido), no es ya representable con construcción interior que permll Irían lo elementos
los modelos del análisis transformacional. pertenecientes a dos sisteman distintos. Dicho de otro
modo, esta reconsi iiiicción intkiuou permite distinguir
e identificar algo que haata el momento no se distin­
guía (digamos eniie paróntesia que esto recuerda el
papel del at ). Id: i < resultado es posible gracias a la
puesta en correlación del ti lo < hallado con texto
2.4. LAS TR ANSFORM AC IO N ES SINCRO NICA anteriores o sincrónicos, peí o ni cualquln cas......nos
Y D IACR O N IC A que el texto examinado Todo intento de .......siria
ción de un estado textual del que no posennou un les
timonio concreto, recuerda el pioceso da generación
El análisis transformacional es un análisis sincrónico; de que participan las u n iih h m dellnld...... un es
describe las mutaciones del enunciado («novelesco») quema do correspondencia i \ nenun las reglas de ge­
dentro del marco de un texto cerrado, sin preocuparse neración determinadas p<s i, |.o i a oto aladea de la
del proceso diacrónico que ha producido tal marco. reconstrucción Interior Fa evidente que, en una apro­
Parece, sin embargo, ya posible, el utilizar la noción ximación de este U p o , ...... i ..... . propio tex­
de transformación lingüística para estudiar el aspecto to, sino el modelo t)e su alaleiua "
diacrónico de la lengua. Es sabido que en el estudio XI Ci II ’ 11..... .... i. i• 1'inhulillltlJ and Structural Clas-
de la historia del lenguaje es posible plantear el prin­ i,ili: iiihiii hi ............ .. l'* ti : S'O mii (Ci>|snhague, 1959).
cipio de la equivalencia diacrónica, es decir, diferen­ n i f e N I ........ o (iiiisifomiaclonnom metode» (So-

90 91
tórico, es decir, en el texto literal lo como estructura
Un procedimiento parecido a la r e c o n s t r u c c i ó n i n ­
particular, estas unidades poseen un estatuto distinto
t e r n a , y por lo tanto inspirado en el a t , podría ser uti­
del que poseían en los discursos eslía novelescos, y,
lizado en el estudio diacrónico de un texto literario.
por consiguiente, tampoco es el misino sil estatuto w<¡-
Para analizar, ya no la estructura, sino la e s t r u c t u ­
n i f i c a n t e . S u sentido (slgulllcado) es también distinto,
r a c ió n de la novela, la situaremos en el conjunto de
ya que es determinado, 11 anslormadi > poi la luis lón do­
los textos literarios anteriores o sincrónicos. Las dis­
minante de la novela (la no disyunción), lis luso, pues,
tintas unidades que constituyen el texto de la novela
en un sistema retórico orno, las unidad. mulla antes
y que no se distinguen (o se distinguen apenas) si
actúan, con relación a su contexto de p a illd a , de un
sólo se observa el texto, revelan sus rasgos distintivos
modo d i s t i n t o , es decir, en tanto que a. su n .uní;;
al atribuirlas a textos exteriores. Una vez distinguidas
(su significado es también, a este nivel, un slgnllleanle,
estas unidades, son sometidas a reglas de transforma­
en el sentido que lo hemos definido en 2 2 2 ) distinto*
ción en el marco del texto estudiado, lo que significa de esta equivalencia de sentido (lógico) que no linee
que experimentan las transformaciones sobredetermi­ más que señalar su pertenencia a otros textos Kn una
nadas por la función dominante (la no-disyunción) del perspectiva diacrónica, la e q u i v a i .e n c ía que asedia el
enunciado novelesco. Constataremos, por ejemplo, que espacio de la transformación, pierde su slgnlllcaelón
determinados enunciados del texto novelesco proceden y no aparece más que como indicador Indispensable
del discurso publicitario de la época, otros de la lite­ para la transformación.
ratura cortesana, los terceros de la escolástica, etc. En­ El problema de la dincronía narrativa (de la estruc­
cerrado en la no-disyunción de la novela, estos enun­ turación retórica) demuestra que el principio de equi­
ciados, unívocos en otra parte, se vuelven ambivalentes valencia de sentido es sólo válido en un análisis sin­
en el texto novelesco. Sin embargo, a diferencia de lo crónico y en el interior de una sola e idéntica estruc­
que parece a primera vista, no nos hemos alejado de tura discursiva. Tal principio supone un espacio neu­
la definición estrictamente lingüística de la transfor­ tro y un tiempo muerto, en el que los significantes di­
mación que suponía una equivalencia de sentido a des­ ferentes serían idénticos a sí mismos en tanto que sig­
pecho de las diferencias de significante entre el operan­ nificados. Este espacio neutro y tiempo muerto cons
te y el resultado. Esto resulta evidente al recordar los tituyen el espacio y el tiempo do una lógica detennl-
dos niveles de transformación diacrónica, el nivel sig­ nada, la de la Palabra, de la cual hemos cuidado más
nificante y el nivel significado, para comprender que arriba39 los fundamentos históricos o Ideológicos, poro
se trata del mismo principio que para la transforma­ no por eso ajena a un universalismo. I piclciislón de
,.i
ción sincrónica. En efecto, si las unidades novelescas tal universalismo permanece oculta en un análisis
parecen ser las mismas que las unidades de ciertos dis­ estrictamente lingüístico. Se descubre en el momento
cursos extra-novelescos, esto no es cierto más que des­ en que el método transformacional es aplicado al aná­
de la perspectiva de una lógica «universal», extra-tex­ lisis de un texto literario que es, por definición, una
tual y extra-retórica. No obstante, en el enrejado re­ transformación del discurso denotativo. Esto no im­
pide que para una aproximación científica estemos obli-
bre el método transformacional), Transform acionnyi metod v
strukturnoi lingvistike (Acerca del método transformacional en 39. Cf. 2.2.1.i.
la lingüística estructural) (Moscú, 1964), 74-87.
93
92
gados a tener en cuenta esta equivalencia, y que no difica. Por otro lado, la noción <l<' transformación din-
podamos hacerlo de otro modo; incluso si constata­ crónica nos autoriza a añadir, al modelo ador del
mos que no existe una equivalencia de sentido, ni de texto novelesco, <•! mecanismo «!«• la ln<«m(<<k( unlldud.
significante, entre el operante y el resultado de una
transformación diacrónica, no constatamos tal cosa más
que suponiendo tal equivalencia como virtualmente im­
posible, y esto a causa de la equivalencia gramatical
(lógica) entre el operante y el resultado. 2.5. L A D E LIM IT A C IO N DE LOS N IV E L E S Y '
Está claro, por consiguiente, que en la aproxima­ DE LAS U NID AD ES DE TR ANSE ! >1! MACION
ción transformacional, la especificidad del texto litera­
rio con respecto a un texto denotativo, sólo aparece en
el eje d ia c r ó n ic o . E s precisamente en la diacronía don­ Para estudiar la novela como una transformación, Inri
de el diálogo de varios textos elimina la fijación de sen­ tituiremos dos niveles de análisis: el nivel de la gene
tido impuesta por el a t , y demuestra el mecanismo de r a c i ó n t e x t u a l que correspondo a la compelenela de
la transformación global (significante/significado) que la gg, y el nivel del f e n ó m e n o t e x t u a l , que ...... •apon
denominaremos una p r o d u c t iv id a d t e x t u a l . Esta pro­ de a la actuación de la gg . En el primer nivel Iraíamos
ductividad 40 es sólo apreciable, al nivel de la a c t u a ­ con un o b j e t o a b s t r a c t o que tolera una analogía abs­
c ió n t e x t u a l , en la intertextualidad, es decir, en el cru­ tracta con las situaeionr;. nai i al iva l.il como se pre­
ce de la modificación recíproca de las unidades perte­ sentan al «nivel» del fenómeno lexlual. El numero de
necientes a textos distintos. estas analogías abstractas al nivel de la competencia
Así, para estudiar la estructuración de la novela (del geno-texto) no está limitado, es prácticamente in­
como una transformación, la consideraremos como un finito. Este procedimiento de abstracción es necesario
d iá l o g o de múltiples textos, como un d iá l o g o t e x t u a l , para poder hacer intervenir un sujeto de la .novela
o , mejor dicho, como una i n t e r t e x t u a l i d a d . Constata­ como posibilidad de una eomblnalori;..... velesea.
mos así, que la aceptación de la novela como una trans­ El problema se compilen cuando se trata do definir
formación, implica que sea abordada «como un siste­ las «unidades» textuales que se luilqtdlarúu en su !n
ma que no se basta a sí mismo y que debe remitirse al teracción a lo largo de la 11 snsloi inm Ion noveleses,
medio envolvente».41 La noción de transformación dia­ para devenir otras tantas funcione#
crónica nos va a permitir, por un lado, definir la espe­ Seguiremos primero el ................... fm mal Ivn spli /
cificidad del discurso llamado literario como una in­ cativo. Vamos a distinguli. ..........c.limlculc, si nivel'
tertextualidad. Definiremos como literatura todo dis­ de la «competencia» (el g e n o n son I,< mi i le de los ac-
curso que sea exponente del modelo intertextual, es t a n t e s que corresponde ,i !s mciio de Ins palabras en
decir, que tome cuerpo añadiendo a la s u p e r f i c i e de el modelo transformación 4 epla sllvo esl riel amente lin­
su propia estructura definida por la relación sujeto/des- güístico. Por otro lado .............. fie Ióii bi-unívoca con
tinatario, el espacio de un texto extraño, al que mo- la serie actandal, d e lln iio m n s la serle dp los c o m p l e j o s
n a r r a t i v o s q u e rotTCMpoude a la serie de los comple­

40. Volveremos a ello en el cap. 2.6. jos en el modelo aplli sllvo lingüístico. Estando ambas
41. Cl. Lévi-Strauss, op. cit., p. 168. series en ge n e ra . .......... . podríamos representar

94 95
la transformación de los actantes como dependiente tos» posibles de los cuentos fantásticos (on mu I «Minino
t a m b ié n de la serie de las transformaciones de los com­
logia el asunto es denominado «función»), y obtuvo 21
plejos. Dicho de otro modo, tanto los actantes como funciones sobre un Corpus de 100 rúenlos: «Uno de
los complejos están sometidos a dos tipos de transfor­ los miembros de la familia so va da casa», «so efectúa
maciones : (1) en el interior de su propia serie, generán­ una prohibición al líeme», «i,e lev.mi i In prohibición»,
dose mutuamente, siendo cada uno a su vez un ope­ etc.44 Lo cierto es que estas funcionen nada non dicen
rante y un operador, (2) en el exterior de su propia se­ acerca de la particularidad del cuento ......... ico, poi­
rie, entrando en relación de generación con la serie de que no pueden ser puestas en correlación eolio al: hc
correlación. Está claro que, según tal acepción de la prohíbe algo al héroe, pero no al traidor, se i anima al
transformación de los actantes y de las «situaciones» traidor, pero no al héroe, etc. (Señalemos entre pitrén
narrativas, es imposible considerar estas dos clases tesis que las funciones de Propp, puestas de enle modn
como dos entidades independientes. Los propios escri­ en correlación, revelan la disyunción del símbolo y «lo
tores han reaccionado contra la distinción mecánica en­ la epopeya.) «E l pensamiento sincrético operaba con
tre los «tipos», por un lado, y los «acontecimientos» totalidades que eran por sí mismas pequcúos aaunloM,
por el otro: «W hat is carácter but the determination y que pasaban de un cuento a otro sin cambiar; por
of incident? What is incident but the illustration of lo demás, la diferenciación ulterior de laa iunclones
carácter?».42 No hay actantes fuera de la interdepen­ de Propp carece de sentido.» 41 Ademan, loa cambios es­
dencia de los complejos. Si persistimos en la idea de tructurales del pensamiento a través do los siglos han
aislarlos en series distintas, es sólo para hacer evidente traído consigo diferenciaciones cada vez más sutiles en
su mutua dependencia. el interior de lo que ha sitio denominado un «asunto»
Nos parece imposible considerar una tipología de o una «función», y en primer lugar en la relación su-
los relatos (o de las demás estructuras discursivas: los jeto/predicado como partes constituyentes de la fun­
dramas, las novelas, etc.) solamente en función de los ción, lo que hace que se compliquen las relaciones en­
actantes o de las situaciones narrativas. Así, varias ve­ tere los elementos narrativos, y sitúa la frase canónica
ces en la historia de la teoría literaria, se ha intentado en un puesto central, en la base del relato moderno.
definir el elemento mínimo del relato, y reconstruir a A este respecto nunca ..................a b.miaiiie merca de
partir del mismo y con la ayuda de la aritmética más la ingenuidad que supone el leducli la dlvemidad de
simple, la totalidad de la narración. A. N. Vesselovsky, la dramaturgia mundial a treinta * o Incluso dosi lenlaa
tanto al estudiar el folklore como la literatura antigua m il47 situaciones dramáticas.
y medieval, vio este elemento mínimo en el a s u n t o , Para nosotros, los complejos harrallvos constituyan,
que definió como «la unidad narrativa más simple, lo en la sintagmática de la novela, los anulosos de los sin-
correspondiente, en imágenes, a los distintos proble­
44. V. Propp, M orfolotiH ’i ó '11 11 i Mui r.■l <l o del cuento po­
mas del pensamiento salvaje o del mantenimiento de pular) (Leningrado, 1M2N), pp WIITS
las costumbres».43 V. I. Propp, siguiendo un método 45. B. F. Egoiov, «l.od »i*d<‘ant« ..... lid leu* más simples y la
parecido, quiso agotar el registro de todos los «asun- tipología de los tomiUH), V ..... >U P" *»»hoi>um sistemam (Traba­
jos sobre Io.s tdaleiiiM» ..Imi•10* uiit.■«| iTni'tU, I9U5).
42. Henry James, op. cit. 46. Cf. (I Pulii, ai «lOinMim# dramatiques (París, 1894).
43. A. N. Vesselovski, lstorileskaya poetika (Poética histó­ 47. E. Sma liai, / . • J00 000 ultuations dramatiques (París.
rica) (Leningrado, 1940), p. 500. Flammarlon, 11)5(1),

96 97
tagrnas verbales y nominales en la frase canónica. Es El uso de este tercer generador, la Intertextualldad,
posible que un complejo esté constituido por un solo no signiñca en absoluto que aband .... irnos ti lingüis­
elemento, que en tal caso sería análogo a una p a l a b r a tica como método de investigación, menos todavía
de la sintaxis en el lenguaje natural. Pero también que creamos a la ciencia lingüistica incapaa de pe­
puede suceder que un complejo narrativo esté consti­ netrar determinadas sulilezas que pnd..... » t aclara­
tuido por varios elementos (actantes). Ello complica das con la ayuda de otros medios l ’or el contrario, se
nuestro modelo, al estar sometidos los actantes, por sí trata solamente de marcar los luidles m un determi­
mismos, a un proceso de transformación, formando nado tipo de lingüística (la Imgiilst Ic.i lian lormaeio-
parte de la transformación de los complejos. nal), para darse cuenta de que otra lingüistica, que es
Añadiremos al generador de los complejos y al ge­ llamada n e o f i r t h i a n a , cuyos principios han sido ex­
nerador de los actantes un tercer generador: la inter- puestos recientemente por M.A.K. Halllday, se apro­
textualidad. Intentaremos situar los distintos enuncia­ xima a nuestra concepción del funcionamiento textual
dos novelescos en el conjunto texual (anterior o sin­ a un triple nivel de abstracción (actantes, complejo*
crónico) y observar a qué tipo de transformaciones es­ narrativos - sintaxis del relato, intertextualldad), llalli
tán sometidos estos enunciados dentro de la estructura day, sinólogo y lingüista de primera categoría, dlstln-
de un texto concreto. Estudiamos, por consiguiente, gue tres niveles en la actividad lingüística : 1) l a s u b s ­
la diacronía del relato como una transformación. El t a n c i a (fónica y gráfica); 2) l a f o r m a (a b u vez sub­
modelo transformacional se presenta entonces de este dividida en dos niveles, gramatical y léxico) que sería
modo (véase Esquema 2). la organización de la substancia en fenómeno de sig­
nificación en la estructura interna (hasta aquí estamos
en un campo conceptual que describe la lengua con la
ayuda de dos generadores); 3) e l c o n t e x t o «que es,
propiamente hablando, un inter-nivel por el que la for­
ma entra en relación con factores extra-textuales, es
decir, con otros hechos lingüísticos que no son los
examinados a lo largo de la descripción, o rasgos no-
lingüísticos de las situaciones en las que es utilizado
competencia el lenguaje» (Cf. G. C. Lepschy, La lingüistica itru t
(geno-texto) turóle [Turín, 1966]; A. Me. Intosh, M. A. K. Halllday,
Patterns of Language [Londres, 1966]).

actuación
(feno-texto) j

Esquema 2

98 00
Abandonando un Instante el texto de nuestra no­
vela, sobre la que hemos fundudo ludan mientras re­
2.6. E L PRO BLEM A DE L A PRO D U CTIVID AD flexiones hasta el momento, vamos a referirnos, en
TEXTU AL el párrafo siguiente, a las «Nouvellen Impresiona
d’Afrique» de Rnymond Itouanel un texto que relata
el propio problema de la productividad textual
Tomamos este modelo para la concepción de la Exteriores a la problemática de lo verosímil, las
literatura como representación tal como lo hemos in­ «Nouvelles impressions d’ A frique» ( n ía ........... (Huyen
dicado más arriba.48 Tal modelo da cuenta de las modi­ un m e n s a j e destinado a un efecto: no explican aven­
ficaciones que se operan en una estructura discursiva tura alguna, no d e s c r i b e n ningún fenómeno dclcrml
cerrada, expresiva, subordinada a un significado narra­ nado, no d e s c u b r e n ninguna verdad anterior a au pro
tivo que la precede. Pero no alcanza a explicar el pro­ ductividad. Estructura verbal que no conduce a uln
blema de la productividad textual anterior al producto guna parte, las n í a constituyen un eafuer/o |>..i cuca
en sí. Así, para introducir este nivel de reflexión sobre par a nuestro mayor supuesto: la Información, el loro
el texto, es decir, una productividad de sentido ante­ nocimiento de una entidad anterior a la práctica que
rior al sentido (al objeto) producido, vamos a compli­ la construye.
car el esquema anotado, superponiéndole un tercer es­ Serie de desemejanza:: es. de con
trato vertical. Se trata del estrato de la productividad trarios, de reuniones no llntótloM, <M paradojas, la es­
textual (la competencia) y del fenómeno textual (la tructura semántica de I i d ser leída romo un
actuación) que se desprenden de lo dicho hasta ahora. efecto (mensaje verosímil) ravilan «1 ensamblaje de
sememas opuestos, como figura semántica básica de
la verosimilización. Pero, yendo más lejos todavía, y
productividad textual esta vez en el propio trayecto del texto, estas series
de desemejanzas de que Isa nía - táu tejidas, apuntan
competencia (g en o -te x to ) a un hecho capital: l.i ......lurtlvldad ti ...... destruye
actuación ( fen o-texto) la identidad, la seinr¡.ui.M. la ....... ......... di Idi utlfli n
ción; es una no-identidad, una ronlradlrrl.iu lesperlo
a la propia obra.
Esquema 3 La estructura sintáctica de Isa nía roiistlluye un
desafío a la regla sintáctica de t.> \..... imll, m decir a
la conexión frásica sujeto/predli id............relaciones
LA PRODUCTIVIDAD TEXTUAL ES LA MEDIDA INHERENTE A LA estructurales que determina tal conexión, a la motiva­
ción y a la linealr/an, ,i, i , cada uno de los
LITERATURA (AL TEXTO), PERO NO ES LA LITERATURA
capítulos de las nía « •mi i. m |...• |n menos una frase
misma ( el texto ), del mismo modo que cada trabajo
canónica; pero esta fia • queda ahogada por el acoso
constituye la medida inherente a un valor sin ser el
de las demás frase m iarm as o segmentos que for­
valor mismo.
man una ' ralei i ramificada y provista de distintos
48. Cf. cap. 2.2.1.1. estratos, recortados (reunidos) por paréntesis. Este

100 101
encadenamiento anafórico hace explotar la estructura mórfica . El efecto de verosimilitud ni un ofocto «lo
(de la frase, del relato, y de toda estructura posible) isomorfismo entre <1oh estructuran dlsrurnlvmi
poniendo en su lugar conexiones significantes pero no tura lineal-estructura del enunciado enmuiileulivo) «mi
estructurales.49 Como verdaderos destellos, estas anáfo­ el interior de esta red de a x i....mi lógicos monumóui ‘’i -
ras encerradas en sus paréntesis (que llegan hasta c o s 50 que es nuestro slitoiiM de lnl« ll) ih llld a d Im , el
nueve) rompen la superficie de la estructura en la monomorfismo de nuestra l n l e l i r l l a l i d . n l en Imponible
que cada segmento puede derivarse del todo, o de especificar el carácter de una e u l n i r i u i n e x i m |,,w|<»a
otro segmento, destruyen la línea sujeto/predicado, y, (un producto «literario» Inverosímil) ..... a\mla de
como aquel oficio de tejer albas o como la máquina de fórmulas tomadas del mismo sistema mIiiiI••di<,, |'U).I(|0
Louise, construyen un espacio, un volumen, un movi­ que cada una de estas fórmulas, o Incluso mi m ,,,n
miento infinito. Habiendo así revelado el funciona­ es ya una consecuencia de esta red lógh n ( vnrlml)
miento a n a f ó r i c o , trans-estructural, de la productivi­ que ordena el razonamiento, cada fórmula en Vl,|dn
dad textual, estos rayos entre paréntesis vuelven paso dera para cada interpretación que esta red |u ri,„
a paso hacia la estructura sujeto/predicado, para per­ supone.
mitirnos leer un lenguaje estructurado (verosímil), o, Por el contrario, la productividad le s lu n l de i.,, NIA
mejor, para señalar que lo verosímil existe a un nivel no se presta a una teoría llto ru ria do* > u " i i , mi
otro que el del trabajo textual. Intentaré explicar de de axiomas lógicos que exige para ai ln!elece|t-,M ,.rt
un modo más claro este doble registro (productividad/ de orden polimórfico . E n ente p o lim o r fía ..... m,
verosimilitud) al que Roussel apunta en las n í a . pre pueden coincidir una estructura y su negación,
La estructura del producto «literario» y la estruc­ una conformidad al «principio natural» y su opuesto,
tura del discurso comunicativo (la Palabra=el prin­ una ley gramatical y su «lm l(l,i)> anafórica. Es, pues,
cipio natural) están unidas en la racionalidad cognos- evidente, que tal polimorfismo recuerda el monomor­
cente (en las fórmulas lógicas de la intelección) de fismo y no puede prescindir de él. Asi, en nuestro
tal modo, que a cada entidad de la primera existe una caso, toda figura de las nía que escapa al enrejado
(sola) correspondencia en la segunda, de modo que las gramatical (lógirni pimdr .i i \imi :;,\i>o por cale enre
interpretaciones que nosotros damos a ambas estruc­ jado (por un simbolismo ........ .... fleo), Sin embargo,
turas pueden ser calificadas de i s o m ó r f i c a s . E s sabido aunque pueda ser exjiresiidii .......I ..... ......... . mo, no
que si todos los modelos de una red de axiomas son puede ser d e d u c id o de « I, va que |i ln npermlón do
isomorfos entre sí, esta red lógica es llamada m o n o - derivación h a lla rá vai los ..... i n c l u í a l e s , los millos
anafóricos; 2) e la opiaailmi mad liillullainenle larga,
49. El texto toma así un doble aspecto: por un lado, con­ y, por lo tanto, no será una doiimstrnclói),
tiene una estructura canónica primitiva que describe un fenó­ Recordemos tamlm n •111 < d ..... pía la estructura
meno ; por otro lado, lanza unas anáforas que indican entidades
extra -estructurales . Este doble aspecto del funcionamiento tex­
de la frase canónica Ha sintaxis verosímil) y de la
tual parece ser fundamental para toda práctica escriptural. Re­ semejanza disco i Iva (la somáullru verosímil) la p r o ­
cordemos que los caracteres chinos se dividen en wen (figuras
primitivas, con tendencia descriptiva) y tsen (caracteres com­ so. Noción fiiml) lo i h |liii|nUlml «m IHH7; Veblen (1904) em­
puestos, con tendencia indicativa). Cf. Tchang Tcheng Ming, plea el término < n i I mIm |niih ilcnlKnar la oposición entre
L ’écriture chinoise et le peste humain, tesis de doctorado en proposición cmIitoi luí |n.i|...liSón disyuntiva. Nuestra acep­
Letras (París, 1937). ción del término c» < o .... s i» d» un nivel lógico general.

102 103
d u c t iv id a d t e x t u a l que las n í a llevan a la práctica,
mino se presta n equívoco» (en otros enntmduM «Ignl
opera en un espacio lingüístico irreducible a las nor­ fica que la verdad o falsedad de una lilpoteala no pue
mas gramaticales lógicas, y que en otro lugar hemos den ser nunca conocida») el , , m , , pi,, de «indecible»
denominado una i n f i n i d a d p o t e n c i a l .51 E s en el len­ es de una gran Importancia para mu h i intención. So
guaje poético, comprendido como una infinidad poten­ sabe que en lógica calo ro n ce p ln im pla , a fin de cuen­
cial, donde la noción de verosimilitud se halla entre tas que «todos los truismos de la lucí, a general son
paréntesis: es válida en el campo f i n i t o del discurso accesibles a nosotros, pero tío enlate procedim ien to ce
que obedece a los esquemas de una estructura discur­ gún el que poder decidir, en un numen, in d io do
siva finita, y, por consiguiente, reaparece obligatoria­ pasos, si una fórmula determinada en ,, no ea un
mente cuando un discurso finito monomórfico (filoso­ truismo».53 Cuanto a la productividad Im dual, el con­
fía, explicación científica) recupera la infinidad de la cepto de indecible significa que el p ro c e d o escrln lu -
productividad textual. Pero no tiene lugar en esta pro­ ral (el trabajo textual, el pensamiento en acción) e»
pia infinitud, en la que no es posible «verificación» extraño a los conceptos de prueba y verificación
alguna (conformidad a una verdad semántica o deri- Pero, ¿qué es lo verosímil sino la poaihdldad im pll, lia
vabilidad sintáctica). a todo sistema monomórfico do probar v de v o l f l c n r ?
Podemos ya formular lo que denominaremos «el La «verdad» de la productividad le s tu a l m, p u edo aer
problema de la productividad translingüística»: probada ni verificada, lo (pie quiere de, n que la p ro­
PARA TODO TEXTO TOMADO COMO PRODUCCIÓN (P,), ductividad textual es exj.... inte rt...............i......tro que
NO PUEDE ESTABLECERSE UN PROCESO SISTEMÁTICO Y el de la verosimilitud. La «verdad» o la pertinencia
CONSTRUCTIVO PARA DETERMINAR SI UNA FÓRMULA (SE ­ de la práctica escriptura! ea de un orden distinto; es
CUENCIA) DE ESTE TEXTO ES O NO VEROSÍMIL, ES DECIR SI indecible (in-probablc, Invcrlflcable) y consiste en el
posee: cumplimiento del gesto productivo, es decir, del tra­
yecto escriptural hn< iendose y destruyéndose a sí mis­
1) LA PROPIEDAD SINTÁCTICA DE DERIVABILIDAD EN P ,; mo en el proceso de una , ,>nki .:p,>ni >i -nci \ de términos
2) LA PROPIEDAD SEMÁNTICA DE VERDAD IDÉNTICA; opuestos o contradictorio»,
3) LA PROPIEDAD IDEOLÓGICA DE EFECTO EXPERIMEN­ Esta productividad lude. Hile no puede aer ,,metida
TADO. a un procedimiento verlflcatorlo (\er,,,lmlli.'anle) del
que se halla impregnada I,,da (corla dencrlpllva del
Es, pues, evidente, que el concepto de productivi­ producto literario, pueril o que l, I ......... .. I,,11 desco­
dad textual nos sitúa a un nivel de razonamiento que noce (también) la lelaclón eqtre loa lermlnoa id ser
recuerda aquello que las matemáticas han definido planteada de manera en prona anl por e|emplo, ne-
como una t e o r ía e s e n c i a l m e n t e i n d e c i b l e .52 Si el tér- glige incluso la nalui di i di la cópula en la afirma­
ción de que lo slngulai el nu|clo, en también lo no-
51. «Pour une sémiologie des paragrammes», Tel Quel 29
(1967), reimpreso en Semeiotiké.
52. Un sistema es indecidible cuando no se puede decidir si (Cambridge, Mn««., IHMil, ...... 1,1, Mmtownkl, Robinson, Undeci-
cada una de las fórmulas de este sistema es verdadera o falsa. dnble Theorics ( Antnleliliini, l»V I
Cf. sobre este problema, R. M. Robinson «An Essential Undeci- 53. R. and M I. n, „l, 'l'hc b rrtlo p m e n t of Logic (Oxford,
dable Axiom System», Proceedings of the Int. Congress of Math. 1964), p. 737.

104
singular y lo universal#.14 Esta productividad expresa hlcmn de la productividad tra iimI11ik <>(ttl|i ;i que unthn
una lógica dialéctica que concibe la pertinencia de mos do formular. Km cierto que ealoM textos |hk-*I<mi hit
toda práctica (de la que la práctica escriptural consti­ leídos también como verosímiles en la medida que no
tuye un modelo), como esencialmente un proceso no escapan al lenguaje, al discurso, al cnuin lado, por lo
idéntico a sí mismo (por lo tanto tampoco al concepto tanto al sentido, sino que no coiiMlruyeii gnu la# a oIIon,
de proceso y de práctica) en cuanto negatividad . obedeciendo a una sola regla de verosimilitud a la
Este es el problema que las nía intentan resolver. estructura gramatical, lógica, h Il i t .íctica (tan regios del
No podemos dejar de observar, sin embargo, que si una s e n t i d o del discurso), sin caer en la ambigüedad del
solución existe, ésta es ambigua; el texto de Roussel signo ni en una retórica convencional,
permanece doble, escindido; vive su problema de la Pero, tal como aparece, el texto de llom el baca
productividad textual, pero se quiere al mismo tiempo todavía más manifiesta la etapa en que mientra cid
verosímil; produce, pero se verosim iliza; es anafórico, tura parece haber entrado a partir de fines del aigln
desemejante, no-informativo, pero también retórico; pasado (con Mallarmé, Lautréamont, Roussel y, a otro
es un aparato, pero también una obra. Habiendo abierto nivel, Marx). Se trata del paso de la duamdad (riel
la productividad gracias a los tres tipos de apertura signo) a la p r o d u c t i v i d a d (trans-signo)
que acabamos de citar, Roussel se ve obligado a cerrarla Todo el espacio contemporáneo es cóm plice di i tu
en una retórica tanto más exigente cuanto que ha sido actividad textual, que durante los últimos ufios no hace
alimentada una dislocación de la estructura de la pala­ más que acentuarse: el mundo del trabajo que reclama
bra. Así, los versos sustituyen a la prosa, y la rima, la su lugar contra el lugar del mundo del valor; el mun­
mayor exteriorización de la dinámica unificante sim­ do de la ciencia que se agota en una investigación pro­
bólica, aparece para perfilar el edificio. Se compren­ ductora y destructora, nunca verosímil, siempre «anafó­
derá entonces que Roussel se quede del lado de acá rica». Si es cierto que toda cultura puede ser definida
de la ruptura productividad textual/lectura verosímil; a partir de su relación con el signo (con la palabra),55
en su caso, es lo verosímil lo que se encarga de la pro­ entonces es evidente que la cultura que está anuncián­
ductividad textual, más que al contrario. E l texto rous- dose, cultura anti-teológica, derriba los caracteres fun­
seliano es una verosimilización que imita a su produc­ damentales del signo (la dualidad, la estructura silo­
ción; si bien concibe la distancia producción/obra, no gística, la construcción metafórica do un sentido, do
actúa como ciencia de tal producción, sino como fic­ una retórica) para poner en su lugar una permutación
ción que se ofrece para saber. El acto rousseliano es dialéctica de fragmentos lingüísticos (más bien «v a ­
un acto mentalista, engarzado con el pensamiento del riables», que signos-significantes/slgnlfieadog) no-deri-
signo (de lo verosímil) que se verosimiliza necesaria­ vables, no identificables, infinitos puesto que no dedu­
mente a través de una retórica (la poesía, la rima). cidos de un «estar-ahí» anterior a la productividad
Lautréamont, mucho más pronto, había ido mucho más misma. Esta permutación no es una scmlotización en
lejos. Los Chants de Maldoror y las Poésies constituyen el sentido medieval, puesto que el sentido no es su
un movimiento de producción que plantea para siem­ problema, sino aquello que le precede y le sucede.
pre y para la historia textual que les sigue, el pro-
55. J. Lotman, «P r oblé mes de la typologies des cultures», In ­
54. Hegel, Ciencia de la Lógica (Berlín, 1833-1834), V, 389. form ation sur les Sciences sociales (abril-junio 1967), 29.

106 107

H ü
Como «lempre, la productividad on cuestión se ade­
lanta a hu ciencia; la ciencia de esta productividad
deberá hacerse a partir de la semiótica, pero no sola­
mente con su ayuda (si quiere evitarse el miniaturis-
mo decorativo de la Edad Media), sino más bien a tra­
vés suyo en tanto que aparato, pero no en tanto que
sistema de sentido. En cualquier caso, en este universo
de productividad translingüística, no hay lugar para lo
verosímil; queda fuera de su alcance, como monopolio 3
provincial de una sociedad de información y de con­
sumo.
LA TRANSFORMACION ACTANCIAL

«En última instancia, en el proceso de


intercambio, la experiencia humana ins­
crita en el lenguaje nos remite siempre
al acto de la palabra... (El lenguaje), con­
virtiendo en omni-personal algo que de­
bería ser uni-personal, funciona como un
factor de intersubjetividad.»

«Le langage et l’expérien-


E . B e n v e n is t e ,
ce humaine», Diogéne 5 (1965)

3.1. LOS A C T A N T E S

3.1.1. D efinición de los a c t a n t m

Reflexionando sobre los anállsiH do l ’ropp, A. J. Grei-


mas ha definido como sigue la (111< i <11<¡ación actante/
actor «...si los actores pueden sor instituidos en el in- i
terior de un cuento-ocurrencia, Jos actantes, que son!
clases de actores, no pueden serlo sino a partir del cor-
pus do todos los cuentos: una articulación de actores
constituye un cuento particular; una estructura de
actantes, un género . Los actantes poseen, pues, un es- ¡

108 10Í)

• — - — -
fatuto mplalIngUUtlro por relación a Ion totoral; pro* TANGIAN DHL DINCtlMAo), A la* Ilint III u las lllni til MiVil* Ih*
suponen acabado, por otrn parto, el initlIilH funclonnl, llamaremos complejo* nn la sintagmática del i >luí««
oh decir, la constitución de Iiih osforas do acción».1 cuando esta «secuencia» engendre complejo* mupe
Aceptaremos, de esta definición, la categoría de los riores y clases narrativas.
actantes como poseedora de un estatuto metalingüís - La relación dialéctica entre el actante y el com
tico con respecto a los actores, y, por consiguiente, piejo narrativo ha sido apuntada por A. J. Greimas,
susceptibles de ser definidos dentro de la totalidad del bajo otra forma, cuando éste habla de la dependencia
género, pero no en un relato concreto. Ahora bien, actante/predicado y dice preocuparse «por la necesi­
puesto que nuestro análisis es transformacional, y dad de fijar, al nivel de los actantes, el contenido sé-
como tal procede del nivel de la competencia del dis­ mico de las funciones».2 «Se puede observar cómo las
curso de la novela, consideraremos este nivel como funciones, así como las calificaciones, son creadoras
metalingüístico, y por consiguiente, hablaremos de de actantes, que los actantes están llamados a una acti­
actante a propósito de un texto concreto (que no de vidad metalingüística por el sólo hecho de ser repre­
un género) en tanto que abstracción generalizada y sentativos, se diría incluso comprensivos, de las clases
generalizante de todo el género. de predicados.» 3 Las categorías a c t a n c i a l e s revelan,
No vamos a pretender, sin embargo, la constitución así, ser categorías modales: «si los actantes que hemos
de una lista exhaustiva de los actantes, ni procedere­ definido anteriormente como clases de sememas discre­
mos a un análisis de los actantes a partir de la topo­ tos, reciben así determinaciones suplementarias, bajo
grafía que instauran los conceptos de «origen» y «fin» la forma de metasemas que se constituyen en sujetos,
del mensaje. La complejidad del enunciado de la no­ objetos, destinadores o destinatarios, las funciones, que
vela nos obliga a plantear una diferenciación más com­ hemos concebido como contenidos sémicos integrados,
pleja de la serie actancial, primero en su propio inte­ se encuentran a su vez dependientes de unas catego­
rior, y, en un segundo tiempo, respecto al generador rías que deciden su estatuto respecto a los actantes, y
de los complejos narrativos. Señalemos, de paso, que que constituyen el mensaje en cuanto que aconteci­
un c o m p l e j o puede ser estudiado como a c t a n t e si se miento significante, es decir, en cuanto que capee
considera su propia generación en el interior de su táculo del acontecimiento»,4
propia estructura. Dicho de otro modo, los actantes Aunque modal, el actante permanece ron lodo tina
pueden ser complejos (este es el caso, por ejemplo, en categoría inerte («d e su estatuto modal le viene mi i en
«Jehan de íSaintré» del actante «abbé» al «provocar» rácter de fuerza de inercia, que lo opone a la función,
la inversión del relato), y los complejos pueden compor­ definida como un dinamismo descrito» b > |..... .>
tarse como actantes (como sucede en el enunciado del mente como tal, subsumlble pía un enpeelAculo.
emisor cuando se incluye en el texto como «A ctor», es Vemos cómo la acepción de la categoría actancial
decir, como un «personaje»), A las secuencias discur­ como categoría no-tran ifis emUe m el Interior de sí
sivas las llamaremos, pues, actantes, cuando estudie­ misma (aunque d la le ciie a in e n le determinada por la
mos su estructura interior ( la topología de las in s - 2. mi., p, lia.
a. m i,, p un
1. A. J. Greimas, Sémantique structurale, p. 175. (Versión 4 . i m a,, p imi
castellana, Alfredo de La Fuente, Ed. Gredos, 1971). o. uihi., p, un

110 111
categoría predicado) desemboca en la concepción del I <11 relación U nivoca De lln a d o l I li'Ml Im ó lll I m »<» fio*
relato como «espectáculo». «E l micro-universo román tlflcablo mi una comunidad mítica en la que ln mhmu
tico no puede ser definido como universo, oh decir, nldml asume ambos papelea, alendo al mismo (lempo
como un todo de significación, mas que en la medida el emisor y el receptor «le un discurso que, por decirlo
en que pueda surgir como un espectáculo simple, como así, tal comunidad se dirige a si miamn. Por eao inlaoio,
una estructura actancial.» La estructura actancial se­ este discurso es difícilmente reducible a la categoría
ría la representación , un objeto de cambio interpuesto de objeto de intercambio: no es el objeto signo, el
entre el sujeto-autor y el receptor-público, sin inter­ objeto de intercambio que une a una comunidad, pues
dependencia alguna entre los tres términos de este cir­ es la misma comunidad; la comunidad mítica existe
cuito. Una tal formalización recubre lo que hemos en y por su mito, y no antes o después de él. Compren­
denominado el ideologema del símbolo ; es absoluta­ deremos ahora por qué el diálogo Destinador-Destina-
mente deudora del pensamiento simbólico: relación tario no está actualizado al nivel de la manifestación
unívoca entre, por un lado, una entidad en sí, que del relato mítico.
puede presentarse bajo la forma de Dios o la Verdad, Cuando, con la disolución de la sociedad sincrética,
y, por otro lado, el emblema de tal entidad, el objeto disolución que acontece de un modo total en Europa
de intercambio como representación. La misma rela­ hacia el fin de la Edad Media y el inicio del Renaci­
ción acontece (reflexiona) en el otro extremo de la miento, el discurso ocupa su verdadero lugar de objeto
escena, en el espacio de la sala receptiva, es decir, de intercambio , la relación Destinador-Destinatario se
entre el espectáculo devenido a su vez verdad (Dios) complica. El sujeto-destinador vive su diálogo con el
y el receptor que asiste al espectáculo. Esta topología sujeto-destinatario a través de la estructura dialógica
recubre perfectamente el pensamiento mítico, y tam­ de la novela.
bién la épica que revela su ideologema simbólico. Pero El sujeto de la narración, por el acto mismo de la
es incapaz de explicar la generación compleja de los narración, se dirige a otro, y es respecto a ese otro
actantes en un texto post-mítico, que es ya exponente que la narración se estructura. Podemos, pues, estu­
del s ig no : el texto de la novela. diar la narración más allá de las relaciones significan-
te/significado como un diálogo entre el sujeto de ln
Narración (S) y el d e s t i n a t a r i o (I)), el otro. Ente dcntl
3.1.2. L a destrucción del modelo mítico natario, que no es otra cn:;a qim el au |H.> <I<■ la ln luía,
representa una entidad con 11<.1.......... . 111....... i armli
El modelo actancial mítico propuesto por Propp y Lévi- cante en su relación con el texto, y dignificado en su
Strauss es el siguiente: relación del sujeto de la narración con el Es pues una
diada (D,, D2), en la que, estando ambos términos en
Destinador -» Objeto destinatario comunicación, constituyen un sistema de código; el
sujeto de la narración (N) participa en él, estando a la
vez excluido e incluido, res luciéndose por ello también
Adyuvante -* Sujeto oponente a un código, a una no-persona, a un anonimato (el
autor, el sujeto do la enunciación) que se mediatiza a
Esquema 4 través de un tól. (el personaje, el sujeto del enunciado).

112 113

I
I<]1 autor es, pues, el sujeto de la narración motamor- en el circuito do Higniflcantoii que es Im nnrrarirm Km,
foseado al haberse excluido del sistema de la narra­ pues, el receptor , el otro, la exterioridad (cuyo mijein
ción integrándose en él; no es nada ni nadie, más que de la narración es objeto, y que ea al mismo tiempo
la posibilidad de permutación de S a D, de la historia representado y representante) lo que transforma id
al discurso. Deviene un anonimato,6 una ausencia, un sujeto en autor, es decir, lo que hace pasar al sujeto
i'spacio blanco, para permitir que la estructura exista por este estadio cero, de la negación, de la exclusión
como tal. En el propio origen de la narración, en el que constituye al autor. Así, en el vaivén entre el
momento mismo en que aparece el autor, encontramos sujeto y el otro, entre el escritor y el lector, el Autor
la muerte: la experiencia de la nada. Así, siempre se estructura como significante.
que la literatura entre en contacto con el punto neurál­ Todo el proceso que acabamos de describir, no es
gico que es la revaloración de la lengua exteriorizando más que una reificación diacrónica ocultando (opera­
los sistemas lingüísticos a través de las estructuras de toria de) un funcionamiento sincrónico.
la narración (los géneros), aparecerán los problemas La constitución del personaje (del «tipo»), por su
de la muerte (y del sexo). A partir de tal anonimato, lado, permite la disyunción del Sujeto en Sa (sujeto de
de este cero en que el autor se sitúa, nacerá el é l del la enunciación) y Se (sujeto del enunciado).
p e r s o n a j e , «puro significante de lo vivido por el su­ El esquema de esta mutación será:
jeto de la narración». Más adelante, tomará el n o m b r e
S -> A (cero) -> él -* N = S /'Sa
p r o p io (N ) que refleja todavía mejor la paradoja de
la génesis de «uno» a partir de «cero». El paso del ñ \se
personaje anónimo al nombre propio constituye el ni­
D, D2
vel de la realización del fantasma: pérdida del simbo­
lismo, transformación del signo doble en un signifi­ Esquema 5
cante adecuado a la mirada, en el que, aquello que se
ofrece como lo natural se aproxima a lo didáctico. Este esquema coincide con la estructura del sistema
Siendo una denegación de la negación, el nombre pro­ pronominal que los psicoanalistas7 encuentran en el
pio se vuelve una aserción. Constituye una mediación discurso del objeto del psicoanálisis;
del sujeto de la enunciación gracias a la cual la narra­
ción obtiene dimensiones individuales y de aconteci­ [ yo S )
miento. El personaje deviene pues o b j e t o de este diálo­
go que es la narración, una especie de r e g u l a d o r de sistema \ sistema del
) él
este sistema dialógico. Así, la constitución del perso­ pronominal , / relato
naje es el paso por una muerte, necesaria para la j él„ k* I
estructuración del sujeto como sujeto de la enuncia­
ción (es decir, como s i g n i f i c a n t e ) y para su inserción V se S, )
6. Es el problema al que sin duda se refiere Benveniste al Esquema 6
escribir que el enunciado histórico es una representación de
hechos acaecidos en un momento determinado del tiempo, sin 7. Cf. Luce Irlgaray, «Communication linguistique et com-
intervención alguna del locutor en el relato (Cf. cap. 5.4. y 6). munication spécculalne», Cahiers pour l’analyse 3 (mayo 1960).

114 116
Nos hallamos, pues, do niiovo, al nivel del toxto (del Las categorías dt> sujeto y objeto, tales como se janeen
significante) en la relación S, : S„ el diálogo S : D a tan en el modelo mítico actanclal, están muy l«J..... le
cuyo alrededor se estructura toda narración. El papel poder ser separadas. El libro es en efecto un objeto
de D respecto a S se juega con relación a Sa, y se in­ destinado a Jehan de Calabre, pero al mismo tiempo
serta en el sistema de la escritura haciéndolo pasar por su autor se ofrece como el principal sujeto do este olí-
el estadio de la nada. E l s u j e t o d e l e n u n c i a d o es a la jeto que también es él, al mismo tiempo. Más ade­
vez representante del sujeto de la enunciación y re­ lante hablaremos con mayor detalle del problema del
presentado como objeto del sujeto de la enunciación. doble estatuto de los actantes de la novela. Señalemos
Es, pues, conmutable con el anonimato del autor y con ahora que en el modelo actancial novelesco no nos ha­
esta génesis de uno a partir de cero que el p e r s o n a j e llamos ante contradicciones y selecciones igualmente
(el tipo) constituye. Es ambiguo, S y D se entremezclan imposibles e insatisfactorias, como tan bien ha indi­
en él. Es así como aparece como refugio de la subje­ cado Lévi-Strauss en el caso del modelo del relato
tividad en lo más próximo del cero. épico, sino ante c o n t r a d i c c i o n e s a s u m i d a s e n u n t o d o ,
Desde siempre, pues, la narración está constituida es decir, ante oposiciones no-exclusivas. De tal modo,
como una matriz significante por el destinatario a que el modelo actancial de la novela podría ser re­
quien remite esta narración. Toda narración contiene presentado como sigue: 8
esta diada dialógica que la narración forma con el otro
y que se traduce por la relación dialógica de Sa : Sc,
siendo el uno para el otro, alternativamente, signifi­
cante y significado, pero no constituyendo más que un Objeto
juego de permutación de dos significantes por un sig­ R
nificado. De todos modos, este diálogo, esta posesión Sujeto
del signo con dos caras, el hecho de que la narración
sea lenguaje, apenas se exterioriza en la estructura
novelesca. Será en la novela donde este diálogo apa­
recerá como un «é l» que puede actuar sólo, siendo siem­
destinador ... R R It dest Imitarlo
pre doble, distinto de sí mismo y por ello transforma­
ble (lo que también significa psicologizable).
Por otra parte, la función no-disyuntiva del signo
que domina a la novela, transforma cada entidad (y de
ahí cada actante) en su contrario, de tal modo que Adyuvante
cada entidad es al mismo tiempo su otro, es decir, do­ II
ble. Así, no podemos decir que en «Jehan de Saintré» Oponente
la Dame sea un adyuvante o un oponente del sujeto
(del héroe de la novela, de Saintré); no es primero
adyuvante y luego oponente, como podría pretenderse
Esquema 7
a partir de un modelo m ítico; es adyuvante y oponente
al mismo tiempo, o, más bien, ni una cosa ni la otra. 8. Kl nIumii lt nnfUilti la transformación de un término en
otro.

116 117
W W W

:t 1,3 Ki. a« j an r»'. como discurso. El kntatuto de los y hace do hecho que el enunciado de ende m inóle «o
ENUNCIADO* COMO INDICADOR DEL ESTATUTO AC- capacialico, dejando oír en hu propia estructura el «m
TANCIAL. de los enunciados de los demás.
Renunciando a una tipología de los actantes, defini­
remos sus estatutos partiendo del postulado de que un
actante no es otra cosa sino el discurso que asume o 3.1.3.1. E l enunciado en el espacio de los textos. —
por el que está designado en la novela. Nuestra carac­ La fijación del estatuto específico de los enunciados
terística de las transformaciones actanciales se apo­ en los distintos géneros (o textos) como significante de
yará, pues, en las relaciones entre los discursos de los diferentes modos de intelección (literaria) sitúa el
los distintos actantes, tal como se establecen en el in­ análisis poético en un punto neurálgico de las ciencias
terior de un mismo enunciado actancial. humanas en la actualidad, en el punto en que se cru­
Como en todo análisis transformacional, nos situa­ zan el l e n g u a j e (práctica real del pensamiento 10) y el
mos en el «n ivel» de la competencia, buscando allí la e s p a c i o (dimensión en la que se articula la significa­
topología de las instancias de discurso, topología que ción, por una reunión de diferencias).
no se presenta al «n ivel» de la actuación (perfor­ Estudiar el estatuto del enunciado significa estu­
mance). diar las articulaciones de este enunciado (como com­
Un procedimiento análogo a éste, en la historia de plejo sémico) con los demás enunciados del mismo
la poética, consistió en la distinción de los géneros se­ actante, y encontrar las mismas funciones (relaciones)
gún los personajes que toman la palabra (el poeta, el al nivel de las articulaciones de secuencias más grandes
héroe, o ambos alternativamente) y se remonta a Pla­ (la relación entre los enunciados de actantes distintos).
tón (República, 392-394). La encontramos otra vez en Ante esta concepción espacial del funcionamiento del
la Edad Media, transmitida por Diómedes (siglo iv) que lenguaje en la novela, será necesario definir antes las
distinguía: 1) genus activum vel im itativum (drama- tres dimensiones del espacio textual en el que van a
ticon vel mim eticon): este género no comporta la in­ realizarse las distintas operaciones de los conjuntos
tervención del poeta, hablan sólo los personajes del sémicos y de las secuencias novelescas. Estas tres di­
drama; 2) genus enarrativum ( exegeticon vel apangel- mensiones son: el sujeto de la escritura, el destinata­
ticon): sólo el poeta tiene la palabra; 3) genus com- rio y los textos exteriores (tres elementos en diálogo).
mune ( koinon vel mikton): tienen la palabra los per­ El estatuto del enunciado se define entonces (a) hori-
sonajes y el poeta.9 Estas distinciones no son del todo z o n t a l m e n t e : el enunciado, en el texto, pertenece a la
injustificables, como podría parecer a primera vista. El vez al sujeto de la escritura y ni destinatario, y (b)
hecho de que en un género literario hable uno u otro v e r t i c a l m e n t e : el enunciado, en el texto, está orien­
tipo de actante, que este actante sea uno sólo, o que tado hacia el corpus literario anterior o sincrónico.
sean varios, cambia el estatuto de los discursos, los Pero en el universo discursivo del libro, el propio
estratifica en función de su relación con los demás,
10. «El lenguaje es tu conciencia real, práctica, que existe
también para mi por ve/ primera». Cf. «La ideología alemana»,
9. Cf. E. R. Curtius, La littérature européenne et le moyen en . Marx y K, Elígela, Mudes philosophiques (París, Ed. Socia­
age latín (París, P.U.F., 1956), pp. 540-541. les, 1001), p. 70.

118 119
destinatario está incluido únicamente en calidad de tlflcado por el principio (lo la expansión semántli u, l'n
discurso. Se fusionu, pues, con este otro discurso (este dría así plantearse y demostrarse la hipótesis da ipia
otro libro) de acuerdo con el cual el autor escribe su TODA EVOLUCIÓN DÉ LOS GÉNEHOS LITERARIOS EN UNA EX
propio texto; de modo que el eje horizontal (sujeto/ TERIORIZACIÓN INCONSCIENTE DE LAS ESTRUCTURAS LIN­
destinatario) y el eje vertical (texto/contexto) coinci­ GÜÍSTICAS a sus distintos Niveles . La novela, particu­
den para desvelar un importante hecho: el enunciado larmente, exterioriza el dialogismo lingüístico.11
(el texto) es un cruce de enunciados (de textos) donde
se lee por lo menos otro enunciado (texto).
Así, el estatuto del enunciado como unidad mínima 3.2.1. C rítica de la concepción bajtiniana de la pala ­
del texto muestra ser el mediador que une el modelo bra dialógica . D efinición del dialogismo no ­
estructural al ambiente cultural (histórico), así como velesco
el regulador de la mutación de la diacronía (de la his­
toria) en sincronía (en estructura literaria). Por la no­ La idea de «diálogo lingüístico» era cara a los forma­
ción misma de estatuto, el enunciado es puesto en listas rusos. Estos insistían acerca del carácter dialó­
espacio; funcióna en tres dimensiones (sujeto/destina- gico de la comiíríicación lingüística 12 y consideraban
tário/contexto) como un conjunto de elementos sérm­ que el monólogo como «forma embrionaria- de la len­
eos en diálogo, o como un conjunto de elementos am ­ gua común» 13 era posterior al diálogo. Algunos de ellos
bivalentes . Por lo tanto, la tarea de la semiología lite­ hacían la distinción entre el discurso monológico como
raria será encontrar los formalismos correspondientes «equivalente a un estado psíquico» 14 y el relato como
a los distintos modos de junción de los enunciados (de «imitación artística del d is c u rs o monológico».15 El cé­
las secuencias) en el espacio dialógico de los textos. lebre estudio de Eljenbaum sobre E l Capote de Gogol
parte de estas concepciones. Eljenbaum constata que

11. En efecto, la monilllllea onliiirlill'lil, ul dmdKniir «I fun


clamento lingüístico del <11«c»itoo, «Mdlnln qu* un, mino» «II
expansión esfc recomió minino i'uuii nlmiin .linio mulo ,i, ...ni
munication syntaxtquonioiil pina oinipln ipi'olln* y ilollno ln m -
3.2. E L «DIALOGO LIN G Ü ISTIC O » pansión como «un des áspenlo loo pina liupnrliinlM dll fniulliui
Y L A A M B IV A L E N C IA nelnent des langues nntui'ollco» (cr A I (lrvtttlMi W w ««Ih/nx
structurale^, p . 72). Vemos, piioo, o l í lo i « p n n « M n n u n i u « u n d o n
aspeets importante' des lampión nnliirtdl........ I piliml|...... pío iuin
autoriza a estudiar las roluclopwi lliigllloi Ion », v pm 1 ln llinlrt n ver
La descripción del funcionamiento específico de los la estructura de los género» m in o uno o ilin ln I m i 'M ii (uno expiín
enunciados en los distintos géneros (o textos) litera­ sión) de las estructuras Inlinroiilo» ni Ix Mh m m Im
12. E. F. Bouddé, K latín U ir lo , oimíl.|. |/uniiio v (Por una
rios exige por lo tanto un proceder translingüístico :
, historia de. las hablas do ln ilmu II.... . (l(n/nii, IHUI)).
(1) concepción del género literario como sistema semio- 13. L. V. Scerbii, Voaliirihi h m liitnlr tutrt'i'lc (El dialecto
lógico impuro que «significa bajo el lenguaje, pero nun­ loujik del Este) (Petrogrndu. lililí)
ca sin él»; (2) operación con grandes unidades de dis­ 14. V. V. Vinogriulnv, u diniMimlaconkot recl» (Sobre el
discurso dialógico), Hiiatkul....... i m i
curso : frases, réplicas, diálogos, etc., sin tener que se­ 15 V. V. Vinogrinlnv, l'i.riHn ( I,«nilogrado, Academia, 1926),
guir por fuerza el modelo lingüístico, y que está jus- p. 33.

120 121
H texto de Cogol no refiero n una forma oral <lo la Insistiendo acoren de la diferencia «miro h ha iones
narración y n sus carnoterlatlcnH lingüistica* (entona­ dialógicas y relaciones propiamente lingüísticas, ita|iin
ción, construcción sintáctica del discurso oral, léxico subraya que las relaciones según Ion que hc organiza
respectivo, etc.). Instituyendo asi dos modos de narra­ el relato (autor-personaje; aquí podemos añadir sujeto
ción en el relato, el indirecto y el directo , y estudiando de la enunciación-sujeto del enunciado) son posibles
sus relaciones, Eijenbaum no tiene en cuenta que, en porque el dialogismo es inherente al propio lenguaje.
la mayoría de los casos, el autor del relato, antes que Sin explicar en qué consiste este doble aspecto de la
referirse a un discurso oral, se refiere al discurso del lengua, Bajtin subraya sin embargo que «el diálogo
o t r o , en cuyo caso el discurso oral no es más que una constituye la única esfera posible de la vida del len­
consecuencia secundaria (al ser el otro el portador del guaje». Hoy podemos encontrar las relaciones dialógi­
discurso oral). cas a múltiples niveles del lenguaje: en la diada c o m ­
Para Bajtin, la separación diálogo-monólogo tiene b i n a t o r i a lengua/palabra, en el propio sistema de la
una significación que supera ampliamente el sentido lengua (contrato colectivo, monológico, así como siste­
concreto en que fue usada por dos formalistas rusos. ma de valores correlativos que se actualizan eVi el diálo­
No corresponde a la distinción directo-indirecto, monó­ go con el otro) y de la palabra (esencialmente «combi­
logo-diálogo en un relato o una pieza de teatro. En natoria», no creación pura sino formación individual
Bajtin el diálogo puede ser monológico, y lo que se de­ sobre la base del intercambio sígnico). A otro nivel (que
nomina monólogo es con frecuencia dialógico. Para él, cabría considerar análogo al del espacio ambivalente de
estos términos remiten a una infraestructura lingüís­ la novela) se ha demostrado incluso «el doble carácter
tica cuyo estudio incumbe a una s e m i o l o g í a de los del lenguaje», sintagmático (realizándose a través de la
textos literarios que no debería contentarse ni con los extensión, la presencia y la metonimia) y sistemático
métodos lingüísticos ni con los datos lógicos, sino que (realizándose a través de la asociación, la ausencia y
debería construirse a partir de ambos. «L a lingüística la metáfora). Sería importante analizar lingüísticamen­
estudia la lengua por sí misma, su lógica específica y te los cambios dialógieos entre esto» dos ejes del leu
aquellas entidades que hacen posible la comunicación guaje, como base de la ambivalencia novelesca. Sena
dialógica, pero no considera las relaciones dialógicas íemos también las es! niel urna doblea v ¡mu Imbrica
propiamente dichas... Las relaciones dialógicas no se ciones en las relaciones cúdlgn/mensa|e '» .pie ayudan
reducen tampoco a relaciones de lógica y significación también a precisar la Idea bajtlnlana del dialogismo
que, por sí mismas, carecen de momento dialógico. inherente al lenguaje.
Deben ser revestidas con palabras, devenir enunciacio­ El discurso bajtiniano designa aquello que Benve-
nes, expresiones mediante palabras de las posiciones niste concibe como Disemino, es decir, «el lenguaje
de diversos sujetos, para que las relaciones dialógicas asumido como ejercicio por el individuo», o, para em­
aparezcan entre ellas... Las relaciones dialógicas son plear los términos del propio llajtln, digamos que:
del todo imposibles sin relaciones lógicas y de signifi­ «Para que las relaciones lógicas y de significación de­
cación, pero, poseedoras de su propia especificidad, no vengan dialógicas, deben encarnarse, es decir, entrar
se reducen a ellas.» 16
17. Cf. R. JuUolMsn, K«ssiU (tu linguistique générale (París,
16. M. Bajtin, Problem i poetiki Dosto'ievskovo. Ed. de Minuít, 19(13), <<n|>, 0,

122 123
en otra esfera de existencia: volvere discurso, en de l'o^nlen rnlirttlliiytMl tm diálogo cmwlimls Col» ni *
/ c ir enunciado, y poseer un autor, cn decir, un sujeto literario precedente, una contentación |ioi |mi|uh d» ln
del enunciado».11 Pero para Bajtin, exponente de una escritura procedente, El diálogo v la amblvaleni in de
Rusia revolucionaria preocupada por los problemas muestran así ser el milco procedimiento que permite
sociales, el diálogo no es solamente el lenguaje asu­ al escritor entrar en la historia profesando una moral
mido por el sujeto. Es también una e s c r i t u r a , donde ambivalente, la de la negación que postula.
puede leerse el o t r o (sin alusión alguna a Freud). Así, El diálogo y la ambivalencia nos llevan a una con
el dialogismo bajtiniano designa la escritura a la vez clusión importante. El lenguaje literario de los Mein
como subjetividad y como comunicatividad. Ante este pos modernos, por lo tanto post-mítico es, tanto en «'1
dialogismo, la noción de «persona-sujeto de la escri­ espacio interior del texto, como en el espacio de los
tura» empieza a borrarse para dar paso a otra: la de textos, un «doble». E l p a r a g r a m a poético de que habla
ambivalencia de la escritura. Saussure («Anagrammes») se extiende desde c e r o hasta
d o s : en su campo, el «uno» (la definición, la «verdad»)
no existe. Esto significa que la definición, la determi­
3.2.2. La a m b iv a l e n c ia nación, el signo « = », y el propio concepto de signo que
supone una escisión vertical (jerárquica) significante/
El término de «ambivalencia» implica la inserción de significado, no pueden ser aplicados al lenguaje poé­
la historia (de la sociedad) en el texto, y del texto en tico que está formado por una infinidad de conexiones.
la historia; para el escritor constituyen una sola y La noción de signo (Significante-Significado), resul­
misma cosa. A l hablar de «dos caminos que se juntan tando de una abstracción científica (identidad — sus­
en el relato», Bajtin designa la escritura como lectura tancia — causa — fin, estructura de la frase indo­
del corpus literario anterior, el texto como absorción europea) designa un corte lineal vertical y jerarqui­
de y réplica a otro texto (la novela polifónica es estu­ zante. La noción de doble resultante de una reflexión
diada como absorción del carnaval, la novela monoló- sobre el lenguaje poético (no científico) designa una
gica como ahogo de la estructura literaria que en razón «espacialización» y una puesta en correlación de la
de su dialogismo Bajtin denomina la «menipea»), Así secuencia literaria (lingüística). Implica que la unidad
concebido, el texto no podría ser analizado con los mínima del lenguaje literario os por lo menoH d o iii .e
solos medios de la lingüística. Bajtin postula la nece­ (no en el sentido de la diada slgniflcantc/signiflcado,
sidad de una ciencia que llama la t r a n s l i n g ü í s t i c a y sino en el sentido de u n a y o t r a ) y hace pensar en el
que,, partiendo del dialogismo del lenguaje, podría in­ funcionamiento del lenguaje poético como m o d e l o t a ­
b u l a r en el que cada «unidad» (aunque esta palabra
cluir las relaciones intertextuales, aquellas r e l a c i o n e s
que el discurso del siglo xix llama «valor social» o no pueda aplicarse más que entre comillas, al ser doble
«mensaje moral» de la literatura. Lautréamont quería toda unidad) actúa como un v é r t i c e multidetermina-
escribir para dominar a una g r a n m o r a l i d a d . En su do. E l ' d o b l e sería la secuencia mínima de esta semio­
práctica, esta moralidad se realiza como una ambiva­ logía de la novela moderna que domina nuestro pen­
lencia de sus textos; los Chants de Maldoror y las sar desde el Renacimiento.
Sin querer llegar hasta el final de nuestra refle­
18.
\
P rob lem i poetiki Dosto'ievskovo, p. 295. x
xión, insistiremos, en lo que sigue, acerca de una de

124 125
J
mu* consecucnclnH: la Inaptitud de un sistema lógico giosa, li'ulúgli it \ I ihIm I í 'ImI m
con base cero-uno (falso-verdadero, vuelo-notación) ii lll lóglrii II I, . .i i Im||||ii|IIi . i
para dar cuenta del funcionamiento del lenguaje poé­ guraa ijun Msjllu di oomimi un
tico. de ii lliovnun ni» i'rin . .qnii i.. | n
En efecto, el método científico es un método lógico la definición do un 11|><i ti . ii>«u a
fundado en la frase griega (indo-europea), que se cons­ la textura do un loma lint.....isli||^^^^^
truye como sujeto-predicado y que procede por identi­ lato narrativo y deicrlpth o poili tu
ficación, determinación, causalidad. La lógica moderna son, por consiguionto, monolóuii'om El Union dlautll'aii
desde Frege y Peano a Lukasiewicz, Ackermann o en que la lógica poética 0-2 so realiza lulngi................ .
Church, que evoluciona en las dimensiones 0-1, e in­ el del carnaval: quebranta las leyes dol código lliigliln
cluso la de Boole que, a partir de la teoría de conjuntos, tico, así como las de la moral social, adoptando la )•■
da formalizaciones más isomorfas al funcionamiento del gica del fantasma.
lenguaje, son inoperantes en la esfera del lenguaje De hecho, esta «transgresión» del código llngülalli o
poético, en el que el 1 no constituye un límite. (lógico, social) en el carnaval19 es posible sólo poique
No podríamos, por consiguiente, formalizar el len­ se da a sí misma una ley o t r a . El diálogo no oh la « 11
guaje poético con los procedimientos lógicos (científi­ bertad» de decirlo todo: es una «burla» (Lautréamniit)
cos) existentes, sin desfigurarlos. La semiología litera­ pero t r á g i c a , un imperativo distinto del Uno. Cuba
ria deberá construirse a partir de una l ó g i c a p o é t i c a , insistir sobre esta particularidad del dialogismo como
en la que el concepto de p o t e n c i a d e l o c o n t i n u o en­ t r a n s g r e s i ó n q u e s e d a u n a l e y , para distinguirlo do
globará el intervalo de 0 a 2, un continuo donde el 0 un modo radical y categórico de la pseudo-transgre-
denota, y el 1 está implícitamente transgredido. sión de que da pruebas cierta literatura moderna eró­
En esta «potencia de lo continuo» del cero al doble tica y paródica. Siendo esta última «libertina» y «rela-
específicamente poético, se observa que lo «prohibido» tivizante», hay que inscribirla en el campo de la acción
(lingüístico, psíquico, social) es el Uno (Dios, la ley, de la l e y q u e p r e v e su t r a n s g r e s i ó n ; es también una
la definición) y que la única práctica lingüística que compensación del monologismo, no supera el interva­
escapa a esta prohibición es el discurso poético. No es lo 0-1, y nada tiene que ver con la problemática revolu­
por casualidad que las insuficiencias de la lógica aris­ cionaria del dialogismo que implica un desgarramiento
totélica en su aplicación al lenguaje hayan podido ser respecto a la norma y una relación de términos oposi-
señaladas por un lado, por el filósofo chino Chang cionales no exclusivos.
Tung-Sun, que procedía de un horizonte lingüístico A la novela que engloba la estructura carnavalesca
(el de los ideogramas) donde en el lugar de Dios apa­ se le da el nombre de novela po lifó n ica . Entre los ejem­
rece el desarrollo del diálogo Yin-Yang, y por otro plos que aduce Bajtin, puede citarse a Rabelais, Swift,
lado por Bajtin, que intentó superar a los formalistas postoyevski. Podríamos todavía añadir toda la novelís­
a través de una formalización dinámica elaborada en tica «moderna» del siglo xx -Joyce, Proust, Kafka— ,
una sociedad revolucionaria. Para él, el discurso narra­ precisando que la novela polifónica moderna, aunque
tivo, que asimila al discurso épico, constituye una posea con relación al monologismo un estatuto análogo
prohibición, un m o n o l o g is m o , una subordinación del
código al 1, a Dios. Por consiguiente, la épica es reli­ 19. Cf. cap. 5.4.1.

J 127
ni estatuto de lit novela dlalóglca do las épocas proce­ n.iiNtvA, en oposición ni ni vel
dentes, so distingue cluramento de esta última. einiaallilnil
mlnaclón Idont Itl» mili» que
Una ruptura so operó a finales del siglo xtx, do
glca.
modo que si el diálogo en Rabclnis, Svvift. o Dostoyevski
i .m concepción del lmigui«|M
permanecía a un nivel representante, fictivo, la novela
o ambivalencia lleva n ..............i un
polifónica de nuestro siglo se hace «ilegible» (Joyce) e
estructura novel»•<» a, »|mi< miIm|iI<i l.t
interior al propio lenguaje (Proust, Kafka). Es a par­
siflcaclún di» Ion oiuin» indi. .i. i
tir de este momento (de esta ruptura que no es única­
tipología del discuta»»
mente literaria, sino también social, política y filosó­
fica) que el problema de la intertextualidad (del diá­
logo intertextual) se plantea como tal. La propia teoría
de Bajtin (así como la de los Anagramas saussurianos)
deriva históricamente de esta ruptura. Bajtin pudo
descubrir el dialogismo textual en la escritura de Ma-
3.3. L A C LA S II|’I ( ’A (,I(>N Id I mi |t NI INI UlM iu
iakovski, Jlebnikov, Bieli (para no citar más que al­
EN E L R E LA TO
gunos de los escritores de la revolución que inscriben
los trazos más agudos de esta ruptura escriptural)
K antes de extenderla a toda la historia literaria como
principio de toda subversión y de toda productividad Según Bajtin, pueden »ll»l IiimuIims lien CMlstfnl'ts* de
enunciados en el reíalo
textual contestataria.
(a) El enunciado lilNM lo, I|ile retidle ,i mii nb|eto,
La novela «Jehan de Saintré» que aquí examina-
expresa la ultima liialan» la algnlfleal Iva del .sujeto del
Ú mos se sitúa a medio camino entre una estructura mo-
discurso en el mareo de un contexto; es el enunciado
L nológica y una estructura dialógica. Nos ofrece, por
del autor, el eimui lado anunciante, enunciante, expre­
consiguiente, la posibilidad de observar de manera más
sante, el enunciado DINOTATiVo <iue debe procurar la
clara cómo se produce la estratificación del discurso en
comprensión objetiva, directa No conoce nada fuera
el interior de los enunciados (de los actantes). de sí mismo y su "b|Hn, ,»I »|ue mirilla adecuarse (no
De este modo, el término bajtiniano d i a l o g i s m o , es «consciente» de la luí lucio la de los enunciados
como complejo sémico francés, implicaría: el doble, extraños).
el lenguaje, y una nueva lógica. A partir de este térmi- Acabamos de denioiitrar, alo embargo, que en el
no, que la semiología puede adoptar, se dibuja una espacio no-disyuntivo de la novela, no existen los enun­
nueva aproximación a los textos poéticos. La lógica ciados unívocos, y que todo » imin i.idn :.»• desglosa. Ve­
que implica el «dialogismo» es a la vez: remos más adelanta' cómo esta multiplicación se pre­
(1) una lógica de distancia y de relación entre senta en el enunciado del dcstlnador en «Jehan de
los distintos términos del a frase o de la estructura Saintré». —.
narrativa indicando un devenir en oposición al nivel La noción d»' univocidad o de objetividad del mo­
de continuidad y de substancia que obedecen a la ló­ nólogo y de la época con que se relaciona, o bien del
gica del ser y que denominaremos monológicas; enunciado denotativo y objetual, no se resiste al aná­
(2) una lógica de analogía y de oposición no ex- lisis psicoanulitlco y semántico del lenguaje. El dialo-
128 129
glsmc ch coexlennivo n oNtrucfurim profumliiN dH din »*l .......... lvnli
curso, A pesar de Bnjtln, y a penar da Benvonlito, lo IMMM «tu MltfMiM
encontramos al nivel do la palabra denotatlvo«baJtl I Mili,ISAi IÓN III
niana como principio de toda enunciación, y también al ralHi'lóii ni huí
nivel de la h i s t o r i a de Benveniste que, del mismo TACIÓN I lililí lll <
modo que el nivel del d i s c u r s o benvenistiano, supone hi< tonui lo lmli.nl.i 11., ir
una intervención del lector en la novela y una orien­ no upmpla do iM . lo in ImHvI
tación hacia el Otro (en tanto que destinatario o en enunoindoH nmlilviili'iiln* mi i h
tanto que «personaje»). Para describir el diálogo inma­ que el autor expióla la palnlil'H «I»» inm,
nente del enunciado denotativo o histórico, hemos te­ tra su pensamiento, pitea «lid priipliM
nido que recurrir al psiquismo de la escritura como dirección haciéndola relativa Nuda d i
rasgo de un diálogo con uno mismo (con el otro), en la segunda categoría do eimii. ladim Hllilllti
como distancia del autor respecto a sí mismo, como de los que la p a r o d ia constituyo una ■ «ptn ni, Aq
desdoblamiento del escritor en sujeto de la enuncia­ autor introduce una significación opílenla a la ..i|inUli||
ción y sujeto del enunciado. ción de la palabra del otro. Cuanto a la I « i • 11 n .ule
(b) El enunciado o b j e t u a l es el discurso directo goría de enunciados ambivalentes, de la que la m ili
de los personajes. Posee una significación objetiva di­ m ic a i n t e r i o r o c u l t a constituye una especie, ne . aun

recta, pero no se sitúa al mismo nivel que el discurso teriza por la influencia activa (es decir modificante) del
del autor, hallándose a una distancia de perspectiva res­ enunciado del otro sobre el enunciado del autor. Es el
pecto a él. Está a la vez orientado hacia su objeto, y es, escritor quien «habla», pero un discurso extraño se
él mismo, objeto de la orientación del autor. Es un halla presente constantemente en esta palabra que el
enunciado extraño, subordinado al enunciado narra­ autor deforma. En este tipo a c t iv o de enunciado am­
tivo como objeto de la comprehensión del autor. Pero bivalente, el enunciado del otro está representado^or
la orientación del autor hacia el enunciado objetual el enunciado del narrador. La autobiografía y las con­
no penetra en él: lo toma como un todo sin cambiar fesiones polémicas, las réplicas al diálogo, el diálogo
ni su sentido ni su tonalidad; lo subordina a efectos camuflado, constituyen ejemplos de este tipo de enun­
propios sin introducir significación alguna. De tal ciado ambivalente.
modo, el enunciado (objetual) devenido objeto de otro , He aquí, pues, la clasificación bajtiana de los enun­
enunciado (denotativo) no es «consciente» de ello: el ciados del relato examinados según un método dia­
enunciado objetual es, pues, unívoco, como el enun­ lógico :
ciado denotativo.
(c) Pero el autor puede utilizar la palabra de otro
para introducir un nuevo sentido, conservando el sen­ I — E l e n u n c ia d o d e n o t a t iv o

tido que tenía ya el enunciado. De ello resulta que el Directamente orientado hacia su objeto, expre­
enunciado adquiere dos significaciones; que se vuelve sando la última instancia significativa del lo­
a m b i v a l e n t e . Este enunciado ambivalente es, pues, el cutor.
resultado de la yunción de dos sistemas de signos. En
la evolución de los géneros, aparece con la menipea y

130 131
/*
II — E l enunciado objetual (3) lipu activo (H enunciado
« 1 M llillie lM ilii
ajeno r«prm<iiUtilo i»ir ni I I l e l i l í Mi i I O »
(1) con preponderancia de las «inundado (leí mu i auni') •li *ii l«- ruin mi
características sociológicas (ll) polémica lililí luí iii'lllln • llM lItllM M f l l l l l l l l .
lle I h Im i'I i i I I M
típicas distintos
grados de (I») lllllnlilngl alia V * "lile Iii Im I u i n I mm
objetividad mIoIICM pnlOlllli ilM m u i | u m i 1 11MM m i l i
(2) con preponderancia de los mI MÍtMHeltMÍO
rasgos caracterológicos (c) todtí enUlielilllll ipie le
mltn id cnunciuiln ajenn Í Ui ml Ii li il ,I l Mm i l I HmHmll ui iHi
M »ll I i i I I iih iii Ih
(d) réplica del dlAlngn i*f•'* llimliil m
(c) dlrtlngn polémico

III — El enunciado que se refiere al enunciado La novela ch el Unico p é n e lo ipie portee c i i i i i i i I h i I hn


AJENO ambivalente*; en ruin «m(i llm la i aun tmi |«tI«*m e«p»
(enunciado ambivalente) cílica de mi cal niel uní

(1) enunciado ambivalente con


orientación única
(a) estilización disminuyendo
la objetualidad;
(b) relato del narrador tendiendo a una
(c) enunciado inobjetual del reducción de la 3 I OIM1ANI/ \l lili III I \ Ml( 1NIl'K*A(*l<)N
personaje portavoz (par­ ambivalencia o N< IVI'II ,|i!H( 'A
cial) de la concepción del a un enunciado
del tipo I
autor
(d) Icherzáhlung A paillr de la dlulm ai liai del lundeln netnneial mítico,
p m le ii......... ila lilm e i iliiu iiiudelna de organización de
la Mig> i ' " i i la ayuda de dos catego­
(2) enunciado ambivalente con' ría* d la liig li a«
orientación múltiple disminuyendo
la objetividad
(a) parodia en todas sus va­ y activando el
I Mídelo (Mi I >e*iinaiatio (D).
riedades pensamiento 2, ....... <b lo tutu nutación ■■ Sujeto del
(b) cuento paródico ajeno, se «munulMllii
dialoguizan
(c) Icherzáhlung paródica
interiormente
(d) enunciado del personaje y tienden a II piiio......... . i" 11111 >11•. i una relación dialógica. El
parodiado disolverse en egioido i a 11 il li a lu í i el. a imies modales en la realiza-
(e) todo tipo de remisión al dos enunciados ...... d'i diaii,un ki modelo 1 determina el género
del tipo I (poema, epopeya, novela); el modelo 2 las variantes
enunciado ajeno con
cambio del acento de género.

132 133
En In i*»Iriii'lm u iiovH pnch | mil (Yinleu (j,| h>IIk ii \II (mili' mi i n lili.i i|ii l.i umI mii Hll" «UalrtuU'n <tn In im
ni?) til prliimi' modelo dlttlhglao (H I» iicUla «mi* Vi’lu Al tul........... ni ............... l' vtuiu («Un
tenimenlo on el dlBcurno que rucrlbe, y «o prMentn y nmii'iiliuIn) iln mi im ijiii » mi!i,i |" r> construyéiulimi'
como una contentación perpetua do cato dlacurao. 101 iim I lu lilii M llllilViili'iii lH
Interlocutor del escritor os pues el propio escritor, en
tanto que lector de otro texto. El que escribe es el Llt<K<ini<iN n*»i ni wli4iilc*|il•* l'HHi'Ugma:
mismo que el que lee. A l ser su interlocutor un texto,
él mismo no es más que un texto que se relee reescri­
biéndose. La estructura dialógica no aparece, así, más Práctica Dio»
que a la luz del texto, construyéndose con relación a
otro texto como ambivalencia. Discurso «1 lUioria»
Por el contrario, en la épica, D es una entidad ab­
soluta extra-textual (Dios, la comunidad) que rélati- Dialogismo Monologismo
viza el diálogo hasta eliminarlo y reducirlo a un mo­
nólogo. Es fácil entonces comprender por qué la no­
Lógica correlaciona! Lógica aristotélica
vela llamada clásica del siglo xix y toda novela con
tesis ideológica, tiende hacia lo épico, y constituye
una desviación de la estructura propiamente noveles­ Sintagma Sistema
ca. (Cf. el monologismo de Tolstoi, épico, y el dialo-
gismo de Dostoyevski, novelesco.) Carnaval Relato
En el marco del segundo modelo, se observan va­
rias posibilidades:

(1) La coincidencia de Sc con un grado O de Sa A M B IV A L E N C IA


que puede ser designado por «é l» (el pronombre de Menipea
la no-persona) o por el nombre propio. Es la técnica
narrativa más simple, que encontramos en el nacimien­ Novela polifónica (poligráflen)
to del relato.
(2) La coincidencia de Se con Sa. Es la narra­
ción en primera persona: «Y o».
(3) La coincidencia de Se con el destinatario (D). Esquema 8
La narración transcurre en segunda persona: «tú».
Tal, por ejemplo, la palabra objetual de Raskolnikov
en Crimen y Castigo. Michel Butor, en La Modifica-
tion, ofrece una exploración asombrosa de esta técnica.
(4) La coincidencia de Se con Sa y con D al mismo
tiempo. La novela deviene entonces una pregunta por
aquel que escribe, y muestra la toma de conciencia, por

134 135
E statuto personal : en tanto que uutor do la no
vela/liter atura.
3.5. EL DESTINADOR 1 2
1. Sujeto de la enunciación. Sujeto transcendental.
3.5.1. La distribución de las instancias de discurso 2. Sujeto del enunciado.
/ \
El texto de «Jehan de Saintré» posee una arquitectu­ 1 2
ra gráfica en tres capas discursivas, anunciadas cada 1. Enunciado narrativo-centrípeto.
una por una rúbrica que designa el portavoz del enun­ 2. Enunciado distributivo-centrífugo.
ciado que sigue: el actor (en el texto «l’Acteur» 80
veces, «L’Acteur encore» 15 veces, «encore l’acteur»
1 vez; 1 vez «L’Auteur», 1 vez «l’Acteur») la Dame 3.5.1.2. El doble estatuto del destinador: Actor/A u­
(20 veces, «La Dame encore» 5 veces, «Madame» 1 vez) tor, sujeto retórico/ sujeto literario. — La palabra «ac­
y Saintré (5 veces). tor» (lat. actor) confundida fonética y semánticamente
con la palabra «autor» (lat. auctor ) y que encabeza el
párrafo para introdu'cir la palabra del escritor solo
3.5.1.1. Estratificación del enunciado del destinador. 0 del escritor y sus personajes, revela el proceso en
— El enunciado del destinador en «Jehan de Saintré» que se vive y se construye el destinador como sujeto
presenta múltiples oscilaciones que examinaremos su­ retórico (actor del relato) y sujeto literario (autor
cesivamente. Ante todo, distinguiremos t r e s e st a t u ­ de la novela).
tos del enunciado del destinador. (A) el destinador Digamos que lo que se escribe como «el Actor» po­
como sujeto retórico/como actor/ — estatuto prono­ see un estatuto pronominal: sería el anonimato del
minal; (B) el destinador como sujeto literario/como «yo» no asumido por una persona. Como tal, el Actor
autor — estatuto personal; (C) estatuto transpronomi­ es uno de los protagonistas de esta representación que
nal del destinador — anulación del destinador en el transcribe el libro. Espectador de un drama, el Actor
texto comprendido como productividad. es, mejor todavía, el locutor de un dlHcui’Ho en el que
En segundo lugar, estudiaremos las variaciones so insiere o que rechaza. Esta alianza del espectador
sujeto-persona en sujeto de la enunciación y sujeto del con el locutor, digamos incluso esta mutación del es­
enunciado. pectador en locutor, señala la traducción do la escena
Finalmente, diferenciaremos un enunciado narra­ (del teatro) medieval en la página (aquí como metáfo-
tivo de un enunciado distributivo. 1.i di' e la :alp c liirir <|Ur <■:: la ...... ... . verbal),
El actante «Destinador» aparecerá entonces como . •; , alad en la linea-
una transformación de las categorías siguientes: lht.nl di' un illsi'Ui.io. El actor deviene así el agente
E statuto transpronominal : el no-sujeto de la pro­ i >i i . mui miso, el que habla, dirige, lleva a cabo. Perso-
ductividad textual. ua |o ileí drama, acusador {actor, lat. de jurispruden­
E statuto pronominal: en tanto que actor del re- cia «.o■tinador»), el actor es también regulador del re­
lato/retórica. lato y ae presenta, por lo demás, a menudo como tal

136 137
leu la i '| mi| ihvii popular v «’ii lu clf* 1<>h trovado- marquis de Pont de mon trésredoubté selgneur. Apr^a
re*), Su «yo# (vmuoN a Indicarlo como y?>) no remite a met treshumbles et tresobeisans recommandacions, pour
ningún roiicopio (l(t|lni(lo.w Se Itala de un y7> vuelo no obeir á voz priéres qui me sont entiers commendemens,
oHumldu por ninguna perHona, por lo tanto un simple me suis delicié á vous faire quatre beaus traictiez, en deux
signo de la liiNtancla locutriz. La palabra «yo», por lo livres pour les porter plus aisiement , dont ce premier
(lemán, no aparece en el enunciado del actor: el actor parlera de une dame des Belles Cousines de France,
anónimo no puede decir «yo»; sólo dicen «yo» aque­ sans autre nom ne surnom nommer, et du tres vaillant
llo:; que poseen un nombre propio, Saintré y Lusig- chevalier le sire de Saintré... Et la troizieme istoire sera
nien, y este pronombre no aparece en ningún otro lu- une addiction que J ’ay traicte des croniques de Flendres,
qui est tres belle chose á veoir. (El subrayado es nuestro)
gai 1 l)c l.i palabra del actor se encarga el yo de un lo­ (pág. 1).
cutor anónimo que, aunque sea un su je t o , no e s una
persona.22 Así como:
Ahora bien, el pronombre «yo» (o su forma átona
«me», tónica «mí», adj. posesivo «mi») figura en el Et cy donray fin au livre de ce tres vaillant chevalier qui,
enunciado del Actor del principio al fin del libro, cuan­ oultre les armes, que J ’ay dictes, fut en maintes autres
do queda cubierto por el nombre propio de Antoine de batailles...
La Sale, y en el momento en que éste considera su tex­ ...Ores, treshault, excellent et puissant prince et mon
to como una «carta», como un valor de intercambio tres redoubté seigneur, se aucunement pour trop ou peu
en un circuito de comunicación social. escripre je avoie failly, ce que de ligier faire pouroye,
actendu que ne suis saige ne aussi elere, il vous plaise,
A vous tresexcellent et trespuissant prince, monseigneur aussi a tous et a toutes, le moy pardonner, car maintesfoiz
Jehan d’Anjou, duc de Calabre et de Lorraine, marchis et201 tel fait le mieulz qu’i’puet qui ne fait gueres bien, dont
n’est pas mervoille, moy qui suis et ay tousjours esté rude
20. En el lenguaje como sistema de signos, que distingue et de tresgros engin, en maintien, en faiz et en diz, mais
del lenguaje asumido como ejercicio por un individuo, E. Ben- pour accomplir vos prieres qui entre tous les seigneurs
veniste constata que los pronombres son signos «vacíos», no- me sont entiers commandemens, j ’ai fait ce livre dit
referenciales respecto a las «realidades», siempre disponibles... Saintré, que en fagon d’unc lectre je vous envoye, en
su papel es el de proveer el instrumento de una conversación,
que podemos denominar la conversión del lenguaje al discurso». vous suppliant que le preñez en gré. Et sur ce, pour le
(«Naturaleza de los pronombres», Problémes de linguistique présent, mon tresredoubté seigneur, autre ne vous oHcrips,
générale, p. 251.) Es, pues, al nivel del relato como sistem a fors que si treshumblement comme je sqay et i*uis mío
retórico donde situaremos el estatuto pronominal del destina­ recommande á vostre tresbonne et desirce graco, ou que
tario. je soye, et prie le Dieu des Dieux qu’il vous dolnt entiere
21. Cf. cap. 3.5.2.1. joy de trestous voz desirs. (El subrayado es nuestro)
22. «El poeta empieza donde el hombre acaba. El destino '(p. 309).
de éste es vivir su itinerario humano; la misión de aquél es
inventar lo que no existe. De esta manera se justifica el oficio
poético. El poeta aumenta el mundo, añadiendo a lo real, que En estos dos lugares, el sujeto del discurso ya no es
ya está ahí por sí mismo, un irreal continente. Autor viene de un actor , sino un autor , es decir, etimológicamente y
«auctor», el que aumenta. (...) Ser artista es no tomar en serio
al hombre tan serio que somos cuando somos artistas.» (Ortega en la significación concreta del texto, un fundador, un
y Gasset, La deshumanización del arte, pp. 44, 45, 61, Madrid, constructor; él hace, dispone, ordena, él genera, pro­
1967.) duce, crea un objeto; es vendedor (auctor, lat. de ju­
138 139
risprudencia, «vendedor»). Así, podemos ahora formu­ Expresados Omitidos Proporción
lar la hipótesis de que la instancia del autor se orga­
niza cuando el discurso está considerado como obra Je 192 68 3:1
(carta, literatura, novela) que supone un posesor y un Tu 38 8 4:1
vendedor, poseyendo nombre propio y, por consiguien­ 11, elle 329 110 3:1
te, capaz de ser asumido por un «yo». El nacimiento 11 neutro 54 61 1:1
del autor coincide pues con el nacimiento de la novela; Nous 20 10 2:1
la epopeya no tiene autor y el trovador se halla a me­ Vous 149 90 2:1
dio camino entre el locutor y el vendedor. La novela lis, elles 65 27 2:1
se estructura alrededor de un «yo» asumido por una
persona que se afirma por el proceso de la escritura. Esquema 9
Lo escrito (el libro) deviene la ley que le impone al yo
del actor (a su juego) la rigidez de un individuo con
biografía (el autor). La escritura, en el sentido de una La novela «Jehan de Saintré» tiende más bien al viejo
obra producida , de una representación discursiva ya empleo de los pronombres personales: Antoine de La
hecha, se encarga del papel mosaico que el ideologe- Sale parece huir del énfasis de la persona-sujeto y pre­
ma del símbolo (Dios) asumía en la épica para hacer ferir el anonimato en el que el «yo» del narrador se
jugar la ambigüedad del signo bajo la mirada rectifi­ funde con el «él» impersonal de un Dios cuya palabra
cadora del escritor (igualándose, de pronto, con Dios). constituye la condensación emblemática de la verdad.
El recurso de Antoine de La Sale al símbolo, es decir, El soldado devenido hombre de letras no acepta del
el desliz que existe entre el anonimato simbólico y el todo el enunciado signo que tomaría como referente
« yo » pleno , queda clarificado por el uso de los pronom­ la palabra de un «yo», sino que muestra cómo —inca­
bres personales. Así, el pronombre enfático objeto («je paz de nombrar y monos todavía de escribir lo invisi­
dis, moi») que aparece en el siglo xiv, no es usado por ble— su enunciado lo simboliza, refugiándose en un
Antoine de La Sale en «Jehan de Saintré». El pronom­ no-yo.
bre-sujeto, típico para el francés medio, pero descono­
cido en el antiguo francés, se omite con frecuencia. He
aquí el diagrama de esta omisión, dado por W. P. She- 3.5.1.3. El estatuto transpronominal <lr la productivi­
pard.23 dad textual. — Si es cierto que la novela roa lista está
basada en este doble estatuto del escritor (actor-autor),
está claro que el acto do la escritura no se reduce ni
al primero ni al segundo, sino a una punción que, pa­
sando a través del «yo» de la persona-autor, une el yo
anónimo del actor con un «él» no-personal, relacio-
nal, que remite los enunciados heterogéneos al espacio
intertextual de la escritura. Así, en la oscilación en­
23. «The Syntax of Antoine de La Sale», Publ. of the Mo­ tre un yr> y un «él», la escritura, rehusando la perso­
dera Lang. Ass. of America XX (1905), 435-501. na, rehúsa por ello mismo el ser bloqueada por un su­

140 141
jeto. En el propio acto de la escritura, el autor —ni OHlTltlllll Yu/éll Mótil | n mi i l i l i ! I l l l ' l ll • l i l i |*«||I li I nlllll
acusador-sujeto, ni vendedor-persona, por lo tanto, ni los ojos el gllllllllllll lli' til Ill ...... .. ' I .......... . 1,1 •
sujeto del enunciado, ni sujeto de la enunciación—, es to, Antoine (le I ,a Mide Intel \ lene m mi «ll MW'IIUI'N de
una «instancia» no conceptual y no individualizada; recha, menuda, teinhlmomi, bieilniiie ítem uldudim, eon
digamos que se trata de una no-instancia, un vacío que una «serena ignorancia en mnli i le di mioi mil m i'em
expulsa y unifica instancias. Podría sostenerse que la «muy preciso en la puntuación», |nini unleiiiti Mil leu
instancia de la escritura, en la medida que puede ser to como un tablero: la yunclon de la nei ucucIiim urde
pensada a través de un «yo» sin que pueda ser nunca nadas por la puntuación o por la mlliiti lian li'lll de Imi
reducible a un «yo» dicho (asumido por lo tanto por lazos sintácticos o los existentes entre loa gratuleN din-*
un sujeto o por una persona) es una «instancia» tr a n s - tagmas textuales, parece ser la preocupación pilucl
pronominal , por consiguiente tr a n s - su b je t iv a , y como pal de Antoine de La Sale.24 Daremos más adelante el
tal, TRANS-VERBAL. esquema lógico de esta yunción de secuencias que pa
rece incomprensible para el análisis literario (R. D cho-
nay habla de una «corrección caprichosa»). Así, por
3.5.1.4. El ideologema del signo a través de los esta­ ejemplo, el pasaje en el que, después de haber sido
tutos del actante destinador. — La oscilación del autor promocionado, Saintré toma la palabra para dar las
de la novela entre el «yo» pleno (personal) y el «él» gracias: al escudero, al mayordomo real, al rey, a la
relacional (impersonal) sustituye a la tradición medie­ reina (en la versión prim itiva); en la versión corregida
val del símbolo , exponente de un sistema semiótico el orden jerárquico queda restituido: los agradecimien­
bloqueado por las relaciones unívocas entre las formas tos empiezan por el rey, la reina queda, sin embargo,
y los sentidos, y donde la persona del narrador se la última, para justificar el cambio de espacio que va
identifica con la no-persona condensada en la palabra a seguir en el relato (puesto que la reina se halla en
emblemática de un «él» igual a Dios por el ideologema su habitación, para llegar hasta ella es lógico que cam­
del signo que desdobla la verdad cambiando la relación bie de lugar en la geografía del relato). Otro ejemplo
simbólica: palabra (referente) — Dios (verdad) en: de esta especie lo ofrece la medición de las lanzas.
palabra («yo» o referente) — texto (yb/él). Sin embargo, quedan pasajes a los que la correc­
El ideologema del signo en el enunciado del Autor ción no ha llegado y que incitan a los investigadores
se manifiesta de un modo claro en la comparación en­ modernos a remarcar que «Antoine de La Sale no es un
tre las dos versiones de la novela: el original y la co­ autor muy hábil, olvida a menudo su tema y continúa
rrección (el manuscrito de Barrois). Esta comparación con una construcción completamente distinta». Así:
nos permite establecer que la primera copia que An- «ceux qui errent en toutes choses sans raison, tout se
toine de La Sale parece haber dictado a un escribien­ peut amender, fors que les erreurs désordonnées, guer-
te (y que, por consiguiente, es más bien un discurso res et batailles» (49); «le roy ipil par ses gracieusetz et
oral, aunque ya escritura por estar destinado a ella), par les bons rapports qu'll en avait, l’accorda tres vo-
se distingue de la versión corregida por Antoine de lontiers» (94); «et nous savons que madame savoit que
La Sale por el hecho que el discurso referencial (la pa­
labra del «yo») está transformada en provecho de un 24. Cf. Rolaml IVuonny, «C’omment un auteur se corrigeait
orden exigido por el encadenamiento del texto (de la au XV' siécle».

142 143
una palabra e .tnii lili mis «<n \ pul la imtiUp|iMt<lóli
de nous venist, suis acertainée qu’elle n’en serait mye
contente» (342).J5 (precisamente cala «i iiiim*li'lii lit» en ln ipiH la »ll«lIm
gue de la novela lenllalnl, el Pin na n| i mim fmi'iit-M
Lo que se denomina la inhabilidad del autor es tal surge colon un dulcí minado olíalo del peniaimleolo
vez su incapacidad de superar el ideologema del sím­
bolo (la verdad directa, unívoca) para pasar al signo simbólico (la ealnicliiia del emim lado n alo mi peni
(la verdad desdoblada, no-disyuntiva) sin dejarse con­ permanece en su Ideologntua (e| peieeimleulo diadim,
fundir por una Palabra omnipotente; al contrario, su la expresión). Kesultu de clin una i ni iiiiVmII#*i# m ilu
texto es una palabra que nombra a la deriva, como un la novela: nos hallamos aclualmi ole niilii mui olMWilnn
sonido fluido, un objeto pre-existente y que el locutor por lo innombrable (una de las novela* da MaeknH
«sabe» que es innombrable. Los espacios blancos, de­ lleva este título), y de un discurso sioiai la •oiimuIh lo
jados con frecuencia sin llenar, dan testimonio de este coherente, descosido, que destruye el orden da la« pa
vértigo de lo innombrable, y de la tentación del silen­ labras, incluso su armazón. La tendencia menlpeun*
cio inherente a toda salida de un tipo de discurso ha­ se instala de nuevo, por lo tanto, como lia Mucedldn va
cia otro (de un ideologema al otro). varias veces en la historia de la Literatura, para con*
Observamos un fenómeno parecido, aunque infinita­ tituir la «transgresión» necesaria para la ley; esta va*
mente más consciente y controlado, en otra vertiente es la ley del signo lo que se pone en duda, como en el
de la historia: al principio del siglo xx y sobre todo siglo xv lo fue la ley del símbolo. Esta «transgresión»
en los años 30-50, en lo que ha sido denominado lite­ es asimilada por la sociedad al reconocerse en ella, y la
ratura del «monólogo interior» (el stream of conscious- transforma en ley; el stream of consciousness se ha
ness). Con Joyce, y sobre todo en su metamorfosis fran­ vuelto ya la «normalidad» más o menos indiscutible
cesa (en cierto modo Nathalie Sarraute, pero especial­ de la novela moderna. Así, una vez más, la revuelta
mente Beckett), la novela se debate contra el signo (la contra una estructura verbal fracasa ante la ley del
palabra) quedándose en la palabra (en la «phoné» Verbo que es la ley de la expresión. Queriéndose expre­
considerada como expresión de una idea anterior a su sión de una anterioridad, la palabra se encuentra a sí
formulación lingüística). Si en los siglos xv y xvi la misma y se desdobla al tiempo que se destruye. Apolo­
novela separaba el enunciado de la estructura del sím­ gía de lo indecible, el stream of consciousness hecho
bolo para someterla al signo, actualmente, en el siglo ley señala el último y más lejano límite de la expre­
xx, la novela se habla de un modo incómodo por la pre-' sión; después de él, el problema consiste en llegar más
sencia de la estructura del signo (y de su ideologema), allá de la expresividad. A través del signo, es la escri­
tura lo que se anuncia.
pero siendo todavía su prisionera; esto en la medida
que se quiere expresión de una entidad (psicológica,
intelectual) anterior a su realización lingüística. Así,
pensado como el mediador entre las dos vertientes de 3.5.1.5. El desdoblamiento del destinador en sujeto de
la fractura real-palabra (a la manera de la novela rea­ la enunciación y sujeto del enunciado. El sujeto trans­
lista), pero, con todo, consciente de las limitaciones de cendental. — Pero volvamos al texto de Antoine de
La Sale. E l autor está incluido en él, como un per­
25. W. P. Schepard, «The Syntax of Antoine de La Sale», sonaje con las mismas prerrogativas que los demás:
Publ. of the Modern Lanrj. Ass. of America XX (1905). La nu­ Antoine de La Sale es, así, por lo que nosotros cono-
meración es de Schepard.

144
crmoi, »*l primor pncrllor do uoveln n i proNtt fruncí»
que manlfioHln conudcnl emente mu pr<uion<'l<i n i el tex hmu • 11 til ihi Vi ilut|i|ilti* | Hn |i |t in i Im
l|i|i 'i II)
to, como la prcxenciu de una xubletlvldad perNonal cuyo
punto de vista (el discurso) suelda relatos <le distintas So dli tu que Ailtnllu di' I •! Im Im ii <iiIi**•Iii |m| mmIm i •**»*
aventuras en un todo novelesco. Esta constitución de rlrlirlfl lie lil llll'l lll lll >1 i .........Ijln > H|llt* lililí' |nil'l
un sujeto del discurso literario aparece a través de las li'ln a la luliiti di >mui IimiuIii dtd itlll lll lillllil IllMliilH Im
distancias que él toma respecto a su propia palabra, d e un i IIiíi iii mi, i«' aiii'inu a ii'i tu | luiulii a lililí IWlHll ll
así como respecto a la de sus personajes. La palabra terario: los milumi gili'Mim u i hihhIiii#, I i|| imtii iiiIhh
del Actor es denotativa , es decir, aparentemente uní­ escrituras, ele. La iluda yii yn yii »»l iiaudiui mui In
voca, que no remite más que a su objeto y expresa un anulación del yo por la autoridad da un llliM ||MMi fllfl i
referente objetivamente verdadero, sin ser puesta en ciona como una voz exterior al laulu «mllNml M (i Im
duda por una palabra otra . Sin embargo, esta palabra vez un orden permutativo de em'i'lluru y la muiIihI i|ei
denotativa presenta una oscilación permanente entre Verbo para este libro de transición que en «lalmit da
el sujeto de la enunciación (Sa) y el sujeto del enun­ Saintré». Hemos podido observar, más nrrlba Im mi.....i
ciado (Se). Un estudio transintáctico (término de Bat- ambivalencia cuando un enunciado origlmilmania In
jin) de la frase del actor, mostraría que está atravesa­ nético experimenta un cambio al ser incluido en al i a ><
da por un titubeo que designa el temor del actor (del to de la novela: los blasones y los mensajes de los lia
sujeto del enunciado) a imponer una verdad bajo la raidos se inscriben en la novela como una reunión de
garantía de un autor (sujeto de la enunciación), es de­ variaciones y permutan el ideologema.
cir, a plantear un referente/significado autónomo de Escribir, en el ideologema del pensamiento del sig­
un discurso/significante. La literatura se muestra re­ no, implica un orden, un poner en motivación la pala­
ticente a la conciencia que acaba de tomar de su apo- bra pronunciada. El tipo de escritura que se instalará
dictismo. a partir del Renacimiento será una palabra conscien­
te de tener otra palabra como referente.
Las correcciones a que Antoine de La Sale some­
En cellui temps, en la court de la royne Bonne de Boues- tió su dictado, hacen patente esta ordenación de la pa­
me, femme dudit roy Jehan, avoit une assez josne dame
vesve qui des Belles Cousines estoit, mais de son nom et labra en un texto escrito. «Al releer, Antoine de La
seignorie l’istoire s’en tait, á cause de ce que aprés pour- Sale se dedica a trasladar a un relato los menores de­
rez veoir. Laquelle dame, onques puis le trespas de feu talles de la realidad. Interviene el autor, a partir del
monseigneur son mary, pour quelque occasion que ce momento en que algo se acerca a lo verosímil. Es un
fust, ou pour sembler aux vrayes vesves de jadiz, dont novelista perfecto», constata R. Desonay.26 Construir
les histoires romaines, qui sont les suppellatives, font verosimilitud sería, para Antoine de La Sale, modificar
tant de glorieuse mención, desquels je me passe pour el curso de la palabra para conducirla a una motiva­
abregier et venir á mon propos de ceste dame que onques ción exigida por el género: el texto novelesco escrito.
puis qu’elle fut vesve á mary ne se voult accompaignier. La preocupación de Antoine de La Sale de ordenar
Me semble de prime face que ensuir vouloit les anciennes
vesves de jadiz si comme les histoires dient, c’est as- gráficamente su texto raya en la manía. Es interesante
savoir que les Romains avoient une tresloable coustume... ver cómo este guerrero se dedica minuciosamente a re-
Et de ce dit l’Apostre en se premiere Epistre Ad Thymo- 26. R. Desonay, op. cit.

146 147
distribuir sus párrafos subrayando, cambiando do es- lipy, y <ln Vn>‘i pumo •••
«| •i <1m11■11. i'iMPiii o mi ni'iiM
critura, utilizando tintas diversas. Usa dos tintas, roja i Iiiqiii' q u lm u mu t> |u•Mbni ijn umi Hlilm luí lilml tilín
y negra, hace apartados muy distintos y señales desti­ |Un i lili Iil ill mI|(IHI lili l'illilbl ill | lililí HMi I Mili II VUlliill
nadas a subrayar los pasajes esenciales, marcando ex­ o nuil lili'li lililí I i i Imll ni luí! »'>•• I Un I1I Htllln litilii ilnl
plícitamente : «Allez á la ligne»; «Ecrivez á l’encre A c lu r I i t i i i I i u ................... . I > . i| i > - 1•• \ mu h I iii i h Iii
rouge»; «Copiez tel passage en noir»; «Soulignez». Los como uim 11mi ti i ii 'Tu | n i iliiiiiliiniilu, i i i ii m lili « y 11 w iiuii
textos latinos aparecen casi siempre subrayados. Las mido por un muJcIo, Kl mitin m n|<•>I ipm u| lim
indicaciones onomásticas están señaladas con una es­ tigo que (Iisfrut.il de un punió i|i> UhIii flimii lint pin
critura totalmente distinta de las notas caligráficas: ceso descrito, iiaulánuomh: como nl|(u MülNl'lot1 N lo l|l»»»
una gran mayúscula temblorosa. La palabra actor se oye y a lo que pronuncia. Su «iiuiiulltdn hh uamma V
presenta con letras grandes o pequeñas según se trate comenta todo diálogo. Ejemplo:
de un principio o de una continuación de capítulo.
Cuando se añade, a este detallado grafismo, por un l 'acteur : — Et quand Madame eust lien piuulliHi ultlfll
lado la precisión de la puntuación (es decir, la impor­ finees, Saintré, comme enfent et tout esprín* «|n lililí i(m
belles doctrines, ne respondit riens. Lors elle lili iIImI
tancia que Antoine de La Sale concede al ritmo y la es­ «Et! beau sire, qu’en dictes-vous? Avriez vouh e llo dn
cansión) y, por otro lado, su manía de inversión sobre faire ainsin?» Alors le pouvre conjuré en levant les yenl/,
todo en la correlación de términos oposicionales (es sur elle, en basse voiz ly dist: «Oij bien, ma dame, volen-
decir, la acentuación de la negación, unida a la concep­ tiers» —- «Feriez, mon ami?» — «Ma dame, oij, de bon
ción de los dos opuestos como alternantes: «trésor de cuer. Mais qui est la dame telle que vous dictes, qui
ma vie et de ma mort» se corrige por «trésor de ma vouldroit mon Service, et amer un tel que je suis?»...
mort et de ma vie»), no puede evitarse el leer esta es­ (pág. 34).
critura como significante en su propio trazado, en su
orden semejante a la lógica de un jeroglífico. Antoine El Autor se introduce en la novela para abreviar y
omitir el discurso de los dem ás: en vez de nombrarlos,
de La Sale parece haber tocado un punto neurálgico
de la significación tex tu al: el paso del símbolo al signo encadena y escande un ritm o :
sugiere la posibilidad de una práctica semiótica otra,
l ’acteur : — Alors Madame d’estre assise se lieve et tout
fundada en el texto como orden rítmico que funciona­ hault a ses femmes dist... Lors tout asseuré comme elle
ría como una ecuación de variables sin rem itir a una lui avoit dit, faisant un peu l’esbay il se arresta, si ne
verdad (Dios o palabra) exterior al texto. Será necesa­ tarda gueres que Madame revint, puis l’appella et dist
rio el lento desgaste del signo en la novela realista, hault que toutes la pouoient bien oyr: «Or qa maistre,
para que la escritura se oriente hacia una práctica se­ qa, pourray je savoir qui vostre dame est? Et se je la
miótica donde las unidades del discurso juegan entre devinoye, par votre foy le me diriez vous? Est ce point
sí como variables que obtienen su significación según telle, telle ne telle?» — «Ma dame, nanil» — «Telle, telle
su situación escriptural en el texto. Los Chants de Mal- ne telle?» — «Ma dame, nanil»... (p. 49).
doror y las Poésies de Lautréamont cuentan entre los
primeros libros que se construyen según este principio. Una de sus principales funciones es la de blasonar:
«Jehan de Saintré» queda pues como un texto am­ describir el comercio, las compras de Saintré (p. 51),
biguo, con rasgos de símbolo y de signo, de Libro como sus vestidos (p. 63, 71, 72, 79, etc.), sus armas (p. 80).
140
Este tipo de onuncludo es univoco, remito únicamente novelesco Iriuiwrciidrlll ni n|•<«i• •< también pina niinII
n sus referentes los objetos—, y podría ser llamado un tuir al tiempo (lo la vei Imll/a lón Olí llnmpn «lexlmd»,
enunciado obj etual , Aunque a menudo emitido por uno impuesto por lita exlgenclnn del lilao «II a Iallí laln
de los personajes (la Dame, un mercader, etc.) el enun­ seray cy a pnrlei dea Imiiiioiirn ralo íi iUdldn' dea ollrea
ciado objetual está asumido por el Autor: él se presen­ et des eonglez pijli», el p.ii li i .<\ d..... i veinte deveirt
ta, por lo demás, siempre gráficamente, introducido por le roy, des veux el dea volalpeM que M adanie pian
el epígrafe: «el Actor». l’amour de lui lis!» (p. l l . i l o u|elo del Illa o ae
El yo/él del Actor se desdobla para aislar un «yo» presenta como el residuo de un pnnaainlenlo arbitrarlo
personal representando a un sujeto consciente, aquel y libre que manipula la palabra drl .líjelo iVo/eli paia
que escribe. El «yo» no dicho toma sus distancias res­ hacer que obedezca a las leyes de la palabra oidenada
pecto al enunciado fonético para juzgarlo: es este «yo» por la sintaxis de la narración.
de la enunciación quien produce los sub-títulos, emi­ El enunciado del Actor-autor queda asi esliallll
tiendo juicio, dando la apreciación del sujeto escribien­ cado: flujo de la palabra, por un lado, y ley sintáct ica
te sobre lo que va a ser escrito. Anteriormente a la es­ por el otro. Cada una de las capas está reservada a un
critura como orden significante, el sujeto de la enun­ sujeto: un yó/él en el enunciado narrativo que se pre­
ciación, al manifestarse en los sub-títulos, es un sujeto senta como una palabra descriptiva; un «yo» en la
del significado, actúa como anterior al enunciado, está enunciación meta-narrativa que se presenta como un
anclado en una idea anterior a la palabra. Este sujeto comentario cultural sobre un discurso natural. El su­
transcendental se manifiesta como un doble del autor jeto yo/él es retórico, el sujeto «yo» 27 es el sujeto de la
describiendo (hablando): es un autor comentador, que literatura, es decir, de la novela. Ahora bien, mientras
produce un metadiscurso, secundario, clasificatorio, que el primero es transcendental en la medida que nom­
se sitúa antes y por encima de la enunciación narra­ bra una exterioridad considerada como independiente
tiva que va a seguirle: «Comment Saintré prent congié de la propia palabra (por lo tanto del enunciado como
du roy, de la royne et de tous ceulx de la court, et des significante) pero permanece anónimo, mudo, implíci­
dons que ilz se firent» (p. 134 y siguientes). Introdu­ to en las relaciones estructurales de los discursos de
cidos por un «Comment» que connota el discurso de la los personajes en los que se ha enajenado, el segundo
ciencia, estos epígrafes designan la complicidad entre tiene un doble carácter transcendental: (I) por supe­
el sujeto que describe (el sujeto novelesco, el «autor») rar el anonimato y constituyéndose romo mui persona
y el sujeto de la ciencia: acontece incluso, como es el lidad y como una subjetividad; i '.'i por Imponer la ley
caso de Antoine de La Sale, que el sujeto novelesco se
presenta como sujeto «científico». La complicidad de 27. «The personality <>f lln* iirlUt, ul r11 «l m rey or u ca­
que se trata es una complicidad ideológica: el presu­ denee, or a mood and i lien n Muid innl I iiiiImni nni i ni Ive, finally
rbsfines íTsin.r out k x i i o i n i i . lni|i,'oniini11/<•« ll«elf, «o to speak.
puesto de un significado transcendental, anterior al or­ The esthetic lmnse in Un ih nimiii i...... ih like purlfled in and
den significante. Hay que señalar que este supuesto es projoctc<l frnm lili' hiiinun i...... ......Ion l ln. mystery of esthetic
el supuesto más importante de la ciencia de la época, like thnl, of niMlt'i luí <i •'!*I !•oi i......i'uinplUhed. The artist, like
la escolástica, y que la novela se estructura bajo la pe­ n Ood, "i creMll...... .................... behlnd or beyond or above
Ii Ih hnudwmlt, 111\ i lililí1, ii'Unt'il mil exlstence, indifferent, paring
netración masiva del pensamiento escolástico. hls flnumiiill l.lttm 1 I Portralt of the Artist as a Young
El sujeto novelesco exterior a su texto, el sujeto ,1/iim | l.iiislri*. Ili.lU|)
150 151
do un orden simbólico: la retórica, lu lógica, la llnca- Aunque seguimos httblMiiilo <l*< mi «alíjalo» do cnIo«
lidad, etc., considerada como una norma preexistente textos, es!o sujeto no es im'in qun un | ... . •>f. ,p, pin
a la palabra. Este meta-sujeto vendrá a ocupar un lu­ ducido por una lectura tenida de .........
gar privilegiado: el del entrecruzamiento de las nor­ La expansión de la Instancia del Atiba qu..... Imite
mas científicas, sociales y políticas de una época sim­ re la forma de un Verbo cslrallll* ,i.|.. . u\ ,, h , i,..... .
bólica : el hogar del ideologema de esta época que este tán unidos por una fundón no disyuntiva, apalee» muy
meta-sujeto enuncia en un discurso que roza con el visible en los demás libros de ........... i , ,i.
de la ciencia. Al presentarse como un «sujeto de la Sale» y «La Salude» que mu re m p il...... i. i, lo
escritura» y al mismo tiempo describir las leyes de esta clásicos, de relatos fantásticos (Incitan■de míenos, cuino
escritura, permanece vocálico, fonetizante, simbólico, la «Sibila»), de moral y de impresiones peí mondes |u
por la misma razón que describe (pero que no escribe) versas palabras heterogéneas, tomadas de dlUaentes lo
el trayecto de la función escriptural. cutores, se acumulan en un mosaico que loma el ti
La escritura en el sentido de una distribución es­ bre de aquél que habla en última Instancia el Atibo,
pacial, de una diferencia, de la desaparición continua La Sale. Los juegos de palabras «La Sale», «|.u Solo
de su propia textura, no tiene sujeto; una escritura así de» —denominaciones medio Irónicas, medio sei ios, fui
no tolera la representación de un sujeto en su texto. madas a partir del nombre de La Sale , lliiolion uno
El sujeto de la escritura es un post-efecto v erb al: la vez más el funcionamiento nn-dlsyuntlvo de lo novelo
imposibilidad de la palabra de negarse, sin permanecer signo: multivocidad d e una palabra «Independiente»,
significante. Este «sujeto» es una distribución de pala­ sometida a la Palabra de Aquél que escribe.
bras, es el aparato que opera esta distribución, y sólo
se reconstituye como sujeto gracias a una lectura im­
pulsada por el simbolismo (así, en el caso en que de­ 3.5.1.6. El enunciado narrativo y el enunciado distri­
searíamos asignar un «autor» a los escritos de Lau- butivo. — La aparición escrita de la palabra autor
tréamont), o por una pseudo-escritura que no hace más en el libro de Antoine do La Sale, y su relación con
que «transcribir» la imposibilidad del signo de pe­ las demás instancias del texto, nos ayuda a entrever
netrar la pluridimensionalidad por sus diadas no-dis­ más que a separar en el texto carrito (representado)
yuntivas (en el caso de la «escritura» de Antoine de esta función no-escrita (muda) de la lnntnndA do la es­
La Sale y de toda novela realista moderna que [ex­ critura que hemos denominado Irán .............nal El
plique] r e pr e se n t e — eco de la escolástica— el acto de enunciado del yo vacío del Actor (tioiiaformarlón del
escribir). Así, más que de un sujeto de la escritura, ha­ Autor) tiene siempre un ó/ por sujeto ............ habita­
blaremos de una productividad del texto: el «sujeto» ción yo/él se presenta bajo dos aspectos
de tal productividad constituye un vacío, su imagen se­ Primero, en el enunciado namhativh a:,tímido por el
ría un gozne haciendo girar las palabras, las frases, Actor, cuando el yo-misino describe (habla). La rela­
los párrafos. En la literatura que aparecerá con el fin ción yó/él reduce toda la impertirle del discurso a un
del siglo xix (Lautréamont, Roussel, Bataille) esta fun­ punto anónimo, no personal, Incluso no-conceptual, el
ción no-escrita aglutinante produce un texto que, al­ yo. Digamos que la instáis is actor tiene, en este caso,
canzado su fin, borra todas las entidades a partir de las una función concéntrica respecto a la infinidad del dis­
que se ha construido, incluida la entidad de «sujeto». curso y sus Instancias Podríamos denominar el enun­
152 153
ciado narrativo como un enunciado centrípeto : reúne a morcy, et Irill'N Iioiiiiimii», It'iiiniiltigM nuil/ cyT lililí)
los enunciados de todos sus sujetos-actantes en el yó pour venir ii inon priipon. |n niVti .Irl.iiin < ipn ,| ii ulhhIit
del sujeto del enunciado que, en el texto de Antoine l’acteuh: - IJuunt MímImiiim |mi i'ullu [nm tul runliulnin
de La Sale no deja de revelarse como el «yo» del autor de soy partir, tunt uNlnlunt nimui lo» itiililetim da lamí
de una obra (el «yo» del escritor-persona). cuers a souffrlr que Je n« le ivmli m lii i m n>rri|u,•,
toutesfoiz, les prommim |mr ilmiip AIiIhm tiinnt que
El enunciado centrípeto es aparentemente unívoco, souventesfoiz en abit d lH H lm illé la v r n ll v e n ir, el p a r eeate
conductor de su objeto al vacío de un no-concepto doulce esperance, a tres grana flenlre..... de lenia enera,
(«el sujeto» de la escritura) no relativizado por una prindrent congié l’un <le 1’ailtre, Kt eimt enh Imniie la
palabra exterior, puesto que tal palabra es imposible compaignie se ne fust le departir (pp. :t()(i tul i
en un enunciado considerado como escritura. El enun­
ciado centrípeto presenta, sin embargo, una oscilación El sujeto de la enunciación es el escritor n m i a Mii|etu
permanente entre el actor como yo (no-concepto, no- autor de su discurso, este sujeto que controla su «in
entidad, vacío), el autor como «yo» pleno, y el perso­ tención» y en el que convergen todos los bemáh dUcur
naje como «él» (transformación de la enunciación en sos reificados en actantes dialógicos a quIcncH el «yo»
enunciado). La frase del Actor mostraría que se halla se dirige («vous», los papas, las reinas, los empúñelo
atravesada por un estremecimiento de duda que desig­ res, etc.) o bien en discursos que devienen «ellos» ae
na el miedo del escritor (yo/él) de imponerse una ver­ tantes del discurso del «yo» (Madame, Abité),
dad («yo» pleno asumido por un locutor) o una palabra El discurso que Antoine de La Sale designa como
objetiva en un texto en el que la instancia «autor» perteneciente al Actor puede tomar otra forma, que
funciona para asegurar el reflejo especular de los tex­ denominaremos enunciado distributivo : en este segun­
tos : una alternancia de lenguas en un todo intertex­ do caso el actor se convierte en el regulador del dis­
tual: «En celui temps...» (p. 2, citado más arriba). Y curso. Estamos pues ante un yo que hace hablar. La
tam bién: función yó/él, en este caso, remite el punto vacío de
la instancia «Actor» a una red de instancias discursi­
l ’acteur : — Hé! amours tres faulses, mauvaises traitres,
vas asumidas por los pe r so n a je s y que representan
semblerez vous tousjours enfer qui de angloutir ames el armazón espacio-temporal del relato. Esta función
oncques ne fut saoul? Ne serez vous aussi jamais saoulez engendra al personaje: un «él» devenido sujeto-per­
de traveillier cuers et les murtrir? Dieu et nature vous sona de su discurso, así como también el tiempo y el
ont ils donné telle puissance que de prendre et mectre espacio, poniendo entre paréntesis la instancia del ac­
en vos las cuers de papes, d’empereurs, d'empereris, de tor (autor), este sujeto de la enunciación que los ha en­
cardinaulz, de roys, de roynes, de arcevesques, de ducz, gendrado. Este enunciado distributivo del Actor po­
de duchesses, de patriarches, de marquis, de marquises, dría ser llamado enunciado centrífugo .
d’évesques, de princes, de princesses, cuers d’abbez, d’ab- El Actor como sujeto del enunciado efectúa así una
besses, de contes, de contesses et de gens de tous autres doble modificación de yo/él: (1) en la medida que
estas et religions espirituelles et temporelles, que d’aucuns
en avez prins les cuers, ainsin que en maintes ystoires enuncia como no-persona sirviéndose de un «él» ac-
se treuve en escript, dont vous en estes tres faulsement tancial que desempeña el papel de objeto de la enun­
et mauvaisement servir, et puis a la fin confuse, aban- ciación y de sujeto del enunciado; (2) en la medida
donnez et meritez d’avoir perdu leurs ames se Dieu n’en que hace enunciar, a través de «ellos» (no-personas)
154 155
devenidos personajes-sujetos con nombres propios de do las palabras do la Mallín q u e ocillla MU nmoi pni'
«sus» enunciados. Saintré tratándolo con d n n v a , \ tan do ! ¡ a l n ! n \ i|hn
En este segundo caso, que hemos llamado «enun­ opone al amor do la Damo mu oiimr lllial loa la la uin
ciado centrífugo», la función trans-pronominal del Ac­ dre (p. 5!)). En otro lugai, ............... mu ol Minio «ol
tor se materializa en una dramaturgia discursiva a tra­ Actor» engloba tren InMlain laa di dim ui’an ol do la
vés de la metamorfosis de la no-persona yo en perso­ Dame que enuncia casi ................................ a iingunda
naje (ellos). La Dame y Saintré constituyen reificacio- persona («vous...»); ol dol a u l ........¡ I ......i dom i lliloudo
nes de «él», de la función de su st it u c ió n y de relevo en tercera persona singular ol «oh naivorUdn un el
que posee la instancia de la escritura en la medida que personaje de Saintré; así como un di; curan un |u huera
es yo/él. persona que se presenta como asumido por el rey v no
A medida que el texto avanza, el Autor asimila los es más que una nueva permutación del minino enuncia
papeles de los demás personajes. El título «el Autor» do (representado esta vez el del Autor por un tercero,
aparece para introducir el discurso de la Dame (p. 51) «el» (el rey) presentándose como un «yo»). Asi, el
ante todo cuando ésta habla en nombre de un «yo» yo/él transpersonal del Autor efectúa toda una serlo
equívoco, destinado al público, por lo tanto reconocido de metamorfosis y actúa sobre toda la extensión pro­
y útil, para ocultar a la corte las verdaderas relacio­ nominal, siendo ora un yü no-conceptual, vacío, y di­
nes entre Saintré y la Dame. Más adelante leemos bajo recto, ora un «él» relacional que se enuncia como «tú»
el título de «Autor» frases de la Dame describiendo los o «yo».
vestidos que debe usar Saintré: aquí el blasón cons­
tituye el terreno común en el que se reúnen el enun­
ciado del Autor con el de la Dame, o, más bien, no está 3.5.2. La estratificación de los enunciados de
obligado a desdoblarse al enajenar un portavoz (un los otros actantes
personaje). El autor penetra cada vez más en el fun­
cionamiento no-disyuntivo del discurso de la Dame La estratificación no-disyuntiva de la palabra del Au­
—introduce (p. 57) las máximas de la Dame que desig­ tor se presenta, no sólo a través de la serie de media­
nan como verdadera la palabra que ella dirige a Sain­ ciones entre los distintos «yo» y sus relaciones con las
tré y ya no la que dirige a la corte. Digamos que ha te­ demás instancias pronominales en el seno del enun­
nido lugar un desdoblamiento dentro/fuera, verdade- ciado titulado «El Actor», sino también a través de la
ro/falso, y es en el intervalo de estos dos términos serie de los personajes y de sus relaciones con el enun­
donde se sitúa el discurso no-disyuntivo de la psicolo­ ciado del autor y la relación de los enunciados de los
gía, asumido por un narrador (el Autor). Hay que se­ personajes entre sí.
ñalar, no obstante, que esta verdad interior que el Au­ Precisemos ante todo que estos personajes se ha­
tor asume, constituye una superficie neutra, hecha de llan muy lejos de los personajes épicos, que «no se pro­
descripciones y de citas: el autor sigue siendo una fun­ yectan jamás, nunca se preparan, no preven nada,
ción trans-personal aunque estratificada por la función nunca organizan el campo temporal en el que van a
de «disimulo», por esta negación imperfecta que pro­ actuar, nunca son la fuente y el origen de la acción».28
grama la novela. El enunciado del autor se divide cada 28. J. P. Vernant, Mythe ct pensée chez les Grecs (París,
vez más a lo largo del libro. Puede a la vez apropiarse 1965).

156 157
Dicho de otro modo, están sometidos por completo a himiIm cuiim un Ini'Ulm I •> lulMiemoiln iiImm'M'mi *•'
la última palabra del Autor-Dios. En efecto, los nom­ uno dul piunnliilnu «yo» mim lili • <<i» ni u«in «1*1 iioin
bres épicos no designan personajes en el sentido mo­ Inv propio I oí 11ti |0 Pon H • >i•»Ilt>t. • I o iioumo te il
derno de la palabra, es decir, no designan instancias Ullico prl ito||ll|n tpilt I...... un .......Im pn.plo I m I hlHI*'
de discurso presentadas como independientes de la pa­ no lo posee (lie ni'iiei ili i I Olí In litulliloii i til h'Niniii, lu
labra del Autor, sino intermediarios en una cadena dis­ Dame no debe :iei iioiulnndii, ...... .. un luí.o nomine
cursiva que los constituye, y a la que se encuentran «senhál»), asi como el Aliml, In lelmi, ul wy y Ion (|*»>
subordinados. Su palabra es unívoca, no conocen la más personajes principales de l.i mneln lli.mlln, |iu»»«,
distancia que toman los enunciados con respecto a ellos que sólo puede decir «yo» quien pimne un ntimlllf prio
o entre sí. pio.M
Algo muy distinto sucede en la novela: los perso­ Así, en el pasaje del capítulo XI titulado u<'oinniniit
najes son instancias de una palabra,29 instancias que se le petit Saintré s’accoustra honnestemont ». el eiiiin
parecen, a pesar de su respectiva diferenciación, y se ciado de Saintré haciendo tratos con los morcadeteu y
presentan como los locutores de un diálogo. los artistas le caracteriza sociológicamente (la ...........
pación por el dinero, la importancia cada vez mayor di*
la moneda en la sociedad del siglo xv) e individualmen­
3.5.2.1. Saintré. — Saintré es el anonimato del autor te (vanidad, amor propio). El enunciado denotativo del
manifestado por un nombre propio y enajenado en Autor que introduce el enunciado objetual no modi­
otro, para perm itir la no-disyunción entré las instan­ fica su sentido ni su totalidad.
cias del discurso que segrega la palabra del Autor-
metasujeto. El enunciado de Saintré es en general u,n Lors s’en va á Perrin de Solé, qui tailleur du roy estoit,
enunciado objetual. Subordinado al enunciado del Au­ et lui dist: «Perrin, mon ami, pour combien avroye je
tor, sin quedar modificado por él, aparece casi siem­ diemenche prouchain un pourpoint pour moy tout fait,
qui fust de damas bien cramoisy?» Perrin qui l’avisa un
pre como personaje aparentemente unívoco, denota la petit, print sa mesure, puis lui dist: «Avez vous de
posición del propio Saintré objetivizándola como enti­ l’argent?» — «Oyl, Perrin, mais qu’il ne me fust trop
dad independiente del autor. El enunciado de Saintré chier». Et lors Perrin, pour ce qu’il estoit a tous si gra-
se construye en primera persona del singular: «yo». cieux, lui dist: «Mon filz Saintré, sur ma foy, je ne
Saintré es, así, el único personaje que asume un «yo» puis á mains de vj escus, mais il sera du plus fin». Adonc
reservado al enunciado del Autor cuando éste se pre- Saintré, comme josne et volenteis, met mam a lu boursc et
lui baille les vj escus (p. 51).
29. «The poetical character... has no character... It Uves in
gusto, be it foul or fair, high or low, rich or poor, mean or
elevated. It has as much delight in conceiving an Imago as an
Imagen. What shocks the virtuous philosophers, delights the 30. Tampoco es indistinto que lo* uetuntcs «efímeros», que
camaleón Poet. It does not horns from its relish of the dark no hacen sino indicar una función «ocluí, posean también nom­
side of things any more than from its taste for the bright one; bres propios; así el itiéillrn 11ik-m .Ir FLsol (p. 241) y todos los
because they both end in speculation...» Keats, «L/etter to caballeros episódicos. Pero cuto* .dictantes secundarios», que no
Richard Woodhouse», Oct., 27, 1818, in H. Buxton Forman (ed.), tienen derecho a la palabra, no constituyen instancias del dis­
The Poetical Works and Other Writings of John Keats, VII curso: su papel en la estructuración novelesca es el de indica­
[Nueva York, 1939], 129. dores y predicadores (Cf. cap. 4.1.1.2.).

158 159
\
No obntnnt<\ cata distancia entro el enunciado denota - pii H'iiln IMiIn .1 a mil IhU pu l hiiihmIi' lingüístico, una
tivo (el Actor) y el enunciado ohjotual (el porionaje) imlil.nl .lili Mii. I I'iim >1 HIhIIImIr *i I .ins-lingüístico»,
es a menudo omitida. La no-dlsyunción entro ambos mili', 11 .i mui ni miliu Imi iln i hImi IiiiiM mitre el persona-
se manifiesta como sigue: i jt* suji li. ili l i iii11Hluíli i v i l Au lm Éti|i'ti> de la enuncia­
A. En la arquitectura gráfica del texto, las pala­ ción La piule *11<1111111mi Im m illi i‘im paréntesis es un
bras de Saintré están raram ente inscritas en pasajes fragmento eneerrailn n i d mniiu linln i imlrípeto del Ac­
que lleven su nombre. En la mayoría de los casos for­ tor: el sujeto-actor milmlln un mi propio enunciado,
man parte de los pasajes titulados «el Actor». Cuan­ que quiere hacernos eren cuino p*|l oneciente a otro,
do es conocida la preocupación de Antoine de La Sale a Saintré; converge hacia el m uiu linio del Actor que
de corregirse, no podríamos atribuir este hecho a la lo encubre: el enunciado contrlpeln encarna la fun­
negligencia. La explicación sería tal vez é sta : el nove­ ción de identificación-diferencia entre un enunciado
lista se esfuerza en distanciar su enunciado denotati­ que se presenta como dicho por el Autor, y otro dicho
vo del enunciado objetual del personaje. Si bien es por el personaje. En el movimiento ulterior de la fra­
cierto que estos dos enunciados son distintos, es, no se, el mismo enunciado centrípeto se torna centrífu­
obstante, el parecido entre ambos lo que predomina y go: el Actor cede la escena discursiva a este otro su­
los reúne bajo un mismo título: «El Actor». El enun­ jeto que ha mantenido hasta ahora en silencio: es el
ciado de Saintré forma parte integrante de esta pala­ personaje quien toma la palabra, y la diferencia entre
bra que dice la verdad y que tiene por sujeto al Autor las dos instancias del discurso se vuelve explícita.
de la Obra. El enunciado de Saintré no está todavía B. Se habla raramente de Saintré: alguien se di­
constituido como una exterioridad neutra y equívoca, rige a él, y él responde. En el diálogo es donde se cons­
como una instancia autónoma del enunciado del Actor. tituye progresivamente, sin llegar a convertirse en una
El enunciado de Saintré es un diálogo perpetuo con el verdad constante. Manifiesta así lo típico del persona­
del Actor. Así, por ejemplo, este fragmento: l ’acteur je novelesco: ser contestado, nunca fijo. También su
—Le petit Saintré (qui en Service de seulle dame d ’a- final será arbitrario.
mours onques n’avoit eu pensee), ne sceust que dire C. El enunciado de Saintré o de los demás perso­
fors soy agenouiller, et dist: «Ma dame, ja feroie tout najes, sus análogos, se convierte en un enunciado am ­
ce que vous vouldries commender» —«Et ainsin, de bivalente con m ú l t ip l e s o rientaciones , es decir, inob-
vostre main en la mienne, votre foy me promectez?» jetual, cuando éstos actúan como portavoces de la con­
—Oíl, par ma foy. Et par ma loiauté, ma dame, ainsi cepción del autor. El capítulo final de la novela «Com-
que je vous prometz le tiendray, et feray tout ce que ment le seigneur Saintré, sans rien nommer, compta
vous me voudrez commender». —«Or vous levez et en- l’istoire de ma dame...» constituye un ejemplo per­
tendez bien mes parolles et les retenez» (p. 36). fecto del «diálogo socrático» en el que Saintré, por un
El paso desde el enunciado del Actor hasta el de juego de sinéresis y anácrisis en un diálogo con las
Saintré no está marcado por un cambio del título in­ damas de la corte, termina emitiendo un juicio sobre
troductorio; como si el personaje no existiera, el diá­ la mujer infiel:
logo se desarrolla en el seno del discurso del Autor.
Por otra parte, la no-disyunción es apreciable al nivel Saintré. — «Or ga, madame de Rethel, et qu’en voulwx
del enunciado del propio personaje. La primera frase vous dire?» — «J’en dy ce que la royne en a dit, et oultro
160 lili
plus c’on la devroit bannir de toute bonne compaignie, qu’il n’entend pas ou elle veult venir, loi'M n* mu
s’elle y estoit.» — «Or ?a, vous, madame de Vendosme, teñir de son cuer descouvrir, et lui d is t:... (p. 35).
qu’en dictes vous?» — «J’en dy, beaus amis, c’on la
devroit lyer sur un asne, le viz devers la queue, et mener Los fragmentos delimitados entre paréntesis no son
par la vie a grant desrision.» — «Et vous, madame du
Perche, quelle est votre oppinion?» — «Je dy que la una mera redundancia; los saltos de una frase remiten
royne et Mesdames qui en ont ja dit ont si bien dit c’on al enunciado de otra, siempre presente en el locutor.
ne pourroit mieulz, et si dy oultre, s’il estoit vray, que Así, desgarrada sin cesar entre estas dos unidades, la
telle dame devroit estre despoillee toute nue dez la palabra de Saintré contiene la «palabra con acento ex­
ceinture en amont et toute reze, puis oindre de miel, puis tranjero» que connota la doble pertenencia de los per­
menee par la ville afin que les mouches li courissent et sonajes —a algo exterior (la verdad) con respecto a
la picassent, la faulse dame qu’elle est, s’elle est vive, la que se estructura el enunciado del autor, y a algo
d’avoir laissié son si parfait serviteur, chevalier ou es- interior (el texto) del que se diferencia el enunciado
cuier, pour un moynne, et benoist soit l’amant qui ainsin del autor.
la pugnist!» (p. 305).
Señalemos aquí que Saintré, al igual que todos los
Las palabras de las Damas son ambivalentes. Por una personajes de la novela, no es un héroe de los que pro­
parte denotan las posiciones de los personajes y debe­ ducía el mito, es decir, no es un personaje que se halle
rían ser objetuales, pero el autor se camufla bajo es­ en relación con lo exterior por sus proezas, y cuyo he­
tas palabras; en cierto modo se retrae al hacer expre­ roísmo ignora la interioridad psicológica. El actante
sar a sus personajes su enjuiciamiento moral, mezclán­ de la novela resulta de la no-disyunción del texto en
dose con la palabra objetual, explotándola para fines el que la proeza no puede constituirse a través de su
propios, sin que por ello la transforme. Por consiguien­ pureza, es decir, como predicado puro. Queda tomado
te, dos voces se unen en este enunciado objetual —se de inmediato por la estratificación actancial, y, de este
vuelve ambivalente, al mismo tiempo enunciado del modo, puesto en relación con el lugar de la palabra.
personaje y enunciado del autor. Pero esta ambivalen­ Si, como dice Blanchot, «el héroe es el don ambiguo
cia sólo tiene un referente, que es el del narrador. De que nos ofrece la literatura antes de tomar conciencia
pronto, al quedar reducido a una única orientación, el de sí misma»,31 entonces el héroe novelesco señala la
enunciado ambivalente tiende a convertirse en un toma de esta conciencia y, especialmente, la penetra­
enunciado denotativo. ción de la palabra en el Verbo, y/o la remisión del Ver­
D. El enunciado de Saintré constituye con fre­ bo en la topología de la palabra.
cuencia una palabra ambivalente con m ú l t ip l e s orien ­
taciones . Remite a veces a la palabra del Actor, a ve­
ces a la palabra que pertenece a la «conciencia social». 3.5.2.2. La Dame. — El enunciado de la Dame consti­
tuye el enunciado ambivalente por excelencia: la fun­
S aintré. —• «Ma dame, j’avroie aussi chier morir que de ción no-disyuntiva del signo se realiza plenamente en
moy offrir et estre reffusé, [et puis estre mocqué et él. Este enunciado posee siempre dos orientaciones,
farsé, [ainsin comme d’autres ont esté, [que j’ay oij dire. evoluciona siempre en dos espacios que se contradi-
Et pour ce, ma dame, me vault mieulz tel que je suis.»
Et quant Madame l’oist ainsi parler et par raison, et ai. M. Blanchot, «Le Héros», NRF 1 (1965).

162 103
pasaje, y de ahí el carácter de parodia de estas pala­
cen en un juego incesante entre lo verdadero y lo bras. La palabra de la dama se parodia a sí misma, se
falso, de tal modo que se pierde en él y se complica a relativiza a través de la risa, y se deform a: se trata de
sí mismo por su ambigüedad. El enunciado de la Dame un embuste que no lo es. Ni la dama, ni Saintré, has­
no conoce la objetividad: existe una significación para ta el último capítulo, no se dan cuenta de la contra­
Saintré, y otra diametralmente opuesta para «la opi­ dicción verbal, de la no-disyunción del signo en que
nión pública»; la verdad no le concierne, es un perso­ viven. Poseyendo siempre una doble orientación, el
naje carnavalesco y actúa por engaño: enunciado de la Dame es exponente del ideologema de
la no-disyunción: existe a la vez un argumento y su
la dame . — «Desservi?» dist Madame, «bien sgay que ne
contrario. Esta negación a posteriori, esta distribución
le m’avez pas desservi, mais vous le me desserviriez, se del gesto negativo, es el lugar que ocupa la narración
Dieu plait. Si veul et vous commande que la preñez.»
Et en disant ce, celeement et coiement, en sa manche, con una descripción psicológica.
d’un atour bien enveloppé la lui mist; puis lui dist: Atraído por la ambigüedad lingüística de la Dame,
«Or vous en alez, et pensez de bien faire, que j’aye la palabra de Saintré se convierte en una palabra am­
bonnes nouvelles de vous, et a Dieu soiez. Mais ne revenez bivalente de tipo activo . Así , el pasaje del último ca­
plus a la galerie jusques a ce que vous soiez abillié. Et pítulo, en el que Saintré cuenta su biografía, constituye
pour le present autre chose ne vous dy, fors que je prie una confesión polémica . Saintré asume el papel de un
a Dieu que toutes ou la plus grant partie des choses que narrador que desearía ser neutro —su palabra debería
vous ay dictes puissent estre en vous.» Alors Madame, ser tan sólo denotativa. Pero Saintré es también aquél
a haulte voix, feynant estre coroussie, lui dist: «Or vous
en alez. Fuiez! failly de cuer et de pensee: pour ceste fois cuya historia cuenta un narrador; de modo que la pa­
alez! Mais encores n’estes vous pas quiete: une autre foiz labra sostiene al relato denotativo y deforma su neu­
nous compterons a vous.» tralidad por sus relaciones bilaterales con é l: el relato
se vuelve polémico. La identidad y la definición que
— Et quant il fut hors de la chambre, et eust
l ’a c teu r . reinaban en el símbolo van a ser imposibles a partir
prins son piteux congié elle dist a ses femmes en riant: de ahora, parece decir Antoine do La Sale, no hay más
«Je croy que nous perdrons bien nostre temps, et qu’il que diferencias, relaciones, oposiciones de las correla­
n’a point encores tant de sens que il entende d’avoir ciones que s i gni fi can un ::i ............ Ir l;i:i que yo, el au ­
dame, ne que il pensast onques d’estre amoreux; mais
au moins nous en avons ris, et encores rions.» Alors tor, soy el depositario (p. ;i()2).
Madame se fait devestir sa robe et se met a dormir, et El texto ambivalente de la novela «.Irlian de Saín
ainsin font toutes, dont a pluseurs ce long parler de tré» es, a todos los niveles (enunolsdo denotativo,
Madame a Saintré, pour le talent de dormir, leur ennuye enunciado objetual, enunciado ambivalente) una polé­
malement. Et cy me tairay aucun peu de Madame et ses mica oculta con un t ext o u n o ..........i de l.i novela cor­
femmes, pour revenir a petit Saintré (pp. 50-51). tesana y el cantar de gesta " I " ¡ prmonujos corteses y
épicos aparecen en la iu>\ i la de Anl.olne de La Sale
Estos pocos pasajes del discurso de la dama, toma­ ridiculizados, degradado . onilloit, bajo máscaras hi­
dos separadamente, son palabras objetuales que se ex­ larantes o humillanten la noble dama, la dueña de sus
cluyen mutuamente. Pero su significación real no es
comprensible más que en su relación, que introduce 32. Cf. cap, 5,
una significación opuesta en el sentido inicial de cada
165
164
pensamientos, es aquí mentirosa, infame, y, en lugar El interés de la novela no está en la aventura ex­
de canciones, es merecedora de risa; el bravo soldado plicada. Lo que preocupa al autor (sus correcciones son
triunfa, pero es al mismo tiempo envilecido por un po­ una prueba de ello) es la palabra; el autor es sensi­
bre monje que la Dame prefiere. Las diadas del car­ ble a sus diferencias significativas hasta el punto de
naval y de la menipea entran en juego; por ejemplo: el construirlas en distintas capas gráficas. El personaje
pequeño Saintré, paje sumiso y guerrero triunfante, constituido como mediador entre el sujeto de la enun­
pequeño y grande, andrógino total, engañado y enga­ ciación y el sujeto del enunciado existe sólo en la me­
ñoso; la Dame, hetera virtuosa, protectora infiel. Aña­ dida que su lenguaje se convierte en el problema de
damos los temas del tipo amor-traición, pérdida-ganan­ la novela (Henry James se planteaba el mismo dilema):
cia, estafa-valentía, que se entremezclan hasta el punto distanciada del autor y al mismo tiempo confundida
de no distinguirse entre sí. Así, la palabra novelesca se con él, la palabra del personaje de la novela entra en
estructura a distancia y en la ironía respecto a otro una cadena de relativización y de deformación, para
texto ya existente, con el que forma una oposición no- demostrar al escritor que todo personaje es arbitrario,
disyuntiva. Los artistas modernos son conscientes de que no hay más que un tema posible —las relaciones
esta no-disyunción que constituye la ambivalencia no­ entre los signos lingüísticos («la imagen representa
velesca. «Ceci n ’est pas un conte» dirá Diderot hablan­ aquello que representa, independientemente de lo ver­
do de uno de sus cuentos. «This is not a book» afir­ dadero o falso, a través de la forma de la representa­
mará Henry Miller en The Tropic of Cáncer. ción» escribe L. Wittgenstein), y que el interés del
Antoine de La Sale, que es a la vez autor y actor desenlace estriba en el hecho de implicar una concep­
en este universo carnavalesco, gusta de tomar sus dis­ ción del lenguaje camuflada por un enjuiciamiento mo­
tancias respecto a sus personajes, a dejarles un lengua­ ral sobre un héroe.
je libre e incontrolable. Fascinado por la ambivalencia
lingüística de su dama, parece plantearse el problema
de todos los novelistas: viviendo en el lenguaje, ence­
rrado en una correlación de signos lingüísticos en diá­
logo, ¿es posible que el novelista los interprete, es de­
cir, que los fije en una serie de clasificaciones de tipos,
de máximas morales, de verdad? Pero, al mismo tiem­
po, el relativismo de la palabra ambivalente inquieta
al hombre del Renacimiento, que quisiera «ver claro».
La ambigüedad será castigada, la palabra carnavales­
ca de la Dame será silenciada. La Dame quedará deter­
minada por la moral social, catalogada como personaje
negativo y reducida al silencio. Un problema de len­
guaje será solucionado por una máxima moral. El mo-
nologismo épico ocupará el final de la novela (imposi­
ble en la cadena de permutación de signos): el desen­
lace novelesco es arbitrario.
166 167
4
LA GENERACION DE LOS COMPLEJOS
NARRATIVOS

«An-wesen besagt jedoch: hervorgekom-


mcn ins Unverborgenen wíihren.»
M, H bidbgobr, Logas

4.1. LOS COMPLEJOS OPERADORES


DEL RELATO

il
En la gran frase que l.i novel.i eonal lluve, loe ad.mlen
son «nombres», y acabamoi da Vei do <10.- modo ,• <
tratifican y mezclan entro ni, sin Ilegal 11 coiixtItuh'MC
en entidades fijas, a pesar de Ijim apai leneliiM 11 que una
lectura «simbolista» nos ha neoslunibi ado
Por otra parte, y en calidad de u n h a n t i . i (de c o m ­
plejos narrativos de m a n e ) )o i ,n imiten m iran en rela­
ciones de transformación Militad Ira con los demás com­
plejos narrativos, engi mi..... lo aai la sintagmática de
la novela.
¿Cuáles son esos complejos narrativos que actúan
como operadores en la sintaxis de la novela?

169
V V * V v

Distinguiremos tres tipos de ellos: culi! Illlllll llllMllt I


din I<1 i'iitlMi
Mil M
/ 'l Acido, fln Itt# un
) con un upo do *11 •11• ni i•»11 i|on ii|'iMid>H lajMHIM (u
X A" la motivación) (le la ari Ion ip|n va n m-gull I'li Alltel
(2) Complejo narrativo identificador (I) no do La Sale, el lio ........ ............. IpiiMnliltflHil po MtM
to d a v ía formado. Loa ad|uiiloit<a • o<•1111• •iiTVHt pMliano
(3) Complejo narrativo conector (K) acumularse de modo gratuito \ ai li ll mrl l l »lu piWiMI
pación de causalidad ni de Juallili ,e caí loidi a, m i l u d í ,
después de la aparición del «sintagma *cilíala dn la lio
4.1.1. E l adjuntor vela, los adjuntores cualificativos ae aplli i.....i a loa ae
tantes secundarios que Saintré encuentro (p or c|iun
4.1.1.1. La ambivalencia del adjuntor. — El complejo pío los distintos caballeros con quienes entre en ......
narrativo adjuntor es un sintagma narrativo que se bate). Tampoco aquí son necesarios los adjuntoren roa
añade al actante, provocando dos tipos de cambio. O lificativos, y se toman de contextos exteriores: las vn
bien el actante conserva su función de «nombre» en la ces del mercado, los llamamientos de los heraldoa,
sintagmática del relato, y en este caso el adjuntor será transponiendo al espacio de la novela el discurso de
llamado operador cualificativo (actuará de adjetivo los libros antiguos, de la feria, del comercio o de la
respecto al nombre), o bien el adjuntor cambiará el es­ guerra.1
tatuto nominal del actante produciendo un sintagma Ahora bien, en un momento determinado del reco­
verbal, y en tal caso será llamado un operador predf - rrido textual, el adjuntor transforma al actante en sin­
cativo (actuará como verbo respecto al nombre). tagma narrativo de tipo verbal. La serie cualificativa
Así, las primeras frases de «Jehan de Saintré» pre­ que se acumulaba alrededor del actante Saintré o de
sentan a Saintré conversando con la Dame o compran­ la Dame, queda interrumpida, y aparece el «verbo» del
do vestidos a los mercaderes, o bien son disertaciones- relato: Saintré inicia su primer combate. La secuen­
cita («compra de vestimenta», «la discusión con la cia narrativa que cuenta este episodio no difiere en
Dame acerca de los sentimientos de amor que Saintré nada de los enunciados que habían asumido el papel
tiene hacia su madre y sus hermanas», «las lecciones de adjuntor cualificativo. Encontramos los mismos ecos
de la Dame sobre moralidad», etc.) que se añaden a los del discurso del comercio, de la guerra, etc., que an­
actantes Dame y Saintré y los cualifican: así se dibu­ tes, en los adjuntores cualificativos. Así, por ejemplo:
ja lo que ha sido llamado «los tipos» o la caracteriza­
ción de los personajes. Los adjuntores cualificativos, l ’acteur sur le partement de Kainthí: Et quant Saintré
atribuidos a los actantes hacen, pues, avanzar el rela­ eust pris congié des dames á l’ostel II va prendre congié
to sin llegar a dotarlo de una verdadera acción . La no­ de mesdiz Seigneurs qui de tres bonnes parolles chascun
vela «Jehan de Saintré» avanza de un modo monóto­ lui dist, et lors s’en va atout na compaignie en son hostel
no, acumulando los sintagmas narrativos nominales, disner. Et endementierN qu'llz disnoient, la royne lui
sin que el verbo del relato haya aparecido. Esta aplica­
ción de adjuntores cualificativos a los actantes puede 1. Cf., más a(telante, eap. 5.

170 171

i
envoya une pieci< d'un tresfin drap d’argent, monseigneur del operador-adjuntivo que puede actuar a la vez como
d’Anjou lui envota un tres bel coursier tresbien en point, un cualificativo y/o como un predicativo?
et monseigneur do Merry un grant mantel de Ve doz de Sería necesario recurrir a un tercer generador de
fines martres sobelines, et monseigneur de Bourgoigne la novela, del que hemos hablado más a rrib a : 2 la inter-
cinquante mars de valselle, et n’y eust cellui de ceulz
qui firent presens a cu i il ne donnast cent escus pour textualidad. Actuaría de predicado aquel adjuntor que,
l’onneur et amour de la royne et desdiz seigneurs. Et remitido al espacio intertextual en que queda ence­
quant ils eurent tous disné et les chevaulx bridez et tous rrado, corresponde a las constantes dominantes del dis­
troussez, la furent chevaliers et ascuiers de la court du curso social de que forma parte el texto en cuestión.
roy, de la royne, et mesdiz seigneurs et plusiers autres No es una casualidad que el papel de adjuntor predi­
ou nombre d’environ m il chevaulx tous venus pour le cativo en «Jehan de Saintré» incumba a enunciados
convoier. tomados al discurso del duelo y de la guerra. Tales son
Lors il fait partir tous les premiers de ses deux four- los significados más importantes del discurso social ha­
riers, ses queux et son chapelain, quatre trompectes pour-
tans les bannieres de ses armes, et puis ses trois heraulx, cia 1456, fecha en que es terminada la novela. Las jus­
et aprés ses trois chevaliers et neuf escuiers deux á deux, tas caballerescas dictan las costumbres de la clase do­
et tous leurs gens aprés, vestus de sa livree, ses cinq minante, los reyes de Anjou están en guerra intermi­
sommiers couvers de tappis a ses armes menez par varlez nable con Italia, la Guerra de los Cien Años se halla
a pyé, et puis ses tabourins, et aprés ses quatre destriers en su apogeo. En este contexto, cualquier otro discur­
couvers de parmens de fin taffetas de Florence gris, vert so (el comercio, las ferias, los libros viejos, la corte)
et violet á grans lectres d ’argent a sa devise, et sur leurs pasa a un segundo plano y sólo puede ser cualificativo:
testes chascun un tresbel chanffrain d’acier bien garny no posee «la fuerza» necesaria para transformar un ac-
de tresbelles plumes d’ostrisse faites de broderie et bien tante (nominal) en un sintagma narrativo verbal, es
emplies de branlans d’argent, et dessus les destriers quatre
tres gens paiges vestus de sa devise, toutes les manches decir, no posee la fuerza necesaria para formar un re­
chargies de branlans d’argent, et sur leurs chiefs chascun lato.3
un tresbel chappel de plumes a ses couleurs; et aprés, Los adjuntores predicativos, así como los cualifica-
les destriers venoient les deux palefereniers et puis le tivos, pueden aplicarse infinitamente a los actantes.
mareschal (pp. 98-100). 2. Cf. cap. 2.5.
3. Cf. sobre la vida política y social de la época: Maro
Bloch, La société fé odale (Parle, Albín Mlohel, 1040); H, C, W,
No obstante, algo nuev^o se introduce en la narración: Davls, Medieval Europa (Londres, Williams A Nornato, II>11)¡
el actante-nombre obtiene un predicado. Digamos que Joan Bvan, Art in Medieval Franoe HH7 i iva . 1 ::tmtn un i'n
tronaue (Londres, Oxford Unlverulty 1‘ivss, IIHH). Asi como, par­
en este momento preciso es cuando la novela empieza, ticularmente sobre la historia de Anjou Oenvres computes du
toma forma, se constituye. El héroe inaugura sus hu- rol Kflll OOH biografía y nota* de M Le ele de qualro-Barbes...
zañas (positivas o negativas) y es entonces apenas (Almorí!, latí lili; /., . loumois ilu col llené, según el manus-
cuando la novela obtiene una acción, es decir, un des­ crl'ln v los dlhuloM mi lüi , 1, n de la 1111>11<lleca Real, publicados
Iimi M i 'Iiii 1111 ii 1111<>11 11'i 11■ II*in lo, l H27); C. J. Beautemps-Baupré,
tino o un fin. La entelequia aristotélica aparece en el i 'mil mui n il m ■ ‘iiiiiiiuiin il'Aiiluii. et du Maine antérieures au
lugar preciso en que l a estructura narrativa obtiene Vi/' ihv/i i I'iii Im, 1muid : I' Durrlen, Études sur la dynastie
su sintagma verbal. ,1 ,11 /eelne de Noplcs, I, Le «Líber donationum... Carola primi»
¿Cómo explicar e s te comportamiento ambivalente ........... . IMSIII, I n v e n t a r i o sistematizo del registri angioini conser-
noli nell'ni chivo di stalo di Napoli (Nápoles, 1884).

173
Antoine de La Sale multiplica las hazañas de Saintré: valencia del complejo narrativo adjuntor. Determina­
lo envía a Barcelona (p. 105); hace que encuentre a dos adjuntores predicativos, que denominaremos pro ­
gresivos hacen avanzar la linealidad de la novela sin
diversos rivales: Messire Enguerrant (p. 112), Messi-
re Nicole de Malestas (p. 180), etc.; se alista en las revelar, al nivel de los sintagmas narrativos, la ambi­
Cruzadas, combate a los turcos (p. 218), etc. La serie valencia de los actantes (como lo hemos mostrado en
de estas hazañas es virtualmente ilimitada, así como el Cap. 3), ni la función no-disyuntiva de la novela
la extensión del relato. Es evidente, por lo demás, que (Cap. 2). La progresión unívoca de la novela continua,
la yuxtaposición de los sintagmas narrativos verbales indiferente a la positividad o la negatividad del com­
se vuelve tan monótona como la de los adjuntores cua- plejo predicativo. Saintré puede ganar o perder las ba­
lificativos. Nada parece poder detenerla salvo la inter­ tallas, pero no por ello quedará desvelada la ambiva­
vención del actante destinador a través de un enun­ lencia constitutiva de los enunciados novelescos.
ciado asumido por el sujeto transcendental.4 Pero otros adjuntores, que llamaremos retroacti­
vo s , hacen explotar la ambivalencia de la novela y obli­
Un complejo predicativo trae consigo múltiples
complejos nominales-objeto que representan los actan- gan a una relectura de los complejos narrativos prece­
tes secundarios con los cuales están relacionados los dentes : en esta relectura se manifiesta la bi-univocidad
actantes principales. Estos «actantes» secundarios, sin de tales complejos.
ser instancias del discurso, se integran en los comple­ En la novela «Jehan de Saintré» el adjuntor retro­
jos predicativos como sintagmas nominales-objeto. A sí: activo se presenta bajo la forma de enunciados que con­
ciernen al «Damp Abbé». La aparición del abad y su
Le ijc jour, vint le conte mareshal, qui aussi fist mectre relación con la Dame reactivan la duplicidad y la apa­
sa banniere sur le pignon en tresgrant estat, qui portoit riencia que constituían los enunciados al principio del
d ’Engleterre á iij lambeaux d'argent, et crioit «Engle- libro, y los complejos predicativos (las hazañas de Sain­
terre! Saint George!» qui fist tres honorablement. Mais, tré, la generosidad de la Dame) que permanecían has­
lances bien rompues, Saintré gagna le dyamant. ta entonces más o menos monovalentes. La entelequia
Le iij pour vint le seigneur de Gobehen en moult bel aristotélica, que caracteriza al relato épico (típica del
estat, qui porte de gueulles au Chevron d'or a iij lyons de símbolo) en la medida que este relato constituye una te­
sable sur le Chevron, et crioit «Saint George! Goheben!» leología actualizada (con ejes en el deseo y la búsque­
et sa banniere sur le pignon, qui de la vij course, lui et da), se ve perturbada en la novela. No es que esté des­
son destrier furent portez par terre, dont par ainsin il
paia le ruby (p. 177). truida: la relación de la Dame con el abad no consis­
te, propiamente hablando y en el sentido «épico», en
La serie puede continuar hasta el infinito. Tampoco una traición que ponga en duda el afecto de la Dame
aquí parece que algo pueda poner fin a la generación por el paje, ni el valor guerrero o la vida de Saintré.
de los sintagmas nominales-objetos. La «traición» unívoca aparece sólo en el espacio del
símbolo: cuando Ganelon traiciona, Roland está ven­
cido, y todos los valores conservan su sentido único:
4.1.1.2. La ambivalencia del adjuntor predicativo. — o bien positivo, o bien negativo. No es este el caso de
A lo largo de la novela se aprecia una segunda ambi- la novela: la Dame sigue amando a Saintré, conser­
vando su relación con el abad, y Saintré continua sien-
4. Cf. cap. 3.5.1.5.
175
174
i V V V V V V V V l l l l l l V V V V V V V V V V V
do un honroso caballero aun después de ser traiciona­ que el predicado retroactivo sea un enunciado descrip­
do. Lo positivo y lo negativo, en la novela, lejos de po­ tivo (un recuerdo, un paisaje, etc.). Razón de más para
der separarse por una barrera infranqueable, como era abandonar la noción de actante como personaje de un
el caso en el círculo del pensamiento simbólico, quedan espectáculo, y para considerar este término como un
entrelazados en una configuración esférica (el dua­ enunciado susceptible de asumir distintos papeles es­
lismo concéntrico). tructurales en la sintagmática del relato.
En nuestra novela, el adjuntor retroactivo puede No obstante, un problema permanece inexplicable
ser considerado como presentándose bajo el aspecto si limitamos nuestras observaciones a las relaciones
de un actante: el abad. Nos parece, sin embargo, que, entre el generador de los complejos y el generador de
a la luz de lo que hemos expuesto más arriba sobre la los actantes. ¿Qué es lo que determina el hecho de que
distribución de los actantes en el interior del enun­ un adjuntor pueda ser progresivo o retroactivo ? Una
ciado del destinador,5 sería más correcto considerar los vez más, es la intertextualidad lo que ofrece una res­
enunciados relacionados con el abad como complejos puesta. Será retroactivo aquel enunciado que recubra
predicativos , teniendo en cuenta, además, el papel que aquellas zonas del discurso social de una época dada
desempeñan en esta inmensa frase que es el relato. Lo que aparecen ambiguas con relación al discurso (a la
que pudo ser designado como «personajes» —e incluso posición social y política) del actante-destinador. An-
la distinción más sutil de los «actantes»— no toma en toine de La Sale, aún con ser un «sujeto» medieval,
consideración el papel estructural que los distintos paje, servidor, caballero o preceptor en la corte de
enunciados desempeñan en la estructura frásica del re­ los reyes de Anjou o en la casa de Louis de Luxem-
lato. Ahora bien, si aceptamos este punto de vista, re­ bourg, ha podido oír el discurso de la ciudad, la voz
sulta que el papel de actante (en tanto que enunciado) de los comerciantes y de los artesanos. La relativiza-
puede darse tanto a los «personajes» como a las situa­ ción de las «verdades» que de ello se desprende pone
ciones novelescas; pero en la sintagmática de la na­ en duda los discursos feudal y religioso, y atribuye al
rración, estos «actantes» se convierten en complejos hombre de iglesia el papel que se le daba ya en los
que engendran la sintaxis del relato. Dicho de otro juegos, las bobadas y las farsas: es el innoble, el des­
modo, en la sintagmática del relato no hay actantes, honesto, el villano. El discurso desacralizante del car­
sino solamente complejos narrativos (operantes y ope­ naval se deja oír en esta selección del Abad como un
radores). Los actantes no son más que estratificaciones complejo narrativo retroactivo que hace que la narra­
del enunciado del Destinador y, si los hemos introdu­ ción entera gire alrededor de la l'uncíún im di uní iva
cido ha sido a otro nivel, en otro generador de la no­ de la novela.
vela, para explicar la generación de los enunciados con
relación a la palabra del Destinador.
Si el papel de un predicado retroactivo es asumido, 4.1.2. Los IDENTIFICADOHF.H NAItltATIVOS
en «Jehan de Saintré», por un «actante» que toma la
forma de una persona (de un «personaje»), esto no Los identificadores son complejos narrativos que se
constituye una necesidad. Puede imaginarse el caso en aplican a los complejos predicativos y cualificativos
dándoles una indicación espacial, temporal o modal.
5. Cf. cap. 3.1.1. Cuando acompañen a los complejos predicativos, es
176 177
decir, cuando Indiquen el tiempo, el lugar o el modo cundario, cuya procedencia, pseudoautonomía e inclu­
(positivo, negativo, interrogativo, peyorativo, etc.) de sión en el enunciado del autor han sido ya indicadas.6
la acción anunciada por el sintagma narrativo de tipo A título de ejemplo de este caso, citemos las pala­
verbal, estos identificadores serán llamados id e n t if ic a - bras del rey, o de la Dame cuando aprecian las hazañas
d o r e s p r e d ic a t iv o s (Ip). Por el contrario, cuando el
de Saintré. Dichos enunciados r e p it e n lo que ya sa­
identificador acompañe a un complejo cualificativo sir­ bíamos sobre los combates de Saintré; doblan así el
viendo así para precisar el modo, el tiempo o el lugar mensaje y recuerdan sus causas, sus fines, su valor
de los enunciados cualificativos que se aplican a los (su modalidad).
actantes en tanto que sintagmas nominales del relato,
este identificador será llamado c u a l if ic a t iv o ( I q).
l ’ a cteu r . — Lesquelles armes ainsin publiees, Madame
En principio, es el enunciado del destinador quien sans plus y penser, fist a soy Saintré venir et tout coye-
asume un papel de indicador. Así, en la secuencia ment au plus brief qu’elle peust lui dire: «Mon ami, or
«Le commencement du pas» el enunciado inicial del est la journée venue que Dieu et Fortune vous ont promis
Destinador permite identificar la temporalidad del sin­ pour vous honorer et mectre sus, par la venue de ce
tagma narrativo verbal: chevalier poulain dont les armes sont publiees. Si vous
prie tant comme je puis que vous soiez tout le premier
Le dimanche premier jour du mois et ouverture du pas, a monseigneur le roy faisant la requeste de le delivrer,
arriva ledit seigneur conte de Bouquincan le matin aprés et de la despense, ne vous souciez, car Dieu et nous pour-
la messe en tresbelle et grande compaignie, qui fist sur verrons a tout. Et ja soit que vous soiés mon seul ami,
le hault pignon de son loigeis mectre se baniere qu’il trestout mon bien, et tout quanque je puis dire, parquoy
portoit d’Engleterre a une bordure d’argent, et crioit: sur tous autres le vous devroie desconseillier et, qui plus
«Engleterre! Saint George.» est, deffendre de plus vous mectre en telz perilz; mais
tant est l’amour, que je vous porte que vous vouldroie
— «Et quant l’eure fut venue de commenceier
l ’a cteu r . en tous endrois le plus vaillant et le meilleur, esperant
le pas, leur deux juges, roys d’armes de Champaigne et en Dieu que il vous partirá de l'onneur» (p. 146).
Jarretiere, accompaigniez de leurs heraulx, furent montez
sur leur hourt pour mieulx jugier, lors commenga la Comment le roy parle á Saintré, et des dons qu'il lui fist
jouste qui fut forte et fiere et treshonorable pour tous et a sa compaignie.
deux, mais non pourtant que ledit conte a la darraine
course fut aucun peu blessié en sa main, pour sa lance l ’ acteu r . — Endemonlioi llolmt Imil uliiln <|in
mieulz rompue il gayna le diamant» (pp. 176-177). vous avez oy, le roy qui tant amolt Saintré lui dial:
«Saintré, qui vous a csmou do cení......nprlNo futro Huns
El enunciado titulado el a c t o r precisa el espacio de la mon congié? Ou sont los scollo/, don prntuomioM <lo fortune,
contienda (del sintagma narrativo verbal), mientras qui tant a esté pour voiih, qu'ollo no voun puiit revoquer?
su última parte («Lors commenga la jouste...») explí­ Et d ’autro parí no ci'Blgnia vouu |>un lo yre de Nostre
cita en su forma acabada el sintagma «verbo» de la se­ Seigneur, qui nolis dnffon! tullen vainas choses? Et se il
cuencia narrativa. vous en a par tnnt do f"i« onrlchy, de tant lui estes vous
Puede también suceder que el papel identificador plus atonu. #t ......... |«v< gardar de plus le offendre, se
vuiis rain : Imhi ....................... ... que coste chose est si publiee
sea asumido por el enunciado de un actante distinto
del destinador, por ejemplo por un «personaje» se­ 0, C'f. mil. a.l.ll., a.3,1,5., 3.5.2.

178
179
que ne se puet retourner, pour ceste foiz, je m’en con­ nons viennent de la bonne chiere que le roy, lit mvin\
tente, vous deffendant que n'y retournez plus» (p. 239). Madame et autres leur firent» (p. 137). «Comment tfiiln
tré par ses journées est venus devers le roy, l’honneur
et les bonnes chieres qui lui furent faites et le cuer do
4.1.3. El conector Madame gary» (p. 139). «Cy parle comment Saintré fut
chambellan du roy, et les alliances de lui et de Main-
El complejo conector es el enunciado del destinador gre, escuier, dit Boussicault» (p. 141), etc.
que se manifiesta como sujeto de la enunciación y or­ Este conector comment no introduce, ni constituye,
ganiza a su gusto el relato, continuando o interrum­ una explicación. No es más que un intervalo vacío de
piendo la generación infinita de los sintagmas nomi­ motivación, que se limita a conectar una descripción
nales o de los sintagmas verbales. En los textos más con aquella que la precede. No es más que el salto
modernos, el complejo conector toma la forma de una que permite pasar de una constatación a otra. Desmis­
justificación causalista (psicológica, sociológica, mo­ tifica el causalismo al que pretende el discurso usual,
ral). En Antoine de La Sale aparece de un modo abrup­ comunicativo, lógico, y sustituye con la forma de una
to: arbitrario, gratuito, sin motivación, o bien como d e m o s t r a c ió n («comment») una mezcla de enunciados
una excusa ingenua. A s í: tomados de diversos textos. El complejo narrativo va­
cío, el conector asegura así la mezcla de que está he­
«...Et a tant laisseray cy a parler des honneurs fais á
Saintré, des offres et des congiez prins, et parleray de sa cho el texto de la novela.
venue devers le roy, des veux et des voiaiges que Madame
pour l’amour de lui fist» (p. 137).

Los ejemplos de este tipo abundan en el texto de An­


toine de La Sale y hemos ya anotado algunas de sus
particularidades.7
El conector puede ser comparado con la conjunción
«y» en la frase: une a los adjuntores cualificativos y
predicativos con otros adjuntores cualificativos o pre­
dicativos, o bien asegura su continuidad en una yuxta­
posición ad injinitum de las secuencias narrativas. El
conector es, pues, el ejemplo-tipo del meta-discurso
del sujeto de la enunciación.
En Antoine de La Sale aparece a menudo en los
subtítulos de los textos, introducidos por el adverbio
com ment: «Comment Saintré, accompaignie de tous les
seigneurs, se part de Barcelone pour retourner en
Prance» (p. 137). «Comment Saintré et ses compag-

7. Cf. cap. 2.2.1.2.

180 181
frfrtltvtvillll
Los complejos narrativos que hemos definido como
4.2. T abla de la generación de los complejos adjuntores (con su doble ambivalencia: A q adjuntor
NARRATIVOS cualificativo y Ap adjuntor predicativo por un lado,
progresivo y retroactivo por el otro) aplicados a los
complejos de base (los aciantos), a los identificadores
y a los conectores, ganaran CLAIM d e c o m p l e j o s n a ­
r r a t i v o s . El proceso de formación de estas clases de
complejos narrativos recuerda la formación de lo que
en lógica se denomina las clases inductivas.1
El mecanismo de la construcción do las clases in­
..In -(IqA q)
APIP) . . I P ductivas es el siguiente:
n
Vamos a designar estas clases narrativas inducti­
(ln---(IqAq))...(Iq .(IqAq)Act
vas (es decir, las secuencias más grandes del relato,
correspondiendo a todo un ciclo de acontecimientos,
...Aq...(AqAct)
e incluso a un resumen en el relato) pm Q; los
Act
complejos de partidas que engendran las clases induc­
(•■•Iq...( I qAq) ) ...( .,I q...(I qAq)Act) (APIP) ...I P .) tivas por A ; y la totalidad de las operaciones genera­
(1)
tivas por P. Si X (una secuencia del reíalo) forma parto
(••Aq...(A qA ct)((ApIp) ...I p
(2) de Q, aceptaremos por .......... mu (pie existe por lo me­
nos una serie Y...Y,, tal, que cada Y„ es X, y cada Yk o
Act((ApIp) . . . . l q....)
(3) bien forma parte de A, o bien está engendrado por el
miembro precedente de la serie por un conjunto de
(••■Iq...( I qAq) ) .. . ( . .. I q. ..( i qAq)Act))Ap (4) operaciones P. Llamaremos a esta serie una secuencia
c o n s t r u c t i v a ; Y...Y,, son llamados los t é r m in o s de
(•••Aq....(A qA ct)A p esta serie.9
(5)
Cada serie constructiva puede ser representada por
A c tA p( o Act.Act. A PA P...
(6)
un grafismo particular que os el árbol: consiste en una
serie de puntos relacionados de modo específico. Uno
I(AP1P) ...I P) de los puntos es la raíz del árbol, mientras que cada
(7)
uno de los otros puntoi eatá relacionado con un — y
Ap sólo un— punto situado por debajo de él. El punto de
(8)
la raíz corresponde a X, Cada uno de los otros puntos
corresponde al resultado de la operación sobre los ope­
Esquema 10
rantes que son los tres puntos situados por debajo. Los
8. Cf. H. H, Curry, Cnmblnatory L ogic (Amsterdam, 1958),
vol. I.
9. Segulmo* iiqul ln explicación del árbol dada por Saumjan,
op. cit., p. 22.
182
183
puntos inris altos del árbol corresponden a los elemen­ y de prueban « uva iiiullIpil. I.lml i...... i....... . «I*
tos de partida y representan las bases de la serie cons­ nificacion: por un bulo «i'.lili..... I>. \ubi .1 iI. miii...
tructiva. los personaje*, v ..... i....... I e«t un..........m elón, pite
El árbol que hemos representado es el modelo apli- otro lado, disuelvo enln loInlUbul opiiea que »•*» el Ae
cativo de la generación de los complejos narrativos en tante en tanto que perminulu coiinIlllllijn pul I* iqilb*
clases narrativas en la estructura frásica de la novela. ción de adjuntores eualllbulIvom en b. pilmeiH pulí»
Los puntos superiores son complejos de partida de de la novela, sustituyéndole una bivoinblNti >l<t eonn
la novela: el operante (el Actante con su estatuto no­ piejos narrativos: como tal, la ueiir de piuel.au hh MHM
minal N) y los operadores Aq (adjuntor cualificativo), destrucción: «La novela francesa, en la novela »il» lili
Ap (adjuntor predicativo), Iq (identificador cualificati­ destino que se cumple y de un ser que no dciitue MR '*
vo); Ip (identificador predicativo). Las operaciones que Nuestro árbol presenta un solo netanlo p.uqu*,
combinan estos complejos de base son la a p l ic a c ió n como hemos visto,11 el modo de estratificarse del lie*
y la s u s t it u c ió n (en tanto que operaciones secundaria tinador nos permite reducir el «héroe» (los Nii|eloMl
y complementaria). del discurso novelesco a un sólo héroe (sujeto) que en
A cada punto inferior inscribimos la clase de com­ siempre el mismo, independientemente de las formas
plejos narrativos obtenidos como resultado de la apli­ que adopte (Autor, Dame, Saintré). Por otra parte,
cación, mientras que debajo de esta notación, marca­ esta reducción de los actantes en un actante está auto­
mos los resultados de las sustituciones sucesivas de rizada por el hecho de que Saintré es el único héroe
esta clase por sus constituyentes. Así obtenemos, en la que actúa realmente en la novela, asegurando la con­
raíz del árbol, ocho tipos de estructuras bajo las que se centración y la continuidad de la misma. La Dama es,
puede presentar esta c l a s e in d u c t iv a que es la novela o bien un Otro que representa el discurso científico
para nuestro análisis. o moral del Mismo (el Autor), o bien un enunciado
La lectura de la notación l£...(Iq Aq) sería: una no-disyuntivo que, en la frase de la novela, asume el
serie infinita puede ser engendrada por la aplicación papel de un Aq (que sirve para calificar a Saintré). Los
de un identificador con un adjuntor cualificativo. Dicho demás actantes (los caballeros, el abad, las damas de
de otro modo, esta notación resume las secuencias na­ la corte) son adjuntores predicativos.
rrativas iniciales de nuestra novela que servían de Puede imaginarse, no obstante, otra variante de la
cualificación a los actantes (Dame, Saintré, Destina­ estructura novelesca en la que habría distintos actan­
dor). También podemos sustituirles el constituyente tes, y, por ello, múltiples acciones paralelas. Este caso
principal de la serie, el adjuntor cualificativo Aq, que podría ser representado como una imbricación de las
da a la secuencia narrativa su carácter de cualifica­ estructuras frásticas, por lo tanto, como una serie pa­
ción en el interior de la estructura frástica de la no­ ralela de árboles unidos por una serie de conectores.
vela. O bien, si los actantes (y las acciones) se dividen de
La notación (Ap IP)...I>|¡ resume la generación infi­ nuevo, este tipo de estructura novelesca podría ser re­
nita de secuencias predicativas: las hazañas, las prue­ presentado como un árbol más ramificado.
bas a las que los actantes son sometidos. Digamos aquí 10. A. Thibaudet, R éjlcxion s sur le rom án (París, Gallimard,
que, en efecto, la sintagmática de los complejos narra­ 1938), p, 107.
tivos forma una serie de acontecimientos, de proezas 11. Cf.. cap. 3.5.1.1.

184 185
Nuestro rumielim Ilustra uilii ettlnictuta novelesca vós «Id UTiti eiiuuehtcliin ib1 In mid N" «'tu MM'i <‘l Hesll
rini m u i;ul.i linca d r , ii rlu ii, que mu puf ello lineal mullir (drt di lelilí,n (te ln liltilnl In)
ni simple, sino nmblvnlento y polifónica.” Como ejemplo itul tipo (Ni puildiMui* diluí idiomas
¿Cuáles son los ocho tipos de estructuras noveles­ ínucHl niN de ln llteini lil e nm i lln mil Ilion 0 ...... di *Tnn
cas en el Interior de esta estructura con una sola línea Tó klng») qiid lio no ni'ldi l un pin ln \uilnpinili Ió im I"
de acción? secuencias neutras, en dn h im p- i nmnlt n \ im noli|d
El tipo (1) es el tipo completo de la construcción tivas, que toman la l'onna <!n ............ mi ImágiMltNi, de
tal como lo encontramos en «Jehan de Saintré», con máximas, proposiciones monden v llln Hi....
una serie de cualificaciones y una serie de hazañas, Señalemos que estos tipos, hI hlen pimlni noi en
siendo cada una de estas sucesiones cronológica, espa­ tructuras negativas autónomas, son al mlnmo llampo
cial y modalmente definida. clases narrativas en el interior de la estructura nlmple
El tipo (2) representa una estructura novelesca en pero completa que es la novela examinada «.Idlinn •
la que las cualificaciones del Actante no están crono­ Saintré»; representan, pues, también las distintas Ha
lógica, espacial y modalmente definidas (no existen los pas de la generación de la novela.
identificadores), sino que aparecen como inmanentes, Es evidente, por otra parte, que esta tipología es
generalmente con la ayuda de una meta-descripción válida para todo relato, y no únicamente para la nove­
biográfica o psicológica, incluso en el enunciado del la. La especificidad de la novela aparece sólo al exami­
destinador. nar los actantes y los complejos narrativos en tanto
El tipo (3) supone una ausencia total de cualifica- que no-disyuntivos, así como al introducir en nuestro
ción previa (de adjuntor y de identificador cualificati- análisis el tercer generador, la intertextualidad (cap. 5).
vos) y una apertura de la novela por las propias haza­
ñas del Actante.
El tipo (4) sería aquella estructura novelesca que 4.3.1. El t r a n s f o r m a c io n a l . L a r e l a c ió n r e ­
cam po
despliega una larga sucesión de cualificaciones identi­ ENTRE EL GENERADOR DE LOS COMPLEJOS
c u r s iv a
ficadas y se acaba bruscamente con una sola hazaña, Y EL GENERADOR DE LOS ACTANTES
única y final.
El tipo (5) es el mismo que el tipo (4), sin los iden­
tificadores de los adjuntores cualificativos. El tipo (5) La generación de los actantes se hulla en una relación
se relaciona con el tipo (4) del mismo modo que el bi-unívoca con la generación de los emnplcJoH narra
tipo (2) con el (1). tivos. La generación de los complejos determina n los
El tipo (6) es la construcción narrativa anecdótica actantes. El actante Saintré, e Incluso el actante Des­
que presenta uno o varios actores yuxtapuestos pasan­ tinador como meta-sujeto del relato, están constitui­
do por sus pruebas. dos por la generación. Pero los complejos están a su
El tipo (7) es el relato de una serie de aconteci­ vez influidos por la generación de los actantes. Estos
mientos (pruebas, hazañas) no-asumidos por un actan­ últimos, es decir, la distribución de las instancias del
te. El anonimato del actante puede presentarse a tra-1 2 discurso en el interior del enunciado novelesco, trans­
codifican los complejos generados en enunciados asu­
12. Cf. más adelante, cap. 4.3.1. midos por tal o cual sujeto, es decir, en in s t a n c i a s de

186 187
HiMt hnmo emíii iirMi'iiiliiiruciúti dn Ioh complejo* narra­ IiiIkmIuc»’ cu Id »lnnltli m Ióii hoylcn"# el"*"'! «I mImuIcm
tivo* en InHtimcIfiN do dtacurao permito descubrir una te principio i
Horic do Hiib-estructuniH en el Interior de los comple­ Al iipllntr Im M"ie imi'Ióii inliiiirlMl m Iii M"mciucIAu
jos narrativos, lo cual transforma el sentido de los (le lim CllllipleJoB HUI I ni U ........... I ......I l l m n o n l l n in d i il
mismos. Asi, si tomamos la secuencia de la partida marión de la ulpnlltrarluii ipil i'e.rdla del hm Im de
de Saintré hacia su primera campaña y si considera­ que a rada aplicación (Arl anl i *i .... | •i ........ .
mos el enunciado de la Dame tal como aparece, o sea, de una aplicación en el i>eulldn Inveimi (I '•>1 ii|tl«>|<> *
unívoco, amistoso, benevolente, entonces leeremos este Actante). Este principio aeró llaiinide >1 |>i in, i( , ,|r
complejo narrativo como un complejo también uní­ la bi-univocidad.
voco, como funcionando en el sentido de la evolución La totalidad de las transforni.n inncn que ,,, upe
ascendente de la acción. Pero, si tomamos en consi­ ran al aplicar el principio de la bl u n iv o cid a d ...... . i
deración la generación de los enunciados actanciales, tuye el campo transformacionai. de la novela
por ejemplo la ambivalencia del discurso de la Dame,
entonces el sentido de la secuencia se vuelve dudoso,
inestable, no-disyuntivo. Desde el punto de vista de la 4.3.2. L as particularidades del campo novelesco
estratificación del enunciado del destinador y de la gé­
nesis de los enunciados de los personajes en el interior La significación de lo novelesco constituye un campo
del discurso del Destinador, la secuencia de que habla­ cerrado: está delimitado por los complejos narrativos
mos se transforma así: El enunciado de la Dame no que están escritos en los niveles del fenómeno textual
es solamente un Ia modal (tal parece ser en el interior (la actuación). Cada transformación que podemos leer
de la generación de los complejos). Se presenta como en el campo novelesco pertenece sintácticamente a las
la encarnación del meta-sujeto de la novela, como el estructuras definidas por el orden de la generación de
sujeto transcendental que juzga, aprecia, moraliza, or­ los complejos.
dena. Es el «yo ideal» de un sujeto que se representa Pero el campo de la significación novelesca com­
a través del relato. Saintré no es sólo el guerrero-su­ prende también el nivel de la competencia, y es, en
jeto de esta frase que es el relato. Condensa, además, este sentido, un campo lleno. Lo que significa que con­
el discurso del deseo, es a la vez objeto del deseo (el tiene todos los n-miembros del operante, de los opera­
Otro a quien se dirige el discurso) del destinador, y el dores (actantes y complejos) y de los resultados de su
propio destinador (el Mismo que desea por la interce­ transformación, que pueden engendrarse por el gene­
sión de un significante, el «personaje», provisto de nom­ rador de los actantes y de los complejos. La infinidad
bre propio). Es la pseudo-diferencia del Mismo, la se­ de este nivel generativo de la significación novelesca se
mejanza-diferencia que cierra una vez más al enun­ halla constantemente presente en la lectura de la no­
ciado novelesco en una función no-disyuntiva (circu­ vela y comporta, para una lectura «transformativa», la
lar). Dicho de otro modo, la sub-estructura de la gene­ selección limitada de las realizaciones concretas del
ración de los complejos (de la frase narrativa), es la texto.
no-disyunción de la topología del enunciado del Des­ La significación novelesca es bi-valente. Para cada
tinador. operante (para cada enunciado que sufre una opera­
La relación recursiva actante/complejo narrativo, ción) en el campo de la transformación, existe una in-

188 189
terprot ación doble: a la vez positiva y negativa, pa­ pión, la lealtad, la generosidad, sean puestos radical
siva y activa, etc. Digamos, por consiguiente, que el mente en duda. De tal modo, que la significación de
enunciado novelesco en su totalidad posee a la vez una las relaciones Abad-Saintré, en la totalidad novelesca,
ISOTONAMDAD y Una ANTITONALIDAD. puede ser leída como positiva, en isotonalidad con el
Así, el actante Saintré es a la vez sujeto y objeto discurso de ideal del yo (los preceptos morales que la
del libro: es el sujeto del relato y por lo tanto de la Dame expone), del meta-sujeto o del sujeto de la enun­
acción narrativa, de la «frase» novelesca en tanto que ciación; al mismo tiempo, esta relación puede enten­
actuación (performance), de la retórica; pero es el ob­ derse como la contestación a tales entidades, como una
jeto de la novela, por tanto del discurso en tanto que antitonalidad respecto al discurso del meta-sujeto, del
competencia (competence) asumida por el destinador ideal del yo, del sujeto de la enunciación. Observamos,
(el Autor). pues, en el campo de la significación novelesca, una
La Dame presenta esta bi-valencia en un sentido ambivalencia positivo-negativa.
inverso: es una filiación del destinador (del autor), es Anotemos todavía otra transformación de la signi­
decir, un sujeto del discurso como competencia; pero ficación novelesca:
es objeto del relato, ya que el enunciado de la Dame
forma parte, como hemos visto, del complejo cualifi- DR — activa S
cativo (Aq) o del identificador cualificativo (Iq). Dame R Saintré
A otro nivel de la novela, en la relación Saintré- DR — pasiva S
Dame (lo que podría también formularse: Otro del
Yo-Ideal del Yo, o bien Sujeto-Meta-sujeto, o bien Su­ Esquema 12
jeto del enunciado-Sujeto de la enunciación), la bi-va­
lencia se presenta como sigue:
Si al principio de la novela la Dame amaba-desdeñaba
D R + S a Saintré, al final ella es amada-desdeñada por él. La
Dame R-Saintré relación ha cambiado de modalidad, transformándose
D R— S de activa en pasiva, sin que el sentido «verbal» de esta
relación se haya modificado. La bi-valencia es esta vez
Esquema 11 modal (activo-pasivo).
De todas estas constataciones se d e sp r e n d e n las .si
(R designa la transformación) guientes características concerniendo a la particulari­
dad del campo novelesco:
— La significación novelesca constituye un univer­
La relación Dame-Saintré en la totalidad de la novela so clausurado, cerrado por un significado anterior al
es a la vez positiva y negativa, pero ni lo uno ni lo otro discurso novelesco y que este discurso presenta de tal
exclusivamente. La aparición del abad desacredita a modo, que cada secuencia posee la función del texto
su propia ciencia, sus propios principios, su propia global.
lealtad, su generosidad, sin que estos significados en — Una ley asociativa ordena la significación de este
sí, es decir, el propio discurso de la ciencia, los princi- d iscu rso l’ara que aparezca el sentido transformacio-

190 191
nal, el sentido de rada secuencia debe ser leído como boniformes, sorboniseques, niborcismes, sorbonlMni,
semánticamente asociado a la vez al sentido de la sen­ saniborsans». Encontramos huellas de un método nlml
tencia que precede y de la que sigue, es decir, en fun­ lar en la polinomasia de Cervantes, en Don Quijote. En
ción asociativa con las secuencias envolventes, inde- el primer capítulo, el protagonista es llamado Quixa-
p e n d ie n te m e n tr de la d iferen cia e x p líc ita (temporal, da, Quesada o Quixana, surtido de entre el que Cer­
espacial, actancial) en la obra de estas tres secuencias. vantes va a escoger la palabra Quijote. Mambrino es,
— En el universo transformacional de la significa­ para Sancho, Malino o Martino. La Condesa Trifaldi
ción novelesca, existe un y sólo un significado explíci­ se convierte en «La cola, o falda» y «La Condesa de
tamente reconocido, sostenido y defendido: es el men­ las Tras Faldas», etc.14
saje del texto, único, determinado y delimitado en su Por otra parte, siendo la novela una transforma­
propia bi- o poli-valencia. ción, conduce al fracaso todas las tentativas de clasi­
— Para cada unidad significante del texto noveles­ ficación que se han dado en la historia de la teoría de
co, existe una unidad significante opuesta, tal, que las la novela: novela narrativa y anti-narrativa según Lou-
dos juntas constituyen el mensaje bi-valente del texto. govski, ingenua y esquizotímica según Koskimies; no­
vela de acontecimientos, de personajes, de construc­
ciones según Müller-Kayser, etc. El aspecto transfor­
R e s u m ie n d o : macional de la novela, tal como lo hemos expuesto, no
puede ser sometido a una clasificación estática: no exis­
Una combinatoria, por consiguiente una independen­ ten categorías suficientes para contener las estructu­
cia relativa de significantes en el interior de un signifi­ ras movientes de la transformación novelesca.
cado cerrado (la expresión, el mensaje) con oposición Por fin, la presencia simultánea de dos niveles, el
recíproca de los significantes que, sin anularse, se fu­ enunciado y la enunciación, la competencia y la actua­
sionan en el Uno del mensaje expresivo — este princi­ ción, el significado y el significante narrativos,15dibujan
pio caracteriza, a nuestro entender, el campo transfor-
j\ macional de la novela, que, en tanto que estructura 14. Cf. L. Spltzer, Llngultitici m il L iterary H istory (Prin-
ceton, 1948).
l'j transformacional, busca una abertura a través del dis­ 15. Se ha hablado de un ««tifíelo» que se eleva a lo largo
curso expresivo (combate al símbolo), permaneciendo de una lectura de la novela y que no «* la propia h tutoría, ee-
en su clausura (revelando el carácter de signo). ñalándose que la «fluidez» de la luiveln, ente poder que serla
El hecho de que la novela practique la transforma­ una de las principales cualidades de la novela, «ai Incompatible
con un «plan o con un orden de ecuiiuiilo» ¡le inda de la
ción al nivel de la actuación narrativa, aparece desde «virtud de la lengua, de la orgunlzaeli'in, de la construcción» que
los principios del género. Estrechamente ligada con la parece tenemos «a distancia do la vida», al tiempo que se tra­
escena del carnaval,13 la transformación significante taría de la virtud de la novela de ponamos «en estrecho con­
tacto con la vida». «Esto parecería probar que la novela, por
aparece ya en Rabelais, por ejemplo en las ricas series su naturaleza, está condonada al oompromlso». Ahora bien, tal
de palabras que designan a un solo significado. Vea­ veredicto se basarla en la hipótesis do que «la novela tiene un
mos, por ejemplo, la lista de los rabelaisianismos sobre carácter fijo e Incambiable», y mío es precisamente lo que la
la Sorbona: «sorbillans, sorbonagres, sorbonigenes, sor- historia rechaza. (Cf V Woolf, T he B ookm an [1929] in L ’A rt
da Uovinii, liad l'nmc Kd du Senil). Podría verse en las refle­
xiones de lu novelista las particularidades que hemos definido
13. Volveremos a ello, cap. 5.4. como transformaolonales de la estructura novelesca.

192 193
el campo transformadonal de la novela y permiten las
múltiples variaciones que hacen de este género una di­
versidad viviente, en continua renovación. De tal modo,
que «la novela, como seguimos llamándola con parsi­
monia del lenguaje, está visiblemente explotando en
una multiplicidad de libros que no tienen en común
más que esta única denominación inadecuada... Y la
prosa es todavía tan joven que apenas sabemos qué
virtudes se ocultan en ella».16 5

LA INTERTEXTUALIDAD

«Der Logos ist: die lesende Lege und nur


dieses.»
M. H eidegger, Logos

5.1. EL LIBRO Y LA ESCOLASTICA

5.1.1. El v a l o r d e l a e s c r it u r a d e s d e l a a n t ig ü e d a d
hasta la E dad M e d ia

En 1455, Gutenberg imprimió la Gran Biblia Latina.


En esta fecha la edad del libro sagrado toca a su fin.
A través de la técnica, la escritura se confundirá defi­
nitivamente con la palabra, y la novela va a constituir
el síntoma de tal confusión.
«Jehan de Saintré» aparece en 1456, a juzgar por
el manuscrito de Barrois, el primero de los diez que se
conocen (Biblioteca Nacional de París, fr. 10057) y que
es un manuscrito de autor, el que La Sale confiaba en­
viar a Jean d’Anjou, pero que permaneció largo tiem­
po en las manos de Antoine de La Sale, siendo objeto
a lo largo de las primeras dos quintas partes del texto
ití. IbícL. de correcciones de la mano del autor. Otros dos manus-
194 195
I » » » » » » » » » » » * » * »

Gritón, uno do (ilion en liorna (nibllotoca Vaticana, Uoff. ti 111u h borní A iilo lii'i de I ,n Mulo ol iioiii I ho ilo «mío po
I«nt, hikI) y ol otro on Londres (ürltlnh Museum, Cot- bro inoiiMiiJom. E sto s cam bio s, ijUo | i e i o i c i i i i i I iII ih
ton Ñero i)I X) ofrecen el texto corregido enteramente. ríos, creemos ho Imponen por don ni/ono» foneiion*
Estos manuscritos llevan la huella do este culto al y estructurales. I’arn dar n ni i IokI.ii ti ini oiitonln v un
libro que la Edad Media, contrariamente a la antigüe­ ritmo, Antoine de La Sale sutsltuyo la palalini «un» Jim
dad griega, había erigido en símbolo de la ley divina. la palabra «deux» que da una aliaba acentuada nula a
Hay que seguir las anotaciones «caligráficas» o «tipo­ la frase. Por otro lado, la sustitución de 1 por 2 y de
gráficas» del manuscrito de Barrois, por ejemplo, para 3 por 4 se integra en esta estructura diádica en la que
darse cuenta de hasta qué punto la presentación escri­ se mueve la novela, y deja entrever, de un modo e s ­
ta del libro posee una importancia capital para Antoi- p e c t r a l por decirlo así, su numerología. Sea cual sea

ne de La Sale. Este anota los cambios de tinta, modi­ el caso, estas correcciones de la señalización novelesca
fica la distribución de los párrafos,-corrige los nombres prueban que Antoine de La Sale piensa su obra como
de los personajes. Al mismo tiempo, Antoine de La una e s c r it u r a — como una red de marcas para cuya
Sale precisa el uso de las dos tintas, roja y negra, exige sustancia escriptural y valor fonético de m a t e r i a (sino
apartados muy distintos, recomienda el empleo de de­ más) es tan importante como el contenido expresado.
terminados rasgos para subrayar los pasajes esencia­ Tal concepción de la e s c r it u r a y del t e x t o e s c r it o
les.1 Antoine de La Sale emplea 27 fórmulas diferen­ enlaza con la tradición medieval, y, en la novela, reani­
tes sólo para lo que concierne al empleo de la tinta ma la autenticidad del libro en la modernidad como
roja: «en ligne de lettre vermeille» (9 veces); «en ligne índice mayor de la profunda religiosidad de nuestra
de vermeille» (6 veces); «en chef de lettre vermeille» cultura. El acto de escribir es, visiblemente para An­
(6 veces); otras 15 fórmulas indican la disposición de toine de La Sale, el acto meritorio por excelencia. El
los pasajes que hay que escribir en color negro; 5 soldado se vuelve escritor — el libro bien hecho vale
fórmulas indican la repartición del texto en aparta­ más que el combate ganado. Al principio y al final del
dos, o las palabras que hay que subrayar, sin que se texto, cuando se dirige a su destinatario, Antoine de
haga mención del color de la tinta.2 La Sale insiste acerca de la especificidad de su trabajo:
Las correcciones ortográficas (cou r-> cu er, coer, él h a e s c r it o . La escritura no es su profesión: no
ceur, o concernientes a los nombres propios) o grama­ es ni sabio ni clérigo («attendre que ne suis saige ni
ticales, son menos frecuentes y menos importantes, aussi elere»), pero se dedica sin embargo a hacer un
dado el estado de no-fijación de la lengua francesa en l ib r o para quedar inscrito en el có d igo s o c ia l («me

la época. Por el contrario, parecen más interesantes lo recommande á vostre tresbonne et desiree grace»,
que F. Desonay llama «las correcciones de capricho»: p. 309) y en la e t e r n id a d («prie le Dieu des Dieux»,
la modificación de cifras y nombres propios. Así, 2 p. 309).
tamboriles pasan a ocupar el lugar de 1; 3 caballeros Es pues en el lugar en que se encuentran la pala­
tendrán 14 caballos en el lugar de 13, etc.; Lusignien bra con la escritura, la ignorancia con la ciencia, don­
cede el lugar al rey de armas de Anjou — 7 veces dis- de nacerá la novela, sensible eco de la teoría, de la
«Docta ignorancia» de la que Nicolás de Cusa se con­
vierte en apóstol. La escritura — acto de expresión
1. Cf„ más arriba, p. 125.
2. R. Desonay, «Com m ent un au teu r...» (personal) y de integración (social)— será confundida

196 197
u i m n n n r T T T
por Antoine do La Salo con el discurso, y sólo apare­ de los grandes autores se vendían por centonaron, (DI
cerá (como en el caso de Kafka) para sellar la muerte libro se vuelve una mercancía: una vez saturado en
(sobre las lápidas de la tumba) y el fin del trabajo em­ Atenas el mercado de libros, el libro se convierte en
prendido. La extrema valoración de la escritura va una mercancía exportada.3 Alejandría y los árabes ter­
pues de lado con la censura: al escribir, uno se pre­ minan imponiendo la autoridad del libro. La hazaña li­
senta como hablante; al cesar de escribir, puede decir­ bresca (literaria) eclipsa la proeza del guerrero. «En el
se que se ha escrito. El verbo «escribir» aparece sólo año 269, Dexippos, gracias a su gran coraje personal
en pasado: señala una producción terminada, un tra­ y a su genio estratégico, había salvado su ciudad natal,
bajo acabado. No se e s c r ib e , sólo puede h a b e r s e e s ­ Atenas, de las hordas germánicas; sus hijos compusie­
c r it o . Contemplar lo escrito es contemplar la muerte. ron para él un Epitafio en verso que conservamos y en
Una vez más, el parentesco entre la escritura y la tum­ el que se le glorifica sóo en tanto que r h e t o r y s y n -
ba se manifiesta de un modo sorprendente. g r a p h e u r s ; su acción heroica, por la que él mismo se
¿Cómo llegó el pensamiento europeo, al final de la prometía “una gloria eterna”, no se menciona ni con
Edad Media, a esta concepción doble de la escritura, una sola palabra.» 4 El poeta sabio, cuya imagen ofrece
que va a permitirle elaborar uno de sus productos más abundantemente la colección «Antología griega» (de
característicos, la novela, en el molde de esta escritura, Ptolomeo al siglo vi después de C.) es un artesano y
confesándoselo sólo peyorativamente? un filólogo que venera su pluma, su estilete, el papel,
La Grecia antigua no se preocupaba en absoluto su escritura, las letras, la caligrafía.
por lo escrito: en la enseñanza antigua la lectura y la Desvalorizada en la Grecia Antigua, la escritura
escritura tenían un papel secundario. La escritura se empieza a sobre-valorarse durante el Helenismo: se
vuelve importante sólo a partir del siglo v a. de C .; espiritualiza, se eleva al rango de transcendencia, es
cuando el papel de los oradores y los sofistas empieza considerada como signo de la idea. Nunca entendida
a dominar la vida intelectual griega. No obstante, co­ como una producción de sentido, nunca sospechado su
nocemos el desprecio de Platón hacia la escritura y el carácter de proceso lento de elaboración de significa­
libro (Fedro, 271 c hasta 276 a). El rey Thamus ex­ ción, la concepción griega de la escritura oscila entre
pulsa al Dios egipcio Toth, inventor de la escritura, la denegación y la divinización, pero el campo es el
reprochándole el hecho de que su invento produce el mismo: lo escrito es aquello que detiene, lo que lija,
olvido y hace que la memoria se vuelva negligente: «tú lo que osifica; es decir, lo eterno, Inmutable, verídico,
no ofreces a tus discípulos más que el nombre de la divino. La escritura no será nunca comprendida como
ciencia sin la realidad». La verdadera sabiduría es vo­ una permutación de significantes, sino como el cono­
cal, no puede nacer en el jardín de la escritura, «no c im ie n t o de una verdad: lo escrito deviene el signo
puede sembrarse con la ayuda de la pluma», «no se por excelencia de lo transcendental (la Ley); el libro
deposita en el agua negra». La época del Helenismo constituye una significación sagrada, una santidad, un
trae el encuentro de la poesía con las ciencias (filolo­ orden, una regla, una norma ideal. Plotino se hace he­
gía, ciencias naturales, astronomía) y la aparición del raldo de tal concepción: para él, el arte del vidente es
poeta sabio, que hará nacer el culto de la Biblia y las
bibliotecas. Las épocas imperial y bizantina partici­ 3. A. Flocon, L'univers du lim e (París, Hermann, 1961).
pan de este culto. Después de Aristóteles, los discursos 4. Eduard Norden, cf. E. R. Curtius, op. cit., pág. 372.

199

i.
«una lectura de los caracteres escritos de la natura­ cripcionics rojas para la gloria do (Vlslu* l'¡*tin |hi*m
leza, que revelan el orden y la regla».5 El neo-plato­ fora masoquista combina curiosa y iicinsmlaliiaiils
nismo convierte el libro en el depositario de la sabidu­ (revelándose así como figura fumlamnilal «lr< ............
ría, el despertar del espíritu. civilización) por un lado el aspecto « anomihh rn di In
Los romanos, con Cicerón, Virgilio y Horacio, ce­ escritura, es decir, el hecho de que anuir i•••l<•«milldn
lebran la Grecia antigua, y, por consiguiente, este «re­ difiera de todo lo ya existente, se permute y renidene
nacimiento» romano es vocálico, anti-escriptural. Ape­ como un juego de ajedrez permanente, eniuo una pin
nas con Marcial (Epigramas) reaparece el tema del ductividad sin producción; y por otro la kni’ IMITUAI.I
libro con la apología del estilete, de las tablillas, del zación dei la escritura como sumisión al Padre, es
papel. Los siglos n y m retomarán los temas de Mar­ decir, aceptación de la escritura como teleología, como
cial. Ausona, en uno de sus poemas, se dirige a su hoja acto sagrado que aspira al conocimiento de la Idea
de papel, y Claudiano canta la escritura de las estre­ divina. Este segundo aspecto es el que va acentuar el
llas («scribut aetheriis stilichonem sidere fastis», De monaquismo, que domina Occidente a partir del afio
consolatu stilichonis, II, 476). 350. La escritura se va a convertir en el arte de los
Pero va a ser el cristianismo quien haga reinar el monjes (tales son los preceptos de San Martín, en el
culto del libro. Si se habían hallado divinidades escri- siglo iv). La pluma que se desdobla será el símbolo del
vientes en el arte etrusco,6 Cristo parece ser el único Logos que se expresa en dos testamentos.9 En el hecho
Dios representado con un volumen.7 El cristianismo, • t de escribir con tres dedos se verá una alusión a la
religión de los libros sagrados, entroncó con el neopla­ Trinidad.10 La escritura-muerte, la escritura-producti­
tonismo, y en general el idealismo de la antigüedad, vidad que se anula, cederá su lugar, en el universo
en el terreno de la escritura como signo expresivo de de la Iglesia, a la noción de escritura como generación :
la verdad, de la Fe, de la Palabra Divina. Dios, Pala­ el estilete es una piedra, escribrir equivale a trabajar la
bra y Escritura se juntan en el seno del Cristianismo: tierra, la página es como un campo, las letras son el
para toda la cultura cristiana el libro será el lugar del grano. El tópico del texto como grano y semilla es
discurso autoritario, del Decir del Padre. De ahí las conocido en la retórica clásica, y Antoine de La Sale
dos metáforas del libro que conocerá el principio de se sirve de él en «La Salade», cuando en el Prólogo
la Edad Media r la escritura como herida (muerte), la habla de «8 granos de semilla» recogidos por él en el
escritura como labor (acto fecundador, generador). tratado De Virtutibus de Cicerón. Así, «Le II chapitre
La Europa medieval tiene una visión masoquista de traicte du II grain de semence, qui parle des tresdoulz
la escritura: muchos mártires (Santa Eulalia, Santo et tres amiables biens qui viennent de paix». «Le III
Tomás, San Vicente, Diácono de Zaragoza, etc.), ven, chapitre parle du III grain de semence qui traitte de
en los suplicios que les infligen los verdugos, las ins- oír bénignement toutes gens et doulcement leur res-

8. Prudencio (hacia 400), Cantos de los m ártires, cf. A urelü


5. Müller, I, 199, 12. Prudentii Clem entis, Opera omnla (Londres, A. J. Valpy, 1824).
6. F. Misserschmidt, in A rch iv fü r R eligion sw issenschaft 9. Isidoro de Sevilla, Etim ologías, cf. S. Isidori, Opera
(1931), 60. omnia (Romae, typls, A. Fulgonli, 1797-1803), t. 3-4.
7. Th. Birt, Die Buchrolle in der K unst (1907), citado por 10. Casiodoro, cf. Mlgne, Patrologiae cursus com pletus (serie
E. R. Curtius, op. cít. latina) (París, 1844-1864), t. 70, 1145 A.

200 201
V
pondré», etc. IC1 copihta bc ve de pronto valorizado: como el de Antoine de La Sale, los cerraba, onipr/nndo
IOh el focundador que por su actividad obtiene la salud por «explicitus est» o «explicit», seguido de liidlenelón
del alma. Si no ha sido todavía divinizado, si no se del lugar y del tiempo del trabajo, y del nombro del
ha vuelto autor omnisciente y omnipotente como está destinador. Los métodos de Antoine do La Sale son
camino de serlo Antoine de La Sale, y como será el los mismos que los de los copistas, y claramente toma­
caso para la modernidad, sucede lo contrario: Dios dos de la costumbre de éstos.
queda asimilado a la escritura, de la que él representa Alrededor del siglo ix, el latín deviene una lengua
el más allá transcendental, el «significado» eterno, él muerta, el libro de imágenes sustituye al libro de se
es el Dictador: aquel que dicta las escrituras a los ries de palabras. Iluminado, embellecido, el libro se
Santos. La escritura alfabética dará lugar, pues, a la vuelve plástico. Se vuelve cada vez más un objeto Ha-
concepción del libro como l ín e a más que como volu­ grado-mágico, un f e t i c h e : su presencia es suficiente
men : de ahí la linealidad estructural de todo lo que va para asegurar la victoria de los «combatientes».12
a escribirse en la civilización del libro. Se habla, en la Pero, a partir del siglo xn, se producen cambios en
Edad Media, de linea vitae sacrae (San Benito) y el libro. Por un lado, “sé' intelectualiza, se convierte en
linea sacritatis. objeto de trabajo, producto de clérigos y de universi­
Inmóvil e inmovilizante, y por ello ligada con la tarios, considerado como una profesión aparte. Abe­
muerte, así como generatriz y lineal (teleológica) y lardo, muerto en 1142, escribe: «Volví al trabajo que
por ello ligada a Dios, tal será la escritura = libro que sabía; incapaz de trabajar con mis manos, me vi obli­
la Edad Media venerará. gado a usar mi lengua». Pero, por otro lado, aparecen
La preocupación por la presentación es magistral. libros profanos: Los ciclos de Roland, la novela cor­
Distintos tipos de tinta: púrpura, rojo, negro, sirven tesana, la novela de Alejandro Magno, de Tebas, de
para las diferentes capas del libro. Los procedimientos Troya, las novelas bretonas, el rey Graal, el Román
de Antoine de La Sale son frecuentes en todos los co­ de la Rose, la poesía de los trovadores y los cuentis­
pistas y rubriquistas. Estos últimos escribían en rojo tas, Rutebeuf, las fábulas, Renart, el teatro litúrgi­
los títulos de los capítulos y marcaban las letras inicia­ co, etc., se transcriben en forma de libro. El libro
les de las frases con un trazo rojo vertical.11 También con imágenes no es ya sobrenatural, el trabajo del
es costumbre de lós copistas el anunciar, al principio ilustrador lo ha desacralizado.
y al fin, por una especie de meta-escritura, el principio, En este momento preciso es cuando el libro se
el fin y la finalidad de su trabajo. «Hic incopist» abría,
así, todos los textos, y una «souscription» o «colophon», 12. «Tal era, por ejemplo, el “Cattach de Saint Coluincllle”,
también llamado Colomban, que se conserva en la biblloteoa de
11. Svend Dahl, H istoire du livre de l’antiquité d nos jours la Academia real de Irlanda. Cerrado en un precioso “ eumdasch” ,
(París, Binat, 1960). Sobre el libro y las técnicas de inscripción cofrecito que data de finales del siglo xi y que fue abierto
en la Edad Media: Emile A. van Moe, La lettre orn ée dans les en 1813 por vez primera, el “Cattach”, pulubra irlandesa que
m anuscrits du VIII au XI I sitíele (París, Ed. du Chéne, 1943); significa combatiente, era una verdadera póliza de seguros con­
Geoffroy Tory, Cham pfleury, auquel est contenu l'art et Science tra los riesgos de la batalla. Pateado tres veces de izquierda a
de la vra y proportion des lettres attiqu es... selon le corps et le derecha por el clérigo puro alrededor del ejército en orden de
visage humain (París, 1529). Louis Seghers, T résors calligraphi- batalla, aseguraba la victoria gruclas al poder sobrenatural de
ques, R ecu eil de lettrines initiales, etc., du M oyen A ge et de su santo autor poder quo #e mantenía activo mucho tiempo des­
Vépoque de la Renaissance (Anvers), Eds. Merzbach et Falk. pués de su muerte# (cf, A. Flocon, L ’u nivers du livre..., p. 160).

202 203
vuelvo novela. Dicho <ln otro modo, I» novelo hereda por otra parto <<1 caparlo curvo (al voluiimn ' " iiIih Ih
del Linito medieval la forma, la preientaclón y la línea), o intentará, con mito* don matliim, •-.mi m«i ii ln
Bucrallzaclón ambivalente de la escritura. Reúne, por linealidad y la univocidad de la áp|« u niel nlmboloi ou
otra parte, el estilo del libro sabio, Intelectual (lo vere­ el interior de la expresividad (del libio rumo iIhIiIh de
mos más abajo) con la estructura del libro profano y /o la idea, de la escritura como ropreiienlm lún)
del d is c u r s o o r a l . En tercer lugar, toma la estructura
del libro con im á g e n e s que, siguiendo la l in e a l id a d del
libro «de palabras», introduce en él rupturas. Por un 5.1.2. Los LIBROS EN EL Milito
lado, los pasajes blancos entre imágenes rompen la
continuidad y la motivación del discurso, por lo tanto Antoine de La Sale acusa la influencia de rule rollo
de la narración; hemos visto que Antoine de La Sale al libro. Sus viajes a Italia y los contactos que loma
escribía complejos predicativos o cualificativos sepa­ en la Corte de Anjou con este país, lo relacionan ron
rados entre sí, independientes y relacionados por co­ el Renacimiento italiano. Es conocido el interés del Re
nectares arbitrarios. Esta estructura parece reflejar nacimiento por los textos y los libros: los manuscritos
directamente la yuxtaposición de las imágenes en los ricamente decorado del Quattrocento dan prueba de
libros dibujados. Tanto más cuanto que estos comple­ ello. Citemos el ejemplo de Petrarca, considerado, en­
jos narrativos son denominados «ystoires» — palabra tre otros, como el padre de la bibliofilia moderna: a lo
que toman los cuadros en la Edad Media. Así, en un largo de sus numerosos viajes compró o copió «todo
libro de dos volúmenes, Antiquités judaiques, de Fla- lo que le cayó en las manos». En Francia, a fines del
vius Joséphe, empezado por orden de Jean de Berry siglo xiv y principios del xv, es la época de los gran­
y terminado hacia 1476 por Jacques d’Armagnac, se des coleccionistas de libros, entre quienes Jehan de
lee: «En ce livre á douze ystoires... de la main du Berry (f 1416), hermano de Carlos V, merece un pri­
bon peintre et enlumineur du bon roy Louis XI, mer puesto. En esta época, Carlos V funda la Biblio­
Jehan Fouquet, natif de Tours...». Antoine de La Sale teca Real que se convertirá en Biblioteca Nacional,
emplea la palabra: «Le livre dont l’istoire est trans- conteniendo más de mil manuscritos a la muerte de
latée» (p. 1). su fundador. Toda una escuela de miniaturistas laicos,
Por otra parte, la imagen introduce en el libro una conocida por el nombre de escuela franco-flamenca,
perspectiva curva que será la traducción pictórica y trabaja con Jehan de Berry y encuentra nueva protec­
geométrica del espacio de tres dimensiones. Estudian­ ción, tras la muerte de su patrono, en la figura de
do el orden espacial del libro «Jehan de Saintré», ve­ Philippe le Bon, duque de Borgoña. El patrono de
remos cómo esta perspectiva penetra en la estructura Antoine de La Sale, el rey René d’Anjou (t 1480) es
de la novela. poeta, pintor y bibliófilo. Imitador de Lancelot («Coeur
La novela, que impondrá al mundo moderno la d’amour épris»), visitador de Nápoles y poseedor de
noción de «literatura» hasta el punto de confundirse muchos libros de geografía y astronomía, posee ade­
con ella, tomará de la concepción medieval de la escri­ más 24 manuscritos turcos y árabes. En su habitación
tura la fetichización del o b j e t o h e c h o , de la v e r d a d se hallaba colgado «un grand tableau auquel sont es-
e x p r e s a d a y la c o m p o s ic ió n . Mezclará en el libro, por
criptz les ABC par lesquels ont peut escrippre par tous
una parte el discurso vocal (la literatura profana), y les pays de Christianté et sarrasina'isme».
204 205

%
El texto de Antolne de La Sale parte de la lectura pintadas en las paginan del llbm de litan a nuil A«l, la
de todos estos libros en un clima de bibllofllla. Al prin­ representación pictórica v la blngialla pendí an en el
cipio del libro, el discurso de la Dame está salpicado texto novelesco Inflllrándose en tai (exima no dli tnn
de citas, cuya procedencia se confiesa: Tules de Mile- tiva: la épica hp ve rclatlvlzada, y la univocidad del
sie, Socrate, Trimides, Pitacus de Misseléne, l’Évangile, discurso histórico (verídico) se precipita en un vacio
Catón, Sénéque, Saint Augustin, Épicure, Saint Ber- al quedar asumida por múltiples discursos.
nard Saint Grégoire ex Moralles, Saint Paul, Avicennes, El latín y otros libros (leídos) penetran en el texto
Tite-Live, Oróse, Suetonius, Sallustes, Lucain, Mathas- de la novela directamente recopiados (citas) o como
trius, Daires, Phirisus, Polybe, Arnobius (sobre la di­ huellas mnésicas (recuerdos). Se transportan intactos
versidad de las lenguas) Joséphe (sobre la cuestión desde su propio espacio hasta el espacio de la novela
judía), Víctor, Valerus, y de nuevo Saint Augustin (La que se escribe, copiados entre comillas o plagiados.
ciudad de Dios, libro III, cap. X II); y sin duda, dis­ El fin de la Edad Media, al valorar la fonética in­
tintos préstamos y plagios no confesados.* Los textos troduciendo en el texto cultural el espacio (burgués)
más conocidos de la época se confrontan, se ponen en de la feria, del mercado, de la calle, se caracteriza tam­
diálogo entre sí, y quedan a menudo neutralizados bién por una penetración masiva del texto escrito: el
(Epicuro con San Benito). La penetración de los textos libro cesa de ser un privilegio de nobles y eruditos, y
en el texto de La Sale llega tan lejos, que uno de los se democratiza; la cultura fonética aspira a ser una
actantes secundarios en «Jehan de Saintré» que articula cultura escriptural. Pero, en la medida que todo libro,
complejos predicativos, Boucicault, constituye un li­ en nuestra civilización, es una transcripción de la pala­
bro. Se trata de Les heures du Maréchal de Boucicault, bra oral,13 la cita o el plagio son tan fonéticos como el
á l’usage de París, libro ilustrado, con composiciones a 13. Parece natural para el pensamiento occidental el consi­
página entera, con grandes colores, temas heráldicos y derar toda escritura como secundaria, posterior a la vocaliza­
decorativos tratados al estilo de las tapicerías. El pro­ ción. Esta desvalorización de la escritura se remonta, como la
mayoría de nuestros presupuestos filosóficos, a Platón: «...Desde
pietario de este libro, que más tarde formará parte de luego, una obra mía referente a estas cuestiones ni existe ni
la colección de Jehan de Berry, y al cabo de un siglo existirá jamás; no se puede, en efecto, reducirlas a expresión,
en la de Diana de Poitiers, fue Jean de Meingre, según como sucede con otras ramas del saber, sino que como resul­
Boucicault, mariscal de Francia que había luchado en tado de una prolongada intimidad con el problema mismo y de
la convivencia con él, de repente, cual si brotara de una cen­
Prusia, España, Africa, prisionero de los turcos des­ tella, se hace la luz en el alma y ya se alimenta por sí misma»
pués de la cruzada de Nicópolis, más tarde gobernador (341 c-d). A menos que la escritura sea asimilada a una autori­
de Génova, prisionero de los ingleses tras Azincourt, dad, a una verdad inmutable: «...¿a qué empresa más noble
muerto en cautiverio. Antoine de La Sale toma, además hubiera podido dedicar mi vida que a escribir algo que repre­
sentaría un máximo servicio para la humanidad y a sucar a luz
del nombre, buena parte del itinerario de Boucicault, para el universal conocimiento la naturaleza de las cosas?»
atribuyéndolo a Saintré (España, Turquía, Italia, In­ (341, ie). Pero el razonamiento idealista descubre con escepticismo
glaterra), pero, sobre todo, parece traducir en palabras ese «algo tan débil como es la palabra; teniendo esto en cuenta,
estas «ystoires» heráldicas y decorativas que están ninguna persona inteligente se arriesgarla a confiar sus pensa­
mientos a este débil medio de expresión, sobre todo cuando ha
* Por común acuerdo con la autora, citamos estos nombres de quedar fijado, cual es el caso de la palabra escrita.» (343 a)
en versión original, es decir, tal como aparecen en el libro de (Platón, Carta, VII, según la edición de Margarita Toranzo, del
Antoine de La Sale. (N. del T.) Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1954). Los historiadores

207
hloión, mm cuando mi procedencia extra oarrlptural traniicrlpclón copla, como un digno, como una «carta»
(verbal) remita u una serle do libros anteriores ni libro en el sentido, no yu de inscripción, sino de objeto do
de Antoine de La Sale. intercambio: «que en fagon d'une lettre je vous en-
AI mismo tiempo, la referencia a un texto escrito voie».
perturba las leyes que la transcripción oral impone al La novela se estructura pues como un espacio do­
texto: enumeración, repetición, por consiguiente tem­ ble: a la vez enunciado fonético y trabajo escriptural,
poralidad. La instancia de la escritura se introduce con con dominación absoluta del orden discursivo (foné­
dos grandes consecuencias. tico).
Primera: la temporalidad del texto de Antoine de
La Sale no es tanto una temporalidad discursiva (las
secuencias narrativas no se encadenan según las leyes
de la temporalidad del sintagma verbal) como una 5.1.3. N ominalismo contra simbolismo
temporalidad que podríamos llamar escriptural (las
secuencias narrativas se orientan hacia, y son despe­ La novela, al volverse un libro de libros, es decir, una
didas por, la propia actividad de escribir). La sucesión suma de libros, enlaza con la tradición de la composi­
de los «acontecimientos» (de los enunciados descripti­ ción escolástica. ¿Cuál es el papel de la escolástica en
vos o de las citas) obedece al movimiento de la mano la constitución de la novela?
que trabaja sobre la página en blanco, a la economía Unos 50 o 60 años después de la muerte de Santo
misma de la inscripción. Antoine de La Sale interrumpe Tomás (1270), en pleno siglo xiv, la escolástica clásica
a menudo el curso del tiempo discursivo para introdu­ cede su lugar a una nueva inspiración: poética (Dante)
cir el presente de su trabajo sobre el texto. «Retour- y mística anti-racional (Ekhart). Será el nominalismo
nant á mon propos», «pour abrégier», «que vous di- crítico, iniciado con Pedro Aureolo (1280-1323) y del
roie», y «cy me tain y aucun peu de Madame et de ses que Guillermo de Ockham (1295-1350) es el represen­
femmes, pour revenir a petit Saintré», etc., esos co­ tante más brillante, lo que señalará el punto de articu­
nectares señalan una temporalidad otra que la de la lación de este cambio. Los nominalistas, contrariamen­
serie discursiva (lineal): el presente masivo de la te a los aristotélicos y al pensamiento teológico clásico,
enunciación inferencial (del trabajo escriptural). rechazan la existencia real de los universales. Pedro
Segunda: estando el enunciado (fonético) transcri­ Aureolo declara «omnis res se ipso singularis et per
to sobre el papel, y copiado el texto extranjero (la cita), nihil aliud». Esta proposición transforma el discurso
forman ambos un texto escrito en el que el propio acto simbólico (épico) al desposeerlo de su soporte ideal
de la escritura pasa a un segundo plano, y que se pre­ (transcendental), por lo tanto, destruyendo su dimen­
senta en su totalidad como secundario: como una sión vertical y poniendo en su lugar la horizontalidad
multiforme del signo. La infinitización vertical (hacia
de la escritura comparten esta tesis. (Cf. James G. Février, Dios) se transforma en una infinitización horizontal,
H istoire de l’ecritu re (París, Payot, 1948). Por el contrario, dirigida a la multiplicidad do las cosaH y de los actos
Tchang Tcheng Ming, op. cit., y P. van Ginneken, La recons- particulares, hacia una infinitización del «mundo». El
truction typologique des langues archa'iques de l’hum anité (Ams-
terdam, 1939), afirman la anterioridad de la escritura 'respecto
rechazo de lo real por la racionalidad, y de lo racional
al lenguaje articulado. por la realidad, exige una mediatización entre ambas

208 209
vertlentcN. Do ello ho oncatgu el intuituh, que deviene más); 14 (2) la tninlini'lM it m.I. imi m ...................
(-1 concepto fundamental de Ioh místicos, y también de le) un vez de pinino (Inl, e Reve., de •-pe* nl.e I......a
los nominalistas. Siendo en ambos casos el lugar de filosóficas, «'ti «loclr, el .................. le In iiiiiiillwdttit.m
aparición del subjetivismo , el intuitus nominalista, a como elucidación «« « lnrítlem Ion, l'1l Ih MrHll'H I*
diferencia del místico, intensifica y diversifica e l mun­ conciliación vnlre contrario»!
do, que no el alma.
No vamos a Insistir noble el doNailttlIo »lü
La novela de Antoine de La Sale expone precisa­ principios en Santo Tomás \ si...... !»|ihw, “ VmiiiihhiM
mente este tipo de discurso nominalista y parece desco­ el trabajo remarcable de Krwln ........ . \ i 11 hlln IHI*
nocer el intuitus místico de Eckhart, que fue represen­ gothique et penséc scolasUiiura, qtn entudlii !■« Wíll'M»
tado por el Renacimiento italiano (Guido Cavalcanti, tura del arte gótico en relación con la llloanfla Mflélált
Dante, Petrarca). Antoine de La Sale empieza con una tica, e intentemos considerar este problema en el cilNijí
larga exposición (a cargo de la Dame) de «universales», del libro que se transforma en novela.
que son las distintas virtudes del mundo cristiano (sim­ El principio de «modus operandi, modus «'imeinlli*
bólico). Pero el discurso que sigue a esta presentación se hace patente a lo largo de toda esta práctica «le la
didáctica de universales, acude para refutar la realidad bricación del libro en la Edad Media, de la que hemos
de su racionalidad sustituyendo la racionalidad de lo hablado más arriba (cap. 5.1.1. y 5.1.2.). La insistencia
real por la constitución de una subjetividad: el autor. sobre los procedimientos y las materias de la produc­
El intuitus del autor no tiene nada que ver con las con­ ción escriptural y libresca, sobre la página, la tinta, el
templaciones elaboradas por el alma de los místicos. estilete; los alisos del escriba de que está efectuando
Se trata más bien, en Antome de La Sale como primer una operación, de que coge la pluma, de que la deja,
novelista francés, de un tipo de funcionamiento signi­ que pasa de un tema a otro por razones que le dicta su
ficante que se constituye como un núcleo funcional que propio objeto (la continuidad de la narración, por
permite la transición desde un Dios infinito a una yux­ ejemplo, la exigencia de concisión, etc.), es decir, el
taposición infinita de enunciados no jerarquizados. Los papel operacional del sujeto que escribe en la propia
complejos narrativos cualificativos o predicativos se operación escriptural, todo eso es lo que se halla ver­
encadenan en una multiplicidad monótona hasta el in­ daderamente implicado en y por la escolástica. Hemos
finito. Ningún soporte universal, ninguna idea-justifi­ dado más arriba (pp. 50 y 170) ejemplos de este tipo
cación, es para ellos estructuralmente necesaria. La de enunciados en Antoine de La Sale. El hecho de
evocación de Dios y de los principios de la moral cris­ encontrarlos ahora en la escolástica nos permitirá de­
tiana no es una justificación, sino más bien una yuxta­ finir su ideologema.
posición, un «collage» en la totalidad múltiple del dis­ Por otra parte, intentando aclarar los propios pasos
curso des-simbolizado (desacralizado). del razonamiento, el discurso escolástico se vuelve es­
La cohabitación, en un mismo texto cultural, de la quemático, sistemático (por la división de las partes),
escolástica y de la novela, lega a la novela algunas tiende a una totalidad (por la enumeración), necesita
de las particularidades fundamentales del pensamiento la deducción. El libro de Antoine de La Sale está divi­
escolástico: (1) la necesidad de revelar l a m a n e r a d e dido, como una obra docta, en capítulos, secciones y
p r o c e d e r en la elaboración del objeto significante, el
14. Cf. Summa theologiae, qn. 89, art. l.l.C.
libro («modus operandi, modus essendi» en Santo To-

210 211
sub-secciones subordinadas, lista repartición no poseo donen. 1,11 itmhldón de ln novolit m»tllnin neblí ion
el rigor de los tratados científicos, pero no pierde por cscolÓHtlcn por excelencia muido mi ipim«u nlmoni
ello su importancia. Las rúbricas que indican los enun­ la totalidad, para ella finita, clal mundo
ciados de los distintos actantes (el Autor, Saintré, la Por fin, la función no-disyuntiva del milli" indo no
Dame) constituyen «capítulos». En el interior del ca­ velesco nos parece estructuralmmiln piopinada pin
pítulo «Autor», aparecen distintas «secciones» que se todo el debate del discurso medieval muirá la nnlm
titulan «Comment...», Las «subsecciones» serían los cidad del símbolo, es decir, contra la verdad unión de
discursos de los actantes secundarios en el interior de las auctoritates (los libros canónicos <|e la lllblla pro
los enunciados Autor, Saintré, La Dame. Estas divisio­ poniendo argumentos «proprie et ex ..... 'ardíalo»), nm
nes podrían corresponder a los membra, quaestiones o tra los argumentos intrínsecos de los Pudren do la
destinationes, y articuli de Santo Tomás. El principio Iglesia y contra los argumentos extrínsecos v proba
de h o m o l o g ía de l a s p a r t e s es también una aplicación bles de los filósofos.15 Este debate se hizo explícito en
escolástica en la novela: los complejos narrativos cuali- el Sic et Non de Abelardo, que reveló las «diferencian
ficativos y predicativos son homólogos entre sí, así y hasta las contradicciones» («ab invicem diversa, vo-
como los distintos identificadores. Así, los comercian­ rum etiam invicem adversa») de las Escrituras. Después
tes, los regalos, los soldados que tejen la narración de aparecer los «sic» y los «non», se hace necesario
son los «mismos» en la parte cualificativa que en la elaborar un discurso de conciliación entre ambos. Este
parte predicativa de la novela. Resulta de ello una discurso mediador, dialectizante y armonizador entre
uniformidad del texto, que parece repetirse; tal uni­ las entidades opuestas y exclusivas, halló su expresión
formidad es también escolástica. técnica en la a r g u m e n t a c ió n e s c o l á s t i c a , en la que
La necesidad deductiva en la construcción narra­ ca d a u n o de l o s t ó p ic o s (cada articulus de la Summa
tiva de Antoine de La Sale es evidente si recordamos Theologica) era formulado como una quaestio de tres
la evolución del trayecto narrativo: el bucle progra­ tiempos: tesis (videtur quod...), antítesis (sed con­
mático del texto está dado desde el principio, y todo tra...) y síntesis (respondeo dicendum...). Ya no se
lo que le sigue es una deducción del mismo. Los com­ puede, por consiguiente, optar por uno u otro de los
plejos predicativos se deducen de una parte de los dos discursos distintos o contradictorios. La disyun­
complejos cualificativos, de los que les preceden in­ ción simbólica queda abolida: los dos términos de la
mediatamente. Así, cuando Saintré emprende su pri­ oposición son llevados al extremo para quedar al fin
mera batalla, el complejo narrativo que designa este reconciliados en una ambigüedad. El ritual de las
hecho se desprende lógicamente de todo lo que sabe­ disputationes de quolibetales 16 ilustra muy bien este
mos de Saintré a partir de los complejos cualificativos nuevo modo de pensar del que, como hemos visto, par­
del relato: sus relaciones con la Dame, la corte, los ticipa plenamente la novela de Antoine de La Sale.
comerciantes, etc. Pero esta partida de Saintré está, sin
duda, introducida por el complejo cualificativo inme­
diatamente anterior, a saber la separación de Saintré
y la Dame. La idea de la t o t a l id a d preside esta cons­ 15. Cf. Santo Tomás, Summa thcologiae, traducción francesa
trucción deductiva. Es esta idea la que exige la enume­ de F. Lachat (París, L. Vives, 1854-61).
ración exhaustiva de las citas, los objetos, las descrip- 16. Cf. Les Quodlibets de Oérard de B ologne (m. 1317).

212 213
dy malntenant» (p. 82, línea 11). «Et a ces parolles llz
s’en vont» (p. 69, línea 24). «Et ainsin par chascun
jour en celle court estoient festoienz, et du surplus»
r».2. LA CIUDAD Y LA VOZ (p. 109, línea 17). «Et a tant laisseray cy a parler
d’eulx...» (p. 160, línea 5). «Et cy laisseray a parler de
ches choses...» (p. 167, línea 3), etc. «Decir» y «palabra»
Aunque la novela de Antoine de La Sale se halle pró­ implican aquí más bien una expresión, una enuncia­
xima al libro medieval y al pensamiento escolástico,
ción, una información, pero no la voz sonora en sí, a
indicando así la transmisión de la escritura medieval
la que no accede Antoine de La Sale.
al mundo moderno, no por ello es ajena al discurso
La risa, cómplice de la voz en el espacio de la ciu­
oral que resuena en la ciudad de un modo cada vez
dad, es también extraña para Antoine de La Sale. La
más autónomo y autoritario, y que marcará de manera
palabra aparece sólo raramente en el texto de la no­
todavía más decisiva la novela del siglo siguiente:
vela : «Je vous ay yci retenus pour rire avecques vous»
Rabelais, por ejemplo, parece encontrarse constante­
(p. 62, línea 7). «Et lorz ilz commencerent a rise, et
mente a la escucha de los discursos vocales de las fe­
sur ce fut leur departir, que puis a Madame et a toutes
rias, de los mercados y carnavales, y los transcribe
ilz dirent dont entre elles en fut grant ris» (p. 64, lí­
en las páginas de su Gargantua et Pantagruel. Es
nea 8). De nuevo, la risa, como la palabra, no suena en
cierto que no encontramos, en Antoine de La Sale, la
el texto — está indicada, sirve de mediación, de encade­
risa persistente de la feria, ni el discurso obsceno del
namiento entre dos clases narrativas, pero no puede
carnaval. Los grandes festines rabelaisianos faltan por
constituir un complejo narrativo por sí mismo, como
completo, las numerosas comidas que el Rey, en casa
sucede en Rabelais: acordémonos de los numerosos
de Antoine de La Sale, ofrece a los vencedores, pare­
pasajes en los que este autor describe la risa retum­
cen reuniones sabias en las que, por lo demás, el autor
bando en la garganta de los gigantes.
apenas se detiene.
La voz de la ciudad penetra, sin embargo, en la no­
Antoine de La Sale no puede ni parece querer d e s ­
vela «Jehan de Saintré» por mediación de los g r it o s
c r ib ir una fiesta, una comida, un cuerpo, un amor.
p o p u l a r e s . Las descripciones de las tiendas y de las
No habla más que para indicar esta fiesta, esta comida,
compras que en ollas ofeotón Saintré (p. 51), de sus
este cuerpo, este amor. De ello resulta un curioso si­
vestidos (pp. 63, 71-2, 79, etc.), de loe distintos regalos
lencio ; un mutismo invade este libro que, sin embargo,
que recibe, de la vestimenta <lo los soldados, etc., están
está constituido sólo por d is c u r s o s yuxtapuestos. En
directamente tomados do los «gritos» do los comer­
esta novela — mosaico de discursos (las Escrituras y
ciantes.
los numerosos autores clásicos citados, las máximas de En efecto, además do la cultura oscrlptural, la
la Dame, Saintré, el Rey, el Autor, etc., que van to­ ciudad co n o c í' u n a c u liu ia vocálica oral chillona. No
mando la palabra) — se oye apenas el rumor vocálico hablaronK aqu í do la III oral tira o ra l, <l< I folklore y de
que la ciudad burguesa introducirá en el libro. En este la ep o p ey a q u e, en la época do \ntoine de La Sale
mundo sordo de Antoine de La Sale, todavía épico y fo r m a b a n va p .o i c de lo:: lilaos; 17 y que, por otro
escolástico, el verbo «decir» y el nombre «palabra» no
parecen ser empleados en su sentido estricto. «Et a
ces parolles il nous fault despartir: plus ne vous en 17. Of. rnp, M,Ü.

215
214
Indo, por mi propia «sliurlura, quedaban comprondl veloux cramolsys, velluté et brolchló d’or, tou> fourrez
(Iiim en i’l IdeulíiKciiitt di'l símbolo 1.11 cultura vocálica de martres soubelines...» (p. 153) «...tous vestus de
tlf ipit’ hablamos i'Hirt estrechamente ligada n la orga­ robes neufves et appareilliez, et devant lui cinq tres
nización política y ii Iiih costumbres Modales de la ciu­ beaux destriers, dont les iiij estoient houssez de pare-
dad, KmIii cultura iiaiii.a la pluralidad do una práctica mens de veloux de diverses couleurs et de diverses
liberada dol soporto teológico do una verdad, y en sus fagons d’orfeverries, et le Ve estoit de veloux figuré, au
mejores realizaciones, enlaza con la tradición dioni- blasón de ses armes chargié d’orfevrerie, c’est assavoir
síaca, menipeana y carnavalesca de la antigüedad.18 a un buef rampant de gueulles, corné et onglé de sable,
El grito adquiere una importancia capital en el et sur chascun son tresbel et gent paige richement
desarrollo del comercio. Si, en la antigüedad, el vo­ abilliez» (pp. 152-3).
ceador acompañaba las ceremonias fúnebres (Juvenal La palabra fonética, el enunciado oral, el sonido
habla de un hombre de letras que, caído en desgracia, mismo, se convierten en libro: señalemos también, apo­
se convierte en vocinglero: «Nec foedum alii, nec turpa yando esta tesis, la negligencia ortográfica de Antoine
putarent/Praecones fueri...» 19), en la Edad Media el de La Sale. Además de escritura, la novela es también
voceador d e s ig n a la mercancía p r o d u c id a , y se le con­ la transcripción de una comunicación vocal. En el
fía el deber de in t e r c a m b ia r l a . El discurso designador papel se transcribe un s ig n if ic a n t e arbitrario (una pa-
depende funcionalmente, ya no de la producción, sino labra-foné) que se pretende adecuado a su significado
de la estructura de intercambio de productos en la ciu­ (a la mercancía producida) y a su referente, que repre­
dad. Este mismo discurso es el que penetra en el li­ senta una realidad ya existente, pre-existente a este
bro, y constituye la capa semántica de este enrejado de significante, y al que adelanta para integrarlo a un
in f in id a d m ú l t i p l e a partir del que el nominalismo ve circuito de intercambio, es decir, reducirlo a un signi­
el mundo. En el propio nacimiento de la novela halla­ ficante, a un representamen (signo) flexible y circula-
mos l a voz com o d e s ig n a c ió n d e l c o m e r c io . He aquí ble en tanto que elemento destinado a asegurar la co­
algunos ejemplos de la penetración de esta publicidad hesión de una estructura comunicativa (comercial) con
vocal de la ciudad medieval en el texto de Antoine de s e n t id o (con valor).
La Sale. Al principio, Saintré pasa revista a todos los Estos «gritos comerciales» — enunciados laudato­
comerciantes de la ciudad con sus mercancías (p. 53 rios, hechos de repeticionoH y do onumeraciones, y que
y siguientes). En una larga conversación con la Dame, asumen el papel d e la p u b lic id a d ....... lerna para la
Saintré se revela un verdadero agente publicitario de sociedad de la época-'" abundan en E n m e la en loa
la indumentaria (p. 57). Y más lejos, en los enuncia­ siglos xiv-xv, y se les conoce por el n o m b r e d e « b la ­
dos del a c t o r : «il portoit un tresbel chappelet de diver­ sones». Proceden d e un diacurao c o i .... dentivo que,
se violectes, lui et son destrier houssez d’un tres riche pronunciado en voz alta, en la plaza pública, apuntan
a la información directa del pueblo sobre los temas de
18. Cf. M. Bajtin, T v orcestv o Frangois Rabelais (La obra de la guerra (el número de Moldados, mu procedencia, el
F. Rabelais) (Moscú, 1965); nuestro «Bajtin, le mot, le dialogue
et le román», Critique 239 (1966). 20. Cf. Alfred Fr.mi. Un, Ur ¡nlt'i'e il’nutrefois, I, L ’annonce
19. Los voceadores eran llamados también designatore (de­ et la réd a m e (Parto, 1HHI); .1, O. Kastner, L es v o ix de P arís:
signaban el plan de la ceremonia fúnebre) y libitinarii (de la essai d’une histoirr. Uttérnire nt m usicale dps cris populaires (Pa­
diosa Libitina que presidía las exequias). rto, 1857).

216 217
armamento — Cf. en «Jehan de Saintré», pp. 190-219) bre el conjunto extra-textual (T„) ho modifica un el
o sobre el mercado (las mercancías, sus cualidades, su conjunto textual de la novela (Tr) y la defino por «din
precio). Estas enumeraciones solemnes, tumultuosas, como ideologema.
monumentales, pertenecen a una cultura que podría­ Este desdoblamiento de la univocidad de un enun­
mos denominar fonética: sin escritura, esta c u l t u r a ciado es un fenómeno típicamente oral que descubri­
de in t e r c a m b io que el Renacimiento impondrá de un mos en todo el espacio discursivo (fonético) de la Edad
modo definitivo, se construye a través de la voz y Media, y, sobre todo, en la escena del carnaval. El des­
practica las estructuras del circuito discursivo (verbal, doblamiento que constituye la propia naturaleza del
fonético) —remite inevitablemente a una realidad con signo (objeto-sonido; referente-significado-significante)
la que se identifica doblándola («significándola»). La y la topología del circuito comunicativo (sujeto-destina­
literatura «fonética» se caracteriza por parecidos tipos tario; Mismo-pseudo-Otro) alcanza el nivel lógico del
de enunciado-enumeración laudatorios y repetitivos.21 enunciado (fonético) y se presenta como una no-dis­
En una época posterior, los blasones pierden su yunción.
univocidad y se vuelven ambiguos: elogio y reproche Antoine de La Sale no es el único que se sirve de la
a un tiempo. En el siglo xv, el blasón constituye ya vocalidad de la ciudad. Rutebeuf, antes que él, canta
una figura no-disyuntiva por excelencia.22 las «Ordres de Paris». Astezan, versificador del si­
El texto de Antoine de La Sale alcanza al blasón glo xv, dirige al marqués de Montferrant un poema en
justo antes de su desdoblamiento en alabanza y/o in­ el que, haciendo una minuciosa descripción del Pala­
sulto. Los blasones... (quedan registrados en el libro cio de Justicia, no olvida describir las tiendas de
como unívocamente laudatorios. Pero se vuelven am­ juguetes para niños: «Non desuní pupae gratissima
biguos si se leen a partir de la función general del dona tenellis/Virginibus, miro cultu formaque deco­
texto novelesco. La traición de la Dame falsea el tono ra».23 El poeta Guillaume de Villeneuve compuso un
laudatorio, demuestra su ambigüedad. El blasón que poema «Crieries de Paris» que es una enumeración de
hemos leído primero como alabanza, se transforma, a la objetos, semejante a la de Antoine de La Sale. Hasta
luz de la totalidad textual, en censura, y se inserta así qué punto fue considerada subversiva la actividad de
en la función no-disyuntiva de la novela. Como hemos los voceadores para el discurso dominante, lo prueban
señalado en la Introducción, la función establecida so­ las persecuciones contra la gritería. Esto dio lugar a
una recaudación que abasteció una parte Importante
21. Cf. L e m ystére du vieux tcstam ent (siglo XV): los ofi­ del tesoro real del siglo xin.
ciales de Nabucodonosor designan 43 clases de armas; «Le
Martyr de Saint Canten» (fin del siglo XV) el jefe de las tropas Más tarde, una ordenanza de Carlos VI de febrero
romanas designa 45 armas, etc. de 1415 (art. XV) codifica el grito |\| siglo w abunda
22. Así, se encuentra en Grimelshausen, Der Satyrische en gritos comerciales ligados a la guerra, a las amena­
Pylgrad, 1666, veinte enunciados primero semánticamente positi­
vos, luego repetidos como semánticamente peyorativos, y final­
zas y los lamentos. Estas v o ce s se publican en «Les
mente presentados como dobles (ni peyorativos, ni positivos). El Crys d’anciennes marebandlsses que l’on crye parmy
blasón abunda en L es m ystéres et les soties, Cf., Montaiglon, Paris» y contienen: «Le: I) 11s. et Vent d’Amours», la
R ecueil I, pp. 11-16; III, pp. 15-18, así como Dits de pays, t. V,
pp. 110-116. Sobre el blasón, cf. H. Gaidez y P. Sebillot, Blasón 23. Cf. Berriat-Snlnt I'rlx, ,/mmno d’Arc, un coup d’oeil sur
populaire en F ran ce (París, 1884); G. d’Harcourt y G. Durivault, les révolutions de Fran ce au tem pe de Charles VI et Charles VII
L e blasón (París, 1960). (París, 1817).

218 219
«Coqueluche», expuesta por Plerro Grlngolre, Humado sirve, Amí, en un solo y mismo texto se cumple esta
Méro Sotte (1510), ote. evolución del papel estructural que asume la mujer
101 dcHarrollo de las ciudades pondrá todavía más en el discurso occidental de la Edad Media: el paso de
sensiblemente el acento en la «literatura» vocal: la la divinización al destronamiento está trazado, y es ahí
feria con el carnaval, los fabliaux, las farsas y toda la donde reside el valor semántico ambiguo de este papel.
literatura escabrosa, desvalorizante, corporal o sexual, Hay que apuntar, sin embargo, que la ambigüedad
se introducirá en el libro llegando a fingir un olvido de este papel es inherente a todo discurso expresivo
de las leyes de la composición escriptural escolástica, que exalte la feminidad, desde que este discurso apa­
de la que, no obstante, sufrirá las exigencias. rece hacia el siglo xi. Antes de esta fecha, en la poesía
De todos modos, en el momento en que Antoine de románica o en los goliardos, así como en los poemas
La Sale escribe, esta penetración no es tan masiva. bucólicos populares de los siglos x y xi, la mujer nun­
Esto no quita que la novela haya nacido, una vez ca es vista como objeto sexual, y no participa más que
muerto el símbolo, y que desempeñe su papel en el para provocar el discurso de los hombres: un dis­
interior de esta destrucción de la voz ciudadana (aun­ curso que se dirigen a sí mismos por intercesión de la
que sólo sea bajo la forma de gritos comerciales, como Mujer, de quien se oculta la sensibilidad y la sexuali­
es el caso en «Jehan de Saintré»). dad.24 La existencia de la mujer como Otro distinto del
Mismo (el hombre), e irreductible a él, no es un pro­
blema en el discurso expresivo que, por las mismas
razones, borra la m ujer y el sexo para sustituirlos por
e l hombre y la amistad . Los antiguos textos tratan a
menudo el tema de los ritos de fraternidad de sangre
5.3. LA POESIA CORTESANA Y E L CULTO entre los guerreros. César encuentra de nuevo estos
DE LO IDENTICO ritos en los aquitanos,25 y múltiples testimonios dan
prueba de su existencia entre los griegos y los árabes.
La novela de Antoine de La Sale viene directamente
de la poesía cortesana: el tema de la Dame servida por 24. R. Nelli, L'ératism r <lt i. 11 mihii,lmir;i (Tuidniine, Kd l'r!
el paje, protectora en la vida, y portadora de la victo­ vat, 1963). Cf., también rmliru la pocida do loa trovador»'*:
ria en el combate es, como se sabe, el tema central de Frangois Raynouard, Chine </. pinUlon nrlijlnnli . ./. ¡ i / nnhniiouis
la lírica provenzal. Este tema varía imperceptiblemente contenant la gram m aira compar41 itll latlffu#1 di t‘Europa
del siglo xi al xiv, y lo hallamos en Antoine de La Sale latin e dans leurs rappi» te m u , lo Imn/iw tic* I rmiluulinirs (Pa­
rís, F. Didot, 1.816-1N'.! 1); < i , , , ,i, i ,i poósic pro­
sensiblemente deformado. La valorización de la mujer, vén gale, 1 (París, 184(1); Id. I.imuloln, licciiotl U'nrt de seconde
aunque muy avanzada al inicio de la novela (La Dame rh étoriqu e (Pana, rm 'i; i inilmrl i '••ni ni , Lo iinnse aux aven­
des Belles Cousines es una «intelectual», cosa rara en a le s Ct nutrí1:; porsíes ,ln \ I ■ i. , , 11 netos de la Bibl. de los
la poesía cortesana y que aparece sólo con «Flamenca», Duques do Ilmy.' (I .i1 i . i l; II Slronski, L a poésie et la
réalité an temps ilr/i trmitnulmirii (Oxford, The Clarendon Press,
en la segunda mitad del siglo xm) termina por quedar I'-'13): IstVMM Ui .m* I , lii'pn loi i r nii't rii/uc de la poésie des trou-
invertida. La Dame es indigna del culto de que ha sido badours, I y II (Parí*, Champion, 1953 y 1957).
objeto, puesto que traiciona a aquel que la ama y la 25. Cf. Cnmr, De helio t/allico, III, 22; cf. Cesar, Commen-
tiiircs mn lu mu n i de (¡miles (París, Garnier, 18G7).
220
221
Clti'iuoN liiinbléii mi ejemplo «l«* «w»11 ií u'm*I«mIm Ot'lden (PN i llt'ttl i> i ' nii iliviiiUnilii mi ni ipin ni Ml-nm m.
tal: lu novela cíe Dauiel y Bretón: ’* templit
Eli lu l!OIK't'|ir|i)i| mi li'iiitim ilcl nllini, ni m lu innilul
.Jurut ai companhiu a totz jorns que vivo ab noa He desdibuja unte lu mhuúii iii i .iiu i iiMA/oiii u He impl
Mas s’ien prengui malher c no-m venh enfanto ra, por lo tanto, u iinu im.ni i■hai'ión, u iiiio enpei lu de
S’ien mari denan vos, companh, ien la vos do ANDUOGINATO ESPIRITUAL, l epl eiiellludo por lo iltllteulM
Mon castels e mas vilas, ma térra a maio triádica. Así, se halla en los árabes del siglo x lu Idea
Vos solvi, bels companhs, eus meti a bando (17-21). de unión (al icaql) como «gozo supremo». Paro Ibn
Hazam, esta unión es «como un estado contemplativo,
En las canciones de gesta apenas aparece la mujer: La
un elevado nivel, una felicidad inefable... como una
Bella Aude sólo existe en el momento en que Roland
vida renovada, exaltación del ser, admiración sin lími­
muere, sin preocuparse mucho por ella. En los demás
tes, la mayor gracia de Dios».29
lugares, la mujer es Reina o Viuda rica y protectora,
identificadas con el hombre a través de la función so­ Este es el amor-comunión, el amor-lazo que une a
cial que comparten con él. Incluso Petrarca manifes­ Saintré y la Dame en la novela de Antoine de La
tará sólo amistad por las mujeres en la medida en que Sale. Se trata de una identificación del guerrero con
su Dama, que es estructuralmente inherente a la acep­
éstas den prueba de cualidades «muy viriles».27
ción de mujer como distinta del hombre, pero al mismo
Como Nelli constata, la divinización de la mujer en
tiempo no-igual que él, por lo tanto como una pseudo -
el discurso expresivo se construye sobre el modelo de
diferencia que permite el regreso del Otro (la mujer)
la amistad homosexual. Fue la influencia árabe, al
al Mismo (el hombre) bajo la forma de la diviniza­
parecer, la que, a través de España, determinó este
ción (el culto a la Virgen se confunde con el culto a
cambio de la amistad homosexual en culto a la
la Dama).
mujer.28 Ahora bien, en la división ternaria del amor
Inevitablemente, pues, el carácter inmaterial y di­
entre los árabes de los siglos x i -x i i (división adoptada
por los trovadores André de Chapelain [1185] Guillau- vino del Otro (la mujer) se acentúa en la poesía corte­
me de Calanson [1200-1220] y G. Riquiert [1180]) se sana (en Guillermo X, por ejemplo). M. Bezzola ve en
encuentra el esquema dialéctico inspirado por Platón ello «un reflejo de la filosofía platónica de Chartres
que, después de la amistad del gran Fulbert y de su
que rechaza el amor terrestre poniendo en su lugar el
alumno Hidegario con Guillermo el Grande (III, de
amor divino que se consigue por la contemplación de
Poitiers) se había introducido en Poitiers».10 La in­
la belleza carnal. Vemos pues que la imposibilidad de
fluencia platónica es también notable en Jaufré Rudel
concebir la diferencia, es decir, la oposición irreducti­
y otros trovadores, de modo que la observación de
ble de los sexos, al mismo tiempo que su iguald ad ,
conduce inevitablemente a una figura triádica, teológi­ 29. Ibn Iluzani (993-1064), l<U ro lla r </, /,, Paloma, siglo xr
ca, es decir, a la fusión de los términos pseudo-diferen- (en E. Dermenghein, Les plus lieaa.r h\rlan araban (París, 1951),
p. 136. Cf. 'también li. lllanrhiuv, „I’i <,1110mi> de la transfigu-
26. Publicado por P. Peyer (París, 1870), p. 3. ration du pcxlte tribal en lii'ron <lu romun “courtois” chez les
27. Petrarca, Dialogue sur l'amour, ed. por R. Flaceliére “logographes” arabos du lll/IX «,», Arábico VIII, 2 (mayo, 1961),
(París, 1953), (citado por R. Nelli, p. 291). p. 131.
28. Cf. Alois Richard Nykl, Hispano Arabio P oetry on its 30. Reto R. Htdczola, Leu origines et la form ation de la lit-
Relations w ith the Oíd Provcngal Trotibadours (Baltimore, 1946). tératurc courtoiso en Occident (París, Champion, 1944), I, 214.

222
Ni'lll: «1B1 «mor heterosexual se construye «obre la discurso del siglo xvi borra por completo ln Imagen
iimlHtnd masculina, <!<• la quo toma los mitos y los femenina. Rabelais y la novela picaresca parecen no
ritos», nos parece enteramente justificada, así como preocuparse por esto, y hallarán su función ambivalen­
también las reflexiones de este autor sobre el carácter te en otra parte, es decir, en el cuerpo, el sexo y la
misógeno de los trovadores. risa.34 La literatura popular y numerosas farsas menos­
En este campo ternario en el que el culto al Mismo precian a la mujer; para esta literatura, la mujer en­
se sirve de un pseudo-Otro para fabricarse una divini­ carna el mal y la brujería.35
dad, la santificación de la mujer no tarda en aparecer. En Antoine de La Sale encontramos el trayecto
La Dame se transforma en la Virgen María. Uno de los completo de este movimiento relativo al Otro (la mu­
primeros ejemplos de esta mutación lo da Pierre Guil- jer), es decir, la positividad junto a la negatividad. La
hem de Luserna hacia 1225, siendo la mutación com­ no-disyunción queda así esbozada; digamos que el en­
pleta en 1289, con Guiraut Riquiert.31 Pierre de Blois rejado de la ambivalencia ha aparecido, y que con él
confiesa que la Santa Virgen es la única mediadora en­ ha nacido la novela. Su lugar de nacimiento: la mujer.
tre Cristo y el hombre: «nos hallamos en pecado y no M ejor: el Sic y Non (escolástico) de la mujer, por con­
nos atrevemos a dirigirnos al Padre porque es temible, siguiente su función no-disyuntiva de ser el Mismo y/o
pero tenemos a la Virgen Santa que no nos inspira el Otro, el pseudo-Otro.
temor, puesto que está llena de generosidad y de pu­ La novela ha nacido, y eso significa que el enrejado
reza».32 Si la Virgen no existiera en el cielo, la huma­ no-disyuntivo en el que va a instalarse la psicología
nidad estaría condenada a las tinieblas del Purga­ está ya constituido. La psicología no ha aparecido toda­
torio.33 vía, pero se halla ya suscitada, invocada, exigida. An­
La Iglesia condena la doctrina del amor cortés, del toine de La Sale es exponente de la necesidad estruc­
que ve sólo el aspecto libertino. En 1277 el obispo de tural de una psicología, y, lo que es más, desmistifica la
París Estienne Tempier reprueba el tratado de André estructura que programa todo discurso psicológico. De
Chapelain escrito en 1187 por Marie de Champagne, la lectura de su texto se desprende que el discurso
aparejándolo con el Román de la R ose de Jean de psicológico es el discurso que oscila entre el Uno y el
Meung (1275-1280) donde el atrevimiento libertino Pseudo-Otro, en la no-disyunclón de las diferencias, en
rompe con el idealismo trovadoresco. Pero esta con­ la identificación del Mismo en el Mismo. Platónico y
dena no hace sino acelerar un proceso ya existente y profundamente teológico (trládico), el ideologema del
que consiste en hacer desaparecer a la mujer del dis­ psicologismo encontrará, en esta sociedad íalorentrica,
curso expresivo. Tras un período de difamación y de un terreno propicio en el discurso de la mujer. Lugar
negación explícitas de la mujer, sobre todo en el si­ de ocultación o de valorizan..u, la i i i i i |<t sera un psni-
glo xiv («Les Quinze Joies de Mariage», falsamente do-centro, un centro latentt....... xpliclto, que se expone
atribuido a Antoine de La Sale, es un ejemplo), el ostensiblemente o bien so camufla con precaución pú­
31. J. Anglade, H istoire som m aire de la littérature m éridio- dica, el centro presente o ausente del discurso no­
nale au m oyen ñge (París, 1921), p. 1G4. velesco (psicológico) moderno, en el que hombre bus-
32. Cf. J. P. Migne (Ed.), P etri blescnsis opera omnia (Pa­
rís, 1855), Sermones X II, X X X III, XX X V III. 34. Cf. M. Bajtin, o/», ríe.
33. Ch. Lea, A History o f the Inquisition o f the Middle Age, 35. Cf. G. Aza!s, Lv liruviarl d'amor de M atfre Ermengaut
trad. fr. S. Reinach, III (París, 1901-3), p. 597. (París, Béziers, 1H(¡2), 2 vol, vv. 18850-18865.

224 225
ca al hombre, y no «llvlnl/.M ni bl n bien la mujer Por otra parte, el estudio de las leyes concernientes
desea convertirse on hombre I >>• diminuí mi ct rauta a la propiedad en la Francia medieval revela que la
gruel y L a Princesa <lr <'Irm i hasta Madama Hovary, mujer en tiempos de Luis V II, por ejemplo, se libera
L e Rouge et le Noir, L e pére Goriot, Ana Karenina, de la tutela feudal y obtiene el derecho de ser tutora,
Los herm anos Karam azov, Ulysses o The W aves, exis­ de recibir y prestar juramentos de fe y homenaje, de
te un mismo ideologema platónico que rehúsa asumir presidir juicios civiles y criminales, acuñar monedas,
la disyunción del Mismo con el Otro, es decir el sexo y tener tropas, imponer leyes.37 Estas ventajas las perdía
la muerte, pero e x p l ic a s u «fusión» a través de la am­ la mujer casada: su marido se convertía en el tutor.
bigüedad del psicologismo. Pero no existían tutores para la chica soltera y las
En Antoine de La Sale los enunciados psicológicos viudas. La valorización de la chica soltera y la viuda
son todavía muy raros. Anotemos dos de los más es­ acusa también, por decirlo así, la importancia econó­
pecíficos : mica que poseían y que les conferían sus cualidades
«Et a ces paroles la sourse des larmes de son cuer «masculinas».
saillirent de ses yeux tellement que la langue cessa pour Es esta posibilidad de independencia económica de
leur donner paix» (p. 96). la mujer, que se obtiene gracias a la muerte del marido
«Vous savez que nous femmes avons les cuers tendres et (la posibilidad de que la mujer llegara a ser socialmen­
piteux aux choses qui sont par nous aimées» (p. 96). te independiente no existía para la casada), lo que
cantaban los trovadores celebrando a la mujer ca­
La plegaria de la Dame (p. 150), las máximas sobre la sada más allá de la muerte del otro hombre (el ma­
discreción (p. 103) y el desmayo de la Dame (p. 130) se rido), a quien dirigían su discurso (su deseo) en rea­
sitúan en la misma abertura hacia la psicología. No lidad.
será inútil afirmar que este discurso psicológico se
articula en el preciso lugar en que aparece la figura
del «doble», la tr a ic ió n considerada como una ambi­
güedad, es decir, a la vez positiva y negativa, recono­
cida y rechazada, afirmada y negada.
Señalemos que la pseudo-valorización de la mujer 5.4. EL CARNAVAL Y LA PERMUTACION
de la que Antoine de La Sale da pruebas al desmistifi­ SIGNIFICANTE
carla muy pronto, está también presente en el texto
económico de la sociedad medieval. Sin querer homo­
logar el discurso expresivo con la economía y la juris­ La mutación del discurso épico en discurso novelesco,
prudencia, señalemos que participan de un mismo ideo­ el paso del símbolo al signo, de|u Inlacla una constante
logema. Marc Bloch escribe a este respecto: «Cuando que asegura el parecido de culos don lipos de discurso.
la poesía provenzal inventó el amor cortés, lo hizo Es la expresividad del discurso simbólico y del dis­
sobre el modelo de la abnegación vasalla, que concibe curso del signo; mu destino de expresar un significado
la fe del amor perfecto».36
36. M. Bloch, L a société féod ale, la form ation des liens de 37. P, Oidti Ktudt lu r la eondition privée de la fem m e dans
dépendence (París, Albín Michel, 1940), p. 356. la drolt nnrlrn rt moderna (Parla, 1885).

226 227
el discurso cnrnnvalnsoo presenln un nuil mIiiiImiIUiiim, (
que os anterior u Ioh mismos y que ocupa para olios el una ambivalencia, una no disyunción,
lugar de la ley. Esta constante es también el su jeto El teatro medieval,40 coi...... ibido, i......... ... I
d e l discurso que, en la epopeya (el símbolo) se fu ­ cena la hostilidad a todo lo que se admite oflclalmen
siona con la comunidad mítica y con Dios, mientras te: los dogmas y la moral cristiana, asi como la oiimci
que la novela (el signo) se multiplica en diversos indi­ nidad, el sexo, lo radicalmente d iferen te , sin lugar en
viduos derivados «horizontalmente» (sin la ayuda de el discurso platónico identificatorio. Este anti- sig n ifi -
un Dios) del discurso de la personalidad-Autor. cado no puede tomar prestado el trayecto clásico de la
La teoría literaria moderna no concibe el arte más comunicación oral: destinador-objeto discursivo (re­
que como expresión. El concepto de la fo rm a e x p r e ­ lato épico) -destinatario. Tiene necesidad de un espa­
s iv a , heredado por la estética de Croce de la metafí­ cio quebrado: a la vez línea comunicativa y volumen-
sica de Hegel y de la historia literaria de Francesco ruptura de la comunicación. Es el espacio del carna­
de Sanctis38 corresponde exactamente al carácter ex­ val, que a la vez es escena (representación de un men­
presivo de lo que nosotros llamamos arte, y de aquí saje significado) y vida (práctica de un discurso signi­
que se vea incapaz para pensar un lenguaje no ex­ ficante), doble y ambivalente, que se ofrece a este
presivo. ataque del símbolo.
El discurso del carnaval constituye el único tipo En esta anti-escena, donde se desarrolla y se dice
de discurso situado históricamente en el preciso mo­ un anti-significado, el autor es actor. Aquel que dice
mento del paso del símbolo al signo, y que es por ello la palabra es el mismo que el que la hace; «decir» y
una prueba de la importancia de este esfuerzo que ha «hacer» se identifican más allá de su diferencia.
hecho el discurso al debatirse contra sus propias leyes Por otra parte, el Destinatario (la masa) se encuen­
(la expresión), para caer en ellas bajo un aspecto dis­ tra, en una primera fase, identificada con la Ley (el
tinto (el signo en vez del símbolo). Puesto que su papel
aparece en la estructuración de la novela,39 vamos a 40. L. Petit de Jultevilte, R épertoire du th éatre com ique en
citar sus particularidades insistiendo, primero, en su F ran ce au Moyen Age (París, Cerf, 1886); Id., L e théátre en
topología y luego en su organización significante. France, histoire de la littérature dram atique depuis ses origines
jusqu'd nos jours, 4e ed. (París, A. Colín, 1897): Emite Roy,
Etudes sur le théatre frangais du XIV et du XV siécles: La
com édie sans titre et les m iracles de Notre Dame (París, E.
5.4.1. La to po lo g ía ca rn a v a lesc a Bouiller, 1902); P. Toldo, «La comédie franca i®e de la Renals-
sance», R evue d’histoire littéraire de la F ran ce, IV (1897), 336-
392; V (1898), 220-264 y 554-603; VI (1899), 571-608; VIII (1000),
El significado del discurso novelesco es un in s u l t o al 263-283. E. Lintilhac, H istoire gén érale du théátre en France,
significado del discurso oficial, por lo tanto de la Ley. t. II: L a co m éd ie: Moyen age et R enaissanee (París, 1905);
Si todo significado es la Ley del discurso que lo posee, J. Frappier, L e théátre réligieux au m oyen áge (Purls, Larousse,
podríamos decir que el discurso carnavalesco está des­ 1952); Grace Frank, T he M edieval F ren ch Drama (Oxford, The
Clarendon Press, 1954); R. Marichal, Le théátre en France au
encadenado por una l e y que es una t r a n s g r e s ió n , por m oyen á g e: T extes choisis, I: Dramas Uturgiqucs et théatre
lo tanto, por una a n ti - l e y . Por ello, en su propia base, religieux du XII et XIII siécles (París, Centre de Documentation
Universitaíre, 1947); G. Cohén, Eludas d'histoire du théátre
38. Cf. Harry Levin, The Gates of Torn (Nueva York, Ox- en F ran ce au Moyen Age et á la Renaissanee, 7.* ed. (París,
ford University Press, 1963). Gallimard, 1956).
39. Cf. M. Bajtin, op. cit.
229
228
significado oficial) para que, en una segunda fase, pue­ Por la palabra transgreslva (Pt) el Autor mc dlrlgn i\
da sorprendérsele (provocar su risa) dirigiéndole una la Ley (L) y al Destinatario (D), que partí él son Irtén
anti-Ley (un significado obsceno y hostil). Vemos, ticos, y con los que se identifica. En este acto verbal
pues, que la estructura de la comunicación verbal sub­ y gestual de auto-contestación, el Autor (A) se con
yace al espacio del carnaval, pero se desvía en seguida vierte en el Actor (A):
del mismo; digamos que esta estructura existe para
ser desviada. Todo está en su lugar; el Destinador, el A&PtroLflA&PtzjA
mensaje, el Destinatario. Y todo no está en su lugar:
el Destinador (Autor) se convierte en mensaje (Ac­
tor); el Destinatario se fusiona con el doble signifi­ El Destinatario, asumiendo el lugar del Autor (A), por
cado (Ley y transgresión sucesivamente). Por otra lo tanto el de la Ley (L), no solamente experimenta la
parte, el Destinatario (la masa) se convierte también palabra transgresiva, sino que la asume, la practica, se
en Destinador (Autor, y por ello Actor) porque esta es convierte en su Actor bajo la capa de la risa (R) que
la regla del carnaval: todos participan por un igual. es el Otro simétrico de la Ley.
Es decir, todos son a la vez Autor/Actor y espectador.
Destinador, mensaje y Destinatario, y, al mismo tiem­ D & Pt d R n D & R 3 A n A & Pt d Á
po, Ley y transgresión de la Ley. El Destinador se
inserta en el carnaval en la medida que se sitúa en Bajo la capa de la risa (del significado negativo, pero
ei lugar estructural del Autor considerado como base no negado), el Autor y el destinatario se reúnen en el
del significado (de la Ley) que él (el Destinador dis­ eje del Actor, que es el eje del juego . La subversión
tinto ahora del Autor) transgrede. Esta permutación de la palabra carnavalesca transgresiva queda neutra­
del Uno en el Otro y viceversa parece no tener un fin lizada por la abolición de la Ley: lo que domina el
posible. Muere, no obstante, en la risa por la que el carnaval es la transgresión. Pero se trata sólo de una
Destinatario, cesando de ser Actor, se convierte de pseudo-transgresión, de un significado negativo que
nuevo en Autor, es decir posesor de la Ley en un necesita la presencia del espectro constante de su posi­
segundo grado. tivo, la Ley.
La palabra carnavalesca no consigue, pues, su in­
tención. Al no poder destruir la verdad simbólica (el
significado en tanto que significado transcendental),
Actor Ley (significado +) destruye su univocidad y le sustituye el doble. Esta
es la figura que la novela retomará, pasando también
Autor Destinatario por las diadas no-disyuntivas Autor-Actor, Autor-Des-
tinador, Destinatario-Actor, cuyas variedades hemos ya
Actor Transgresión indicado.41 Estas funciones ambivalentes son absor­
(significado —) bidas por la novela en tanto que complejos sémicos, o
como temas.

Esquema 13 41. Cf. cap. 3.3.

230 231
(1,4,2. El, t)KMDOti I.AMIKNTO V LA MÁSCARA ( I) T-l'V ’l "((' I, lllllli iiildn |,i itnlNt HtN |b Mod­
al Ador (a Ion prnliigoiilalfiN -I, | ............... Id hio ih l.nloi
Un movimiento perpetuo tiene, pues, lugar entre el pasar del lado <lo| Auloi (lo,, |moI m|o,hi„i „m
Autor y el Actor, y viceversa, y el mecanismo de esta de enunciación) o del nlgidllciolo d- I -li- o í ............
mutación está asegurado por un s h ifte r 42 o conector leseo (del proceso di- enunciación),
específico: la máscara, que es la marca de alteridad, La primera notación T-/T" ilmlgnii la ihumuui*
el rechazo de la identidad. como aniquilador del sujeto parlante, de la pri mi l l a, a
Si el autor en tanto que posesor del significado re­ través de la oscilación T°/T\
presenta el sujeto de la enunciación, y por consiguien­ Por otra parte, al establecer la conexión C*C*, la
te también el protagonista de la enunciación (Ta) y, máscara encarna el tiempo. Se convierte en la figura
más allá de éste, el proceso de la enunciación (Ca) en del tiempo que, una vez aparecido, se detiene. No existe
tanto que significado ambivalente, el Actor, que es el el tiempo en la escena carnavalesca, o, si se prefiere,
realizador del discurso significante, es el sujeto del no existe la linealidad temporal, sino que todo e l cro-
enunciado y por consiguiente el protagonista del enun­ nos está allí, en su presencia masiva y condensada.
ciado (Te), remitiendo su discurso al proceso del enun­ Las dos fórmulas modales TeCc/Ta(Ca) directa, y
ciado (Cc). TaCa/Te(Ce) indirecta, señalan que la máscara es la po­
La máscara que permite la transformación del Autor sibilidad del paso del nivel de la enunciación al nivel
(TaCa) en Actor (TeCe) puede escribirse de modos dis­ del enunciado y viceversa, y, por consiguiente, elimina
tintos. la distinción entre ambos niveles. Así, destructor de
(1) TeTa, indicando así que es el punto de articu­ la persona , del tiempo y de la distinción Ca/Ce, la más­
lación que convierte el sujeto de la enunciación en un cara, que parece liberar el discurso, elimina de hecho
sujeto del enunciado. La máscara concentra, pues, la la palabra . En efecto, no hay discurso sin sujeto, tiem­
posibilidad del locutor de participar en su lenguaje po y enunciado-enunciación. La máscara constituye
como práctica significante en sí misma, que no remite pues la marca de la liberación total del Verbo y de
a nada exterior. su muerte inmediata. No hay palabra sin sujeto, tiem­
(2) CeCa, indicando así que la máscara es el meca­ po y enunciación. Existe una práctica permutacional
nismo que permite sincronizar los dos aspectos del dis­ que nada expresa y que no puede ser representada.
curso (enunciación-enunciado) en un solo acto, que es Necesariamente, esta práctica rechaza la escena como
el del juego significante. superficie representativa y comunicativa y se desarro­
(3) TeCe/TaCa, indicando que la máscara desempe­ lla en la totalidad del volumen carnavalesco (anterior
ña un papel modal en el espacio discursivo que se sirve a la presentación escénica) en tanto que elaboración
de ella. Es decir, a través de la máscara, el Autor (el ininterrumpida de un sentido jamás alcanzado. Como
proceso de la enunciación y de sus protagonistas) se teatralidad permutacional, la máscara es anti-repre-
junta al (se pasa del lado del) Actor (los protagonistas sentativa. Insistamos en el hecho de que la máscara
del proceso del enunciado) o al juego significante (el del carnaval no es la máscara burlada de la escena del
proceso del enunciado). Renacimiento italiano. En efecto, la escena no existe
42. Cf. el uso de este término en Jakobson, Essais de lin- en el espacio del carnaval; la máscara asegura el tra­
guistique générale, p. 182. bajo so bre y en un discurso que no es, en este caso,

232

Ll
un mensa.)k filri^Ulo n Ioh demás (Iuh <l«,Mtlnatnrlt>»), allí ln í'iuinclw’lón, d inivéH iIp Ion iuulmm«uiIhI<«m Im
donde todos son su otro marcado * por ln máscara. «inundación, forma loa prnlngoiiluliiM del imiiiih imt> \
Todo esto significa tnmbién que la máscara es anti­ el Autor toma la másenra do num pnraonuJoH
e x pr esiv a ; el discurso bajo la máscara repudia, como
La máscara es también el mecanlmno «l<* ludan lun
veremos, el sentido y se cierra en sí mismo para mo­ combinaciones actancialcs que hornos doHcublerto al
rir en su propio interior. nivel de la generación de los actantes (Cap. 3.6.1.). Ahí,
La novela imitará este mecanismo de la máscara. el paso de la no-persona del Actor (Te) al nombre pro­
En Antoine de La Sale, la Dame «viste la máscara» pio del Autor (Ta), y a la inversa, equivale de hecho a
de la indiferencia para jugar al «juego» de la novela, una mutación del enunciado (la retórica) en enuncia­
a saber su «historia» con Saintré, es decir, la retórica ción (en «literatura»), e inversamente; y puede escri­
narrativa que aquí hemos representado por una forma- birse como proceso de enmascaramiento TaTe.
lización transformacional. La máscara es, pues, lo que El sujeto retórico (del enunciado) se halla siempre
hallamos al principio del texto, haciendo posible la no­ en correlación con un «él» (del personaje), y esta con­
vela. Dicho de otro modo, existe un significado (ofi­ vivencia expresa también el carácter de la máscara.
cial), una Ley que prohíbe el amor de la Dame a Sain­ Nos hallamos, pues, al nivel del enunciado (del texto
tré. A través de la máscara se desafía este significado, retórico), pero el «él» del personaje (Tñ) así como el
esta Ley, y este desafío genera el significante (el pro­ «yo» del Actor (sujeto del enunciado) pertenece tam­
ceso del enunciado): el texto de la novela. No obs­ bién al nivel de la enunciación. Tendremos, pues, para
tante, el significado desafiado (la Ley), no queda des­ esta máscara, Ca/TcTn.
truido: domina el desarrollo del significante, como en El enunciado distributivo podría escribirse como
la escena carnavalesca, y reaparece para detener la TeT £ . El sujeto del enunciado (el Actor) conecta su
permutación del discurso narrativo, para dar fin al enunciado con los enunciados de los actantes (los per­
texto. Antoine de La Sale hace explícita una ley de sonajes).
la escritura novelesca; hay que disfrazar un signifi­ El enunciado narrativo (Cap. 3.5.1.6.) poseería va­
cado (o un proceso de enunciación) para poder desarro­ rias fórmulas sucesivas:
llar una retórica novelesca. Primero, el sujeto de la enunciación que hemos lla­
Volvemos a encontrar la figura de la máscara en el mado un sujeto transcendental se oculta en principio
momento que el enunciado del autor engendra a los bajo el propio proceso de la enunciación T*C*. Luego,
protagonistas (los personajes: CaTaTe) : el proceso de conecta el proceso de la enunciación con los protagonis­
tas del proceso del enunciado (los personajes) T*C*/T*.
* Kristeva escribe, en el lugar de «marcado», shijterisé, Los enunciados de estos actantes sufren, a su vez, una
palabra francesa que inventa, a partir de la inglesa shifter, en mutación T eCc : significan el propio proceso del enun­
la acepción de Jakobson. Para el significado del término, véase
el artículo de R. Jakobson, Shifters, verbal categories, and the ciado. Por lo tanto, en el enunciado narrativo la cone­
Russian verb (Harvard University, 1957); reproducido en la anto­ xión se efectúa entre los dos procesos OC* con oculta­
logía de escritos del lingüista ruso traducidos por N. Ruwet ción de los protagonistas (de los actantes). Como lo
(París, Ed. de Minuit, 1963), pp. 176-196. En general, los sh ifters muestra esta fórmula, el enunciado narrativo es aquel
(ing), em brayeurs o deictiques (fran.), se definen como expre­
siones cuyo referente sólo puede ser determinado en relación con que, conectando el enunciado con la enunciación, ase­
los interlocutores. (N. del T.) gura la TEMPORALIDAD NARRATIVA (Cf. 6.1.).

234 235
101 pHlcuanállilH (Lnean) lo obHt’rvnbn: <>1 Hujeto forma más que en calidad de retórica. El significado
di> 1« enunciación aparece «iompre bajo el disfraz de está ahí, id é n t ic o a sí mismo (equivalente) al princi­
sujeto del enunciado (y reciprocamente). ¿Cuáles son pio y al fin, pero es la g en era ció n s ig n if ic a n t e lo que
las consecuencias de esta mutación que la máscara se halla en juego y lo que c o n s t it u y e el trayecto de la
efectúa de un modo manifiesto y explícito en la escena novela. Por el contrario, esta o tr a transformación que
histórica del discurso? practica el carnaval, o sea, la transformación de los
Por el hecho de borrar la persona, de detener la significantes y de los significados a la vez, antes de la
temporalidad y bloquear el enunciado de un mensaje, constitución del significado expresivo, constante, único
el mecanismo de la máscara anunciaba un espacio de e inmóvil, no puede tener lugar en el campo del texto
pensamiento o tro que el de la recitación vocal y del cerrado de la novela.
relato narrativo (épico). La máscara, figura por exce­ Esta transformación carnavalesca exige una aber­
lencia de la a l t e r id a d , y, de ahí, opuesta a esta identi­ tura del espacio discursivo, una in fin it iz a c ió n del pen­
dad con sí mismo que nos ofrece el Logos, en el pre­ samiento que se escribe, por lo tanto exige también
ciso instante de conmoción del símbolo (y como sínto­ una ausencia de significado pro g ra m a d o r . Pero si quie­
ma importante de esta conmoción) ponía en duda la re escribirse en un libro y dejar de presentarse en una
expresividad, y se constituía como ejemplo, como prác­ escena (en una anti-escena), la transformación de que
tica activa, de lo que se ha venido en llamar el gram a , se trata exige una programación axiomática que desig­
el r a sg o , la e s c r it u r a .''3 naría el volumen pre-escénico, anti-escénico, en el que
Este espacio o tro no es el de la comunicación (in­ el discurso se engendra en permutación y recursión
tercambio de un objeto discursivo entre sujetos). Es el constantes, renunciando a ocupar el escenario espec­
espacio de la elaboración lenta, permutante, naciente tacular. Impersonal, intemporal, tal escritura podría
y muriente del pensamiento antes de su constitución ser el nuevo «mito» de nuestro mundo de masas y de
definitiva en el sujeto, el tiempo, el enunciado. Es el ciencia impersonal e investigadora. El texto que se
espacio de los «bastidores», lugar único del juego, sin anuncia en esta perspectiva equivale a la destrucción
el e s c e n a r io que consagra la muerte del juego en el del signo (de la novela). Contra la a v en tu r a del indi­
espectáculo. viduo (la novela), aportará el t r a b a jo (productividad
La novela no podía recuperar este espacio más que anterior al producto) del uno que se fusiona con Todos,
amputándolo. De él ha tomado las figuras del doble, las y alcanzará la afluencia de los números en el espacio
combinatorias «dialógicas» y la transformación actan- del pensamiento, como intentó hacerlo el carnaval.
cial, pero le ha amputado el v o lu m en (el aspecto «bas­ Este texto parece tomar cuerpo a través de las .tenta­
tidores», elaboración de significación anterior al sen­ tivas titubeantes de destrucción del lenguaje (Joyce,
tido) para reconstituir una escena (un escenario espec­ Beckett), de organización del texto como una combi­
tacular). Aun cuando no reduzcamos el campo trans- natoria (el «nouveau román») o a través de su atolla-
formacional de la novela a un espectáculo, el hecho es miento en el sueño (los esfuerzos surrealistas), pero,
que ésta es la transformación de un discurso ya pro­ sin duda, más allá de las mismas, y sin su dependen­
ducido en tanto que representación y que no se trans-43 cia de un resto (transcendental) que siempre hay que
expresar. La aportación de todos estos ataques contra
43. Cf. Jacques Derrida, op. cit. el discurso expresivo permanece incontestable: han
236 237
hecho Imponible 11 . kiclato qu«', ni llnnl de la Edad Se trata aquí <lc un «Ignlfli mío negtitlvn n mibi bien
Media, frenó el ímpetu del carnaval para desencade­ ambivalente (no-dliyuntivn) que la imvola liilcm m n
nar el «expresionismo». en su estructura no disyuntiva.
Muy distinto es el caso de esta «fantasía verbal»,
de este «juego verbal», no sometidos a finalidad alguna,
5.4.3. L as figuras del discurso carnavalesco a ningún sentido, fíe trata en este caso de una mera
serie de significantes que se encadenan, emparentados
La novela, por lo tanto, no podrá integrar a la permu­ por su parecido vocálico, sin ninguna subordinación a
tación significante del discurso carnavalesco que inten­ un sentido (semántico o sintáctico), por consiguiente
taba en vano escapar a todo significado anterior al de una serie exterior a las exigencias de la significa­
discurso. Dos fenómenos discursivos de la escena car­ ción y de la gramaticalidad. Esta salida de la expre­
navalesca dan prueba de este debate contra el símbolo sión parece ser uno de los recursos no estudiados de
en tanto que expresión de una significación. Se trata, la risa que, concebida como un gozo ante la posibili­
por un lado, de lo que ha sido llamado «la fantasía dad infinita del lenguaje de dar vueltas sobre sí mismo
verbal y cómica» del teatro medieval,44 y, por otro, de sin ninguna intervención del significado, difiere sensi­
d a fatraserie».45 * blemente de la concepción bergsoniana de la risa como
Estos dos tipos de discurso son asumidos por el distancia (pseudo-transgresión) en el interior de la
personaje favorito del carnaval, el Loco, figura ambi­ Ley. El juego significante de que se trata utiliza múl­
gua de la Ley y de su transgresión. Sin embargo, no tiples fórmulas, entre ellas: la jerg a in inteligible (de
hay que confundirlos con aquel aspecto del discurso las palabras que no tienen sentido en ninguna lengua,
«loco» que explota el significado y se organiza como Cf. L e Je u de Saint-Nicolas, siglo xn, de Jean Bodel);
una absurdidad o como una contradicción en los tér­ la enumeración (tendencia a reconstituir toda la serie
minos (como, por ejemplo, los quiproquos, los calem- de un conjunto por una simple yuxtaposición, sin nin­
bours, los juegos de palabras). Este discurso, paródico guna sintaxis (Cf. L ’herberie en prose, supuesto del
y relativizante, supone la existencia de un sentido siglo x ii -x i i i ; los reclamos de charlatanes, etc.); la r e ­
previo, y obtiene su efecto cómico por el hecho de petición (construcción de una secuencia sobre el fone-
demostrar la ambigüedad de este sentido pre-existente. tismo de una sola palabra que, por ello, aparece repe­
tida, deformada, variada: «ge pri a la vrai piteuse, ge
di a celi nomeement qui pita as piez de Pitorbus quant
44. Cf. R. Garapon, La fan tasie verbale et com ique dans le
théátre franQais (París, Armand Colín, 1957). il nosqui de la vrai piteuse», en L ’herberie de la
45. Cf. Lambert C. P orter, L a fratraserie et le fatras, essai prose)-, las ideas sin continuidad (yuxtaposición de
sur la poésie irration elle en F ranco au m oyen dge (Ginebra, palabras autónomas, sin ningún encadenamiento de
E. Droz-París, Minard, 1960). causalidad o motivación, Cf. Je u de la Feuillée, de
* Las fatraseries, los fatras, las resveries, los coq-d-l’ñne
que cita en este capítulo Julia Kristeva, constituyen géneros Adam de la Halle).
medievales intraducibies. Todas estas formas se caracterizan por Las primeras novelas intentarán «racionalizar» es­
ser piezas de tono picaresco, escritas en verso, propias de la tos «juegos significantes» situándolos en una trama
escena medieval francesa. Sor generalmente animadas, ricas de narrativa. Rabelais será el primero que los use, y en­
estilo y llenas de juegos de palabras, asociaciones ridiculas de
ideas y voluntarios desatinos. (N. del T.) contramos en él tantas ideas sin continuidad, palabras

238
dns delectablcM, víuoh piodonoN («l,u l'iiim <!« In pulí»
Ininteligibles, enumeraciones y repeticiones, como en Bombance»,30 «La Condumnation du Miuiqiipt») " lim
toda novela posterior que no olvide sus orígenes car­ hallamos de nuevo en Antoine de La Salo, harlmdu
navalescos (del Sim plicias Simplicissimus a Dostoyevs- eco, sin duda, de la misma tendencia al desequilibrio
ki, del Ulysses a Kafka). entre el significante y el significado que en el caso del
Algunas de estas figuras aparecen incluso en An-
discurso expresivo.
toine de La Sale. Así, por ejemplo, la en u m era c ió n de Este es también, para nosotros, el papel estructural
las mercancías en una tienda, o las particularidades de
de la repetición. El carnaval repite un lexema o un
un vestido (p. 79, p. 153), o de la disposición de las
fomema, sitúa paralelamente las significaciones y su­
tropas (p. 189) o de los nombres propios (pp. 207-212),
prime, así, los significados divergentes que, en esta
o de los regalos que el rey dará a los vencedores
máquina repetitiva, terminan por desaparecer. «Et
(p. 145), etc. Esta enumeración no significa una preocu­
pación realista, ni una simple penetración de la voz pour coppiez en coppie, / coppieur coppiant coppie /
burguesa (de la publicidad comercial) en el libro, como coppieux bien coppiez», o bien «Pour larder lard en
hemos sugerido.46 Señala también una embriaguez del larderie. / Tant qu’en lardant la larderie, / je larde lar-
significado, y llega incluso a olvidarlo para sustituirlo dons bien lardez».52 Y todavía:
por el trazado de un texto escrito, un enrejado sintác­
tico transformacional que l e e r e m o s , más tarde, como He dea! ilz s'en sont envollés!
Legiers espritz, vollés, vollés,
una novela expresiva. Ostez-vous de mélencolie
Estas enumeraciones de mercancías, enfermeda­ Pour présent foller en follie
des, etc., las hallamos también fuera del texto nove­ Par les falaians folemens
lesco, en el carnaval medieval, en las farsas, los pro­ Ces folatres affolements
verbios, los milagros, y podemos de este modo obtener Affolés de folie affolance
el ideologema de la estructura novelesca. «La Pasión Par trop folie comme affolance,
de Nuestro Señor» 47 ofrece un ejemplo del primer tipo Fol qui ne folie n’est pas fol.53
(enumeración de mercancías), y «El Milagro de Santa
Genoveva»,48 un ejemplo del segundo tipo (enumera­ Convertida en procedimiento estructural de la novela,
ción de enfermedades). Los gritos de los mercaderes, la repetición transfiere esta misma función al nivel de
sin la menor preocupación realista de nuevo, sino acu­ la sintaxis narrativa; en Antoine de La Sale, como
ñados únicamente para crear este vértigo del signifi­ hemos visto, (4.1.), son los complejos narrativos los
cante infinito en el que vive el carnaval, se encuentran que, por el hecho mismo de esta repetición, se separan
también en la escena del teatro cómico. Enumeracio­
nes de nombres de lugares («Le Monologue de la Folie 50. E. Picot, R ecueil gén éral des soties (París, F. Didot, 1902-
1912), I, 258-259.
Bateliére»),49 enumeración de manjares exquisitos, vian- 51. Cf. E. Fournier, L e th éátre fra n tais avant la R enaissance
46. Cf. 5.2. (1450-1550): Mystéres, m oralités et ja rees (París, Laplace, Sán­
47. Cf. Achille Jubinal, Mystéres inédits du XV' siécle (París, chez et Cié [1872]), pp. 228B-229A.
Téchener, 1837), t. II, p. 27. 52. Cf. «Virgile Triboulet», In E. Droz, L e Recueil Trepperel,
48. Ibíd., t. I, p. 283. les Soties (París, 1935), pág. 223.
49. Le Roux de Lincy y Fr. Michel, Recueil de jarees, mora- 53. Cf. «Sotie des sots escornés», ln E. Droz, op. cit., pp. 323-
lités et serm ons joyeux (París, Téchener, 1837), I, n.° 1, 11-12. 324.

240 241
de mi algnlflcndo (<IH valor léxico oxtrn-noveleaco quo NIMIÜTUICA NlgnlflcMltO/lIgnlflClldO < N « spHlll'llIr ill'l
poseen) y funcionan como significantes en la retórica ildoologcmo del Nimbólo, y que el método lr«n«foimw
del campo transformaclonnl del texto novelesco. cional que ha producido el ldeologenui del Nlgito
Por otra parte, en el interior de una misma secuen­ ¡exponento precisamente del desequilibrio de eNlim don
cia (o de un mismo complejo narrativo) un lexema vertientes del pensamiento del signo.
puede repetirse varias veces, a la manera de los ejem­ Digamos también que la repetición indica el dis­
plos citados más arriba en los que la insistencia del curso en tanto que discurso, o, de otro modo, por la
vocalismo repetido permite una reconstrucción de la repetición, el discurso se designa a sí mismo: es un
materialidad de la lengua, la separa de la m etaliza­ mensaje que remite al código, al decir de Jakobson,M
ción que oculta la materia sonora del discurso. Hay y corresponde a lo que se ha llamado en lógica el modo
que señalar que si el carnaval repite la palabra «loco» autónimo del discurso. El acento está puesto en la ma­
con la mayor frecuencia, es la palabra «hablar» la que t e r ia y la d is p o s ic ió n del propio discurso, en su trans ­
la novela de Antoine de La Sale, como la de Rabelais, fo rm a ció n s ig n if ic a n t e , mientras que el soporte signi-
insiste en re-materializar. Así, en un pasaje de trece nificado, siempre el mismo e idéntico a sí mismo a lo
líneas (p. 46), «hablar» se repite 5 veces, acompañada largo de esta transformación, se difumina, pierde peso,
de palabras similares como «proverbe», «puet», «des- se volatiliza para aquel que lee el signo, y no el sím­
plait», «portez», etc. bolo. La e n u m era c ió n , así como la r e p e t ic ió n , se con­
Pero más interesante todavía es la repetición de vierten de tal modo en una de las reglas de la sintaxis
c o m p l e jo s n a r r a t iv o s enteros. Encontramos, por ejem­ del discurso en tanto que signo, es decir, la regla de
plo, a lo largo de 10 páginas, (pp. 190-200) una descrip­ su orden horizontal, s ig n if ic a n t e . Era, por consiguien­
ción de la batalla contra los sarracenos, que consiste te, necesario descubrir estas figuras en el momento en
en la repetición del mismo sintagma («la troupe s’avan- que el sujeto-signo se hace consciente del funciona­
ce et crie son nom») una veintena de veces (cambiando miento de su discurso como signo (y este fue el tra­
el nombre que se grita, con lo que la repetición se ve bajo, en nuestro tiempo, de Raymond Roussel).
acompañada por la enumeración). E l discurso significante, al resistirse contra el sig­
Esta repetición «infinita» es inherente a un pensa­ nificado transcendental, se forma como discurso extran­
miento que gira alrededor del campo transformacional jero, distinto e incomprensible: se identifica con la len ­
del signo. Por un lado, apunta al desequilibrio del sis­ gua e x t r a n je r a y la conduce a la escena del carnaval,
tema simbólico entre el significante y el significado: así como a la escena de la novela que se inspiraba en
permaneciendo idéntico el significado, el significante ella. El teatro cómico saca sus efectos a menudo de un
se repite hasta el infinito, y gracias a esta repetición, poliglotismo opaco, incomprehensible: mezclas de la­
que es una autogeneración, genera un significado se­ tín, uso de términos jurídicos o simplemente de len­
cundario, el significado retórico. Por otro lado, esta guas extranjeras, el inglés ante todo («Le Mystére de
repetición prueba que el campo transformacional sólo Saint-Louis, Roi de France» [hacia 1472]),55 el italiano
lo será en la medida que presuponga el desequilibrio
significante/significado, es decir, el poner entre parén­ 54. R. Jakobson, op. cit., p. 178.
55. St. Louis, roi de F ran ce (Mystdre anonym e de) (West-
tesis al significado, en provecho de una acentuación minster, Francisque Michel, 1871). Cf., sobre la jerga en el teatro
del significante. Podríamos decir que la dicotomía de la Edad Media, Garapon, op. cit., pp. 36-48.

242 243
ii flni’Hdel hIkIo xv («lili Kmreo ilu Puní mi Alien»), Sin del rnunelmlo. Lon veilum nirt» iinihIum por Inn fahii
que puedan ñor relndonndiiH con un Mentido, omIiih len­ serle hoo: «dice», «riinln», «grltu», «exclama», «Im
guas y kenijuajes extriinjeroa no constituyen sino rela­ bla». El hombro »o hulla cnal aúnente: lim pernoiinjea
ciones fónicas que se abren al Infinito, no entorpecidas de las fatraseries son objetos Inanimados (dr» por cien
por un soporte de sentido. Antoine de La Sale se dejará to), abstracciones (las unidades de tiempo, por ejem­
plo); las personas aparecen en tercer lugar, seguidas
tentar por la fascinación de este engranaje de signifi­ por los animales. La «violencia» es lo que asegura la
cantes extranjeros: un caballero polonés, cuya lengua envoltura semántica del sujeto de este discurso que se
no alcanza a comprender del todo, aparece en el texto;
habla a sí mismo; la muerte y la horca son sus temas
ingleses con nombres no habituales; nombres de países
favoritos. Así, tras haber rehusado expresarse, el
extranjeros o imposibles (Boulguerie, Behaigne y Es-
trappesonde). Antoine de La Sale pasa por ellos con discurso se permuta sobre sí mismo y rechaza toda
una rapidez asombrosa, sin apoyarse en el soporte de representación a no ser la vio la ció n (de la muerte o
sentido ideológico, geográfico, étnico o cualquier otro del sexo), la a n iq u ila ció n . Antoine de La Sale ape­
sentido que pudieran tener estos significantes extran­ nas participa de este tipo de discurso. No obstante, lo
jeros. Presos en las figuras repetitivas de la genera­ hemos evocado en virtud de su importancia en la for­
ción novelesca, estos vocablos extranjeros acentúan el mación del discurso novelesco ulterior (Rabelais, Di-
vértigo de significantes que la novela experimentó en derot, etc., toda la tradición menipea de la novela).
sus principios, antes de transcendentalizarse en el si­ Ahora bien, todos estos ataques contra la expresión
glo xix por una reactivación del ideologema simbolista en el discurso carnavalesco son de nuevo tomadas, in­
(el realismo, el naturalismo, el simbolismo). mediatamente, por la expresión.
El otro tipo de palabras carnavalescas, los f a t r a s , En la escena del carnaval, el significado recupera
traducen un esfuerzo por realizar la ausencia total de inmediatamente sus derechos, en el preciso momento
razón a través de un trabajo racional. Autores como en que es pronunciada la permutación significante,
Víctor le Clerc o Philippe de Beaumanoir, o textos puesto que tal permutación no es pronunciada más
como «Fatraseries d’Arras» (autor desconocido, tal vez que en la medida que presupone este significado como
Jean Bodel), constituyen un ejemplo de ello. Este gé­ fianza de esta normalidad que su disposición signifi­
nero significa un relleno cualquiera (en francés: fa ­ cante d e b e transgredir. Dicho de otro modo, tal como
tras < metátesis de fartas < fartus) y es exponente hemos mostrado en el esquema 12, pág. 191, el signi­
de una investigación consciente de la locura falsificada ficado está siempre presente; constituye el sujeto ha­
y del pensamiento fracasado. Las fatraseries, igual que blante como Autor y lo identifica con la Ley que
las desven es y los coq-á-l’áne expresan el rechazo de (pseudo-)transgrediría en tanto que Actor. Bajo la
la expresión de un sentido, y, como tales, no solamente presencia constante de la Ley, de la normalidad o del
«preparan» el campo transformacional de la novela, significado transcendental, y exigiéndose esta presen­
sino que llegan a ser recuperadas, bajo formas distin­ cia para que se produzca, tiene lugar la permutación
tas, por la historia posterior de la novela occidental significante del discurso carnavalesco. La r isa hace
(Joyce, y ecos menores en Beckett). Es el propio acto evidente, y apoya, esta necesidad estructural de la Ley
de hablar, desconectado del sentido que podría poseer (del significado, de la norma). Una risa producida tal
este acto, lo que pasa a ser la preocupación esencial vez por la liberación que supone la posibilidad de pro­

244 245
nunciar la infinidad de la serie significante no-blo­ específica de la narración que, en el preciso momento
queada por un significado; pero también una risa que de la sustitución, se convierte de nuevo en un signi­
nace de la confrontación entre esta liberación y la ficado hasta el punto de olvidar su carácter significan­
censura que la provoca y sos-tiene. De ahí la ambiva­ te y pretender igualar lo real.
lencia de este reír carnavalesco: a la vez licencia e La novela ha tomado también del carnaval esta ten­
inhibición, gozo y tragedia, vida y muerte. Pero siem­ dencia a desvalorizar el texto que la precede y que, por
pre r isa , y por lo tanto juicio, expresión, significado. el hecho de su anterioridad, se ha convertido en la ley
La novela, al aceptar en su campo transformacional del género. Si Antoine de la Sale relativiza la poesía
las permutaciones significantes del carnaval, las en­ cortesana y la canción de gesta, la novela burlesca de
cadena en la linealidad de la sintaxis narrativa y las Rabelais dará un paso más al parodiar las «novelas»
somete, por ello, a un fin; las «expresiviza». «Or nous de la Mesa Redonda. ¿Será necesario mencionar todos
fault yci laissier le nom du pays, de la terre et de son los numerosos ejemplos de la literatura que dialoga
hostel, ou elle aloit», escribe Antoine de La Sale con los textos precedentes para relativizarlos? La pa­
(p. 243), «car 1’istoire s ’en fait par aucunes causes rodia de las novelas de caballería en Cervantes, la
et choses qui aprés viEND RO NT. ..» Y también: « J’en «anti-novela» de Sorel, la ridiculización de la novela
,laisse quant á present a en parler plus avant pour gótica por J. Austen, de los relatos de viaje por Swift,
venir au surplus de l ’ istoire , qui est gracieuse...» de las novelas románticas por Flaubert, de los mitos
(p. 250). Evidentemente, existen dos niveles del texto: griegos por Joyce...? La novela parece, desde siempre,
uno, el del «hablar» en el que pueden hacerse permu­ haber querido constituirse como o p o sic ió n a una ley
taciones significantes como se hacían en la escena del que no es solamente la del género, sino también la ley
carnaval; el otro, el de «l’histoire» (del relato), que es ideológica del discurso de su época, y esta oposición
una sucesión («l’istoire s’en fait par aucunes causes es la marca misma de la participación del texto de la
et choses qui aprés viendront») y un resto (el «surplus novela en la historia. Eso es la «Novela burguesa» de
de l’istoire»). El relato exige, pues, una teleología (una Furetiére; eso es también Vanity F air: a Novel without
finalidad, un desarrollo), que está allí, exterior y ante­ a H ero de Thackeray. Una epopeya cómica y sin héroe:
rior al propio hecho de hablar (al discurso permutacio- he aquí, entre otros, el resultado de la acción del dis­
nal del Actor), un excedente. E ste excedente teleoló- curso carnavalesco sobre el discurso simbólico.
gico no es más que el significado narrativo que reto­
ma toda permutación significante y lo somete a los
fines de la narración, es decir, la hace expresiva. Vemos Digamos, pues, que tanto su principio como las for­
de qué modo el relato , de un modo distinto pero por mas concretas de esta transformación que la caracte­
lo mismo que la risa , reinstala el significado . La riza, son extraídos por la novela del e sp a c io in t e r t e x -
diferencia: la risa sustituye el significado positivo (ofi­ t u a l tal como lo hemos designado y analizado, y con
cial) por un significado negativo (la parodia, el repro­ el cual, por su lado, la novela se encuentra en relacio­
che), actuando como intermediario la acentuación de nes de modificación. Lo que permanece idéntico a lo
la palabra como significante (como juego). El relato largo de esta transformación inter-textual es el signi­
sustituye el significado lógico («excedente») por un ficado lógico de los enunciados: las figuras discursivas
significado retórico («l’istoire») os decir, la sintaxis gon las mismas en los voceadores que en Antoine de

24(3 247
T.jft SiiIb, y también «mi la oncena del carnaval que en
Antolnc de La Sale. Lo que aparece modificado os el
significante (la significación retórica) de estas figuras:
éstas obtienen, añadido a su sentido original, un sen­
tido suplementario debido a su inscripción en el árbol
genealógico del campo novelesco. Así, estas significa­
ciones dobles ya en su origen se desdoblan una vez
' más, se multiplican: la novela, en su campo transfor-
macional e intertextual no puede ser leída más que 6
como polifonía . No hay novela lineal, sólo es lineal
el relato épico; toda novela es ya, de un modo más o LA COSMOGONIA NOVELESCA
menos manifiesto, polifónica (poligráfica).
«No existe representación plástica del
espacio que se separe de una apreciación
intelectual y social de los valores.»
P. F rancastel, «Destruction
d’un espace plastique»,
Journal de psychologie
1, 2 (1951).
«Une salle, il se célebre, anonyme, dans
le héros.» «...représentation-immédiat
évanouissement de l’écrit.»
Mallarmé, «Quant au livre»

6.1. E L TIEMPO DE LA NOVELA

Dos tipos de temporalidad parecen existir en la no­


vela : la temporalidad de la enunciación narrativa y
la temporalidad del enunciado (enunciado distributivo
o autorreferencial).
La primera, que se expresa en la enunciación narra­
tiva, constituye el hilo de la enunciación, su linealidad,

249
248
ImilNNi’iil J iim(|iimn ii Milli'Nnr", pour n«lrn i|iilim>« i liMinmii
mu uiiKMlinmn y «tu mol Iviulón, cu h ' buih*’ ii mu f Inuil ili'Millz, il.yiiiiiiiiiN, et Ion nutren do McinhlnhloM, ni (pin mili"
ilml l¡n ni Ilempo ili' la historia contada lo <|iic asumo personne ne le savrolt JUBquos uu darrnln Jour d'nvill
im sujeto <lc la enunciación, anterior al dlscurno. que 11 feroit sa requeste aux chevaliers et escuiers <pi il
|,ii segunda, que «e expresa en el enunciado distri­ esliroit» (pp. 227-228).
butivo, es la temporalidad de la palabra que se enuncia,
La constitución del meta-sujeto de la enunciación coin­
el curso del propio enunciado. cide pues con la constitución del pasado narrativo.
La temporalidad narrativa aparece junto a un su­
jeto de la enunciación novelesca que hemos denomina­ Este sujeto parece permanecer apartado de su discur­
do transcendental, o meta-sujeto. Sin que intervenga so (y de todo discurso), someterlo y dominarlo, abra­
directamente en el discurso, el meta-sujeto novelesco zar su totalidad de modo que él, el sujeto, ocupe una
se halla incluido en é l: es su propia existencia lo que posición p r o s p e c t iv a en la escena verbal, mientras el
permite la constitución de la temporalidad narrativa. discurso (narración) se hunde y retrocede en p e r s p e c ­
t iv a dando, así, la medida del tiempo. Situado de tal
Cuando Antoine de La Sale explica los acontecimientos
de su historia, no evoca elementos autobiográficos, ni modo «antes» o «después», pero en todo caso en o tra
p a r t e o más bien en ninguna parte; fijado, sin embar­
se presenta como primera persona. Parece borrarse,
desaparecer, tomar una de las máscaras que le permi­ go, en una posición invariable, el sujeto narrativo or­
tan realizar toda la serie de la transformación actan- dena su discurso como una proyección en perspectiva
cial. en un cuadro del que se encuentra separado. Como
Censurando de este modo la persona-sujeto (y su inversión necesaria de esta anterioridad que domina el
biografía) para hipostasiarla en la figura del Autor, el discurso que es la instancia del Autor, su enunciación
narrador tiene a su disposición una sola temporalidad: contornea una calma en la que todo ocupa un lugar se­
el pasado. El tiempo de que se sirve Antoine de La guro, ya conocido y controlado: el pa sa d o . Esto pare­
Sale es, ya el aoristo, ya el imperfecto: ce ser la narración: una serie de descripciones en pa­
sado. Asistimos aquí a la constitución de la h is t o r ia ,
l ’acteur. — «Advint que au XVm ' mois qu’il fut retourné y observamos que el discurso p sic o l ó g ic o está consti­
de Prusse, par maintes fois se mist en un nouvel penser tuido por una misma temporalidad (el mismo modo de
et en soy mesmes disoit: “Helas! povre de sens, povre enunciación). En Antoine de La Sale, como ya hemos
d’avis et de tout bien que tu es! Onques par toy aucun indicado, estas digresiones son apenas discernióles: se
bien d’armes ne fut emprins que ta tresnoble et doulce confunden con la narración de acontecimientos, lo que
deesse ne te y ait mis. Ores, vraiement je, me conclus et
delibre que pour l’amour d’elle je veul faire aucun bien.” permite constatar el parentesco originario de la histo­
Lors s’apensa de cerchier cinq chevaliers, dont il en seroit ria con la psicología y el signo:
l’un, et cinq escuiers, des plus puissants et des meilleurs «Et a ses paroles la source des larmes de son cuer
en armes que il pourroit trouver en France, lesquelz il saillirent de ses yeux tellement que la langue cessa
requerroit de estre tous ensemble compaignons et freres pour leur donner paix» (p. 96).
a porter par l’espace de troiz ans une visiere de bassinet, Pero las novelas posteriores, y sobre todo la nove­
d’or pour les chevaliers et d’argent pour les escuiers, la psicológica del siglo xix, adoptaran de lleno el pasa­
ausquelles avroit un riche dyamant a l’entredeux des deux do de la enunciación histórica para transformarlo en
lumieres des yeulz si vraiement que s’ilz ne trouvoient
semblable nombre de chevaliers et d’escuiers qui les cqm- un pasado psicológico (Stendhal, Balzac, Flaubert son

250 251
Ion mru'NtroN di*I iio i InI o y «l«i| Inipoi lindo pHlcológlco), clrtn «en uliii |ihiImw v «en tilugiiiiit |«nle*, y mi imlun • *
Aun cuando no emplee el preKento en voz del panudo, con la materia que le da cuerpo, el illneiiinu l'lnlti |im ||
se trata de un presente del que se encargu el mismo Ion «hiiII om» ile Antolne de I ,a Hale a lo lingo de tinn
sujeto transcendental de la enunciación, y, por consi­ narración: «...deH honneui'H el <1ch IrlumploN je me pun
guiente, un presente intemporal, el de la descripción. se, pour abrégier» (p. 184); ...«de les nonimer leralt
E. Benveniste, que ha analizado este tipo de enun­ tres longue chose» (p. 218); «Mais du Jehan do Saín
ciación histórica y ha estudiado «el esqueleto históri­ tré duquel l’istoire parle par exprés, me convient pluH
co del verbo», no ve en él «ninguna intervención del avant procéder» (Ibid.). Sobre todo para condensar su
locutor en el relato» 1 e insiste en el hecho de que «deja recitación, el Autor se incluye en su discurso como lo­
entonces de existir incluso el narrador».2 No obstante, cutor :
nos parece que si esta «intervención» del sujeto ha­ «Et quant il fut en l’aige de X X ou X X I ans, au-
blante no es explícita, deviene todavía más maciza por
quel temps le roy lui fist beaucoup de biens, des autres
el hecho de la propia o b je t iv a c ió n del locutor que, re­ fois que Madame voult parler de lui je m’en passe, car
chazando el estatuto subjetivo de una persona «auto­ trop serait long le reciter» (p. 78). Y también: «done,
biográfica», se impone indirectamente en la estructura pour abrégier» (p. 186), «pour abrégier» (p. 187), «et
de su enunciado histórico y psicológico como un sujeto pour abrégier» (pp. 238, 143, 169, etc.).
transcendental que sutura el discurso. «Nadie habla Ocupar de nuevo su lugar en el discurso equivale
aquí; parece como si los acontecimientos se contaran
a retomar un lugar en un p r e s e n t e m a siv o —el del
solos» escribe Benveniste. Sin embargo, es el sujeto
enunciado que Benveniste llama el «nivel del discur­
hipostasiado quien habla y fuera de él no existen los
so». Este presente, distinto del presente intemporal
acontecimientos históricos. de la enunciación narrativa, es un presente de la sin­
La temporalidad del enunciado d is t r ib u t iv o y del
cronía; designa el hecho de que el enunciado coinci­
enunciado a u t o r r e f e r e n c ia l nos sitúa al nivel del
enunciado novelesco, allí donde la narración se inclu­ de con la enunciación, que lo que se enuncia no es
más que la r e p e t ic ió n de la enunciación, su redobla­
ye en el juego del discurso y, abandonando su posición
de instancia suprema de la enunciación, se enuncia miento simultáneo. El presente del discurso recorta
pues el pasado de la historia, y estructura así el doble
como l o c u t o r . El sujeto-locutor (el sujeto retórico,
nivel de la temporalidad novelesca: un «ahora» reti­
Cf. 3.5.1.1.) se manifiesta a través de dos gestos indi­ rado «antes» que su contracción, y el linde del desa­
cativos: con un gesto autorreferencial indica que está
rrollo de la palabra de la que ha salido.
hablando; con un gesto demostrativo recuerda que En el enunciado distributivo, el recurso al presen­
son los demás quienes hablan, cediendo así la palabra te del enunciado toma una forma más compleja. El
a los personajes. En los dos casos, el tiempo de la pala­ enunciado distributivo es una mezcla de enunciado
bra que se está enunciando viene a reemplazar al narrativo y enunciado autoreferencial. Empieza con
tiempo histórico de la enunciación narrativa. una narración en pasado , para volver al enunciado en
Los enunciados autorreferenciales evocan el proce­ p r e s e n t e , es decir, a la palabra que el Autor, sujeto
so de la palabra en el Autor, que abandona su posi- de la enunciación literaria, da a los protagonistas, su­
1. E. Benveniste, op, cit„ p. 239. jetos del enunciado. Así: «Ceste amour ainsin loiale
2. Ibíd-, p. 241. et secrete dura XVI ans, entre lesquels quant Madame

252 253
voulolt parler nu petlt Snlntré, pour le falre plu* so-
cretement, elle lui dlst: “Mon ami, il n’y a que falre llllllll'llllll i l n l l l l l l i l <1 l l l m l i ' l i i l u í !
de entrer en la danse, mais la fagon est de en saillir a IVni, uiiii vi / <11lo i l Aiilm Im " id" Imllv Ii IuhIUh
honneur”» (p. 64). do en un mijeto ptumiiiii, el i .... . iiiiilih nli'iilo de ln
Evidentemente, el presen te no es el único tiempo novela (Cf. 3.2.2.) cnlni m Juego, y la illallm lóli m i i i i »
que tolera el retorno del enunciado distributivo al pro­ ciado/enunciaclón, dlscuiHO/hlHtorlil, tal nunn la lw
ceso del enunciado. Todos los tiempos son posibles en mos designado, cobra valor.
este volver a la palabra, salvo el aoristo, que queda A Antoine de La Sale parece incomodarle el raen
sustituido por el pretérito perfecto. No obstante, sean rrir a una temporalidad narrativa, por lo menos en la
cuales sean los tiempos gramaticales, su función tex­ parte inicial de su texto. En cuanto empieza una frase
tual en el enunciado autorreferencial y distributivo narrativa, como si le molestara la temporalidad histó­
está clara: constituyen una segunda temporalidad del rica, se sujeta a un «decir», «hablar», «abreviar», etc.,
texto, inherente a su propio trayecto y que lo repite, y sigue con mayor comodidad el presente del enuncia­
una temporalidad sincrónica (presente) con la produc­ do. Su texto, por lo tanto, se construye más como un
ción significante respecto a la de la enunciación (pa­ discurso del que mana una historia (en el sentido
sado). que Benveniste da a estas palabras) que como una
Aunque la coexistencia de estos dos tipos de tem­ historia que se acuerda a veces de que es un discurso.
poralidad sea propia de la novela, ¿no es también fre­ Ahora bien, este sujeto del enunciado que engen­
cuente en la epopeya o en los demás géneros literarios dra el p resen te discursivo , si bien se sitúa al margen
que precedieron la estructuración de la misma? con relación al sujeto de la enunciación que cubría
En efecto, la retórica clásica admite y exige que el el pasado histórico , no difiere radicalmente del mismo.
Autor se convierta en Actor de su discurso, hablando Si el primero es el posesor del significante, el segundo
de sí mismo, y este procedimiento se conoce también es el posesor del significado de la novela. Pero en am­
en los cuentos populares y en los trovadores. De todos bos casos se trata de la cristalización de un l u g a r de
modos, en una colectividad mítica o semi-mítica, en la la Palabra que controla su semántica y su sintaxis
que el discurso, como el mito, pertenece a todos, y el después de la cristalización de un sentido anterior a
narrador no puede aislarse como sujeto aparte, la di­ esta semántica y a esta sintaxis, de un sentido que hay
ferenciación historia/discurso no posee ni la nitidez que expresar, y que es este significado que encierra
ni la función que posee en la novela. En el modelo mí­ (que clausura) el libro. Es el lugar del su jet o que do­
tico, la historia se confunde con el discurso y se elabo­ mina el Tiempo, el de la historia o el del discurso. La
ra en él, por él, gracias a él, sin que podamos pensar­ transformación que le está permitida es la del tiempo
la como distinta de sí misma (del discurso). No hay de la enunciación o la del tiempo del enunciado. Toda
sujeto que pueda asumir el pasado de la historia o el la variedad de la temporalidad novelesca durante el
presente del discurso: ambos se confunden en una período de apogeo de la novela (fin del siglo xix, prin­
sola y misma práctica, en la que el Todo (Dios) y las cipio del xx) seguirá esta doble articulación.
partes (los hombres) giran en una rueda dialéctica.
De ahí que no haya dos niveles de la temporalidad mí­
tica, ni anterioridad ni sincronía, ni pasado ni presen-

254 255
héroe

6.2. E L ESPACIO DE LA NOVELA


{ castillo (monasterio)
6.2.1. El e s p a c io g eo g rá fic o en l a n o vela casa (natal)
lugar del pecado
La noción de espacio geográfico se aplica a una deter­
minada estructura discursiva que aparece en un pe­
ríodo de la historia, y pertenece al ideologema que ca­ tierras santas
racteriza a este período. tierra propia ------------- >
El espacio geográfico que presenta la novela de An- ' tierras sarracenas
toine de La Sale, y que se afirmará en la novela ulte­
"V"
rior, es el espacio del Renacimiento, en el que vivimos
antes del descubrimiento del Cosmos y las penetra­ el paraíso
este mundo
ciones analíticas del inconsciente. Aparecido después ->
¡ el infierno
del espacio simbólico, el espacio novelesco lo modifi­
ca incorporándolo al ideologema del signo.
Los textos medievales construían un espacio en el Esquema 14
que el cielo estaba radicalmente opuesto a la tierra, y
los protagonistas viajaban de un mundo al otro si­
guiendo un eje vertical (con una connotación moral En Antoine de La Sale, la v e r tic a l id a d del espa­
fuertemente marcada) sin que esto excluyera un des­ cio geográfico, es decir, la relación cielo-tierra, está au­
plazamiento en la dimensión horizontal, pero, fieles al sente. El más allá (el paraíso o el infierno) está reem­
ideologema del símbolo, conservaban la incompatibi­ plazado por preceptos morales bajo la forma de citas
lidad de las situaciones locales (la disyunción entre de las autoridades (como por ejemplo las lecciones de
ellas). Así, el protagonista partía de su casa, y lleva­ la Dame a Saintré sobre los siete pecados y virtudes).
ba a cabo sus hazañas en lugares precisos en los que Este discurso moral que la Edad Media transformaba
no podría ya experimentar fracasos, y a la inversa. en e s p a c io d e t r e s d im e n s io n e s , lleno de ángeles, de
El esquema general de este viaje, que extraemos de un Santos o de Hadas, queda reducido, en Antoine de La
examen general de las canciones de gesta3 es la que Sale, a un pu n to : la enunciación, la cita, la lectura del
exponemos a continuación. Todos los casos y todos texto. No hay «viaje» en este eje de apreciación mo­
los grados de este esquema no son obligatorios para ral. Reducido a un punto (de discurso), éste se en­
cada texto, pero el principio de organización es el cuentra además inmovilizado: ningún complejo na­
mismo en todos. rrativo predicativo debe constituirse para esbozar «el
más allá». El más allá está presente en Antoine de La
3. J. Frappier, L es chansons de geste du Cycle de Guillaume Sale como un significado moralizador, pero está des­
d'Orange (París, Société d’édition d’enseignement supérieur, 1965). truido como espacio formado «antes» del relato ver­

256 án?
dadero (la historia de Saintré), y representa, en la tota­ que pone n prueba. Cuanto luán «n areiitilmt mu mIIh
lidad de la novela, una serie de complejos cualificati- ridad y carácter extraño, tanto más cIccIhIvoh noii m «I
vos de los que podría prescindir el verdadero relato. campo transformacional de la novela los complejo!» im
¿Cómo se organiza la dimensión horizontal de la rrativos que se encuadran en ella. La aparición <iel otro
geografía en «Jehan de Saintré»? espacio parece ser la condición necesaria para la cons­
Al contrario del espacio simbólico, el espacio geo­ titución de la geografía novelesca. Este espacio otro
gráfico de la novela no disjunta las situaciones locales. obtiene su valor positivo por el hecho de su alteridad
Un sólo y mismo lugar puede ser la escena de encuen­ precisamente, independientemente de las retribucio­
tros maléficos y/o benéficos. Así, el lugar de partida nes y represiones que el protagonista sufra en él. Sain­
de Saintré, es la corte en la que es valorado y ridicu­ tré puede vencer o ser vencido por los sarracenos,
lizado a la vez: la Dame le reserva su amistad y pro­ los turcos y los poloneses, eso no tiene importancia
tección, pero al mismo tiempo Saintré está expuesto para la sintagmática novelesca ni para su connotación.
a las risas de las damas de su compañía. Lo importante es que el complejo narrativo predicati­
La primera partida de Saintré abre el espacio de vo trae consigo una ampliación del espacio geográfico
la ciudad: el paje se pone a visitar los almacenes. El que le da ya un valor positivo.
recinto de la casa feudal es superado: la topografía del Esta valorización del espacio otro resalta de un
paisaje burgués entra en la novela. Pero hasta aquí, el modo todavía más claro cuando se piensa que es en el
viaje (este procedimiento por el que el Autor dibuja espacio «propio» donde tiene lugar la traición de la
la geografía del libro) no había esbozado más que el Dame a Saintré. Después de la abertura de la topogra­
mapa del país propio , del lugar natal y sus alrededo­ fía novelesca, se cierra, por lo tanto, el trayecto: Sain­
res. Este espacio del país propio es la escena sobre la tré vuelve a su casa para encontrar de nuevo la am­
que se sitúan los complejos narrativos cualificativos bivalencia. El espacio propio no es seguro; el otro (es­
que caracterizan a los actantes, sin que se introduzca pacio) es, a pesar del peligro y los riesgos que com­
el verbo del relato ni los complejos narrativos predica­ porta, más gratificante. El bucle espacial se cierra: el
tivos. espacio de la novela es una exploración en un círculo
Para ello es necesaria una nueva dimensión del es­ cerrado.
pacio geográfico: la tierra ajena, extranjera, sobre la He aquí el esquema de esta transición de una situa­
que se sucederán las hazañas de Saintré, sus duelos ción local a otra, en la novela «Jehan de Saintré»:
y combates, sus victorias y sus fracasos. E l lugar ex ­ Un protagonista ambivalente (a la vez sujeto y objeto,
tranjero se convierte así en la condición espacial de vencedor y vencido, amado y traicionado) viaja por un
la acción novelesca. Este lugar es ambivalente, malé­ espacio ambivalente (+ v —) y cerrado.
fico y beneficioso a la vez; prueba una vez más que la En la epopeya (simbólica) aun cuando el protago­
disyunción de la novela no se opera entre los términos nista volvía sobre sus pasos (Ulises vuelve a su pa­
positivo/negativo. Dos categorías más están en oposi­ tria, y los caballeros de la Mesa Redonda son recom­
ción en la geografía novelesca: lo propio y lo extran­ pensados en su país), el espacio permanecía abierto
jer o , lo mismo y lo otro . Una de las misiones de los por su dimensión v ertical: Dios, los dioses o una apa­
complejos narrativos predicativos en la novela es di­ rición del más allá ofrecía un escape hacia un «otra
bujar este espacio otro, extranjero , nuevo, curioso , parte». En la novela no existe esta posibilidad. A la

258
« « « « « « w w v w

vlnje protagonista = sujeto & objeto


— v — vencedor & vencido 6.2.2. El espacio textual de la novela

amado & traicionado «Cuán vanidosa es la pintura que consi­


gue la admiración por el parecido con las
cosas cuyo original no es admirado en ab­
soluto.» (Pascal)
1
E ntre el Autor, el Actor y el Destinatario (es de­
cir, entre Antoine de La Sale como meta-sujeto del li­
bro, el escritor como locutor y el público o el duque
de Calabria), el espacio textual de la novela se organi­
za como espacio escénico en forma de cubo.4

Esquema 15

vez abierto (horizontalmente) y más cerrado que el


de la epopeya, el espacio de la novela se multiplica, por Esquema 16
lo que parece, hasta el infinito, obedeciendo a una res­
tricción que lo programa: el regreso al punto de par­ No se trata ya del espacio ambiguo del carnaval, don­
tida, o el fracaso es infligido al protagonista, y todo pue­ de cada uno desempeñaba también el papel del otro
de empezar de nuevo. Esta imposibilidad de huida re­ en un juego sin escena ni sala. Se trata del espacio
presentada a través de su contrario, el viaje incesante , del teatro italiano, en el que la escena está separada
dibuja el espacio cerrado de la novela y revela, por de la sala y permanece aislada como una plataforma
ello, su connotación trágica. La distancia y el contacto delante y al fondo, una escena hacia la que conver­
—he aquí los dos polos que la novela tiende a sinteti­ gen las miradas y desde la que se enuncian los dis­
zar. cursos.
Del mismo modo, el lector se sitúa delante del tex-
4. Este espacio textual de la novela se halla puesto al día
e invertido en Nombres de Philippe Sollers, a cuyo libro se
deben las reflexiones que siguen.

260
«II < II.r l. l l'lll'W ' | 0 n «n h Vlllllll I MI I il lili MIWMIHI (el
tn Movt'li'Ni'ii del quo
mi’ halla uparontemunto excluido, ]>(lI>1li’i>), aquella nirw |nir lo que el Nubil 'b '1
V I|III’ levanta del anl e f ¡11 y « > rniiiii lili cubo cuyil la iilvlilai lo) a 11 nba|i> ile Iiu rlmi, i'| ’i' la
cuarta cara (alzada) oh la nuestra (la de los lectores). que el autor Insinúa al publico que se pai"c»n (al Au­
El nivel del enunciado y el nivel de la enunciación, tor y su público).
mediatizados por los actantes, presentan las tres caras Así, en este espacio novelesco con p<T«|*ai |(va, el
del cubo escénico que se abre hacia la sala (hacia el Autor, al identificarse con el lector y al zlluniie (si­
lector). El espacio de este cubo no admite comparti­ tuarlo) fuera del texto, ocupando una posición de do­
mientos, como era el caso en el teatro medieval y los minación y de contemplación, edifica una pantalla re­
textos medievales. Ningún deus ex machina introduce presentativa a través de la que él mismo se autocon-
un más allá, ni estratifica el espacio unido, ni lo jerar­ templa.
quiza. Este espacio está totalizado, es uno y uno solo
controlado por el punto de vista único del Autor que
domina todo el discurso. De tal modo, que todo el vo­
lumen converge en un punto, todas las líneas se jun­
tan en el fondo en que se halla el Autor. Estas «líneas»
son los actantes, cuyos enunciados tejen la represen­
tación novelesca. En este cubo, el espacio de la novela Autor
es, pues, el espacio de la perspectiva. Pero, aunque la
perspectiva novelesca cree una ilusión de espacio, de
hecho destruye el volumen (que hemos observado en
el carnaval) y lo reduce a una cara exterior . El enun­
ciado y la enunciación se recortan en la instancia je­
rárquicamente dominante del Autor, y el movimiento
circular de la producción de sentido en el discurso,
se ve destruido por este procedimiento. Queda la re­
presentación de una línea: la de los actantes cuyo es­
pectáculo «no quiere saber nada» de los lectores, «deso­
lidarizándose» así también con el Autor.
La escenografía novelesca se presenta, pues, como
una objetividad cúbica, racionalmente organizada en
una geometría regular. Pero este cubo es un espejis­
mo: las tres caras del volumen no se hallan más que
sugeridas (en Antoine de La Sale, para borrarse des­
pués en los novelistas «hábiles»); sin que las explore, Esquema 17
el discurso novelesco las roza ligeramente para alla­
narlos sobre la línea actancial que dará la cara exte ­
rior de la novela, la que representa todo lo que está
circunscrito por las otras tres caras, pero no incluido
263
262
I

CONCLUSION

«...le démontage impie de la fiction et


conséquemment du mécanisme littéraire,
pour étaler la piéce principale ou rien...
A quoi sert cela —
A un jeu.»
— \

1
«...Tout acte disponible, á jamais et seu-
lement, reste de saisir les rapports, entre
temps rares ou multipliés, d’aprés quel-
que état intérieur et que l’on veuille á
son gré étendre, simplifier le monde.
A l’égal de créer: la notation d’un
objet, échappant, qui fait défaut.»
Mallarmé, La musiquc ct les lettres

El estudio de la novela Jehan de Saintré que acaba­


mos de concluir, no pretende ni ser un análisis ex­
haustivo del texto, ni obtener las leyes generales vá­
lidas para toda novela. Su objetivo ha sido indicar el
nivel en el que la estructura transformacional de la
novela alcanza el signo , y se establece en él; es decir,
en definitiva, marcar el arraigo de una novela en una
cultura determinada. Dos grandes conclusiones se des­
prenden de nuestra investigación; la primera se re-

265
fiere a la situación del texto novelesco respecto a dos pensamiento que el meta-discurso —y por lo tanto la
tipos de prácticas semióticas (la que es exponente del sociedad oficial— ha rechazado reconocer durante mu­
símbolo y la que está organizada por el signo); la se­ cho tiempo. La estructura de este discurso, que hemos
gunda consiste en un conjunto de reflexiones que con­ intentado descubrir, puede resumirse a s í:
ciernen a la noción de signo en el discurso literario. Las oposiciones entre términos en la novela se igua­
lan en un momento del recorrido textual, cambian de
valor, de modo que cada uno de ellos se convierte en
su contrario, y es posible afirmar que en la totalidad
(abstracta) del texto todos los términos son iguales.
7.1. NOVELA, SIGNO, SIMBOLO Esta igualdad de las oposiciones, esta isonomía, hace
de la composición novelesca un organismo esfero -
morfo. A la vez cerrada e infinita, esta composición
Provocado por el paso del símbolo al signo, y habiendo ofrece la posibilidad de múltiples transformaciones en
integrado en su estructura este balanceo para llegar a una esfera cerrada, en el bucle de las oposiciones igua-
ser el fenómeno discursivo ejemplar en que se realiza lizantes e igualizadas. Isonoma, esferomorfa, la estruc­
el ideologema del signo, la novela se ha convertido ac­ tura novelesca es también anti-finalista. Si el discurso
tualmente en el emblema específico de nuestra civili­ dominado por el símbolo suponía un desarrollo infi­
zación. nito, un encadenamiento interminable de segmentos
La función no-disyuntiva del enunciado novelesco que tendían a un fin (los universales), el discurso de
se opone a la disyunción exclusiva del símbolo y da la novela gira en la clausura de la no-disyunción ofre­
pruebas del esfuerzo del pensamiento occidental por ciéndose una infinidad transformacional significante
acceder a la dialéctica. Sólo en la novela tiene lugar cercada por la inmovilidad (la equivalencia) de los «sig­
el intento de pensar los dos términos opuestos de un nificados».
modo orgánico, estructural, como siendo también, aun­
que lo sean en un segundo tiempo, equivalentes . E s
cierto que el meta-discurso europeo en la Antigüedad Considerando las épocas a través de las que se ha
intentó ya pensar la no-disyunción: pero no pudo ins­ formado la novela (la Grecia tardía, el fin de la Edad
tituirse en nuestra cultura, y la eliminación de Empé- Media), y las mutaciones discursivas que en ellas se
docles por parte de Platón y Aristóteles constituye un producen, podría decirse que la «novela» señala el fra­
índice remarcable. Más tarde, el mecanismo-oposición caso del discurso expresivo enfrentado al Otro. Tras
disyuntivo (simbólico) puede decirse que reina en el haber intentado, después del Carnaval, escapar a la
discurso filosófico, y sólo con Hegel ha podido ser ela­ identificación y pensar lo Diferente (lo opuesto), la no­
borado un nuevo tipo de negación, es decir, de combi­ vela lo ha remitido de nuevo al Mismo por la no-dis­
natoria entre las unidades significantes en el interior yunción. Estructuralmente, la novela sería el produc­
de una totalidad cerrada. Podríamos incluso llegar a to de la incapacidad del discurso expresivo de integrar
afirmar que la negación hegeliana triádica es la propia la disyunción sin someterla a una finalidad teológica.
no-disyunción de la novela, mentalizada. La novela, El carácter amiguo del discurso novelesco también
es debido al hecho de que la novela, siendo una expre­
por consiguiente, hace que pase al discurso europeo un
267
266
sión y una narración, permanece siempre girado del de su modelo; y finalmente, la constitución de la se­
lado del símbolo y llega incluso a dejarse invadir por miología como nuevo modo de pensar que absorbe en
su ideologema. De ello resulta una novela-epopeya, el signo (el modelo) los distintos sistemas significan­
novela que posee las propiedades simbólicas que hemos tes. La novela ofrece una concentración ejemplar de
definido al principio: el discurso es restrictivo res­ todos estos modos de pensar.
pecto a los universales expresados (el heroísmo, el
coraje, la nobleza, etc.); la sintaxis narrativa excluye
la paradoja (el mal y el bien son incompatibles, etc.).
Las novelas de Tolstoi, por ejemplo son exponente de
este compromiso símbolo/signo, así como gran núme­ 7.2. EL «SIGNO» TRANSFORMACIONAL
ro de novelas realistas del siglo xix. El ideologema del
signo, que la novela encarnó en sus inicios con Rabe-
lais, Cervantes Swift se perpetúa con Dostoyevski, Al hablar de la especificidad del lenguaje poético, Ja-
Joyce, Kafka y, en nuestros días, en los intentos mo­ kobson insiste en el hecho de que se trata de un cam­
dernos de superar la programación cerrada (expresi­ bio esencial de la relación entre el significado y el sig­
va, representativa) del texto novelesco, y de acentuar nificante, el signo y el concepto.2 En efecto, si el uso
su auto-aniquilación. ordinario, no poético, de la lengua, da lugar a una con­
Este desdoblamiento de la novela entre el símbolo fusión del signo con el concepto y reduce el significan­
y el signo es propio de nuestro discurso,1 de modo que te a una simple decoración no funcional, el lenguaje
podríamos considerar toda victoria de la novela con­ poético evita esta limitación y pone el acento en la
tra el simbolismo como un paso de nuestra civilización actividad del significante en la elaboración del mensaje
en la dirección que ella ha escogido al rechazar el pla­ poético. Si el concepto puede ser igualado al símbolo,
tonismo y el cristianismo. El ideologema del signo, en el signo, por el contrario, no es solamente un concep­
efecto, no-disyuntivo y transformacional, está en la to. El método transformacional que hemos aplicado en
base de los grandes momentos que ha conocido nues­ nuestra investigación sobre la estructura novelesca,
tra cultura. Citemos entre otros: la concepción de la pone en evidencia la particularidad de la relación sig-
negación y de la permutación dialéctica en Hegel y nificante/significado en esta estructura, particularidad
Marx; el desarrollo de la lingüística a partir de Saus- que es válida, a nivel general, para todo signo «poéti­
sure y de la lógica a partir de Peirce, es decir, la cons­ co». Se trata aquí del desequilibrio de la relación sig-
titución de sistemas formales que no poseen soporte nificante/significado: los significados permanecen idén­
ideológico, ético o verídico fuera de sí mismo, sino que ticos (el concepto es el mismo) al tiempo que los sig­
integran su «verdad» en la construcción simultánea nificantes se transforman, se general y forman la es­
pecificidad del mensaje novelesco. Dicho de otro modo,
[• el signo novelesco significa por estas transformaciones
1. Cf. St. Zolkieusky, «Problemy sociologii literatury» (Pro­
blemas de la sociología de la literatura), Pamietnik Literacki al nivel significante, sobre un fondo de constatación
(Varsovia, 1967). El autor demuestra que el pensamiento filosó­
fico que explica un texto literario como la expresión d e una 2. Cf. R. Jakobson, «Vers une Science de l'art poétique»,
visión consciente o de una realidad, es un pensarpieptó sim­ Prefacio a la Théorie de la littérature (París, Ed. du Seuil,
bólico. 1965).

268 269
representando este pensamiento, la novela es, por lo
ni nivel nlgnlflcnrio. Sin Hor autónoma respecto al slg- tanto, cómplice y testigo de todo lo que, actualmente,
nlllcndo, la novela —y todo discurso— no poseería fija y desplaza al mismo tiempo los límites de nuestra
«sentido» si no se instituyera un plan conceptual in­ razón. La novela, siempre ambigua, constituye el me­
mutable (la programación cerrada al nivel del signi­ dio en el que pueden jugar simultáneamente la consa­
ficado). La retórica (novelesca) es una transformación gración del pensamiento expresivo (del símbolo o del
de significantes : este hecho rompe el equilibrio del signo) y la «salida» (problemática) de esta expresivi­
sistema del signo que postulaba Saussure. dad a través de la transformación infinita de los signifi­
Tal equilibrio (simétrico) representado como la so­ cantes. De ahí su interés y su posición neurálgica en
lidaridad entre dos caras de una hoja es válido para nuestra cultura.
un pensamiento simbólico: relación unívoca y restric­
tiva de los universales simbolizados con el emblema París, 1967
simbolizante. El signo, distinto del símbolo, y tal como
lo revela la estructura transformacional de la novela,
conserva siempre, sin duda, una estructura dicotómi-
ca significante/significado, pero sin la estabilidad que
existe en el símbolo, cosa que no podía mostrar el es­
tudio del lenguaje denotativo. Hjemslev ha insistido
en este polimorfismo de las relaciones entre forma de
la expresión y forma del contenido . Se trataría, en
efecto, en una concepción más amplia del lenguaje que
diera cuenta de su nivel connotativo («literatura»;
«poética»), de la constitución de un estrato significan­
te (forma de la expresión) que poseería sus leyes autó­
nomas respecto de (aunque controladas por) el estrato
significado (forma del contenido). Este doble registro
del signo que el método transformacional (y la estruc­
tura transformacional de la novela) explicita y explota,
convierte al sistema del signo en un sistema polimor­
fo , y nos obliga, por consiguiente, a un doble modo de
pensar: uno al nivel significado, el otro al nivel sig­
nificante —posibles ya que inseparables el uno del
otro. Este desequilibrio del sistema del signo es lo que
la novela pone al descubierto, y lo que, por otra parte,
permite la formación de la semiología como ciencia de
los modelos (significantes) aplicables a significados.
También este desequilibrio autoriza toda axiomatiza-
ción.
Nacida en las fuentes del pensamiento del signo y
271
270
NOTA FINAL

Esta tesis fue elaborada durante 1966 y 1967 gracias


a la ayuda que la École Pratique des Hautes Etudes,
Sorbona (Sección VI) tuvo a bien dispensar al autor.
Fue realizada bajo la dirección de Lucien Goldmann,
director de estudios en la EPHE (Sección VI) y gra­
cias a los consejos indispensables de Roland Barthes,
director de estudios en la EPHE (Sección VI) y de Jean
Dubois, profesor de lingüística en la Facultad de Filo­
sofía y Letras de Nanterre. Les expreso aquí mi agra­
decimiento.
Intentando modelar una práctica semiótica (la no­
vela) como lenguaje, este trabajo se inspira en análi­
sis lingüísticos modernos, que se transforman en un
método semiótico. Leído hoy, este libro parecerá do­
minado menos por el «estructuralismo» que por una
reflexión dialéctica post-hegeliana, atenta a las cien­
cias modernas de lo simbólico. Este carácter híbrido
es, tal vez, uno de sus puntos más interesantes.
Al ser la primera obra escrita por el autor en una
lengua extranjera, el conjunto acusa los rasgos de la
indecisión, mejor, una torpeza lingüística y estilística
que no hemos querido que desapareciera por completo
por el afán de conservar la impronta del verdadero
proceso de trabajo.
Damos finalmente las gracias a Thomas A. Sebeok,
273

1
director de ia colección Approaches to Semiotics, y a
la Editorial Mouton, por haberse encargado de publi­
car esta investigación.
Agosto 1970

BIBLIOGRAFIA

El carácter teórico de esta obra supone una extensa biblio­


grafía que cubre a la vez los textos de finales de la Edad
Media que presentan el objeto de nuestro estudio, y las inves­
tigaciones lingüísticas y semiológicas recientes, que han dic­
tado nuestra metodología. Tal bibliografía exhaustiva sería
embarazosa, por eso nos hemos limitado a citar la lista de
las obras utilizadas con mayor frecuencia a lo largo de
nuestra reflexión.

1. Edad Media: textos y estudios

Anglade, J„
1921 Histoire sommaire de la littérature méridionale au
moyen áge (París).
Azais, G.,
1862 Le Breviari d’Amor de Matfre Ermengaut, 2 vol.
(París, Béziers).
Beautemps-Baupré, C. J.,
1896 Coutumes et institutions d’Anjou et du Maine anté-
reures au XVI siécle (París).
Berriat Saint-Prix,
1817 Jeanne dArc, un coup doeil sur les révolutions de
I France au temps de Charles VI et de Charles VII
(París).
Bezzola, Reto R.,
1944 Les origines et la formation de la littérature cour-
toise en Occident (París, Champion).

274 27ó

\i
Iilm h, M id i1,
I'*lo l,„ ...... i,' ti'niliih , l.i (nnitnHiiti <l>" I1" 1* '/>' dépcn- Franck, Grace,
ihiii'0 (I'mi'Im, Alliln MÍi<|itfU 1954 The Medieval French Drama (Oxford, The Claren-
('nmpiiux, M„ don Press).
Franck, Istvan,
IHIII iiI >>i (|iirHl|ini ||| h fnninrM nii \ V' Revue des
<•01 // V un, 'mires //,• l,i Frunce ft (le Vótranger, 1 1953, 1957 Répertoire métrique de la poésie des trouba-
(París). dours, I y II (París, Champion).
César, J„ Franklin, Alfred,
1867 Commentaires sur la guerre de Gaules (París, Gar- 1881 Vie privée d’autrefois, I, L ’annonce et la réclame
(París).
nier).
Frappier, J„
Cohén, G.,
1965 Les chansons de geste du Oyele de Guillaume
1956 Etudes d’histoire du théátre en France au Moyen
Age et á la Renaissance, 7.a ed. (París, Gallimard). d’Orange (París, Société d’edition d’enseignement
supérieur).
Coulet, J., 1960 Le théátre profane en France au Moyen Age (París,
1928 Le troubadour Guilhem, Montahogal (Toulouse). Centre de documentation universitaire).
Curtius, E, R., Frappier, J. et A. M. Gossart,
1956 La littérature européenne et le Moyen Age latín 1952 Le théátre religieux au moyen áge (París, Larousse).
(París, P.U.F.). Fournier, E„
Dahl, Svend, 1872 Le théátre frangais avant la Renaissance (1450-1550):
1960 Histoire du livre de l’Antiquité d nos jours (París, Mystéres, moralités et jarees (París, Laplace, Sán­
Ed. Poinat). chez et Cíe.).
Davis, H. C. W„ Gaidez, H. et P. Sebillot,
1911 Medieval Europe (Londres, W illiam & Norgate). 1884 Blasón populaire en France (París).
Dermenghem, E., Garapon, R.,
1951 Les plus beaux textes arabes (París). 1957 La fantaisie verbale et comique dans le théátre
Doulxfils, Lambert, frangais (París, Armand Colín).
1748 La danse aux aveugles et autres poésies du XVe Gide, P..
siécle, extractos de la Biblioteca de los Duques de 1885 Etude sur la condition privée de la femme dans le
Borgoña (Lille). droit anden et moderne (París).
Droz, E„ Gilson, E.,
1935 Le Recueil Trepperel, les soties (París). 1962 La philosophie au moyen áge (París, Payot).
Durrien, P.,
Gulluy, R.,
1886 Etudes sur la dynastie angevine de Naples, I El
«Liber donatorum Caroli primi» (Roma). 1947 Philosophie et théologie chez Guillaume d’Occam
(Lovaina).
Evans, Jean,
D’Harcourt, G. et G. Durivault,
1948 Art in Medieval France, 987-1498: A Study on Patro-
nage (Londres, Oxford Univ. Press). 1960 Le blasón (París).
Fauriel, C., Inventorio...
1846 Histoire de la poésie provéngale, I (París). 1884 Inventorio sistemático del registri agioini conservati
Flocon, A., nell’archivo di stato di Napoli (Nápoles).
1961 L ’univers du livre (París, Hermann). Isidori, S.,
1797-1803 Opera omnia, t. 3-4 (Roma, typis A. Fulgonii).
276
277
i

lnal, Achille, Nykl, Alois Richard,


1837 Mystéres inédits du XV e s. (París, Téchener). 1946 Hispano-Arabic Poetry on its Relations with the
tner, J. G., Oíd Provencal Troubadours (Baltimore).
1857 Les voix de París: essai d’une histoire littéraire et Panofski, E.,
masicale des cris populaires (París), 1967 Architecture gothique et pensée scolastique, tr. fr.
nglois, E„ P. Bourdieu (París, Ed. de Minuit).
1902 Recueil d’art de séconde rhétorique (París). Petit de Julleville, L.,
Ii*a, Ch., 1886 Répertoire du théátre comique en France au Moyen
1901-3 A History of the Inquisition of the Middle Age Age (París, Cerf).
(Trad. fr. S. Reinach, París). 1897 Le théátre en France, histoire de la Htterature dra-
Lintilhac, E„ matique depuis ses origines jusqu’á nos jours, 4e. éd.
1905 Histoire genérale du théátre en France, t. II: La (París, A, Colín).
comedie: Moyen Age et Renaissance (París). Picot, E.,
Lutz, J. et P. Perdrizet, 1902-1912 Recueil général des soties (París, F. Didot).
1907-1909 Speculum Humanae Salvationis (Mühlhausen). Porter, Lambert, C.,
Male, Emile, 1960 La fatraserie et le fatras, essai sur la poésie irra-
1925 L’art religieux de la fin du moyen áge en France tionelle en France au moyen áge (París, Minard-
(París). Ginebra, Droz).
Manitius, Max, Raynouard, Fr.,
1911-1931 Geschichte der lateinischen Literatur des Mit- 1816-1821 Choix de poésies originales des troubadours
telalters, v. I (Munich). contenant la grammaire comparée des langues de
Marichal, R., VEurope latine dans leurs rapports avec la langue
1947 Le théatre en France au Moyen Age: Textes choisis, des troubadours (París, F. Didot).
I: Brames liUirgiques et théatre religieux du XIIc
et XlIIe s. (París, Centre de documentation univer- René, Roi,
sitaire). 1927 Roi René (les tournois du), d’aprés le manuscrit et
Menéndez Pidal, R., des dessins originaux de la Bibliothéque Royale,
1957 Poesía juglaresca y juglares (Madrid). publiées par MM. Champollion-Figeac (París).
Michalski, C., 1844-46 Roi René, Oeuvres complétes du, con una biogra-
1920 «Les courants philosophiques á Oxford et á París grafía y notas por M. Le Conte de Quatrebarbes
pendant le XlVe siécle», Bulletin de l’Académie (Angers).
polonaise des Sciences et lettres. Le Roux de Lincy et Fr. Michel,
1924 Les sources du christianisme et du scepticisme dans 1837 Recueil de jarees, moralités et sermons joyeux (Pa­
la philosovhie du XIV siécle (Cracovia). rís, Téchener).
Migne, Roy, E„
1844-1864 Patrologiae cursus completus, série latine, t. 70 1902 Etudes sur le théátre frangais du XlVe et du XVe s.:
(París). La comédie sans titres et les miracles de Notre
Moé, Emile, A. van, Dame (París, Bouiller).
1943 La lettre ornée dans les manuscrits du VIIIc au Seghers, Louis,
XII siécle (París, Ed. du Chéne). Trésors colligraphiqucs: Recueil de lettrines, initia-
Nelli, R., les, etc., du Moyen Age et de l’époque de la Renais­
1963 L ’érotisme des troubadours (Toulouse, Ed. Privat). sance (Amberes, Ed. Merzbach et Falk).

278 279
Sismarev, V. F., Joyce, James, " ’ l ”
19G5 Izbranyje stati... (Artículos selectos sobre la litera­ 1932 A Portrait of the Artist as a Young Man (Londres).
tura francesa) (Moscú, ed. Nauka). Keats, J.,
Stronski, S., 1939 «Letter to Richard Woodhouse», Poetical Works and
1943 La poésie et la réalité au temps des troubadours Other Writings of John Keats, H. Buxton Forman
(Oxford, The Clarendon Press). (ed.), V II (Nueva York).
S. Tomás de Aquino, Kerenyi, Karl y Th. Mann,
1854-1861 Summa Theologiae, tr. fr. F. Lachat (París, 1945 Romandichtung und Mythologie: Fin Briefwechsel
L. Vives). (Zurich).
Toldo, P„ Konrad, N. I.,
1897 «La comédie fransaise de la Renaissance», Histoire 1959 «Problémes de littérature comparée actuelle», Iz-
littéraire de France. vestija Akademii Nauk URSS (série littérature et
1897 IV, 336-392. langage), 18,4.
1898 V, 220-264 y 554-603. Koskimies, R.,
1899 VI, 571-608. 1935 «Theorie der Román», Anuales academ, scient. Fin-
1900 V III, 263-283. nacae XXXV, 1 (Helsinki).
Tory, Geoffroy, Krauss, W.,
1529 Champfleury, auquel est contenu l’art et Science de 1939 Novela-Novelle-Roman, Zeitschrift für deutsche Phi-
la vray proportion des lettres attiques... selon le lologie, 60 (Halle).
corps et le visage hurnain (París). Levin, Harry,
1963 The Gates of Horn (Nueva York, Oxford Univ.
Press).
Lixacov, D.,
2. Teoría de la novela 1958 Celovek v literature drevnei Rusi (El hombre en la
literatura de la antigua Rusia) (Moscú-Leningrado).
Lukacs, G„
1963 La théorie du román (París, Médiations) (Trad. ca­
Bajtin, M.,
1963 Problemi poetiki Dostoievskovo [Problemas de la talana, Ed. 62, y cast. Siglo Veinte).
poética de Dostoievsky] (Moscú) (Trad. fr. Ed. du Mallarmé, Stephane,
Seuil, 1970). 1945 Oeuvres Complétes (París, Gallimard).
1965 Tvorcestvo Frangois Rabelais (La obra de Frangois Magny, Claude-Edmonde,
Rabelais) (Moscú). 1950 Histoire du román frangais depuis 1918, I (París).
Blanchot, M., Mann, Thomas,
1959 Ls livre a venir (París, Gallimard). 1949 Die Entstehung des Dr. Faustus (Amsterdam).
1965 «L e héros», N R F 1. Medvedev, P. N.,
Bowen, E., 1928 Formalnyj metod v literaturovedenii: Kriticeskdie
1948 «Notes on W riting a Novel», Why Do I Write: An vvedemie v sociologiceskuju poetiku (El método
Exchange of Views (Londres). formal en la teoría literaria: Introducción crítica
Callois, R., a la sociología de la poética) (Leningrado).
1942 Puissance du Román (París, Sagittaire). Miller, J. E„
Goldmann, L., 1960 Myth and Method: Modern Theories of Fiction (Ne-
1964 Pour une sociologie du román (París, Gallimard). braska, Univ. of Nebraska Press).

280 281
Ortega y Gasset, J.,
1925 La deshumanización del arte (Madrid; para las citas Vlnogrndov, V V ,
de este libro Cf. edición de 1967, Revista de Occi­ 1920 Poetika (Lcnlnurado, Anuli'inla)
dente). Wellek, René y Austin Wnrrcn,
Pleynet, M., 1948 Theory of Literature (Nueva York) (Trad. ciiat., Ed,
1960 Lautréamont par lui-méme (París, Ed. du Seuil). Gredos).
Polti, G., Woolf, Y.
1894 Les 36 situations dramatiques (París). 1949 The Bookman, trad. fr. L ’art du román (París, Ed.
du Seuil).
Prévost, J„
1950 (bajo la dirección de), Problémes du román, por
P. Valéry, Ed. Jaloux, etc. (Lyon).
Propp, V.,
1928 Morfología skazki (Morfología del cuento popular 3. Lingüística, semiología, filosofía
ruso) (Leningrado) (Trad. cast., Ed. Fundamentos,
Barcelona).
Sollers, Ph., Barthes, R.,
1968a Nombres (Coll. Tel Quel) (París, Ed. du Seuil). 1965 «Eléments de sémiologie», Le degré zéro de l’écri-
1968b Logiques (Coll. Tel Quel) (París, Ed. du Seuil). ture (París, Médiations) (Trad. cast., Ed. Tiempo Con­
Souriau, E„ temporáneo; Serie «Comunicaciones»),
1950 Les 200.000 situations dramatiques (París, Flamma- Benveniste, Emile,
ríon). 1965 «L e langage et l’experience humaine», Diogéne 5.
Spitzer, Leo, 1966 Problémes de linguistique générale (París, Galli­
1948 Linguistics and Literary History (Princeton) (Trad. mard) (Trad. cast., Ed. Siglo X X I, Madrid).
cast. parcial, Ed. Gredos). Bierwisch, Manfred,
Szerb, Antón, 1966 «On the Relation between Natural and the Artificial
1938 Die Suche nach dem Wunder: Umschau und Pro- Languages», Conférence Internationale de Sémioti-
blematik in der moderne Romanliteratur (Amster- que (Varsovia) (Mimeografiado).
dam, Leipzig). 1967 «Some Semantic Universals of Germán Adjectivals»,
Teoría... Foundations of Language III, 1-36.
1965 Teorija literatury (Teoría de la literatura) (Moscú, Bouddé, E. F„
Ed. Academia de las Ciencias de la URSS). 1869 K istorii velikoruskix govorov (Para una historia de
1965 Théorie de la littérature, textos de los formalistas hablas de la Gran Rusia) (Kazan).
rusos, reunidos, presentados y traducidos por T. Chomsky, Noam,
Todorov, prefacio de R. Jakobson (Coll Tel Quel) 1957 Syntactic Structures (La Haya, Mouton) (Trad. fr.
(París, Ed. du Seuil). (Trad. Ed. Signos, Buenos Ed. du Seuil 1969).
Aires). 1961a «Some Methodological Remarks on Generative Gram-
Thibaudet, A „ mar», Word X II, 219-239.
1938 Reflexions sur le román (París, Gallimard). 1961b «On the Notion Rule of Grammar», Structure of
Vemant, J. P., Language in its Mathematical Aspects: Proceedings
1965 Mythe et pensée chez les Grecs (París). of a Symposium in Applied Mathematics X II, 20.
Yesselovski, A. N., 1962 «Explanatory models in Linguistics» en E. Nagel,
1940 Istoriceskaia poetika (Poética histórica) (Lenin­ Nagel, P. Suppes, A. Tarski (eds.), Logic, Metho-
grado). dology and Philosophy of Science: Proceedings of

282
Huí limo <'onuirn,i (Hiíinfiini, Htnnford Unlverslty Gross, M„
i'rt'NM), nr.n, 1968 Grammaire transformationelle du frangais: Syntaxe
ltm-t. lili' L iihIciiI HiimIh i il I ,Ii Ir. ul:.i i<■ Theory», l ’roce-
du verbe (París, Larousse).
Idingi "I l i l i I .YI h I lili I inilmniil Congrcss of Lin­ Halliday, M. A. K. y A. Mclntosh,
güistica (La Huya, Mouton), 914-978. 1966 Patterns of Language (Londres).
i :m Aa/irrix ni the Vhcoru of Syntiuv (Cambridge, Mass.,
The M. I. T. Press) (Hay trad. cast., Ed. Aguilar). Harris, Z„
1906 Cartesian Linguistics (Nueva York, Harper and Row) 1951 Methods in Structural Linguistics (Chicago, The
(Trad. cast., Ed. Gredos, Madrid). University of Chicago Press).
Curry, H. B. y y R. Feys, 1952a «Discourse Analysis», Language X X V III, 1-30.
1958 Combinatory Logic, I (Amsterdam). 1952b «Discourse Analysis: A Sample Text», Language
Derrida, Jacques, X X V III, 474-494.
1967a De la grammatologie (París, Ed. de Minuit) (Trad. 1962 String Analysis of Sentences Structure (La Haya,
cast., Siglo X X I, Argentina). Mouton).
1967b La voix et le phenoméne (París, P.U.F.). 1963 Discourse Analysis Reprints (La Haya, Mouton).
1967c L ’écriture et la différence (Coll. Tel Quel; París, Ed. 1965 «Transformational Theory», Language X L I, 363-401.
du Seuil). Hegel, G„
Dubois, Jean, 1948 Science de la logique, I I (París, Aubier).
1965 Grammaire structurale du franjáis, I Nom et Pro- Hjemslev, L.,
nom (París, Larousse). 1959 Essais Linguistiques ( = Travaux du Cercle Lin ­
1967 II Le Verbe (París, Larousse). guistique de Copenhague X I I (Copenhague, Nordisk
1966 «Problémes de linguistique transformationelle: Mo­ Sprog— og Kulturforlag).
deles précorrecteurs d’erreurs dans la transforma- 1961 Prolegomena to a Theory of Language (1953), tra­
tion passive», Journal de Psychologie Nórmale et ducido por Fr. Whitfield, 2.a edición (Madison, Uni­
Pathologique, 29-55. versity of Wisconsin Press); (trad. fr., Ed. de
Février, James C., Minuit, París, 1968).
1948 Histoire de l’ecriture (París, Payot). 1966 Le langage, tr. fr. (París, Ed. de Minuit) (Trad. cast.
Foucault, Michel, Ed. Gredos).
1966 Les mots et les choses (París, Gallimard). (Trad. Irigaray, L.,
cast., Siglo XXI). 1966 «Communication linguistique et comunication spécu-
Francastel, P., laire», Cahiers pour Vanalyse, 3 (mayo).
1951 «Destruction d’un espace plastique», Journal de
psychologie, 1, 2. Jakobson, Román,
Ginneken, P. van, 1961 (ed.), Structure of Language and its Mathematical
1939 La rencontre tvvoloaique des langues archaíques de Aspects ( = Proceedings of Symposia in Applied
Vhumanité (Amsterdam). Mathematics X II) (Providence, Rhode Island, Am e­
Goldmann, Lucien, rican Mathematical Society).
1959 Recherches dialectiques (París, Gallimard). 1962 Selected Writings: I. Phonological Studies (La Haya,
Granet, M., Mouton).
1934 La pensée chinoise (París, Albín Michel). 1963 Essais de linguistique générale, tr. fr. (París, Ed. de
Greimas, A. J., Minuit).
1966 Sémantique structurale (París, Larousse). (Trad. Jakobson, R., G. M. Fant y Morris Halle,
cast., Ed. Gredos, Madrid). 1956 Fundamentáis of Language (La Haya, Mouton).

284
I<tilM, I I y l A li'otlnr (mi*,), Quino, V, W„
llitll V'/ic Slruvtuiii of I ((/i'/ Ucuilhiu* fn the Philo- 11)53 From a Logical Point of Victo (Harvard Unlv.
nopliu «/ Lungutigc (tónglowood Cllffs, New Jersey, Press).
Robinson, R. M.,
Í'iontlce-Hull),
1950 «A n Essential Undecidable Axiom System», Proce-
Kneales, M. y R., edings of the International Congress of Mathema-
1002 The Development oí Logic (Oxford, Clarendon Press). tica (Cambridge, Mass.).
(Trad. cast., Ed. Tecnos, Madrid). Ruwet, N.,
Kristeva, Julia, 1967 Introduction á la orammaire générative (París,
1967 «Bakhtine, le mot, le dialogue et le román», Cri­ Pión).
tique, 239. Saumjan, S. K „
1968a «Pour une sémiologie des paragrammes», Tel 1964 «L a grammaire transformationelle et le modéle ap-
Quel, 29. plicatif de génération», Transformacionnyi metod v
1968b «L a produclivité dite texte», Communication, 11. strukturnoí lingvistike (El método transformacional
1969 Semeiotiké, Recherches pour une sémanalyse (Pa­ en la lingüística estructural) (Moscú).
rís, Ed. du Seuil). Saumjan, S. K. y P. A. Soboleva,
Lacan, Jacques, 1968 Osnovanija porojdajuscei grammatiki russkovo jazi-
1966 Ecrits (París, Ed. du Seuil). (Trad. cast. parcial, ko (Fundamentos de la gramática generativa de la
Ed. Siglo XXI). lengua rusa) (Moscú).
Lees, R. V., Saussure, Ferdinand de,
1961 «O pereformulirovanii transformacionnoí grammati- 1960 Cours de linauistique générale (1916) (París, Ed.
ki». (Sobre la reformulación de la gramática trans- Payot) (Trad. cast., Ed. Losada).
formacional), Voprosi jazikoznanija 6, 48. Scerba, L. V.,
Lepschy, G. C., 1915 Vostocno lujickoie narecie (El dialecto lujik del
1966 La lingiástica strutturale (Turín, Einaudi) (Trad. este) (Petrogrado).
cast., Ed. Anagrama). Sebeok, T. A. (ed.).
Lévi-Strauss, Claude, 1960 Style in Language (Cambridge, Mass., The M. I. T.
1949 Les structures élémentaires de la parenté (París, Press).
P.U.F.) (Trad. cast., Ed. Paidós). Spang-Hansen, H.,
1958 Anthropologic Structurale (París, Pión). (Trad. cast., 1959 Probability and Structural Classification in linguis-
Ed. EUDEBA). tic Desciption (Copenhague).
Tarski, Mostowski, Robinson,
Lotman, Yuri,
1967 «Problémes de la typologie des cultures», Informa­ 1952 Undecidable Theories (Amsterdam).
tion sur les Sciences sociales (abril-junio). Tchang Tcheng-Ming,
1937 L ’écriture chinoise et le geste humain, tesis de doc­
Marx, Karl y Fr. Engels, torado en Letras (París).
1961 Etudes philosophiques (París, Editions Sociales).
Tesniére, L.,
Peirce, Ch. S., 1953 Esquisse d’une syntaxe structurale (París, Klinck-
1955 in J. Büchner (ed.), Philosophical Writings of sieck).
Peirce (Nueva York, Dover Publications). Transí ormacionnyi...
Platón, 1964 Transformacionnyi metod v strukturalnoí lingvis-
1942 Oeuvres Completes (París, Gallimard).
287
HIm< (id miitiiil" tniiiMfoimudlomil «n lu llmiUUtlcn Sumaran, Clt.,
«Ml.t'iioliiritl) (MomoO), 1040 «Du nouvenu sur Antoine de Lu Sale», JUbliothiqU*
Trudy... de l’Ecole de Chantres CI, 239-240.
10(15 Trudy go tntikovym slatemam. (Trabajos sobre los
Nlatomai aignlflcantea) (Tartu).
Wlttgcnstcln, L.,
1921 Tractatus Logico-Philosophicus (London). 5. El texto de « Jehan de Saintré»
Worth, D. S.,
1961 Transformation Criteria for the Classification of
Predicative Genitive Construction in Russian (Ted- Champion, P.,
dington, Middlesex, Natural Physical Laboratory). 1926 Le manuscrit d’auteur du Petit Jehan de Saintré
Wright, Georg Henrik von, (París).
1951 An Essay on Modal Logic (Amsterdam, North Hol- Champion, P. y F. Desonay (eds.),
land Publ. Co.). 1926-1927 Antoine de La Sale, Le Petit Jehan de Saintré
Zolkievvski, Stefan (París). Con algunas correcciones, reproduce el texto
1967 «Problem y sociologii literatury», Pamietnik Lite- del manuscrito de la Biblioteca Nacional de París,
racki (Varsovia). nouv. acq. fr. 10057. Reproducción de grabados de
los manuscritos del British Museum y de la Bi-
bliothéque Royale de Belgique.
Desonay, F.,
4. Obras biográficas sobre Antoine de La Sale 1927 «Comment un écrivain se corrigeait au XVe siécle»,
Revue Belge de Philologie et d’Histoire VI, 81-121.
1941 «Les deux versions de l’épisode de Damp Abbé dans
Desonay, F., les manuscrits de Saintré», Revue Belge de Philolo­
1940 Antoine de La Sale, aventureux et pédggogue gie et d’Histoire, XX, 15-28.
(Liége). Knudson, C. A.,
Knudson, C. A., 1964 «Les anciennes éditions du Petit Jehan de Saintré»,
1927 «Antoine de La Sale, le duc de Bourgogne et les Mélanges de linguistigue romane et de philologie
Nouvelles Nouvelles», Romanía L U I, 365-373. médiévale offerts á M. Maurice Delbouille (Gem-
1948-49 «Antoine de La Sale’s Voyage to England», Ro­ bloux), II, 337-348.
mance Philology II, 90-94. Otaka, Y.,
1957-58 «On Antoine de La Sale’s Date of Birth», Roman­ 1965 «Etablissement du texte définitif du Petit Jehan de
ce Philology X I, 362-368. Saintré», Etudes de Langue et Littérature Frangai-
Labande, L. H., ses V I (Tokio), 15-28.
1904 «Antoine de La Sale, nouveaux documents sur la Perry, R. M.,
vie et ses relations avec la maison d’Anjou», Biblio- 1951-52 «The Final Textual Revisión of Antoine de La
théque de l’Ecole de Chantres LXV, 55-100, 321-354. Sale’s Petit Jehan de Saintré», Romance Philology
V, 296-307.
Néve, J.,
1903 Antoine de La Sale, sa vie et ses ouvrages (Paris et Raynaud, G.,
1904 «Un nouveau manuscrit du Petit Jehan de Saintré»,
Bruxelles). Primer estudio documentado; publica
Romanía X X X I, 527-556.
en apéndice algunos textos de otras obras que
1904 Romanía X X X III, 108.
Saintré.
289
288
6. Ediciones de las demás obras de Antoine de La Sale
Jordán, L.,
1908 «Antoine de La Sale und der Petit Jehan de Sain­
1930 Le paradis de la reine Sibylle, Ed. F. Desonay (Pa­ tré», Phil. und Volkstud. Arbeiten K. Vollmüller...
rís), texto incorporado a La Salade. dargeboten (Erlangen, 205-221).
1928 «Une aventure d’Antoine de La Sale aux lies ipari», Lecourt, M„
Ed. C. A. Knudson en Romanía L IV , 99-109. 1910 «Antoine de La Sale et Simón de Hesdin», Mélanges
1935 La Salade: Oeuvres Complétes d’Antoine de La offerts á M. Emile Chátelain (París), 341-350.
Sale, Tomo I : La Salade, Ed. F. Desonay (París). 1955 «Une source d’Antoine de La Sale: Simón Hesdin»,
1941 La Sale: Oeuvres Complétes d’Antoine de La Sale, Romanía L X X V I, 39-83, 183-211.
Tomo I I : La Sale, Ed. F. Desonay (París). Shepard, W. P.,
1881 Du Reconfort á Madame de Fresne, Ed. J. Néve 1905 «The Syntax of Antoine de La Sale», Publications
( = Publication de la Société des Bibliophiles de Bel- of the Modern Language Association of America
gique 14). Reimprimido por el mismo editor en 1903. XX, 435-501.
1872 Lettre sur les Tournois (Des anciens toumois et Soderhjelm, W „
faitcz d’armes), in B. Post, Traités du duel judiáaire, 1904 Note sur Antoine de La Sale et ses oeuvres (Helsing-
relations de pas d'armes et de tournois. (París). fors).
1910 La nouvelle frangaise au XVe siécle (París).

7. Estudios críticos sobre Antoine de La Sale y sus obras

Bronarski, A.,
1922 Le petit Jehan de Saintré: un énigme littéraire
(Florencia) (Separata del Archivum Romanicum V
(1921), 187-238.
Coville, A.,
1937 Le Petit Jehan de Saintré: recherches complémen-
taires (París).
Desonay, F.,
1927 «L e Petit Jehan de Saintré», Revue du seiziéme
siécle IV, 1-48, 213-280.
Doutrepont, G.,
1909 La littérature frangaise á la cours des ducs de
Bourgogne (París).
1927 «Notes critiques sur Antoine de La Sale», Mélanges
de Philologie et d'Histoire offerts á M. Antoine
Thomas (París), 137-144.
Ferrier, Janet M.,
1954 Forerunners of the French Novel: An Essay on
the Development of the Novel in the Later MidcUe
Ages (Manchester).

290
291
Compuesto e impreso
el mes de noviembre de 1974
por Gráficas Diamante
Zamora, 83
Barcelona

También podría gustarte