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Entre libros y lectores I
El texto literario
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2004. .
Colección
Colección Relecturas Lugar Editorial
YOLUZ
Capítulo 2 "Idas y venidas en torno al concepto de
literatura infantil”10
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ENTRE LIBROS Y LECTORES I
El texto literario
menetes
:
Pero antes de este abordaje, creemos necesario plan tear que cada una de las
posturas que describiremos, adhirieren explícita o implícitamente a una representa
ción de niño y de infancia. Representación que surge en cada sociedad y se modifica con el
devenir histórico. En
a nuestro objeto la interacción sociedad-escue la-niñez-literatura para chicos ha
“naturalizado" un es pacio común, donde el niño lleva a cabo principalmente su práctica
social. Estas prácticas son fundamentales en el proceso de socialización. El niño,
considerado su jeto en formación, deberá aprender contenidos que le se rán de
utilidad y de aplicación más tarde, pero en la ba se de esos aprendizajes estará
siempre el valor sociali zador normativo que garantizará la inclusión de cada individuo
en el orden social establecido.
Acerca de este tema hay varias posiciones ya que en la actualidad ha surgido el
replanteo de cuestiones refe ridas a la niñez desde el campo de diversas ciencias so
ciales, lo cual está señalando su calidad de tema inaca bado, sobre el cual no hay
consenso.
El debate acerca del concepto de infancia llevó a Ph. Aries a plantear por primera vez
la idea de que el mis mo, que nos parece eterno e inmutable, estaba muy le jos de
serlo. Es como todos los conceptos acuñados so cialmente, histórico y cultural. En
el proceso que Aries señala, marca el crecimiento del tutelaje y la vigilancia sobre el niño
en tanto forman parte de la propiedad pri vada y están rodeados de padres y maestros
que no ce san de controlarlos. Para Lloyd de Mause, en cambio, no corresponde
hablar de “privatización” de la infancia. A su juicio lo que ocurrió a lo largo de la
historia fue
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El texto literario
la Nueva”, de la que recogen la preocupación por los in tereses infantiles. En estas
definiciones existe la con cepción clara del niño como ser en formación mientras que
atribuye a la literatura una función de instrumen to de la educación estética y
moral y un efecto de enno blecimiento del sujeto lector. Sin duda, no hay descono
cimiento del componente estético, pero queda subordi nado a una finalidad mayor:
lo formativo.
IO
“La literatura infantil como instrumento de educación es tética y moral, tiene una propia
presencia autónoma, una di mensión propia que, escrita o no de propósito para la infan
cia, opera en el mundo espiritual del niño y adolescente, en cuanto le ofrece
conocimientos, motivos e intereses. Estos, unidos a la inteligencia y el deseo de
conocer, ponen en movi miento el sentimiento y la imaginación, creando un clima
particular en el que también la noción, el precepto y el aviso hallan ocasión de
transformarse en nutrimento secreto, pene trando con el conjunto de la obra literaria en
la vida interna del niño para su recreación y formación”.
Petrini (63).
Contemporáneas a la trascendencia de este grupo, en la Argentina, encontramos
a Marta Salotti y Fryda Schultz de. Mantovani. Nos estamos refiriendo a dos es
critoras, a quienes consideramos pioneras en el estudio de aspectos de la
literatura infantil. Con sus ensayos, abrieron el camino que dio lugar a la reflexión sobre
la especificidad de esta disciplina.
Martha Salotti, en exceso preocupada por el valor di dáctico de los
cuentos que se acercaren a los pequeños, influyó, durante décadas, en los
Jardines de infantes y en generaciones de docentes que trabajaron a partir de
su propuesta. Nos referimos tanto a su "ensayo pedagó gico" que impulsaba a utilizar
el cuento como centro de las actividades posteriores, como al mérito que le cabe
como organizadora del Club de Narradores del Institu to Bernasconi y
que prosperó con la fundación del Ins tituto SUMMA en 1965, en el cual se
dio lugar a la es pecialización (por entonces única en el país) en Litera tura Infantil y
Juvenil. (Salotti, 69)
Por su lado, Fryda Schultz de Mantovani contribuyó a valorizar el espacio de la
poesía infantil, tanto desde sus ensayos como desde su producción poética. El
mun do poético infantil, Sobre las hadas, Nuevas corrientes de la Literatura Infantil,
son algunos de los títulos que
"...veremos también que el puro deleite en la lectura en noblece al niño, cuando tiene
calidad artística la página del libro, y que puede ser edificante tanto lo estético como lo
moral. Por lo tanto habrá que cuidar tanto la intención co mo el estilo".
Bravo Villasante (72).
Parecería que estas primeras teorizaciones estuvie ron influidas por el pensamiento de
lo que fue la “Escue
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El texto literario
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“Para el arte, en este asunto ¿dónde situarlo? ¿Se trata de una información nueva?
¿De una 'connotación' que se agrega a la 'denotación', de una información difusa
que se agrega a otras, claras, distintas, que están contenidas efectivamente en el
mensaje? ¿O incluso de una certificación más sutil que surge del acuerdo entre
distintas codificaciones?”.
Soriano(75).
Es interesante constatar que en la década del 20, Water Benjamin hablaba ya del
concepto de coloniza ción para definir la relación adultos, niños (“pedago
miten denunciar el aspecto ideológico que
gía colonial", "adultos colonizadores"), ideas que per
tácitamente inculcaría el discurso burgués, al que se refiere todo su pensamiento.
Por otra parte, la categoría de lo ideológico en el con tenido de las obras para
niños, desconocida hasta el momento, les sirve para cuestionar la subordinación
de lo artístico a lo pedagógico. Gianni Rodari -uno de los más importantes escritores
italianos que tuvo esta preocupación-, opina:
Los pensadores europeos de los 70 consideran parti cularmente al destinatario de la
literatura infantil, y muestran preocupación por todos los aspectos de la pro
ducción dedicada a la infancia: los que corresponden al discurso como creación
estética y los que atañen a la in dustria editorial que enmarcan la circulación del
objeto libro en la sociedad.
“El niño escolar es un niño artificial, uniformado, mensu rable según criterios puramente
escolares, basado en el ren dimiento, la conducta, la capacidad de adecuarse al
modelo escolar. A él es a quien se dirige la literatura de las etapas más primitivas, que
es sierva de la pedagogía y de la didácti ca. A caballo del siglo XVII y el XIX, y como
consecuencia ex
Además, queremos destacar un subgrupo de intelec tuales cuyos trabajos
más prominentes se producen pre cisamente entre los 70 y los 80 y
estuvieron más relacio nados con dar respuesta a la formación de docentes, a
la promoción de la lectura y, en general, a abordar aspectos metodológicos y
didácticos, de la disciplina. Se trata de Laura Sandroni, Esther Jacob y el
español Juan Cerve
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.
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ensayos, opiniones y reflexiones acerca del texto infan til, centrados en el carácter
específicamente literario del mismo.
de los medios en relación con esta disciplina. (Cresta de Leguizamón, 84)
La preocupación por el desarrollo de la industria cul tural en el campo de la
literatura infantil, aparece en los trabajos realizados por Juan Carlos Merlo
además
de interesantes consideraciones referidas a los denomi - nados "cuadernos
infantiles”. El tratamiento que dicho autor hace de la imagen y su relación
con el texto cons tituyó una reflexión novedosa que luego veremos incor
porada en otros especialistas..
veso Una parecida preocupación teórica registran los tra bajos de María
Adelia Díaz Rönner, Susana Itzcovich y daudtoda Graciela Montes.
Así, por ejemplo, Itzcovich en uno de sus artículos asevera:
GALIMAETTERLA LANZ
Con ellas se estaría perfilando una línea teórica que co mienza por definir el
discurso literario infantil como "un universo de palabras con reglas de juego
propias” (Mon tes, 90); “proponiendo literaturizar la literatura” (Díaz Rönner, 88).
En consecuencia, este discurso se desenten dería de todo lo que no fuera
estrictamente el lenguaje.
Aunque estas aseveraciones parezcan obvias, no lo son, por cuanto de esta
manera y por primera vez la li teratura infantil parece liberarse de las disciplinas
que históricamente la limitaron.
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innenhillsintetica
· Desde aquí, entonces, se tornaría posible pensar la polisemia del texto, el poder
connotativo del discurso, las relaciones intertextuales y otros aportes
proceden tes de la teoría literaria.
Por otra parte, estas autoras advierten y cuestionan que en la situación
comunicativa que proponen los tex tos infantiles se enfatiza una relación de
asimetría (au tor-adulto / lector-niño) desde la cual es posible "prote ger",
"controlar" y "acorralar" a la infancia. Así es como la representación que del niño
tenga el autor-adulto in cidirá en su propuesta literaria.
Será desde esta óptica, entonces, que la literatura in fantil desconocerá recetas,
instrucciones, moldes, dando. paso a una estética comprometida solo con el lenguaje y
con el carácter ficcional del texto. Nos interesa destacar que con estas últimas
reflexiones recién es dable pro fundizar en lo sustancial del discurso literario
infantil, desplazando disciplinas que históricamente constituye ron su pretendido
soporte teórico.
Si nos detenemos en la evolución del concepto de lite ratura infantil en nuestro
país, podemos ver que existe una relación entre la concepción de niño que se ha
sus tentado y las producciones que se han escrito para ellos. Así, la larga tradición
de la literatura como enseñanza fue sustituida por enseñar deleitando cuando se
recono ció que el chico es poseedor de intereses y motivaciones diferentes al
adulto. Posteriormente, cuando se concibió al niño como un sujeto social
con conflictos, deseos y po tencialidades, se escribió para él un discurso que
se ins cribe dentro del campo de la literatura. Estos discursos con apuestas cada vez
más audaces, han ido incorporan do paulatinamente la totalidad de los recursos
técnicos de la escritura, en búso: ueda de una creación estética
plena, y la aparición de temáticas que hasta hace un par de décadas,
estaban en el rango de los tabúes.
En esta línea de pensamiento, la posición que se sus tenta en este libro resulta
básicamente de la adhesión a los trabajos provenientes de la semiótica cultural, la
pragmática, las teorías de la recepción y por supuesto del discurso; adhesión que
creemos compartir con el úl timo grupo de teóricos nacionales.
Ante todo, sostenemos que no existen diferencias que permitan hablar de "dos
discursos literarios” (la litera tura para adultos y la literatura para niños), por
cuan to ambos se unen en la condición estética.
A esta propiedad se agrega, insistimos, la considera ción de que el
discurso literario se caracteriza por ser un discurso ficcional, y por ello
independiente de cual quier preceptiva o didactismo que lo limite.
Sostenemos que la literatura no refleja la realidad, sino que constru ye la suya
propia, inscribiéndola en la interdiscursivi dad de un momento dado en la sociedad.
: Creemos que este encuadre no impide desconocer as pectos particulares del
fenómeno de la producción para chicos. Nos referimos a que los elementos que
intervienen en este caso no están totalmente balanceados por la pre sencia de
un particular destinatario. Es decir, conforman una relación asimétrica, como se
dijo-, imposible de su perar y con consecuencias que determinan el mercado edi
torial, pautando la incorporación de otros códigos este ti-. po de producción suele
aparecer acompañado de imágenes (dibujos, fotografías, ilustraciones en general) que
coope ran o no en la construcción del significado del texto-, y particulares
mecanismos de mediación y distribución.
Desde esta postura, es obvio que el estudio de la lite ratura infantil debe ser
abordado desde la teoría litera-.
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62.
63"
Abitur
Estas propuestas abrieron el estudio literario a varias corrientes entre las que se
pueden señalar las teorías de la recepción, la nueva retórica, la semiótica cultural, la
narratología y la pragmática literaria.
Todas ellas ofrecen una mirada explicativa para analizar el objeto literatura. En nuestra
propuesta contemplamos algunos de sus elementos que nos parecen útiles. Sin
embargo, y teniendo en cuenta la función específica que el presente texto tiene
en cuanto a su preocupación por la promoción de la literatura y la formación de
lectores, pensamos que las miradas centradas en el lector nos ofrecen aportes
interesantes por la importancia que le conceden en la construcción del sentido
de la obra literaria.
Estas teorías tienen como algunos de sus exponentes a la teoría de la recepción
de Jauss o Isser, a la semiótica pragmática de Umberto Eco y, lejos de ofrecer una
homogeneidad, presentan enfoques diversos. Sin embargo, hay algunos
elementos comunes que pueden señalarse y que sintetizaremos a continuación:
se abandona la búsqueda de propiedades intrínse cas del objeto literario y se
trata el texto como producto social e histórico tanto en los circuitos de
producción como en los de recepción;
Cuando leemos:
"Para los que nunca fueron de visita -cosa que dudo, les cuento que Villa Niloca
es un pequeño poblado que queda aquí nomás”14
institute
"Se le hinchan los pies. El cuarto mes le pesa en el vientre a esa muchacha en flor
por la que anduvo el amor regalando simiente. Si la viese usted mirándose
feliz al espejo
Palpándose el perfil y trenzando mil nombre en dos sexos.
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to está presente en la literatura como parte constituti va del decir literario, ya que
todo enunciador presenta siempre un mundo en el que ve cosas nunca vistas,
cos tados no percibidos. En sentido amplio, entonces, pode mos pensar el
extrañamiento como una mirada singular del mundo propia del arte que se
relaciona con el carác- ... ter estético de todo texto literario.
A su manera floreció por primavera para dar gracias al sol y perfumar la vereda..."
3.2- Es un discurso connotativo
Si la literatura no refleja la realidad sino que la in venta, lo que enuncia y
funda es otra realidad, ajena, di ferente, nueva, original, siempre
extraña.
Es decir, el discurso literario extraña la realidad. A esta característica se la
denomina extrañamiento.
En sentido estricto, se presenta el extrañamiento co mo un procedimiento. Consiste
en presentar el mundo co mo si se viera por primera vez, con una mirada inaugu
ral; un elemento, una situación son re-creadas, en el sen tido estricto del
término, es decir, creadas nuevamente y mostradas como siendo la misma cosa
pero, sin embargo, siendo otra. Desde el siempre insólito procedimiento de
Cortázar, cuyo narrador mira con ojos nuevos el hecho co tidiano de subir una
escalera y así genera una de sus Ins trucciones... 17, hasta el frecuente recurso de
una voz na rradora infantil que mira el mundo de los adultos sin comprenderlo y
lo presenta a partir de su lógica, los mo dos de utilizar este procedimiento son
innumerables.
• Si bien podemos señalar algunos momentos o pasajes de un texto en los
que, como procedimiento, aparece cla ramente diseñado, podríamos decir que el
extrañamien
Mientras que el lenguaje científico se caracteriza por reducir al mínimo grado de
ambigüedad sus enuncia dos, la utilización poética de la lengua en el texto litera
rio torna al mismo radicalmente ambiguo, lo que justi fica las diversas
interpretaciones que sobre este discur so puedan hacerse. Tal ambigüedad, inherente
a la obra artística, es producto de los juegos de connotación del lenguaje literario.
La connotación, entendida como un plus de signifi cación, agrega sentidos y
sugerencias a todos los niveles del lenguaje. El enunciado no posee sólo un
sentido lite ral, denotado sino que, mediante la connotación, se po tencian al
máximo sus posibilidades significativas. Como en el caso de la ficcionalidad, la
connotación no es un ras go exclusivo de los textos literarios pero, a diferencia de
otros discursos, en éste es imprescindible, ya que aspira a despertar las
sugerencias y a ampliar los significados. Esta propiedad del texto literario es
una intención que debe ser entendida en todo el ámbito del texto; no hay una
palabra o una frase que son connotativas ya que los sentidos agregados son
resultado del texto en su totali dad. Entre estos sentidos y sugerencias pueden
señalar se connotaciones afectivas, valorativas, intenciones del
dominio
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El texto literario
mit
emisor, esquemas para elaborar relaciones inesperadas (como las metáforas o las
metonimias), miradas irónicas de situaciones, hechos o personajes.
Ahora bien, también existe un plus de significado que cada lector le pone a
lo que lee, que no puede ser previsto por el texto y que es favorecido por el lenguaje
a fin de buscar la apertura a las distintas posibilidades de los diversos lectores. Es
decir, las resonancias que despierta una obra están marcadas, por un lado, por el
texto, y, por el otro, son fruto de las experiencias de ca da lector particular.
Veremos como ejemplo un fragmento de La guerra de los panes18 de Graciela
Montes:
den TALL
En este fragmento, la variedad de productos que ela bora la panadería del Rulo están
trabajados de manera que cada uno, más allá de ser identificado como tal en el
plano de la denotación (medialunas, bizcochitos de grasa, milonguitas, etcétera),
busca y encuentra reso nancias en nuestra historia personal, evoca sabores, afectos,
momentos en los que los gustamos, sensaciones y sentimientos asociados.
Para poder identificar los recursos que produce la connotación hay que saber
que en ella intervienen no solo el sentido de una palabra, reconocido por
una co munidad, sino también los otros planos del lenguaje: fó nico, gráfico,
prosódico, sintáctico. Pero todos estos pla nos aluden y enriquecen el significado
porque el fenó meno de connotación es específicamente semántico.
Tomamos el siguiente fragmento de Doña Clementi na Queridita, la Achicadora:
Le
A
“El Rulo fue por años nuestro único panadero, el pa nadero de Florida, el dueño
de las flautas y las flauti tas, de los miñones, de las milonguitas, de los
felipes, de los caseritos, del pan chico y el pan grande, y tam bién de las tortitas
negras, las medialunas, los bizco chitos, los cuernitos, el pan de leche y los vigilantes.
Cada vez que un floridense mojaba un poco de miga en el tuco de los ravioles se
acordaba del Rulo. Necesaria mente. Cada vez que echábamos la yerba en el
mate, nuestra nariz se preparaba para aspirar el incompara ble aroma de sus
bizcochitos de grasa. Para fin de año el Rulo hacía un pan dulce con muchos
piñones, que nos parecía el mejor del mundo, y después, de yapa, nos prestaba el horno a
todos los que quisiéramos ha cer nuestros lechones.”
LKALAR cinder
"- ¡Don Ramón! ¿Dónde se metió usted, queridito? -llamó Doña Clementina.
- ¡Acá estoy! – dijo una voz chiquita y lejana. .
Doña Clementina se apoyó sobre el mostrador y miró del otro lado.
Allá abajo, en el suelo, apoyado contra el zócalo, estaba Don Ramón, tan gordo y tan
colorado como siempre, pero mu chísimo más chiquito."
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Él texto literario
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En Las visitas20 de Silvia Schujer, veremos cómo juegan los aspectos prosódicos y
sintácticos en la connotación.
www.
"Entonces Irulana se puso de pie en su banquito, que, como estaba tan negro todo,
ni siquiera era un banquito verde, y gritó bien pero bien fuerte, lo más fuerte que
pudo gritar: ¡IRULANA!.
Eso grito. Una sola vez. Y, aunque Irulana tenía una voz chiquita el nombre resonó
muy fuerte en medio de lo oscuro.
Y el nombre creció y creció. La i, por ejemplo, tan flaquita que parecía, se estiró
muchísimo (no se quebró, porque era una i muy fuerte), y se convirtió en un hilo largo
y fino que se enroscó alrededor del ogronte, de la cabeza del ogronte, de los pies
del ogronte, de las manos del ogronte, de la panza inmen sa donde estaba todo el
pueblo. Y la r se quedó sola en el aire rugiendo de rabia porque las rrugen muy
bien, mejor que na die. Y la u se hundió en la tierra y cavó un pozo profundo, el más
profundo del mundo.
Y entonces la r, que rugía como una mariposa furiosa, hi zo rodar al ogronte hasta
el fondo de la tierra.”
"¡Qué estúpido, Dios mío! ¡Qué estúpido! ¡¿Cómo pude no darme cuenta durante
tanto tiempo?! Casi dos años y yo, sin la más mínima sospecha. Sospechar... ¡Qué
iba a sospechar!
No. De nada ni de nadie. Ni de los preparativos de los sá bados, ni de las
salidas del domingo que mi mamá hacía con los paquetes y con mi hermana
mientras yo me quedaba en lo de Tati.
Tatiana... A ella sí que no la vi más"
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Son interesantes en este fragmento, los procedimien tos de construcción para lograr
efectos sonoros de con notación: cada una de las letras que la voz narradora se
lecciona del nombre de Irulana juega no solo con su nombre sino con una
serie de palabras que refuerzan su significación. La i rodeada de hilo, fino,
flaquita, muchi simo, evoca una imagen que conjuga la fragilidad y la fortaleza
capaz de derrotar al ogronte -como Irulana
En este ejemplo el estado de ánimo del protagonista -su bronca-, está reforzado
y ampliado con las ruptu ras, los quiebres, las incoherencias aparentes que
en el plano de la entonación evocan el ritmo propio del habla cotidiana. Este efecto se
refuerza en el plano sintáctico con una sintaxis incompleta, con oraciones
unimembres que sugieren la organización propia de la lengua oral.
Ahora bien, no es posible analizar la calidad conno tativa de los textos
literarios sin referirnos a los proce dimientos retóricos, que este discurso
utiliza en forma privilegiada, aún cuando también aparecen en la len gua
coloquial, en el discurso publicitario, etcétera. En el texto literario se dan una
serie de recursos verbales que afectan a la propia palabra poética y logran
que el len guaje adquiera mayor densidad literaria. Como dice Po
mom tow w
20. Schujer, Silvia, Las visitas, Buenos Aires, Juvenil Alfaguara, 1991.
19. Montes, Graciela, Irulana y el ogronte, Buenos Aires, Gramon-Co
lihue, 1995.
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El texto literario
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... Az octavo mes ries con cinco azahares con cinco diminutas ferocidades, con
cinco dientes como cinco jazmines adolescentes...21
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zuelo Yvancos (89) “la lengua literaria se sirve de las fi guras retóricas
como un instrumento entre otros, para salvar la forma del mensaje e inscribirla como
forma permanente e inalterable". .
· Los recursos estilísticos, las figuras y los tropos lite rarios, corresponden al estudio de
la disciplina llamada retórica. Algunas corrientes teóricas (el estructuralis mo, por
ejemplo) pusieron el acento en los mismos al es tudiar el texto literario y así
es como la aplicación esco lar que se hizo de ellas llevó a simplificar el análisis li
terario a límites absurdos, señalando imágenes, metáfo ras o comparaciones
como única justificación de la con dición artística de la obra.
Antes de dar algunos ejemplos, debemos decir que tropos y figuras no son
adornos ni tampoco son reduci bles a una fórmula; no significan aisladamente
sino que contribuyen a la conformación de los sentidos del texto. Un texto literario
es mucho más que recursos retóricos aislados. Es un complejo entramado de
significaciones donde cada uno de ellos aparece subordinado al efecto pragmático
buscado por el texto.
No es nuestra intención realizar un exhaustivo re corrido por cada una de las
operaciones que las dis tintas escuelas retóricas han definido y clasificado ya que
eso excedería los límites de este trabajo. Baste mencionar que existe abundante
bibliografía que las enumera y analiza: metáfora, metonimia, compara ción,
sinestesia, personificación, enumeración, alite ración, hipérbaton, hiperbole,
anáfora, elipsis, para lelismo, etcétera.
En los siguientes fragmentos aparecen variados pro cedimientos que hacen a la
connotación de los textos:
aalattuttum..MAPALENICI
"De plata los delgados cuchillos, los finos tenedores; de plata los platos donde
un árbol de plata labrada en la conca vidad de sus platas recogía el jugo de los
asados; de plata los platos fruteros, de tres bandejas redondas, coronadas por
una granada de plata; de plata los jarros de vino amartillados por los trabajadores
de la plata, de plata los platos pescaderos con su pargo de plata hinchado sobre un
entrecruzamiento de al gas (.....) Y todo eso se iba llevando quedamente,
acompasada mente, cuidando de que la plata no topara con la plata, hacia las
sordas penumbras de cajas de madera, de huacales en es pera, de cofres con
fuertes cerrojos, bajo la vigilancia del Amo que, de bata, solo hacía sonar la
plata de cuando en cuando, al orinar magistralmente, con chorro certero,
abundoso y per cutiente, en una bacinilla de plata, cuyo fondo se ornaba
de un malicioso ojo de plata, pronto cegado por una espuma que de tanto
reflejar la plata acababa por parecer plateada."22
Finalmente, és cierto que el uso de los recursos es mucho más evidente en
la poesía, y, generalmente al plantearse su estudio en la escuela, no es
tenido en cuenta en la prosa. Esta, sin embargo, también ofrece
unti in
Albani
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L
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23. Roldán, Gustavo, El árbol más alto en El monte era una fiesta,
Buenos Aires, Colihue, 1994, Col. Libros del Malabarista.
LALALINE
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“Es un texto que enfrenta dos concepciones de vida, la del niño y la del adulto y la
voz narradora toma partido por una propuesta en la que los adultos
podemos recu perar lo que de niños tuvimos y perdimos”.
Muy diferente es el discurso que ofrece Perico, el ba- rrendero24: . .
.
"Este es Perico, el barrendero. Como buen funcionario de ayuntamiento, tanto si
hace frío, como calor, lleva con pulcritud, el servicio de limpieza. . Por eso cuando
le preguntamos: -¿Cumplen los ciudadanos lo que dice el cartel: «Mantenga lim pia la
ciudad» Se lamenta: - Algunos no hacen caso. Dejan caer en el suelo papeles, colillas,
peladuras o sobras de bocadillos. Por su culpa nuestra labor es doble."
Resumiendo, toda obra literaria posee un gran mar gen de implicitación, de cosas
no dichas, de sugerencias que el receptor completará desde sus competencias.
La literatura nunca es unívoca, no se presta a la de codificación término a término.
El lenguaje literario nunca podrá definirse como "cla ro y sencillo"; si lo es, hay que
sospechar y poner en du da su carácter de "literario". Las escrituras meramente
referenciales y unívocas se alejan de la función poéti ca del lenguaje.
El mejor ejemplo de este juego de sentidos posibles se da especialmente en
la poesía, por ejemplo, en el siguien te texto de Rafael Alberti, de Entre el clavel
y la espada25.
With
“Se equivocó la paloma. Se equivocaba. Por ir al norte, fue al sur. Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba. Creyó que el mar era el cielo; que la noche, la mañana. Se
equivocaba. Que las estrellas, rocío; que la calor, la nevada. Se equivocaba. Que tu falda
era su blusa; que tu corazón, su casa. Se equivocaba. (Ella se durmió en orilla. Tú, en
la cumbre de una rama.)”
.
88
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26. Devetach, Laura, Monigote en la arena, en Monigote en la arena,
Buenos Aires, Colihue, 1984-2000, Col. Libros del Malabarista.
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Otra forma se da en las Fábulas Salvajes31 de Mar celo Birmajer en las que el
horizonte al que se refieren los textos es el discurso fabulístico. Leer estas fábulas sin
conocer las características de aquellos particulares textos folclóricos
permite, sin duda, su comprensión pe ro cuando el lector puede relacionar estos
textos con aquéllos a los que alude el título del libro, la compren sión se amplía.
Birmajer escribe parodiando las fábulas tradicionales; elimina de ellas toda la
moral sanciona dora, las moralejas que inculcan valores universales y las actualiza
presentando otras formas de conducta, al gunas de las cuales, paradójicamente,
son censuradas en las fábulas. Esta referencia contradictoria es la que nos
permite disfrutar los textos y reírnos de las fábulas tradicionales.
Similar procedimiento utiliza Augusto Monterroso en su libro La oveja negra y otras
fábulas32, del que ofrecemos. La Tortuga y Aquiles, como una muestra de otra forma
de intertextualidad.
hace adoptando el modo discursivo del mundo de las no ticias. En cinco renglones
el juego intertextual y las dis tintas voces que allí resuenan generan un sentido
que va más allá de cada una de ellas.
En el siguiente fragmento de Cuento con ogro y prin cesa33 de Ricardo Mariño,
la intertextualidad se funda en la alusión al discurso de la literatura policial y
al es tereotipo de la figura del detective construido a partir de Sherlock Holmes.
También recurre a la cita directa de la guía telefónica y de palabras de Sonatina
de Rubén Da río. Por supuesto, y desde el título, este cuento se funda en la
intertextualidad con los cuentos maravillosos.
96
.............
.
2.
.
Abordaremos en este capítulo algunas caracterís-
Alticas de la narrativa, indicando algunos aspectos teóricos de cada uno.
Esperamos que esto permita a los docentes realizar lecturas críticas de los textos para así
poder no sólo se leccionar sino también encontrar elementos de análisis para trabajar
con sus alumnos a fin de realizar lecturas cada vez más profundas y
productivas.
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1. El texto literario
lasteaed
34. Wolf, Ema, Hay que enseñarle a tejer al gato, Buenos Aires, Primera
Sudamericana, 1995.
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2.1-El narrador
2.2-El lector modelo
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"Julieta terminó de lustrarse los zapatos de ir a la escuela. Cierto que ella hubiera
preferido poner las zapatillas rosas con estrellitas, las que le había regalado su
madrina para el cumpleaños número seis.
Pero la mamá dijo que esas zapatillas eran una pura hila cha y qué iban a pensar
los Reyes Magos.'
En el extremo de este modo de narrar está el monó logo interior en el que
el narrador deja "fluir su con ciencia", ofrece, no solo el hilo de las acciones, sino
el hi lo de su pensamiento, sus percepciones, sus recuerdos. Si bien es
difícil encontrar este tipo de narrador en la li teratura para chicos, hay intentos
de ofrecer a los lecto res noveles formas de narrar diferentes a las que el
mercado los tiene acostumbrados y, en ese sentido, el narrador de Algo aquí
adentro44, de Silvia Schujer nos permite acercarnos a ellas:
Yo no se la pedí. Así que... ni loco se la hubiera pedido. Pero ahora sí que estoy
frito. Porque va a venir a buscarla dentro de .un rato y jestos malditos
tornillos que no aparecen! También ¿quién me manda? Todo porque el
bobo de Julián dijo que aden tro de las guitarras eléctricas hay pilas. Y yo
que le digo que no y apostamos una caja de chicles y claro, para averiguarlo
tuve
Los narradores internos a los hechos son persona jes y pueden contar lo que les
ocurre a ellos como pro tagonistas o ser testigos de lo que pasa. Esta forma de
contar puede crear la ilusión de acercamiento en el lec tor y, cuando está en
primera persona, sugiere con fuer
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ENTRE LIBROS Y LECTORES I
El texto literario
que destornillarla y abrirla. ¡Mi primo me mata! Y bueno. El me la dejó porque quiso. Yo no
se la pedí. Pero ¿por qué tenía que pa sarme esto? Justo con Federico que además
no es uno cualquie ra. Porque los primos hermanos son más que primos. Sobre to do
Federico. Ahora no va a querer prestarme más nada. Ni me. va a acompañar a la
pista de patinaje. Ni va a querer que yo lo ayude a ordenar los cables de sus
instrumentos.”.
Para ilustrar estas dos últimas posibilidades podemos mencionar el texto de Pablo De
Santis Astronauta solo43 y la versión de Jorge Luis Borges de El brujo posterga do46.
El primero inicia el capítulo contando un suceso que corresponde al pasado del
tiempo de la historia:
El otro texto -muy conocido por todos, presenta, por el contrario, una visión
anticipadora que le permite al brujo saber que su pretendido discípulo le pagaría con
ingratitud sus enseñanzas, por lo cual decide no acep tarlo como alumno.
Sin desdeñar las profundas discusiones que tal cate goría ha provocado, queremos
señalar solamente el va lor fundamental que el tiempo tiene en la narrativa y cómo el
discurso se carga de nuevos efectos estéticos se gún el uso del tiempo que se eliją. Al
cuento, a la nove la, el tiempo nunca les es ajeno porque el lenguaje es temporal, se
desarrolla en la sucesión y también porque los hechos de la historia se desarrollan
en el tiempo. Por ello, el discurso narrativo organiza y administra de al guna forma
el tiempo de los hechos en la historia y así "crea
una nueva dimensión temporal”.
Si la historia presenta una serie de hechos que se su ceden en un orden lógico causal,
el discurso puede orga nizar esos hechos en una sucesión temporal diferente:
de una manera cronológica, tal como se suceden (aún cuando no haya
coincidencia entre el tiempo de la historia y el tiempo del discurso),
de una manera anacrónica retrospectiva -hacia el pasado, en donde se presenta
una narración en la que se inserta una segunda narración temporalmente anterior,
o de una manera anacrónica prospectiva -hacia el futuro, en donde se insertan
fragmentos de anticipa ción de lo que va a pasar.
Más allá de estas líneas generales aparecen diversi dades interesantes como ocurre
en La Nona Insulina47, de Ema Wolf donde el tiempo del relato avanza cronoló
gicamente mientras que los hechos que le ocurren al personaje van hacia el
pasado:
“Por esa misma época le empezaron a gustar más los tacos altos que las pantuflas.
En unos años nació su último nieto; y poco después, el primero.
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ENTRE LIBROS Y LECTORES I
1-La poesía
se liga con la expresividad, pero no en el sentido de "ha blar de lo que me
pasa" sino como un hablar consigo mis mo (Rodríguez Bonati). Pero ese yo poético no es
autista; plantea --en virtud del pacto comunicativo- al tú imagi nario, la posibilidad de
sentir lo mismo que él siente.
La poesía, en tanto discurso literario, participa de los rasgos de
ficcionalidad, connotación, plurivocidad, in tertextualidad y autorreferencia. Sin
embargo, se dife rencia de los otros géneros por una actitud de lectura
sancionada socialmente.
El carácter ficcional de todo texto literario está dado en su capacidad de crear otros
mundos do real. En el discurso poético en particular esta capaci dad ha sido
olvidada en virtud de la concepción ingenua de que el poeta transmite su
experiencia del mundo y su peculiar percepción. El mundo interior del poeta, en esta
concepción, parece estar acotado a la traducción del sen tir a bellas
palabras bien rimadas. Así, el poeta es el ser humano sufriente, extraño,
que se refugia en su inspira ción, y la poesía es el relato de su estado de
ánimo, de su dolor o de su individual celebración del mundo.
El texto lírico es también una invención, una "repre sentación imaginaria” pero en
él esta característica fic cional adquiere singularidad. La poesía propone la crea ción
de un mundo ajeno y diferente, profundamente ex trañado, que se define no
solo por sí mismo sino por la actitud de lectura particular que genera en el lector. Le
propone un pacto especial de lectura. No aceptar ese pacto puede llevar a creer que,
por ejemplo, a Joaquín Sabina le han sucedido en la vida real todas las situa
ciones contadas en sus canciones. .
Si la poesía produce "frases imaginarias”, esto supo ne superar el
problema de la mirada biográfica que con funde el yo poético con el yo
del poeta y lo mismo pasa con el tú al que se dirige. La presencia de un
yo poético
: La connotación es una de las características que colabora en la construcción de
este mundo ficcional y en la poesía, específicamente, adquiere mayor envergadu
ra. A partir de los estudios estructuralistas, se buscó de finir el discurso lírico sobre la
base del análisis de tro pos y figuras, los que sin duda son abundantes. Los jue
gos del lenguaje y la presencia de estos recursos, si bien no son suficientes para
definir su especificidad, lo defi nen como un lenguaje fuertemente connotado; en él ca
da palabra, cada construcción importa no solo por lo que se dice sino, y sobre
todo, por cómo se dice. Pero tam bién importa lo que se calla, la inmensa cantidad de
sentidos asociados que cada palabra sugiere y ofrece. En consecuencia, el discurso
lírico se torna particular mente ambiguo: en él conviven lo dicho y lo no dicho a partir de
un uso particular del lenguaje.
“Un hombre pasa con un pan al hombro. ¿Voy a escribir, después, sobre mi doble?
Otro se sienta, ráscase, extrae un piojo de su axila, mátalo, ¿Con qué valor hablar del
psicoanálisis? (...)"
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El poeta no habla directamente de la miseria, la ex trema pobreza que afecta
a algunos seres humanos, pe ro lo alude, sugiere todo esto a partir de esas imágenes
descarnadas, aparentemente “poco poéticas”, asumien do una posición
comprometida...
Así, la lírica, en una suerte de síntesis poética, mani fiesta su densidad semántica
y a partir de un discurso condensado expresa la pluralidad. Una metáfora, como la que
Neruda usa para referirse a las costas bravías del sur de Chile, con pocas palabras, en
realidad, dice muchísimas cosas: “El sur es un caballo desbocado que se viene a
pique”. Aunque, por otra parte, adquiere ma yor significatividad en relación con el
contexto en que se encuentra inserta, lo que se ha dicho y lo que se dirá en el
poema y en toda la obra de Neruda.
táctico y semántico). Es decir, lo que sugiere en el plano . semántico
lo repite y lo refuerza en los otros planos; es to es lo que llamamos
redundancia y que le otorga al discurso lírico su característica de
supersemántico. Co mo siempre, esta cualidad no puede aislarse en un ver- . so o
una estrofa de un poema -mucho menos en una pa---- labra, sino que la
redundancia se construye con cada palabra y cada verso a lo largo de la poesía.
La autorrefencia se encuentra maravillosamente materializada en la tan conocida
Nanas de la cebolla de Miguel Hernández. Allí, la información acerca de la si
tuación es muy poca y lo fundamental es el espléndido lenguaje con el que de
una y otra manera nos ofrece la visión del hambre del niño y de la madre. Todo el
juego poético es un ir y venir permanente sobre esta idea que se recorta sobre
un presente doloroso.
Asociadas indisolublemente con la connotación apa recen la
plurivocidad y la polisemia ya que el len guaje poético alberga y genera
muchos sentidos, aún más que la narrativa donde el plan de escritura del au tor
pretende ofrecer más datos, más información sobre los hechos, los personajes y las
situaciones,
MIT
Estos planteos nos llevan a otra característica del discurso literario que en la poesía
aparece también más acendrada: la autorreferencia. La poesía es un dis curso que se
define a sí mismo y habla sobre sí mismo. sobre sus propios modos de decir; es un
discurso autore flexivo. Lo fundamental no es la información que brin da -aunque es
importante sino cómo se organiza el discurso para brindar esa información: la
redundancia, el agotamiento de lo dicho a través de sus constantes
reiteraciones en los distintos planos (fónico, gráfico, sin
Además, la poesía, como todo discurso, participa de la condición de ser intertextual.
Pero aquí este carácter
· adopta fuertes valores de significación. En ella perviven las voces de otros
discursos, de otras poesías, alusiones y referencias ambiguas, implícitas, latentes,
algunas de las cuales el lector actualiza en el mismo acto de lectu ra. Pero,
como en todo discurso literario, también se ape la a ella como un recurso (los
mismos que ya vimos para la literatura en general). Jorge Luis Borges ha hecho de la
intertextualidad uno de los recursos más fuertes en su obra poética, ya que, por
un lado, resuenan en cada una de sus poesías múltiples lecturas y, por
otro, cita o alude a diversos discursos, como en El enamorados2:
T
Wormwinhin
51. Borges, Jorge Luis, El enamorado, en Jorge Luis Borges, Buenos
Aires, Perfil, 1997.
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ACACO.
"Lunas, marfiles, instrumentos, rosas, lámparas y la línea de Durero, las nueve cifras
y el cambiante cero, debo fingir que existen esas cosas. Debo fingir que en el
pasado fueron Persépolis y Roma y que una arena sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron. Debo fingir las armas y la pira de la epopeya y
los pesados mares que roen de la tierra los pilares. Debo fingir que hay otros. Es
mentira. Solo eres tú. Tú, mi desventura y mi ventura, inagotable y pura."
Si bien en las poesías que están centradas en los juegos sonoros -tan
frecuentes en la poesía para chi COS- es el aspecto menos atendido, hay otras
poesías donde es el que manda de una manera casi absoluta. Es el caso de las
malas poesías celebratorias o morali zantes, que pretenden dejar un
“mensaje” y que tam bién son muy frecuentes. En ellas, lo que dice la poe sía es,
no lo más importante sino lo único importante por que lo que hay que asegurar
es .que el contenido del mensaje, el significado, llegue claro y sin distorsio nes al
receptor niño.
La siguiente poesía de Silvia Zurdo, A José de San Martín 52 muestra el tipo de
producto que se vende para circular por las escuelas
Don José de San Martín Chile, Argentina y Perú hoy recuerdan tus hazañas con
inmensa gratitud.”
El componente semántico, ligado a la connotación de un modo más
evidente, atiende al significado, es de cir, en un lenguaje
simple y llano, se refiere a lo que "di ce la poesía”, a su "contenido”.
52. Zurdo, Silvia, A José de San Martín en Rev. "EGB1 Maestra de
primer ciclo", Buenos Aires, Peluche, Año 11, N° 17, Agosto 1998.
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rosa y negativa. Pero, a pesar de los elementos que seña lamos en este
fragmento, debemos recordar que el con texto es determinante para inferir
los múltiples sentidos --más aún en este caso porque se trata de un fragmento de una
poesía incluida en una obra de teatro, por lo que además de los sentidos que
hemos podido señalar en él, la lectura de la totalidad nos permitiría entender es
ta poesía como una metáfora de la vida de doña Rosita, la soltera.
W
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“¡Cuac! ¡cuac!
Y ya separó un coquito para su cocodrilito."
En la lagunita estaba Don Patón jugaba con sus hijos Tum, Tim y Tom.
"Sé que él me silba a mí sola. Y su silbo suavecito se suelta sobre el silencio, a los
saltitos.
En el otro extremo vemos que poetas como María Elena Walsh o Elsa Bornemann
inauguran y defien den la calidad en la literatura y, cuando escriben, el aspecto
sonoro está trabajado con el respeto que me recen la poesía y el niño. La rima tan
clara y tan pre visible de Cocodrilo54 de María Elena Walsh, acompa ñada con
una estructura diferente, en la que la segun da estrofa quiebra el ritmo impuesto
en la primera, convierte a este poema en un divertimento cargado de sentido.
Es una cinta de seda el silbido que desgrana, subiendo los escalones de la
semana.
UNTUK W
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· ENTRE LIBROS Y LECTORES I
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No me dice nada: silba. El suyo es amor silbado. (Por su silbo sale al sol su
corazón desatado.)"
Por último, debemos destacar la especial fuerza del ritmo como elemento
estructurante del poema que lo derine como un discurso singular. El ritmo es muy fuer
te en la poesía porque está ligado a la oralidad de sus orígenes. Aún cuando la
leamos en silencio, cosa que en la actualidad es lo corriente, leemos el ritmo, la
música. La poesía no la decimos, la recitamos.
Beatriz Ferro, en su poema Escarabajito57, elige un ritmo expresado en versos
extremadamente breves pa ra sugerir la pequeñez y la lentitud de la vida efímera del
escarabajo que se alterna con versos más largos.
"Una palabra palabritera despalabrábase por la escalera.
Desde esta lectura que aquí queremos presentar ad quiere sentido el trabajo con los
componentes semánti cos, sonoros y gráficos del discurso poético, porque son
visualizados como constructores de sentido y no como adornos superfluos.
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1 on
El rey le daba consejos estaba llegando a viejo y ella aún sin desposar. Ella
pintaba acuarelas, pincel de mano que vuela con pinturas de aguamar.
Busca su sueño ahora sin más espera que la que teje en trinos la primavera. Anda
por los caminos de la baraja viviendo libertades con que se alhaja. A veces busca al
hombre que ha vislumbrado en ciertos solitarios de su pasado, jinete que anda solo
por sus caminos bebiendo copas felices de peregrino". .
Con la luz de un sol poniente. llegó un jinete valiente, con espada de temer. Le dio
el rey agua y cobijo palabras de rey le dijo;
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Comu?
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Tercer capítulo:
“La domesticación de la literatura"
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