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Dime qué comida te apetece y te diré cómo son tus emociones

Me siento desconectado, como si lo que me envuelve fuera un sueño

Los seres humanos expresamos muchas de nuestras emociones a través de nuestra relación con la
comida. En este caso se trata de las emociones reprimidas, es decir, aquellas de las cuales no
somos plenamente conscientes. Las que no aceptamos. Y como toda represión es fallida, esas
emociones retornan y muchas veces se expresan a través de la forma de comer o de lo que
comemos.

En el ser humano la comida es mucho más que un tema biológico. Desde el punto de vista
simbólico, tiene relación con la madre y con todo lo maternal. Habla acerca de nuestra forma de
amar y ser amados. De nuestra forma íntima de relacionarnos con la vida. El que no come, de una
u otra manera, expresa un cierto deseo de no continuar con su vida. El que come demasiado,
muestra una cierta necesidad de sobrevivir frente a una amenaza real o imaginaria.

Pero también lo que comemos habla acerca de lo que sentimos. En teoría, cualquier comida en
buen estado debería gustarnos, pues cumple con la función de nutrirnos. Sin embargo, sin saber
por qué, nos apetecen mucho más algunos alimentos que otros. La doctora Deanna Minich se dio
a la tarea de descifrar las emociones ocultas detrás de “los antojos”, durante su experiencia como
médica nutricionista. Y esto fue lo que descubrió.

La comida con picante y la tristeza

La palabra “picante” no solo se aplica a la comida que tiene ese gusto, sino también a las
situaciones o personas que generan entusiasmo o gracia. “Ponerle picante” a algo es añadirle una
dosis de interés. No es gratuito que se emplee de esta forma la palabra.

Según la doctora Minich, el picante le apetece mucho a quienes están tristes. Algunos lo
consumen hasta llegar a las lágrimas. Quieren emoción, intensidad y acción en sus vidas. Sin
embargo, no lo reconocen o tienen miedo de hacer algo nuevo. Compensan ese deseo frustrado
comiendo picante.

Los horneados dulces y las rutinas agobiantes

Dentro de este tipo de comida se ubican los pasteles, bizcochos, dulces con harina, pays, etc. Es
uno de los antojos más frecuentes y también uno de los mayores culpables del sobrepeso en el
mundo. Hay personas obsesionadas con estos dulces horneados. ¿Por qué?

Al parecer, quienes sienten este tipo de antojos son personas que están viviendo dentro de una
rutina que los tiene fatigados. Sienten que hay poca alegría en sus vidas.
Buscan el carbohidrato para compensar la energía perdida. Y buscan el dulce para recuperar,
simbólicamente, esa alegría que no hay en sus vidas.

Los aficionados a la comida salada

Los alimentos tienen un punto de sal adecuado. No es tan “al gusto” como se supone. El punto de
sal correcto exalta el sabor de una comida, pero no la invade. Sin embargo, hay quienes necesitan
ponerle un toque más de sal a todo para que sus paladares agradezcan de la misma forma este
sabor. Rechazan lo dulce y adoran todo lo que tenga sal de más, hasta un punto claro.

Según el estudio al que nos referimos, este tipo de personas tienen una gran agitación en su
interior. De hecho, podrían estar angustiadas o ansiosas. La sal activa el movimiento del agua en el
organismo y esa es la forma inconsciente de manifestar su inquietud interior.

Las comidas crujientes

Si los miras en detalle, los amantes de las comidas crujientes adoran no el sabor, sino
especialmente el “crunch” de esos alimentos. No hacen ningún esfuerzo en disimular ese sonido
tan característico de lo que cruje. Todo lo contrario, parecen complacidos en remarcarlo.

En este caso lo que puede haber es un enojo reprimido. El masticar esos alimentos y disfrutar de
su textura y su sonido es una forma de “gruñir” o manifestar rabia. También es una manera de
llamar la atención cuando alguien se siente injustamente ignorado.

Los almidones suaves y blandos

Hay comidas que atraen a algunos por la sensación de “blandura” en la boca. Alimentos como el
arroz, las pastas o los horneados de sal inflados o insuflados, dan una sensación de suavidad al
comerlos. Es como comerse una pequeña almohada de sabor agradable.

Almidones

Al parecer, quienes tienen este tipo de antojos quieren ser consolados, amparados y amados. La
textura mullida de esos alimentos ofrece una sensación fisiológica similar a la de ser abrazado por,
valga la redundancia, unos brazos “gorditos” y amorosos. Es usual que alguien prefiera este tipo
de comidas si pasa por un momento difícil.

Esta relación de la comida con las emociones inconscientes es más que algo anecdótico. No aporta
una información completa acerca de esa parte de nosotros que no conocemos del todo, pero sí
nos ofrece pistas interesantes a las que vale la pena seguir. Todos cargamos con emociones
reprimidas… y todos también sucumbimos a los antojos, o al menos los tenemos.

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