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Alimentación y Autoestima

Apreciar las cualidades que nos adornan, reconocer de una manera madura nuestros
defectos y fortalecer la capacidad que tenemos para ser mejores, son algunos de los
elementos básicos para llevar una vida plena y feliz debidamente fundamentada en la
autoestima.

La Autoestima se expresa ante todo en la atención que prestamos a nuestras propias


necesidades, en los cuidados que brindamos a nuestro cuerpo, la forma en que
cultivamos nuestra cultura y nuestros conocimientos así como en el nivel de satisfacción
que sentimos por lo que somos.

Por otro lado, los hábitos alimenticios son a su vez un factor de gran importancia para la
buena salud, por lo tanto, en ellos se refleja el amor y respeto sentimos por nosotros
mismos.

Las investigaciones señalan que existe una fuerte relación entre el desarrollo de
trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia (trastornos muy comunes en
nuestra sociedad) y los problemas de baja autoestima. En estos casos, la autoestima se
fortalece o debilita por la forma en que las personas se perciben y esto influye en la
manera en que nos alimentamos y cuidamos de nuestro cuerpo.

Los expertos observan que en muchos casos, las personas obesas por ejemplo, tienen
una baja autoestima que tradicionalmente se había considerado como una consecuencia
de la obesidad, pero las investigaciones más modernas señalan que, por el contrario, la
baja autoestima podría ser una de sus causas, ya que los niños cuya percepción de sí
mismos es negativa, tienen mayor tendencia a convertirse en adultos obesos. Estos son
casos en los que podemos observar los efectos negativos que hay entre el hecho de
comer (no necesariamente alimentarse) y la percepción que se tiene de uno mismo.

Sin embargo, la relación entre estos factores  ofrece otras posibilidades.

Está, desde luego, el cuidado que se puede tener de nuestro cuerpo a través de una
alimentación balanceada, que no sólo le permite mantenerse bien, sino que le ayuda a
luchar contra las enfermedades y retarda el desgaste natural del organismo.

Evidentemente, la obesidad no es el único problema derivado de la mala alimentación,


puede serlo también el tener una constitución física extremadamente delgada y frágil o
simplemente tener algunas deficiencias o problemas que por falta de interés por uno
mismo, es decir, por una baja Autoestima,  no se detectan y nos causan problemas al
cabo del tiempo como es el caso del colesterol, la diabetes , el acido úrico, la
hipertensión arterial, etc., además de otros efectos más complejos de carácter
psicológico como la ansiedad o la depresión.

En todos estos casos descartamos, obviamente, aquellos provocados por alguna


enfermedad, las condiciones genéticas, los problemas hormonales, etc., que escapan del
ámbito de la alimentación.

Afortunadamente la nutrición puede entrelazarse con el arte culinario, por lo que es


también muchas veces un medio para consentir a los sentidos y alentar al espíritu. 
El ser humano tiene muchos recursos afortunadamente y, de esta manera, nutrirse deja
de ser algo solamente instintivo para convertirse en una actividad profundamente
humana, un regalo maravilloso con qué obsequiarnos a nosotros mismos y obsequiar a
los demás.

Esta concepción de la nutrición implica el saber equilibrar los nutrientes de la buena


mesa para bien del organismo y, al mismo tiempo, disfrutar el placer que nos da un
exquisito platillo y una grata compañía en un ambiente propicio para nutrir también
nuestro espíritu.

Los deseos  de vivir son uno de tantos reflejos de una alimentación adecuada y de una
Autoestima elevada.

La gastronomía es un excelente medio de expresión para manifestar nuestros afectos y


la Autoestima un aspecto fundamental que debemos cultivar para mantenernos activos,
sanos, optimistas y felices.

Alimentamos nuestro cuerpo a través de los nutrientes de la comida y a nuestro espíritu


por medio de sus aromas, sus sabores, la presentación de los platos y el cariño con el
que los recibimos o los preparamos.

De esta manera obtenemos los recursos necesarios para enfrentar con entusiasmo cada
día.

La percepción positiva de nuestras cualidades, la satisfacción de tener una mente sana y


un cuerpo bien formado nos dan una gran sensación de bienestar que nos impulsa
favorablemente y nos permite fortalecer nuestras relaciones humanas en todos los
aspectos, desde las relaciones hasta cierto punto intrascendentes hasta aquellas en las
que está involucrado el amor y nuestra sexualidad.

Recuerda. La Salud como la enfermedad entra por la boca

Ángel Suarez.
LOS ALIMENTOS COMO EXPRESIÓN DE CARIÑO.

A través de los gestos más sencillos y cotidianos, los seres humanos comunicamos
nuestros sentimientos más profundos. Es por ello que a través de un elemento tan
importante como los alimentos se pueden expresar muchísimas cosas,  que además
definen la forma en que nos relacionamos con la comida y las experiencias
gastronómicas en general.

Como parte de sus responsabilidades y sus afectos, los padres cubren desde los primeros
días las necesidades alimenticias del bebé, y es así como la comida se convierte en uno
de los primeros signos que identificamos con el amor, el bienestar y la felicidad.

Al paso del tiempo, la buena comida habrá de poblar también los recuerdos de los
momentos felices, de las fiestas y de los abrazos que nos consuelan en los momentos
difíciles. En casi todas las culturas, cada gran fiesta, cada celebración, está asociada con
determinados platillos típicos; porque la buena comida es en sí misma una fiesta, los
pueblos han relacionado desde el principio de los tiempos una comida especial con una
fecha memorable.

Es posible percibir esta relación entre el cariño y la comida o los alimentos tanto a nivel
personal como familiar y social. ¿Cuántas personas no se consienten con un rico helado
o un  chocolate cuando las cosas se ponen complicadas? Por supuesto, la relación
emocional que guardemos con la comida tiene mucho qué ver para que estas
expresiones se mantengan en el límite de lo sano. Cuando tristemente no sucede así, el
papel de los alimentos asociado al cariño (o falta de él) puede causar graves trastornos a
la salud, como el comer compulsivamente o el adquirir desórdenes como la anorexia o
la bulimia. Las asociaciones patológicas entre el cariño y la comida pueden llevar de
esta manera a serias complicaciones que deben ser tratadas por los especialistas.

A nivel familiar son evidentes las expresiones de cariño a través de la comida. Si el


caldo de pollo basta para hacer sentir uno de esos cálidos abrazos de cuando estás
acatarrado en una tarde de invierno, es porque la asociación entre el platillo y el cariño
con el que nos lo sirvieron es muy estrecha y nuestra mente no puede evitar seguirlos
relacionando a través de los años.

Y en las fiestas familiares, uno de los aspectos más importantes es lo que se compartirá
en la mesa; esos platos típicos de la familia que unen e identifican, pero sobre todo,
expresan la alegría de encontrarse reunidos.

Entre pueblos enteros ocurre algo similar. Las culturas establecen una relación con la
comida en la que es evidente el papel emocional de ésta en la vida de los individuos.
Nuestro Español se caracteriza mucho por su afición a los diminutivos ¡y con qué gusto
los aplicamos a nuestros platillos más queridos! Porque una quesadilla no se ofrece con
el mismo amor que una quesadillita y unos garbanzos no son tan sabrosos como unos
garbancitos o garbanzada…

Y a nivel mundial, en las sociedades más distintas, el obsequio de un chocolate, de un


postre delicioso, de una buena botella de vino, son expresiones exquisitas del afecto que
además invitan a compartir.
Así, los alimentos son satisfactores de una necesidad vital que es irremediablemente
necesario satisfacer, pero la buena comida hecha con cariño es una expresión de amor y
de afecto, que son también un alimento perfecto para el alma.

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