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Apreciar las cualidades que nos adornan, reconocer de una manera madura nuestros
defectos y fortalecer la capacidad que tenemos para ser mejores, son algunos de los
elementos básicos para llevar una vida plena y feliz debidamente fundamentada en la
autoestima.
Por otro lado, los hábitos alimenticios son a su vez un factor de gran importancia para la
buena salud, por lo tanto, en ellos se refleja el amor y respeto sentimos por nosotros
mismos.
Las investigaciones señalan que existe una fuerte relación entre el desarrollo de
trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia (trastornos muy comunes en
nuestra sociedad) y los problemas de baja autoestima. En estos casos, la autoestima se
fortalece o debilita por la forma en que las personas se perciben y esto influye en la
manera en que nos alimentamos y cuidamos de nuestro cuerpo.
Los expertos observan que en muchos casos, las personas obesas por ejemplo, tienen
una baja autoestima que tradicionalmente se había considerado como una consecuencia
de la obesidad, pero las investigaciones más modernas señalan que, por el contrario, la
baja autoestima podría ser una de sus causas, ya que los niños cuya percepción de sí
mismos es negativa, tienen mayor tendencia a convertirse en adultos obesos. Estos son
casos en los que podemos observar los efectos negativos que hay entre el hecho de
comer (no necesariamente alimentarse) y la percepción que se tiene de uno mismo.
Está, desde luego, el cuidado que se puede tener de nuestro cuerpo a través de una
alimentación balanceada, que no sólo le permite mantenerse bien, sino que le ayuda a
luchar contra las enfermedades y retarda el desgaste natural del organismo.
Los deseos de vivir son uno de tantos reflejos de una alimentación adecuada y de una
Autoestima elevada.
De esta manera obtenemos los recursos necesarios para enfrentar con entusiasmo cada
día.
Ángel Suarez.
LOS ALIMENTOS COMO EXPRESIÓN DE CARIÑO.
A través de los gestos más sencillos y cotidianos, los seres humanos comunicamos
nuestros sentimientos más profundos. Es por ello que a través de un elemento tan
importante como los alimentos se pueden expresar muchísimas cosas, que además
definen la forma en que nos relacionamos con la comida y las experiencias
gastronómicas en general.
Como parte de sus responsabilidades y sus afectos, los padres cubren desde los primeros
días las necesidades alimenticias del bebé, y es así como la comida se convierte en uno
de los primeros signos que identificamos con el amor, el bienestar y la felicidad.
Al paso del tiempo, la buena comida habrá de poblar también los recuerdos de los
momentos felices, de las fiestas y de los abrazos que nos consuelan en los momentos
difíciles. En casi todas las culturas, cada gran fiesta, cada celebración, está asociada con
determinados platillos típicos; porque la buena comida es en sí misma una fiesta, los
pueblos han relacionado desde el principio de los tiempos una comida especial con una
fecha memorable.
Es posible percibir esta relación entre el cariño y la comida o los alimentos tanto a nivel
personal como familiar y social. ¿Cuántas personas no se consienten con un rico helado
o un chocolate cuando las cosas se ponen complicadas? Por supuesto, la relación
emocional que guardemos con la comida tiene mucho qué ver para que estas
expresiones se mantengan en el límite de lo sano. Cuando tristemente no sucede así, el
papel de los alimentos asociado al cariño (o falta de él) puede causar graves trastornos a
la salud, como el comer compulsivamente o el adquirir desórdenes como la anorexia o
la bulimia. Las asociaciones patológicas entre el cariño y la comida pueden llevar de
esta manera a serias complicaciones que deben ser tratadas por los especialistas.
Y en las fiestas familiares, uno de los aspectos más importantes es lo que se compartirá
en la mesa; esos platos típicos de la familia que unen e identifican, pero sobre todo,
expresan la alegría de encontrarse reunidos.
Entre pueblos enteros ocurre algo similar. Las culturas establecen una relación con la
comida en la que es evidente el papel emocional de ésta en la vida de los individuos.
Nuestro Español se caracteriza mucho por su afición a los diminutivos ¡y con qué gusto
los aplicamos a nuestros platillos más queridos! Porque una quesadilla no se ofrece con
el mismo amor que una quesadillita y unos garbanzos no son tan sabrosos como unos
garbancitos o garbanzada…