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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


UNIVERSITARIA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA

UNIVERSIDAD POLITÉCNICA TERRITORIAL DEL ESTADO MÉRIDA “KLÉBER


RAMÍREZ” - CONVENIO ULAC-CSF

Introducción a la Pediatría Prehospitalaria

Atención Prehospitalaria
Prof. Jorge Barrera

Autor:
Gutiérrez García, César Andrés
CI. V- 29780967
Caracas, febrero de 2021
Introducción
Las emergencias prehospitalarias tienden a ser impredecibles, sin embargo,
cuando las mismas emergencias se repiten se puede lograr definir patrones en distintos
pacientes, ya sea en respuesta fisiológica, lesiones, mecanismos de lesión, edades, etc.
Estas similitudes otorgan al operador una noción acerca de lo que puede
encontrarse y de cómo debería actuar frente a situaciones ya vividas anteriormente. Sin
embargo estas nociones pueden sustituirse por otras una vez el paciente cumple con
ciertas características.
Los niños son un ejemplo de cómo los provenientes deben adecuarse a las
situaciones, ya que su anatomía y fisiología es diferente a la de los adultos, por lo que el
abordaje a su situación debe ser diferente, y extremadamente cuidadoso A su vez, los
niños no poseen esa madurez capaz de hacerlos entender en su totalidad lo que ocurre a
su alrededor por lo que no solo cambia los protocolos de atención si no también los de
interacción. Incluso los padres del niño deben tomarse en cuando una antes, durante y
después del tratamiento ya que su intervención puede resultar favorecedora si se actúa
de forma adecuada.
Es importante conocer que diferencias tiene los niños de los adultos, y como
abordarlas, un buen personal de salud debe estar preparado para cualquier situación; el
trauma pediátrico es una de esas donde todo a lo que estamos acostumbrados cambia.
Además el conocimiento debe ser lo más preciso posible ya que no solo depende la vida
del niño, si no también su desarrollo integral como un ser humano.
Epidemiología de las enfermedades y lesiones infantiles
Las enfermedades y riesgos en menores varía dependiendo de la edad que
tengan; los riesgos neonatales tienen que ver mayormente con las condiciones antes y
después del parto, referentes a cuidados, así como higiene, temperatura e incluso la
lactancia.
Una vez van acabando los primeros meses de vida los riesgos comienzan a
sustituirse por infecciones de alta mortandad si no hay la atención adecuada. La
neumonía, la diarrea, el paludismo, sarampión o infección por VIH son las principales
en cuanto a estadísticas, y años tras año matan miles de niños que pudieran sobrevivir si
los cuidados son los adecuados.
Al igual que en los adultos, una parte importante de lesiones ocasionadas en
niños es producto de accidentes de tránsito, siguiéndole accidentes domésticos como
caídas, y por ultimo lesiones por abuso, en cuanto a infantes se trata.
El tipo de lesiones y su gravedad depende mucho de la situación socio-
económica de los afectados. La accesibilidad a los servicios médicos y su tiempo de
respuesta adquiere un valor adicional al tratarse de pacientes tan vulnerables.
Podemos observar en el trauma pediátrico que las lesiones pueden asemejarse
mucho a las que vemos en adultos, sin embargo la forma en las que estas evolucionan
en bebes y niños es diferente y se trata de manera diferente. Las lesiones más comunes
que podemos ver en este ámbito son: las cerebrales por trauma, medulares, torácicas,
abdominales, en extremidades y térmicas. Lastimosamente es común ver lesiones de
estos tipos ocasionadas por abuso, y no por accidentes, aunque la más común por abuso
son las quemaduras.
Al ser pacientes frágiles los accidentes que parecen mínimos como la caída de
una bicicleta pueden desencadenar lesiones internas e incluso facturas. En accidentes de
mayor riesgo como los automovilísticos puede haber fracturas en columna,
extremidades, lesiones multisistémico y laceraciones varias, que en un niño son de gran
peligro.

Diferencias Anatómicas y Fisiológicas más resaltantes


Respiratorias: el metabolismo del niño es muy alto en relación a el del adulto,
por lo que el consumo de oxígeno es mucho mayor (Niño: 6-8 ml/kg/minuto, Adulto: 3-
4 ml/kg/minuto). Por lo que una apnea desarrolla una hipoxia rápidamente.

Vías aéreas: Las diferencias anatómicas de las vías aéreas en los niños: menor
calibre de las vías aéreas superiores e inferior, mayor tamaño de la lengua en proporción
a la cavidad bucal, disposición de la laringe más craneal y anterior, epiglotis más corta,
estrecha y angulada hacia adelante, inserción de las cuerdas vocales más baja en su
porción anterior y estenosis infraglótica fisiológica y tráquea más corta. Estas
diferencias dan a lugar una serie de consecuencias clínicas importantes.
Pequeños edemas obstruyen fácilmente las vías aéreas.
El desplazamiento posterior de la lengua la hace más propensa a obstruir la vía
aérea, además dificulta su control con un laringoscopio.
El ángulo de intubación es más agudo, por lo que la laringoscopia se debe
realizar con una pala recta y evitando la deflexión excesiva del cuello.
Durante la intubación es bastante probable que se choquen las comisuras
anteriores de las cuerdas vocales.
El tubo endotraqueal se escoge teniendo en cuenta el tamaño del anillo traqueal
y no el tamaño de las cuerdas vocales. Una vez el tubo es introducido se debe
comprobar la existencia de una cierta fuga para evitar un tubo demasiado ajustado que
provoque complicaciones postextubación.
El mínimo movimiento del tubo o del paciente puede provocar una intubación
selectiva o una extubación accidental.
De igual forma la vía aérea inferior es de menos calibre, además de ser más
distensible y con un cartílago de soporte menos desarrollado.
Pared torácica: Debido a que el tórax infantil es bastante distensible cuando el
esfuerzo respiratorio disminuye o cesa se produce una drástica reducción de la
capacidad residual funcional (Disminuye el volumen de aire dentro de los pulmones).
Por otro lado si se obstruye el flujo de aire por los pulmones el aumento del trabajo
ventilatorio provocará un movimiento paradójico del tórax acompañado de una
depresión esternal, limitando la expansión de los pulmones.
Esta misma distensibilidad hace que la expansión del tórax se logre con poco
esfuerzo. Lo que hace que la presencia de algún neumotórax, hemotórax o quilotórax
sea difícil de distinguir a la inspección.
Parénquima Pulmonar: la distensibilidad pulmonar neonatal es disminuida,
esta va amentando durante la infancia, mientras que la torácica es aumentada este
contraste hace ineficaz el ventilar durante un distrés respiratorio.
El volumen de cierre es mayor haciendo que haya vías que permanezcan
cerradas. Esta mayor tendencia a la atelectasia se ve agravada por la ausencia de poros
de Khon y canales de Lambert.
Frecuencia Respiratoria: gracias a todos estos factores mencionados se sabe
que la frecuencia respiratoria del niño es superior a la del adulto. Cuando el niño
atraviesa un distrés y tiene un ritmo cardiaco normal, se debe inferir un rápido deterioro
del paciente.
Control ventilatorio: debido a un centro respiratorio inmaduro muchas
procesos se ven acompañados de apnea, ya sea por hipoxemia, hipoglucemia,
hipotermia, intoxicación por fármacos, trauma cráneo encefálico, e incluso algunas
infecciones extracraneales como las tosferina o la bronquiolitis que son asociables con
este patrón respiratorio.

Cardiovascular: un niño tiene mayor gasto cardiaco por kg de peso que el


adulto. Esto combinado con la alta demanda de oxígeno puede condicionar un severo
compromiso cardiorrespiratorio una vez se incrementa la demanda de oxígeno o se
dificulta el su transporte.
Frecuencia y ritmo cardiaco: La frecuencia cardiaca es mayor a la de un
adulto, con un menor volumen por latido. La poca distensibilidad del corazón y su
mayor proporción de tejido fibroso limita el gasto cardiaco.
Si bien los ritmos acelerados son bien tolerados por el corazón de un niño, su
disminución indica una parada cardiaca inminente.
Volemia: oscila entre 70-90 ml/kg. Lo que para un adulto puede resultar
mínimo, para un niño puede resultar en una hipovolemia.
Respuestas a catecolaminas: desarrollan taquicardia durante su administración,
lo que podría limitar su uso.

Neurológicas: el cerebro del lactante y prescolar tiene mayor contenido de agua


y una mielinizacion incompleta, haciéndolo más homogéneo y susceptible a sufrir
traumatismos, que se verán expresados con pérdida de la conciencia y pupilas fijadas y
dilatadas. Aunque en los adultos eso se ve en lesiones importantes, de mal pronóstico,
en niños esto es diferente ya que su recuperación es más rápida, la morbilidad en
infantes por TCE es mucho menor que en adultos.

Accesos Vasculares: la canalización de vías venosas es más difícil.

Regulación de la glucemia: los neonatos y lactantes tienen altas necesitados de


glucosa por lo que, aunque es contraindicado administrar soluciones glucosadas durante
el RCP, debe considerarse en estos pacientes.

Control térmico: El cociente superficie corporal/volumen es sensiblemente


superior en el niño que en el adulto. Los hace vulnerables a ambientes hostiles. La
hipotermia es peligrosa, ya que los más pequeños no pueden tiritar y este estado exige
más oxígeno. Un manejo adecuado de un niño también consta de darle prioridad a su
temperatura.

Consideraciones sobre el desarrollo normal y claves de interacción

La principal diferencia de un paciente pediátrico en relación a un paciente adulto


son sus diferencias anatómicas y fisiológicas, por lo que el abordaje del infante debe ser
minucioso. A su vez el estado alterado del niño junto con la presencia de los padres son
factores importantes a considerar cuando se le va a tratar. El triage, la atención para la
estabilización y el traslado eficaz optimizan la recuperación del paciente.

Ahora una lista de factores relevantes referentes a las complicaciones más


comunes en la atención prehospitalaria pediátrica:

Consideraciones en vía aérea

Una buena ventilación no significa que no se requiera oxigeno suplementario.


Los menores de buen aspecto de puede deteriorar rápidamente.
Una ventilación inadecuada no se soluciona con una mayor concentración de oxígeno.
Una hipoxia transitoria es un niño lesionado puede alteraciones importantes en la
conciencia.
Se pueden utilizar dispositivos para mejorar la permeabilidad.
Un manejo avanzado de la vía aérea puede resultar perjudicial, no es indispensable.

Consideraciones en hemorragia

Pequeños sangrados pueden complicar mucho.


Los sangrados mortales suelen ser producto de lesiones en múltiples órganos.
Una fractura mata a un niño.
La taquicardia se debe considerar producto de una hemorragia o hipovolemia hasta que
se demuestre lo contrario.
Una perfusión ineficaz se puede inferir por los esfuerzos respiratorios.
Estos signos de hemorragia son sutiles.
Los niños con trauma contuso deben ser estrechamente monitoreados para detectar estos
signos.
Para compensar volumen se utilizan sustancias cristaloides en proporción 20ml/kg.
Una vez se aplican líquidos se debe considerar una trasfusión de eritrocitos.
Antes de reanimar con líquidos a un niño se debe verificar una hipoperfusión.
En caso que no sea segura no se deben sobre pasar 2 bolos de líquido adicional.
En caso de un trauma craneal se aplican líquidos para evitar la hipotensión.
Un trauma craneal puede aumentar la presión intracraneal, dificultando la perfusión.
Enviar una sobrerreanimación evitando un edema cerebral iatrogénico.
La evaluación del niño durante el tratamiento con líquidos es importante para sus
cuidados posteriores.

Consideraciones en el sistema nervioso

En lesiones del sistema nervioso la ventilación y oxigenación son puntos claves.


Los niños sueles responder mejor a los TCE, pero la suma de otras lesiones agrava.
La pérdida de la conciencia es un indicador de una posible lesión en el SNC.
Escala de Glasgow modificad apara pediatría.
Por motivos anatómicos los niños pueden parecer lesiones en la médula espinal sin
anomalías radiográficas, o SCIWORA.
Un déficit neurológico transitorio que se resuelve antes de llegar al centro asistencial
puede indicar una lesión significativa.
Los pacientes con SCIWORA pueden desarrollar un edema en la medula espinal hasta 4
días después de la lesión.
Desarrollo psicomotor

Edad Desarrollo Psicomotor

0 a 1 mes Mira sus alrededores, se fija en caras y objetos, pero no sigue


movimiento.

2 a 4 meses Sigue el movimiento de las caras y objetos, sonríe.

4 a 6 meses Come alimentos infantiles.

6 a 11 meses Se sienta y demuestra temor a los extraños.

12 meses Se pone de pie.

12 a 18 meses Camina y usa palabras aisladas.

2 años Explota el entorno de manera activa.

3 años en Desarrolla la capacidad del lenguaje y razonamiento.


adelante

Estrategias interacción según la edad

Neonatos (de 0 a 1 mes)


Mantener en los brazos de los padres.
Mantenerlo caliente y a todo lo que tenga contacto con él.
Usar un tono de voz bajo y sonreír.
Permitir uso de chupón o del dedo de un guante.
Evitar ruidos y luces fuertes.

Lactantes menores (De 1 a 12 meses)


Mantener a los padres cera.
Mantener al niño caliente y a todo lo que tenga contacto con él.
Usar un tono de voz bajo y sonreír.
Usar utilizar algún objeto llamativo para distraerlo.
Evaluar de cabeza a pies, pero no se puede empezar la inspección por la cabeza.

Lactantes mayores (De 1 a 3 años)


Ganar la cooperación de los padres favorecen a la confianza del niño.
Permitir que el niño participe en la asistencia.
Respetar el pudor.
Vestir rápidamente la parte del cuerpo expuesta después de evaluar.
Explicar al niño que no es culpable de la enfermedad o lesión.
Tranquilizar si el procedimiento es indoloro.
No mostrar agujar ni objetos filosos a menos que sea necesario.
Preescolar (De 3 a 6 años)
Junto con las consideraciones del lactante mayor:
Explicar de forma sencilla los procedimientos.
Explicar lo que sucederá a continuación.
Estimular al niño que contribuya a su cuidado.
Advertir al niño de los procedimientos dolorosos inmediatamente antes de llevarlos a
cabo.
Mantener los sangrados cubiertos y fuera de la vista del paciente.

Escolar (De 6 a 12años)


Junto con las consideraciones de un preescolar:
Ser honesto.
Presentarse al niño.
Aproximarse con amabilidad y simpatía.
Comunicar todo antes de realizarlo.
Establecer lazos, dialogar con el fin de crear una complicidad en pro a la cooperación.
Permitir que el niño escoja el tratamiento si es posible.
Tranquilizar al niño si la lesión no es grave.

Escolar (De 12 a 18)


Interactuar como un escolar más:
Hablar respetuosamente y de forma amable.
Interrogar al propio paciente.
Respetar a la independencia, dirigirse directamente el.
Permitir que los padres intervengan en la evaluación.
Conclusión

Los aspectos más relevantes a tener en cuenta a la hora se tatar a un niño o bebe
durante una emergencias entender que es extremadamente propenso a descompensarse.
Puede pasar de tener un aspecto normal, a tener un shock importante debido a sus
diferencias anatómicas y fisiológicas.

El niño por poco raciocinio que tenga sobre las situaciones es indispensable
tratar con él, ya que la confianza que nos dé a nosotros será lo que nos permita trabajar
con más libertad, que nos consienta el hecho de estar invadiendo su espacio.

La temperatura y las lesiones internas son factores que a simple vista no se


identifica, pero que son los responsables de severos daños en el niño y su desarrollo por
lo que es indispensable mostrar inmenso interés a todas esas señales que nos pueden
decir que está ocurriendo con nuestro paciente, para poder tratarlo adecuadamente.

Son pacientes pequeños, frágiles, delicados, inexpertos, que a diferencia de los


adultos deben tener un cuidado extremo por pequeña que sea la lesión, ya que un
accidente en un adulto que aparenta ser inofensivo en un niño puede ser letal, o puede
dejar secuelas irreversibles.
Bibliografía

https://www.elsevier.es/es-revista-boletin-medico-del-hospital-infantil-401-articulo-
epidemiologia-lesiones-no-intencionales-ninos-X1665114614130042

https://www.who.int/features/qa/13/es/

https://www.uninet.edu/tratado/c120602.html

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