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Autora: V. S. Mujina.
Entre las operaciones que asimila el niño en temprana edad, las que tienen un valor
singular para su desarrollo psíquico resultan: las operaciones correlativas y las
instrumentales. Las operaciones correlativas son aquellas cuyo objetivo consiste en poner
dos o varios objetos (o sus componentes) en determinadas relaciones mutuas en el
espacio. Por ejemplo, ensartar pirámides de anillos. operar con distintos juguetes
armables y desarmables, poner las tapas de las cajas.
Ya en el período de tierna infancia los niños comienzan a ejecutar operaciones con dos
objetos: ensartar, poner juntos, tapar, etc. No obstante. las operaciones manipulativas
mencionadas se caracterizan por el hecho de que el niño, haciéndolas, no toma en cuenta
las propiedades de los objetos: no escoge objetos de conformidad con su forma y tamaño.
no los coloca en algún orden.
Al contrario. las operaciones correlativas que comienzan a asimilar en temprana edad
requieren que todo eso se tome en cuenta.
Así, para ensartar correctamente la pirámide hace falta tener en cuenta la correlación de
anillos según su tamaño: primeramente ha de colocar el anillo más grande, pasando
después a los que son cada vez más chicos. respectivamente. Ensamblando la matrioshka.
hace falta aparear sus mitades del mismo tamaño. comenzando por ensamblar la más
pequeña, insertarla en la que es un poco más grande, etc. Operando con otros juguetes
armables y desarmables, de la misma manera hace falta tomar en cuenta las
características de objetos. escoger elementos iguales o correspondientes unos a otros y
ubicarlos en un orden determinado.
Las operaciones deben regularse por el resultado deseado (armar una pirámide o
matrioshka). pero el niño no es capaz de obtener por su propia cuenta tal resultado. ni
siquiera lo aspira en la fase inicial. En el caso de la pirámide se satisface por completo
con ensartar anillos en el eje, no importa el orden, y con poner de encima una campanita.
El adulto acude en ayuda. Proporciona al niño el modelo de operación. llama su atención
a equivocaciones y le enseña a conseguir el resultado correcto. En fin de cuentas el niño
asimila la operación. Sin embargo, la operación puede efectuarse mediante diferentes
modos. En algunos casos el niño. desarmando la pirámide. simplemente guarda en la
memoria dónde ha colocado cada anillo y procura ensartarlos igualmente. En otros casos
emprende la vía de pruebas. notando errores cometidos y corrigiéndolos. y en tercer caso
escoge a ojo los anillos precisos y los ensarta en el eje por orden.
Los métodos de ejecutar operaciones correlativas que se forman en el niño. dependen de
particularidades de la enseñanza. En el caso de que los adultos muestran solamente el
modelo de operación, muchas veces armando y desarmando la pirámide ante los ojos
del niño. es más probable que el niño guarde en la memoria el sitio donde colocan cada
anillo, desarmando la pirámide. Si los adultos fijan la atención del niño en los errores y
en su corrección, es más probable que vaya a operar por medio de pruebas. Por fin,
enseñando a probar preliminarmente los anillos y escoger entre ellos el más grande. se
puede formar la habilidad para escogerlos a ojo. Solamente el último método corresponde
al objetivo de la operaci6n y permite efectuar la misma en las condiciones más variadas
(los niños enseñados mediante dos primeros métodos no pueden ensartar la pirámide si,
por ejemplo, reciben diez-doce anillos en vez de los cinco que son de costumbre).
Las Operaciones instrumentales son aquellas en las cuales un objeto -el instrumento- se
utiliza para actuar sobre otros objetos. Incluso la utilizaci6n de los instrumentos más
simples, manuales, ni hablar de mecanismos, no sólo aumenta las fuerzas naturales del
hombre, sino le brinda la posibilidad de ejecutar variadas operaciones que son
absolutamente imposibles para la mano no pertrechada. Los instrumentos sirven como si
fuesen los órganos artificiales del hombre, los cuales el hombre pone entre su persona y
la naturaleza. Recordemos, pues, del hacha, la cuchara, la sierra, el martillo, las tenazas,
el cepillo de carpintero...
Por supuesto, el niño entra en conocimiento de como se emplean sólo algunos
instrumentos más elementales: la cuchara, la taza, la pala, el lápiz. No obstante, eso
también tiene mucha importancia para su desarrollo psíquico, porque los instrumentos
mencionados también encierran los rasgos inherentes de cualquier instrumento. El modo
de usar instrumentos, elaborado por la sociedad, está reproducido y fijado en su propia
estructura.
El instrumento funciona en calidad de intermediario entre la mano del niño y los
objetos sobre los cuales hace falta actuar, y el modo de realizar dicha actuación depende
de la estructura del instrumento. Excavar la arena con una pala o coger papilla con una
cuchara no es lo mismo que hacerlo con la mano. Por eso, la asimilación de operaciones
instrumentales requiere una reorganización total de movimientos de la mano del niño y su
supeditación a la estructura del instrumento. Pongamos por caso el uso de la cuchara. Su
estructura requiere que el niño, al coger la comida, primeramente la lleve verticalmente
para arriba, sin inclinar, y luego, a la boca por una línea recta. Pero la comida cogida con
la mano se lleva absolutamente de otra manera: la mano se dirige desde el plato
directamente a la boca. Por consiguiente, el movimiento de la mano pertrechada con una
cuchara debe reorganizarse. Pero la reorganización de movimientos de la mano puede
efectuarse sólo a condición de que el niño aprenda a tomar en cuenta la vinculación entre
el instrumento y los objetos a los cuales está dirigida la operación: entre la cuchara y la
comida, la pala y la arena, el lápiz y el papel. Es una tarea nada fácil. Toda la experiencia
de operaciones manipulativas enseña al niño a vincular el resultado de operaciones con la
actuación sobre objetos con ayuda de su propia mano, pero no con ayuda de otro objeto.
El niño asimila las operaciones instrumentales en el curso de la enseñanza dirigido
sistemáticamente por el adulto, quien le muestra la operación, guía la mano del niño,
llama su atención al resultado. Sin embargo, dada tal condición, la asimilación de
operaciones instrumentales no se realiza en seguida. La asimilación atraviesa varias
etapas. En la primera etapa el instrumento sirve para el niño sólo como continuación de
su propia mano, realmente, y el niño intenta operar con éste como con su propia mano.
Los niños agarran la cuchara, apretando el puño, muy cerca de la cavidad, hasta meter
deditos en ésta y, al coger la comida con ayuda del adulto, la llevan a la boca por una
trayectoria oblicua de la misma manera como llevarían el puño. Con ello, toda su
atención no está concentrada en la cuchara, sino en la comida.
Es lógico que la mayor parte de la comida se derrama o cae, y la cuchara llega a la boca
casi vacía. A pesar de que el niño sostiene el instrumento, en esta etapa su operación
todavía no es instrumental, sino manual. La etapa siguiente consiste en que el niño
comienza a orientarse a la vinculación del instrumento con el objeto al cual está dirigida
la operación (la cuchara con la comida), pero llega a cumplirla felizmente sólo de vez en
cuando, tratando de repetir movimientos que le brindan éxito y solamente como resultado
final ocurre la acomodación suficiente de la mano a las propiedades del instrumento: se
forma la operación instrumental.
Las operaciones instrumentales que asimila el niño de temprana edad, son muy
imperfectas, y en adelante continúan perfeccionándose. No obstante, lo que tiene
importancia no es el grado hasta el cual están ejercitados los movimientos respectivos del
niño, sino lo que el niño está asimilando el mismo principio del empleo de instrumentos
el cual es uno de los principios fundamentales de la actividad del hombre. La asimilación
del principio de la operaci6n instrumental proporciona al niño la posibilidad de pasar, en
algunas situaciones, a la utilización independiente de objetos en calidad de instrumentos
más simples (por ejemplo, usar el palo para alcanzar un objeto situado lejos).
Comenzando a cumplir las reglas del empleo de objetos, el niño entra
psicológicamente en el mundo de cosas permanentes: los objetos intervienen para él en
calidad de cosas que tienen la destinación y el modo de empleo determinados. Al niño lo
enseñan que en la vida habitual el objeto tiene un significado c o n s t a n t e precisado
por la sociedad. Todavía no dan a entender al pequeño que en una situación extrema
puede cambiar el significado del objeto.
Psicológicamente el niño ya está orientado a la actividad relacionada con objetos,
pero su desarrollo social se determina por la asimilación de la norma elemental del
comportamiento en el mundo de cosas permanentes, así como por la asimilaci6n de
algunas formas de relaciones recíprocas con la gente con motivo de las mismas cosas.
Las normas que se presentan al niño de temprana edad son insignificativas y
determinadas. Las reglas se ofrecen de tal manera que el pequeño siempre actúe
orientándose a un solo significado (el jabón sirve para enjabonar las manos; la taza, para
beber el pañuelito, para limpiar la nariz, etc.).
Organizaron la llamada conservación experimental con los niños. El adulto
planteaba en forma verbal una situación de problema y el niño tenía que resolverla
también en forma verbal.
El experimentador mostraba al niño diferentes objetos, uno tras otro, y
preguntaba: "¿Qué se puede hacer con este objeto?", "¿Se puede hacer algo más? ¿Qué
cosa?" , "¿Se puede utilizar este objeto de tal manera?" (El experimentador nombraba
otra operación impropia del objeto dado.) "¿Por qué se puede? ¿Por qué no se puede?" En
este caso el niño interpreta en la mente operaciones propuestas, correlaciona las mismas
con operaciones orientadas a objetos, así como con objetos concretos, y emite su juicio
respecto a la posibilidad o imposibilidad de utilizar el objeto de tal modo como se
propone. Por ejemplo, demostraron al niño el pañuelo de bolsillo y le hicieron las
siguientes preguntas: "He aquí un pañuelo. ¿Qué hacen con éste ?. , ,. ¿Se puede secar las
manos con pañuelo? ¿Por qué se puede? ¿Por qué no se puede?", "¿Se puede limpiar la
mesa con pañuelo? ¿Por qué se puede? ¿Por que no se puede?", "¿Se puede limpiar
zapatillos con pañuelo? ¿Por qué se puede? ¿Por qué no se puede?"
Los niños de temprana edad no pueden, con mayor frecuencia, argumentar sus
respuestas, pero en la mayoría absoluta de los casos se empeñan en conservar la función
del pañuelo que es propia del mismo. El adulto pregunta: "¿Se puede limpiar con pañuelo
zapatillos?" Los niños contestan: "No se puede porque". (Victor Z., 2,3 años.) Se puede
limpiar sólo la nariz y nada más". (Marina F., 2,6 años.)
Fue estudiada la actuación del niño con los objetos que tienen una sola función
fija y con los objetos utilizables de diferentes modos y para diferentes propósitos,
aplicándose el método de la sustitución múltiple de las funciones del objeto. Dicho
método estipula la utilización de los mismos objetos tanto en la situación de juego como
en la situación real. Durante el experimento el niño cae en una situación de la m o t i v a
c i ó n a m b i v a l e n t e, c o n t r a d i c t o r i a, en la cual debe tomar la decisión de
cómo actuar con el objeto: de conformidad con su destinación funcional directa o según
su conversión ofrecida.
En el experimento fueron utilizados los objetos que, por una parte, tenían
posibilidades de la aplicación polifuncional, mientras que por otra parte, ciertas
limitaciones, rebasando las cuales se infringirían seriamente las normas que determinan el
uso de los objetos dados.
Ofrecían al niño las siguientes operaciones con objetos: operaciones
correspondientes a la destinación funcional del objeto; operaciones admisibles desde el
punto de vista de las normas de vida cotidiana; operaciones desaprobables desde el punto
de vista de las normas de vida cotidiana. o sea, las operaciones que contradicen la
destinación funcional del objeto en las situaciones de la vida habitual.
En una de las situaciones experimentales el niño tenía que actuar con un objeto
que tiene la destinación funcional fija (con este propósito fue escogido el pañuelo de
bolsillo) y con un objeto polifuncional (con este propósito fue escogida una varita
redonda de madera, de tamaño de un bolígrafo standar ) .
El pañuelo de bolsillo. en diferentes situaciones del experimento, debía sustituir
por turno los objetos reales como: la toalla. la servilleta y el trapo. En el curso del
experimento se creaban las condiciones en las cuales. a consecuencia de la destrucción de
la función del objeto a causa de su sustitución, resultaba imposible utilizarlo en adelante
en su función principal. En la situación experimental el niño debía. asimismo, utilizar el
pañuelo conforme a su destinación directa, así como en calidad de toalla, servilleta o
trapo para limpiar la mesa sucia.
El experimentador proponía las siguientes operaciones:"Límpiate la nariz" (le da
al niño el pañuelo de bolsillo). "sécate las manos. He aquí una toalla" (le da el pañuelo de
bolsillo) ."Siéntate a la mesa. He aquí una servilleta" (le da el pañuelo de bolsillo) ."Se
vertió la leche. He aquí un trapo" (le da el pañuelo de bolsillo).
Resultó que el niño de temprana edad, tanto en el juego como en las situaciones
reales de la vida cotidiana, prefiere utilizar el objeto que tiene la función fija conforme a
su destinación.
Así, Sergio J. (2,10), respondiendo a la propuesta del experimentador de secar la mesa
mojada con pañuelo de bolsillo, dice: "No se debe servirse (el pañuelo) del trapo, sólo del
pañuelo para mí y para la muñeca". (Fragmento de observaciones de V.Ya. Kislenko.)
Para el niño de temprana edad se hace importante que el objeto se utilice
conforme a su destinaci6n funcional: tanto en el juego como en la situación real el objeto
con la función fija interviene para el niño en su destinación inicial, exclusivamente.
Los resultados de estudio obtenidos en las situaciones reales mostraron que los
niños de temprana edad asimilan sólidamente los modos sociales de utilización de las
cosas y es evidente que no quieren infringir las reglas de utilización del objeto. He aquí
donde se manifiesta el fenómeno de la comunicación social del niño con el adulto cuando
"la verdad se proclama de la boca del niño".
El desarrollo social del niño depende de su lugar dentro del sistema de relaciones
sociales, así como de las condiciones objetivas que determinan el carácter de su conducta
y las particularidades del desarrollo de su personalidad. En temprana edad el niño entra
psicológicamente en el mundo de cosas permanentes, gozando de un apoyo emocional
continuo del adulto. El trato del adulto con el niño y el carácter de la actividad dominante
crean la evaluación positiva de su propia persona "s o y b u e n o", que se manifiesta con
claridad, la pretensión del reconocimiento por parte del adulto, la tendencia al
maximalismo en juicios respecto a las reglas del comportamiento y la aspiración estable
por utilizar objetos de conformidad con su destinación; el niño entra a aspirar al
reconocimiento por parte del adulto y pasa de la ignorancia al mundo de relaciones
determinadas, al mundo de cosas permanentes.
Por otra parte, la utilización de un objeto polifuncional engendra las nuevas formaciones
positivas en el desarrollo psíquico del niño. Pongamos por caso.
En diferentes situaciones del experimento una varita de madera servía para sustituir por
turno los siguientes objetos reales: el termómetro, la cuchara, el lápiz y basta un
caramelo.
El experimentador proponía hacer las siguientes operaciones, utilizando la varita: "He
aquí un termómetro. Tómate la temperatura" (se le da la varita) ."He aquí una cuchara.
Come papilla" (se le da la varita y un plato de papilla real). "He aquí una hoja de papel y
un lápiz. Dibuja algo" (se le da la varita y la hoja de papel limpia) ."He aquí un caramelo.
Gústalo, es tan rico" (se le da la varita).
Resulta que en una serie de casos el niño de temprana edad se conforma con utilizar la
varita. La sustitución se acepta cuando el niño no concientaza el resultado final de la
sustitución: la mayoría de los niños se conforman con utilizar la varita en calidad de
termómetro.
La etapa inicial de garabateo está relacionada con la manipulación con el lápiz y el papel
ofrecidos al niño por el adulto. Copiando a los adultos y pasando el lápiz por el papel, los
niños comienzan a notar que en el papel se quedan marcas. Los garabatos que se hacen
con el lápiz, están representados por unas líneas discontinuas, un poco curvadas y con la
presión suave que siempre es la misma.
Pronto el niño asimila la función del lápiz como instrumento para marcar líneas.
Los movimientos del niño se hacen más precisos y variados. Resultan más variados
también los garabatos dejados en el papel. El niño concentra su atención en éstos.
Comienza a preferir unos garabatos entre otros y repetir algunos muchas veces. Al
conseguir el resultado que le despertó el interés, el niño se da a mirarlo, interrumpiendo
toda actividad motora, luego repite el movimiento y aparecen otros garabatos. muy
semejantes a los primeros, los cuales también se pone a mirar.
Con más frecuencia, el niño prefiere reproducir los garabatos bien marcados.
Entre éstos figuran: cortas líneas rectas (horizontales o verticales), puntos, marcas en
forma de "v" y líneas espiraliformes. En esta etapa, las líneas marcadas por el niño
todavía no representan nada y por eso dicha etapa se califica de representativa. El paso
del niño de la etapa prerrepresentativa incluye dos fases claramente delimitadas:
primeramente surge la identificación del objeto en una combinación casual de líneas y
luego, la representación intencionada.
Desde luego, los adultos intentan dirigir el dibujo del niño, le enseñan cómo
dibujar una pelota o el sol; cuando el niño está rayando el papel, le preguntan qué cosa ha
dibujado. Sin embargo hasta un momento determinado el niño no percibe tales
indicaciones y preguntas; sigue garabateando y está muy contento con eso. El cambio
ocurre cuando el niño comienza a relacionar alumnos garabatos con uno u otro objeto,
nombrándolos de palo, tío, etc. La posibilidad de que en garabatos aparezca la imagen de
un objeto es tan atractiva que el niño se da a esperar ansiosamente tal momento, rayando
el papel con energía. El niño identifica el objeto en unas combinaciones de líneas, aunque
lo aparentan muy poco, y se apasiona tanto que en un solo garabato con frecuencia ve dos
objetos ("La ventana... no, es una vitrina"; o: "El tío, no, es un tambor. ..El tío está
tocando un tambor".)
No obstante, la representación intencionada no aparece de una sola vez. Poco a
poco el niño pasa de la calificación de un garabato ya dibujado a la formulación verbal de
lo que quiere dibujar. La formulación verbal de la intención es el comienzo de la
actividad representativa del niño.
Cuando el niño de temprana edad manifiesta sus intenciones de dibujar algo
("Voy a dibujar al tío... el sol... el conejito"), tiene en cuenta una imagen gráfica conocida
para él: una combinación de líneas, la cual se calificaba como uno u otro objeto conocido
en su experiencia anterior. Una curva cerrada sirve de imagen gráfica de muchos objetos.
Por ejemplo, las curvas parecidas a circunferencias, marcadas en abundancia en papel por
una niña de dos años de edad, calificadas de "tía", "tío", "globo", etc., prácticamente no
se diferenciaban unas de otras. Sin embargo, el niño llega a comprender que una sola
designación del objeto sin la semejanza con el mismo, no puede satisfacer a las personas
allegadas. Lo mismo deja de satisfacer también al propio pintor, ya que olvida
rápidamente qué cosa ha dibujado. El niño comienza a emplear las imágenes gráficas a su
alcance sólo para representar los objetos que tengan cierta semejanza con estas imágenes
gráficas. Al mismo tiempo, intenta buscar nuevas imágenes gráficas. Los objetos, para los
cuales el niño no tiene imágenes gráficas (es decir, no tiene idea de qué manera se puede
representarlos), no sólo no los dibuja por su propia iniciativa, sino se niega a dibujarlos
por la petición de los adultos. Así, un niño se negaba categóricamente a dibujar una casa,
un hombrecito y un pajarito, pero ofrecía de buena gana: "Mejor dibujaré como escriben.
¿Quieres, te dibujo una escalerita?"
En este período se limita bruscamente el círculo de objetos que se dibujo El niño
comienza a dibujar un solo objeto o varios, y de esta manera el mismo dibujo para el niño
se convierte en la actividad dedicada a la representación de los objetos dados y, por
consiguiente, a veces hasta adquiere una denominación especial, por ejemplo, "hacer
hombrecito".
El origen de las imágenes gráficas, que aplica el niño, puede ser diferente.
Algunas encuentra el propio niño en el proceso de rayar, mientras que otras son resultado
de la imitación o copia de dibujos ofrecidos por los adultos como modelos, pero mucho
más simplificadas. Entre las últimas figura la representación del hombre, típica para el
niño, en forma de un "cabeza-piernas": un círculo con puntos y rayas adentro que
representan la cabeza, y dos líneas que salen del círculo y representan el torso y las
piernas
Mientras que es muy pequeña la reserva de imágenes gráficas de la cual dispone
el niño, en sus dibujos se manifiesta la combinación de la representación intencionada del
objeto, para el cual ya hay una imagen (por ejemplo, el hombre en forma de un "cabeza-
piernas"), con la identificación en" líneas marcadas casualmente de los, objetos
conocidos, cuyas imágenes gráficas todavía faltan.
En los niños de temprana edad el nombre del objeto a veces se vincula firmemente
con su función. Por eso, al tropezar con un objeto nuevo, el cual los adultos nombran con
una palabra conocida, el niño puede tratar de usarlo de manera correspondiente en
cualquier caso. Así, un niño de dos años de edad se acercó un día a su madre, teniendo en
la mano una pequeña silla de juguete. A la pregunta del niño "¿Qué es esto?" la madre
contest6: ,"La silla, Sásheñka". Para su gran sorpresa el niño en seguida puso la silla de
juguete en el suelo, se volvió de espalda y procuró sentarse con evidentes intenciones de
utilizar el objeto según su destinación.
Las generalizaciones que se están constituyendo en los niños, tienen forma de
imágenes y se emplean en el proceso de resolución de tareas figurativo-directa.
En el curso del tercer año de vida se realiza un cambio considerable en el
desarrollo intelectual del niño, que tiene mucha importancia para la asimilación posterior
de formas más complicadas del pensamiento y de nuevos tipos de la actividad: comienza
a formarse la función simbólica de la conciencia.. La función simbólica consiste en la
posibilidad de emplear un objeto en calidad de sustituto del otro. Con ello, en vez de
operaciones con objetos se efectúan operaciones con sus sustitutos, mientras que el
resultado se relaciona con los mismos objetos.
El empleo de diferentes símbolos y sus sistemas es una de las particularidades
más características del hombre. La sociedad creó los sistemas tan grandiosos de símbolos
como el idioma, el simbolismo matemático, diferentes especies del arte que representan
el mundo en la pintura, melodías musicales, movimientos de danza, etc. Cualquier género
de símbolos sirve para la comunicación entre la gente y sustituye (o simboliza) algunos
objetos, fenómenos, relaciones o propiedades de cosas reales. Así, por ejemplo, los
signos matemáticos (cifras y símbolos) designan relaciones cuantitativas; las fórmulas
químicas, la composición de substancias; los cuadros, la apariencia de personas y objetos.
Los símbolos se particularizan unos con otros en la presencia y el grado de
semejanza con los objetos y fenómenos. En algunos géneros del arte (por ejemplo, en
filma) la semejanza puede alcanzar tal grado que crea una ilusión casi total de la realidad,
mientras que en los símbolos matemáticos no hay semejanza en absoluto. Pero, desde un
punto de vista todos los tipos de símbolos son iguales: es posible comprender y
emplearlos solamente sabiendo que los símbolos no son la realidad, sino sus sustitutos.
El sistema de símbolos más importante y universal es la lengua. En las formas
desarrolladas del pensamiento los razonamientos verbales facilitan al hombre la
posibilidad de resolver diferentes tareas, sustituyendo operaciones con objetos reales por
sus imágenes. Los niños de temprana edad todavía no dominan tales formas del
pensamiento. Cuando acometen la resolución de cualquiera tarea (por ejemplo, una tarea
que requiere el uso del instrumento), no pueden formular en palabras qué van a hacer. A
la pregunta: "¿Qué vas a hacer?" el niño o no contesta, o contesta así: "Cuando haré,
verás". En el curso de resolución de la tarea, las expresiones verbales pueden manifestar
emociones del niño ("¡Qué cosa es! ¡Qué horror!") o no tienen nada que ver en absoluto
con su ocupación, pero nunca contienen razonamientos que se refieran al propio proceso
de resolución. La cosa es que para el niño de dos años de edad la palabra todavía no ha
llegado a ser un símbolo, es decir, un sustituto del objeto o la acción. La palabra
interviene en calidad de una de las propiedades propias del objeto (o de un grupo de
objetos parecidos) e inseparables de éste.
Inicialmente la función simbólica se desarrolla con relación a la actividad práctica
y sólo después se transfiere al empleo de palabras, facilitando al niño la posibilidad de
pensar con palabras. De premisa del surgimiento de la función simbólica sirve la
asimilación de operaciones con objetos y la separación posterior de la operación respecto
al objeto. Cuando la operación comienza a efectuarse sin objeto o con un objeto que no
corresponde a la misma, ésta pierde su significado práctico y se convierte en su
representación, en la simbolización de la operación real. Si el niño "bebe" del cubito, no
es el acto de beber, sino su símbolo.
Luego de la simbolización de la operación surge la simbolización del objeto, la
sustitución de un objeto por el otro. El cubito se utiliza en calidad de una taza. Pero,
como lo hemos observado, primeramente el niño no concientiza la sustitución, no da al
objeto-sustituto el nombre del objeto sustituido. La concientización no es la premisa, sino
el resultado de asimilación de operaciones con objetos-sustitutos. Su surgimiento
atestigua el engendramiento de la función simbólica de la conciencia.
La función simbó1ica no se descubre, sino se asimila por el niño. Los modelos de
sustituciones, así como los modelos de cambio de nombres de objetos en el juego, los
facilita el adulto.
Sin embargo, la asimilación tiene lugar sólo en el caso de estar preparada por el
desarrollo de la propia actividad del niño (la cual se orienta, por supuesto, por los
adultos).
La asimilación de lo que se puede utilizar un objeto en calidad de sustituto del
otro es un cambio importante en el proceso de comprensión por el niño del mundo
circundante la misma se pone de manifiesto no sólo en el juego, sino en otros tipos de la
actividad y en la conducta cotidiana de niños.
La función simbólica reorganiza el dibujo del niño. da un impulso a la
transformación de garabatos en la actividad representativa; precisamente gracias a ésta el
niño comienza a ver imágenes de los objetos en los garabatos marcados. Con ello, el
dibujo y el juego están entrelazados estrechamente: con frecuencia el niño complementa
sus dibujos con operaciones de juego que proporcionan a éstos una u otra significación.
2,8,14. Andrés come barquillas. Puso una barquilla de canto sobre la mesa.
"¡Mamá, mira qué casa tengo! y ahora será un carro -dio un mordisco-. y ahora será otra
cosa -dio un mordisco más por otra parte-. Besult6 un hombre."
Kiril está sentado, apoyando las mejillas sobre las manos, y escruta la obra de
Dyuka: "Mira, esto es la cabeza y esto... la espalda. ¿Verdad, Dyuka?"
2,10,25. Los niños están merendando. Por casualidad, a Kiril le cae una gota de
leche. El niño, asombrado, mira la gota blanca de leche en la superficie roja de la mesa:
"¡Mira, mamá, es un pollito!"
Se salpica con leche adrede. En la superficie de la mesa apareció una gota nueva
con rayos divergidos en todas las direcciones. Kiril: "¡Mira, ahora es un erizo! -une
ambas gotas con el dedo-, Mira, una culebra. Ella tarasca y estrangula". (Fragmento del
diario de V.S. Mújina.).
El rasgo peculiar del comportamiento del niño de temprana edad es lo que éste
actúa sin pensar, por efecto de sentimientos y deseos que le surgen en el momento dado.
Dichos sentimientos y deseos están motivados, ante todo, por lo inmediato que le rodea y
que le salta a la vista. Por esa razón, su comportamiento depende de las circunstancias
exteriores. Es muy fácil atraer al niño a alguna cosa, pero también es fácil distraerlo. Por
ejemplo, si el niño se puso a llorar por aflicción, no es difícil consolarlo: en sustitución
del juguete, del cual resultó privado, hace falta darle otro o entretenerlo con algo. No
obstante, ya al comienzo
de la temprana edad, debido a la formación de representaciones estables sobre los
objetos, comienzan a surgir sentimientos y deseos relacionados con objetos los cuales el
niño recuerda, aunque no los ve en el momento dado.
1,3,0. Misha, jugando en el jardín, se apoderó de la pelota de otro niño y no quería
dejarla por nada. Al poco, tenía que ir a casa para cenar. En cierto momento, cuando se
distrajo la atención del niño, se pudo apartar la pelota y llevar al niño a la casa. Durante la
cena, de repente Misha se hizo muy inquieto, rechazando la comida, encaprichándose,
tratando de escaparse del sillón, quitar la servilleta, etc. Cuando le bajaron en el suelo, se
tranquilizó inmediatamente, y gritando "¡pe... pe!", se dirigió primeramente al jardín y
luego a la casa de aquel niño a quien pertenecía la pelota. (Fragmento de observaciones
de L.I. Bozhóvich.).
El establecimiento de la vinculación de sentimientos y deseos con
representaciones hace el comportamiento del niño más objetivado y menos dependiente
de la situación concreta, así como crea la base para el desarrollo de la regulación verbal
del comportamiento, es decir, la ejecución de operaciones orientadas a los objetivos
señalados verbalmente.
Finalizando la temprana edad, el niño asimila operaciones objetivadas en el
proceso de dibujo y construcciones de cubitos.
Ya comienza a designar con palabras lo que quiere representar o construir. Sin embargo,
la regulación verbal de operaciones todavía es muy débil: las ideas de niños son
inestables, cambian en el curso de operación, se sujetan a la influencia de la percepción
de los resultados de sus propias operaciones, muy a menudo las ideas no se finalizan. A
lo largo de toda la temprana edad la influencia de la situación con frecuencia resulta más
fuerte que la influencia de explicaciones verbales del adulto e intenciones surgidas en el
niño. Así, en el curso de ejercitaciones musicales enseñan a los niños un juego en el cual
la educadora está interpretando a una corralera y los niños, a pollitos. Los niños, imitando
a la persona adulta, aprenden movimientos necesarios, escuchan la instrucción, pero, una
vez comenzado el juego, la percepción de actuación de la educadora resulta más fuerte
que lo aprendido anteriormente y los niños, siguiendo a la educadora, comienzan a
dispersar a sí mismos con gritos "kish-kish" en vez de desbandarse.
Debido a que el comportamiento de los niños se determina por el carácter de sus
sentimientos y deseos, tiene mucha importancia el desarrollo en los niños de los
sentimientos que inciten a tomar en consideración los intereses de otras personas y actuar
de conformidad con peticiones de los adultos.
Ya en la tierna infancia en los niños comienza a formarse el cariño y simpatía a
sus allegados: la madre, el padre, la enfermera-educadora en la casa-cuna. En la temprana
edad dicha simpatía adquiere nuevas formas. El niño aspira a recibir del adulto la
alabanza, el cariño y se aflige si el adulto está descontento con él. Hacia la mitad del
segundo año de vida, aproximadamente, el niño, si se relaciona con otros niños, transfiere
a ellos el sentimiento de la simpatía. Este sentimiento se manifiesta en la compasión y la
ayuda al niño que sufre, a veces, en el deseo de compartir dulces o juguetes con otros.
1,11,25. Andrés está castigado, le colocaron en el rincón Andrés, ofendido, llora
amargamente. Kiril se acerca a él, pasa la mano por su cabeza, trata de calmarlo: "No
llores, Dyuka, no llores" .Andrés se pone a llorar más fuerte. Se metió en el hombro de su
hermano. El propio Kiril está a punto de llorar: "¡No llores, Dyuka, no llores!"
(Fragmento del diario de V.S. Mújina.).
Los sentimientos de otras personas con facilidad se pegan al niño. Así, cuando en
la casa-cuna se ponen a llorar uno o dos niños, los demás acompañan este llanto el cual
con frecuencia abarca a todo el grupo.
Algo más tarde que el sentimiento del orgullo, el niño comienza a experimentar el
sentimiento de la vergüenza en los casos cuando su actuación no justifica las esperanzas
de los adultos y se lo reprueban. Con más frecuencia, el niño experimenta la vergüenza
en caso de pronunciar con error las palabras o fallar, recitando un verso, etc. Pero, poco a
poco comienza a sentir la vergüenza en caso de hacer algo reprobado por los adultos,
cuando le llaman la atenci6n a lo hecho o le avergüenzan. En algunos casos el
sentimiento de la vergüenza puede ser tan intensivo que prevalece todos los demás
móviles e impulsa al niño a negarse a un juguete atractivo o hacer alguna otra cosa difícil
para él.
2,6,12. Cazábamos mariposas... Tolya, de cinco años de edad, al ver tantas
mariposas, las mira largo rato. Kiril dice con orgullo. : "¡Cuáles son mariposas que tengo!
Las cogimos con mamá”. Tolya dice con envidia, indicando a dos mariposas lindas:
"Nunca tuve como éstas". Propongo a Kiril que regale a Tolya una de las mariposas
bellas (la mariposa de color negro con manchas rojas y blancas en sus alas). Kiril
protesta. No ayudan ningunas persuasiones ni promesas. Kiril se obstina y no quiere
separarse de la bella, aunque ofrece a Tolya una mariposa de limón y es especialmente
activo en ofrecerle la única mariposa de la col con alas rotas. Así nos fuimos a casa.
En casa digo a Kiril que es un avariento. Kiril, emocionado, grita con lágrimas:
"¡No soy avariento!"
Propongo que vaya a ver a Tolya y le regale la mariposa. Kiril: "¡No!" -"Entonces,
eres un avariento. Tolya te dio a jugar un pollito de juguete." -"Devolveré pollito a
Tolya".
Agarra el pollito y corre hacia la puerta. Es de advertir que Kiril juega con este
pollito durante todo el verano y siempre lo acuesta a dormir consigo.
"Eso no te ayudará. De todas maneras, eres avariento". Kiril coge una bella, y
diciendo: "No soy avariento" , se dirige al jardín donde está Tolya y le alarga la mariposa:
"Toma, no soy avariento". Apenas Tolya tomó la mariposa, Kiril se echó a llorar, tendió
la mano hacia la mariposa, pero de nuevo la apartó. Llorando estaba diciendo: "Bella...
No soy avariento..." Sollozaba un largo rato. Iba recordando a la bella todo el día.
(Fragmento del diario de V.b. Mújina.).
Los niños, cumpliendo encargos de los adultos, incluso los más sencillos pero no
interesantes para ellos, los modifican convirtiendo en el juego, o se distraen muy pronto y
no llegan hasta finalizar. Así, recogiendo los cubitos desparramados para colocarlos en la
caja, el niño construye de paso torrecitas, banquillos o, al echar en la caja varios cubitos,
se va, dejando el resto en desorden. Hace falta que el adulto sea insistente y muchas veces
recuerde al niño el encargo para que éste lo cumpla por fin.
El desarrollo social del niño avanza en dos direcciones: por medio de la
asimilación de las reglas de relaciones mutuas de la gente, así como por medio de la
interacción del niño con el objeto en el mundo de cosas permanentes. Dicho proceso se
realiza a través del intermediario (el mayor) y el copartícipe en la asimilación de las
normas sociales (el coetáneo). De esa manera, el desarrollo social se presenta como la
situación de asimilación de las relaciones: con el intermediario (el mayor), con el
copartícipe (el coetáneo) y con el mundo de cosas permanentes. De tal modo se separan
tres tipos de dependencias cada una de las cuales tiene su propio carácter específico, por
una parte, mientras que por otra parte está mediatizada por las demás.
1,7,0. Kolya está de pie con los brazos levantados para arriba y grita: "¡Mamá,
mira! ¡Mamá, mira!" Mamá se acerca y dice: "¡Bravo! Aprendiste muy bien a levantar los
brazos! ¡Eres como un niño mayor!" El niño se sonríe con alegría y se pone a brincar:
"¡Mira, mamá! ¡Mira, mamá!" Pasado un minuto, el niño logra la aprobación de su madre
tratando de saltar un periódico echado al suelo, etc. (Fragmento de observaciones de R.J.
Shakúrov.)
Apreciando positivamente unas u otras acciones o actos, los adultos atribuyen a
éstos" el atractivo a los ojos de niños y despiertan en ellos el afán de ganar una alabanza
o reconocimiento.
1,9,2. Andrés ...se mira al espejo 1 anuncia con alegrías "Este soy yo". Luego
indica con el dedo a sí mismo : " Éste soy yo I "
Me indica a mí s "Ésta es mamá" .Me tira. consigo. Me lleva hacia el espejo:
"¡ Aquí está mamá!" -indica mi reflejo en el espejo. " Aquí está mamá" -me indica a mí .y
otra vez indica mi reflejo: "Aquí está mamá".Y así, muchas veces. (Fragmento del diario
de V.S. Mújina.)
Para los niños resulta más difícil identificar a sí mismos en una foto o rollo filmado que
en un espejo. A los dos años los niños identifican bien a otras personas y el ambiente en
que se llevó a cabo la filmación, mientras que comienzan a identificar a sí mismos
solamente a partir de mediados del tercer año de vida, refiriéndose durante cierto tiempo
a su imagen en la película de tal modo como si fuese su segunda persona ("aquel
Sasha") .En esto se manifiesta la dificultad de concebir la invariabilidad de sí mismo en
diferentes situaciones.
En una sala espaciosa están jugando siete niños. Borya es jefe de la estación.
Tiene una gorra roja, en las manos sostiene un disco de madera insertado en un palito. Ha
apartado con sillitas para sí un espacio no muy grande, aclarando: "Ésta es la estación
donde vive el jefe".
Tolya, Edik, Liusya y Lena son pasajeros. Han colocado sillitas una tras otra y se
han sentado.
L i o n ya. ¿Cómo nos las arreglaremos sin maquinista? Yo seré maquinista.
Se sienta adelante y resopla como una locomotora.
Galya es vendedora de cafetería. Lo ha apartado colocando sillitas alrededor de la
mesa. Sobre la mesa ha colocado una cajita en la cual arroja pedacitos de papel (el
dinero). Al lado, sobre un papel blanco ha puesto pedacitos de galletas. "¡Cuántas cosas
hay en mi cafetería!" -dice la nena.
Va r ya. Yo voy a vender pasajes. Ay, ¿cómo me llamo?
E x p e r i m e n t a d o r. Cajera.
Va r y a. sí, sí, cajera. Deme papel. (Al haber recibido una hoja de papel, la rompe
en pedacitos. Pone los trozos más grandes aparte.) Estos son pasajes y esto, el dinero para
dar la vuelta.
Borya se acerca a Lionya: "Cuando te pase este disco, te pones en marcha en
seguida". Lionya resopla. Los pasajeros están sentados en sus lugares.
De repente Borya dice, riéndose: "Los pasajeros están sentados, tranquilos, sin
pasajes y ya es hora de partir".
Los pasajeros se echan a correr para la caja donde les está esperando Varya. Los
pasajeros le tienden papelitos y Varya les da a cambio pasajes. Al haber comprado
pasajes, los pasajeros vuelven corriendo al tren y ocupan sus asientos. Borya se acerca
a Lionya y le pasa el disco. Lionya resopla, y el tren se pone en marcha.
G a 1 ya. ¿Cuándo vendrán a comprar?
B o r ya. Yo puedo ir de compras ya. El tren partió y estoy libre.
Llega a la cafetería y pide: "Una galleta". Galya le da un pedacito y exige: "¿Y el
dinero?" Borya corre hacia el experimentador, y al recibir un trozo de papel, regresa a la
cafetería y compra una galleta. La come muy contento.
Varya se agita en su silla, mira a la cafetería, pero no se va de la caja. Otra vez mira a la
cafetería, luego al experimentador y pregunta: "¿Cuándo podré ir por la comida? Ahorita
aquí no hay nadie" -dice como justificándose. Lionya sugiere: "¿y qué esperas? Ve y
listo". Varya mira a todos lados y corre rápido a la cafetería. Compra, apresurada, una
galletita y vuelve corriendo a su lugar. Galya arregla galletitas, pero no toma ninguna
para sí. Lionya resopla sonoramente y grita: "¡La parada!" El mismo y los pasajeros
corren a la cafetería. Todos compran galletitas y regresan a sus lugares. Borya toma de
las manos de Lionya el disco y luego se lo entrega a Lionya otra vez. Lionya resopla, y el
tren se pone en marcha. Varya se dirige a la cafetería. En este momento el
experimentador se acerca a la caja y dice con tono serio: "Necesito comprar un pasaje
hasta Malájovka, pero la cajera se ha ido". Varya corre hacia la caja sin haber podido
recibir la galletita: "Aquí estoy, aquí estoy, he salido para un momentito". Entrega el
pasaje al experimentador. Borya está en la cafetería, compra y come galletitas.
G a 1 y a. Yo también quiero comer. ¿Cómo debo hacer, comprar o cómo?".
B o r y a (riéndose). Comprar en tu cafetería y pagarte a ti misma.
Galya se ríe, pero toma "dos kopeks" de una sola vez y compra dos pedacitos de
galletita, explicando al experimentador a quien mira todo este tiempo: "Ellos ya han
comprado una vez". Así el juego continúa cierto rato; luego los niños salen a pasear.
(Los materiales de D.B. Elkonin.)
2,4,27. Andrés J. Estando en Moscú, pasamos por el centro comercial "El mundo
infantil" para ver si se venden ositos. Andrés fue primero quien notó ositos en el
mostrador: "Mira, mamá, allí está sentado mi osito. ¡Dámelo más pronto!" El parvulito
tenía una seguridad firme de que allí estaba su osito...
2,9,11. Durante los últimos días en sus juegos los niños prefieren un tema que
ahora es actual para ellos: el tratamiento médico. Los hermanos gemelos repiten con
muñecas exactamente todos los procedimientos que hacemos habitualmente con los
parvulitos resfriados. Rompen pedacitos de papel y los ofrecen por turno a sus juguetes
(ositos, elefante, conejito, la muñeca Tánechka y hasta el doctor Ay-me-duele).
"¡Toma comprimidos! " -mandan ellos .Están manipulando con goteras, echan
gotas a las narices de muñecas. Andrés no se satisface con este tratamiento. Hace
inyecciones (con un lápiz) a todos sin excepción, basándose en su experiencia personal ya
muy pasada. Está consolando a las muñecas: "No llores. Te deseo buena salud".
Poco a poco en los muchachitos se está desarrollando un trato especial con sus
ositos. No se acuestan a dormir sin ositos. Los encubren con sus mantas, dejan para ositos
una parte de su almohada. Cada uno dice a su osito algo de confianza. A Andrés le gusta
jugar con osito en paridad de derechos, utilizando otros juguetes, como si el osito fuese
su compañero de juego. A veces el osito, con ayuda de Andrés, habla en voz de hombre
con las personas allegadas.
Andrés, de seis años de edad, presenta su osito a un amigo suyo que es adulto.
A n d r é s. Mira, Antón. ésta es nuestra habitación. Todo eso es mío. Aquí están
mis juguetes. Éste es mi nuevo todo terreno. y éste es mi osito favorito. Te lo presento.
-Buenos días, osito -dijo Antón.
-Buenos días -dijo el osito con voz de Andrés.
-¿Cómo te llamas, osito?
-Me llamo osito -dijo el osito con voz de Andrés.
-¿Simplemente osito y no más? -preguntó Antón.
-Osito y no más. Andrés era pequeño cuando aquí aparecí yo.
y Andrés me llamó así -dijo el osito con voz de Andrés. (fragmento de materiales de V.S.
Mújina.).
A cada niño ofrecieron escuchar el cuento sobre una bonita gatita Sally:
"En la calle hacía frío y estaba húmedo, el sol se escondió detrás de nubes y
comenzó a llover. La bonita gatita Sally andaba por las calles porque no tenía la casa.
Dormía donde fuese y comía lo que fuese. Sally se caló hasta los huesos, tenía frío y
soñaba con encontrar un lugar donde estará seco y cómodo y donde se podría entrar en
calor y descansar. De repente notó una puerta abierta y entró a pasos ligeros y
silenciosos. Fue un cobertizo, bajo y oscuro. Apenas la bonita Sally se acomodó y se
adormeció, oyó un gruñido: "¡Fuera de aquí! ¡Vete! Esta casa es mía, aquí
dueño soy yo. ¡todos los gatos me obedecen a mí -a gran Dick!"
Sally vio a un gato furioso, quien se echó a ella y con el primer golpe la tiró por
tierra y con el segundo le dio vueltas.
Llovían los golpes sobre ella y la pobrecita Sally se volvió en sí solamente en la calle.
Aquí la encontró su fiel amigo Tom, un gato que vivía no lejos de allá en una
vieja casa abandonada. Tom ayudó a Sally a levantarse y la llevó a su casa. Allá hacía
calor y estaba seco. El fiel Tom ofreció a la pobrecita Sally su cama, le limpió lamiendo
con cuidado los costados, la espalda, las patitas y la nariz. Sally se durmió.
Cuando Sally abrió los ojos ya amaneció. Sally miró alrededor suyo y no encontró
a Tom. Se asustó por haberse quedado otra vez sola, sin el apoyo y la protección. Pero en
este momento en la casa entró corriendo el fiel Tom con un pedazo de salchichón en los
dientes. Sally tenía mucha hambre; se acordó de que la última vez cuando comió fue
ayer, por la tarde. Tom dejó salchichón cerca de sus patitas. Sally se puso a comer. Con
mucho gusto lo comería todo, pero, al haber comido la mitad, dejó la otra mitad para
Tom. Luego ellos salieron a pasear en el parque. Allí hubo una maravillosa campa verde
donde Sally y Tom estaban jugando alegremente. La bonita Sally ideó un juego muy
interesante: estaban saltando, dando vueltas, alcanzando uno al otro.
En el momento más alegre apareció el furioso Dick, aquel mismo que había
echado a la pobre cita Sally. Se dio a maullar en voz altas "¡Esta campa es mía, vayan de
acá!"
Sus ojos brillaban de rabia, la cola se movía de un lado para el otro con aire agresivo. Al
notar a la bonita Sally, Dick preguntó con indignaciones "¿y tú estás aquí? Ayer te puse
como un pulpo y pensaba que no levantarías nunca. ¡Ahorita te doy una lección!"
En este momento el fiel Tom se echó a defender a Sally. Se .dio a maullar con amenaza y
saltó contra Dick.
Su pelea fue fuerte, pero corta. Tom triunfó y ganó la amistad de Sally".
Después de que el niño escucho el cuento, se le ofreció escoger entre tres gatas de
juguete una que sería Sally, otra que sería Tom y otra más que sería Dick. Resultó que la
mayoría absoluta de niños prefieren el juguete suave y afelpado, mientras que al juguete
de goma no se da preferencia. La mayoría de los niños escogieron el juguete suave hecho
de piel como Sally, el juguete hecho de plástico, como Tom y el juguete de goma, como
Dick. (Los materiales de M.A. Razbash.).