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SUJETO Y PERSONALIDAD.

Acerca del desarrollo de la subjetividad.


Dra. Lourdes Fernández Rius.

La personalidad no es un reservorio de contenidos expresados en conductas, sino una


compleja organización de contenidos psicológicos de diferente complejidad organizados en
diversas configuraciones dinámicas.
No se trata de contenidos aislados sino de una organización sistémica y relativamente estable
que se expresa de modo integral en la regulación y autorregulación del comportamiento.
De vital importancia en la comprensión de la personalidad, resulta la distinción de las
categorías sujeto - personalidad, sus puntos de relación y contradicción.
El sujeto psicológico es una entidad con presencia e identidad propia a este nivel, activo,
actuante e intencional. Autodeterminado, con contradicciones internas.
El sujeto es el individuo en sus diferentes esferas de actuación, que organiza sus diversas
vivencias y construye su identidad, a partir de sus recursos personológicos. Nos referimos aquí
a la individualidad de lo psicológico, al individuo portador de una personalidad con una
capacidad volitivo-intencional, capaz de anticipar y proyectar su comportamiento, de estructurar
de forma personalizada la información que recibe así como sus operaciones cognitivas. Se
trata del individuo actual, interactivo e intencional.
La personalidad es el nivel integrador de la subjetividad individual, aquella categoría que
designa las regularidades de la compleja organización subjetiva que subyace en el proceso de
regulación del comportamiento, la explicación de los aspectos psicológicos esenciales del
sujeto regulador de la actividad, a pesar de que ello no agote la comprensión del sujeto, lo cual
requiere además del análisis de su manifestación en los diversos espacios sociales en los
cuales se incluye.
La personalidad se integra en el sujeto psicológico individual, concreto y permite al sujeto,
individualizar un sistema de información comprometido emocionalmente que da a su vez
continuidad perenne e histórica, a la interacción del sujeto con el medio. El sujeto expresa
pues, su unicidad interna a través de la personalidad y ésta no existe fuera del sujeto individual.
F.González, expresa, como los contenidos psicológicos “(...) se presentan a la conciencia
del sujeto de forma contradictoria, enmascarada, superpuesta, ante lo cual el hombre,
como sujeto de su propia personalidad, debe diferenciar, sintetizar, tomar decisiones y
desarrollar toda una serie de procesos activos cuya resultante es el comportamiento”
( 1989. pag.17).
La personalidad expresa el reflejo integral del sistema de interrelaciones del sujeto con el
medio en su historia. La realidad exterior se construye en la subjetividad individual de diversas
formas en función de los propios recursos personológicos que a la vez que mediatizan,
alcanzan autonomía funcional en relación a lo social, aunque estén condicionados por ello.
Radica aquí, el carácter activo y regulador del sujeto en una doble dirección: mediatización de
la realidad y autonomía con respecto a la misma.

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La expresión de la personalidad se relaciona con el sujeto que la asume el cual de modo
intencional y a partir de un mismo sistema psicológico, elabora alternativas de expresión
diferentes que es en definitivas lo que puede predecirse y no conductas específicas. Podemos
así afirmar que una misma organización personológica puede tener diversas formas de
expresión, incluso opuestas.
El sujeto se autodetermina, define objetivos, proyecta su intencionalidad, construye su
identidad. “Como elemento activo, pensante y susceptible de una multiplicidad de
vivencias presentes, el sujeto, con sus determinantes personológicos, toma decisiones
que expresan su estado y su valoración personal en el momento en que las asume, lo
cual hace con sus recursos personológicos estables, pero imprimiéndole un sentido
particular a la situación que definirá las consecuencias ulteriores de su decisión para la
personalidad” (González,F. 1993a. pag.63).
Sin ser una derivación mecánica de sus recursos personológicos, a partir de los mismos, el
sujeto define como utilizarlos, elaborando intencionalmente, alternativas múltiples de expresión,
de entre las cuales elige para afrontar las disímiles contradicciones que se producen en los
diversos sistemas de interacción en los cuales se implica. De modo que, lo que se expresa en
el comportamiento, es la capacidad del sujeto para actualizar sus recursos y operar con ellos
de modo intencional.
El sujeto se implica en su mundo de relaciones y de ello deriva su papel activo en el
afrontamiento, organización y manejo de las contradicciones y su desarrollo. De modo activo
elabora sus motivaciones, toma decisiones, configura proyectos, define sus propósitos y el
sentido de sus vivencias.
Esto evidencia, la relativa independencia entre sujeto y personalidad. La presencia de la
conciencia, permite al sujeto en su devenir, el alcance de concepciones y representaciones que
le posibilitan trascender la inmediatez, organizar, orientar y dirigir su comportamiento,
autodeterminarse en la medida en que elabora, sigue objetivos y aspiraciones que encarnan
sus valores y convicciones esenciales, así como ser activo y transformador hacia la realidad y
hacia sí mismo.
El sujeto de modo activo, incide sobre sus recursos personológicos y en virtud de los mismos
los modifica en una u otra dirección. En las propias relaciones que establece, enriquece sus
contenidos motivacionales y los sentidos que van articulándose a los mismos. El sujeto
entonces, se apoya en su personalidad, la despliega e incluso la transforma y desarrolla.
Por ejemplo, con su acción, el sujeto mediatiza la propia organización de la necesidad, incide
sobre ella, le da un sentido en función de su personalidad y conforma el motivo, lo cual no
siempre resulta un proceso consciente. Es selectivo ante los elementos de la realidad que
adquieren o no un sentido para él en función de sus necesidades históricamente formadas,
actuando sobre la realidad a partir del significado psicológico de su reflejo sobre ésta. Al
configurar los motivos en función de su personalidad, el sujeto formula los fines del mismo y las
diversas estrategias para su gratificación de modo más o menos elaborado. De este modo, en
función del propio desarrollo de su personalidad, el sujeto hace suyos de modo activo, los

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diversos contenidos psicológicos determinando, al mismo tiempo, la calidad de su subjetividad
y de su participación en el proceso de regulación y autorregulación. Apoyado en sus recursos
personológicos, el sujeto mediatiza la realidad y actualiza dichos recursos ante las exigencias
de la misma, elabora expectativas, valora, reflexiona, siente, selecciona, adopta posiciones,
decide, elabora sus conflictos, atribuyéndole sentido a sus vivencias y experiencias.
La relación entre sujeto y personalidad, es un proceso vivo de contactos, límites y
complementaciones diferentes en cada individualidad, ello resulta especialmente evidente,
cuando los sistemas de interacción en los cuales se inserta el sujeto y los elementos de éste
último o decisiones que pueda asumir en la actualidad, trascienden o contradicen la
configuración personológica en su historia, generándose puntos de conflicto, cuya solución no
es lineal ni inmediata, sino que requiere de la elaboración por el sujeto, que al lograrse, se
convierten en fuente generadoras del desarrollo.
Estos puntos de conflicto, se expresan de modo personalizado en la propia acción del sujeto, el
cual se encuentra aquí, interactuando consigo mismo. En ocasiones se producen
contradicciones muy agudas que el sujeto no logra integrar conscientemente, manteniendo
cierta defensa ante la incapacidad de afrontar las mismas. Por otra parte, el sujeto no siempre,
ni en todas las esferas de su vida, se implica como personalidad. Ello depende del sentido
psicológico que adquiere para él uno u otro aspecto de su vida en función de sus recursos
personológicos.
Las configuraciones personológicas en el sujeto individual, se encuentran en constante
movilidad, posibilidades de transformación y enriquecimiento como integridad, a partir de la
apertura del sujeto a la interacción y al incesante intercambio de información y afecto en los
diversos sistemas de relaciones en los que se implica, los cuales a su vez, se inscriben en
contextos más amplios, cambiantes y móviles.
Aunque poseedor de una determinación en el pasado, estamos ante una subjetividad actual, en
interacción y apertura ante las influencias actuantes y con una representación anticipada de
futuro, potencialidades que se van alcanzando de acuerdo al curso del desarrollo personológico
en el sentido de su riqueza estructural, funcional y organicidad interna.
Esto nos conduce a la consideración de lo social en temporalidad, su papel en el
condicionamiento, desarrollo y transformación de la personalidad y en la resultante
comportamental.
Lo social en su historicidad se expresa en la personalidad. A su vez, lo social tiene una
significación actual permanente que se perpetúa en la relación sujeto – sociedad. El sentido de
esta relación, que es mediatizado, determinado por la personalidad, al mismo tiempo la
modifica.
Lo social se configura de modo individualizado en la personalidad del sujeto, condicionándola
en un devenir que no se detiene en el pasado, sino que incluye el acontecer presente. Lo social
continúa entretejiéndose de modo permanente con la subjetividad individual, dando como
resultado una conformación especial de sentidos psicológicos con respecto a los diversos
sistemas de interrelación que resultan relevantes para el sujeto en la actualidad. El sujeto

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asume activamente las interrelaciones en las cuales participa, configurando el sentido
psicológico de las mismas, integra a su subjetividad individual, la subjetividad producida en la
interacción social de acuerdo a la especificidad interactiva inseparable de sus particularidades
personológicas. Estas últimas no culminan en la interacción presente, sino que se producen
modificaciones, redimensiones de sentidos, que van alcanzando nuevos niveles de integración
y contribuyendo al enriquecimiento de las mismas. De ahí un incesante interjuego de
interinfluencia mutua entre lo intrasubjetivo y lo intersubjetivo. Constituyen éstos dos momentos
en la comprensión de un mismo fenómeno, articulado en virtud de la comunicación
interpersonal, dando lugar a la expresión activa comportamental del sujeto.
La síntesis personológica que posee el sujeto aquí, ahora, es una resultante de la integración
sintética de lo histórico, pero con su propia autonomía en el interactuar presente.
El sujeto expresa a la vez, lo histórico y lo actual de sus relaciones, en intercepción. Con lo
histórico en síntesis actual en la personalidad, condiciona sus relaciones presentes en el propio
interjuego con las influencias actuantes, presentes, actuales de la relación sujeto - sociedad.
En el sujeto se imbrican el sistema actual de relaciones y la propia historia de dichas
relaciones. Cuando actúa ahora, con su síntesis histórica, no obvia las particularidades de las
influencias actuantes, tanto las de su propia subjetividad, las de sus espacios intersubjetivos de
relación así como de la influencia social más general actuante, incluso universal, también en
síntesis. De modo que, la eficacia comportamental del sujeto en su interacción con la realidad
social, no es una derivación mecánica de la calidad de su síntesis personológica lograda como
expresión de su desarrollo histórico, sino de la expresión de dicha síntesis en un momento
dado. Por tanto, resulta imprescindible considerar el papel de las condiciones actuantes sobre
el sujeto, en su manifestación reguladora. Se evita con ello, absolutizar la carga condicionante
de la regulación personológica del sujeto, solo en sus potencialidades subjetivas, concibiéndolo
más bien como una entidad abierta, en constante interacción con lo actual y con el futuro que
es capaz de anticipar e integrar en su actuación presente.
Lo pasado sintetizado, va dando un sentido a lo actual y al futuro, aunque dicha integración no
sea siempre intencional. Ello origina comportamientos específicos e irrepetibles que pueden
hasta contradecir la orientación predominante de la personalidad.
Analicemos ahora brevemente, la cuestión del desarrollo personológico y las implicaciones
para el sujeto.
En la medida en que se acrecienta la complejidad e integración de la personalidad, se torna
más activo el papel del sujeto. Así, los contenidos más complejos, requieren de una
participación más activa y de todo el potencial regulador de la personalidad. El carácter activo
del sujeto tiene por tanto, diferentes niveles de expresión según el desarrollo de los recursos de
la personalidad. El sujeto puede o no expresar su intencionalidad al actuar. Sin embargo, en la
medida en que es más activo e intencional - lo cual requiere de recursos personológicos y de
un contexto social facilitador - mayor integración logrará entre su subjetividad y la realidad
social con la cual interactúa, podrá actualizar y atribuir, en mayor medida, sentidos psicológicos
a esa realidad.

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Los recursos personológicos en un sentido de desarrollo, es entendido como aquellas
particularidades de la subjetividad individual que posibilitan una interrelación productiva, un
afrontamiento constructivo de la realidad, así como el desarrollo de la personalidad a partir de
las complejidades interactivas, teniendo en cuenta el momento de desarrollo en el cual se
encuentra el sujeto.
Supone también el afrontamiento de las vicisitudes de la vida a partir de la autoaceptación y
autocomprensión, una determinada competencia en la interacción con el medio. “La persona,
en la medida en que es una persona real, es el principal determinante de sí misma. Cada
persona es en parte, su propio proyecto y se hace a sí misma.” (Maslow, A. 1972.
pag.256).
Tales recursos, elevan el carácter activo del sujeto, su capacidad de autodeterminación, de
asumir decisiones y responsabilidad en sus acciones. Por ejemplo, la mediatización reflexiva
de los contenidos psicológicos expresados en ideales, proyectos, en sólidos sistemas
conceptuales y valorativos, permiten al sujeto la búsqueda activa de las causas de su
comportamiento, identificar contradicciones, adoptar soluciones, transformar, integrar lo
diferente, optimizar articular en sentidos, la información proveniente del medio, en lugar de
dicotomizar o reflejar estereotipadamente la realidad. Ello posibilita al sujeto, cierta flexibilidad
para reconceptualizar diversos contenidos psicológicos así como sus alternativas y estrategias
de comportamiento, en una coherencia a partir de los elementos que puedan afectar a la
personalidad.
Sujetos con tales recursos, pueden estructurar conscientemente, sus vivencias y conflictos y
elaborar sus contenidos motivacionales en un sistema de aspiraciones y objetivos orientados al
futuro, lo cual se convierte en reales resortes del comportamiento presente. Esto permite
planificar a largo plazo e independizarse de la inmediatez, posponer la gratificación de las
necesidades, prever conflictos, trascender las presiones externas e incluso las propias
limitaciones.
El desarrollo de los recursos personológicos, se asocia también a un sentido definido de la
propia identidad, a una autoestima favorable y autovaloración estructurada, flexible e íntegra,
que le posibilite al sujeto, descentrarse en ocasiones, tolerar la frustración y las propias
imperfecciones, la crítica de los otros, en la medida en que es capaz de redimensionar la
situación en virtud de estas potencialidades. Muy vinculado con esto se encuentra la seguridad
en sí mismo, la autodeterminación, capacidad de decisión, como indicadores de desarrollo
personológico. Sujetos con particularidades en movilidad hacia esta dirección, aunque
vulnerables, poseen mejores recursos para afrontar, solucionar sus conflictos, así como una
mayor apertura ante lo nuevo, lo cual los coloca en mejor disponibilidad de cara a un
aprendizaje desarrollador. A esta movilidad es a la que nos estaremos refiriendo cuando
hablemos de desarrollo personológico a lo largo de este trabajo.
Por el contrario, el insuficiente desarrollo de los recursos personológicos se evidencia en el
manejo estereotipado de los contenidos psicológicos, la dicotomización de la realidad, la
intolerancia y dificultad para integrar lo contradictorio, lo cual tiene en su base la insuficiente

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mediatización reflexiva, expresada además en rigidez, resistencia ante lo nuevo y ante el
cambio, tendencia a generalizaciones extremas, infundadas. Todo esto torna al sujeto
parcializado, inmediato, tendiente a ajustar la realidad a sus referentes, pasivo-reproductivo en
su interrelación con el medio . En tales casos, suele ocurrir, que las operaciones cognitivas se
encuentren subordinadas a una fuerte carga emocional, lo que entorpece la estructuración del
futuro, predominando la inmediatez y la irrupción de sentimientos, como un pensar después del
hacer. Aparece aquí el sujeto muy vulnerable ante lo nuevo y la presión externa.
En este sentido, los procesos autovalorativos tienden a estar empobrecidos o
desestructurados, lo que se expresa en desconocimiento, distorsiones, autoestima vacilante,
disminuida o excesiva. Esto se manifiesta en daños a la seguridad en sí mismo, de lo cual no
siempre es consciente el sujeto, acompañado de intolerancia a la frustración, dependencia,
determinismo externo en tanto sobredimensión de la valoración de los demás en la regulación y
adopción de decisiones evitando así conflictos.
Asimismo, la pobreza personológica, en contenidos y mecanismos funcionales, propicia un
modo de vida carente de estímulos que desimplica al sujeto ante la vida, deteniendo el
crecimiento de su subjetividad.
Se deviene progresivamente, cada vez más, sujeto del propio comportamiento, de la
interacción. Sin embargo, no siempre actuamos en calidad de sujetos e nuestros
comportamientos.
Por otra parte, la integración de un contenido a la personalidad supone la acción activa del
sujeto en el procesos de configuración individualizada sin lo cual resulta muy difícil que se
convierta en elemento de autodesarrollo.
Aunque presentado en sus extremos, el desarrollo de la personalidad es dinámico, en creciente
complejidad, como compleja es la realidad interactiva en la cual el sujeto se inserta. Por ello es
importante concebir tal desarrollo en movilidad, donde incluso elementos de estos puntos
extremos, pueden relacionarse, coexistir y alternar, en disímiles configuraciones en movilidad
como totalidad, hacia uno u otro extremo y de modo parcial con respecto a esferas diferentes
de la vida.
Las consideraciones en cuanto a la relación y contradicción sujeto – personalidad posee
inestimables implicaciones prácticas pues acentúa el carácter activo de la subjetividad
individual. Así, en el ámbito educativo resulta de especial significación de esta relación para el
diseño y establecimiento de la comunicación educativa que tiene lugar en estos espacios, se
trata de tener en cuenta que la educación se produce en la interacción con sujetos activos los
cuales intervienen en el sistema de actividades y comunicación definiendo el sentido
psicológico de estos momentos de interacción. Asimismo, permite reiterar que ni la actividad
que el sujeto realiza ni las influencias que recibe tienen valor por sí mismas en la formación de
la personalidad, pues solo la participación activa el sujeto posibilita definir el sentido psicológico
de tales influencias y con ello su significación a los fines del desarrollo.
Desde el punto e vista metodológico nos sitúa de cara la exigencia de abordajes individuales
en la investigación de la personalidad así como ante otras consideraciones como: el lugar de lo

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conflictivo, contradictorio, de la interacción de lo histórico y lo actual en dichos estudios. De
igual forma, la categoría sujeto integra, además de lo psicológico, otras dimensiones de la
existencia humana social, otros espacios diversos de interacción, esto demanda urgente
integración interdisciplinaria en el estudio y la investigación de la subjetividad humana.

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REFERENCIAS.
Fernández, L. (1995) Personalidad y relaciones de pareja. Impresiones Ligeras. Veracruz, México.
González, F. 1989. Psicología. Principios y categorías. Editorial de Ciencias Sociales. Ciudad de
la Habana. Cuba.
González, F. 1993a. "Personalidad, salud y modo de vida." UNAM IZTACALA. México.
Maslow, A. 1972. "El hombre autorrealizado." Editorial kairós. Barcelona, España.

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