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Universidad Católica Tecnológica Barahona (UCATEBA)

Escuela de Psicología

Nombres y Apellidos:
Rosa Esthela Pérez Aquino
Matricula:
2020-0592

Tema:
Investigar sobre la fisiología de las emociones, y como afecta nuestra salud emocional.
Nombres de la Facilitadoras:
Deyanira Camacho Cuevas

Fecha de entrega
10-10-2020
Barahona Rep. Dom
ANÁLISIS SOBRE EL PODER DE LA FISIOLOGÍA EN EL MANEJO EMOCIO-
NAL.

Cuando hablamos de la fisiología, hablamos del cuerpo, de lo que somos nosotros y


como el cuerpo se manifiesta.

El cuerpo se va adecuando al tipo de emoción que nosotros tenemos, cuando tenemos


una emoción lo que sucede físicamente es qué hay una descarga química y energética
y estas descarga se manifiesta como una emoción. Esta descarga y esta química mol-
dea nuestro cuerpo, por ejemplo cuando reflejamos la emoción de la alegría, ocurre
una descarga química y energética que hace que reflejemos una expresión facial en
rostro en esta caso sonreír.

De acuerdo con las emociones que vivimos diariamente, vamos desarrollando gestos,
formas y expresiones y características de tu personalidad. Es aquí que radica el poder
de la fisiología, podemos cambiar nuestro mundo emocional, si nos dedicamos a cam-
biar nuestras expresiones.

Si somos capaces de manejar nuestro cuerpo, podemos manejar nuestras emociones.


Por eso debemos tener la cabeza fría, el corazón caliente, por qué? Porque tener la ca-
beza caliente nos lleva a tomar malas decisiones y estas malas decisiones afectan
nuestro cuerpo y a la vez afectan nuestras emociones. Todo lo que ejecutemos con
nuestro cuerpo va afectar nuestras emociones.
INVESTIGAR SOBRE LA FISIOLOGÍA DE LAS EMOCIONES, Y COMO
AFECTA NUESTRA SALUD EMOCIONAL.

Los estudios han demostrado que la mayoría de las actividades fisiológicas que invo-
lucran emociones están reguladas por el simpático (excitación) y el parasimpático
(calma) del sistema nervioso autónomo.

Las emociones están situadas en varias partes del cerebro. Las respuestas cognitivas
se sitúan en el córtex cerebral, principalmente en el área prefrontal. A su vez implican
cambios de conducta, del sistema nervioso autónomo y cambios neuroendocrinos, los
centros cerebrales implicados en estos procesos se sitúan en regiones subcorticales,
en el sistema límbico y tronco cerebral. La amígdala es una estructura cerebral si-
tuada en el sistema límbico que históricamente se ha relacionado directamente con las
emociones. Tiene el tamaño y forma de una almendra y la estimulación eléctrica di-
recta en humanos produce reacciones subjetivas de miedo y aprensión.

El sistema nervioso autónomo es el encargado de la activación fisiológica de la per-


sona. Es un mecanismo básico de supervivencia que nos permite movilizar muchos
de los recursos disponibles para una rápida actuación. Ante la percepción de una ame-
naza se activaría el sistema nervioso autónomo simpático que produciría una serie de
cambios en las vísceras que están detallados a continuación. Mientras que si no hay
percepción de amenaza y todo transcurre con tranquilidad, permanece activado el sis-
tema nervioso parasimpático.
COMO AFECTA NUESTRA SALUD EMOCIONAL.

Las emociones negativas, la ansiedad, la ira, la tristeza, la depresión son adaptativa al


individuo. Sin embargo, a veces se encuentran reacciones patológicas en algunos in-
dividuos debido a un desajuste de frecuencia o intensidad. Cuando ocurre este des-
ajuste, también ocurren trastornos de salud mental (ansiedad, depresión severa, etc.) y
de salud física.

En primer lugar, la reacción de ansiedad, tristeza, depresión y enfado en la medida en


que sea demasiado fuerte o frecuente, a menudo conduce a cambios de comporta-
miento, olvidando así hábitos saludables (ejercicio, dieta adecuada) y desarrollando
comportamientos de adicción (fumar, etc.) o dañar nuestra salud.

Las reacciones emocionales mantienen niveles de activación fisiológica intensos, que


pueden deteriorar nuestra salud si se cronifican. Por ejemplo, los pacientes con hiper-
tensión arterial, asma, cefaleas crónicas, o diferentes tipos de dermatitis, presentan ni-
veles más altos de ansiedad e ira que la población general. La alta activación psicoló-
gica puede estar asociada con un cierto grado de inmunodepresión, lo que nos vuelve
más vulnerables al desarrollo de enfermedades infecciosas (como la gripe, herpes,
etc.) o de tipo inmunológico (lupus eritematoso, esclerosis múltiples, etc.).

La persona es un “todo integrado”, la separación entre el cuerpo y la mente abre las


puertas a la desintegración, a la desvalorización, y nos hace cada vez más vulnerables
a la enfermedad. Hoy sabemos que todas las enfermedades son fenómenos psicoso-
máticos o somatopsíquicos, la experiencia más clara de esta realidad se vislumbra
cuando comprendemos la profunda integración que existe entre nuestras emociones,
el sistema nervioso, el inmune y el endocrino. La expresión de cualquier amenaza al
equilibrio en nuestra salud invita a enfrentarle desde todos los flancos posibles en la
vasta complejidad del ser humano.
La salud y la enfermedad no son un asunto que le concierna únicamente a quien posee
la anhelada cura; más allá de esta percepción tradicional es imperioso reenfocar la
comprensión de la salud desde la experiencia humana y social, desde el sentido de ser
los únicos dueños y responsables de ésta. Al final, debe quedar claro que en todo des-
balance o enfermedad existe un conflicto intrapersonal no concientizado y la necesi-
dad urgente de armonizar el desequilibrio emocional.

Sin duda alguna, se debe resaltar que las emociones están influenciadas por manifes-
taciones sociales que, mediante un proceso de internalización o subjetivación, produ-
cen un significado personal, que no es otra cosa más que el significado social que
reactualiza las emociones en estrecha relación con los procesos cognitivos, como por
ejemplo la memoria. De ahí que determinado suceso o vivencia pueda marcar un hito
en nuestras vidas e incluso dividirla en un “antes y un después”.

En cuanto a las clasificaciones más comunes que se confrontan sobre las emociones
se destaca la separación en: emociones positivas y emociones negativas. De estas últi-
mas se puede decir que son el estigma de muchas depresiones y traumas y, a su vez,
producen un funcionamiento desajustado de diferentes sistemas neurovegetativos.

En cuanto al hecho de contraer enfermedades infecciosas como herpes o gripe, la in-


fluencia del estrés ha sido demostrada ya que debilita la acción del sistema inmunoló-
gico. Por otra parte, la relación entre estrés y cáncer parece estar en los efectos supre-
sores del estrés en el sistema inmunológico. Si se deprimen las funciones inmunológi-
cas, los organismos tienen menos capacidad para enfrentarse a los agentes canceríge-
nos.
En conclusión Las emociones son procesos psicológicos que, frente a una amenaza al
equilibrio físico o psicológico, actúan con el propósito de reestructurarlo, ejerciendo
así un papel adaptativo. En algunos casos, las emociones, influyen en el desarrollo de
enfermedades.

La risa y el buen humor pueden ser herramientas efectivas para enfrentarse a la enfer-
medad. La capacidad de estar de buen humor imprime sentido de perspectiva a nues-
tros problemas. La risa brinda una liberación física de las tensiones acumuladas y por
tanto se espera que todo aquello mantener al ser humano emocionalmente estable y
lejos de experiencias desagradables puede contribuir a que el sistema inmunológico
funcione óptimamente.

El optimismo y la esperanza también resultan beneficiosos. La gente que se mani-


fiesta esperanzada es más capaz de resistir en circunstancias penosas, incluidas las di-
ficultades médicas. El espíritu optimista es de cierta utilidad biológica para la lucha
del organismo contra diferentes enfermedades.

La prueba de los efectos médicos adversos de la ira, la ansiedad y el estrés es innega-


ble. Tanto la ira como la ansiedad, en sus formas crónicas, pueden hacer que la gente
sea más propensa a una serie de enfermedades.

Las emociones negativas hacen más vulnerables a las personas a contraer enfermeda-
des, pero no las causan. Las emociones positivas ayudan a sobrellevar la enfermedad
y favorecen el proceso de recuperación, pero no logran mejorar a la persona por sí so-
las.

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