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El papel de las creencias en las habilidades sociales

La corriente cognitivo-conductual de la psicología tiene como premisa que no son las cosas en sí las
que nos afectan, no son las situaciones que vivimos, si no nuestra forma de interpretar esas situaciones.
Es decir, lo que pensamos y nos decimos sobre nosotros mismos, los demás y la realidad.

Por ello, ante un mismo hecho y una misma situación, podemos reaccionar y comportarnos de maneras
muy diferentes en función del contexto y de cómo hayamos interpretado la situación en ese mismo
instante.

Por ejemplo, si una persona camina por delante de un grupo de gente que la mira fijamente y luego
hablan y cuchichean entre ellos/as, puede hacer varias interpretaciones posibles de esa situación.

Por un lado, puede pensar que se están burlando de ella y que, al verla, han visto algo feo o algo que
no les ha gustado, o les ha hecho gracia y están burlándose de ella. O bien, pensar que les ha caído en
gracia o que directamente ha sido coincidencia, pero que no están hablando de ella en absoluto.

Dependiendo de cual de esas dos opciones interprete, influirá en cómo se va a sentir.

Si es una persona que suele pensar mal de los demás o suele pensar que siempre se meten con ella y
que la sociedad es cruel y hostil, es posible que ella también se comporte de la misma manera.
En cambio, si es una persona que tiene a ser más positiva y asertiva, tenderá a pensar la segunda de
las opciones y será más probable que se trate de una situación agradable y que incluso, puedan llegar
a tener una conversación.

Como ya sabes, las actitudes y creencias que tenemos arraigadas en nosotros/as mismos/as con
contenido emocional, nos ayudan y nos animan a actuar de manera congruente con ellas.

Las actitudes o creencias más comunes e importante son:


• Las que hacen referencia a uno/a mismo/a que están relacionadas con la autoestima: como por
ejemplo: “Me gustó a mí misma y soy una persona muy simpática”.
• Las que hacen referencia a otras personas y a las relaciones interpersonales que son vitales para
unas buenas habilidades sociales. Por ejemplo: “Es importante caer bien a los demás, siempre
que sea posible”

La mayoría de estas creencias se suelen adquirir en la infancia, cuando somos pequeños/as, pero
también es cierto que puedes ir adquiriéndolas a lo largo de toda tu vida, a medida que vas madurando
y viviendo experiencias nuevas que puedan hacerte cambiarlas.

Por ello, puede ser que decidas eliminas algunas creencias que tenías en tu pensamiento y en tus
principios y sustituirlas por otras creencias que te sirvan más actualmente.

Las creencias, al igual que puede ocurrir con un programa de ordenador, se encuentran activas en
algunas ocasiones, y en otras ocasiones se encuentran desactivadas.

Por ello, cuando alguna de esas creencias emocional está activada puede determinar en gran medida,
nuestra percepción de la realidad, nuestras emociones y comportamientos e incluso, nuestros
recuerdos.

A continuación, te muestro un par de ejemplos de ello:

• Existen personas que son muy tímidas y que tienen muy en cuenta la opinión y la aprobación
de los demás y pueden sentirse evaluadas negativamente por ciertas personas cuando no
reciben esa aprobación y esa opinión positiva sobre ellas, lo que les hace tener pensamientos
negativos. En cambio, estas mismas personas puede que no sean tímidas en otras situaciones
de su vida y no les ocurra esto.
• Si estamos enfadados con un amigo o con un familiar, todo lo que esa persona haga o diga en
ese momento nos va a sentar mal y nos vamos a llenar de pensamientos negativos hacia ella.
En cambio, cuando ese enfado se termine y estemos más tranquilos/as, volveremos a percibir
objetivamente a esa persona.

Por todo esto, resulta importante el papel que tienen nuestras creencias en nuestra vida y en nuestra
forma de interpretar las situaciones que vamos viviendo.

Algunas de las creencias que tenemos arraigadas en nuestro interior, resultan beneficiosas porque nos
ayudan y animan a conseguir los objetivos y metas que tenemos en nuestra vida. (Ser felices,
relacionarnos adecuadamente con los demás…)
Mientras que otras de esas creencias pueden ser perjudiciales e impedirnos cumplir y conseguir
nuestros objetivos, porque más bien, nos inmovilizan emocionalmente.

Es importante que conozcan cuales son las creencias más importantes que tienden a impedir o
dificultar la asertividad y las habilidades sociales.
Creencias que impiden o dificultan las adecuadas Habilidades Sociales

A continuación, te explicamos los tipos de creencias irracionales que existen y que pueden dificultar
unas buenas habilidades sociales y una buena asertividad.

Se agrupan en creencias irracionales básicas, distorsiones cognitivas, errores de atribución y otro tipo
de creencias problemáticas.

Creencias irracionales básicas


Algunos autores como Ellis resaltan tres tipos principales de creencias o comportamientos irracionales
que pueden llevarnos a tener problemas con otras personas a la hora de relacionarnos.

La primera de ellas es “Las exigencias”:

Se trata de creencias que se mantienen a lo largo del tiempo de manera rígida e inflexible, referidas a
cómo debería ser uno mismo, los demás o la vida en general. Por ejemplo “Debo tener siempre la
aprobación de los demás porque si no, seré un fracasado”.

Las exigencias que tenemos suelen ir en relación con nuestros valores, es decir, sobre las creencias que
tenemos sobre aquello que consideramos bueno o malo, importante etc. (La consecución de metas, la
justicia, la amistad…)

Las exigencias que solemos tener hacia nosotros mismos suelen provocar que tengamos
comportamiento inhibidos, mientras que las exigencias que tenemos hacia otras personas provocan
que las conductas sean agresivas y con ira.

Las exigencias se expresan con términos como: “debería”, “Tengo que”, “es necesario que”, “habría
que” etc. También suelen estar asociadas a términos con términos totalitarios como “siempre”,
“nunca”, “nada”, “todo” etc. (Ejemplo: “Nunca me acompañas a casa de mi madre”, “Siempre tengo
que bajar yo la basura”)
A continuación, te expongo algunos ejemplos de exigencias comunes que dificultan unas buenas
habilidades sociales.
• Debo ser aceptada/o por toda la gente a la que quiero y me quiere
• Nunca debo cometer errores
• Las demás personas deben ser agradables y actuar de manera justa
• La vida debería ser fácil para mí, y poder conseguir lo que quiero sin muchas complicaciones ni
impedimentos.
• Debemos anteponer las necesidades de los otros, a las nuestras
• Hay que intentar cambiar a los demás, cuando su actitud nos parezca inadecuada o incorrecta.
Uno de los problemas principales y más importantes de tener este tipo de exigencias en nuestra forma
de ser, es que nos lleva a tener expectativas poco realistas. Por ejemplo, cuando creemos que
necesitamos conseguir la aprobación de todas las personas que tenemos a nuestro alrededor.

La otra opción más racional a estas exigencias es el hecho de tener normas y valores más flexibles.

Para conseguirlo, es necesario que nos cuestionemos cualquiera de las creencias que tenemos
arraigadas en nuestro interior como “debería”, “tengo que” etc. Ya que suelen ignorar que siempre se
pueden dar circunstancias diferentes y especiales.

Por ejemplo, la sensibilidad puede ser buena en la mayoría de las ocasiones, pero cuando esa
sensibilidad es extrema y llega a hacer daño, no resulta tan buena ni sana.

O el hecho de ser sinceros, en algunas ocasiones está bien ser sincero/a y expresar lo que piensas, pero
en otras, es mejor no serlo.

O querer cambiar a otra persona puede resultar válido en algunos casos, pero muy negativo en otros.

Por todo ello, es mejor que nuestros valores los mantengamos como preferencias, más que como
exigencias inflexibles.

El catastrofismo

Es la tendencia que tenemos a veces, a esperar o anteponer catástrofes sin que haya motivos ni
pruebas para ello.

Por ejemplo, cuando alguien recibe una crítica constructiva de otra persona y enseguida piensa que ha
sido para hacerle daño, que el otro le odia y que todo el mundo le rechazara porque piensa lo mismo.
Esta actitud catastrofista también consiste en que la persona siempre teme lo peor, exagera la
posibilidad de que algo temido suceda o exagerar las consecuencias negativas que pasarían si llegase
a suceder.

También tiende a minimizar los factores atenuantes del problema en cuestión y nuestra capacidad para
afrontarlo y gestionarlos.

Este pensamiento catastrofista suele comenzar muchas veces con la frase “y si…”

El catastrofismo se relaciona de manera bastante directa con las exigencias. Por ejemplo, cuando lo
que exigimos no se cumple, podemos reaccionar pensando que es algo terrible.

La minimización

Este hecho se da cuando solemos minimizar o negar nuestros problemas, nuestros derechos y nuestras
preferencias. Puede resumirse en pensar y sentir “no me importa”, “no tiene importancia”, “paso del
tema” etc, cuando realmente son cuestiones importantes para nosotros. Se contrapone a las exigencias
y al catastrofismo, pero también suele obstaculizar o incluso, impedir, el ser asertivos. Puede parecer
desde fuera un comportamiento cobarde, porque estas personas no suelen enfrentarse a los
problemas ni afrontarlos. Pero las consecuencias de la minimización, a medio y largo plazo, suelen ser
muy negativas, ya que, se mantienen expectativas poco realistas, los conflictos y problemas a los que
no se enfrentan, aumentan, y si no se lucha por lograr lo que se quiere, se pierden una gran cantidad
de oportunidades y el sentimiento que queda es de frustración e inseguridad.

María tiene 23 años y es estudiante de enfermería.


Le gusta mucho leer en sus ratos libres o darse largos paseos por la ciudad para descubrir
edificios nuevos que nunca antes había observado.
A María le cuesta entablar relacione sociales porque siempre tiene la sensación de que se
burlan de ella y de que la miran y hablan mal cuando ella está cerca.
Cuando decide acudir a consulta, en su primera sesión, comenta al psicólogo que siempre se
siente observada por su grupo de amigos y que nunca la llaman para quedar y tiene que llamar
ella. Además, muchas veces que están debatiendo sobre algún tema de política o de series,
María siente que nadie de sus amigos opina como ella y que todos la critican cuando expresa
su punto de vista.
Comenta en consulta literalmente: “Es horrible que mis amigos no me aprueben, me siento
fuera de lugar y como que soy un bicho raro”.
Después de todos episodios que se repiten frecuentemente y desde hace años, María ha
decidido pedir ayuda profesional para trabajar sus habilidades sociales
Distorsiones cognitivas

Las distorsiones cognitivas se refieren a sesgos sistemáticos que tenemos en nuestra manera de
percibir la realidad y de evaluarla.

Estos sesgos los podemos tener todos, en mayor o menor medida, y que pueden influir de manera
negativa en nuestras relaciones con los demás.

Algunas de esas distorsiones son las siguientes:

• Sobre generalización: Se trata de sacar conclusiones generales de un solo hecho aislado. (Por
ejemplo, si un día en concreto te ocurrió algo malo en un sitio, pensar que siempre que vayas a
ese sitio te va a ocurrir lo mismo)
• Etiquetas globales: Se trata de sobre generalizar una o dos conductas y se hace un juicio global
sobre otra persona o sobre nosotros/as mismos/as
• Filtraje: Los aspectos negativos se engrandecen (o los positivos) y no se suelen percibir o se les
quita valor a los factores discordantes.
• Pensamiento blanco o negro: No se suelen ver los matices, el gris, el punto intermedio. (Se
perciben las cosas como buenas o malas, o las personas como perfectas o un desastre)
• Pensamiento emocional: Creemos que algo es tal cual lo sentimos. Por ejemplo, si odias a alguien,
concluyes que le odias porque esa persona es realmente odiosa.
• Sesgo confirmatorio: Las cosas se perciben y se recuerdan sesgadamente de manera que
“encajen” con algunas ideas preconcebidas que tenemos. Por ejemplo, si pienso que alguien es
torpe, siempre que haga cualquier cosa, intentaré encajarlo con la idea de torpe que tengo de esa
persona (aunque no sea realista)
• Leer el pensamiento: Se trata de creer que sabemos lo que los demás piensan y por qué se
comportan como lo hacen sin basarnos en nada lógico ni en pruebas, ni en hechos.
• Personalización: Creer que todo lo que la gente hace o dice, de alguna manera va dirigido hacia
uno mismo. Por ejemplo, si una persona está más seria de lo normal porque le duele una muela,
pensamos que le pasa algo con nosotros.
• Sobreestimar los errores de los demás y minimizar los propios: Se vincula mucho con una baja
autoestima y es algo que solemos hacer a menudo sin darnos cuenta ni ser conscientes.
Todas estas distorsiones son muy habituales que se den en las personas que tienen falta de habilidades
sociales y problemas de autoestima y de inteligencia emocional. Por esa misma razón resulta muy
importante tenerlas en cuenta y trabajarlas cuando un paciente acuda a consulta y detectes que tiene
alguna distorsión.

Errores de atribución
Se suele llamar error de atribución cuando tendemos a equivocarnos al creer que alguien es el
responsable (o cual es la causa) de las emociones que sentimos y de nuestro consecuente
comportamiento y de todas esas cosas que nos ocurren o ocurren a otros.

Lo errores de atribución más habituales son:


• Creer que las demás personas, o las circunstancias que vivimos, son los responsables de cómo
nos sentimos y de cómo nos comportamos. Olvidando o sin tener en cuenta, que realmente
somos nosotros los responsables. Por ejemplo, cuando alguien piensa “Ella me ha hecho
enfadar”.
• Tender a exagerar nuestra propia responsabilidad. Por ejemplo, creer que es responsabilidad
nuestra los sentimientos, emociones y comportamientos que tienen los demás.
• Sentir que somos responsables de las cosas que hacemos bien (creyendo que el mérito es
nuestro), pero no haciendo lo mismo con nuestros fallos. A este hecho se le conoce como “sesgo
de auto conveniencia”. A veces ocurre lo contrario cuando evaluamos a los demás, pensamos
que lo que hacen mal es por su mala voluntad o incapacidad.
• Pensar que cada persona tiene lo que se merece. Por ejemplo, de manera más radical, cuando
una chica ha sido violada, pensar “A saber cómo iba vestida”.
• Pensar que no se puede cambiar nuestros hábitos y nuestra manera de ser. Que somos y
seremos así siempre. “Genio y figura hasta la sepultura”.
Detectar y cambiar pensamientos
Después de haberte comentado cuales son aquellas creencias que dificultan tener unas buenas
habilidades sociales y cuáles son las distorsiones cognitivas y los errores de atribución más frecuentes,
pasamos ahora a comentar cómo podemos detectar ese tipo de pensamientos negativos cuando los
tenemos, y como cambiarlos por otros pensamientos alternativos que nos hagan sentir mejor.

Como ya sabes, lo que va a determinar cómo nos sentimos y como actuamos, son nuestros
pensamientos.

Estos pensamientos muchas veces suelen adquirirse de manera involuntaria, pero podemos aprender
a cambiarlos y modificarlos de manera voluntaria.
De esta manera, podremos elegir entre mantener los pensamientos que nos limitan y no inmovilizan y
además, nos hacen sentir mal, o sustituirlos por aquellos pensamientos que nos provoquen emociones
más positivas.

Como ya sabrás, Albert Ellis fue el pionero en hablar de la técnica “ABC” para detectar y modificar
pensamientos negativos.
Esta técnica es de vital importancia en terapia, ya que, no importa la razón por la que el paciente decida
acudir a consulta, en casi todas las ocasiones, existen pensamientos distorsionados e irracionales
detrás que le están impidiendo y dificultando vivir con normalidad.
Por tanto, es muy importante que sepas utilizar y aplicar esta técnica en consulta, aunque seguramente
ya sepas hacerlo sin problemas.
Ellis considera que si queremos cambiar comportamientos y actitudes hay que tener presentes las
situaciones externas y nuestras emociones y sentimientos y nuestras conductas; pero considera que el
papel más importante es el de nuestros pensamientos.
Utiliza el siguiente esquema:

A B C
Situación Creencias y pensamientos Consecuencias
o experiencia Sobre A

Dónde A hace referencia a la situación o experiencia que vives y que sientes como si fuera el
desencadenante de C (consecuencias emocionales y conductuales). Pero Ellis explica que, aunque A
parece ser la causante de C, eso no es así, ya que las B (los pensamientos y creencias sobre A) son los
principales causantes de las C.

Por ejemplo, imagina una persona que está hablando con su amigo y éste le hace una crítica
constructiva sobre su manera de bailar. (A). Según la interpretación que haga esa persona, es decir,
según lo que piense (B), sobre A reaccionará emocionalmente de una manera u otra y también,
conductualmente (C). Si piensa que su amigo le está criticando o atacando, se sentirá muy mal, pero si
piensa que su amigo le está intentando ayudar para que mejore en el baile, entonces tendrá emociones
más positivas y, por tanto, también actuará de diferente manera.

Instrucciones para cumplimentar autorregistros


• Casilla A: Escribe la situación problema, por ejemplo “He discutido con mi madre”
• Casilla B: Escribe los pensamientos negativos que te haya generado la situación escrita en la
casilla A.
• Casilla C: Escribe las emociones que te han generado los pensamientos negativos que has
tenido en la casilla B. (Por ejemplo, rabia, enfado, tristeza). A continuación, escribe también la
conducta derivada de esas emociones negativas. (Por ejemplo, me he ido de casa pegando un
portazo, o le he gritado a mi madre).

Como terapeuta, cuando un paciente tuyo lleva un tiempo realizando este autorregistro durante la
terapia, en su casa, en forma de tarea, posteriormente, deberás añadirle otra columna para que, en
ella, apunte los pensamientos alternativos a los pensamientos que tiene anotados en la casilla B. De
esta manera, le estas pidiendo que progresivamente modifique esos pensamientos negativos
contraproducentes que le limitan tanto.
Tabla 2. Ejemplo práctico sobre el ABC de Ellis.

A B C

Pensamientos negativos: Emociones y conductas


Situación: Cree que bailo mal Negativas:
Mi amigo me hace una Piensa que soy un inútil Rabia
Crítica a mi forma de bailar bailando. Tristeza
Enfado
Pensamientos positivos: Me enfado con él
Me lo dice como crítica
constructiva para que Emociones y conductas
mejore algunos aspectos Positivas:
y me salga mejor, Agradecimiento
Comprensión
Le doy las gracias

Ellis piensa que, en cualquier situación o experiencia que vivamos, siempre podemos escoger lo que
queremos pensar sobre esa situación o experiencia (es decir, escoger B en función de cómo evaluamos
A) y que, por tanto, podemos coger el hábito de pensar siempre de la manera que más nos convenga
para tener emociones más positivas y, además, de una manera realista.
Y, además, comportarnos de acuerdo a ese tipo de emociones que hemos sentido.
Autoinstrucciones
Las auto instrucciones son frases que nos decimos a nosotros mismos para ayudarnos a pensar, sentir
y actuar como queremos. Suelen ser más eficaces si los mensajes que te mandas son frases formuladas
de manera positiva, es decir, afirmaciones sobre aquello que quieres conseguir (en lugar de centrarte
en lo que no quieres conseguir). Por ejemplo, decirte a ti mismo que no quieres estar triste, hace que
tu atención se centre en esa tristeza y por tanto, que aumente. Contrariamente, decirte que vas a estar
alegre, suele ofrecer mejores resultados.

Generalmente, es más recomendable pensar, sentir y actuar hacia aquellas cosas que queremos,
intentando que lo pensamientos y las emociones negativas desaparezcan por sí mismos. Por ejemplo,
podrías decirte “Voy a estar alegre y si aparecen pensamientos negativos que me hacen estar triste,
me centraré únicamente en aquellos que me hagan sentir alegre y los otros, simplemente,
desaparecerán”.

A algunos pacientes les ayuda tener tarjetas con auto instrucciones que pueden colocar en su casa
donde quieran y donde vayan a estar visibles para recordarse todos los días aquellas frases e
instrucciones que les ayudan a conseguir lo que quieren.

Una forma muy común de utilizar las autoinstrucciones es crear un listado con aquellas que sean más
convincentes para ti y anotarlas en una hoja para que la lleves siempre contigo y puedas leerla cuando
quieras. Puedes utilizar frases que hayas leído en algunos libros que te ayuden a tener pensamientos
más positivos y a tener una actitud más asertiva, frases de ánimo, o esquemas que te recuerden lo que
has ido aprendiendo o recordando en este curso.

Una vez que has redactado el listado de esas auto instrucciones, puedes grabarte un audio leyéndolas
en voz alta. Intenta grabarlas de manera convincente, que cuando las escuches te creas lo que estás
escuchando. De este modo irás aprendiéndotelas e interiorizándolas para poder ponerlas en práctica
siempre que te sea posible. También puedes leerlas o escucharlas cuando tengas un mal día, te sientas
mal o vayas a vivir una situación complicada

Reencuadre
El reencuadre consiste en que seamos capaces de percibir cualquier experiencia desde distintas
perspectivas y elegir aquella que nos resulte más útil y valiosa.
De esta manera, en muchas ocasiones, una situación que puede parecer adversa y negativa, puede
convertirse en algo positivo.
El reencuadre se basa en el hecho de que no solemos percibir las cosas tal y como se nos presentan, si
no que podemos verlas de maneras muy diferentes, y esas distintas maneras de ver una misma realidad
provocan que respondamos a ella sintiéndonos, pensando y actuando de una manera o de otra, según
la hayamos percibido.
Con esta técnica del reencuadre, podemos percibir una experiencia como negativa y comprobar
posteriormente que la gran mayoría de las veces puede convertirse en una experiencia positiva y
ventajosa si la vemos desde otra perspectiva. Consiste en encontrar en cada experiencia, el punto de
vista que nos resulte más útil, para poder convertirlo en algo que nos favorezca en lugar de
perjudicarnos.
Existe algún que otro refrán que hace referencia a esto, cómo, por ejemplo: “No hay mal que por bien
no venga” y la filosofía oriental afirma que no existe nada tan malo que no contenga algún aspecto
positivo. Ni al revés.
Los fracasos y los errores que cometemos nos suponen una oportunidad para aprender de ellos,
mejorar y crecer, siempre que sepamos reencuadrarlos para percibirlos de la forma que más nos
beneficie.

El significado que tendrá cualquier acontecimiento dependerá en gran medida del encuadre o la
perspectiva con la que lo observemos. Cuando cambiamos la perspectiva, cambiamos también el
significado. Y cuando el significado cambia, también cambian los sentimientos y las conductas que
estaban relacionadas con él.

Practicar el reencuadre, nos ayuda a que seamos capaces de distanciarnos emocionalmente de las
situaciones que vivimos, para que no nos afecten tan directamente y para ser capaces de poder ver las
cosas desde otra perspectiva. Esto nos ayuda a que nuestras emociones y conductas positivas
aumenten y podamos ser más atractivos/as para las personas que nos rodean.

El reencuadre resulta muy útil para los distintos aspectos de la comunicación interpersonal.
Por ejemplo, Beck aconseja a los profesionales de la psicología que, si acude un paciente a consulta
que no muestra confianza en el tratamiento y lo pone en duda, tomemos a ese paciente como una
persona inteligente que necesita encontrar pruebas objetivas y científicas, antes que creer que el
tratamiento va a funcionar solamente porque se lo digamos nosotros/as.
Para las personas que son tímidas, se aconseja que utilicen la técnica del reencuadre para considerarla
como un ejercicio a la vergüenza en caso de que cometan un fallo.

Algunos otros autores como Robbins, aconsejan que se utilice el reencuadre para modificar algunos
recuerdos que teneos. Por ejemplo, algunas parejas cuando rompen tienen un trauma y esto les
dificulta mucho el poder establecer otra relación de pareja, porque según Robbins, se centran
especialmente en los aspectos negativos de la relación, aunque hayan existido muchos positivos. (Las
razones de la ruptura, por ejemplo). La solución para esta situación sería reencuadrar los recuerdos
para almacenarlos en la memoria del modo que resulte más conveniente y beneficioso (Recordando
más los momentos positivos de la relación y todo lo que aprendiste con esa persona etc.) Este hecho
les ayudará a sentirse mejor y a actuar de manera más positiva.

Otros ejemplos importantes de reencuadre serían los siguientes:

• Cuando nos duele algo físico, puede ser una señal que nos está mandando el organismo para
que nos cuidemos mejor.
• Si te das cuenta que has fallado en algo, puedes tomarte ese fallo como algo positivo y como
un aprendizaje del error para no volver a cometerlo en el futuro.
• Romperse una pierna o hacerse un esguince, puede tomarse como una oportunidad para
descansar o para descubrir cosas por las redes sociales.
• Cuando coincidíamos con personas que piensan y actúan de manera muy irracional, podemos
pensar que es consecuencia de su educación, de su biología y de su manera de interpretar las
cosas que nada tiene que ver con la nuestra.
• Una enfermedad crónica puede ayudarnos a aumentar la autoestima, ya que, puede servirnos
para cuidarnos mejor y para mimarnos más como no lo habíamos hecho hasta ahora y de esta
manera, aumentar la frecuencia de tus pensamientos y de tus emociones positivas.

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