Está en la página 1de 2

Hablemos de Psicología

¿VIVIMOS PENDIENTES DEL QUÉ DIRÁN?

Me gustaría que respondieses de manera sincera a esta pregunta. En tu día a día, cuando vas a
llevar a cabo una determinada conducta ¿te influye mucho lo que crees que los demás puedan
opinar? Y si alguien te hace una crítica que consideras injusta ¿te vienes abajo, te crea malestar,
ansiedad, preocupación? ¿A cuántos de nosotros nos da igual lo que opinen los demás de
nuestra forma de actuar, pensar, sentir? Hay personas que viven pendiente de cómo los demás
puedan valorarles. Frases o pensamientos del estilo “voy a hacer el ridículo”, “qué pensarán de
mi”, “seguramente no le caigo bien”, “que mal he quedado” … son muy frecuentes en algunas
personas, creándoles un gran malestar.

¿Por qué esa necesidad de aprobación?

Desde pequeños nuestros padres- madres y las personas de nuestro entorno, nos han servido de
referencia para saber cuándo algo estaba bien o mal. Dada nuestra inmadurez y falta de
autonomía, durante esos años necesitábamos buscar la aprobación de ellos a todo lo que
hacíamos, decíamos, pensábamos o sentíamos. De manera que si ellos estaban de acuerdo nos
sentíamos bien, serenos, y si no lo compartían nos creaba malestar, que resolvíamos
modificando nuestro comportamiento hasta conseguir su aprobación. Esto era así y debía de ser
así, porque era una manera de garantizar nuestra supervivencia, ya que no teníamos criterios
claros y definidos sobre cómo debían ser las cosas.

Pero han pasado los años, y estos años además de algunas arrugas también nos han traído una
mayor seguridad en nosotros mismos, autonomía y criterios propios sobre cómo deben ser las
cosas. De manera que lo que en nuestra infancia era adaptativo ahora se ha convertido en un
obstáculo para vivir nuestra vida tal y como deseamos.

La cuestión es, ¿podemos vivir sin tener en cuenta lo que opinen los demás sobre nosotros?

Como seres sociales que somos, necesitamos relacionarnos con personas, y además necesitamos
que esas relaciones interpersonales sean armoniosas. De manera que hasta cierto punto es
normal que nos preocupe lo que los demás opinen de nosotros, incluso puede llegar a ser
beneficioso, porque en ocasiones nos permite ver las cosas desde una perspectiva diferente a la
nuestra, contribuyendo a nuestro crecimiento y desarrollo. El problema surge cuando estamos
excesivamente pendientes de los demás y vivimos los comentarios con ansiedad y no como lo que
son, simples opiniones subjetivas y no reflejo forzoso de la realidad, hasta el extremo de que
terminan condicionándonos la vida.

¿Cómo nos afecta la excesiva preocupación acerca de lo que los demás opinen sobre nosotros?

- Nos provoca estados de ansiedad, al estar constantemente preocupados por el qué dirán.

- Hace que en muchas ocasiones abandonemos nuestras ideas o deseos por seguir los de los
demás.

- Nos hace vulnerables al elogio y a la crítica.


- Nos volvemos más manipulables por el entorno.

- Paradójicamente causamos menos aprobación en los demás, ya que aparecemos ante los demás
como personas inseguras, susceptibles, irascibles...

- De alguna manera, cuando estamos demasiado pendientes de la opinión de los demás,


perdemos el control de nuestra vida ya que actuamos como quieren los demás y no como
realmente deseamos. Por tanto, nuestra felicidad se verá afectada.

¿Cómo podemos actuar en relación a esta necesidad de gustar a todos o de vivir pendientes de
opiniones ajenas?:

- Es importante que seamos conscientes de que a pesar de que es agradable gustar a los demás,
no es necesario. Podemos vivir sin la aceptación y el apoyo de algunas personas. Esto es
importante que lo tengamos claro, porque hay personas que han crecido con la creencia de que
para ser feliz hay que gustar a todo el mundo.

- No debemos dejar que nos juzguen, sólo nosotros podemos aprobar nuestras acciones. La
opinión de los demás solo tendrá efecto si nos la creemos.

- Los comentarios de los demás no son más que opiniones, que en ocasiones pueden ser
acertadas y en otras no. En función de quién la haga y cómo la haga, podemos escucharla y
cuando estemos serenos analizar qué parte de verdad hay, sin obsesionarnos.

- Tenemos que aprender a aceptarnos tal y como somos, con nuestras virtudes y nuestros
defectos, y a confiar en nosotros mismos.

- Asumir la responsabilidad en la dirección de nuestra vida, lo que implica tomar nuestras propias
decisiones, aún a riesgo de equivocarnos. Responsabilizarnos de igual manera de los errores que
con toda seguridad vamos a cometer. No olvidar nunca que debemos permitirnos errar.

Tenemos derecho a vivir la vida que realmente deseamos vivir, no la que los demás desearían que
viviésemos. Y sólo nosotros podemos hacer valer ese derecho. Como decía Alaska "A quién le
importa lo que yo haga..."

También podría gustarte