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UTESA
SISTEMA CORPORATIVO
Escuela de Graduados
Facultad de Ciencias y Humanidades
PRESENTADA POR:
Yajaira Josefina Vásquez Morel 1-19-9267
Yunior Andrés Castillo Silverio 1-19-9269
Willian Lucas García Aybar 1-19-9290
Ofni Misel Peralta Azcona 1-19-9292
FACILITADOR:
Licdo. Arístides Salcé, MDI
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TEMA: UNIDAD IV
HISTORIA DE LA PROPIEDAD INMOBILIARIA A LA
LUZ DE LAS DIFERENTES CONSTITUCIONES
DOMINICANAS Y LEGISLACIONES VIGENTES
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ÍNDICE:
Introducción…………………………………...……………...………........................4
Propósitos de la investigación…………..……………………….................................5
Objetivo general………………………….…………...………....................................5
Objetivos específicos……………………………….……...........................................5
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4.9.- Como se hacen las inscripciones y transcripciones.………………….……..
…..13
4.10 Publicidad de los libros registros………………………………………...…….13
Conclusiones…………………………………………………………………….…..14
Bibliografías………………………………………………………………………....17
Introducción.
Este tercer período, inicia a raíz de la independencia de 1844, cuando regía en el país
el Código Civil francés de 1804 “napoleónico”, que había sido impuesto por el
dominador haitiano desde 1822, con ese hecho adquiere la nueva República, que
surgía libre e independiente, todos los derechos que sobre estas tierras tenía en su
patrimonio la Corona de España. Como no se había legislado aún de manera especial
sobre los terrenos comuneros, era necesario acudir para la partición de los mismos al
Código de Procedimiento Civil, lo que hacía que una partición fuese un
procedimiento largo, costoso e imperfecto, puesto que la demanda debía ser
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notificada a tantas partes como accionistas existieran, corriéndose el riesgo de que
muchas veces después de concluido un procedimiento de partición apareciera un
nuevo accionista que no había sido notificado y cuyos derechos era preciso tener en
cuenta.
Propósitos de la Investigación:
Objetivo General:
Objetivos Específicos:
Identificar como estaba formado ese tercer período; desde la constitución de 1844,
hasta 1911.
Establecer cuál fue la proclamación de la independencia.
Señalar como se regía el derecho de propiedad en esta época.
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Establecer cuál fue origen de la propiedad eclesiástica.
Identificar como se hacía una partición de terrenos comuneros en esa época.
Formular cuales eran las prohibiciones de hacer ventas a comunidades religiosas
a extranjeros y autoridades.
Describir la ley de bienes nacionales de 1845.
Distinguir que clase de publicidad se daba las transmisiones del derecho de
propiedad en esa época.
Conocer sobre la ley sobre registro y conservación de hipotecas del 21 de junio de
1890.
Nombrar lo referente al Conservador de hipotecas y como se hacen las
inscripciones y transcripciones.
Distinguir la Publicidad de los libros registros.
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Constitución de 1844, fueron la consolidación de la independencia política, crear las
bases fundamentales de su gobierno y afianzar los imprescriptibles derechos de
seguridad, propiedad, libertad e igualdad. Esta primera Constitución hacía énfasis en
el derecho de propiedad, pues resalta la preocupación principal de la burguesía de la
época, la cual veía en el derecho de propiedad absoluta, la seguridad de su
afianzamiento como clase dominante.
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derechos que sobre estas tierras tenía en su patrimonio la Corona de España. Es
cierto que años antes España había cedido estas tierras a Francia por el tratado de
Basilea; pero ese hecho la única influencia que tiene sobre nuestro derecho es que en
ese lapso se comienza a poner en práctica el Código de Napoleón. En 1809 esta parte
de la Isla fue reincorporada a España; pero esto tampoco produjo ninguna variación
importante”. (p. 155)
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derecho de propiedad no existía ninguna oficina pública en donde los actos relativos
a la transmisión del derecho de propiedad fuera objeto de alguna intervención directa
o indirecta por parte de las autoridades. Desde antes de la independencia la
propiedad queda regida por las disposiciones del Código Civil francés y como no se
había legislado aún de manera especial sobre los terrenos comuneros, era necesario
acudir para la partición de los mismos al Código de Procedimiento Civil, lo que hacía
que una partición fuese un procedimiento largo, costoso e imperfecto, puesto que la
demanda debía ser notificada a tantas partes como accionistas existieran, corriéndose
el riesgo de que muchas veces después de concluido un procedimiento de partición
apareciera un nuevo accionista que no había sido notificado y cuyos derechos era
preciso tener en cuenta. En el año de 1911 fue promulgada la ley sobre División de
Terrenos Comuneros, la cual representa el primer esfuerzo hecho por el Legislador
Dominicano para organizar definitivamente la división de los Terrenos Comuneros.
Terrenos comuneros son predios indivisos de terrenos que pertenezcan, o se digan
pertenecer, a dos o más personas, cuyos derechos estén representados en acciones
denominadas “pesos” u otras unidades que más bien guarden relación al valor o
derecho proporcionales con el área de terreno. Los Terrenos comuneros son una
consecuencia de las encomiendas y reparticiones hechas por la Corona Española a
determinadas personas de predios que estaban demarcados por los elementos
naturales, como ríos, arroyos, montañas y que los dueños justipreciaban, y luego
vendían partes de esos terrenos, valorándolos en “pesos”, con lo que los nuevos
dueños pasaban a ser accionistas de esos predios. Estos accionistas sometían al
conocimiento del tribunal civil estas acciones de pesos para que le fueran
reconocidos u homologados sus derechos, y así se establecía el derecho de propiedad
de esas personas. El propósito de esta ley, en síntesis, fue que en el país
desaparecieran el sistema de los terrenos comuneros y que fuera sustituido por otro
donde las propiedades rurales estuvieran todas mensuradas, deslindadas y divididas
entre todos sus dueños. La ley ordeno que el procedimiento para lograrlo fuera de
orden público. El procedimiento no era sin embargo obligatorio, sino opcional, pero
una vez iniciado por uno o más reclamantes, todos los demás condueños en un sitio
comunero quedaban afectados y comprometidos por el procedimiento y la sentencia
final les era oponible”. (p. 138)
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4.5.- La ley de bienes nacionales de 1845.
Según la opinión Bonilla Atiles, J. (1974), en su libro Legislación de Tierras
Dominicanas. Nos dice:” Una de las mayores preocupaciones del primer gobierno
constitucional dominicano, fue la de organizar los bienes del Estado y ponerlos a
fructificar. Para ello lo primero que tenía que hacer era definir cuales bienes eran del
Estado y cuáles de particulares, y para eso desde el principio dio pasos legislativos.
Primero la Junta Central Gubernativa dicto un decreto el 20 de abril del 1844
secuestrando los bienes de los haitianos y los de los que abandonaron el país después
del 1ro de marzo de ese año y segundo el Congreso dicto una ley extinguiendo una
serie de gravámenes y afectaciones de origen religioso, promulgando luego la Ley 52
de fecha 2 de julio de 1845 que declara ya en esa fecha cuales son los bienes
nacionales y establece lo concerniente a su administración, fructificación,
conservación y enajenación. Esta ley sufrió dos modificaciones en 1846 para aclarar
algunos términos y resolver ciertas situaciones no prevista en el texto original. De
dicha ley se pueden definir los siguientes principios básicos sobre el derecho de
propiedad inmobiliar:
a) El Estado dominicano era dueño de todas las tierras sin dueño conocido;
b) Fueron también del Estado dominicano todos los bienes, tanto mobiliar como
inmobiliar, así como capitales y rentas que hubieren pertenecido a gobiernos
anteriores (Corona española y Estado haitiano básicamente) o que fueron propiedad
de organizaciones religiosas ya extinguidas.
c) El Estado también resultaba dueño de todos los bienes muebles e inmuebles de
los haitianos residentes en la parte esta y que rehusaron a nacionalizarse dominicanos
al momento de la independencia y los dominicanos que se ausentaron del país a raíz
del cambio político de 1844 sin prestar juramento a la República o hubiere en algún
modo auxiliado a los haitianos.
Como no estaba claro cuales propiedades serian afectadas por estas disposiciones,
por lo general de sus términos, la Ley de Bienes Nacionales dispuso la formación de
Comisiones Provinciales ante quienes en un plazo de tres meses debían comparecer
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todos los poseedores de terrenos a presentar sus títulos de propiedad para ser
depurados. Mientras tanto se consideraba bajo secuestro estatal todos los inmuebles
que hubieren pertenecido a haitianos, y se dispuso asimismo que cualquier poseedor
de tales bienes debía presentar a la Comisión los títulos bajo los cuales tenía esa
posesión para ser también depurados. Si los poseedores aparecían con justo titulo no
serían molestados, pero si aparentaba que la posesión carecía de base legal, el Estado
quedaba confirmado en su propiedad de ellos, y debían entonces ser arrendados a
terceros. Si alguno de esos bienes tenía algún gravamen a favor de un particular,
debía entonces ser vendido en pública subasta y el producido debía ir a satisfacer la
deuda y cualquier saldo quedaba a favor del Estado. Si un inmueble urbano de los
confiscados bajo la Ley estuviere alquilado, el inquilino tenía 45 días para
desalojarlo y si era rural debía esperarse a que venciera el término del arrendamiento,
pero en el momento de la subasta se les daba preferencia a dichos inquilinos para
adjudicar la propiedad. La Ley considero validas e irrevocables las ventas y
donaciones hechas por el gobierno haitiano bajo la legislación anterior, pero las
propiedades tomadas por dicho gobierno y que aún no hubieran pasado a manos de
particulares revertirían a sus dueños anteriores si estos las reclamaban. Si el
propietario anterior era la Iglesia, se pondría en manos del arzobispo, pero no en
propiedad, “para su administración y conservación”. Con esta medida se quiso evitar
que la Iglesia Católica recuperara su anterior posición de gran terrateniente, ya que
no se le permitió disponer ni sacarles renta a los bienes que se le estaba devolviendo,
pudiendo usufructuarlos únicamente.
Las modificaciones a la Ley de Bienes Nacionales trataron los casos de los hijos de
dominicanos, disponiendo que tales bienes no entraban en secuestro y pasaban a los
herederos legales.
Lo mismo se dispuso para los casos de sucesiones abiertas por causa de muerte civil.
Otra de las modificaciones vario la composición de las Comisiones y el método de
venta en pública subasta que el texto original se hacía ante los tribunales, para
ponerlos a cargo del Departamento de Hacienda.
Bajo la Ley de Bienes Nacionales dominicana de 1845, pasaban al Estado todos los
bienes de los ausentes, que no hubieren reclamado sus derechos de propiedad dentro
de los tres meses de promulgada dicha ley. Esta ley declara que todos los terrenos
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situados en territorios dominicanos que no tuvieren dueño conocido serían bienes
nacionales, ya sea que hayan pertenecido a gobiernos anteriores, a conventos
religiosos ya extinguidos, a terceras órdenes, cofradías y demás corporaciones que ya
no existen, o a nacionales haitianos que no prestaren juramento de fidelidad a la
nueva República. (p. 147)
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Según Bonilla Atiles, J. (1974), en su libro Legislación de Tierras Dominicanas. Nos
dice: “Es un funcionario designado por el Poder Ejecutivo, cuya oficina funciona en
cada una de la cabecera de provincias o distritos. El conservador de hipotecas tiene
dos funciones principales: a) transcribir e inscribir los actos en los libros
correspondientes y con las formalidades prescriptas por el Código Civil y la Ley
todos los actos que se le entreguen para la conservación de las hipotecas y la
consolidación de las mutaciones de propiedades inmobiliarias y 2) percibir los
derechos establecidos por la ley con ese motivo. En caso de muerte lo sustituye el
Oficial Mayor donde lo hubiere, o el secretario del Ayuntamiento, si no lo hay. El
Conservador tiene el deber de llevar seis libros:
1) Uno destinado al asiento por orden numérico y de fecha de los actos que recibe;
2) Otro las inscripciones hipotecarias;
3) Uno para la transcripción de los actos traslativos de propiedad;
4) Otro para la transcripción de los actos de embargos inmobiliarios;
5) Un libro índice;
6) Un libro para la contabilidad;
Estos libros, con excepción de los dos últimos, deberán ser autorizados por medio de
un auto que dicta el presidente del Juzgado de Primera Instancias, formalidad ésta
que sustituye el uso de papel sellado, ordenado originariamente por la Ley”. (p. 149)
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Su objeto es organizar una medida de publicidad para los terceros. La transcripción
no fue obligatoria en principio. Actualmente lo es. Se refriere sólo a derechos reales
y a actos intervivos. Se transcriben los actos traslativos de esos derechos; pero no lo
declarativos, ni lo confirmativos, ni los abdicativos”. (p. 152)
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normas del derecho internacional. Pero también por las mismas causas que pudieran
alegar los españoles con su descubrimiento, conquista y colonización. Nuestro
Estado, en su formación y desarrollo, necesitó apropiarse de todos los bienes
muebles e inmuebles que le fuera posible. Era necesario crear el patrimonio nacional.
Y era necesario contar con recursos económicos que permitieran a los fundadores de
la República mantener viva su creación patriótica. Para lograr ese objetivo, se dictó
la Ley sobre Bienes Nacionales del 21 de julio de 1844, impulsada por el presidente
Pedro Santana. Además, el 6 de noviembre del mismo año, proclamamos nuestra
primera Constitución. Se denominó Constitución de San Cristóbal, porque fue en esta
pequeña villa que se redactó y se aprobó ese trascendental documento jurídico y
político. Con esa Constitución declaramos que la República Dominicana, estaba
formada por el territorio de la parte española de la isla, y que incluía las islas
adyacentes. Adicionalmente a esto también se trató sobre la inscripción es el asiento
en registro especial, destinado al efecto, de la declaración que, en la forma
determinada por la ley, hace un acreedor del privilegio o de la hipoteca que él tiene
sobre los bienes de su deudor. El libro registro de inscripción debe cerrarse a las seis
de las tardes, como formalidad que certifica diariamente el Conservador con una nota
puesta al pie del último registro. La transcripción consiste en copiar in extenso el
acto en el libro destinado a tales fines. La transcripción se hace en razón de la
persona más bien que en razón del inmueble, y los actos se van copiando uno
seguido de otro, a medida que se reciben. Su objeto es organizar una medida de
publicidad para los terceros.
Ofni Misel Peralta Azcona: Uno de los periodos de la historia del derecho
inmobiliario en la República Dominicana más importante, es el tercero. Que inicia a
raíz de la independencia del 27 de febrero del año 1844, cuando regía en el país el
Código Civil francés de 1804 "napoleónico", que había sido impuesto por el
dominador haitiano desde 1822, con ese hecho adquiere la nueva República, que
surgía libre e independiente, todos los derechos que sobre estas tierras tenía en su
patrimonio la Corona de España. A partir de esta fecha la propiedad quedaba sujeta a
las regulaciones del Código Civil. Lo más relevante en este periodo es la
promulgación de la Constitución del 1844 que consignaba en el artículo 2: "La parte
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española de la isla de Santo Domingo y sus islas adyacentes, forman el territorio de
la República Dominicana". En el artículo 21 de dicha constitución antes citada,
consagra el derecho de propiedad como inherente a la personalidad humana y
dispone que nadie puede ser expropiado sino por causa de utilidad pública, previa
justa indemnización. El año siguiente, es decir en fecha 2 de julio de 1845, el
legislador dominicano dictó la Ley sobre Bienes Nacionales. La propiedad quedó
dividida así: Propiedad del Estado y Propiedad de los Particulares, y esta última a su
vez sub-dividida, en cuanto a lo rural: en Terreno Comunero y NO Comunero. Por
último, mencionar lo que establece el artículo 1ro de la misma constitución: “Todas
las propiedades sin dueños conocidos, situadas en el territorio de la República, son
bienes nacionales”.
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no fue obligatoria en principio. Actualmente lo es. Se refriere sólo a derechos reales
y a actos intervivos. Se transcriben los actos traslativos de esos derechos; pero no lo
declarativos, ni lo confirmativos, ni los abdicativos.
El libro registro de inscripción debe cerrarse a las seis de las tardes, como formalidad
que certifica diariamente el Conservador con una nota puesta al pie del último
registro. La transcripción consiste en copiar in extenso el acto en el libro destinado a
tales fines. La transcripción se hace en razón de la persona más bien que en razón del
inmueble, y los actos se van copiando uno seguido de otro, a medida que se reciben.
Su objeto es organizar una medida de publicidad para los terceros.
Bibliografías.
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Vega B. Wenceslao. (2005). Historia del Derecho Dominicano (5ta. ed).
Santo Domingo, República Dominicana: Editora Amigo del Hogar.
Sención Villalona, Augusto. (2010). Historia dominicana: desde los
aborígenes hasta la Guerra de Abril. Santo Domingo, República Dominicana:
Editora Alfa y Omega.
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