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Anatomía y Lenguaje

El lenguaje es una de las funciones superiores complejas que involucra estructuras


anatómicas corticales y subcorticales del cerebro humano. A diferencia del habla, está
formado por un sistema organizado de señales o signos, tanto hablados u oídos,
escritos, leídos o gesticulados, para comunicar pensamientos y emociones.

En el cerebro humano el lenguaje hace parte de las funciones cerebrales complejas o


funciones mentales superiores. Las funciones cerebrales complejas se definen como
una serie de capacidades que permiten en el ser humano conocer e interpretar la
realidad, tener pensamientos, ideas, abstracción, tomar juicios, tomar decisiones,
comunicarse a través del lenguaje, almacenar una vasta información en la memoria,
tener deseos y motivaciones y experimentar emociones.

¿Qué es habla y que es lenguaje?

El lenguaje es un sistema organizado de señales o signos asociado con símbolos


secuenciales y con significados concretos, que se transmiten entre los individuos de
una misma especie. Es también la forma como la especie humana transmite además de
los pensamientos y las emociones, su cognición.

Desde el punto de vista biológico, el habla es el proceso mediante el cual se controla el


movimiento y la contracción de los diferentes grupos musculares en el aparato
fonador de una especie, para generar sonidos. Desde el punto de vista biológico,
cuando escuchamos los sonidos de otras especies o de nuestra propia especie, pero no
comprendemos el sentido o significado del sonido, estamos escuchando lo que sería
habla; pero si al contrario, escuchamos, procesamos y comprendemos el significado
semántico de los sonidos y posteriormente podemos producir un sonido para que
nuestro interlocutor o escucha también comprenda, esto se denomina lenguaje.

Con respecto a las Bases neuro-anatómicas y fisiológicas del lenguaje, las zonas o
áreas relacionadas con el lenguaje son corticales y subcorticales, que funcionan de
manera integral y simultánea para lograr el resultado final lingüístico.

En el desarrollo de las áreas corticales humanas relacionadas con el lenguaje, influyen


la dominancia del hemisferio cerebral, el género, la edad y la escolaridad. En la gran
mayoría de la población humana, las áreas relacionadas con el lenguaje se localizan en
el hemisferio izquierdo, porque el 95% de los humanos son diestros y la dominancia es
localizada en el hemisferio contralateral, o hemisferio izquierdo.

Existen tractos de asociación bidireccionales en el hemisferio izquierdo que conectan


las anteriores áreas y tractos comisurales que conectan el hemisferio izquierdo con el
hemisferio derecho. Además existen conexiones de las áreas corticales de producción
y de la comprensión del lenguaje con estructuras subcorticales del encéfalo como los
núcleos del tálamo, los núcleos basales del encéfalo y el cerebelo, formando
verdaderos circuitos cerebrales para funciones como el léxico semántico, el inicio o la
suspensión espontánea y voluntaria de una conversación, etc.

¿Cómo funcionan las redes neurológicas del lenguaje?

Hay dos áreas principales principales involucradas en la adquisición y producción del


lenguaje:

El Área de Broca: zona cerebral cuya función es permitir la ejecución de los patrones
motores para la expresión de cada palabra, articulando el lenguaje hablado y
escrito. Por lo tanto, esta área nos provee de los circuitos nerviosos necesarios para la
formación de las palabras. Asimismo, participa en la producción del habla. Las
personas que sufren de lesiones en esta área (llamada afasia de Broca) tienen
dificultades en la expresión del lenguaje.

El Área de Wernicke: ésta se conecta con el área de Broca) mediante un haz de fibras
nerviosas, el arcuato. Se encuentra ubicada delante de la porción inferior de la corteza
motora primaria izquierda, en la cercanía de la fisura lateral. Está constituida por la
porción opercular y triangular del giro frontal inferior. También se conecta con el área
motora suplementaria, relacionada con la iniciación del habla.

Según una nueva investigación realizada por Ned T. Sahin y colaboradores, en


Universidad de California, en San Diego, publicada en la revista Science, el área de
Broca es capaz de computar las dos tareas fundamentales relacionadas con el
lenguaje: la elección de la forma gramatical correcta y la organización de los sonidos
para expresarla.

El aparato fonador es el conjunto de órganos del cuerpo humano encargado de


generar y ampliar el sonido que se produce al hablar.
Lo componen tres grupos de órganos diferenciados:

 órganos de respiración (cavidades
infraglóticas: pulmones, bronquios y tráquea)
 órganos de fonación (cavidades glóticas: laringe, cuerdas vocales y resonadores
-nasal, bucal y faríngeo)
 órganos de articulación (cavidades
supraglóticas: paladar, lengua, dientes, labios y glotis).

Además, el correcto funcionamiento del aparato fonador lo controla el sistema


nervioso central, puesto que más allá de la mera fonología está el significado.
Específicamente, se sabe que el control del habla se realiza en el área de Broca,
mencionada anteriormente y situada en el hemisferio izquierdo de la corteza cerebral.

Para convertirse en sonido, el aire procedente de los pulmones debe provocar


una vibración, y la laringe es el primer lugar en que se produce. La laringe está formada
por un conjunto de cartílagos y una serie de ligamentos y membranas que sostienen
unas bandas de tejido muscular llamadas cuerdas vocales. La tensión, elasticidad,
altura, anchura, longitud y grosor de las cuerdas vocales pueden variar, lo que da lugar
a diferentes efectos sonoros.
El efecto más importante de las cuerdas vocales es la producción de una vibración
audible en los llamados sonidos sonoros, en contraste con los sonidos sordos, en cuya
producción no vibran las cuerdas vocales. En español, todas las vocales y
muchas consonantes (m, b, d,...) son sonoras.

En los humanos, a diferencia de otras especies, existe una predisposición genética para
el lenguaje que permite a los niños hablar de forma espontánea.

Las neuroimágenes revelan que, en los primeros meses de vida, cuando el bebé oye
frases en su lengua materna, activa las mismas regiones cerebrales que el
adulto (Dehaene, 2015). No obstante, para que el lenguaje se desarrolle de forma
adecuada, la experiencia social es imprescindible.

Utilizando el paradigma de habituación y deshabituación (midiendo la preferencia de


su mirada, por ejemplo), se ha comprobado que los bebés son capaces de reconocer
distinciones fonológicas de cualquier lengua. Su cerebro utiliza un aprendizaje
estadístico muy sensible a la frecuencia de aparición de los fonemas que les hace
poder diferenciar, a las pocas semanas de nacer, lenguas con propiedades rítmicas
muy diferentes, como el japonés y el holandés. Y en torno a los 4-5 meses de edad,
sean monolingües o bilingües, ya pueden diferenciar lenguas similares como el
español y el italiano, por ejemplo (Costa y Sebastián-Gallés, 2014).

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