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Liderazgo ético

03/10/2020SebyGarciaArtículos, Coaching político, Liderazgo y motivación

La ética debería ir ligada al liderazgo, lo contrario sería ejercer el mando sin


más. Cuando el ejercicio de responsabilidad se une a la ética, se llega a una
perfecta simbiosis que da lugar a un liderazgo ético.

El liderazgo ético realmente tiene dos elementos:

1. Los líderes éticos deben actuar y tomar decisiones éticamente, como


las personas éticas deben hacerlo en general.
2. Los líderes éticos deben también liderar éticamente, la manera en
que tratan a las personas todos los días, en sus actitudes, en las
maneras que alientan, en las direcciones en que conducen a sus
organizaciones o instituciones o iniciativas.

El liderazgo ético tiene una parte visible está en la manera en el que el líder


trabaja y trata a otros, en su comportamiento público, en sus declaraciones y
en sus acciones. Los aspectos invisibles del liderazgo ético yacen en la
personalidad del líder, en su proceso de toma de decisiones, en su modo de
pensar, en el conjunto de valores y principios a los que recurre y en su valor al
tomar decisiones éticas en situaciones difíciles.

Los buenos líderes siempre tienen una conducta ética, no


solamente cuando alguien los ve, además mantienen su ética a
través del tiempo y muestran constantemente que ésta es una
parte integral del marco filosófico que usan para entender y
relacionarse con el mundo.

Algunos componentes del liderazgo ético:

 La capacidad de dejar de lado el ego y los intereses personales en


beneficio de la causa que se apoya, la organización que se lidera, las
necesidades de las personas a las que se sirve o el bien común de la
comunidad o el mundo.
 El deseo de alentar y recibir comentarios serios y diferentes
opiniones y que se desafíen las ideas  propias y las acciones
propuestas.
 Estimular el liderazgo en otros.
 Hacer que la consideración y la discusión de la ética y las preguntas
y los problemas éticos sean parte de la cultura del grupo,
organización o iniciativa.
 Mantener y expandir la competencia que se le debe a quienes confiaron
en el líder para llevar la organización en la dirección correcta y con los
métodos efectivos.
 Aceptar las responsabilidades y hacerse responsable de las mismas.
 Es importante entender el poder del liderazgo y usarlo bien, compartir
tanto como sea posible, nunca abusar y ejercerlo sólo cuando sea
beneficioso para los individuos o la organización con la que se trabaja, la
comunidad o la sociedad.

Sin valores, no hay liderazgo


A veces, se confunde a los líderes con las personas que se encuentran al mando, pero esta
relación no siempre es directa. Un CEO ocupa el escalafón más alto de una compañía, pero no
significa que solo por ese simple hecho ya se pueda considerar un líder efectivo. Por otro lado,
cualquier profesional puede inspirar a otras personas con el ejemplo en el lugar trabajo y se
puede decir, en este caso, que estará ejerciendo un tipo de liderazgo. Quien no será nunca un
líder es la persona que convence con el uso de la fuerza, la tiranía, el miedo, la amenaza, la
intimidación o apoyado por la filosofía de la recompensa inmediata. Un líder debe saber
comunicar y generar confianza para llegar a tener una influencia real. Ese liderazgo solo se
alcanza cuando se construye sobre la base de unos valores sólidos.

Ser un verdadero líder implica mirar primero hacia dentro, para luego mirar hacia fuera. Se
trata de revisarse a uno mismo. El comportamiento es un indicador fiable del impacto que se
genera en el entorno, y, precisamente, en la conducta es donde se ven reflejadas las creencias
y valores de las personas. Daniel Goleman ya apuntaba en 1996 en su libro Inteligencia
emocional como entre los factores determinantes del éxito también se encuentran habilidades
como la empatía, la autorregulación, la perseverancia, el entusiasmo o la capacidad para
motivarse. Son muchos los expertos que avalan que en el camino hacia el logro de las metas, la
capacidad de gestionar las emociones propias y externas es esencial.

La importancia de la comunicación

Para estar al mando de un equipo o una organización se necesita tener seguridad en un


mismo. Si se carece de esta es muy difícil que un profesional logre generar esa misma
sensación en su entorno y, por tanto, la consecución de los objetivos estará más lejos. Pero la
confianza de las personas, no se gana solo con firmeza y convicción. Uno de los problemas de
salud más graves de las compañías es el silencio. La falta de comunicación es el primer síntoma
de que algo está fallando. Cuando los profesionales que ejercen un puesto de responsabilidad
no son capaces de identificar y entender las preocupaciones, las dudas o los problemas de las
personas con las que trabajan, están poniendo un freno al desarrollo tanto del equipo como de
sí mismos. La capacidad de escucha activa es una competencia indispensable del liderazgo.

Una actitud negativa o indiferente puede esconder una necesidad, un malentendido e incluso
una oportunidad. El líder debe estar dispuesto a hablar, a preguntar y a crear espacios donde
el resto de profesionales puedan plantear sus dudas e inquietudes sin que esto suponga
ningún tipo de problema. La comunicación no solo ayuda a generar confianza, también sirve
como vehículo para estrechar vínculos entre los miembros de un equipo. Por supuesto, el uso
del lenguaje es clave en este sentido. No solo se trata de adaptar el discurso a los diferentes
interlocutores, los espacios y los canales también importan. Por ejemplo, no tiene el mismo
efecto comunicar una mala noticia por correo electrónico que hacerlo de forma presencial en
un entorno tranquilo. Este tipo de comportamientos y actitudes en línea con un liderazgo
efectivo esconden detrás valores como el respeto por los demás, la confianza, la empatía y la
responsabilidad.

Una cuestión de valores

Todas las organizaciones aspiran a ser excepcionales, pero si los profesionales que forman
parte de ellas no están motivados, no son felices y no están comprometidos, difícilmente
ofrecerán un servicio que esté a la altura de estas expectativas. Los líderes son personas
capaces de llevar las ideas y los sueños a la realidad, pero solo pueden conseguirlo con la
ayuda de los demás. Por tanto, recaerá en su figura la responsabilidad de motivar, inspirar y
encender el motor del equipo. Solo cuando un profesional sea entusiasta y apasionado y actúe
de acuerdo a valores como la honestidad, la justicia y la integridad, será capaz de contagiar su
emoción al resto.

Esta capacidad de mover y tener impacto en el resto de profesionales no solo se consigue a


través del ejemplo, también de la generosidad. Los valores marcan la personalidad del líder,
sus actos, sus relaciones y también sus prioridades. Los líderes deben tener claro que para
alcanzar sus metas necesitan que el resto de personas también estén alineadas con ellas. Por
esa razón, deben estar dispuestos tanto a recibir como a dar: necesitan ser capaces de confiar
en otros, aprender a delegar, escuchar los diferentes puntos de vista, preocuparse por el
impacto de sus acciones, abrir las puertas a la participación, reconocer sus errores y olvidar la
cultura del castigo.

La etiqueta de líder no se gana con el mero ejercicio de un cargo. El liderazgo se mide a partir
de las metas que se fijan, las razones que las motivan y el camino que se elige para alcanzarlas.
Un individuo con mucha influencia pero con soluciones erróneas, no será realmente un líder,
en la medida que no conseguirá inspirar y transmitir su entusiasmo al resto de forma real y
efectiva. Por otro lado, un trabajador con unas responsabilidades limitadas pero que destaque
ante el resto por sus valores estará construyendo una carrera exitosa basada en un verdadero
liderazgo. Todos los profesionales tienen algún tipo de influencia en los demás y los valores no
solo alimentan el liderazgo, también el desarrollo profesional.

CEU IAM Business School se centra en el desarrollo de las competencias, habilidades y


conocimientos de los directivos y profesionales que aspiran a liderar su entorno de forma que
sean capaces de dejar una huella ética y perdurable en el tiempo. Entre sus programas destaca
el International MBA, una formación singular en la que participan profesionales de más de 30
países y que cuenta con tres localizaciones en Japón, EE. UU. y Europa.

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