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EFECTOS DAÑINOS DEL AZUCAR EN NIÑOS

Cuando hablamos del azúcar nos referimos tanto al azúcar de mesa, que es básicamente sacarosa,
como a los hidratos de carbono simples que contienen algunos alimentos, como la fructosa de las
frutas o la lactosa de la leche. Un gramo de azúcar aporta 4 calorías y constituye una fuente de
energía rápida para el organismo. Es un ingrediente básico de nuestra nutrición y forma parte de
todas las dietas.
El azúcar refinado.
El azúcar refinado es el extracto puro de azúcar, es decir, sacarosa. Un disacárido compuesto de dos
moléculas, una de glucosa y otra de fructosa, procedente de la caña de azúcar o de la remolacha.
Existe el azúcar blanco, que contiene sacarosa en un 99,5%, azúcar refinado, que lo hace en un
99,8%, el azúcar moreno que se cristaliza, pero no se refina y el azúcar rubio más clarito que el
azúcar moreno y con más sacarosa. Para su metabolismo es necesario la acción de compuestos
como la tiamina, riboflavina, niacina o ácido pantoténico. Por eso, ingerir azúcar refinado es menos
saludable que hacerlo de forma natural, en alimentos más completos como la fruta, o la leche.
El azúcar forma parte directa e indirectamente de nuestra idea. Directa porque le ponemos azúcar al
yogur (cuando no sería necesario porque ya lo lleva) e, indirectamente, porque muchos más
alimentos de lo que nos pensamos tienen azúcar en su composición original. Por eso, deberíamos
revisar muy bien nuestra dieta y la de nuestros hijos, porque son muchos los efectos irreparables del
azúcar en la salud de los niños.
Consecuencias irreparables del consumo de azúcar en la salud de los niños
El azúcar es una fuente de calorías vacías o innecesarias, que no proporciona más nutriente que la
sacarosa, ni vitaminas ni minerales. Los carbohidratos, también denominados azúcares,
proporcionan energía al organismo, sobre todo al cerebro. De este modo, su aporte en la dieta es
necesario, si bien debemos escoger la fuente de azúcares para evitar problemas de salud: un 95%
del aporte de carbohidratos en la dieta deben ser complejos y solo un 5% debe provenir de azucares
sencillos. Los azúcares sencillos o carbohidratos simples no son solo las cucharadas de azúcar que
añadimos voluntariamente a las comidas o los postres, sino que también forman parte considerable
algunos alimentos que se ofrecen rutinariamente en las dietas infantiles, como los cereales de
desayuno, los zumos, yogures, papillas de frutas, así como en las galletas industriales y/o productos
ultraprocesados estos últimos han sido parte principal de temas de estudios científicos en la
actualidad comprobando y explicando el efecto nocivo en la salud especialmente en los niños. Un
excesivo consumo de azúcares sencillos o refinados pueden tener consecuencias ciertamente graves
e irreparables en la salud que pueden aparecer durante la infancia o en la edad adulta como:
Enfermedades cardiovasculares
Obesidad
Caries
Diabetes
Envejecimiento celular
Debilitación del sistema inmune
- Obesidad
El consumo de calorías en exceso conduce inevitablemente al sobrepeso, y, a la larga, a la obesidad.
Las calorías de los carbohidratos sencillos son más fácilmente asimilables que las de ningún otro
macronutriente, ya que el organismo no necesita gastar energía para digerirlas y utilizarlas, y las
acumula sin miramientos, por lo que el riesgo de obesidad es aún mayor. De hecho, los azúcares no
utilizados se almacenan en el organismo en forma de grasa con la ayuda del hígado, ya que el
cuerpo no tiene grandes reservas de glucosa, solo una pequeña reserva de glucógeno en el hígado,
de ahí que no deban consumirse más que los carbohidratos estrictamente necesarios.
- Caries
Las caries son cavidades o daños en el esmalte dental causados normalmente, bien por el
crecimiento un microorganismo, Streptococcus mutans, o bien por el pH ácido que producen
algunos alimentos al mezclarse con la saliva. El exceso de azúcares sencillos en la dieta constituye
un ataque directo a la capa de esmalte dental, que puede causar un daño irreversible debilitándola
seriamente. El daño máximo se produce durante los primeros 20 minutos tras su consumo y es más
grave si el alimento se encuentra en formato líquido o permanece en la boca durante un tiempo
prolongado.
- Diabetes
Al llegar al tracto digestivo, los carbohidratos se hidrolizan dividiéndose en unidades más sencillas,
que son las que las células pueden utilizar. Sin embargo, los carbohidratos sencillos pasan
directamente a la sangre, aumentando los niveles de glucosa de manera rápida. Un exceso
continuado de azúcares sencillos trastorna el funcionamiento del páncreas, que es el encargado de
producir la insulina necesaria para que las células puedan utilizar el azúcar como energía, pudiendo
influir en la aparición de diabetes, una enfermedad metabólica que no tiene cura.
- Enfermedades cardiovasculares
El azúcar en exceso puede elevar la presión arterial. Además, obliga al hígado a trabajar más de lo
debido, liberando una mayor cantidad de grasa al torrente sanguíneo, procedente de los azúcares
que el organismo no necesita. Ambos factores aumentan inevitablemente el riesgo de enfermedades
cardiovasculares, pudiendo estas aparecer incluso de manera temprana.
- Envejecimiento celular
El azúcar en exceso ralentiza la renovación celular (creación de nuevas células), de manera que las
células del organismo envejecen, siendo más lentas al realizar sus funciones.
- Debilitación del sistema inmune
El consumo elevado de azúcar altera la microbiota intestinal, uno de los pilares más importantes del
sistema inmune. Sin esta rápida y efectiva repuesta frente a infecciones, el organismo ve su sistema
inmune claramente debilitado.
Adicional a lo antes mencionado ¿Usted daría un vaso de bebida alcohólica para su pequeño hijo?
La respuesta, ciertamente, será no. Ningún padre o madre daría alcohol a un niño. Principalmente
porque se sabe que es tóxico, causa daños graves al organismo y adicción. Sin embargo, si usted
tiene el hábito de dar dulces, y llenar las comidas de su hijo de azúcar, puede ser que usted esté
haciendo un gran mal al niño, sin darse cuenta.
Un estudio en el Reino Unido, la Encuesta Nacional de Dieta y Nutrición, demostró que el azúcar
consumido por los pequeños puede hacer tan mal al hígado y al cerebro como el alcohol.

En este caso, el hígado metaboliza la fructosa, una de las moléculas del azúcar, al igual que el
alcohol, sobrecargando el órgano que tiene, entre otras funciones, el trabajo de eliminar las toxinas
del organismo.
Es cada vez más común que los niños sufran problemas de adultos, como la diabetes y las
enfermedades del hígado. Un estudio realizado en Italia evaluó 271 participantes, con una edad
media de 12,5 años, y que tenían dietas azucaradas. La investigación descubrió que el 37,6% de
ellos tenía esteatosis hepática no alcohólica (NASH), enfermedad que puede causar daños
irreversibles, llevando a la fibrosis y la cirrosis.
Entre los principales villanos del exceso de azúcar están los alimentos industrializados. Es común
que la industria llene los productos con azúcar, principalmente en los ítems destinados al público
infantil. Además, es fácil enmascarar el azúcar en las etiquetas, ya que existen al menos 56 nombres
diferentes para esa sustancia. Bien lo dijera una escritora inspirada por Dios y experta en
alimentación saludable llamada Elena Gould de White: “El azúcar no es bueno para el estómago.
Causa fermentación, y esto anubla la mente y trae mal humor. (MS 93)”
Incluso la misma biblia da la siguiente recomendación: “Comer mucha miel no es bueno”
Proverbios 25: 27
Por eso, mucho cuidado con lo que usted coma y coloca en el plato de su hijo.

Roberto Carlos Blanquicett Cortina


Nutricionista Dietista
Director Salud y temperancia
Iglesia adventista del 7° día Genezaret Cartagena

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