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El efecto de los edulcorantes en nuestra

salud
by Neolife on 23 abril, 2019 in Nutrición 0

No somos conscientes de que muchos alimentos y bebidas que tomamos cada día
llevan edulcorantes añadidos. Deberíamos conocer el impacto que tienen estas
sustancias en nuestro metabolismo y a nivel general sobre nuestra salud.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la ingesta de azúcar
represente solo el 5% del consumo de energía diaria de una persona, es decir, no
más de 25 gramos al día. Ante esta limitación de ingesta de azúcar, el consumo de
edulcorantes se ha disparado en los últimos años. Sin embargo, según recientes
investigaciones, el consumo de edulcorantes puede no ser tan beneficioso para la
salud como se pensaba, ya que está asociado asociado con alteraciones
metabólicas.

Tania Mesa – Directora de la Unidad de Nutrición y Enfermería Neolife


Alejandro Monzó –El efecto de los edulcorantes en nuestra salud
by Neolife on 23 abril, 2019 in Nutrición 0
No somos conscientes de que muchos alimentos y bebidas que tomamos cada día
llevan edulcorantes añadidos. Deberíamos conocer el impacto que tienen estas
sustancias en nuestro metabolismo y a nivel general sobre nuestra salud.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la ingesta de azúcar
represente solo el 5% del consumo de energía diaria de una persona, es decir, no
más de 25 gramos al día. Ante esta limitación de ingesta de azúcar, el consumo de
edulcorantes se ha disparado en los últimos años. Sin embargo, según recientes
investigaciones, el consumo de edulcorantes puede no ser tan beneficioso para la
salud como se pensaba, ya que está asociado asociado con alteraciones
metabólicas.

Tania Mesa – Directora de la Unidad de Nutrición y Enfermería Neolife

Alejandro Monzó – Unidad de Nutrición y Enfermería Neolife

Se requieren más investigaciones que aporten datos convincentes de los efectos de


los edulcorantes a largo plazo.
El término edulcorante hace referencia a aquel aditivo alimentario que es capaz de
mimetizar el efecto dulce del azúcar y que, habitualmente, aporta menor energía.
Algunos de ellos son edulcorantes naturales mientras que otros son sintéticos,
denominándose edulcorantes artificiales (1). En cuanto a su clasificación global
(Tabla 1), los edulcorantes se pueden clasificar en función de su contenido calórico,
según su origen o incluso según su estructura química.

La sacarosa (azúcar de mesa) ha sido relacionada con la obesidad, la diabetes tipo


2, la caries dental y las enfermedades cardiovasculares, entre otras enfermedades.
Desde hace décadas, las autoridades sanitarias recomiendan reducir su consumo
como prevención de estas enfermedades (1, 2). Sin embargo, la retirada del azúcar
ha dejado paso a una larga lista de edulcorantes, los cuales son potencialmente más
dulces que la sacarosa, sin aportar apenas calorías.

El éxito actual de los edulcorantes se basa en proporcionar un menor contenido


calórico en la dieta para promover un descenso del peso corporal y prevenir el
desarrollo de enfermedades asociadas a la ingesta de azúcar como la diabetes o la
caries dental (1). Sin embargo, entre los consumidores de edulcorantes cada vez
surgen más dudas sobre los beneficios o riesgos asociados a su consumo.

Es importante matizar que algunos edulcorantes que se denominan naturales no son


tales. La realidad es que cuando llegan al supermercado han sido sometidos a varios
procesos químicos dejando de ser un producto natural (2).

Melatonina a altas dosis un protector frente al cáncer


Tabla 1. Clasificación de los edulcorantes, adaptado (1).

La gran mayoría de los edulcorantes naturales tienen el mismo valor calórico que el
azúcar y la miel, pero también hay algunos sin valor calórico como la Stevia. Se
denominan naturales por ser precisamente de origen natural en plantas o
sintetizados por animales (como es el caso de las abejas y la miel).

La Stevia es una planta originaria de Paraguay, utilizada como edulcorante y planta


medicinal. Sus hojas son mucho más dulces que el azúcar, sin aporte calórico.
Varios estudios muestran que puede mejorar la sensibilidad a la insulina, reduce los
niveles de glucosa y ayuda también a bajar la presión arterial. La Stevia es una
opción válida, pero los expertos avisan que debe ser consumida en su forma natural,
como las hojas frescas o secas, ya que en los edulcorantes que encontramos en el
supermercado a base de stevia se combinan glucósidos de esteviol con otras
sustancias como eritritol (un alcohol de azúcar), sin aportar apenas beneficios (3).

Desde hace un tiempo, la polémica sobre la seguridad de los edulcorantes artificiales


va en aumento. El enorme aumento de la obesidad ha hecho que el consumo de
estos endulzantes sintéticos se haya disparado en las últimas décadas. Los más
comúnmente utilizados son la sacarina, la sucralosa, el aspartamo y el ciclamato,
pero debemos preguntarnos, ¿son seguros para nuestra salud?

La sacarina es un edulcorante autorizado por la EFSA (Autoridad de Seguridad


Alimentaria) y la podemos encontrar identificada como E-954. La sacarina no se
metaboliza, se absorbe tal cual y es eliminada rápidamente por vía renal sin aportar
ni una sola caloría. Su ingesta diaria admisible es de 5 mg/kg de peso corporal, pero
no es un edulcorante totalmente inocuo (4,5).

En el caso del ciclamato, identificado con el código E-952, su absorción es bastante


limitada, y lo poco que se absorbe se elimina inalterado con la orina. En la
actualidad, en EE.UU. y en diversos países de Sudamérica está prohibido su
consumo (4). El problema es que el ciclamato se convierte en ciclohexilamina, un
metabolito potencialmente tóxico, interfiriendo en la síntesis de hormonas tiroideas
y puede producir alergias. La OMS lo desaconseja en mujeres embarazadas y niños
por su posible efecto cancerígeno y efectos mutágenos, limitando la dosis máxima
a 11 mg/kg de peso corporal (6).

El empleo de la sucralosa, identificada con el código E-955, está bastante extendido


en la industria alimentaria, de manera que se encuentra en una gran variedad de
alimentos procesados. Apenas es absorbida en el tracto digestivo, y la poca que se
absorbe es eliminada por la orina a través de los riñones (4). Un estudio publicado
en Journal of Toxicology and Environmental Health, relacionado con la sucralosa,
descubrió que puede reducir la cantidad de bacterias intestinales “buenas”,
aumentar el nivel de pH en el intestino y provocar síntomas tales como alergias,
migrañas, problemas gastrointestinales, aumento de peso y mayores niveles de
azúcar en sangre. En Europa, la dosis máxima diaria admitida es de 15 mg/kg peso
corporal (7).

El aspartamo, identificado con el código E-951, es un edulcorante artificial creado a


partir del ácido aspártico. Recientemente, la Autoridad Europea de Seguridad
Alimentaria (EFSA) revisó su autorización concluyendo que su consumo es seguro,
aunque la dosis máxima diaria es de 40 mg/kg de peso corporal (4). El aspartamo
está presente en numerosos alimentos procesados.

Un informe presentado por la OMS, publicado en la revista British Medical Journal


(9), revela que no hay pruebas suficientes para evaluar de forma definitiva los
beneficios y los efectos perjudiciales de los edulcorantes, y en particular, los posibles
efectos a largo plazo. En sus conclusiones, los autores señalan que no existen
pruebas de que los edulcorantes no azucarados sean mucho mejores que el azúcar.

A pesar de que los edulcorantes representan un recurso “útil” para muchas personas
que no quieren aumentar de peso, lo cierto es que no hay pruebas concluyentes de
que los edulcorantes acalóricos reduzcan el sobrepeso y la obesidad. Es más, se
pudo evidenciar en otro estudio que no son efectivos para la pérdida de peso. Incluso
pueden incrementar el apetito y aumentar el peso (2), pudiendo contribuir al
síndrome metabólico y a la epidemia de la obesidad (10). Los participantes en dicho
estudio, que trataban de ahorrar kilocalorías tomando edulcorantes, las
compensaban después con otras comidas más calóricas, al creer que con el simple
hecho de reducir “azúcar” se podían permitir tomar otros alimentos que resultaban
ser más calóricos en el cómputo general. Por tanto, es posible que exista un
desequilibrio en las señales de recompensa del cerebro humano relacionadas con
la sensación de “dulzor” que genera confusión e impide detectar el contenido
energético de las comidas (2, 9).

Todos los edulcorantes artificiales aprobados para su uso han sido determinados
como seguros dentro de unos niveles de consumo admisibles. Sin embargo, en la
actualidad, el patrón de alimentación occidental cada vez cobra más fuerza y la base
de su alimentación son alimentos y productos ultraprocesados, con grandes
cantidades de edulcorantes artificiales. Por ello, la estimación de la ingesta es difícil
de evaluar. La evidencia existente de los beneficios de emplear edulcorantes
artificiales como parte de la dieta y alimentación habitual de la población carece de
resultados. Las futuras investigaciones deberán centrarse en nuevos edulcorantes
naturales, determinando los efectos metabólicos a largo plazo.

Tenemos el deber de educar correctamente el sentido del gusto desde las edades
más tempranas, evitando enmascarar los sabores reales de los alimentos con
sustancias que nos volverán dependientes de ellas con el paso de los años. La
elección más saludable no está en engañar a nuestro cerebro con señales de
recompensa derivadas del placer que nos da el dulce, sino en equilibrar nuestra
alimentación y endulzarla solo lo estrictamente necesario.

Desde Neolife, nuestra recomendación es evitar tanto aquellos alimentos que


contengan azúcar en su composición como los que incluyan sustitutos de este. En
caso de consumir algún edulcorante, prioriza siempre los naturales, como es en el
caso de la Stevia natural (sin procesar).

BIBLIOGRAFÍA

(1) García-Almeida, J.M. y otros. (2013). “Una visión global y actual de los
edulcorantes. Aspectos de regulación”. Nutr Hosp, 28(4): 17-31. URL:
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112013001000003

(2) NutriMedia (2018). “Los edulcorantes son perjudiciales para la salud”. URL:
https://www.upf.edu/documents/35405748/36238404/16-edulcorantes-
6g.pdf/0a6612c4-38a6-5f7a-0e53-1dea47dc76cb

(3) Marcos Vázquez. (2014). “Endulzantes naturales y artificiales: los mejores y los
peores”. Fitness Revolucionario. URL:
https://www.fitnessrevolucionario.com/2014/10/06/endulzantes-naturales-y-
artificiales-los-mejores-y-los-peores/

(4) Revenga, J. (2016). “¿Son insanos los edulcorantes?”. El Comidista. El País.


URL:
https://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2016/01/15/articulo/1452853905_347274
.html

(5) Instituto Nacional del Cáncer (2019). ¿Existe asociación entre edulcorantes
artificiales y cáncer? URL: https://www.cancer.gov/about-cancer/causes-
prevention/risk/diet/artificial-sweeteners-fact-sheet

(6) Stemmler, B. (2016). “Ciclamato sódico, ¿por qué es tan polémico?” En buenas
manos. URL: https://www.enbuenasmanos.com/ciclamato-sodico

(7) Schiffman, S.S. y otros. (2013). “Sucralose, a synthetic organochlorine


sweetener: overview of biological issues”. J Toxicol Environ Health, 16(7): 399-451.
URL: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3856475/
(8) Actualidad RT. (2013). “El aspartame de Monsanto, un dulce de muerte”. URL:
https://actualidad.rt.com/ciencias/view/112464-monsnato-educlorantes-aspartamo-
peligro-muerte

(9) Toews, I. y otros. (2019). “Association between intake of non-sugar sweeteners


and health outcomes: systematic review and meta-analysis of randomized and non-
randomized controlled trials and observational studies”. BMJ, k4718. URL:
https://www.bmj.com/content/364/bmj.k4718

(10) Pearlman, M. y otros. (2017). “The Association between artificial sweeteners


and obesity”. Current Gastroenterology Reports, 19(12). URL:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29159583 Unidad de Nutrición y Enfermería
Neolife

Se requieren más investigaciones que aporten datos convincentes de los


efectos de los edulcorantes a largo plazo.
El término edulcorante hace referencia a aquel aditivo alimentario que es capaz
de mimetizar el efecto dulce del azúcar y que, habitualmente, aporta menor energía.
Algunos de ellos son edulcorantes naturales mientras que otros son sintéticos,
denominándose edulcorantes artificiales (1). En cuanto a su clasificación global
(Tabla 1), los edulcorantes se pueden clasificar en función de su contenido calórico,
según su origen o incluso según su estructura química.
La sacarosa (azúcar de mesa) ha sido relacionada con la obesidad, la diabetes
tipo 2, la caries dental y las enfermedades cardiovasculares, entre otras
enfermedades. Desde hace décadas, las autoridades sanitarias recomiendan
reducir su consumo como prevención de estas enfermedades (1, 2). Sin embargo,
la retirada del azúcar ha dejado paso a una larga lista de edulcorantes, los cuales
son potencialmente más dulces que la sacarosa, sin aportar apenas calorías.
El éxito actual de los edulcorantes se basa en proporcionar un menor contenido
calórico en la dieta para promover un descenso del peso corporal y prevenir el
desarrollo de enfermedades asociadas a la ingesta de azúcar como la diabetes o
la caries dental (1). Sin embargo, entre los consumidores de edulcorantes cada vez
surgen más dudas sobre los beneficios o riesgos asociados a su consumo.
Es importante matizar que algunos edulcorantes que se denominan naturales no
son tales. La realidad es que cuando llegan al supermercado han sido sometidos a
varios procesos químicos dejando de ser un producto natural (2).
Tabla 1. Clasificación de los edulcorantes, adaptado (1).

La gran mayoría de los edulcorantes naturales tienen el mismo valor calórico que
el azúcar y la miel, pero también hay algunos sin valor calórico como la Stevia. Se
denominan naturales por ser precisamente de origen natural en plantas o
sintetizados por animales (como es el caso de las abejas y la miel).
La Stevia es una planta originaria de Paraguay, utilizada como edulcorante y planta
medicinal. Sus hojas son mucho más dulces que el azúcar, sin aporte calórico.
Varios estudios muestran que puede mejorar la sensibilidad a la insulina, reduce
los niveles de glucosa y ayuda también a bajar la presión arterial. La Stevia es una
opción válida, pero los expertos avisan que debe ser consumida en su forma natural,
como las hojas frescas o secas, ya que en los edulcorantes que encontramos en el
supermercado a base de stevia se combinan glucósidos de esteviol con otras
sustancias como eritritol (un alcohol de azúcar), sin aportar apenas beneficios (3).
Desde hace un tiempo, la polémica sobre la seguridad de
los edulcorantes artificiales va en aumento. El enorme aumento de la obesidad ha
hecho que el consumo de estos endulzantes sintéticos se haya disparado en las
últimas décadas. Los más comúnmente utilizados son la sacarina, la sucralosa, el
aspartamo y el ciclamato, pero debemos preguntarnos, ¿son seguros para nuestra
salud?
La sacarina es un edulcorante autorizado por la EFSA (Autoridad de Seguridad
Alimentaria) y la podemos encontrar identificada como E-954. La sacarina no se
metaboliza, se absorbe tal cual y es eliminada rápidamente por vía renal sin aportar
ni una sola caloría. Su ingesta diaria admisible es de 5 mg/kg de peso corporal, pero
no es un edulcorante totalmente inocuo (4,5).
En el caso del ciclamato, identificado con el código E-952, su absorción es bastante
limitada, y lo poco que se absorbe se elimina inalterado con la orina. En la
actualidad, en EE.UU. y en diversos países de Sudamérica está prohibido su
consumo (4). El problema es que el ciclamato se convierte en ciclohexilamina, un
metabolito potencialmente tóxico, interfiriendo en la síntesis de hormonas
tiroideas y puede producir alergias. La OMS lo desaconseja en mujeres
embarazadas y niños por su posible efecto cancerígeno y efectos mutágenos,
limitando la dosis máxima a 11 mg/kg de peso corporal (6).
El empleo de la sucralosa, identificada con el código E-955, está bastante
extendido en la industria alimentaria, de manera que se encuentra en una gran
variedad de alimentos procesados. Apenas es absorbida en el tracto digestivo, y
la poca que se absorbe es eliminada por la orina a través de los riñones (4). Un
estudio publicado en Journal of Toxicology and Environmental Health, relacionado
con la sucralosa, descubrió que puede reducir la cantidad de bacterias
intestinales “buenas”, aumentar el nivel de pH en el intestino y provocar síntomas
tales como alergias, migrañas, problemas gastrointestinales, aumento de peso y
mayores niveles de azúcar en sangre. En Europa, la dosis máxima diaria admitida
es de 15 mg/kg peso corporal (7).
El aspartamo, identificado con el código E-951, es un edulcorante artificial creado
a partir del ácido aspártico. Recientemente, la Autoridad Europea de Seguridad
Alimentaria (EFSA) revisó su autorización concluyendo que su consumo es seguro,
aunque la dosis máxima diaria es de 40 mg/kg de peso corporal (4). El aspartamo
está presente en numerosos alimentos procesados.
Un informe presentado por la OMS, publicado en la revista British Medical
Journal (9), revela que no hay pruebas suficientes para evaluar de forma definitiva
los beneficios y los efectos perjudiciales de los edulcorantes, y en particular, los
posibles efectos a largo plazo. En sus conclusiones, los autores señalan que no
existen pruebas de que los edulcorantes no azucarados sean mucho mejores que
el azúcar.
A pesar de que los edulcorantes representan un recurso “útil” para muchas personas
que no quieren aumentar de peso, lo cierto es que no hay pruebas concluyentes de
que los edulcorantes acalóricos reduzcan el sobrepeso y la obesidad. Es más, se
pudo evidenciar en otro estudio que no son efectivos para la pérdida de peso. Incluso
pueden incrementar el apetito y aumentar el peso (2), pudiendo contribuir
al síndrome metabólico y a la epidemia de la obesidad (10). Los participantes en
dicho estudio, que trataban de ahorrar kilocalorías tomando edulcorantes, las
compensaban después con otras comidas más calóricas, al creer que con el simple
hecho de reducir “azúcar” se podían permitir tomar otros alimentos que resultaban
ser más calóricos en el cómputo general. Por tanto, es posible que exista un
desequilibrio en las señales de recompensa del cerebro humano relacionadas con
la sensación de “dulzor” que genera confusión e impide detectar el contenido
energético de las comidas (2, 9).
Todos los edulcorantes artificiales aprobados para su uso han sido determinados
como seguros dentro de unos niveles de consumo admisibles. Sin embargo, en la
actualidad, el patrón de alimentación occidental cada vez cobra más fuerza y la base
de su alimentación son alimentos y productos ultraprocesados, con grandes
cantidades de edulcorantes artificiales. Por ello, la estimación de la ingesta es difícil
de evaluar. La evidencia existente de los beneficios de emplear edulcorantes
artificiales como parte de la dieta y alimentación habitual de la población carece de
resultados. Las futuras investigaciones deberán centrarse en nuevos edulcorantes
naturales, determinando los efectos metabólicos a largo plazo.
Tenemos el deber de educar correctamente el sentido del gusto desde las edades
más tempranas, evitando enmascarar los sabores reales de los alimentos con
sustancias que nos volverán dependientes de ellas con el paso de los años. La
elección más saludable no está en engañar a nuestro cerebro con señales de
recompensa derivadas del placer que nos da el dulce, sino en equilibrar
nuestra alimentación y endulzarla solo lo estrictamente necesario.
Desde Neolife, nuestra recomendación es evitar tanto aquellos alimentos que
contengan azúcar en su composición como los que incluyan sustitutos de este. En
caso de consumir algún edulcorante, prioriza siempre los naturales, como es en el
caso de la Stevia natural (sin procesar).

BIBLIOGRAFÍA

(1) García-Almeida, J.M. y otros. (2013). “Una visión global y actual de los
edulcorantes. Aspectos de regulación”. Nutr Hosp, 28(4): 17-31.
URL: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-
16112013001000003
(2) NutriMedia (2018). “Los edulcorantes son perjudiciales para la salud”.
URL: https://www.upf.edu/documents/35405748/36238404/16-edulcorantes-
6g.pdf/0a6612c4-38a6-5f7a-0e53-1dea47dc76cb
(3) Marcos Vázquez. (2014). “Endulzantes naturales y artificiales: los mejores y los
peores”. Fitness Revolucionario.
URL: https://www.fitnessrevolucionario.com/2014/10/06/endulzantes-naturales-y-
artificiales-los-mejores-y-los-peores/
(4) Revenga, J. (2016). “¿Son insanos los edulcorantes?”. El Comidista. El País.
URL: https://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2016/01/15/articulo/1452853905_3
47274.html
(5) Instituto Nacional del Cáncer (2019). ¿Existe asociación entre edulcorantes
artificiales y cáncer? URL: https://www.cancer.gov/about-cancer/causes-
prevention/risk/diet/artificial-sweeteners-fact-sheet
(6) Stemmler, B. (2016). “Ciclamato sódico, ¿por qué es tan polémico?” En buenas
manos. URL: https://www.enbuenasmanos.com/ciclamato-sodico
(7) Schiffman, S.S. y otros. (2013). “Sucralose, a synthetic organochlorine
sweetener: overview of biological issues”. J Toxicol Environ Health, 16(7): 399-451.
URL: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3856475/
(8) Actualidad RT. (2013). “El aspartame de Monsanto, un dulce de
muerte”. URL: https://actualidad.rt.com/ciencias/view/112464-monsnato-
educlorantes-aspartamo-peligro-muerte
(9) Toews, I. y otros. (2019). “Association between intake of non-sugar sweeteners
and health outcomes: systematic review and meta-analysis of randomized and non-
randomized controlled trials and observational studies”. BMJ, k4718.
URL: https://www.bmj.com/content/364/bmj.k4718
(10) Pearlman, M. y otros. (2017). “The Association between artificial sweeteners
and obesity”. Current Gastroenterology Reports, 19(12).
URL: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29159583

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