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¿Por qué es tan importante el agua en la

alimentación?

El agua es esencial para mantenernos hidratados y también cumple un rol vital en

nuestra alimentación. ¿Sabías que entre el 20% y el 30% del agua que

incorporamos al organismo proviene de los alimentos? ¡Conocé más en esta nota!

El agua, junto con las vitaminas y minerales, es uno de los principales nutrientes
de nuestro cuerpo. Si bien no aporta energía, su ingesta es clave tanto para la
hidratación como para lograr una alimentación saludable, ya que interviene en
funciones vitales del organismo, como la respiración, la transpiración, la
fecundación, la circulación, la excreción, etcétera.

El agua es alimento saludable


La hidratación es el factor más importante para una buena nutrición, ya que, entre
otros beneficios, contribuye a disolver aquellos alimentos que no hemos
masticado lo suficiente.
La mejor manera de incorporarla en nuestra dieta diaria es elegir alimentos ricos
en agua, como frutas, verduras y sopas, pero, además, beber de manera pausada
antes, durante y después de las comidas.

¿Te pusiste a pensar cuánta agua tienen los alimentos que consumís? Las frutas y
verduras contienen hasta un 90% de líquido. Algunos ejemplos:
 Sandía: 91,90% de agua.
 Tomate: 93,90% de agua.
 Pepino: 95,70% de agua.
 Melón: 84,40% de agua.
 Pimiento 92,60% de agua.
 Durazno: 88% de agua.
Entre el 20% y el 30% del agua que incorporamos al organismo proviene de los
alimentos. (Aguas Cordobesas)
Cuatro funciones básicas del agua en el organismo, entre otras:
 1- Tiene un rol activo en la digestión.
 2- Absorbe y transporta los nutrientes que ingerimos con cada alimento.
 3- Elimina las toxinas.
 4- Regula la temperatura.
Algunas recomendaciones para incorporar en tu rutina:
 Tomá agua de la canilla : es la mejor manera de mantenerte hidratado y la más
segura, ya que pasó por diferentes análisis y procesos rigurosamente
controlados antes de ser apta para el consumo.
 Bebé aunque no tengas sed: la sed llega cuando ya has perdido al menos dos
vasos de agua dentro de tu cuerpo.
 Limitá el consumo de bebidas azucaradas y el exceso de endulzante en tus
infusiones.
Incorporar sopas o infusiones previo a las comidas: es una buena manera de
contribuir a tu hidratación. (Aguas Cordobesas)
Cuidar nuestra salud a partir de una alimentación consciente y reconocer el agua
como recurso fundamental para la vida es el primer paso para construir hábitos
saludables.
Y vos, ¿ya incluís estas recomendaciones en tu día a día?

10 alimentos que no debes consumir en


exceso
Respecto a los alimentos que no debes consumir, existen algunos mitos.

Uno de los más extendidos es que los productos lácteos o los que

contienen gluten hacen parte de esta categoría, ya que su ingesta puede

causar malestar estomacal, dolor de cabeza, entre otras manifestaciones

clínicas. ¿No es así?

Pues bien, en realidad no son perjudiciales para todas las personas. Es

cierto que son causas comunes de alergia, pero no en todos producen los

mismos efectos. Si alguien no sufre de intolerancia o alergia a estas

sustancias, puede disfrutar de sus cualidades nutricionales sin problema. Eso sí,

mediante una ingesta moderada.

Dicho esto, cuando hablamos de alimentos que debes evitar comer a toda

costa, nos referimos a los que no ofrecen mucho valor nutricional. Por el
contrario, suelen tener altos niveles de grasas trans, azúcares, aditivos y

otros añadidos que perjudican la salud. Veamos en detalle cuáles son.

1. Patatas fritas
Las patatas se consideran un alimento saludable debido a su contenido de

nutrientes; el problema es que muchos las preparan con aceites o grasas

dañinas que reducen sus propiedades.


Un estudio compartido a través de Journal of the American Heart

Association explica que el proceso de fritura aumenta la densidad

energética de los alimentos y cambia su composición nutricional, incluida

la generación de ácidos grasos trans.

Por lo anterior, consumir patatas fritas de forma regular puede conducir

a un aumento de los niveles de colesterol, sobrepeso y un mayor riesgo de

insuficiencia cardíaca.

2. Bebidas azucaradas
En los comerciales de televisión suelen mostrar las bebidas azucaradas

como una forma refrescante de calmar la sed. Sin embargo, lejos de

producir este efecto, su consumo excesivo puede exacerbar la deshidratación.

Sumado a esto, las evidencias sugieren que su consumo incide en el

desarrollo del síndrome metabólico, que incluye trastornos como la

hipertensión, la diabetes tipo 2, la obesidad y las alteraciones de los

niveles de colesterol y triglicéridos.

Hallazgos similares se publicaron en una revisión de Nature Reviews

Endocrinology, en la que se vinculó la ingesta de bebidas azucaradas con mayores

probabilidades de obesidad y un mayor riesgo de diabetes tipo 2, cardiopatía

coronaria, hígado graso no alcohólico y algunos tipos de cáncer.


3. Harinas refinadas

Los productos elaborados con harinas refinadas —como el pan blanco, la

bollería, los pasteles y algunos tipos de pasta— pueden causar efectos

negativos en la salud cuando se consumen en exceso y de forma habitual.

En un artículo de Whole Grains Council, el Dr. Gary Fulcher explica que

existe una diferencia medible entre los productos de trigo integral y los

fabricados con harina blanca. Esta última atraviesa un proceso de

refinamiento en la que se reduce su contenido de fibra, proteína, vitamina E,

vitamina B6, potasio y magnesio.


Como lo explica una revisión de estudios compartida en The BMJ, en el

proceso de refinamiento se elimina la capa externa del salvado y se

tritura el endospermo del grano. Esto no solo conlleva a la disminución de

su calidad nutricional, sino que aumenta el riesgo de un aumento de la

glucosa pospandrial.

Ahora bien, esta misma publicación sugiere que un consumo abundante

de granos refinados puede estar vinculado a un mayor riesgo de mortalidad y

eventos importantes de enfermedades cardiovasculares.


4. Golosinas y dulces
Dado que se componen principalmente de azúcar agregada, la ingesta

excesiva de golosinas y dulces aumenta el riesgo de obesidad, así como de

diabetes, dislipidemias, hipertensión, enfermedad de hígado graso no

alcohólico y deterioro cognitivo.

En el caso particular de los niños —que suelen ingerirlos como refrigerio

— estos alimentos pueden derivar dificultades en su proceso de

desarrollo y de crecimiento. ¿El motivo? Son abundantes en energía y

pobres en nutrientes.
Cabe señalar que el consumo puntual de estos productos no supone

mayor riesgo. De hecho, su restricción total se considera contraproducente

La Academia Americana de Pediatría (AAP) y la Organización Mundial de

la Salud (OMS) recomiendan limitar la ingesta de azúcares libres a menos

del 10 % de la ingesta total de energía para adultos y niños. Añaden que la

reducción adicional del 5 % ofrece beneficios adicionales para la salud.

5. Helado
La mayoría de los helados disponibles en el mercado contienen grandes

cantidades de grasa y azúcares agregados. Y aunque también hacen un ligero

aporte de calcio, vitamina D, vitamina A, entre otros nutrientes, esto no

compensa los efectos perjudiciales que pueden causar cuando se comen

en exceso.

Una publicación del blog de Baton Rouge Clinic explica que ingerir

porciones grandes de helado —más ingredientes adicionales— supera con

creces la recomendación diaria de azúcar agregada. Por ello, puede

causar alteraciones en los niveles de glucosa.

Además, con el tiempo, aumenta el riesgo de enfermedades crónicas, como la

diabetes, el colesterol alto, las enfermedades del corazón y la obesidad.

6. Bebidas energéticas
Las bebidas energéticas se han popularizado por sus efectos estimulantes.

Hay quienes las prefieren para recargarse en los momentos de cansancio

físico y mental. No obstante, debido a su composición (sobre todo a su

contenido de azúcares y cafeína), una ingesta habitual puede incidir en el

aumento de varios problemas de salud.


Coincidiendo con la información documentada a través de International

Journal of Health Sciences, algunos efectos perjudiciales son los siguientes:


 Aumento en la frecuencia cardíaca.
 Aumento de la presión arterial.
 Formación de aneurismas.
 Ruptura de grandes arterias.
 Ansiedad.
 Insomnio.
 Malestar gastrointestinal.
 Espasmos musculares.
 Inquietud.
 Trastornos de conducta.
 Aumento de los niveles de glucosa.
 Aumento de la erosión dental.

7. Carnes procesadas
Todas las variedades de carnes procesadas pueden producir efectos

secundarios en la salud, incluso cuando sus etiquetas dicen que son «bajas

en sodio» o «bajas en grasa». La mayoría de alimentos de este tipo están

fabricados con residuos de carne que contienen demasiada grasa y pocos

nutrientes.

Un estudio compartido a través de Diabetes Care explica que estas carnes

se obtienen de un proceso de salazón, curado, fermentación, ahumado y

otras técnicas que realzan el sabor y prolongan la conservación. Sin

embargo, esto viene de la mano con efectos perjudiciales.

A mediano y largo plazo, comer estas carnes en exceso aumenta el riesgo de

diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular, cáncer

(particularmente cáncer colorrectal) y mortalidad por todas las causas.


8. Margarina
La margarina se suele fabricar con aceites de origen vegetal. Por este

motivo, muchas personas piensan que su consumo no representa un

problema dentro de la dieta. Lo que algunos no saben es que contienen

grasas trans, que pueden perjudicar la salud cardiovascular y

circulatoria.

Ingerir de manera habitual este alimento conlleva a un aumento de peso

y a alteraciones en el perfil lipídico. Una publicación de la Clínica

Cleveland detalla que este producto tiende a elevar los niveles de colesterol

malo (LDL), a la vez que reduce el colesterol bueno (HDL). Además,

contiene aceites hidrogenados que deben evitarse.

9. Algunos productos enlatados

Algunas variedades de alimentos enlatados (como verduras, frutas, sopas,

pasta, entre otros) pueden perjudicar la salud cuando se consumen en

exceso. Esto se debe a la elevada concentración de sal, aceites y

conservantes que acompañan al alimento. Por ello, es importante leer la

información nutricional de la etiqueta.

Ahora bien, una de las preocupaciones con estos productos es que su

revestimiento interno puede contener bisfenol-A (BPA), una sustancia que se

acumula en el cuerpo y que se relaciona con enfermedades endocrinas.

De todos modos, cabe destacar que muchos fabricantes han eliminado

esta sustancia de las latas de sus comidas. Así pues, se recomienda

adquirir solo marcas confiables, no solo para evitar la contaminación con


bisfenol- A (BPA), sino para asegurar un producto de mejor calidad

nutricional.

10. Nuggets de pollo


El pollo es una de las fuentes de proteína recomendadas para la dieta. No

obstante, preparaciones como los nuggets de pollo se consideran poco saludables

y no son recomendables. ¿La razón? Su empanizado, al igual que el sodio y

las grasas utilizadas en su fritura, afectan la salud cuando se consumen

de manera regular.

Las grasas trans derivadas del aceite hidrógenado, los azúcares y los

conservantes son algunas de las sustancias que perjudican la salud al

ingerir este alimento. En concreto, inciden en trastornos cardiovasculares

y en el síndrome metabólico.
Mala alimentación favorece el desarrollo de enfermedades
crónicas
Es importante inculcar hábitos saludables desde la niñez que debe incluir no solo una
alimentación balanceada, sino también, la práctica de al menos 30 minutos de actividad
física diaria y la exclusión de vicios, a fin de prevenir enfermedades crónicas.

Además de evitar el sedentarismo a través de cualquier actividad física que permita estar
en movimiento, ejercicios físicos, caminatas periódicas, u otra actividad de preferencia,
junto con una alimentación saludable y equilibrada, se debe fomentar el consumo diario
de frutas y verduras (cinco porciones en total de distintos colores), que aporta vitaminas y
minerales necesarios para mantener el cuerpo sano.

Recuerde siempre optar por una comida fresca y nutritiva, y en lo posible evitar alimentos
envasados listos para el consumo, es decir, alimentos procesados y ultraprocesados que
contienen altos niveles de calorías, azúcares, grasas y sal.

Una alimentación variada y equilibrada incluye los diversos grupos de alimentos: cereales,
tubérculos y derivados, frutas, verduras, lácteos, carnes magras y aceites.

Hoy te dejamos una receta saludable, guiso de carne con mandioca para 4 personas
Ingredientes: mandioca 1 kg, ajo 3 dientes, carne molida ½ kg, tomate grande 2 unidades,
2 hojas de laurel, cebolla 2 unidades, orégano 2 cucharaditas, locote grande 2 unidades,
comino, sal y pimienta en poca cantidad.

Preparación: pelar la mandioca, limpiar y cortar en cubitos y dejar en agua. Cortar las
hortalizas y el ajo, luego, poner a cocinar y cuando esté reducida la salsa, echar la carne
picada, cocinar por lo menos 20 minutos y luego agregar la mandioca picada revolviendo
bien el agua necesaria.

Por último, cocinar hasta que se ablande la mandioca

Alimentación sana
Datos y cifras
 Una dieta saludable ayuda a protegernos de la malnutrición en todas sus
formas, así como de las enfermedades no transmisibles, entre ellas la
diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer.
 En todo el mundo, las dietas insalubres y la falta de actividad física
están entre los principales factores de riesgo para la salud.
 Los hábitos alimentarios sanos comienzan en los primeros años de
vida; la lactancia materna favorece el crecimiento sano y mejora el
desarrollo cognitivo; además, puede proporcionar beneficios a largo
plazo, entre ellos la reducción del riesgo de sobrepeso y obesidad y de
enfermedades no transmisibles en etapas posteriores de la vida.
 La ingesta calórica debe estar equilibrada con el gasto calórico. Para
evitar un aumento malsano de peso, las grasas no deberían superar el
30% de la ingesta calórica total (1, 2, 3).

Panorama general
Llevar una dieta sana a lo largo de la vida ayuda a prevenir la malnutrición en
todas sus formas, así como diferentes enfermedades no transmisibles y
trastornos. Sin embargo, el aumento de la producción de alimentos procesados, la
rápida urbanización y el cambio en los estilos de vida han dado lugar a un cambio
en los hábitos alimentarios. Actualmente, las personas consumen más alimentos
hipercalóricos, grasas, azúcares libres y sal/sodio; por otra parte, muchas
personas no comen suficientes frutas, verduras y fibra dietética, como por ejemplo
cereales integrales.

La composición exacta de una alimentación variada, equilibrada y saludable estará


determinada por las características de cada persona (edad, sexo, hábitos de vida
y grado de actividad física), el contexto cultural, los alimentos disponibles en el
lugar y los hábitos alimentarios. No obstante, los principios básicos de la
alimentación saludable siguen siendo los mismos.

Consejos prácticos para mantener una


alimentación saludable
Frutas, verduras y hortalizas

Comer al menos 400 g, o cinco porciones de frutas y verduras al día reduce el


riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles (2) y ayuda a garantizar una
ingesta diaria suficiente de fibra dietética.

Para mejorar el consumo de frutas y verduras es recomendable:

 incluir verduras en todas las comidas;


 como tentempiés, comer frutas frescas y verduras crudas;
 comer frutas y verduras frescas de temporada; y
 comer una selección variada de frutas y verduras.

Grasas

Reducir el consumo total de grasa a menos del 30% de la ingesta calórica diaria
contribuye a prevenir el aumento insalubre de peso entre la población adulta (1, 2,
3).

Además, para reducir el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles es


preciso:

 limitar el consumo de grasas saturadas a menos del 10% de la ingesta


calórica diaria;
 limitar el consumo de grasas trans a menos del 1%; y
 sustituir las grasas saturadas y las grasas trans por grasas no saturadas (2,
3), en particular grasas poliinsaturadas.
Para reducir la ingesta de grasas, especialmente las grasas saturadas y las grasas
trans de producción industrial se puede:

 cocinar al vapor o hervir, en vez de freír;


 reemplazar la mantequilla, la manteca de cerdo y la mantequilla clarificada
por aceites ricos en grasas poliinsaturadas, por ejemplo, los de soja, canola
(colza), maíz, cártamo y girasol;
 ingerir productos lácteos desnatados y carnes magras, o quitar la grasa
visible de la carne; y
 limitar el consumo de alimentos horneados o fritos, así como de aperitivos y
alimentos envasados (por ejemplo, rosquillas, tortas, tartas, galletas,
bizcochos y barquillos) que contengan grasas trans de producción industrial.

Sal, sodio y potasio

La mayoría de la gente consume demasiado sodio a través de la sal (una media


de 9 g a 12 g de sal diarios) y no consume suficiente potasio (menos de 3,5 g). Un
consumo elevado de sal e insuficiente de potasio contribuye a la hipertensión
arterial que, a su vez, incrementa el riesgo de enfermedad coronaria y accidente
cerebrovascular (8, 11).

La reducción de la ingesta de sal al nivel recomendado, esto es, menos de 5


gramos diarios, permitiría prevenir 1,7 millones de muertes cada año (12).

Las personas no suelen ser conscientes de la cantidad de sal que consumen. En


muchos países, la mayor parte de la ingesta de sal se realiza a través de
alimentos procesados (por ejemplo, platos preparados, carnes procesadas tales
como tocino, jamón, salame; queso o tentempiés salados) o de alimentos que se
consumen con frecuencia en grandes cantidades (por ejemplo, el pan). La sal
también se añade a los alimentos cuando se cocinan (por ejemplo, caldos,
concentrados de caldo de distinto tipo, salsa de soja y salsa de pescado) o en el
lugar en que se los consume (por ejemplo, la sal de mesa).

Para reducir el consumo de sal se aconseja:

 limitar la cantidad de sal y de condimentos ricos en sodio (por ejemplo, salsa


de soja, salsa de pescado y caldo) al cocinar y preparar alimentos;
 no poner sal o salsas ricas en sodio en la mesa;
 limitar el consumo de tentempiés salados; y
 escoger productos con menor contenido de sodio.
Algunos fabricantes de alimentos están reformulando sus recetas para reducir el
contenido de sodio de sus productos; además, se debería alentar a los
consumidores a leer las etiquetas de los alimentos para comprobar la cantidad de
sodio que contiene un producto antes de comprarlo o consumirlo.

La ingesta de potasio puede mitigar los efectos negativos de un consumo elevado


de sodio en la presión arterial. La ingesta de potasio se puede incrementar
mediante el consumo de frutas y verduras frescas.

Cómo promover una alimentación sana


La alimentación evoluciona con el tiempo, y en ella influyen muchos factores
socioeconómicos que interactúan de manera compleja y determinan modelos
dietarios personales. Entre esos factores cabe mencionar los ingresos, los precios
de los alimentos (que afectarán la disponibilidad y asequibilidad de alimentos
saludables), las preferencias y creencias individuales, las tradiciones culturales, y
los factores geográficos y ambientales (incluido el cambio climático). Por
consiguiente, el fomento de un entorno alimentario saludable y, en particular, de
sistemas alimentarios que promuevan una dieta diversificada, equilibrada y sana,
requiere la participación de distintos sectores y partes interesadas, incluidos los
gobiernos, el sector público y el sector privado.

Los gobiernos desempeñan un papel fundamental en la creación de un entorno


alimentario saludable que permita a las personas adoptar y mantener prácticas
alimentarias sanas.

Las medidas que las instancias normativas pueden adoptar para generar entornos
alimentarios saludables incluyen:

 Armonización de las políticas y los planes de inversión nacionales, en


particular las políticas comerciales, alimentarias y agrícolas, con el fin de
promover la alimentación saludable y proteger la salud pública mediante
medidas orientadas a:

o aumentar los incentivos a los productores y vendedores minoristas


para que cultiven, utilicen y vendan frutas y verduras frescas;
o reducir los incentivos a la industria alimentaria que le permiten
mantener o aumentar la producción de alimentos procesados con altos
niveles de grasas saturadas, grasas trans, azúcares libres y sal/sodio;
o alentar la reformulación de productos alimentarios a fin de reducir los
contenidos de grasas saturadas, grasas trans, azúcares libres y
sal/sodio, con miras a suprimir las grasas trans de producción
industrial;
o aplicar las recomendaciones de la OMS sobre comercialización de
alimentos y bebidas sin alcohol para niños;
o establecer normas para fomentar prácticas alimentarias saludables
mediante la disponibilidad asegurada de alimentos saludables,
nutritivos, inocuos y asequibles en centros preescolares, escuelas y
otras instituciones públicas, así como en el lugar de trabajo;
o examinar instrumentos normativos y voluntarios (por ejemplo,
reglamentos de comercialización y normas sobre etiquetado
nutricional) e incentivos o desincentivos económicos (por ejemplo,
tributación y subsidios) para promover una dieta saludable; y
o alentar a los servicios transnacionales, nacionales y locales de
alimentos y sus puntos de venta, a mejorar la calidad nutricional de sus
productos, asegurar la disponibilidad y asequibilidad de opciones
saludables y revisar los tamaños y precios de las porciones.

 Alentar a los consumidores a exigir alimentos y comidas saludables mediante


medidas dirigidas a:

o promover la sensibilización de los consumidores respecto de una dieta


saludable;
o desarrollar políticas y programas escolares que alienten a los niños a
adoptar y mantener una dieta saludable;
o impartir conocimientos sobre nutrición y prácticas alimentarias
saludables a niños, adolescentes y adultos;
o fomentar las aptitudes culinarias, incluso en los niños, a través de las
escuelas;
o prestar apoyo a la información en los puntos de venta, en particular a
través del etiquetado nutricional que asegure información exacta,
normalizada y comprensible sobre el contenido de nutrientes en los
alimentos (en consonancia con las directrices de la Comisión del
Codex Alimentarius), mediante el añadido de etiquetado frontal que
facilite la comprensión del consumidor; y
o ofrecer asesoramiento nutricional y alimentario en los centros de
atención primaria de salud.

La importancia de la
nutrición en la salud
Para poder hacer frente a estas carencias y comer correctamente, se pueden
llevar a cabo ciertos trucos que contribuyen a tener una cesta de la compra
completamente saludable. Uno de estos principales recursos es la compra de
alimentos frescos y de temporada, que siempre resultan más nutritivos. La
comida precocinada contiene más grasas y otras sustancias dañinas para la salud,
así como más calorías, que inducen al sobrepeso y la obesidad. Para ello, es
interesante planificar cada semana las comidas y las cenas, y, así, sacar
partido a los productos que tenemos en la despensa y no comprar más de lo
necesario.
En concreto, lo ideal es la apuesta por la dieta mediterránea. En este tipo de
alimentación, las frutas y verduras deben constituir la parte más importante
de la comida, y deben estar presentes cinco veces al día. También se debe de
incluir legumbres, que son una gran fuente de energía, fibra, proteínas vegetales,
vitaminas y minerales. Por otra parte, es necesario recalcar la necesidad de
consumir más pescado que carne, ya que este contiene grasas más saludables y
aporta, en el caso de los pescados azules, antioxidantes como el selenio.
Asimismo, intentar cocinar con técnicas saludables (horno, parrilla, vapor, etc.),
que evitan el uso de demasiado aceite, con lo que los platos serán menos
calóricos y más nutritivos. A pesar de esto, se debe tener en cuenta que el
consumo moderado de aceite de oliva virgen extra constituye uno de los
estandartes de la dieta mediterránea y del cuidado de la salud. Gracias a su
contenido en ácidos grasos saludables, este tipo de aceite ha demostrado
reducir el riesgo cardiovascular frente a otras dietas equilibradas, pero pobres en
todo tipo de grasas.

Otro de los principales factores que ayuda en nuestra salud es la hidratación.


Normalmente no se le da la importancia que realmente tiene y nos cuesta ingerir
la cantidad diaria de líquidos recomendada. Al margen de que ciertas
enfermedades o medicamentos puedan alterar nuestros líquidos corporales, en la
mayoría de la situación podemos reequilibrar nuestra hidratación con una
ingesta de agua suficiente (2 l mujeres, 2,5 l hombres) y un adecuado consumo
de sodio y potasio. No solo es importante tener líquidos suficientes en nuestro
organismo, sino que además deben estar adecuadamente repartidos en los
distintos compartimentos corporales: el sodio y el potasio influyen de forma
significativa en dicho reparto hídrico, de modo que lo ideal es consumir poco
sodio y bastante potasio. El sodio nos hace retener líquidos en forma de edema
visible en tobillos, piernas y manos, mientras que el potasio nos ayuda regular la
hidratación y eliminar el exceso. El sodio se encuentra en la sal, alimentos
curados con sal, embutidos, quesos, snacks y platos precocinados, mientras que
el potasio es abundante en verduras y frutas frescas.
En definitiva, adquiriendo unos hábitos de vida saludables y haciendo ejercicio
físico de forma regular, aunque sólo sea caminar unos 60 minutos diarios (de
camino al trabajo, cuando se hace la compra, etc), conseguiremos mejorar
notablemente nuestra salud y asegurarnos una adecuada calidad de vida en el
futuro.

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