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DEFINICIONES

YENIFER TATIANA ROJAS RAMOS


DERECHO NOVENO C - NOCTURNO

POLICIA
Sentencia C-813 de noviembre 5 de 2014
CORTE CONSTITUCIONAL SALA PLENA
Ref.: Exp. D-10187
Magistrada (e) Ponente:
Dra. Martha Victoria Sáchica Méndez
Demanda de inconstitucionalidad contra el Decreto 1355 de 1970 “Por el cual
se dictan normas sobre policía”
Demandante: Hamixon Leal Chilatra

El término “policía” proviene del griego “politeia” que hacía referencia a las
distintas formas de gobierno adoptadas en la ciudad-estado “polis”. Este concepto
evolucionó en el derecho romano bajo la concepción de la administración de la
“res pública”, de donde seria tomado para diversos ordenamientos europeos,
principalmente el alemán, el italiano, el español y el francés, en los que adquirió
diversa significación. En el caso español de donde procede la concepción
adoptada en el derecho colombiano, por su implantación en el Código de Indias y
cuyo origen se remonta a las Ordenanzas Reales de 1440 constituía la fuente de
las normas administrativas del Estado. A través de un extenso proceso de
maduración histórica la noción de policía se incorporó en el constitucionalismo
colombiano del siglo XIX, así como en las reformas del siglo XX y terminaría
siendo entendida como el poder o la facultad a cargo de las autoridades públicas
para fijar limitaciones a la actividad de los administrados a fin de mantener el
orden público.
Esta noción de policía fue la que se incorporó en el Decreto 1355 de 1970 (25)
expedido por el Presidente de la República en ejercicio de precisas facultades
extraordinarias otorgadas por la Ley 16 de 1968, disposición que está conformada
por un conjunto de normas relativas al ejercicio del poder de policía que, en
términos generales prevé los medios de actuación, el ejercicio de las libertades
públicas, las contravenciones y el procedimiento aplicable (26) . Puntualmente, las
normas demandadas se ubican en el Libro II y están relacionadas con el ejercicio
de las libertades públicas, específicamente en el Capítulo V se regula el derecho
de propiedad, mediante el establecimiento de las medidas de policía que las
autoridades pueden adoptar en procura del restablecimiento de los derechos de
posesión o tenencia de un bien.
En este contexto se inscribe el artículo 125 demandado, norma que establece
que: “La policía solo puede intervenir para evitar que se perturbe el derecho de
posesión o mera tenencia que alguien tenga sobre un bien, y en el caso de que se
haya violado ese derecho, para restablecer y preservar la situación que existía en
el momento en que se produjo la perturbación”. En complemento de ello el artículo
127 instituye una condición según la cual: “Las medidas de policía para proteger la
posesión y tenencia de bienes se mantendrán mientras el juez no decida otra
cosa”.
Entre los varios mecanismos de los que dispone el propietario, poseedor o
tenedor de un bien para hacer valer sus derechos, se encuentra la medida
contemplada en el artículo 125 (27) demandado, que ha sido denominado por la
doctrina como la acción por perturbación y se encuadra dentro de los medios que
en la instancia administrativa se pueden ejercer en defensa de los derechos
reales.
En aras de delimitar conceptualmente el contexto de la cuestión que la presente
acción entraña y con el fin de proceder de manera sistemática frente al problema
jurídico planteado, también es preciso señalar que de manera especial el artículo
98 del Decreto 2303 de 1989 consagra un procedimiento de lanzamiento por
ocupación de hecho para predios agrarios:
“ART. 98. —Partes. Sin perjuicio de lo previsto en el artículo 984 del Código Civil,
la persona que explote económicamente un predio agrario, según el artículo 2º de
la Ley 4ª de 1973 y disposiciones concordantes, que hubiere sido privada de
hecho, total o parcialmente, de la tenencia material del mismo, sin que haya
mediado su consentimiento expreso o tácito u orden de autoridad competente, ni
exista otra causa que lo justifique, podrá pedir al respectivo juez agrario que
efectúe el lanzamiento del ocupante”.
Del mismo modo, el principal instrumento de naturaleza judicial en esta materia
son las acciones posesorias consagradas en los artículos 972 y siguientes del
Código Civil, las cuales tienen por objeto conservar o recuperar la posesión de
bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos. Se trata de acciones
judiciales de carácter civil que se ejercen ante la jurisdicción ordinaria por el
poseedor de bienes raíces o de derechos reales constituidos sobre ellos, como
consecuencia de perturbaciones o despojos a la posesión material.
En complemento de esta regulación, conviene recordar que la posesión está
definida en el artículo 762 del Código Civil como “(...) la tenencia de una cosa
determinada con ánimo de señor o dueño sea que el dueño o el que se da por tal,
tenga la cosa por sí mismo, o por otra persona que la tenga en lugar y a nombre
de él”.
De otra parte, es preciso recordar que el poder de policía comporta la facultad a
cargo de las autoridades públicas para fijar limitaciones a la actividad de los
administrados con el fin de mantener el orden público, cuestión que a la luz del
artículo 2º del Decreto 1355 de 1970 corresponde al conjunto de condiciones de
seguridad, tranquilidad y salubridad que permiten la prosperidad general y el goce
de los derechos humanos:
“ART. 2º—A la policía compete la conservación del orden público interno.
El orden público que protege la policía resulta de la prevención y eliminación de
las perturbaciones de la seguridad, de la tranquilidad de la salubridad y la
moralidad públicas”.
A nivel constitucional esta noción tiene consagración en el artículo 218,
disposición que establece lo siguiente: “La Policía Nacional es un cuerpo armado
permanente de naturaleza civil, a cargo de la Nación, cuyo fin primordial es el
mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y
libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en
paz”.
En materia internacional el Código de Conducta para Funcionarios Encargados de
Hacer Cumplir la Ley aprobado por la Resolución 34 de la Asamblea General de
las Naciones Unidas en 1979, establece que las medidas de policía en todo
momento deben armonizar con los derechos humanos. Si bien esta norma no
representa una fuente vinculante por no formar parte del Bloque de
Constitucionalidad, constituye un criterio hermenéutico para delimitar el alcance
de las obligaciones a cargo de las autoridades administrativas que ejercen
funciones de policía.

PREVENTIVO
Definición de preventiva teoría del Dr. Camilo Alfonso Escobar Mora
Fundador de JURÍDIA – Centro de Enseñanza e Investigación de Derecho
Preventivo del Consumo en la Publicidad Digital
www.juridia.co

preventivo significa ser diligente (jurídicamente) al ser la forma de prever y hacer


(válidamente —jurídicamente—) el caso válido (jurídicamente). Es decir: el caso
en el que (en su ser —en el ser del caso. En el ser denominado: caso. En el caso
—) existe (la) —el ser denominado— validez (jurídica). Propiamente: es el caso
(es decir: la relación jurídica —extracontractual y/o contractual, según el caso—
definida en el tiempo y el espacio necesario para que exista el goce de los
derechos y el cumplimiento de los deberes que le aplican —proceden—) en el que
existe el goce de los derechos y el cumplimiento de los deberes que le proceden
(aplican).
 Por eso (en la teoría): preventivo significa ser diligente (jurídicamente) al ser la
forma de prever y hacer (la existencia de la) validez, eficacia y seguridad jurídica.
Propiamente: significa cumplir el deber de ser válido (jurídicamente) y (en
consecuencia) de hacer validez (jurídica). Es hacer que el (cada) ser sea (el)
derecho (es decir: el deber ser jurídico) a la medida de su ser (del ser involucrado)
—en lo relacionado válidamente (jurídicamente) con su ser. Con la diligencia que
le aplica (procede) a su ser. Específicamente: en lo relacionado con la diligencia
(jurídica) que le procede (aplica) al perfil (jurídico) que tiene (que existe en) su ser
(en el caso, según el caso y a la medida del caso)
Ahora (prevenir): no significa evadir. Porque: si (cuando) se evade el derecho (es
decir: el deber ser jurídico) no existe (la) validez (jurídica). Tampoco significa: ser
prevenido. Porque: se presume la buena fe (incluido: se presume la inocencia). La
buena fe (incluido: la inocencia) se presume. Otra cosa es que se debe ser
diligente (jurídicamente) al ser la forma de actuar con buena fe, sin culpa y
mediante la conducta (que es) necesaria (según el caso, en el caso y a la medida
del caso) para hacer (la) validez (jurídica) —propiamente: para hacer el (cada)
caso válido (jurídicamente)

CONVIVENCIA
Sentencia C-1094 de 2003
M.P. Jaime Córdoba Triviño

la Corte Constitucional aclara, que el régimen de convivencia durante cinco (5)


años requerido en la norma para el reconocimiento de la pensión, se establece
únicamente para el caso de los pensionados, y que esta disposición pretende
evitar convivencias de última hora con quien está a punto de fallecer, así como la
protección de otros posibles beneficiarios de la pensión de sobrevivientes.

Sentencia 31921, Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Laboral


22 de julio de 2008.
M.P. Gustavo José Gnecco Mendoza

la convivencia entre los cónyuges no desaparece por la sola ausencia física de


alguno de los dos, cuando ello ocurre por motivos justificables, como de salud,
oportunidades u obligaciones laborales, imperativos legales o económicos, entre
otros; concluyendo que, el cónyuge o la compañera o compañero permanente
supérstite, tiene derecho a que se le reconozca la pensión de sobrevivientes o la
sustitución pensional, aunque no haya convivido bajo el mismo techo con el
causante, por una causa justificada, siempre que acredite que se mantuvo hasta
el último momento, el afecto, el auxilio mutuo, el apoyo económico y el
acompañamiento espiritual propios de la vida en pareja.

SEGURIDAD

Sentencia T-339/10
Referencia: expediente T-2446041
Acción de tutela instaurada por Luis Alberto Cabeza Espinel contra la Nación
Ministerio del Interior y de Justicia.
Magistrado Ponente Dr. JUAN CARLOS HENAO PÉREZ.

De acuerdo con la jurisprudencia de esta Corporación, el derecho a la seguridad


personal sólo se puede invocar cuando su titular está sometido a un riesgo
extraordinario. Cuando se está en presencia de un riesgo extremo que amenace
la vida o la integridad personal, el individuo podrá exigir que las autoridades le
brinden protección especial en virtud de sus derechos a la vida y a la integridad
personal. Por el contrario, cuando la persona está sometida a un riesgo ordinario,
en virtud del principio de igualdad ante las cargas públicas, esta deberá asumirlo y
no podrá exigirle al Estado medidas concretas de protección.

Derecho fundamental a la seguridad personal, el Estado tiene la obligación de


adoptar las medidas de protección necesarias para proteger a aquellos individuos
que se encuentran sometidos a un nivel de amenaza. En todo caso, cuando el
peticionario exige la protección de este derecho, deber demostrar, al menos
sumariamente, los hechos que demuestran o permiten deducir que se encuentra
sometido a una amenaza, siempre teniendo en cuenta que la jurisprudencia de la
Corte Constitucional ha detectado ciertos grupos de especial protección que, dada
su condición o su contexto, históricamente han estado más factiblemente
expuestos a amenazas. Por último, en virtud del derecho a la seguridad personal,
las autoridades tienen el deber de prestar medidas de protección individual a las
personas que están sometidas a una amenaza, aunque no exista una norma
concreta que las obligue pues los derechos fundamentales son vinculantes y la
Constitución tiene fuerza normativa directa.

La Sala estima que existe duda respecto del lugar que ocupa el peticionario en la
escala de riesgos y amenazas antes estudiada. En efecto, por una parte, en virtud
del principio de la buena fe, en principio, se debe creer en las afirmaciones hechas
por el peticionario en el sentido de que está amenazado. Y, por otra parte, en el
estudio de nivel de riesgo y grado de amenaza que se le realizó al actor, no se
explica por qué, a pesar de que el peticionario afirmó haber recibido amenazas,
éste se encuentra en un nivel de riesgo y no de amenaza. Adicionalmente, en
materia de seguridad personal, el peticionario es un sujeto de especial protección
no sólo por trabajar actualmente como defensor de derechos humanos sino
también por tener la calidad de reinsertado del ELN. Por estos dos motivos y,
teniendo en cuenta que lo que está en juego en la presente acción de tutela es el
derecho a la seguridad personal del actor, la Sala estima conveniente ordenarle al
Ministerio del Interior y de Justicia que, como medida provisional, equipe a los dos
escoltas que protegen al peticionario de avanteles y que ponga a su disposición
un automóvil que le permita desplazarse con seguridad. Dicho automóvil deberá
encontrarse en buenas condiciones mecánicas y los costos de su mantenimiento,
incluyendo el seguro obligatorio, deberán ser sufragados por el Ministerio del
Interior y de Justicia. Estas medidas deberán tomarse hasta que el Comité de
Reglamentación y Evaluación de Riesgos correspondiente, determine si el actor
debe estar o no cobijado por el Programa de Protección de Derechos Humanos
del Ministerio del Interior y de Justicia, regulado por el Decreto 2816 de 2006. Así,
como el peticionario obtuvo su esquema de seguridad en virtud de su condición de
reinsertado en julio de 1997 pero en el escrito de tutela afirmó estar actualmente
amenazado debido a su condición de defensor de derechos humanos, la Sala
estima que éste deberá, dentro de los cinco (5) días hábiles siguientes a la
notificación de esta sentencia, presentar solicitud de protección ante el Programa
de Protección de Derechos Humanos del Ministerio del Interior y de Justicia para
que sea el Comité de Reglamentación y Evaluación de Riesgos correspondiente,
el que determine definitivamente si el peticionario es acreedor de medidas de
protección especial debido a estar sometido a una amenaza.

SEGURIDAD NACIONAL

sentencia c-251 de 11 de abril de 2002


corte constitucional
contenido: ley de seguridad nacional. se declara la inexequibilidad de la ley
684 de 2001. el régimen jurídico consagrado en este tipo de ley no puede ser
más gravoso para los derechos de los particulares que el propio de un
estado de excepción.
temas específicos: participación democrática, principio de dignidad humana,
orden público, demanda de constitucionalidad, seguridad pública,
exequibilidad de las normas, fallo de exequibilidad, seguridad del ciudadano,
principio de paz y convivencia
sala: plena
ponente: Vargas Hernández, clara Inés Montealegre Lynett, Eduardo
revista jurisprudencia y doctrina n°:366 de junio de 2002, pág.1297

ART. 13.—Definición (6). Es el instrumento para garantizar el debido


planeamiento, dirección, ejecución y coordinación de todos los elementos del
poder nacional y su fortalecimiento, con miras a garantizar la Seguridad Nacional.
las estrategias de seguridad y defensa deben respetar los mandatos del derecho
humanitario, como los principios de proporcionalidad y de distinción, entre otros. Y
estos mandatos tienen consecuencias concretas. Por ejemplo, al precisar los
alcances del principio de distinción, esta Corte señaló que la “protección general
de la población civil contra los peligros de la guerra implica también que no es
conforme al derecho internacional humanitario que una de las partes involucre en
el conflicto armado a esta población, puesto que de esa manera la convierte en
actor del mismo, con lo cual la estaría exponiendo a los ataques militares por la
otra parte”. (39) Las estrategias de seguridad y defensa pueden contemplar un
papel para los particulares. Así, y sin que esta enumeración sea taxativa, pueden
comprender mecanismos de cooperación con la administración de justicia y con la
fuerza pública, pero sin colocar a los civiles en la disyuntiva de ser aliados o
enemigos; dichas estrategias pueden igualmente establecer programas de
sensibilización y alerta frente al terrorismo, pero sin transformar a los particulares
en espías al servicio del Estado, o en sucedáneos de la fuerza pública. Esto
significa entonces que las mencionadas estrategias de seguridad y defensa no
pueden imponer deberes tales a la población civil, que terminen involucrándola en
el conflicto armado, ya que no sólo se estaría afectando el principio de distinción
derivado del derecho internacional humanitario, sino que además se estaría
desconociendo el mandato constitucional, según el cual, las tareas de protección
de la soberanía y el orden público corresponden a la fuerza pública, y no a los
particulares.

CONVIVENCIA CIUDADANA

Dr. D. José Manuel Touriñán López


Touriñán, 2009, Educación en valores, sociedad civil y desarrollo cívico

La convivencia ciudadana es, una responsabilidad compartida, porque, en primer


lugar, en tanto que convivencia, es una convivencia cualificada -pacífica- que es lo
que estamos dispuestos a asumir como convivencia y el logro de la convivencia
pacífica es una tarea que no puede delegarse, es inseparable de la participación
en los asuntos que a todos los miembros de la misma sociedad afectan y, en
segundo lugar, es una responsabilidad derivada, porque, en tanto que ciudadana,
es una convivencia especificada, es decir, cumple las condiciones de la
convivencia y, además, es relativa a un espacio de convivencia que le es propio –
el espacio cívico, ciudadano-, que, de acuerdo con lo que llevamos dicho, no es
sólo un espacio del individuo formado en su relación con el estado, sino un
espacio de formación e interacción del individuo con y frente al Estado, pero con
el otro en un marco legal territorializado de derechos y libertades. La
responsabilidad compartida y derivada identifica a la sociedad civil como agente
moral y requiere el desarrollo cívico como objetivo.

La formación para la convivencia ciudadana es un objetivo prioritario y de


responsabilidad compartida en la educación. La propuesta de formación afecta a
cada individuo y la decisión del sujeto aparece, de este modo, como una cuestión
de derechos y como una cuestión axiológica y de compromiso ético fundado en la
dignidad, la libertad, la igualdad, la identidad, el desarrollo, la autonomía, la
responsabilidad, la justicia, la diversidad y la cooperación. Un compromiso ético
de voluntades personales e institucionales orientado a la alianza de “civilización”
(desarrollo cívico) para convivir en un mundo mejor en el que la educación es,
cada vez más, el instrumento eficaz de transformación y adaptación del hombre
como ciudadano del mundo, pero localizado.

Desde una determinada perspectiva más conservadora puede concebirse la


educación para la convivencia ciudadana como una forma de educación política
en democracia, orientada a la formación acerca de los derechos y las libertades
constitucionales, al dominio de los contenidos de los tratados internacionales
ratificados por el estado y a la comprensión de la organización del poder en el
estado y su estructuración territorial.

Desde una determinada perspectiva más progresista puede concebirse la


educación para la convivencia ciudadana como la forma propia de la educación
cívica en democracia, orientando oportunamente la formación ciudadana a las
relaciones del individuo con el Estado y a la difusión y consolidación de los
modelos sociales de convivencia legalmente permitidos.

Ahora bien, desde una perspectiva pedagógica es incuestionable que se trata de


entender que el reto es hacer frente a la responsabilidad compartida
corporativamente, sin renunciar a las competencias de cada una de las
instituciones implicadas. Ni los padres son los profesionales de la educación, ni la
escuela tiene que suplantar o sustituir la función de la familia. Ni el educando debe
dejar de ser agente de su educación. Sociedad civil, familia, Estado y escuela
afrontan el reto de la formación, no sólo como una cuestión de hecho, sino como
un compromiso de voluntades hacia lo que es valioso en la educación: el
desarrollo personal y la convivencia pacífica en la sociedad abierta y pluralista. De
tal manera que, la solución en la educación no está en elegir en lugar del
educando su modo de vida, sino en elegir aquellos modos de intervención
pedagógica que garantizan la capacitación del educando para elegir y realizar su
proyecto de vida, aprendiendo a construir y usar experiencia para responder a las
exigencias del desarrollo cívico en cada situación, de acuerdo con las
oportunidades. En perspectiva pedagógica, la educación para la convivencia
ciudadana aparece, así como un ejercicio de educación en valores orientado al
uso y construcción de experiencia axiológica relativa al desarrollo cívico.

La educación para la convivencia ciudadana no debe convertirse en una disciplina


dirigida sólo a las relaciones del individuo con el Estado o en una oportunidad
propagandista de los estereotipos socio morales afines al grupo ideológico en el
poder. Hay un componente socio-ético en la educación para la convivencia
ciudadana, que surge directamente del sentido de responsabilidad compartida y
derivada, propiedades de la convivencia pacífica ciudadana. Por una parte, este
componente de responsabilidad compartida y derivada aleja este ámbito de
formación de una visión parcial orientada, de manera reduccionista, a una
educación política o, de manera oportunista, a una educación cívica
propagandista. Por otra parte, ese mismo componente de responsabilidad
compartida y derivada mantiene vinculada la formación para la ciudadanía a la
idea de formación general de educación en valores, respecto de la convivencia
pacífica en el marco legal territorializado, que es lo que la hace específica, pero
no aislada a la educación para la convivencia ciudadana

ORDEN PUBLICO

Sentencia C-128/18
Referencia: expediente D-12644
Demanda de inconstitucionalidad contra los artículos 52 y 62 (parciales) de
la Ley 1801 de 2016, “Por la cual se expide el Código Nacional de Policía y
Convivencia”.
Actor: Jorge Fernando Perdomo Polanía
Magistrado Ponente: JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS

Conjunto de condiciones de seguridad, tranquilidad y salubridad que permiten la


prosperidad general y el goce de los derechos humanos, debe completarse con el
medio ambiente sano, como soporte del adecuado desenvolvimiento de la vida en
sociedad. En este sentido, el orden público debe definirse como las condiciones
de seguridad, tranquilidad y de sanidad medioambiental, necesarias para la
convivencia y la vigencia de los derechos constitucionales, al amparo del principio
de dignidad humana.

Medios para la preservación


Las medidas para preservar el orden público pueden consistir en “(i) el
establecimiento de normas generales que limitan los derechos para preservar el
orden público; (ii) la expedición de actos normativos individuales, dentro de los
límites de esas normas generales; (iii) el despliegue de actividades materiales,
que incluyen el empleo de la coacción y que se traduce en la organización de
cuerpos armados y funcionarios especiales a través de los cuales se ejecuta la
función”.

MEDIOS DE POLICIA

LEY 1801 DE 2016 (Julio 29)


Por la cual se expide el Código Nacional de Policía y Convivencia.
LIBRO TERCERO
MEDIOS DE POLICÍA, MEDIDAS CORRECTIVAS, AUTORIDADES DE POLICÍA
Y COMPETENCIAS, PROCEDIMIENTOS, MECANISMOS ALTERNATIVOS DE
SOLUCIÓN DE DESACUERDOS O CONFLICTOS
TÍTULO I
MEDIOS DE POLICÍA Y MEDIDAS CORRECTIVAS
CAPÍTULO I
Medios de Policía

Artículo 149. Medios de Policía. Los medios de Policía son los instrumentos
jurídicos con que cuentan las autoridades competentes para el cumplimiento
efectivo de la función y actividad de Policía, así como para la imposición de las
medidas correctivas contempladas en este Código.

Los medios de Policía se clasifican en inmateriales y materiales.

Los medios inmateriales son aquellas manifestaciones verbales o escritas que


transmiten decisiones de las autoridades de Policía.

Son medios inmateriales de Policía:

1. Orden de Policía.
2. Permiso excepcional.
3. Reglamentos.
4. Autorización.
5. Mediación policial.

Los medios materiales son el conjunto de instrumentos utilizados para el


desarrollo de la función y actividad de Policía.

Son medios materiales de Policía:

1. Traslado por protección.


2. Retiro del sitio.
3. Traslado para procedimiento policivo.
4. Registro.
5. Registro a persona.
6. Registro a medios de transporte.
7. Suspensión inmediata de actividad.
8. (Ingreso a inmueble con orden escrita.)

Nota Jurisprudencial. La expresión “ingreso a inmueble con orden escrita” del


artículo 149 de la Ley 1801 de 2016, fue declarada inexequible por la Corte
Constitucional al considerar que desconoce los derechos fundamentales de los
ciudadanos en los procesos de policía, ya que el ingreso a domicilio con
mandamiento escrito de los alcaldes municipales desconoce la inviolabilidad del
domicilio y la reserva judicial de la orden emitida para llevar a cabo restricciones al
citado derecho. Inexequibilidad. Sentencia C 334 de 2017. Corte Constitucional.
M.P. José Antonio Cepeda Amarís.

9. Ingreso a inmueble sin orden escrita.


10. Incautación.
11. Incautación de armas de fuego, no convencionales, municiones y explosivos.
12. Uso de la fuerza.
13. Aprehensión con fin judicial.
14. Apoyo urgente de los particulares.
15. Asistencia militar.

MEDIDAS CORRECTIVAS

Sentencia C-054/19
Referencia: expediente D-12326
Demanda de inconstitucionalidad contra los artículos 92 (parcial) y 183 de la
Ley 1801 de 2016 “por la cual se expide el Código Nacional de Policía y
Convivencia”.
Actor: Juan Pablo Cardona González
Magistrada Ponente: DIANA FAJARDO RIVERA

consisten en la imposición de la multa más alta y la suspensión definitiva de las


actividades, son excesivas y desproporcionadas porque (i) no ofrecen alternativa
de subsistencia a los afectados, que aminore el impacto de la suspensión
definitiva; (ii) la multa es difícil de pagar, especialmente, tomando en
consideración la suspensión inmediata de la actividad del comercio; y (iii) el no
pago de esta genera otras consecuencias negativas.
 
Por ello, el numeral citado desconoce también los principios de buena fe y
confianza legítima, a raíz del cambio normativo intempestivo frente a los
establecimientos de comercio, que antes de la entrada en vigencia de la Ley
podían desarrollar sus actividades sin la persecución de la Policía, (cita las
sentencias T-772 de 2003, T-025 de 2008, T-160 de 1998, T-778 de 1998, T-369
de 1997 y T-438 de 1996).
 
El numeral 16º del artículo 92 de la Ley 1801 de 2016, que prohíbe desarrollar la
actividad económica sin cumplir cualquiera de los requisitos establecidos en la
normatividad vigente, y prevé como medida correctiva la multa general tipo 4 y la
suspensión temporal de la actividad, viola los principios de proporcionalidad y
estricta necesidad.
 
Si bien los establecimientos de comercio deben cumplir requisitos fijados por el
Legislador, la forma indefinida, vaga e imprecisa en que fue redactado este
numeral, así como el hecho de que no establece si abarca el cumplimiento de
requisitos de orden reglamentario, conlleva el desconocimiento del artículo 29 de
la Carta Política, es decir, el principio de tipicidad y el debido proceso
constitucional, al igual que la seguridad jurídica, pues deja al arbitrio de las
autoridades de Policía la posibilidad de determinar el eventual incumplimiento de
cualquiera de los requisitos establecidos en la “normatividad vigente”, sin que el
Legislador precise mínimamente a cuáles requisitos hace referencia.
 
Viola también los principios de estricta necesidad y proporcionalidad, pues resulta
desproporcionado que el incumplimiento de cualquiera de los requisitos amerite
como primera medida la imposición de doble sanción, que consiste en la multa
más drástica y la suspensión temporal de actividades, sin un requerimiento o
llamado de atención pedagógico, como ocurría en la Ley 232 de 1995 que, previo
requerimiento escrito, concedía un plazo de 30 días calendario para que el
comerciante acreditara el cumplimiento de los requisitos que hicieran falta.
 
Desconoce el artículo 333 Superior, es decir, la libertad de empresa e iniciativa
privada, puesto que no define “si todos los requisitos deben interpretarse como los
contenidos en las leyes exclusivamente, en aplicación del principio de reserva de
ley; o si también caben otros distintos, como los que puedan ser fijados a través
de actos administrativos de carácter general”. En relación con el principio de
reserva legal frente a los requisitos exigibles para los establecimientos de
comercio abiertos al público, invoca la Sentencia C-352 de 2009, en la cual la
Corte Constitucional se pronunció sobre la constitucionalidad del artículo 2º de la
Ley 232 de 1995, que consagraba taxativamente los requisitos exigibles a los
establecimientos de comercio.

SALUD PUBLICA

Sentencia C-248/19
Referencia: Expediente D-12883
Demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 370 de la Ley 599 de
2000, “Por la cual se expide el Código Penal”.
Actor: Felipe Chica Duque
Magistrada sustanciadora: CRISTINA PARDO SCHLESINGER

la Corte (i) comenzará por referirse a la salud pública como asunto de interés
público a cargo del Estado.

La salud pública y el artículo 370 de la Ley 599 de 2000


Entendida en la doctrina como “el esfuerzo organizado por una sociedad para
promover, proteger y restaurar la salud de las personas”[8] o, según la
Organización Mundial de la Salud (OMS), como “el esfuerzo organizado de la
sociedad, principalmente a través de sus instituciones de carácter público, para
mejorar, promover, proteger y restaurar la salud de las poblaciones por medio de
actuaciones de alcance colectivo”[9], la salud pública fue definida por el artículo 32
de la Ley 1122 de 2007[10] como “el conjunto de políticas que buscan garantizar
de una manera integrada, la salud de la población por medio de acciones de
salubridad dirigidas tanto de manera individual como colectiva, ya que sus
resultados se constituyen en indicadores de las condiciones de vida, bienestar y
desarrollo del país”, para después aclarar que “dichas acciones se realizarán bajo
la rectoría del Estado y deberán promover la participación responsable de todos
los sectores de la comunidad”.

La salud pública es entonces un desarrollo directo del derecho a la salud que


prevé el artículo 49 superior. Esto, en tanto incorpora un servicio público a cargo
del Estado, encaminado a proteger la salud de los integrantes de la sociedad
desde una perspectiva integral que asume los desafíos que presenta la necesidad
de garantizar la salud colectiva como medio para garantizar la salud individual de
las personas.

Dentro de los esfuerzos estatales encaminados a garantizar el derecho a la salud


a través de la estructuración de una política de salud pública, el derecho penal
ocupa un lugar particular. Tal situación se ha visto históricamente reflejada en la
consagración de diversos tipos penales dirigidos a castigar diferentes conductas
que atentan contra la salubridad pública. Entre tales tipos penales, se encuentran
las conductas que pudieran generar el contagio masivo e indiscriminado de
enfermedades (epidemia[11]). Por ejemplo, en el artículo 265 del Código Penal de
1936[12] se estipuló la privación de la libertad para el que “ocasione una epidemia
mediante la difusión de gérmenes patógenos”. Posteriormente, la codificación
criminal de 1980[13] fue más general cuando tipificó el delito en que incurriría “(e)l
que propague epidemia” (art. 204). Finalmente, con la Ley 599 de 2000, Código
Penal actualmente vigente, el Legislador conservó la pena prevista en el Código
de 1980 para “(e)l que propague epidemia”(art. 369), pero añadió un nuevo tipo
penal especial dirigido a castigar a quien “después de haber sido informado de
estar infectado por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) o de la hepatitis B,
realice prácticas mediante las cuales pueda contaminar a otra persona, o done
sangre, semen, órganos o en general componentes anatómico” (art. 370). Esta
última conducta corresponde a la norma cuya constitucionalidad ocupa ahora a la
Corte.

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