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DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL

JOSÉ EDUARDO GONZÁLEZ GAETE

ABOGADO- MAGISTER EN DERECHO PÚBLICO.

¿QUE DEBEMOS ENTENDER POR DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL?

Debemos entender al Derecho Procesal Constitucional, como aquella rama


del derecho público que establece las normas procesales orgánicas y
funcionales necesarias para dar eficacia real a la normativa constitucional,
cuando surja un conflicto entre un acto de la autoridad o de un particular y
sus disposiciones.

Este derecho, comprende la organización y atribuciones de los Tribunales


Constitucionales y la forma en que éstos ejercen su jurisdicción al resolver
conflictos constitucionales por medio del proceso y con efectos
permanentes.

Al respecto, el Profesor Néstor Pedro Sagüés, uno de los grandes


precursores de esta disciplina, en su obra Derecho Procesal
Constitucional, nos indica que esta rama del derecho «es principalmente,
el derecho de la jurisdicción constitucional, y tiene dos áreas claves: la
magistratura constitucional y los procesos constitucionales». Y nos recuerda
una expresión de Calamandrei en el sentido de que todas las declaraciones
constitucionales son fútiles, si no existen remedios jurídicos procesales que
aseguren su funcionamiento real.

Por tanto, le corresponde al Derecho Procesal Constitucional la función de


aportar al sistema jurídico nacional, los elementos orgánicos y funcionales
necesarios y apropiados para que un conflicto constitucional pueda ser
decidido por medio de una decisión jurisdiccional, lográndose así la plena
vigencia de la Supremacía Constitucional.
Pertenecen al Derecho Procesal Constitucional trascendentes materias del
quehacer jurídico, entre las que cabe destacar: la supremacía
constitucional; la Justicia Constitucional; los sistemas de control de
constitucionalidad de las leyes, decretos y otros actos públicos; así como
también el amparo efectivo de las garantías que la Constitución asegura a
las personas.

En síntesis, esta rama del derecho está destinada a proporcionar al país


normas eficaces para la protección jurisdiccional de su Constitución.

I.- EL RECURSO DE PROTECCIÒN DE GARANTÍAS


CONSTITUCIONALES.

El Recurso de Protección es una acción jurisdiccional que consagra el


artículo 20 de la Constitución Política de la República de Chile y que busca
obtener que la Corte de Apelaciones respectiva tome las providencias
necesarias para restablecer el imperio del Derecho y garantizar la debida
protección del afectado frente a hechos u omisiones ilegales o arbitrarias
que vulneren algunos derechos constitucionales. En efecto, dispone dicha
norma que:

El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra privación,


perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los derechos y garantías
establecidos en el artículo 19, números 1º, 2º, 3º inciso cuarto, 4º, 5º, 6º,
9º inciso final, 11º , 12º , 13º, 15º, 16º en lo relativo a la libertad de
trabajo y al derecho a su libre elección y libre contratación, y a lo
establecido en el inciso cuarto, 19º, 21º, 22º, 23º, 24 °, y 25º podrá
recurrir por sí o por cualquiera a su nombre, a la Corte de Apelaciones
respectiva, la que adoptará de inmediato las providencias que juzgue
necesarias para restablecer el imperio del Derecho y asegurar la debida
protección del afectado, sin perjuicio de los demás derechos que pueda
hacer valer ante la autoridad o los tribunales correspondientes.

De acuerdo con estas características, el recurso de protección chileno es


similar a la acción que en Argentina y otros países latinoamericanos se
conoce como el recurso de amparo, en el sentido de que ambos
mecanismos (más allá de las diferencias procesales y sustanciales
existentes entre ellos) son acciones que tienen por objeto la tutela de
derechos fundamentales vulnerados.

Las dos grandes fuentes jurídicas que reconoce esta acción jurisdiccional
son, en primer término, el art. 20 de la CPR y el "Auto
Acordado de 1992 sobre tramitación del recurso de protección de garantías
constitucionales", dictado por la Corte Suprema el 24 de junio de 1992 y
que fue modificado el 8 de junio del 2007, el 17 de julio de 2015 y
modificado nuevamente el 27 de septiembre de 2018.

A pesar de la denominación que le da el artículo 20 de la Constitución


Política, en verdad, la naturaleza jurídica del recurso de protección no es
un recurso sino una acción jurisdiccional. No es un recurso por cuanto no
busca modificar, revocar o anular una sentencia judicial; muy por el
contrario, lo que se pretende con la interposición de la protección es
provocar la intervención jurisdiccional en resguardo de la observancia de los
derechos constitucionales. Con todo, el auto acordado de 1992 que dictó
la Corte Suprema sobre tramitación del recurso de protección hace
sinonímicas ambas expresiones en su art. 1º al decir: "El recurso
o acción de protección...".

Es una acción específica de emergencia, con un procedimiento rápido e


informal. Se ha dicho, en este sentido, que se trata de una "acción cautelar"
o de una "acción cautelar inmediata", toda vez que tiene por objeto
garantizar el debido resguardo de un derecho constitucional conculcado.
Acorde a este carácter, se ha agregado que es necesario que el derecho que
se dice vulnerado sea "legítimo", es decir, "que se funde en claras
situaciones de facto que permitan por este especial procedimiento
restablecer el imperio del Derecho; pero es improcedente que por medio de
él se pretenda un pronunciamiento sobre situaciones de fondo, que son de
lato conocimiento".

Legitimación para interponer esta clase de acción Constitucional.

Como en toda acción jurisdiccional, en el recurso de protección es posible


distinguir una legitimación activa, que hace referencia a quién puede
ejercerla eficazmente; y una legitimación pasiva, es decir, la persona en
contra de quien se acciona.

Legitimación activa: El recurso de protección, según lo dispone el art. 20,


puede ser ejercido por el propio afectado o por cualquiera a su nombre.

Cuando el afectado ejerce el recurso por sí, se habla de una "legitimación


ordinaria", ya que quien lo ejerce es, a su vez, el afectado por la acción u
omisión a la que se intenta hacer frente; en cambio, cuando el recurso de
protección es ejercido por cualquier otra persona distinta al afectado, pero a
nombre de este, estamos frente a una "legitimación extraordinaria": quien
ejerce la acción es alguien distinto del afectado por la acción u omisión.

Con respecto a quiénes son titulares de esta acción, no existe discusión


acerca de que quedan amparadas por la protección del recurso tanto
las personas naturales como las personas jurídicas. Es más, en muchos
casos el recurso puede ser interpuesto por un grupo o comunidad de
personas, aun cuando no estén constituidos a través de una entidad con
personalidad jurídica propia.

En la práctica se han dado todas estas posibilidades; sin embargo, la única


gran limitación estaría representada por el hecho de que "nadie puede
reclamar un derecho genéricamente, por simple amor al mismo, sino que
tiene que sufrir menoscabo o una amenaza alguna persona determinada" 6
Con base en estas ideas, se han rechazado las protecciones impetradas en
favor de grupos indeterminados de personas, argumentando para ello que
"el recurrente debe expresar en forma precisa en nombre de quién recurre,
toda vez que es indispensable para que prospere la acción determinar
quiénes son objeto del acto arbitrario o ilegal del recurrido", y
descartándose, atendido los términos del art. 20 CPR, "toda posibilidad de
accionar en nombre de la sociedad toda o de los miles de personas
supuestamente afectadas, pues ni las una ni los otros –tomados como un
todo— son titulares de la acción".

Legitimación pasiva

La legitimación pasiva del recurso de protección recae sobre el autor del


acto u omisión ilegal o arbitraria que ha vulnerado una garantía
constitucional. Al respecto, el auto acordado de 1992 contempla el deber del
tribunal llamado a conocer de la protección, de requerir informe de la
persona o personas, funcionarios o autoridad que, según el recurrente o en
concepto de la Corte, fueren los causantes del acto o de la omisión
denunciada.

Es por ello que los tribunales han demandado en la mayoría de los casos la
determinación del agresor. Empero, en casos excepcionales se ha declarado
que no resulta improcedente el recurso de protección por no indicarse
precisamente la persona o autoridad contra la que se recurre. Se ha dicho al
respecto que autorizada constitucionalmente la Corte para adoptar las
medidas que juzgue necesarias para restablecer el imperio del derecho y
asegurar la debida protección del afectado, no se divisa cómo la falta de
determinación del agresor pudiere impedir la adopción de tales medidas.
Ese ha sido el criterio a utilizar, por ejemplo, en materia de secuestro. En
la doctrina, esta peculiar característica del recurso de protección ha sido
denominada como la "unilateralidad".

PRESUPUESTOS PARA LA INTERPOSICIÓN DEL RECURSO DE


PROTECCIÓN:

Acción u omisión ilegal o arbitraria

De partida, tanto la ilegalidad como la arbitrariedad son antijurídicas. Se


estima comúnmente que lo ilegal representa una contravención formal al
texto legal y lo arbitrario una ausencia de fundamento racional, o sea, una
manifestación del simple capricho del agente. Tratándose de una omisión
ilegal o arbitraria, obviamente, debe existir la obligación legal de actuar
para el agente. Solo así podrá cometerse un agravio a través de la
inactividad.

Privación, perturbación o amenaza en el ejercicio legítimo de un


derecho

Otro presupuesto de la acción de protección consiste en la privación,


perturbación o amenaza en el ejercicio de un derecho. Sobre el significado
de cada una de estas expresiones, se ha establecido que privar consiste en
"apartar a uno de algo o despojarlo de una cosa que
poseía". Perturbar "equivale a trastornar el orden y concierto de las cosas a
su quietud y sosiego" y por último, "amenaza" debe conllevar al peligro
inminente, mal futuro, es decir, debe ser "seria y no ilusoria, actual, precisa
y no vaga y concreta en sus resultados.

Derechos amparados

Conforme a la norma del art. 20, quedan amparados por el recurso de


protección los derechos comprendidos en el art. 19:

 1º El derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona.


 2º La igualdad ante la ley.
 3º El derecho a un juez natural. Esto es, que nadie pueda ser juzgado
por comisiones especiales, sino por el tribunal que señalare la ley y que
se hallare establecido por esta con anterioridad a la perpetración del
hecho (el recurso de protección solo contempla el inciso quinto de este
numeral, que corresponde al juez natural). Se suele confundir este
inciso con el derecho a un debido proceso, pero la doctrina ha entendido
que este último se encuentra consagrado en el inciso sexto del mismo
número.
 4º El respeto y protección a la vida privada y a la honra de la persona y
su familia.
 5º La inviolabilidad del hogar y de toda forma de comunicación privada.
 6º La libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el
ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las
buenas costumbres o al orden público.
 9º El derecho a elegir el sistema de salud al que desee acogerse, sea
este estatal o privado.
 11º La libertad de enseñanza.
 12º La libertad de emitir opinión y la de informar, sin censura previa.
 13º El derecho a reunirse pacíficamente sin permiso previo y sin armas.
 15º El derecho de asociarse sin permiso previo.
 16º La libertad de trabajo y al derecho a su libre elección y libre
contratación. [...] Además, ninguna clase de trabajo puede ser
prohibida, salvo que se oponga a la moral, a la seguridad o a la
salubridad públicas, o que lo exija el interés nacional y una ley lo declare
así.
 19.º El derecho de sindicarse en los casos y forma que señale la ley. La
afiliación sindical será siempre voluntaria.
 21.º El derecho a desarrollar cualquiera actividad económica que no sea
contraria a la moral, al orden público o a la seguridad nacional,
respetando las normas legales que la regulen.
 22.º La no discriminación arbitraria en el trato que deben dar el Estado y
sus organismos en materia económica.
 23.º La libertad para adquirir el dominio de toda clase de bienes,
excepto aquellos que la naturaleza ha hecho comunes a todos los
hombres o que deban pertenecer a la Nación toda y la ley lo declare así
 24° El derecho de propiedad en sus diversas especies sobre toda clase
de bienes corporales o incorporales.
 25º La libertad de crear y difundir las artes, así como el derecho del
autor sobre sus creaciones intelectuales y artísticas de cualquier especie,
por el tiempo que señale la ley y que no será inferior al de la vida del
titular.

PROCEDIMIENTO

Consecuente con la naturaleza del recurso, el auto acordado de 1992


establece un procedimiento sumarísimo y exento de todo formalismo, a fin
de hacer expedito el ejercicio de esta acción.

Tribunal competente

El recurso o acción de protección se interpondrá ante la Corte de


Apelaciones en cuya jurisdicción se hubiere cometido el acto o incurrido en
la omisión arbitraria o ilegal que ocasionen privación, perturbación o
amenaza en el legítimo ejercicio de las garantías constitucionales
respectivas.

Plazo

En sus inicios, el N.º 1 del auto acordado disponía un plazo de 15 días para
interponer el recurso ante la Corte de Apelaciones en cuya jurisdicción se
hubiere cometido el acto o incurrido en la omisión arbitraria o ilegal que
ocasiona el agravio, contados desde la ejecución del acto o la ocurrencia de
la omisión o, según la naturaleza de estos, desde que se hayan tenido
noticias o conocimiento de los mismos. Actualmente, en virtud de la última
modificación efectuada a tal norma, el plazo fue aumentado a 30 días.

Tramitación

Acogido a tramitación el recurso, la Corte de Apelaciones ordenará que


informe, por la vía que estime más rápida y efectiva, la persona o personas,
funcionarios o autoridad que según el recurso o en concepto del Tribunal
son los causantes del acto u omisión arbitraria o ilegal, que haya podido
producir privación, perturbación o amenaza del libre ejercicio de los
derechos que se solicita proteger, fijándole un plazo breve y perentorio para
emitir el informe, señalándole que conjuntamente con este, el obligado en
evacuarlo remitirá a la Corte todos los antecedentes que existan en su
poder sobre el asunto motivo del recurso.

El Tribunal, cuando lo juzgue conveniente para los fines del recurso, podrá
decretar orden de no innovar, es decir, decretar medidas destinadas a
conservar la situación de hecho o de derecho presentada al momento de la
admisión de la demanda, en relación con personas y bienes comprendidos
en el proceso. Del mismo modo, para el mejor acierto del fallo se podrán
decretar todas las diligencias que el Tribunal estime necesarias.

Recibido el informe y los antecedentes requeridos, o sin ellos, el tribunal


ordenará traer los autos en relación y dispondrá agregar
extraordinariamente la causa a la tabla del día subsiguiente, previo sorteo,
en las Cortes de Apelaciones de más de una Sala.

La Corte apreciará de acuerdo con las reglas de la sana crítica los


antecedentes que se acompañen al recurso y los demás que se agreguen
durante su tramitación. La sentencia se notificará personalmente o por el
estado a la persona que hubiere deducido el recurso y a los recurridos que
se hubieren hecho parte en él.

Apelación

Contra la sentencia de la Corte de Apelaciones puede interponerse


el recurso de apelación ante la Corte Suprema dentro del plazo de 5 días,
contados desde que se les notifique a las partes personalmente o por el
estado diario la sentencia. No es procedente el recurso de casación. Ahora
bien, la Corte Suprema, para entrar al conocimiento del recurso o para el
mejor acierto del fallo, podrá solicitar a cualquier autoridad o persona los
antecedentes que considere necesarios para la resolución del mismo.

Sentencia de Protección

La sentencia que acoge el recurso de protección tiene por objeto disponer


las medidas que el tribunal estime pertinentes para restablecer el imperio
del Derecho y garantizar la debida protección del afectado.

Sin embargo, hoy en día se ha comenzado a pensar que la sentencia


alcanza cosa juzgada formal sin importar su contenido, es decir,
indistintamente de si es favorable o no para el afectado. Esta idea
descansa básicamente en el carácter cautelar que posee el recurso de
protección y en la existencia de un concurso de acciones en la expresión
"sin perjuicio de los demás derechos que pueda hacer valer ante la
autoridad o los tribunales correspondientes" que utiliza el art. 20. En efecto,
si el recurso de protección deja a salvo otras acciones, entonces ello
explica, por ejemplo, que el perdedor en un recurso de protección relativo al
derecho de dominio pueda revertir esta sentencia mediante el ejercicio de
una acción reivindicatoria que le reconozca su derecho en un proceso
ulterior.

II.- INAPLICABILIDAD DE UN PRECEPTO LEGAL.

1.- Concepto: Es una acción constitucional que la CPR establece con el


objeto de declarar la inaplicabilidad de un precepto legal cuya aplicación en
cualquier gestión que se siga ante un tribunal ordinario o especial, fesulte
contraria a la Constitución.

La acción de inaplicabilidad corresponde a un control concreto, a posteriori o


reparador, y facultativo de constitucionalidad de las leyes. El objetivo de la
acción de inaplicabilidad es el objetivo propio de la jurisdicción
constitucional, esto es, el resguardo de la supremacia constitucional. Por
tanto, a pesar de la denominación que le da la propia Constitución, no es un
recurso en términos procesales -esto es, un mecanismo que la ley franquea
a las partes para impugnar una resolución judicial, solicitando su
revocación, modificación o enmienda-, sino más bien "una acción autónoma
para restablecer la vigencia de un precepto Constitucional que ha sido
infringido, aún cuando los fines que persige pueden coincidir con los
intereses de una de las partes en el litigio en que ha tenido lugar la
infracción. Es una garantía jurisdiccional de la Constitución, pues posee una
dimensión objetiva tutelar de la supremacía constitucional, además de la
dimensión subjetiva propia de la protección de los intereses de las partes de
la gestión en que pretende aplicarse un precepto legal inconstitucional.

El objeto de pedir, o la cosa pedida, es "la no aplicación de un precepto


legal a una gestión seguida ante un tribunal ordinario o especial, cuando la
aplicación de este resulte contraria a la Constitución". El objeto de la acción
de inaplicabilidad obliga al Tribunal Constitucional (TC) a ocuparse de los
hechos, por lo que la doctrina estima que se trata de un control concreto.

La causa de pedir está constituida por la inconstitucionalidad que resulta de


la aplicación de un precepto legal a un caso concreto, circunstancia que
también guarda intima relación con los hechos en este proceso
constitucional.

2.- Tribunal Competente: La acción de inaplicabilidad se establece en el


numeral 6) del artículo 93 de la CPR, y fue incorporada mediante la
Reforma Constitucional de 2005, entre las atribuciones del Tribunal
Constitucional, en los siguientes términos: "Resolver por la mayoría de sus
miembros en ejercicio, la inaplicabilidad de un precepto legal cuya
aplicación en cualquier gestión que se siga ante un tribunal ordinario o
especial, resulte contraria a la Constitución".
El tribunal competente para conocer de la acción de inaplicabilidad es, pues,
el Tribunal Constitucional, el cual, desde la citada reforma constitucional de
2005, posee en Chile en forma exclusiva el control constitucional normativo.

3.- Legitimación Procesal Activa: A partir del inciso undécimo del artículo 93
de la Constitución, que establece, en lo pertinente, que "la cuestión podrá
ser promovida por cualquiera de las partes o por el juez que conoce del
asunto", el artículo 79 de la ley número 17.997 prescribe que "es órgano
legitimado el juez que conoce de una gestión pendiente en que debe
abrigarse el precepto legal impugnado, y son personas legitimadas las
partes en dicha gestión". Por tanto, de acuerdo con la Constitución, la ley
distingue entre órganos y personas legitimadas, esto es, entre juez y
partes, respectivamente.

En primer lugar, las personas legitimadas son las partes en la gestión


aludida. El concepto procesal de partes es amplio. Comprende "a la
pluralidad de partes activas y pasivas, y el litisconsorcio en sede civil,
terceros coadyuvantes, excluyentes o independientes (partes tardías). En el
Código Procesal Penal se
utilizan los términos "sujetos procesales" e "intervinientes", los cuales
deben ser asimilados al término "partes" y, en el mismo sentido, el nuevo
Proceso Penal, el profesor Colombo plantea la dificultad de emplear el
término "partes" por la eventual amplitud que posee a partir de la matriz
imputado- Estado- víctima". También incluye a las partes de una gestión no
contenciosa, esto es, a la que se denomina interesado, que es "quien
promueve el asunto y a quien afectan los resultados de la declaración que
se pretende.

El inciso segundo del artículo 79 de la ley número 17 1997 dispone al


efecto: "Si la cuestión es promovida por una parte ejerciendo la acción de
inaplicabilidad, se deberá acompañar un certificado expedido por el tribunal
que conoce la gestión judicial, en que conste la existencia de esta, el estado
en que se encuentra, la calidad de parte del requirente y el nombre y
domicilio de las partes y de sus apoderados".

En segundo lugar, el juez que conoce de una gestión pendiente es órgano


legitimado. Lla nueva acción de inaplicabilidad confiere también el juez la
iniciativa para promoverla, a través de un auto motivado. Esta circunstancia
se ha destacado, con razón, como una importante manifestación del tránsito
de la primacía de la ley- principio de legalidad- a la supremacía
constitucional- principio de juridicidad- que caracteriza al actual Estado
Constitucional de Derecho.
Cabe hacer presente que los tribunales colegiados sigue siendo el juez el
órgano legitimado para promover la acción de inaplicabilidad, por una razón
de texto que remite el inciso undécimo del artículo 93 de la Constitución-
reiterada por el artículo 79 de la ley número 17.997-; Pero además, en
atención al objetivo de la acción de inaplicabilidad- el resguardo de la
supremacía constitucional-, puede promover la acción "en especial el juez o
magistrado disidente o proveniente".

El artículo 79 de la ley número 17.997 dispone al efecto, en sus incisos


primero, tercero y cuarto: "En el caso del número sexto del artículo 93 de la
Constitución Política, es órgano legitimado el juez que conoce una gestión
pendiente en que debe aplicarse el precepto legal impugnado, y son
personas legitimadas las partes en dicha gestión.

Si la cuestión es promovida por el tribunal que conoce de la gestión


pendiente, el requerimiento deberá formularse por oficio y acompañarse
una copia de las piezas principales del respectivo expediente, indicando el
nombre y domicilio de las partes y de sus apoderados.
El tribunal deberá dejar constancia en el expediente de haber recurrido ante
el TC y notificará de ello a las partes del proceso".

La legitimidad del juez para promover la cuestión de inaplicabilidad


constituye lo que se ha denominado una especie de legitimación
extraordinaria, no sujeta a intereses particulares en conflicto, sino al interés
general representado por el resguardo de la supremacía de la Constitución.
Por esta razón, en este punto se ha criticado la regulación de la Ley
Orgánica del Tribunal y su modificación a través de la ley número 20.381, al
no establecer distinción entre el requerimiento de los sujetos legitimados
activamente con interés directo o indirecto en el conflicto que da origen a la
cuestión de inaplicabilidad y el Tribunal que requiere la inaplicabilidad con
un tipo de legitimación diferente.

Finalmente, cabe señalar que la ampliación de la legitimación activa no


constituye una politización de la jurisdicción constitucional, sino que apunta
el reconocimiento del pluralismo propio de las democracias constitucionales
actuales.

4.- Procedimiento: Las normas constitucionales de procedimientos se


encuentran en el artículo 93, inciso undécimo de la Constitución, que
dispone: "En el caso del número 6, la cuestión podrá ser planteada por
cualquiera de las partes o por el juez que conoce el asunto. Corresponderá
a cualquiera de las salas del tribunal declarar sin ulterior recurso, la
admisibilidad de la cuestión siempre que verifique la existencia de una
gestión pendiente ante el tribunal ordinario o especial, que la aplicación del
precepto legal impugnado pueda resultar decisivo en la resolución de un
asunto, que la impugnación esté fundada razonablemente y se cumpla las
demás requisitos que establezca la ley. A esta medida a esta misma sala le
corresponderá resolver la suspensión del procedimiento en que se ha
originado la acción de inaplicabilidad por inconstitucionalidad".

Las normas legales de procedimientos se encuentran establecidas en los


artículos 79 y siguientes de la ley número 17.997; sin perjuicio de las
normas fundamentales de procedimiento consagradas en el inciso undécimo
del artículo 94 de la CPR, antes transcrito, y de las normas generales de
procedimiento contempladas en los artículos 33 y siguientes de la citada Ley
Orgánica.

Entre dichas normas Cabe destacar que el procedimiento será escrito y los
requerimientos que se presenten y las actuaciones que se realicen serán en
papel simple. Que el tribunal podrá disponer la acumulación de aquellos
asuntos o causas con otros conexos que justifiquen la unidad de tramitación
y decisión, según dispone los artículos 33 y 34 de la ley 17.997. También
debe tenerse presente que los plazos son de días corridos, según dispone el
artículo 45 de la ley número 17.997.

Por otra parte, las resoluciones que se dicten en el proceso de


inaplicabilidad se notificarán por carta certificada a la parte o a quien la
represente. La fecha de las notificaciones efectuadas por carta certificada y
mediante las comunicaciones a que se refiere la ley número 17.997 será,
para todos los efectos legales, la del tercer día siguiente a la de la
expedición. Las sentencias definitivas se notificarán personalmente o, si
ellos posible, por cédula, en el domicilio que haya señalado la parte en el
expediente. En ambos casos la notificación se practicará por un Ministro de
Fe designado por el tribunal. Las comunicaciones que deban hacerse a los
órganos constitucionales interesados o que sean parte en el proceso, se
efectuará mediante oficio. De dichas actuaciones o diligencias se deja
constancia en el expediente respectivo. Con todo, el Tribunal podrá
autorizar otras formas de notificación que, en la primera comparecencia, le
sean solicitadas por alguno de los órganos o personas que intervengan ante
él. La forma particular de notificación que se autorice solo será aplicable al
peticionario y; en cualquier caso, deberá dejarse constancia la actuación en
el respectivo expediente el mismo día en que se realice, según dispone el
artículo 42 de la ley número 17.997.

Por otra parte, mientras no sea declarada la admisibilidad de la acción de


inaplicabilidad, podrá ser retirada por quien la haya promovido, y se tendrá
como no presentada. Después de la declaración de admisibilidad, quien
haya promovido la acción de inaplicabilidad puede manifestar su voluntad
de desistirse, y, en tal caso se dará traslado del desistimiento a las partes,
confiriéndose un plazo de cinco días para que formule Las observaciones
pertinentes. El desistimiento será resuelto y producirá los efectos previstos
en las normas pertinentes del Título XV del Libro Primero del CPC, en lo que
sea aplicable, según dispone el artículo 46 de la Ley número 17.997.

Finalmente, la procedencia del abandono del procedimiento se acota en la


Ley número 17.997 exclusivamente a las cuestiones de inaplicabilidad, en
tres meses desde la última gestión útil, restringiéndose además el sujeto
activo legitimado para solicitarlo al excluir a la parte que ha promovido la
inaplicabilidad.

En los términos previstos en el artículo 47, de la Ley número 17,997,


agregado por la Ley número 20.381, "el procedimiento se entenderá
abandonado cuando todas las partes del proceso hayan cesado su
prosecución durante tres meses, contados desde la fecha de la última
resolución recaída en alguna gestión Útil para darle curso progresivo.

El abandono no podrá hacerse valer por la parte que haya promovido la


cuestión de inconstitucionalidad. Si renovado el procedimiento, las demás
partes realizan cualquier gestión que no tenga por objeto alegar su
abandono, se considerará que renuncian a este derecho.

Una vez alegado al abandono, el Tribunal dará traslado a las demás partes y
lo comunicará los órganos constitucionales interesados, confiriéndoles un
plazo de cinco días para formular las observaciones que estimen
pertinentes.

El abandono del procedimiento declarado por el Tribunal producirá los


efectos previstos en el Título XVI del Libro Primero del Código de
Procedimiento Civi".l

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