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Recepción del RN

El recién nacido
NELSON. TRATADO DE PEDIATRÍA Capítulo 94, 831-835
Exploración física del recién nacido
- La temperatura, el pulso, la frecuencia respiratoria, el color, la presencia de signos de dificultad
respiratoria, el tono, la actividad y el nivel de conciencia de los lactantes deben monitorizarse con
frecuencia hasta que los valores se estabilicen.
- Evaluar problemas fisiopatológicos → interferir en la adaptación cardiopulmonar y metabólica
normal a la vida extrauterina.
- 3-5% de RN → malformaciones congénitas de gravedades variables.
- Se estabiliza y luego una segunda exploración, más detallada, durante las 24 horas siguientes.
- Si el lactante permanece en el hospital durante más de 48 horas se debe repetir la exploración en
las 24 horas previas al alta hospitalaria.
- Pulso (normal, 120-160 latidos/minuto)
- Frecuencia respiratoria (normal, 30-60 respiraciones/minuto)
- Temperatura
- Peso y Talla
- Perímetro cefálico
- Si presenta → soplo cardíaco audible se tomará la presión arterial.
- Saturación de oxígeno
o ≥95% a las 24 horas del parto en lactantes a término aparentemente sanos tiene una
sensibilidad y una especificidad >99% para descartar una cardiopatía congénita crítica.
o <95% deben someterse a un examen más detallado y posiblemente a una ecocardiografía

Aspecto general
- Observar tanto el tono muscular activo como el pasivo y cualquier postura inusual.
- Mioclonía de los tobillos o de la mandíbula → son frecuentes y menos → en periodos de actividad
del niño
- Sacudidas convulsivas → frecuentes → aparecen cuando está tranquilo.
- El edema puede confundirse con una buena nutrición. La presión puede o no dejar fóvea, pero
cuando la piel de los dedos de manos y pies está distendida por el líquido pierde los pliegues
normales
- Edema de los párpados → irritación provocada por la administración de nitrato de plata.
- Edema generalizado → asociarse a prematuridad, hipoproteinemia secundaria a eritroblastosis fetal
grave, anasarca no inmunitario, nefrosis congénita o síndrome de Hurler, o puede ser de etiología
desconocida.
- Edema localizado → sugiere malformación congénita del sistema linfático → si está limitado a una o
varias extremidades de una niña recién nacida puede ser la primera manifestación de un síndrome
de Turner.
Piel
- El color rojo oscuro o la lividez violácea del niño que llora, cuyo color se oscurece mucho con el
cierre de la glotis antes del llanto enérgico, y la cianosis inocua (acrocianosis) de manos y pies,
sobre todo cuando las extremidades están frías, ponen de manifiesto una inestabilidad vasomotora
y una circulación periférica lenta. Otro signo de inestabilidad circulatoria generalizada es el
moteado, que puede asociarse a enfermedades graves o deberse a una fluctuación transitoria de la
temperatura cutánea. La división extraordinaria por el color del cuerpo desde la frente hasta el
pubis en una mitad roja y otra pálida se conoce como cambio de color en arlequín, un cuadro
transitorio e inocuo. La palidez de la insuficiencia circulatoria o de la anemia puede enmascarar una
cianosis significativa; por otro lado, la concentración relativamente alta de hemoglobina de los
primeros días de vida y la delgadez de la piel pueden combinarse y producir un aspecto cianótico
con una Pa o 2 (presión arterial parcial de oxígeno) más elevada que en niños mayores. La cianosis
localizada se distingue de la equimosis por la palidez momentánea (con cianosis) que aparece tras
la presión. La misma maniobra permite demostrar la presencia de ictericia. La palidez puede ser
debida a asfixia, anemia, shock o edema. El reconocimiento precoz de la anemia puede dar lugar a
un diagnóstico de eritroblastosis fetal, hematoma subcapsular del hígado o del bazo, hemorragia
subdural o transfusión fetomaterna o gemelogemelar. Los lactantes posmaduros y no anémicos
suelen mostrar una piel más pálida y gruesa que la de los lactantes prematuros o nacidos a término.
El aspecto rojo rubicundo de la plétora se asocia a policitemia.

En el capítulo 647 se describen el vérnix y los hemangiomas capilares maculares transitorios frecuentes de
los párpados y del cuello. Los hemangiomas cavernosos son masas más profundas de color azul que si son
grandes pueden atrapar plaquetas y dar lugar a coagulación intravascular diseminada o alterar la función
de los órganos vecinos. Después de un parto difícil se pueden observar petequias diseminadas en la zona
de presentación (sobre todo en el cuero cabelludo o en la cara). En más del 50% de los niños de raza negra,
indios estadounidenses o de origen asiático y, en ocasiones también en los de raza blanca, se observan
áreas bien delimitadas de pigmentación azul pizarra en las nalgas, la espalda y otras regiones del cuerpo
denominadas manchas mongólicas. Estas manchas son benignas, no tienen ningún significado
antropológico a pesar de su nombre y suelen desaparecer durante el primer año de vida. El vérnix, la piel y
sobre todo el cordón pueden aparecer teñidos de un color amarillento parduzco si el líquido amniótico se
ha coloreado por el paso de meconio antes del parto o durante el mismo.

La piel de los recién nacidos prematuros es fina y delicada y suele ser de un color rojo oscuro; los muy
prematuros tienen una piel casi gelatinosa y translúcida. El cráneo y las cejas suelen estar cubiertos de un
pelo fino, blando e inmaduro denominado lanugo, que también puede cubrir la cara de los prematuros. En
muchos lactantes a término el vello infantil ya ha sustituido al lanugo o éste se ha perdido. Un mechón de
pelo sobre la columna lumbosacra debe hacer pensar en una anomalía subyacente, como espina bífida
oculta, una fístula pilonidal o un tumor. En los niños muy prematuros las uñas son rudimentarias, pero
pueden sobresalir de las puntas de los dedos en los posmaduros. Éstos pueden mostrar una piel
descamada con aspecto de pergamino ( fig. 94-1 ) que si alcanza un grado intenso debería hacer pensar en
una ictiosis congénita (v. cap. 658 ).
Pulmones
En estas circunstancias, la frecuencia habitual del recién nacido a término es de 30-60
respiraciones/minuto;
Corazon
La frecuencia cardíaca oscila normalmente entre 110-140 latidos/minuto en reposo, pero lo habitual es
que oscile desde los 90 latidos/minuto durante el sueño relajado hasta los 180 latidos/minuto en los
períodos de actividad. La frecuencia aún mayor de la taquicardia supraventricular (>220 latidos/minuto) se
calcula mejor con el electrocardiograma o la monitorización cardíaca que con la auscultación. Los niños
prematuros suelen tener una frecuencia cardíaca en reposo mayor, de hasta 160 latidos/minuto, pero
pueden presentar una bradicardia sinusal de aparición brusca secundaria a apnea. Se deben palpar los
pulsos en las extremidades superiores e inferiores, tanto al ingreso como antes del alta del nido, para
descartar una posible coartación aórtica.

Mantenimiento del calor corporal


Los recién nacidos corren el riesgo de perder calor y de desarrollar hipotermia por varios motivos. En
relación con el peso corporal, la superficie de los recién nacidos es unas tres veces mayor que la del adulto.
La generación de calor corporal depende en gran medida del peso corporal, pero la pérdida de calor
depende del área de superficie. En los niños con bajo peso al nacer y en los lactantes pretérmino, la capa
aislante de tejido subcutáneo es más fina. Se calcula que el porcentaje de pérdida de calor es unas cuatro
veces mayor en el recién nacido que en el adulto. En las condiciones habituales del paritorio (20-25 °C), la
temperatura cutánea del recién nacido disminuye alrededor de 0,3 °C/minuto, y la temperatura corporal
central lo hace a razón de 0,1 °C/minuto en el período neonatal inmediato; como consecuencia, se observa
una pérdida acumulada de calor de 2-3 °C en la temperatura corporal central (correspondiente a una
pérdida de calor de unas 200 kcal/kg). Esta pérdida de calor se produce por cuatro mecanismos: 1)
convección de la energía calórica hacia el aire más frío de alrededor, 2) conducción del calor a los
materiales más fríos sobre los que reposa el niño, 3) radiación del calor desde el niño a otros objetos
próximos más fríos y 4) evaporación desde la piel y los pulmones.
Los recién nacidos a término expuestos al frío después del nacimiento pueden desarrollar acidosis
metabólica, hipoxemia, hipoglucemia y aumento de la excreción renal de agua y solutos debido a sus
esfuerzos para compensar la pérdida de calor. La producción de calor se incrementa al aumentar el índice
metabólico y el consumo de oxígeno, y en parte mediante la liberación de noradrenalina, que induce
termogénesis sin temblor por oxidación de las grasas, sobre todo de la grasa parda. Además, la actividad
muscular tiende a aumentar. Los lactantes hipoglucémicos o hipóxicos no pueden elevar su consumo de
oxígeno cuando se exponen a ambientes fríos, por lo que disminuye su temperatura central. Después del
trabajo de parto y del parto vaginal, muchos recién nacidos presentan una acidosis metabólica leve o
moderada que intentan compensar con hiperventilación, pero este recurso resulta más difícil para los
niños con depresión del sistema nervioso central (asfixia, fármacos) o en los expuestos al estrés del frío en
el paritorio. Por tanto, para reducir la pérdida de calor se debe secar al neonato y cubrirlo con mantas o
ponerlo bajo un calentador radiante. El contacto piel con piel con su madre es el método óptimo para
mantener la temperatura corporal en el recién nacido estable. Como es difícil realizar las medidas de
reanimación en un niño tapado o metido en una incubadora, se debe utilizar una fuente de calor radiante
para calentar al niño durante la reanimación.

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