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Desde la mirada de los distintos autores de los módulos de lectura es

necesario interpretar a los procesos educativos como problemas complejos.


En este sentido, se observamos que el éxito y fracaso son dos alternativas
posibles en las trayectorias de los alumnos en la escuela. Tanto uno como el
otro nos hace pensar en la sujeción a cierto régimen de prácticas y adaptación
a que propuesto por el dispositivo escolar.

Podríamos decir que fracaso escolar es tan antiguo como es la escuela,


aparece asociado a ella a lo largo de la historia. Desde una mirada
genealógica, podemos apreciar que el proyecto escolar es un proyecto de la
cultura adulta impuesta a los niños, por este motivo es necesario quitarle el
carácter natural de lo recubre. Los procesos de escolarización masiva tienen
como objetivo producir un efecto formativo sobre la niñez, a partir de cumplir
con obligaciones de asistencia, permanencia, trabajo, logros para evitar recibir
sanciones, es decir situaciones de fracaso, “… a partir del momento en el que
todos los niños van a la escuela, se buscara diferenciar aquellos que se
adaptan a ella y los que no lo logran, y respecto a estos últimos las causas de
su inadaptación, los diversos tratamientos encargado de aplicarlo (Querrien,
citado en Baquero Terigi pág. 3). Estos dichos de Querrien nos llevan a pensar
que el fracaso no tiene un orden natural, sino corresponde con una realidad
construida por y en la escuela misma, pues la meta de la escolarización es
lograr resultados relativamente homogéneos sobre una población relativamente
heterogénea. El trabajo del niño es transformarse en alumno, el cual, es un rol
que se aprende en la institución escolar, es decir, que el alumno debe asimilar
las pautas que marca la escuela para logar el proceso de adaptación.

Es en la escuela  el lugar donde Isaham confronta lo propio con lo


socioculturalmente instituido y fue así que comenzaron a salir a la luz  las
primeras fracturas con su entorno. Vemos que no es la escuela la que origina
su dificultad (la dislexia), pero sí es la que se encargaría de mostrarla. Ante
los problemas de aprendizajes los distintos docentes (matemáticas, literatura,
idioma) se muestran molestos culpando al niño por los fracasos en los
aprendizajes.
Durante mucho tiempo, apoyados en concepciones innatistas procedentes del
modelo médico hegemónico, los especialistas en educación se empeñaron en
atribuir la culpa de los problemas de aprendizajes a los sujetos particulares, “…
planteando que los mejores y los más brillantes triunfan, mientras que los
inferiores fracasan debido a una supuesta propia naturaleza...” (Castorina 2005
pág. 77). Esta posición olvida las desigualdades sociales, atribuyendo tanto las
victorias como los fracasos a los individuos y sus familias.

Baquero señala que el fracaso masivo es caracterizado.


a) Como un problema que portan los alumnos de manera individual, como una
dificultad; aquí vemos que el fracaso masivo es abordado como una suma de
fracasos individuales, como efecto de un conjunto de déficits, retrasos
madurativos e intelectuales que portan los alumnos
b) como resultado de la condición problemática de la familia; refiere a los
modos de crianzas y condiciones de vida, disposición para el aprendizaje, es
decir los déficits los continúa llevando el niño y esta vez la mochila le es
impuesta por la herencia familiar
c) como efecto de la relación del niño y la escuela.
Varios de los autores proporcionados por esta cátedra para leer y analizar,
manifiestan en sus investigaciones que la escuela y los docentes realizan un
conjunto de apreciaciones y juicios difusos de clasificación social, estos
evalúan a los alumnos según criterios sociales de selección y asignación de
privilegios. El fracaso escolar es percibido como hereditario, trasmutan las
desigualdades sociales, nos dice Castorina 2005, en naturalezas humanas e
históricas, son reiteradas las prácticas discriminatorias, observando un racismo
biológico, una especie de Neodarwinismo social, como lo llama Bourdieu.
Traemos nuevamente los planteos de Baquero, donde afirma que “…existen
prácticas y criterios que operan como freno al acceso – o, mejor, a la
permanencia exitosa y egreso- de muchos sectores sociales en los diversos
niveles del sistema educativo...” (Lo habitual del fracaso. Sin año y pág. de
referencia)
Es en las aulas en donde se visualiza el sufrimientos Isaham al igual que
muchos otros niños que no responden o no pueden responder a las
exigencias del proyecto escolar, sufrimiento por no obtener una buena nota, por
lo lograr adaptase a las reglas de juego de la institución, por no estar
contenidos, ni acogidos. Sumado a los problemas de aprendizaje y fracaso
aparecen las miradas de rechazo, expulsión, discriminación, estigmatización,
además de los sentimientos de culpa. Los actos de nominación y etiquetación
establecen límites, es necesario reflexionar que las cualidades con las que se
tífica a los estudiantes nos dice Castorina 2005 nunca pueden ser tratadas
como atributos en sí. En el caso de nuestros personaje……(le decían algo??
Rotulos ¿……
Ni los docentes en particular, ni las escuelas a las que asistió Isaham se
responsabilizaron de sus propios fracasos y de los acontecimientos que ellas
se generan en la relación entre el niño y los adultos, en todo momento el único
culpable, portador de alguna dificultad era nuestro pequeño personaje .

Tomando la propuesta de Boggino es necesario ahondar en la problemática del


aprendizaje no negando que no están los problemas, sino reconociendo que
los niños aprenden de distintos modos en distintos tiempos, que tiene
obstáculos en los proceso de aprendizaje en mayor y menor medida,
alejándonos del pensamiento de la simplicidad que acuño la Modernidad, es
decir abordando cada una de la realidades por separado, pensando que a
determinadas estrategias le corresponde un resultado; desde este paradigma
se reduce una problemática compleja al estudio de solo una de las
dimensiones: el alumno.
Desde la propuesta de la complejidad surgen una cantidad de interrogantes
que nos obligan a ampliar la mirada: el rol que desempeñan docentes y
familias, el sistema educativo, las políticas de estado, etc. Este paradigma
alude a la red de causas, las distintas dimensiones, lo pluricausal que se ponen
en juego en los procesos de aprendizajes, invita a quitar la mirada exclusiva en
el alumno y ampliar al contexto.
El cambio paradigmático es una ruptura. Bogino expresa “… tiene que cambiar
la mirada del docente-desde la simplicidad a la complejidad- …” Dependerá en
parte de nuestras creencias y nuestras convicciones y de los compromisos que
deseemos asumir, lo cual incluye, una dimensión ética.
La escuela debería ser la posibilidad para todos de apropiarse de los
conocimientos construidos por la humanidad. Arendt (1996) señala “… es
necesario insistir permanentemente en que los nuevos no tienen ninguna
responsabilidad por el mundo con el que se encuentran y tiene el derecho que
se les haga un lugar en él. Hacer un lugar, hospitalariamente, es
responsabilidad de los adultos…” (Citado en Martinis 2006) vemos al profesor
de arte tomando esta postura, comienza a intervenir para intentar sacar de la
soledad, la vergüenza y la culpa que dutante tanto tiempo habían dañado a
Isahan, el maestro se propone un acompañamiento personalizado para
superar las dificultades de aprendizaje en primer momento por medio de
adaptaciones de acceso en términos de Bruner andamios.

Nora Elichiry sugiere quitar la mirada de las nociones de déficit y de los criterios
de normalización para hacer foco en las posibilidades del sujeto educativo,
caracterizar las prácticas y los saberes desde una descripción “en positivo”
teniendo en cuenta lo que estos saben y pueden hacer, es decir trabajar sobre
las potencialidades y posibilidades de los sujetos y no sobre las deficiencias.
Este planteo al igual que el del Dr. Boggino rompe con la primacía de los
factores individuales en la construcción y apropiación de los saberes, pretende
favorecer las interacciones sociales, propone la experimentación y flexibilizar
las modalidades de transmisión de los saberes.

Subestimar el potencial de los sujetos de los sectores menos favorecidos, o


de los que tienen algún problema con los aprendizajes y además cargarlos con
etiquetas o estigmas corresponde a elementos que atentan frente trayecto e
inclusión escolar

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