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Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Licenciatura en Ciencias Sociales

Diseño y formulación de proyectos de investigación educativa

Michael Stiven Nieto Vergara20181255071

Problema educativo: El fracaso escolar como problemática multicausal

Problema de investigación:

En el marco de una sociedad democrática, se busca un sistema de educación que sea


para todas las personas, fundamentado en la igualdad, la participación y la no discriminación.
Siendo estos principios fundamentales de la democracia, se hace evidente que el ideal
educativo persigue una formación integral en la cual no se pueden desconocer algunos
aspectos que incluyen factores del contexto social, familiar, y personal. Así pues, el Decreto
2247 de 1997 (Congreso de Colombia, Decreto 2247, 1997), establece que los procesos
curriculares se desarrollan mediante proyectos y actividades que deben tener en cuenta los
ritmos de aprendizaje, las necesidades de los menores con limitaciones o con capacidades
especiales, y las características étnicas, culturales, lingüísticas y ambientales de cada
comunidad.

Sin embargo, como afirma Fernandez Palomar (2003), en la práctica el sistema


educativo ha atendido las necesidades de algunos grupos más que las de otros, con un claro
sentido homogeneizador. Por consiguiente, catalogar, clasificar, calificar y uniformar son
prácticas recurrentes en un sistema educativo con concepciones instrumentales o
economicistas. En este marco, se establece la preocupación por analizar los resultados
académicos de los y las estudiantes que les clasifican en un sistema estandarizado entre
buenos y malos, llegando a la concepción y designación del fracaso escolar cuando algún
estudiante no cumple con dichos requisitos estipulados de forma indiscriminada a todas y
todos los estudiantes. Este se configura como uno de los problemas más graves que existen en
los sistemas educativos, pues, históricamente el peso de las consecuencias ha caído sobre los
y las estudiantes sin analizar de forma crítica diversos factores que intervienen en el
fenómeno que puede desembocar en la pérdida de interés por la formación de parte de las
personas, o el abandono del proceso escolar.
Por tal motivo, el presente trabajo se propone indagar sobre las múltiples
circunstancias y causas del fracaso escolar. Este último entendido como un conjunto de
problemas reales de la escuela que instaura en la mente colectiva la idea de tratarse de un
fracaso personal del o la estudiante, que refleja en sus evaluaciones no llegar a los mínimos
de prácticas y conocimientos establecidos por la sociedad y la escuela. Esta forma de
concebir el fracaso escolar, deja de lado el cuestionamiento al sistema educativo, la exclusión
social, o la descontextualización del saber escolar con la realidad cotidiana de los y las
estudiantes, problemáticas que pueden ser factores decisivos en esta problemática.

Por ello, pese a esfuerzos que aparecen desde diferentes sectores sociales, las aulas
inclusivas como espacios académicos equitativos, que se conviertan en lugares para
desarrollar las capacidades de los y las estudiantes, son minoría frente a las aulas
tradicionales, que están enfocadas en una sola forma de considerar la educación y a los
estudiantes. Como postula Mejía (2011), la educación ha pasado de ser un derecho real y
garantizado para todos y todas a ser un servicio; es decir, hay una perspectiva en que la
escuela está en función de la sociedad para homogeneizar y estandarizar las capacidades y
aptitudes de los y las estudiantes. Esta visión genera un tipo de exclusión frente a quienes no
se adaptan al perfil deseado, señalandoles y estigmantizandoles.

Cabe destacar, que las exclusiones se gestan desde el sistema mismo, el cual margina
algunos grupos, creando dinámicas que suelen surgir del temor a las diferencias. Como
Fernández Enguita (1997) asegura, se deben gestar visiones que estén encaminadas a generar
una reformulación de las políticas públicas respecto a la educación y el derecho de todas las
personas sin importar sus condiciones a la misma.

Entendiendo esto, han surgido diferentes formas para combatir el fracaso escolar y la
posterior estigmatización estudiantil que este genera. Iniciativas que aparecen desde las
prácticas diarias e institucionales de diversos sectores sociales como organizaciones sociales,
colectivos estudiantiles y profesores que buscan desmarcar el fracaso escolar e inscribirlo en
un discurso que afirme la educación como un derecho de todos y todas. Esto da herramientas
para comprender la necesidad de generar procesos educativos críticos que tomen en cuenta la
diferencia social y personal de los y las estudiantes.

De esta forma, Castillo (2014), ofrece diferentes propuestas para la equidad y la


calidad en la educación, a través del apoyo a las escuelas y a las y los estudiantes con
capacidades diferentes. En concreto, presenta cinco recomendaciones para la prevención del
fracaso escolar, eliminar la repetición de cursos, evitar la división temprana del alumnado,
ofrecer una mayor capacidad a los progenitores en la elección de la escuela, administrar los
fondos y las ayudas de manera que respondan a las necesidades de los diferentes contextos y
diseñar procesos educativos equivalentes que aseguren la consecución de los estudios.

Seguir entendiendo el fracaso escolar como rendimiento insuficiente del alumnado


conduce a un callejón sin salida, entre otras cosas porque la concepción del rendimiento
escolar en términos de éxito y fracaso es una visión dicotómica que empobrece la realidad del
aprendizaje. Mientras la comunidad educativa no entienda que si el sistema desprofesionaliza
al docente, culpabiliza al alumnado y deslegitima la escuela, se está reforzando el
escalonamiento social con base en los méritos escolares, generando una estructura que
responde a órdenes del conformismo y la exclusión social.

También, una nueva concepción del fracaso escolar en términos de exclusión,


reconoce que es un proceso en el que intervienen más agentes y factores que el escolar. En
ese sentido, se debe cambiar el concepto de fracaso escolar por el de fracaso educativo de la
escuela como institución, o por el de fracaso social, especialmente si este se analiza desde la
perspectiva de las múltiples causas que lo originan (Navarrete, 2007).

Además, como lo afirma Villanueva “la equidad en las aulas y en las escuelas no se
logra con las buenas intenciones, hace falta promover acciones que se encaminan hacia este
concepto” (Lara Villanueva, 2010, pág. 13), en pro de conseguir una real inclusión de los
estudiantes con su entorno, para que “aprendan a ser solidarios, tolerantes y compartir con sus
compañeros/as de clase, proporcionando ayuda y recibiendo ayuda. La equidad es un valor
que hay que alcanzar” (Lara Villanueva, 2010, pág. 13). Es de esta manera, que el aula se
convierte en un espacio de inclusión y de equidad para los estudiantes que se enfrentan
diariamente a la exclusión social. Lo que se debe perseguir es un ambiente escolar equitativo,
donde se prevenga el estigma entre estudiantes, evitando categorizarles, y estereotiparles con
fin de evitar la exclusión de ciertos estudiantes con respecto a sus compañeros, pues existe
una conciencia del aprendizaje de lo normal y lo estigmatizado.

Por consiguiente, se debe transformar el lugar de enunciación al momento de hablar


de fracaso escolar, pues es evidente que es un fenómeno con múltiples y diversas causas; es
por ello que el peso del mismo no debe presentarse de forma personal al o la estudiante, sino
que se deben analizar problemáticas sociales e institucionales, las cuales no responden a las
expectativas de los y las estudiantes que fácilmente pueden perder el interés en temáticas
descontextualizadas y alejadas de la realidad. Además, se hace evidente que las brechas
sociales, la capacidad docente e institucional, los intereses personales, los criterios de
evaluación y el currículo, son factores a analizar para comprender de manera más amplia el
problema educativo del fracaso escolar.

El fracaso escolar, debe ser objeto de discusión y hacerse visible en las instituciones
escolares, pues este se debe combatir para poder hablar de inclusión en las aulas, de la
educación como derecho y de una sociedad democrática. Se debe apostar por una educación
crítica que implica que, en la etapa formativa, se les permita a los y las estudiantes aprender
independientemente de las condiciones personales, sociales o culturales; además, que
responda a las necesidades e intereses de estos, sobre los de las instituciones y personas
ajenas al proceso educativo.

Referencias bibliográficas:

Castillo, M (2014). Acción social y educativa en contextos escolares. Barcelona: Editorial


UOC.

Congreso de Colombia. (11 de Septiembre de 1997). Decreto 2247. Por el cual se


establecen normas relativas a la prestación del servicio educativo del nivel
preescolar . Bogotá, Colombia.

Fernandez Enguita, M. (1997). Sociología de las instituciones de educación


secundaria. Barcelona: ICE- Editorial Horsori.
Fernandez Palomares , F. (2003). Sociologia de la Educación. Madrid: PEARSON
EDUCACIÓN, S.A.

Lara Villanueva, R. S. (2010). Las aulas como espacios vivos para construir la
equidad escolar. Revista Iberoamericana de Educación.

Mejia, R. (2011). Educación (es) en la (s) globalización (es): Entre el pensamiento


única y la nueva critica. Bogotá.

Navarrete Moreno, L. (2007). Jóvenes y fracaso escolar en España. Madrid: Instituto de la


Juventud. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
Torres, N. (2017). EL FRACASO ESCOLAR: ENTRE PREOCUPACIONES POLÍTICAS Y
ESFUERZOS INSTITUCIONALES. UN ANÁLISIS A PROPÓSITO DE LAS REVISTAS
INDEXADAS. Repositorio Universidad Distrital.
https://repository.udistrital.edu.co/bitstream/handle/11349/6321/TorresPenagosNidiaAlejandr
a2017.pdf?sequence=1&isAllowed=y

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